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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD

“Escuela Profesional de Psicología”

LA ACTITUD

DOCENTE:

FLOR DE MARIA ALCANTARA-

ASIGNATURA:

PROCESOS AFECTIVOS Y MOTIVACIONALES

INTEGRANTES:
● Breña Vasquez Flor Mariela
● Nuñez Palomino Diego D’alessando
● Ramos Carranza Abdias Marcos
● Esplana Quispe Neftaly Ruben
● Rojas Barra Flor Maribel

2023
INTRODUCCIÓN

Las actitudes forman parte de nuestra vida y de nuestro comportamiento. Poseemos múltiples
actitudes (a favor o en contra del: aborto, del divorcio, de la pena de muerte, de una
determinada alternativa política, de la religión, de la donación de órganos...). Todas ellas son
aprendidas y las adquirimos en el transcurso de nuestra interacción social, a través de las
distintas agencias de socialización. Al ser aprendidas son susceptibles de modificación. Esto
no significa que todas nuestras actitudes se modifiquen, ya que muchas de ellas son bastante
estables y van a mantenerse, o a experimentar pequeños cambios, a lo largo de nuestra
existencia, pero otras van a variar. La exposición a otra información, a otros grupos o nuestra
experiencia personal pueden cambiar nuestras actitudes, así como proporcionarnos otras
nuevas. Los profesionales de la salud continuamente estamos intentando o bien modificar
actitudes o fomentar la adquisición de aquellas que benefician a la salud. Conocer nuestras
actitudes, las de los pacientes y las familias que vamos a atender, y las variables que
favorecen su cambio nos va a ser muy útil por tres motivos, principalmente: 1) Está
demostrado que nuestras actitudes repercuten en la de nuestros pacientes, a través tanto de la
comunicación verbal como no verbal, 2) Las actitudes de los pacientes están muy
relacionadas con su salud y la adherencia a los tratamientos y 3) Conocer las variables
implicadas en el cambio de actitudes nos va a permitir proporcionar información más
persuasiva y eficaz.

Pocos temas en el campo de las ciencias humanas han despertado un interés y atención
similar al de las actitudes. Desde la introducción por SPENCER, en el ámbito de la
Psicología, del término "actitud" para designar unos supuestos patrones disposicionales que
influyen en la percepción de las situaciones, todas las ciencias relacionadas con el
comportamiento humano (la Sociología, la Psicología social y, en menor grado, las Ciencias
de la Educación) se apoderaron de este concepto con la intención de convertirlo en un
elemento clave, capaz de explicar amplias zonas del ser y del acontecer humano y, al mismo
tiempo iluminar las intervenciones sobre la conducta y la personalidad humana. Había
razones que justifican este interés. Para la Psicología, el tema de las actitudes afecta al
corazón mismo del comportamiento humano, en la esfera misteriosa y central de la voluntad
libre. Su situación estratégica en una zona de generalidad intermedia, entre los conceptos más
generales y metafísicos, como personalidad y voluntad, y las realidades empíricas de los
comportamientos, convertía a la actitud en una pieza clave, tanto para comprender la
personalidad como una estructura de actitudes, como para explicar los comportamientos
individuales. Desde otra perspectiva, la sociológica, las actitudes podrían ser consideradas
como el vínculo que anudaba entre sí la persona individual y la sociedad. El orden social, la
sociedad como tal, se hallaría interiorizada en cada individuo en la forma de una estructura de
actitudes que presidían sus relaciones con sus semejantes. Las actitudes vendrían así a
constituir la cara subjetiva del orden social. El concepto de actitud, por otra parte, podría
iluminar los esfuerzos de los educadores de todo tipo (y no en primer lugar de los
institucionales) interesados en la manipulación o educación del hombre. La formación de la
personalidad se concretaba en la formación y/ o modificación de las actitudes de los
individuos hacia los distintos objetos que se integran en sus situaciones y hacia las
situaciones en las que pueden llegar a estar inmersos. Sin embargo, las expectativas que se
generaron en tomo a las actitudes no se han cumplido plenamente. La historia de este tema
podría caracterizarse sumariamente con dos indicaciones: un gran desarrollo de la
investigación empírica en el terreno de la medición y el cambio de actitudes y una precisión
casi total en lo que se refiere a la teorización. En el ámbito de la teoría, y en lo que se refiere
a la construcción de modelos para su comprensión, sin negar que existe una respetable
producción literaria (inferior por supuesto que la referida a las investigaciones prácticas), los
resultados obtenidos son ciertamente descorazonadores, hasta el extremo que ya en 1947
DOOB apadrinaba la opinión de que había que abandonar este concepto, pues, si bien le
parecía socialmente útil, consideraba que carecía de status sistemático como hipótesis de
trabajo. Otro crítico, BLUMER, escribiendo en 1955 desde un punto de vista sociológico,
recomendaba el abandono de este concepto por su ambigüedad, que acaba por impedir el
desarrollo de un cuerpo coherente de teoría psicosocial. Sin suscribir plenamente estas
afirmaciones, cabe, sin embargo, señalar que, pese a la ingente cantidad de esfuerzos
dedicados a este tema, no ha cristalizado todavía una teoría coherente y aceptada por todos,
que ofrezca un modelo claro de las actitudes que dibuje su status, explique su formación y
dinamismo, establezca sus relaciones con la conducta, señale los factores de los que
dependen y, por lo mismo, ilumine las posibles y eventuales intervenciones educativas sobre
las mismas. Este trabajo pretende ser una reflexión sobre el concepto de actitud y los
postulados generalmente admitidos sobre las actitudes. Pensamos que se trata de un concepto
valioso tanto para comprender la personalidad humana y la sociedad, como para iluminar la
tarea educadora. Nuestra intención es puramente teórica; tratamos simplemente de delimitar
el concepto de actitud y situarlo en el contexto de un modelo sobre el comportamiento.

Consideremos esas respuestas actitudinales. En primer lugar se trata de respuestas verbales


ante unos estímulos simbólicos y esquemáticos; algo muy distinto a los comportamientos
esforzados que las personas llevan a cabo en las situaciones reales, infinitamente más
complejas y presionantes que los enunciados o preguntas de un cuestionario. No es por lo
mismo extraño que, cuando se intenta correlacionar las respuestas a los cuestionarios (las
actitudes) con los comportamientos reales, encontremos unos coeficientes casi
insignificantes. Y ésto tiene una consecuencia práctica de singular importancia, a saber:
desvalorizar las investigaciones que se hacen tratando de medir las actitudes de las personas y
los grupos.
DEFINICIÓN:

Es parte de nuestra naturaleza pensar, pero gran parte de nuestro pensamiento es arbitrario,

parcializado, distorsionado, desinformado o prejuiciado. Todo lo que hacemos, producimos o

nuestra calidad de vida depende de la calidad de nuestro pensamiento. El pensamiento crítico

es un modo de pensar, sobre cualquier problema, tema o contenido, que inicialmente se

somete a revisión, es decir preguntas, las cuales son esenciales porque impulsan el

pensamiento en forma analítica y evaluativa bajo estándares universales, tales como: la

claridad, exactitud, precisión, relevancia, profundidad, amplitud y lógica, que serán

detallados más adelante.El pensamiento crítico permite como proceso hacer juicios

inteligentes para responder ante situaciones, preguntas, resolver problemas y abordar hechos.

Se basa principalmente en la experiencia, la investigación, la observación y las aportaciones

de otras personas

Pensamiento: conjunto de conocimientos relativos a los actos de comprender, opinar, tener

conciencia, deducir o juzgar. Es una apreciación de contenidos significativos y de relaciones

de sentido.” Espíndola Castro, 2005:1 Pensamiento crítico: significa que alguien tiene la

capacidad para juzgar una situación adecuadamente, no solo en función de una mente

estructurada y lógica, sino también con base en unos valores y principios éticos y en un

manejo adecuado de las emociones.

En la actualidad se ha desarrollado un sinnúmero de reflexiones en torno a la educación y la


formación de seres humanos. Una de ellas se enfatiza desde la política educativa del
Ministerio de Educación Nacional de Colombia, que busca la formación de pensadores
críticos en nuestra sociedad, para que participen en las construcciones de nuevas sociedades
del conocimiento y potencien la resolución de problemáticas actuales, y el desarrollo de un
nuevo país que ofrezca condiciones de vida digna para sus ciudadanos. La formación de
ciudadanos sugiere desde nuestro sistema educativo la formación en pensamiento crítico. Es
un ideal que desborda, con creces, intereses instrumentalistas y cientificistas de la educación.
El pensamiento crítico es un propósito de la ciencia y la sociedad. Una persona hace uso del
pensamiento crítico cuando realiza trabajos experimentales, analiza o desarrolla teorías y
soluciona problemas que se le presentan. Este tipo de pensamiento permite la autorrealización
personal, profesional y ciudadana (Campos, 2007). El desarrollo del pensamiento crítico, en
primera instancia, debe enfatizar el reconocimiento y desarrollo de habilidades, actitudes y
criterios frente al conocimiento científico con miras a la potenciación de soluciones a las
diferentes problemáticas del nuevo milenio, que pueden ser superadas con la formación de
sujetos críticos reflexivos comprometidos con el desarrollo social del país. El pensamiento
crítico y la resolución de problemas poseen una estrecha relación. Laskey y Gibson (1997
citados por Guzmán y Sánchez, 2006)

plantean que el pensamiento crítico hace referencia a un complejo conjunto de actividades


cognitivas que actúan conjuntamente, tales como: resolución de problemas, pensamiento
lógico, percepción de ideas, análisis, evaluación y toma de decisiones. Son múltiples los
estudios realizados en torno a la resolución de problemas. Unos, han arrojado diferentes
perspectivas que se orientan al reconocimiento de una habilidad del pensamiento crítico
(Laskey y Gibson, 1997; Halpern, 1998).

Otros, reconocen la resolución de problemas como actitud de los buenos pensadores (Paul,
Elder y Bartell, 2003). Sin embargo, es necesario reconocer que el espacio donde se lleva a
cabo el pensamiento crítico es la resolución de problemas (Bailin, 2002). La resolución de
problemas es una cualidad del pensamiento crítico (Tamayo, Zona y Loaiza, 2014) que posee
un sinnúmero de aportes al sistema educativo, muchos de ellos enfatizan en el desarrollo de
actividades cognitivas superiores que incorporan habilidades, actitudes, conocimientos
declarativos procedimentales, y reflexiones críticas frente al conocimiento científico.

Es parte de nuestra naturaleza pensar, pero gran parte de nuestro pensamiento es arbitrario,
parcializado, distorsionado, desinformado o prejuiciado. Todo lo que hacemos, producimos o
nuestra calidad de vida depende de la calidad de nuestro pensamiento. El pensamiento crítico
es un modo de pensar, sobre cualquier problema, tema o contenido, que inicialmente se
somete a revisión, es decir preguntas, las cuales son esenciales porque impulsan el
pensamiento en forma analítica y evaluativa bajo estándares universales, tales como: la
claridad, exactitud, precisión, relevancia, profundidad, amplitud y lógica, que serán
detallados mas adelante. Origen Surge en la Antigua Grecia y se relaciona con el filósofo
Sócrates fundamentándose en la lógica, la retórica y la dialéctica. En su etimología proviene
del verbo en latín pensare , que ejerce como sinónimo de pensar y el verbo griego krinein,
que se puede traducir como: decidir o separar 1 . No implica, como muchos creen, pensar en
forma negativa o con predisposición a encontrar fallas o defectos; por el contrario, un
pensador crítico y ejercitado formula problemas y realiza preguntas vitales con claridad y
precisión, acumula y evalúa información relevante usando ideas abstractas por interpretarlas
efectivamente, llega a conclusiones y soluciones probándose con estándares relevantes,
reconoce y evalúa los supuestos e implicaciones y al idear soluciones se comunica
efectivamente. Conceptualmente, el pensamiento crítico se puede describir como la
enumeración de un conjunto de las siguientes operaciones intelectuales: evaluar, clarificar,
analizar y resolver. Debemos considerar que el pensamiento crítico es un ejercicio y supone
como todos los entrenamientos: caídas, esfuerzos, errores y especialmente consistencia y
permanencia en el tiempo, la excelencia o calidad del pensamiento se puede ejercitar para
mejorar.
En la actualidad, existen variados estudios en cuanto a la resolución de problemas en
diferentes niveles de la educación. Por una parte, se realizan caracterizaciones desde la
filosofía y la epistemología (Toulmin, 1977; Popper, 1991; Kuhn, 1996). De otra parte, desde
la psicología (Ausubel, 1976; Sigüenza y Sáez, 1990). Y concluyen, los primeros, con
conceptualizaciones sobre lo que es y no es ciencia, sobre los problemas que deben trabajar
los científicos, y sobre el factor en el que se basa la racionalidad que es la resolución de los
problemas de conocimiento (García, 2003). Y, los segundos, se refieren de manera más
particular a describir y comprender los principales procesos de pensamiento de los sujetos.
Asimismo, los diferentes estudios muestran una variedad importante en cuanto a los
acercamientos metodológicos desde los cuales han realizado sus hallazgos, y sobre los
distintos contextos en los que se ha estudiado la resolución de problemas. Dentro de los
programas de investigación, Leming (1998 citado por Guzmán y Sánchez, 2006, p. 4)
propone un programa para dar a los profesores oportunidades de aprendizaje y herramientas
de enseñanza que faciliten el desarrollo de habilidades de pensamiento de orden superior de
sus estudiantes, tales como: el análisis, la resolución de problemas, la toma de decisiones,
entre otras, y que proporcionen a sus estudiantes oportunidades para usar el pensamiento
crítico dentro de sus cursos regulares. En términos del autor, “la meta de enseñar a los
alumnos a pensar de manera crítica sigue sin conseguirse”. Otras propuestas, como la de
Facione (2007, p. 4), proponen diversas estrategias metodológicas o actividades para elevar el
pensamiento crítico en el aula de clase como son: el debate, el aprendizaje basado en
problemas, el estudio de casos, los cuentos, las fábulas, la dramatización, el juego de roles,
los crucigramas, y cuestionar. El autor menciona que estas estrategias están orientadas a la
participación activa del estudiante en el aula de clase y, con ello, al desarrollo de habilidades
como lo son la interpretación, el análisis, la evaluación, la inferencia, la explicación y la
autorregulación.Muchas y otras, de estas habilidades, son utilizadas y desarrolladas cuando se
resuelven problemas. Antes de empezar a analizar la conceptualización sobre resolución de
problemas, es necesario comprender algunas características que posee en torno al desarrollo
del pensamiento crítico

Según la RAE la palabra actitud lo define como,‘Postura del cuerpo, especialmente la


determinada por un estado de ánimo’.Es el estado del ánimo que se expresa de una cierta
manera (como una actitud conciliadora).

Son formas habituales de pensar, sentir y comportarse de acuerdo a un sistema de valores que
se va configurando a lo largo de la vida a través de las experiencias y de la educación
recibida.
De acuerdo al autor Alcántara (1992), las actitudes son el sistema fundamental por el cual el
ser humano determina su relación y conducta con el medio ambiente. Son disposiciones para
actuar de acuerdo o en desacuerdo respecto a un planteamiento, persona, evento o situación
específica; dicha de la vida cotidiana.

Así mismo según el autor Allport (1935) la actitud se define como estado mental y neural de
disposición para responder, organizado por la experiencia, directiva o dinámica, sobre la
conducta respecto a todos los objetos y situaciones con los que se relaciona.Esta definición
resalta que la actitud no es un comportamiento actual, es una disposición previa, es
preparatoria de las respuestas conductuales ante estímulos sociales.

Allport, lo consideraba como un estado de disposición mental y nerviosa, organizado


mediante la experiencia, que ejerce un influjo directivo dinámico en la respuesta del
individuo a toda clase de objetos y situaciones.

Esta definición plantea ya algunas características centrales de la actitud (Vallerand, 1994): a)


es un constructo o variable no observable directamente; b) implica una organización, es decir,
una relación entre aspectos cognitivos, afectivos y conativos; c) tiene un papel motivacional
de impulsión y orientación a la acción -aunque no se debe confundir con ella- y también
influencia la percepción y el pensamiento; d) es aprendida; e) es perdurable; y, f) tiene un
componente de evaluación o afectividad simple de agrado-desagrado. Además, otros dos
aspectos que se suelen integrar en los fenómenos actitudinales son: a) su carácter definitorio
de la identidad del sujeto; y, b) el ser juicios evaluativos, sumarios accesibles y archivados en
la memoria a largo plazo (Zimbardo y Leippe, 1991).

La mayoría de investigadores psicosociales aceptan esta definición, aunque algunos, como


Pastor en 1983, hacen algunas precisiones: "Las actitudes no constituyen ningún tipo de
entidad observable; más bien son construcciones teóricas obtenidas por inducción lógica y
sólo indirectamente observadas en algunas formas de comportamiento externo, generalmente
verbal."

Pastor Ramos (1983) planteó que el elemento comportamental es la disposición o tendencia a


reaccionar ante el objeto actitudinal en forma más o menos constante y estable; y además, es
un elemento que se expresa abiertamente en el mundo externo, porque se demuestra mediante
conductas motoras, verbales, intencionales o simbólicas. Lo conativo no tiene que ser una
conducta manifiesta siempre, sino que puede ser una predisposición hacia un comportamiento
donde exista coherencia entre su estructura de pensamiento y emoción hacia un objeto,
situación o persona. Por tanto, lo comportamental permite mostrar una conducta determinada
ante cualquier objeto, persona y/o situación; la cual puede ser bipolar: positiva o negativa. De
acuerdo con este mismo autor, este elemento actitudinal tiende a dimensionarse en el: •
Volumen de búsqueda o evitación de contacto. • Volumen de afecto positivo o negativo hacia
el objeto actitudinal. En muchos casos, la actitud se muestra con mayor coherencia entre el
elemento afectivo y comportamental, ya que el cognitivo puede aliarse o no estar presente en
la actitud.

Guillén y Guil (1999) plantearon que lo afectivo alude a los sentimientos de agrado o
desagrado que la persona tiene ante un objeto actitudinal (cosa, situación o persona). De allí
que, la unidad de estudio es el sentimiento, el cual puede fundamentarse en
significados/razones empíricas y/o cognitivas. Sin embargo, la experiencia del individuo es lo
esencial para valorar o darle un significado a un sentimiento; ya que las emociones pueden
ser irracionales frente a un objeto actitudinal. Este elemento es la emotividad que impregna
los juicios, porque utiliza la valoración emocional bipolar (positiva o negativa) y acompaña a
las categorías establecidas, asociándose al gusto o disgusto. El elemento afectivo permite
describir con mayor facilidad a la actitud, el cual se relaciona con las vivencias,
fundamentalmente, de carácter emocional.Por tanto, este elemento de la actitud psicológica
del profesor es el proceso psicológico que le faculta para vivenciar o sentir emociones ante
las actividades docentes en la formación profesional.

Ambos autores consideraron que lo conativo es el más débil de los tres elementos, porque su
nivel de consistencia es más bajo y depende de la consistencia y coherencia interna del
elemento cognitivo y afectivo. Lo comportamental no tiene la propiedad de construir
significados en la estructura mental y afectiva del individuo, sino que conduce a la
configuración e integración de los elementos anteriores. El elemento conativo o
comportamental es el conjunto de acciones y tendencias hacia o para realizar alguna conducta
específica, cuando el individuo se enfrenta ante un objeto, situación y/o persona.

Pastor Ramos, (1983) citados en Guillén y Guil (1999) reconocieron seis aspectos
característicos, tales como:
1. Fijación: Son las informaciones, creencias, opiniones estables, duraderas y seguras.
2. Firmeza: Es la profundidad y arraigamiento de las informaciones, creencias y opiniones,
ya que a mayor firmeza existe menor posibilidad de cambio de actitud; y, por el contrario,
cuando hay menor firmeza hay mayor factibilidad de cambio en la actitud del individuo.
3. Singularidad: Son los conocimientos, informaciones, creencias y opiniones sencillas hacia
un objeto social de actitud.
4. Amplitud: Es la mucha o poca información, creencia y opinión sobre el objeto actitudinal.
En efecto. -a mayor amplitud, la actitud tiene menos oportunidad para cambiar y: en cambio
-a menor amplitud-, las actitudes pueden cambiar más en el individuo.
5. Concreción: Son las informaciones, creencias y opiniones concretas de un objeto
actitudinal.
6. Concienciación: Es el contenido conceptual o informativo. En la actitud no siempre hay
una clara conciencia de dicho contenido. Lo cognitivo puede codificar y racionalizar
situaciones, procesar y transformar informaciones sobre un objeto, para luego, ubicarlas en
diversos niveles de significados fundamentales. Este elemento analiza, compara y depende de
la percepción personal, de los procesos funcionales de la memoria, imaginación, creatividad y
aprendizaje, entre otros procesos y funciones mentales. Por tanto, el elemento cognitivo de la
actitud psicológica del profesor universitario puede caracterizarse como la propiedad para
crear nuevas ideas: transformar y/o modificar las ya existentes: flexibilizar y modelar nuevos
esquemas mentales: adquirir y comparar las nuevas con las viejas ideas; estimar un valor o
darle un significado -mediante el lenguaje, a las experiencias; fortalecer los procesos de
pensamiento, análisis y evaluación de la coherencia y consistencia de su teoría explícita (lo
que piensa); y entre otras cosas.

Se consideran los conceptos, características, funciones y procesos de formación de las


mismas. Estas actitudes son evaluaciones, bipolaridades, predisposiciones, disposiciones y
creencias. Las actitudes se caracterizan por tener tres elementos fundamentales que generan
diversas funciones en la conducta docente del profesor en el dopaje mimo cognitivo, afectivo
y comportamental. Las actitudes pueden formarse desde diferentes puntos de vista
psicológicos los cuales implican mecanismos plurales de generación y configuración
actitudinal que tienden a ser complementarios interdependientes e interactivos.

Viendo las definiciones de autores, podríamos resumir que la actitud es una disposición
subyacente que, con otras influencias, contribuye para determinar una variedad de
comportamientos en relación con un objeto o clase de objetos, y que incluye la afirmación de
las convicciones y los sentimientos acerca de ella y sobre acciones de atracción o rechazo.

DESARROLLO:

TIPOS:

Actitud Proactiva:

Se refiere a la disposición de una persona para ser proactiva en su enfoque hacia las
circunstancias que enfrenta. Ser proactivo implica tomar la iniciativa y no esperar
pasivamente a que las cosas sucedan. Las personas con esta actitud son conscientes de que
tienen el poder de influir en su entorno y no se limitan a reaccionar a las situaciones que se
les presentan.
Las personas que presentan esta actitud están constantemente buscando soluciones y
oportunidades en lugar de quedarse estancadas en los problemas. Son capaces de identificar
los desafíos y obstáculos que se les presentan y, en lugar de sentirse abrumados por ellos,
toman medidas para superarlos. Toman decisiones de manera deliberada y están dispuestas a
asumir la responsabilidad de las consecuencias de sus acciones.
También implica ser visionario y tener metas y objetivos claros en mente. Estas personas no
se conforman con la situación actual, sino que se esfuerzan por mejorar y lograr más. Son
capaces de diseñar planes de acción y llevar a cabo de manera diligente, con el fin de alcanzar
sus metas y objetivos establecidos.
En resumen, una persona con una actitud proactiva no solo espera que las cosas sucedan, sino
que toma la iniciativa para influir en su entorno y lograr resultados. Son impulsores de
cambios positivos, identificando problemas, tomando decisiones y actuando de manera
anticipada para superar los obstáculos y aprovechar las oportunidades que se les presentan.

Actitud Positiva o negativa:

Las actitudes se refieren a la forma en que una persona se relaciona con la vida, las diversas
situaciones y las personas que la rodean. Una actitud positiva se caracteriza por tener una
visión optimista, buscar los aspectos positivos de las cosas y mantener una mentalidad
constructiva. Aquellas personas que poseen una actitud positiva tienden a experimentar
mayor felicidad, resiliencia y éxito en sus vidas.
Por otro lado, una actitud negativa implica una mentalidad pesimista, preocupada en los
aspectos negativos y carecer de esperanza. Las personas con actitudes negativas pueden
enfrentar dificultades para enfrentar los desafíos y su perspectiva puede tener un impacto
negativo en su entorno. Su falta de esperanza y enfoque en lo negativo puede afectar su
bienestar emocional y su capacidad para encontrar soluciones eficaces.
Es importante destacar que una actitud positiva no significa ignorar los problemas o evitar
reconocer las dificultades, sino que implica abordarlos desde una perspectiva constructiva y
buscando soluciones. Las personas con una actitud positiva son más propensas a encontrar
oportunidades en los desafíos ya mantener una mentalidad flexible y abierta al crecimiento
personal.
Por el contrario, una actitud negativa puede limitar la capacidad de una persona para superar
los obstáculos y puede generar un ciclo de negatividad que se extiende a su entorno. Las
personas con actitudes negativas pueden transmitir su pesimismo y desesperación a quienes
los rodean, creando un ambiente poco saludable y dificultando el trabajo en equipo y la
colaboración.
En resumen, una actitud positiva implica una perspectiva optimista, una mentalidad
constructiva y la búsqueda de lo bueno en la vida, mientras que una actitud negativa se
caracteriza por una mentalidad pesimista y un enfoque en los aspectos negativos. La actitud
que adoptemos puede influir significativamente en nuestra felicidad, resiliencia y éxito, así
como en nuestras interacciones con los demás y el ambiente en el que nos desenvolvemos

Actitud Reactiva:

Entender la importancia de una actitud proactiva es fundamental para nuestro crecimiento y


éxito académico o nuestra vida diaria. La actitud reactiva, por otro lado, implica reaccionar
pasivamente ante los eventos y situaciones, sin mostrar iniciativa propia. En lugar de tomar
las riendas de nuestra vida estudiantil, permitimos que otros tomen decisiones por nosotros y
nos adaptamos a lo que sucede sin intentar influir en los resultados.
Cuando nos encontramos en una mentalidad reactiva, nos sentimos a merced de las
circunstancias y perdemos el control sobre nuestra propia trayectoria académica. Es posible
experimentar frustración e insatisfacción, ya que nos percibimos como si nos observan de
nuestro propio proceso de aprendizaje, sin ser protagonistas activos.
Al adoptar una actitud proactiva, en cambio, asumimos la responsabilidad de nuestras
acciones y decisiones. Buscamos tomar el control de nuestra vida, tomando decisiones
informadas y esforzándonos por influir en los resultados que deseamos alcanzar. En lugar de
adaptarse pasivamente, nos convertimos en agentes activos de nuestro propio éxito, buscando
oportunidades, aprovechando metas claras y trazando un plan de acción para alcanzarlas. Es
importante comprender que una actitud proactiva no significa evitar los obstáculos o negar
las circunstancias adversas que puedan surgir. Al contrario, se trata de abordarlos con
determinación y buscar soluciones creativas para superarlos. Al tomar la iniciativa y ser
proactivos, adquirimos habilidades de resolución de problemas, nos volvemos más resilientes
y nos empoderamos para enfrentar los desafíos con confianza.
Actitud Manipuladora:

Se caracteriza por el intento de influir en los demás con el fin de obtener beneficios
personales, sin tener en cuenta las necesidades o derechos de los demás. Las personas que
adoptan esta actitud suelen recurrir a tácticas engañosas o coercitivas para lograr sus
objetivos, a menudo a gastos de los demás. Esta forma de comportamiento puede tener
efectos negativos en las relaciones interpersonales, mostrar desconfianza y deterioro en los
vínculos.
Cuando alguien muestra una actitud así, su enfoque principal es satisfacer sus propios
intereses sin considerar el bienestar o las necesidades de los demás. Utilizan estrategias
manipuladoras, como la mentira, la manipulación emocional o la presión psicológica, para
obtener lo que desean. Estas tácticas pueden ser perjudiciales para las personas involucradas,
ya que se ven involucradas en situaciones en las que sus derechos y necesidades son
subordinados a los deseos de la persona manipuladora.
Esta actitud puede tener graves consecuencias en las relaciones. Cuando se descubre la
manipulación, puede generar un sentimiento de traición y socavar la confianza mutua. Las
personas que son víctimas de la manipulación pueden experimentar emociones negativas
como resentimiento, frustración e impotencia. Además, las relaciones basadas en la
manipulación carecen de reciprocidad y equidad, lo que dificulta el desarrollo de vínculos
saludables y satisfactorios.
Es importante destacar que no es una forma saludable ni ética de interactuar con los demás.
En lugar de utilizar manipuladoras tácticas, es fundamental fomentar una comunicación
abierta, el respeto mutuo y la consideración por los derechos y necesidades de los demás. Las
relaciones basadas en la honestidad, la empatía y la confianza promueven un entorno de
colaboración y crecimiento mutuo.

Actitud Pasiva:

Se define por la tendencia a evitar la toma de decisiones y permitir que otros asuman el
control. Las personas con actitudes pasivas suelen experimentar una sensación de
indefensión, ya que ceden fácilmente ante las demandas de los demás y les resulta difícil
expresar sus propias necesidades y opiniones. Esta actitud conlleva una sensación de
impotencia y puede contribuir a una baja autoestima.
Cuando alguien adopta dicha actitud, tiende a evitar la responsabilidad de tomar decisiones y
prefiere dejar que otros decidan en su lugar. Esto puede deberse a una falta de confianza en sí
mismos, miedo al conflicto o una creencia arraigada de que sus propias necesidades y
opiniones no son importantes. Como resultado, estas personas suelen sentirse indefensas y
subordinadas a las voluntades y deseos de los demás.
Las personas que muestran esta actitud a menudo ceden fácilmente ante las demandas de los
demás, incluso si estas contradicen sus propios deseos o intereses. Pueden tener dificultades
para establecer límites personales y expresar sus necesidades de manera clara. La falta de
asertividad y la renuencia a defender sus propias opiniones pueden contribuir a una sensación
de baja autoestima y perpetuar el ciclo de sentirse impotentes en las interacciones sociales.
Es importante reconocer que adoptar una actitud pasiva no es saludable ni mejora a largo
plazo. En lugar de permitir que tomen el control y relegar sus propias necesidades y
opiniones, es fundamental desarrollar habilidades de otras comunicaciones asertivas y confiar
en la propia valía. Aprender a establecer límites adecuados y expresar de manera clara y
respetuosa las necesidades propias y opiniones puede conducir a una mayor autoestima,
empoderamiento personal y mejores relaciones interpersonales.

Actitud Integradora:

Se fundamenta en la búsqueda de la armonía, el respeto y la cooperación en las interacciones


humanas que adopten una actitud integradora valoran y aprecian la diversidad de opiniones,
reconociendo que aquellas perspectivas pueden aportar valor y enriquecer la toma de
decisiones. En lugar de promover confrontaciones y divisiones, buscan activamente construir
consenso y fomentar la colaboración.
Todos los que presentan esta actitud se caracterizan por su apertura al diálogo y su
disposición a escuchar activamente a los demás. Reconocen que la comunicación efectiva
implica no solo expresar sus propias ideas, sino también brindar espacio para que otros
compartan sus puntos de vista. Al hacerlo, busquen comprender y considerar diferentes
perspectivas, reconociendo la importancia de la empatía y el respeto mutuo.
Esta actitud también implica la búsqueda de soluciones que beneficien a todas las partes
involucradas en una situación. En lugar de priorizar intereses individuales o ganancias a corto
plazo, se centran en encontrar soluciones que equilibren las necesidades y objetivos de todos
los participantes. Esto requiere una mentalidad de colaboración, en la cual se fomenta la
participación activa, se consideran diferentes ideas y se busca el bien común.
Al promover una actitud integradora, se promueve la construcción de relaciones saludables y
armoniosas. La capacidad de trabajar en equipo, de superar diferencias y de encontrar puntos
en común fortalece la confianza y el entendimiento mutuo. Además, la resolución pacífica de
conflictos se vuelve más factible, ya que se enfatiza el diálogo constructivo y la búsqueda de
soluciones que satisfagan a todas las partes involucradas.
COMPONENTES:

I. Cognitivo/Evaluación: Hace referencia a la información y la percepción que


uno tiene acerca del objeto de actitud. Es decir, son las creencias, los valores, las
opiniones, los conocimientos y las expectativas que llevan a uno a actuar de un modo
concreto ante un objeto o situación.

II. Afectivo/Sentimiento: Es el sentimiento de agrado o desagrado hacia el


objeto actitudinal, junto a la valoración positiva o negativa del mismo. Esto influye
significativamente en el grado de motivación.

III. Conductual/Acción: Es la tendencia que uno tiene a comportarse de una forma


favorable o desfavorable ante el objeto de actitud. Dicho de otra manera, es la
disposición o intención conductual que uno muestra.

● Estos 3 componentes están determinados por los aprendizajes y las experiencias que
uno experimenta a lo largo de su vida. Por tanto, la actitud se forma a partir de:

Condicionamiento clásico: la respuesta actitudinal tiene lugar por la asociación con


estímulos que provocan una reacción.

Condicionamiento operante: se repiten aquellas conductas que van seguidas de


consecuencias positivas y se extinguen las que se asocian con consecuencias negativas.

Aprendizaje vicario o modelado: es el aprendizaje que se hace a través de la observación de


otras personas.

● Por tanto, para disponer de una actitud positiva, primero hay que aprender a controlar
la mente, los sentimientos y las conductas. Pero, además, se deben tener en cuenta
otros dos factores:

Factores personales: las características individuales. En este sentido, hay que confiar en uno
mismo. Las personas que se fijan en sus cualidades internas a la hora de actuar manifiestan
un nivel actitudinal más alto que las personas que se comportan en función de las conductas
que tienen los demás intentando imitarlos.

Factores contextuales: el tipo de situaciones influye en la actitud que uno muestra. Así, en
determinados contextos las personas se ven reprimidas o presionadas por la presencia de
otros, mostrando miedo al qué dirán los demás. Pero no por ello uno debe cambiar su actitud.
Hay que ser uno mismo en todo momento.
● En definitiva, para conseguir tener una buena actitud es necesario arriesgarse y tomar
las riendas de la propia vida. Si únicamente se piensa en los fracasos y en las
consecuencias negativas que pueden tener las decisiones y las conductas, nunca se
llegará al éxito vital.

Comparación entre Actitudes y otros Constructos Representacionales

Actitudes y valores:

En su concepción más consensual, podemos considerar la actitud como la evaluación de un


objeto social. En este sentido, tanto las actitudes como los valores suponen evaluaciones
generales estables de tipo positivo-negativo. A pesar de ello, no se deben confundir ambos
constructos. Los valores, a diferencia de las actitudes, son objetivos globales y abstractos que
son valorados positivamente y que no tienen referencias ni objetos concretos. Los valores
sirven como puntos de decisión y juicio a partir de los cuales el sujeto desarrolla actitudes y
creencias específicas. Los valores se trataría, de alguna forma, de actitudes generalizadas
(Garzón y Garcés, 1989).

Actitudes y opiniones:

Existe una cierta similitud entre estos dos constructos si se tiene en cuenta su aspecto
cognitivo. Las opiniones son verbalizaciones de actitudes o expresiones directas de
acuerdo-desacuerdo sobre temas, que no necesariamente tienen que estar asociadas a
actitudes ya desarrolladas. Además, las opiniones son respuestas puntuales y específicas,
mientras que las actitudes son más genéricas.

Actitudes y creencias:

Las creencias son cogniciones, conocimientos o informaciones que los sujetos poseen sobre
un objeto actitudinal. La diferencia entre creencia y actitud reside en que, si bien ambas
comparten una dimensión cognitiva, las actitudes son fenómenos esencialmente afectivos.

Actitudes y hábitos:

Tanto las actitudes como los hábitos son fenómenos aprendidos y estables. Los hábitos son
patrones de conducta utilizados generalmente inconscientes. Sin embargo, las actitudes son
orientaciones de acción generalmente conscientes. Además, la actitud es un conocimiento de
tipo declarativo, es decir, que el sujeto puede verbalizar, lo que ocurre difícilmente con el
hábito que es un conocimiento de tipo procedimental (Perloff, 1993; Zimbardo y Leippe,
1991; McGuire, 1985).
CONCLUSIÓN:

En conclusión, el documento destaca la importancia de las actitudes en nuestra vida y cómo


pueden ser modificadas a través de la interacción social y la experiencia personal. También se
introduce el concepto de pensamiento crítico como un modo de pensar analítico y evaluativo
que permite hacer juicios inteligentes y resolver problemas. Se destaca la importancia de la
resolución de problemas como una habilidad del pensamiento crítico y su relación con la
educación. Además, se describen diferentes tipos de actitudes y se explican sus características
y efectos en la vida de las personas. Finalmente, se mencionan propuestas para desarrollar
habilidades de pensamiento crítico en el aula. En general, el documento enfatiza la
importancia de tener una actitud positiva y proactiva para enfrentar los desafíos y lograr
resultados.

La importancia del documento radica en que aborda un tema fundamental en la vida de las
personas: las actitudes. Las actitudes son una parte integral de nuestra personalidad y pueden
influir en nuestras decisiones, comportamientos y relaciones interpersonales. El documento
destaca la importancia de tener una actitud positiva y proactiva para enfrentar los desafíos y
lograr resultados, y cómo esto puede ser fomentado a través de la educación y la experiencia
personal. Además, se enfatiza la importancia del pensamiento crítico y la resolución de
problemas como habilidades clave para el éxito en la vida. El documento también describe
diferentes tipos de actitudes y sus características y efectos en la vida de las personas. Se
mencionan propuestas para desarrollar habilidades de pensamiento crítico en el aula, lo que
puede ser de gran ayuda para los estudiantes en su vida diaria. Además, se destaca la
importancia de la actitud en la resolución de problemas y el pensamiento crítico. En
conclusión, el documento destaca la importancia de tener una actitud positiva y proactiva
para enfrentar los desafíos y lograr resultados, y cómo esto puede ser fomentado a través de
la educación y la experiencia personal. También se destaca la importancia del pensamiento
crítico y la resolución de problemas como habilidades clave para el éxito en la vida. El
documento es una guía útil para comprender las actitudes y cómo pueden ser modificadas
para mejorar nuestra vida personal y profesional. El documento destaca la importancia de
tener una actitud positiva y proactiva para enfrentar los desafíos y lograr resultados, y cómo
esto puede ser fomentado a través de la educación y la experiencia personal. También se
destaca la importancia del pensamiento crítico y la resolución de problemas como habilidades
clave para el éxito en la vida. El documento es una guía útil para comprender las actitudes y
cómo pueden ser modificadas para mejorar nuestra vida personal y profesional. El documento
destaca la importancia de tener una actitud positiva y proactiva para enfrentar los desafíos y
lograr resultados, y cómo esto puede ser fomentado a través de la educación y la experiencia
personal. También se destaca la importancia del pensamiento crítico y la resolución de
problemas como habilidades clave para el éxito en la vida. El documento es una guía útil para
comprender las actitudes y cómo pueden ser modificadas para mejorar nuestra vida personal
y profesional.

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