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Evaluar es un término sumamente recurrente dentro todo sistema educativo así como

una herramienta necesaria en todo proceso educativo si pretendemos una mejora; está de

más decir, que la educación no puede concebirse sin la evaluación bajo ninguna

circunstancia y haciéndose imprescindible.

En las aulas los maestros realizan un trabajo sistemático para valorar a sus alumnos y

plantearse nuevos objetivos así como brindarles una educación acorde a sus

necesidades, siendo históricamente el ejemplo más tangible del propósito de la

evaluación, pero si vamos escalando en el sistema podemos observar buenas intenciones

de los actores pero con una ejecución limitada y en ocasiones deficiente puesto que no se

abordan aspectos sustanciales quedándose como un mero informe cuantitativo más que

cualitativo, ambiguo, en ocasiones sancionador o bien para la definición y ejecución de

políticas gubernamentales, “Es preciso destacar que las tradiciones en evaluación que

siguen impregnando las prácticas educativas se han encargado de transformar una

cuestión fundamental, con fuerte carga ética y política, en una cuestión

preponderantemente técnica y administrativamente viable, restándole espacio a un debate

profundo que atienda a las posibilidades formativas que realmente debe tener la

evaluación, si es que a través de la misma se logra obtener información válida y que

pueda ser adecuadamente valorada y utilizada. (Brovelli, 2001)

Ésta es la razón por la cual la evaluación curricular debe tener un mayor horizonte en

la práctica de las instituciones educativas debiendo ser integral, consiente, con propósitos

definidos, flexible y adaptable “Esto nos lleva a proponer la evaluación curricular como

continua y situada, de modo tal que permita abordar al currículum en su dinamismo

propio, atendiendo sus aspectos cambiantes y a sus múltiples adaptaciones a los

diferentes contextos.” (Brovelli, 2001)


La evaluación curricular no debe tomarse a la ligera, al igual que en todas las formas

de evaluación existen implicaciones en tanto su planificación previa como su aplicación

pero sobre todo en el uso que le daremos a los resultados que obtendremos, es decir,

respecto a éste último punto, el tratamiento y uso que le demos a la información que se

genere debe ser abordada con el sumo cuidado para que realmente pueda tener el

impacto deseable en el currículo, “Es por ello que planteamos la necesidad de planificar y

desarrollar un proceso de evaluación curricular que permita abarcar tanto al diseño como

a su desarrollo o puesta en práctica y sus resultados.” (Brovelli, 2001)

“Resulta interesante el planteo de un trabajo evaluativo basado en la puesta en

práctica de procesos de investigación participativa, colaborativa, que indudablemente

coloca al docente en un lugar profesional que le es nuevo, que tiene que ver con su

revalorización como tal y lo lleva a encarar el cumplimiento de sus funciones desde una

perspectiva más amplia y comprometida, que implica el trabajo en equipo” (Brovelli, 2001)

Pero ésta tarea no debe quedar en manos de una sola persona o institución, se debe

crear el ambiente propicio para que todos los actores involucrados, en especial los

docentes, participen activamente en la formulación, aplicación y análisis de los resultados,

de ésta manera evitaremos una evaluación sesgada, incompleta y con vacíos de

información, de ahí de referir la integralidad como una máxima.

Al inicio mencionamos que no debe quedar sólo como un trámite administrativo y para

que ello suceda debe producir, por un lado, una transformación significativa en la

institución pero también debe ser socializado, divulgado entre los involucrados y el

sistema educativo, y por el otro, para enseñar al exterior que la escuela y el currículo son

entes dinámicos mas no estáticos como estamos acostumbrados a percibirlos,

provocando un cambio de mentalidad así como un círculo virtuoso hacia la transformación

positiva “la evaluación curricular puede ser entendida como una dimensión de lo que se
entiende como rendición de cuentas ante el propio sistema educativo y ante la sociedad”

(Brovelli, 2001)

“La interpretación de la información obtenida, servirá para orientar el proceso de toma

de decisiones.” (Brovelli, 2001) Cuando nos acostumbramos a una rutina institucional

pareciera que todo marcha bien y es inamovible, sin embargo, la evaluación curricular nos

arroja a todas luces una realidad que obviamos o evadimos, nos abre un panorama a

veces desconocido de lo que está ocurriendo en nuestras escuelas, eso el punto de

partida y quizá lo más complejo de todo, tomar decisiones, decidir entre lo que realmente

es útil para todos y lo que no, qué acciones serán necesarias implementar para alcanzar

la transformación, cuál es nuestra visión a futuro, entre otras tantas preguntas que nos

van surgiendo, pero que podrán ser respondidas si sabemos qué es lo que realmente

queremos y nos fijamos una meta común como colectivo.

Una particularidad en cuanto a la evaluación curricular es en lo que se refiere a las

instituciones formadoras de docentes puesto que son el eslabón fundamental para la

transformación, evaluarlas con una mirada crítica más allá del paternalismo

sobreprotector de las políticas gubernamentales que por años han convertido sus aulas

en recintos atemporales carentes de cambios sustanciales y anclados en el pasado

manteniendo prácticas repetitivas y descontextualizadas de la realidad que se vive, así

pues como lo señala Frida Díaz Barriga “La formación docente debe ser en y para la

innovación” (DFIE IPN, 2018). Dicho sea de paso ha llegado el momento de reconstruir la

formación docente hacia prácticas acordes al momento histórico, científico y tecnológico

que permea a los alumnos y la sociedad en la cual se desenvuelven.

A manera de conclusión si queremos tener una evaluación curricular integral, de

calidad y con sentido debemos voltear a las aulas, los docentes han demostrado

históricamente y en su día a día cómo se debe evaluar, debemos aprender de ellos, de


sus métodos, motivos y objetivos en lo que a éste tema se refiere, pero sobre todo

involucrarlos en éste proceso, siendo una de las aristas hacia la anhelada revalorización

esperada por décadas; si bien los avances en lo que a educación se refiere son

importantes para evaluar el currículo no debemos perder el origen de todo, las aulas, los

maestros y los alumnos.

La evaluación curricular debe empezar en las instituciones formadoras de docentes,

conocer sus problemáticas y trazar una ruta hacia la innovación, no hay tiempo que

perder, los nuevos profesores deben estar listos para afrontar la realidad y contribuir al

cambio que la sociedad exige teniendo las herramientas necesarias para ello.

Referencias

Brovelli, M. (2001). Fundamentos en Humanidades. San Luis, Argentina: Universidad

Nacional de San Luis.

DFIE IPN. (30 de novienbre de 2018). Conferencia Magistral Dra. Frida Diaz Barriga

[Video]. Youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?

v=H_FN6uKnQZk&ab_channel=DFIEIPN

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