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DOCUMENTO DE TRABAJO
COLECCIÓN DE TEOLOGÍA
TOMISMO
No. 4
ÍNDICE
Prólogo 7
Introducción 29
Capítulo I. El encuentro con un hombre que tiene un plan
38
sobre nosotros
Capítulo II. Por qué hacemos, en definitiva, las cosas: una
72
mirada al comportamiento humano
Capítulo III. La felicidad: lo que todo el mundo quiere 84
Capítulo IV. La caridad: la virtud de la amistad con Dios 123
Capítulo V. Las pasiones y los afectos en la vida moral:
147
explorando la primacía del amor
Capítulo VI. Las pasiones y los afectos en la vida moral:
168
cómo encontrar la fuerza para continuar
Capítulo VII. Las virtudes: acciones que nos guían hacia la
189
plenitud de la vida
Capítulo VIII. Las virtudes: encontramos nuestra
217
perfección en un don
Capítulo IX. Cómo entender a un Dios de amor.
Conclusiones acerca de la visión del Aquinate sobre la vida 242
moral
Índice 253
1
RESUMEN:
Este texto aborda a la caridad-amistad como eje transversal de la ética tomista. El autor
parte del reconocimiento de la condición humana como limitada y carente, pero también,
abierta y en constante enriquecimiento. De esta forma, considera al ser humano como
alguien que posee numerosas facultades para desarrollarse en su permanente búsqueda de la
felicidad. Por lo que identifica los afectos o deseos como el motor de sentido en las
acciones. Sin embargo, el ser humano, al ser de condición abierta, se enfrenta a dos
posibilidades: i) una construcción o desarrollo integral de su ser en sus más altas
aspiraciones a través de la virtud, o ii) un deterioro personal en detrimento de su dignidad
por los vicios. El punto central se halla en la búsqueda de la felicidad, como el bien más
noble, y los esfuerzos dirigidos a su adquisición… posible sólo por la caridad-amistad. Así,
la presenta como una ética de la magnanimidad.
PALABRAS CLAVE:
FICHA TÉCNICA
Título: La primacía del amor. Una introducción a la ética de Tomás de Aquino.
Título original: The primacy of love. An introduction to the Ethics of Thomas Aquinas.
Autor: Paul J. Wadell, C.P.
Traducción: Sara Leach.
Editorial: Ediciones Palabra.
Año: 2007 (segunda edición).
Ciudad: Madrid.
Primera edición: 2002
Citación APA:
Wadell, P. (2007). La primacía del amor. Una introducción a la ética de Tomás de Aquino
(Segunda ed.). (S. Leach, Trad.) Madrid: Ediciones Palabra.
Citación CHICAGO:
Wadell, Paul. La primacía del amor. Una introducción a la ética de Tomás de Aquino.
Segunda. Traducido por Sara Leach. Madrid: Ediciones Palabra, 2007.
2
RUTA DE LECTURA
Dentro del campo de la Teología y las Ciencias Religiosas, la presente propuesta tiene
como objetivo la formulación de aportes al estado del Arte, en cuanto a este campo se
refiere. Asimismo, la creación de estrategias bibliografísticas que permitan un fácil
abordaje a estas ciencias humanas, desde una perspectiva tanto academicista como de
interés general, por parte de religiosos, religiosas y laicos atraídos por estos contenidos
temáticos.
Querido lector: En ningún instante pierda de vista que este trabajo bibliografístico es,
ante todo, una herramienta facilitadora de procesos que coadyuven a dar luz al estado
del arte, desde una reflexión continua y un diálogo continuado con las fuentes
originales, más no una cantera para que promueva el plagio y la ociosidad.
Agradecemos que esta recopilación bibliografística sea una constante fuente de consulta
y que represente el comienzo de trabajos bibliografísticos futuros.
PRÓLOGO
“«Tiene el corazón sus razones, que la razón desconoce», dijo Pascal1 como
expresión de una genial sabiduría sobre el hombre en un tiempo en el que dominaba
el racionalismo más marcado”. Pág. 7
“Con estas palabras denunciaba una carencia contenida en tal pensamiento y cuyo
olvido podía ser perjudicial para el hombre”. Pág. 7
“El perjuicio que preveía es más sutil: se trata de ignorar «las razones del corazón»
de forma que todo ese ámbito de experiencia del hombre quede relegado a lo
irracional”. Pág. 7
“Quedaba establecido entonces un dualismo consecuente a este planteamiento que
tiene como personajes, por una parte, a una fría razón que quiere considerar todo
«objetivamente» a modo de juez y un amor irracional que no quiere verse encerrado
en esos juicios, sino vivir su propia espontaneidad sin barreras”. Pág. 7
“La oposición entre ambos ha marcado el pensamiento de nuestra cultura occidental
y todavía no se ha superado”. Pág. 7
“Si filosóficamente se ha querido responder a los desafíos inherentes al
racionalismo con desarrollo máximo de la teoría del conocimiento, paralelamente
no se ha producido un estudio semejante de lo que podría denominarse una «teoría
del amor»”. Pág. 8
“Uno de los campos en los que esta carencia generalizada se hace más dramática es
precisamente el de la moral”. Pág. 8
1
B. Pascal, Pensamientos, a. IV, Ed. Fama, Barcelona 1953, p. 106
2
Cfr. H.M. Christmann, Thomas von Aquin als Theologe der Liebe, F.H. Kerle Verlag, Heidelberg 1958, 9
5
“Por este hecho, como testigo privilegiado de una tradición de moral que busca
renovar su exposición desde las fuentes más originales de la revelación, Santo
Tomás tiene un valor singular en este empeño”. Pág. 11
“Bajo su enseñanza se dieron los primeros intentos sistemáticos de pensar una moral
bajo el prisma de la primacía del amor que tuvieron lugar a mediados del siglo XX”.
Pág. 11
“Es aquí donde podemos presentar el origen de esta obra La primacía del amor y de
la labor de su autor: Paul-J. Wadell, pasionista”. Pág. 12
“Ha sabido recoger lo más preciado de la renovación de los estudios morales en el
último cuarto del s. XX como una nueva perspectiva para afrontar la difícil tarea de
releer a Santo Tomás para descubrir en él una invitación apremiante a recorrer
juntos el camino de la moral como un aprendizaje en el amor”. Pág. 12
“Es necesario señalar las corrientes de pensamiento de la que se nutre Wadell para
interpretar a Santo Tomás. No van a ser elementos ajenos a un auténtico tomismo en
la medida en que también tienen una afinidad con la enseñanza del Angélico”. Pág.
12
“Su labor ha sido la de saber mostrar en una conjunción original distintos modos de
acercarse a la doctrina moral del Aquinate que le ha permitido dar una visión nueva,
profunda y que abre profundos horizontes para la construcción de la moral”. Pág. 12
a) La moral narrativa
“La primera de las fuentes en las que bebe Wadell es lo que se denomina la escuela
narrativa, se trata de un modo de ver la teología moral, no como el juicio de
observador imparcial sobre actos concretos exteriores, sino como el modo que tiene
una persona de construir su propia vida como una historia”. Pág. 13
“De esta manera, la moral vuelve a tener la perspectiva de la búsqueda de una
plenitud, esto es, vuelve a tomar la forma de una moral de perfección”. Pág. 13.
“Este modo de presentar la moral en la actualidad ha nacido como una reacción a la
extensión de una ética de situación que, por plantear la cuestión moral desde una
serie de decisiones separadas y fragmentadas, producía una angustia creciente ante
la propia vida”. Pág. 13
“Esta postura ha mostrado hasta el final lo inhumano de su fundamento, pues
conduce a las personas a un inevitable individualismo y soledad”. Pág. 13
“La corriente narrativa, en cambio, sabe retornar a las fuentes primeras de la moral
en la que el papel de la literatura es fundamental en cuanto muestra las distintas
decisiones como un modo de construir la propia historia”. Pág. 13
“En ella se evidencia en la necesidad que tiene el hombre de un conjunto de
relaciones personales y un entorno social significativo para la comprensión de su
propia vida como una historia”. Pág. 13
6
“Entre los distintos modos de plantear esta ética narrativa, el que más ha influido en
nuestro autor es el del pastor metodista Stanley Hauerwas, que es profesor en la
Universidad de Notre Dame en Indiana, en donde Wadell fue estudiante”. Págs. 13-
14
“En su obra fundamental, A. Communyty of Character3, Hauerwas entiende la moral
como la construcción de la persona por medio de sus acciones en una comunidad de
referencia que le sirve de cauce para descubrir los fines morales a perseguir”. Pág.
14
“De este modo quiere definir lo que significa el carácter moral, concepto que toma
de Santo Tomás de Aquino en relación a su doctrina de la virtud”. Pág. 14
“La novedad que apunte con ello es que no interpreta la virtud moral de un modo
legalista, como si fuera una ayuda a cumplir mejor la ley, sino que el fin que
persigue es la percepción de la persona”. Pág. 14
“Con esta perspectiva, el tema de la libertad aparece mucho más centrado pues se
recupera su finalidad intrínseca dirigida a la verdad de una vida, y no al mero
cumplimiento de una ley”. Pág. 14
“Esto lo realiza dentro de una concepción de la ética en la cual la formación del
carácter exige una vida en común, por eso para él la Iglesia cristiana es el lugar
básico para la vida moral porque solo así se asegura el apoyo necesario para el
ánimo moral y el modo concreto de integrarse en la Historia de Salvación que Cristo
ha comenzado en este mundo”. Pág. 14
“Wadell va a tomar de Hauerwas, sobre todo, la comprensión de la moral como la
construcción del sujeto moral en una vida excelente”. Pág. 14
“En su sistema incorpora la relación intrínseca entre virtud y formación del carácter
en una perspectiva intrínseca de perfección”. Pág. 14
“Posiblemente, lo mejor de esta obra es el modo tan humano de presentar la moral
como una superación del legalismo y una vuelta a las experiencias básicas del ser
humano en su desarrollo por medio de sus acciones”. Pág. 15
b) La afectividad
“El segundo elemento que va a ser fundamental en todo el libro es el valor
excepcional que da a los afectos en la vida moral del hombre”. Pág. 15.
“La falta de un estudio sobre el papel de la afectividad en la acción del hombre ha
sido una de las grandes carencias de nuestra civilización occidental, herencia de la
fractura entre la razón y el afecto que hemos presentado antes”. Pág. 15
“En nuestro autor, su interés se debe a su propio estudio que realiza en su trabajo de
investigación sobre los dones del Espíritu Santo en Santo Tomás de Aquino4”. Pág.
15
“Allí es donde descubre cómo los afectos humanos ocupan una parte importantísima
de la doctrina moral del Aquinate”. Pág. 15
3
Editado en: Notre Dame University Press, Notre Dame, London 1981.
4
Publicado como P.J. Wadell, Friends of God. Virtues and Gifts in Aquinas, Peter Lang, New York 1991.
7
c) La amistad
“La síntesis de los elementos anteriores se sitúa en la amistad porque ésta tiene una
base afectiva y que sólo se desarrolla en una historia de libertad”. Pág. 17
“Para Wadell, la amistad es la clave de bóveda de todo el edificio de la moral de
Santo Tomás”. Pág. 17
“Es el modo concreto en el que se aprende la perfección moral, se aprende la virtud
y se construye el sujeto moral”. Pág. 17
“La amistad es, por una parte, la categoría fundamental que utiliza Aristóteles para
explicar qué significa el crecimiento en el carácter moral”. Pág. 18
“Por otra parte, la amistad es el concepto exacto que emplea Santo Tomás para
definir la caridad”. Pág. 18
“Santo Tomás insiste en la reciprocidad como una característica propia de la
amistad con un valor de igualdad ontológica por la cual el amante se transforma en
el amado”. Pág. 19
“Esta reciprocidad, en el caso de una amistad con Dios, tendrá en sí misma un valor
sobrenatural pues exige una elevación de la persona humana a participar de la vida
divina”. Pág. 19
“La amistad no se da sin más, sino en torno a determinados ámbitos de convivencia
que van conformando la existencia de los que intervienen en tal amistad”. Pág. 19
“De este modo, sabe mostrar el surgir de la moral en la vida real y cómo en ella la
persona se va forjando a sí misma en una dinámica de crecimiento moral que está
fundada en Dios y se mantiene por una amistad concreta en este mundo”. Pág. 19
8
“Como se puede comprobar, los límites no empañan los méritos porque el marco
que nos ofrece permite perfectamente que sea completado con los puntos arriba
mencionados”. Pág. 26
“En esto el autor ha sabido captar el modo de pensamiento de Santo Tomás, que
permanecía siempre abierto a la adquisición de nuevas verdades que completaran o
profundizaran su comprensión de la realidad”. Pág. 26
INTRODUCCIÓN
“Este libro tiene como objetivo introducir de nuevo la teología moral del teólogo
católico más minuciosamente estudiado de todos los tiempos”. Pág. 29
“Durante mucho tiempo he tenido la convicción de que la teología moral de Tomás
de Aquino es el tesoro oculto de la tradición moral católica: oculto, porque no
hemos sabido apreciarlo en su justa medida”. Pág. 29
“Con demasiada frecuencia se nos presenta la ética del Aquinate como
excesivamente racionalista, tremendamente formal y demasiado académica como
para servirnos hoy en día, lo cual perjudica al Aquinate y constituye una pérdida
para todos nosotros”. Pág. 29
“El centro de la ética tomista no es la ley natural, sino las virtudes, y entenderemos
mejor las virtudes si no las consideramos como actos de razón, sino más bien como
estrategias de amor por medio de las cuales las personas que aman a Dios se
transforman por la bondad de Dios”. Pág. 29
“No es una idea fantástica: es la más práctica de todas las teorías sobre moral
porque se centra en el amor, pasión que llena de energía y conforma todo nuestro
comportamiento”. Pág. 29
“El Aquinate tampoco reconoció una división entre la vida moral y la vida
espiritual, ya que, para él, las dos son una e intentar separarlas era igual a olvidar
que el objetivo primordial de la vida moral es hacer de nuestras vidas un canto a
Dios cuyo amor no tiene fin”. Pág. 30
“Tomás sabía que la vida moral es la vida cristiana, que crecer en bondad es ser
transfigurado en santidad y que la caridad no es un amor vano, sino la virtud que
transforma nuestra vida en una ofrenda a Dios”. Pág. 30
“La estrategia de la ética tomista no tiene como objetivo ayudarnos a la hora de
tomar decisiones acertadas o resolver problemas de conciencia”. Pág. 30
“Su propósito es nuestra total transformación en personas que puedan decir que su
hogar es el Reino de Dios”. Pág. 30
“Para Tomás, la moralidad depende del deseo, nace de nuestra ansiedad de algo
bueno que nos perfecciona y termina cuando nuestros corazones encuentran la paz”.
Pág. 31
“Tomás de Aquino, como persona realista, empieza su investigación preguntando
dónde cree la mayoría de las personas que se encuentra la felicidad. Mira el dinero,
el prestigio, el poder y el placer, considerándolos seriamente porque sabe que no
podemos tener una vida buena sin estas cosas”. Pág. 31
“No nos sorprende que Tomás llegue a la conclusión de que nuestro gozo más
perfecto y duradero está en Dios”. Pág. 32
“La razón es sencilla: en Dios encontramos una bondad que no se encuentra en el
dinero, el prestigio, el poder o el placer”. Pág. 32
11
“Tomás ve nuestra felicidad de una manera muy particular: para él consiste en gozar
de una relación de amistad con Dios que no es otra cosa que vivir la caridad, que
debe ser la actividad más totalizadora y constitutiva de nuestra vida”. Pág. 32
“El Aquinate concibe una ética centrada en el amor, nuestras acciones están
motivadas por el amor porque nacen de nuestro deseo de algo bueno”. Pág. 32
“El deseo es el amor en funcionamiento y Tomás opina que dirigimos nuestras vidas
hacia lo que creemos mejor para nosotros a través de nuestros actos morales”. Pág.
32
“La moralidad, por tanto, empieza en el amor, se desarrolla por el deseo y se
completa en el gozo”. Pág. 32
“La meta de la vida moral es moverse por el amor hacia el bien y en el bien hallar la
alegría”. Pág. 33
“Tomás nos descubre que la pasión es, en último término, servidora de la virtud
(…)”. Pág. 33
“Las virtudes son habilidades morales que hacen buenas tanto las acciones como las
personas y, por eso, son actividades transformadoras que nos moldean hasta llegar a
ser personas capaces de encontrar la felicidad en Dios”. Pág. 34
“Las virtudes formadas sobre la base de la caridad nos llevan a la santidad; con ellas
irradiamos la bondad de Dios”. Pág. 34
“Mas sólo disfrutaremos de tal intimidad con Dios cuando nos asemejemos lo
bastante a su imagen como para que esta relación sea posible y, hagamos lo que
hagamos, nunca lograremos esa voluntad por nosotros mismos”. Pág. 34
“Hay una idea de futilidad introducida en el escrito del Aquinate sobre las virtudes,
puesto que las virtudes pueden ser perfectivas, pero no lo suficiente; nos hacen
buenos, pero no lo bastante; nos cambian, pero no lo suficiente para que tengamos
unión con Dios”. Pág. 34
“En consecuencia, aunque sentimos las posibilidades de la virtud, también
conocemos sus limitaciones”. Pág. 34
“Por esta razón, el escrito del Aquinate sobre la vida moral no termina con las
virtudes, sino con los dones del Espíritu Santo, ya que en el límite de cada virtud
aparece el don, porque es en cada uno de ellos donde las virtudes encuentran su
plenitud”. Pág. 34
“Los dones del Espíritu Santo nos recuerdan que Aquino cree que la vida moral
empieza con un don y termina en otro don”. Págs. 34-35
“Empieza con la gracia del amor divino en nuestros corazones y termina con el
alcance del amor de Dios para completar nuestra virtud con una bondad que no
podemos nunca ofrecer, solo recibir”. Pág. 35
“He concentrado mi atención casi exclusivamente su tratado moral, la Summa
Theologiae. Tomás escribió sobre la moralidad en otras obras, pero la Summa nos
ofrece la relación más desarrollada y completa de su ética”. Pág. 35
12
5
J.A. Weishpeil, Tomás de Aquino. Vida, obra y doctrina, EUNSA, Pamplona, 1994, 21-25.
13
“El año 1243 murió el padre de Tomás y en abril del año siguiente, a la edad de
diecinueve años, Tomás recibió el hábito dominico”. Pág. 40
“Su primer encuentro con los dominicos había tenido lugar en Nápoles, cuando
Tomás veía a los frailes mendicantes recorriendo las calles pidiendo limosna. Su
pobreza le impactó, y también el celo demostrado en la predicación y en la
enseñanza”. Pág. 40
“El año 1245, Tomás regresó a los dominicos para estudiar, primero, en París, y tres
años después, en Colonia”. Pág. 41
“Durante este tiempo, Tomás tuvo por maestro a Alberto Magno, compañero
dominico y uno de los más brillantes filósofos y teólogos de la época”. Pág. 41
“Tomás fue ordenado en el año 1250 y enviado a París como profesor y, aunque él
no se creyó preparado para la docencia, fue señalado como lector de las Sentencias
de Pedro Lombardo, el texto oficial de teología en uso en la Universidad de París”.
Pág. 42
“Fue durante estos años cuando el Aquinate, que todavía no tenía treinta años,
escribió su monumental e influyente comentario a las Sentencias de Pedro
Lombardo”. Pág. 42
“Poco después, a petición de Raimundo de Peñafort, un antiguo general dominico
que vivía en España, Tomás empezó a escribir su Summa Contra Gentiles, una obra
que explica la fe cristiana para el uso de los misioneros dominicos que trabajan
entre judíos y musulmanes en España”. Pág. 42
“Es interesante ver que la mayoría de los escritos de Tomás fueron una respuesta a
las peticiones de compañeros dominicos para cubrir necesidades específicas de la
comunidad o de la Iglesia”. Pág. 42
“Su don como docente consistía en poder sentir lo que sentía el alumno”. Pág. 44
“Tomás sabía que «todo conocimiento con profundidad, no solamente la filosofía,
empieza con el asombro»6”. Pág. 44
“Si lograba cultivar en sus alumnos este sentido de respeto, admiración y asombro,
entonces, también ellos podrían aprender de verdad”. Págs. 44-45
“Empezarían a entender que el estudio es exploración, que no se puede nunca
entender completamente la verdad, y que el que verdaderamente aprende nunca se
contenta con lo que ya sabe”. Pág. 45
“Tomás sabía que ser educado es ser conducido hacia la verdad, pero que esto
implica una investigación abierta y progresiva que jamás termina”. Pág. 45
“El verdadero estudioso investiga materias imposibles de acabar y llegar a
conclusiones que nunca le satisfacen totalmente”. Pág. 45
6
J. Pieper, Guide to Thomas Aquinas, Notre Dame University Press, Notre Dame, Indiana 1987, p. 96.
15
Summa es una obra asombrosa que consta de 512 cuestiones, 2.669 artículos, y
aproximadamente 10.000 objeciones con sus correspondientes respuestas”. Pág. 46
“La primera parte de la Summa se escribió entre 1266-1268 cuando Tomás estaba en
Roma, y circuló antes de que él regresara a París a principio de 1269”. Pág. 46
“Tomás viajó de Italia a París a pie, saliendo de Roma hacia finales de noviembre y
llegando a París en enero, donde escribió la segunda parte de la Summa, la cual se
considera su contribución más original a la teología”. Pág. 47
7
J.A. Weisheipl, Tomás de Aquino. Vida, obra y doctrina, o.c., p. 366.
8
Ibid., p. 267.
9
Ibid., p. 369.
16
10
J. Pieper, Guide to Thomas Aquinas, o.c., p. 17.
17
“Somos por naturaleza, y esencialmente, amantes porque somos atraídos por lo que
parece ofrecernos la alegría más grande y duradera y nos agotamos en lo que
creemos cumplirá nuestros deseos, y esto, para Tomás, hace crucial que aprendamos
a amar a Dios por encima de todo”. Pág. 54
“Para entender la teología moral de Tomás de Aquino tenemos que entender esta
pasión, porque es lo que da forma y dirección a todo lo que hizo”. Pág. 54
“La teología moral de Tomás está gobernada por un implacable y absorbente amor
de Dios”. Pág. 54
“La teología moral de Tomás no nació en su cabeza, sino en su corazón y para
entenderle debemos tener en cuenta esto”. Pág. 54
“Lo que motiva el esquema cristalino de la vida moral es la visión del Dios a quien
busca”. Pág. 54
“El deseo de no conocer «nada, señor, sino a Ti» es la piedra angular de su teología
moral, su más importante principio interpretativo y lo que debemos recordar para
entender la propuesta que hace en la Summa”. Pág. 55
“Tomás escribió la Summa porque amaba a Dios y, como todo gran amante, creyó
que tenía algo maravilloso que compartir”. Pág. 55
“Quería, sobre todo, ayudar a la gente a entender que la vida es tratar con Dios, que
ser humano es relacionarse con Dios; es aprender a amar a Dios de todo corazón,
completa e incondicionalmente, porque un amor tan penetrante nos da la intimidad
donde encontramos la alegría”. Pág. 55
“La teología moral de Tomás es solamente esto, el ruego apasionado y eficaz de un
hombre que ha encontrado la alegría en el conocimiento y amor de Dios, y quiere
que nosotros también tengamos esta alegría”. Pág. 55
“Su teología tiene por meta transformarnos, invitarnos a la conversión y, si no nos
afecta, entonces no la hemos comprendido”. Pág. 55
“Lo que busca Tomás con su teología moral es rehacer nuestros corazones para
curarlos”. Pág. 55
“En tercer lugar, este cuadro de Tomás en vigilia de oración sugiere que quizá no
tenía tanto conocimiento de Dios y de la persona humana como dan a entender sus
escritos”. Pág. 55
“Pasear por la Summa es comparable a explorar un palacio de cristal; de hecho, su
estructura se ha comparado con una catedral gótica”. Págs. 55-56
“Es bella, es un lugar de complejidad y armonía donde todo está en su sitio, nada
queda desordenado, nada desentona”. Pág. 56
“En realidad, la Summa es una síntesis maravillosa de filosofía y teología que,
incluso hoy, no tiene rival”. Pág. 56
“Tomás pasa con aparente facilidad de una cuestión a otra, y nos convence de que
sabe exactamente a dónde va. Expone una cuestión, examina las posibles objeciones
y, después, responde a todas ellas de tal manera que, a veces, tenemos la impresión
de que sabe todo sobre Dios y sobre nosotros”. Pág. 56
18
“La visión del día 6 de diciembre de 1273 sugiere que, cuanto mayor era Tomás,
tantas más dudas tenía, cuanto más estudiaba sobre Dios y nosotros mismos, tanto
más dudaba de lo que sabía”. Pág. 56
La forma de la Summa
20
“Como otros escritos de la época del Aquinate, la Summa adopta la forma de una
disputa (disputatio) o de un debate”. Pág. 63
“La verdadera innovación de Tomás sobre este modo característico de la docencia y
de los escritos del siglo XII y XIII, consiste, fundamentalmente, en la simplificación
del estilo y de la estructura”. Págs. 63-64
“Así, reduce la estructura tradicional de la disputa a cuatro elementos esenciales: 1)
la formulación de la cuestión que se va a debatir; 2) el tratamiento de las opiniones
de los contrarios; 3) el enunciado sistemático de la posición del propio autor; 4) una
respuesta a cada uno de los argumentos en contra”. Pág. 64
“El objetivo de la disputa no era vencer con un argumento, sino descubrir la verdad,
y por eso el tono de la Summa es tan equilibrado y tan sobrio”. Pág. 64
“Tomás escribe no para vencer a sus oponentes o aparecer como más inteligente que
ellos, sino para conversar juntos en una búsqueda común de la verdad”. Pág. 64
“El centro de la disputa, sin embargo, no era la personalidad del oponente, sino la
materia que los dos intentaban comprender”. Pág. 65
11
Ibid., p. 82.
21
12
Ibid., p. 83.
22
“Los necesitamos para dar una orientación a nuestras vidas como necesitamos un
plan de acción para hacer las cosas”. Pág. 75
“La condición humana se define por estar en relación con una variedad de metas,
cada una de las cuales representa un bien indispensable para nuestras vidas”. Pág.
75
“Si quitamos estos bienes nos disminuimos y, privados totalmente de ellos,
desaparecemos puesto que crecemos a través de nuestros deseos y crecemos
extraordinariamente, cuando nuestros deseos son buenos”. Pág. 75
“Estamos marcados por las intenciones, por aquello que continuamente estamos
deseando”. Pág. 77
“En consecuencia, nuestras intenciones no sólo determinan nuestros actos, sino
también a nosotros mismos: actuar de cierta manera equivale a querer ser de cierta
forma y, por eso, gran parte de nuestro ser depende de nuestras elecciones”. Pág. 77
“Por esta razón, el Aquinate propone que lo primero y más importante en la
moralidad es empeñarse en un fin digno de nosotros, un fin cuya búsqueda nos
ayude realizar nuestras más magnánimas capacidades”. Pág. 77
“Lo que elegimos como propósito marca la diferencia porque inevitablemente nos
convertimos en lo que amamos”. Pág. 77
“La intención principal en nuestra vida expresa lo que más amamos; de hecho, no
podemos escapar de la influencia de este amor soberano, porque es lo que buscamos
en todo lo que hacemos”. Pág. 77
“El sentido de comportamiento finalista es que tendemos a lo que amamos
firmemente y esa tendencia nos lleva a la semejanza con la cosa amada, no en un
sentido superficial, sino en el sentido más radical de que, en definitiva, nuestro
propio ser no es más que nuestras intenciones más permanentes”. Pág. 77
“Tomás reconoce la íntima conexión entre lo que hacemos y la persona que
llegamos a ser, porque nuestros fines determinan nuestro comportamiento y éste da
forma a nuestro yo”. Pág. 78
“El Aquinate cree que, al final, los actos y las personas se unen, somos lo que
hacemos, y, como veremos, su teoría sobre las virtudes se basa en esta idea”. Pág.
79
“La intención que da forma al acto no se queda en él, pasa a la gente que actúa, es la
razón por la que asimilamos gradualmente la cualidad de un acto cuando lo
repetimos a menudo”. Pág. 79
y, si nos dejamos llevar por ellas, se inicia un deterioro interior que puede
conducirnos a la desesperación”. Págs. 96-97
“Las malas aficiones inician una aniquilación, ya que, en vez de hacernos avanzar
paulatinamente hacia la plenitud, nos arrastran de nuevo al abismo del caos y la
confusión, la más trágica antítesis de lo que desea el amor de Dios para nosotros”.
Pág. 97
“Al contrario de tantos de nosotros, Tomás no entiende que la felicidad es la libertad
de perseguir y satisfacer nuestros deseos, cualesquiera que sean; según él, esto es
una noción terapéutica, pero no moral, de la felicidad”. Págs. 97-98
“Tomás está de acuerdo en que la felicidad implica la satisfacción de nuestros
deseos, pero argumenta que alcanzar la felicidad también implica la purificación de
los mismos”. Pág. 98
“Tomás sugiere que a veces no somos felices porque deseamos cosas equivocadas, o
deseamos las cosas adecuadas de forma errónea, o con un anhelo desmesurado”.
Pág. 98
“En opinión de Tomás, la felicidad depende del cultivo de las preferencias
adecuadas y de alimentar los deseos correctos”. Pág. 98
“Tenemos que aprender dónde encontrar la verdadera felicidad. Hemos de
educarnos en ese camino para ser instruidos en el amor que de ella se deriva. Y, si
esto es así, probablemente tengamos algo que cambiar”. Pág. 98
“Tomás habla de una felicidad objetiva, no subjetiva, en el sentido de que, para él,
la felicidad no es un concepto abierto, sin forma, que podamos definir cada uno
como queramos; más bien, la felicidad tiene un significado preciso; es alimentar en
nosotros nuestros mejores deseos, los más prometedores, el amor más rico y noble”.
Pág. 98
“Para Tomás, ser verdaderamente feliz es poseer el mayor bien posible del modo
más pleno”. Pág. 98
“La felicidad conlleva la intimidad con la belleza, lo que nos indica que, si aún no la
hemos alcanzado, puede ser porque todavía tenemos que sufrir la transformación
que la hace posible”. Pág. 98
“Para ser verdaderamente felices hemos de llegar a ser el tipo de personas que aman
el bien en el que se encuentra la felicidad”. Pág. 98
“Dicho de otra manera, Tomás tiene un concepto normativo y no individualista de la
felicidad, esto quiere decir que para ser felices debemos conformarnos con el bien
en el que reside la felicidad, debemos rehacernos, reorientarnos y transformarnos
interiormente, hasta que practiquemos el amor que nos trae el gozo verdadero”.
Págs. 98-99
próspera hemos de incluirlos de algún modo. Tomás no los desprecia: los considera
buenos e incluso necesarios”. Pág. 99
“Tomás respeta el dominio que puede tener sobre nosotros el dinero, la reputación,
el poder, el prestigio y el placer porque reconoce su bondad”. Pág. 100
“Aunque concluya que la felicidad perfecta no se encuentra en ninguno de ellos,
nunca niega su valor ni lo importantes que son para que la vida sea verdaderamente
buena”. Pág. 100
“Lo importante es saber si alguno de ellos podrá soportar la carga de la felicidad
última, si en alguno de ellos reside la bondad necesaria para traer la paz a nuestros
corazones”. Pág. 100
“Aunque el dinero y las posesiones sean buenos y necesarios para la vida humana,
es una ilusión mortal pensar que constituyen nuestro bien más digno porque no son
capaces de proporcionar la bondad que nos lleva a la vida plena”. Págs. 101-102
“La respuesta de Tomás frente a esta afirmación es terminante: la riqueza no es
nuestro bien perfecto porque es inferior a nosotros, y sólo nos puede traer la
plenitud algo superior a nosotros”. Pág. 102
“Según expone Tomás, ser feliz en último término es poseer el mejor bien posible,
puesto que, si un bien parcial nos produce alegría, el mejor de ellos nos aportará el
gozo supremo”. Pág. 102
“Si retomamos su idea de que nuestro fin último es lo que verdaderamente apacigua
nuestros deseos, entonces nuestra alegría y felicidad residirá en algo tan bueno que
su posesión consistirá en el encuentro con la plenitud”. Pág. 102
“Debe ser, por tanto, un bien capaz de llevarnos a nuestro más completo desarrollo,
un bien que nos estimule, un bien que con firmeza nos conduzca más allá del
crecimiento y de los logros anteriores”. Pág. 102
“Nuestra felicidad última reside en nuestra plenitud más duradera y encontraremos
la alegría cuando nos unamos a lo que es más amable y bienaventurado”. Pág. 102
“Hacer de un bien inferior nuestro último fin es una perversión completamente
destructiva, porque es tomar algo hecho para nosotros y convertirlo en algo para lo
cual estamos hechos”. Pág. 103
“Todo amor mal orientado es idólatra y todo amor idólatra es mortal. Si nos
entregamos a los bienes inferiores a nosotros, irremediablemente nos destruimos”.
Pág. 103
“Si queremos saber la verdad acerca de la felicidad o cualquier otra cuestión moral,
debemos consultar a las personas sabias y buenas, debemos escuchar a las personas
virtuosas”. Pág. 107
“Las personas que actúan creyendo que el dinero y las cosas materiales son lo mejor
que ofrece este mundo son personas necias y superficiales, que no entienden la vida
en absoluto”. Pág. 107
“En las cosas de moral, no todas las opiniones son iguales; la gente buena tiene una
autoridad que no tienen los viciosos porque los que adoran el dinero son víctimas de
un amor extraviado, y al desfigurarse han perdido todo sentido de lo que es el ser
humano”. Pág. 107
“Tomás dice que la verdadera felicidad está relacionada con la bondad, que las
únicas personas realmente felices son las virtuosas”. Pág. 110
“La felicidad es ser bueno, participar y crecer en la bondad”. Pág. 111
“Para el Aquinate, ser virtuoso es ser feliz, y, por eso, no podemos encontrar la
alegría y la paz hasta volvernos verdaderamente buenos, y cuanto más participemos
en la bondad, más felices seremos”. Pág. 111
“Para Tomás, la felicidad no es natural, sino adquirida y desarrollada por el hombre;
llega a través de una cierta manera de vivir, una manera virtuosa de vivir, de
practicar cierto tipo de cosas, esto es, las cosas buenas”. Pág. 111
“La felicidad solo en parte es una emoción, porque más bien es una actividad, una
forma de vivir, que consiste en ser virtuoso, en hacer el bien y llenarse de bondad,
es el amor puesto en práctica”. Pág. 111
“La felicidad es hacer lo que nos llevará a nuestro desarrollo más completo y real, es
nuestra misión más plena y original, y por eso podemos decir que la felicidad es lo
mejor que podemos hacer”. Pág. 111
“La felicidad verdadera no se encuentra en las personas malvadas porque nunca se
alcanza por la maldad”. Pág. 111
“El mal puede aportarnos placer, pero nunca nos proporciona felicidad porque, «por
ser la felicidad el bien supremo del hombre, no es compatible con algún mal» (ST,
I-II, 2, 4)”. Pág. 111
“Tomás concede que el mal puede lucrarse y que las personas malvadas a menudo
prosperan, pero no llegan a ser realmente felices porque están involucradas en el
deterioro de su persona”. Pág. 111
“La maldad conlleva la decadencia, no la vida; no restaura, corrompe”. Pág. 111
“Si entendemos por felicidad llegar a la perfección de nuestro desarrollo, entonces
seremos verdaderamente felices en la medida en que alcancemos nuestra más alta
capacidad y la participemos en nuestro bien más prometedor”. Pág. 111
“Tomás insiste en que la bienaventuranza no es compatible con el mal”. Págs. 111-
112
“El mal nos aparta de la vida, no desfigura, nos afea moralmente, mientras que la
bondad crea la vida, y es siempre bella y liberadora”. Pág. 112
“Ser feliz es vivir en y desde el bien más bello, incluso crecer en la semejanza de
este bien, lo cual explica la insistencia de Tomás en que nuestra felicidad reside en
la amistad con Dios”. Pág. 112
“En consecuencia, nuestro crecimiento en la felicidad depende de nuestro
crecimiento en la bondad de Dios, y por esta razón, Tomás concluye que la
felicidad, en último término, es la santidad, y que ser santo es el requisito para
alcanzar la alegría”. Pág. 112
“Aquí tenemos la mejor definición que Tomás da de la felicidad: asemejarse a Dios
en la bondad”. Pág. 112
“A todo esto se puede poner una objeción obvia: las personas buenas no siempre
parecen felices”. Pág. 112
“Su bondad no les protege de la adversidad, también las vemos agobiadas por los
infortunios de la vida y tienen mala suerte; en verdad, parece que la buena gente
incluso sufre más porque también sufre por ser buena”. Pág. 112
“Ya se ha dicho que para ser feliz es necesario relacionarnos con lo que es bueno, y
para conocer la felicidad perfecta debemos amar el bien perfecto, pero hay que
añadir que nuestra felicidad aumenta tanto como llegamos a poseer este bien en
nosotros mismos”. Pág. 113
“Lo que nos hace feliz es externo a nosotros en el sentido de que existe aparte de
nosotros, pero llegamos a la felicidad cuando, a través del amor, lo asimilamos en
nuestro interior”. Pág. 113
“Ser feliz es haber aceptado a nuestro amado dentro de nuestro ser, es haber
absorbido en nuestras almas la bondad que buscamos sin cesar”. Pág. 113
“La perfecta felicidad es la perfecta asimilación al bien supremo”. Pág. 114
“Podemos decir que somos la felicidad, no porque todo sucede como quisiéramos ni
porque estemos siempre alegres, sino porque hemos asimilado los efectos de nuestro
amor”. Pág. 115
“Ser feliz es tener lo que amamos, y, para el Aquinate, lo tenemos en la manera más
personal y permanente: nos hacemos conforme a su bondad”. Pág. 115
placer, por buenas y necesarias que sean estas cosas, sabemos que todavía
carecemos de algo mayor, que es lo único que nos llevará a la plenitud”. Pág. 116
“Solamente en Dios reside un bien suficientemente santo como para curar y redimir
y, por eso, Dios es nuestro último bien y la perfección de nuestra alegría”. Pág. 116
“El problema es este: ¿cómo podemos nosotros, sin ser Dios, poseer a Dios de una
manera que permita llegar a conocer es alegría final?”. Pág. 116
“¿Cómo podemos nosotros, tan diferentes a Dios, limitados, finitos y terrenos,
disfrutar de la bondad espléndida del único que parece ser todo lo que no somos?”.
Pág. 116
“Es indudable que podemos desear a Dios más que ninguna otra cosa, pero esto no
implica que tengamos capacidad para establecer una relación con Él”. Págs. 116-
117
“Si es verdad que nuestra felicidad es Dios, debe ser connatural a nosotros la
capacidad de relacionarnos con Él y amarle”. Pág. 117
“En primer lugar, existe la gracia, el don del amor de Dios, que nos capacita para
disfrutar de Dios de la única forma posible”. Pág. 118
“Por medio de la gracia, que siempre es un puro don, se nos da la capacidad de
relacionarnos con Dios”. Pág. 118
“En términos de Tomás, nos «eleva» para que podamos buscar a Dios, amarle y
entrar en comunión con Él”. Pág. 118
“Esto es posible por Él y no por nosotros mismos; el don del amor de Dios nos
capacita para corresponder a ese mismo amor”. Pág. 118
“En segundo lugar, de Dios viene la gracia, y en nosotros, el deseo”. Pág. 118
“Somos limitados en todo menos en esto: nuestro deseo es ilimitado, siempre va
más allá”. Pág. 118
“Sabemos que nuestro deseo es lo único humano que no tiene restricciones, ya que
sentimos el hambre permanente de algo infinitamente bueno, nos asalta el ansia de
algo totalmente bienaventurado y precioso”. Pág. 118
“Aunque somos limitados, queremos el bien ilimitado; aunque somos restringidos,
queremos amar sin restricciones”. Pág. 118
“Por esta razón, nunca pueden satisfacer los bienes creados; se quedan demasiado
cortos para la profundidad de nuestro espíritu”. Pág. 118
“Nunca encontraremos la alegría eterna si permanece inquieto nuestro corazón,
porque buscamos el bien que cura esta inquietud, es decir, la alegría donde por fin
descansa en el ansia, la búsqueda, el hambre y el deseo”. Pág. 119
“Dios es nuestra felicidad porque en Él encontramos la alegría tan ansiosamente
buscada”. Pág. 119
“Ser feliz es estar saciado, pero además ser en plenitud; es estar satisfecho, pero
además el perfecto; es ser bueno y ser santo”. Pág. 119
“Por lo tanto, solo Dios es nuestra última, perfecta y eterna felicidad porque sólo en
Él reside la onda que cura, que redime que restaura”. Pág. 119
37
“Tomás nos dice que la benevolencia de la amistad debe ser mutua: desear
simplemente el bien del otro no constituye una amistad, es condición necesaria, pero
no suficiente”. Pág. 129
“Para la amistad, el deseo del bien del otro debe ser recíproco. He aquí la segunda
característica de la amistad: el amor y benevolencia deben ser mutuos, donde cada
persona sabe que su deseo por el bien del otro es correspondido”. Pág. 129
“La amistad no puede ser unilateral, es un tipo de relación donde cada persona se
compromete con la otra; al igual que el matrimonio, requiere la promesa de ambos
de buscar que el compañero sea bueno”. Pág. 129
“Podemos querer profundamente a alguien y entregarnos en la búsqueda de su bien,
pero mientras nuestro amor no sea correspondido, su estatuto es el de amabilidad y
no el de amistad”. Pág. 129
“La amistad tiene dos caras, es una relación en la que cada persona sabe que el bien
que desea al otro, el otro también lo desea para él”. Pág. 129
“La amistad es una asociación en cuidados y afectos, es una sociedad de amor
donde cada uno trabaja para alcanzar lo mejor para el otro”. Pág. 129
“En ese sentido, podemos hablar de la amistad como una comunidad de afecto en la
que dos personas compenetradas en el amor trabajan para hacer de ese amor la
posesión de la otra”. Pág. 129
“Obviamente, la benevolencia es parte de esto, pero no es suficiente para la amistad,
porque el bien que queremos para el otro ha de ser compartido consciente e
intencionalmente”. Págs. 129-130
“Un buen amigo es alguien que, por el hecho de serlo, saca lo mejor de nosotros,
nos recrea de la manera más prometedora”. Pág. 132
“La amistad es una sociedad o comunidad constituida por los que buscan el mismo
bien y alcanzan el bien buscado y está mediada por el amor que se comparte”. Pág.
133
“La razón básica de la amistad es la comunidad donde se realiza la formación
progresiva de los amigos en la virtud”. Pág. 133
“Las amistades en la virtud se basan en un bien necesario para crecer en excelencia
que sólo podemos recibir, ya que no llegamos a este bien por nosotros mismos, se
alcanza solamente a través del amigo, que es el que nos lo puede ofrecer”. Pág. 133
“Los buenos amigos nos hacen mejores personas porque la vida en la amistad
consiste en compartir y disfrutar de lo que es excelente, noble y hermoso”. Pág. 134
“La buena amistad es una escuela de virtud, porque, al estar con personas que son
buenas y quieren ser buenas, conocemos la verdadera bondad y crecemos en ella”.
Pág. 134
“La amistad que tenemos con Dios debe entenderse como una «conversación» sin
fin con Dios sobre el bien integral de la caridad13”. Pág. 137.
“La caridad-amistad con Dios es una vida de conversión progresiva porque no
podemos sentir ese amor sin ser transformados por Él, y esto es precisamente
nuestra esperanza”. Pág. 137
“La caridad ofrece la conversión más radical porque el amor de Dios nos promete el
bien más hermoso”. Págs. 137-138
“La caridad es una vida de conversión, porque vivir en amistad con Dios es ser
recreado en la bondad divina”. Pág. 138
“Ser amigos de Dios es darle libertad para que haga de nosotros lo que quiera”. Pág.
138
“Este es el empeño del amor de caridad: esculpirnos en la bondad de Dios,
formarnos en la belleza de la santidad”. Pág. 138
“Todo amor nos transforma pero solo la caridad nos transforma en Dios”. Pág. 138
13
Tomás de Aquino, Scriptum Super Sententiis, III, d. 27, q. 2, a. 1.
42
“Hablar de Él como «otro yo» es un recordatorio de que Dios es el único por quien
siempre existimos”. Pág. 143
“Dios es verdaderamente nuestro «otro yo», porque nuestra vida es la amistad con
Dios, esto significa que, para cada uno de nosotros, existir consiste en ser amigo de
Dios”. Pág. 143
“El amor de la caridad es especial porque no pone límite a la felicidad que Dios
quiere que disfrutemos, y por eso es el único amor que puede traer la paz al
corazón”. Pág. 144
“Es una ética del corazón, de afectos refinados y nobles, y si nos vamos a reunir con
Dios, debemos aprender a amar correctamente en cada dimensión de la vida”. Pág.
144
43
“Si el amor es una pasión y la caridad es pasión por Dios, entonces, como virtud, su
función es abrirnos más confiadamente a Dios”. Pág. 161
“La caridad es la virtud de la amistad con Dios, pero solo es posible cuando nos
asemejamos lo suficiente a Dios en la bondad como para ser ‘otro yo’ para Él”. Pág.
162
“El error de tantos estudios sobre la teología moral del Aquinate es que no han
logrado apreciar la relación entre su análisis de las pasiones y los afectos, por un
lado, y su teoría de las virtudes, por otro”. Pág. 162
“No podemos comprender rectamente lo que entiende el Aquinate por virtud hasta
que lo vemos a la luz del amor del que surge”. Pág. 162
“Por tanto, para comprender el significado de virtud, especialmente de aquellas que
nacen del amor de caridad, no las podemos separar de las pasiones y los afectos,
puesto que la propia pasión del amor es la que les da forma y sentido”. Pág. 162
“Para el Aquinate, las virtudes son principalmente estrategias del amor, obras del
amor, porque cada una de ellas expresa de un modo peculiar el amor originario de la
acción”. Págs. 162-163
“Tomás nunca considera las virtudes por sí mismas, sino siempre en relación con las
pasiones de donde proceden y de las que reciben su significado”. Pág. 163
“Las virtudes están ancladas en el amor entendido como una pasión, así que cuanto
más crecemos en las virtudes tanto más dependemos de ese amor”. Pág. 163
“Crecer en las virtudes de la caridad es crecer en la dependencia divina, permitir que
Dios actúe cada vez más en nosotros”. Pág. 163
“Crecer en caridad supone abandonar los modos de resistir a Dios, e ir ampliando
las posibilidades de recepción”. Pág. 163
Una ayuda para nuestra aventura moral: una mirada a las emociones irascibles
“Hay muchas cosas dentro y fuera de nosotros que frustran nuestro amor, hay
muchos elementos que operan contra nosotros, ya sea a causa de nuestra propia
debilidad, o de tener el corazón dividido, o de la mala suerte que va minando la
creencia de que realmente podemos conseguir lo que amamos”. Pág. 173
“La vida moral, según nos muestra la épica de las tragedias griegas, es a menudo
una lid donde intentamos avanzar hacia lo que amamos, pero en lo que sufrimos
contratiempos y desalientos, que a veces pueden llegar hasta la desesperación”. Pág.
173
“Como nos indica la exposición del Aquinate, tenemos las emociones irascibles solo
porque existen las afectivas, dado que la esperanza, la audacia y la ira son
necesarias para conseguir el bien amado, ya que, si hay algo que deseamos, también
hay cosas que tenemos y otras que nos tientan con la desesperación”. Pág. 176
“Las emociones irascibles toman su sentido de las afectivas porque sin amor no
existiría ninguna razón para esperar, tener audacia o enojarse”. Pág. 176
“El cometido de las emociones irascibles es salvaguardar el bien amado. Pág. 176
“Sin un amor en el centro de la vida, la esperanza no tiene sentido, ya que no
sabemos qué esperar o qué hemos de evitar como causa de desesperación; la
audacia tampoco tiene sentido porque no es razón para aguantar”. Pág. 176
51
“Es, por tanto, el vínculo entre el amor y la alegría, porque nuestro amor a menudo
se mantiene vivo y progresa hacia la plenitud gracias a la esperanza”. Pág. 180
“Por eso, en algunos momentos de la vida, la esperanza llega a ser más vital que el
amor, ya que, aunque es éste el que faculta la esperanza, sólo progresa hacia el
placer por medio de ella”. Pág. 180
“La esperanza respeta nuestra condición de viandantes, somos peregrinos en camino
hacia una promesa que intuimos pero que no poseemos”. Pág. 180
“Es la virtud que nos asegura la posibilidad de alcanzar algo que se nos ha
prometido aunque sea difícil de lograr”. Pág. 180
“El valor de la esperanza está en proporción con el bien que se puede perder por la
desesperación, ya que, cuanto más grande es la promesa, tanto más mortífera es la
desesperación”. Pág. 180
“Como hemos mencionado antes, la ética de Tomás es magnánima, una visión de la
vida moral que no llama a nuestra posibilidad más prometedora”. Págs. 180-181
“Una persona magnánima tiene hambre de las más grandes y nobles posibilidades;
tiene sed de lo mejor”. Pág. 181
“La magnanimidad es un sello de la ética tomista por lo que resulta ser una teoría
sobre moral que tiene por objeto lo que es mejor para nosotros y se niega, a pesar de
todos los obstáculos y desilusiones, a hacer mezquina su visión de aquello a lo que
Dios nos capacita y no llama a ser”. Pág. 181
“Tomás sabe que, para llegar a la plenitud tenemos que arriesgarnos por algo
grandioso”. Pág. 181
“La desesperación a veces se convierte en una tentación abrumadora, la realidad de
la vida hace inverosímil la promesa de aquellos ideales, nos resulta imposible
confiar en tal esperanza y el desaliento estrangula las grandes visiones”. Pág. 181
“La tristeza nos inmoviliza, nos roba la esperanza necesaria para creer que un
determinado bien es posible”. Pág. 181
“En palabras del Aquinate, una excesiva tristeza mata la creencia en el amor
divino”. Pág. 181
“En el sistema del Aquinate, la acidia es el fruto de la desesperación, porque se
apodera de la persona que ya no cree en la fuerza del amor de Dios para potenciar la
vida”. Pág. 182
“El amor nos centra, el deseo nos motiva y el gozo nos perfecciona”. Pág. 183
“La adversidad, el infortunio y la tragedia engendran una tristeza del corazón que, si
no la afrontamos, puede ser mortal”. Pág. 183
“El Aquinate nos demuestra que las emociones irascibles nos capacitan para
manejar estas dimensiones de la vida moral, la audacia, la esperanza y la ira batallan
contra todo lo que desalienta y deprime”. Pág. 183
“Por eso, si somos viandantes en camino hacia Dios, necesitamos algo más que
pasión y emoción para sobrevivir, necesitamos también de las virtudes”. Pág. 183
53
“Es preciso saber exactamente qué hacer en cada situación en la que nos
encontremos para no perder el bien”. Pág. 183
“Hace falta la pasión, pero también la vida moral y, en consecuencia, son
imprescindibles las virtudes, ya que son las habilidades necesarias para que en la
vida moral nos movamos con soltura hacia nuestro bien y así lleguemos paso a paso
a la plenitud”. Pág. 183
54
“Las virtudes son acciones que nos dirigen hacia Dios, modos de comportamiento
que se centran en la bondad, que reconstruye y redime la vida”. Pág. 188
“Somos viandantes que vuelven a Dios a través de las virtudes: no progresamos
cambiando de situación, sino educando nuestra persona y esto lo que consiguen las
virtudes”. Pág. 189
“Para lograr la amistad con Dios es necesario que el corazón guíe la vida según un
único amor, por tanto, la amistad con Dios exige restricciones y necesita de ciertas
disposiciones”. Pág. 193
“Para crecer en lo que Tomás considera como el objetivo y fin de la vida,
necesitamos ser afectados por algunas cosas, sentir aversión por otras y promover
una especial dirección para la vida; esto es lo que hacen las virtudes”. Pág. 193
“La ética de la virtud subraya el hecho de que sólo nos protege de las malas
tendencias el cultivo de las buenas”. Págs. 193-194
“Para el Aquinate, no existe la bondad moral por naturaleza, sólo existe la bondad
moral habitual, adquirida por medio de una actitud resolutiva para las elecciones
virtuosas (ST, I-II, 49, 4)”. Pág. 194
“Ser hombre es tener un objetivo que alcanzar, lo cual sugiere que el mero hecho de
existir no es suficiente”. Pág. 194
“Nuestra humanidad es algo que crece mientras desarrollamos la bondad específica
a la que estamos llamados”. Pág. 194
“En la visión de la vida moral de Tomás, la humanidad se mide por medio de las
virtudes, porque cuanto más crecemos en la bondad, tanto más genuinamente
humanos somos”. Pág. 194
“En la vida moral se nos invita a una maravillosa verdad, pero es menester
desarrollar una forma de vida que nos permita alcanzarla, y esta es la tarea de las
virtudes”. Pág. 194
“Por supuesto que, en ningún momento de la vida, logramos la plenitud deseada
porque siempre existirá distancia entre nosotros y la perfección, pero vamos
creciendo en ella al practicar el tipo de hábitos proporcionados a su bondad”. Pág.
195
“Podemos ser viles, brutales, retorcidos, podemos destruir nuestra naturaleza
humana: es el efecto que producen los vicios sobre nosotros”. Pág. 195
“El esfuerzo necesario para adquirir una virtud sugiere que, muy a menudo, adoptar
un hábito bueno supone el desarraigo y destrucción de otro malo”. Pág. 206
“Las virtudes entran donde antes había vicios, la justicia combate al egoísmo, la
templanza, al envilecimiento, la fortaleza, a la cobardía y la temeridad”. Pág. 206
“El ser humano es una mezcla de tendencias, una combinación de fuerzas
contradictorias, las virtudes tienen siempre su opuesto en los vicios”. Pág. 206
“Tomás sabía que debía existir una estrecha relación entre la caridad y las demás
virtudes, porque para él solo será una virtud cuando, por medio de su presencia, se
profundiza y sostiene nuestra amistad con Dios”. Pág. 218
“¿Qué facultad tiene la caridad que capacita a las demás virtudes para su óptima
realización? Tomás dice que se debe a que la caridad vincula con Dios, y si hemos
hecho de la amistad con Él la intención principal de la vida, cada acción que
realicemos va a nacer de este amor”. Pág. 218
“El Aquinate también reconoce la relación entre la caridad y las demás virtudes al
decir que la caridad es como la «madre» de todas”. Pág. 219
“El Aquinate emplea esta imagen para demostrar que cada virtud se concibe por el
amor de la caridad”. Pág. 219
“La caridad no solamente determina una clase de comportamiento, sino que
constituye un modo especial de vivir y en ese sentido, la caridad es la actividad vital
desde la cual nace todo lo que hacemos”. Pág. 219
“Cada virtud está intrínsecamente relacionada con la caridad, ya que mana de la
misma vida de la caridad; la amistad progresiva que tenemos con Dios da a las
virtudes su expresión más apropiada”. Págs. 219-220
La primacía de la prudencia
“La más importante de las virtudes cardinales es la prudencia. ¿Cuál es su papel?
Hemos dicho que una virtud es una manera habitual de actuar, lo que en algunas
ocasiones podría llevar a afirmar que adquirir una virtud es lo mismo que aprender
la rutina de unos modos mecánicos de comportamiento, suponiendo que con eso
queda enconsertada cualquier originalidad o infección del quehacer humano”. Págs.
221-222
“Una virtud es una debilidad moral que permite la persona averiguar en cada
circunstancia, exactamente, cómo hacer el bien de la manera más adecuada”. Pág.
222
“La ética es una ciencia práctica, que trata el comportamiento concreto de cada día”.
Pág. 122
64
“La persona virtuosa es capaz de ver lo que requiere y exige cada situación”. Pág.
222
“Cuando estamos ante una situación en la que hay muchas posibilidades de
actuación, la persona prudente descubre lo que nos hace más capaces para el
crecimiento del bien”. Pág. 223
“La prudencia es una virtud de discernimiento moral que lee cada situación para
decir exactamente el mejor modo de lograr el bien una vez que se hayan recabado
todos los datos”. Pág. 223
“Es una virtud de astucia moral que nos ayuda a ver certeramente cómo practicar el
bien para que no se malogren las buenas intenciones”. Pág. 223
“Por la caridad tenemos la mejor de las intenciones ya que queremos dirigir todas
nuestras acciones hacia Dios, pero es menester saber cómo llevar a cabo esa
intención: esta es la labor de la prudencia”. Pág. 224
“La virtud de la prudencia nos aconseja sobre la mejor manera de realizar el bien de
nuestra intención”. Pág. 224
“La prudencia nos reta y no reclama para estimular el recuerdo de que un acto
virtuoso siempre busca asemejarnos a Dios en su bondad”. Pág. 225
“Si la prudencia es la habilidad de saber lo que hay que hacer, la justicia consiste en
realizarlo de manera adecuada”. Pág. 225
“Lo que distingue la prudencia de la justicia es que la primera establece el recto
juicio, puesto que sabe lo que es necesario hacer, mientras que la segunda realiza la
acción correcta, porque hace lo que es necesario (ST, I-II, 61, 4)”. Págs. 225-226
“La prudencia discierne, la justicia ejecuta”. Pág. 226
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO: EL AMOR QUE NOS LLEVA A CASA
“Recordemos que el objetivo de su planteamiento es reunirnos con el Dios cuyo
amor nos ha creado”. Pág. 232
“La estrategia de la ética tomista es enseñarnos a vivir de tal modo que podamos
volver a Dios”. Pág. 232
“Convencido de que Dios es nuestra alegría, Tomás quiere enseñarnos cómo vivir
de manera que podamos poseer, tan profunda, íntima y permanente como sea
posible, el único amor que es capaz de darnos la paz que deseamos”. Pág. 232
“Por esta razón concluye su estudio no con las virtudes, sino con los dones del
Espíritu que suponen la perfección de la virtud”. Pág. 232
“El Aquinate entiende que, por buenos que lleguemos a ser, nunca tendremos la
suficiente bondad como para merecer a Dios”. Pág. 232
“El fin de la vida moral es la reunión con Dios, pero nuestra virtud es incapaz de
ello porque la bondad de Dios es excesivamente superior a la nuestra”. Pág. 232
“En definitiva, será el amor divino, y no el nuestro, el que nos introduzca en el
Reino”. Pág. 232
“Por eso, las virtudes encuentran su perfección en los dones”. Pág. 232
“Es verdad que volvemos a Dios por el amor, pero más por el amor divino que por
el nuestro”. Págs. 232-233
“En un primer momento, fue el Espíritu derramado en nuestros corazones el que nos
dio la capacidad para acoger la virtud, es por medio de la acción del Espíritu por lo
que nuestra virtud se hace plena”. Pág. 233
66
“Una vez claro el objetivo de la vida moral, los dones del Espíritu no son de ningún
modo superfluos, sino esenciales, ya que, sin el don del amor divino, no podríamos
alcanzar nunca nuestro hogar”. Pág. 233
“Las virtudes de la caridad se arraigan en nuestro deseo de Dios, pero terminan en el
deseo de Dios hacia nosotros”. Pág. 234
“Es el amor divino el que toma nuestras virtudes nacidas en la caridad y las
perfecciona con la bondad necesaria para la unión con Él”. Pág. 234
“Necesitamos los dones del Espíritu porque nuestras virtudes, por buenas que sean,
se quedan cortas ante la bondad de Dios”. Pág. 234
“Estos frutos definen a la persona que ha visto culminada su pasión por Dios:
recordemos que la vida moral acaba cuando alcanza la paz el corazón”. Pág. 238
“La moralidad nace del deseo de restauración, de perfección y de plenitud de vida y
termina cuando el Espíritu toma posesión de nuestros corazones”. Pág. 238
“En el momento en que el Espíritu habita en nosotros, poseemos el bien más
perfecto y gratificante; o mejor, somos poseídos por él, ya que quedamos abrazados
por el amor que siempre ha querido nada más y nada menos, que ofrecernos la
vida”. Pág. 238
“Somos llamados a ser para Dios lo que Dios siempre ha sido para nosotros, un
amigo, un amante, uno que quiere compartir todo lo que tiene”. Pág. 239
“Si permitimos que Dios sea nuestro amigo, si nos abrimos al amor que hacía
rehacer y redimir, conoceremos la plenitud de vida que siempre hemos buscado y
encontraremos el gozo y la paz de los que estábamos hambrientos”. Pág. 239
“El objetivo de la ética tomista es capacitarnos para que seamos redimidos por el
amor de amistad con Dios”. Pág. 239
68
“La felicidad es la amistad duradera con nuestro bien más prometedor; sin embargo,
a menudo estamos inseguros acerca de su posibilidad o de dónde encontrarlo”. Pág.
244
“Ser feliz es estar enamorado del mejor bien posible y, para Tomás, este es Dios”.
Pág. 244
“Los amantes de Dios son felices puesto que el amor nos da la semejanza suficiente
con Él como para que podamos disfrutar de su alegría”. Pág. 244
“Ser feliz es tener en el corazón eso que amamos y permitir que ese amor nos
transforme”. Pág. 244
“Un Dios que desea lo mejor para nosotros quiere que participemos lo más
profundamente que podamos de su felicidad”. Pág. 245
“Ser benevolente con un amigo es buscar lo que es realmente bueno para él, y parte
de la actividad de toda amistad es vivir dedicado al bien del otro”. Pág. 245
“Si nos referimos a la caridad-amistad con Dios, supone cuidar los intereses de
Dios, actuar a favor de sus planes y propósitos, y luchar en todo para que las cosas
sean las más propicias para Él”. Pág. 245
“La segunda característica la amistad es la mutualidad, ésta no recuerda que la
amistad existe únicamente donde el afecto y los cuidados son recíprocos”. Pág. 245
“Los buenos amigos piensan el uno del otro de esta forma, pues los amigos son tan
importantes que es imposible imaginar la vida sin ellos”. Pág. 246
ÍNDICE
Prólogo 7
Introducción 29
Capítulo I. El encuentro con un hombre que tiene un plan
38
sobre nosotros
Capítulo II. Por qué hacemos, en definitiva, las cosas: una
72
mirada al comportamiento humano
Capítulo III. La felicidad: lo que todo el mundo quiere 84
Capítulo IV. La caridad: la virtud de la amistad con Dios 123
Capítulo V. Las pasiones y los afectos en la vida moral:
147
explorando la primacía del amor
Capítulo VI. Las pasiones y los afectos en la vida moral:
168
cómo encontrar la fuerza para continuar
Capítulo VII. Las virtudes: acciones que nos guían hacia la
189
plenitud de la vida
Capítulo VIII. Las virtudes: encontramos nuestra
217
perfección en un don
Capítulo IX. Cómo entender a un Dios de amor.
Conclusiones acerca de la visión del Aquinate sobre la vida 242
moral
Índice 253