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HISTORIA DE ESPAÑA. TEMA 3. LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1474-1700).

TEMA 3. LA FORMACIÓN DE LA
MONARQUÍA HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN
MUNDIAL (1474-1700).

HISTORIA DE ESPAÑA.
2º BACHILLERATO.

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HISTORIA DE ESPAÑA. TEMA 3. LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1474-1700).

TEMA 3. LA FORMACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN


MUNDIAL (1474-1700).

Con el reinado de los Reyes Católicos se inicia un periodo decisivo de la historia de España, ya que se
implanta un nuevo modelo de Estado que se mantendrá en las dos centurias siguientes bajo la Casa
de Austria. Este vivirá su momento de mayor esplendor en el siglo XVI, y afrontará una grave crisis en
el XVII. Paralelamente, tras el descubrimiento de América, se producirá la expansión colonial y la forja
del Imperio hispánico.

1. LOS REYES CATÓLICOS: LA MONARQUÍA AUTORITARIA.

1.1. La unión dinástica de los Reyes Católicos.

A finales del siglo XV, se inicia en el occidente europeo el proceso de formación de los estados
modernos en torno al concepto de monarquía autoritaria, en la que los reyes controlaban el poder
político a costa de los grupos Privilegiados. El matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de
Aragón (1469) significó el origen de este proceso en España, con la unión dinástica de ambas coronas.

Durante el reinado de Enrique IV de Castilla, parte de la nobleza sostenía que el padre de la princesa
Juana era el cortesano Beltrán de la Cueva y no el rey; de ahí que se refiriesen a ella como Juana la
Beltraneja. Aunque inicialmente el rey rechazó la paternidad de Juana y aceptó como heredera a su
hermana Isabel, después volvió a reconocer a Juana como hija legítima.

La muerte del monarca castellano en 1474 supuso el comienzo de una guerra civil que enfrentó a:

• Isabel: apoyada por los aragoneses tras el matrimonio con su primo Fernando, heredero de
la Corona de Aragón;

• Y a Juana, apoyado por algunos nobles y por Portugal, ya que se había casado con el soberano
de este país, su tío Alfonso V.

La guerra se decidió a favor de Isabel, quien por el Tratado de Alcáçovas-Toledo (1479), se convirtió
en reina de Castilla. El mismo año, Fernando tomó posesión del reino de Aragón al fallecer su padre,
el rey Juan II. Se consumaba así la unión dinástica de los reinos peninsulares cristianos de Castilla y
Aragón.

1.2. La reorganización del Estado.

Isabel y Fernando sentaron las bases del nuevo Estado, asumiendo el control de los resortes políticos
y administrativos, y recortando el poder político de los nobles, a cambio de prestaciones económicas
y de influencia social. El nuevo proyecto significaba:

• El control del poder político. Fernando se convirtió en maestre de las órdenes militares y los
monarcas se reservaban el derecho a formar ejércitos al servicio de la nueva monarquía. Además,
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utilizaron los Consejos como un instrumento fundamental de gobierno, y pusieron fin al poder de
las oligarquías locales en los ayuntamientos designando a corregidores como delegados y
galantes del poder de la monarquía.

• La unidad religiosa. Otro objetivo de los Reyes Católicos era conseguir la unificación religiosa,
para lo que procedió a la expulsión de las minorías religiosas: en 1492 se decretó la expulsión de
los judíos que no aceptaran convertirse al cristianismo; y en 1502 se hizo lo mismo con los
mudéjares granadinos, la mayoría de los cuales se convirtieron (moriscos).

Para mantener el control de la Iglesia y hacer frente al problema de los conversos se estableció
el Tribunal de la Inquisición o del Santo Oficio, que tuvo una gran influencia en la sociedad
española de los siglos posteriores. En general, persiguió a quienes sostenían proposiciones
contrarias a los dogmas católicos.

• Las Cortes. Fueron un instrumento fundamental en la organización del Estado. En ellas estaban
representadas los tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano. Aprobaban las leyes y los
tributos e impuestos a iniciativa de la Corona, y juraban al heredero del trono.

• La Administración de Justicia. Fue un elemento fundamental para cimentar el poder de la


monarquía en todos los territorios. Para reducir la corrupción y la lentitud se establecieron dos
Chancillerías o tribunales superiores de justicia en Valladolid y en Granada, y para luchar contra
la inseguridad se reforzaron las competencias de la Santa Hermandad, que era la policía de
caminos y del mundo rural.

1.3. La conquista de Granada y la expansión territorial fuera de la Península.

Los objetivos de unificación territorial y religiosa de la Península coincidían en la conquista del reino
nazarí de Granada, dominio musulmán que desde el siglo XIII se extendía por las actuales provincias
de Granada, Almería y Málaga. Su economía se basaba en una rica agricultura, los trabajos
artesanales y el comercio marítimo, aunque la inestabilidad política era constante.

En 1481 los nazaríes iniciaron las hostilidades, a lo que los castellanos respondieron apoderándose
de Alhama, desencadenándose un conflicto que duró diez años. A partir de 1485 las acciones
principales fueron los asedios, debido a lo accidentado del terreno.

En una primera fase los castellanos conquistaron la parte occidental del reino, a lo que siguió la toma
de Almería, la franja costera malagueña (Málaga se rindió en 1487) y el norte de Granada. En la última
fase se luchó en la costa de Granada (Motril, Almuñécar y Salobreña) y fue asediada la propia
Granada, que finalmente capituló en enero de 1492.

Tras la toma de Granada, la expansión territorial de los Reyes Católicos se dirigió hacia el norte de
África, el Atlántico y el Mediterráneo:

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• En el norte de África se ocupó Melilla (1497), Orán (1509) y Túnez (1510);

• En el Atlántico, las islas Canarias fueron conquistadas en 1496;

• Y en el Mediterráneo, la Corona de Aragón mantuvo una dura pugna con Francia por el
dominio del reino de Nápoles, a los cuáles vencieron gracias a la habilidad de Gonzalo
Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán.

1.4. Las regencias de Fernando y la anexión de Navarra.

Isabel falleció en 1504 y en su testamento nombraba a Fernando como regente de Castilla, quién
gobernaría en nombre de su hija Juana, casada con Felipe de Habsburgo. En 1505, Fernando se casó
con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia, tras lo que Juana y Felipe reclamaron reinar con el
apoyo de parte de la nobleza castellana, que no había visto con buenos ojos el matrimonio del
regente.

En 1506 Fernando abandonó la regencia y se retiró a sus dominios de Aragón, pero la inesperada
muerte de Felipe de Habsburgo y las muestras de una supuesta inestabilidad mental de Juana,
llevaron al cardenal Cisneros a llamar de nuevo a Fernando. El rey Católico aprovechó su segunda
regencia para reafirmar la autoridad real, actuando contra los nobles que habían apoyado las
pretensiones de su yerno.

En 1512, Fernando reclamó los derechos de Germana de Foix al reino de Navarra y un ejército,
mandado por el duque de Alba, incorporó el territorio a la Corona de Castilla, aunque respetando sus
fueros.

Finalmente, tras la muerte del rey en 1516 Cisneros volvió a asumir la regencia, a la espera de que el
príncipe Carlos, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, se hiciera cargo de su descomunal herencia.

1.5. El descubrimiento de América.

Las Capitulaciones de Santa Fe y los viajes de Colón.

Cristóbal Colón, un experimentado navegante que había ofrecido al rey de Portugal su plan de
acceder a las Indias navegando hacia el Occidente, llegó a Castilla en 1485 para presentar su proyecto
a los Reyes Católicos. Pese al informe negativo de una junta de expertos, terminada la Guerra de
Granada, los monarcas aceptaron los planteamientos de Colón.

En la primavera de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, por las que Colón tomaría
posesión de dichas tierras como virrey en nombre de Castilla. Se le nombraría Almirante del Mar
Océano y se le concedería una importante participación (en torno al 10%) en los beneficios
económicos de la empresa.

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El primer viaje se inició el 3 de agosto de 1492 cuando partieron del puerto de Palos la nao Santa
María y las carabelas Pinta y Niña. Cruzaron el Atlántico y el 12 de octubre, tras no pocas visicitudes,
avistaron la isla de Guanahaní (Bahamas). Durante varias semanas recorrieron distintas islas en busca
de las fabulosas ciudades orientales descritas por Marco Polo, aunque sin éxito.

Tras dejar una pequeña guarnición en La Española (Santo Domingo), Colón regresó a España en 1493,
y dio cuenta de su viaje a los reyes. Realizó otros tres viajes más, estableciendo colonos españoles en
las islas del Caribe y recorriendo la costa de Venezuela. Falleció en 1506, convencido aún de que
había llegado a las Indias, y no de que había descubierto un nuevo continente.

Las consecuencias del descubrimiento.

El descubrimiento colombino produjo un gran impacto en el Occidente europeo:

• Relaciones internacionales: Portugal reclamó derechos sobre las nuevas tierras que fueron
repartidas por el Papa Alejandro VI en la bula Inter Caetera (1493), otorgando a Castilla el dominio
de las tierras situadas a 100 leguas al oeste de las islas Azores a cambio de su labor cristianizadora.
Sin embargo, en 1494 la nueva división establecida por el Tratado de Tordesillas amplió la
distancia a 370 leguas, lo que permitió a los portugueses colonizar Brasil.

• Organización de la monarquía: la organización del comercio atlántico se estructuró como un


monopolio comercial castellano en torno a Sevilla: las flotas que surcaban el Atlántico salían y
arribaban a su puerto; y aquí se estableció la Casa de Contratación (1503) como organismo
encargado de controlar la navegación y el comercio atlántico. Posteriormente, la relevancia que
adquirió el Nuevo Mundo llevó a crear el Consejo de Indias (1524), que era un órgano asesor del
monarca que centralizó todos los asuntos de gobierno y judiciales referidos a las Indias.

• Ámbito jurídico: se produjeron debates acerca de la condición de los indígenas americanos y


sobre su consideración de súbditos del rey. La Corona determinó su evangelización e impulsó
leyes protectoras de los indígenas, aunque los abusos de los colonizadores dieron lugar a
controversias sobre los derechos de los nativos, que tuvieron su mayor defensor en fray
Bartolomé de las Casas. La polémica sobre el derecho de conquista o la libertad de navegación
de los mares estará presente en el Derecho internacional desde entonces.

• Ámbito cultural: no solo introdujo el concepto de esferidad de la Tierra, sino que también impulsó
decisivamente el interés por los viajes, los conocimientos geográficos y la cartografía. El viaje de
Colón inaugura la conocida como “época de los descubrimientos”.

• En el ámbito económico las repercusiones fueron enormes: desplazamiento del Mediterráneo al


Atlántico del principal eje comercial; llegada a España de grandes cantidades de oro y plata
procedentes de América; la mayoría de ellas salían hacia Europa debido a la importación de
productos europeos y a la financiación de la política internacional de la monarquía hispánica,
empeñada en numerosos conflictos; y la llegada a Europa de nuevos productos como el
chocolate, el tabaco, el maíz, la patata o el tomate, básicos para la mejora alimenticia.

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2. EL AUGE DEL IMPERIO EN EL SIGLO XVI.

2.1. El sistema político de los Austrias.

Desde una perspectiva


política y militar, el siglo
XVII fue el gran siglo de
España, favorecida por la
fabulosa herencia recibida
por Carlos I: de sus abuelos
maternos heredó los
reinos hispánicos, los
territorios americanos y las
posesiones italianas; y de
sus abuelos paternos
recibió los territorios de la
Casa de Habsburgo,
Flandes, Franco Condado y
Luxemburgo.

Los vastos dominios de los


Austrias configuraron un
Estado complejo, donde
cada territorio mantuvo su identidad política. Tenían en común el mismo rey, que buscó en la religión
católica un elemento de cohesión. El sistema político de los Austrias se articuló en torno a tres ejes:

• La figura del virrey como representante de la autoridad real en los diferentes territorios. Esta
figura también se implantaría en América, donde inicialmente se crearon los virreinatos de Perú
y Nueva España.

• Los Consejos, como el de la Inquisición, el de las Órdenes militares, o el de las Indias, estaban
formados en parte por personajes relevantes y presididos por un miembro de la alta nobleza o
una dignidad eclesiástica. Emitían consultas que eran elevadas al rey para que este resolviese el
particular. El más importante fue el Consejo de Estado, cuya presidencia era ejercida por el mismo
rey, aunque la delegaba en alguien de su confianza.

• Las Cortes, convocadas por los monarcas esporádicamente, perdieron protagonismo en favor de
los secretarios, personas próximas al monarca que colaboraban en las tareas de gobierno. Con
Carlos I destacó Francisco de los Cobo, y con Felipe II Antonio Pérez.

El auge del Imperio hispánico durante el siglo XVI coincide con el reinado de los llamados “Austrias
Mayores”: Carlos I (1517-1556) aprovechó su herencia para convertir a la monarquía hispánica en la
más importante de su tiempo; y Felipe II (1556-1598) compensó la pérdida de los dominios de los
Habsburgo con la anexión de Portugal y nuevos territorios en África, Asia y el Pacífico.
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2.2. El reinado de Carlos I (1517-1556).

Los conflictos interiores.

Carlos llegó a España en 1517 como un joven extranjero acompañado de un séquito de nobles
flamencos a los que entregó los principales cargos de gobierno. Esto, y su insistencia en recaudar
dinero para los gastos de su elección como emperador, desencadenó las protestas castellanas.

Numerosas ciudades castellanas iniciaron un movimiento de rebeldía conocido como las


Comunidades, encabezado por miembros de la pequeña nobleza local. Los comuneros, tras derrotar
a las tropas reales, marcharon a Tordesillas para ponerse a disposición de Juana la Loca, quién declinó
la oferta para no enfrentarse con su hijo.

La rebelión se extendió al campo al tiempo que las posturas de los comuneros se radicalizaron. Esto
hizo que los grandes nobles de España cerraran filas en torno al rey y, finalmente, en la batalla de
Villalar (1521), los comuneros fueron derrotados y sus líderes (Padilla, Bravo y Maldonado)
ejecutados. Con ello se asentó la autoridad del monarca en Castilla, a la que convirtió en pieza
fundamental de su política.

De manera simultánea a la rebelión comunera, se produjo otra revuelta en el reino de Valencia,


conocida como las Germanías. Frente a los planteamientos políticos de los comuneros, las Germanías
tuvieron un carácter más social, como protesta por la mala situación que atravesaban los artesanos
y campesinos. De ello culpaban a los privilegios nobiliarios, a la competencia laboral de los moriscos
y a la ausencia del rey, más ocupado en los asuntos imperiales.

Pero Carlos I no se limitó a aplastar a ambas rebeliones, sino que también sacó conclusiones que le
serían valiosísimas durante su reinado. Corrigió errores, aprendió castellano, sustituyó a la mayoría
de los nobles flamencos por grandes castellanos y aragoneses, y establecería su residencia en España,
a la que convertiría en centro de su Imperio. La consecuencia es que no volvería a tener problemas
importantes en sus dominios peninsulares.

Los conflictos exteriores.

Carlos I de España y V de Alemania (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico), hubo de
hacer frente a tres grandes conflictos exteriores que consumieron buena parte de sus recursos:

• Las guerras contra Francia. La rivalidad con Francia era un conflicto heredado de los Reyes
Católicos, pero la pugna por los ducados de Milán y Borgoña escondía la lucha por la hegemonía
en Europa. Las victorias de Carlos I sobre el ejército francés fueron continuas, destacando la de
Pavía (1525), en la que el mismo rey Francisco I es hecho prisionero.

• La reforma protestante en Alemania. Numerosos príncipes alemanes asumieron los


planteamientos de Martín Lutero contra Roma. Carlos V buscó el entendimiento entre
protestantes y católicos romanos con la celebración de varias dietas o asambleas legislativas
imperiales, pero las diferencias hicieron inevitable la guerra.

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El emperador venció a los protestantes agrupados en la Liga de Esmalcalda en la batalla de


Mühlberg (1547). Pero estos se reorganizaron y finalmente tuvo que aceptar la Paz de Augsburgo
(1555), por la que se estableció que la religión del príncipe sería la que estuviesen obligados a
profesar sus súbditos. En definitiva, se trataba de un problema político y económico, ya que
muchos príncipes rechazaban la unificación de Alemania según el modelo impuesto por Carlos I,
y además el luteranismo les permitía controlar los bienes de la Iglesia.

• Enfrentamiento con los turcos. Carlos I tuvo que hacer frente al avance otomano, tanto en centro
de Europa (los turcos conquistaron Hungría y sitiaron Viena), como en el Mediterráneo (a pesar
de conquistar Túnez los piratas turcos tomaron Rodas y amenazan las costas y el comercio).

Agotado por el esfuerzo y la gota, al final de su reinado el emperador renunció a todas sus coronas,
dividiendo su gran imperio: a su hermano Fernando le legó el Sacro Imperio y los dominios de los
Habsburgo; y a su hijo Felipe el resto de territorios europeos, los reinos hispánicos y América.

2.3. El Imperio hispánico bajo Felipe II (1556-1598).

La abdicación del emperador en 1556 dio paso al reinado de Felipe II, en cuyos dominios “no se ponía
el sol”, ya que se extendían por todo el mundo. El nuevo reinado se caracterizó por su mayor carácter
hispánico (en 1561 estableció la corte en Madrid) y por una exacerbada defensa de la ortodoxia
católica frente al protestantismo, lo que significó una intolerancia cultural y una revitalización de la
Inquisición.

La política interior.

• Rebelión de los moriscos: Carlos I había tolerado que los moriscos mantuviesen sus costumbres
a cambio de un impuesto al rey. Felipe II no renovó el acuerdo, obligándolos a renunciar a sus
formas de vida. Los moriscos se rebelaron en las Alpujarras, dirigidos por un miembro de la
antigua nobleza granadina que tomó el nombre de Aben Humeya. La revuelta provocó una guerra
(1568-1571) que finalizó con la derrota y dispersión de los moriscos por Castilla.

• Conflicto en los Países Bajos: aunque Flandes (Bélgica) se mantuvo fiel al catolicismo, en el norte
holandés prendieron con fuerza las ideas protestantes del calvinismo. Felipe II, decidido defensor
del catolicismo, comenzó en 1568 una guerra que duraría ochenta años y que tuvo un alto coste
en vidas y recursos económicos. La dura represión del duque de Alba exacerbó aún más los
ánimos contra los españoles, e hizo imposible que las actitudes más conciliadoras de don Juan de
Austria o Alejandro Farnesio lograsen la paz con los rebeldes, dirigidos por Guillermo de Orange
y apoyados por Inglaterra.

Felipe II dudaba de la capacidad para reinar de su hijo y heredero, el príncipe Carlos, y sus relaciones
se agravaron cuando el rey supo que su hijo tenía contacto con los rebeldes holandeses. Ordenó
detenerlo y el príncipe falleció a los pocos meses de estar en prisión. Su muerte fue uno de los pilares
de la llamada Leyenda Negra, estimulada por Antonio Pérez, secretario de Felipe II quién huyó de
España acusado de traición.

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La política exterior.

Felipe II heredó los problemas exteriores de su padre, a los que añadió la rivalidad con Inglaterra:

• Continuó la guerra contra Francia, que disputaba a España la hegemonía europea. La ofensiva
española desde Flandes venció a los franceses en San Quintín (1557), por lo que los tercios
amenazaron con tomar París. Francia se vio obligada a firmar la paz de Cateau-Cambrésis, por la
que Francia reconocía la hegemonía hispánica, e incluso tuvo que observar como intervenía en
asuntos internos franceses, como el apoyo a los católicos en su lucha contra los hugonotes, que
acabó con la conversión al catolicismo del rey hugonote Enrique IV de Borbón.

• Los turcos habían ocupado la isla de Chipre y eran una amenaza cada vez mayor para Europa.
Para frenarlos, el Papa Pío V organizó la Liga Santa, formada por el papado, España, Génova y
Venecia. La flota cristiana, a las órdenes de don Juan de Austria, los derrotó en el golfo de Lepanto
en 1571.

• Uno de los acontecimientos más importantes del reinado fue la incorporación de Portugal. Al
morir el rey portugués don Sebastián, Felipe V reclamó sus derechos al trono por ser hijo de Isabel
de Portugal. Tras la entrada del ejército de Felipe II en Lisboa, las Cortes de Tomar lo aceptaron
como rey de Portugal en 1581, donde mantuvo sus instituciones y leyes propias.

• La rivalidad con Inglaterra se debió a la política de oposición a España de la reina Isabel I, anglicana
y anticatólica. Dio apoyo constante a los rebeldes flamencos y a los piratas ingleses que atacaban
las Indias. Felipe II decidió invadir Inglaterra, para lo que organizó una Gran Armada, que terminó
siendo un tremendo desastre debido a las inclemencias del tiempo y a los ataques ingleses.

2.4. La conquista y colonización de América y el Pacífico.

La conquista de las Indias recibió el impulso definitivo en el reinado de Carlos I, cuando se consiguió
dominar a los Imperios azteca e inca. Estas conquistas fueron principalmente obra de hidalgos, cuyas
limitadas posibilidades de ascenso social en Castilla los incentivó a buscar nuevos horizontes:

• La conquista del Imperio azteca fue obra de Hernán Cortés, que tras algunas dificultades venció
a los indígenas en Otumba (1521) y entró en Tenochtitlán, capital del Imperio que se extendía por
parte del actual México.

• El Imperio inca, que ocupaba una zona de la cordillera andina, fue conquistado por Francisco
Pizarro y Diego de Almagro. Pizarro llegó a Cuzco, apresó al emperador Atahualpa, se apoderó de
su tesoro (1533) y se hizo con el control de dicho imperio.

• A estas conquistas se sumaron otras: Pedro de Alvarado en América Central; Pedro de Valdivia
en Chile; Cabeza de Vaca y Vázquez Coronado en el sur de los Estados Unidos; y Juan de Garay en
el río de la Plata, donde fundó la ciudad de Buenos Aires en 1580.

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• Al mismo tiempo continuaban los viajes de exploración en busca de nuevas tierras y riquezas. En
1519, Hernando de Magallanes, portugués al servicio de Castilla, partió de Sanlúcar de
Barrameda. Su viaje, culminado tres años después por Juan Sebastián Elcano, circunnavegó la
Tierra por primera vez. Francisco de Orellana descubrió y recorrió el Amazonas; Andrés de
Urdaneta abrió la ruta de regreso a América por el Pacífico, y López de Legazpi conquistó Filipinas.

El gobierno de las Indias se organizó en dos virreinatos bajo supervisión del Consejo de Indias: Perú
y Nueva España. Los virreyes eran nombrados por períodos de tres años y, al final de su mandato,
debían de dar cuenta de su gestión. Los virreinatos se organizaban en:

• Audiencias o tribunales superiores de justicia que tenían también funciones gubernativas;

• Ayuntamientos o cabildos encargados de la administración local;

• Y las Gobernaciones, establecidas en las zonas fronterizas o lugares que requerían un


gobierno especial, y cuyos gobernadores dependían directamente del rey.

La explotación económica de las Indias se basó en la minería y la agricultura principalmente. La mano


de obra fueron los indios, obligados a realizar diversos trabajos a partir de sistemas que fueron fuente
de toda clase de abusos. A pesar de las denuncias a la Corona de personas como fray Bartolomé de
las Casas, y de la promulgación en 1542 de las Leyes Nuevas, esta situación no cambió demasiado.
Las principales fueron:

• La mita, por la cual las tribus indígenas enviaban un determinado número de hombres a
trabajar en las minas.

• Las encomiendas, instituciones donde al colonizador dueño de las explotaciones agrarias se


le entregaba un número de indios a los que debía atender en sus necesidades básicas e
instruirlos en la fe católica a cambio de su trabajo.

En este sentido, es importante reseñar que la llegada de metales preciosos (oro y plata) de las Indias
aumentó enormemente durante el siglo XVI, pero no se convirtió en el motor de la economía. Y es
que estos ingresos se emplearon en la importación de productos extranjeros (de lujo) y en la
financiación de la política exterior de la Corona a través del llamado quinto real.

Pero esta abundancia de metales preciosos sí que provocó una importante subida de los precios en
España, denominada “revolución de los precios”. Fue muy perjudicial para las actividades
artesanales, que se encontraron con dificultades para competir con las manufacturas extranjeras,
más baratas que las españolas; así como para las clases más bajas, incapaces de asumir esta subida
del nivel de vida.

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3. CRISIS Y DECADENCIA EN EL SIGLO XVII.

La hegemonía europea que mantuvo España durante el siglo XVI resultó imposible de sostener
durante el XVII, debido al agotamiento por tantas guerras, la crisis económica por la disminución de
los caudales americanos, y la ineficacia de los reyes de esta centuria, apodados peyorativamente
como “Austrias Menores”.

3.1. El reinado de Felipe III (1598-1621).

El valimiento como forma de gobierno.

Felipe III, a diferencia de su padre y abuelo, mostró poco interés por gobernar y dejó estas tareas en
manos de validos o favoritos que hacían y deshacían en nombre del rey. Felipe III depositó su
confianza para este puesto primero en el duque de Lerma y, tras su destitución por corrupción y
diversos escándalos, en el duque de Uceda, hijo del anterior.

La política exterior pacifista.

Los grandes conflictos del siglo XVI permanecían sin resolver: la Paz de Augsburgo había dejado
latente el conflicto religioso en Centroeuropa; la conversión de Enrique IV al catolicismo no puso fin
a la rivalidad hispano-francesa; el conflicto de Flandes continuaba vigente; e Inglaterra seguía
ambicionando introducir sus mercancías en el Imperio hispano.

No obstante, Europa y España necesitaban un descanso tras una centuria de guerras, lo que permitió
una política pacifista que se tradujo en la firma de numerosas paces: la de Vervins con Francia (1598);
la de Londres con Inglaterra (1604); y la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1609),
que representaba el reconocimiento oficial de Holanda.

La expulsión de los moriscos (1609-1613).

La dispersión de los moriscos granadinos por Castilla no cumplió sus objetivos pues, separados de los
cristianos viejos, su asimilación resultó imposible. En la corte había posturas enfrentadas: los nobles,
que eran señores de los moriscos, defendían continuar los esfuerzos para su integración; pero otros
abogaban por su expulsión, ya que los consideraban una amenaza en caso de un ataque turco.

El duque de Lerma optó por la expulsión, que se llevó a cabo entre 1609 y 1614, según los territorios.
Fueron expulsados unos 300.000 moriscos, sobre todo valencianos, granadinos y aragoneses, por lo
que las consecuencias demográficas y económicas fueron muy graves, sobre todo en la agricultura y
el mundo rural.

3.2. El reinado de Felipe IV (1621-1665).

El reformismo de Olivares: la Unión de Armas.

Felipe IV también dejó el poder en manos de un valido, don Gaspar de Guzmán, más conocido como
conde duque de Olivares. Durante sus primeros años se impulsaron diversas reformas:

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• Persecución de los corruptos gobernantes del reinado anterior;

• Proyecto de centralización de la monarquía presentado en el Gran Memorial (1624), donde


defendía la necesidad de que todos los reinos perdiesen sus leyes particulares y se rigiesen
por las de Castilla.

• En el terreno militar propuso la llamada Unión de Armas, según la cual cada reino aportaría
un contingente de hombres para configurar un gran ejército. Desde Portugal y la Corona de
Aragón se respondió con una negativa, pues veían en ello un recorte de sus libertades.

El descontento por la política de Olivares y la debilidad de la monarquía favorecieron que en 1640 se


produjeran graves movimientos secesionistas:

• En Cataluña, el malestar por la presencia de tropas castellanas desencadenó la sublevación del


Corpus de Sangre en Barcelona, en la que el virrey fue asesinado. La sublevación se extendió y los
rebeldes se pusieron bajo la protección de Francia hasta que las tropas reales, mandadas por don
Juan de Austria, entraron en Barcelona en 1652.

• En Portugal, la rebelión se produjo en diciembre y contó con un amplio apoyo popular. Se


proclamó rey al duque de Braganza, que subió al trono con el nombre de Juan IV. Los graves
problemas de la monarquía obligaron a posponer una acción contra los rebeldes, que
consolidaron su posición y, finalmente, lograron la independencia mediante el Tratado de Lisboa
(1668).

• Otras revueltas y conspiraciones se produjeron también en Aragón e incluso Andalucía, lo que


reflejaba el grave momento de debilidad de la monarquía. En Andalucía, el duque de Medina
Sidonia organizó una conjura con el apoyo del marqués de Ayamonte, que fue descubierta y
abortada. Mayor gravedad tuvieron los motines populares, conocidos como “motines del
hambre”, provocados por los impuestos, las hambrunas y las epidemias (Lucena, Estepa,
Córdoba, Sevilla y Úbeda).

La política exterior: la pérdida de la hegemonía internacional.

El conde duque de Olivares, consideró su obligación como valido del rey intervenir en el exterior para
mantener el prestigio de la monarquía hispánica. Este regreso a la política belicista agravaría
seriamente el agotamiento del país.

Finalizada la Tregua de los Doce Años, se volvió la guerra contra las Provincias Unidas y se participó
en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), para apoyar a los Habsburgo alemanes frente a los
protestantes. La entrada de Francia en la contienda desequilibró el conflicto, y los tercios españoles
conocieron la derrota en Rocroi (1643).

Agotados los recursos, España tuvo que aceptar la paz con las Provincias Unidas y reconocer
definitivamente su independencia. En cambio, continuó la guerra contra Francia hasta que la dura
derrota española se plasmó en la Paz de los Pirineos (1659), en la que se cedía a Francia el Rosellón

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HISTORIA DE ESPAÑA. TEMA 3. LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1474-1700).

y la Cerdaña y se fijaba la frontera en los Pirineos. Esto suponía de facto reconocer que la hegemonía
europea se había trasladado definitivamente a Francia.

Y es que los años del reinado de Felipe III y del valimiento del conde duque de Olivares aúnan la
osadía por recuperar la hegemonía mundial con los años más duros de la crisis española del siglo
XVVII, conocido como el “siglo del hambre”.

Durante esta centuria la población disminuyó seriamente como consecuencia de las epidemias, las
guerras y la expulsión de los moriscos; el oro y la plata americanas llegaron en menor cantidad, lo
que intentó compensarse con una subida de los impuestos que extendió la miseria; el comercio
americano descendió tanto por la falta de buques como por la mayor autonomía de las colonias, así
como por el contrabando de ingleses, holandeses y franceses; y la industria artesanal se hundió.

A todo esto hay que unirle el deshonor que suponía el trabajo manual para la mentalidad de la época,
que ejerció efectos muy negativos para la actividad económica. Con Carlos II se tomaron algunas
disposiciones para salir del marasmo, y a partir de 1685 comenzó a percibirse una lenta recuperación
demográfica y comercial que, en los años siguientes, mejorarían la economía.

3.3. El reinado de Carlos II (1665-1700).

La minoría de edad. La regencia de Mariana de Austria.

Carlos II fue el último Austria español. La muerte de su padre Felipe IV cuando apenas contaba cuatro
años, convirtió a su madre Mariana de Austria en regente. Asesorada por una Junta de Gobierno
ejerció la regencia durante la minoría de edad de su hijo.

La regente se apoyó en dos validos: Everardo Nithard (confesor y jesuita austriaco) y Fernando de
Valenzuela. Hubo de hacer frente a las agresiones militares de Luis XIV de Francia con recursos muy
escasos, dada la difícil situación del momento. Abandonó la regencia ante las presiones de don Juan
José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, y de sus partidarios.

La mayoría de edad del rey. El problema sucesorio.

En 1675 se declaró a Carlos II mayor de edad, lo que se tradujo en el destierro de su madre a Toledo
y la subida al poder de Juan José de Austria como valido. Este tomó algunas medidas importantes de
gobierno, pero la recuperación necesitaba tiempo y se le exigían resultados inmediatos. Falleció en
1679, y fue sustituido por el duque de Medinaceli.

La monarquía francesa de Luis XIV aprovechó la debilidad de España para consolidar su hegemonía
continental. Esto originó nuevas guerras con Francia, que se saldaron con la pérdida de Borgoña, el
Franco Condado y numerosas plazas del Flandes español.

La falta de descendencia empezó a preocupar en la corte y en Europa. Muerta su primera esposa,


María Luisa de Orleans, Carlos II contrajo nuevo matrimonio con María Ana de Neoburgo, pero el
heredero no llegó. De hecho, pensando en la posible sucesión al trono español, Luis XIV accedió a
devolver por la Paz de Riswyxk (1697) algunas de las plazas ocupadas.
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HISTORIA DE ESPAÑA. TEMA 3. LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1474-1700).

Durante los últimos años del reinado la corte fue un semillero de intrigas. Todos estaban pendientes
del testamento del rey y de su elección entre los candidatos a sucederlo: el duque de Anjou, nieto de
Luis XIV; y el archiduque Carlos de Austria, segundo hijo del emperador Leopoldo I.

Carlos II falleció el 1 de noviembre de 1700 y en su testamento designó como sucesor al nieto de Luis
XIV, Felipe de Anjou, con quién comenzaba en España la dinastía de los Borbones, no sin antes una
guerra civil e internacional con los partidarios del archiduque Carlos.

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