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Simpson y Simpson
Simpson y Simpson
EN LAS SEMIPROFESIONES*
por RICHARD
L. SIMPSON
y IDAHARPERSIMPSON
En A. Etzioni (ed.), The Semi-profasions and their organization. Teochers, nurses, social
workers, NY,Free, 1969. Traducci6n realizada por Ana María Rubio Dfez.
1. V h e el analisis comparativo en Amitai Etzioni, Modem Organizations, Endewood
Cliffs, N. J., Prentice-Hall, 1964, pp. 75-93.
2. Sobre la distinci6n entre estructuras de control burocriltico y colegiadasy sobre el control
por colegas como una cmcteristica esencial del pmfesionalismo, véase MY( Weber, dureaucra-
cys, en From Mor Weber: Essays in Sociology, ed. y n-ans. H. H. Gerth y C. Wiight Mills, Nueva
York. OxFord, U.P., 1946, pp. 236-239; A. M. Henderson y Talcon Parsons, eds. y trans., Mor Weber:
The lñwry ofSocialand Economic Organizalion,Nueva York, Oxford U.P., 1947. p. 402. y Parsons,
rlntroduction~,pp. 58-60; Eugene Litwak, ~Modelsof Bureauaacy That Permit Conflictm, en
Amencan Joumal ofSociology, 67, 1961, pp. 177-184; William A. Komhauser, Scientists in indus-
try: Conflict and Accommodation,Berkeley y Los Angeles. U. oFCalifoniia, 1962, p. 13.
3. Calculado de datos del censo de población de Estados Unidos de 1960. Final Report
PC(2)-7E. Characteristics ofProf¿sional Workers. tabla 1. Estns cifras se refieren a mujeres de la
fuerza laboral experimentada. Los porcentajes de mujeres e n m las realmente empleadas en el
momento del censo serian ligeraniente menoivs. pero todavía muy por eiicima de la mitad de los
trabajadores en todas esas ocupaciones excepto en la ensefianzasecundaria.
. -.
características que distinguen a las organizaciones semiprofesionales de
las profesionales, sugeriremos algunas razones para estas diferencias e inten-
taremos demostrar cómo las concentraciones de mujeres en las semiprofesio-
nes las intensifican.
En comparación con los empleados profesionales, los semiprofesionales
carecen de autonomía: se les dice lo que tienen que hacer y cómo tienen que
hacerlo. Se les pide más responsabilidades sobre su rendimiento: los emplea-
dos deben dar cuenta a sus superiores y la organización (o, en el caso de las
enfermeras, el sector semiprofesional de la organización) debe rendir cuentas
a una autoridad externa, como a un consejo no profesional (o, en el caso de las
enfermeras, a los médicos). Los semiprofesionales están sometidos a numero- .
sas reglas que gobiernan no sólo sus tareas laborales centrales, sino también
detalles externos de la conducta en el trabajo.
Además, en las organizaciones semiprofesionales se pone un gran tnfasis
en el rango jerdrquico con diferencias de responsabilidades por nivel. Es
hndamentaln~enteen los niveles inferiores donde se producen las actividades
ericaminadas directamente a conseguir el objetivo d e la organizaci6n. Confor-
me se asciende en la escala jerárquica, las tareas administrativas tienden a
sustituir a las semiprofe~ionales.~ Esta situaci6n contrasta de manera notable
con la existente en las organizaciones profesionales, donde profesores distin-
guidos continúan su investigación y médicos eminentes siguen tratando a sus
pacientes. Uno de los resultados de esto es que. entre los semiprofesionales, la
realización de las tareas principales pierde prestigio, mientras que las activi-
dades de supervisión y administi-ativas concernientes al mantenimiento y rep-
resentación de la organización se convierten en las más recompensadas. Un
sistema de recompensa semejante fomenta que se ponga el Cn€asis en las
reglas y la responsabilidad jerárquica: redlice la inclinación del empleado
hacia la autonomía.
Las fuerzas que crean estas características de las organizaciones semipro-
fesionales surgen del menor conocimiento y formación en los semiprofesiona-
les que en los pr~fesionales.~ Estas tres fuerzas pueden identificarse como
ausencia de mandato, necesidad de control burocrático y débil orientación
hacia la autonomía.
El profesional reivindica un mandato que defina su trabajo y la conducta
de los otros hacia CL6 El público le garantiza esta pretensión en reconocimien-
to de su conocimiento superior y de la relevancia del mismo para tomar
decisiones sobre el trabajo. El público no reconoce dicho mandato a los semi-
profesionales, porque no cree que tengan motivo justo para reclamar un cono-
cimiento esottrico especializado. A esto se debe que los consejos de ciudada-
nos profanos en educación controlen las escuelas públicas de una manera en
que no se controlan los hospitales públicos, y situaciones análogas prevalecen
4 . William J. Goode analiza sucintamente este fenómeno en las bibliotecas en "Tlie Libia-
rian: Frorn Occupation io Profession?. en Seven Quesf.ionsabour rhe Professio~iof Libraria~ship,
Philip H. Ennis y Howard W. Winger, eds.. Chicago. U. of Chicago, 1962. pp. 16-17. Se encueniia
tambitn en onas organizaciones semiprofesionales.
5. Etzioni. op. cit., pp. 87-69. Pamima discusión relacionada, a a s e Goode. op. cit., pp. 10. 13-17.
6. Everett C. Hughes. Men and Their Work. Nueva York, Free Press, 1958. p. 78.
con respecto a otras clases de organizaciones semiprofesionales. De igual
forma, los directores administrativos de las organizaciones semiprofesionales
ejercen control burocrático sobre sus subordinados; en parte, porque ellos
mismos no reconoccn en sus subordinados el tipo de reconocimiento que les
eximiría de dicho control y, en parte, porque, en tanto que directores adminis-
trativos, son más estrictamente responsables Frente al público que los directo-
res de las organizaciones profesionales. El control sobre el trabajo de los
semiprofesionales es posible porque carecen del arma (el conocimiento) con
el cual los prohsionales resisten el control.
Cierto grado de control burocnitico sobre los semiprofesionales puede ser
necesario, además de posible. Alli donde el conocimiento especializado es
pequeiío, el compromiso intrínseco con las tareas es probablemente bajo. El
tipo de ideología corporativa y de orientaciones de referencia respecto al
grupo de colegas que se construyen sobre el conocimiento especializado y el
Fuerte compromiso de trabajo en las profesiones no se desarrolla fácilmente
cuando faltan esos requisitos previos. Los grupos de referencia de colegas
creados entre los profesionales establecen patrones de trabajo, refuer~anlas
normas y recompensan el buen rendimiento a traves del sistema de prestigio
del colega. Por tanto, se coloca una Fuente principal de aprobaciones profesio-
nales Fuera de cualquier organización concreta. en la conlunidad profe~ional.~
En la comunidad profesional es el rendimiento. no la posición organizativa, lo
que proporciona las principales recompensas. Al carecer de dicha orientación
extraorganizativa, es probable que los serniprofesionalesderiven sus principa-
les recompensas de la posición organizativa, no del rendimiento. Al tener
menos motivación intrinseca de rendimiento que los profesionales, quizá pre-
cisen una vigilancia burocrAtica mas convencional.
Además, los semiprofesionalesno parecen muy inclinados a exigir autono-
mía o a resistirse al control burocrático. El motivo que impulsa a los profesio-
nales a buscar autonomia es el Fuerte compromiso intrínseco con la especiali-
zación del conocimiento y las habilidades, junto con la confianza en su capaci-
dad para ejercer esas habilidades. Los profesionales sienten que conocen la
mejor manera de hacer las cosas y, por consiguiente,no se les deberia decir que
hacer. Los semiprofe~ionalesestán menos ligados al principio de autonomía y
tienen menos confianza en su capacidad para exigirla o usarla. Al carecer de
fuertes orientaciones del grupo de referencia hacia los colegas, es menos pro-
bable que los profesionales consideren al grupo generalizado de colegas como
una Fuente de normas y, por consiguiente, más probable que sean propensos a
aceptar un superior administrativo como dicha Fuente. La misma ausencia de
orientaciones del grupo de referencia de los colegas limita la solidaridad moral
orientada a la tarea que podrfa unir a los semiprofesionales oponiéndose al
control desde arriba. Sin un sistema de prestigio bien desarrollado, edificado
en tomo al rendimiento de las tareas, conceden el prestigio sobre la base de
una posición oficial y se someten a sus superiores oficiales.
7. Para una discusi6n de las profesiones como comunidades véase William J. Goode.
~Communitywithin a Community: The F'mfessionsn, en American Sociological Rcview. 22. 1957.
pp. 194-200.
La composición femenina de las semiprofesiones po-
tencia todas estas fuerzas en favor del control burocrático sobre las organiza-
ciones e n las que trabajan. El público es menos propenso a garantizar autono-
mía a las mujeres que a los hombres. El vinculo principal de la mujer es el que
la une al papel familiar; por tanto, las mujeres están comprometidas de una
manera menos intrínseca con el trabajo que los hombres y es menos probable
que mantengan un elevado nivel de trabajo especializado. Dado que sus moti-
vos laborales son más utilitatios y menos orientados a la tarea de manera
intrinseca que los esgrimidos por los varones, puede que precisen más control.
La competencia de vínculos más fuertes con sus papeles familiares y (coino
veremos más adelante) conTsus clientes por parte de las mujeres hace que sea
menos probable, en comparaci6n con los varones, que desarrollen oricntacio-
nes hacia el grupo de referencia de colegas. Por estas razones, y porque a me-
nudo comparten la norma cultural general de que las miijeres deberían some-
terse a los hombres, aqutllas son más propensas que estos últimos a aceptar los
controles burocráticos que se imponen en las organi~acionessemiprofesiona-
les y es menos probable que busquen un estatus genuinamente profesional.
En el resto de este capítulo examinaremos la literatura existente sobre
mujeres semiprofesionales y sus orientaciones hacia el trabajo, y los efectos
de esas orientaciones sobre sus organizaciones laborales. En algunos casos
daremos también datos originales procedentes de un cuestionario administra-
do en clase en 1963 a 2.685 estudiantes de 15 Faciiltades, con predominio de
estudiantes de raza blanca y de universidades de Carolina del Norte, y de un
cuestionario enviado por correo en 1962 a 7.501 profesores de escuelas públi-
cas con predominio de la raza blanca en dos estados meridionale~.~
8. Ninguna muestra era aleatoria. aunque !as dos eran ampliamente representativas. Los
cuestionarios se administraron a estudiantes de los cuatro cursos universitarios y de escuelas
universitarias deCarolina del Norte que hablan satisfecho nuestra solicitud de enviamos sus últimos
catálogos. Se pidió a todos los profesoies ayudantes enumerados en los catálogos que adminisham
los cuestionarios a estudiantes de sus clases de las nueve de la m a h n a de un dla determinado. si
enseilaban a esa hora. Todos los estudiantes queasistlana las clases de la facultad que cooperaba en
la hora indicada cumplimentaron los cuestionarios. No tenemos razón para sospechar que este
procedimiento indujera un sesgo sistemtítico de los tipos de estudiantes seleccionados. Estamos en
deuda con Snell-f'utney por explicar un procedimiento bastante similar que el y Russell Middleton
, , habian utilizado para obtener una muestra de estudiantes de colegios universitaiios. Los cuestiona-
rios para los pmfesorez fueron enviados a los pmfesores para que los distribuyeran, con sobres ya_
_franqueada, ales f t ~ e ~ ~ u s e s c m e l a s ; d e s &&tener
pm3 etpemsojGs TisiasX e s i e l a s
y profesores de los supervisores. Los sistemas escolares incluidos fueron seleccionados de manera
que representaran un espectro económico y geográfico amplio dentru de Carolina del Norte. con iin
cieno sobremuestreo de los sistemas urbanos grandes y la adici6n de un gran sistema ciudadano de
otro estado meridional. El porcentaje de respuestas entre los profesores de raza blanca Fue del 49 %.
Se estudiaron profesores y estudiantes de escuelas universitarias de raza blanca y negra. pem los
datos sobre estos últimos se han omitido de la presentación en este capitulo.
LOS ACTORES IMPLICADOS
transitorio antes del matrimonio no son infrecuentes entre las razones para
dedicarse a estas profesiones.
MOVILIDADASCENDENTE
9. Ward S. Mason, The Beginning Teocher: Stalrrs and Career Orientations, 0E-23009,
Circular N." 644, Washington, U.S. Coa. Printing Ofice. 1961, p. 13. Los antecedentes de los
profesores de elemental y secundaria difieren muy poco. Vease tambien William Wanenberg. er
al., *Social Origins of Teachers., en The Tencherk Role in American Sociery, ed. Lindley J. Stilcs,
Nueva York. Harper, 1957;pp. 13-16; y National Education Association, The Starus o/ rhe Anreri-
can Public-Schooi Tencher. Washington, NEA. 1957, p. 9.
10. Mason, op. cir., p. 12.
1l . M a ~ Bressler
n y Williarn M. Kephart, Career Dynamics. Harrisburg, Pennsylvania
Nunes' Association. 1955, p. 116; Iiwin Deu:sclier, .A Survey of tlie Social and Occupational
Chamcteristics oF a Metropolitan Nurse Complemenis, b n s a s City, Mo., Community Studies.
Inc, 1956, citado en Everett C. Hughes, Helen MacCill Mughes e IMn Deiitscher, Twcnly Thou-
sand Nurses Te11 Their Story, Philadelpliia, Lippinwtt, 1958, p. 22; Harry W. Martin e Ida Harper
Simpson, Pattems ofPsychiatric Nursing: A Study of Psychiatric Nursing in Norrh Carolina, Chapel
Hill. Institute for Research in Social Science, U. of Nonh Camlina. 1956, p. 14.
12. Mason. op. cit., p. 13, muestra estas comparaciones. Los datos que da son de Douglas
M. More, *A Note on Occiipational Origins of Health SeMce Professionsm, en American Sociolo-
gical Review. 25, 1960. p. 404; Paul F. Lazarsfeld y Wagner Thielens. Sr.. The Acade~nicMind,
Nueva York, FreePress, 1958. p. 401; Stuart Adams, "Regional Differences in Vertical Mobility in
a Iliph-Status Occupalion~.en Ait~ericunSociolopical Review. 15, 1950. p. 231; y Bresler y
~ephart,op.cit.,p.i16. - p p p p lipp ~-
TJ; mf;Bryan. The Public Librarian, Nueva York, Columbia U.P., 1952, p. 34.
14. Nonnan Polanskv. William Bowen. Lucille Gordon.. v Conrad Nathan. "Social Workers
<
16. Charles N. Lebeaux, "Some Factors in the Advancement o€ Professional Social Wor-
k e r s ~obra
. presentada en el encuentro anual del American Sociological Society, 1955, pp. 4-5.
17. Mason, op. cit., pp. 11-1); Lebeaux;op. cii., p. 5.
18. White. op. cit.
19. G. F m k l i n Edwards, The Negro Profesioml Clnss, Nueva York, Free Ress. 1959. Véase
tambiCn Caner Coodwin Woodson, The Negro Professional Man and the Community, Washington,
Association for rlie Study of Negro Life and H i s t o ~1934. pp. 45-49.
20. Morris Rosenberg, con la asistencia de Edward A. Suchman y Rose K Coldsen, Occu-
pations and Vaiues, Nueva Yoh. Free h s s . 1957. p. 54.
21. Harriet M. Kandler, aWhy Students Chose Nursing as a Career: Analysis oF Opinions of
Sixty Students.. reportaje de American Nurses' Association on Boston Psychopathic S t u d i e ,
Metropolitan State Hospital Roject, citado en Hughes, Hughes, y Deuucher, op. cit., pp. 21 1-212.
22. James A. Davis, Vndegraduate Career Decitions. Chicago. Aldine, 1965, pp. 17-36.
g r a d ~ a c i ó n Leigh
. ~ ~ indica que, salvo en las más importantes, en todas las
bibliotecas es común encontrar personas sin cualificación profesional com-
pleta que hacen un trabajo de nivel profesional; cita un estudio en el que se
demuestra que, en una muestra de 60 bibliotecarios, sólo el 40 C del personal
de nivel profesional de 1947 tenían el título de bibliotecario y que algunos
carecían en absoluto de formación en bibiotec~nomía.~~
Dado que no es necesario tener un título de bibliotecario para ejercer esta
profesión, y quizás porque el empleo como bibliotecario es menos visible
desde el punto de vista social y tiene una imagen - pública
- menos clara que las
otras semiprofesiones, esta especialización tiene una proporción especial-
mente elevada de decisores tardíos. Alrededor de la mitad d e los bibliotecarios
infantiles estudiados por Wheeler habían trabajado en otros campos anres de
hacerse bibliotecario^.^^ Bryan encontr6 que alrededor de dos quintas partes
de los bibliotecarios públicos hablan trabajado un año o mas en otras ocupa-
ciones antes de dedicarse al empleo de biblioiecario y que la edad media a la
cual los bibliotecarios de su muestra habían elegido sus carreras era de 24.5
años entre los hombres y de 22,2 entre las mujeres.26Según Parker, es común
que maestros que carecen de experiencia o de Formación previa se conviertan
en biblio?ecarios escolares y que muchas personas se decidan por el trabajo de
bibliotecario sin un propósito claro."
MOTIVACI~NPROFESIONAL
. HOGAR
FRENTE A TRABAJO
36. Roben Lloyd Hoffelder, aThe Mai-ried Woman School Teacher. A Smdy of Role Con-
Rict., unpublished M.A.thesis, Chapel Hill, Univenity of Nonh Carolina, 1964, p. 2.
37. Ibid.. pp. 20-22.45.
38. Hughes. Hughes, y Deutscher, op. cit.. p. 185. Roben Vi. Habenstein y Edwin A Christ,
Profcsionaliter. ifodifionalizerond Uiiliter. 2.' edici6n. Columbia, U. of Missoun, 1963.
39. Gmrge E Theriault, "A Study of Functions of Nurses in Eleven New Hampshire
Communitiesm, manuscrito no publicado, Hannowr, N. H.. Danmouth College, 1957. citado en
Hughes. Hughes. y Deurscher, op. cit.. p. 185.
FACTORES
QUE COMPENSAN EL BAJO COMPROMISO PROFESIONAL
' diando ejecutivas con exito, Margaret Cussler encontró que algunas de ellas
eligirlan ahora el trabajo sobre el matrimonio si tuvieran que tomar la deci-
sión, aunque ninguna sentian la necesidad de elegir?' Deutscher, quien estu-
di6 enfermeras de Kansas, informa que las enfermeras diplomadas y los admi-
nistradores de enfermería, que constitulan la clase de enfermeras mejor paga-
da y más formada. tenían los porcentajes mas elevados de participaci6n en las
actividades pi-ofe~ionales.'~Según Weil, las mujeres con logros educacionales
elevados v formación es~ecializadaaue habían trabaiado antes del matrimo-
nio en p;estos t6cnicos,-directivos profesionales, eran mas propensas que
otras mujeres a trabajar después del rnatrirn~nio.~'A un nivel determinado de
ingresos del marido, la inclinación de la mujer a trabajar es mayor si su nivel
de estudios es elevado." [...]
DISCRIMINACI~N
CONTRA LAS MUJERES
5 3 . William Foote Whyte. ' ~ u r n n nRelations in the Restaurant Industry. Nueva York.
McGraw-Hill. 1948. pp. 66-8 1.
5 4 . Para una discusi6n sobre este punto. vease Oliver Garceau, The Pubiic Libraty in the
Polilical Process. Niieva York. Columbia U.P.. 1949. pp. 114-115.
LOS ACTORES IMPLICADOS
'
en la enseñanza). Esta posición es más la de pequeños burócratas que la de
profesionales. No sorprende, por tanto, que sus modelos de cumplimiento re-
cuerden algo a los normalmente encontrados en lo que Etzioni denomina or-
ganizaciones rutilitanasr, como las empresas, aun cuando su implicación la-
boral sea en parte moral más que calculadora y trabajen en.organizaciones
con objetivos noi-mativo~.~~ '
Sus orientaciones en el.trabajo tienden a encajar en esta posición organi-
zativa y el predominio. de mujeres en las semiprofesiones acentúa dichas
orientaciones. Los valores y los objetivos de las mujeres hacen de ellas subor-
dinados maleables. Su bajo compromiso laboral hace que algunas mujeres
den la bienvenida a u n trabajo fhcil que les exige poco; es más fácil seguir ins-
trucciones que aplicar el criterio propio. Tienden a querer relaciones amisto-
sas con sus colaboradores y suelen temer amesgarlas en honor de la autono-
mía y el poder. Relativamente no ambiciosas, como media, no están dispues-
tas a luchar por avanzar. Tienden a interesarse más por dar un servicio perso-
nal a los clientes que por el dominio ttcnico de habilidades o por prerrogati-
vas profesionales para definir cómo poddn en uso sus habilidades. Su posi-
ción insegura en cualquier situación en la que pudieran. tener que ejercet el
poder sobre los hombres contribuye á su consentimiento de someterse al con-
trol burocrático. Las mujeres semiprolesionales no se esfuerzan por eslable-
. cer independencia profesional ni modelos de autoridad colegial.
SOMETIMIENTO
DE LAS MUJERES A LOS HOMBRES
55. Para estas distinciones. véase Amitai Erzi0ni.A Comparative Andysis o/ Coi?ipler Orga-
nizarions, Nueva York, Free Press, 1961.
56. Alvin Zander, Arihur R. Cohen. y Ezra Siotland, Role Relarions In rhe Mental Healrh
Professions. Ann Arbor. Michigan. Instiiuie for Social Reseaizh, Rcsearch rRnter for Group
Dynamics. 1957. pp. 39-81.
los receptores masculinos de la ayuda social. Las mujeres cuyo estatus comu-
nitario es elevado están a veces poco dispuestas a someterse incluso a Iqs
hombres de estatus elevado o moderado. Bressler y Kephart, al examinar la
disposición de las enfermeras a someterse a los mtdicos, encontraron que
sólo el 11 % de las enfermeras de clase superior pertenecían a la categoría de
elevada deferencia hacia los varones, en comparación con el 16 % de las de
clase media y el 21 % de las de clase inferiocS7Fiske encontró que entre las
bibliotecarias públicas que;oponian mayor resistencia a los consejos bibliote-
carios se encontraban probablemente aquellas cuyas familias tenían mayor
prestigio en la comunidad que la mayoría.de los miembros del consejo.58Pero
no muchas mujeres seyipr?Eesionales tienen maridos con una posición extre-
madamente elevada en,la comunidad y es muy probable que estas pocas
abandonen lh fuerza laboral. En la situación habitual, las mujeres de estatus
modesto se enfrentan a superiores masculinos con una mayor formación, que
ampara su mayor autoridad. En el ámbito de la enfermería, algunos supe-
riores (los directores de enfermería, las enfermeras jefe y los supervisores) son
mujeres, pero los datos de Habenstein y Christ muestran una fuarte relación
positiva entre el estado profesional del marido y el rango organizativo de la
Esto significa que las,tendencias de las enfermeras a someterse a
la autoridad pueden verse reforradas por el estatus comunitario siiperior de
sus superiores en el ámbito de la enfermería.
Las mujeres tienden a tener deseos más intensos que los hombres de
mantener relaciones sociales satisfactorias en el trabajo. Temen más a los
conflictos que puedan perjudicarlas y están menos interesadas por los objeti-
vos profesionales a largo plazo que podrían hacer.parecer que mereciera la
pena el riesgo del conflicto. En la muestra de estudiantes de Rosenberg, el
59 % de las mujeres nombraba el trabajar con personas como un valor ocupa-
cional muy importante, en comparación con el 39 % de los hombres.60Entre
los estudiantes universitarios de las dos iinivei-sidades estudiadas por Simp-
son y Simpson. el 68 % de las mujeres, en contraste con el 57 % de los varones,
indicaba que las relaciones amistosas con compañeros del trabajo serían muy
importantes para ellas.61
57. Bressler y Kephart. op. cit., citado en Hughes. Huglies. y Deutscher, op. cit., p. 169.
58. Ma rjorie Fiske. Book Selecrioil and Censorship: A Sturly o f k h o o l aiid Pitblic Libinries
in 'Califomia, Berkeley y Los Angeles. U. o€ Califomia. 1959, pp. 35-36.
. . 59. Calculados a pariir de Habenstoin y Christ. op. cit., p. 132. En su muestra los rnaiidos .
del 79 %h las 24 directoras, subdirectores y supervisores se encont~abanen los ámbitos profe-
sionales de oficinistas y de trabajos especializados; pero, de los 58 rnaiidos de enfermeras
registradas. el 58 % eran granjeros u obreros inferiores. Esta diferencia tiene un significado
anadido cuzndo recordamos que lo mls probable es que las mujeres con mal-idos de elevado
estatus abandonen la enfermería temporal o permanentemente.
60. Rosenberg. op. cit., p. 49
61. Esta investigac'i6n se disciite en Simpson y Simpson. op. cit.. y en su aValues. Personal
Influence. and Occupational Choice". en Social Forces. 39. 1960, pp. 116-125: pero esos articulas
no proporcionan datos directamente comparables pai-a hombres y mujeres s o h e este elemento.
, LOS ACTORES IMPLICADOS
ORIENTACIONES HOL~STICA
Y HACIA LA TAREA
del senicio humanitario es, por tanto, bastante diferente del de la orientación
profesional. La actividad profesional es a veces expresiva, pero las recompen-
sas se derivan más del ejercicio de las habilidades que de la respuesta del
cliente, quien puede ser visto a veces esencialmente como un objeto al cual se
aplican las habilidades. Los estudiantes de enfermería quizá hablen del mara-
villoso, amistoso Mr. Brown de la habitación 406; en cambio los doctores
pueden referirse a 61 como una dishnción renal o una hernia.73Para distin-
guir entre el deseo de dar servicio y de relacionarse con la persona y la preo-
cupación del profesional por el ejercicio de habilidades especiales, utiliza-
remos los términos de orientación holistica frente a orientación hacia la tarea.
Las orientaciones holisticas predominan entre los semiprofesionales. En
el estudio de Rosenberg, las tres ocupaciones con el mayor porcentaje de
estudiantes calificados como creyentes en las personas» son el trabajo social
y la enseñanza, junto con el trabajo p e r ~ o n a l '(los
~ ámbitos de la enfermería y
la biblioteconomía no se encontraban entre las ocupaciones de su estudio.) La
relación entre la creencia en las personas y la elección de esas ocupaciones se
mantuvo cuando se consideraron por separado hombres y m~ijeres.'~ Davis
publica hallazgos similares en una muestra nacional de estudiantes que plani-
ficaban sus estudios universitarios. Los cuatro campos de licenciatura en los
que pensaba matricularse un porcentaje más elevado de estudiantes que te-
nían en cuenta ula oportunidad de trabajar ron personas antes que con cosasn
como un valor eran el trabajo social, la enfermería y la educación, junto con
la psicología ~ l í n i c a . 'En
~ los estudios de Davis, los estudiantes que tenían
como objetivo esas semiprofesiones ocupaban una posición cerca del extremo
inhrior de las proporciones que expresaban interCs por la originalidad y la
creatividad y por hacer dinero.77
Estas orientaciones holisticas son una fuente principal de satisfacción en
el trabajo entre los semiprofesionales. Según Naegele y Stolar, ulas ideas de
servicio hasta el punto del autosacrificio son importantesn entre los bibliote-
carios que e~tudiaron.'~ Los trabajadores sociales de la questra estudiada por
Polansky, Bowen y Nathan calificaban a mCdicos, abogados, ejecutivos, maes-
tros y propietaribs de tiendas por encima de los trabajadores sociales en
cuantp a prestigio. pero colocaban a los trabajadores sociales sólo en segundo
lugar con respecto a los médicos'en cuanto a capacidad para ayudar a las
. 73. Ida Harper Sirnpson. *T!ie Development of Professional Self-Images Among Stiident
Nurses", P1i.D. trabajo no publicado Cliapel Hill. University of North Carolina, 1356. Este ejem-
plo y nuestros análisis de la orientacidn profesional de tipo ideal son más reales para los mfdicos
de los grandes hospitales y en las cllnicas qiie para los medicos de familia tradicionales quienes a
menudo establecen relaciones algo mas particulares y dihisas con sus pacientes.
74. Rosenberg. op. cit.. pp126-27.
75. Ibid., p. 27.
76. Davis, Crear Aspirurio,rs. p. 173.
77. Ibd.. pp. 174, 177.
78. Kaspar D. Naegele y Elaine Culley Stolar, ~Incomeand Prestige~.en Librury lournal.
85, 1960. pp. 2888-2891. AlMn W.Couldner hace una exposicidn similar acerca de los trabajado-
res sociales en ~ T h eSecrets of Oraanizations-. en ~ l ; Social
e Welfure Fori,?i.'1963. Oficial Pro-
ceedings, 90th Anriual Fomm. ~ a t i o n a lConference on Social ~ e l h r e Nueva
. York. Colunibia
U.P.. 1963, pp. 162-164.
persona^.'^ Habenstein y Christ hacen referencia a la expresión de una serie
de enfermeras en el sentido de que les gustaba conocer íntimamente a los
pacientes, conocer a sus familias y que los pacientes recuperados volvieran a
visitarlas. Algunas de sus enfermeras decían que les disgustaba trabajar en
cirugia porque no podían conocer a los pacientes quiríirgicos i n c o n s ~ i e n t e s . ~ ~
Resumiendo varios estudios de enfermeras, 1-Iughes,Hughes y Deutscher con-
cluyen que "el amor a la gente y, en particular, el impulso de ayudar al desam-
parado está firmemente establecido como un motivo generalizado entre las
enfermeras y como la mayor satisfacción encontrada allí...»s'
Las teorías o las ideologías que apoyarían las orientaciones hacia la tarea
no están bien desarrolladas en las ocu~acionessemiorofesionales. Las semi-
profesiones comunican o aplican conocimiento, pero en general derivan el co-
nocimiento que usan de otros, antes que crearlo ellos mismos.82Además, el
conocimiento teórico y las tareas técnicas de los semiprofesionales están o
bien mal deFinidas (como en la enseñanza y la biblioteconomía), o son concre-
tas más que abstractas (la enfermera con su aguja.hipodérmica) o bien están
definidas por personas de fuera de la profesión (cuando los organisn~ospolíti-
cos prescriben los curricula escolares y las reglas de elegibilidad de asistencia
social o los doctores instruyen a las enfcrmeras). Los conocinlientos abstrac-
tos que estas oc~ipacionesposeen no son considerados legítimos por el públi-
co ni por quienes practican las profesiones que tienen relaciones laborales con
ellas y, a veces. ni siquiera por sus propios miembros.
Los programas de Formación establecidos rio parecen haber superado
estas dificultades. A veces !as tareas se enseiían como inirínsecamente holisti-
cas, como en gran parte de la teoría de la ensefianza primaria, la enfermería y
el trabajo social. Las escuelas profesionales s61o han hecho progresos limita-
dos hacia la educación abstracta o rigurosa en las semiprohsiones, según
algunos críticos. Hughes sostiene que los títulos de máster profesional en
estos campos no se edifican sobre cimientos sólidos de graduacibn. sino que
están descafeinados e implican el cultivo de rituales metodológicos y de pseu-
dohabi!idadesU
Los estudios realizados sobre el trabajo y los trabajadores en estos cam-
pos apoyan dicho punto de vista. Martin y Simpson preguntaron a las enfer-
meras de psiquiatría lo que significaban para ellas «las necesidades del pa-
c i e n t e ~y uen relación con el pacienteu. dos conceptos tCcnicos de la literatura
sobre enfermería psiquiátrica. Para algunas enfermeras estos tCrminos no
significaban nada, y para la mayoría de las otras tenían un significado algo
ditereiite de los significados técnicos comentados en la l i t e r a t ~ i r aLa
.~~investi-
gación de Gates sobre los estudiantes de didáctica durante su periodo de
, enseñanza en prácticas reveló un sentimiento generalizado de que las clases
sobre teoría de la pedagogía no les habian servido para mucho. Parecla que no
velan conexión entre la teoría y la práctica e d ~ c a t i v a s . ~ ~
En resumen, no parece que la formación de las personas en estos ámbitos
oh-ezca mucha competencia para las orientaciones holfsticas que conllevan.
Más alla de esto, el predominio de mujeres fomenta las orientaciones holisti-
cas. La enseñanza. la enfermería y el trabajo social son profesiones ud'e ayu-
dan. Los clientes tienden a ser socialmente dependientes: niiios, personas
enfermas, personas necesitadas. Wilensky y Lebeaux sefíalan que el trabajo
puede considerarse como una extensión de los papeles sexuales fcmeninos.
Se espera tradicionalmente que [la mujer cuide a los niiios, las personas
mayores, los enfermos; que sea educadora, amable, receptiva; en resumen
femenina. Como asistente social individualizada, aunque los procedimientos
de la profesionalidad y del organismo mantienen esto en jaque, funciona de
una manera similar, igual que la enfermera o la maestra de primaria.86
85. Davida P. Cates, .The Profesional Socialization of Student Teachers in Nonli Caroli-
na*. M.A.tesis no publicada, Chape1Hill, University of Nonh Carolina, 1964. pp. 74-80.
86. Wilensky y Lebeaux, op. cit.. pp. 322-323.
87. Mason. op. cil., p. 75.
88. Algunos de utos fterns se adaptaron de los utilizados en un estudio realizado por
Ronald G. Convin sobre enfermeras. a quien agradecernos que nos proporcionam una copia de
su c u e s t i o n a n ' o L;y
---- ~ en ledMcllsi6Rpest~ ~ m i h ~ . m ~ ~ c
diferencias sexuales en las vanables dependientes eran inferiores al 5 % y los apartados en los
cuales las diferencias sexuales del 5 %o superiores en el total de la muestra x invirtieron enme
los profesores de primaria o de secundaria cuando se wnsidentmn por separado. En ningún
apartado. sin embargo. hubo'una diferencia sexual que alcanzara el 5 %en la dirección opuesta
a la de la hipótesis planrenda.
TABLA
1. Porcen~ajesde varones y m i i j e r ~profesores
~
que dan las respuestas indicadas
N varla entre 1.283 y 1.363 para los varones y entre 5.761 y 6.138 para las mujeres
89. James S. Coleman, %e Adolesccnr Socbfy. Nueva York, Free Press, 1961, pp. 252-253.
Vease tambien Davis. Great Aspirarions, p. 29, nota 5, para un hallazgo relacionado entre estu-
diantes univeisitarios. ,
LOS ACTORES IMPLICADOS
90. Sobre doctores y adminisuadores de hospital, vkase Hawey L. Smith. rTwo Lines of
Authority Are One Too Manyn, en Modern Hospital. 84. 1955, pp. 59-64.
91. Peter M. Blau. The Dynamics o/ Bureaucmcy, 2.' ed.. Chicago, U. of Chicago, 1963,
pp. 25-26. No todos los consejeros que estudió tenlan formación en trabajo social, pero algunos
SI. En un estudio del mismo tipo de organismos en una ciudad diferente realizada por Roy C.
Francis y Roben C. Stone se alcanzaron independientemente conclusiones de una notable simi-
litud, S . i c e and Procedure in a Bureaucracy, Minneapolis, U. of Minnesota. 1956. No es16 claro
si alguno de los consejeros que ellos estudiaron tenían formación como trabajadores sociales.
Vease tambien la replica y la ampliación del estudio de Blau en Hany Cohen, Iñe Demonics o/
Bureaucmcy, Ames, Jowa State U.P.. 1965. No hay indicacjón de que entre los trabajado&
estudiados por Cohen hubiera trabajadores sociales con brmaci6n en este anibito.
92. Be1 KauFman. Up the Down Staircnse, Englewood CliHs, N. J., Prentice-Hall. 1964.
93. Sobre mles familiares, véase Moms Zelditch. JK, aRole Differentiation in tlie Nuclear
Family: A Comparative Studys. en Family. Socialiu~/ionand Inicraction Process, eds. Talcott
Parsons y Roben F. Bales. Nueva York, Free Ress. 1955. pp. 307-352.
La falta de ambiciones profesionales de largo alcance de las mujeres
contribuye también a mantener sus.orientaciones subordinadas en las organi-
zaciones donde trabajan. A menudo consiguen más aprobación social a través
del matrimonio que a través de la movilidad profesional ascendente. Si se
casan, su estatus en la comunidad se ve influido fundamentalmente por el
trabajo de sus maridos y por su éxito como madres y anfitrionas. Por consi-
guiente, no sorprende que busquen un trabajo acompatible.que les exija
poco^,^^ sean menos ambiciosas que los hombres para avanzar y tiendan
(como hemos observado antes) a abandonar el trabajo si sus maridos tienen
un estatus elevado. En vanos estudios se indica que la mayoría de las enfer-
meras no quieren posiciones administrativa^.^^ Mason encontró que el 51 %
de los profesores de primer año esperaban convenirse en administradores
escolares, en contraste con el 9 % de las mujeres solteras, el 8 % d e las mujeres
casadas y el 19 % de las mujeres viudas, separadas o divorciadas. Gran parte
de la diferencia se debía a que las mujeres esperaban dejar el trabajo, pero,
incluso entre los profesores que empezaban y que esperaban trabajar conti-
nuamente en la educación hasta que se retirasen, el 64 % de los hombi-es
quería convertirse en administrador en comparación con el 43 % de las muje-
res solteras, el 31 % de las mujeres casadas y el 28 % de las mujeres viudas,
separadas y divorciadas.%
94. Roberi W. Srnuu. Womcn a& Work in Amuica. Nueva York,Columbia U.P., 1959. p. 108.
95. Bressler y Kephart, op. cit;;:Habensrein y Christ. op. cit.. Theriauli, op. cit. Para una
discusión resumida, véase Hughes, Hughes, y Deutscher, op. cit., pp. 229-230.
96. Mason, op. cit., p. 103. El segundo gmpo de cihas representa nuestros cálculos sobre
estos datos.
97. Jolin Jarnes. d i q u e Organization in a Small Industrial Plantu. en Pacific Sociologicd
Review, Resenrch Studies, date College o/ Washington, 19, 1951, pp. 126-129; Stan R. Nikkel.
LOS ACTORES IMPLICADOS
al tratar con el propio sexo, las mujeres pueden tener dificultades para mante-
ner el toma y daca de las relaciones constructivas entre colegas debido a
conflictos de puntos de vista que inevitablemente surgen; las mujeres parecen
menos capaces que los hombres para disentir impersonalmente, sin afecta-
ci6n emocional. Esto puede reflejar un deseo de evitar oknder y una tenden-
cia a pensar en ttrminos de valor antes que intelectualizar un problema.
También se ven afectadas por la Falta de algunas de las técnicas que los
hombres tienen para expresar agresión de una manera aprobada (a travCs de
peleas amistosas. payasadas, con hostilidad simulada, insultttndose de mane-
ra festiva, etc.).
Muchas mujeres semiprofesionales interactúan fuera del trabajo con sus
colegas, pero esta interacción no parece inducir la formación de comunidades
ocupacionales del tipo de las que aumentan el profesionali~mo.~~ Los datos de
Wheeler sobre bibliotecarias inhntiles sugiere que quienes pasaban la mayor
parte del tiempo libre con compaiieros no eran los mtts profesionalmente
motivados ni los mtts activos en las asociaciones profe~ionales.~~ Entre los
profesores de primaria que estudiamos, era aproximadamente igual de pro-
bable que hombres y mujeres (31 % de cada uno) dijera que pasaban más de
la mitad de su tiempo social con otros profesores, pero las mujeres se inclina-
ban menos que los varones a utilizar a los colegas profesionales como un
grupo de referencia. En la tabla 1 se muestra que era más probable que las
mujeres dijeran que la opinión favorable de algun? otra persona distinta de
sus colegas les gustaría mas, que la opini6n de algún otro distinto de sus
colegas había sido la más influyente en su autoevaluación profesional y que se
fiarían de la opinibn de alguien distinto de sus colegas si se les colocara en el
papel de tener que elegir entre solicitudes para puestos de profesor.
En la tabla 2 se muestra que la interacción fuera del trabajo con colegas
profesionales no parecía aumentar la profesionalidad de estos profesores.
Quienes dijeron que más de la mitad de sus actividades sociales las realizaban
con otros profesores fueron incluidos en el grupo de «gran comunidad profe-
1964. p. 150.
99. Wheeler, op. cit.. pp. 150-151.
Tmrn 2. Resprresias de los profesores a preguntas relativas a l profisionalismo
y la satisfacci6n p o r grado de comunidad laboral y sexo
Varones Mujerrs
N oscila entre 415 y 422 par¿ losvarones con alta comunidad laboral. 918 y 924 para los de baja
comunidad laboral. 1.808 y 1.835 para las mujeres con alta comunidad laboral, 4.070 y 4.139 para las
mujeres de baja comunidad laboral.
PREDISPOSICIONES
D E LAS MUJERES A LA DOCILIDAD
Hemos puesto de manifiesto razones para esperar que las mujeres acep-
ten la subordinación con más facilidad que los hombres. Hay pruebas de ello.
Zander, Cohen y Stotland encontraron un fuerte sentido de deferencia hacia
los psiquiatras entre los trabajadores sociales que estudiaron. Como hemos
observado antes, atribuían algo de esto al hecho de que los trabajadores socia-
les eran mujeres. Para comprobar esta hipótesis compararon las actitudes de
LOS ACTORES IMPLICADOS
103. Bryan. o?. cir.. pp. 165-166. Véase también Kaspar D. Naegele y Elaine Culley Stolar,
aThe Librarian of the Norrhwest*, en Libraries and Librarians .... p. 1 12; Naegele y Stolar, dnco-
ine and Prestige~.op. cir.. p. 2891.
104. Neal Cross y Roben E. Hemott, SfaffLeadership in Public Schook. Niieva York. Wiley,
1965. pp. 121-122. No dicen exactamente cu6ntos de los directores que estudiaron intentaron
hacer participes de las decisiones a los prolesores, pero de su discusión se deduce que, si bien
muchos lo hicieron. muchos otms no. Otras discusiones sobre la autoridad en las escuelas dan
una impresi6n de menor variaci6n entre los dimctores y una subordinación más completa de los
profesoi.es que la que los dalos de Gross y Herriott parecen indicar, Howard S. Recker, ~ T h e
Teacher in the Autliority System of rhe Public Scliool~,en Joumal of Educarional Sociology, 27,
1953, 1ip. 129-141.
105. Willard Waller, The Sociology of Teaching, N U ~ M York, Wiley, 1932, pp. 43-66; IIoward
K. Beale. Are American Teachers Free?, Nueva Yoik, Scribner's, 1936, pp. 374-409; Lloyd A. Cook.
Ronald B. Almack, y Florence Greenhoe. "The Teacher and Community Relations~,en American
Sociological Review, 3, 1938. pp. 167-174; Florence Greenhoe. Communify Confacts and Partici-
pation of Tfnchers. Washington, American Council on Public Affain, 194 1, pp. 40-61. Los códigos
de conducta para los profesores se han relajado considerablemente desde la 11 Guensl Mundial
pero no han desaparecido; véase Lloyd Manwiller, uExpectations Regarding Teachenr, en Jour-
nal ofExperirnenral Educarion, 26, 1958, pp. 315-354. Alma S. Wittlin, "The Teacher*, en Daeda-
lus. 92, 1963, p. 749, menciona que el código oficial de h National Education Association requie-
re la aceptación del control de la comunidad.
106. Wilensky y Lebeaux, op. cit., pp. 235-238; Gmldner, op. cit., p. 172; Edgar May, Tlte
Wacied Americans. Nueva York, Harper, 1964, pp. 104-121; Hallowell Pope y Edgar W. Butler,
~ P u b l i cSocial Welfare and Bureaucracy., rnanusciito no publicado, Chapel HIII, Universiry of
Nonli Carolina. 1965. Las discusiones de May, Pope y Burler c o m n paralelas a las conclusiones
de Blail op. cit.. Francis y Stone op cit., y Cohen op. cif., según los cuales controles burocráticos
sobre el personal de la agencia se reflejan a menudo en una aproximación superbuiacratizada a
. . los dientes y sus necesidades.
107. Vdanse las discusiones de las relaciones entre los doctores y las enfermeras en Milton
J. Lesnik, Nursirig Pracfice and ihe Law. Philadelphia. Lippincott, 1947. pp. 277-278; Eleanor C.
Lambenten. Educaiion for Nursiitg Leadership. Philadelphia, Lippincott. 1958. p. 82: Roben Giiy
Browii. ~Problemsof Social Organizarion in a New Psychiauic Inpatient Sewicen. disertación
P1i.D. no publicada. Chapel Hill. Universiry of Nonh Carolina, 1960, p. 51; Elinor V. F u e n t y
LuVerne Wolff. Fundarnenrals ofNursing, Philadelphia, Lippincott, 1964, pp. 7, 581; y William A.
Rusliing. The Psychiatric Professioni: Power, Conflicr, and Adaprafion in a Psychiarric Hospiral
Slnff, Chape1 I-íill. U. of Norlh Carolina, 1964, pp. 113-117.
108. Martin y Simpson. op. cfr., p. 91. Vease también Brown. op. cit.. p. 83; y Rushing, op.
LOS ACTORES IMPLICADOS
114. Sirnon Marcson. The Scionlisr in Ainerican Indirsiry: Some Organizalional Delenni-
nants in Manpower Utilization. Pnnceton. N J . , Pnnceton Univenity, Departrnent of Economics,
Industrial Relations Section. 1960. pp. 61-85; Kornliauser, op. cit.. pp. 128, 136-140.
115. Para los conceptos de guardianes contra itinerantes. véase Hiighes, Men and Their
Work. pp. 129, 130. 136. Habenstein y Christ, op. cii., pp. 48-58, presenta un buen analisis de la
actitud de guardian en un hospital.
1 16. Blau. op. cit.. pp. 256-260.
LOS ACTORES IMPLICADOS