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Los filósofos presocráticos

Rodrigo López Barros

Esta denominación no es contemporánea de aquellos filósofos, sino, asumida por la


posteridad. Conviene saber de ellos, como precursores que fueron del arte de filosofar, que
de manera más apropiada comienza con Sócrates, Platón y Aristóteles, y que, también,
después, ha sido bautizada con el apelativo de clásica.

Esta denominación no es contemporánea de aquellos filósofos, sino, asumida por la


posteridad. Conviene saber de ellos, como precursores que fueron del arte de filosofar, que
de manera más apropiada comienza con Sócrates, Platón y Aristóteles, y que, también,
después, ha sido bautizada con el apelativo de clásica. 

Particularmente, es el historiador griego Diógenes Laercio, vivió en la última parte del siglo
II y primera del III d.c., quien bastante detalladamente nos informa de los más destacados
filósofos de aquella época remota, y de los filósofos llamados clásicos. Y que fue Pitágoras
el primero en llamarse filósofo. Sí, se ganó el apelativo al decir: ninguno de los hombres es
sabio; lo es solo Dios. 

Pero aun yendo más atrás, encontraríamos a otros que si no fuera redundante los
llamaríamos, presocráticos de los presocráticos, y los podríamos considerar como
chamanes. 

Evidentemente, pone Laercio, en boca de algunos de sus contemporáneos, el decir que la


filosofía, excepto el nombre, tuvo su origen entre los bárbaros, y que fueron los magos sus
inventores entre los persas, el primero de los cuales fue Zoroastro; los caldeos entre los
asirios y babilonios; los gimnosifistas entre los indios; y entre los celtas y galos, los
druidas, con los llamados semnoteos. Sin que se quisiesen quedar atrás los egipcios dicen
que Vulcano, hijo del Nilo, fue quien dio principio a la Filosofía, y que sus profesores
eran, sacerdotes y profetas.

Más con toda razón y vehemencia rearguye Diogenes, afirmando: los que esto dicen
atribuyen ignorantemente a los bárbaros las ilustres acciones de los griegos, de quienes
tomó principio no sólo la filosofía, sino también el género humano. Ateniense fue Museo;
tebano Lino. 
No solo se impacienta este Diógenes por el irrespeto de los bárbaros a los griegos, llamando
filosofía a lo que no era más que una brujería, sino, que además atribuían a Orfeo Tracio,
hijo de Apolo, la condición de filósofo, extrañando que tal cosa se dijese de los dioses. 

Al final del periodo filosófico que nos ocupa, ya se perfilan varios aspectos sustanciales de
la filosofía, liberándose de las ingenuidades y supersticiones precedentes, producidas por
una sensibilidad inmadura. Es decir, una sociedad que no se interese por la filosofía será
una sociedad de gentes desorientadas y fácilmente manipulables.

Aquellos aspectos se resumían en las tres partes básicas de la filosofía de entonces: Física,
Moral y Dialéctica. La primera referida al universo y las cosas que contiene; la segunda a
la vida humana y cosas a nosotros pertenecientes; y la tercera examina las razones de
ambas.

De la primera se ocuparon especialmente los presocráticos, retomada posteriormente por


Aristóteles; de la segunda y de la tercera se ocupará, con especialidad, Sócrates, llamado
posteriormente, el padre de la ética, quién debutará en el periodo posterior, que se llamará
clásico; en el que Platón fundara la Academia, Aristóteles, el Liceo; posteriormente se
establecieron varias escuelas filosóficas menores.

Rematemos diciendo que hoy día la aptitud por la filosofía se la atribuimos, especialmente,
al talento del pueblo Alemán.

Frente al Cerro Murillo tutelar de Valledupar. rodrigolopezbarros@hotmail.com

Por Rodrigo López Barros 

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