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ÉTICA Y ANTROPOLOGÍA

MARCEL MAUSS: “es necesario que el ciudadano posea un sentido profundo de sí mismo, pero también
de los demás, de la realidad social: ¿es que acaso el fundamento de la moral responde a otra realidad?

La ética y la antropología han ido de la mano casi desde el principio. Muchos antropólogos han realizado
sus estudios con una base ética. La antropología ayuda a situar el reino de los fines en la tierra y no en el
cielo. Todas las diferentes reflexiones y tratados de tipo ético, a veces demasiado abstractos, pueden
concretarse mediante la antropología.

Las sociedades occidentales actuales tienen dos características que hacen que la relación entre
antropología y ética sea básica: la globalización y la multiculturalidad. Estas dos características ponen en
entredicho la vocación universal de la moral. Los numerosos estudios antropológicos realizados en
diversas sociedades han demostrado que ninguna sociedad ha sido totalmente independiente del resto.
Actualmente esa interdependencia de las culturas es más importante que nunca.

Hay dos formas de abordar esa relación entre sociedades. Una es el etnocentrismo: que es juzgar al
resto de sociedades desde el punto de vista moral de la persona que hace el estudio (en general, desde
el punto de vista occidental y cristiano). Otra es el relativismo, que defiende que no hay que juzgar al
resto de sociedades, ya que hay que estar en su entorno y haber vivido su realidad para entender sus
razonamientos morales. Las dos tienen riesgos éticos importantes. El etnocentrismo radical, por un lado,
pondría a la moral dominante por encima del resto e implícitamente defendería que no todas las
prácticas culturales merecen el mismo respeto. El relativismo radical, por su parte, podría acabar
disculpando comportamientos extremos como el Nazismo o la lapidación pública de mujeres, porque no
entra a juzgar nunca el comportamiento de otras sociedades.

Históricamente lo que en general ha ocurrido es que cuando una sociedad occidental hegemónica a
descubierto al “Otro”, lo ha juzgado y criticado y ha impuesto sus fundamentos morales sobre la otra
sociedad. Estas sociedades que han sido dominantes deben estar dispuestas a ser criticadas igualmente.

Rousseau, en la relación con este “otro”, construyó al buen salvaje como telón de fondo normativo
sobre el que hacía destacar la realidad de nuestra propia decadencia.

Louis Dumont fue un antropólogo francés que estudió el sistema de castas indio en su obra Homo
Hierarchicus. Afirmaba que en las configuraciones socioculturales organicistas y jerárquicas (holistas) las
jerarquías de valores están prescritas en el sistema mismo de las representaciones, mientras que en las
concepciones individualistas son los sujetos los que instituyen sus jerarquías de valores al elegirlos y
realizarlos. El individuo es la instancia suprema de imputación del valor. El proceso de la modernidad
europea fue erosionando la legitimidad de una organización estamental de la sociedad basada en la
voluntad divina. Se va desplazando progresivamente al antiguo mundo del estatus y así se va
configurando el homo oeconomicus, individuo que actúa impulsado por la maximización de los
beneficios económicos. Dumont afirmaba que: “si nos situamos en el interior de la cultura moderna, es
imposible deducir lo que debe ser de lo que es. No se puede realizar una transición de los hechos a los
valores porque los juicios de realidad y los juicios de valor son de diferente naturaleza. “
MORAL DE LA RECIPROCIDAD EN MAUSS

La obra “Ensayo sobre el Don” de Mauss nos ofrece un proyecto ético con implicaciones de reforma
social para nuestras sociedades contemporáneas. Mauss habla de la moral de la reciprocidad que sería
aplicable a nuestras sociedades en las que el individualismo se ha convertido en egoísmo. Mauss se
centra en el Potlatch, una ceremonia de intercambio de regalos practicada por los pueblos indios de la
costa del pacífico en la que se observaban las relaciones jerárquicas entre los grupos. La ceremonia se
basa en 3 obligaciones:

1. Dar: el jefe que quiera mantener su honor debe dar, debe organizar aparatosas ceremonias de
gasto.
2. Recibir: esto implica quedarse en deuda con respecto a quien nos ha dado.
3. Devolver: esto no significa reponer mediante algo equivalente, sino que hay que pujar, competir
en generosidad y ganar la partida, en lo que nos va el honor y el prestigio.

Señala Mauss que con el contrato social moderno se ha perdido esta reciprocidad. El Homo
Oeconomicus es una excepción en la historia y no debe ser la regla. Habría que re-moralizar este
contrato social desmoralizado y se debería restaurar la solidaridad de los ricos con los pobres.

La globalización económica neoliberal ha convertido los intercambios en un gigantesco Potlach a nivel


mundial en el que la reciprocidad se ha cortocircuitado: los ricos y los grandes establecen las reglas del
comercio y los pobres se ven condenados a la dependencia política, obligados a dar, recibir y devolver
sin poder convertir jamás a los otros en deudores, es decir, sin intercambio de roles.

REACCIONES A LA MORAL DE LA RECIPROCIDAD

Levi-Strauss ha sido la figura más importante del estructuralismo. Sus teorías se basaban en teorías de
lingüistas como Saussure y Jackobson. Según Levi Strauss la moral de la reciprocidad no es un
entramado de normas de comportamiento cuyo sentido es comprendido de forma transparente y
consciente por parte de los sujetos, sino que pertenece más bien a la estructura mismo del pensamiento
simbólico, que es inconsciente. Y en virtud de las leyes de pensamiento simbólico inconsciente, los seres
humanos intercambiamos por la misma razón por la que hablamos.

Sartre criticó duramente a Lévi-Strauss. Para Sartre la reciprocidad no es inconsciente. Introdujo lo que
él llamó “práctica juramentada” una especie de invento reflexivo que en determinadas circunstancias
llevarían a cabo los grupos humanos. Su idea se podría resumir en que cada cual deposita en otro su
palabra de no volverse jamás un traidor para el grupo.

Bordieu aplicó la hermenéutica de la sospecha al tratamiento teórico de la reciprocidad. “Para tener


algo que dar, previamente se tienen que haber producido los bienes”. Y estos, probablemente, han sido
extraídos de los miembros más débiles de la sociedad.

Polanyi señala que, en las condiciones de la economía de mercado, actuar de acuerdo con el principio
de reciprocidad no tiene el sentido de atenerse a una norma ética. En nuestras sociedades modernas,
dar a cada uno lo suyo, el principio de la justicia se traduce en el principio de la reciprocidad de acuerdo
con el cual debemos dar según nos dan. En las sociedades etnológicas, comportamiento social,
comportamiento económico y comportamiento moral son todo uno
Paz Moreno y Susana Narotsky

Otros autores intentan redefinir el término y las características de la reciprocidad para poder adaptarlo a
los tiempos y explicar distintos aspectos de la realidad. Narotksy y Paz Moreno hablan de la reciprocidad
negativa. Interesante es el estudio de Paz Moreno de Aushwitz. Los prisioneros llegaban al campo de
concentración y eran despojados de todo lo les pudiese identificar: ropas, joyas… Luego los
reclasificaban con insignias que tenían diferentes significados cosidas a la ropa: judíos, homosexuales,
polacos… Dentro del campo había una jerarquía: prisioneros “aristócratas” que mediaban entre las
órdenes nazis y el resto de prisioneros, prisioneros de base y abajo del todo los llamados musulmanes)

Aun así, se crearon vínculos sociales. Se produjo algo paradójica: la racionalidad de la conducta
individual estaba disociada de la racionalidad de sus acciones, porque éstas contribuían a mantener el
sistema de los campos de concentración tal como habían sido diseñados por los nazis. Ninguno de los
objetos necesarios para la supervivencia le era proporcionado al prisionero, los bienes circulaban a
través de canales estrictamente jerárquicos.

Ante los dilemas morales que surgían, los prisioneros los resolvían de maneras diferentes. Quien tenía
ideas socialistas generaba una red de distribución de objetos. Había quienes solo quitaban cosas a los
muertos, haciendo una distinción entre vivos y muertos. Otros establecían una diferenciación entre los
comportamientos que había que mantener con unos por un lado y con el resto de los presos por otro
(una especie de ética mafiosa).

Resumiendo, estas dos autoras destacan el lado oscuro de la reciprocidad. Proponen redefinir las tres
obligaciones maussianas de la siguiente manera:

1. Tomar para dar


2. Pedir para recibir
3. Conservar para ser

Si la moral hegemónica integra los intereses de todos los grupos, aparecen los segundos miembros de
los tres pares. En contextos de crisis se destacan los primeros miembros.

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