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Carlos V
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c) Nuevas guerras europeas. Italia y Navarra:
En 1508 el papa julio II, formalizó una alianza general contra la República de Venecia,
participaron el imperio, Francia y los príncipes italianos. España fue invitada también, y
Fernando acabó aceptando para no quedar al margen de la política internacional.
Los franceses se quedaron con la mejor parte. El pontífice, quiso formar en 1510 una
nueva alianza (la Liga Santa), antifrancesa. Fernando el Católico se negó durante mucho
tiempo a intervenir en ella. Sólo cuando el monarca francés Luis XVI, quiso reunir un
concilio en Pisa para nombrar un antipapa, se decidió a lanzar a las tropas españolas a la
acción, que colaboraron eficazmente en la expulsión de los franceses de Italia.
Aquella guerra tuvo un premio en cierto modo imprevisto. Navarra, se vio arrastrado al
conflicto. Tanto españoles como franceses buscaron su alianza, para asegurarse aquella
estratégica zona.
Los navarros estaban gobernados por un rey vascofrances, Juan de Labrit, feudatario del
rey de Francia. Estas circunstancias obligaron a los monarcas navarros, Juan y Catalina,
a elegir la alianza francesa. Entonces Fernando el Católico ordenó la invasión de Navarra.
El hecho no se explica sin la colaboración de una buena parte de la población del país.
Fernando el Católico incorporó Navarra a sus reinos, pero respetando todas sus leyes e
instituciones.
d) El interregno:
Los últimos años de Fernando el Católico, estuvieron amargados por la cuestión
sucesoria. El heredero de la Corona era el príncipe Carlos, hijo de Felipe el Hermoso y
Juana la loca.
El emperador Maximiliano, su abuelo paterno y los flamencos se negaban a que viniera a
España a educarse. Aparte de ser archiduque de los Países Bajos, tenía probabilidades
de ser elegido emperador de Alemania.
Por eso Fernando pensó en modificar su testamento en beneficio de su nieto menor,
Fernando, nacido en Alcalá de Henares y educado en sus reinos.
Fernando murió en 1516. El príncipe Carlos seguía en los Países Bajos, y hubo que
nombrar una regencia. Los reinos castellanos fueron confiados al cardenal Jiménez de
Cisneros, y los aragoneses al arzobispo de Zaragoza, don Alonso de Aragón.
Para contener los desmanes de la nobleza creó la milicia de la Ordenanza, un cuerpo de
33. 000 hombres, cuya administración hubo de conceder a las ciudades, dando a éstas
una fuerza que muy pronto iba a convertirse en un peligro.
La nobleza aragonesa creyó haber llegado el momento de separar aquellos reinos de
Castilla. La familia de los Lanuza fue la más activa en aquel momento señorial. Se llegó a
pensar en proclamar rey de Aragón al propio regente (hijo natural de Fernando el
Católico). Entonces cundió la idea de traer al príncipe Fernando, peor el arzobispo se
enteró de la conjura a tiempo, y la puso en conocimiento de Cisneros, que se apresuró a
tomar al joven príncipe a su cargo. Cuando el nuevo monarca, Carlos I, desembarcó en
Villaviciosa de Asturias, en el verano de 1517, recibía una España difícil, pero con su
integridad definitivamente a salvo.
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Fernando de Isabel de Maximiliano de María de
Aragón Castilla Habsburgo Borgoña
Felipe II Maximiliano II
Rey de España Emperador SIRE
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5- La entronización de la Casa de los Austria tuvo así la virtud de dotar a España de
una política de los más altos vuelos, y también el inconveniente de lanzarla a una
serie interminable de empresas en las que no se dirimían intereses españoles, y que
acabaron por agotar totalmente al país, y conducirlo a una tremenda decadencia. El
esfuerzo se notó en el aspecto demográfico, hasta reducir la población de España, en
doscientos años, a poco más de la mitad; y en el económico, al emplearse todos los
recursos del país y los enormes caudales procedentes de las Indias en las empresas
exteriores.
Desviaron el curso lógico de la historia de España, administraron pésimamente,
agotaron y esquilmaron el país.
Los Habsburgo fueron gobernantes idealistas, caballerescos, profundamente
religiosos y con muy poco sentido práctico en el manejo de los bienes materiales. El
tránsito del siglo XV al siglo XVI representa un retroceso total de la burguesía y el
triunfo otra vez de la nobleza, no como en la Edad Media, pero si mediante la
detentación de los principales cargos del Estado.
La falta de sentido práctico, poco gusto por el trabajo, el despilfarro de las
posibilidades económica, se deben a este sentido “nobiliario” o hidalgo de la
existencia.
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geniales. Los exacerbados nacionalismos del siglo XIX criticaron en él la falta de un
concepto de nación; hoy las ideas supranacionales y el integracionismo europeo
tienden a agigantar su figura.
Aquella superación de lo nacional la adquirió Carlos no solo de la tradición imperial o
de la formación ideológica que le inculcaron, sino también de la propia naturaleza
heterogénea de sus dominios.
Una fortuna fabulosa le deparó grandes herencias territoriales procedentes de sus
cuatro abuelos: el emperador Maximiliano, María de Borgoña y los españoles
Fernando e Isabel.
Su imperio habría de extenderse de Konigsbergs a Santiago de Chile. Nadie hasta
entonces en la historia había dominado tan vasta extensión del mundo.
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- Después de tres años de ausencia, el joven emperador estaba completamente
desconocido, no solo en su aspecto físico (trajo la “barba alemana”) sino por su
madurez y su sentido de la responsabilidad.
Ya no se dejaba conducir por sus consejeros flamencos, y procuró un contacto directo
con los españoles. Aprendió el castellano, casó con una princesa hispanoportuguesa,
Isabel, y aquí hizo construir sus residencias habituales (palacio de Granada, Alcázar
de Toledo). Hombres de su confianza fueron Francisco de los Cobos; Alfonso de
Valdés y fray Antonio de Guevara. Carlos se compenetró con los españoles. Pero esto
no quiere decir que su españolización fuera completa, al menos en el sentido de
considerarse español. El emperador era, ante todo, europeo, ciudadano del ecúmene
cristiano occidental, y nunca tuvo clara idea nacionalidad.
A este proceso de acercamiento a España respondieron los españoles con un proceso
de “imperialización”.
El emperador hábilmente supo valerse del idealismo y del afán aventurero de los
españoles. Con ello se consagró en España una “tradición imperial” de la que ya no se
podría prescindir, durante toda la época de los Austrias.
8- Problemas Externos
A su vez
Reivindicaciones
Territoriales. 1525 el Rey Francisco I de Francia es tomado
Prisionero.
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9- El 24 de febrero de 1530 Carlos V fue coronado solemnemente como Emperador
Romano Germánico por el pontífice Clemente VII. Era la reconciliación entre los
dos mayores poderes del mundo cristiano, el espiritual y el temporal, y era también la
definitiva consagración jurídica de la política de imperial de Carlos.
En 1530 su pensamiento era mucho más maduro. Comprendía perfectamente que el
imperio no debía suprimir los reinos.
El papel del emperador es, ante todo, para lograr un justo ordenen el mundo, basado
en los principios de la civilización cristiana.
Solucionado al menos de momento, el conflicto con Francia, otros dos problemas
seguían urgiendo al monarca. Uno de ellos era la amenaza turca, y el otro era la
difusión de la doctrina de Lutero.
Carlos V no era en absoluto intolerante. Por carácter y formación se inclinaba a la
concordia y al diálogo. En la Dieta de Absburgo (1530), el emperador cedió en su
criterio cuanto pudo; pero llegó un momento en que se vio imposible un acuerdo total
sin poner en tela de juicio la doctrina católica.
La idea de reunir un Concilio era ya antigua en Alemania, y Carlos se convirtió desde
1530 en su principal portavoz.
En 1532 fue preciso organizar otra expedición de socorro a Viena. Los turcos fueron
alejados de a capital de Austria, pero en los años siguientes sus escuadras
amenazaron más que nunca por el Mediterráneo
El orden europeo sólo podía lograrse teniendo en cuenta los intereses de todos, y no
solo mediante el arbitraje imperial. De aquí que derivó la idea de una alianza entre los
principales países cristianos, para concretar al fin la reunión del Concilio, y para luchar
en común contra los infieles. Tal fue el sentido que se quiso dar en la tregua de Niza.
El emperador trató de formalizar una liga general antiturca, pero apenas pudo
encontrar una alianza con los venecianos.
Carlos V pudo al fin invadir Francia desde los Países Bajos, y llegó a las puertas de
París; pero la campaña terminó sin la conquista de la capital, de suerte que, arruinado
por tantos gastos, y desengañado, prefirió parlamentar con los franceses.
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Los príncipes recordaban la libertad y formaban una nueva liga; Mauricio de Sajonia a
quien Carlos había confiado el mando de las tropas, le traicionó. El nuevo rey de
Francia, Enrique II, llegó a un acuerdo con los alemanes rebeldes. La revolución
antiimperial tuvo gran éxito. Carlos V hubo de huir a través de los Alpes.
Un gran éxito diplomático consistió el matrimonio de Felipe II con la reina de Inglaterra
Maria Tudor.
Carlos V pudo amañar al fin una paz no muy firme con Francia, y no esperó para
abdicar. Los reinos españoles- con América e Italia- y la herencia borgoñona (Países
Bajos y Franco Condado) pasaban de Felipe II como continuador de su política.
Alemania, desvinculada ya de todo cometido imperial, con su estructura medieval casi
intacta y dividida por las confesiones religiosas, quedaba en manos de su hermano
Fernando. En adelante lo política, la economía y la historia del mundo tendrían como
centro principal el Atlántico.