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BLOQUE 08
PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX: UN
DESARROLLO INSUFICIENTE
4-COMUNICACIONES Y COMERCIO
4.1-Los medios de transporte
4.2-El comercio interior
4.3-Comercio exterior
España mantuvo durante gran parte del siglo XIX lo que llamamos “Antiguo Régimen Demográfico”:
elevadas natalidad y mortalidad y un crecimiento natural reducido e irregular. Esto nos diferenciaba de otros
países europeos, muchos de los cuales comenzaron la llamada “Transición Demográfica”.
La población española pasó de tener 10,5 millones de habitantes (1797) a 18,5 (1900): en un siglo creció un
80 %. Este crecimiento tuvo tres fases:
En comparación con otros países de nuestro entorno, fue un crecimiento moderado, debido sobre todo a la
mayor mortalidad y al retraso en la modernización económica.
La tasa de crecimiento vegetativo (diferencia entre natalidad y mortalidad) era muy baja: solo del 8 ‰ en 1900
(en otros países europeos oscilaba entre el 10 y el 14 ‰). Todo ello definía un modelo demográfico típico del
Antiguo Régimen que solo empezó a cambiar en el último tercio del siglo.
b) La mortalidad era la más elevada de Europa occidental: en 1900 era aún del 27 ‰ (en los países más
desarrollados rondaba el 18-19 ‰)1, lo que explica el menor crecimiento demográfico español. Las causas de
1 España solo era superada en Europa por Rusia, con el 31 ‰ de tasa de mortalidad.
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esta elevada mortalidad fueron el atraso económico y social: pésimas condiciones sanitarias, crisis
alimentarias o “hambrunas” (una docena durante todo el siglo) y la elevada mortalidad infantil, provocadas
por secuelas del embarazo y parto, ausencia de vacunas y las numerosas enfermedades contagiosas (fiebre
amarilla, cólera, tosferina, viruela, sarampión, tifus o tuberculosis). Las epidemias fueron numerosas, pues
apenas había remedios para luchar contra ellas al desconocerse su origen. Con todo, la mortalidad se mantuvo
en España más elevada que en otros países industrializados europeos y este hecho.
c) La natalidad se mantuvo alta durante todo el siglo XIX y en 1900 aún estaba en torno al 35,7 ‰, muy por
encima de las tasas de los países de Europa occidental: Francia, el 21 ‰, o el Reino Unido, el 29 ‰. Estas
elevadas tasas de natalidad eran debidas a la pobreza del campo español y a la ignorancia sobre métodos
contraceptivos.
1.2-MOVIMIENTOS MIGRATORIOS
La abolición del régimen señorial (que expulsó a muchos campesinos de sus tierras), la concentración de la
propiedad, las duras condiciones de vida de buena parte del campesinado, las transformaciones técnicas de la
agricultura, la mejora de los transportes y las expectativas de una vida mejor en otro lugar, animaron u
obligaron a muchos campesinos a emigrar.
• En una primera etapa, los emigrantes se dirigieron hacia los núcleos urbanos más próximos o más
dinámicos económicamente. Así, a partir de 1860 se inició un éxodo rural hacia Madrid, Barcelona y
Vizcaya, las zonas más industrializadas de la Península.
• En una segunda etapa, a finales del siglo XIX, el aumento de población y las escasas oportunidades de
empleo obligaron a muchos españoles a emigrar, sobre todo a América Latina (Cuba, Argentina,
Uruguay ...). Las regiones españolas de las que partieron más emigrantes hacia América fueron
Canarias, Galicia y la cornisa cantábrica.
El éxodo rural2 comportó un aumento de la urbanización, en detrimento de los núcleos rurales. Entre 1850 y
1900, España multiplicó por dos su nivel de población urbana. Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga
y Zaragoza fueron las ciudades que más incrementaron su número de habitantes.
Pero, a pesar de la creciente urbanización, a principios del siglo XX la mayoría de la población española
continuaba siendo rural. Un 70% de la población residía en núcleos de menos de 20000 habitantes. Entre estas
poblaciones eran muy frecuentes las que tenían menos de 5000 habitantes.
La economía española del siglo XIX dependía fundamentalmente de la agricultura. Los factores físicos, la
desigual distribución de la tierra y el atraso tecnológico limitaron la modernización de este sector.
2Llamamos “éxodo rural” al proceso de emigración continuado que se ha dado en los últimos doscientos años de abandono de los
pueblos y zonas rurales para ir a vivir a las ciudades.
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a) Concepto de desamortización
El proceso desamortizador fue la primera pieza de la transformación agraria del siglo XIX. Siguiendo el
ejemplo de la Francia revolucionaria, desamortizar era nacionalizar los bienes de la Iglesia o de los municipios
para luego ser vendidos en pública subasta. Los ingresos de estas ventas iban dirigidos al saneamiento de la
Hacienda Pública.
• Una serie precedentes desamortizadores e intentos que o bien fueron muy reducidos o bien no se llevaron
a cabo por la guerra o la inestabilidad política. Esto ocurrió bajo Carlos IV (1798) (desamortización de
Godoy sobre bienes de la Iglesia); José I (1809) (bienes del clero regular y de la aristocracia que se resistió
a la invasión francesa); las Cortes de Cádiz (1813), que aprobaron un decreto desamortizador, que solo se
puso en práctica durante el Trienio Liberal.
• La primera etapa (desamortización eclesiástica de Mendizábal, 1836) comenzó con las leyes del
ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal en 1836-1837 y normas posteriores. Se prolongó hasta
1844, cuando su aplicación quedó paralizada por el gobierno moderado de Narváez. La desamortización
de Mendizábal afectó principalmente a los bienes del clero regular (conventos y monasterios) y, desde
1841, también a los del clero secular. El doble objetivo era:
Entre 1836 y 1844 se vendieron tierras y casas por valor de 3.447 millones de reales, el 60 % de los bienes
de la Iglesia en España en 1836.
• La tercera etapa (desamortización “civil” de Madoz, 1855) de este proceso tuvo lugar en 1855 con la
ley de desamortización del ministro de Hacienda Pascual Madoz. Afectó tanto a los bienes de la Iglesia
como a los municipales y comunales. La venta se prolongó hasta la etapa de la Restauración, pero la mayor
parte se vendieron entre 1855 y 1867 por valor de 4.900 millones de reales.
Las consecuencias de este gran proceso de nacionalización y venta en sus diversas fases fueron múltiples:
• Los compradores fueron gente adinerada de la vieja aristocracia y burgueses enriquecidos por los negocios
o que ocupaban altos cargos de la administración, el ejército o la Iglesia. La nobleza consolidó su
patrimonio y, aunque perdió los derechos señoriales, consiguió la plena propiedad de las tierras (el derecho
a venderlas y dividirlas) y las rentas derivadas.
• Incrementó el número de grandes terratenientes. La tierra cambió de manos, pero no se modificó el tamaño
de la propiedad ni se modernizaron las formas de explotación.
✓ Los campesinos pasaron de ser usuarios de bienes comunales o tierras de baja renta a pagar rentas más
elevadas para su cultivo, dentro de una relación económica propia de la mentalidad capitalista
(propietario-arrendatario-jornalero).
✓ La Iglesia perdió gran parte de su patrimonio inmobiliario, pero también el artístico y documental.
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✓ Por último, los municipios perdieron su principal fuente de ingresos, al privatizar los bienes de propios,
baldíos y comunales.
• Permitió poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas. La creciente población demandaba más
alimentos y por tanto más tierras cultivadas y mayor producción. La desamortización resolvió en parte el
problema endémico de la carestía de alimentos, sobre todo de cereales.
El descontento la Iglesia y los campesinos ayuda a explicar el apoyo que la causa carlista recibió del mundo
rural y del clero, mientras que los liberales eran identificados como los ricos que gobernaban el país. La
desamortización fue una medida obligada que ayudó a sanear la Hacienda y restablecer su crédito.
2.2-LA AGRICULTURA
Aunque cambió de dueños la mitad del territorio español cultivable y este paso de manos muertas a propiedad
privada, esto no potenció el crecimiento tanto como se esperaba. Sin embargo, otros factores ayudaron a un
tímido desarrollo de la agricultura española: la supresión del diezmo eclesiástico, el fin tanto de los
mayorazgos como de la Mesta, la mejora de las comunicaciones y el aumento de la población.
En general, el crecimiento de la producción agrícola fue escaso hasta el último cuarto de siglo, cuando aumentó
la productividad de los cultivos. De todos los cultivos, el trigo incrementó su producción en un 72 % entre
1800 y 1890, frente a otros cereales (centeno, mijo, sorgo) que solo crecieron el 46 %, mientras que otros
productos, como el maíz, las naranjas o los frutales, lo hicieron a mayor ritmo desde la década de los setenta.
A pesar del crecimiento, la estructura productiva de la agricultura española apenas se modificó: la clásica
tríada trigo, olivo y vid, junto a las leguminosas, ocupaban hasta finales de siglo el 90 % de la tierra cultivable
y su valor representaba el 80 % del total del producto agrícola, exceptuando los bosques y la ganadería. Otras
producciones empezaron a destacar desde mediados del siglo (vinos, pasas, almendras, aceite de oliva,
cítricos), pero su desarrollo tuvo lugar ya en el siglo XX, tras el fin del proteccionismo establecido en 1891.
La agricultura constituyó en la España del siglo XIX un sector clave, pero menos dinámico que en otros países
europeos. Es verdad que a lo largo del siglo se dobló la superficie cultivada, a costa de bosques y pastos, pero
se mantuvieron los bajos rendimientos. Apenas se modificó la población activa agrícola (en torno al 65 % del
total) y los niveles de consumo y de productividad fueron muy bajos. Así, en la década de 1890, el rendimiento
del trigo era en España de 7,6 quintales por hectárea, mientras que en el Reino Unido era de 25,3 y en
Alemania, de 17,1.
La producción agraria no creció más debido al atraso técnico, la reducida población urbana y la baja calidad
de la dieta alimentaria. España pasó de ser exportadora de trigo y harina en 1826-1850 a ser importadora neta
desde 1875, a pesar de que el arancel proteccionista de 1891 trató de impedir la entrada de cereales extranjeros.
La producción nacional no bastaba para cubrir la demanda de una población en crecimiento.
Por último, tampoco la agricultura fue motor de arrastre de la demanda de productos industriales para su
aplicación en el campo y no aportó capitales de forma notable. Ni el sector textil, ni la siderurgia ni la química
encontraron en el mundo rural un mercado hasta el siglo XX. Mientras que en otros países esa demanda
impulsó la industria, en España la necesidad de maquinaria, abonos o herramientas era escasa. Sirva de
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ejemplo que la fábrica de superfosfatos fundada en 1890 por la Sociedad de la Dinamita Nobel cerró al poco
tiempo por la casi nula demanda.
Podemos concluir, pues, que la desamortización no modernizó la agricultura y que el estancamiento agrícola
fue una de las causas básicas del atraso de la economía española durante este siglo.
Como en el resto de Europa, en España el textil del algodón y la siderurgia (metalurgia del hierro y sus
aleaciones) fueron los dos sectores que iniciaron la industrialización, aunque aquí este proceso se produjo con
retraso respecto de los países europeos más avanzados y se realizó de forma incompleta. A finales del siglo
XIX, España continuaba siendo un país eminentemente agrícola y tan sólo algunas regiones españolas se
habían industrializado (Cataluña, Asturias, País Vasco, Madrid ...).
• La escasa capacidad de compra de la población española por la pobreza de la mayoría del campesinado.
• La falta de inversiones y la ausencia de burguesía industrial en muchas regiones.
• Los problemas de transporte, por la inexistencia de buenas carreteras y por un ferrocarril que se
construyó con retraso y muchas veces priorizando la especulación en su construcción y no su conexión
con las necesidades industriales y comerciales reales.
• La escasez de fuentes de energía: pocos cursos de agua aprovechables para obtener energía hidráulica
y mala calidad del carbón obtenido en nuestro territorio.
• La posición alejada de España respecto de los núcleos más industrializados de Europa, que dificultó la
adquisición de materias primas y la venta de la producción.
La industria española tuvo que recurrir a impuestos aduaneros (aranceles) sobre los productos extranjeros.
Este proteccionismo reservó el mercado español a la producción autóctona y permitió el crecimiento de la
industria nacional. Pero tuvo también efectos negativos, ya que no estimuló a los fabricantes a renovarse,
abaratar costos y, en definitiva, a ser competitivos en el ámbito internacional.
3.2-LA SIDERURGIA
El desarrollo siderúrgico en España tuvo una etapa andaluza, otra asturiana y otra vasca:
• Los primeros altos hornos españoles se instalaron en Andalucía (Málaga y Huelva), donde destacó
con especial importancia el de Marbella (1826). Contaban con mineral de hierro, pero debían alimentar
los hornos con carbón vegetal, de escasa capacidad calorífica, o importar carbón de coque, lo que
elevaba enormemente los costes de producción. Esta situación provocó el declive y desaparición de la
siderurgia andaluza a mediados del siglo XIX.
• Asturias fue el siguiente centro siderúrgico (1868-1874). Aunque la calidad de su carbón no era muy
alta, destacaba como zona más rica, en este mineral, de España, lo que facilitaba la instalación de altos
hornos.
• Pero fue en el País Vasco donde, a partir de 1876, se consolidó una potente industria siderúrgica. Las
razones de su éxito se hallan en la creación de un eje comercial por el cual se exportaba hierro,
abundante y de gran calidad, a Inglaterra, a cambio de la importación de carbón de coque galés que
era mejor y más barato. A partir del desarrollo siderúrgico, la industria vasca se diversificó y
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aparecieron nuevas empresas de construcción mecánica y naval. Además, se creó un importante sector
bancario que proporcionó apoyo financiero a la industria (Banco de Bilbao, Banco de Vizcaya).
A mediados del siglo XVIII, en Cataluña ya existía una importante producción textil. La prohibición (1802)
de importar algodón hilado estimuló la proliferación de hilaturas y el nacimiento de la moderna industria textil.
Hacia 1830, esta industria textil inició un proceso de mecanización instalando las máquinas de hilar que se
utilizaban en Gran Bretaña y, en 1833, empezó a funcionar la primera máquina de vapor. La mecanización de
las fábricas, que se llamaban vapores, tuvo un gran impulso entre 1830 y 1860.
Cataluña carecía de carbón y tenía que importarlo, por mar, desde Asturias o Gales, lo cual encarecía la
producción. Así, muchas industrias se localizaron en la franja marítima, cerca del puerto de Barcelona, por
donde llegaban las materias primas.
Segunda fase: Pero a partir de 1860, muchas industrias se establecieron en los márgenes de los ríos para poder
sustituir el carbón por energía hidráulica, creándose colonias industriales.
El subsuelo español es rico en yacimientos mineros y su explotación masiva se inició a partir de la Ley de
Bases de Minas (1868) y otras normas de carácter librecambista que favorecieron la minería a la vez que
crecía la demanda por la construcción ferroviaria, la arquitectura del hierro y la mecanización de los procesos
industriales. Esa expansión sé apoyó en la inversión extranjera y la llamada "desamortización" del subsuelo,
es decir, la venta de minas a manos privadas. Por ello, a partir de 1871 se fundaron más de 20 empresas
británicas para explotar el hierro vizcaíno, cántabro y andaluz. Destacaron por su importancia los yacimientos
de plomo (Linares, La Carolina), cobre (Riotinto llegó a ser la primera mina mundial en ese mineral), mercurio
(Almadén) y cinc (Reocín).
Para recaudar fondos y paliar la deuda de Hacienda, la explotación de muchos de estos yacimientos se
concedió a compañías extranjeras, sobre todo francesas e inglesas. Además, la mayor parte del mineral
extraído fue exportado a Europa, donde la demanda era mayor que la española.
Las dos principales actividades mineras de este período estaban relacionadas con el carbón y el hierro, debido
a la expansión de la siderurgia.
• Los yacimientos hulleros más importantes se hallaban en Asturias. Pero el carbón asturiano era de
mala calidad y tuvo que hacer frente a la competencia del carbón galés, de mayor poder calorífico.
• Las principales minas de hierro estaban en Vizcaya. Como este mineral tenía poco fósforo, era de gran
calidad para usarse en la fabricación de acero. La escasa demanda interior hizo que la inmensa mayoría
de la producción de hierro fuera exportada. El auge de las exportaciones convirtió a España en el
principal suministrador de este mineral de Europa.
4-COMUNICACIONES Y COMERCIO
Se quiso construir con rapidez el tendido ferroviario para estimular el comercio interior, por lo que la mayoría
de los materiales fuesen importados, pues la siderurgia española era incapaz de cubrir la demanda de hierro
necesaria. Sin embargo, esto impidió también que la industria siderúrgica se desarrollase aprovechando el
aumento de la demanda provocado por la construcción del ferrocarril.
Además, la red se construyó siguiendo una estructura radial, con centro en Madrid, y con un ancho entre
carriles mayor que la mayoría de las líneas europeas. Ello dificultó los intercambios con el resto de Europa,
ya que obligaba a transbordar las mercancías en la frontera, con el consiguiente aumento de costes y tiempo.
Pero a pesar de todas estas limitaciones, el ferrocarril tuvo efectos positivos para la economía española, pues
favoreció el traslado de personas y mercancías, ayudando a su vez a la formación de un mercado nacional.
Las medidas para acabar con las barreras fiscales se iniciaron ya en las Cortes de Cádiz, que proclamaron la
libertad de industria, trabajo y comercio, lo que quedó luego recogido en el primer código de comercio de
1829 (reformado en 1885). Se suprimieron:
• la adopción del sistema métrico decimal desde 1880 (aunque desde 1849 se usaba el metro como
unidad de longitud), que unificó pesos y medidas.
• Un nuevo sistema monetario basado en la peseta (1868).
A partir de mediados del siglo XIX, se modernizó el servicio de correos, que además se dinamizó en la misma
época con avances tecnológicos como el ferrocarril y el telégrafo.
4.3-COMERCIO EXTERIOR
• Primera fase (aproximadamente hasta 1840) en que el comercio exterior español retrocedió por la pérdida
de las colonias y las guerras vividas (Independencia, Cien Mil Hijos de San Luis, carlista...). Al perder las
colonias americanas España pasó a ser un país de segundo orden que se limitaba a exportar materias primas
agrícolas, ganaderas o mineras, así como algún producto semielaborado (corcho, plomo, seda en rama,
aceite de oliva, etc.).
3 Había tres tipos: portazgo o derecho de puertas (por entrar por la puerta de la muralla de una ciudad), pontazgo, por cruzar un
puente y barcazgo, cuando había de cruzarse un río u otras aguas usando una barca.
4 Los del País Vasco se eliminaron hasta 1841, tras la primera guerra carlista, aunque se mantuvo un régimen fiscal propio hasta
1876.
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• Segunda fase (aproximadamente a partir de 1840), en la que el crecimiento de comercio exterior fue en
general continuado y se expandió a medida que se desarrollaba la industrial local, aumentaba la renta y se
modernizaba (lentamente) la economía. Podemos concretar estas influencias:
b) Proteccionismo y librecambismo
Hemos de señalar también que la política fiscal con respecto al comercio exterior osciló entre el
proteccionismo de los partidos Moderado y Conservador y el librecambismo de los partidos Progresista y
Liberal.
Tras un predominio del proteccionismo de los moderados durante el reinado de Isabel II, es de destacar la
implantación durante el Sexenio Democrático del librecambismo con el llamado “Arancel Figuerola” (1869),
llamado así por el ministro que lo impulsa que preveía un cambio gradual al librecambismo bajando los
aranceles de forma progresiva durante seis años hasta quedar solo en el 15% del valor de los productos
importados.
Los países europeos impulsaron durante el siglo XIX la modernización económica. En el caso español, el
Estado asumió gran protagonismo regulando, protegiendo e interviniendo en las decisiones económicas y
fiscales para suplir así el escaso impulso del empresariado. Tuvieron especial importancia las reformas en la
Hacienda, la banca y el sistema monetario.
La Hacienda, heredó muchos problemas del Antiguo Régimen que pervivieron durante todo el siglo XIX y el
sistema de impuestos tuvo mucho que ver en las convulsiones políticas, las revoluciones y las reformas
emprendidas por los gobiernos.
• El sistema fiscal español anterior a 1845 se caracterizaba por muchos tipos de impuestos (lo que
facilitaban el fraude) y por mantener exenciones fiscales a nobleza y clero. El resultado era que al final se
recaudaba poco dinero. Los intentos de reforma fracasaron por razones políticas y técnicas.
• La reforma fiscal de 1845 de Mon-Santillán5 (por Ramón de Santillán, primer gobernador del futuro
Banco de España y Alejandro Mon y Menéndez, entonces ministro de Hacienda) simplificó del sistema
impositivo al establecer:
5Se llama así porque fue obra de Ramón de Santillán (primer gobernador del futuro Banco de España) siendo ministro de
Hacienda Alejandro Mon y Menéndez
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En el siglo XIX, los sistemas bancario y monetario pasaron por una etapa de transición hacia su
modernización, que tuvo lugar ya en el siglo XX.
a) Los bancos: El primer banco español fue el Banco Nacional de San Carlos (1782), cuya función era
administrar la deuda pública emitida a través de los “vales reales”, pero la depreciación de estos lo llevaron a
la bancarrota a comienzos del XIX. Para sustituirlo se creó el Banco Español de San Fernando (1829), que
vino a resolver la deuda colocando las acciones del nuevo banco a cambio de que los inversores renunciaran
a sus créditos. Su tarea básica fue la de prestar dinero al Estado. Esta función fue una constante en la banca
del siglo XIX: servir de instrumento al Estado mediante la emisión de deuda pública y de moneda.
La crisis financiera de 1847-1848 y la suspensión de pagos del Banco Español de San Fernando en 1848
obligaron al gobierno progresista a aprobar la Ley de Bancos de Emisión de 1856, que creó el Banco de
España.
El periodo 1854-1864, que desembocó en la crisis de 1866, conoció la expansión de la banca española. La
banca fue poco dinámica hasta 1855, y desde ese año (nuevas leyes de ferrocarriles y de banca) creció
notablemente.
b) Las cajas de ahorro: Menos importante fue la creación de cajas de ahorro, creadas a partir de 1838, cuyo
papel era más asistencial que financiero y se dirigía al fomento del ahorro entre las clases medias y
trabajadoras.
c) La bolsa: Otra innovación fue la creación en 1831 de la Bolsa de Comercio en Madrid, para la negociación
de los valores de las empresas dentro del capitalismo financiero.
Durante el primer tercio del siglo XIX existía en España una anarquía de monedas, pesos y medidas que
entorpecía el comercio interior y los intercambios. Tras varias leyes que avanzaron en una homogeneización,
esta llegó de forma más definitiva con la revolución de 1868 y la implantación de la peseta (4 reales) como
unidad monetaria. El uso de la peseta tardó en generalizarse, pero a finales de siglo ya era la unidad monetaria
utilizada en todas las transacciones económicas.
PREGUNTAS SEMIABIERTAS
1. ¿Cómo se denomina el régimen demográfico que presenta altas tasas de natalidad y de mortalidad?
2. ¿Cómo se denomina a la incautación por el Estado de bienes de la Iglesia, de la Corona y de los
municipios que eran “nacionalizados” y después se vendían en pública subasta?
3. ¿En qué año sucede la desamortización eclesiástica de Mendizábal?
4. ¿En qué año sucede la desamortización civil de Madoz?
5. ¿Cuáles son los sectores industriales más importantes en España?
6. ¿Cuál fue el sector pionero de la fallida revolución industrial en España?
7. ¿Qué sector industrial se desarrolla en Málaga?
8. ¿Cuál es la ley que sustituye a la Ley de Minas de 1825?
9. ¿Con que nombre se conoce el arancel librecambista de 1869?
10. ¿En qué año se promulgó la Ley General de Ferrocarriles?
11. ¿Cómo se llamó la moneda unitaria implantada en España en 1868?
12. ¿Quiénes son los responsables de la reforma de la Hacienda de 1845?
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PREGUNTAS ABIERTAS