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Victoria García IES Ortega y Gasset (CARD)

BLOQUE 1. LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LOS PRIMEROS HUMANOS


HASTA LA DESAPARICIÓN DE LA MONARQUÍA VISIGODA (711)

1.1. Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. La pintura rupestre.

La Prehistoria es un amplio periodo que abarca desde la aparición de los primeros


homínidos hasta la invención de la escritura. Se divide en diferentes etapas cuya
cronología varía según los lugares. Durante el Paleolítico tiene lugar el proceso de
hominización o de evolución de los primates en el ser humano actual. En este periodo,
los homínidos son depredadores: practican la caza, la pesca, la recolección y el carroñeo
para garantizar su supervivencia. Tienen un estilo de vida nómada y elaboran
herramientas de sílex y huesos. Se organizan en tribus sin una clara jerarquizaión. En el
Paleolítico Inferior viven el Homo antecesor y el Homo heidelbergensis (yacimiento de
Atapuerca). Durante el Paeolítico Medio vive el Homo neandertalensis que produce
industria lítica más diversificada y practica enterramientos (Cueva de Morín). En el
Paleolítico Superior aparece el Homo sapiens (Altamira). Durante el Neolítico, el
hombre va abandonando paulatinamente las actividades depredadoras para practicar la
agricultura y la ganadería. La vida se hace sedentaria y aparecen los primeros poblados.
Hay un gran desarrollo técnico: piedra pulimentada, rueda, cerámica y el tejido. Surge el
comercio gracias a los excedentes. La organización social se complica con la aparición
de la propiedad privada, el desarrollo de nuevas tareas y la necesidad de garantizar la
supervivencia y la estabilidad de poblaciones crecientes.

Las primeras manifestaciones de pintura rupestre (sobre paredes de roca) tienen


lugar en el Paleolítico Superior, se localizan principalmente en la zona cantábrica en el
interior de cuevas, como las de Altamira y Tito Bustillo, y se piensa que responden a
ritos de magia propiciatoria. Se caracterizan porque son polícromas (rojos-ocre y
negro); representan animales (bisontes, caballos) de forma realista para lo cual sugieren
el volumen aprovechando la protuberancia de la roca y degradando los tonos; las figuras
se presentan aisladas y, en ocasiones, se superponen. Del Epipaleolítico al Neolítico, se
desarrolla la pintura levantina que aparece en abrigos rocosos. Se caracterizan por la
monocromía y el esquematismo. Las figuras humanas forman escenas grupales que
cuentan la vida de la tribu (caza, danzas, rituales, guerra). Los ejemplos más
representativos se localizan en Lérida (Cogull) y Castellón (Valltorta).

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1.2. Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos.


Tartessos.

El impacto que sobre la población autóctona peninsular provocó la llegada de


pueblos indoeuropeos desde el 1.200 a.C., junto con las colonizaciones históricas,
explica que en el momento de la llegada de los romanos se hubiesen configurado varias
áreas culturales. En el área celta, en el norte, la población vivía en castros (poblados
fortificados con viviendas circulares), su economía se basaba en la ganadería, la
recolección y la pesca, conocían la metalurgia del hierro y tenían una estructura política
tribal dividida en clanes o linajes. Los celtíberos, en el oeste y las dos mesetas,
recibieron débilmente la influencia de los colonizadores mediterráneos. Vivían en
poblados fortificados como Numancia y su economía era agrícola y ganadera. Producen
manifestaciones artísticas, como los Toros de Guisando. El área íbera, en el sur y este
peninsular, estaba formada por tribus agrícolas y ganaderas que recibieron la influencia
de fenicios y griegos. También practicaron el comercio y tuvieron su propia moneda.
Aunque no llegaron a formar una unidad política, compartían una misma base cultural.
Llegaron a producir un arte muy refinado como la Dama de Elche. Especial mención
merece el reino de Tartessos, en el valle del Guadalquivir, por su riqueza basada en el
comercio de metales (oro, plata, estaño), siendo el Tesoro de El Carambolo su principal
testimonio. Según las fuentes escritas tenía un sistema de gobierno monárquico
(Argantonio).

Durante el primer milenio a.C. tienen lugar las colonizaciones históricas


protagonizadas por pueblos procedentes del Mediterráneo oriental con una cultura más
evolucionada a la búsqueda de metales y otros productos con los que comerciar. Los
primeros son los fenicios que fundan factorías1 como Gadir y traen el torno del alfarero
y el alfabeto. Los griegos llegan más tarde y, desde Marsella, fundan las colonias de
Emporion y Rhode. Además del olivo, la moneda y su alfabeto, dejan su impronta en la
producción artística íbera (Dama de Elche). A partir del siglo IV, os cartagineses,
procedentes de la colonia fenicia de Cartago, fundan Cartago Nova.

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Establecimientos comerciales.
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1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones


romanas en los ámbitos social, económico y cultural.

Los romanos llegan a la península en el contexto de la Segunda Guerra Púnica


(siglo III a.C.), ocasionada por la rivalidad con Cartago por la hegemonía del
Mediterráneo occidental, y su presencia se prolonga hasta el siglo V d.C. La conquista
se realiza en tres fases: en la primera, 218-154 a.C. conquistan la costa mediterránea y
sofocan la rebelión de los íberos; entre 154-133 a.C. penetran hacia el centro y oeste
debiendo vencer la fuerte resistencia indígena (guerras lusitanas contra Viriato y
resistencia de Numancia). Finalmente, entre 29-19 a.C. tienen lugar las guerras
cántabras tras las que el emperador Augusto consigue conquistar el norte peninsular
(astures, cántabros, vascones...).

La conquista trajo consigo la romanización o asimilación de la cultura romana


por parte de los pueblos indígenas y que fue más intensa en el sur y en el este. Los
romanos utilizaron como vehículos de control del territorio y de difusión cultural la
división administrativa provincial y la fundación de una amplia red de ciudades
(Emérita Augusta, Tarraco, Caesar Augusta...). Emprendieron obras públicas que
contribuyeron a la mejora de las comunicaciones (calzadas, puente de Alcántara) y
mejoraron el nivel de vida de la población (acueducto de Segovia, teatro de Mérida,
anfiteatro de Tarragona, alcantarillado, termas). Desde el punto de vista social
introdujeron la división entre libres (patricios, plebeyos y libertos) y esclavos. El
sistema productivo fue esclavista y exportador (productos de la tríada mediterránea y
minerales). El legado cultural romano se concreta en aspectos como: la adopción del
latín como lengua de la que nacerían las lenguas romances (castellano, gallego, catalán);
el derecho romano y la religión, politeísta primero y el cristianismo después. Prueba de
la integración cultural de la península es el origen de intelectuales como Séneca y
emperadores como Trajano.

1.4. El reino visigodo: origen y organización política. Los concilios.

En el año 409, los pueblos bárbaros cruzan los Pirineos y se asientan en


Hispania. Los suevos ocupan la Gallaecia, los vándalos la Baetica y los alanos la
Lusitania y la Cartaginensis. Los visigodos, asentados en la Galia (Reino de Tolosa),
como federados (aliados) de Roma, expulsarán a vándalos y alanos mientras que el

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reino suevo se mantuvo hasta finales del siglo VI. En 507, tras la derrota de Vouillé ante
los francos, los visigodos se repliegan a Hispania donde forman un reino con capital en
Toledo hasta la invasión musulmana en el 711. Varios monarcas llevaron a cabo una
labor de unificación territorial, legislativa y cultural con la mayoría hispanorromana:
Leovigildo conquistó el reino Suevo; Suintila consiguió la unidad territorial al expulsar
a los bizantinos; Recaredo impulsó la unidad religiosa al abjurar del arrianismo y
convertirse al cristianismo en el III Concilio de Toledo; finalmente, Recesvinto
estableció un único código jurídico (Liber Iudiciorum). El poder residía en una
monarquía electiva lo que provocó inestabilidad al reino y explica el poder que
alcanzaron la nobleza y la Iglesia puesto que nobles y obispos participaban en la
elección del rey. Las principales instituciones políticas fueron: el Aula Regia, asamblea
consultiva que asesoraba al rey en cuestiones legislativas, jurídicas y militares, y el
Officium Palatinum integrado por las personas de máxima confianza del rey que
formaban también parte del Aula Regia. Los Concilios de Toledo fueron asambleas
eclesiásticas que debido a la conversión de Recaredo adquirieron un carácter político.
Convocadas por el rey, participaba la jerarquía eclesiástica y la nobleza y su función era
sancionar las decisiones reales.

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