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DNI 29.371.324
Tal como se observa en el caso relatado, el foco de atención está puesto en la falla,
en el sujeto, dejando de lado o por lo menos sin trabajar desde el EOE, cuestiones tan
importantes como el desarraigo de esta familia que emigró desde su país y que no ha
logrado establecerse afectivamente a pesar del tiempo transcurrido, el contexto
socioeconómico que les toca vivir, y de qué manera podrían afectar el desarrollo y la
estructuración subjetiva de Tomás. Retomando lo trabajado por Stolkiner sería
pertinente en este caso realizar un abordaje desde un posicionamiento del EOE que
tenga en cuenta el pensamiento médico social/ salud colectiva que problematiza la
concepción de salud (y enfermedad) que tienen que ver con las prácticas de dicho
MMH.Se cuestionan las categorías sociales utilizadas por este modelo y se incorpora
“lo social” para luego dejar de considerar la salud y enfermedad como estados
antagónicos para centrarse en una conceptualización de estos términos como
procesos dinámicos y transformarlos en el proceso de salud – enfermedad – cuidado .
Para poder entender las prácticas llevadas a cabo por la escuela, nos sirve de apoyo
teórico lo trabajado por Silvia Bleichmar respecto al diagnóstico ya que en la
problemática particular de Tomás el diagnóstico viene a definir y a dar nombre a lo
que le pasa, etiquetándolo con un rótulo que tranquiliza a la escuela y a su familia
pero que no dá lugar a la actitud interrogativa que plantea la autora con su teorética,
utilizándolo como una herramienta más dentro del tratamiento que es pasible de
variaciones porque nos encontramos con una subjetividad en desarrollo. Por otra
parte, lo trabajado por esta misma autora en el “caso Alberto” nos permite pensar en la
relación de Tomás y su madre por ejemplo y en la influencia de lo vincular - afectivo
para la constitución de ese sujeto y su posterior acercamiento a los aprendizajes que
le ofrece la escuela. En este texto, Bleichmar plantea que estos aprendizajes pueden
funcionar como “puente” para poder permitir la tramitación y el poner en palabras
aquello que el niño padece y que de otro modo sobreviene sin mediación o sin
posibilidad de simbolizarse.
Los trabajos de Beatriz Janín nos permiten pensar ciertos conceptos que son
pertinentes en el caso de Tomás. Por ejemplo, la patologización y la medicalización de
la infancia, de qué manera las prácticas que se llevan a cabo en la escuela son
funcionales a un sistema que necesita sujetos homogeneizados sin dar lugar a lo
singular de cada uno de ellos. Esto lo podemos observar al final del relato cuando se
interviene para que el niño funcione de acuerdo con lo establecido por la escuela y se
adapte al mandato social que así lo requiere. Para ello tuvo que producirse una
intervención que encauce esas conductas hacia “lo esperable”, descartando toda
intervención subjetivante y desarticulando la importancia del contexto sociocultural en
el cual se producen estas situaciones. La autora explica que estos modos de
intervención tienen como base la idea de un desarrollo lineal, que ante los desvíos se
presenta y se define como patológico. En relación con estas ideas está el mandato
social del “niño como triunfador”, que debe poder adquirir cada vez más conocimientos
para llegar a obtener mayores capacidades y así lograr ser feliz.
Por último, podemos analizar el relato a partir de los trabajos de Carmen Fusca
respecto al diagnóstico de dislexia que se establece para Tomás. Esta autora al igual
que Janín considera que las interpretaciones del proceso de adquisición de lo
aprendizajes y en especial de la lectoescritura no deberían basarse en modelos
explicativos que se centran en una sola causa ya que éstos resultan
insuficientes. Tal como lo plantea en su escrito sobre dislexia, las dificultades que
presentan muchos niños en la adquisición de estos aprendizajes pueden deberse a
múltiples y diversas causas de las cuales como es el caso de Tomás se requiere un
abordaje interdisciplinario.