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TEMA 33. La Monarquía hispánica bajo los Austria.

Aspectos políticos,
económicos y culturales

Introducción:
Aunque el primer Austria fue Carlos V, su origen dinástico en la Península se
remonta a los Reyes católicos. Su unión matrimonial en 1469 y la conquista de
América en 1492 tuvieron tal magnitud que generaron una nueva etapa histórica,
con la cual asistimos a la creación de una nueva monarquía, la monarquía
autoritaria, y al entierro de las estructuras de poder medievales. En las siguientes
líneas vamos a analizar la creación, expansión y decadencia del denominado por
la historiografía como Imperio hispánico, que acabó con la complicada sucesión
del último Austria, para consolidar una nueva dinastía, la Borbónica, que perdura
hasta la actualidad.

El esquema para desarrollar el tema es el siguiente:


1. Conceptualización de la monarquía autoritaria
2. Los Austrias mayores: Carlos V y Felipe II
3. Los Austrias menores: Felipe III, Felipe IV y Carlos II
4. Sociedad y economía
5. La cultura bajo los Austria

A nivel curricular, los contenidos de este tema pueden ser trabajados en los
cursos de 2º de ESO (Ciencias Sociales, Geografía e Historia) y 2º de
Bachillerato (Historia de España). Por lo tanto, el marco legislativo que tenemos
que tener como referencia para aplicar el tema en el aula es el siguiente:

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1. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA MONARQUÍA AUTORITARIA
La unión dinástica entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón significó su
consolidación como Reyes Católicos y la unión de dos reinos como Castilla y
Aragón que se mantuvieron independientes durante el reinado de los Austria. El
matrimonio supuso la transición entre la figura del “primus inter pares”,
característico de las monarquías feudales, a la aparición de un nuevo tipo de
monarquía, conocida por historiadores como Floristán como monarquía
autoritaria, que sentó las bases del Antiguo régimen y de la posterior formación
de los Estados modernos. El nuevo modelo se asentó en el concepto de Imperio
como conglomerado de reinos, cada uno de los cuales mantenía su estructura
económica y política, sus lenguas y costumbres. A su vez, se creó un aparato
administrativo propio formado por:
• El monarca, cuyo poder era superior a los restantes, aunque a lo largo del
siglo XVII, los asuntos de Estado fueron cayendo en manos de validos.
• Los Consejos reales, que facilitaban al rey la toma de decisiones. Existían
Consejos temáticos comunes a todo el Imperio y consejos territoriales, para cada
uno de los territorios participantes. A su cabeza, estaban los secretarios.
• Virreinatos, surgidos por la diversidad y distancia entre reinos. El virrey
tenía amplios poderes, dando cuenta de su actuación solo ante el monarca.
• Las Chancillerías y Audiencias, con carácter judicial.
• El ejército, basado en tercios y escuadras. La Armada española fue
poderosa durante el siglo XVI, pero a partir del primer tercio del siglo XVII, con
la destrucción de los astilleros del Cantábrico y la derrota de Dumas (1639),
comenzó su decadencia.
• La diplomacia, formada por nobles destacados en ciudades importantes
como Roma, París, Londres y Viena.
La idea de monarquía autoritaria entronca con las tesis de Nicolás Maquiavelo
en su obra El príncipe. En esta, habla de la praxis de un buen rey, en el sentido
de que el monarca debe ser autoritario, además de poseer la razón de Estado:
cuando hay que tomar decisiones importantes, un rey debe tomarlas sin dudar,
a pesar de las consecuencias negativas que de ello puedan desprenderse.
Del mismo modo, la creación de una monarquía autoritaria pasaba por el control
del poder eclesiástico y el avance en la unidad religiosa de los súbditos. De ello,
se derivó la expulsión de los judíos en 1492, la obligación de conversión de los
mudéjares granadinos a partir de 1502, denominados a partir de ese momento
moriscos, y el establecimiento de la Inquisición tanto en Castilla como en Aragón,
al atribuirle a la religión católica el papel de hilo conductor de su política.
Por lo tanto, los Austria heredaron y consolidaron este modelo político creado
por los Reyes católicos. Cabe resaltar que el origen de ambos está en la dinastía
Trastámara, los cuales basaron sus políticas en uniones matrimoniales,
conquistando así prácticamente toda Europa. Se considera a los Austria la rama
española de la dinastía Habsburgo, del Sacro Imperio Romano, que penetró en
España por el matrimonio de la hija de los Reyes Católicos, Juana, con Felipe,
hijo del emperador Maximiliano y de María de Borgoña.
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Juana no estaba destinada a ser reina de las coronas de Castilla y Aragón, sin
embargo, la prematura muerte de sus hermanos Juan e Isabel y la muerte del
hijo de su padre con Germana de Foix, hizo que la corona recayera en manos
de una reina con problemas mentales y de su ambicioso marido, Felipe el
Hermoso, muerto también de forma prematura. Debido a ello, tras varias
regencias, en 1516, el hijo de ambos, Carlos, fue coronado como rey de la
Monarquía hispánica, así como emperador, al acumular los reinos de Castilla y
Aragón de sus abuelos maternos, el Sacro Imperio Romano de su abuelo
Maximiliano I; y la Borgoña, Países Bajos y Flandes de su abuela paterna.

2. LOS AUSTRIAS MAYORES: CARLOS V Y FELIPE II


El siglo XVI vivió el apogeo de la Monarquía hispánica: máxima influencia en el
continente europeo y en la explotación americana. Sin embargo, esta no estuvo
exenta de problemas, tratados por historiadores como Lynch y Elliott.
Carlos V (1516-1556) fue el defensor y exportador de la universitas cristiana:
unidad política y religiosa cristiana de Europa bajo su hegemonía, entroncando
con ideales humanistas de su tiempo, destacando al valenciano Luis Vives. Así
de poderoso se le observa en el cuadro de Tiziano “Carlos V en Mühlberg”.
Carlos V era joven, extranjero y no sabía hablar español cuando llegó a Castilla.
A pesar de ser recibido con desconfianza, fue reconocido por las Cortes como
emperador, tras lo cual, marchó a territorios imperiales.
o El descontento de las Cortes de Valladolid, Zaragoza y Barcelona ante el
nombramiento de cargos flamencos y el rechazo a un Gobierno extranjero
generó la Guerra de Comunidades, imponiéndose el rey en la batalla de Villalar
en 1521.
o De igual forma, en 1520, en Valencia y Mallorca, se inició el movimiento
de las Germanías, con carácter antiseñorial, basado en las quejas por el sistema
fiscal de los nobles: la población urbana, igual de poderosa, no gozaba de esos
privilegios. Fue sofocada imponiendo graves impuestos a las ciudades rebeldes.
En su política exterior, Carlos V se enfrentó a quien se opuso a su hegemonía:
o Se enfrentó en cinco ocasiones a Francia, para parar su avance,
conquistando Milán tras la batalla de Pavía.
o Contuvo al Imperio otomano de Soleyman el Magnífico ante los muros de
Viena y en el intento de recuperación de las plazas del norte de África.
o Hizo frente a la Reforma protestante, iniciada por Martín Lutero, contra la
ostentosidad de la Iglesia cristiana. La disputa religiosa se convirtió en política
cuando los príncipes protestantes se unieron, con el apoyo de Enrique II de
Francia, en la Liga de Esmalcalda contra el emperador, viéndose obligado a
firmar la Paz de Augsburgo en 1555 y a reconocer la libertad religiosa en el
Imperio, bajo el principio “cuius regio eius religio”.
Abdicó el imperio en 1555 en su hermano Fernando, y los territorios
peninsulares, flamencos y borgoñones en su hijo Felipe. Murió en Yuste en 1558.

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Felipe II conservó la política de defensa del catolicismo y mantenimiento de la
hegemonía europea. Su política militar supuso un desmesurado aumento de los
gastos, que le llevó a declarar la bancarrota en tres ocasiones. Para financiarse,
el monarca castellanizó su administración y trasladó la capital a Madrid en 1561.
Parker, entre otros, le atribuye varios frentes que atender, interiores y exteriores.
➢ La guerra de las Alpujarras se inició por la derogación de las Capitaciones
de Santa Fe que otorgó Isabel la Católica y la prohibición del uso de la lengua,
costumbre y religión a los moriscos de Granada. Su sofocación en 1571 por Juan
de Austria supuso su expulsión del reino granadí y su dispersión por la península.
➢ En 1580, la muerte sin descendencia del rey portugués Sebastián I, hizo
que Felipe II reclamara la Corona portuguesa, de manera que invadió el reino y
las Cortes de Thomar de 1581 lo reconocieron como monarca.
➢ Según Martínez Shaw, su principal lucha fue el levantamiento civil y
religioso de los Países Bajos, iniciando la Guerra de los 80 años (1568-1648). El
duque de Alba, gobernador, inició la represión en 1566. A partir de 1579,
Alejandro Farnesio pudo someter a las provincias católicas del sur por la Unión
de Arrás, pero no las del norte, que formaron la Unión de Utrech y se escindieron.
➢ No cesaron sus conflictos con Francia, ahora intensificados por el apoyo
de los hugonotes a los Países Bajos y la intervención hispánica en las guerras
de religión francesas. Terminó con el Tratado de Vervins en 1598.
➢ También tuvo que defender Europa del turco, y así lo derrotó la Liga
Santa, formada por Monarquía hispánica, Papado y Venecia y dirigida por Juan
De Austria, en la batalla de Lepanto (1571).
➢ Por último, inició hostilidades con Inglaterra e Isabel I, por su apoyo a los
protestantes holandeses y a los piratas que saqueaban los barcos cargados de
plata que provenían de las Américas, produciéndose el conflicto con la “Armada
Invencible” – la Gran y Felicísima Armada – cuyo fracaso devino en 1588.

3. AUSTRIAS MENORES: FELIPE III, FELIPE IV Y CARLOS II.


Estos monarcas abrieron la puerta a la decadencia con la pérdida de diversos
territorios. También se enfrentaron a una fuerte crisis económica, política y
social. Como contrapunto, vivieron la máxima esplendor cultural del siglo XVII.
El carácter indolente de Felipe III le valió el nombre de “el piadoso”. Nada más
llegar al trono, tomó una decisión sin precedentes: delegar el poder en un
ministro principal llamado valido. Su primer valido fue el Duque de Lerma,
sustituido en 1618 por su hijo, el Duque de Uceda.
Además de trasladar la capital a Valladolid y afrontar el endeudamiento estatal,
ordenó, en 1609, la expulsión de los moriscos, por los recelos que levantaban
entre los cristianos, con consecuencias desastrosas para el territorio valenciano.
Su política exterior fue denominada “Pax Hispánica”. También en 1609, firmó la
Tregua de los Doce Años, confirmando la independencia de hecho de la Unión
de Utrecht, e inició buenas relaciones con Francia e Inglaterra. Pero con el nuevo

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valido, cambió la situación, y comenzó la Guerra de los Treinta años, guerra
interna del Sacro imperio entre los Estados protestantes, apoyados por Francia,
contra los Habsburgo vieneses y españoles.
Tras acceder al trono en 1621, Felipe IV nombró como valido al Conde-Duque
de Olivares, quien inició una política reformista para consolidar la gestión social
y la economía de la Monarquía como gran potencia. Uno de sus principales
cometidos fue defender la Unión de armas, según la cual, cada territorio
contribuiría proporcionalmente a la creación de un ejército permanente. En 1643,
cuando se desmoronaron estos propósitos reformistas, el valido fue sustituido
por su sobrino, don Luis Méndez de Haro.
Ahora bien, este proyecto derivó en 1640 en una crisis en Cataluña. La
población, cansada de abusos de castellanos e italianos reunidos para luchar
contra Francia, provocaron la Revolta dels Segadors. Declararon su
independencia y entregaron el condado de Barcelona al rey Luis XIII de Francia.
El conflicto se prolongó hasta 1652, cuando el rey logró tomar Barcelona.
Con Felipe IV finalizaron algunos conflictos iniciados en reinados anteriores:
✓ La Guerra de los Treinta años, y la guerra contra los Países Bajos
protestantes, que se reanudó con la toma de Breda por los españoles. El
agotamiento de recursos, la falta de apoyos navales y la participación de Francia
en el conflicto debilitaron a la Monarquía hispánica. Así fue como en 1643,
cayeron ante Francia en Rocroi. Tuvieron que firmar el Tratado de Münster o Paz
de Westfalia en 1648, por el cual, se reconocía la independencia de la Unión de
Utrecht, ahora Provincias unidas.
✓ Por su parte, la guerra contra Francia continuó hasta la derrota en
Dunkerque y la firma, en 1659, de la Paz de los Pirineos, suponiendo el fin de la
hegemonía española en favor de Francia y Luis XIV, a quien entregó el Rosellón,
la Cerdaña y su hija María Teresa como esposa del monarca francés.
Destacamos que de Felipe IV fue pintor de cámara el gran Velázquez, y retrató
al propio rey, a la reina Isabel y al infante Baltasar Carlos, entre otros, así como
a toda la familia en su obra cumbre, “Las meninas”.
Carlos II subió al trono en 1665 con solo cuatro años. Enfermizo y con cierto
retraso mental, como muestra la sinceridad de sus pintores de cámara, Carreño
y Sánchez Coelho, fue el último monarca Habsburgo en la Monarquía hispánica.
Se estableció una regencia presidida por su madre, Mariana de Austria, hasta
1675, cuando Carlos II fue proclamado rey. Según historiadores como Lynch, fue
una época de profunda inestabilidad política, puesto que a Nithard, confesor
jesuita de la reina y primer valido, le sucedieron otros cuatro en todo el reinado.
En esta etapa, se reconoció la Independencia de Portugal (1668), se luchó la
guerra de Devolución, contra Luis XIV, que reclamaba la entrega del Franco
Condado como dote de su esposa y se formó a la Liga de Ausburgo entre
diferentes Estados europeos para hacer frente a la política expansiva de este, lo
que hizo que devolviese todos los territorios ocupados tras la Paz de Nimega.

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El deterioro físico del rey hizo intuir una sucesión complicada. La elección como
heredero de Felipe de Anjou dio lugar a un conflicto civil e internacional: la Guerra
de Sucesión (1700-1714). El triunfo borbón supuso el cambio de dinastía y la
unificación de todos los reinos bajo los parámetros de uno solo, Castilla, con la
abolición dels furs de la Corona de Aragón: había nacido la Monarquía española.

4. SOCIEDAD Y ECONOMÍA
El siglo XVI fue una etapa de crecimiento económico. Tres eran los centros
económicos y comerciales: Sevilla, Aragón y el Norte peninsular. La demanda y
el consumo crecieron, por lo que la agricultura castellana incrementó su
producción, así como la producción lanera – suministrador de los flamencos – y
el artesanado pañero. También la Corona de Aragón incrementó su producción
de lana para abastecer al mercado mediterráneo. Igualmente, los astilleros
andaluces y vascos y la metalurgia vasca experimentaron una gran actividad.
Ahora bien, desde mediados del siglo XVI hasta principios del siglo XVII, la
economía española empezó a tener serios problemas. E. Jefferson Hamilton
consideraba que la principal causa del aumento de los precios era el aumento
de la plata procedente de América, mientras que Carmen Mª Fernández Nadal
defiende que la plata al llegar a España se exportaba inmediatamente a Europa.
Otros, como Pierre Vilar y Lynch, añaden el déficit crónico de las arcas estatales.
Por su parte, el siglo XVII, aunque se inició con una relativa mejora gracias al
periodo de paz europea, pronto llegó la crisis. La sucesión de malas cosechas,
la falta de mano de obra, la desigual distribución de la propiedad, la competencia
extranjera y los problemas derivados de la continua conflictividad europea fueron
los motivos más acusados. El reajuste monetario deflacionista de 1680 permitió
que a partir de 1686 la economía comenzara a recuperarse.
Socialmente, aunque el siglo XVI fue un siglo de crecimiento demográfico, a
causa de las posibilidades económicas brindadas por la conquista de América y
la expansión por Europa, el siglo XVII fue de descenso. Las causas fueron las
epidemias de peste, las malas cosechas, la expulsión de los moriscos, la baja
natalidad y la emigración a América y de la Meseta hacia la periferia – en Aragón,
el fenómeno inmigratorio más frecuente fue la llegada de franceses –.
Según Martínez Shaw, a pesar de los episodios conspirativos, la nobleza se
mantuvo al servicio de la Monarquía. La nobleza titulada vio crecer su número,
debido a la compra de títulos por las personas adineradas del estamento llano,
como los burgueses, quienes además abandonaron su actividad económica.
Destacó el papel de los hidalgos, nobleza de segunda fila, por su fuerte sentido
del honor – el hidalgo pobre y ocioso, impedido por su estatus social, se convirtió
en el icono de la literatura de la época –. El clero también aumentó debido a la
Contrarreforma y el Concilio de Trento. Por último, los grupos humildes fueron
quienes más sufrieron la crisis generalizada del siglo XVII. Su empobrecimiento
llevó a la multiplicación de mendigos, vagabundos y pícaros, así como al
aumento del bandolerismo en el mundo rural.

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5. LA CULTURA BAJO LOS AUSTRIA
Los Austria vivieron el humanismo, Renacimiento y Barroco y, con estos tres
estilos, como apunta Elliott, se sucedió el máximo esplendor cultural español.
En el siglo XVI, se divulgó y consolidó en España el Humanismo, gracias a la
imprenta, las universidades y la protección de Carlos V. El eramismo tuvo en el
valenciano Luis Vives su máxima representación; Antonio de Nebrija fue el autor
de la primera gramática castellana; y la Universidad de Alcalá de Henares y su
Biblia Políglota fueron dos sueños cisnerianos hechos realidad.
También la literatura vivió un momento de gran riqueza intelectual: florecieron la
ascética y la mística – San Juan de la Cruz –; la poesía recibió la influencia
renacentista italiana – la métrica petrarquista –; y en novela, gustó el género de
obras de caballerías, el pastoril y la novela picaresca, realista y fiel reflejo de la
sociedad de la época – “El lazarillo de Tormes” –. Miguel de Cervantes fue la
figura de transición hacia el siglo XVII y marcó el inicio del Siglo de Oro de la
cultura española, plasmando el cambio del apogeo a la crisis. Su obra maestra,
el Quijote, fue editado por primera vez en 1605.
En cuanto al arte, la difusión del Renacimiento italiano en España obedece a las
relaciones con este Estado y al interés de la corona por desarrollar un arte oficial.
De ahí que, en arquitectura se sucedan tres estilos: el Plateresco de Universidad
de Salamanca, el Purista o Clásico, con Palacio de Carlos V en Granada, de
Pedro Machuca, y el Herreriano del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
La escultura inició la tradición de la imaginería. Y en pintura, destacó El greco.
Con el XVII, llegó el Siglo de oro de la cultura española, coincidiendo con la
decadencia política, económica y social de la Monarquía hispánica. El Barroco
español fue una expresión popular, apasionada, conservadora y conforme a
principios religiosos. Es decir, toda manifestación artística del periodo se vio
influida por Concilio de Trento y la Contrarreforma católica, por el férreo control
católico social que desprendía. Por ello, se convirtió en la manifestación ideal de
una sociedad basada en la apariencia y los efectos.
El teatro, el género popular, profundizó en valores como el honor, al tiempo que
planteaba los grandes temas de la vida, vinculados a la religión, con dramaturgos
como Lope de Vega y Calderón de la Barca. En poesía, se debatió entre el
culteranismo y el conceptismo, movimiento que se vio favorecido por el “pique”
entre Luis de Góngora y Francisco de Quevedo.
En cuanto al arte, la arquitectura barroca creó edificios eminentemente religiosos
y hubo cierta atención al urbanismo, como se observa en las plazas mayores de
Salamanca y Madrid. La escultura, en la que destacan Pedro de Mena, Montañés
o Alonso Cano, se definió por su temática religiosa. Por último, la pintura alcanzó
su cumbre con artistas que trabajaron el tema religioso y el retrato, con las figuras
de Ribera, Zurbarán Murillo y Velázquez.
A pesar de ello, durante ambos siglos, la Inquisición, con sus “Índices de libros
prohibidos”, limitó el desarrollo científico y la investigación en nuestros territorios.

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Conclusión
La historia de los Austria en la Península fue la historia de una hegemonía que
fue decayendo con el paso de los años. Los factores de su decadencia, como
apuntan autores de la época como Saavedra Fajardo, fueron los mismos que les
concedieron la hegemonía en el siglo XVI y que la trasladaron a otras potencias,
como Francia, en pleno siglo XVII. Ello sin olvidar que, nuevamente, la historia
nos muestra cómo, ante las peores crisis políticas, económicas y sociales de un
territorio, la cultura del mismo se reinventa y vive su máximo esplendor, llegando
incluso a denominar este periodo como Siglo de Oro de la cultura española.

Bibliografía:
ELLIOTT, J. La España Imperial. Vicens Vives. 2012.
FLORISTÁN, A. Historia Moderna Universal. Ariel. 2015.
LYNCH, J. Los Austria. Crítica. 2000.
MARTÍNEZ SAW, C. Breve historia de la España moderna. Alianza. 2020.
PARKER, G. El rey imprudente, la biografía esencial de Felipe II. Planeta. 2015.

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ANEXO
Imperio europeo de
Carlos V

Imperio de
Felipe II

Paz de Westfalia y los


Pirineos

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