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¿Te pesarías para subir a un avión? (Te


sorprenderá la respuesta)
9-11 minutos

Viajar en avión se parece cada vez más a una gincana, esas competiciones alocadas en las que hay
que ir superando pruebas. Después de la cola de acceso a las salas de espera y de 'desnudarse' para
pasar los detectores, todavía queda el reto de subir al avión... ¡y colocar la maleta en el
compartimento superior! En ese tramo final, hay que superar las colas de quienes, pese a tener
asientos numerados, se apresuran en llegar los primeros a la puerta de embarque, y, finalmente, el
'gran desafío': superar la prueba del peso. Y eso que hasta ahora solo había que pesar la maleta;
ahora quieren pesarte también a ti.

Finnair pide a sus pasajeros que, «de forma totalmente


voluntaria y anónima», se suban a una báscula, con el objetivo
de mejorar los cálculos de equilibrio del avión y garantizar
despegues más seguros
Ha sido la compañía aérea de Finlandia, Finnair, poco sospechosa de incorrección política, la que se
ha atrevido a plantearlo. Piden a sus pasajeros que, «de forma totalmente voluntaria y anónima», se
suban a una báscula, junto con su equipaje, antes de acceder al avión. Dicen que tiene como
objetivo obtener más información sobre el peso total del aparato; así podrán mejorar los cálculos de
equilibrio de los aviones y garantizar despegues más seguros. Para ello, alegan que necesitan
conocer con precisión el peso variable de los pasajeros y sus equipajes de mano. Y claro, en algunos
casos, también de esas capas de ropa de más y otras estrategias que muchos pasajeros exponen en
sus redes sociales al conseguir subir su 'exceso' con ellos.
Los resultados del pesaje, que se llevará a cabo hasta mayo de este año, serán enviados a Traficom –
una agencia de transporte y comunicaciones– para ser utilizados como guía de carga del avión hasta
el 2030. Satu Mannukka, responsable de procesos en tierra de Finnair, asegura que «los datos
recogidos no están vinculados de ninguna manera a los datos personales del cliente. No pedimos el
nombre ni el número de reserva». La información queda registrada en una base de datos que incluye
el peso total del pasajero, edad y sexo.

Los nuevos trucos para colar más equipaje del permitido

Atrás quedó lo de ponerse varias prendas una encima de otras a la hora de embarcar como único
modo de burlar los controles de las aerolíneas. Ahora muchos pasajeros demuestran que el ingenio
no descansa a la hora inventar nuevos trucos para llevar más equipaje de lo que se nos permite. De
hecho, son miles los usuarios que publican en redes sociales cómo...
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Las reacciones de los pasajeros ante la sugerencia de subirse a la balanza han sido diversas. Por un
lado, más de 600 voluntarios se pesaron sin complicaciones el mismo día que se implementó la
medida. Suvi Aaltonen, la portavoz de Finnair, aseguraba: «Nuestros clientes han abrazado esta idea
de manera muy positiva. Nos ha sorprendido la cantidad de personas que están dispuestas a
participar en esta experiencia única». En redes sociales, en cambio, muchos usuarios criticaban la
medida por ser «gordofóbica» y «humillante» y lo han tachado de invasión de datos personales de
los pasajeros.

Samoa Air aplicó en 2013 una controvertida política de cobro


respecto al peso del pasajero. En vuelos domésticos, de corta
duración, el kilo estaba alrededor de un dólar
Lo que nadie cree es que la decisión de Finnair sea 'inocua' y solo por 'seguridad'. Es obvio que la
'rentabilidad' está entre las prioridades de la compañía. Cuanto más pesa el avión, más combustible
consume y más caro es el vuelo. Pero al mismo tiempo, cada vez caben más personas por vuelo,
para que los ingresos sean mayores.
El ancho promedio de los asientos de los aviones –y el largo: la distancia entre unos y otros– se ha
ido reduciendo progresivamente en los últimas décadas, al mismo tiempo que los cuerpos se están
agrandando en todo el mundo, en peso y en altura. Es decir, cada vez a más pasajeros les resulta
difícil encajar en los asientos. Uno podría pensar que la solución es volver al espacio anterior, pero
eso sería 'mal negocio': cabrían menos pasajeros. Así que las compañías están tentadas a optar por lo
contrario: doblar la apuesta y optar por monetizar el fenómeno. Es decir, cobrar por el sobrepeso de
la persona, como si fuese una maleta.
No es una idea nueva. Lleva planteándose más de una década, pero supone tales problemas éticos
que se sigue 'aplazando', aunque en países como Estados Unidos, donde el porcentaje de personas
con sobrepeso es muy elevado, ya se ha intentado regular el espacio que ocupan en los aviones.
Algunas compañías exigen que «los clientes que requieren asientos adicionales» compren dos
asientos; otras, que también lo piden, reembolsan la compra adicional a posteriori, si uno o más
asientos han quedado disponibles después del despegue.
En Australia y Canadá está prohibido que las aerolíneas cobren a los pasajeros cantidades diferentes
según el tamaño de su cuerpo, porque la obesidad se reconoce como una discapacidad y esos
pasajeros de talla grande cumplen con los requisitos para un asiento adicional gratuito. En Europa
no se considera esta posibilidad, pero si la persona con sobrepeso supone una incomodidad para los
pasajeros de los asientos próximos, suelen considerar la opción del asiento adicional gratuito.
La industria aeronáutica mundial obtiene 30.000 millones de
dólares al año de las tasas por equipaje. Con el aumento de los
costes del combustible, no es probable que renuncien a esos
ingresos
Además del argumento de que ser obeso no es una opción, sino una enfermedad por la que no deben
ser penalizados, cobrarles por su peso excesivo implica una incoherencia intrínseca: las aerolíneas
no ofrecen descuentos a las personas de menor estatura o peso, ni siquiera a los niños, a pesar de
que son mucho más livianos y, en consecuencia, se consume menos combustible para transportarlos.
Pero ha habido aerolíneas que lo han aplicado y de forma radical. La aerolínea Samoa Air comenzó
a aplicar en 2013 una controvertida política de cobro respecto al peso del pasajero. En vuelos
domésticos, de corta duración, el kilo estaba alrededor de un dólar. Además, dispuso asientos XL
para pasajeros que pesasen más de 130 kilos, con un coste extra. Samoa Air dejó de operar poco
después por problemas financieros diversos, pero Chris Langton, su director ejecutivo , dejó
plantada la semilla: «La gente entenderá muy pronto el sistema de pago por peso. Se preguntarán
por qué la gente más ligera tiene que pagar por la gente más pesada si, al mismo tiempo, les están
cobrando el exceso de peso en su equipaje».
Quizá por eso los finlandeses se han mostrado proclives a pesarse... por eso y porque hay pocos
finlandeses obesos.

Fue tras la crisis financiera de 2008, cuando las aerolíneas


separaron las 'ventajas estándar' de los llamados 'servicios
opcionales' y decidieron colocar la facturación de maletas en
esta última categoría
Pero el origen del problema no es el aumento del sobrepeso en humanos sino la estrategia de
gestión del equipaje de las aerolíneas.
Entre las muchas cosas odiosas de los viajes en avión, la gestión del equipaje de mano ocupa un
lugar destacado. Los aviones están abarrotados, y todo el mundo parece tener más cosas y más
grandes de las que el avión puede acomodar. Un artículo de The Atlantic explica cómo empezó todo
y por qué tiene difícil solución.
Tras la crisis financiera de 2008, comenzó la 'desagregación'. Presionadas por el aumento de los
costes del combustible y la competencia de las aerolíneas de bajo coste, las compañías aéreas
separaron las 'ventajas estándar', como hasta entonces era las maletas facturadas de forma gratuita,
de los llamados 'servicios opcionales', aquellos que los viajeros podían comprar o a los que podían
renunciar. Y las maletas pasaron a ser un 'servicio opcional', o sea, de pago. Por eso, para evitar esos
costes añadidos (y para evitar el tiempo de espera en el carrusel de recogida de equipajes), cada vez
más gente opta por el equipaje de mano.
Resolver la crisis del equipaje de mano es difícil: las variables son muchas y los incentivos para
cambiarlas están en conflicto. La industria aeronáutica mundial obtiene actualmente casi 30.000
millones de dólares al año de las tasas por equipaje. Con el aumento de los costes del combustible,
no es probable que las aerolíneas renuncien a esos ingresos en un futuro próximo.
La única esperanza de que lo consideren es el tiempo que tardan en cargar y descargar los aviones.
El equipaje de mano retrasa notablemente la salida y entrada de los pasajeros. Si llevaran menos, los
horarios de las aerolíneas serían más eficientes.
Pero de momento, el objetivo sigue siendo cómo colocar el equipaje de mano de la forma más
eficiente.
Teague, la empresa que ha diseñado todos los interiores de los aviones Boeing desde 1946 (cuando
los compartimentos superiores no eran más que estantes para sombreros), admite que los
compartimentos superiores son uno de los desafíos más complejos. No se deben abrir nunca
accidentalmente y los pasajeros y auxiliares de vuelo tienen que poder cerrarlos con poco esfuerzo.
Y, además, deben asegurarse de que el equipaje no se mueva tanto que se caiga cuando un pasajero
vaya a recogerlo, lo que es especialmente difícil con las nuevas superficies plásticas de las maletas.
Pero sobre todo, cada día tienen que caber más cosas, hasta el punto de que uno de los diseñadores
industriales de Teague lo plantea así: «Es como una carrera armamentística entre Airbus y Boeing
por ver quién tiene los compartimentos más grandes».

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