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En 1556 Carlos I de España y V de Alemania, agotado tras una vida entera en los
campos de batalla, abdicó dividiendo su herencia en dos ramas: la española, en la que
le sucede su hijo Felipe II, y la alemana con el título imperial, para el hermano de
Carlos, Fernando I. A continuación, ya enfermo, se retiró al monasterio de Yuste donde
moriría en 1558.
Durante este siglo siguen reinando los Austrias, son los llamados Austrias menores:
Felipe III, Felipe IV y Carlos II. El nombre obedece al hecho de ser considerados
monarcas débiles, de escasa talla política y bajo cuyo reinado se inició la decadencia
española del siglo XVII.
Estos monarcas se apoyarán en la figura del valido –también llamado privado o
favorito- una persona que cuenta con la total confianza del rey, hasta el punto de
delegar en él las labores del gobierno. Aunque no es un cargo oficial ni
institucionalizado, el valido actuará como un auténtico primer ministro. Validos
destacados fueron el duque de Lerma, de Felipe III, y el conde-duque de Olivares, de
Felipe IV.
La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) se inició en Alemania por una serie de
complejos enfrentamientos con raíces políticas (idea tradicional, católica y universal
del imperio, frente a una visión más racional, individual y nacionalista) y sobre todo
religiosos (católicos frente a protestantes) que afectaron a los estados de la Europa
Central y del Norte. El emperador Fernando II se muestra como un católico
intransigente y centralista, lo que provoca el descontento de los príncipes alemanes
protestantes, que aspiraban a una mayor autonomía. La monarquía española se vio
arrastrada a la contienda por los vínculos familiares y políticos existentes con los
Habsburgo austríacos, también católicos.
Durante los primeros años de la guerra los Habsburgo llevaron la iniciativa. Pero la
situación se complicó militarmente para España al abrírsele al mismo tiempo nuevos
frentes: en 1621 se reanudó la lucha en los Países Bajos, al finalizar la Tregua de los
Doce Años. Además, en 1635 estalló la guerra contra Francia que, aunque era católica,
apoyó al bando protestante, dispuesta a socavar el dominio de España en Europa. El
enfrentamiento contra tantos enemigos llevó a España al agotamiento, de tal modo
que empezó a cosechar derrotas (Batalla de Las Dunas -1639- y de Rocroi -1643).
La Paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra de los Treinta Años, consagrando la
independencia de Holanda (que ya existía de hecho), si bien la Monarquía española
conservaba las provincias católicas del sur (Bélgica). Además se impuso la tolerancia
religiosa en los territorios del imperio. El tratado suponía la pérdida definitiva de la
hegemonía de los Habsburgo en Europa, tanto en la rama española como en la
alemana, y el fin de la época imperial tal como se conocía hasta ahora (la idea del
imperio católico y centralista presidido por el Papado y el Emperador); el Imperio
queda convertido en una confederación de estados autónomos y soberanos con
derecho a su integridad territorial, que les protege de la intromisión de cualquier
poder exterior.
Sin embargo, Westfalia no puso fin a la guerra entre la España y Francia, que se
prolongó hasta la Paz de los Pirineos (1659). España perdió la provincia de Artois, en
los Países Bajos, diversas plazas flamencas en la frontera con Francia y los territorios
catalanes del Rosellón y la Cerdaña. También se acordaba el matrimonio de Luis XIV
con la infanta española María Teresa de Austria. Estos dos tratados consagraban a
Francia como gran potencia europea, tomando el relevo de los Habsburgo.
8. LA CRISIS DE 1640
La sociedad española del XVII continuó apegada a los mismos valores aristocráticos
y religiosos que regían la mentalidad colectiva del siglo anterior. El ansia de
ennoblecimiento se tradujo en un rechazo a los trabajos manuales, considerados
“viles”, lo que tuvo un fuerte impacto negativo en el desarrollo económico.
Consecuencia de esta mentalidad fue el abandono de las inversiones productivas y la
falta de una clase con espíritu empresarial que pudiera promover un desarrollo
económico similar al que empezaba a darse en otros países europeos.