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1.Introducción.
2.Aspectos políticos.
3. Aspectos económicos.
4. Aspectos culturales.
5.Conclusión.
6.Bibliografía.
1.INTRODUCCIÓN.
El tema “La monarquía hispánica bajo los Austrias: aspectos políticos, económicos y
sociales” tiene su referencia legislativa en el RD. 217/2022 (conviene citar también el
Decreto/Orden/Instrucción de nuestra Comunidad Autónoma) por el que se establece la
ordenación y enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria dentro del bloque
de saberes básicos de 1º y 2º de ESO de la materia Geografía e Historia titulado las
Sociedades y territorios
Los dos siglos que, aproximadamente, la dinastía Habsburgo gobernó la monarquía hispánica,
fueron uno de los momentos más interesantes de nuestra Historia. Políticamente, se vivió un
primer siglo de hegemonía mundial, y un segundo de decadencia. En cuanto a la economía,
ese interés desmesurado por los aspectos internacionales supuso un auténtico desastre, incluso
en los momentos de mayor brillo. Todo lo contrario, sucede con la cultura, puesto que se trata
del gran siglo de Oro de las letras españolas. A desentrañar todos estos aspectos dedicaremos
este atractivo tema.
2.ASPECTOS POLÍTICOS.
La unión dinástica de las coronas aragonesa y castellana en 1479, por los Reyes Católicos
significó el inicio de una andadura común hasta nuestros días. Hernando del Pulgar cuenta
que “el Consejo del rey e de la reina prefirió que los Reyes no se intitulasen señores de
España”, pues la idea de España aún no se parecía a la que prevalece actualmente. A la
muerte de Isabel en 1504, Fernando no pasa a ser rey de Castilla, sino su regente, con el
paréntesis del reinado de Felipe I y Juana, de 1504 a 1506. Con la muerte del Hermoso,
Juana es apartada del poder, aunque nominalmente siga siendo la reina hasta su muerte en
1555.
Su hijo, Carlos I, recibiría de sus abuelos maternos, Isabel y Fernando, Castilla, Navarra,
Aragón, Canarias, las plazas del norte de África, Nápoles, Cerdeña, Sicilia y América; de
sus abuelos paternos, Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña, recibió Austria con
los derechos a la corona imperial y el ducado de Borgoña más Flandes y Países Bajos.
El Imperio otomano dirigido por Solimán el Magnífico era una seria amenaza para los
dominios imperiales, pues llegaron a sitiar Viena y en el Mediterráneo piratas berberiscos
como Barbarroja hostigaban las costas y barcos españoles. Para solucionar esto, la flota
española se apoderó de los presidios norteafricanos de La Goleta y Túnez.
Otro de los principales enemigos de Carlos fue Martín Lutero, cuyas tesis reformistas fueron
abrazadas por díscolos príncipes germanos, según García Cárcel, para librarse de su secular
sometimiento a la cultura latina. Los luteranos formaron la Liga de Esmalcalda contra el
Emperador, derrotada por Carlos V en Mühlberg en 1547, donde según sus palabras “vine, vi
y Dios venció”. Pero el luteranismo ya se había afirmado en gran parte del Imperio y la Dieta
de Augsburgo (1555) reconocía la nueva religión.
Sus fracasos finales le harían abdicar en 1556, retirándose a Yuste, donde moriría sin
consolidar su sueño de una “Universitas” cristiana en 1558. La corona imperial y las
posesiones germanas las legó a su hermano Fernando, mientras que a su hijo Felipe II el
llamado imperio español.
La situación belicista se mantuvo en el reinado de Felipe II (1556-1598) que solo vivió seis
meses de paz. En 1554 se casó con su tía María Tudor, siendo rey consorte de Inglaterra
durante cuatro años. La sede de su gobierno la establecería en Madrid y durante éste, se
multiplicó la plata americana llegada a Sevilla. Construyó El Escorial para conmemorar el
triunfo de San Quintín y que para Arnold Hauser combina la grandiosidad con la
simplicidad exagerada, de la misma forma manierista que lo hace el monarca con su
modo de vida. Prueba de la esmerada educación del monarca es su Biblioteca de más de
14.000 volúmenes. Además, continuó la relación de su padre con Tiziano. Su interés por la
cultura se vio eclipsado por su ortodoxia religiosa, “luz de Trento y martillo de herejes” lo
consideró Menéndez Pelayo, similar opinión a la de San Ignacio de Loyola, para quien el
rey tenía un hálito de santidad. También será llamado el rey de los papeles, por encabezar él
mismo, una lenta y problemática centralización desde Castilla.
Su primer problema fue el de los moriscos de Granada, a quienes, en 1556, Felipe II les
prohibió el uso de su lengua y de su vestido. El problema no se solucionó definitivamente
hasta 1609, cuando Felipe III expulsó a unos 300.000 moriscos.
Felipe II venció a los franceses en San Quintín en 1557 y en Gravelinas al año siguiente,
logrando así el matrimonio con Isabel de Valois mediante el tratado de Cateau-Cambresis.
La nobleza flamenca exigió la tolerancia religiosa para conseguir la independencia política,
estallando una revuelta apoyada por Inglaterra, Francia y los protestantes alemanes. Felipe II
envió a sofocar el levantamiento al Duque de Alba, que durante seis años (1566-1573) llevó
a cabo una dura represión militar y judicial, mediante el tristemente célebre Tribunal de los
Tumultos. En 1579 las provincias protestantes del norte formaron la Unión de Utrecht, bajo
el gobierno de Guillermo de Orange y se declararon independientes. Felipe II tuvo que
aceptar la autonomía de los Países Bajos del sur, cuyo gobierno entregó a su hija Isabel Clara
Eugenia y su esposo.
Ante la creciente amenaza turca, el Papa Pío V, España y los Estados italianos formaron la
Liga Santa, que obtuvo un importante éxito en la batalla de Lepanto (1571), “la más alta
ocasión que vieron los siglos” según Miguel de Cervantes, a las órdenes de don Juan de
Austria. No se logró terminar con la expansión otomana, pero sí frenarla.
En las cortes de 1626, Olivares expuso el proyecto llamado «Unión de Armas», consistente
en la posibilidad de reunir un ejército al que cada reino aportase una parte proporcional, pero
las Cortes se aplazaron y se disolvieron sin llegar a ningún acuerdo. A raíz de la declaración
de guerra de Francia (1635), Olivares quiso provocar la participación de los catalanes y abrió
un frente en los Pirineos, lo que produjo una serie de enfrentamientos entre los ejércitos
castellanos y la población catalana que desembocaron en el Corpus de Sang (Corpus de
Sangre) en 1640. Este comenzó con la entrada de los segadores en Barcelona matando al
virrey y extendiéndose luego a todo el Principado. El gobierno de la Generalitat, presidido por
Pau Claris, intentó convertir la revuelta social en un enfrentamiento con el gobierno
central, solicitó la ayuda de los franceses y nombró conde de Barcelona a Luis XIII. La
política del rey francés, que no fue más permisiva que la de Olivares, las pestes y el hambre
propiciaron la rendición de Barcelona a fines de 1652.
En el plano internacional, en 1621 se reanudó la guerra con los Países Bajos, tras la tregua
de los Doce Años. Ahora el fin era frenar su expansionismo marítimo. En principio los
resultados fueron favorables, pues mientras Spínola conquistaba Breda, también se vencía a
los holandeses en Brasil. Pero el rumbo de los acontecimientos cambió por la intervención de
la Francia de Richelieu. En 1630, España perdió las comunicaciones entre las posesiones
españolas del norte de Italia y el Imperio. Y en 1635 las dos potencias entraban de lleno en la
Guerra de los Treinta Años, donde el cardenal Richelieu y el conde duque de Olivares,
enfrentaban dos modelos diferentes de entender Europa: la integrada por naciones
independientes y la sometida a Imperio y Papado. Derrotas españolas como Las Dunas
(1639) y Rocroi (1640) llevaron a la firma de la Paz de Westfalia (1648), por la que España
reconoció lo que ya era un hecho desde hacía años: la independencia de las Provincias
Unidas.
3.ASPECTOS ECONÓMICOS.
La población fue en aumento a lo largo del siglo XVI, pasando de los 8 a los 10 millones al
terminar la centuria, incluyendo la población de Portugal. Castilla seguía siendo el reino más
poblado, con 7 millones, mientras la Corona de Aragón no pasaba del millón y medio. La gran
mayoría de la población siguió siendo rural y sufría constantes hambrunas y epidemias. Sin
embargo, las ciudades crecieron, pero también su población empobrecida, a causa de la
desaparición del pequeño artesanado y la inmigración campesina.
En el XVII la población osciló entre los 10 y los 8 millones. Entre las causas, las
expulsiones de los moriscos, el retroceso agrícola y el escaso desarrollo de la industria.
La escasez de trabajo influyó negativamente sobre la población, no en vano, Fernández
Navarrete hablaba de despoblación. El retroceso demográfico fue más importante en el
centro de la península que en la periferia: sólo Madrid aumentó su población por su condición
de corte (150.000 habitantes aproximadamente), el resto de las ciudades de la meseta
perdieron en torno al 50% de su población. Sevilla, la gran metrópoli del siglo XVI, inició
un retroceso demográfico pasando de 125.000 a 75.000 habitantes.
Las precarias condiciones de vida y los excesivos impuestos fueron causa de frecuentes
motines campesinos. Mientras, la burguesía castellana (banqueros y comerciantes)
experimenta un importante desarrollo económico, gracias a las exportaciones de lana y de
hierro vasco. La sociedad se transformó de forma paralela a la estructura económica. Sin
embargo se mantenían los estamentos: la nobleza, el clero y el tercer estado o estado llano,
que integraba a la mayoría de la población. La nobleza y el clero fueron los estamentos
privilegiados, exentos de impuestos; en cambio el tercer estado, desde los burgueses ricos
hasta los campesinos más pobres, pagaba las exacciones. Las dificultades de la Hacienda
española fueron solucionadas durante los reinados de los primeros Austrias recurriendo a los
asientos o préstamos de los grandes banqueros y los juros o emisión de deuda pública.
Durante el XVII la organización social ofrece algunas peculiaridades con respecto al resto de
Europa, que se manifestaron en una mayor rigidez, el mantenimiento de los privilegios de la
nobleza y el clero y una menor productividad económica, a lo que no fue ajena la
consideración negativa del trabajo por parte de la aristocracia. Gregorio Marañón llegó a
afirmar que alguaciles, escribanos, nobles y clero competían en granujería con los
pícaros. En realidad, en la España de los últimos Austrias hubo sólo dos clases sociales, los
privilegiados y los «pecheros», que pagaban pechos o tributos. La proliferación de
marginales fue notable en los reinados de Felipe IV y Carlos II, incluso entre los llamados
vergonzantes, hidalgos pobres como el que retrata el “Lazarillo de Tormes”. Ésta obra fue
emulada en este siglo por “Rinconete y Cortadillo” de Cervantes o “El buscón” de
Quevedo. Eran reflejo de la época, pues a comienzos de siglo habría en Castilla más de
80.000 mendigos. Los campesinos fueron los que con mayor fuerza sufrieron los efectos de
la recesión económica y su situación empeoró, aumentando el latifundismo como
consecuencia de la despoblación por efecto de pestes y malas cosechas.
En España, la crisis económica fue especialmente grave, debido en gran parte a la ineficacia
de los gobernantes y a la estructura social.
4. ASPECTOS CULTURALES.
En el siglo XVI se desarrollaron nuevas formas de pensamiento, que dieron lugar a los
movimientos culturales del Humanismo y el Renacimiento. Entre los humanistas españoles
destaca el erasmista Luis Vives y Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática
castellana. En medicina se produjeron avances tan importantes como el descubrimiento de la
circulación sanguínea por Miguel Servet, que murió en la hoguera en Ginebra, condenado
por hereje. El mecenazgo privado y la crisis de la Iglesia contribuyeron a la difusión de estos
nuevos valores, junto con la invención de la imprenta. Si al principio existió gran libertad
de imprenta, esto acabaría con el eclesiástico Index de libros prohibidos de 1559. Así
pues, el más mínimo atisbo de protestantismo en la península se erradicó con dureza debido
a la contrareforma. Nada más comenzar el reinado filipino se ejecutaron 62 e incluso Santa
Teresa de Jesús hubo de ser protegida por el rey de la Inquisición, aunque en obras como
“Camino de perfección” o “Las posadas”, los censores introducirían sus enmiendas.
En Europa se admira el triunfo cultural hispano, que va desde la mística y la ascética de los
religiosos, a los poetas profanos Góngora y Quevedo, siempre en continua rivalidad, al
grandísimo éxito del Quijote en todo el continente. El fénix de los ingenios, Lope de Vega,
sería la figura preeminente en el teatro, sin olvidar a Calderón de la Barca y su “La vida es
sueño” o autos sacramentales como “El gran teatro del mundo”. Se podría decir que en
nuestro suelo nacen arquetipos literarios universales como el don Juan. Destacó el filósofo
Baltasar Gracián (1601-1658) con “El criticón”, obra certera, donde afirmaba que debía
resucitar Fernando el Católico para restaurar la monarquía. El arte barroco estuvo en España
fuertemente vinculado al espíritu de la Contrarreforma católica y llegó a una de nuestras
mayores cimas. Podríamos citar a Velázquez como mejor ejemplo, incluso de vida, pues
buscó el ennoblecimiento personal durante toda su carrera, algo constante en la época,
como señala Jonathan Brown. La corona hispánica fue el estandarte del catolicismo,
donde abundaban los santos, como Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco Javier, que
pasan a los altares en 1622, existiendo al mismo tiempo una gran devoción popular.
5.CONCLUSIÓN.
La monarquía hispánica de los Austrias tiene importantes luces y sombras. En sus aspectos
políticos podemos ver como se pasa de las visiones imperiales de Carlos I y Felipe II, al
pragmatismo de un Olivares, que ve como la nave del Imperio naufragaba. La comparación
entre, por ejemplo, Carlos I y Carlos II, puede llegar a ser deprimente. Sin embargo,
económicamente, podemos hablar de una situación que nunca fue buena, pues estos monarcas,
se centraron en los aspectos políticos y religiosos, dejando de lado, una modernización del
país como la que se llevaba a cabo en Inglaterra. Mejor situación se vivió en la cultura, no en
vano, estos dos siglos se conocen como “el siglo de oro”, donde el ingenio artístico español
llegó a sus más altas cimas.
6.BIBLIOGRAFÍA.