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EL ABANDONO DE LA
TIERRA EN ESPAÑA
LA POBLACIÓN Y EL 6RANDE Y PEQUEÑO RIEGO

POR

JOSÉ EJLIAS DE MOLINS


EX-SENADOR Y PRESIDENTE HONORARIO DE LA

FEDERACIÓN AGRÍCOLA DEL EBRO

«PERFECTUS» TRAVESERA, 22
BARCELONA
El abandono de la tierra en España
E L A B A N D O N O DE LA
T I E R R A EN E S P A Ñ A
LA POBLACIÓN Y EL GRANDE Y PEQUEÑO RIEGO

POR

JOSÉ ELIAS DE MOLINS


EX-SENADOR Y PRESIDENTE HONORARIO DE LA

FEDERACIÓN AGRÍCOLA DEL EBRO

«PERFECTOS» TRAVESERA, 22
BARCELONA
1 9 2 7
INTRODUCCIÓN

El fundamental problema de la política económica de un


pueblo, es el de la producción ligada estrechamente con su propia
existencia y el aumento de bienestar para el mayor número. Cuando
se trata de la producción agrícola, para ser eficaz, se necesita la unión
de los tres elementos; la tierra, el capital y el trabajo. Su divorcio, su
falta de compenetración o deficiencia de alguno de ellos es fatal para
la economía rural de un país que trasciende al orden social.
En España existe la tierra en abundancia, o s e a m a s de 5 0
millones de hectáreas, de la que solo figuran cultivadas aproximada-
mente unos 2 0 millones y medio. Excelente en unas partes, mediana
en otras, e ingrata y s e c a en muchas, es nuestra tierra al fin, nuestro
patrimonio, que resignados hemos de aceptar y que siguiendo el ejem-
plo de otros pueblos y el que ofrecen por dicha alguna de las regio-
nes españolas, hay que enmendar, mejorar y aprovechar en lo posi-
ble, empleando los inmensos recursos que ofrece la técnica moderna,
y las lecciones de la experiencia.
En E s p a ñ a , existe el capital en muchas partes en abundancia.
La prueba evidente son los cinco mil 4 0 0 millones que fácilmente ha
logrado el Estado con las emisiones de bonos del Tesoro, tan rápida-
mente convertidos en valores amortizables. Los miles de millones que
en estos últimos años se han suscrito en acciones y obligaciones de
todo linaje y los que se suscriben todos los días, y que no siempre
tienen a d e c u a d a y juiciosa colocación. Los depósitos que existen en
las cajas de ahorros, en las de Giro postal, en las de Previsión y retiro
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obrero que ascienden también a muchos millones. Finalmente; la


cuenta corriente en el B a n c o de España y en otros Bancos son indicios
de esta existencia de numerario aun descontando el margen necesario
para el funcionamiento bancario. Como remate típico de este movi-
miento, hay que notar, que mientras consta que pasan de dos mil
millones de pesetas las pérdidas en marcos papel y mil millones mas
en otras divisas y hallan fácil empleo y atracción toda clase de colo-
caciones, sin previo estudio y conocimiento, el dinero huye de la tierra
y lo que es más de lamentar es que inmensos ahorros procedentes de
los puntos rurales van a parar a la especulación de la ciudad.
El hecho evidente de la emigración, demuestra que en España
existe sobrado el factor humano, del hombre que quiera trabajar y no
encuentra trabajo lucrativo, y que cuando lo encuentra, en el campo
es a precario, no es seguido. Existe el factor del trabajador que huye
de la tierra que no le sustenta o le sustenta mal; del trabajador que
vá al extranjero o invade las ciudades y poblados; del trabajador
hombre o mujer que desertó de la tierra para ir a la fábrica o al taller,
en una palabra, existe el factor humano no compenetrado con la tierra
tan necesitada de brazos y de amores. Vése en gran parte del país
una tierra abandonada y desolada, cuando tan necesario es poblarla
y el que se aproveche intensamente si queremos existir como nación
en estos momentos de lucha económica mundial.
El comentario sobre el estado actual de los tres elementos
que existen en España, de tierra, capital y trabajo es tan lógico c o m o
claro. Existe en absoluto unas v e c e s divorcio, otras indiferencia y
abandono, y como dominante, una falta de unión y compenetración,
que da por resultado una crisis aguda y persistente en la agricultura.
El deber del Estado y de cuantos puedan influir en la acerta-
da solución del problema agrario, es el procurar la unión y fusión de
los tres elementos y fuerzas que integran la economía rural de E s p a -
ña. Se impone hoy más que nunca, ante la lucha sin cuartel de las
naciones, para defender su producción y conquistar mercados, sino
queremos ser arrollados y sucumbir.
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PROPOSICIONES FUNDAMENTALES

Primera: La población es el primer factor para el cultivo de


las tierras de España, y sin embargo es notoria la constante despobla-
ción de los campos. Su reintegración es uno de los problemas más
urgentes e inaplazables de nuestro país.

Segunda: Los grandes riegos son un factor esencial para


reintegrar al campo muchos que lo abandonaron.

Tercero: Los pequeños riegos, son también un factor indis-


pensable para retener y fomentar la población rural.
P A R T E PRIMERA

LA DESPOBLACIÓN DE LOS CAMPOS

El censo oficial de 1920 menciona que las ciudades de E s p a -


ña desde 1910, han recibido un aumento en solo diez años de un 37
a 3 8 por ciento en perjuicio principalmente de los municipios rurales,
afectando a provincias que eran esencialmente agrícolas. L a quinta
parte de la población e s p a ñ o l a s e halla agrupada en las capitales y
estos 5 1 8 mil habitantes son venidos en su mayoría del c a m p o , y que
según constará en el próximo censo, son aún en mayor número. Son
nueve las ciudades de provincia que pasan y a de los cien mil habi-
tantes.
Existen en E s p a ñ a a d e m á s , cincuenta y cuatro municipios
que sin ser capitales de provincia, constituyen grandes a g l o m e r a c i o -
nes de población que pasan de veinte mil habitantes y absorven y
atraen a millares de familias e individuos del c a m p o . He aqui algunos
ejemplos; L o r c a en Murcia e x c e d e de setenta mil habitantes; L a Linea
de Cádiz pasa de sesenta mil; Gijon de cincuenta mil; Vigo de cincuen-
ta y tres mil; Sabadell tiene más de treinta y siete mil habitantes;
Tortosa treinta y tres mil; Tarrasa treinta y tres mil; Reus treinta mil;
Badalona veinte y nueve mil; Manresa veinte y nueve mil; Mataró
veinte y tres mil. El resumen de este movimiento de población con
relación al éxodo del campo, es que en veinte y una provincias en
que dominaba el elemento rural, ha disminuido y sigue disminuyendo
cada año de una manera notoria.
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Existe una oleada creciente de población rural que por segui.


la corriente unas v e c e s , por atracción otras, por necesidad, por carer
cer de trabajo, invade las ciudades, y despuebla los campos y con-
gestiona las urbes y plantea los agudos conflictos sociales de falta de
vivienda decorosa e higiénica, y de falta de medios de subsistencia.

LA EMIGRACIÓN AL EXTRANJERO

L a emigración al extranjero ofrece para nuestro pais, una


perdida efectiva de m á s de 2 0 0 mil agricultores excluidos los menores
de nueve años. Como datos interesantes hay que tener presente que
mientras las tierras españolas quedan sin cultivo, nuestros braceros
agricultores van a labrar y fecundar el suelo extranjero. Entraron en
Francia según las estadísticas oficiales francesas, en el quinquenio de
1921 a 1925, más de 129 mil españoles agricultores. La emigración
española a África extranjera, aunque es en parte volandera, como la
que v á al mediodía de Francia, ha constituido el fundamento principal
de la colonización francesa.
Los Centros oficiales y la prensa publican estadísticas del
número de extranjeros que hay en Francia y de los trabajos a que se
dedican. Según las referidas estadísticas, el grueso de la emigración
española se verifica por las fronteras de Hendaya, Marignac-Saint
Beat y Perpignan.
Hay filtraciones» por los Pirineos, a pesar de lo que signifi-
c a cruzar la muralla montañosa y de la vigilancia que se ejerce por
los puntos que se estiman más vulnerables.
¿A dónde se dirigen los emigrantes españoles? Los que en-
tran por Hendaya y Marignac van al Oeste y al Centro, las Landas,
Burdeos, las explotaciones agrícolas del Sudoeste y los talleres de
Condat en Feniers, en el Cantal, donde trabajan en las obras de elec-
trificación de la Vezere y la Truyere. Otros se dirigen a las regiones
Oise, de l'Aisne, de los Ardennes, a los talleres de carpintería, y otros,
van a las minas de Decazeville y de Carmaux.
Los que entran por la frontera de Perpignan, van por Cer-
bere, Perthus y Bourg-Madame, hacia las viñas del Herault y del Rous-
sillon. Otros, toman la dirección de las minas de Alais, de Lyón, Saint
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Fons, a las fábricas de productos químicos, Marsella y Niza, a la vía


férrea en construcción Niza-Coni.
¿Cuántos españoles hay en esos sitios? Según las estadísticas
aludidas, de 130.000 a 150.000 en los tres departamentos del Aude,
Herault y Pirineos Orientales; de 6.000 a 7.000 en cada uno de los
departamentos del Sudoeste: Gers, Lot, Lot et Garonne, Tarn, Tarn et
Garonne, y de 15.000 a 1 6 . 0 0 0 entre Marsella y Niza.
En 1912 entraron en Francia 43.635 españoles y salieron
11.477, en 1923 llegaron 36.497 y se repatriaron 11.203, y en 1924 las
cifras de inmigración son mayores, aunque la estadística no está com-
pleta todavía.
La «penetración española», como la llama un periódico pari-
siense, es tal en Perpignan, que de los 80.000 habitantes 26.000 son
españoles. A lo largo de la frontera catalana, muchas tierras han sido
compradas y son explotadas y trabajadas por españoles.
En Francia existen dos inmigraciones, las transitorias (saiso-
niers) que van a Francia en ciertas épocas del año a realizar algunos
trabajos y retornan al pais de origen, y la permanente o de larga dura-
ción. Las transitorias de agricultores son el mayor número.
Los españoles van especialmente a los Bajos Pirineos y a los
Pirineos Orientales y proceden principalmente los que van a los Bajos
Pirineos, de las provincias de Cáceres, Salamanca, Avila, Oviedo,
Zamora, Navarra, Guipuzcua, Guadalajara y Valladolid; y los que van
a los Pirineos Orientales, de las provincias de Gerona, Castellón de la
Plana, Valencia, Barcelona, Tarragona, Alicante, Almería, Lérida,
Murcia y Huesca. Sucede algunas veces, que los que han ido para
trabajar en el campo, atraídos por la industria, abandonen la tierra.
Cada año se verifica el mismo movimiento aneetral y se r e -
produce en la é p o c a de la vendimia, de ver llegar a Francia, (Pirineos
Orientales, Aude, Herault, Gard, en grandes masas que alcanzan algu-
nos años en total el número de diez a treinta mil vendimiadores, tra-
bajadores esencialmente temporeros, que regresan a su país una vez
terminada la recolección de la uva. También acuden a v e c e s para
ciertos trabajos del viñedo como por ejemplo el sulfatado. Los espa-
ñoles suelen inmigrar a Francia con sus familias.
La inmigración agrícola en la nación vecina de españoles,
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dice un informe oficial francés, dura de seis meses a dos años. La


inmigración definitiva puede evaluarse entre el 15 y 25 por °/ del 0

efectivo del total de inmigrantes.


Es lastimoso que existiendo tanta tierra sin cultivar en el
propio país vayan tantos hombres útiles por un precario pedazo de
pan a fomentar la riqueza de un país extranjero.
En mis excursiones por el mediodía de Francia después de
la guerra, y pasando por pueblos más o menos humildes de los Bajos
Pirineos y de los Pirineos Orientales, he visto de cerca la condición
social y económica de los emigrados obreros catalanes.
He visto multitud de hombres aptos para el trabajo, con sus
familias g a n á n d o s e penosamente la vida.
Hablé con muchos emigrados, y fijados en Francia, por huir
del servicio militar y con añoranzas de volver a la patria. Ha sido un
acierto el decreto dando facilidades e indultos para retornar al país
natal.
Hasta tal punto es insustituible para los franceses el trabajo
de nuestros sufridos braceros, que ante las cortapisas establecidas por
el gobierno del vecino país para evitar la competencia a sus obreros
sin ocupación, las entidades agrarias, la m a s a de agricultores, ha
reclamado del Gobierno y sin duda serán atendidos, que no se ponga
trabas a la entrada de aquellos braceros que son necesarios a sus
campos, y que sufrirían hondo quebranto, sobre todo en ciertas é p o c a s
del año. De la emigración a la Argentina y otros puntos de América
donde ha ido la gente más fuerte y robusta de nuestra raza, los datos
de su número considerable, y de su situación son reveladores de la
positiva pérdida sin la necesaria compensación de la savia y fuerza
arrebatada al país.

LA EMIGRACIÓN TRASOCEÁNICA

La Memoria publicada por el Consejo Superior de Emigración


española, que abraza el período de 1911 a 1915, esto es cinco años,
contiene interesantes datos y comentarios muy atinados.
Los gráficos que a c o m p a ñ a , ofrece los rasgos más variados
sobre los motivos que determinaron la emigración trasoceánica. En
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aquellos cinco años alcanzó la cifra de 6 0 2 . 0 0 0 emigrantes que aban-


donaron a su patria.
Observa la memoria que emigraron algunos, no a c o s a d o s
por el hambre, pero como reconoce emigraron m a s a s proletarias sobre
todo de las provincias de León, Salamanca, Zamora, Cáceres, Badajoz,
y otras por necesidad y miseria. Salieron de ellas dice millares y mi-
llares de agricultores; si bien regresaron muchos de igual profesión
(muchos menos.)
El hecho incontrovertible añade, es que se marcharon agri-
cultores jóvenes en plenitud de producción, y que los que regresaron
aparte m e r m a s en su potencialidad productora, por achaques, más
avanzada edad, hábitos en trabajo distinto, agotamiento tropical,
cuando menos restaron a las provincias natales, las energías de los
años que pasaron en la emigración.
Para que pueda apreciarse lo que perdió España, basta recor-
dar que en 1915, que fué el año de menor emigración en el quinque-
nio, emigraron a Ultramar 29.713 labradores y jornaleros del campo
del total de 3 3 . 1 9 9 que se expatriaron aptos para el trabajo. La pro-
porción fué mayor de 1911 a 1913, en que hubo un verdadero furor
para emigrar a la Argentina en las campiñas españolas. En el decenio
anterior habían salido para Ultramar, 380.130 agricultores.
Además según ha declarado el ilustre canónigo de la catedral
de Granada D. Juan Francisco Correa comisionado por el gobierno
para estudiar en la Argentina como vive el emigrante español, es
urgente que los nacionales conozcan el verdadero estado de la Ar-
gentina. Tiene Buenos Aires una capacidad cada vez menor receptiva.
Las profesiones liberales encuentran grandes dificultades
para su ejercicio. Únicamente puede encontrarse colocación en el
comercio y en el servicio doméstico. Los obreros agrícolas pueden
llegar con el tiempo a arrendatarios a costa de ímprobos trabajos.
No hace muchos meses (1926), repercutía en Buenos Aires
el clamor de cuatrocientas familias españolas que, en unión de algunas
otras italianas y alemanas, habian tenido que abandonar, por c a u s a s
que ignoramos, los cultivos que emprendieron en el Chaco, habían
consumido todos sus recursos y se encontraban sin dinero, sin víveres
y sin ropas, en plena miseria, padeciendo hambre, sin medios para
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trasladarse a Corrientes, Santiago, Tocumán o Salta, en que terminan


los rieles del ferrocarril. Cinco m e s e s llevaban pidiendo amparo al
poder ejecutivo. Al fin parece que se han tomado medidas guberna-
mentales.
De todas suertes es un dolor que hermanos vuestros a b n e -
gados, fuertes, vigorosos cultiven con sudores y sangre tierras ex-
tranjeras.

ALCANCE DEL ÉXODO RURAL

Cierto es, que el éxodo rural existe en todas las naciones de


Europa, pero esto no quita un adarme a su gravedad, y que c a d a pais
procure atenuar o remediar en lo posible el mal. Más hay que adver-
tir que es bien distinta la situación de otras naciones comparada con
la nuestra; primero por que tienen más desarrollados que nosotros la
industria, el comercio y la b a n c a y navegación, y pueden hallar com-
pensación en las pérdidas que sufra su agricultura. Segundo; Francia
por ejemplo apesar de sus desastres, tiene una tierra incomparable-
mente mejor que la nuestra, con grandes y fértiles llanuras regables;
con caudalosos rios apropiados para el su aprovechamiento, con gran
cantidad de canales, caminos y líneas férreas. Cuenta con abonos
abundantes, una enseñanza agraria muy difundida, y sobre todo tiene
c a d a día más poderosa y perfectamente organizada, la asociación el
sindicato y el crédito agrícola alimentados por la participación de una
parte de las ganancias del B a n c o Nacional francés. Emplea Francia
gran cantidad de máquinas y útiles perfeccionados modernos y como
suplemento tiene los brazos españoles e italianos que a millares tra"
bajan y fecundan sus tierras. Tienen finalmente Francia, Bélgica, Ale-
mania, Italia y otros países un Ministerio de Agricultura testimonio de
la importancia que se concede a los intereses rurales y ademas una
organización potente dentro y fuera del Parlamento que desarrolla
una fuerza considerable, impulsado por una corriente avasalladora de
la opinión rural.
Sería notoria injusticia negar que hoy en nuestro país los
poderes públicos prestan gran atención a los intereses agrarios, pero
a mi juicio falta mucho camino que recorrer para ponernos al nivel de
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Francia e Italia, que son nuestras principales competidoras en los


mercados extranjeros. Falta sobre todo que la acción del Estado sea
secundada sin egoísmos, y con calor por todos cuantos puedan influir
en la defensa de la agricultura.

E L FACTOR EXTRAORDINARIO DE LA GUERRA DE 1 9 1 4 - 1 8

HA IMPULSADO LA DESPOBLACIÓN D E LOS CAMPOS

El período de la duración de la guerra determinó la formación


de un ambiente irresistible de deserción en las tareas agrícolas en
muchas c o m a r c a s . Bien que de una manera accidental, durante cuatro
años y aun algo más, tuvieran vida próspera aunque pasajera y arti-
ficial numerosas industrias de toda c l a s e , cuyos productos pagaban a
buen precio y aun excesivo, los países afectados por la guerra.
Hubo demanda de brazos sin tasa, de hombres y de mujeres
y por ley natural económica, subieron a precios desmedidos los jor-
nales en todas partes y en especial en los centros industriales donde
abunda el trabajo de las mujeres.
¡Cómo habían de seguir en el campo, muchas mujeres jóve-
nes de algunas c o m a r c a s rurales, que en sus casas no gozaban mas
que del sustento, no siempre variado y abuncfante, y de un humilde
vestido, privadas de esparcimiento, y de salario, cuando se les brin-
daba ir a la fábrica o taller del pueblo o ciudad vecina y ganar buenos
semanales con un trabajo poco penoso con el auxilio de las máquinas
y útiles modernos!
¡Por otra parte, como no han de abandonar por idéntico mo-
tivo el c a m p o millares de mujeres que en la granja, la masía, o des-
tartalado caserón rural, cuando son solicitadas para ir a prestar sus
servicios a la ciudad a cambio del sustento y buenas mesadas!
Hago especial hincapié en el abandono del campo por la
mujer porque es de reconocida importancia para la vida rural, pues
se ha dado el caso frecuente de no encontrar en muchos puntos los
labradores, mozas para c a s a r s e y fundar una familia.
Las cosas han cambiado profundamente; y son hoy muchas
las fábricas talleres y numerosos oficios que han c e s a d o o disminuido
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considerablemente su trabajo y existen muchos brazos parados, dis-


ponibles.

E L PARO DE LAS INDUSTRIAS

Coincidiendo con la crisis agrícola y abandono del cultivo de


las tierras existe el hecho también evidente por efecto de múltiples
causas, del paro o disminución de trabajo en muchas industrias, y
entre ellas la fabril que afecta a una numerosa población obrera.
" S e considera que la industria algodonera dispone de dos millo-
nes de husos y 5 6 . 0 0 0 telares. Están ocupados, incluyendo el género
de punto y las labores de estampados, tintorería y talleres de repa-
ración unos 110.000 obreros.
Los fabricantes que hay en Cataluña ascienden a 5 9 0 . Se
distribuyen de esta manera: 132 de hilados, 159 de hilados y tejidos
y 3 0 8 de tejidos.
La crisis de la industria algodonera actualmente es grave.
La paralizazión alcanza al 35 por 100 de la capacidad productora. El
número de jornales que los obreros pierden es enorme.
En los últimos años la curva de las exportaciones ha bajado
de una manera considerable.
La misma honda crisis atraviesan las industrias lanera, Uñe-
ra y otras.
La Nación órgano oficioso del Gobierno, r e c o n o c e la existen-
cia y gravedad de la crisis textil en las siguientes líneas, ecos fieles de
la verdad.
«Si no se encuentra fórmula satisfactoria y rápida, y a ello se
encaminan inteligentes gestiones, para resolver la aguda crisis que
atraviesa el ramo textil y fabril de Cataluña, la activa y laboriosa re-
gión que más cultiva en España esta industria, s e v e r á amenazada de
una grave parálisis en uno de sus órdenes más dinámicos y más ricos,
y miles de obreros pasarán por el trance angustioso de un paro
obligado».
«La crisis aumenta de día en día y de modo alarmante. El
peligro se cierne como una nube negra sobre el ambiente pacífico de
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la vida de las fábricas y talleres y sobre los hogares de los tra-


bajadores.»
«No es este un conflicto que surge violento como otros mu-
chos de un régimen anárquico que pasó a los archivos del recuerdo,
por las pasiones desatadas del obrerismo político, sino un proceso de
la vida industrial e m a n a d o de ciertas dificultades en la exportación,
no jugando en la cuestión ni las pasiones partidistas ni la intransigen-
cia económica».

LA MISERIA EN E L CAMPO

Una causa notoria de los abandonos de los campos, hay que


decirlo sin rodeos, es la miseria consecuencia del estado en general
de nuestra Agricultura cuyo factor geográfico se ha calificado con
razón de desértico.
El caso de las Hurdes tan sonado y c a r c a d e a d o no es una
excepción. Aparte de las regiones de la periferia y de algunas del
centro, se ha dicho con razón que España ofrece en su territorio, tes-
timonio de centenares de Hurdes pobladas por míseros seres compa-
triotas nuestros, devorados por la miseria fisiológica, y sumida en la
mayor ignorancia y que constituyen documentos vivos de otros siglos.
Vivo esta él recuerdo del alboroto y sensación que causó en
España, el descubrimiento de las Hurdes, como c o m a r c a miserable, y
el hecho fué en suma un recuerdo vibrante, intenso del estado de
miseria en que se hallan sumidos millares de seres en E s p a ñ a en v a -
rias regiones. Decia muy bien el Sr. Hoyos y Sanz, catedrático de Agri-
cultura, en sus apuntes de viaje a las Hurdes.
«Las Hurdes no son mas que una de las cruces de la medalla
del solar español. Por esto añade al recorrer las Hurdes en la prime-
ra comisión de estudio que el Estado español, mandó allá, ni Mara-
ñon, ni Goyanes, ni los doctores Berdají y Ortega, vimos un mal nuevo,
sino agudizado y perentorio. El valor del ejemplar está en que hay
bajo un linde de 4 7 . 0 0 0 hectáreas y juntas 1.500 familias, que suman
8 . 0 0 0 habitantes y forma cinco ayuntamientos. Es decir que hay una
concentración de gentes que mueren de miseria fisiológica, y verda-
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dero latifundio de tierra estéril; hombres y tierras desconocidas y


abandonadas por la administración española, que no llevó allí la
cultura, ni higiene, ni comunicaciones, ni protección oficial, más pre-
cisa allí en muchos valles, aldeas, y rincones de la miserable España,
desparramadas, desperdigadas, por sierras peladas, parameras incul-
tas, y valles con h a c e s y tajos de paso, pero no estancia y sosten
del hombre.
Un documento oficial técnico o s e a la Reseña geográfica y
Estadística de España dice: «Muy contadas zonas presentan un aspec-
to fértil que puedan hacernos creer que España es país rico en Agri-
cultura. Ciertamente añade, hay zonas que son verdaderos vergeles,
pero el resto del país es muy pobre, es completamente s e c o ; no tiene
casi vegetación, la población que en el vive es muy e s c a s a . Dias en-
teros puede marcharse por nuestros c a m p o s sin tropezar con ser
viviente, ni oir el canto de un pájaro».
El problema gravísimo de la emigración por virtud de la
intensidad que llegó a adquirir en España, determinó al ilustre patri-
cio D. Augusto González B e s a d a en aquel entonces ministro de Fo-
mento, a presentar la ley de colonización interior de 8 de Septiembre
de 1907 y el Reglamento para su ejecución de 13 de Marzo de 1908.
Fué un buen propósito, y un excelente pensamiento que no
han tenido aun verdadera eficacia en la práctica.
El primer artículo de la ley, dice así: Tiene por objeto esta
ley, arraigar en la nación a las familias desprovistas de medios de
trabajo o de capital para subvenir a las necesidades de la vida, dis-
minuir la emigración, poblar el c a m p o y cultivar tierras incultas o de-
ficientemente explotadas.
PARTE SEGUNDA

LOS GRANDES RIEGOS SON UN FACTOR ESENCIAL PARA

REINTEGRAR AL CAMPO A MUCHOS QUE LO ABANDONARON

LOS RIEGOS EXISTENTES EN ESPAÑA

Los datos más o menos aproximados pero admitidos por la


Junta Consultiva Agronómica y por cuantos se ocupan de los riegos
en España, pregonan que su superficie de riego es de un millón 3 0 0
mil hectáreas. Según el resumen publicado por la propia Junta Con-
sultiva en 1918 de la superficie con relación a los diversos procedimien-
tos utilizados para suministrar el agua resulta; que 857 mil hectáreas
tienen agua suministrada por canales, acequias y arroyos; 27 mil hec-
táreas por medio de rios y elevadas por máquinas; 80.690 por medio
de depósitos, lagunas y pantanos. El resto, hasta un millón 3 6 6 . 0 0 0
hectáreas proceden de aguas subterráneas fuentes y pozos artesianos.
Es indudable que esta cifra que es la corriente y oficial habrá sufrido
aumento por razón de las obras realizadas y es de necesidad que con
la mayor exactitud posible se publiquen las estadísticas del riego en
España.
De todas suertes; puede hoy afirmarse, que lo que debe
calificarse de gran riego y a permanente todo el año o parte, e x c e d e
poco de un millón de hectáreas. H a y que advertir que en los datos
generales sobre el riego, se incluye los procedentes de pozos s o c a v o -
nes, galerías, fuentes y que constituyen pequeño riego que suman
unas 3 0 0 mil hectáreas y que forman en conjunto el millón 3 0 0 mil
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hectáreas. El pequeño riego a mi juicio es mucho mayor que el que


expresan las cifras oficiales.
En España, existen ya construidos los siguientes canales de
riego: Imperial de Aragón con su zona regable de 2 8 . 0 0 0 hectáreas;
Tauste 9.000 hectáreas de las que están en riego 6.700; Urgel que tiene
6 9 . 0 0 0 hectáreas de zona regable de las que están hoy en riego 6 0 . 0 0 0 ;
Aragón y Cataluña que tiene una extensión de zona regable de
115.000 hectáreas regándose hoy 5 4 . 0 0 0 hectáreas; Delta derecha del
Ebro; riega 7.700 hectáreas de las 12.400 que constituye su zona rega-
ble: Delta izquierda del Ebro; de su zona regable de 12.000 hectáreas
están en la actualidad en riego 4.500; Canal de la Izquierda de Llobre-
gat; tiene una zona regable de 3.200 hectáreas y se riegan 2.940. De-
recha del Llobregat tiene una zona regable de 7.500 hectáreas regán-
dose solo 1.200. Canal de Henares; su zona regable es de 11.500 hec-
táreas y de las que riega 8.500. Canal del Duero; su zona regable es
de 8.000 hectáreas y solo están en riego 1.200. Canal de Castilla que
hasta ahora no se ha utilizado para el riego.
Hay que añadir por su importancia presente y futura en los
grandes riegos, los pantanos y entre ellos el de Lorca con su super-
ficie regable de 24.000 hectáreas, el de Castellón 4 . 5 0 0 el de la Peña
16.000, Riudecañas 1.500, Calahorra (Logroño) 2.500, S a d a b a (Zara-
goza) 1.062 y muchos otros.
Es también un hecho evidente, que aun deficiente el riego
sobre todo durante el estío, es muy considerable el terreno suscepti-
ble de ser utilizado para el riego por medio de las aguas suministra-
das por los canales y pantanos hoy construidos y que no se apro-
vechan. Si a esto se añade que construido el primer trozo del canal
en el valle inferior del Guadalquivir que concluye en el rio Corbones
podrán regar según el ingeniero director de la Granja agrícola de Al-
fonso XIII, 2 0 . 0 0 0 hectáreas. Si se tiene en cuenta a d e m á s que la región
aragonesa en su parte baja del valle del Ebro que es una de las más
áridas y s e c a s de España, una vez terminadas las obras dispondrá de
muchos miles de hectáreas para el riego, (no enumero más para no
alargar demasiado); resultará pues c a d a día en aumento considera-
ble el terreno, que pueda ser transformado en regadío en algunas
provincias de E s p a ñ a .
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¿Basta ésto? ¿Tiene el pais con solo hacer sacrificios para pro-
porcionar el agua, suficiente capacidad y medios para utilizar el riego?
Problemas son los de la transformación de s e c a n o en rega-
dío, para que llenen su misión económica y social muy complicados
y hondos, pero hay que abordarlos resueltamente en España sin for-
jarse ilusiones, pero sin pesimismos procurando no perder de vista la
realidad. Financieramente es un hecho reconocido, que la construcción
de los canales y grandes empresas de riego por múltiples causas, han
sido en España un mal negocio, y necesitan y asi se les otorga, el
favor y el auxilio del Estado, pues como afirmaba Jovellanos en su
Informe agrario, recomiendan el auxilio, su necesidad y dificultad pues
por regla general el riego solo se puede lograr en España por su
estructura geográfica, realizando grandes y muy costosas obras. Con
gran previsión Jovellanos aconsejaba asegurar su utilidad y que
siendo imposible hacerlas todas de una vez, se emprendan orde-
nadamente, y como tampoco todas son igualmente necesarias, en
nada puede brillar tanto la sabia economía de un gobierno como
en el orden que debe preferir unas y posponer o t r a s . . . . Y esta
advertencia es tanto más preciosa, cuando más expuesta se halla su
observancia al influjo de la inoportunidad de los que piden y de la
predilección de los que acuerdan tales obras.

EN E L GRAN RIEGO NO TODO ES E L AGUA

Dicen los técnicos: dos clases de operaciones hay que hacer


en cada predio para que sea posible la transformación de s e c a n o en
regadío. Uno de eficacia permanente o sea el abancalamiento o dispo-
sición adecuada para que pueda extenderse sobre él, el agua de una
manera uniforme con rápida difusión por el suelo; la otra se refiere al
capital de explotación, empleo de abonos, buenas semillas, y sobre
todo de abundante población y trabajo apropiado
Con gran prudencia indica la Junta Consultiva junto con la
necesidad e importancia del riego en España, las condiciones en que
debe realizarse teniendo en cuenta los múltiples escollos que ha evi-
denciado la experiencia de los años en nuestro país.
— 21 —

En el problema del riego, sobre todo del gran riego, hay que
advertir que su éxito depende no solo de que exista el agua, sino que
requiere como necesario, complemento de otros factores. En varias
ponencias de los Congresos de riegos se puso de relieve; que del con-
junto de factores que concurren en el regadío el que cuantativamente
representa una porción relativa menor en el orden económico, es el
agua para el riego. ¡Cuántas a g u a s han permanecido sin aprovechar
para el riego en E s p a ñ a después de realizadas costosas obras hidráu-
licas! Ejemplo, el Canal de Castilla que se construyó para el riego,
y solo se utilizó para la navegación y para servir de motor a algunos
batanes y fábricas de harinas.
En el Congreso de riegos celebrado en Valencia, se citó el
caso del canal de Qevora (Estremadura) construido h a c e m á s de
treinta años, sin embargo no exceden de dos o tres los agricultores que
utilizan sus aguas. El mismo canal de Aragón y Cataluña ha tardado
muchos años, para llegar a ser beneficioso y lo utilicen centenares de
pequeños labradores. El pantano del Guadalmellato, el del Guadalca-
cin, y las obras de riego del Guadalquivir serán un f r a c a s o , sino no
complementan los trabajos técnicos de ingeniería con los de coloni-
zación, orientados en el sentido de subdividir todas esas zonas en
lotes de tres o cuatro hectáreas, instalando en ellas numerosas fami-
lias para transformar el cultivo. (Ponencia del Sr. Gómez González).

LA COLONIZACIÓN INTERIOR EN ESPAÑA

La colonización con relación a las grandes zonas de riego es


el complemento indispensable de las obras hidráulicas y constituye un
problema fundamental, social y económico, cuyo objeto ha de ser
que dichas obras rindan cuanto antes, los beneficios de que son sus-
ceptibles.
Tema es el de la colonización sobre el que se ha hablado y
escrito en todas épocas, y sin embargo tan poco se ha hecho en ej
orden práctico, por aquello c o m o dice el aforísimo vulgar, de que
quién mucho a b a r c a
Colonizar en su acepción amplia, es obra que puede calificar-
— 22 —

se de conquista económica del suelo, sobre un solar pobre y baldío,


o sometido a un cultivo deficiente y atrasado. El problema de la colo-
nización interior está a la orden del día en todos los paises civilizados;
en Alemania, en Inglaterra, en Francia, en la misma Rusia, lo mismo
que en el nuestro, pero con la diferencia, que el esfuerzo realizado
hasta ahora es insignificante, pues ha quedado reducido a ensayos y
estableciendo colonias en montes y terrenos públicos lo más de de-
secho y de e s c a s a importancia.
El laudable intento del Sr. González Besada, de 1907, como
decía el Sr. vizconde Eza, ha caído poco menos que en el vacío.
España que ha dado sus hijos a Francia para colonizar su
suelo africano, no ha sabido colonizar su territorio; buena prueba
de ello dicen cuantos juzgan con buen sentido el problema, es su es-
casa densidad de población, deficiente producción agrícola, la con-
siderable extensión de sus terrenos incultos, o mal cultivados, la c r e -
ciente emigración de su población obrera, principalmente la dedicada
a la agricultura y como consecuencia de ello, que solamente viven en
muchas regiones de España como Soria unos 14,70 habitantes por ki-
lómetro cuadrado, Guadalajara 16,52; Huesca 16,54; Albacete 19,63
y otras por el estilo.
Es por cierto un hecho bien triste que E s p a ñ a c o m p a r a d a
con los demás paises sea uno de los de menos densidad de población
pues solo tiene contando las grandes agrupaciones urbanas 42 habi-
tantes por kilómetro cuadrado.
P o c o s paises hay que tengan más numerosos proyectos
sobre la colonización, habiendo sufrido la ley de 1907 muchos intentos
de cambios y modificaciones. Como se ha indicado antes, la ley de
colonización se propone poblar el c a m p o , y cultivar tierras incultas,
o deficientemente explotadas arraigando en la nación, familias despro-
vistas de medios de trabajo o de capital bastante para subvenir a las
necesidades de la vida.
La ley de 1907 disponía que el ensayo de colonización se
aplicase tan solo a los montes del Estado que por la Administración
hubieran sido declarados enajenables, autorizando a d e m á s a los Ayun-
tamientos para que pudiesen enajenar los terrenos de su propiedad a
los fines de dicha ley. Pronto fué advertida la insuficiencia y el señor
— 23 —

Dato atento siempre a estos problemas sociales, problemas obreros,


presentó, con fecha 13 de Noviembre de 1914, un proyecto de refor-
ma redactado en vista del de 3 0 de Mayo de 1911 por D. J o s é Cana,
lejas, en el que ampliando los aspectos de la ley, dá carácter pre-
ceptivo a la colonización de ciertos terrenos que el Estado entienda
que han de prestar mayor utilidad común que permaneciendo en la
forma en que actualmente se encuentran. Se inició el régimen de la
enajenación obligatoria de las fincas de propiedad particular para la
colonización que el Estado realice, aunque limitando este último
concepto a los terrenos que, estando comprendidos en la zona con-
vertida en regable, mediante obras hidráulicas, costeadas en todo o
en parte por el Estado, estimase la Junta de Colonización conveniente
al interés general llevar a ellos las prescripciones de la ley.

LAS ORIENTACIONES DE LOS P R O Y E C T O S DE L E Y

SOBRE COLONIZACIÓN

Las características que ofrecen los diferentes proyectos de


ley son: primeramente extender la colonización oficial o los diversos
bienes propiedad del Estado, de los pueblos, de los Ayuntamientos,
montes y terrenos de aprovechamiento comunal y de utilidad pública
en determinadas condiciones; declarar obligatoria la expropiación de
las fincas de propiedad abandonadas, incultas o deficientemente ex-
plotadas, y desarrollando las iniciativas del proyecto de ley del Sr.
Dato, en cuanto a los terrenos comprendidos en zonas regables, regu-
lar diferentes modalidades derivadas de la experiencia de casos que
se han producido.
Todos los proyectos de ley decían que su objeto era:
a) Regular en su aspecto jurídico social la propiedad del
suelo.
b) Arraigar en la nación a familias de agricultores despro-
vistas de medios de trabajo o de capital para subvenir a las necesi-
dades de la vida.
c) Poblar el campo mediante el trabajo de tierras incultas y
- 24 —

el establecimiento en ellas d é l o s colonos a quienes se adjudiquen


lotes de cultivo y viviendas.
d) L a transformación rápida del cultivo de s e c a n o en rega-
dío en aquellas extensiones a que no pueda o no quiera atender la
propiedad privada.
Estos postulados debían llevarse a la práctica, mediante la
subdivisión de la propiedad de las fincas de Estado, de los pueblos
o de los particulares que aconsejen los previos estudios agrosocia-
les y económicos; bien creando en dichas fincas colonias agrícolas,
según las reglas y condiciones que se establecen en la ley, bien faci-
litando el establecimiento de colonias por individualidades o empre-
sas oficiales o particulares, bien repartiendo simplemente terrenos sin
establecer núcleos de población, bien concediendo fincas en arriendo
a las Sociedades de obreros o agricultores legalmente constituidas.
En estos rápidos apuntes e indicaciones sobre el problema
de la colonización, hay que advertir el movimiento de la opinión sobre
los latifundios, y aprovechamiento de tierras incultas susceptibles de
cultivo de regadío.
Evidente es que de diversos sectores políticos y sociales de la
vida nacional, ha partido la idea de que aún deben ser mayores las
aplicaciones de la propiedad particular, mediante la expropiación que
de ella realice el Estado para los fines de la colonización, no tan sólo
en el aspecto, de suyo importante, de arraigar en la nación a las fami-
lias desprovistas de medios de trabajo, sino también c o m o m a n e r a de
que la propiedad rinda los fines sociales que le son propios, puesto
que junto al principio de significación meramente individualista ha
surgido el concepto de la propiedad, respondiendo a u n sentido orgá-
nico de la vida social distinto al que se funda en la concepción quiri-
taria del Derecho.
Están planteados en el problema de la colonización una serie
de aspectos sobre la propiedad, delicados, pero que deben resolverse,
y tiene solución en justicia.
Ahora bien; ¿si tenemos tierras sobradas sin cultivar en E s p a -
ña, y hay brazos en abundancia también vacantes, que falta para el
intento de colonizar. Existe el Lázaro que espera que se le diga que
— 25 —

resucite, para resucitar, y los que pueden hacer el milagro, permane-


cen vacilantes, flojos e inactivos?
Ilustrados técnicos que han estudiado el problema de la co-
lonización en España, dicen que el problema de la colonización, espa-
ñola no es un problema de determinadas regiones, sino un problema
de toda España. Todas aquellas cuyo territorio por mal aprovecha-
miento de sus actividades naturales, rindan un producto notoriamente
inferior al que racionalmente pudieran dar, han de ser objeto de colo-
nización interior, y por desgracia esas zonas existen y abundan en
todas las regiones españolas.
El Sr. Alcaraz en el Congreso de riegos de Sevilla dijo «No
se trata de las facilidades y estímulos que pueden ofrecerse por em-
presas capitalistas y aun por el Estado a la concentración de brazos
en determinados lugares y para determinadas obras. El cultivo inten-
sivo y especialmente el hortícola, por el cuidado diligente en que todo
momento exige, se aviene mal en muchas de sus operaciones al asa-
laramiento; y si queremos que este trabajo inteligente exista, nos he-
mos de ver precisados a poner, si y a no la propiedad, a lo menos el
dominio útil, temporal o perpetuamente, en manos de esos obreros
Pero si este principio, ha de tener realidad práctica, no puede, no
puede quedar en la categoría de un consejo a los terratenientes. Es
necesario, que nuestra legislación convierta en deber el derechos
al riego y limite de la propiedad haciéndole accesible a los humildes,
medida no solo justa sino conveniente.
El Congreso de Valencia votó por unanimidad, lo mismo que
el de Zaragoza, y de Sevilla conclusiones orientadas en el sentido de
que el aumento de población obrera en las zonas regables será difí-
cil, o quizás imposible en tanto que la propiedad, o por lo menos el
dominio útil, de los terrenos regables permanezcan en pocas manos
y en forma de predios extensos.
Dice la ponencia sobre la colonización de España y los
regadíos, presentada en el Congreso de Sevilla; las bases fundamen-
tales de nuestra futura colonización interior son la mejor adaptación
de suelo y clima de las explotaciones agrícolas; la penetración
intensa de la cultura técnica agraria en la gran m a s a de nuestros agri-
cultores; la posesión de la tierra por los que sientan la vocación de
— 26 —

cultivarla; la atracción hacia los campos de las capitales y la retención


de brazos, para la producción agraria. El problema de la colonización
española, no es un problema particular de algunas regiones; es un
problema de toda España. Así se afirma repetidamente.

COLONIZAR ES POBLAR

En los Congresos de Riego y publicaciones oficiales, se ha


puesto de relieve con datos interesantes, que donde existían numero-
sos riegos, existía también una densa población c a d a día en aumento.
Valencia ocupa el primer lugar con su extensión de regadío de
1 0 4 . 5 0 0 hectáreas, tiene el 10 por ciento de su territorio de riego.
La densidad media de su población es de 75 habitantes por
kilómetro cuadrado. Los cien canales que riegan la huerta de Valencia
que toman sus aguas del Turia, y sus acequias, han creado una asom-
brosa riqueza y bienestar.
En Cataluña, notorio es que después de inmensos sacrificios
anteriores, el regadío ha realizado una completa transformación de
una extensa c o m a r c a . Según un periódico de la localidad (La Voz de
Urgel, Agosto de 1926) la situación del Urgel antes del canal, era de
una serie de pueblos sin a g u a ni aún para satisfacer sus m á s apre-
miantes necesidades, tierras sin producción, pues las c o s e c h a s de más
importancia, cereales y aceitunas, se perdían muchos años y queda-
ban mermadas otros por la falta de aquel elemento, gente sin trabajo
y emigración como consecuencia necesaria de todo ello, sujetos los
que se quedaban a la miseria e inactividad que lleva consigo cultivos
de s e c a n o .
Existía la falta del elemento más esencial de la vida, que obli-
g a b a muchas veces a los vecinos de los pueblos alejados de los rios a
recorer varios kilómetros para apagar su sed, se unía la falta de s e -
guridad personal, pues la e s c a s a población, su reunión en pequeños y
distantes poblados y las enormes extensiones de terreno inculto, ha-
cían posible la vida de individuos fuera de la ley, produciendo todo
ello un malestar que se manifestaba de cuando en cuando con peticio-
nes a los poderes públicos, entre las cuales, era la más constante la
- 27 —

de que resolviera el problema de la traída de aguas al Urgel, aprove-


chando la corriente de riqueza, que con desespero, veían pasar por el
Segre hacia el mar.
En el Congreso de riegos celebrado en Zaragoza, el ingeniero
Sr. Cardenal, director del canal de Urgel, publicó los datos referentes
a la influencia que ejercía la construcción del canal de Urgel en las
condiciones de aquella c o m a r c a . Es interesante ver el desarrollo de la
población; desde 1860 a 1910 los censos de los 4 6 municipios que se
comprende en la zona regable, incluso la capital que también en pe-
queña parte riega, ofrece el siguiente resultado, 1960, 67.841 habitan-
tantes, y 1910; 90.741. Hoy es mucho mayor.
En la tierra de Aragón donde se han desarrollado en gran ma-
nera los riegos, el Sr. Jordana, presidente de la Junta social de Riegos
del Alto Aragón, en una conferencia, ponía de relieve la gran prospe-
ridad que había proporcionado el regadío. En medio siglo, desde el año
1860 la provincia de Zaragoza había aumentado el número de sus
habitantes en un 2 5 p o r ° / , efecto casi exclusivamente de los regadíos,
0

pues el s e c a n o su cultivo ha dejado estacionada la población de unos


pueblos y en los otros la ha disminuido. De los pueblos de zona rega-
ble, unos han duplicado y otros cuadruplicado el número de sus mo-
radores. La obra colonizadora lentamente se realiza, pero en Aragón
sigue su marcha. A ello contribuye, que la propiedad está muy dividi-
da. De las 150.000 hectáreas de regadío oproximadamente de la pro-
vincia de Zaragoza, son muy pocas las fincas mayores de 100 hectáreas,
procedentes en su mayoría de bienes desamortizados. Lo mismo ocurre
en la provincia de Huesca, salvo en la zona del Canal de Aragón y
Cataluña y aún m á s pequeñas son las parcelas en la provincia de
Teruel, por razón de la angostura de sus valles. Puede calcularse como
muy aproximado a la realidad, que el término medio de las fincas de
regadío de todo Aragón, es de dos hectáreas con tendencia a exten-
sión menor.
Podría multiplicar los ejemplos, y entre ellos no puedo omitir
los efectos producidos por el Canal del Ebro (derecha e izquierda) que
ha desarollado y a en la c o m a r c a que riega, una gran riqueza susceptible
de muy considerable aumento. El crecimiento de Amposta y San Car-
os de la Rápita que son las poblaciones más importantes del Delta
— 28 -

derecho del Ebro han más que duplicado el número de su habitantes.


Decía una memoria del malogrado ingeniero director de las obras del
canal: Los beneficios alcanzados no se han limitado a los propietarios
sino que ha contribuido a mejorar la situación de los trabajadores, la
inmensa mayoría de los cuales tienen y a pequeñas propiedades en el
Delta derecho del Ebro. El canal de la Derecha riega más de siele mil
hectáreas y el de la izquierda unas 12.000. Hoy son más. El canal de
la izquierda dá excelentes resultados y es notorio e importante el au-
mento de su población y desarrollo de su riqueza y difusión de la
propiedad.
Si por razón de la fuerza de las cosas, casi expontaneamente,
en algunas regiones de España, con estorbos, sin la suficiente prepa-
ración y elementos, sin los necesarios auxilios para la explotación de
la zonas regables, se v á extendiendo el riego, que no sería si existiera
un plan preconcebido, meditado para ir desarrollando el riego, y apro-
vecharlo debidamente en los puntos en que existen y a realizadas
importantes obras, en que por falta de población, de conocimientos,
de capital, permanecen sin aprovechar, tantos terrenos estériles o bal-
díos, a lo largo de canales o junto a pantanos y grandes embalses?
¡Hay que tener en cuenta que así como el cultivo de secano achica la
tierra cultivable con el barbecho que requiere triple o cuádruple ex-
tensión de tierra para el cultivo de cereales en España, en cambio el
cultivo de riego cuadruplica su intensidad, y c a d a parcela vale cuatro
de secano y necesita cuatro brazos por hectárea en lugar de uno en
s e c a n o según s e ha indicado antes.
El Regadío en España luminoso Informe publicado por la Junta
consultiva Agronómica hallánse ejemplos de los efectos producidos
por la compenetración del hombre trabajador por hábito, herencia y
amor, a la tierra en algunas de las regiones de Levante. Son muy
numerosas dice las fincas de una y dos hanegadas (8,31 áreas la ha-
negada); y en la región de Adamuz cuenca del Turia se ven piezas de
tierra que solo miden 1,40 áreas. Existe allí una densidad de población
que hace maravillas; y en la región inferior del Turia, Alboraya, Ruzata
llega a 7 0 0 habitantes por kilómetro cuadrado. Puntos hay también en
la provincia de Castellón con fincas de una hectárea y una densidad
de población de 115 habitantes por kilómetro cuadrado. ¡Qué contras-
— 29 —

te con tantos puntos del territorio en la densidad oscila entre 16 y 17


habitantes por kilómetro!
El cultivo intenso de las huertas de Valencia brinda ejemplos
de que en la primera c o s e c h a de pimientos, tomates y judías verdes en
algunos terrenos dan al colono lo suficiente y a para pagar el arrien-
do. La segunda c o s e c h a anual es ganancia neta, para el labrador.
También brindan algunas c o m a r c a s de Cataluña, ejemplos de intenso
amor a la tierra, y de ello haré especial mención en mis indicaciones
sobre el riego y el s e c a n o .

CUAL ES LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA COLONIZACIÓN

INTERIOR EN ESPAÑA

Como y a se ha indicado, la acción colonizadora en nuestro


país ha sido hasta ahora de e s c a s a importancia y nula bajo el aspecto
del regadío. Se han instalado las colonias siguientes: las Planas (Ali-
cante) en un monte enajenable del Estado; El Puerto (Jaén) monte
enajenable del municipio; Sierra de Salinas (Alicante) monte enajable
del Estado; Algaida (Cádiz) monte de utilidad pública del municipio de
San Lucar de Barrameda; Cerrillo Verde (Madrid) total 2.854 hectáreas.
La colonia Algaida tiene una superficie de 1.362. Sólo de estas 2 8 5 4
hectáreas son de regadío 138 en la Algaida.
Posteriormente, según datos tomados del Anuario Estadístico
de España, se han instalado algunas colonias más, siendo la más
importante la del Coto de Salinas 1.376 hectáreas en un monte enaje-
nable del Estado. El total de superficie objeto de colonización es
veinte años, ha sido de unas 6.800 hectáreas de las que se cultivan
unas 3.210. Es de lamentar que los gastos que se han hecho y dificul-
tades que se han tenido que vencer para establecer las colonias exis-
tentes, se hayan empleado en montes, y no por cierto de superior
calidad, cuando existen tantos terrenos llanos, o más apropiados afec-
tos a cuencas hidrológicas, y regables, sin cultivar y despobladas.
Además la obra colonizadora, no tiene por fin principal fundar colo-
nias, que al multiplicarse, su total coste, arruinaría al país, sino pre-
— 30 —

parar, estimular la actividad individual, auxiliar, enseñar, para la


transformación y mejor adaptación del cultivo sobre todo en las
zonas de riego.
P a r a ser justos, hay que añadir, que han desfilado por las
Juntas de Colonización personas, de gran valer, y respetables, pero
que han tenido ligadas las manos, y han carecido de elementos, y por
la ley biológica de que c a d a ser engendra su semejante, ha sucedido
en España, que una institución como la colonizadora, sin medios ni
recursos, forzosamente ha engendrado una obra raquítica, y puede
afirmarse, que la verdadera obra de la colonización está iniciada pero
no empezada aún.
A fin de tener b a s e , la obra de la colonización necesita
con urgencia que exista el conocimiento, lo más exacto posible, de la
extensión y carácter del territorio español que deba colonizarse. Exis-
ten memorias, interesantes datos aislados, comunicaciones, ponencias
de Congresos, y trabajos de revistas, sobre algunas regiones de Espa-
ña, pero carecemos de datos concretos y completos, que puedan de*
rramar luz sobre las condiciones para hacer una obra intensa color
nizadora. Verdad es, que no se habían aun desarrollado ni estaban en
vías de desarrollarse, las construcciones de obras de gran riego, que
es el primer fundamento para hacer una labor intensa colonizadora.
Tal es la magnitud e importancia de la colonizazión y repor
blación en España, y del aprovechamiento de sus riegos, fomento de
su población, y desarrollo de su riqueza agrícola, que hay que abor-
dar el problema cara a cara, y en todas sus fases.

COMO D E B E SER LA JUNTA DE COLONIZACIÓN

Adolece nuestropaís de ser casi todo provisional, transitorio,


y sin raiz honda ni consistencia. En el Boletín de la Junta Central de
Colonización se leía y a h a c e tiempo, estas declaraciones; «Nadie puede
dudar que la ley de colonización de 1907, está constituida como un
tanteo, de nuevas actividades tutelares del Estado y una enseñanza
de la Administración, jamás una solución plena al complicado proble-
— 31 —

ma de nuestra reconstitución agraria, cuya urgencia y apremio crece


de día en día».
Por desgracia, este período de tanteo, por falta de ambiente
en la opinión, por incomprensión nacional distraída y floja, no por
culpa solo de los gobiernos sino de todos, siguió siendo provisional.
Se acumularon proyectos llenos de buena intensión, para modificar la
ley de 1907, que murieron en flor, y sin que la opinión del país los
tuviera en cuenta. Aumentó este archivo inmenso de disposiciones,
y proyectos, que no pasan de la superficie y que sólo conocen los
hombres de estudio y de buena voluntad, tachados por muchos de
Cándidos e inocentes.
Nos encontramos hoy en E s p a ñ a en una situación gravísima
por efecto de los problemas económicos y sociales que ha planteado
la post guerra y que se reflejan en las balanzas de comercio, en la
crisis de la industria, que ha dejado tantos hombres sin trabajo, en la
lucha que sostienen unas contra otras, las naciones, para apoderarse
de los m e r c a d o s , y en la honda preocupación que revela la discusión
de los problemas económicos en el seno de la Sociedad de las N a c i o -
nes en Ginebra. En esta situación, no es posible seguir indiferente, y
hacen perfectamente los poderes públicos en fijarse en la situación
económica del país, y especialmente en acudir a la defensa y fomento
de su trabajo y riqueza agraria.
Como los gobiernos no pueden actuar solos, sino que nece-
sitan de robustos órganos de opinión, que actúen activamente en estos
momentos críticos, es de aquí que es de importancia suma que la
Junta Central de colonización sea un órgano adecuado a la función.
Mi opinión modesta pero firme y de siempre expuesta en el
Parlamento y fuera de el, es que en E s p a ñ a al igual que en los demás
paises, debería existir un ministerio de agricultura, y que la formación
de una Junta de colonización debería depender de aquel departa-
mento. Convicción también firme es en mi, que la Junta debe tener
gran importancia, y gozar de mucha autonomía, y medios de acción
y de iniciativas. No debe ser raquítica planta de estufa y de adorno,
sino reveladora de energías, y entusiasmos de verdadera ciudadanía.
Lo que no resiste no sirve para apoyar, ni para hacer obra consistente
y útil. En España sobran y son muy solicitados, los cargos de boato
— 32 —

y voluntarios; sobran tantos agradadores de todos los Segismundos, y


que toman todas las posturas y disfraces. Por fortuna existen hombres
útiles, modestos y de valía. L a gravedad de la situación presente, re-
quiere hombres serios, bien preparados, dotados sobre todo de buen
sentido, de carácter firme y voluntad, altruistas. Nuestro país, tiene
condiciones e x c e l s a s para salvarse y es preciso salvarlo a toda costa,
pero la importancia de las funciones debe crear órganos que estén al
nivel de la función. En este sentido la Junta Central, de Colonización,
debe organizarse y funcionar en E s p a ñ a .
Aceptando los hechos que no esta en mi mano modificar,
deseo fervientemente que el ministerio de Trabajo del que depende
la Junta Central de Colonización y Repoblación realice obra fecunda
de acuerdo con dicha institución y todos debemos secundarle,
Come se declaró en el Congreso de riegos de Valencia; los
factores que condicionan la acción colonizadora de los regadíos, son
principalmente: 1.° El aumento de la población obrera. 2.° La reforma
del régimen actual de la propiedad inmueble. 3.° La aportación del
capital necesario para la transformación de la propiedad y de los culti-
v o s . 4.° El perfeccionamiento de la técnica agrícola en sus aplicacio-
nes al regadío. 5.° La equitativa regulación jurídica de las relaciones
entre propietarios y cultivadores. 6.° Una perseverante asistencia del
Poder público inspirada en preocupaciones de orden social.

E L MINISTERIO DE TRABAJO Y LA COLONIZACIÓN

INTERIOR Y REPOBLACIÓN

De una manera oficial el Ministerio del Trabajo (Real Orden


de 13 de Abril de 1926), del que depende la Junta Central de Coloni-
zación y repoblación interior, y en virtud de lo propuesto por dicha
Junta, h a c e las siguientes declaraciones en la Gaceta. «Que conforme
avanza la ejecución de las grandes obras hidráulicas que con el fin de
proporcionar agua para el riego de dilatadas zonas de nuestro territo-
rio, costea el Estado en su totalidad o en gran parte, compruébase en
mayor grado la necesidad de que con la técnica constructiva se d e s a -
— 33 —

rrolle una labor agrosocial que dé por fruto la mejor, mas completa,
y rápida transformación de las tierras que han de ser regadas.
El Ministerio de Trabajo estima con razón, que se necesitan
estudios previos para servir de base a un plan integral de colonización
agrícola.
El Ministerio de Trabajo encarga a un personal técnico adscri-
to al servicio de la Colonización interior, que haga el estudio de las
cuencas hidrológicas y que su resultado se exprese en documentadas
memorias. Las conclusiones reforzadas en c a s o oportuno — a ñ a d e —
con nuevos asesoramíentos técnicos, servirán de norma, de orienta-
ción a las medidas de gobierno que deban adaptarse y a la práctica
de su ejecución y para servir de base a un plan integral de coloniza-
ción agrícola.
La Junta Central de Colonización y repoblación, desea saber
previamente las características generales de las catorce cuencas hi-
drológicas de E s p a ñ a ; los medios para obtener el agua dedicada al
riego; el empleo de los riegos en c a d a c o m a r c a ; cuales son las
nuevas obras hidráulicas; cuales las nuevas zonas regables y las
obras públicas y mejoras que exigen; cual es el estado actual de la
propiedad rústica en las nuevas zonas regables y que formas jurídi-
cas deben recomendarse para la adopción de los planes agronómicos
que sea y se crean precedentes. La propia Junta quiere que se haga
un estudio sobre la población cultivadora de las nuevas zonas rega-
bles. Quiere que se haga un cálculo aproximado del número de culti-
vadores y obreros del c a m p o necesarios en cada zona regable para
verificar su transformación de explotar tanto los nuevos regadíos
como las industrias que se derivan de sus producciones agrícolas. Co-
nocer las características de instrucción, aptitudes y moralidad de la ac-
tual población rural. Conocer también la suficiencia e insuficiencia de
dicha población para satisfacer las necesidades de la explotación de
los nuevos regadíos. Así como los medios para suplir la deficiencia si
la hubiere.
La propia Junta Central de Colonización española, desea sa-
ber que estímulos y alicientes deben darse para la explotación de los
nuevos regadíos con relación a la población cultivadora; la construc-
ción de viviendas para la población agraria; servicios públicos y pri-
— 34 —

vados que requiere el aumento de población, la transformación en las


prácticas culturales y el establecimiento de nuevas industrias para
utilizar las producciones de regadío. Las medidas de orden higiénico
que deben adaptarse para los trabajos e instalación inmediata del
regadío; finalmente las escuelas de capataces y obreros para el cul-
tivo de regadío.
Vasto es el programa de estudio que se propone la Junta
Central de Colonización y es interesante y puede ser muy provechosa
si se hace concienzudamente. Nuestro temor es que por su extensión
e importancia, este trabajo necesite plazo largo, pues como dice en la
Real Orden de 13 de abril de 1926 el Ministerio de Trabajo, la Inspec-
ción general de Pósitos y Colonización, lo distribuyó entre el personal
técnico dentro las disponibilidades que tiene asignados para los servi-
cios de Colonización y Repoblación interior.
Natural, conveniente y legítima es la intervención del Estado
en las zonas regables, ya que el Estado las costea unas v e c e s casi en
la totalidad, o en gran parte. Necesario es también que simultánea-
mente con la técnica se desarrolle una labor agrosocial justa y bene-
ficiosa.
Ahora bien; mientras el personal técnico d e l . Ministerio del
Trabajo en su sección de Colonización estudia los vastos problemas
que se refieren a la colonización respecto a las zonas de regadío, el
tiempo no pasa en balde y apremia.
Las necesidades en la vida, de una u otra manera se satisfa-
cen, deficientemente, con lunares y errores, pero la vida no se puede
detener, es como la corriente de un rio que sigue su curso. En España
a medida que se ha ido introduciendo el riego, vencidas las primeras
repugnancias, construidos ya importantes canales y pantanos, el riego
se impone como un elemento indispensable de transformación de la
vida rural en una parte del solar español.
En el punto concreto e importante de la colonización del país
de riego o sea la adaptación del cultivo en las zonas conquistadas
para el riego, penosamente, lentamente, vemos sus efectos. Es la co-
lonización que va surgiendo expontánea, borrosa en muchas partes,
llena si se quiere de errores, incompleta, pero colonización al fin, que
con el auxilio más o menos directo del Estado, con sus instituciones
— 35 —

de crédito agrícola, enseñanza, protección a la asociación y coopera-


ción puede ir mejorando y robusteciéndose.
Los técnicos en los congresos de riego, las personas dedica-
das a los estudios agrosociales, las federaciones agrícolas, las publi-
caciones especiales, los libros, conferencias, y los mismos diarios,
alumbran con sus luces el camino.
Los apremios de la necesidad, como sucede en los actuales
momentos, en que existen en las ciudades y grandes poblados tanta
gente sin trabajo, venidas del c a m p o , pueden impulsar el retorno a la
tierra.

LAS CONFEDERACIONES SINDICALES HIDROGRÁFICAS

Nuestro territorio para colonizar, abraza el secano y el regadío,


y a ambas zonas debe llevarse la acción colonizadora, pero sin perjui-
cio de la colonización en el s e c a n o de que se hablará más adelante,
la más inmediata y fácil, y que puede llevar un contigente de pobla-
ción sin trabajo, o emigrada al extranjero es la colonización en el re-
gadío.
La intervención del Estado en la colonización de los terrenos
de regadío, conquistados con el auxilio del Estado, puede ser eficaz, y
por esto aplaudo que la Junta Central de Colonización, estudie y alle-
gue datos para su solución, bien que es muy necesario, que del estudio
se pase pronto a los hechos.
La formación de Confederaciones sindicales hidrográficas
también es un acierto bien recibido por la opinión si como es de es-
perar no c a e en el vacío, y se compenetren los poderes públicos con
los que tienen deber de secundarle. La acción conjunta y paralela de
la construcción de obras y ampliación de las zonas regables con su
aprovechamiento y colonización, es hoy mas que nunca precisa.
Para que se tenga idea de la importancia del problema, el
ministro de Fomento en la exposición que precede al Real decreto dis-
poniendo la formación de la Confederación hidrográfica del Ebro,
dice: que los proyectos que han merecido de algún modo la sanción
oficial, representan la enorme extensión de 6 7 0 . 0 0 0 hectáreas rega-
- 36 —

bles, que sumadas a las 4 3 0 . 0 0 0 que hoy riegan, siquiera no todas del
modo regulado, seguro y abundante que sería de desear, dan un c o n -
junto compacto de 1.300.000 hectáreas que es tanto como la que hoy
se riega en toda España.
La orientación del decreto del ministerio de Fomento es bue-
na. Realmente y es mi constante tema, no deben ser funciones exclu-
sivas del Estado la ejecución y desarrollo de las obras que afectan a
la economía nacional. Es preciso que su labor v a y a a c o m p a ñ a d a de
una cooperación ciudadana en conbinación con los organismos, enti-
dades e individuos interesados para que pueda irse al rendimiento
debido y alcanzar el grado de eficacia necesario lo mismo en su con-
junto que en sus partes.
Con razón dice el Sr. ministro de Fomento, que cuando vi-
bra en el corazón de los pueblos el ansia de su regeneración y pro-
greso; cuando surgen sin cesar manifestaciones potentes de sus inicia-
tivas, de su conciencia, de la realidad y de su anhelo de vivir y crecer,
la función del Estado se define con toda claridad y precisión; debe
ser impulsora, de orientación, y al mismo tiempo coercitiva, de con-
centración y armonía.
Como afirma el Sr. Ministro de Fomento; el aprovechamiento
intenso, máximo, de los recursos hidráulicos, de las cuencas de nues-
tros grandes rios exije un proceso riguroso, metódico, ordenado, que
hasta ahora no se ha seguido. El agua que puede arrasar los torrentes
de nuestras más fértiles vegas, llega en épocas de escasez, a faltar para
satisfacer las necesidades más apremiantes de buena parte de nuestro
territorio y produce el efecto de no poder sustentar más que una
población escasísima con los productos de una agricultura en general
rudimentaria.
Se impone para el aprovechamiento la regularización, que
tiene sus dificultades que hay que vencer pues afecta a los intereses
más variados e importantes. Han de atenderse junto a la obra de repo-
blación, las obras hidroléctricas, las de transporte.
Los hechos demuestran que las obras de riego se han reali-
zado en España sin orden ni concierto, y algunas que han resultado
inútiles, han sido como lo del famoso pintor de Orbaneja, a lo que
saliera. Ha existido un período de vacilaciones y buenos propósitos»
— 37 —

de los que por fortuna algo importante ha quedado. La Administración,


dice en su decreto el Ministro de Fomento, no ha abordado nunca un
programa de construcción sobre la base de una integración metódica
de intereses y actividades. Todo ello añade, puede ser evitado por
medio de ese plan en cuya formación pueden y deben tomar parte los
intereses comarcales al lado de los representantes autorizados del
interés general.
Esta falta de orden y concierto ha pasado también en la explo-
tación del regadío, y con la tan c a c a r e a d a obra de la colonización del
país, convertida muchas v e c e s en humo y fuegos artificiales. La reali-
zada a fuerza de los años, en muchas partes, no ha dado ni mucho
menos el rendimiento que debía dar, bien que apreciable. Con un
plan, con método, con los debidos auxilios de la asociación, crédito
agrícola, y hermanando los intereses de la agricultura con la ganadería,
cultivando prados y pastizales y criando y recriando g a n a d o , es segu-
ro que en lugar de tener una población pobre y menguada en la mayor
parte de España, la tendríamos abundante y gozando de bienestar.

LOS RIEGOS DEL ALTO ARAGÓN Y E L MINISTERIO

DE TRABAJO

Debe hacerse también especial mención en este período de


estudio a que se consagra el ministerio de Trabajo, la R. O. de 29 de
Enero de 1926 en la que hablando en nombre de la Junta Central de
Colonización dice; que en virtud de la ley de 1907 corresponde a la
Junta Central proponer los medios de llevar a cabo la división de la
propiedad privada en aquellas regiones en que su excesiva acumula-
ción lo aconseje en beneficio del progreso agrícola y de las clases
rurales. En este caso parece encontrarse, la zona regable del Alto
Aragón, dónde están próximas a inagurarse los primeros riegos, que
podrán llevarse a cabo como consecuencia de la magna obra empren-
dida por el Estado y dónde interesa por consiguiente que los terrenos
se encuentren preparados para recibir el agua y para implantar los
cultivos de regadío. Esto a su vez exije contar con los brazos ñecesa-
— 38 —

rios para el trabajo de la tierra y para tal fin parece indicada la p a r c e -


lación de las grandes fincas que no pueden ser cultivadas por los
dueños e intensificación del crédito agrícola a favor de los antiguos y
nuevos propietarios que necesiten fondos para la preparación de las
propiedades.
En cumplimiento de dicha R. O. se ha designado por la Ins-
pección general de Pósitos y Colonización, un ingeniero para llevarar a
la práctica, estudiar la situación jurídica y posibilidades agronómicas
de los predios regables, comenzando por aquellos que más pronto han
de recibir a g u a a fin de hacer las propuestas encaminadas a los fines
expresados siempre con el debido respeto a los derechos de los pro-
pietarios actuales. Se preceptúa que se estudie por la Inspección Ge-
neral, el medio de intensificar y coordinar los esfuerzos de los pósitos
y demás instituciones de crédito agrícola a fin de facilitar la adquisi-
ción de parcelas por quienes puedan cultivarlas. Finalmente que se
informe a la Junta de obras de riego del Alto Aragón de las medidas
adoptadas.

LOS RIEGOS DEL ALTO ARAGÓN Y LA REINTEGRACIÓN

D E OBREROS AL CAMPO

Aparte de los extensos terrenos que se encuentran a lo largo


de los canales y a construidos, donde cabe dirigir una m a s a de fami-
lias procedentes del c a m p o o emigradas al extranjero o que están sin
trabajo en las ciudades y poblados de España, según mencionan los
poderes públicos en la Gaceta, existen o existirán pronto vastos terre-
nos para colonizar en el Alto Aragón.
El Estado, dice el Sr. Alcaraz en su notable estudio sobre los
riegos del Alto Aragón ha echado sobre sus hombros (ley de 7 de
Enero de 1915) el colosal esfuerzo económico que suponen las obras
de irrigación que describe. Las carácteristicas numéricas d e todo el
proyecto parecen girar alrededor de un número cabalístico, el 3 0 0 .
En efecto, son próximamente, 3 0 0 los millones de metros cúbicos de
a g u a de embalse; 3 0 0 los kilómetros de canalización; 3 0 0 también o
— 39 —

poco m á s . las acequias de primer orden; 3 0 0 millones de pesetas es el


presupuesto de las obras; y 3 0 0 los millones de hectáreas que queda-
rán bajo riego.
Como dice el propio ingeniero, al r e c a b a r la necesidad del
crédito agrícola para utilizar el riego; no es solo dinero lo que hará
falta; harán también falta brazos. A poco de intensificarse el cultivo
(y habrá de intensificarse mucho) se dejará sentir la falta de obreros
manuales y de colonos, población que habrá de atraerse de las regio-
nes c o m a r c a n a s y aún de todo el reino, porque nacional es la obra;
y eso añade, tampoco se logrará rápidamente sin especiales medidas
legislativas que hagan posible y fácil el a c c e s o de los humildes
y desheredados a la propiedad territorial, b a s e de población espiritual-
rnente sana y amante del territorio Deberá el Estado aprovechar
su condición de adjudicante por uno u otros conceptos de grandes
extensiones territoriales.
Sobre este punto y con. relación a los riegos de Alto Ara-
gón, existe un decreto de la presidencia bien orientada fijando el
carácter de la Junta de obras de riego del Alto Aragón un carácter
social, y así mismo declaró la necesidad esencial de crear comuni-
dades y sindicatos de las diferentes zonas, encaminados a la reali-
zación de una obra colonizadora.
En los Congresos de riego celebrados en Sevilla y Valen-
cia, se trató a fondo del problema de la colonización y sus conclusio-
nes deben tenerlas en cuenta los poderes públicos. La colonización
de las grandes zonas regables, requiere una actuación muy diligente
por parte del Estado, pues es el complemento de las obras hidráulicas.
Los factores son: el aumento de población rural, la reforma del régi-
men actual de la propiedad inmueble dentro de justos limites; la
aportación del capital necesario por medio de auxilios, fomento de la
asociación y crédito agrícola; el perfeccionamiento de la técnica y
práctica agrícola en sus aplicaciones al regadío. E s necesario pues
atender a la enseñanza popular agrícola, y procurar la formación de
capataces inteligentes. Es de lamentar que los peritos agrícolas que
pueden prestar su concurso a la enseñanza y dirección de explotacio-
nes, sólo reciban hoy sus enseñanzas en Madrid, habiéndolas quitado
de las granjas agrícolas dónde se expedían enseñanza y títulos.
— 40 —

El congreso de riegos de Valencia en una de sus conclusio-


nes, votó la expropiación forzoza de las tierras ^improductivas o defi-
cientemente cultivadas por no aplicarles el riego oportuno o debida-
mente, con abono a sus propietarios de una equitativa indemnización
tomando por b a s e el valor de las tierras antes de realizarse las obras
hidráulicas. También abogó por el parcelamiento de las grandes fincas
expropiadas, otorgando lotes, a dominio o a censo enfitéutico, a los
agricultores que acepten la obligación de regar, cultivando directa-
mente los fundos, que deberían ser de extensión suficiente para el
sostenimiento de una familia.

LA POBLACIÓN APTA PARA RETORNAR AL CAMPO

O PARA DIRIGIRSE A É L

Hay que vivir dentro de la realidad. Existe una m a s a enorme


de población ruml que ha emigrado al extranjero, y de una manera
mas o menos permanente y volandera presta su sangre y sus brazos
a la agricultura de otros países, sobre todo Francia, en bus caunos, de
mejores jornales, y otros para huir de la miseria y de la necesidad que
les arroja de sus hogares nativos. Esta m a s a rural a la que puede pre-
pararse e instruirse fácilmente para el cultivo del riego, si se la llama
y estimula y le tiene cuenta, es indudable que irá él y sus familias a
las zonas regables, que necesitan hoy con apremio para ser utilizadas
población abundante rural.
Para ello, precisa que se les proporcionen medios y auxilios
para volver a la tierra y estímulos para trabajar y permanecer en ella.
Es indudable que en la situación actual de las tierras disponibles para
el riego por virtud de los canales y pantanos existentes, y en vista de
las sucesivas e importantes ampliaciones que pueden hacerse, aquellos
hombres venidos del campo con sus familias que se hallan avecin-
dados en las ciudades y poblados, pueden volver a la tierra. Seguro es
que esto se obtendrá, de los que se hallen sin empleo o sin esperanza
inmediata de obtenerlo, pues^en los demás, se hallará resistencia a tro-
— 41 —

car la vida floja de trabajo de las urbes, y los esparcimientos, anejos a


ella, con la ruda faena del c a m p o .
Existen planteados pues, una serie de problemas que para re-
solverlos acertadamente, se necesitan como repetidamente afirma-
mos, del concurso de todos.
Hay que hacer un público pregón y anuncio oficial en el ex-
tranjero, brindando el retorno a los españoles con el auxilio de pasa-
jes gratuitos y decidida protección a los que quieran volver a la pro-
pia tierra.
Para la obra necesaria de colonización a realizar a lo largo
de los canales, o en los lugares que reciben las aguas de los panta-
nos, hay con urgencia que llamar a estos hijos de España, que como
decía no h a c e muchos años en una Memoria oficial el cónsul español
en Oran: «Donde disminuye la población española es menor la rique-
za del pais, por falta de hombres expertos y sufridos para cultivar
tierras extensas y y e r m a s . » Y añade más adelante: «A fuerza de sudo-
res y desvelos los españoles han convertido estos tórridos suelos en
esponjosas tierras que hoy alimentan verdaderos jardines. Han cons-
truido con gran fatiga para el cuerpo y peligro para la salud, ferroca-
rriles, carreteras, saneando terrenos pantanosos, explanando yermos,
metidos constantemente en lodo de lagos pestilenciales. Con peligro
de la vida son obligados y requeridos nuestros hermanos para el
transporte de materiales de guerra siempre que ocurren rebeliones
árabes.»
La m a s a joven, robusta, que emigra y lucha con los e l e m e n -
tos, auxiliada, protegida, es indudable que en E s p a ñ a puede crear ve-
neros de riqueza y de trabajo.

LA INDUSTRIA AGRÍCOLA Y LA VUELTA AL CAMPO

En este c o n g l o m e r a d o de gentes sin trabajo, hay millares de


hombres y mujeres fuera del campo, que han vivido y trabajado en
el ambiente de la fábrica y del taller, y que no conocen, ni sienten,
la vida rural y hasta la menosprecian y que hoy se encuentran sin
trabajo y lo que es peor, sin grandes esperanzas de que la situación
— 42 —

en mucho tiempo mejore; primero por la profunda crisis que en todas


las naciones sufren las industrias, procurando a toda costa invadir
los mercados extranjeros y cerrando el propio, y valiéndose de toda
clase de argucias y artimañas diplomáticas para obtener convenios
comerciales favorables, segundo; porque el cierre, paro y disminución
del trabajo de nuestras industrias, tiene determinado para el por-
venir, el ahorro de la mano de obra con las maravillosas máquinas
y artefactos modernos, que automáticamente van eliminando al
hombre y a la mujer.
Decía Mr Meline en su obra Le retour a la terre: ya que la
industria absorve la atención y las actividades y llama a los capita-
les, procuremos todo lo posible industrializar la agricultura.
La salvación de nuestra agricultura está en explotarla y con-
siderarla como una verdadera industria, con organización comercial
de los sindicatos que necesitan difundir los productos abaratándolos
y asegurando su bondad y pureza. No caben en estos abreviados
apuntes, más que indicar el camino a seguir, después de una larga
experiencia y contacto con la vida rural.
Para salvarse, hay que romper con la rutina de salir del paso
en épocas de aguda crisis, con dar limosnas más o menos disfrazadas,
y contemplar el doloroso espectáculo de tantas angustias no menos in-
tensas, por ser calladas, silenciosas y poco conocidas. En los actuales
momentos no es lícito sin incurrir en grave responsabilidad, estar con
los brazos cruzados, viendo indiferente la situación en que se en-
cuentran millares de hermanos nuestros que sólo piden pan a cambio
de trabajo.

COMO DIRIGIR AL CAMPO, A LA MASA DE OBREROS Y


OBRERAS EXCEDENTES DE LAS INDUSTRIAS
TEXTILES Y DE OTRA CLASE

Para los poderes públicos, y para todos los que tienen el


deber de preocuparse de estas hondas cuestiones sociales y econó-
micas, existe planteado el siguiente dilema; O se abandona a su pro*
— 43 —

pia suerte al considerable número de infelices obreros sin trabajo, o


hay que atenderlos, auxiliarles con dinero o reparto de especies du-
rante el paro forzoso, o bien y esto es lo que procede en bien de
todos, y de su propia dignificación, procurar a toda costa el propor-
cionarles a d e c u a d o trabajo.
Hay que ver la realidad y las necesarias transformaciones
de los tiempos. Y a que la industria repetimos, absorve la agricultura
antigua, hay que modernizar a esta, estimulando los brazos y los es-
fuerzos y los capitales, para que se dediquen en el campo o implanten
industrias derivadas de la agricultura en puntos donde exista o pueda
darse ventajosamente y barata la primera materia. Por ejemplo, en las
huertas de Tortosa una población rural densa, puede aprovechar el
riego y fomentar el cultivo de la huerta y árboles frutales, productos
primerizos escogidos, seleccionados. La industria conservera que
existe desarrollada en algunos puntos, pero incipiente rudimentaria
en muchas otras de España, puede tomar bien montada, con auxilio
del comercio, vias de comunicación terrestres y marítimas, conside-
rable desarrollo, y dar empleo y buenos jornales y bienestar, y có-
modas viviendas a muchas miles de familias desvalidas.
Tarea larga sería ennumerar la serie de pequeñas industrias
derivadas de la leche y de la ganadería, y la riqueza a explotar en
avicultura y apicultura y en los residuos de la vinicultura y oleicultu-
ra y otras en que pueden hallar empleo los obreros alejados hoy del
c a m p o . En 1921 existían en España 1590 fábricas destinadas a la
producción de alcohol. La importancia de la fabricación de azúcar
obtenida de la remolacha, la pregona que en 1922 p a s ó de 9 1 5 mil
toneladas y la obtenida de la caña de 9 3 mil toneladas.
PARTE TERCERA

EL PEQUEÑO RIEGO ES UN ELEMENTO O FACTOR EFICAZ

PARA RETENER EN LA TIERRA

¿Que es pequeño riego? En defecto del regadío natural que


procede de las aguas de rios y fuentes, que no existen en todas partes
en España, antes por el contrario escasean, se utiliza el riego artificial.
Éste se denomina pequeño regadío y utilizan en el caso mas general,
aguas subterráneas, de corto caudal, alumbradas por medio de pozos
y galerías y elevadas mecánicamente, destinadas comunmente al rie-
go por el mismo propietario o usurario de la explotación hidráulica.
La provincia de Valencia ofrece sin embargo un notable
ejemplo del vuelo e importancia que allí tiene el pequeño riego. En
el congreso celebrado en Valencia, se citaron datos interesantes sobre
su provincia y la de Castellón. Existen pueblos como Villarreal que
cuenta 4 9 pozos de 3 0 a 5 0 metros de profundidad, que riegan 1.000
hectáreas y de las cuales 7 pertenecen a particulares y los 4 2 restan-
tantes a sociedades de labradores por lo muy dividida que e s t a l a pro-
piedad.
Según una memoria, los pequeños riegos, son aquellos dota-
dos generalmente de un caudal de aguas reducido, establecidos por
los particulares en su propiedad o bien basados en la concesión de
una mina de aguas subálveas. Se añade; los pequeños riegos pueden
aprovechar aguas visibles pero generalmente utilizan las invisibles,
iluminando y captándolas por labores de galería, pozos artesianos,
o pozos con elevación mecánica. Existen en la provincia de Valencia
— 45 —

más de 6.000 norias de tipo antiguo. Las muchas que se han estableci-
do recientemente, y unos 8 0 0 aprovechamientos de tipo moderno, ex-
traen cuando funcionan 2 4 . 0 0 0 litros por segundo cuyo caudal equiva-
le a un rio de aforo de 10 metros cúbicos por segundo.
Bien que no existe una clara definición de lo que se entiende
por pequeño riego, a mi juicio todos comprendemos su carácter y al-
c a n c e en general, comparando el aprovechamiento de las aguas y cul-
tivos de las grandes zonas de riego, procedentes de canales, panta-
nos y grandes embalses, por lo común de carácter general con el pe-
ño regadío que tiene destacado un carácter local, y en la mayor parte
de las v e c e s de uso individual, aun que s e a por aguas superficiales, o
Jo que es mas corriente por aguas subterráneas o subálveas.
Como se ha indicado existen las c o m a r c a s típicas del peque-
ño riego aunque rieguen muy numerosas tierras c o m o en Valencia, y
Gastellón, y que han creado una inmensa riqueza, y en Cataluña apa-
rece como una maravilla a fuerza de trabajo en muchos puntos.
El Campo de Tarragona, también ofrece un prodigioso ejem-
plo de la importancia que el pequeño riego tiene en la vida rural de
una c o m a r c a . El ingeniero señor Mallada, que tanto ensalzó los pri-
mores y el valor de aquel dilatado Campo, dice: «Se deben, no sólo a
la bondad de su clima, sino a la especial cultura e infatigable laborio-
sidad de sus habitantes, quienes aprecian como es debido la influen-
cia del agua en la vegetación y, sin disponer de corrientes constantes,
perforan pozos y abren galerías donde quiera que sospechan la pre-
sencia del más insignificante manantial, la recogen en albercas y la
conducen en canalitas con mucho acierto arregladas. Saben que bajo
una costra de estéril y compacto traventino hay lechos arcillosos o
arcillosabulosos que pueden procurarles excelente tierra de labor, y
a p e n a s hay pulgada de terreno que no haya sido abierta a fuerza de
pólvora y trabajo, para convertir los en otro tiempo yermos eriales, en
productivas posesiones.»
Corresponde a Cataluña una buena parte de esta total exten-
sión de terreno, dedicado al cultivo intensivo. Pueden calcularse en
unas 3 0 0 . 0 0 0 las hectáreas de terreno mejor o peor regadas. El esfuer-
zo catalán se ha distinguido m á s en el pequeño riego que en el gran-
de, entendiendo por pequeño riego el que se realiza mediante ace-
— 46 -

quias y norias o por medio de aprovechamientos de aguas subterrá-


neas, siguiendo de ordinario el curso de los ríos. La utilización de
éstos en Cataluña, con pequeños riegos, es bastante completa. Vayase
dónde se vaya no se verá ningún pueblo ribereño que no tenga sus
acequi is y sus pozos, con los que aprovecha las aguas de las corrien-
tes que atraviesan. La provincia de Lérida, más favorecida que las
otras en caudales de aguas, es la que más los utiliza en usos agrícolas.
En Cataluña de antiguo se ha dado pues toda la importancia
que tiene al pequeño regadío, y es de lamentar que no haya tenido
la debida protección.

EL SECANO ES E L FACTOR DOMINANTE EN ESPAÑA

En nuestro país, el problema de la conquista del s e c a n o y


su aprovechamiento es fundamental. Hoy los riegos solo tienen una
superficie del 6 ° / del total que se cultiva, y a fuerza de sacrificios
0

y constancia a lo sumo que podemos aspirar, es extender el regadío


constante al doble del actual, dentro de algunos años. Casi todo el
país ha de seguir siempre dominado por el cultivo leñoso, arbustivo
de secano (en ciertas regiones la vid, el olivo, el algarrobo), el precario
de cereales y una limitada clase de forrajes. El secano es una fatalidad
de nuestro suelo, y de nuestro clima pero tenemos que sufrirla y
adaptar la vida agraria a él, remediando en lo posible los efectos.
Como negar la evidencia de esta fatalidad del secano en
España cuyo efecto se nota en todos momentos. Con razón dicen
algunos:
«Allí donde el cultivo es de secano, se constituye en seguida,
por tendencia natural, el latifundio, la plaga más tremenda de nues-
tros campos.
El labrador que tiene una pequeña hacienda y ha de vivir
de ella, no puede resistir, muy a menudo, una serie de años malos, y
sí se presentan ha de llenarse de deudas para, al fin, tener que emi-
grar. Por otra parte, el bajo valor de la tierra hace posible su a c a p a -
ramiento en pocas manos, entregándose a arrendatarios que viven
— 47 -

pobremente en una especie de esclavitud miserable, lo que perpetua


los antiguos y antieconómicos cultivos. En cambio, el regadío recom-
pensa el trabajo individual y aumenta el valor de las tierras.
El pequeño propietario, se encuentra con el pan seguro y
toma cariño a su finca, de la que no se aparta. Por su parte, el gran
propietario se v e compelido a entregar sus tierras a terratenientes
que, con su trabajo constante, la hacen producir mucho más que no
lo haría él mismo y que gradualmente van transformándose de arren-
datarios en propietarios.
Esto es evidente y significa que el cultivador que no puede
subsistir tiene forzosamente que emigrar, sino tiene a su disposición
poca o mucha agua, para las necesidades de la vida y poder contar
siquiera en una mínima parte del terreno que cultiva, con casi segura
Gosecha para el sustento y pago de arrendamietos, y pago de gastos
de abonos, semillas.»
La sequía, la falta de a g u a no solo para el riego, sino para
el uso de aguas potables para el hombre y el g a n a d o , es otro factor
que influye poderosamente en la despoblación de los campos.
Como se ha hecho constar en los Congresos de Riego; La
mayoría de nuestras pequeñas poblaciones rurales carecen de agua
potable o la que disponen es e s c a s a o deficiente.
Son muchas las fincas de alguna extensión, lo mismo en la
zona alta del litoral que en la meseta central, que poseyendo cente-
narias de hectáreas de cultivo de s e c a n o , no tienen ni una tahulla de
huerta y hasta en la mayoría de los c a s o s ni pozos de agua donde
surtirse para las necesidades domesticas y para abrevar los ganados,
sirviéndose de los algibes de agua de lluvias (donde los tienen), lo
que constituye un gran peligro para la salud de las personas y de los
animales.
Costa con certera visión a b o g a b a por el aprovechamiento
del solar patrio, por medio de riego, convirtiendo estepas y margales
calíferos en tierras de labor y citaba varios ejemplos de los milagros
que obró en su propia tierra, el a g u a sometida al poder del hombre.
La sustitución gradual y hasta donde sea posible del cultivo
de cereal, por prados y arbolado, equivale a dar solución al problema
rural. El buen sentido pone de relieve, que el hombre por natural
— 48 —

instinto, a m a y busca lo que le tiene cuenta, y acrecienta su bienes-


tar, y esto lo puede hallar con el aumento de la producción haciéndolo
más renumerador, y con disminución de trabajo. Con el riego aun
que sea el pequeño, no tiene paro en su trabajo. Costa cifraba
con razón, grandes esperanzas en el desarrollo del cultivo de los
árboles frutales, obreros decía que están en ejercicio noche y día
durante nueve meses del año. Es como decía el propio Costa, poner
al alcance de los jornaleros, artesanos y labradores humildes, el
cultivo de la huerta, que aún reducido a su mínima expresión, ofre-
ce un suplemento de recursos y de ingresos y salva la vida de las
familias menesterosas en años de crisis y como dice muy aguda
mente el pueblo en un refrán; «Al año tuerto, el huerto; al tuerto
tuerto, la c a b r a y el huerto; al tuerto retuerto, la cabra, el huerto, y el
puerco.»
Donde existe el riego, aun que sea reducido, existe la b a s e
de una Agricultura casi segura, que disminuye los riesgos fatales que
en si lleva la sequía. El que tiene tierra de regadío, posee tierra que
tiene valor indiscutible y por consiguiente crédito. Con c o s e c h a s tan
inseguras como son las cosechas de s e c a n o de nuestro país solo s e
halla dinero y aun no siempre a tipos, muy usurarios.

LAS ESTEPAS Y MESETAS DE ESPAÑA

El libro editado por la casa Real de Prosper Reyes, sobre las


estepas de España y su vegetación, contiene interesantes datos sobre
los 7 2 . 0 0 0 kilómetros cuadrados de terrenos esteparios. Estos corres-
ponden a Castilla, unos 22.000 kilómetros el resto se halla en Aragón,
Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía. En la meseta septentrional
de Castilla, la mayor extensión esteparia mide unos 3.500 kilómetros.
Estepa es el suelo en que domina extraordinariamente la ar-
cilla o la cal y en pequeñas cantidades el mantillo.
Según el doctor Reyes la mayor parte de estas zonas estepa-
rias podrían convertirse de paramos incultos calvos de arbolado y de
vegetación, en terrenos aprobechables, los que y a no lo están.
Pueden en ellos darse formaciones forestales, y plantas forrajeras,
— 49 -

como son pinares, encinares, alcornocales, espártales, juncales, reta-


mares, tomillares, palmeras, y en algunos naranjales, olivares, viñe-
dos, azafranales... lo que atestigua — d i c e — cuan injustamente se
llama estériles a los suelos esteparios. Las estepas — a ñ a d e — ni
están incultas y deshabitadas m á s que en pequeñas zonas.
El propio doctor Prosper Reyes, dice: No se puede hoy enga-
ñar a las gentes diciendo que estas regiones esteparias no se cultivan
por falta de agua, y clima desigual. En todas las regiones de nuestras
estepas he podido ver restos de bosques, de dormidas conduciones
de aguas romanas, árabes, indicios claros de aguas subterráneas y
gran número de manantiales perdidos en la soledad esteparia.
Dice también el doctor Reyes: Las estepas de España incul-
tas hoy, en gran parte, atesoran manantiales de riqueza, se han culti-
vado y han estado cubiertas de bosques en otro tiempo y contribuye-
ron a la exitencia de la Nación.

ESPAÑA TIENE EN SUS CAMPOS EL ENEMIGO MORTAL

DE LA SEQUÍA

Decía una memoria publicada por el boletín de la Comisión


del m a p a geológico de España: Es creencia general que la sequía que
se deja sentir en gran parte de las tierras peninsulares, es debida a
que no llueve lo suficiente... pero hay que añadir, que a pesar de no
ser muy lluvioso el cielo en parte de nuestro país, se pierde una ri-
queza inmensa por falta de aprovechamiento del agua de lluvia, y de
regularización del curso de los rios.
Es indudable que si el agua de lluvia no desapareciese en
su mayor parte por evaporación, y por curso torrencial, antes de p e -
netrar algo profundamente en la tierra, bastaría con la que cae en for-
m a de lluvia, escarcha, nieve o rocío en toda la extensión de la P e -
nínsula Ibérica.
Es un hecho la penetración de las aguas a través de las fisu-
ras de los terrenos. Los más duros é impermeables, están atravesados
por multitud de cruceros, fallas, quiebras y conductos, por donde el
— 50 —

agua penetra a g r a n d e s profundidades y circula recorriendo grandes


distancias.
En el problema de la sequía, tienen gran importancia las
aguas subterráneas, cuyas corrientes producen el movimiento del agua
en el interior de la tierra, unas v e c e s siguiendo conductos y c a v e r n a s
naturales, y otras por filtración a través de terrenos porosos y permea-
bles, y a siguiendo el lecho de arena, de los rios, o y a fuera de dichos
cauces. La caraterística de estas corrientes es su e s c a s a velocidad,
bien que muy variable.
Dice también el Informe técnico: Para obtener agua, aprove-
char el agua de lluvia, es preciso que las obras que se realicen se
ajusten con arreglo a tres principios.
Primero. Sujetar, detener y hacer infiltrar en el terreno el agua
de lluvia caída en los sitios elevados.
Segundo: Almacenar, regularizar, descubrir y distribuir las
a g u a s en los parajes de altitud media, y
Tercero: Desecar, sanear, y facilitar la salida de las aguas en
los parajes bajos, encharcados y pantanosos.
Si estos preceptos se cumplen, se obtendrán los resultados si-
guientes:
Primero: Sustraídas las aguas de lluvia prontamente de la
superficie del terreno, quedarán preservadas de la enorme pérdida
producida por la evaporación y por el curso torrencial.
Segunda: Empapada el agua en el terreno, quedará éste hú-
medo y dispuesto para mantener la vejetación lozana, aunque falten
lluvias y riegos, y se sostendrá largo tiempo corriendo las fuentes y
manantiales de los lugares más bajos, aún en las épocas de sequía.
T e r c e r a : Detenidas las aguas en los parajes elevados, se evi-
tará el arrastre lento y continuo de las tierras y los estragos produci-
dos por las inundaciones.
Cuarto: Se regularizarán extraordinariamente las corrientes
de los rios, puesto que el agua que penetra en el terreno, jamás es
perdida, porque puede sacarse al exterior, o surge naturalmente en las
fuentes y manantiales que alimentan a los arroyos y a los rios.
Quinto: Se g a n a r á para la agricultura gran parte del terreno
que ocupan las ramblas.
— 51 —

Sexto: Se reducirá el coste de las obras de construcción y


conservación de los puentes.
Séptimo: Se harán útiles y saludables muchos parajes hoy
casi inhabitables por efecto del paludismo, y podrán aprovecharse
terrenos actualmente improductivos por e x c e s o de humedad, o mala
calidad del terreno.

RIQUEZA PERDIDA

Asombra realmente el e x c e s o de riqueza perdida en E s p a ñ a


por descuido, indolencia e imprevisión a la vez que entristece el
pensar en el número de víctimas, perdidas y desastres producidos por
las inundaciones que se hubieran podido evitar. Existe el interrogante
para el porvenir, para acudir a la enmienda.
Al remedio todos deben de contribuir. El error fundamental
de la economía nacional y de ello nos h a c e m o s eco con repetición,
es fiarlo todo, esperarlo todo de la acción del Estado, cual si los
recursos de este no fueran limitados, y el aumento de gastos no de-
biera traducirse en aumento de agobiadoras contribuciones que abru-
man a la producción y la e n c a r e c e n , y dificultan su aumento y cir-
culación.
Cuantas mejoras de defensa en los rurales para el aprove-
chamiento del agua, saneamiento y otras mejoras, hay que se habrían
logrado con el esfuerzo de las colectividades interesadas.
Hay que ir a las entrañas de los problemas y el más esen-
cial en España, es aprovechar el agua, c o m o dice un ilustrado informe
técnico publicado por el Boletín del mapa geológico de España en
1873. En un país tan montuoso y de altitud tan elevada como España,
en que la lluvia es irregular y torrencial, es necesario detener el
m a y o r tiempo posible las aguas de lluvia en el mismo terreno que
c a e n dando lugar a que éste se imprengne de humedad abundante,
no en los terrenos bajos, donde frecuentemente perjudica el e x c e s o
de ella, sino en los altos y montañosos
Es preciso con urgencia y con el menor gasto posible,
realizar un conjunto de obras, para la m á s eficaz retención, e infil-
— 52 —

tración de las aguas de lluvia en el terreno, cuando m á s elevadas,


escarpadas, y secos sean los parajes y facilitar la salida de aquellos
en los bajos y pantanosos.
Es necesario repoblar de arbolado y arbustos algunos mon-
tes, labrar la tierra por surcos horizontales; plantar bardales a lo largo
de las curvas a nivel del terreno; ejecutar zanjas, muretes, y bancales
a lo largo de las curvas a nivel del terreno; ejecutar zanjas, muretes,
y bancales en las laderas de las montañas; establecer obstáculos y a
por medio de líneas de árboles o de otra manera, a los vientos s e c o s
estacionales, construir presas en seco en los orígenes de los cauces;
hacer plantaciones en las márgenes de los arroyos, disponer embal-
ses pequeños y grandes, al descubierto, e x c a v a r pozos y cisternas y
galerías subterráneas
Observó con mucho acierto el Sr. Keller en el Congreso de
riegos de Valencia, que los que disfrutan de regadío como los labra-
dores de Valencia y de Murcia y de otras regiones, no saben lo que
representa en el interior, en Castilla por ejemplo, alrededor de los
pueblos ver, algunas pequeñas huertas que constituyen verdaderos
oasis. Tiene decía; una importancia capital social porque esa utilidad,
belleza, y alegría que produce la vegetación, h a c e que el labriego se
aferré al terruño Si consiguiéramos, añadía, que todos los pueblos
de España, por pequeños que fuesen, estuvieren rodeados de una
zona más o menos grande de huerta, habríamos realizado una gran
labor social.
P a s a con la tierra de secano en España y en todas partes,
lo que p a s a hoy con los grandes barcos de vela. Hoy todos necesi-
tan como complemento auxiliar, el empleo de ciertas máquinas movi-
das a vapor, gasolina o fuerza eléctrica. El terreno de secano arraigará
al que lo cultiva, si junto a las grandes extensiones que requieren el
barbecho, y el cultivo en general extensivo de secano, tiene una mí-
nima parte junto a la vivienda, que sea de regadío. Claro está, que el
ideal es ir extendiendo el gran regadío, pero esto tiene un limite pru-
dente aconsejado por la potencialidad del país, pues según se h a
indicado, el riego exije un conjunto de factores de población gasto
e inteligencia, sin las cuales resultará siempre un fracaso.
Es posible extender el pequeño regadío y fomentar las huer-
— 53 —

tas? Qué duda c a b e . En el interesante trabajo que el ilustrado inge-


niero de minas Sr. Ros presentó en el Congreso de riegos de Valen-
cia, se h a c e la siguiente declaración. «Sin temor de equivocarnos,
podemos afirmar que, aunque el conjunto del suelo patrio sea mucho
menos propicio que el literal Valenciano, el aprovechamiento de aguas
superficiales en el pequeño riego, hay individualmente en la Penín-
sula, varias extensas zonas tan idóneas para este objeto como puede
serlo el litoral de Valencia.
En las aguas subterráneas, es donde en casi toda España se
encuentran aguas para el pequeño riego. Es indudable que además
de las fuentes y manantiales que surgen en el exterior, existen bajo
la c a p a terrestre un número asombroso de corrientes de agua. Cono-
cer por donde y como circulan estas corrientes, tiene un valor incal-
culable para nuestras sedientes tierras. Como dice la convocatoria del
concurso de zahories anexo al Congreso IV de riegos de Barcelona,
desde h a c e mucho tiempo ocupa la atención de los técnicos el estu-
dio de los procedimientos de busca y determinación de las aguas por
medio de ciertas prácticas y aparatos.
La teoría de las varillas sensitivas y adivinatorias ha pasado
del terreno de las burlas a las veras, y si bien no se explican las
c a u s a s de los fenómenos, hay que admitir muchas v e c e s los resulta-
dos. De todas suertes, es necesario no perder ocasión, ni esfuerzo,
para difundir el pequeño riego como b a s e fundamental y necesaria
para retener el cultivador en la tierra.
Los poderes públicos que desde h a c e algunos años, consa-
gran muchos millones al gran riego, es preciso que protejan también
eficazmente el pequeño, única manera de evitar la deserción fatal,
que en si lleva el solo cultivo de s e c a n o . Este como han puesto de
relieve los más ilustres técnicos españoles, tiene su salvación fomen-
tando la ganadería, y sembrando forraje apropiado; pero el hombre y
el ganado necesitan a d e m á s tener agua.
Una de las protecciones que los gobiernos pueden dar para
fomentar el pequeño riego es el facilitar la busca e investigación con
los aparatos de sondeo junto con el personal del cuerpo de minas.
Factor también principal para difundir el pequeño riego, es que se
extienda y abarate la fuerza eléctrica.
— 54 —

Tema es el de los pequeños riegos inagotable y que e s


preciso que ocupe la atención constante de todos, pues es fundamen-
tal para la nuestra agricultura.
Si en algún c a s o está justificado el auxilio del Estado, es en
pequeño riego, que es una o b r a i n t e n s a s o c i a l , para retener las fa-
milias rurales desvalidas en el campo. Deben cooperar a la acción
del Estado, las c l a s e s directoras, los grandes terratenientes e interesa^
dos en la tierra.
El pequeño riego es de interés inmediato para los p o b r e s
agricultores que necesitan además, para salir del estado angustioso en
que están los siervos del secano, de la asociación. Existe por fortuna
y a y con mucha vitalidad en algunos puntos, ía asociación y c o o p e -
ración, pero es necesario extenderla, pues sin ellas no hay sal-
vación.
PARTE FINAL

LA REINTEGRACIÓN

Este es un problema intenso, hondo, a la vez agrícola y


social. La emigración en diez años ha aumentado en España en un
cien por cien, y los campos se van despoblando, cuando existen
tierras incultas o deficientemente cultivadas en la proporción de 47
a 4 8 °/ . Las causas son harto notorias y sabidas, y es urgente acudir
0

en lo posible al remedio de males añejos y profundamente arraigados,


sino queremos ver morir por consunción y abandono, el ramo de ri-
queza único fundamento y b a s e de los demás de nuestra patria.
En la emigración de los campos, hay una gran corriente, sin
duda la mayor, que se dirige a las grandes urbes hasta el punto de
que por ejemplo, Barcelona según datos oficiales, alberga en su seno
una población cuyo 4 0 ° / es forastero, procedente principalmente del
0

c a m p o y casi lo mismo acontece, en Madrid. Aunque esta corriente


excesiva constituye un gran perjuicio para la agricultura, es un mal
menor y tiene su compensación, cuando los inmigrados hallan útil,
constante y renumeratorio empleo en la industria, comercio o bien
en los oficios y colocaciones. Mas los hechos demuestran con deso-
ladora evidencia, que existe en las grandes ciudades una masa enor-
me de gentes, de familias, que aptas para el trabajo, no hallan medio
para subvenir a su subsistencia, ni tienen decoroso albergue. Esta
m a s a de gentes viene a aumentar el contigente del conglomerado
anónimo, que en ocasiones es explotado por los enemigos del orden
social.
La manera como viven la mayoría de gentes sin trabajo, o
— 56 —

que no lo tienen seguido, sobre todo las mujeres, bajo el punto de


vista higiénico, y el moral, constituye un triste cuadro que conocen
o adivinan todas los personas que sienten preocupación por estos
problemas.
Estos motivos me indugeron a presentar en el Congreso In-
ternacional celebrado en Madrid, la siguiente moción que tuve la
honra de que fuera aprobada por unanimidad.
«Dada la urgente necesidad de remediar en lo posible, el ac-
tual funesto éxodo rural, se impone el procurar por todos los medios,
reintegrar a los c a m p o s , a las familias de labradores, que invaden las
grandes ciudades, y carecen de recursos y ocupación, hecho que
constituye en primer lugar, un grave perjuicio para la clase obrera,
que con el e x c e s o de población, v e aumentada la oferta sobre la d e -
manda de brazos, y es motivo además, de seria preocupación para
los municipios, para el mismo Estado y la sociedad en general, que al-
berga en su seno, una m a s a flotante, inquieta, mísera, desvalida, a la
que tiene el deber de socorrer, por el único medio digno y eficaz, que
es el trabajo.»
«A este fin, sería conveniente; primero: Que los Municipios de
las grandes ciudades, con el concurso del Estado, y de la provincia
constituyeran Juntas tituladas de reintegración a los campos, para
procurar de un modo práctico y eficaz, que vuelvan a los mismos, las
familias de cultivadores sin trabajo, proporcionándoles para ello, me-
dios y facilidades.»
«Segundo: Las clases directoras, cumpliendo el ineludible de-
ber que tienen de interesarse por los problemas sociales que a todos
afectan, deben coadyuvar a la obra de reintegración a los campos»
agrupándose, constituyendo centros de acción social, allegando recur-
sos para proporcionar terrenos, instrumentos de trabajo, abonos, se-
milas, etc. etc., a familias de cultivadores que quieran volver a las
tareas agrícolas. A este fin, dicha Junta, debería hacer activa propa-
ganda, reunir fondos procedentes de donativos y suscripciones, lote-
rías, etc. etc., pidiendo al Estado el uso de terrenos baldíos (lotes de
terreno regables en los canales y grandes obras de riego en que inter-
viene el Estado) y abriendo concursos y haciendo llamamientos altru-
istras a las empresas de grandes riegos, a los propietarios y munici-
— 57 —

pios rurales, adjudicando a los mismos, medallas, diplomas y distin-


ciones honoríficas. El mismo Estado, debería crear una distinción es-
pecial de carácter social agrícola, para premiar y servir de estímulo a
a los que coadyuvaran a la obra de reintegrar familias de braceros al
c a m p o . También con leve sacrificio, podrían p r e s t a r a aquella obra su
concurso, las Compañías de ferrocarriles, facilitando el transporte, de
personas, útiles y efectos de menage.»
Como condición y complemento de la anterior moción en el
propio Congreso Internacional, se votó también por unanimidad, que
debía recomendarse que las familias o individuos pobres, sin trabajo,
establecidos en las grandes urbes procedentes del campo, antes de
procurar reintegrarles a ellos, debían hallar en una propiedad del
Municipio, Diputación o del Estado, su regeneración material y moral.
Profundamente convencido de que las orientaciones seña-
ladas en ambas mociones, patrocinadas por personas de prestigio,
entusiastas por el bien, amantes de su patria, podrían conducir a
realizar una obra social importante y trascedental, no vacilo en repro-
ducirlas de nuevo, para que se medite sobre ellas, y se v e a si con las
oportunas ampliaciones y modificaciones, puede llevarse en B a r c e -
lona y otras partes, a la práctica.
La creación de una granja de patronato particular, modesta
en un principio, donde cada día se diera instrucción práctica agrícola
sobre todo es la pequeña industria lechera, avícola, apícola tan impor-
tantes en el resto de las naciones de Europa, donde se diera cabida
a la enseñanza de la mujer (managere), sería un plantel de útiles y
buenos obreros al ser reintegrados al c a m p o , dando a unos, auxilios
para que se establecieran por su cuenta con sus familias, o procu-
rándoles a otros empleos en propiedades particulares dónde serían
excelentes elementos para el progreso de nuestra agricultura. El Pa-
tronato debe ocuparse también, de la reintegración a nuestros campos,
de los agricultores españoles emigrados al extranjero.
A c e p t a d a la idea, todo lo relativo a la organización y medios
de llevarlos a la práctica ha de ser la misión de las ilustres personas
que con espíritu altruista, formen la Junta social de Reintegración de
obreros al campo.
- 58 —

LAS CIRCUNSTANCIAS OBLIGAN A QUE SEA H O Y URGENTE

L A REINTEGRACIÓN AL CAMPO

Aparte de los intereses nacionales agrícolas, existe la cues-


tión de humanidad que exije, que no abandonemos a los obreros sin
trabajo. Es un deber social que todos debemos llenar.
Desde que presenté la anterior moción aprobada por unani-
midad en el Congreso Internacional de Agricultura que se celebró en
Madrid, en 1911 las circunstancias han agudizado el problema de la
despoblación de los campos. A la vez, estas mismas circunstancias,
hacen que existan hoy factores y elementos nuevos que hacen más
fácil y necesario lo que en otro tiempo era difícil y no tan perentorio.
En primer lugar; no estaban adelantadas aun, muchas obras
de riego, y no existían las zonas regables que exijen de un modo
apremiante brazos y aumento de población y de interesados en la
tierra.
Además, no existia como hoy, el apremio de dar trabajo y
sustento a millares de familias que abandonaron el campo por la
industria y que se encuentran a consecuencia del paro, en situa-
ción c a d a vez más angustiosa.
Existen hoy, unas instituciones y centros (algunos nuevos)
que tienen el deber de ocuparse de la reintegración. La Junta central
de Colonización presidida o bajo la dirección del Ministerio de Tra-
bajo; las Juntas de obras, por ejemplo, la de los riegos del Alto Ara-
gón, que como ha declarado el Gobierno, m á s que tal, es una Junta
de carácter social; finalmente las Confederaciones Sindicales Hidro-
lógicas, que tanta interverción tienen en los asuntos del riego. Existe
conjuntamente con las mencionadas Instituciones, el Estado y los
organismos que de él dependen, con el deber de atender y secundar
las iniciativas para reintegrar al campo a tantos infelices que se hallan
sin trabajo y d e s a m p a r a d o s .
Los municipios y las autoridades sobre todo de las grandes
urbes que se ven congestionadas por un e x c e s o de población desvalida
— 59 —

que no encuentra ocupación, ni decorosa vivienda y que se hallan


ante conflictos serios sociales que han de resolver, tienen el deber
ineludible de abordar sin tardar, el problema de la reintegración al
campo.
En 1926 se celebró en París el tercer Congreso Internacional
de ciudades y a el acudió el Ayuntamiento de Barcelona y su dele-
gación presentó un Informe sobre la evolución de la ciudad, que cons-
tituye un interesante documento y una preciosa confesión. *La ciudad
dice, ha destruido la sociedad rural».
En vista de esta confesión de la delegación del Municipio
de Barcelona, por propio interés, por deber moral, y por múltiples
razones, nuestro Ayuntamiento debe tomar parte activa en los momen-
tos de crisis actual, a la obra de reparación del daño que la ciudad
h a c e al campo, y contribuir eficazmente al desarrollo de la obra de
la reintegración a la tierra.
Con clara visión del problema, persona de los prestigios del
Sr. Alvarez de la Campa cuando fué Alcalde de Barcelona, tuvo una
feliz iniciativa, que acogió entonces unánime la Comisión Permanente.
Después de trazar de un modo elocuente la situación creada por la
invasión de la ciudad de gentes venidas del campo, muchas que
viven en inmundas b a r r a c a s , y sin medios de subsistencia, considera
un deber del Municipio no prohibir la entrada, pero si facilitar ¡a sali-
da, y propuso a dicha Comisión y está aceptó, la creación de un
Comité o Junta integrado por personas de altura y competentes, y
entre ellas de delegados de la Diputación y Ayuntamiento. Esta
Comisión puesta en relación con las autoridades provinciales, el Go-
bierno, y los Centros, Asociaciones, Federaciones de Sindicatos agrí-
colas, y con los representantes de las fuerzas vivas de la industria,
tenía la misión de estudiar problema tan importante en todos sus
aspectos, y de buscar soluciones rápidas y prácticas.
El acuerdo queda en pié, y es de desear que el Municipio lo
cumpla. Al fin la reintegración al c a m p o , en estos momentos, es una
necesidad imperiosa y las necesidades de una u otra manera, al fin
se satisfacen.
En todas las grandes urbes, especialmente en Barcelona y
Madrid, cumpliendo un deber ineludible de ciudadanía, debe existir
— 60 —

una Comisión c a p a c i t a d a , que no sea una Comisión mas de adorno,


de floja actuación, sino al igual que existen en otros países.
En estos momentos, son bien notorios los servicios que pres-
tan dos asociaciones ciudadanas en Francia. La Maison et le travail
aux champs, y la titulada Le Retour au foyer. Están fundadas para r e -
mediar en lo posible la despoblación de los campos y la congestión
de las ciudades.
La pereza, el encogimiento, el pesimismo, tan cómodos para
el egoísmo, que acogen con sonrisa irónica, los esfuerzos altruistas, y
fallan de antemano que son inútiles e ineficaces, han de sentir verda-
dera vergüenza al enterarse de la actuación de aquellas entidades. La
Maison de Travail, según datos exactos, desde 1916 é p o c a de su fun-
dación, ha reintegrado a las regiones de origen rurales a 20.000 indivi-
duos la mayor parte con sus familias. El Gobierno francés ha r e c o n o -
cido y declarado ser institución de utilidad pública; a d e m á s dos altas
recompensas de la Academia e Instituto que son el premio Montyon,
y el Terhlet pregonan bien alto la utilidad y mérito de aquella acción.
Le Retour au Foyer presta grandes servicios a la obra social, y de él
forman como en la institución anterior parte, personas de todos ran-
gos y condiciones, avaloradas por grandes prestigios, abnegaciones y
sacrificios. Fundóse en Francia para s o c o r r e r l a s regiones devastadas
por la guerra, y ha seguido después trabajando para la vuelta y repo-
blación al c a m p o y sobre todo para fomentar las pequeñas industrias
agrícolas y enseñanzas menageres o del hogar. Es incalculable el nú-
mero de distribuciones que ha hecho de animales, plantas, útiles y
enseres, a d e m á s de hacer una labor infatigable en contacto con las
clases desvalidas. Interesante sería hacer un minucioso relato de la
obra, pero no entra en el propósito de estas abreviadas indicaciones
hacer una detallada explicación. La Junta de Reintegración que un día
u otro se formará y hago votos fervientes para que s e a pronto, recoge-
rá sin duda todas las enseñanzas, datos y antecedentes, para realizar
una labor sólida y eficaz.
A los que quieran seguir cruzados de brazos, y tengan grandes
deberes e intereses que defender, y aduzcan como escusa o pretexto
de inacción, que el mal no tiene remedio, y que el éxodo ha de seguir,
hay que decirles que con esta conducta no se combatiría, la tubercu-
— 61 —

losis, y tantos males que azotan y diezman la humanidad. Hoy se de-


be combatir sin tregua ni descanso, en favor de los desvalidos y con-
tra los males sociales.
Los poderes públicos están en España en la hora presente,
preocupados justamente de la situación del c a m p o y del paro de las
industrias. En Cataluña mismo, los industriales secundados por perso-
na de los prestigios del general Sr. Milans del Bosch, se ocupan de
defender nuestra industria, y de la falta de trabajo, con relación a mi-
llares de personas que se hallan en una situación c a d a día mas preca-
ria. El Fomento del Trabajo Nacional, la Cámara de la Industria, y
otras entidades y personas interesadas en salvar la industria, a la vez
que la agricultura, están también interesadas en la obra social de
reintegración al c a m p o y fundación y desarrollo de las pequeñas in-
dustrias agrícolas. La industria solo puede salvarse y competir con la
extranjera, empleando las máquinas más perfeccionadas, que ahorren
mano de obra, y que no sean inferiores a las extranjeras. Ello signifi-
c a que cada dia sobran más brazos en las aglomeraciones industria-
les de hoy, coincidiendo con la falta de población en los campos, que
no se cultivan o lo son deficientemente, y para colonizar las exten-
sas zonas regables, que c a d a día aumentan a lo largo de los ca-
nales, o junto a los grandes embalses y pantanos.

Son muchos por consiguiente los interesados en esta obra de


reintegración al c a m p o , que han de contribuir a que tenga una evo-
lución justa, razonable, la honda transformación que para salvarse ha
de sufrir la industria nacional en todos sus ramos.
Soy un convencido, de que en España existen hombres en
las clases directoras, que si quieren, y tienen voluntad, pueden como
en Francia, Italia y otras naciones, estar a la altura de los grandes
problemas sociales y económicos que hay que afrontar y resolver.
A estos hombres, hay que estimularlos, concederles medios para que
puedan realizar su labor. Mucho esfuerzo se necesita para encauzar
la opinión muchas v e c e s distraída, y floja, pero las clases directoras
han de tener en cuenta, que la crisis mundial apremia, y que no es
posible quedar rezagados, pues la nación que se atrasa y para en el
camino, queda a merced de las demás. Debe considerarse también
— 62 —

cuando se trata de la masa agrícola que si se la atiende es una fuerza


considerable, que bien conducida puede salvar a nuestro país.
La m a s a agrícola es como la fuerza de la corriente de un
gran río; bien encauzada, producirá inmensos beneficios al país; aban-
donada a sí misma, puede llegar a ser estéril y aun producir grandes
catástrofes. Las clases directoras han de actuar como poderosas tur-
binas que aprovechen y dirijan estas fuerzas, y si no lo hacen se for-
marán grandes y pestilentes charcas, dónde otras turbinas provoca-
rán movimientos que desquiciarán la sociedad.
En la situación grave presente, es preciso poner a contribu-
bución todos los esfuerzos y energías. Cuantas fuerzas se pierden
hoy estérilmente. Cuantos excesos de voluntad y energías derrocha-
das en cosas baladies, y que utilmente empleadas, darían incalculable
bienestar y riqueza al país.
Fijo tengo el recuerdo de una visita que y a en lejanos días
hice un día a un expléndido parque de recreo, lleno de vejetación y
de árboles copudos, y de frondoso ramaje, que contrastaban con el
aspecto de un campo cercano pobremente cultivado, raquítico, y no
pude menos de exclamar a la vista del primero ¡Cuanta savia perdida!
Con la asociación, con la unión de los que tengan conciencia
de su deber de ciudadanía España debe salvarse. Los obstáculos y es-
torbos de todo género son grandes, pero hay que vencerlos, y el indivi-
duo solo y aislado poco o nada puede hacer. Hay que tener presente
siempre el siguiente apólogo: Un viajero que p a s a b a por una montaña
vio cerrado el paso por una peña que en vano trató de remover y triste-
mente se sentó a su lado. Pasó otro viajero, que inútilmente también
intentó apartar la piedra, y lo mismo hicieron varios, uno tras otro sin
resultado. Entonces cayeron en la cuenta, de que unidos todos, podían
vencer el obstáculo, y juntos empujaron la roca que cedió y pudieron
seguir libremente el camino.
Resumen y Conclusiones

La población, es el primer factor para el cultivo de las tierras


en España y sin embargo es notoria la constante deserción en los
c a m p o s , emigrando millares de españoles al extranjero o invadiendo
y congestionando las ciudades y grandes poblados de la nación.
Segundo: Es un hecho evidente que coincide con el aban-
dono de los campos, la crisis industrial, y el paro de trabajo que deja
sin ocupación y medios de sustento a millares de familias, muchos
procedentes de puntos rurales, creando una situación critica, que ha
de preocupar hondamente a los poderes públicos y a todos cuantos
tienen el deber de interesarse en los problemas que afectan al país.
Tercero: Es otro hecho evidente, que dentro de nuestro
propio solar nacional, hay sin explotar, abundantes fuentes de trabajo
y de riqueza, sobre todo en la agricultura. Existen hoy dilatadas ex-
tensiones de terrenos regables, c a d a día en aumento, por efecto de
las grandes obras hidráulicas costeadas en todo o en parte, por el
Estado, y que requieren el fomento de la población y con urgencia
brazos para su aprovechamiento, y la multiplicación de los interesados
en la tierra, y difusión de la pequeña propiedad.
Cuarto. Los grandes riegos, son un factor esencial para
reintegrar al campo a muchos que lo abandonaron, pues no solo in-
t e r e s a a los que poseen o directamente han de cultivar la tierra, sino
que va anejo a la explotación de las zonas regables, la existencia de
— 64 —

una serie indispensable de trabajos y de oficios, auxiliares, y la crea-


ción y fomento de grandes y pequeñas industrias agrícolas.
Quinto: Los pequeños riegos, son un factor esencial para
fomentar la población rural y evitar en lo posible, el éxodo que des-
puebla los c a m p o s en España. Combatir la sequía a toda costa, sin
reparar en medios y sacrificios, asegurando el agua para el consumo
del hombre y del ganado y a la vez constituir el huerto siquiera mi-
nisculo, para subvenir las m á s apremiantes necesidades del sustento,
son obras sociales urgentes, indispensables, para arraigar a la familia
en la tierra rural. No basta con llamar la atención de los poderes
públicos, es necesario que estos, llenando su función de protección
a los desvalidos, y de evitar la deserción de las tierras, y a directamen-
te, o bien por medio de las corporaciones y centros que tienen por
misión la obra colonizadora del pais, difundan rápidamente los peque-
ños riegos, pues sin el agua precisa para ciertos usos, se abandonarán
las extensas tierras de secano, que son la mayoría de las de E s p a ñ a .
A esta obra tienen que cooperar, las clases directoras interesadas en
la tierra, y en general todo el país.

Sexta: Los pequeños riegos que tienen como m á s impor-


tante recurso, las aguas subterráneas, y los aprovechamientos por
pozo y elevación mecánica, constituyen el tipo corriente que bastaría
en muchas tierras de secano para detener su a b a n d o n o . Como dicen
los técnicos; la dinamita, la sonda, los conocimientos geológicos, y
las elevaciones mecánicas de agua a poco coste, son los medios que
hoy resuelven el problema del pequeño riego. El Estado con su o r g a -
nización y sus agentes, tiene herramental apropiado, de sondas y
medios para librar por medio del pequeño riego, de la miseria a mi-
llares de familias en España, que forman estas centenares de Hurdes,
cuya existencia nos preocupa y avergüenza.
Hay finalmente que tener en cuenta que según afirman los
técnicos, existen vastas regiones en España, en que sin grandes difi-
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cultades en unas, y fácilmente en otras, puede establecerse el peque-


ño riego.
Séptima: Para contener y encauzar el éxodo rural, es pre-
ciso tener en cuenta a la mujer campesina, que tan principal papel
tiene en la familia y en la economia del c a m p o . No es posible hoy
en muchas partes, contener el a b a n d o n o de las faenas rurales, por su
índole tan mal retribuidas, sin fomentar la pequeña industria agrícola
que proporcione trabajo a la mujer y le asegure el cobro de jornales
que hagan menos p e n o s a y precaria su vida. No atender esto, seguir
en la rutina, es vivir fuera de la realidad.
Octava: La deserción de los campos, estrechamente enlaza-
da con el paro de las industrias, plantea cuestiones de orden social,
que por tratarse de las clases mas numerosas y desvalidas, determi-
nan obligaciones ineludibles en los poderes públicos, y en las clases
directoras. Los socorros, y auxilios metálicos, son paliativos costosos,
y solo pueden ser transitorios, y es preciso ir al fondo y a la raíz del
mal. El remedio es evidente; existiendo millares de hectáreas para cul-
tivar, y pequeñas y grandes industrias agrícolas para crear y fomen-
tar, es urgente que se dirija la corriente de obreros sin trabajo, don-
de lo pueda haber abundante, y de porvenir, desarrollando a la vez las
fuentes de trabajo y de riqueza de nuestra nación.
Novena: Es urgente también, pasar del terreno de las propo-
siciones, al de los hechos. Hoy, aparte de los Ministerios, autoridades
delegadas, corporaciones provinciales y locales, existen en la ley or-
ganismos propios como las Juntas sociales creadas por las Confedera-
ciones hidrográficas (decreto ley de 11 de Junio de 1926) con relación
a las zonas regables. Existe a d e m á s para la misión de disminuir la
emigración, poblar el campo, y culivar tierras incultas o deficiente-
mente explotadas, la Junta Central de colonización y repobla-
ción. Es preciso que todos estos organismos, entren en activa fun-
ción, y que las disposiciones de la ley no sean letra muerta.
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Décima: Es urgente también, la actuación de las confedera-


ciones de sindicatos agrícolas y cooperativas de producción, para
cooperar en la obra de reintegrar y dirigir al c a m p o la corriente de
brazos que hoy emigra al extranjero e invade las ciudades y grandes
poblados, apta para el cultivo de los campos o para dedicarse a las
industrias agrícolas. Las confederaciones y sindicatos necesitan que
c a d a día s e a más amplio y efectivo el desarrollo del crédito agrícola
y el cumplimiento de las exenciones establecidas por la ley de sindi-
catos de 1906, y la enseñanza popular práctica rural.
Undécima: Ante el hecho evidente también, de la situación
creada en las grandes urbes y en primer término Barcelona y Madrid
por la invasión y existencia de millares de familias procedentes del
campo, que por efecto de la crisis y paro de la industria se hallan sin
trabajo, es preciso que tenga efectividad el acuerdo del Congreso in-
ternacional de Agricultura celebrado en Madrid. Sin dilación y con el
apoyo de las autoridades, corporaciones populares, y corporaciones
económicas, industriales y agrícolas, deben formarse patronatos que
inspirados en los grandes deberes que impone el atender a los des-
validos y a la vez al interés de la nación, realicen una intensa obra de
reintegración al campo, o que dirijan a él. Estos patronatos deben
servir de nexo, y a la vez de canal para dirigir la corriente de los sin
trabajo, y ponerse en contacto con los poderes públicos, con la Junta
Central de Colonización y las Juntas sociales de las zonas de riego.
Estos patronos deben solicitar el a p o y o y la presidencia honoraria de
S. M. el Rey. Con tan altos apoyos, y dada la importancia y urgen-
cia de la obra, no han de faltar recursos y medios para realizarla
cumplidamente.

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