Está en la página 1de 3

"Lugar donde el agua se arremolina"

Anenehuilco, "lugar donde el agua se arremolina", según su traducción del Nahuatl, es


un pequeño pueblo que desde antes de la conquista, ya sufre agravios de parte de
personajes abusivos que dejan al pueblo sin sustento por la evidente ambicion de
tierras, lamentablemente este pueblo no tuvo suerte, pues desde 1607 el
Virrey Luis de Velasco le concede merced de tierras, pero se les quita de nuevo para la
construcción de la Haciendo el Hospital.
Durante mucho tiempo el pueblo debió atenerse a que nadie les reconocía dicha
propiedad, y las generaciones fueron pasando ante la escases de recursos y sin
posibilidades de progreso, 200 años después de que se les quitaran las tierras, en 1746
el pueblo ya se componía de 20 familias que se pasan el tiempo defendiéndose del
acoso que reciben de tres haciendas al pelearse los territorios que en realidad eran del
pueblo: Haciendas de Cuahuixtla, del Hospital y Mapaztlán, pero sin éxito, para finales
de siglo Anenehuilco creció considerablemente, pues ya se encontraban 92 familias y
contando con un gobernador, entre los que se encuentra una familia apellidada
“Zapata”; En 1808 el pueblo arrendaba las haciendas del Hospital, ya que las de ellos
no eran suficientes, y los dueños de la hacienda el Mapaztlán, hacen una terrible
declaración en un carta, en ella describen al pueblo como encajoso, ya que aseguran
que las tierras del pueblo son bastantes y sus recursos no solo son suficientes, si no que
abundantes en comparación con otros pueblos que cuentan con el doble o triple de
familias habitantes, por lo que estos recursos son demasiados para estos indios, y
aseguran que la población verdadera no rebasa a las 30 familias, además hacen
entender que el permitir que el pueblo use o tome dichas tierras solo acarrearan
problemas para la cosecha y por lo mismo a la Hacienda y hasta a ellos mismos, incluso
menciona que las tierras que actualmente goza el pueblo en realidad fueron otorgadas
por la Hacienda el hospital durante la erección del pueblo.
Ante esta situación, el pueblo sigue quejándose por la vía legal, explican que quieren
ver resultados de estas quejas, y que si ellos no resultaran ser los dueños, lo aceptarían
sin quejarse, pero el problema es que en realidad no les resolvían ni positiva ni
negativamente.
Otro siglo mas pasaría para que el pueblo no abandona su lucha y volviera a solicitar su
documentación al Archivo General, y reinicia su pleito, en 1864 por fin parece que algo
saldrá bien pues el pueblo solicita la devolución de sus tierras a Maximiliano, quien ha
quedado maravillado con el paisaje y la india bonita de Cuernavaca, y quien escucha con
paciencia las quejas de los indios, y por fin vuelve a conceder Merced al pueblo de
Anenehuilco, pero como si esto se tratara de una maldición y para la desgracia del
pueblo, el imperio de Maximiliano se disuelve sin poder terminar este trámite, pero no
todo está perdido, llega a su gobierno, José Zapata, él escribe una carta al presidente
Porfirio Díaz, en 1874, donde describe a los azucareros como una enfermedad maligna,
que ha destruido y posesiona de tierras que en realidad le pertenecen al pueblo, no
descansaremos hasta obtener lo que nos pertenece” escribe Zapata, sin embargo no
sucede absolutamente nada,
Pasan dos años y Porfirio recibe una nueva carta con un tono más enérgico, le
recuerdan que siguen esperando aquella ayuda que el prometió, y que en realidad ellos
no merecen ser olvidados, lamentablemente esta carta tuvo le mismo resultado que las
demás, nada paso, solo una vaga respuesta como siempre, y donde también les
comenta que lamenta la muerte de su gobernado Zapata.
En 1878, el hacendado de Cuahuixtla Manuel Mendoza Cortina arremete contra el
pueblo de una manera mucho peor que las anteriores, y secuestra las aguas que
abastecen al pueblo, por su parte uno de los mandatario del pueblo Manuel Mancilla,
intenta negociar con este hacendado, pero lo hace de manera secreta, por lo que al
enterarse el pueblo, este lo degüella y arroja su cuerpo en el cerro de los Pedernales,
cerca del camino a Hospital, fuera del pueblo ya que se le considera un traidor.
A partir de este año, diferentes enemigos del pueblo realizan actos negativos contra el
pueblo, unos secuestran sus animales, mientras que otros mandan destruir sus barrios,
y otros ocupan sin temor alguno sus tierras de pasto para su beneficio.
Por enésima vez Anenhuilco busca por la vía legal la resolución a todos estos agravios,
ya que se encuentran en una situación muy precaria.
Para esto encuentran ayuda en un abogado Francisco SerraIde, quien después de
analizar los títulos, opina que "los títulos amparan plenamente las 600 varas de
terreno que se concedieron a los naturales de Anenecuilco por decreto y por ley" con
esto buscan la apelación delante del gobernador, pero nada se resuelve.
En 1909 el pueblo se encuentra desesperado ya que los hacendados los han despojado
de todo, y ya ni siquiera los dejan arrendar las tierras que en realidad son de ellos, es
entonces cuando llega a la presidencia del pueblo un joven llamado Emiliano Zapata,
quien estudia la situación y los documentos, y busca ayuda con un famoso licenciado y
un escritor sin obtener esta ayuda que tanto necesita Anenehuilco. En 1910 la última
esperanza una carta nuevamente a Porfirio Díaz, el pueblo desesperado suplica por lo
menos poder sembrar en aquellas tierras que aunque no se les cedan, sirvan para
producir, ya que ni siquiera de esta forma ya se les permite usarlas, por fin Díaz
responde que quiere una lista de las personas agravadas, y aunque el ´pueblo la envía
inmediatamente, aun la solución no se vislumbra, por lo que el joven Zapata toma la
decisión de tomar las cosas con sus propios medios, ocupa las tierras, derriba
derrócales y reparte tierras ante los ojos del jefe político de Cuautla, José A. Vivanco
quien no se atreve a tocarlo…
Poco tiempo después el presidente Díaz ordena a la sucesión del hacendado Alonso
devolverlas tierras a Anenecuilco, por fin Tres siglos después de su expedición, la
merced del virrey Luis de Velasco comienza su curso y el pueblo de Anenehuilco tiene
una esperanza real.

También podría gustarte