1.

ORIGEN del COSMOS en la CORRIENTE PRESOCRÁTICA

1. Los antiguos mitos griegos.

En la segunda mitad del s. VIII a.C., la Grecia Arcaica era un mosaico de pequeñas
comunidades políticas, las polis. Pese a esa aparente dispersión, los griegos (hellenoi) compartían
lengua, cultura, juegos olímpicos... y tenían conciencia de un origen común. Esa conciencia se
expresaba en unos mitos y leyendas surgidas en el pasado remoto. Los poetas Homero y Hesíodo se
ocuparon de su transmisión.
El mito es un relato memorable y tradicional que explica la actuación ejemplar de unos
personajes extraordinarios (dioses y héroes) en un tiempo prestigioso y remoto. Es una narración
que perdura en la memoria colectiva de una comunidad: no se inventa, sino que se hereda del pasado;
cuenta hechos significativos (cómo se hizo el mundo, cómo apareció la primera mujer, cómo se
obtiene el fuego, qué sucede después de la muerte…). Dioses y héroes están hechos a semejanza
humana (antropomorfismo) y actúan y sienten como humanos, pero pertenecen a un tiempo pasado
y excepcional: el de los orígenes del mundo.

2. Del mito al logos: la explicación racional del cosmos.

Echando un vistazo a las circunstancias que hicieron posible el nacimiento de la filosofía,
encontramos que, en las ciudades marítimas de Jonia, en concreto en Mileto, se juntan varios
factores:

* Eran sociedades abiertas, tuvieron que adaptarse a cambios frecuentes, a consecuencia de la

dependencia o tutela que sufrían del rey persa y sus gobernadores.

* Mantenían contactos, gracias a sus múltiples viajes, con pueblos dotados de brillantes
civilizaciones (Babilonia, Egipto…) que tenían mitos y visiones de las cosas diferentes a los suyos.

* Su religión, sus mitos, no estaban controlados por dogmas ni por sacerdotes que rechazaran la
variedad de opiniones. Luego, eran los poetas los que expresaban los mitos.

Además, los griegos tenían una actitud de crítica constante, como si cada generación tuviera
que revisar la versión heredada y ofrecer una explicación racional alternativa, en un deseo de mejora
permanente.

En el siglo VI a.C., en Grecia (en las costas de Jonia, en Asia Menor), un conjunto de
pensadores, los presocráticos, cuestionan las explicaciones míticas de determinados fenómenos y
buscan otras más lógicas. Investigan si detrás de la pluralidad de cambios que observamos en la
naturaleza, incluida nuestra propia vida, existe una realidad básica, una realidad que no cambia
jamás. A este principio lo llaman arjé, e inicialmente es identificado con algún elemento físico.

Según el arjé sea considerado único o plural, hablamos de filósofos monistas y pluralistas.
Empezamos por los primeros (son también los más antiguos).

Tales, astrónomo y matemático de la colonia de Mileto, junto a sus discípulos Anaximandro

y Anaxímenes, fueron los primeros en protagonizar el paso del mito al logos: intentan responder a
las preguntas que los inquietaban sin recurrir a las Musas, buscando en la propia naturaleza las

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causas necesarias de los fenómenos y procurando encontrar una ley a partir de la cual se pudiera
explicar racionalmente, y no de forma arbitraria, la realidad.

Así, pensaban que, bajo el mundo observacional de los sentidos, bajo el mundo cambiante
de las apariencias naturales, existe una realidad fija y básica, un sustrato, un principio, una naturaleza
(arjé).
Según TALES, el principio del que todo surge es el agua (había constatado que la humedad es fuente
de vida).

Para ANAXIMANDRO, se trataría de algo más abstracto, el ápeiron o indetermidado (para él, el
agua de Tales era una determinación).

Para ANAXÍMENES, en cambio, la materia primera era el aire (algo parecido al aliento, pneuma)
Los seres nacen por un proceso de aglutinación o dispersión (rarefacción) de su componente
gaseoso.
Si estudiamos a estos pensadores, no es por las respuestas concretas que dieron, sino por las
preguntas que formularon y por la forma en que buscaban responderlas. En resumen: lo más fecundo
de ellos es el estilo de su pensamiento (el enfoque observacional y reflexivo), es decir, la búsqueda
racional de un principio, desvinculándose de las representaciones míticas.

Otra cuna de la filosofía monista surge en el sur de Italia (la Magna Grecia). Pitágoras y su
comunidad protagonizaron el nacimiento de una forma alternativa de pensamiento racional, que
atendía a los aspectos formales (estructura de la realidad) y no solo a elementos físicos (materiales).
PITÁGORAS nació en la isla de Samos, pero por razones políticas emigró al sur de Italia,
donde fundó un movimiento intelectual, religioso, moral y político: una secta de iniciados que
perseguía la purificación del alma, de lo corporal y de lo espiritual. De su reflexión sobre el alma
concluyeron que era inmortal y también defendieron la idea de la transmigración (tomada del
orfismo).

Los pensadores de la escuela de Mileto buscaban el principio material del que todo emergía;
Pitágoras, en cambio, busca la estructura o forma del cosmos, no los elementos materiales que lo
integran. Expertos en música, descubrieron que esta se puede reducir a proporciones numéricas, a
números; en un segundo paso consideraron que todos los objetos del mundo también se pueden
reducir a figuras geométricas, y estas, a expresiones numéricas. Entonces, si el objetivo es escrutar
los secretos del cosmos, hay que estudiar las proporciones numéricas, porque la estructura del
cosmos es matemática.

Heráclito y Parménides fundaron dos visiones del mundo antagónicas. Por un lado, la
observación y reflexión sobre el cosmos que realiza Heráclito, próximo a los pensadores de Mileto,
le conducen a afirmar que todo está en constante proceso de cambio, que la inestabilidad es la ley
de la vida (dinamismo). Por otro lado, la especulación de Parménides, próximo al mundo pitagórico
y que, por tanto, cuestionaba los datos sensoriales, afirma, al contrario, que los cambios visibles son
una apariencia que esconde una permanencia más profunda.

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 HERÁCLITO de Éfeso (530-460 a. C.) TODO CAMBIA: “No es posible bañarse 2 veces en el mismo río”.
Heráclito, llamado el oscuro por su estilo enigmático, tenía como tesis fundamental el perpetuo
fluir de todas las cosas: todo pasa, todo corre; los humanos nos realizamos en un proceso que
consiste en ser bebé, niño, adolescente, chico, adulto, viejo; igual en el mundo vegetal (semilla,
tallo, flor, fruto…) y todo el mundo físico (día y noche, estaciones…). Afirma el dinamismo
universal. El fuego es la metáfora que expresa su pensamiento; todas las cosas son llamas de un
gran fuego. Las llamas, siempre en movimiento, son procesos, pero el fuego, el arjé, perdura. De la
misma forma, bajo los elementos contrarios en lucha constante, se oculta una ley, un orden, un
logos, que es justicia (si no hay lucha de contrarios (hombre, mujer; rico, pobre; niño, viejo)
entonces habría injusticia, porque un elemento se impuso sobre lo otro. Así, lo justo es ese
enfrentamiento, polémica, guerra.
_____PARMÉNIDES (540-450) TODO PERMANECE La escuela de la isla de Elea:
Parménides de Elea, en la Magna Grecia, desarrolló un pensamiento considerado en
polémica con el de Heráclito. Escribió una obra filosófica en forma de poema, titulada “Sobre la
naturaleza”, en la que proclama la inmutabilidad radical de la realidad. Es decir, según
Parménides, los cambios que afirmaba Heráclito son solamente apariencias sensoriales, la razón los
lleva a negarlos. Ya los pitagóricos habían menospreciado los datos sensoriales; afirmaban que para
descubrir teoremas matemáticos no se necesitaba observar el mundo, solo se tiene que razonar
lógicamente. Parménides asume que, si los sentidos nos dicen una cosa y la razón otra, debemos
guiarnos más por la razón (los sentidos muchas veces nos engañan, en cambio el razonamiento
lógico nunca engaña: lo que es lógico es real). En el poema, afirmaba que la diosa le reveló una
verdad "El SER es y el NO SER no es"; es decir, el ser existe y la nada no existe. Parménides, con
estas enigmáticas palabras, está negando el cambio. El cambio sería el paso de ser una determinada
cosa a no-ser esa cosa, pero la diosa reveló que esto no es posible: sostener que las cosas cambian
es absurdo, es quedarse en meras apariencias.
Y esto implica que el Ser es eterno (inengendrado), homogéneo y continuo, inmutable
(inmóvil), indivisible (indestructible), finito o limitado (perfecto), único (lo es todo). Incluso el
pensamiento pertenece al Ser, porque siempre que pensamos, pensamos algo o en algo. El no ser
es impensable.
Por lo tanto, no existen los seres (imperfectos) en sí, y no existe el no ser (la nada o el
vacío), sólo existe el Ser. Pero la totalidad, lo mismo que el infinito, son entidades lógicas, no
experimentales ni cognoscibles, sólo pensables, "visiones racionales". Nadie podrá tener de ellas
conocimiento sensible, ni tampoco sabrá en qué consisten por mucho que razone. La razón puede
pensar en tales entidades, pero no conocerlas.
Parménides, considerado el primer metafísico, será el antecedente junto con Heráclito, de
los dos mundos platónicos.
Los filósofos pluralistas tratan de conciliar las posturas de Heráclito y Parménides: aceptan
de Heráclito que la physis es un proceso de cambios constantes, y de Parménides que lo que es no
puede venir de lo que no es. Por eso para ellos:
• Lo que existe no surgió de un único principio, sino de diferentes elementos primitivos (de
ahí el nombre de pluralistas).
• Los cambios que observamos son combinaciones de los elementos primitivos, no la
transformación de estos.

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 EMPÉDOCLES de Agrigento, amigo de Parménides, recoge las consideraciones de Tales,
Anaxímenes y Heráclito y establece la teoría de los cuatro principios (agua, aire, fuego y tierra):
esa sería la realidad que nunca cambia. Las cosas de la naturaleza son combinaciones en proporción
matemática de estos elementos. Esos procesos están regidos por dos fuerzas: el Amor (atrae, une) y
el Odio o Discordia (divide, separa).

ANAXÁGORAS de Clazomene, era jonio, pero emigró a Atenas. Sostenía que no hay
cuatro elementos, sino tantos como tipos de cosas (homeomerías = partículas semejantes): en cada
cosa hay semilla (spérmata) de todas las cosas que ella puede llegar a ser. El hecho de que predomine
un elemento u otro depende de una fuerza a la que llama nous (una mente o intelecto cósmico).

Todos los seres se componen de incontables partículas materiales, indestructibles,

inalterables e invisibles, "homeomerías". Son divisibles hasta el infinito: siempre puede
encontrase algo 'más pequeño" en la división de los entes; son de muchas clases y se combinan en
proporciones distintas, dando origen a la diversidad de seres. Las diferencias entre los seres vienen
dadas por desigualdades de proporción y cantidad de homeomerías de todas las clases. Así, el
nacimiento es interpretado como mezcla y la muerte como descomposición. Además, los sentidos
no alcanzan la verdad de las cosas porque no perciben las homeomerías, sino sólo su mezcla, que
son los seres.

Los primeros presocráticos son monistas, después aparecerán los pluralistas, como
Anaxágoras que considerarán que no existe un arjé sino varios arjés que originan los seres que son
diversos, pero su composición no es fruto del azar o de la necesidad, ni tampoco de la confrontación,
sino consecuencia de la acción de una inteligencia (Nous = mente), causa ordenadora o final, ser
infinito e impersonal.
Avance decisivo: Anaxágoras es el 1º que habló de la mente – inteligencia como gobernadora del
cosmos. Pero limitó la acción del nous a un impulso inicial (remolino que pone en movimiento a las
homeomerías, las fuerzas que se generan hacen el resto del trabajo, dando lugar a la physis (realidad que
conocemos). Este nous será el precedente del Demiurgo platónico.

Los atomistas Leucipo de Mileto y DEMÓCRITO de Abdera, consideran que la realidad

básica está constituida por una infinidad de objetos pequeños, duros, invisibles, eternos e
inalterables: los átomos, que se mueven libremente en el vacío por acción del azar. Todos, y nosotros
mismos, seríamos un conglomerado de átomos, y los cambios que observamos son
reconfiguraciones de esos conglomerados.

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 1. A ORIXE DO COSMOS NA CORRENTE PRESOCRÁTICA

3. Os antigos mitos gregos

Na segunda metade do s. VIII a.C., a Grecia Arcaica era un mosaico de pequenas
comunidades políticas, as polis. Pese a esa aparente dispersión, os gregos (hellenoi) compartían
lingua, cultura, xogos olímpicos... e tiñan conciencia dunha orixe común. Esa conciencia
expresábase nuns mitos e lendas xurdidas no pasado remoto. Os poetas Homero e Hesíodo
ocupáronse da súa transmisión.

O mito é un relato memorable e tradicional que explica a actuación exemplar duns

personaxes extraordinarios (deuses e héroes) nun tempo prestixioso e remoto. É unha narración que
perdura na memoria colectiva dunha comunidade: non se inventa senón que se herda do pasado;
conta feitos significativos (como se fixo o mundo, como apareceu a primeira muller, como se obtén
o lume, que acontece despóis da morte…). Deuses e héroes están feitos á semellanza humana
(antropomorfismo) e actúan e senten como homes, pero pertencen a un tempo pasado e excepcional:
o das orixes do mundo.

4. Do mito ao logos: a explicación racional do cosmos.

Botando unha ollada ás circunstancias que fixeron posible o nacemento da filosofía,
atopamos que nas cidades marítimas de Xonia, en concreto en Mileto, xúntanse varios factores:

* Eran sociedades abertas, tiveron que se adaptar a cambios frecuentes, como consecuencia da
dependencia ou tutela que sufrían do rei persa e os seus gobernadores.

* Mantiñan contactos, grazas ás súas múltiples viaxes, con pobos dotados de brillantes civilizacións
(Babilonia, Exipto…) que tiñan mitos e visións das cousas diferentes aos seus.

* A súa relixión, os seus mitos, non estaban controlados por dogmas nin por sacerdotes que
rexeitasen a variedade de opinións. Daquela, eran os poetas os que expresaban os mitos.

Ademáis, os gregos tiñan unha actitde de crítica constante, como se cada xeración tivese que
revisar a versión herdada e ofrecer unha explicación racional alternativa, nun desexo de mellora
permanente.

No século VI a.C., en Grecia (nas costa de Xonia, en Asia Menor), un conxunto de

pensadores, os presocráticos, cuestionan as explicacións míticas de determinados fenómenos e
buscan outras máis lóxicas. Investigan se detrás da pluralidade de cambios que observamos na
natureza, incluida a nosa propia vida, existe unha realidade básica, unha realidade que non cambia
xamáis. (A este principio o chaman arjé, e inicialmente é identificado con algún elemento físico.)

Segundo o arjé sexa considerado único ou plural, falamos de filósofos monistas e pluralistas.
Empezamos polos primeiros (son tamén os máis antigos).

Tales, astrónomo e matemático da colonia de Mileto, xunto aos seus discípulos

Anaximandro e Anaxímenes, foron os primeiros en protagonizar o paso do mito ao logos: intentan
responder ás preguntas que os inquietaban sen recurrir ás Musas, buscando na propia natureza as

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causas necesarias dos fenómenos e procurando encontrar unha lei a partir da cal se puidese explicar
racionalmente, e non de forma arbitraria, a realidade.

Así, pensaban que baixo o mundo observacional dos sentidos, baixo o mundo cambiante das
apariencias naturais, existe unha realidade fixa e básica, un substrato, un principio, unha natureza
(arjé).

Segundo TALES, o principio do que todo xorde é a auga (constatara que a humidade é fonte de vida).

Para ANAXIMANDRO, trataríase de algo máis abstracto, o ápeiron ou indetermidado (para él a

auga de Tales era unha determinación).

Para ANAXÍMENES, en cambio, a materia primeira era o aire (algo parecido ao alento, pneuma),
dilatándose e rarefacéndose para xerar todo o que existe.

Se estudamos a estes pensadores, non é polas respostas concretas que deron, senón polas
preguntas que formularon e pola forma en que buscaban respondelas. En resumo: o máis fecundo
deles é o estilo do seu pensamento (o enfoque observacional e reflexivo), é dicir, a busca racional
dun principio, desvinculándose das representacións míticas.

Outro berce da filosofía monista xorde na épica dos filósofos milesios no sur de Italia (a
Magna Grecia). Pitágoras e a súa comunidade protagonizaron o nacemento dunha forma alternativa
de pensamento racional, que atendía aos aspectos formales (estrutura da realidade) e non só a
elementos físicos (materiais). PITÁGORAS naceu na illa de Samos, pero por razóns políticas
emigrou ao sur de Italia, onde fundou un movemento intelectual, relixioso, moral e político: unha
secta de iniciados que perseguía a purificación da alma, do corporal e do espiritual. Da súa reflexión
sobre a alma concluiron que non só era inmortal senón que tamén defenderon a idea da
transmigración (tomada do orfismo).

Os pensadores da escola de Mileto buscaban o principio material do que todo emerxía;

Pitágoras, en cambio, busca a estrutura ou forma do cosmos, non os elementos materiais que o
integran. Expertos en música, descubriron que esta se pode reducir a proporcións numéricas, a
números; nun segundo paso consideraron que todos os obxectos do mundo tamén se poden reducir
a figuras xeométricas, e estas, a expresións numéricas. Entón, se o obxectivo é escrutar os segredos
do cosmos, hai que estudar as proporcións numéricas, porque a estrutura do cosmos é matemática.

Heráclito e Parménides fundaron dúas visións do mundo antagónicas. Por un lado, a

observación e reflexión sobre o cosmos que realiza Heráclito, próximo aos pensadores de Mileto,
condúcenno a afirmar que todo está en constante proceso de cambio, que a inestabilidade é a lei da
vida (dinamismo). Por outro lado, a especulación de Parménides, próximo ao mundo pitagórico e
que, por tanto, cuestionaba os datos sensoriais, afirma, ao contrario, que os cambios visibles son una
apariencia que esconde unha permanencia máis profunda.

HERÁCLITO de Éfeso, chamado o escuro polo seu estilo enigmático, tiña como tese
fundamental o perpetuo fluir de todas as cousas: todo pasa, todo corre; os humanos realizámonos
nun proceso que consiste en ser bebé, neno, adolescente, mozo, adulto, vello; igual no mundo
vexetal (semente, talo, flor, froito…) e todo o mundo físico (día e noite, estacións…). Afirma o
dinamismo universal. O lume é a metáfora que expresa o seu pensamento; todas as cousas son lapas
dun gran lume. As lapas, sempre en movemento, son procesos, pero o lume, o arjé, perdura. Da
mesma forma, baixo os elementos contrarios en loita constante, ocúltase unha lei, unha orden un

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logos, que é xustiza (se non hai loita de opostos (home, muller; rico, pobre; mozo, vello) entón
habería inxustiza, porque un elemento se impuxo sobre o outro. Así, o xusto é ese enfrontamento,
polémica, guerra.

PARMÉNIDES de Elea, na Magna Grecia, desenvolveu un pensamento considerado en

polémica co de Heráclito. Escribiu unha obra filosófica en forma de poema, titulada Sobre a
natureza, na que proclama a inmutabilidade radical da realidade. É dicir, segundo Parménides, os
cambios que afirmaba Heráclito son soamente apariencias sensoriais, a razón lévanos a negalos. Xa
os pitagóricos menosprezaran os datos sensoriais; afirmaban que para descubrie teoremas
matemáticos non se necesitaba observar o mundo, só se ten que razoar lóxicamente. Parménides
asume que se os sentidos nos din unha cousa e a razón outra, debemos guiarnos máis pola razón (os
sentido moitas veces engánnanos, en cambio o razoamento lóxico nunca engana: o que é lóxico é
real). No poema, afirmaba que a deusa lle revelou unha verdade “o ser é e o non ser non é”; é dicir,
o ser existe e a nada non existe. Parménides, con estas enigmáticas palabras, está a negar o cambio.
O cambio sería o paso de ser unha determinada cousa a non-ser esa cousa, pero a deusa revalou que
isto non é posible: soster que as cousas cambian é absurdo, é quedarse en meras apariencias.

Os filósofos pluralistas tratan de conciliar as posturas de Heráclito e Parménides: aceptan do

primeiro que a physis é un proceso de cambios constantes, e do segundo que o que é non pode
vir do que non é. Por iso para eles:

• O que existe non xurdiu dun único principio, senón de diferentes elementos primixenios (de ahí
o nome de pluralistas).

• Os cambios que observamos son combinacións dos elementos primixenios, non a

transformación destes.

EMPÉDOCLES de Agrigento (ou Acragas), amigo de Parménides, recolle as

consideracións de Tales, Anaxímenes e Heráclito e establece a teoría dos catro principios (auga,
aire, lume e terra): esa sería a realidade que nunca cambia. As cousas da natureza son combinacións
en proporción matemática destes elementos. Eses procesos están rexidos por dúas forzas: o Amor
(atrae, une) e o Odio ou Discordia (divide, separa).

ANAXÁGORAS de Clazomene, era xonio pero emigrou a Atenas. Sostiña que non hai catro
elementos, senón tantos como tipos de cousas (homeomerías): en cada cousa hai semente
(spérmata) de todas as cousas que ella pode chegar a ser. O feito de que predomine un elemento ou
outro depende dunha forza á que chama nous (unha mente ou intelecto cósmico).

Os atomistas Leucipo de Mileto e DEMÓCRITO de Abdera, consideran que a realidade

básica está constituida por unha infinidade de obxectos pequenos, duros, invisibles, eternos e
inalterables: os átomos, que se moven libremente no baleiro por acción do azar. Todos, mesmo nós
mesmos, seríamos un conglomerado de átomos, e os cambios que observamos non son sino
reconfiguracións deses conglomerados.

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