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TITULO: Psicomotricidad e inclusión social

AUTORA: Sandra González

Estos días nos reuniremos para compartir las diferentes experiencias que tenemos como
profesionales en esa búsqueda de respuestas e incursionaremos en aquellas situaciones
especialmente difíciles. El tema que sigue trata de la diversidad de abordajes y su pertinencia
en los diferentes ámbitos de trabajo del Psicomotricista cuando se enfrenta a estas situaciones.
Trata sobre la necesidad de una escucha atenta a las necesidades de la población con la que
trabajamos para responder a sus demandas profundas.

La escucha en Psicomotricidad: la capacidad de escucha es parte de la tecnicidad del


psicomotricista. La escucha atenta a la expresividad psicomotriz del niño. Es una
característica del enfoque comprensivo, basado en la expresión espontánea de la persona, que
lidera en la práctica psicomotriz hoy en día.

Esta escucha atenta a las necesidades desde una visión integral de ser humano, que implica el
mirar, oír, sentir, a través de la empatía tónica, es una característica identificadora de la
psicomotricidad. Además, es la que permite al psicomotricista dar respuestas flexibles y
ajustadas a la necesidad profunda de la persona.

El punto a tratar en esta charla es sobre las diferentes dimensiones de esta escucha y sobre el
desafío particular que nos plantea el ser psicomotricistas en un país latinoamericano o también
llamado en vías de desarrollo.

La escucha de los “signos de los tiempos”: mirada atenta de la historia y el contexto.

La mirada del psicomotricista, su enfoque, no es único ni inmutable a lo largo del tiempo; ha


variado y varía de acuerdo a diferentes momentos históricos de la Psicomotricidad, que tienen
que ver con la historia de la sociedad donde se desarrolla la disciplina, y a su relación con
otras disciplinas. Por eso cuando escuchamos como psicomotricistas, lo hacemos desde una
mirada particular, que no es independiente, sino responde a corrientes (filosóficas, políticas,
sociales) más amplias que determinan formas de ver al ser humano y su contexto. Esta mirada
tiene doble consecuencia: condiciona nuestra intervención y contribuye a la identidad de
quien es mirado- De esta manera, la escucha atenta del psicomotricista pasa también por
saber leer estas corrientes dominantes de pensamiento (interpretar sus signos) en su historia y
contexto particular para evitar un abordaje descontextualizado.

La tensión entre el enfoque médico y el educativo

Una de las corrientes que más ha marcado a la Psicomotricidad es la a veces llamada


Organicista, dentro de la cual se encuentra el modelo biomédico. Esta corriente hace énfasis
en la dimensión biológica del ser humano, con lo cual la comprensión del mismo se realiza en
términos de salud-enfermedad. Se trata entonces de compensar o reparar la deficiencia
(entendida como “toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica,
fisiológica o anatómica”) para lograr que el individuo recupere su estado de salud. Este
modelo se ha ido transformando en las últimas décadas y se habla ya de la persona como un
ser biopsicosocial, incorporando así las dimensiones psicológica y social al concepto de
salud. De todas formas, este modelo conduce a un análisis dentro del continuo salud-
enfermedad, que centra la mirada en el individuo y los diferentes factores que determinan su
estado en este continuo. Consecuentemente, la mirada del psicomotricista se orienta a buscar
los factores causales: genéticos, orgánicos, bioquímicos, vinculares, sociales, que puedan
haber provocado la deficiencia y el abordaje se realiza a través de un proceso reeducador que
permita compensarlas.

En Uruguay, por ejemplo, la carrera nace como para-médica; para apoyar el área de
neuropediatría. Se perfila así, dentro del área de la salud como una disciplina que, mediante
una metodología específica, atiende aquellos casos de patologías relacionados con el
funcionamiento del sistema nervioso. Aún cuando esta orientación reeducativa tiene un perfil
dinámico, en el cual la expresión libre y espontánea así como la mirada integral de la persona
juegan un papel preponderante , se trata de un abordaje especializado con un enfoque
médico –reeducativo (identificación de la deficiencia y reeducación de la función).

La reivindicación de los derechos de las minorías (raciales, culturales y lingüísticas) por parte
de diferentes movimientos sociales ha producido un cambio social en relación a la mirada
hacia las personas con discapacidad, motivando el surgimiento de otros modelos explicativos
que hacen énfasis en el ambiente como factor causal de las dificultades por su falta de ajuste a
la diferencia (corriente ambientalista), o en la interacción individuo-ambiente
(integracionista). Estos modelos han sido trabajados, fundamentalmente, en el ámbito
educativo; donde se comprueban los efectos negativos de las categorías fijas que agrupan a
los estudiantes en relación a su deficiencia. En efecto, ya en 1978 el informe Warnock en
Inglaterra, que influye en la ley de educación inglesa y en varios sistemas educativos, explica
cómo las mencionadas categorías dificultan la organización y provisión de recursos necesarios
para apoyar el proceso educativo de los alumnos y producen el efecto de etiquetar al niño de
forma negativa. (Marchesi, A et.al, 1999)

Se parte entonces de una mirada normalizada del individuo, produciendo cambios en el


abordaje de la diferencia: se evalúan tanto las potencialidades y dificultades individuales
como del contexto escolar.

Esta corriente educativa también influye en la Psicomotricidad. Si bien incide en el abordaje


de Reeducación Psicomotriz, la expresión más clara de esta visión normalizada es la
Educación Psicomotriz, que tiene como ámbito la escuela regular, y desarrolla una
metodología que posibilita la atención a la diferencia, prescindiendo de las etiquetas.

El enfoque del Desarrollo

Otra corriente, que en este caso conceptualiza colectivos sociales, y ha influido el campo de la
psicomotricidad, es la del Desarrollo Internacional. A partir de los años 50´ , con el fin de
reactivar socio-económicamente a los países afectados por la segunda guerra mundial, surge
la idea de Desarrollo, entendido como progreso y modernización. Se incluye más adelante en
esta idea global a los países denominados “Tercer Mundo”, denominación que incorpora,
entre otros, a todos los países latinoamericanos. Aquí la idea de modernización, demanda una
intervención en servicios básicos como educación y salud para elevar sus niveles. El problema
de la equidad social se presenta como crucial para posibilitar el progreso de los países en
cuestión. El abordaje que deriva de este enfoque, aunque socio- económico, es similar al
del modelo médico: es un enfoque compensatorio. Identificando las causas de la falta de
progreso de algunas sociedades, y en especial algunos sectores sociales, se proveen las
condiciones para que éstos últimos alcancen niveles aceptables de desarrollo. En este
sentido, las causas más ampliamente identificadas han sido la falta de acceso a servicios de
educación y salud. Por lo tanto las políticas sociales han ido en la dirección de compensar
estas faltas. Sin embargo, en los últimos años ha surgido la preocupación por la participación
activa de los sujetos en los proyectos de desarrollo, con el fin de que desarrollen una serie de
capacidades que les permita tomar el control de la intervención de manera sostenible, donde
se habla de “empoderamiento de los participantes”.

En este contexto, la Psicomotricidad también ocupa un lugar. En Uruguay, se desarrolló un


plan nacional de atención a los niños de sectores empobrecidos y sus familias que luego
trascendió a política pública, que involucra la intervención psicomotriz. En efecto, el taller de
experiencias oportunas, que con un enfoque psicomotor, involucra la participación de adultos
cuidadores y niños, es parte fundamental de la estrategia para empoderar a los adultos
responsables de los niños en su rol de facilitadores del desarrollo de sus hijos.

Enfoques y prácticas

Los enfoques mencionados no se manejan de manera excluyente, predominan más en un


ámbito que otro, pero coexisten en el tiempo y, muchas veces, coexisten en nuestras prácticas,
a veces en diálogo complementario, otras haciéndonos caer en profundas contradicciones. A
continuación, presentaré un caso concreto, fruto de una investigación que realicé
recientemente, en el cual podremos ver esta dinámica y la importancia de una escucha atenta
y una actitud flexible del Psicomotricista como facilitador del desarrollo.

Un caso concreto

El caso de estudio: un centro de atención a los niños y la familia que forma parte del plan
nacional antes mencionado

Objetivo del plan nacional contribuir a garantizar la promoción y protección de los derechos
de niños y niñas desde su concepción a los 3 años, priorizando aquellos provenientes de
familias en situación de pobreza y/o vulnerabilidad social (Cerutti et al, 2008, p.1).

Si bien el grupo meta son los niños desde su concepción hasta los 3 años, dado que el plan
concibe el desarrollo del niño en íntima relación con su contexto, tiene un enfoque en el cual
se promueve el involucramiento de los adultos referentes para fortalecer los vínculos con sus
niños y facilitar el desarrollo de habilidades de crianza, con el fin de garantizar un desarrollo
infantil continuo y sostenido. Se trata de un abordaje de tipo compensatorio: intenta
compensar las carencias de los padres (de grupos vulnerables) como estimuladores del
desarrollo y compensar la falta de oportunidades de grupos vulnerables priorizándolos en su
selección. Sin embargo, en los últimos años se ha enfatizado también la importancia de las
redes y el trabajo con la comunidad, destacando la participación como un pre-requisito
para el empoderamiento y la equidad social (Tejera, 2006, p.10).

La investigación que realicé, se centró entonces en el proceso de empoderamiento de las


mujeres, madres de los niños que asisten al centro; entendiendo empoderamiento como el
“aumento de la capacidad para cambiar la propia vida”, por considerar que de esto depende
una mejora en la calidad de vida de forma autónoma y digna.

Resultados:

La actividad donde la Psicomotricidad juega un rol preponderante es el taller de experiencias


oportunas.

En este caso, por ejemplo, se trata de sesiones de juego, coordinadas por una psicomotricista,
dirigida a un grupo de padres/madres con sus hijos, que concluyen con un momento de
reflexión compartida por los adultos y coordinada por la psicóloga y la psicomotricista, y una
merienda compartida donde se introducen nociones de nutrición. El objetivo de estas
actividades grupales, que dan la oportunidad de compartir experiencias y conocimientos, es el
desarrollo individual de cada niño y el fortalecimiento del vínculo padres/hijos. Se trata
entonces de un enfoque individualizado, al igual que en el resto de las actividades del plan.

De acuerdo a lo recabado en las entrevistas con las madres, estas actividades han facilitado el
desarrollo de sus capacidades para resolver sus problemas personales inmediatos, sentirse más
seguras en su rol de madres y compartir un tiempo de calidad con sus hijos.

Sin embargo, la investigación lanza luz sobre otros aspectos que influyen fuertemente en el
proceso de empoderamiento de las madres y consecuentemente en la mejora de su calidad de
vida que no han sido tenidos en cuenta en la intervención.

Las mujeres que asisten al centro expresan ser categorizadas socialmente como pobres, sucias,
ladronas, etc. Dado que la identidad se construye en interacción, la permanente y extensa (en
el tiempo) situación de exclusión social en la que se encuentran las madres entrevistadas hace
que se relacionen con el servicio desde los estereotipos adjudicados, de manera tal que
reproducen relaciones inequitativas de poder. Su participación en lo que se refiere a
decisiones relativas al servicio es escasa o nula. Participan desde el rol que les da la política
social a través del criterio de elegibilidad del servicio: madre, pobres. No se sienten con el
derecho de exigir o decidir.

En efecto uno de los mecanismos de exclusión social es la discriminación de ciertos grupos


sustentada en esterotipos desvalorizantes, atribuyéndoles características negativas que
justifican su situación de desventaja social. Estos estereotipos son también asumidos y
reproducidos por los mismos grupos excluídos.

La mirada y abordaje individualizados, no permiten captar esta realidad que hace a la


identidad grupal. De esta manera, las etiquetas sociales quedan sin cuestionamiento. Se
legitiman por defecto (porque no se cuestionan y siguen siendo base de las relaciones entre los
participantes) y por efecto (el mismo hecho de priorizar la población por sus características
contribuye a la estigmatización). Por lo tanto no se avanza en pos de una mayor inclusión
social; que trascienda la simple asimilación y permita a estas mujeres incidir crítica y
activamente en la sociedad. (Flores 2003, p.97)

Un espacio para el fortalecimiento grupal gracias a la escucha atenta

En el taller de experiencias oportunas, la flexibilidad de la psicomotricista y de la psicóloga


que lo dirigen les ha permitido a las mujeres negociar un espacio mayor: han ido aumentando
su tiempo de conversación y temática en relación al establecido previamente para esto
(trascendiendo incluso su rol de madres). Esto ha permitido encontrar más problemáticas
comunes, como grupo social. Un caso excepcional fue el de la mala atención en el servicio de
salud en la zona, que surgió reiteradamente en las sesiones. La psicomotricista escuchó el
problema común y ofició de nexo con los recursos del centro para movilizar a las mamás:
habla con la trabajadora social y juntas apoyan al grupo de madres para organizarse y luchar
por su derecho a una atención en salud de calidad.

El resultado de esta experiencia singular fue de que el grupo se vio fortalecido, su autoimagen
cambió positivamente, derrumbando mitos de superioridad de ciertas autoridades y
profesiones. Por otra parte, se produjeron cambios sustanciales en los servicios de salud.

La actitud de escucha del psicomotricista, así como su comprensión del ser humano en forma
integral posibilitó la flexibilización de la metodología planteada inicialmente. Esto a su vez,
permitió un ajuste a la necesidad profunda de los participantes, las cuales se relacionan con su
situación social; su posición en la estructura social.
Lo individual y lo grupal en Psicomotricidad

La historia de la Psicomotricidad, marca profundamente nuestra mirada individual. Nuestra


escucha es del individuo; que obviamente está en relación con un grupo; pero el abordaje es
fundamentalmente individual. Más aún, nuestra mirada está centrada en el cuerpo, un cuerpo
que siente y habla, físico e imaginario pero siempre individual. Incluso cuando analizamos las
dinámicas de los grupos de Educación Psicomotriz nuestro sesgo hace predominar el análisis
individual.

Sin embargo, es preciso no perder de vista que lo social marca profundamente lo individual,
que nuestra identidad se construye en relación y no sólo es individual sino colectiva.

Por lo tanto la situación del colectivo, condiciona y delimita el desarrollo y las posibilidades
de transformación individual. En el caso presentado, la capacidad transformativa de las
mujeres, limitada a la esfera individual (resolver sus problemas personales inmediatos), dada
la situación grupal de exclusión, tiene limitado impacto. Las mujeres no salen fortalecidas
como ciudadanas para producir un cambio social que coloque sus familias en una situación
más equitativa. De esta manera, las esperanzas de mejorar la calidad de vida y el desarrollo de
los niños participantes se ve limitada a la duración de su permanencia en el centro.

Por otra parte, nuestro abordaje de tipo compensatorio, es riesgoso en ámbitos de intervención
social, pues puede contribuir a reforzar los estereotipos que son parte de los mecanismos de
exclusión. Si priorizamos la atención a las familias pobres en lo que se refiere a la provisión
de estrategias de crianza de sus hijos, y centramos la intervención en “dar” estrategias, “decir”
cómo se hace mejor, reforzamos la imagen de pobres, ignorantes y menos capaces que los “no
pobres”. Un abordaje de atención a la diversidad, que posibilite ver la complejidad de las
relaciones sociales y pautas de desarrollo, que vea la posición del colectivo en la trama social
y sus necesidades profundas sería más adecuado.

Desafío para la psicomotricidad trabajando en países llamados “en vías de desarrollo”


llegar a comprender el sujeto en su dimensión social, grupal para leer adecuadamente la
demanda profunda de estos y responder de forma ajustada. Pensar no sólo en el individuo
agrupado sino en los grupos sociales como unidad de análisis, para dar respuestas más
estructurales y sostenibles a aquellas personas en situación de exclusión social.

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