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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

Alumna: Paula Cucarella.

DNI: 34906569

Asignatura: Didáctica general.

Comisión: Nº 7

Docentes: Vannina Trentin y Amalia Güell

Análisis de la ponencia: “La desigualdad social repercute en el derecho a la


educación” de Jesica Loana Gerez y Natalia Elizabeth Cáceres.

Eje 1: La función de la escuela. “Igualdad de derechos, la escuela inclusiva:


problemas y tensiones”
Las siguientes líneas ese proponen, más que una crítica, la expresión de ciertas
preguntas/ reflexiones que me han surgido respecto del tema de la desigualdad en la
educación. Releyendo la ponencia de mis compañeras, “La desigualdad social repercute
en el derecho a la educación” de Jesica Loana Gerez y Natalia Elizabeth Cáceres. Sobre
sus conclusiones, acuerdo con aquello que para ellas debería pasar, es decir, en que se
llegue por fin, a la inclusión de los estudiantes, creando una sociedad con verdaderas
oportunidades para todos por igual. Sólo considero que tal vez se abordan estas
cuestiones de un modo un tanto superficial, enfatizando en demasía el rol del Estado, sin
atender a cuestiones, para mí, fundamentales, a saber, lo que ese Estado realmente
representa en una sociedad capitalista.
Partiendo de las ideas propuestas por Marx y Engels, los conceptos de propiedad y
Estado están íntimamente relacionados, según ellos, “el gobierno del estado no es más
que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa”.1
Lenin ahonda más en esa función como maquina represiva que tiene el estado, “mientras
exista la propiedad privada, vuestro Estado, aunque sea una república democrática, no es
otra cosa que una máquina en manos de los capitalistas destinada a aplastar a los
obreros, y cuanto más libre sea el Estado, con tanta mayor claridad se manifiesta este
hecho”.2
Teniendo en cuenta estas ideas, y siendo la escuela uno de los aparatos ideológicos del
estado, la misma participa de las contradicciones inherentes al sistema, incluyendo y
excluyendo a la vez. De ahí que, como afirma Dussel, “el ethos igualitarista aparece
jaqueado en muchas escenas escolares en las que el imperativo de incluir a todos parece
llevarse muy mal con las posibilidades concretas de hacerlo”3 Y si bien las autoras de la
ponencia reconocen que eso se debe a las diferencias sociales y a las condiciones
históricas de la formación de la escuela, a partir de allí solo se limitan a desarrollar todas
aquellas líneas de acción que debiera de tomar el Estado para una educación igualitaria,
sin profundizar en el origen de esas desigualdades sociales, que de hecho se encuentran,
a mi parecer, totalmente legitimadas por el Estado.

1
"Manifiesto Comunista", Kart Marx y Frederich Engels.
2
Ilich Lenin, Vladimir (1978). Acerca del Estado. Progreso
3
Dussel, I. (2008), La escuela media y la producción de desigualdad: continuidades y rupturas. En Tiramonti,
G. y Montes, N. (comp.). La escuela media en debate. FLACSO. Ediciones Manantial. Buenos Aires

2
A partir de ese planteo es que me surgen ciertas preguntas: siendo el garante de las
relaciones capitalistas de reproducción social, ¿Será que efectivamente, el Estado aboga
por “el desafío de incluir la diferencia para excluir la desigualdad"? y lo que es más,
¿hasta qué punto es legítimo su afán por crear una sociedad igualitaria?
Lejos de encarar estas preguntas con aire catastrofista, mi intención es problematizar
algunas nociones que tenemos naturalizadas ya que creo que muchas de las
contradicciones y tensiones que hemos visto en torno al problema de la educación son
manifestaciones de un problema más amplio y estructural, los propios del sistema
capitalista, en el que el Estado es el garante del derecho de la propiedad y reproductor de
las relaciones de explotación, por lo tanto reproductor de la desigualdad social.
A pesar de las Leyes y el nivel discursivo propio de la democracia burguesa, la igualdad
en si misma sería incongruente con la propia lógica el sistema capitalista. Por ese motivo
es que, como bien mencionan las autoras, todas las políticas paliativas que realiza el
estado para combatir la desigualdad se quedan en una solución del momento, que no
conduce a generar la igualdad de oportunidades.
De hecho, este movimiento de exclusión se mantuvo presente históricamente desde la
misma consolidación del estado nacional, ya sea, segregando al indio, al gaucho o al
inmigrante. Como expresa Débora Kantor hablando de las diferencias entre los
adolescentes mientras “unos se socializan en el shopping, otros, en la calle cartoneando.
Unos comen fast food, otros comen rápido en el comedor comunitario. Unos aspiran
pegamento en la terminal de ómnibus, otros aspiran a cambiar la computadora de su
cuarto. Unos abusan de la comida basura, otros abrevan a la basura para comer”4
Ante este contexto de exclusión social, y ante un estado que representa intereses
específicos, que en general no coinciden con el de los más necesitados, creo que
debemos repensar qué respuestas podemos brindar a los problemas de la educación
desde nuestro lugar concreto, tomando conciencia crítica y formando a los alumnos del
mismo modo. (En este sentido, también me interpelan ciertas preguntas en torno a la
conveniencia o no de la generación de pensamiento crítico, ¿resultará conveniente al
Estado, o nuevamente todo queda en el mero discurso de palabras bellas que todos
queremos oír?).

4
Kantor , Débora . Variaciones para Educar Adolescentes y Jóvenes - 1a ed. - Buenos Aires: Del Estante
Editorial, 2008

3
Concluyendo y con la pretensión de dejar abierto el debate, sin dudas creo que debemos
pensar que el posible, y tan esperado, cambio hacia una educación que resulte
verdaderamente inclusiva, ocurrirá solamente luego de un cambio social más profundo,
del que todos debemos ser parte, y para ello debemos repensar qué rol juega cada actor
social en la construcción de una sociedad igualitaria en la que efectivamente sea posible
el acceso de todos al conocimiento.

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