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is, amigos míos, cómo estaremos todos contentos.

” ¿Puede creerse que hay estómagos


necesitados capaces de resistir a semejante oferta? Los más hambrientos siguen al que
formula la proposición, y ponen manos a la obra; el atractivo de la sociedad, la emulación, la
alegría, el mutuo auxilio, multiplican las fuerzas; el trabajo avanza visiblemente; se vence a la
Naturaleza entre alegres cantos y francas risas; en poco tiempo el suelo está transformado; la
tierra, esponjada, sólo espera la semilla. Hecho esto, el propietario paga a sus obreros, que se
marchan agradecidos recordando los días felices que pasaron a su lado. Otros siguen este
ejemplo, siempre con el mismo éxito, y una vez obtenido, los auxiliares se dispersan, volviendo
cada uno a su cabaña. Sienten entonces estos últimos la necesidad de 100 / PIERRE JOSEPH
PROUDHON vivir. Mientras trabajaban para el vecino, no trabajaban para sí, y ocupados en el
cultivo ajeno, no han sembrado ni cosechado nada propio durante un año. Contaron con que
al arrendar su esfuerzo personal sólo podían obtener beneficio, puesto que ahorrarían sus
provisiones, y viviendo mejor, conservarían aún su dinero. ¡Falso cálculo! Crearon para otro un
instrumento de producción, pero nada crearon para ellos. Las dificultades de la roturación
siguen siendo las mismas, sus ropas se han deteriorado, sus provisiones están a punto de
agotarse, pronto su bolsa quedará vacía en beneficio del particular para quien trabajaron,
puesto que sólo él ha comenzado el cultivo. Poco tiempo después, cuando el pobre bracero
está falto de recursos, el favorecido, semejante al ogro de la fábula, que huele de lejos a su
víctima, le brinda un pedazo de pan. Al uno le ofrece ocuparlo en sus trabajos, al otro
comprarle mediante buen precio un pedazo de ese terreno perdido, del que ningún producto
puede obtener; es decir, hace explotar por su cuenta el campo del uno por el otro. Al cabo de
veinte años, de treinta individuos que primitivamente eran iguales en fortuna, cinco o seis han
llegado a ser propietarios de todo el territorio, mientras los demás han sido desposeídos
filantrópicamente. En este siglo de moralidad burguesa en que he t

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