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Instituto Santa Catalina

3er. año – Lengua – 2021


Prof. Nicolás P. Lagreca

Reformulación del esquema clásico de comunicación

Competencia lingüística
Se llama competencia lingüística al conjunto de saberes que posee cada persona
sobre su lengua. Incluye la capacidad para armar enunciados según las reglas gramaticales
(emisor) y la habilidad de interpretarlos (receptor), así como la capacidad de usar y de
interpretar la entonación y algunos elementos no verbales como los gestos, la mirada, la
distancia, los silencios, según la cultura en la que se produzca la comunicación.
Cada hablante tiene una forma particular de hablar que le permite producir
diferentes discursos y cada receptor tiene la capacidad de decodificar el mensaje de acuerdo
con su modo de entender.
Entonces, la competencia lingüística se relaciona con la adquisición y desarrollo
del lenguaje. Éste es el sistema de símbolos articulados que permiten el entendimiento entre
las personas, porque se respalda en una convención social previa. La importancia de esta
competencia va más allá incluso de lo que el mismo lenguaje nos permite decir.
El pensamiento está determinado por el lenguaje: sólo podemos pensar aquello que
nuestras palabras nos permiten. Si hacemos el ejercicio reflexivo de estar en silencio,
constataremos que, cada cosa pensada silenciosamente, está determinada por las palabras
con las que contamos. Aunque los demás no sepan de nuestros pensamientos, éstos se dan
mediante las posibilidades del lenguaje. Incluso cuando tenemos sensaciones para las cuales
no tenemos nombre o palabras asignadas, vemos cuán difícil es explicarle dichas
sensaciones a otros, o incluso cuán complicado es concebirlas para nosotros mismos.
La competencia lingüística se vincula con dos modalidades diferentes de la
lengua: la lengua como sistema de signos y la lengua en funcionamiento. La primera
corresponde al dominio semiótico y su función es significar. La segunda corresponde al
dominio semántico y su función es comunicar. Por eso las competencias lingüísticas son:
- competencia lectora;
- competencia para hablar y escuchar;
- competencia en composición de textos.
Por ejemplo: si un profesor de matemática de 5to. año le explica un tema de la
materia a un nene de 5 años, éste, por más que intente, no lo va a entender aunque se
ponga todo el esfuerzo posible, dado que su competencia lingüística no está a la altura de la
complejidad del problema.

Competencia paralingüística
La competencia paralingüística es la capacidad que posee el hablante para utilizar
de forma adecuada determinados signos no lingüísticos que le permiten expresar una
actitud. Se trata de un conjunto —podría decirse infinito— de elementos adicionales que
acompañan al lenguaje (bien sea escrito u oral), y que ayudan a complementarlo.

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Veámoslo con un ejemplo: un mensaje como “me gustan las rosas” puede variar de
diversas maneras según la entonación e intencionalidad que le dé una persona al decirlo.
Esta misma frase puede ser dicha en varios tonos (con seriedad, a modo de regaño,
seducción, indiferencia, puede ser una pregunta o una afirmación, etcétera. Es decir, dado el
mismo mensaje, diferentes énfasis le otorgan diferentes interpretaciones.
En definitiva, esta competencia se manifiesta en el tono de la voz, ritmo, énfasis en
la pronunciación, la mirada, el lenguaje corporal, etc., (comunicación oral) y en los signos
de puntuación, sangrías, tipos de letra, subrayados, recuadros, uso de negrita, cursiva o
mayúsculas, etc. (comunicación escrita). Esto nos permite identificar capítulos, párrafos,
temas, entre otros.
La competencia paralingüística agrega a la competencia lingüística el componente
emocional necesario para que la comunicación resulte atractiva, convincente, amena. Va más
allá de lo que dicen las palabras en su significado, para asignar valor a cómo se lo expresa.
En el lenguaje oral una entonación adecuada, sin llegar a la exageración, puede ser más
impactante.
Por ejemplo:

Competencias culturales e ideológicas


La competencia ideológica es esa capacidad de operar en lo social con el
lenguaje, lo cual nos permite producir y entender esos matices de lo social, de lo político, de
lo ideológico que hacen al lenguaje. Se trata de los sistemas de valores con los que el
hablante se ubica frente al mundo. Este sistema de valores generalmente es compartido por
su grupo social.
También se considera competencia ideológica a la contraposición de ideas o tesis
que se desarrollan en un contexto histórico determinado, atendiendo a las inquietudes y
demandas sociales (por ejemplo, federalismo y centralismo, comunismo y capitalismo,
creacionismo y evolucionismo, romanticismo y realismo, etc.). Lo que tienen en común
estas corrientes filosóficas es que son antagónicas entre sí y muestran la diversidad de
pensamiento propia del ser humano.

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La competencia cultural es la capacidad de comprender, interactuar y colaborar con
gente de culturas diferentes. Se trata de los conocimientos que cada individuo posee sobre
el mundo, frecuentemente compartido por el entorno en el que se mueve.
Las reglas culturales, las costumbres y hábitos sociales son igualmente necesarios
para interpretar un mensaje y no caer en constantes interferencias comunicativas. El
problema es que esos datos, en numerosísimas ocasiones, no son evidentes. Así, la empatía,
la experiencia en entornos multiculturales y la flexibilidad son ejemplos de competencia
cultural.
La competencia intercultural es la habilidad de comunicarse con otras personas de
diferentes culturas y describe la interacción entre dos o más individuos de tal manera que
ninguno se encuentre por encima del otro favoreciendo la convivencia armónica de todos
ellos.

Determinaciones psicológicas
Las determinaciones psicológicas son los sentimientos, estados de ánimo o
formas de ser del emisor y del receptor que también influyen en la comunicación (no hablará
de la misma forma un emisor cuando está contento que cuando está triste).
Estas determinaciones PSI (componentes psicológicos, psicoanalíticos y/o
psiquiátricos) son un conjunto de determinaciones individuales de las cuales el hablante no
es totalmente consciente. Estas atraviesan a las competencias anteriores y pueden alterar en
diferentes sentidos los mensajes y la interacción comunicativa. Estas determinaciones no las
adquiere el participante, sino que está sujeto a ellas. Éstas pueden alterar en diferentes

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sentidos los mensajes.
Las determinaciones psi- también están vinculadas con la relación existente entre
emisor y receptor: el grado de la familiaridad entre ellos va a determinar una relación más o
menos formal, respetuosa, fluida o cordial. En este apartado también deben incluirse las
relaciones de poder, es decir: ¿qué poder, si existe, tiene el otro sobre mí? ¿Qué poder, si
existe, tengo yo sobre el otro? ¿Quién soy yo para que el otro me hable de tal o cual
manera? ¿Quién es el otro para hablarme a mí de tal o cual forma? Y viceversa: ¿Quién soy
yo para hablarle al otro de tal o cual manera? ¿Quién es el otro para que yo le hable de tal o
cual forma? Los sentimientos, los estados de ánimos o las formas de ser y la relación entre
emisor y receptor van a intervenir en el éxito o el fracaso de la comunicación.
Ejemplo: una persona puede decir “no me acuerdo”. Depende del tono con el que lo
diga, sus palabras pueden ser interpretadas de distintas formas: se está haciendo el
desentendido, está frustrado, enojado, etc.

Restricciones del universo del discurso


El emisor no elige libremente lo que debe o quiere decir, sino que está restringido
por la situación comunicativa y por las características del tipo de discurso o texto que esa
situación le impone. Los distintos elementos que componen la situación o contexto, por un
lado, y el tipo de discurso, por el otro, determinan conjuntamente lo que el emisor puede y
debe decir.
Las restricciones del universo del discurso operan como filtros en el discurso, es
decir, limitan lo que puede y debe ser dicho según la situación contextual en la cual se
enuncia el mensaje. Existen restricciones de género, de tema, de estilo, de léxico, de
tipologías discursivas (entran aquí también las restricciones establecidas por las relaciones
de poder, anteriormente analizadas). El emisor puede estar restringido por la situación
comunicativa, el contexto y el tipo de discurso. El receptor usa su conocimiento acerca de las
restricciones y características de los diferentes tipos de textos para interpretar el enunciado
transmitido.
Por ejemplo:
 la necesidad de conocer cuál es la organización, la presentación y el
lenguaje adecuados para escribir un CV;
 en un ambiente laboral, como el caso de una reunión, se debe tener un
discurso bastante armado sobre el tema que se va a tratar en la misma. El
emisor debe organizar un pequeño discurso con las palabras adecuadas
para la situación, y claramente siempre enfocando el tema que abarca la
reunión.

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