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Capítulo I

CAPÍTULO I 3
ÉTICA EMPRESARIAL: ¿MODA O EXIGENCIA DE LA AUTÉNTICA EFICACIA? 3
Caso: Entrevista con Cesar. 3
1.1 ¿Se puede ser ético y eficaz a la vez? 6
1.2. Ética y Economía 9
1.3 ¿Por qué ha resurgido la ética en las escuelas de negocios? 13
Caso: Alicia ¿En el país de las maravillas o e la realidad de la televisión? 13
1.4. ¿Será posible avanzar? 17
1.5. Papel protagónico del empresario 18
Caso: La misteriosa caída de una estrella 18
1.6. Naturaleza y caracteres fundamentales de la empresa. 24

CAPÍTULO II 27
EL HOMBRE: SU ENTORNO Y CAPACIDADES 27
Caso: ¿De quién es hija Laura? 27
2.1 El hombre y su mundo 33
2.2 La vida humana, interrogación y misterio 35
2.3. La materia y el espíritu humanos 38
2.4. Operaciones y facultades humanas 40
2.5 Dinámica tendencial del hombre 42

CAPÍTULO III 46
EL SENTIDO DE TU EXISTENCIA Y LA ÉTICA 46
Caso: Reynaldo asciende… 46
3.1 El motivo de la ética está en el hombre 48
3.2 Inexorablemente llamado a ser feliz 53

CAPÍTULO IV 58
CIENCIA Y ÉTICA 58
Caso: Tormenta en Wall Street A 58
4.1 Principios científicos de la ética 58
4.2 El relativismo ético en la vida 67
Caso: Tormenta en Wall Street B 67
4.3. Fundamento objetivo de la ética 73
Caso: Tormenta en Wall Street C 73
4.4. Felicidad y moralidad 78
Tormenta en Wall Street C 78

CAPÍTULO V 85
LA ACCIÓN DIRECTIVA COMO ACCIÓN HUMANA 85
Caso: Daniel, un prominente médico… (FALTA REVISAR) 85
5.1 La acción humana 88
5.2 Libertad y autodeterminación 89

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Capítulo I

5.3. La exaltación de la libertad 91


5.5. La decisión es del sujeto moral 94
5.6. Objetividad del bien y del mal 96
5.7.Necesidad de un conocimiento objetivo e interior del bien y del mal. 98

CAPÍTULO VI 101
LA DECISIÓN COMO ACCIÓN VOLUNTARIA 101
6.1 El proceso de la decisión 101
6.2 Elementos en la acción humana 102
6.3 Impedimentos a la acción humana 108
Caso: Angel 108
Caso: Cayo (Falta de revisar) 113
6.4 El voluntario indirecto 116
6.5 El juicio moral 118
Caso: Mario y la administración de la farmacia (FALTA REVISAR) 118

CAPÍTULO VII 126


LA PERSONA Y LA EMPRESA 126
Caso: Cremería Americana S.A. (FALTA REVISAR) 126
7.1 La empresa factor de perfeccionamiento humano 127
7.2 El perfeccionamiento humano en la mepresa 133
Caso: Raquel y Recursos Humanos (FALTA REVISAR) 133

CAPÍTULO VIII 140


LA EMPRESA EN LA SOCIEDAD 140
8.1 Sociabilidad natural del hombre 140
8.2 El bien común 145
Caso: Luis construye una escuela. (FALTA REVISAR) 147

CAPÍTULO IX 153
VIRTUDES EN LA EMPRESA 153
9.1 Principales virtudes para ser un buen empresario 153
Caso: Ángel 161
9.2 ¿Justicia o altruismo? 162
Caso: SALUS: Una cadena de almacenes 166

CAPÍTULO X 177
LA VIDA PRÁCTICA Y EL BUEN HACER 177
10.1 ¿Qué es dirigir? 177
10.2 El bien ético y el bien útil 183
10.3 La responsabilidad del empresario 187

INDICE ALFABETICO 192

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Capítulo I

CAPÍTULO I

ÉTICA EMPRESARIAL: ¿MODA O EXIGENCIA DE LA


AUTÉNTICA EFICACIA?

Caso: Entrevista con Cesar.

1. Cesar es una persona madura y uno de los alumnos más prometedores en la maestría; llegó a la
escuela con excelentes notas y las ha mantenido durante el año y medio que lleva aquí
estudiando; nadie duda de sus capacidades en el área financiera y de contabilidad; por supuesto
nadie ha percibido errores en su carisma y manejo de personal, así como en su gran facilidad
para la organización y solución de problemas. Además, Cesar es un hombre con capacidad de
decidir rápida y acertadamente. Después de pensar serenamente sus opiniones sobre los
problemas en la empresa, decide clara y concretamente, esto se ha visto en sus intervenciones
en las sesiones sobre los casos; y la verdad es que casi siempre acierta en las decisiones que
toma para hacer la empresa más productiva y eficaz.

2. Con todas sus cualidades para ser un buen empresario, su prestigio en la escuela, y su
seguridad en opinar, a Cesar le ha preocupado una cita que su profesor de ética le pidió desde
la semana pasada; discretamente, en sus opiniones en esta materia, se ha notado que hay
puntos en los cuales él no esta de acuerdo con las opiniones de otros, y, sobre todo, con la
opinión del profesor; por eso le ha inquietado la cita; no ha dejado de pensar en ella, en sus
comentarios con otros compañeros, muy amigos suyos, no ha dejado escapar que quizá el
profesor de ética le puede fastidiar en su promedio, porque a lo largo del curso ha dejado ver su
pensamiento sobre estos asuntos.

3. Él piensa que aunque no es necesario portarse especialmente mal, con delitos que quizá
puedan ser perseguidos por la justicia, la ética aplicada seriamente a los negocios no es realista.
En el segundo año se vio un caso de ética que trataba de una sesión en la que tuvo problemas
el profesor Kenett Westler con la opinión de los alumnos, mientras se discutía sobre la
1

comercialización de píldoras anticonceptivas en un país subdesarrollado. Las cuestiones iban


desde problemas de fijación de precios, hasta la distribución del producto a diversos segmentos
de mercado de acuerdo con el analfabetismo, el nivel de ingresos y el contacto con médicos de
los usuarios; el problema surgió cuando una alumna, Kay Woodward, argumentó que se estaba
olvidando la parte más importante del caso. “El plan de comercialización de esta compañía
debería impactar la conciencia de todos como algo poco ético, incluso inmoral. Aquí tenemos a
1 El caso original No. 9-379-007, titulado The Section Just Took Over: A Student’s Reflections, del que se tomó esta parte, fue
preparado por el profesor C. Roland Christensen de la Harvard University Graduate School of Business Administration, a partir de los
datos proporcionados por un miembro del Developing Discussion Leadership Skills Seminar.

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Capítulo I

la inmensa compañía farmacéutica a la que en su propio país se le ha prohibido la distribución


de la píldora sin una cuidadosa supervisión médica, incitando a que se distribuya al por mayor
un peligroso fármaco entre analfabetas, so capa de hacerles un favor. El único favor que se
hace es a los accionistas. No sólo son potencialmente peligrosos los efectos a largo plazo de
esta droga, sino también está prohibida por la autoridad religiosa del país. He aquí un burdo
ejemplo de la explotación de las mujeres, cómo se pone en peligro su salud y se las induce a
contravenir sus creencias religiosas, todo ello en el nombre de las Todopoderosas Utilidades”.
Ante esto surgió una voz en contra, la de Bob Kinnley, que se volvió hacia atrás y, sin ver al
profesor Westler, respondió a Kay: “Mira, ese no es tema principal del caso. Cosas como esas
serán problemas personales tuyos, pero no es lo que yo quiero escuchar en clase. No vine aquí
para aprender lo que me perdí en el catecismo”. El problema fue creciendo en el salón de clase,
todos opinaban y nadie estaba de acuerdo, Harry Jones, uno de los miembros de mayor edad
del salón y antiguo estudiante de teología apoyaba a Kay, diciendo que era necesario discutir los
problemas éticos del caso. Todo concluyó cuando el profesor Westler afirmó: “Una clase de
comercialización no es el sitio para dar respuesta a la pregunta de Kay. Todos tienen
oportunidad de ventilar unos con otros sus puntos de vista en privado, fuera de clase. Ahora,
regresemos a cómo habría que abordarse el problema del caso: ¿cómo debería distribuir la
compañía este producto? ¿Qué harías tú, Peter?

4. No hace falta decir con quien estaba de acuerdo Cesar, él opinaba igual que el profesor Westler,
y aunque hubo intentos por parte del profesor para hacerlo cambiar de opinión jamás lo
consiguió, esta era una de las preocupaciones que tenía, temía que el profesor quisiera tomar
represalias por este tipo de opiniones.

5. Con todo esto en la cabeza, decide recoger opiniones con algunos de sus compañeros, para
saber si sus compañeros estaban de acuerdo con él o no, el primero de sus compañeros le dijo:
“yo estoy de acuerdo contigo, me parece que tienes razón, en este tipo de problemas no
debemos inmiscuir a la ética, debemos de hacerla a un lado, dejarla para las discusiones
familiares, en las que no intervienen los negocios, sino la moralidad de los actos, y no se pierde
ni se gana dinero, sino que se fortalecen las convicciones personales.” Sin embargo notó que no
todos estaban de acuerdo con su forma de pensar, otro alumno le confesó que: “No se trata sólo
de que hagas un mal, sino de las consecuencias que pueden tener tus actos. Mientras haces
negocios debes estar consciente de la repercusión social de tu producto, no puedes hacer los
problemas morales a un lado, cada una de tus acciones repercute en tu persona, en tu
prestigio.” Aún así, Cesar piensa que lo segundo, los problemas morales, son subjetivos, que se
trata de emociones, de sentimientos, y que en los negocios debe reinar la razón, no los
sentimientos, esto sólo lo dejó más confundido.

6. Hoy, por fin, ha llegado el momento de la cita, Cesar entra con mucho interés en el despacho del
profesor, es un despacho grande, con repisas llenas de libros, cuyos títulos suenan familiares a
Cesar, mira las fotos que tiene en el escritorio, los cuatro hijos del profesor y su esposa, estaba
muy desordenado, la computadora encendida, parece tener mucho trabajo, “debe ser una cita
importante, de no ser así no hubiera detenido su trabajo para hablar con uno de tantos
alumnos”, piensa Cesar. Por fin lo saluda:

7. Cesar: Que tal profesor ¿cómo ha estado?

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Capítulo I

8. Profesor: Bien, gracias, ¿y tú? Siéntate por favor.

9. Cesar: ¿Necesitaba verme profesor?

10. Profesor: Sí, necesito que me des tu opinión sobre las clases de ética… (por un momento lo
piensa, y sigue adelante) me parece que no es muy popular entre algunos alumnos de la
maestría, ¿Cuál es tu opinión de los casos con enfoque ético?

11. Cesar: Así es, la mayoría opinamos que la ética en los negocios es idealista; pretenden que
seamos ágiles de pensamiento, ágiles en los tramites, que formemos negocios grandes y
rentables, pero a la vez que nos preocupemos de no dar mordidas y de no mandar regalos a los
compradores. Por desgracia el lema que dice: “quien no transa no avanza” es inevitable en los
negocios. Es de todos sabido que si quieres iniciar un trámite para abrir un negocio, la respuesta
es: “normal 50 pesos, pero si lo quiere rapidito y sin problemas 150.” Y eso es sólo un ejemplo
pequeño, pero los hay de grandes cantidades, por ejemplo: una venta de millones de pesos
seguramente requerirá que des un porcentaje de lo que recibas al mismo comprador que ha
solicitado tus servicios y, si no lo haces, le dará el negocio a otro que acepte las condiciones.
Con esto no quiero decir que esté a favor de la corrupción y los manejos de dinero sucio, sino
que no veo en la realidad que la ética se pueda aplicar en los negocios como se pretende. Sería
una maravilla que pudieran vivirse esos enfoque éticos que se proponen en las clases, pero no
dejan de ser una teoría.

12. Profesor: Entonces, ¿piensas que tener clases de ética no sirve o no tiene relación con tu vida
profesional, o aun más, que no se deberían dar, porque verdaderamente confunden las
decisiones empresariales?

13. Cesar: No del todo, es muy interesante aprender sobre las virtudes, y la perfección que nos dan
como personas, y la forma en que debemos tratar a los empleados, sin embargo, sigo
pensando, sin ofender, que es ingenuo lo que pretenden los profesores del área.

14. Profesor: Esta bien, pero ¿tú que harías frente a la opción de producir un mal que dará mayores
dividendos a tu negocio? Es decir, ¿qué es lo primero que analizas cuando estás frente a un
negocio de varios miles de dólares?

15. Cesar: ¿Recuerdas el caso que estudiamos en clase, sobre el problema de comercialización de
las píldoras anticonceptivas? Opino igual que el profesor Westler, así lo hice saber en la
participación que tuve en esa clase, y me parece que lo sigo creyendo; de tal modo que lo
primero que hago es un plan de negocios, realizo una investigación de mercado, hago un
estimado de ventas para los siguientes años, y si es viable, inicio el mismo proceso que todos,
que tiene el fin de obtener los mejores niveles de utilidad que ese negocio pueda redituar.

16. Profesor: ¿Piensas que es lo mismo que harían tus demás compañeros?

17. Cesar: La mayoría piensa de esta forma, sin embargo me he encontrado con algunos que
difieren de esta opinión.

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Capítulo I

18. Profesor: En algún momento te preguntarías por el mal o daño que ese negocio puede
representar éticamente.

19. Cesar: Si no es un mal que presente dificultades con las ventas, es decir si es un mal moral,
seguramente no le daría demasiada importancia, no tendría dudas de llevar a cabo el negocio.
Esto me parece que es lo que opinamos todos, la ética sirve para las decisiones personales,
para la vida en familia, para las relaciones sociales, para el enriquecimiento espiritual, pero no
interviene en los negocios. Si se tiene que resolver un problema de negocios nuestra principal
preocupación es resolverlo de tal modo que se pierda la menor cantidad de dinero, o, en caso
contrario, que se gane lo máximo; Sin embargo pensamos que las decisiones éticas son
personales, dependen de la creencia, las costumbres y no son un manual que se pueda aplicar
en los negocios; en estos el lema más famoso es: “business are business”.

20. Esta plática no ha dejado de preocuparle al profesor, y a Cesar le ha dejado muchas dudas en la
cabeza, ¿Será real el hecho de que la ética y la eficacia en los negocios se contrapongan de esa
manera? ¿Es verdad que la ética sólo es un problema personal y que no debe preocuparnos al
momento de hablar de dinero? Estas dudas seguramente no sólo han pasado por su cabeza,
sino por la de muchos de sus compañeros, parece ser momento de enfrentarlas y darles una
solución verdadera…

1.1 ¿Se puede ser ético y eficaz a la vez?

Los macro problemas de la sociedad actual surgidos por la falta de


convicciones éticas reclaman un examen a fondo de nuestros actos. Urge revisar
qué hay en el fondo de la propia conciencia, qué nos impide construir una
sociedad sana, donde podamos vivir en paz, trabajando sin destruir, formando un
núcleo familiar sólido, en definitiva una sociedad que nos permita o facilite
alcanzar la felicidad. En el caso particular de los empresarios, nos apremia
averiguar qué les impide construir una empresa más humana y humanizante.

En el mundo empresarial se han suscitado serias confrontaciones entre


ética y eficacia, incluso se han llegado a considerar incompatibles, y se presupone
una exclusión entre éxito económico y acción ética (EcC p.15) . Este modo de 2

pensar es consecuencia de la difusión de algunas ideologías éticas y también de


ciertas costumbres comunes en el ámbito de los negocios, que han creado la
mentalidad utilitarista que rige, muchas veces inconscientemente, las decisiones. 3

2 Este paréntesis se lee de la siguiente manera EcC equivale a: “Entrevista con Cesar” p. equivale a: el número del párrafo del caso. Con
esto se pretende que se encuentren, en el curso de la lectura, los fundamentos teóricos, y algunas posibles soluciones a los errores que se
llegan a cometer en la vida práctica.
3 “Although many managers are committed to high ethical standars, many others are unconvince that ethics can be reconciled with
economics, or they regard morality as being exclusively a matter of personal character. In a recent MBA police class the students were
asked to critique an impressive corporate credo that combined practical business functions with ethical ideals. One student asserted that
the document was flawed because it try to combine two very diferent things. (...) Nash L. Laura. Good Intentions Aside: a manager’s
guide to resolving ethical problems. Harvard Business School press, 1990.

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Capítulo I

La sociedad actual plantea como máxima de vida el éxito, cuya meta es


rodearse de ciertos servicios y beneficios. En resumen: tener más para ser más.
En el fondo, ha hecho del valor utilidad, el máximo bien(EcC p.11). Se piensa que
las cosas son buenas porque son útiles, y no que las cosas son útiles porque son
buenas. Se ha invertido el origen del valor: el bien y lo bueno dependen de su
funcionamiento, de su practicidad, de su utilidad. Incluso el valor de la persona
humana se mide por su funcionalidad: si no eres productivo has perdido todo
valor para la sociedad. Bajo esa mentalidad es lógico ver como inútil al anciano,
juzgar al minusválido o al hijo “no planeado”, como un estorbo en la carrera
vertiginosa hacia la “calidad total”.

Es curioso que en vez de pensar cómo hacer para que en la sociedad haya
una repartición más justa de las oportunidades y de los bienes materiales, se
piensa en eliminar lo que da sentido a esas necesidades. Es como si un
empresario, al no poder llegar a cubrir la demanda del mercado, decidiera eliminar
a los clientes para cubrir su insuficiencia. Estos ejemplos muestran cómo la
mentalidad actual ha dado un giro equivocado a la jerarquía de los valores.

La mentalidad empresarial está impregnada de este desorden. Las nuevas


teorías empresariales y de negocios muestran, en efecto, una preocupación
insistente por las personas, como reacción ante los daños ocasionados por este
desorden. Sin embargo, es importante captar el verdadero origen de estas nuevas
tendencias, pues muchas veces se revalora a la persona pero en el fondo
subsiste la mentalidad utilitarista que llevó a no darle su lugar. El motivo de tal
revaloración sigue siendo, en la raíz, el deseo de obtener mayores beneficios, solo
que ahora se han dado cuenta que “tratar bien a las personas” a la larga deja más
utilidades. Esto evidentemente no es un cambio real, es simplemente un modo
innovador de seguir concibiendo al valor útil como el máximo valor.

El cambio en la mentalidad empresarial y en los propios empresarios,


requiere basarse en una convicción verdaderamente ética (EcC p.3), pues si no
se recupera el verdadero orden en la jerarquía de valores, este cambio que por
ahora tiene carácter global, será una simple moda superficial, algo que hoy parece
funcionar pero que, al no modificar el origen erróneo del enfoque, a la larga dejará
las cosas intactas.

La conciliación entre ética y eficacia, es el puntal en el mundo de la


empresa que, al haber sido socavado, provocó la actual inestabilidad, reflejada en
innumerables escándalos que, en los últimos años, han puesto en alerta al mundo.
Que un empresario acepte un simple código ético, o que acepte actuar con ciertas
normas, porque a la larga trae más utilidades, sirve de muy poco. Necesita calar a
fondo la verdad de que el bien ético está por encima del bien útil, calar hasta el
punto que modifique, seriamente, sus parámetros de decisión y acción. En
ocasiones, este hombre tendrá que optar por el bien ético, en detrimento del bien
fácil o útil, si ese beneficio va en contra de la ética.

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Capítulo I

Sólo podemos hablar de un nuevo enfoque, si partimos del requerimiento


de aceptar como convicción, que no siempre lo mejor es obtener un mayor
rendimiento económico (EcC p.4); y hablamos de convicción porque, si no hay
fortaleza, en la práctica diaria cederemos ante lo más fácil, práctico y en
apariencia más conveniente, que siempre es optar por lo útil. Muchas veces la
decisión ética será difícil; otras, traerá beneficios económicos y, con frecuencia,
fricciones entre las personas. Las consecuencias podrán ser fáciles o
complicadas. Pero cuidado, el bien ético no se elige por las consecuencias; sino
por sí mismo, por una razón más alta que la utilidad económica: porque es el
verdadero bien del hombre. 4

Lo que sí consigue siempre la correcta decisión ética, es perfeccionar a la


persona que lo realiza y causar un bien a las personas sobre las que recae esa
decisión. Para entender la supremacía del bien ético es necesario entender qué
es la ética y sobre qué parámetros se mueve. Para que un empresario se
convenza de que las decisiones éticas en la empresa perfeccionan a la persona,
son buenas para la empresa, para la sociedad y, por lo tanto, repercuten
positivamente en las personas (clientes, empleados, proveedores, etcétera), se
requiere que el empresario entienda a fondo los planteamientos éticos y sea capaz
de ejercerlos en la práctica. La ética no es teoría, es un saber hacer antecedido
de una sólida comprensión intelectual y acompañado de una formación de la
voluntad que lo lleve a la acción. (EcC p.20) 5

Este libro se propone lograr estos dos objetivos, - por medio de una
exposición sencilla y clara, pero profunda- de los fundamentos de la ciencia ética,
enfatizando los más necesarios para la problemática empresarial y facilitando su
aplicación práctica, con casos que ilustran los principales argumentos teóricos.

El método que sugerimos para obtener mejor provecho de este trabajo, es


combinar el análisis de la teoría con los casos, de modo que las soluciones a los
problemas que se presentan, no se basen en simples opiniones sin fundamento,
sino en los principios científicos de la ética. Este aprendizaje requiere, además, de
buena voluntad, y no es éste un argumento sentimental, pues es un hecho que si
se carece de ella, es imposible el aprendizaje, porque la ética es algo que atañe a
nuestras vidas, y aunque nos den las mejores razones sobre su conveniencia,
podemos cerrarle las puertas.

También explicaremos por qué cuando se entiende bien la eficacia, no se


reduce a una mera utilidad inmediata, a resultados económicos aislados del
entorno. Si alguien piensa que ética y eficacia son incompatibles, es porque hay

4 ” El bien moral, es propio del hombre y de sus acciones libres: es el bien correspondiente a lo más específico de la
naturaleza humana. El bien del hombre radica principalmente en la rectitud de su obrar, en que su conducta se encamine a
la verdadera perfección del sujeto. El bien adquiere en el hombre carácter moral porque el hombre es libre, de manera que
la consecución de su bien depende y es causada por su libre autodeterminación. Luño Rodríguez Ángel. Ética. de. EUNSA
(1984). pp 37-38.
5 “La Ética expone y fundamenta científicamente principios universales sobre la moralidad de los actos humanos. También
es una ciencia práctica, porque no se detiene en la contemplación de la verdad, sino que aplica ese saber a las acciones
humanas. Ibídem. pp. 18-19.

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Capítulo I

un error en la concepción de la eficacia o en la concepción de la ética. La


verdadera decisión ética hace posible la eficacia de la acción.

¿Cómo conciliar las decisiones éticas y la eficacia? La respuesta está,


parte en la ética y parte en la empresa. En la ética, si se entiende como una
dimensión humana que conduce al hombre a su perfección, no como un obstáculo
para su desarrollo o como una serie de normas que no es posible cumplir. Por
tanto, la respuesta depende del sujeto, de la concepción que tenga del ser
humano y, principalmente, de la perspectiva de cómo el hombre en la empresa,
puede contribuir a humanizar o deshumanizar la empresa, sus miembros y la
sociedad entera.

Conciliar las decisiones éticas y la eficacia desde la empresa, depende del


concepto y fin que se tenga también de ella: ¿es únicamente un instrumento para
ganar dinero, o tiene alguna otra proyección? Las decisiones éticas verdaderas no
se oponen a la eficacia, sin embargo, una actuación ética no lleva necesariamente
a la eficiencia, ni tampoco eficiencia es equivalente a conducta moral. Ética y
eficiencia se distinguen, pero distinción no equivale a separación.

El olvido o rechazo de la ética no sólo se da en el ámbito de los negocios,


es fenómeno frecuente en el ámbito de las ciencias exactas, de la medicina, del
derecho, de la política, de las relaciones familiares, de la enseñanza, etcétera. La
falta de convencimiento de la prioridad de la ética sobre la técnica, del primado de
la persona sobre las cosas, y de la superioridad del espíritu sobre la materia, ha
contribuido substancialmente a la crisis de valores que vivimos hoy. Esto se
manifiesta en buena parte en el deseo desenfrenado por tener cosas; en evadir los
propios problemas, huyendo de la realidad, en ocasiones a través de las drogas y
en muchos casos con el suicidio; en un deterioro de la voluntad, que la hace
incapaz del esfuerzo y del sacrificio, buscando con ansiedad el bienestar material
inmediato; en la falta de responsabilidad ante los propios actos; en la indiferencia y
egoísmo ante las necesidades de los demás; en el individualismo e indiferentismo,
y sobre todo, en la pérdida del sentido trascendente de la vida humana.

1. 2. Ética y Economía

La economía nos da a conocer leyes que se refieren a los intercambios,


leyes según las cuales se puede determinar - hasta cierto punto - cuál será la
evolución de mercados, precios, etcétera, todo ello basado en la asignación de
recursos, que se pueden aplicar de distintas maneras. Es evidente que hay
muchas formas de estudiar la conducta humana: el comportamiento privado, el

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Capítulo I

individual, el de las organizaciones... Distintos saberes abordan estos asuntos:


psicología, sociología, mercadotecnia, estadística, pero ninguno abarca el núcleo
del actuar humano, el que fundamenta todas las vertientes de la acción; sólo la
ética es capaz de ello.

La economía es un cierto modo de estudiar el actuar humano, una ciencia


sobre algunos aspectos, pero no un estudio completo. Es un conocimiento que se
limita a establecer una serie de leyes para cierto tipo de actividad, pero es claro
que hay elementos de esa actividad, que la economía no tiene en cuenta: las
pretensiones humanas, los fines, los objetivos. Por ello el economista sólo puede
decir (supuestos los motivos y los fines que se quieren lograr) de qué modo
asignar los recursos. No puede decir más. Acerca de si esos motivos son buenos
o malos, adecuados o no, si lo serán siempre, etcétera, no puede afirmar nada . 6

Por eso entre economía y ética, o si preferimos, entre ciencia y ética, no


hay ruptura ni separación radical, hay una mutua influencia (EcC p.19). En toda
escuela de negocios, la ciencia y la técnica se entrelazan con el enfoque ético que
se les dé, independientemente de que se intente enseñar valores éticos o no. El
simple hecho de silenciarlos es ya un enfoque; cuando se enseña, influye tanto lo
7

que se dice como lo que se omite. Los alumnos de una escuela de negocios
intervendrán necesariamente en las empresas, y las empresas en la sociedad, por
ello en este tipo de escuelas, es necesario que la base ética esté presente en la
totalidad de la enseñanza . En la medida en que la institución consiga transmitir a
8

los estudiantes el concepto de hombre que la propia empresa pone en marcha,


estará contribuyendo al funcionamiento y a la mejora radical de la sociedad.

La economía en nuestra época ha acrecentado su importancia en la


transmisión de valores a la sociedad, y uno de los principales factores de esta
influencia, es el papel protagónico de la empresa y del empresario. Nos
encontramos en una sociedad donde la economía tiene un alcance enorme, a
diferencia de otras épocas. Por ejemplo, Aristóteles, quien acuña la palabra
economía, en su libro de la Política la define como el arte de gobernar una casa,
para que la gente sepa cómo satisfacer sus necesidades vitales, y en seguida
viene la vida del ciudadano que, sabiendo que tiene lo suficiente para subsistir,
puede gastar su tiempo en algo que considera más importante. Así considerada, la
economía no tiene mayor alcance. Esta situación se extiende hasta fines de la
Edad Media, cuando en Europa empieza a desarrollarse la sociedad mercantil
hasta una escala tal, que acaba por desplazar a la sociedad agraria de los siglos
anteriores.
6 POLO, Leonardo. Ética, Ed. EUNSA p. 19-20.
7 “Management educators also need to recognize that they have always taught lessons in leadership, ethics, and corporate
responsability, even (perhaps especially) when they are silent [...] signal that these issues are unimportant”. Nash Laura
op.cit. p. 6.
8 “it is essential that the business curriculum be designed so that ethics cannot be perceived as ‘a matter set apart ’” Idem. p.
55.

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Capítulo I

A partir de la revolución industrial - más o menos por el año 1800-, la


economía deja de ser el simple cuidado de la casa, y la sociedad entera pasa a
regirse por criterios económicos. El trabajo se torna decisivo en la configuración de
esa nueva sociedad. Cada sistema económico tiene su contraparte en un sistema
de valores, de tal manera que la sociedad, viene a ser un entramado de
estructuras, en gran parte dependientes de la economía. Cuando dichas
estructuras crecen, condicionan al sistema de gobierno y, por otro lado, al
conjunto de ideas, valores, actitudes éticas y planteamientos culturales que
definen la fisonomía concreta de cada sociedad.

Entre esas dos realidades: sistema de valores y sistema económico, hay


una profunda interdependencia. El sistema económico implica valores, y por tanto,
según se interpreten la economía y la empresa, estarán transmitiéndolos a la
sociedad. La empresa no es solamente receptora de los valores que existen en la
sociedad, sino que inevitablemente se torna creadora, potenciadora y,
eventualmente, su destructora. De ahí su enorme importancia . 9

Tan relevante es el papel que se ha dado a la transmisión de valores de los


empresarios a la sociedad, que Peter Drucker afirma: “A nivel mundial la labor
empresarial ha ido creciendo en importancia económica, política y social,
constantemente, esto ha convertido a los empresarios que las dirigen en los
protagonistas por excelencia de la economía, de la política y de la sociedad. Una
consecuencia de este hecho es que en la empresa, y por lo tanto en la dirección
de la misma; el empresario, (sea dueño o director), se ha visto inevitablemente
“afectado por el interés público”. Comprender lo que esto significa para la teoría y
la práctica de la dirección de las empresas, constituirá “los problemas de la
administración” durante los próximos 50 años, es el modo de pensar de los
principales teóricos del Management”. 10

Adam Smith presenta la actividad económica como una tarea que puede
ser desarrollada pensando sólo en el beneficio, y abstrayéndola por entero de sus
consecuencias, confiándolas totalmente al actuar de la mano invisible. Esto
implica un individualismo, que no puede menos que extenderse de lo económico
al resto de la vida y del comportamiento humano. La crisis de valores que
experimenta la sociedad occidental contemporánea tiene una pluralidad de
causas, pero no es ajena a ella, un cierto modo de concebir y presentar la
actividad económica, que hunde sus raíces en algunos aspectos del pensamiento
de Adam Smith y de los autores que, de forma directa o indirecta, lo han
prolongado hasta nuestros días.

Conviene recordar lo que mencionamos al inicio del capítulo: ¿Por qué la


mayoría de los empresarios reducen sus objetivos a los beneficios económicos?.

9 Cf. “The economy is the dominant institution in modern society” (...) for both global an domestic economies” Piper,
Thomas R. Can ethics be taught?: perspectives, challenges, and approaches, 1993 Harvard, p. 18.
10 Peter Drucker. The practice of Management, 1955. De. Harper and Row Publishers U.S.A. p. 342

11
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Capítulo I

El modo de vida regido únicamente por el sistema económico los ha hecho


utilitaristas, ha hecho que reduzcan el bien a bien útil (EcC p.15).

Esto trae graves consecuencias morales en la vida del mundo, la más


alarmante, es el olvido del valor de la persona humana. Aunque hoy se hable
mucho de derechos humanos, es cuando más hemos perdido la noción de la
dignidad de la persona. Alguien podría alegar que ahora el hombre vive en
mejores condiciones: atención médica, higiene, comunicaciones, etcétera. De
acuerdo: el hombre ha logrado mejorar sus condiciones materiales de vida, pero a
la vez padece fuertes contradicciones existenciales. La primera será constatar
cómo, junto con estos avances, en el mundo existen grandes concentraciones de
seres humanos sumidos en la más profunda miseria material y cultural.

La repercusión de la actividad empresarial en nuestra cultura ha adquirido


un papel protagónico, por lo que es indispensable que los empresarios tomen
conciencia de su responsabilidad, por el efecto multiplicador de sus acciones y
decisiones. Muchos pensadores y empresarios, han comenzado a reflexionar
sobre los problemas morales que se derivan de la actividad empresarial. Este
resurgimiento toma matices de urgencia y exigencia sociales ineludibles. “La
economía, en la medida en que determina la eficiencia en la asignación de
recursos escasos, ayuda a tomar decisiones. Pero ha de evitarse que la
racionalidad económica sea el único criterio, o la razón suprema, para tomar
decisiones acerca del uso que ha de darse a los recursos materiales y a la
organización del trabajo. En ocasiones se ha tomado como fin último de la
actividad económica la acumulación de capital, otras veces ha sido el logro de
bienestar material para la mayoría. Hoy, las corrientes ecologistas cuestionan
fuertemente la acumulación de riqueza, y aun el bienestar, como principio
ordenador de las decisiones económicas, si es a costa de sacrificar
irreversiblemente recursos naturales, pero tampoco acaban de acertar en
determinar un fin objetivo para la actividad económica. El fin objetivo de la
economía es el servicio al hombre, de modo que el ser humano debe constituir
siempre el centro de todas las consideraciones relativas al mundo del trabajo y de
la economía”. 11

A las empresas de hoy se les pide un fuerte sentido de liderazgo, de ética y


responsabilidad, ya que se espera que llenen las expectativas y requerimientos
urgentes de la sociedad. En todo el mundo, y desde luego en México,
enfrentamos un cúmulo de problemas que desafían nuestro bienestar: entre ellos,
temas relacionados con el ambiente, la competencia industrial, el sistema
educativo, la decadencia de algunas ciudades, la escasez de trabajo, la
asimilación de una fuerza de trabajo heterogénea, el balance entre trabajo y
familia, la distribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades laborales, el
salario justo, el desarrollo y la capacitación de los trabajadores... En todos estos
asuntos, la empresa y los empresarios son actores principales: sólo tomarán un

11 Cfr. Domenec Melé. Empresa y economía al servicio del hombre. De. EUNSA p. 25 a la 73.

12
654611336.doc
Capítulo I

cauce esperanzador, si las instituciones de negocios y sus líderes son socios


activos en busca de soluciones.

Hay que reemplazar la indiferencia ante la ética por un sentido de


compromiso, valor, responsabilidad y esperanza. En último término, la necesidad
de una ética empresarial está contenida en la misma noción de empresa, en sus
miembros, sus fines y su actividad. Dirigir a las empresas bajo sólidos parámetros
éticos no es una exigencia externa como si fuese una imposición social sino
un principio que está en su misma naturaleza: del empresario en cuanto ser
humano y de la empresa en cuanto asociación de personas (EcC p.20).

1.3 ¿Por qué ha resurgido la ética en las escuelas de negocios?

Caso: Alicia ¿En el país de las maravillas o en la realidad de la


televisión?

1. Alicia es una mujer casada de edad madura, estudió leyes y durante años se ha dedicado al
cuidado de su hogar. La semana pasada murió su tía Emilia dejándole en herencia acciones de
una sociedad que posee una cadena de televisión. De un tiempo a la fecha, las emisiones que
aparecen en los canales de televisión repiten con mayor frecuencia anuncios en los que la
cuestión sexual denigra al propio ser humano, siendo nocivos y obscenos.

2. La posesión de esas acciones le da derecho a pertenecer al Consejo de Administración de la


sociedad, pero no le da una influencia determinante en la toma de decisiones. Sin embargo, ella
considera que su responsabilidad está más allá de sus acciones. Por lo que ella empieza a
dudar sobre el daño social que causan dichas emisiones y esto le provoca un estado de
ansiedad, se siente corresponsable.

3. Todo el día le ha dado vueltas al problema y por la noche – a la hora de la cena – le pregunta a
su marido qué piensa que debe hacer. Su marido le aconseja vender aquellas acciones
argumentando que su participación de algún modo avala esos programas y comerciales, le
remarca que participar en algo así sería una incoherencia con los principios familiares que como
matrimonio viven cotidianamente, dando el mal ejemplo a sus hijos y a la sociedad.

4. El hijo mayor, quien goza de la confianza de su madre y es un joven universitario exitoso,


interviene en la conversación: “Para mí que la solución no es tan sencilla, tal vez sería un error
vender esas acciones. Tú te cuestionas sobre tu corresponsabilidad, pero en realidad no tienes
todo el poder para cambiar las decisiones del Consejo de Administración. Desde el punto de
vista económico las acciones están bien cotizadas en el mercado, y no entiendo por qué si tú no
estás de acuerdo con esos programas, tienes que renunciar a esos beneficios. Por otro lado, no
es lo único que transmiten esos canales, es más, hay programas muy buenos, y con tu
influencia se podrían fomentar. Además, hay una tradición familiar en la participación del
negocio de televisión, vender las acciones sería tanto como claudicar.”

13
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Capítulo I

5. Después de escuchar atentamente las opiniones encontradas de su marido y de su hijo, Alicia


duda mucho en lo que debe hacer como persona y accionista. Se queda intranquila
preguntándose: ¿Es posible ser congruente? ¿Tengo culpa como accionista en la toma de
decisiones de los directivos? ¿Dónde termia mi responsabilidad como accionista, éticamente
hablando? ¿Si vendo las acciones, qué tipo de mensaje envío a los otros accionistas? ¿Me
interesa ganar dinero sin importar los medios? ¿Conviene participar en un negocio en el que si
bien se obtiene importantes ingresos, parte de ellos se debe a cuestiones inmorales?

6. Alicia tiene claro cuales son sus derechos como persona y como accionista. Y logra aclararse
que aquí el conflicto no es jurídico, sino moral. A ella no le agobia en sí lo que puede ganar o
perder económicamente con sus acciones. No sabe qué hacer, hay muchos factores a
considerar, pero lo que sí tiene claro es que éste es un problema de conciencia.

7. Las preguntas continúan como golpes de martillo en su cabeza: ¿Si permanezco como
accionista en la cadena de televisión coopero con el mal o no? ¿Puedo deslindarme de toda
responsabilidad ante la comunidad con el argumento de que no soy quien contrata con las
agencias de publicidad que manejan los anuncios aludidos, ni fijo los horarios de emisión, es
más ni siquiera los veo? ¿Debo presionar a los principales directores para que cambien de
opinión y estrategia? ¿Qué tan real es la influencia positiva que pueda llegar a tener mi
participación como accionista y en el Consejo de Administración? ¿Si vendo las acciones, se las
vendo a alguien que piense como yo, o tampoco esto es mi problema?

8. El tiempo es un factor importante y el dilema que tiene que resolver Alicia no puede esperar
más. Si vende sus acciones puede sentirse derrotada pero tranquila, si no lo hace su lucha por
mejorar la imagen ante el teleauditorio podrá continuar con el costo de que ella se involucre y
forme parte de este proceso cada vez más marcado.

9. Alicia habla en privado con el Presidente del Consejo de Administración, Baldomero Gómez
sobre la situación, pero él sostiene que una empresa sólo debe preocuparse por ganar dinero, lo
moral es cuestión de la iglesia. El señor Gómez le dice a Alicia en tono de reclamo: “¿Qué más
quieres como accionista? ¿Si la empresa es rentable, qué te preocupa?” Alicia se da cuenta que
influir en ellos no es nada fácil, es verdad que no todos piensan así, pero éstos son los
accionistas mayoritarios y cuando ha intentado hablar con sus amigos accionistas no ha
encontrado una respuesta directa ni clara.

10. El viernes por la mañana está desayunando con su amiga Isabel, pues acaba de llegar de
Estados Unidos donde estuvo cinco años estudiando el doctorado en derecho, en uno de los
centros académicos más reconocidos del mundo. Pasaron por su memoria los momentos en que
estudiaron juntas la carrera de derecho en una universidad del sur de la Ciudad de México.
Alicia le expone sus dudas sobre si vender o no las acciones e Isabel le comenta una
experiencia que tuvo durante sus estudios en Estado Unidos:

11. Durante mis estudios, el tema ético no pasó inadvertido, muchas veces
durante las clases se discutían casos donde el problema central era moral y
no sólo técnico. Pocos se daban cuenta de esto, en realidad el ambiente
estaba impregnado por un fuerte relativismo ante los temas morales. Ya
sabes, cada quien tiene su verdad. Los profesores se limitaban a escuchar las

14
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Capítulo I

opiniones y concluían o cortaban la discusión argumentando que ese no era


el tema de su clase. En una ocasión, cuando estudiábamos la legislación
sobre la “salud reproductiva”, yo, como siempre, intentaba dar argumentos de
acuerdo a la ley natural, pues se discutía el tema sólo desde el punto de vista
técnico. A raíz de mi franca oposición ante el uso de anticonceptivos una
estudiante comentó que ella utilizaba anticonceptivos y eso no tenía nada de
reprochable porque – agregaba ella – “cada quien debe planear su vida con la
mínima condición de no hacer daño a nadie”. Se armó una fuerte discusión,
todos comenzaron a opinar, el ambiente s expuso difícil y el profesor entonces
puntualizó: “Este tipo de discusiones no se discuten públicamente.”

12. Ten por seguro que mi posición no era nada fácil, podría haberme quedado
callada, sabía que era muy difícil hacerlos cambiar de opinión, pero yo debía
exponer la verdad. Pienso que hubiera hecho mal quedándome callada sólo
para llevar ‘la fiesta en paz’. Entiendo la dificultad de tu decisión, pues en mi
caso yo era una simple estudiante sin poder de decisión sobre la orientación
moral de la cátedra, pero hice todo lo que pude. En realidad no puedo decirte
con plena seguridad si debes vender o no. Sólo te digo que además de ser
una tradición de familia, no hay que abandonar una empresa con tanta
influencia social. ¿No te das cuenta de todo el bien que puedes hacer si te
quedas? Después de todo, la premisa ‘la información es poder’ es aún válida
y “con el poder – como decía el teólogo Romano Guardini – es posible hacer
mucho bien.”

13. Alicia tiene demasiadas dudas por lo que decide consultar al Dr. Santiago Valdés, profesor de
ética en una escuela de negocios de renombre en México y el extranjero. Ella está confundida y
dispuesta a escuchar, necesita disipar sus dudas para actuar rectamente…

La importancia de actuar con ética en el mundo de los negocios, no siempre


ha sido percibida con claridad. Por el contrario, durante muchos años ha
prevalecido la idea, casi mítica, de que ética y negocios son dos conceptos
prácticamente irreconciliables (EcC. p.3). A lo sumo, la ética se reducía a la
obligación de cumplir las prescripciones legales por temor a la sanción. Este
planteamiento no ha sido del todo superado; sin embargo, es sujeto de serios
cuestionamientos. 12

Desde mediados de los años setenta se está desarrollando un notable


movimiento en favor de la ética empresarial, originado en los Estados Unidos y
muy extendido hoy en día en Europa y en los otros continentes. Son cada vez más
los directivos que ven la ética empresarial como una necesidad y se muestran
partidarios de un estilo ético de dirección, al tiempo que introducen “códigos
éticos” en sus organizaciones y elaboran “proyectos de empresa” con énfasis en
los valores morales. Otros van incluso más lejos y establecen programas para la
formación ética de directivos y empleados.

12Op.Cit. Laura L. Nash, Good Intentions Aside, ....

15
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Capítulo I

En realidad, la ética empresarial no es algo nuevo. En la literatura del


antiguo Egipto encontramos valiosos informes acerca de cómo se formaba a los
líderes empresariales. Concretamente, en un manuscrito titulado Instrucción, un
padre aconseja a su hijo sobre la necesidad de planificar y de asesorarse con
consejeros, pero también le exhorta a que sea veraz y honesto en sus
actuaciones.

La ética aplicada a la empresa moderna tampoco es fenómeno reciente.


Según muchos autores, la empresa moderna hunde sus raíces en las ciudades del
norte de Italia y en la banca que se desarrollaba a la sombra de los astilleros y de
los grandes viajes mercantiles en la baja Edad Media y el Renacimiento. En esta 13

época ya existía la ética empresarial, aunque muy ligada a la teología moral. En el


siglo XV destacan dos grandes moralistas que fueron también buenos
conocedores de la economía y de los negocios de su tiempo: Antonio de
Florencia y Bernardino de Siena. También en el siglo siguiente florecieron
eminentes moralistas, especialmente en la Escuela de Salamanca, en España,
con amplios conocimientos económicos.

Aunque en el mundo de la empresa siempre ha habido personas honestas,


durante muchos años la ética empresarial no ha encontrado el debido eco, ni ha
sido considerada como un elemento fundamental para hacer negocios. No parecía
realista pretender aplicar la ética a los negocios, cuando otros empresarios no lo
hacían. De este modo se fue generalizando la expresión business is business,
que no significa otra cosa que la amoralidad de los negocios. La moralidad quedó
relegada al ámbito privado (Apm. p.11).

En cierta ocasión, un estudiante MBA afirmó que le parecía absurda la tarea


de estudiar y criticar un documento que contenía unas normas éticas, para
relacionarlo con la práctica real de hacer negocios en una empresa: “(...) the
document was flawed because it tried to combine two very different things. It
violated his sense of order. ‘After all,’ he said, «ethics doesn’t have any direct
relation to market share or earnings. It should be in separate document. You know,
ethics are very personal, they’re about yourself» (...)””. “A few days later --escribe
14

Laura L. Nash-- I heard a similar group agreeing with Albert Carr’s classic article in
which he contended that it was morally acceptable to lie in business as long as you
played within unwritten rules of the game”. 15

Los negocios, como queda claramente ilustrado con estos ejemplos, se


consideraban como un fin en sí mismos; la ética, sin relación directa con el modo
de aumentar las ganancias, no tenía nada que decir a los empresarios. Sin
embargo, desde hace tiempo, está situación está cambiando.

13 REYNOLDS, “Origins of Modern Business Enterprise”, Journal of Economic History, 12 (Fall 1952), pp. 350-65.
14 Albert Z. Carr, “Is business Bluffing Ethical?” Harvard Business Review (January-February 1968), pp. 143-153. Citado por
Laura Nash, Idem. p. 3.
15 Nash L. Laura. Op. cit. p. 4 - 5.

16
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Capítulo I

El nuevo enfoque de los negocios, no permite que un empresario deje de


considerar, si la actividad que desarrolla o planea desarrollar va a promover el
bien común y la realización de ideales valiosos (Apm. p.1a4), y de qué manera
puede contribuir a alcanzar la estabilidad, fortalecimiento y armonía de nuestra
sociedad. 16

En las reuniones internacionales de escuelas de negocios, especialmente


en los últimos diez años, hay un creciente interés por las cuestiones éticas en los
comportamientos empresariales. En muchos casos, dicho interés se ha visto
acentuado por los llamados «escándalos» que los medios de comunicación han
difundido en relación con operaciones financieras, desastres ecológicos, sucesos
políticos de gran envergadura, etcétera. Los «escándalos» han catalizado y
detonado la preocupación ética en las empresas, pero no han sido el único motivo
de este creciente interés, que “responde también a una mayor preocupación por el
comportamiento de la persona de acuerdo a su naturaleza, como individuo y en la
sociedad”. Desde los años 80, y antes de que los medios de comunicación
17

hicieran eco de estos «escándalos», un 23% de las escuelas norteamericanas de


dirección de empresas contaba en sus programas con cursos de ética.

1.4. ¿Será posible avanzar?

En el momento actual vivimos una especie de desaceleración para detectar


y afrontar los problemas éticos en la empresa. Esta actitud puede originarse en
varias causas:

 Han sido muchos los escándalos de los últimos años en el mundo empresarial,
y quizá nos hemos acostumbrado.

 Son tantos y tan complicados los problemas éticos que aparecen en los
distintos campos de la actividad empresarial, que cada vez nos sorprenden
menos.

 Hay una real dificultad para conceptualizar los problemas éticos.

Si además sumamos la pérdida de valores verdaderamente humanos y la


carencia de ideales comunes, entenderemos por qué no ha sido fácil encontrar
caminos convergentes y convincentes para comprender, sopesar y resolver los
problemas éticos. 18

16 Cf. Peter Drucker, The Practice of Management 1955, pp. 342. (citado por Pipper. p. 1)
17 Cf. Domenec Melé Carne Ética, mercado y negocios, II coloquio de ética empresarial. EUNSA 1994, p. 13.
18 Idem.

17
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Capítulo I

El llamado a colocar la ética y la responsabilidad empresarial en el centro


de la educación administrativa, no equivale a someter a los empresarios a una
manipulación doctrinal o a una indoctrinación aburrida. Nada semejante. Equivale,
eso sí, a enfatizar que la toma de decisiones en la empresa tiene una marcada
dimensión ética, y que son muchos los indicadores que reclaman superar el viejo
mito de que los negocios son un fin en sí mismos (Apm. p.9). La Ética Empresarial
no es un nuevo invento o una estrategia de moda; su resurgimiento ha sido
provocado por la misma necesidad de que el hombre actúe conforme a lo que es,
y por las desfavorables consecuencias que la ruptura entre acción empresarial y
acción ética ha provocado.

La aplicación de la ética en los negocios, no tiene más objetivo que lograr


que la empresa sea un verdadero factor de perfeccionamiento humano.

La ética empuja al empresario a tomar un papel y una responsabilidad


mucho más ricos que los implicados tradicionalmente en la ciencia empresarial.
Este libro quiere ser un llamado a un sentido de propósito más profundo, a un
sentido de responsabilidad más amplio y a un espíritu más activo. El lugar del
empresario en la sociedad, no le permite pasar por alto las siguientes preguntas:

¿De qué contexto depende que nuestro sistema democrático-capitalista funcione?


¿Puede acaso salir avante independientemente de la cultura moral, para contribuir
positivamente a esta cultura?.

1.5. Papel protagónico del empresario


Caso: La misteriosa caída de una estrella.

1. Solamente 14 meses atrás, Richard Colino, 51 años, era muy estimado y próspero. Como
director general de la Organización Internacional de Satélites de Telecomunicaciones, tenía un
salario anual cercano a los $250,000 dólares con posibilidad de mayores ingresos. Sus
prestaciones ejecutivas incluían un carro Lincoln Town con chofer, $40,000 dólares anuales para
su casa y viajes aéreos sin costo en primera clase a cualquier parte del mundo. Colino, quien es
graduado de la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia y Amherst, causó admiración y
muchas veces envidia entre sus amigos. "De muchas maneras," dijo un ex-socio", él fue un
director general extraordinario".

2. Ahora, el mundo de Colino se ha desmoronado. El se ha declarado en bancarrota, su pasaporte


ha sido revocado y su espaciosa casa de cinco habitaciones en Chevy Chase, Md. ha sido
vendida al columnista George Will por cerca de $950,000 dólares. Colino fue despedido de
INTELSAT, y su antiguo trabajo es desempeñado ahora por Dean Burch, ex-presidente de la
Comisión Federal de Comunicaciones. Mas aplastado que nunca, Colino encaró a Gerhard
Gesell, Juez de la Corte de Estados Unidos en Washignton la semana pasada, siendo
sentenciado a prisión un mínimo de seis años después de haberse defendido de la acusación de
defraudar a INTELSAT POR $4.8 millones de dólares. En suma, se le ordenó pagar $865,000

18
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Capítulo I

dólares en restitución a INTELSAT. "No tengo excusas", dijo Colino, pálido y encorvado, quien
pidió a Gesell "una oportunidad para demostrar que todavía puedo construir una vida productiva
y contribuir a la sociedad... Lo que sucedió, fue una aberración, un error".

3. En enero de 1984, Colino llegó a ser el primer Americano director general de INTELSAT, la cual
fue establecida en 1964 para manejar y coordinar las comunicaciones, los cuales manejan 1
billón de llamadas por año. También ayuda dando facilidades a cadenas de TV para transmitir
eventos como los juegos olímpicos de 1984, y el año pasado, la reunión cumbre económica de
Tokyo. Los ingresos de INTELSAT en 1986 fueron $488 millones de dólares.

4. En 1965, Colino ingresó a COMSAT, afiliada a INTELSAT de EUA. Después de 15 años, llegó a
ser el representante de COMSAT ante el grupo directivo de INTELSAT y entonces saltó al mas
alto escalón de la agencia internacional. Llegó a la oficina como un crítico y especialmente
dentro de la Administración Reagan, acusó a INTELSAT de obstruir el crecimiento de sistemas
competitivos de satélites, que desviarían a COMSAT. El apoderado de INTELSAT, hombre
experto y con suficientes recursos, se movió suavemente para incrementar la flexibilidad de
INTELSAT. Entre otras cosas, Colino llevó a INTELSAT a vender satélites transponders, que
son partes de satélites en órbita que relacionan señales electrónicas, en 13 países, incluyendo
Japón y Argentina, los cuáles se usan sólo para comunicaciones domésticas. La idea redujo
grandemente los costos para aquellos países en instalación de un sistema nacional de
comunicaciones. Bajo la dirección de Colino, los ingresos de INTELSAT crecieron en más de
$30 millones de dólares en 1986.

5. Colino, aparentemente anunció una oportunidad en la construcción del ostentoso edificio de


vidrio y acero, de las oficinas centrales de INTELSAT al noroeste de Washington. Solamente
una tercera parte de los 600,000 pies cuadrados de edificio se había construido cuando Colino
llegó a director en 1984. Aquella primavera, él sugirió a los 28 miembros del cuerpo directivo de
INTELSAT, que las dos últimas fases de la construcción del edificio fueran consolidadas en una
sola fase. Entonces Colino acordó con William Lipscomb Co. una firma constructora de
Arlington, Va, la promesa de darles el contrato a cambio de recibir $2.4 millones de dólares,
para él mismo y algunos socios, de dentro y de fuera de INTELSAT. Colino sostuvo a hurtadillas
los ofrecimientos y alertó a la firma constructora a que no presupuestara más de $25.4 millones
de dólares. La compañía de Arlington presupuestó $25,398 millones de dólares y ganó el
contrato en diciembre de 1984.

6. Sucedió que LIPSCOM Co. no recibió el dinero prometido. Colino, desde entonces, divisó
todavía otro engaño, dijeron los investigadores, por el cual LIPSCOM Co. , cargaba a
INTELSAT $1.2 millones de dólares para posibilitar a la firma constructora ordenar los materiales
de construcción. El dinero fue pagado en enero de 1985, pero ningún material fue ordenado.
Parte del dinero fue a parar a una ce un banco suizo, controlada por Colino.

7. Un estímulo para el peculado de Colino fue su autoridad para gastar hasta $500,000 dólares sin
consultar a la dirección de INTELSAT. Colino, creó un contrato como pretexto de trabajo de
construcción, el cual dividió en tres pequeños contratos de menos de $500,000 dólares cada
uno, y se guardó parte del dinero. En otro trato, Colino creó una compañía consultora
Panameña, que facturó honorarios a INTELSAT; este dinero fue, asimismo, traspasado a la
cuenta personal de Colino en un banco suizo.

19
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Capítulo I

8. INTELSAT comenzó a sospechar hace un año, cuando Charles Gerrell, broker de profesión,
quien fuera más tarde acusado con Colino de conspirar para cometer el fraude, demandó el
pago de una comisión por arreglar la consecución de un préstamo par la construcción. Una
auditoría interna descubrió que tal pago no debería haberse hecho. Otra auditoría realizada por
Peter Marwick reveló otras cuestiones financieras. A principios de diciembre de 1986, después
de regresar de una excursión por Australia, Colino encontró sellada su oficina del octavo piso y
custodiada por guardias armados. Fue escoltado del edificio gritando: "¡Estoy tomando
nombres! ¡Voy a dar en el blanco cuando regrese con poder!" Pero él nunca regresó. En pocas
horas, Colino y José Alegrett, venezolano, director de INTELSAT, fueron despedidos. Alegrett
fue citado en el caso por estar envuelto en algunos de los tratos de Colino, pero él regresó a
Venezuela y no ha sido responsabilizado de nada.

9. ¿Por qué Colino decidió quitar de golpe a COMSAT? Un ex-asociado de COMSAT Describe a
Colino como "ambicioso y manipulador". Un socio de INTELSAT especula que Colino haría que
la organización "creciera más rápido para que no perdieran dinero". Pero ellos lo perdieron y se
destruyó una prometedora carrera. (By John S. DeMott/Washington. TIME. Oct. 5, 1987).

Hace años, la empresa era un sistema cerrado: sólo se relacionaba con el


entorno a través de lo más esencial de su actividad, apenas lo estrictamente
indispensable. El empresario solía ser el dueño, y ejercía su función desde dentro
y hacia adentro de la organización. La empresa de nuestros días es todo lo
contrario, está necesariamente abierta al mundo y tiene que relacionarse e
interactuar con el entorno (Col. p.1 a 2). El empresario es un protagonista, un agente
social.

Ejerce una función cuya esencia es cuidar de la inteligente convivencia de


su empresa con el entorno y, como esa función requiere profesionalidad, crece la
importancia de encontrar a aquél que lo sepa hacer, aunque no sea propietario. El
progreso de los pueblos se sustenta en la creación permanente de riqueza y
bienestar, referidos a unos parámetros que dignifiquen a quien los recibe.
Esta afirmación impele al empresario a contemplar sus objetivos desde distintos
enfoques: el económico, por supuesto, pero también el ecológico, cultural y moral,
entre otros.

Dicha tarea requiere conocimientos apropiados para saber qué hacer, y


convicción para hacerlo. Saber y convicción: no hay otro camino para ser
protagonista y, como hemos dicho, el empresario de hoy no puede renunciar a su
carácter protagónico.

La separación entre la ética y la economía, en ocasiones muy radical, no


produce efectos positivos en lo económico ni en la responsabilidad social de la
empresa. Debería existir un diálogo constante (Col. p.10). De hecho, las decisiones

20
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Capítulo I

económicas y la actividad empresarial tienen siempre una dimensión ética, por


cuanto afectan a personas, y sirven o estorban su desarrollo humano. 19

Este crecimiento de la vertiente relacional del empresario está haciendo de


él, en muchos casos, un protagonista del desarrollo social de los pueblos. Los
protagonistas de la actividad pública ya no son exclusivamente políticos; el
progreso va a presionar, ya ha presionado, hacia un nuevo reparto de los
protagonismos, hay ya un crecimiento del protagonismo social de la empresa y del
empresario, como consecuencia de un creciente reconocimiento de su labor
creadora de riqueza y bienestar.

“Con frecuencia la empresa y el gobierno fallan en el cumplimiento de sus


responsabilidades, no tanto por falta de conocimientos técnicos y teóricos, sino por
carecer de visión, por falta de liderazgo, por la inconsistencia o insuficiencia de
valores que vacían de propósito y de responsabilidad, individual y organizacional.
A esta preocupación —buscar unos principios y un sentido de propósito individual
y empresarial— debe dirigirse la educación en la dirección empresarial. Hay que
reemplazar esa indiferencia por un sentido de propósito, valor, responsabilidad y
esperanza”. 20

Pero esta unión de carrera y de propósito, también es necesaria para


asegurar una completa comprensión de las responsabilidades que implican las
posiciones de poder. Perfectamente se puede aplicar al empresario actual la frase
que L. Scott Turow escuchó a uno de sus maestros en la facultad de leyes: “You
are going to have an enormous power to do bad things when you finish education
here. When you get into practice, you’ll be shocked at the incredible opportunities
you have to mess up other people’s lives”. 21

La actividad empresarial, con unas premisas sociales acríticas, lleva no sólo


a la proliferación de regulaciones y adversalismos externos, sino también a una
falta de confianza generalizada y justificable, que disminuye la efectividad de los
individuos y de la organización.

En este cambio socio-económico, hay que considerar un aspecto


importante desde el punto de vista empresarial: cuando el protagonismo se gana
en las urnas, se ejerce desde la labor en el gobierno; cuando se gana en la
actividad empresarial, debe basarse en un ejercicio respetuoso y efectivo de la
responsabilidad social.

En las escuelas de negocios se quiera o no, siempre se enseña un


comportamiento ético: positivo, de valores; negativo, ética sin valores, (value-
19 Cf. Domenec Melé Carne Ética, mercado y negocios, II coloquio de ética empresarial. EUNSA 1994, p. 13.
20 Piper, Thomas R. Can ethics be taught?: perspectives, challenges, and approches, 1993 Harvard, p. 3
21 Idem.

21
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Capítulo I

neutrality); de valores dudosos o francamente equivocados. Se habla de liderazgo,


de ética y de responsabilidad corporativa aún —y quizá especialmente—, cuando
se callan estos temas. Los esfuerzos que equívocamente, hace una facultad por
permanecer en una zona de valores neutros, son fallidos. Los estudiantes llegan a
las escuelas profesionales preguntándose qué es valorado, qué es recompensado,
qué tiene legitimidad y autoridad.

Como dice el psiquiatra de Harvard Robert Coles,” lo que calla u omite la


facultad, envía una señal poderosa a los estudiantes. La omisión de mencionar
algo no es una posición neutral en referencia a los valores. No hay tal cosa. La
omisión es una señal poderosa —aunque no se quiera—, de que lo que omite de
enseñar la facultad NO es importante.” 22

“Concedido: los resultados positivos pueden ser imposibles de documentar


-- escribió el presidente de Harvard, Derek Bok en Beyond the Ivory Tower-- pero
las consecuencias de no hacer nada son evidentemente intolerables. Una
universidad que rehusa tomar seriamente sus dilemas éticos viola seriamente sus
obligaciones básicas ante la sociedad. Y una universidad que no es capaz de
interesar a sus miembros en un debate sobre estos temas y no comunica
cuidadosamente las razones de sus políticas, da la impresión de una indiferencia
moral que es profundamente desanimante para muchos de sus alumnos y
profesores que comparten una preocupación por temas sociales y un deseo de
que sus instituciones se comporten responsablemente. Más aún: una
administración que no habla de esos temas abierta y detalladamente provocará
que el debate del campus sobre cuestiones morales serias degenere en slogans y
simplificaciones indignas de una institución dedicada a la exploración rigurosa de
las ideas”. 23

En los años cincuenta y sesenta, se desarrolló un movimiento a favor de las


Responsabilidades sociales de la empresa, que alcanzó cierto éxito, aunque no
estuvo exento de polémica. Más allá de la obligación reconocida de maximizar los
beneficios para los accionistas, se abogaba por ampliar las responsabilidades de
la empresa a su entorno, incluyendo en el mismo a los propios trabajadores, sin
limitarse a cumplir las leyes.

A partir de los años setenta, aparecieron diversos estudios, que pusieron de


manifiesto la compatibilidad entre las convicciones éticas y los negocios
prósperos. Más adelante se ha visto incluso la necesidad de la ética para la
excelencia empresarial. Así, la popular obra de T.J. Peter y R.H. Waterman, In
Search of Excelence, publicada en 1982 dejaba claro que los valores éticos y,
concretamente, el respeto a las personas y un auténtico espíritu de servicio, están
en la base de las empresas que destacan por sus buenos resultados. Estos

22 Idem.
23 Derek Bok, Beyond the Ivory Tower (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1982), p. 126. Citado por Piper, Thomas
R. Can ethics be taught?: perspectives, challenges, and approches, 1993 Harvard, p. 6

22
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Capítulo I

autores sugieren que quienes se comportan éticamente con sus grupos


interdependientes o partícipes son quienes, a la larga, ganan más dinero.

Es cierto que, pasado el tiempo, algunas empresas citadas por Peter y


Waterman y por otros autores como excelentes han dejado de serlo. Y es que la
ética, por sí misma no asegura buenos resultados. Recordemos que el objetivo de
la ciencia ética no es la gestión, sino señalar en qué consiste el bien de las
personas y ayudar a la reflexión para tomar decisiones éticas (Col. p. 5).

Sin embargo, cada vez hay más evidencia que la ética es condición
necesaria, aunque no suficiente para la excelencia empresarial a largo plazo. En
este sentido, se han presentado nuevas investigaciones, como las de O’Toole,
Paskin y Riederbach-Robin por citar sólo algunas, que ponen de manifiesto la
fuerte correlación entre un elevado nivel de exigencia ética y los altos beneficios
alcanzados por las empresas estudiadas.

James O’Toole describe a las empresas de vanguardia como aquéllas que


animan a sus ejecutivos a potenciar los valores éticos en la actividad directiva y a
incorporarlos en sus decisiones. Insiste en valores como justicia, coherencia,
sentido de la armonía y valentía. Según O’Toole, las empresas de vanguardia
muestran las siguientes características:

 Tratan de satisfacer a todos sus participantes,

 Están pendientes de incrementar la riqueza y el nivel de bienestar y calidad de


vida general de la nación,

 Están comprometidas en aprovechar su propio aprendizaje a lo largo del tiempo


para mejorar y

 Están obsesionadas por hacer bien todo lo que hacen.

Por su parte, Mark Paskin menciona 25 empresas, bien conocidas, con


elevados beneficios económicos, que se caracterizan por su honradez en los
negocios y por su sentido de compromiso con su entorno social. Riederbach y
Robin, analizando varias empresas que destacan por su buen funcionamiento y
resultados económicos, concluyen que para obtener beneficios primero hay que
lograr confianza y armonía, y esto lleva su tiempo. 24

Ante esos resultados, parece que la ética es necesaria para el rendimiento


de una empresa. No se puede afirmar eso, pero sí podemos decir que, es
necesaria para que los empresarios mejoren como personas, al tiempo que
procuran el bien de los demás. Hemos presentado la perspectiva más común que
trae la acción ética sobre los beneficios. Es cierto que la mayoría de los

24Idem.

23
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Capítulo I

empresarios razonan así, y que es el modo más fácil para que acepten un cierto
código ético que rija su actuación. Es cierto que en muchas ocasiones la ética trae
grandes beneficios económicos, pero en otras no. Alguien podría preguntarse, con
mucha razón, ¿por qué si la ética es algo bueno no siempre trae beneficios? y tal
vez, ante tal incertidumbre o ambigüedad, no optar por la acción ética. Ante tal
planteamiento la respuesta sería que una de las ventajas de la acción ética es que
nos plantea diversos tipos de beneficios, no sólo el económico.

Al hablar de beneficios nos referimos a un bien, por tanto, la pregunta


inicial sería ¿qué tipo de bienes obtiene la empresa cuando guía su actuación con
la Ética? Al aclarar estos términos quitamos el vicio de la pregunta, pues
comúnmente al hablar de beneficios para un empresario, implícitamente
pensamos en los económicos. En cambio, si al hablar de bien, ampliamos la
gama, se abre un panorama verdaderamente rico, puede perseguir y conseguir no
sólo los bienes económicos, pues su empresa está dirigida y constituida por y para
personas.

Reducir a bienes económicos los beneficios que debe procurar la empresa


se debe a que en el fondo se parte de una concepción minimizada de su
naturaleza, por ello es necesario hablar de la naturaleza de la empresa, para
ampliar las perspectivas del empresario ante la Ética.

1.6. Naturaleza y caracteres fundamentales de la empresa . 25

Lo primero es afirmar que la empresa es un proyecto dotado de uno o


varios objetivos. Comúnmente ha sido descrita substancialmente por su finalidad
económica, entendiendo este vocablo en el sentido esencial de creación y
distribución de recursos intrínsecamente escasos, o con el significado, más
restringido aún de actividad estrictamente monetaria. Así la empresa se define en
función de la producción de bienes y servicios o, de forma más estrecha,
atendiendo a la generación de beneficios.

Para abrir un panorama más amplio hay que mirar las consecuencias
derivadas de definir la empresa exclusivamente por su dimensión económica:
acarrea un empobrecimiento falsificador. Porque, ciertamente, los objetivos
económicos son definidores de la empresa, pero no en exclusividad. En esta
enorme diferencia está la clave para ver la acción ética como una necesidad
radical, pues en cuanto agrupación de personas humanas en contacto y al servicio
de otras personas, las corporaciones empresariales gozan de otros fines más
radicales, que han de alcanzar --como veremos-- precisamente a través de la
gestión y en el modo propio que determinan sus objetivos y naturaleza

25 Cf Op. Cit MELENDO Tomás. Las claves de la eficacia empresarial. p.17ss

24
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Capítulo I

económicos. Esto quiere decir que la empresa no puede dejar a un lado sus fines
económicos, sería su muerte, lo que necesita es reubicar la jerarquía de sus fines.

En una concepción equivocada de los objetivos de la empresa, la


producción, se concibe como el fin de la actividad económica (el productivismo),
que es una deformación, una deshumanización. No se trata -como dije-, de
agregar fines u objetivos, de modo que la empresa hubiera de conseguir, además
de sus metas económicas, otros logros más fundamentales, que le concernirían
por su condición de sociedad humana (Col. p. 4).

El planteamiento correcto es el siguiente: como una peculiar asociación


de personas, la empresa ha de alcanzar los objetivos radicales comunes a
toda corporación humana a través de la gestión de los fines económicos que
le son propios. Y esos propósitos básicos, los únicos que en rigor pueden hacer
las veces de fin último o supremo, se resumen en pocas palabras: contribuir al
perfeccionamiento personal de cuantos con la empresa se relacionan.

El esfuerzo por conseguir ganancias no es negativo, a menos que se


convierta en finalidad principal de la vida de la empresa. Todas las acciones
humanas deben perseguir el perfeccionamiento humano, la empresa --conjunto
de acciones de sus directivos y empleados-- debe, del mismo modo, perseguirlo.
Se hace específicamente diferente a las demás actividades humanas, porque
persigue el perfeccionamiento humano a través de la gestión de los fines
económicos que le son propios.

La actividad económica es uno de los fines de la empresa; pero es un fin


sin el cual la empresa dejaría de ser empresa. El hombre necesita bienes
económicos para alcanzar su perfección y la empresa es una de las
organizaciones humanas que se los proporciona. “Afirmar simplemente que la
empresa tiene como objetivo único el generar utilidades constituye un error de
minimización; afirmar que el generar utilidades no es un objetivo de la empresa
constituye un error de esencia -y, a veces, de utopía-. Ocurre que el objetivo
genérico es complejo, presenta diversos aspectos que lo configuran, que deben
darse todos ellos a simultáneo, sin considerar a uno medio para el otro, sino a
todos como aspectos del objetivo único “ . 26

Los diversos aspectos del objetivo genérico de la empresa son:


 Proporcionar un servicio a la comunidad social.
 Generar un valor económico añadido suficiente
 Generar una compensación “humana” suficiente
 Lograr una capacidad de auto-continuidad. 27

26 Cf. LLANO, Carlos. Análisis de la acción directiva; ed. Limusa, México p.46
27 Op. cit. que cita a su vez; Acerca de los aspectos A,B y D, cf. Antonio Valero, “ Estructura de la empresa”, ISTMO, No 61

25
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Capítulo I

“Transformar la cuenta de resultados en término exclusivo de la gestión


empresarial equivale a introducirse en una espiral creciente que, aduciendo o sin
aducir razones <<convincentes>>, encamina a los directivos por una senda en la
que desaparece cualquier otro norte u objetivo. Ahora bien, es evidente que la sola
acumulación de beneficios, sin un fin ulterior que dé razón de ella, no constituye, ni
desde el punto de vista ético ni desde el psicológico, justificación suficiente para
una vida humana. De ahí que la empresa haya de definirse atendiendo también a
miras más altas”. 28

En conclusión, la necesidad de la ética en la empresa está contenida en


su misma naturaleza, en sus fines y su actividad, pues si entendemos que la
empresa sólo cumple su finalidad mediante el servicio prestado a los
hombres y a la comunidad, logrando la realización total de la persona
humana, entonces la necesidad de que el empresario y la empresa sean éticos
no es una exigencia externa, sino una responsabilidad que le viene por su
misma esencia. 29

28 MELENDO Tomás. Las claves de la eficacia empresarial. p.21 Ed. Rialp, 1990
29 Cf. Llano,.. op cit. P. 46 y 47

26
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Capítulo I

CAPÍTULO II

EL HOMBRE: SU ENTORNO Y CAPACIDADES

Caso: ¿De quién es hija Laura?

1. Eduardo y Estela son una pareja de jóvenes que han soñado con casarse el próximo año.
Eduardo se caracteriza por su gran responsabilidad en el trabajo, y por lo mucho que la ama.
Ella no tiene ninguna duda de Eduardo, han estado juntos por tres años, sabe que es un gran
hombre y confía en que no le hará ningún tipo de movimiento en falso.

2. Sus familias están contentas con la relación, están felices con la idea de que pronto serán
abuelos; vendrán los niños, la alegría del hogar. Aunque Eduardo y Estela han platicado que
sería mejor esperar algún tiempo; los dos trabajan y no quieren perder el ingreso que reciben; él
es hijo único, y ella sólo tiene una hermana, Dolores, por lo que quieren tener una familia
grande, quizá cuatro o cinco hijos estaría bien, aunque los amigos les aconsejan lo contrario.
Rebeca, una de sus mejores amigas, argumenta: “ahora las familias deben ser pequeñas,
¿para qué quieren tantos niños? ¿saben los problemas económicos que pasan ahora las
familias grandes? Me parece que no están pensando bien las cosas, la verdad es que una
familia grande no sirve de nada en este mundo que está sobrepoblado. Los niños sólo quitan el
tiempo para cosas más importantes como la superación personal; las mujeres dedican toda su
vida al cuidado de los niños, los hombres a mantener la familia, y los niños a causar problemas.
En cambio, con uno o dos hijos, el cuidado, la atención, y la educación que se les puede dar es
mejor, y el tiempo que requerirán de los cuidados de la madre es menor. Es mejor una familia
pequeña. ¡Cinco hijos! …” Por otro lado, Dolores les comenta: “tener una familia grande es
maravilloso, se da una gran convivencia entre los hermanos, que se ayudan unos a otros, y
aprenden a compartir lo que poseen. Los hijos son un gran apoyo en los momentos difíciles,
están unidos, y además se ayudarían si alguno de los padres falta, no sólo se trata de un apoyo
económico, sino de un apoyo afectivo que difícilmente se da en las familias pequeñas.” Ahora
están dudando sobre la familia grande, ya no están tan seguros de querer tantos hijos, aunque
no han eliminado la posibilidad, pero piensan detener un poco esa decisión, primero quieren ver
como van las cosas en el primer año, y luego discutirán de nuevo ese problema.

3. Así, con el futuro por delante, ha llegado el gran día, este último año ha sido grandioso, los
preparativos, la emoción de la boda, conseguir la casa, los muebles, los adornos, en fin, todo a

27
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Capítulo I

salido como lo tenían planeado; sus padres les ayudaron con el vestido, que lo han ido a
comprar a Francia. Todo está listo para una boda que reúne a una gran pareja. Siempre se les
ve de buen humor, aún con todas las presiones que significa el matrimonio, lo han sabido llevar
muy bien, no han dejado de planear, siempre están viendo hacia el futuro, parece que los
problemas son menores cuando las cosas se ven con alegría.

4. De pronto una gran oportunidad se presenta, Eduardo recibió una beca para estudiar una
maestría en Nueva York, lo que cambia las expectativas que tenían, al terminar esta maestría se
colocará en un gran nivel profesional, y quizá podría quedarse a trabajar en el extranjero, lo que
representa una mayor entrada económica. Con esta oferta, Estela ha empezado ha buscar una
oportunidad para estudiar la maestría en economía, al mismo tiempo que Eduardo. Sin embargo,
han cambiado un poco de opinión respecto a los hijos, no quieren tenerlos hasta cuando
terminen la maestría, por lo que comienzan a evitarlos. Primero utilizaron un método natural,
recomendado por la iglesia, pero al poco tiempo empezaron a recibir burlas de sus nuevos
compañeros de maestría, “esos métodos son del siglo pasado, ¡por favor! En estos tiempos
existen métodos más eficaces y que te permiten tener relaciones cuando quieras, la forma de
evitar a los hijos que utilizan muestra el bajo nivel cultural de su país. Por eso sufren de
sobrepoblación, por los taboos que condenan el uso del preservativo y los anticonceptivos, si los
utilizaran el índice de natalidad sería menor, por lo que habría trabajo para todos; pero como no
lo hacen tienen familias de 5 o 6 hijos, que luego no pueden ni alimentar, y que sólo los traen al
mundo para sufrir; ni siquiera les pueden dar la atención y el cuidado que se requiere. Por este
tipo de mentalidad es por lo que sufren de esos males, si utilizaran los métodos de primer
mundo llegarían a ser de primer mundo.” Con este tipo de argumentos las dudas comenzaron de
nuevo, ¿realmente se trataba de un retraso cultural? ¿Tener una familia grande significa falta de
cuidado y atención para los hijos necesariamente? Sin poder responder a estas preguntas
comenzaron a retrasar la decisión. “No es tiempo de tener hijos, debemos seguir estudiando, y
cuando nuestra situación se estabilice, y podamos tomar una decisión al respecto, entonces,
enfrentaremos el problema.” Se decían uno al otro, mientras comenzaban a consultar al médico
para saber que método les convenía utilizar.

5. Por esta forma de pensar comenzaron a alejarse de la religión, sentían que sus principios eran
atrasados, que debían vivir como sus nuevos compañeros, sin preocuparse de lo que esta bien
o mal hecho, se vieron envueltos en la mentalidad hedonista y utilitarista que los rodeaba.

6. El primer problema surgió a los dos años, cuando el doctor les anunció, después de realizarle
unas pruebas a Estela, que, por una mala elección del método anticonceptivo, no podía tener
hijos; y que no podía determinar, aún, si existía un posible tratamiento para su problema de
infertilidad, de tal modo que necesitaban esperar algún tiempo para encontrar una solución;
entre tanto, iniciarían un tratamiento, si así lo deseaban, con algunos medicamentos, que de
suyo son peligrosos, pero que con un buen cuidado podrían dar resultado, y conseguir así el
embarazo deseado. Desde ese momento Eduardo comenzó a culpar a Estela, con sus
comentarios la hacía sentir inútil, y ella, incapaz de dar a luz, pensaba que él tenía razón, que
merecía esos comentarios y aún más. Poco a poco la separación comenzó a darse, Estela se
sentía insegura y sin derecho de reclamarle a Eduardo, sospechaba que él le era infiel, pero no
quería discutirlo, ya que en cada problema que surgía, su incapacidad se convertía en el centro
de la discusión, y eso la hacía sentir culpable de todo lo que sucedía.

28
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Capítulo I

7. Buscando una solución al problema, sobre todo al problema marital que, a partir de esto, se
había desarrollado, el médico les ha propuesto que utilicen la fertilización in-vitro, argumentando
que es un desperdicio no aprovechar los avances médicos que se han tenido en esta materia,
además de que es mejor que la adopción, “ya que el niño tendría las características del padre,
eliminando los posibles defectos hereditarios, y sería realmente su hijo, aunque el óvulo fuera
donado, y lo concibiera otra mujer”. Tomando en cuenta esta opinión decidieron acudir a una
clínica especializada. Los recibieron de maravilla, les mostraron el lugar, haciendoles ver que
podían tener plena confianza en el procedimiento, que era un lugar limpio y que podían estar
seguros de que el óvulo que obtuvieran cumpliría con todas las “normas de calidad” necesarias
para este tipo de procesos. El requisito era aprobar los exámenes del laboratorio, además de
contestar un pequeño cuestionario, que tenía preguntas de diversos tipo, y que englobaba
diversas etapas que la pareja estaba pasando o que iba a pasar en algún momento, algunas
preguntas eran: ¿En qué punto se encuentra su problema de infertilidad? ¿Acepta el hecho de
que, en este tipo de procesos, siempre existe un tercero (o un cuarto, si se necesita de un
donador de esperma)? ¿Usted y su esposo han discutido lo que sienten acerca de una donación
de óvulos? Como no podían responder a este tipo de preguntas solos, decidieron consultar a
su médico, pero, aunque parecía la única solución a su problema, no estaban de acuerdo
totalmente en hacerlo.

8. El problema iba en aumento, y además se convirtió en el tema central de todas las reuniones,
los amigos comentaban ciertas posibilidades, y contaban historias sorprendentes; por ejemplo,
la de una pareja que, en 1993, se enteró que su único hijo tenía leucemia, así que decidieron
concebir otro hijo con el único fin de que donara la médula espinal, transplante necesario para
una posible cura de leucemia, a su hermano mayor, que estaba muriendo. Otro caso narraba lo
frustrante que resultaba no conseguir el embarazo después de probar ocho diferentes
tratamientos de fertilidad, esta pareja pedía como opción la clonación de sus embriones, aunque
no lo consiguieron porque las leyes lo prohiben. Por último, Lisa contó la historia de una pareja
que conocía, y que sufría del mismo caso, entonces, “en un desplante de hombría” el esposo
decidió hacerse las pruebas de esterilidad, el resultado fue que quien tenía el verdadero
problema era él, y no la mujer, que había sido tratada como una inútil desde el momento en que
se enteraron, y que cambió de acusada a acusadora cuando conocieron que, el verdadero
problema, lo tenía el esposo.

9. Estela, sin decirlo, se sintió plenamente identificada con la protagonista de esta historia, por lo
que obligó a Eduardo, que de muy mal modo aceptó, a realizarse la prueba. El resultado fue
realmente inesperado, no se trataba sólo de un problema con Estela, sino que Eduardo no
producía la cantidad de esperma necesario para lograr la concepción. Esto los hizo separase
aún más, ya para entonces las discusiones en casa eran casi insoportables, se culpaban el uno
al otro, no sabían que camino seguir. El médico les dio una opción para su problema, clonación,
que, aunque era prohibida, podía llevarse a cabo en algunas clínicas clandestinas. El plan, en
estos casos, es el siguiente; el problema que tienen es la falta de esperma, por lo que no logran
una fertilización del óvulo naturalmente, lo que podemos intentar es llevar a cabo el nuevo
sistema de inyección intracitoplásmica de espermatozoides, esto requiere de cuatro pasos: el
primero es la estimulación del ovario, después se prosigue con la extracción de ovocitos, que,
una vez obtenidos, se lleva a cabo su inseminación, por último se realiza la transferencia
embrionaria. Con el nuevo sistema, se puede conseguir que con un sólo espermatozoide se de
un embrazo, aunque esto no es ninguna seguridad, por ejemplo en el centro de más experiencia

29
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Capítulo I

en España se han conseguido de 3,800 casos un total de 1,000 embarazos. Sin embargo, en
esta técnica, es necesario tener de 3 a 4 embriones, cosa que es muy difícil en ustedes por el
problema de Estela, así que al tener el embrión lo clonaríamos de tal manera que luego de este
proceso obtendríamos los embriones necesarios, y, tal vez, tendríamos un buen resultado; por
supuesto, nada de esto es seguro, así que lo deben de pensar muy bien . 30

10. Decidieron investigar cual era la mejor opción. Se enteraron así de la clonación que se obtuvo
por primera vez en 1993 por los doctores Hall y Stillman de la Universidad George Washington.
En esa ocasión los doctores tomaron unos embriones que serían desechados por algunos
laboratorios que realizan procedimientos de fertilidad in-vitro, los estudiaron, vieron la posibilidad
de clonarlos y realizaron el experimento con la ayuda de una substancia que obtuvieron de una
planta marina, que substituyó a la zona pellucida, de tal modo que lograron clonar de 17 a 48
embriones humanos por este procedimiento. Esto es nuevo en embriones humanos, porque en
31

animales se había conseguido desde 1952, cuando se logró clonar una rana. Así fue, en 1952
se obtuvieron los embriones de la pared del estómago de una rana, se tomo el núcleo del huevo
fecundado (zigoto) y, así, se logró privar el citoplasma de los materiales necesarios para
comenzar el desarrollo (los genes nucleares). Se inyectó el núcleo de la célula epidérmica en el
citoplasma del óvulo sin núcleo. De esta forma se pudo obtener docenas de copias idénticas del
embrión que se extrajo del estómago, por lo que se consiguió por primera vez la clonación
animal.

11. Posteriormente se llegó al último logro de la medicina reproductiva, “Dolly, la oveja clonada de
una célula adulta”; por fin se había conseguido igualar, genéticamente, a un animal adulto,
después de todos los resultados obtenidos desde 1952: la niña que nació por la fertilización in-
vitro, la clonación de los embriones, etc. Había llegado Dolly, una oveja que es copia genética
de una oveja adulta, este logro se había conseguido por unos científicos escoceses del Instituto
Roslin, el Dr. Campbell y el Dr. Wilmut; el procedimiento utilizado en esta ocasión había sido el
de conseguir detener el proceso de crecimiento de una célula, que provenía de las glándulas
mamarias de la oveja adulta, y obtener así toda la información genética de esa oveja, después
se fecundó un huevo, que a su vez se colocó en la matriz de otra oveja, que llevaría consigo el
embrión hasta el momento del nacimiento, para conseguir esto se hicieron 277 intentos, de los
cuales en sólo 13 se obtuvo un embrión, de los que sólo uno llegó al día de nacimiento, Dolly.

12. Sin saber que hacer realmente, han decidido reunirse a platicarlo con sus padres. Los de Estela
opinan que la fertilización in-vitro no es un recurso válido, mucho menos la clonación, todos
estos avances en la medicina reproductiva han causado demasiadas muertes de embriones,
además de que no hay seguridad de que después no vengan reclamos por parte de la madre
“nodriza”, lo que traería como consecuencia un descontrol en el niño, que después no sabría
quienes son sus verdaderos padres, “es mejor la adopción, recuerden la clínica de tu tía Aurora,
donde toman mujeres que quieren abortar y les dan un tratamiento, y si, después de esto,
30 Estas son algunas cifras de los resultados obtenidos: posibilidad de quedar gestante en un ciclo de FIV: 30%; con dos ciclos es de
45%; tres ciclos 54%; cuatro o más ciclos 68%. Es importante notar que para cada uno de los ciclos se transfieren un máximo de 3
embriones, y se congelan los restantes, con el fin de obtener un mayor número de ciclos, y aumentar el porcentaje de un posible
embarazo, lo que es importante ver es que se trata de embriones, es decir de seres humanos. El máximo de años que se pueden mantener
estos embriones en congelación es de 5 años.
31Cfr. ELMER-DEWITT, Philip, “Cloning: Where do we draw the line”, TIME, Nov. 1993,
págs 31-36.

30
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Capítulo I

deciden dar al niño en adopción, se realiza un estudio a los posibles padres y si tienen todos los
elementos se les da el niño en adopción; siguiendo este proceso, ustedes pueden recibir alguno
de estos niños inmediatamente después del parto y amar como un hijo verdadero. Lo que hace a
los padres ser padres es el amor y la responsabilidad que tienen con sus hijos; ser padre no sólo
significa concebir, sino alimentar, cuidar, responsabilizarse por el niño, eso es lo que hace a un
verdadero padre, el amor del hijo vendrá como respuesta a esta entrega paternal.”

13. Por otro lado, los padres de Eduardo no admitirían un nieto adoptivo, piensan que ya tienen
problemas mentales, y que nunca los aceptarán como verdaderos padres, “estos niños han
salido de familias que los han rechazado, no pueden recibir la misma educación porque han
aprendido otras cosas en la vida, han sentido el desprecio, y nunca los verán como sus
verdaderos padres, en cambio un hijo de probeta los verá como lo que son, y tendría nuestra
sangre, sería un verdadero hijo, además de que se pueden evitar algunos de los riesgos de
enfermedades hereditarias, creo que es mejor, además el tiempo que se requiere para una
adopción puede ser de hasta tres años, y ya es tiempo de que tengan un hijo.”

14. Deciden consultar a un amigo de la familia, enterado de los problemas que representa seguir
con la fertilización in-vitro, o la clonación. Él les dice que no se ha aceptado este tipo de
procedimientos, que es un verdadero problema moral utilizar fertilización in-vitro, ya que se toma
al hombre como un mero compuesto de carne huesos, y no se ve en su totalidad, que es un
cuerpo compuesto de alma y cuerpo, y de un alma espiritual, no se trata de una máquina de la
que debamos engranar sus partes, sino de un ser humano. Y tampoco debemos considerar al
hombre sin darle la debida importancia al cuerpo, ya que es por el cuerpo, y a través del cuero
como se encuentra este hombre en su realidad concreta. Además, con ella lo que se acarrea
son más problemas, ya que no sólo se trata de los hijos que puedan morir durante el proceso,
sino que se habla de que pueden quedar embriones vivos, y que quizá puedan ser utilizados en
experimentos posteriores, como ya se ha hecho, incluso, por el tipo de problema que tienen
necesitarían utilizar a otra persona que lleve en su vientre, durante los nueve meses, a su hijo, lo
que significa utilizar a una persona como medio, para conseguir un fin “realmente lo único que
se consigue con estos procedimientos es formar una cadena de males morales, que no
persiguen ningún fin justificado, y que llevan al hombre a una serie de decisiones que lo hunden
cada vez más en un pozo sin salida.”

15. Realmente no saben que hacer, están muy confundidos, piensan además en lo que han leído,
que en cada caso se requieren de cuatro a cinco embriones, de los cuales, probablemente, uno
de resultado, mientras que los otros tres o cuatro mueren en el proceso, además de que no
sabrían que hacer si quedan embriones congelados, saben que actualmente existen más de
10,000 embriones y que las autoridades no saben que hacer con ellos. Por otro lado, la
adopción no les convence del todo, piensan que les llevaría demasiado tiempo, tal vez no sería
el niño que desean, no saben que tipo de experiencias ha vivido, y de que manera reaccionaría
ante la educación que ellos quieren darle, el problema realmente no es sencillo, y no saben que
hacer…

16. Después de analizar y estudiar todas las opciones llegaron a una solución: utilizar la fertilización
in-vitro. Aunque no se notaban del todo convencidos, los problemas iban en aumento, y
pensaron que sería una buena solución y un gran lazo de unión el nacimiento de un hijo;
decidieron que fuera por este método por el simple hecho de que el tiempo y las molestias que

31
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Capítulo I

tomaría el proceso serían menores, así que tomaron su decisión y se la comunicaron a su


doctor, quien puso manos a la obra.

17. Lo único que les faltaba, no lograron tener la cantidad de esperma y óvulos necesarios para
conseguir el procedimiento, así que no sería posible tener un hijo propio por ninguno de los
métodos conocidos, lo que trajo serias consecuencias en la relación. Desesperados decidieron
conseguir espermas y óvulos de donadores desconocidos, y rentar una persona que hiciera las
veces de madre “encubadora”, habían llegado hasta este punto después de analizar todas las
soluciones posibles, y de desechar la adopción, así que, sin más, pagaron lo necesario y el
procedimiento dio inicio.

18. Durante los primeros meses visitaron diario a Elisa, la persona que habían contratado, y se
veían felices e ilusionados, pero luego vinieron los problemas, comenzaron a dudar de su
verdadera responsabilidad, no sabían si esta niña sería realmente su hija, porque no habían
donado nada, sólo habían pagado por ella, pero eso no los hacía sus padres biológicos.
Eduardo comenzó a faltar a las citas, ya no le interesaban los ultrasonidos, las discusiones
fueron en aumento, hasta que, un mes antes del nacimiento, Eduardo se separo de Estela,
diciendo que no aceptaría un hijo que no fuera suyo, y que no pondría los medios para criarlo,
así que no estaba dispuesto a mantener esta relación. Estela realmente no puso ninguna traba
en el divorcio, ya no aguantaba la situación, ella estaba feliz con la llegada de Laura, y no quería
saber nada de Eduardo.

19. Laura ha crecido con una buena madre, aunque, por su corta edad, no entiende del todo porque
no tiene padre, esta contenta y es una niña saludable, no se imagina todo lo que ha tenido que
sufrir su madre para tenerla con ella, pero aún así la ama como si fuera su madre biológica.

20. Los problemas legales se sucedieron cuando Estela le reclamó a Eduardo una pensión
alimenticia. Eduardo no quiere hacerlo, así que se han ido a juicio, pero las leyes, que en este
tipo de casos se han quedado atrás, ya no proponen ninguna solución. No saben de quien es
hija Laura realmente, ya que los donadores son anónimos, Elisa firmó un contrato que la obliga,
únicamente, a llevar consigo al bebe durante los nueve meses y hasta el momento del
nacimiento, y no la hace responsable de Laura. Por último, Estela y Eduardo lo único que
hicieron fue dar el dinero, pero no son ni los padres biológicos, y por su separación no son una
pareja apta para adoptar el niño; de hecho Eduardo se fue antes de la llegada de Laura a la
casa, lo que parece dejarlo fuera de toda responsabilidad con la niña, este problema sigue
causando una gran controversia, y no se ha llegado a ninguna solución.

21. Ante esto, Estela se pregunta: ¿Cuál es realmente el fin que persiguen estos procedimientos?
¿Cuál es la meta que dejará satisfechos a los doctores? ¿Realmente es ético seguir
experimentando con seres humanos, o se trata de un error de fondo, en el que no se conoce lo
que es el hombre fundamentalmente? Hoy Estela sigue cuestionando todo lo que hizo para
conseguir una niña, se arrepiente de las muertes de los embriones, y sólo quiere que todo esto
termine, y que Eduardo se haga responsable y responda por su hija Laura.

32
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Capítulo I

2.1 El hombre y su mundo

El hombre vive rodeado de un cosmos, es parte de él. En este universo que


todavía no logramos conocer, que día a día nos sorprende y maravilla con su
complejidad y belleza, existen seres inertes (minerales, astros, agua, viento) y
seres vivos, que se caracterizan porque tienen automovimiento. Cada ser tiene su
peculiaridad, pero el término “ente” se utiliza para designar a todo lo que es. Por
eso hacemos clasificaciones diciendo que hay distintos tipos de entes: materiales
(que comprenden a los seres inertes y a los vivos) e inmateriales (los seres
espirituales y los espíritus puros).

Para entender el universo es necesario preguntarse por su origen; cuando


observamos su extraordinaria complejidad, nos preguntamos de dónde proviene,
porque es evidente que los hombres no lo hemos creado.

Por el avance de la física y la astronomía algunos científicos actuales han


tratado de explicar su inicio. Hablan de la teoría del “Big Bang”, que dice que a
partir de la explosión de una primera concentración de materia y energía se inició
el universo. Los científicos tendrán que comprobar si esta teoría es verdadera o
falsa, pero aunque fuese real, no responde a la pregunta sobre el origen radical
del universo. La pregunta entonces sería: ¿de dónde surgió esa pequeña
concentración de materia y energía?.

Esta pregunta es radical, y cuando vemos el orden bajo el que se rige la


naturaleza, su extraordinaria exactitud, etcétera, es lógico pensar que hay detrás
una inteligencia ordenadora infinitamente superior a la nuestra, pues nosotros,
aunque llevamos siglos estudiándola, todavía no logramos conocerla bien, ni
siquiera en nuestro tiempo, en que la tecnología ha dado pasos agigantados.
Seguimos comprobando nuestra limitación frente a la naturaleza, y cómo muchas
veces, esa misma limitación nos ha llevado a manipularla, ocasionando serios
daños a nuestra propia vida y transtornando el orden natural (Laura p.9). Esto inclina
a pensar que hay alguien superior a nosotros, infinitamente superior. Pero aún así,
seguimos con la pregunta del origen, de dónde vino todo, de dónde provengo yo y
lo que me rodea.

Los filósofos antiguos, anteriores a la era cristiana, no lograron explicarse el


origen del universo, sus teorías, llenas de mitos y limitaciones científicas, no
resultaron explicaciones suficientes del universo. Pensaban, por ejemplo, que los
astros eran incorruptibles, o que la tierra estaba sostenida por cuatro elefantes,
que era plana, etcétera. Aunque alcanzaron numerosos descubrimientos y aunque
la filosofía vio nacer a los mejores pensadores (difícilmente se puede decir que
hayan sido superados), no lograron explicarse el origen del universo y, en
consecuencia, tampoco el del hombre. Sólo a través del judaísmo y

33
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Capítulo I

posteriormente el cristianismo se supo que el universo había sido creado, es


decir, que un Ser superior, a partir de la nada, lo creó todo. ¿Por qué es tan
importante esta diferencia? Porque explica el orden que existe en la realidad y
también su sentido, su razón de ser.

Si partimos de que el universo ha sido creado, se sigue lógicamente que


tiene un Creador, un Alguien, no una cosa, pues si la creación denota una
inteligencia infinita, entonces ese ser es inteligente, por tanto, no es “algo” sino
“alguien” a quien comúnmente llamamos Dios. Ha puesto el orden en el universo,
lo rige y manda sobre él.

De todo esto se sigue una consecuencia importantísima: el hombre es un


ser creado. Somos criaturas que estamos bajo la ley de Dios y vivimos en un
Universo creado por Él, por lo que tenemos que respetar sus leyes. Actualmente
los ecologistas han reaccionado contra el desprecio del orden natural, contra el
abuso que destruye la naturaleza, y tienen razón, ya que el hombre no puede
trastocar ese orden, porque él no lo ha puesto, está sujeto a un ser Superior que
ha dado a la naturaleza un orden determinado que el hombre debe respetar.

Pero también es una realidad que el hombre tiene una posición especial en
el cosmos, no es igual a los demás, es evidente cierta superioridad que le dan su
inteligencia y libertad; es el único ser en este mundo que puede hacer ciencia y
desarrollar tecnología para llegar a otro planeta, el único que puede inventar
aparatos para mejorar el clima, para prevenir o curar enfermedades, el que sabe
de qué están compuestas las cosas... Esta capacidad le da cierto dominio de la
naturaleza, pero un dominio gracias a la inteligencia que el Creador le
proporcionó. El hombre tiene derecho a dominar la naturaleza, pero no de
cualquier modo, sino respetando lo que Dios ha establecido; es como un
administrador en el universo, no es dueño del negocio, puede disponer de los
bienes, pero no es quien establece su orden (Laura p. 10 y 11).

El hombre tiene una peculiar misión: por su dominio sobre la naturaleza,


debe lograr que se ordene según lo que ha sido dispuesto. No puede hacer lo que
quiera, si sus actos se vuelven contra la naturaleza, vendrán las consecuencias y
él mismo se hará un grave daño. En estas últimas décadas hemos presenciado los
efectos de malos manejos y manipulación de los bienes naturales otorgados;
hemos traicionado, en muchas ocasiones, la confianza depositada en nosotros.
.
La actividad empresarial no es ajena a estos malos manejos, el empresario
también puede lesionar gravemente el orden natural, así como es capaz de
contribuir a mejorar las cosas. Pensemos en una empresa que desecha productos
químicos sin las debidas precauciones; afecta la salud de una comunidad o
provoca algún desastre ecológico. Pensemos en empresas con horarios de trabajo
inhumanos, que traen desórdenes en las personas. Podríamos poner cientos de
ejemplos, lo que es evidente, es la enorme influencia de la empresa y por tanto la
responsabilidad, no sólo con sus empleados, sino con la sociedad entera. Sus
acciones repercuten y pueden llegar a ser universales. De ahí la necesidad de que

34
654611336.doc
Capítulo I

el empresario entienda la posición del hombre en el cosmos, pues el universo en


que vivimos no es ajeno a la empresa.

El hombre tiene un lugar en el universo, y es importante que se sitúe en él


como lo que es. No podemos vivir encerrados en un mundo en que sólo la ley de
la oferta y la demanda ordene la actividad empresarial, pues nuestro universo es
mucho más complejo que una ley económica. Es necesario que el empresario
adquiera la cultura suficiente, el conocimiento de sí mismo y de lo que le rodea,
para poder ejercer con calidad y responsabilidad su protagonismo en la sociedad
actual. Por ello, los temas antropológicos que tocaremos no pueden resultar
ajenos a la actividad empresarial; debemos tener la suficiente amplitud de mente y
de horizontes para comprender que el conocimiento del hombre en cuanto
hombre, entre más profundo, propiciará que nuestra acción empresarial sea un
factor de verdadero desarrollo en el mundo.

2.2 La vida humana, interrogación y misterio

Para comprender por qué la vida del hombre en todas sus dimensiones -
incluyendo la actividad empresarial- necesita estar regida y potenciada por la
ética, es indispensable conocer el modo de ser del hombre. Esto no es fácil
porque quien formula la pregunta es también un hombre, que no se limitará a una
observación sobre el exterior sino que forzosamente tiene que hacer una
introspección. Por otro lado, el estudio de la ética nos sugerirá aplicar esos
conocimientos a nuestra vida, por lo que en ocasiones resulta incómodo y
exigente.

Otra particularidad del saber antropológico es la riqueza del ser humano,


expresada en la palabra persona. Los hombres tenemos un modo de ser personal,
que implica individualidad, inteligencia, voluntad, libertad, pero no como si
fuéramos sólo un conjunto de partes, una especie de máquina de la que se
engranan las piezas y se estudia cómo funcionan (Laura p.9). El ser persona
expresa un cierto misterio y un valor inaprehensible en su totalidad. El hombre
puede llegar a ser lo que ha decidido ser.

La mayor riqueza de la persona es poseerse a sí misma para darse a otro,


en el amor, en la amistad, en el servicio (Laura p.12). Esta riqueza, difícil de
expresar y comprender, no guarda en su destino sólo la muerte; hay algo más allá,
pues su misma excelencia reclama la trascendencia, la inmortalidad. La persona
está en la existencia para algo trascendente, y por este motivo la vida del hombre
es radicalmente distinta de la de los otros seres vivos; su existencia tiene un
sentido trascendente, es decir, el hombre no vino a la existencia sólo a estar ahí,
ni siquiera para ser útil, para trabajar, para tener riquezas, sino que vive para
alcanzar su propia perfección (en la cual encuentra la felicidad), y por ese motivo
trabaja, estudia, busca riquezas...

35
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Capítulo I

El hombre es un ser vivo, pero su vida es radicalmente distinta a la de los


otros seres vivos, puesto que cada hombre hace un proyecto para su vida,
libremente busca su felicidad, y necesita de los demás para desarrollarse física y
espiritualmente. Para comprender la dimensión humana y trascendente de nuestra
vida, necesitamos conocer cómo está constituido el hombre. Para responder a las
interrogantes existenciales que todos nos hemos hecho: ¿que quiero hacer de mi
vida?, ¿qué sentido tiene mi existencia?, es necesario primero preguntarse ¿cómo
soy? y ¿quién soy? Sólo así se pueden encausar a un mismo fin y de modo
coherente, trabajo, estudio, relaciones humanas..., la vida entera (Laura p.21). Para
llegar a una ética empresarial que no se limite a una especie de código, sino que
empape toda su actividad, es necesario que el empresario y los miembros de la
empresa sepan qué es el hombre.

Si la vida humana no tiene sentido ¿por qué empeñarse encarnizadamente


en vivirla? Esta cuestión no concierne al ser humano más que por ser un viviente,
sólo los vivientes llevan su existencia orientada hacia un sentido: nacen, crecen,
se reproducen y mueren. Su existencia es un recorrido: ésta es una propiedad
general y común a todos los seres vivos, vegetales y animales. Se van
construyendo a partir de un germen inicial, toman del medio exterior los elementos
constitutivos de su organismo, siempre en proceso de desarrollo, transformando lo
que toman del exterior (metabolismo). Mientras que la existencia de los seres
inorgánicos, de los minerales, está abocada a la pasividad: sufren las leyes del
determinismo general (el suyo es un mundo de la no-vida, de degradación hacia
un estado mínimo de equilibrio, la entropía), el mundo viviente es sede de
actividad, de continuos intercambios con el medio inorgánico.

El ser vivo desarrolla su existencia siguiendo una trayectoria propia de cada


especie vegetal o animal. Ahora bien, quien dice trayectoria, dice orientación hacia
un término, con etapas específicas. La vida del insecto, que pasa a través de una
serie de fases diferenciadas (larva, crisálida, adulto definitivo), es un ejemplo bien
conocido.

2.2.1. ¿ Qué es vida?

Filosóficamente, “vida” significa la capacidad de realizar operaciones


por sí y desde sí mismo. Es decir, de principiar las operaciones desde sí mismo:
por él inician las acciones y las realiza para sí mismo, en tanto que se perfecciona
a través de ellas. El ser vivo vive para sí, a esta cualidad se le llama inmanencia,
que significa permanecer en sí. La inmanencia implica que las acciones de los
32

seres vivos no se vierten completamente sobre el exterior, sino que algo queda
32 Cf. CHOZA, Jacinto. Filosofía del Hombre. EUNSA. Pamplona. pp. 55-59.

36
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Capítulo I

dentro de él como queda el alimento, los recuerdos, las destrezas adquiridas, el


saber, etcétera.33

La diferencia con el ser inerte es que en él no permanece nada, su


transcurrir en el tiempo es acabarse absolutamente con él, agotarse. En cambio el
ser vivo es capaz de retener el pasado, el ser vivo dura, permanece. Es
inmanente por el hecho de que hay un resultado de sus acciones que permanece
en él, pues la inmanencia es la capacidad de retener el pasado. 34

2.2.2. Grados de vida

Los niveles de inmanencia muestran el grado de perfección del ser vivo,


pues entre más capacidad de asimilación de las distintas realidades, más perfecto
será el ser en cuestión. Por ello los grados de vida se establecen según los grados
de inmanencia. El primer modo de permanecer o grado de inmanencia es la
nutrición. Para un ser vivo nutrirse es asimilar determinadas sustancias,
incorporarlas a sí mismo, es decir, convertirlas en su propio cuerpo. En el vegetal
se da la primera forma de comunicación, llamada nutrición, donde lo que era
orgánico y externo pasa a estar vivo y unido a los demás elementos de la unidad
del viviente. La nutrición se subordina al crecimiento, proceso por el que el ser vivo
alcanza por sí mismo, de modo progresivo, su propia identidad. El crecimiento, a
su vez, se subordina a la reproducción.

El segundo grado es la vida sensitiva. Los animales están dotados de un


sistema perceptivo, donde la asimilación o la permanencia no es sólo material,
sino que comienza la comunicación con el mundo por medio del conocimiento
sensible y de los apetitos. La capacidad de salir de sí para percibir lo que les
rodea es el conocimiento, y la capacidad de moverse hacia algo es el apetito. 35

Estas dos capacidades otorgan al animal una cierta conciencia de sí: saben
cuando algo les duele, saben que necesitan buscar alimento, que hay ciertos
alimentos que les hacen daño, que deben protegerse de los peligros, etcétera. Por
estar dotados de sensibilidad, los animales tienen un grado de inmanencia mayor
que el de los vegetales.

2.2.3. La acción del hombre en cuanto ser vivo

En la vida humana se dan, de algún modo, los dos grados de vida


anteriores, pero decimos que sólo de algún modo, pues no se puede decir
propiamente que el hombre es la suma de un vegetal y un animal. La vida humana
33 Idem.
34 Ibid.
35 Ibid.

37
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Capítulo I

es radicalmente distinta a la vida de los vegetales, aunque también realice


operaciones de nutrición, crecimiento y reproducción; lo mismo se puede decir con
respecto a la vida animal. En este punto, surgen confusiones, muchas veces
equiparamos en dignidad a una persona humana con un animal, o la degradamos
al estado animal, atendiendo solamente a sus semejanzas físicas.

Pues bien, el hombre, no sólo participa de esta dialéctica de crecimiento y


desarrollo, sino que lo hace de un modo muy original. La singularidad de su vida
no es simplemente una cuestión de grados, en un más o en un menos, sino que
hay un cambio de naturaleza entre la forma de la existencia humana, y la de las
restantes especies vivas (Laura p.9 y 10). Veamos el asunto más de cerca.

Los seres vivos infra-humanos (plantas y animales), tienen una existencia


con un sentido predeterminado; su vida se desarrolla inexorablemente, siguiendo
el esquema propio de cada especie. El sentido de la vida les viene impuesto por
la naturaleza o el instinto, (término vago que oculta a menudo nuestra ignorancia
de los procesos que regulan el comportamiento de cada individuo). Su vida tiene
para cada uno de ellos un sentido monovalente, bien programado desde el
comienzo de su existencia. En el hombre, la vida es radicalmente diferente de la
vida vegetal y animal, porque su principio de vida, el alma humana, es espiritual.

2.3. La materia y el espíritu humanos

2.3.1. El alma como principio de vida

Todos los seres vivos están compuestos por materia, y por algo que
mantiene unida esa materia y la hace actuar de un modo determinado. Ese algo
que unifica la materia en los seres vivos, que la vivifica, es el alma, que se define
como principio de vida. La vida se manifiesta sobre todo en el automovimiento.
Según los grados de vida, podemos decir que hay alma vegetal, animal y alma
humana. El alma no es corpórea, pues el cuerpo no es el principio de la vida.
Hemos observado materia sin vida en muchas ocasiones: un animal o un ser
humano. Esto no quiere decir que el cuerpo no sea necesario para un ser viviente,
el cuerpo entendido como materia, es condición necesaria para que exista un ser
viviente, pero es distinto que sea una condición a que sea el principio de vida. El
alma es principio de vida pues es el acto que vivifica la materia.

Entre mayor sea la dependencia de un ser vivo respecto de la materia, su


grado de vida es inferior. El alma vegetal depende de su materia en tal medida,
que no es capaz de realizar un movimiento local por sí misma. El alma animal
domina la materia y le permite moverse hacia cualquier lugar, puede conocer por
los sentidos y apetecer las cosas. La espiritualidad del alma humana es tan fuerte
que no necesita de la materia para subsistir, ya que sus dos facultades superiores:
inteligencia y voluntad, no dependen de un órgano corpóreo.

38
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Capítulo I

La inteligencia no es un órgano que se localice en una parte del cuerpo,


aunque a veces pensemos que el cerebro es el órgano de la inteligencia; si así
fuese nuestra capacidad de conocer no sería infinita, como realmente es. A
diferencia del intelecto, todos los sentidos están limitados por su materialidad;
como la vista tiene un objeto propio que es la luz y, según sus condiciones, capta
lo visible dentro de ciertos parámetros, pero cuando la luz es insuficiente el acto
de la vista queda imposibilitado, y cuando es excesiva, puede destruir el órgano de
la visión. El caso es que la vista está limitada por sus condiciones materiales. En
cambio la inteligencia es capaz de conocerlo todo, y de rebasar los límites de la
materia (tal como lo apreciamos en el mismo caso de la vista, pues la inteligencia
humana ha inventado aparatos para superar sus límites: telescopios,
microscopios, etcétera). La inteligencia es capaz de conocer todo lo que es.

También la voluntad, en su acto, se ordena al infinito, porque puede


quererlo todo: lo que hay, e incluso lo que no hay; si la voluntad puede querer el
universo entero y más universos todavía, entonces está fuera del universo, porque
lo abarca y, en consecuencia, no es del orden de lo corpóreo.

2.3.2. Inmortalidad del alma humana. Unidad del cuerpo y alma

El alma es lo que constituye a un cuerpo como tal, en cuanto que es su


principio de determinación y unificación. Pero la peculiaridad del alma humana es
que, además de hacer que subsista el individuo, ella misma no depende de la
materia para subsistir, y por lo tanto el alma humana es inmortal.

La concepción dualista del hombre, que se remonta hasta Descartes y que


considera alma y cuerpo como dos realidades yuxtapuestas, debe ser superada.
Según Descartes, el alma es esencialmente pensamiento, es inmaterial, capaz de
reflexionar sobre sí misma y constituye verdaderamente al hombre. El filósofo
francés entendía el cuerpo como una porción del mundo físico, estructurada de tal
modo que actúa al servicio del alma. El alma era, en consecuencia, bien distinta
del cuerpo que la servía, en una relación similar a la del jinete (el alma) y su
montura (el cuerpo).

Esta concepción ha sido rechazada por el pensamiento moderno, atento a


preservar la unidad de la persona humana, volviendo a la concepción tradicional y
bíblica, sintetizada por Tomás de Aquino. La unión entre alma y cuerpo es de una
naturaleza mucho más íntima, del orden de la composición: son dos elementos
llamados a entrar en composición original, para constituir la unidad del ser
humano.

No obstante, estos dos principios que explican la unidad del ser humano no
tienen que ser puestos en el mismo plano. Por una parte, el cuerpo, en su realidad
biológica, es una materia animada y estructurada por el alma, de la que es reflejo

39
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Capítulo I

y de cuyo destino participa a su manera. Cuando yo hablo de mi cuerpo no lo hago


como si se tratara de un objeto que me fuera más o menos exterior, sino como de
mí mismo, bajo el aspecto corporal «yo soy mi cuerpo»; ahora bien, por su
naturaleza biológica, el cuerpo está sometido a las leyes de la materia, y en
particular a la muerte. De esta manera, un cadáver ya no es un cuerpo humano; a
pesar de las apariencias, no es más que un agregado, una descomposición de
elementos físico-químicos que han perdido su unidad para disociarse en otras
formas, las definidas por la putrefacción.

Por el contrario, el alma humana tiene un destino propio. En primer término


anima al cuerpo, en cuanto rostro orgánico del ser, pero por otra parte emerge de
esta función puramente biológica y despliega una actividad que le es propia, con
una independencia de la materia a la que ella anima. Esta independencia,
revelada por su capacidad de pensamiento abstracto y de voluntad libre, la
constituye en un principio espiritual, cuya suerte no está ligada a la de la materia;
tras la muerte corporal, el alma sobrevive a este vencimiento pues, al no estar
compuesta de partes diversas (como el cuerpo), no es susceptible de
descomposición. El alma es simple y, en consecuencia, no puede ser arrastrada
por la muerte. Este es el motivo fundamental para afirmar la supervivencia del
alma, con la que la filosofía occidental, desde Sócrates, ha caracterizado su
concepción del hombre, y así ha pasado al cristianismo.

2.4. Operaciones y facultades humanas

2.4.1. Facultades para conocer

Todos los seres capaces de conocer tienen un cierto grado de


inmaterialidad, que se da en las facultades cognoscitivas, es decir, en los sentidos.
Como explicamos anteriormente, el grado de perfección del ser se va reflejando
en el grado de inmaterialidad que posee. El ser humano es más perfecto que el
animal, precisamente porque sus facultades cognoscitivas no se limitan a la
sensibilidad, sino que se extienden hasta la inteligencia.

Conocer es poseer inmaterialmente una forma. No se debe entender la


forma como figura, pues si el conocimiento fuera la posesión de figuras no
podríamos pensar cosas inmateriales, como de hecho lo hacemos. El término
forma en filosofía significa principio intrínseco de unidad y de actividad, y
aquello por lo cual algo es lo que es (esencia). Por ejemplo: el calor es un
principio activo que se da en los cuerpos. Podemos decir que este objeto está
caliente, pero la forma del calor puede poseerse de distintos modos. Un vegetal
puede estar caliente, el animal puede estar caliente y percibir dicho estado, y el
ser humano puede estar caliente, sentir el calor y además conocer qué es el calor
(al grado que ha podido inventar instrumentos que lo midan y mecanismos para
producirlo o disminuirlo).

40
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Capítulo I

¿Cómo se explica que el conocimiento sea inmaterial (intencional)? Porque


tiende hacia lo conocido, es una manera de explicar por qué el alma, mediante el
conocer, es “en cierto modo todas las cosas”. Si el conocimiento es la posesión
inmaterial de las formas, quiere decir que el modo material de recibir el calor es
calentarse, como se dijo, y el modo inmaterial de recibirlo no es volverse caliente.
Para recibir la forma del calor y no calentarse se necesita recibir la forma de modo
inmaterial. Cuando el grado de inmaterialidad de la facultad cognoscente es
máximo, la facultad es espiritual y su capacidad cognoscitiva es también máxima.
En la sensibilidad se requiere de un órgano material para percibir (ojos, piel,
etcétera) y por lo tanto se necesita que el objeto conocido también sea material.

2.4.2. El conocimiento intelectual y la voluntad

La conducta específica del hombre es espiritual y se manifiesta en los actos


de querer y pensar. Con el libre dominio sobre sus operaciones, el hombre se
distingue esencialmente de los animales, participando de un grado superior de
vida cuyas manifestaciones son: el trabajo, la ciencia, la técnica, el arte, la religión,
etcétera. La naturaleza humana contiene, de modo más noble, las perfecciones
corpóreas y las de la vida vegetativa y sensitiva; por ello es la cumbre del
universo material.

La inteligencia se apoya sobre el conocimiento sensible para conocer la


naturaleza de las cosas: entiende lo que las cosas son, es decir, su esencia. Para
ello requiere del conocimiento sensible, pero no se detiene en él: si yo quiero
definir al hombre, expresar su esencia, sería erróneo hablar de un ser con dos
piernas, cabello, ojos..., pues esas cualidades no lo distinguen esencialmente de
los demás animales. En cambio, si digo que el hombre tiene razón, lo estoy
distinguiendo de todos los seres materiales.

La racionalidad, el conocimiento intelectual, es una cualidad esencial del


hombre, que realiza a través de tres operaciones fundamentales: simple
aprehensión, juicio y raciocinio.

La simple aprehensión entiende lo que la cosa es, produciendo


conceptos. En el juicio relacionamos conceptos para decir lo que son las cosas,
y ver si hemos captado la verdad de una realidad. Por ejemplo, cuando digo “el
coche es rojo”, estoy uniendo dos conceptos: rojo y coche. Si dichos conceptos
están unidos en cierta realidad, mi juicio es verdadero; si no, es falso. La última
operación del intelecto es el raciocinio, la conexión de juicios por los que la
inteligencia discurre desde lo desconocido hacia nuevos conocimientos.

Hay dos tipos de conocimiento intelectual: el especulativo, cuyo único fin es


contemplar la verdad, y el práctico que se ordena a trasformarla. Existen entonces
ciencias especulativas, como la Matemática pura y la Metafísica; y ciencias

41
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Capítulo I

prácticas como la Ética, que pretende dirigir la actuación humana, o como la


Medicina, el Derecho, etcétera.

2.5 Dinámica tendencial del hombre

El hombre realiza funciones vegetativas, en él también existen las


tendencias a la autoconservación y reproducción. Lo mismo sucede con las
tendencias animales. Pero el hombre, por tener dos facultades superiores, realiza
de un modo radicalmente distinto las funciones vegetativas y sensitivas. No es un
vegetal – animal - humano, sino un ser humano en todo lo que hace y lo que es.
Por eso la animalidad en el hombre es específicamente humana, y sus deseos y
tendencias, aunque sean biológicas, son esencialmente humanas.

La conciencia intelectual volitiva, ha de acoger desde su comienzo los


deseos y tendencias orgánicas: hacerlos propios, personales (por eso se puede
vivir de un modo personal la propia nutrición, la propia sexualidad, etcétera). Que
las tendencias orgánicas tengan que ser asumidas por la inteligencia y la voluntad
quiere decir que deben ser sometidas al albedrío humano, y que pueden ser
aprendidas, desarrolladas y consolidadas en forma de hábitos.

2.5.1. El apetito sensible y la voluntad

En la articulación entre deseos-impulsos y razón-voluntad, se manifiesta


un dominio por parte de las facultades superiores (inteligencia y voluntad) sobre
las inferiores (deseos-impulsos). Tal dominio no es total (despótico), pues los
deseos e impulsos gozan de cierta autonomía frente a la inteligencia y la
voluntad. No obstante, las facultades superiores deben educar a las inferiores con
un dominio “político”, en el sentido que no se trata de una anarquía sino un
convencimiento por parte de la inteligencia que tiende al bien sobre la voluntad
para que se oriente hacia el bien. El hombre puede dominar los deseos e impulsos
que van contra su bien o el bien de otro, pero a causa de la libertad (posibilidad de
elegir) también puede plantearse fines y medios que lo lleven a su propia
destrucción o la destrucción de otros: droga, alcohol, homicidio, etc. por falta de
dominio sobre sus apetitos, ignorancia del bien y en ultimo caso porque quiere
aquello aunque vaya de por medio su destrucción (Laura p.18).

42
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Capítulo I

2.5.2.Deseo de placer y agresividad (apetitos sensibles) y


voluntad (apetito intelectual)

Los apetitos o tendencias que siguen al conocimiento sensible del bien o


del mal son el concupiscible y el irascible y se reflejan en una emoción intensa en
el organismo. El apetito sensible busca lo placentero y rehuye lo nocivo; el
irascible se inclina hacia un bien difícil de alcanzar (bien arduo), rechazando todo
lo que se opone a su consecución.

Pero también a lo conocido intelectualmente le sigue una inclinación, la


voluntad o apetito intelectual. Si, como hemos visto, el conocimiento intelectual es
superior al sensible, entonces es lógico que la voluntad gobierne al apetito
sensible. El dominio de la voluntad sobre los apetitos, como ya también
mencionamos, no es un dominio tiránico sino “político”; cuando siento temor o
rencor, no desaparecen porque yo quiera dejar de sentirlos. La decisión honesta o
la voluntad rectamente orientada por la razón, ordena los movimientos
emocionales o las pasiones al incremento de la fuerza para sostener la decisión
correcta o para debilitar la incorrecta ” . Sin embargo, si los animales ante un
36

estímulo tienen una respuesta determinada, el hombre puede decidir su


respuesta. El hombre no está determinado a un bien sensible porque la
inteligencia le permite abrirse a otros bienes. La inteligencia conoce cada cosa en
su razón de bien, y la voluntad puede elegir entre los distintos bienes que se le
presentan. Haciéndonos cargo del papel de la inteligencia y la voluntad en la
acción humana, se entiende por qué el hombre puede sustraerse a la
atracción de los objetos y tener una variabilidad indefinida en su
comportamiento.

2.5.3. Pasiones y afectos

Como ya habíamos mencionado, los actos de los apetitos sensitivos son


las pasiones, y los del apetito intelectivo o voluntad son los afectos. Es un error
considerar las pasiones como intrínsecamente malas porque, en sí mismas, no
son buenas ni malas. Son buenas si se dirigen al bien propio del hombre y están
controladas por la razón, y son malas cuando se dirigen al mal y la voluntad no
ejerce dominio sobre los apetitos. La voluntad, al querer el bien, apunta a alcanzar
el perfeccionamiento de todas las potencias humanas: en último término, quiere
alcanzar la felicidad. Pero muchas veces las pasiones y los afectos ejercen una
fuerza contradictoria. Es una realidad cotidiana el tener que luchar en contra de
esas tendencias pasionales y afectivas que nos alejan de nuestro verdadero fin.
36 Dr. Fernández A. Bernardo et al “ Los actos humanos”, Nota técnica (P)FHN-97, 1993. IPADE.

43
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Capítulo I

Para alcanzar la felicidad hay que elegirla y lo hacemos cuando elegimos la


verdad y el bien; esta serie de actos logran el recto orden de las pasiones y
los afectos. La cualidad que se forma gracias a la repetición de estos actos
buenos se llama virtud y por el contrario los hábitos que se crean de actos malos
son los vicios. En esto radica el perfeccionamiento o desarrollo personal y con él
se alcanza la plenitud de la condición humana (Laura p.12 y 14).

En muchas ocasiones, las pasiones son tendencias a bienes sensibles que


pueden alejar al hombre del perfeccionamiento de sus potencias espirituales. Un
ejemplo sencillo es el deseo de comodidad que aleja del esfuerzo y cuya
consecuencia es la carencia de hábitos positivos como el estudio, la disciplina,
etcétera.

Entre las inclinaciones innatas del hombre están la tendencia a la plenitud


(felicidad) y al placer. Los bienes sensibles no sacian al hombre porque su
inteligencia y voluntad le proponen bienes superiores a los puramente materiales.
Los bienes espirituales son los que le pueden conseguir la felicidad, mientras que
los sensibles sólo producen un sentimiento momentáneo de satisfacción (ReA p.12).

El problema de la inmoralidad humana surge porque la “programación


genética” que regula el comportamiento está rota en el hombre, de manera que su
comportamiento puede ser contrario a su naturaleza. Un animal, por no tener
inteligencia y voluntad, es decir, por no ser libre, nunca puede ir en contra de su
naturaleza. 37

Retomando la idea de las necesidades en el hombre, podemos constatar


dos cosas: en primer lugar, y esto es un hecho permanente, la satisfacción de
cualquier necesidad, lejos de apaciguar, descubre una tensión hacia otra cosa,
revelando una carencia en ese momento más fundamental. En otros términos, la
satisfacción de una necesidad, lejos de detener el impulso y el ímpetu hacia el
bien deseado (como ocurre en el caso del animal), no hace sino crear un deseo
nuevo. La idea de horizonte ilustra bien este hecho: con cada necesidad
satisfecha se amplía el horizonte, cada necesidad saciada hace brotar otra, y de
ahí la indiferencia y la loca carrera en pos de nuevas satisfacciones. Del mismo
modo que el horizonte se aleja a medida que creemos acercarnos a él, sucede
con el deseo de felicidad tras una necesidad material o secundaria satisfecha. De
ahí la propiedad del hombre (inexistente en el animal) de tras apaciguar una
necesidad superflua, sentir un vacío espiritual por noble que sea.

El ser humano está siempre insatisfecho y a la búsqueda de algo nuevo, de


algo más perfecto quizás, de algo más plenificante; esa desilusión es clara en el
niño que sueña con un juguete y se cansa en cuanto lo ha gozado y comprendido
su misterio. Igual sucede con el coleccionista, siempre a la búsqueda de la pieza
rara que le falta, y con el Don Juan insaciable en sus conquistas amorosas,
creyendo colmar su sed de amar multiplicándolas, cuando lo único que hace es
ahondar más su carencia congénita.
37 Cfr. CHOZA, Jacinto. Filosofía del Hombre. EUNSA. Pamplona. p. 255.

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Capítulo I

Por otra parte, y esto es más marcado en nuestra época, no sólo


pertenecemos a una sociedad de consumo, sino de derroche, en la que vemos
aparecer nuevas necesidades, atizadas por una hábil publicidad, que no hace sino
agravar la diferencia entre la ampliación indefinida de nuestro horizonte de deseos
y las satisfacciones que podemos alcanzar en objetos limitados y finitos. Dichas
necesidades superfluas, en vez de felicidad, no aportan sino rutina, cansancio y
aburrimiento; de ahí ese desencanto que está en el origen de muchas preguntas
sobre el sentido de la vida humana (Laura p.18).

Los moralistas clásicos se complacían estudiando la felicidad (o la beatitud),


pasando revista a los diferentes dominios de la vida humana, con objeto de
concluir que las satisfacciones obtenidas no podían otorgar la felicidad. Este era el
caso, por ejemplo, del amor humano, especialmente bajo su aspecto de placer
carnal, en el que tantos seres humanos ponen su esperanza de felicidad, y que se
revela, después de todo, decepcionante para muchos. Es uno de los dominios
más fácilmente absolutizados, fuente de ilusiones y fracasos. Como cantaba
Jacques Brel: «amar hasta el desgarro. Amar, incluso demasiado, incluso mal,
intentar, sin fuerza ni armadura, alcanzar la estrella inaccesible, tal es mi
búsqueda... pero no me esperan en ningún lado, ya sé que se muere al azar,
alargando el paso...».

Hay otro dominio de lo humano que parece ofrecer una posibilidad de ser
feliz: la búsqueda del poderío que anima a tantos hombres a través de su
compromiso profesional o político. Pero cuando se obtiene un poco de poder,
pronto revela su incapacidad para llenar el corazón humano. Lo mismo ocurre en
otro terreno más desinteresado, el del conocimiento, el de la búsqueda de la
verdad, especialmente cuando le subyace un afán humanista por la mejora de las
condiciones de vida. Además de que esta búsqueda puede costar muchos
sacrificios, renuncias y fracasos, choca contra la finitud de lo terrestre y de lo
humano.

Sólo la apertura a un horizonte más vasto, y especialmente la certeza de


desarrollar este combate en el contexto de una fe en Aquél que es el único capaz
de traernos la verdadera liberación, pueden infundir a este esfuerzo una alegría
inalterable.

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Capítulo I

CAPÍTULO III

EL SENTIDO DE TU EXISTENCIA Y LA ÉTICA

Caso: Reynaldo asciende… (FALTA REVISAR)

1. Reynaldo tiene 24 años, y es el quinto hijo de una familia de seis, tiene una novia desde hace
dos años, con la que planea casarse al terminar la carrera y tener una posición económica
estable. Es estudiante de psicología del último semestre, ha cursado la carrera sin ningún
problema, pero sin ser de los alumnos brillantes. Confundido sobre su futuro le platica a un
profesor sobre sus expectativas, éste entendió perfectamente sus problemas, conoce las
dudas, y además puede darle una respuesta. Así que le ofrece trabajo de medio tiempo
como asistente de recursos humanos; ganará un salario mínimo, sin embargo, es una buena
oportunidad para adquirir experiencia.

2.Han pasado seis meses desde entonces, ha concluido sus estudios y piensa que debe obtener
un mayor ingreso, sin embargo, esto no es posible en la empresa que trabajaba
actualmente, por lo que empieza ha enviar su currículum ha diferentes instituciones, a los
tres meses recibe su primer oferta de una empresa dedicada al ramo de las copiadoras; las
actividades y el puesto no eran muy diferentes del actual, sin embargo, al ser de tiempo
completo tendrá una mejor remuneración, por lo que decide dejar su trabajo e ingresar en la
nueva compañía.

3.Durante los primeros meses se ha desempeñado de manera excelente en su trabajo, ha


demostrado una gran entrega y dedicación, y se ha ganado la confianza de sus superiores;
así que, sintiéndose seguro en su trabajo, y feliz por lo que está realizando, no duda en
proponerle matrimonio a Leonor, que acepta sin pensarlo; está contenta con Reynaldo, y
confía en que él siempre estará con ella.

4.Leonor vive en un ambiente de clase alta, sus necesidades siempre han sido cubiertas por el
dinero de su padre, viaja al extranjero dos veces, generalmente a Las Vegas y a Europa.
Piensa en trabajar para adquirir experiencia, y así poder manejar los negocios familiares
algún día; sabe que Reynaldo no tiene la misma posición económica, sin embargo, no ha
dudado en mantener la relación con él, piensa que a futuro las cosas mejorarán, mientras
esto sucede tendrán el apoyo de sus padres.

5.Reynaldo no está del todo de acuerdo, él quiere ser el soporte de Leonor, por lo que se esmera
en que todo sea perfecto para ella. El último año y medio lo ha pasado preparando la boda,
Reynaldo no ha faltado a ningún compromiso, por esto ha descuidado su trabajo y no ha
llegado a ser la pieza importante que desea. Reconoce esta situación, por lo que piensa en
entregarse más después de la boda. Le comenta a su hermano “ahora es tiempo de
casarse, de ahorrar, de dedicarle tiempo a la felicidad de Leonor, después lo será de

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Capítulo I

dedicarse al trabajo para cumplir todas las expectativas de ella y que no tenga que recurrir a
sus padres en ningún momento”.

6.Los primeros meses después de la luna de miel han sido grandiosos, sin embargo, Reynaldo ha
llegado tarde, y empieza a dedicar más tiempo a su trabajo, Leonor entiende que esto lo
hace por el futuro económico de la relación, sin embargo espera que Reynaldo no descuide
una cosa por la otra. Después de unos meses en el trabajo lo han ascendido a “Jefe de
Recursos Humanos”; su sueldo ha mejorado y tiene mejores prestaciones, comienza a ver
que en la empresa se remuneran todos sus esfuerzos. Por otro lado, en la casa, comienza a
tener problemas con el horario de llegada, y Leonor se queja de que la ha descuidado, lo
que resulta contraproducente, ya que Reynaldo se compromete más en el trabajo, y trata de
evitar las discusiones con Leonor. Lo que en el fondo ha sucedido es que se siente mejor
trabajando, piensa que está comprometido también con la empresa y que ésta es tan
importante como cualquier otra cosa que tenga por delante.

7.Han pasado seis meses desde su ascenso y recibe una oferta de trabajo; ahora se trata de una
compañía de automóviles que requiere una nueva estrategia en capacitación, ramo en el
que se ha especializado Reynaldo en su carrera profesional, y le ofrece trabajo como
gerente del área. Reynaldo siente que es desleal, sin embargo, no ve un claro futuro en la
empresa de copiadoras, además de que sólo han pasado dos años desde su contratación,
por lo que, después de platicar con su jefe, decide aceptar. Ahora se siente más
comprometido con el trabajo, no sólo por que recibe un mayor ingreso, sino por que le han
propuesto un ascenso rápido si lo hace.

8.De pronto el trabajo ha empezado ha absorber a Reynaldo, no tiene tiempo para ningún tipo de
evento, comienza a llegar después de la media noche a casa, trabajar los fines de semana,
los domingos cuando es necesario. Sin pensarlo, ha pasado más tiempo en la oficina que en
cualquier otra parte. Reynaldo no se siente cansado por esto, realmente ama su trabajo, y
quiere ser fiel a esta nueva empresa. Su trabajo es reconocido como uno de los mejores, y
quiere que lo siga siendo, sabe que pronto llegarán los aumentos, y los ascensos, no tiene
ninguna prisa; ya ha escuchado las historias sobre la gente que es leal a esa empresa,
ninguna de ellas se arrepiente de serlo, aunque es preciso notar que en ningún caso la
carga de trabajo ha disminuido.

9.Los problemas en casa han aumentado, ahora tienen el nivel socioeconómico que desean, pero
Leonor argumenta que Reynaldo tiene una amante, ¡el trabajo! Jamás lo descuida, jamás se
niega, nunca falla, ¡es la amante más difícil de vencer! Así han pasado los últimos cinco
años, ahora Reynaldo tiene 32 y su posición en la empresa es realmente importante, sus
planes de capacitación son reconocidos no sólo internamente, sino por muchas empresas
que los han visto.

10. Los resultados son admirados por sus superiores, y deciden enviarlo a la planta de
Monterrey, que ha tenido pérdidas en los últimos dos años. Reynaldo se siente feliz, es un
gran honor que lo tomen en cuenta para la nueva administración en Monterrey, va como
subdirector de recursos humanos, y recibirá órdenes del Director General. Al momento en
que lo platica con Leonor siente un rechazo absoluto, al grado de que le ha pedido el
divorcio, dice que no soporta más la competencia con el trabajo, y no siente que Reynaldo

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Capítulo I

piense cambiar. Dejar la ciudad significa dejar a los padres y la familia, que son los únicos
que se han mantenido con ella durante este tiempo, ya que Reynaldo no ha querido tener
hijos.

11. Reynaldo se va a Monterrey a su nuevo puesto, la separación sólo ha causado que se


dedique de tiempo completo al trabajo. Al inicio fue a jugar golf, prestación de su nuevo
puesto, sin embargo poco a poco se convirtió en un estorbo para el trabajo y también lo
dejó. En noviembre de 1997, 6 años después de haber ingresado al trabajo, fue despedido.
Su jefe no estaba contento con algunas actitudes de Reynaldo, la gente se había quejado de
que tenía preferidos en el empleo, a los cuales daba algunas prestaciones; el Director de
Monterrey no quiere tener problemas y ha decidido correrlo.

12. La liquidación ha sido justa, sin embargo, Reynaldo se siente decepcionado. Triste le
comenta a su hermano: “ No debes de dejar la vida en la oficina; es bueno ser fiel y honesto
en tu trabajo, pero nunca dejes que éste te robe el alma. Tu esposa, formar una familia, tus
actividades personales, deben ser tan importantes como tu empleo. El sistema tiene sus
fallas, y una de ellas es dejar de reconocer tu trabajo cuando éste no es productivo para la
empresa. ¡Ten cuidado! No cometas el mismo error que yo”.

3.1 El motivo de la ética está en el hombre

“La ética no es un adorno, un añadido al hombre en


tanto que actúa, sino que configura... la entraña misma de
su actuar”. 38

En el mundo de los negocios, ser ético no quiere decir hacer mecenazgo


(que puede ser moralmente meritorio o un mero ejercicio de relaciones públicas, o
incluso censurable, si se utiliza, por ejemplo, como tapadera de actividades
inmorales). Tampoco quiere decir pagar salarios más altos que los del mercado
(medida que puede ser buena, o una grave imprudencia); o renunciar a los
beneficios (en una empresa mercantil, esto es por lo menos, una tontería); o tener
un código ético (que, de nuevo puede ser un intento de mejorar el nivel moral de la
empresa, o la respuesta a una moda, o un artificio para aprovecharse del prestigio
que da tenerlo); o fabricar productos ecológicos, o no contaminar o, usar papel
reciclado, o dar preferencia a las minorías en la contratación.

Ser ético no es llevar a cabo determinadas prácticas , es una convicción 39

personal; no es la empresa la que es ética, lo será si sus directivos y empleados lo


son. “Nos interesa entender lo ético y el porqué el hombre es un ser

38 POLO, Leonardo. Ética: hacia una versión moderna de los temas clásicos. Coeditado por: Universidad Panamericana y Publicaciones
Cruz O., S.A. México. 1993. p. 18.
39ARGANDOÑA. Antonio La ética en la empresa. EUNSA 1990 p.11.

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Capítulo I

profundamente ético, hasta tal punto que no hay nada en el ser humano que se
pueda considerar neutral desde el punto de vista ético o independientemente de
él”.40

Todos nos hemos hecho en algún momento preguntas sobre nuestro origen
y fin ¿quién soy? ¿a dónde voy?, ¿qué quiero hacer de mi vida? Al responderlas
hemos formado un proyecto de vida, hemos “finalizado” nuestra existencia,
eligiendo el fin por el que vamos a gastarnos; y por tanto, todas nuestras acciones,
estudios, trabajos, relaciones sociales, etcétera, serán para lograr eso que
anhelamos. Nuestra vida tiene el sentido que nosotros le hemos dado, y vivimos
poniendo medios para alcanzar esos objetivos o ideales (ReA p.5-7).

El sentido de la existencia es mío, porque es mi vida y no la de otro,


pero no todo en ese proyecto de vida está sujeto a mis decisiones. Es un
hecho demostrable que alguien nos dio la existencia, y que ese Ser tiene que ser
muy superior al hombre. Nacimos sin hacer nada para ello, no tenemos poder para
crearnos. Esto nos hace caer en la cuenta que somos lo que somos, no por
nosotros mismos, sino por alguien muy superior a las capacidades humanas y a
las de la naturaleza.

Si el hombre no tuviera una naturaleza inacabada que necesita


perfeccionarse y capacidad para decidir su propia vida, la ética no tendría razón
de ser, pues su tarea como ciencia es mostrar al hombre, tomando en cuenta su
naturaleza libre y perfectible, los lineamientos a seguir para alcanzar su
perfección, o dicho de otro modo, su felicidad. Por tanto, su razón de ser está en la
naturaleza del hombre que tiende a la felicidad.

3.1.1. Naturaleza y fin ¿con libertad?

Desde que nacemos contamos con unas características comunes a todos


los hombres y otras que nos distinguen de los demás. Las primeras son
esenciales, por ellas somos hombres y no dioses, ángeles, animales, vegetales o
cosas. Característica propia de nuestra naturaleza es estar compuesta de alma
espiritual y cuerpo; es tan importante que sin ella dejaríamos de ser hombres. Las
características no esenciales varían sin que ello afecte a nuestra naturaleza, por
ejemplo, el color de la tez. Sabemos que el hombre es un ser racional, que tiene
instintos, pero a la vez y a diferencia de los animales ama, piensa, es libre en la
elección de su manera de vivir. Este peculiar modo de ser que distingue al hombre
del resto de las cosas, es la NATURALEZA HUMANA. En ella está el fundamento
de la dignidad de la persona, ya que le confiere un lugar más elevado en la
creación. Su facultad de pensar le lleva a un conocimiento más perfecto, le hace

40 Op cit. POLO, Leonardo. Ética: hacia una versión moderna p. 17.

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Capítulo I

apto para obtener otro tipo de bienes como el arte y la religión. Boecio en la
primera definición de hombre dice “ substancia individual de naturaleza racional”.

De la realidad de que hay una naturaleza humana dada por el Creador de


todas las cosas, se sigue y se fundamenta la moral. Podemos subrayar tres
realidades insustituibles para esta fundamentación:

Primera: el hombre, al ser creado, está sujeto a una voluntad ajena a la


suya. En él hay realidades no sujetas a su aprobación o desaprobación, le han
sido dadas en su naturaleza. Nadie pidió nacer, tener cuerpo, alma o inteligencia;
esto ha sido un don, un regalo por encima de nuestras posibilidades, y por ser
dones gratuitos y superiores a nosotros, es absurdo revelarnos contra ellos, pues
nos rebelaríamos contra nosotros mismos. Tenemos un determinado modo de ser,
una naturaleza que no está en nuestras manos cambiar y un conjunto de leyes
inscritas en ella que rigen nuestras acciones. La tarea que nos ha sido
encomendada es asumir la responsabilidad de todos esos dones que hemos
recibido encauzándolos al bien. Kant lo expresa como “ hay dos cosas
verdaderamente admirables en el mundo: el cielo estrellado fuera de mí, y el orden
moral dentro de mí “

Segunda realidad: en nuestro modo de ser nos fue dado nuestro fin.
No pretendemos que un animal estudie en la universidad, su fin no es conocer
porque no tiene las capacidades requeridas. Algo semejante sucede al hombre,
está hecho para ser hombre, y su fin es llegar a serlo plenamente y no ser Dios, ni
animal, ni un objeto desechable. El hombre tiene un determinado modo de ser y el
fin que puede y debe alcanzar para ser feliz está de acuerdo a esta naturaleza. El
hombre es ético, porque tiene un fin que quiere alcanzar libremente a través de
sus acciones, porque necesita tener un proyecto de vida que él mismo se haya
propuesto. Asume la realidad de lo que le ha sido dado y lo convierte en un
propósito.

Tercera realidad: aun con una naturaleza dada y un fin dado, el hombre
goza de libertad, puede asumirlo o rechazarlo. Asumir su naturaleza, actuar
según sus dictámenes y amar el fin al que está destinado; o ir en contra y
rechazarlo. Esta capacidad de rechazar o asumir es factible, gracias a las
facultades propias del hombre: inteligencia, que le permite conocer la verdad (lo
que debe hacer o lo que lo hace verdaderamente feliz) y voluntad, que le permite
querer eso que lleva a la felicidad. La inteligencia busca la verdad y la voluntad
quiere el bien, ambas nos presentan verdad y bien, y la libertad, es la capacidad
para elegir entre verdad o mentira y entre bien y mal. Pero como la libertad es una
de las mayores perfecciones del hombre, sólo se encamina a la perfección si elige
el bien libremente, cuando es forzado, no le perfecciona.
Aunque el hombre sólo se perfecciona ejerciendo su libertad, ésta no es
suficiente para perfeccionarse; lo que perfecciona, lo que anhelamos, es el bien, y
sólo el bien es objeto de nuestra voluntad. Por ello el simple ejercicio de la
libertad, una libertad autónoma, no es nuestra felicidad.

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Capítulo I

3.1.2. El hombre, ser de necesidades

Todos los seres vivos tenemos necesidades: estamos habitados por una
carencia permanente, no podemos existir, más que a través de un intercambio
incesante con el medio ambiente, del que tomamos elementos que incorporamos y
hacemos propios. La planta necesita un suelo rico en sales minerales, agua y aire,
es una dependencia constante, no puede vivir si no sacia estas necesidades.
Cuántos animales ocupan casi toda su existencia en saciar su necesidad de
alimento.

En el hombre el proceso toma otra dimensión, pues no es sólo un ser


biológico (aunque para ciertos humanos la preocupación alimentaria sigue siendo
prioritaria, y no solamente en países subdesarrollados donde el hambre es
permanente). En razón de su psiquismo, el hombre está abierto a otras
necesidades; por ser de un orden diferente, la carencia que sufre es también
permanente y portadora de una interpelación profunda, y esta vez consciente,
hacía la felicidad.

Dijimos que su existencia transcurre en crecer, desarrollarse y buscar en el


entorno los «bienes» necesarios. Veremos, más adelante, cómo la persona es
«sujeto de decisiones morales», un ser esencialmente «relacional», hecho para
entrar en relación con sus semejantes y su verdadera vocación es amar, se trate
de personas u obras. Pero al nivel de las necesidades intermedias, de los medios
para lograr su finalidad, fácilmente proyecta sobre ellos su sed de felicidad, y su
búsqueda se centra sobre el confort, la salud o el dinero. Como dice Aristóteles  :
no sin razón el bien y la felicidad son concebidos por lo común a imagen del
género de vida que a cada cual le es propio. Hace referencia a tres tipos de vida  :
poner el bien supremo en el placer amando la vida material y superflua ; en las
relaciones sociales, en su honor, éxito y es la vida social (ReA. p.8) ; en la vida
contemplativa o espiritual , en donde se busca el perfeccionamiento personal.

La apertura del ser humano hacia innumerables necesidades es resultado


de un pensamiento y una afectividad espirituales, pues lo propio de lo espiritual es
transcender el dominio inmediato de lo cuantitativo, de lo concreto o sensible y ser
capaz de pensar, como ideal, en otras realidades. De ahí la capacidad típicamente
humana, de origen espiritual, de progreso, de desarrollo, -económico, científico,
cultural, moral-, etcétera. El hombre, por su carácter de espíritu encarnado, está
en cierto modo inacabado, o más bien, nunca acabado. Los pensadores modernos
dicen que se encuentra frente a un horizonte de posibilidades que tiende a
ampliarse constantemente, con la marcha hacia adelante, hacia el progreso. Santo
Tomás decía, -y equivale más o menos a lo mismo-, que en cierto sentido el
hombre puede convertirse en todas las cosas.

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Capítulo I

La multiplicidad de las necesidades, enraizadas en su dignidad y su sed de


amar, hace que la llamada a la felicidad tenga en el hombre una amplitud
totalmente diferente a la del animal. Éste toma conciencia de su deseo de ser feliz
cuando una necesidad, que cree esencial, se vuelve consciente y pone en esa
necesidad su búsqueda de felicidad, invistiéndola de carga afectiva.

3.1.3. Es natural buscar la felicidad

La naturaleza humana y los fines que nos señala, constituyen el


fundamento de nuestra conducta, indicadores que marcan el camino hacia nuestro
bien. La actividad humana es el tránsito del estado potencial a la realización o
41

perfeccionamiento de la naturaleza, por eso el fin del desarrollo humano es su


perfeccionamiento. Todos los hombres nacemos con una serie de cualidades o
potencialidades que debemos desarrollar a lo largo de nuestra vida. El hombre no
nace siendo todo lo que puede ser, requiere actualizar sus capacidades, por eso
se dice que el hombre no nace sino que se hace. En la naturaleza tenemos
potencialmente todo lo que podemos llegar a ser, pero el logro de esa perfección
depende de nuestras acciones, es decir, de nuestra libertad (ReA. p.10 y 11).

Dijimos que el hombre tiende a su perfección, pero ¿en qué consiste ésta?.
Hablar de ella es hablar de un bien, algo que todos desean; nadie desea un mal
por sí mismo, sino porque ve en él algo bueno. En todas las cosas hay algo de
bueno; por el simple hecho de existir tienen la perfección de ser; toda perfección
representa un bien, por lo tanto, todo, por el simple hecho de ser, es bueno. El
perfeccionamiento de la naturaleza humana es el bien del hombre en sentido
estricto. Un bien no es bueno porque yo lo quiera, sino que lo quiero porque es
bueno, es decir, una cosa es buena, independientemente de mi voluntad.

Aristóteles habla de la felicidad como aquello por cuya causa se pone en


obra todo lo demás, por ejemplo , para la medicina es la salud y para el
empresario su cliente que le asegura la rentabilidad y permanencia de su
empresa, de igual manera podemos pensar en que existe un solo fin para todo
cuanto se hace , aquel que es apetecible por sí y jamás por otra cosa.
Escogemos la felicidad por sí misma y por ella escogemos las demás aunque
parezca que escogemos el placer, el éxito, la rentabilidad, al final de cuentas es
para ser felices.

La felicidad consiste en las acciones y operaciones del alma, quedan de


lado las actividades biológicas elementales como la nutrición, en cambio la
felicidad se da en la vida activa de la parte racional del hombre, cuando va de
acuerdo a un principio racional interior, que dice : el acto de un hombre de bien es

41Op. Cit. RODRÍGUEZ Luño, Ángel. Ética. EUNSA. 1984 p.39

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Capítulo I

hacer todo bien y de la mejor manera y que cada obra se ejecuta según la
perfección que le es propia. Como conclusión podemos decir que el hombre es
feliz cuando vive bien y obra bien es decir tiene una vida dichosa y de conducta
recta y el fin queda incluido entre los bienes del alma y no entre los exteriores.
Como lógica consecuencia tenemos que los que trabajan son los que conquistan
con derecho las cosas bellas y buenas de la vida haciendo su vida deleitosa. Para
los amantes de la belleza moral son placenteras por naturaleza placenteras y tales
son siempre las acciones ajustadas a la virtud. Como está en la inscripción de
Delos : lo más bello es la perfecta justicia ; lo mejor es la salud ; pero lo más
deleitoso es alcanzar lo que se ama. 42

El fin último del hombre es lo máximamente bueno, este fin supremo no


está en él, es superior. En el hombre hay un deseo de absoluto que no sacian
otros bienes parciales o pasajeros, por ello no se siente plenamente feliz, aunque
tenga muchos o todos lo bienes parciales, puesto que son pasajeros, imperfectos,
relativos... Así se entiende por qué siempre quiere más riquezas, más poder, en
un movimiento vertiginoso y confuso, mientras no se decida a querer un bien más
alto, que dé un sentido trascendente a su existencia.

El ser humano logra su fin último a través de todas sus acciones, pero unas
son más importantes que otras. Los actos de la inteligencia y la voluntad no sólo
son indispensables, sino el motor de las acciones propiamente humanas. Si la
ética pretende que el hombre alcance su felicidad, es lógico que su objeto de
estudio primordial sean las acciones humanas.

Un hombre feliz es un hombre estable porque actúa con virtud y lleva con
sumo decoro las situaciones adversas guardando armonía. Ante las cosas malas
que oprimen la felicidad, difunde una serenidad no por insensibilidad al dolor, sino
porque él es el que lleva el control de su vida y no las circunstancias. Ningún
hombre feliz puede volverse miserable porque nunca actuará de manera
aborrecible y ruin; es bueno y sensato, lleva con buen semblante los infortunios
sacando el mejor partido de las circunstancias y así jamás será desdichado. 43

3.2 Inexorablemente llamado a ser feliz

Si algo se puede constatar universalmente sobre la experiencia humana es


que en todas sus empresas, a pesar de todos sus fracasos, el hombre pretende

ser feliz. Y si se rebela, como tan bien lo ha escrito A. Camús en «El hombre
rebelado», es porque creía poder ser feliz, alcanzar una cierta felicidad. Si
interrogamos a unos y otros, vemos pronto que este deseo de felicidad es el
42 Cf. Aristóteles, Ética Nicomaquea, libro 1 : la felicidad Edit. Porrúa 1976 p. 11.
43 Cf. Op cit. P 16

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Capítulo I

trasfondo de toda vocación, de toda opción, hasta la desesperada. El hombre no


acepta que se le cierre toda esperanza de felicidad, hasta tal punto sabe en lo
profundo de sí mismo, que está hecho para ser feliz. Pascal dijo: «Todos los
hombres buscan ser felices, hasta el que va a colgarse».

Esto es algo fundamental, que muchos se niegan a reconocer porque les


parece una debilidad, cuando en el fondo ellos mismos sueñan con una felicidad
conforme a su situación. Hemos visto hasta ahora, que lo propio del ser humano
es justamente dar sentido a su vida, asumirse, construirse a sí mismo, para
realizarse a través de una existencia repleta de acontecimientos, previstos e
imprevistos. Y el sentido de esta progresión humana, de estas opciones que
pueden ser tan diversas, está polarizado por un término, un objetivo común:
encontrar un poco de felicidad, un poco de alegría apaciguadora. Digo «un poco»,
pues todos experimentamos que la felicidad no es plena, ni dura mucho, siempre
es frágil y amenazada por la enfermedad o adversidades fortuitas. De ahí procede
toda una escuela de moralistas que preconizan: “no seáis demasiado exigentes,
aprovechaos del placer actual, por efímero que sea”. Pero ¿quién no se da cuenta
que eso no es más que una escapatoria?. La satisfacción presente deja una
amargura en razón de su brevedad (ReA. p.12).

3.2.1. Cada hombre debe asumir el sentido de su vida

Es cierto que el hombre en cuanto animal, tiene programada su vida


biológica, y la genética moderna ha descubierto la extraordinaria complejidad del
programa inscrito en los cromosomas. Desde este punto de vista, la biología
humana sigue las leyes comunes de la biología general; sin embargo, ya incluso a
este nivel, podemos notar mayor capacidad de adaptación a medios diferentes,
pero esto es más bien reflejo de una variabilidad, de un orden diferente en el
hombre. El ser humano no es un simple animal; está dotado de un pensamiento
reflexivo (nosotros diríamos espiritual) y de libertad. La vida humana, en cuanto
humana, puede abrirse a una extraordinaria multiplicidad de sentidos y de
orientaciones diversas. Con la ascensión de las civilizaciones, con las cada vez
más perfectas especializaciones del trabajo y la actividad humana, las vías que
puede elegir el hombre para realizarse son cada vez más numerosas.

Aquí entra la segunda propiedad de la existencia humana. No sólo es


polivalente a nivel de las orientaciones que puede tomar, sino que el sentido
elegido no le es impuesto por determinismos más o menos ocultos; el hombre lo
da a su vida, asumiéndola, pues está dotado de libertad que le permite decidir por
sí mismo (ReA. p.5, 6 y 7).

En la libertad reside la gran originalidad del hombre en relación con los


otros seres naturales. Como todo ser vivo está ciertamente sometido a un devenir,

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Capítulo I

pero no puede desarrollarse más que por sí mismo. Digamos que se caracteriza
por su auto-posesión; a pesar de depender de su medio, no es dominado por él.

Aún no estamos al nivel de la moral, sino en el del análisis psicológico que


revela la condición de moralidad en la estructura del ser humano. La moral
comienza, cuando se elige un sentido capaz de desarrollar en plenitud sus
posibilidades. El viviente infra-humano se ahorra este problema: realiza aquello
para lo que está estructurado, sin saberlo, como a pesar suyo, impulsado por sus
tendencias y su instinto.

El hombre, situado frente a las numerosas opciones que tiene que elegir
para dar sentido a su vida, y llamado a crear él mismo su realización, tiene que
hacer frente constantemente a opciones, actuar como responsable de sus actos.
Y es que tiene que dar un contenido a su libertad; darle sentido significa optar por
una dirección, por un fin que polariza toda la vida. También se comprende que
puedan elegirse fines destructivos, tanto individual como colectivamente.

La moralidad comienza con la naturaleza de la opción; un terrorista da a su


vida una orientación inmoral, pues implica violencia y asesinatos. Resumiendo,
cuando hablamos del sentido de la vida, no se trata más que de una condición de
posibilidad de la moral, que significa responsabilidad (ReA. p.9).

3.2.2. El hombre encarado con el mal

Antes de terminar esta reflexión, conviene señalar otras fuentes de desencanto. Las
anteriores eran inherentes al hombre, efectos de una especie de ceguera en el ajuste entre la
felicidad soñada y los medios para alcanzarla. Pero, exterior al hombre, hay otra causa de
desgracia, de fracaso en la búsqueda de felicidad y en consecuencia, más amarga, porque él
no es directamente responsable.

Es el mal en el mundo, que toma formas muy diversas: desde el mal físico, hasta los
cataclismos, epidemias, enfermedades incurables, que azotan ciegamente, hasta el punto de
que el sufrimiento de los inocentes es sentido como intolerable. También están todos los
males causados por algunos hombres que oprimen a otros, los expolian, los torturan y
rompen su esperanza de felicidad. Ése es el mal moral que ejerce estragos sobre quienes no
son responsables. Por lo demás, muy a menudo existe una interacción entre estas causas de
desgracia exteriores a sus víctimas, y las causas presentes en cada ser humano, que no
hacen más que agravar su desilusión y la persuasión de que, aunque quiera ser feliz, está
destinado inexorablemente a la desgracia.

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Capítulo I

Un viejo poeta griego formuló con precisión este desencanto a propósito de una
madre que ve caer la desgracia sobre ella y sobre su hijo: «Duerme mi niño, y que duerma
el mar, y duerma nuestro inmenso infortunio» (Simónides, fragmento 27). Él mismo
concluye en otro fragmento: «Siendo hombre, no vas a decir lo que traerá el mañana, ni, si
ves un hombre feliz, cuánto tiempo seguirá siéndolo... La fuerza del hombre es pequeña,
ninguno de sus proyectos llega a nada; su corta vida no es más que pena sobre pena, y la
muerte, la inevitable muerte, pende sobre su cabeza» (Simónides frag.22, 29).

¿Qué no se ha escrito sobre la desgracia humana?. Toda una parte de la


literatura moderna recordemos a Kafka se centra en el carácter absurdo de la
existencia, pero esa misma actitud, confiesa la secreta esperanza de que esta
existencia debería tener un sentido y no hundirse en el absurdo. La desgracia del
hombre, antinomia de su llamada a la felicidad, aparece por todas partes; el niño
ya ofrece el espectáculo de un deseo ilimitado; está persuadido de que se le debe
todo, hasta que choca con el principio de la realidad, que le revela los límites de su
deseo. Pero la misma dialéctica, resumida antes, explica simultáneamente la
amplitud de la sed de felicidad en el hombre, y su fracaso en las tentativas para
obtenerla.

La desgracia del hombre procede esencialmente de estar persuadido de


que está hecho para la felicidad, y que ciertas satisfacciones momentáneas
pueden brindarle un goce anticipado. El error reside esencialmente, en la
ceguera humana que conduce a buscar o poner la felicidad, allí donde no
está ni puede estar (ReA. p.8).

3.2.3. Consumar la propia vida

En el ser humano la llamada a la felicidad es multiforme; generalmente se


identifica con la consumación de la vida, con lograr darle un sentido al elegir una
carrera plenificadora o encontrar un amor verdadero. Lo más frecuente es que
esta tensión hacia la felicidad, sólo se encuentre en estado de esperanza. El ser
humano es capaz de aceptar innumerables pruebas y dificultades, a condición de
mantener la esperanza de que un día encontrará algo de felicidad, aunque tenga
que retrasar sin cesar la fecha. Cuántos obreros, sometidos a rudas labores, han
soñado en la jubilación como un refugio no sólo de reposo, sino de realización
plena, con la perspectiva de poder hacer, por fin, lo que querían. Todos los
proyectos de futuro que elaboran los jóvenes en el transcurso de sus estudios,
están orientados hacia esta finalidad: ser felices, aunque sea sólo ganando la
mayor cantidad de dinero posible. Cuántos jugadores de apuestas lo hacen con la
secreta esperanza de sacar un día un montón de millones, y encontrar la solución
de sus dificultades presentes.

56
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Capítulo I

Pero vayamos más lejos: ¿cuál es la raíz de esta llamada universal a la


felicidad?. Es la misma en todos los vivientes, pero en el hombre alcanza una
naturaleza específica. La ética le indica el sendero para alcanzar la felicidad, y
paradójicamente, le hace ver que esta felicidad plena que anhela no la encontrará
en está vida; por ello la ética enseña al hombre a proyectar su vida de un modo
trascendente, haciéndolo consciente a la vez, de la precariedad de esta vida y de
la trascendencia personal, es decir de su inmortalidad.

CAPÍTULO IV

57
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Capítulo I

CIENCIA Y ÉTICA

Caso: Tormenta en Wall Street A

4.1 Principios científicos de la ética

Todos tenemos un concepto intuitivo de lo que es ética, y más


concretamente de la ética en la actividad empresarial, que no es sino la ética
general referida al ámbito de la empresa. En opinión de Domenéc Melé. Se
comprende fácilmente que un directivo que pisotee a quien haga falta para “subir”,
o un profesional que se aproveche de la buena fe de los demás para timarlos, no
actúan de modo ético. Por el contrario, entendemos que es ético respetar los
derechos de los demás y, más aún, ayudarlos sin esperar nada a cambio. Esos
sencillos ejemplos ponen de manifiesto que la ética hace referencia a la calidad
humana de las personas y también a la bondad o maldad de las acciones
humanas. Así, hablamos de personas justas, honestas, veraces, íntegras... y de
acciones justas, honestas, veraces..., o de sus contrarios.

Desde los griegos, la ética ha ocupado un lugar muy importante en la


historia de la filosofía; pero no es patrimonio sólo de Occidente, aparece en todas
las grandes culturas, porque responde a problemas humanos universales y su
solución también se basa en lo que podría denominarse intuición global. Por eso,
aunque las formulaciones concretas o en detalle a veces son algo dispares, hay
un fondo común del conocimiento ético. Los grandes principios éticos son
compartidos por toda la humanidad. 44

La ética es una disciplina filosófica, investigación racional y


sistemática. Su objeto material de estudio son las acciones humanas. Podríamos
preguntarnos ¿para qué sirve una ciencia que las estudia? y respondemos: para
saber cómo son: sus características, origen, naturaleza y, basándonos en esos
conocimientos, sabremos cómo deben ser nuestras acciones para alcanzar la
perfección. El saber y el hacer van unidos, la ética es una sola ciencia y su
objetivo no es sólo teórico o sólo práctico; se dirige a conseguir un saber hacer,
es teórica y práctica a la vez.

Este saber hacer resume los objetivos que perseguimos en todas nuestras
actividades. El hombre necesita conocer su naturaleza para saber cómo debe
actuar, y estos principios de conducta necesitan ejercer dominio sobre su
voluntad, para que pueda convertirlos en principios de sus acciones. La ética
busca orientar las acciones del hombre a su perfección, no sólo le indica lo que no
44 POLO, Leonardo op cit. Ética.... p. 15.

58
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Capítulo I

debe hacer, sino que le abre un panorama sobre su propio perfeccionamiento y


felicidad, un hacer lleno de sabiduría que tiende a la perfección.

Al ser una ciencia, parte del conocimiento moral espontáneo; observa las
acciones humanas reales, la vida del hombre. La filosofía no puede abandonar la
dimensión esencial de la existencia humana, puesto que la acción humana no se
encuentra en libros o teorías, como si el hombre fuera una máquina de la cual
todo se puede saber, calcular y prever. El objeto de estudio dinámico y lleno de
posibilidades de la ética, la convierte en una ciencia particularmente difícil, pues
no resuelve sus interrogantes sólo con la razón; para poder encontrar la verdad le
es indispensable el ejercicio de la virtudes, es decir, para avanzar en su
conocimiento no se requiere sólo saber qué es el bien sino hacerlo.

La ética pretende conocer la verdad acerca del hombre y hacérsela


conocer, para que sepa dirigirse a su fin último. Como la persona es libre, la moral
nunca puede ser una imposición. Si lo fuese, no serviría de nada, pues para que
los actos del hombre sean sujetos de la moral, necesitan ser queridos libremente.
Es necesario que la ética sea una ciencia, un estudio que vaya a las causas, para
que el hombre entienda en profundidad el porqué del obrar moral y le sea más
fácil actuar en consecuencia; pero su fin es que esta teoría se lleve a la práctica.
El empresario que quiere estudiar ética, deberá entender que más que estudiar la
teoría, tendrá que ejercitarla y, a medida que la conozca, comenzará a aplicarla;
esto le hará comprender mejor la teoría que aprenda y así sucesivamente. Quien
quiera tomar un curso de ética para ser ético, tendrá que comenzar a exigirse ser
ético en su vida cotidiana.

Hoy asistimos a una cierta descomposición de la ética, o al menos, una


falta de aplicación. Por una parte, hay oscurecimientos en la conciencia moral de
muchos grupos humanos, pero sobre todo, falta la integración ética de la vida, en
gran parte, debido a que el hombre ha descubierto otro tipo de normas, de
reglamentaciones; concretamente, las legislaciones sobre la técnica, con la cual
emprendió el gran progreso técnico de los últimos siglos. Surge pues una
pluralidad de normas y de pautas de conducta que compiten entre sí, de modo
que la ética a veces es relegada. Por ejemplo, se afirma que “los negocios son los
negocios”; hay que responder: los negocios son tales en la medida en que sean
éticos, si no, son malos negocios, pues no hay una autonomía de la actividad
económica. 45

Algunos autores americanos definen el hecho de negociar con ética como


“trying to nai; Jell-O to a wall”. Simplemente no están de acuerdo en lo que
significan los términos ética y negocios. Podemos recordar la historia del que se
acercó a un hombre creyente y le dijo: “Te doy una manzana si me dices dónde
esta Dios”. El hombre le contestó: “Yo te daré dos manzanas si me dices dónde no
está Dios”. Lo mismo sucede con la ética y los negocios. Aparentemente tienen
poco que ver, no es fácil decir qué aspectos hay que cuidar, porque la ética está

45 Ibidem, p. 16.

59
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Capítulo I

en todo, pero a la vez, si pretendemos no concretar si determinados


comportamientos son o no éticos, prácticamente no significa nada en concreto. 46

Por ello, se afirma que la ética en los negocios no se puede reducir a un código,
no es técnica, es ciencia, y como tal, no puede desconocerse en ningún aspecto
de la actividad humana.

“La ética no es una cataplasma, ni “moralina”; es algo sin lo cual las


otras reglamentaciones destrozan al ser humano. “ 47

4. 1. 1. “Juego de fronteras” entre lo lícito y lo ilícito

Concebir la ética como un “juego de fronteras” entre lo lícito y lo ilícito, con


una interminable casuística, apta para tranquilizar algunas conciencias, es una
visión francamente reduccionista, pues en la ética, como saber y como inspiración
de vida, impera la excelencia, el exceso en la búsqueda del bien, el fomento
comprometido de todos los valores a los que la propia capacidad individual o
colectiva pueda prestar fuerzas. El compromiso ético es profundo y arriesgado:
tiende a promover el mayor bien posible, en cantidad y calidad, para el mayor
número de personas. El ex presidente de la “General Foods” resumió esta idea:
“(...) la próxima era en la dirección empresarial pertenece a quienes consideran el
éxito en términos del mayor servicio posible al mayor número posible de
personas”. 48

La ética estudia la acción en el despliegue del ser humano, como ser vivo.
Si la formulamos y enfocamos como una dimensión intrínseca del hombre
considerado en sus formas constitutiva y dinámica, se evita la superficialidad o
parcialización, y esa alternancia u oscilación entre lo ético y lo que no lo es.
Necesitamos un estudio de la ética que dé razón, que nos haga ver de qué
manera la ética es un conjunto de leyes que tienen que ver con ser hombre desde
lo más profundo, y de esa manera volveremos a la convicción, de que la ética es
la ciencia antropológica que más hay que tener en cuenta, aquélla de la que no se
puede prescindir. Una ciencia sin la cual el hombre se hace ininteligible, se
deshumaniza . 49

No es una ciencia meramente negativa, al estudiar las acciones humanas


para marcar un camino a la perfección, no puede conformarse con lo que no se
debe hacer. En el mundo de la empresa su injerencia se ha reducido a un simple
listado de lo que no se debe; esto son los famosos códigos éticos, que muchas
veces sólo sirven para pensar que se están haciendo las cosas bien pero en el
46 MELÉ Domenec. “La dignidad de la persona”. Nota técnica IESE, ESPAÑA p. 3
47 CF. POLO, Leonardo. Op. Cit. p.Ética... 16.
48 Op. Cit. MELÉ Domenec. “La dignidad...ss
49 POLO, Leonardo. Op. Cit. Ética.. p. 18.

60
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Capítulo I

fondo no hay una convicción ética. La ética no se reduce a lo que serían las líneas
de acotamiento de una carretera, o los límites que nos previenen del precipicio,
más bien es toda la carretera, que asume su inicio y su fin, es todo el camino, sin
el cual no se llega a la meta. Necesita ser un modo de ir por la vida, de hacer
negocios, de dirigir una empresa; debe ser una actitud, una convicción.

No se trata de estar dentro o fuera de la ley, las leyes se fundamentan en la


ética pero pueden desviarse y por otro lado, no toda acción ética está promulgada
como ley. Esto es lógico, porque el objetivo de la ley es señalar lo que no se debe
hacer para mantener el orden en la sociedad, procurando el bien común. La ética
en cambio abarca todas las acciones humanas e indica cómo realizarlas mejor. La
ética no es prohibitiva, sino perfectiva.

El ámbito empresarial debe romper con la mentalidad de equiparar la


acción ética con el estar dentro de la ley. Muchas veces la legislación no alcanza
a promulgar leyes que sancionen las prácticas deshonestas, y la solución de
seguir legislando, tiene el inconveniente de que la multiplicación de leyes reduce
la libertad y llega a paralizar la acción. La única salida, es formar una conciencia
recta, -ética- en los empresarios y en todos los hombres, pues sólo así se puede
pensar un futuro que nos permita trabajar. Podemos observar cómo, en los
ambientes corruptos, se hace cada vez más difícil el desarrollo, no sólo humano,
sino del mismo negocio o trabajo. La corrupción complica el desarrollo, e incluso
llega a paralizar la acción, puesto que propicia un ambiente de desconfianza,
vicios, deslealtad, irresponsabilidad, etcétera.

La ley es necesaria para el buen desarrollo de la sociedad, es insustituible,


y todavía queda mucho por legislar sobre la actividad empresarial, pero queremos
subrayar, que no se puede sustituir la convicción ética con la promulgación de
leyes, que sólo marcan lo que no se debe y no todo lo que se puede hacer para
mejorar la actividad empresarial. En cambio, la ética es un medio indispensable y,
cada día más, para que la empresa sea verdadero factor de perfeccionamiento
humano. Moverse en los límites entre lo lícito y lo ilícito es un juego de fronteras
que llevará, a fin de cuentas, a paralizar la actividad empresarial.

4. 1. 2. La ética es una sola

La ética es una sola, aunque se le pongan adjetivos, ya que “no es una


añadidura a un dinamismo humano suficientemente constituido de otros factores.
No hay consideración rigurosa del dinamismo humano si lo ético no le es
inherente e intrínseco. Por eso, la ética es la consideración más acabada que
existe de la acción humana”. 50

50 POLO, Leonardo. Op. Cit. p. Ética... 24.

61
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Capítulo I

La ética empresarial es la general aplicada a los negocios, a las


circunstancias de acción propias de un empresario. Los principios han de ser los
mismos que sigue un cirujano para ser ético. Para que un cirujano o un
empresario se comporte con ética, requiere conocer los principios de la ética
general y aplicarlos a su mundo: a la comercialización, a los salarios, al despido
de personal, al uso de la información privilegiada, etcétera. Todavía hay mucho 51

que investigar sobre la ética aplicada a situaciones concretas, muchos


empresarios que quieren actuar bien, se preguntarán cómo hacerlo, pero aunque
ya haya teóricos investigando estos temas, quienes van a desarrollar la ética
empresarial son los empresarios que se empeñen en ser éticos. En ocasiones no
será fácil, pues no se trata sólo de lo que “a mí me parece” que está bien, o los
modos de hacer generalizados, sino en hacer lo que verdaderamente es un bien.
La ética en la empresa requiere un estudio serio de las situaciones, y la búsqueda
de soluciones objetivamente buenas.

Hemos escuchado muchas veces, que “cada quien tiene su verdad”, que
“nadie puede juzgar que una persona está actuando mal, si en conciencia piensa
que hace bien, que “es feliz comportándose así”, o que “los principios morales se
ajustan al fin perseguido según convenga o no”. Todas estas afirmaciones
desconocen la objetividad de la ética, contraria al subjetivismo que afirma que la
realidad moral depende del sujeto. Este subjetivismo afirma que los principios
morales no son universales, no tienen carácter científico y, mucho menos pueden
regir la conducta humana. Afirman que cada hombre según su educación, cultura,
temperamento… debe ajustar las leyes de la moral a su caso particular.

Actualmente, las fronteras culturales se acortan, nos acercamos a una


cultura universal y el empresario, particularmente, se mueve en un contexto
internacional, por lo que con mayor razón, la ética de los negocios requiere de
objetividad y no de subjetivismo. Si la moral depende del sujeto, pierde su carácter
universal y por tanto científico. Nuestra cultura está infiltrada por una corriente de
pensamiento denominada moral relativista, que más que una forma de pensar, se
ha convertido en un modo de vida. Por eso importa sostener que la ética es una
ciencia.

4.1.3. ¿Apertura o cerrazón? 52

¿Dónde se origina la actitud dogmática? Tal vez una primera explicación


esté en los rasgos caracterológicos del “dogmático”. Pensaremos que se trata de
una persona con temperamento emotivo, apasionado, dominante, propenso a la
precipitación, arrebatado. Ciertamente, esta vía psicológica nos puede llevar a una
respuesta, pero cabe intentar una explicación filosófica, preguntándonos sobre la
51 MELÉ Domenec. Op. Cit.
52 Cfr. Jesús Ugarte Nota técnica “Dogmatismo”. (P) fin 181 IPADE 1993 p 2 s.s.

62
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Capítulo I

concepción de la verdad que da origen a esa actitud. ¿Por qué el dogmático


parece tan seguro de estar siempre en la verdad y da la impresión de que en él no
cabe el error? Para contestar esta pregunta, es preciso analizar qué nos dicen el
sentido común y la filosofía realista acerca del conocimiento de la verdad que
podemos alcanzar con nuestra inteligencia.

En primer lugar, el realismo reconoce que la capacidad de la inteligencia


humana es limitada. Cuenta con ello en el proceso de conocimiento y le resulta
evidente que la realidad entendida como el conjunto de todo lo que existe,
excede enormemente la capacidad de nuestra inteligencia para abarcarla, y por
tanto, debemos conformarnos con conocerla sólo en parte. Esta desproporción
también se da entre la inteligencia humana y muchas realidades concretas.
Cuando queremos conocer cualquier cosa, por insignificante que parezca, es
frecuente que nuestra inteligencia no la pueda agotar totalmente, queda alguna
parte o aspecto no conocido del todo.

En segundo lugar, el realismo reconoce que la realidad posee una inmensa


riqueza entitativa a la que corresponde una complejidad proporcionada. Por eso,
el único que puede conocerla plenamente es Dios, que la ha creado y posee una
inteligencia infinita. El hombre, en cambio, debe aceptar esa grandeza y
complejidad de lo real y resignarse a conocerlo sólo parcialmente.

Este conocimiento parcial que reconoce el realismo nada tiene que ver con
el escepticismo, que sostiene la incapacidad para conocer la verdad. Para el
realismo, sí hay conocimiento verdadero, porque las cosas sí se conocen como
son, aunque no se conozcan totalmente. Por ejemplo, alguien está en la verdad si
conoce que el caballo es un animal cuadrúpedo y mamífero, aunque desconozca
los elementos bioquímicos que intervienen en su constitución. Eso que el hombre
conoce con verdad, produce un estado de la mente llamado certeza, que equivale
al convencimiento pleno, a la seguridad, de estar en la verdad. En el realismo son
perfectamente compatibles ambos aspectos: la conciencia de que nuestro
conocimiento de la realidad es parcial, y la certeza de conocer la verdad sobre
aquella parte de la realidad que conocemos.

En tercer lugar, el sentido común muestra que nuestro conocimiento es


verdadero cuando se adecua a lo que las cosas son en la realidad. Si yo afirmo
que el caballo posee cuatro patas y es mamífero, estaré en la verdad porque mi
conocimiento coincide con lo que el caballo realmente es. Esta postura acepta la
prioridad de la realidad frente al conocimiento, en cuanto que reconoce que, si la
verdad está en la inteligencia, es porque antes se encuentra en las cosas reales.

En resumen nos interesa destacar tres principios del realismo:

 Acepta la limitación de la inteligencia para conocer plenamente la


realidad

63
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Capítulo I

 Parte del convencimiento de la riqueza y complejidad de la


realidad
 Acepta la prioridad de la realidad frente al conocimiento.

4.1.4. ¿Cuándo se cae en el dogmatismo?

Primero: cuando se sobrevalora la capacidad de la inteligencia y se piensa


que es muy fácil conocer la verdad, esto da lugar a una exagerada seguridad de
estar siempre en ella. Se excluye la posibilidad de incurrir en algún error, como si
la inteligencia no se equivocara nunca. Quien así piensa, se convierte
necesariamente en un dogmático.

Esa confianza en la capacidad de conocer sin error, puede referirse no a la


propia inteligencia, sino a la de otra persona, en cuyo caso, el resultado es el
mismo: total seguridad en que lo que esa persona afirme, en cualquier terreno, es
siempre absoluto y verdadero. El primer efecto derivado del exceso de confianza
es la autosuficiencia, prescinde de los demás al elaborar sus puntos de vista, le
parece que nada tienen que aportar. Quien posee tal seguridad subjetiva se hace
inflexible y rígido. Piensa que las cosas no pueden ser más que como él las ve y
no está dispuesto a ceder.

Segundo: si al conocer la realidad se reduce o simplifica su contenido,


también se pensará que es muy sencillo conocerlo todo con certeza y sin error.
Quien procede de esta manera superficial, se sentirá eximido de fundamentar sus
afirmaciones; una vez que ha eliminado la riqueza y complejidad de la realidad,
su conocimiento empobrecido le resulta evidente, y no requiere mayor
fundamentación. La inclinación al simplismo y a la superficialidad, lleva al
dogmático a no fundamentar sus ideas y prescindir de argumentos para demostrar
lo que piensa, pues, una vez hecha la reducción, todo le parece claro y evidente.
De aquí que con frecuencia hace afirmaciones gratuitas, se apoya sin necesidad
en “argumentos de autoridad”, o prescinde de la jerarquía que hay entre las
verdades.

Tercero: si se considera que la verdad está en la mente humana antes que


en la realidad, se podrá prescindir de lo real porque la razón se bastará a sí misma
para conocer la verdad. Esta postura se llama racionalismo por el predominio de
la razón frente a la realidad en el proceso del conocimiento. El racionalista, como
ocurrió originariamente con Descartes, busca las “ideas claras y distintas” que
satisfagan a la inteligencia, aunque puedan estar desconectadas de lo real. Será
verdadero, no porque se adecue a la realidad, sino porque tenga claridad, lógica
interna, coherencia formal; en última instancia, porque a mí me lo parezca. Si el

64
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Capítulo I

criterio de verdad está en mí, y no en la realidad, en lo que las cosas realmente


son, no tendré problemas para convencerme de que lo que pienso es inevitable: al
prescindir de la realidad, no habrá lugar para el error y nadie podrá demostrarme
lo contrario, aunque los hechos de los que he decidido prescindir dijeran otra
cosa.

Con estos elementos podemos contestar a la pregunta que encabeza este


apartado: ¿qué es el dogmatismo? el convencimiento de que la inteligencia
humana puede conocer siempre la verdad, con facilidad y plena certeza, sin
necesidad de fundamentarla ni tampoco confrontarla con la realidad. Tal
convencimiento se apoya en una de estas tres causas; la sobrevaloración de la
inteligencia; la reducción o simplificación de la realidad o la adopción del
racionalismo, que prescinde de la realidad. Y ese convencimiento, finalmente, se
traduce en la actitud de aferrarse, de forma irracional, a la supuesta verdad que se
posee. Esto llevado a la moral, hace de los juicios morales normas absolutas y
universales no discutibles. Más que una postura científica, es una actitud personal.

4. 1. 3. ¿Tu verdad, mi verdad o la verdad? 53

Preguntar ¿qué es el relativismo? equivale a interrogar cómo se concibe


la verdad; ¿qué consecuencias se derivan para las relaciones de unos con otros?.
Constantemente escuchamos que cada quien tiene derecho a pensar lo que
quiera sobre cualquier tema, que cada uno debe actuar según su personal modo
de ver las cosas, que es propio de personas maduras no admitir nada sin ver las
cosas, que hay que rechazar toda idea que la autoridad pretenda imponer Qué
duda cabe que estas expresiones poseen un atractivo especial y que, en primera
instancia, nos inclinamos a aceptarlas. Si profundizamos en lo que encierran,
descubrimos que responden a la idea de que “todo es relativo”, si no hay verdades
absolutas, su sentido se hace más claro.

Si afirmo que algo es verdadero “porque me lo parece”, en lugar de


reconocer que si me lo parece es porque “antes” es verdadero en sí mismo, estaré
situando el fundamento de la verdad en mí, en el sujeto, como si de él dependiera
que las cosas fueran verdaderas. Esta postura del conocimiento se conoce como
subjetivismo, por la prioridad que confiere al sujeto frente a la realidad objetiva.
La apreciación subjetiva se convierte en la causa de la verdad.

Si algo es verdadero porque me lo parece, podemos afirmar también que


será verdadero mientras me lo parezca. En el momento en que deje de
parecerme claro o convincente, por esa razón, “dejará de ser” verdadero. De aquí
se deriva una primera consecuencia del subjetivismo: la verdad es mutable, esto
es, cambiante e inestable, puesto que dependerá en cada momento de mi
apreciación personal y subjetiva. Esta característica hace que la verdad sea

53 OP cit. Ugarte C. Jesús Relativismo. Nota técnica (P) FIN180 IPADE, 1993,p 3 ss

65
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Capítulo I

necesariamente relativa, que no pueda ser absoluta y objetiva, por carecer de


validez en sí misma.

Ahora bien, si la verdad depende de mi apreciación personal, que no tiene


por qué ser la misma que la de los demás, entonces no podré hablar con
propiedad de la verdad, -aunque se refiera a una misma realidad-, sino de mi
verdad, de tu verdad, de la verdad de cada uno, según la conciba, considere o
aprecie. Por tanto, no puede ser universal, válida para todos, sino particular, cada
quien tendrá la suya. Esta es la segunda consecuencia, que procedente del
subjetivismo, se sigue para la verdad. Equivale también a decir que la verdad es
relativa, existe en relación al sujeto que la concibe en cada caso. El subjetivismo,
en cuanto actitud ante el conocimiento, da origen al relativismo.

Este modo relativista de pensar tiene actualmente una enorme vigencia,


por ejemplo, ¿qué argumento se usa para proponer que se apruebe una ley
contraria a la ley natural, como el aborto o la eutanasia?. La respuesta es sencilla
y, tal vez porque, sin darnos cuenta, estamos demasiado influidos por el
relativismo, a primera vista convincente.

Afirmaciones como: que en la sociedad hay una gran variedad de


individuos, que piensan de maneras muy diversas; es preciso respetar la libertad
de las conciencias, de manera que cada quien pueda decidir como crea
conveniente en cada caso; la ley a favor del divorcio, del aborto o de la eutanasia
lo único que hace es favorecer la libertad, de modo que, quien no esté de acuerdo
con esos actos, puede no llevarlos a cabo.

De ahí el término pro choice, tan utilizado en algunos países, para


proponer el voto a favor de la libertad y así suavizar la legalización de aquellos
actos que contradicen la naturaleza humana. En esta argumentación es claro
cómo se ha olvidado que existe una verdad universal y objetiva, acerca de esos
temas, y se ha puesto todo acento en la libertad personal, de la que dependerá “la
verdad particular” de la acción, según el parecer de cada individuo. En otras
palabras, la moralidad de la acción resultará “relativa” a cada sujeto.

Es fácil comprender que la tesis del relativismo, toda verdad es relativa,


implica una contradicción en sí misma: por un lado, se habla de toda verdad, lo
cual expresa el carácter universal y absoluto de la afirmación; por otro, se dice que
toda verdad es relativa, con lo que se niega aquel carácter universal y absoluto
que se acaba de afirmar. Dicho de otra manera, si toda verdad es relativa,
también tendrá que ser relativa la tesis que se pretende establecer: resultará
relativo que toda verdad sea relativa, o sea, que puede haber verdades que no
sean relativas.

La verdad así concebida queda debilitada, reducida a la fuerza que el


sujeto le proporciona y que habitualmente será limitada por su carácter de
provisionalidad. Este debilitamiento hace que la verdad pierda firmeza y, en
consecuencia, la incapacita para comprometerme. Todo compromiso reclama

66
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Capítulo I

garantías de estabilidad y permanencia, me comprometo con lo que me ofrece


confianza, solidez. Si la verdad es siempre relativa no me puede ofrecer la
confianza que reclama el compromiso, por lo que no podré confiar en nada y me
veré obligado a renunciar a todo compromiso con la verdad. Sin compromisos
no se puede arraigar en la realidad y el resultado es una existencia
superficial, sin contenido.

4.2 El relativismo ético en la vida


Caso: Tormenta en Wall Street B

4. 2. 1. El placer como máxima de vida

La ausencia de metas y objetivos incluye, lógicamente, la carencia de


ideales, esos puntos últimos de referencia, especialmente apetecibles, cuya fuerza
orienta, por vía de atracción, toda la existencia de una persona. Por eso, quien no
tiene ideales acaba por perder el sentido de su vida: ¿para qué estoy aquí?, ¿qué
valor tiene mi existencia?, ¿a dónde quiero llegar?, ¿tiene algún caso esforzarse,
tratar de mejorar? Una vez perdido el sentido de la vida, por ausencia de ideales,
la persona se inclina hacia lo inmediato, a tratar de vivir el momento, procurarse
todo tipo de experiencias placenteras, multiplicar lo más posible las vivencias que
ofrecen satisfacciones sensibles, en una palabra, adoptar le hedonismo, la
búsqueda del placer a toda costa, como estilo de vida, pretendiendo así resolver la
propia existencia.

Pero pronto se experimenta que ese estilo de vivir y esos recursos no


satisfacen las profundas exigencias de felicidad que llevamos todos en lo más
hondo de nuestro ser. Y entonces, al no encontrar la salida auténtica, por haber
renunciado a los ideales, aparece el intento de huir de nosotros mismos. Y
aquellos supuestos satisfactores el alcohol, la droga, la pornografía que
originalmente se buscaban para resolver la propia existencia, se convierten ahora
con el consiguiente aumento de intensidad en la dosis en evasiones para no
enfrentarse uno consigo mismo, es decir, para huir de una existencia carente de
sentido. El resultado final de este proceso no puede ser otro que la
autodestrucción, a la que, como veremos a continuación, se llega también por
otros efectos del mismo relativismo.

67
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Capítulo I

Muchos filósofos han adoptado concepciones opuestas en este tema. Entre


los antiguos, el problema se relaciona con la concepción hedonista, que consiste
en identificar el bien con el placer. La versión popular y general del hedonismo
llevó a sus exponentes a adoptar una actitud subjetivista y relativista ante los
54

valores morales, pues si se identifica el bien con el placer, es fácil dar el siguiente
paso y concluir que lo que una persona considera bueno porque le procura placer,
quizá no sea considerado así por otra, es evidente que los placeres varían de un
individuo a otro, con el tiempo y cambio de las circunstancias.

Afirmar que el único bien es el placer, equivale a decir que la riqueza, la


salud, la amistad y el conocimiento no lo son; por ello Platón reaccionó ante la
doctrina sofista de que el placer y el bien son lo mismo, pues si una vida que
depara placer y sabiduría es más deseable que la que sólo brinda placer,
entonces este último no es el único bien. 55

4. 2. 2. La razón como absoluto

En otras ocasiones, el relativismo moral que, más que ningún otro,


cuestiona la validez de la filosofía moral es resultado de un gran relativismo
epistemológico, una incapacidad intelectual para remontarse a un primer principio
del conocimiento, o a una serie de axiomas, sobre los que descansa todo el
edificio del conocimiento científico y humano (por ejemplo, los principios de
contradicción, causalidad, identidad etcétera) "el escepticismo es la actitud de
quienes consideran que nada se puede conocer con certeza, y que en el orden
científico y filosófico lo más conveniente es suspender todo juicio" . Los escépticos 56

atacan la capacidad del hombre para conquistar la verdad y desconocen al mismo


tiempo su capacidad para alcanzar un conocimiento objetivo de la moral, ésta ha
sido y es, la postura intelectual de una legión inmensa de filósofos. 57

4. 2. 3. El deseo identificado con el bien

54.- Cfr. Op cit. ARISTÓTELES, Ética Niquomaquea, K, 1, 1172a, 28.Principalmente Eudoxio de Cnido y Espeusipo de
Atenas De. Terrae,Santander 1964 p. 310..
55.-Cfr. Op Cit. Aristóteles Ética... Filebo, 60 B-E.p. 311
56.- Josephus ALEJANDRO, Ma., Critica, Ed. Sal Terrae, Santander, 1964, p. 313.
57.C.F.Sofistas como Protágoras de Abdera, Gorgias de Leonti e Hippias de Elys; sensistas y materialistas
como Empédocles de Agrigento y Demócrito de Abdera; lógicos como Parménides de Elea y Zenon de
Elea; pre-académicos como Pirrón de Elys y Timón de Fliunte; académicos como Arcesilao de Pitane,
Carnéades de Cirene y Enesidemo de Cnosos; médico-empiristas como Sexto Empírico; estoicos como
Séneca, Epicteto y Marco Aurelio; y otros filósofos probabilistas y fenomenistas.
Entre los modernos habría que mencionar a Montaigne, Charrón, Pascal, Francisco Sánchez, Samuel Sorbiere, De la
Mothe, Bayle, Hume, y más acá: Nietzsche, Rensi, Levi, Ziehnen y Spengler: ALEJANDRO, Op. Cit., p. 315.

68
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Capítulo I

Al inicio de la época moderna Spinoza, propuso la hipótesis de que lo que


alguien desea es bueno por el simple hecho de desearlo y da el nombre de
bien al objeto de nuestros deseos. El bien, sostuvo Spinoza, no es otra cosa que
el nombre que damos a los objetos deseados. Los consideramos buenos porque
los deseamos, y no a la inversa: no los deseamos porque de hecho sean buenos.

En los tres casos expuestos: la tendencia a identificar el bien con el placer,


a negar la posibilidad de un conocimiento absoluto o identificar el bien con el
deseo consciente, descansan tres manifestaciones importantes de la concepción
que afirma que los preceptos morales son enteramente relativos y subjetivos.

El relativismo lleva al hombre al egoísmo, con su postura difícilmente se


abrirá a los demás y tenderá a una actitud crítica que dificulta el diálogo, pues todo
lo pondrá en tela de discusión, sin llegar nunca a un acuerdo, o terminará
pretendiendo imponer su relativismo absoluto.

4. 2. 4. Supravaloración de lo práctico

A estas formas de relativismo y subjetivismo podemos añadir todas las


variedades del relativismo llamado pragmatismo, por el acento que pone sobre
el aspecto "práctico" de la acción y sobre las consecuencias que se siguen de ella.
Se relaciona muy de cerca con el utilitarismo, la principal diferencia es que el
pragmatismo es una teoría epistemológica, mientras que el utilitarismo es una
teoría ética, sin omitir además que "el utilitarismo está ligado al principio del placer
a causa de las raíces históricas que tiene en el hedonismo, mientras que el
pragmatismo se sitúa más allá de la tendencia a buscar únicamente las
consecuencias placenteras de los actos, con el propósito de producir una mayor
satisfacción al individuo o al grupo". 58

4. 2. 5. Reducción de lo bueno a lo útil

El utilitarismo identifica utilidad con el sumo bien: es útil todo lo que puede
satisfacer una necesidad, pero reduce el bien porque entiende la utilidad como
placer sensible y material. Es cierto que todas nuestras acciones buscan un bien,
nos movemos por el bien que deseamos, pero el utilitarismo lo reduce a lo
sensible y material. En la utilidad está contenida, en buena medida, una referencia
de ese bien a una persona en particular. Tiene que haber una satisfacción
personal. Los mismos utilitaristas, desde Bentham a Stuart Mill, han insistido
58 FAGOTHEY, Austin, Derecho y razón, Nueva Editorial Interamericana, México, 1973, p. 74.

69
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Capítulo I

en que utilidad debe entenderse en un sentido equivalente al de presencia de


placer y ausencia de dolor.

El bien es lo útil, lo placentero, pero algo subjetivo, pues el placer es experiencia


subjetiva, por tanto el utilitarista cae en un relativismo moral que establece la
bondad o maldad según la utilidad que proporciona tal situación, en tal persona…
Cuando se concibe la empresa como mera actividad para conseguir utilidades y
dinero, sin el aspecto humano, el empresario regirá sus decisiones por un
relativismo utilitarista, tomando como supremo criterio generar más utilidades sin
importar, o haciendo a un lado, otro tipo de beneficios muy importantes para las
personas de la empresa y la vida de la sociedad. Por ser un tema tan relevante
para la ética empresarial, lo trataremos posteriormente con mayor extensión y más
elementos de juicio.

Son múltiples y variadas las formas de relativismo en las ciencias del


espíritu, pero todas convergen en afirmar que no hay nada absolutamente
bueno o malo, sino que toda inmoralidad es relativa al individuo o a la
sociedad. Por ello no es de extrañar el atractivo que ha suscitado entre los
mismos científicos, quienes comienzan por explicar únicamente las realidades que
pertenecen a su objeto formal, y luego creen necesario extender su método para
explicar los valores morales y la existencia humana, con lo que los juicios que
expresan un deber moral, pierden su carácter de proposiciones verdaderas o
falsas y acaban en meras opiniones o teorías.

En defensa de esta postura, el filósofo inglés A.J. Ayer escribió: "Si una
oración no contiene ninguna proposición, es evidente que no tiene sentido
preguntar si lo que dice es verdadero o falso. ... las oraciones que se limitan a
expresar juicios morales no dicen nada. No son más que meras expresiones del
sentimiento y no caen dentro de la categoría de la verdad o falsedad. Son
inverificables por las mismas razones que lo es el grito de dolor o una orden: no
expresan proposiciones auténticas". 59

Muchos historiadores también han fortalecido la postura relativista e influido


en la cultura al concluir que las culturas y formas de vida de los pueblos que han
protagonizado la historia, no sólo son distintas, sino absolutamente incomparables
y carentes de un denominador común; esto ha acentuado el rechazo a toda moral
objetiva. En cierto sentido, el relativismo cultural actúa como catalizador del
relativismo moral, "al resistirse a reconocer una constante que nos permita
encontrar una misma naturaleza humana en medio de todos los cambios de los
fenómenos externos con ello indica el camino hacia un eventual destierro en
nuestro vocabulario, de la palabra persona”. 60

59 Cit. Pos., ADLER, Mortimer, Diez errores filosóficos, Ed. Grijalbo, México, 1989, p. 109 (traducción de José Pecina).
60 GOMBRICH, Hans E., "Sobre el relativismo cultural en las ciencias del espíritu", en Atlántida, vol. I, No. 3, 1990, p. 5.

70
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Capítulo I

Hegel negó la naturaleza humana concebida como "el conjunto de


condiciones que hacen posible la identidad esencial de todos los seres
humanos", esto ha llevado a innumerables antropólogos culturales, sociólogos,
61

psicoanalistas y otros estudiosos, a rechazar la existencia de un primer principio


moral, bajo el cual todos los hombres tendrían la posibilidad de regular sus
acciones y comportamientos. Todos sabemos que las épocas y los pueblos se
diferencian entre sí, lo que interesa saber ahora, es si la naturaleza siempre es la
misma en medio de constantes transformaciones artísticas, culturales y científicas;
y en el caso de la moral, en medio de una pluralidad de sistemas éticos y credos
religiosos; pues si resulta que a los hombres del Renacimiento gustaba tanto
quedarse en la cama por la mañana como a nosotros, y fuese cierto que este
mundo es un poco mejor que hace 500 años precisamente gracias a los que no se
han quedado en cama por la mañana, entonces aún habría la posibilidad de
hablar de una moral objetiva.

El derecho y la moral comparten ciertos presupuestos, como reconocer la


existencia de una ley natural común a todos los pueblos, precisamente porque
descansa en la razón común a todos los hombres. Por ello, no es de extrañar, que
si la moral ha sido infravalorada en su carácter objetivo y universal, también haya
perdido relevancia la ley natural, en la conformación de los diversos sistemas
jurídicos anteriores al siglo XVII, y que "las recientes filosofías del derecho hayan
impugnado toda forma de iusnaturalismo, hasta tratar de sustituir éste por un
derecho racional a priori, como hicieron en su día Kant y Fichte ". 62

El proyecto de las soluciones neokantianas que tratan de hacer de cada


obligación moral algo totalmente independiente de nuestros deseos, y desprovisto
de cualquier referencia a los hechos en especial los relacionados con la
naturaleza humana, tampoco satisface a muchos. Su imperativo categórico es
una proposición que Kant considera una ley moral, y que la razón humana ha de
acatar por tratarse de una verdad "evidente por sí misma". Pero, en primer lugar,
no es evidente por sí misma, y en segundo, no es sino una regla, que por mucho
respeto que merezca, no pasa de ser una recomendación sin fuerza obligatoria.
Como dice Adler: "decir que no debemos hacer a los demás lo que no queremos
que nos hagan a nosotros no contesta en absoluto la pregunta central: qué es lo
que correctamente deberíamos desear que nos hagan a nosotros" , y tal pregunta 63

no puede contestarse sin hacer referencia a nuestros deseos, y a los hechos de la


naturaleza humana, que Kant excluye por completo.

Si el relativismo compromete seriamente la posibilidad de concebir a la


ética como un conocimiento auténtico, y el imperativo categórico, en su intento por
evitar subjetivismo y relativismo, cae en el extremo opuesto, ¿en qué sentido

61 ADLER, Op. Cit., p. 137.


62 UREÑA, Manuel, "La herencia de Santo Tomás: el pensamiento tomista ante los retos filosóficos y teológicos de
nuestra época", en Scripta Theologica, Ediciones de la Universidad de Navarra, S.A., Pamplona, fasc. 2, mayo-agosto,
1991, p. 609.
63 Op.Cit., p. 111.

71
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Capítulo I

puede decirse que la ética es un conocimiento de necesidad?. ¿En dónde


radica el fundamento de la objetividad del saber moral? .

A esta pregunta se responde, por un lado, apelando a la existencia de


ciertos principios inmutables, que operan como reglas generales y criterios de
acciones morales concretas. El otro camino descansa sobre la existencia de una
verdad moral objetiva, fundamentada, no en opiniones humanas, sino en la ley
suprema ley natural; base inamovible y condición insustituible de la moralidad.
Únicamente sobre esta verdad es posible construir una sociedad ética, y resolver
los problemas complejos y graves que la afectan, incluyendo el económico.

Sólo con esta verdad se pueden evitar las injusticias y los totalitarismos,
para abrir camino a la auténtica libertad de la persona. "El totalitarismo nace de la
negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente,
con cuya obediencia el hombre conquiste su plena identidad, tampoco existirá
ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres: los
intereses de clase, grupo o nación, los contraponen inevitablemente unos a otros.

Si no se reconoce la verdad trascendente, triunfa, la fuerza del poder,


cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para
imponer su propio interés u opinión, sin respetar los derechos de los
demás... La raíz del totalitarismo moderno radica en la negación de la dignidad
trascendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y,
precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el
individuo, el grupo, la clase social, ni la Nación o el Estado. No puede hacerlo
tampoco la mayoría de un cuerpo social, poniéndose contra la minoría,
marginándola, oprimiéndola, explotándola o intentando destruirla ". 64

4. 2. 6. ¿Se puede hablar de una verdad universal?

¿Cuál es pues la postura adecuada ante la verdad, que no incurra en


ninguno de los extremos señalados?. De alguna manera la hemos incoado. Se
trata del realismo que, a grandes rasgos y por contraste con el relativismo y el
dogmatismo, tiene las siguientes características:

1. Se apoya en la prioridad de la realidad frente al conocimiento la verdad está


en las cosas “antes” que en el sujeto que las conoce; admite verdades
objetivas y universales.
2. Reconoce la fuerza de la verdad para fundamentar la vida humana, para
generar compromisos y ofrecer metas que permitan al hombre estar de manera
profunda en la realidad y superarse progresivamente.
64Cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Centesimus annus (1 mayo 1991), 24: AAS, 83 Roma (1991), 848-849; cf. León
XIII, Carta encíclica Libertas praestantissimum, (20 junio 1888): Leonis XIII P.M. Acta, VIII, Roma,1889, 224-226.

72
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Capítulo I

3. Presenta ideales coherentes con el fin último del hombre que llenan de sentido
su vida.
4. Sin excluir la actitud crítica ante las ideas, la concibe como cauce positivo para
llegar a esa verdad en la que cree, es decir, para construir, no para destruir o
destruirse.

Además, entiende la relación con los demás como un servicio, que


comienza por comunicarles la verdad, una verdad que se considera patrimonio de
todos, precisamente por su universalidad.

4.3. Fundamento objetivo de la ética


Caso: Tormenta en Wall Street C

4.3.1.El problema de la certeza moral

Cuando se habla de la existencia de una moral objetiva, hay un punto sobre


el que no siempre se insiste lo suficiente, se refiere a qué clase de certeza posee
el saber moral, cosa que no a pocos ha dejado un tanto desconcertados. Y es que
en moral, lo mismo que en cualquier otra ciencia práctica, no podemos aspirar a
una certeza absoluta al estilo de Spinoza, de quien es bien conocido su intento de
edificar una ética demostrada, de orden geométrico; ni tampoco al modo de Comte
y Durkheim, quienes se propusieron hacer de la moral una especie de física
social.

4.3.1. Dos tipos de certeza : subjetiva y objetiva

Santo Tomás distingue dos tipos de certeza, la subjetiva que consiste en


65

ese estado por el que la mente se encuentra plenamente convencida de algo, al


punto de que no existe para el sujeto el más mínimo temor de errar o dudar, y la
certeza objetiva, concebida como una cualidad del objeto en sí, por la que éste
es, él mismo, un objeto exacto. La certeza objetiva es lo que Aristóteles llamaba
exactitud y se produce cuando un objeto es susceptible de una medida exacta.

65 Aquino Santo Tomás Summa Theologiae, II-IIae, q. 4, a. 8, corpus. De BAC. España

73
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Capítulo I

Como se ve, la diferencia entre ambas, consiste en que la certeza objetiva


es fundamento de la subjetiva; mientras mayor y más exacto sea el conocimiento
que tengamos de un objeto, mayor será el grado de seguridad con el que
afirmemos algo acerca de él. Así, la razón de por qué las ciencias llamadas
exactas (como la matemática) gozan de amplia reputación, se debe a que las
conclusiones que arrojan acerca de su objeto, suelen ser aceptadas con mayor
facilidad, debido a que no pueden ser de otra manera, esto es, poseen absoluta
necesidad.

4.3.2. La certeza propia de la moral

Según esto, tendremos que una ciencia es más exacta en la medida que su
objeto posea mayor necesidad y sea más evidente. Equivale a decir que entre las
ciencias, la de mayor evidencia será aquella que tenga por objeto lo más simple.
Así, entre las ciencias especulativas catalogadas por Aristóteles, tendríamos que
reconocer que la Metafísica sería la única verdadera ciencia, pues son
precisamente sus objetos (Dios y el alma) los que poseen una mayor simplicidad y
necesidad, y, en consecuencia, certeza de conocimiento. A este tipo de certeza,
por el que se nos presenta un objeto de tal modo que no solamente vemos que es
de una manera, sino que además percibimos que no puede ser de otra, se
denomina certeza metafísica. Si, en cambio, simplemente vemos que el objeto es
de una manera, pero sin percibir que pudiera ser de otra, tenemos la certeza
física. Y, finalmente y aquí está lo que nos interesa, si solamente percibimos
una especie de costumbre (del latín moris), un “suele ser así”, entonces tenemos
la certeza moral, o certeza in pluribus, como dice Santo Tomás. 66

¿Acaso estos presupuestos no nos conducen a afirmar que la certeza que


corresponde a la moral es una certeza relativa?. En efecto: el objeto de la moral
son los actos humanos (deliberados y libres). Ahora bien, las conclusiones de la
moral en relación con los actos humanos versan sobre cosas contingentes y
variables, precisamente porque en ellos interviene la libertad. Entonces, la certeza
que ofrece la moral no es la certeza de una ciencia cuyas conclusiones son
necesarias y, por lo mismo, resulta que la moral carece de certeza absoluta. Por 67

eso dice Aristóteles: "tan absurdo sería aceptar de un matemático razonamientos


de probabilidad como exigir de un orador demostraciones concluyentes". 68

En este sentido, no solamente es correcto afirmar que la ética posee una


certeza relativa, sino que, además, dicha certeza es hasta necesaria, pues, a

66 Aquino Santo Tomás, Summa Theologiae, Op. Cit. "Tratándose de los actos humanos, sobre los cuales se construyen juicios [...] no
puede existir una certeza demostrativa: por el hecho de que aquéllos versan sobre cosas contingentes y variables. Y por esto, es suficiente
en ellos una certeza probable en la que se alcanza la verdad normalmente (ut in pluribus), pero no siempre": Summa Theologiae, II-IIae,
q, 70, a. 2.
67 Op. Cit. Aristóteles, Eética nicomaquea ... In I Ethicorum, lecc. 3, no. 32: "el objeto de la moral es tal, que no le conviene una certeza perfecta".
68 Op Cit. Aristóteles Ethica Nicomachaea, A, 1, 1094b, 25.

74
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Capítulo I

menos que nosotros nos adhiramos a un determinismo absoluto, tenemos que


afirmar que ningún acto moral procedente de la voluntad es de necesidad.

Lo correcto es que el hombre actúe siempre según su razón. Pero si fuera


verdad que los hombres actuamos siempre según nuestra razón, no existiría el
mal, ni la injusticia. Serían totalmente imposibles, cosa que el más optimista
rechazaría. Por otra parte, es necesario que esto sea así, precisamente por la
desproporción existente entre los objetos hacia los que se dirige la voluntad y su
capacidad para decidir entre uno y otro, ya que siendo la voluntad algo casi
infinitamente superior, no hay ninguno que necesariamente la determine,
dejándola siempre en un grado de indeterminación que es precisamente la raíz
última de la libertad. Por ello afirma Santo Tomás: "mas vemos que aquellas
cosas que existen en función de los actos morales y aquellas cosas que son útiles
para la ejecución de aquéllos, es decir, los bienes exteriores, no tienen en ellos
mismos algo de necesidad, sino que todos ellos son contingentes y variables". 69

Sin embargo, el más craso error de quienes niegan el carácter de la ética


como conocimiento genuino, y por lo tanto, científico y absoluto, ha sido apoyarse
en estos presupuestos en virtud de los cuales la ética goza de una certeza
relativa. Efectivamente, nos encontramos con algo absoluto y necesario en la
Moral, sobre lo cual podemos llegar a construir una verdadera ciencia, que
engendraría en nosotros una certeza metafísica. Eso absoluto es la existencia de
una naturaleza humana libre y común a todos los hombres, también llamada ley
natural.

4.3.3. Objetividad de la ley moral

La ley moral es la norma que regula y mide los actos humanos en orden al
fin último. Mide la bondad o malicia de los actos, del mismo modo que las leyes
ecológicas miden la adecuación o inadecuación de los actos de los cazadores a la
conservación de las especies. La ley moral no es una consecuencia del modo de
vivir de los hombres a través de los tiempos ni un acuerdo entre ellos. Es una
ordenación de la razón que dispone los diversos actos del hombre en función de
un fin, y eso es propio de la razón, que conoce ese fin, la naturaleza de los actos y
su proporción respecto al fin intentado, ya se trate de alguno particular o del fin
último.

4.3.4. La ley moral se orienta al bien común

69 Op. Cit. Aristóteles, Ética Nicomaquea...In II Ethicorum, lecc. 3, no. 36.

75
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Capítulo I

El hombre es un ser social: por naturaleza necesita de los demás para que
lo ayuden a desarrollarse y también para aportarles él su propia riqueza. No vive
en sociedad sólo para que los demás le proporcionen los diversos bienes que
necesita, sino también para darse a sí mismo. Por eso la ley moral está dirigida al
bien común, pues el bien del hombre no es sólo individual. Todos los hombres,
por tener la misma naturaleza, estamos ordenados al mismo fin último, por tanto
ese fin es común a todos, porque objetivamente es el mismo y porque solos, no lo
podemos alcanzar.

La ley moral no tiene su fundamento en el hombre mismo, pues no se creó


a sí mismo ni se dio su propia naturaleza, sino que le fue dada por el Creador del
Universo. Por ello tiene una ley natural, y por tanto, unas normas de conducta no
inventadas por él. Por haber un Creador, la ley moral está regida por la ley eterna,
el plan por medio del cual el Creador ordena y dirige todos los actos y
movimientos.

4.3.5.Necesidad de una verdad objetiva

Una verdad moral objetiva, fundamentada no en opiniones meramente


humanas, sino en la Ley Suprema la ley natural es la base inamovible y la
condición insustituible de la moralidad. Únicamente sobre esta verdad es posible
construir una sociedad ética y resolver los problemas complejos y graves que la
afectan en muchos aspectos, incluyendo desde luego el económico.

4.3.6.Verdad y libertad

Por eso la relación inseparable entre verdad y libertad tiene un significado


de suma importancia para la vida de las personas en el ámbito socioeconómico y
sociopolítico, con relación no sólo a actitudes generales sino también a precisos y
determinados comportamientos y actos concretos . 70

En materia económica, el respeto a la dignidad humana exige practicar la


virtud de la templanza para moderar el apego a los bienes; la virtud de la justicia,
para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y en relación a
la solidaridad, exige evitar una serie de comportamientos y actos que atentan
objetivamente contra la dignidad humana, y por lo mismo son éticamente

70CF.S :S : Juan Pablo II Carta enc. Veritatis Splendor. Roma De. Documentos pontificios. (6 agosto 1993), 99. (cf.
(P)FIN 181)

76
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Capítulo I

reprobables: el robo, el retener deliberadamente cosas recibidas como préstamos


u objetos perdidos, el fraude comercial, “ no negarás el jornal a tu hermano
menesteroso y pobre ...sino que le pagarás en el mismo día antes de ponerse el
sol el salario de su trabajo, porque es pobre y con eso sustenta su vida..” (se 71

puede ver en esta cita la objetividad de la ley moral desde siempre), los salarios
injustos, la subida de precios especulando con la ignorancia y las necesidades
72

ajenas, la apropiación y el uso privado de bienes sociales de una empresa, los


73

trabajos mal realizados, los fraudes fiscales, la falsificación de cheques y facturas,


los gastos excesivos, el derroche, etcétera. 74

Existen actos o empresas que, conducen a esclavizar seres humanos, a


menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos
como mercancía. <<Es una falta contra la dignidad de las personas y sus
derechos fundamentales reducirlos mediante la violencia a la condición de objetos
de consumo o a una fuente de beneficios» . 75

4.4. Felicidad y moralidad


Tormenta en Wall Street C

4.4.1. Consecuencias de carecer de una verdad objetiva

Sin una verdad objetiva, luz clara que ilumine el camino de la vida ante
tanta obscuridad y confusión actual, fácilmente el hombre se precipita en
situaciones de deshumanización progresiva. De prestar oído a ciertas voces,
parece que no se debiera ya reconocer el carácter objetivo, absoluto e
indestructible, de ningún valor moral. Está ante los ojos de todos el desprecio de la
vida humana ya concebida y aún no nacida; la violación permanente de derechos
fundamentales, de la persona; la inicua destrucción de bienes necesarios para
una vida verdaderamente humana. Y lo más grave: el hombre ya no está
convencido de que sólo en la verdad puede encontrar su bien.

71 Sagrada Bibila ; Dt 25, 13-16,De Herder , España,1991 p. 226 y 227


72 Cf. Op. Cit. Sagrada Biblia... ;Dt 24, 14-15; Sant 5,4 226
73 Cf. Ibidem Am 8, 4-6 p. 1110
74 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica,De. Lumen, Argentina 1992 nn. 2408-2413. P. 533 y ss
75 Ibid., n. 2414.

77
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Capítulo I

Se desprecia la verdad objetiva y se confía sólo en la libertad


desarraigada de toda objetividad, la tarea de decidir autónomamente qué es
bueno y qué malo. Este relativismo se traduce, en lo religioso, en desconfianza
para con la sabiduría de Dios que guía al hombre con la ley moral. A lo que ésta
prescribe se contraponen las llamadas situaciones concretas, no considerando ya,
en definitiva, que la ley de Dios es siempre el único verdadero bien del hombre. 76

La actitud frente a estas teorías éticas no se ha de reducir simplemente a


denunciarlas o rechazarlas, hay un deber grave de formarse para, poder juzgar
moralmente en las distintas circunstancias de la vida y tomar decisiones éticas,
según la verdad objetiva de la ley moral.

El relativismo lleva a perder el sentido de la vida por ausencia de ideales,


como consecuencia, la persona se inclina hacia lo inmediato. Lo que importa es
vivir el momento, procurarse todo tipo de experiencias placenteras, multiplicar las
vivencias que ofrezcan satisfacciones sensibles; la actitud de la persona es buscar
el placer e ir así resolviendo la existencia personal. 77

Junto a la búsqueda del placer hedonismo, cuando cada quien tiene su


«verdad», porque no las hay objetivas ni universales, lo que se impone es el
respeto total a la verdad de los demás, tan válida como la propia. Y el respeto a la
«verdad ajena» exige evitar cualquier influencia personal en el otro: será preciso
mantener en todo momento una actitud de neutralidad, algo que en la práctica
sólo se puede conseguir aislándose de los demás. «Vivir y dejar vivir», pero como
es imposible evitar la natural sociabilidad humana, el efecto que esa inclinación
produce es el egoísmo, con el consiguiente desinterés por los demás. Se puede
acabar viviendo exclusivamente para sí mismo con la excusa de no influir en el
prójimo y de respetar su «verdad».

4.4.2. La Ciencia, la verdad y la libertad.

Sin duda, la verdad, la ciencia y la libertad son grandes bienes, pero la


aspiración a ellas ha sido muy maltratada por fuerzas destructivas. Ya Sócrates
inculcaba a los jóvenes de su tiempo algunos ejercicios espirituales con qué
prevenir tamaño abuso, aprendiendo a distinguir “lo que de arriba viene de aquello
que, viniendo de abajo, está pronto a servirse de vagos idealismos para fines
rastreros”.

Desde los albores de la humanidad el hombre enfrenta la lucha entre el


bien y el mal, lucha enconada y terrible. Sin embargo, para nosotros los
modernos, esa lucha se ha olvidado, gran parte de la humanidad la ha dejado.
76 S :S : Juan Pablo II ;Discurso a los participantes en el Congreso internacional de teología moral (10 abril 1986), 1:
Insegnamenti IX, 1 (1986), 970-971.
77 Cf. Op. Cit.ROYO Marín. Teología moral para seglares, Editorial BAC, España . 1973.. pp. 180.

78
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Capítulo I

Para que haya lucha se necesita un enemigo, y una forma de terminar la batalla
es pasarse a él. Ya no se da el sentido moral, para que lo haya, debe haber
alguna verdad sobre la materia en disputa pero al tratarse de la moralidad, la
mayoría supone que no hay tal verdad. De hecho, ahora se piensa que la "verdad
moral" es un ser fantástico que cada quien se construye: Tú tienes tus "valores" y
yo los míos…, y allí termina la discusión de un solo golpe. «¿Qué es la verdad?»,
preguntó Poncio Pilato; como muchos contemporáneos, él consideró la pregunta
un medio eficaz para finalizar la discusión.

La modernidad ha sido ejemplar en su lucha por la libertad, pero separada


de la verdad, y la libertad no puede quedarse sin ella, porque degenera en
libertinaje, que a su vez es el desmoronamiento de la libertad. Entonces, la vida
personal y social se reduce simplemente a poseer la fuerza para asegurar la
libertad, el poder.

4.4.3. Lo moderno en la verdad moral

La aparente novedad de nuestro tiempo es pensar que pueda darse la


libertad sin la verdad, propuesta que, intelectualmente no convence;
espiritualmente es incoherente y en moral, desastrosa. En una cultura
radicalmente individualista, no se puede discernir, y por tanto, obedecer lo
objetivamente verdadero. En su lugar, cada uno decide qué es «verdadero para
sí». Queremos crear la verdad, y aunque esto no es nuevo -el intento comenzó en
el Paraíso terrenal-, el giro postmodernista consiste en argüir que una particular
cultura crea una particular moralidad. La libertad puede ser un valor muy
apreciado por muchos, pero es porque esos muchos son producto de una cultura
que da valor a la libertad. Por lo tanto, tu libertad es una ilusión, ya que, en
cualquier caso es sólo producto de una cultura que lo mismo puede dar valor al
colectivismo, al sacrificio de los niños, o a lo que sea.

Es falso que el hombre pueda crear la verdad, ni siquiera a través de una


cultura. La persona humana por serlo es verdaderamente libre. Fue creada
para la libertad y, aunque debilitada por su naturaleza herida, tiene capacidad
para la libertad. Esta es la verdad sobre la persona humana: sin libertad, toda
discusión sobre la moralidad pierde sentido. Los derechos y obligaciones
humanas son «universales e inmutables». La lucha por los derechos humanos no
será más que una imposición ideológica de unos, aunque sean millones, si la
causa de la libertad se divorcia de las exigencias de la verdad.

La afirmación de que no hay verdad objetiva y universal en la moralidad, ha


alcanzado en algunos países cierto estatus oficial. La Suprema Corte de Estados
Unidos declaró en el caso Planned Parenthhood Vs Casey que es decisión de
cada individuo determinar el concepto de existencia, de sentido, de universo y

79
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Capítulo I

del misterio de la vida humana. Éste es un ejemplo del peligro en que se cae al
vincular la democracia con el relativismo ético.

Cuando la verdad misma se democratiza —cuando no es más que la que


es para cada individuo o para una mayoría— la democracia, privada de las
exigencias de la verdad, queda indefensa ante sus enemigos. Los que no ordenan
la libertad a la verdad terminan destruyéndola.

La verdad moral objetiva es evidente en la Ley Natural, accesible a todas


las personas razonables, e incluye mandamientos positivos y negativos, que nos
señalan el camino a recorrer, si queremos un mundo en el que se pueda vivir
éticamente. No siempre se puede hacer el bien que se desea, pero siempre
podemos no hacer el mal.

Como hemos dicho, en la naturaleza humana está inscrito el fin del hombre
y, en consecuencia, también el modo para alcanzarlo, pues está hecho para ello.
Equivale a preguntarnos en qué consiste la perfección humana, es decir, el
verdadero bien, su felicidad.

El hombre necesita actuar de determinado modo para alcanzar su fin. La


moral le dice qué acciones le representan un bien, lo llevan a su
perfeccionamiento. Ese perfeccionamiento al que tiende todo ser humano no es
sólo un bien ajeno a su persona, sino algo que anhela con todo su ser: su
felicidad. En realidad el hombre, más que plantearse el perfeccionamiento como
fin, se plantea su felicidad. Todos queremos ser felices, ése es el motivo de
nuestra vida.

La perfección del hombre no se logra en un sólo acto y de un momento a


otro, se realiza paulatina y parcialmente. Requiere la repetición de actos buenos
que permanezcan en el modo de actuar, este modo de actuar, habitual y bueno,
se llama Virtud. Cuando hablamos de perfección humana nos referimos a
virtudes. La virtud es un hábito bueno que hace al hombre vivir plenamente su
humanidad; la obtención esforzada de las virtudes hace feliz al hombre y a los que
lo rodea.

Como decíamos al principio, el hombre sabe que su vida tiene un sentido:


su felicidad. El reto de cada quien es actuar de tal manera que sus acciones lo
lleven a ella. La ética estudia el modo de ser del hombre, para decirle cómo
actuar para ser feliz ; no debe verse como un conjunto de normas que prohiben
cosas deseables, sino como una guía que muestra el camino para alcanzar el
verdadero bien que nos hará plenamente felices.

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Capítulo I

4.4.4. El bien moral para la vida del mundo 78

En la vida ordinaria, escuchamos con frecuencia afirmaciones de este


estilo: «Cómo te sentirías si te hicieran a ti lo mismo»; «no te sientes en esa silla,
es la mía, yo llegué primero...»; «déjame en paz, no me molestes...»; «no es justo
que tú estés en primer lugar...»; «dame un poco de tu comida y yo te doy de la
mía...»; «tú me prometiste venir, así que te espero, ahora cumples tu promesa...».
Estas frases las dicen personas educadas o ignorantes, jóvenes, viejos y niños. Lo
interesante no está en que uno reclame a otro por su comportamiento, sino que
además, para hacerle ver que tiene razón, apela a un comportamiento establecido
de antemano, a "normas" de conducta que espera que la otra persona conozca y
cumpla.

En ocasiones la respuesta puede hacer caso omiso de las normas, no


porque las desconozca, sino porque no quiere seguirlas. En otras, tratará de
explicar que su actuar no va contra esas normas o, que si las infringe, hay una
razón, que en su caso le exime de cumplirlas.

Tal parece que esas personas tienen en mente ciertas reglas, una ley, que
todos conocen, con la que están de acuerdo y que indica cómo comportarse con
los demás; ley que exige deberes y otorga derechos. Por eso se discute y se
aportan argumentos, no pelean, sin razonar como hacen los animales; la
discusión pretende demostrar al otro, que está equivocado al actuar, que tiene el
deber de rectificar. No tendría ningún sentido hacer esto si las partes no
estuvieran de acuerdo en el compromiso de aceptar unas normas previas. Es
como si en un partido de fútbol, por ejemplo, alguien realiza una jugada no
permitida; se le impone un castigo, por actuar contra las leyes.

La ley que indica a todos los hombres de todos los tiempos, por una parte,
qué es lo correcto, lo justo ; y por otra, qué es lo indebido, lo injusto, es una ley
moral, fundamento de la ética que se llama Ley Natural.

El punto fundamental que plantea la ética es la recta y justa relación entre


la libertad del hombre y la ley moral objetiva, es decir, la relación entre libertad y
verdad. «Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona
humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad
y en realizar la Verdad». 79

La confrontación entre este postulado fundamental de la moral y la actual


situación social y cultural, muestra la necesidad de formarse adecuadamente para
alcanzar el conocimiento de la Verdad objetiva, y la necesidad de la buena
voluntad y el esfuerzo personal, para usar la libertad respetando la Verdad. La
cultura contemporánea ha perdido en gran parte este vínculo esencial entre
78Cf. Op. Cit. Juan Pablo II carta enc. Veritatis Splendor, Editorial EDIBESA (6 agosto 1993),México 1997 num. 84.
79Op Cit. Juan Pablo II Roma Discurso a los participantes en el Congreso internacional de teología moral (10 abril
1986), 1: Insegnamenti IX, 1 (1986), 970.

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Capítulo I

Verdad-Bien-Libertad y, por tanto, es verdaderamente urgente conducir al hombre


a redescubrirlo.

La pregunta: ¿"qué es la verdad?" emerge también hoy desde la triste


perplejidad de un hombre que a menudo ya no sabe quién es, de dónde viene ni
a dónde va.

De la misma manera que los seres no humanos están sujetos a ciertas


leyes que gobiernan su naturaleza, como por ejemplo, la ley de la «gravedad», las
de la biología, las de los cuerpos siderales, el hombre tiene una ley, que no es
sólo para él, es universal e inmutable, la misma para todos los hombres de todos
los tiempos.

Esta ley, percibida por la parte espiritual del hombre y que comprende toda
su naturaleza, guarda una gran diferencia con las leyes que se aplican a los
demás seres; el hombre decide: es libre de seguirla o no. Su parte meramente
material, su cuerpo, se rige por las mismas leyes que los otros seres y no tiene
posibilidad de desacatarlas. Puede, en cambio, libremente obedecer o no, la ley
que le indica dentro de sí mismo lo que debe hacer o evitar desde el punto de
vista ético. En otras palabras, el hombre está continuamente sometido a un
cúmulo enorme de leyes, que necesariamente ha de obedecer; solamente hay
una, la ley natural, que, por ser libre, puede no obedecer.

Se llama ley natural porque la gente pensó que cada hombre la conoce por
su propia naturaleza, por el hecho de ser hombre, y que no necesita que se le
enseñe. Por supuesto los que han opinado así a través de generaciones, no
quisieron decir con esto que no pueda haber individuos pocos, pero existen
que no conozcan bien esta ley; de la misma manera que hay personas
incapacitadas para distinguir los colores, para oír o ver.

Considerando en su conjunto a todos los hombres, se concluye que el


concepto de un comportamiento moralmente correcto, es el mismo para todo
humano. Parece que esta opinión ha sido correcta; pensemos, por ejemplo: ¿por
qué estamos seguros que los nazis estaban en un error y actuaban mal? porque
conocían, igual que nosotros, lo correcto y lo ilícito, por lo tanto, debían —tenían
obligación— de practicar el bien y no lo hicieron. Si no hubieran tenido noción de
lo correcto, distinguiéndolo de lo erróneo, aunque siguieran eliminando gente para
conseguir una raza mejor, no podríamos recriminarles nada; no serían más
culpables de este modo de actuar que del color de sus ojos o de su cabello.

Para muchas personas, carece de fundamento y es poco convincente que


todos los hombres conozcan la ley natural, y que, por ello estén de acuerdo en
qué es bueno o malo, entre otros motivos porque hay muchas civilizaciones, y en
diferentes épocas del mundo ha habido, morales muy diversas. Ciertamente ha
habido diferentes morales, pero las diferencias fueron siempre parciales y
relativas. Cualquiera que se tome el trabajo de comparar las enseñanzas morales,
digamos del antiguo Egipto, con los babilonios, indios, chinos, griegos o romanos,

82
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Capítulo I

notaría de inmediato que las normas morales de una civilización son


esencialmente iguales a las otras; se parecen, como también son similares las
normas morales antiquísimas a las nuestras.

¿Qué significa una moral diferente?. Tomemos, por ejemplo, un país donde
la gente fuera admirada por ser miedosa, por correr aterrorizada en una batalla, o
donde los hombres se sintieran verdaderamente orgullosos de haber traicionado a
otras personas que con ellos se portaron siempre con generosidad; un país donde
a los traidores se les levanten estatuas, precisamente por ser traidores. Es casi lo
mismo que imaginar un país donde dos y dos no sumen cuatro, sino cinco.
Quizá haya diferencias en matices, pero el egoísmo nunca ha sido admirado como
tal, aunque quizá algunas veces, se admire lo que se ha conseguido con él.

Estudiando lo dicho, se concluye que todos los hombres de todos los


tiempos, han contado con una ley moral que les ha indicado que unas acciones
son buenas y otras malas. La gente en muchas ocasiones tendrá dudas, como
muchos también se equivocan en sus cálculos de aritmética; sin embargo, esto no
parece ser cuestión de gustos y opiniones igual que las tablas de multiplicar no
son opinables.

Otra experiencia universal quitando alguna excepción es que nadie


puede cumplir plenamente esa ley superior del bien y del mal que todos llevamos
dentro. Con mucha frecuencia la violamos y cada uno busca mil excusas para
explicar por qué lo ha hecho.

Los hombres conocen la llamada Ley natural, pero la rompen. Estos dos
hechos aclaran todo el pensar acerca de nosotros mismos, sobre cómo es el
hombre, y acerca del universo en general, y, cómo el hombre es, al mismo tiempo,
el fundamento de la ética.

Podemos resumir dos conclusiones:

1o. Todos los seres humanos en toda la tierra, tienen la clara idea de
que deben comportarse de determinada manera, y que no pueden
quedar libres de esa ley, que les manda hacer el bien y evitar el mal.

2o. Por más esfuerzo que se haga, la experiencia muestra que nunca
puede cumplirse esa ley plenamente.

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Capítulo I

CAPÍTULO V

LA ACCIÓN DIRECTIVA COMO ACCIÓN HUMANA

Caso: Daniel, un prominente médico… (FALTA REVISAR)


1. Daniel ha tomado grandes decisiones a lo largo de su vida, sin embargo, cuando se
enfrentó con la más difícil, aunque tuvo sus dudas, siempre supo decidir sobre su futuro. Ha
perdido a su esposa, a sus amigos, a sus padres, sin embargo esto no ha sido suficiente para
hacerlo recapacitar. Son “pequeños elementos que se pierden por la fama y el éxito”.

ANTECEDENTES

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Capítulo I

2. En 1989 Daniel ingresó a su primer año de internado en el Hospital de mayor prestigio en


América; durante este año sintió los cambios de la teoría a la práctica, y se dedicó de tiempo
completo a aumentar sus conocimientos. Conoció, por casualidad, al director del Hospital, Dr.
Roberto Cisneros, al estar atendiendo a una mujer con problemas de parto; Daniel se quería
convertir en el mejor ginecólogo de la ciudad, quería tener prestigio internacional, y realizar
investigaciones para ser reconocido en el ámbito mundial.

3. Platicó de estos sueños con el Dr. Cisneros, además de hacerle ver sus planes de
matrimonio, que estaba previsto para mediados de 1990, tres meses después de haber
terminado el internado. Roberto, miró con interés a Daniel, y le hizo una pregunta directa, “¿Te
interesaría quedarte en el Hospital, en el departamento de investigación?”.

4. El Hospital tenía tiempo en unas investigaciones secretas. Aunque el Dr. Cisneros jamás
hablaba sobre el tema, era sabido, por gente cercana, que estas investigaciones eran sobre
embriones y fertilidad in vitro. Daniel ignoraba esto, sin embargo, sabía que el departamento era
envidiado por las otras áreas, ya que la gente que trabajaba en él recibía un buen sueldo y
prestaciones que en cualquier otro departamento se obtenían en un plazo no menor a los cinco
años dentro del Hospital, cuando lo llegaban a recibir, por lo que se interesó de inmediato. Le
parecía una excelente propuesta, pensaba que tendría un buen salario, además de las
prestaciones, y sentía remunerados todos los esfuerzos que durante sus estudios había
realizado.

5. Beatriz, prometida de Daniel, estuvo feliz al enterarse de lo sucedido, le propuso a Daniel


que contestara que sí de inmediato, y que además empezara a investigar sobre las prestaciones
y el sueldo que recibiría. Ella pensaba en la estabilidad que esto le daría a la relación, ya que
durante esos meses habían discutido sobre lo difícil que era mantener a una familia en esos
tiempos, y la falta de recursos a la que se enfrentarían durante los primeros años; no pensaban
siquiera en comprar un departamento, sino que sería rentado hasta que los ahorros alcanzaran
para adquirirlo, tener un hijo era uno de los planes a largo plazo, y los viajes eran promesas a
futuro. Sin embargo, esta propuesta cambiaba todo el panorama, conocía las capacidades de
Daniel, por lo que no dudaba que en poco tiempo se convertiría en un elemento fundamental del
departamento, y que en pocos años podría alcanzar los niveles directivos dentro del Hospital.

6. Daniel respondió que sí el 18 de diciembre de 1989, el sueldo que recibiría era mayor al que él
había pensado, y las prestaciones incluían desde un automóvil hasta un departamento en el
segundo piso de un edificio cercano al Hospital que pertenecía al Dr. Roberto Cisneros, todo
esto por la firma de un contrato y una carta que lo comprometía a guardar toda la información de
las investigaciones, el resultado y el fin de las mismas como estrictamente confidencial. Esto
último no pareció extraño a Daniel, sabía que esto mismo era utilizado en otros trabajos y que no
representaba más que el compromiso de trabajar fielmente a la institución. Ese mismo día
celebraba la firma con Beatriz y Luis Torres, amigo desde hace siete años, con el que había
cursado la escuela de medicina, y se había mantenido como buen amigo, hasta la oportunidad
que ahora se le presentaba.

LUIS TORRES

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Capítulo I

7. Luis y Daniel se conocieron en la facultad de medicina, vivían cerca, así que no les fue muy
difícil iniciar la relación, los dos venían de familias estables, más no adineradas, así que al inicio
tenían los mismos sueños, conquistar el mundo, hacer un bien a la sociedad, en resumidas
cuentas, realizar un trabajo donde se podría servir a la comunidad, al mismo tiempo de que su
remuneración fuera lo necesario para vivir dignamente, estaban seguros de que el fin que
buscaban en su trabajo era el de proporcionar un gran descubrimiento que ayudara al avance
científico y a la disminución de las enfermedades y molestias que sufren las mujeres durante el
parto.

8. Los últimos años de la carrera se separaron por las decisiones que tomaron, teniendo las
mismas oportunidades, Luis decidió asistir a un Hospital rural, mientras que Daniel decidió ir al
Hospital ya mencionado. Esto no fue motivo para romper con la buena relación, siguieron
pensando en lo que debían hacer desde sus puestos, e idearon planes para seguir en contacto y
transmitir los conocimientos que dejara cada lugar. Sin embargo, el nuevo contrato que había
firmando Daniel lo dejaba imposibilitado de cumplir con la promesa de estudiantes que se
habían hecho, lo que no molesto a Luis, pensaba que, de cualquier modo, en algún punto de su
trayectoria profesional establecerían contacto, de tal modo que podrían compartir experiencias y
llegar, juntos, al punto deseado.

LOS PRIMEROS AÑOS


9. Daniel ingresó el 1 de Mayo de 1990 al “Departamento de Investigaciones” del Hospital. Su
esposa y él se encontraban felices de su hogar y los bienes que habían obtenido tan
rápidamente, regresaban de una luna de miel maravillosa, y habían platicado de todos los
planes y posibilidades económicas que el trabajo representaba, estuvieron de acuerdo en que
Beatriz no dejaría su trabajo hasta el primer hijo, plan que no se veía tan lejano como lo era
antes.

10. De este modo Daniel inició su trabajo, al principio no era gran cosas, sacar unas gráficas,
reconocer el tipo de sangre, no lo dejaban acercarse mucho a los datos altamente
confidenciales, sino que su trabajo era de menor envergadura, hasta en unas ocasiones tenía
que hacerla de mensajero, llevaba reportes especiales al Dr. Cisneros, o algunos otros directivos
del Hospital. La primera oportunidad se presentó a los seis meses, cuando Roberto le comentó:
“Por tu dedicación y esfuerzo, hemos decidido que participes más en las investigaciones, sin
embargo, necesitamos de tu autorización, ¿Sabes que clase de investigaciones hace el
Departamento?” - “Realmente no lo sé, me parece que es acerca de partos donde hay
posibilidades de perder la vida de la madre o el hijo”. Con una sonrisa Roberto explicó: “No es
del todo correcto lo que piensas, es verdad que nuestras investigaciones son sobre fetos, pero
en realidad el fin es otro. El Departamento realiza investigaciones clandestinas sobre la fertilidad
in vitro y los genes; lo que nosotros hacemos es tomar un feto del vientre de la madre para

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Capítulo I

realizar las investigaciones; lo hacemos por bien de la humanidad, pensamos que si logramos
resolver algunas dudas sobre la transmisión de genes hereditarios tendremos los elementos
para eliminar enfermedades como el síndrome de Down, entre otras.” - “¿Las madres saben que
se esta haciendo esto?” - “En ninguno de los casos. Nosotros medimos las probabilidades de
vida que tiene el feto durante el embarazo, si vemos que son pocas, lo tomamos, decimos a los
padres que el feto ha muerto, y lo utilizamos en nuestras investigaciones. ¿Qué piensas ahora?”
- “No estoy del todo convencido, ¿qué representa esto en mi futuro?” – “No te preocupes,
sabremos recompensarlo”.

11. Así fue, no sólo se trataba de recompensas económicas, su nivel jerárquico dentro del mismo
Hospital fue creciendo, la gente le hablaba con mayor respeto, comenzó a hacerse importante,
hasta el grado que fue entrevistado por una revista especializada de fama internacional, lo que
lo llevó a realizar una serie de conferencias, sobre todo en Norteamérica, acerca de la fertilidad
in vitro, los avances que se estaban obteniendo en la materia, y la defensa del aborto.

12. Beatriz pasó a segundo término, lo que ahora importaba era el reconocimiento que obtenía por
cada uno de sus discursos. Una tarde Beatriz se comunicó con Luis: “Tengo dos semanas en
que no lo veo, y las pocas horas que pasa en casa sólo duerme, no me habla de nada, cuando
le mencione la idea de tener un hijo estallo en cólera, argumentando que no era el momento,
que su fama estaba creciendo, que no podía detenerse. Ya no entiendo lo que pasa, tienes que
hablar con él”.

13. Luis lo encontró irreconocible, la soberbia lo había convertido en un ser incapaz de escuchar, le
ofreció una visita al hospital rural que Daniel rechazó de inmediato, intentó mostrarle que había
olvidado a su esposa, a sus padres, a sus amigos, que reaccionara, que lo que estaba haciendo
no estaba bien, que ganar fama por defender el aborto no era nada loable. Luis no sabía que en
realidad no se trataba de los abortos, eso era lo último que había escuchado en las noticias. De
cualquier modo la plática terminó cuando Daniel respondió: “No te das cuenta, me he convertido
en lo que siempre he querido, nada me ha obligado a hacer lo que he hecho y a defender en lo
que creo. La gente me escucha y me aplaude, soy un hombre grande, con un nivel
socioeconómico alto, felizmente casado, y con un trabajo estable”.

EL ÚLTIMO AÑO

14. La fama de Daniel había crecido a tal grado que diariamente contestaba dudas por Internet a
colegas de todo el mundo, jamás mencionó algo sobre el departamento, sólo mencionaba los
resultados, y las rutas de investigación que se debían seguir. Al tiempo que su fama creció,
crecieron los problemas con Beatriz, aunque ya tenían un hijo pequeño, las cosas en casa
habían empeorado, ella le había reclamado más atención con el niño, que le dedicara más
tiempo, que estuviera con ellos. Sin embargo, Daniel, realizaba más investigaciones, dedicaba
todo su tiempo al trabajo, por supuesto lo hacía para obtener más fama, que jamás era
suficiente, hasta que un día el Dr. Cisneros le ofreció unas vacaciones, “Estas demasiado tenso,
descansa, ya habrá tiempo para el trabajo”. A Daniel le pareció asombroso, ¿cómo le pedía eso

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Capítulo I

cuando estaban a punto de terminar una investigación tan importante? Que daría nuevas luces a
la solución de los problemas, no hizo caso, siguió trabajando.

15. El 3 de noviembre de 1996 Beatriz le anunció a Daniel su separación, esto lo dejó asombrado,
“Como se atreve a pedirlo, jamás le ha faltado nada, tiene un esposo reconocido en el ámbito
mundial, tiene dinero, una bella casa, ¿qué más quiere?”. El 22 de noviembre Daniel comenzó a
pensar en lo que había hecho, molesto por la situación familiar acudió a Roberto, que sólo
encontró una respuesta, “Tú eres libre de irte, agradecemos tu trabajo, y siempre serás
bienvenido, es tu decisión”.

16. Acudió a Luis, le platicó toda la historia, a lo que se había dedicado en el Hospital, habló sobre el
departamento, Luis lo vio realmente arrepentido, pero sólo le recordó sus palabras, “Te has
convertido en lo que tú has querido, nada te ha obligado, ahora quieres arrepentirte, no está del
todo mal, pero ¿estás dispuesto a dejar toda la fama y el reconocimiento, tu casa, los lujos, y
hablar sobre el tema públicamente? Esto también es tu decisión.”

17. Daniel regresó al Hospital el 1 de enero de 1996, se disculpó con el Dr. Roberto Cisneros, e
inició una nueva investigación, que aún no sabe a donde lo llevará.

5.1 La acción humana

Si partimos de que los directivos realizan sus funciones tomando las


decisiones que consideran oportunas en cada momento, podemos decir que la
función central del empresario es la toma de decisiones. La decisión, como
veremos posteriormente, es una acción específicamente humana, en la que el
hombre pone en juego sus facultades superiores. Por ser plenamente humana
hemos de analizarla desde el punto de vista ético. En este capítulo unimos el
análisis ético de la acción con la toma de decisiones, para que quede lo
suficientemente clara la determinación ética que necesita adquirir el empresario.

Al estudiar la unión entre alma y cuerpo se explicó la unidad que guardan


las acciones humanas. Quien actúa siempre es el hombre, no la cabeza, la mano
o las piernas independientes. El hombre es una unidad, por tanto sus acciones
guardan esa unidad. Como vimos al hablar del sistema tendencial esa unidad no
es perfecta, por lo que debe esforzarse para que sus facultades superiores
dominen a las inferiores. Además, en él existen facultades vegetativas y animales;
para el análisis ético de la acción necesitamos distinguir, en primer lugar, los actos
del hombre de los actos humanos.

Los actos del hombre son aquéllos que realiza sin libertad; podríamos
llamarlos funcionales, se hacen sin que la inteligencia y la voluntad intervengan
directamente por ejemplo: respirar, las funciones digestivas, parpadear, etcétera.
Desde el punto de vista moral, - de la bondad o malicia -, estos actos son
moralmente indiferentes en sí mismos. Su independencia de inteligencia y
voluntad no implica que, en un momento dado, éstas no puedan intervenir, en

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Capítulo I

realidad yo puedo cerrar los ojos y dejar de parpadear o contener la respiración;


en ese caso, por el dominio del entendimiento y voluntad, esos actos serían actos
humanos.

Los actos humanos son los realizados con la advertencia y pleno


consentimiento de la persona, es decir, actos en que se conoce y se quiere
suficientemente la acción. Inteligencia y voluntad se ejercitan en los actos
humanos, por eso son sujetos de la moral. Dicho de otro modo, los actos humanos
proceden de la voluntad deliberada del hombre, es decir se realizan libremente
(Daniel p.13).

5.2 Libertad y autodeterminación

Sólo el hombre tiene la posibilidad de cumplir o no, aquellos actos,


que lo ordenan a su fin último. Esta predisposición hacia el fin supremo es el
orden moral. Cuando hablamos de él nos referimos al fin inscrito en la naturaleza
humana. Por estar dotado de inteligencia y voluntad, el hombre se ordena
libremente hacia ese fin, pero en su naturaleza, esta ley natural le marca una regla
de conducta que lo conduce a su felicidad. Este fin, lógicamente, es superior al
hombre mismo, pues si no lo fuera, nuestra vida, que debe tender a él, sería
frustrante y llegaríamos a un sin sentido. Según se ajusten o no a su naturaleza y
fin, se puede hablar de acciones buenas y malas.

La moralidad es una cualidad propia y exclusiva del obrar humano, pues es


la única criatura que puede hacer el bien o el mal moral con sus acciones.

Sin libertad no hay moralidad, puesto que la posibilidad de hacer el bien o el


mal es consecuencia de su libertad. Es necesario entender con profundidad qué
es la verdadera libertad, pues cuando el hombre obra mal, aunque ejerce su
libertad para elegirlo, en realidad se va esclavizando. Una persona que atesora
bienes a través de engaños, fraudes, etcétera, seguramente da un valor
desmedido a los bienes materiales, y muy posiblemente se ha hecho esclavo de
su obsesión por tener cosas (Daniel 5 y 6). La libertad es la capacidad de la
voluntad de moverse por sí misma al bien que la razón le presenta, cuando
elige el mal, no ejerce plenamente su libertad.

¿Entonces, el hombre puede elegir el mal? Sí, porque la libertad supone


el conocimiento intelectual del bien. Un ser irracional no conoce las cosas en
razón de su bien, su inclinación es instintiva, es decir ciega y determinada, no
libre; en cambio, el ser racional conoce el bien en cuanto tal y por eso no está

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Capítulo I

determinado por el objeto sino que él mismo se determina, se autodetermina al


bien (Daniel p.10 y 11).

La autodeterminación es un aspecto de la libertad humana. “El proceso


de la autodeterminación se realiza en una pluralidad de planos. El hombre se
autodetermina en el plano biológico, en cuanto que vivir significa desarrollar
adecuadamente un organismo y eso es el proceso de maduración biológica. El
hombre se autodetermina también en el plano cultural a través del proceso
educativo. Por último, el hombre se autodetermina también en el plano existencial
a través de sus decisiones”. 80

El hombre, al conocer el bien, lo interioriza, lo hace suyo, y de este modo el


movimiento efectivo hacia él surge intrínsecamente. El origen interior del acto
voluntario es característica esencial del obrar libre: el que actúa libremente es
dueño de sus actos. El conocimiento del bien permite el dominio sobre los actos,
pues para que haya pleno dominio del acto, es necesario además la posesión
cognoscitiva del bien que realiza la inteligencia.

La libertad va acompañada de indeterminación pues la voluntad puede


recaer sobre el fin último y sobre los medios que a él la llevan; puede dominar la
intención del fin y la elección de los medios. En realidad el fin último del hombre
considerado en general como el máximo bien y no como <<este bien>> no
está sujeto a elección, pues la voluntad asiente con necesidad al fin último que
es su felicidad. En cambio frente al fin último concreto, que es Dios, la
voluntad no esta determinada necesariamente. También frente a los medios, la
voluntad está indeterminada porque son sólo bienes parciales. Cuando se trata del
bien absoluto el máximo bien del hombre lo quiere necesariamente, porque es
lo absolutamente perfecto y bueno; pero cuando tenemos que concretar en algo
ese deseo de felicidad, en esa determinación podemos elegir algo que represente
un mal para nosotros (Daniel p.14, 15, 16 y 17).

En la elección de los medios que nos conducen al fin podemos elegir el mal.
Nunca lo elegimos por sí mismo, sino por lo que tiene de bueno para nosotros. Por
ejemplo, un hombre que se suicida no piensa que eso le va a provocar la
infelicidad, aunque sepa que está haciendo mal. La pregunta sería ¿por qué si
todo lo elijo porque me parece un bien, esa acción puede ser mala?. La respuesta
está en lo que ya hemos tratado en otros capítulos: el bien no depende del sujeto ;
bien y mal son objetivos.

Muchas veces el mal está en que absolutizamos o sobrevaluamos un bien


parcial y lo constituimos en objeto absoluto de nuestra felicidad, esto es así porque
todos los bienes materiales son parciales, no sacian plenamente nuestro deseo de
felicidad; por este motivo, todas las elecciones de bienes parciales deben tender a
la obtención del fin último. Si trastocamos esta jerarquía, lógicamente nos
acarreará un mal, que en definitiva es no hacer lo que nos lleva a la plenitud. Si la

80 CHOZA, Jacinto. Filosofía del hombre, De. .Rialp, 1992 España, p. 435.

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Capítulo I

plenitud del hombre está en alcanzar su último fin, y para ello necesita conocerlo y
dirigirse voluntariamente hacia él, la acción propiamente humana es la acción
que libremente se dirige hacia su fin último.

5.3. La exaltación de la libertad

Paralelamente a la exaltación de la libertad y, paradójicamente, en


contraste con ella, la cultura moderna la pone radicalmente en duda. Un conjunto
de disciplinas agrupadas bajo el nombre de «ciencias humanas», explican al
hombre de nuestros días, que los condicionamientos de orden psicológico y social
influyen de tal modo en la libertad del hombre, que la afectan. Junto con la rica
información que estas ciencias han proporcionado al hombre, avances útiles para
la pedagogía o la impartición de justicia, se han extrapolado las observaciones de
los efectos de estos condicionamientos, llegando a poner en duda e incluso a
negar la realidad misma de la libertad, y con ello, la responsabilidad moral de la
persona o grupo de personas.

Basándose en la amplia variedad de costumbres y hábitos de la humanidad,


y en interpretaciones exageradas de la investigación antropológica, se ha llegado
a conclusiones que, si no siempre niegan los valores humanos universales, sí
llevan a una concepción relativista de la moral. Estas tendencias de la ética, bajo
el influjo de corrientes subjetivistas e individualistas, coinciden en debilitar o
incluso, negar la dependencia de la libertad con respecto a la verdad. El hombre
es ciertamente libre, su libertad muy amplia, pero no ilimitada. Debe ajustarse a la
ley moral que Dios le ha dado.

En oposición a lo anterior algunas tendencias culturales contemporáneas,


abogan por determinadas orientaciones éticas, cuyo centro de pensamiento es un
pretendido conflicto entre la libertad y la ley moral. Atribuyen a cada individuo
o a los grupos sociales, la facultad de decidir sobre el bien y el mal. Con esta
forma de pensar “sin dependencia alguna”, resulta que la libertad humana podría
«crear los valores», y gozaría de primacía sobre la verdad, hasta el punto de que
la verdad misma sería considerada una creación de la libertad; la cual reivindicaría
tal grado de autonomía moral, que prácticamente significaría su soberanía
absoluta.

Tenemos capacidad para decidir entre actuar bien o mal; lo que no está
sujeto a nuestra decisión es la bondad o malicia de nuestros actos. El bien y el mal
no se determinan por mayoría de votos, ni por sentimientos, están determinados
eternamente por el Ser Supremo, al ser Él la Bondad.

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Capítulo I

Como fin último, Dios, es un objetivo independiente de las consideraciones


humanas, el bien para el hombre será lo que vaya de acuerdo con el fin último, y
el mal lo que no lo conduzca allí. Ese bien y mal son conocidos por el hombre, son
verdades objetivas a las que ha de sujetarse, si quiere ser plenamente hombre.
Por tanto, libertad y verdad no pueden separarse, pues el bien que el hombre elige
y realiza libremente ha de ser verdadero. Uno de los más grandes males de
nuestro mundo de hoy es llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, tal confusión
lleva al hombre a una vida sin sentido, pues eso que piensa que es bueno, en
realidad lo hace profundamente infeliz (ReA p.12).

5.4. La autonomía humana

El hombre tiene la capacidad de decidir su vida. Con su naturaleza - dones


y limitaciones -, recibió la tremenda tarea de gobernar al mundo, pero además,
de gobernarse él mismo, porque Dios lo ha dejado, «en manos de su propio
albedrío».

Desde el Renacimiento se viene repitiendo la idea de que el hombre es


autónomo, y por tanto, no necesita de Dios. En su tratado sobre la dignidad del
hombre, el humanista italiano J. Pico Della Mirándola pone en boca de Dios estas
palabras dirigidas a su hijo Adán: "Te he puesto en medio del mundo para que
puedas ver mejor lo que hay en él. No te he creado ni celestial ni terreno, ni
mortal ni inmortal, para que, como artífice de ti mismo, puedas tallar tu propia
figura. Puedes, si quieres, degradarte a la condición de animal, pero puedes
igualmente, por la libre decisión de tu espíritu, darte una naturaleza semejante a
la divina".

Por otro lado, Romano Guardini, escribe «Con el Renacimiento, tanto la


obra como el autor adquieren una nueva significación. Una y otro se apropian del
sentido que antes pertenecía a la obra de Dios. El mundo deja de ser creación
para convertirse en "naturaleza"; las obras del hombre no son ya servicios
dictados por la obediencia a Dios, sino "creaciones"; y el hombre mismo, que
hasta entonces era oferente y servidor, se ve tornado en "creador"». Mirando al
mundo como "naturaleza", el hombre lo hace parte de sí mismo; concibiéndose a
sí mismo como personalidad, se convierte en dueño de su propia existencia; y
llevado de su afán de cultura, pretende hacer de lo existente una obra suya (Daniel
p.13).

Coincide el nacimiento de este último concepto con la fundación de la


ciencia moderna, de la que brotará la técnica, como conjunto de procedimientos
que permiten al hombre fijar a voluntad sus propios fines. Ciencia, Política,
Economía, Arte y Pedagogía se desligan cada vez más deliberadamente de los
requerimientos de la fe, e igualmente de los imperativos universalmente válidos
de la Ética, y se edifican autónomamente desde sus esencias respectivas.

92
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Capítulo I

A la exaltación individualística del hombre autónomo acompaña un


derrumbamiento de la individualidad y una negación progresiva de los rasgos
esenciales de la persona individual. Dietrich von Hildebrand lo advierte, y escribe:
"Todo esto empezó con el Renacimiento, que fue despojando de un ingrediente
tras otro a la idea de persona. Se comenzó negando que el hombre esté
ordenado a Dios, que su fin sea unirse a El eternamente; luego, se negó la misma
inmortalidad del alma, finalmente, la libre voluntad, etcétera. Si al principio estuvo
la temeraria pretensión de hacer del hombre un dios, al cabo vendría la reducción
del mismo a un animal altamente desarrollado o un simple cúmulo de
sensaciones" Así se fue imponiendo una atomización de la vida en sectores
diversos, y en apariencia independientes entre sí.

Al hablar de la naturaleza humana vimos que el hombre fue creado de


determinada manera, no es todopoderoso, debe aceptar que es limitado, y por
tanto, que su libertad no es hacer todo lo que le venga en gana. Hay dimensiones
de esta limitación, una por el lado de la propia naturaleza y la otra por el lado de
su fin, pues no todo lo que quiera lo hará feliz, es decir, no todo lo que quiera su
voluntad será un bien verdadero.

El hombre no es absolutamente autónomo, su libertad no lo hace dios, lo


hace capaz de dirigirse al bien, que en último término es Dios, o de elegir el mal.
Es autónomo en tanto que tiene capacidad de ser feliz o infeliz; un tremendo poder
que él mismo goza o sufre. Nosotros mismos hemos de dar sentido a nuestra
existencia, cada uno en su individualidad es responsable de su felicidad o
infelicidad.

5.5. La decisión es del sujeto moral

Cuando el hombre realiza un acto humano tiene la conciencia refleja de ser


él mismo autor, causa de ese acontecimiento personal; la acción humana está
unida a la vivencia de ser yo el agente activo y responsable, la verdadera
causa de lo que hago. 81

La persona es el origen y el sujeto de la acción propiamente dicha.


Para que una acción sea humana tiene que estar hecha con voluntariedad. La
voluntad es la capacidad de vincularse y hacer depender las acciones del yo
personal. El estudio de la voluntariedad tiene el sentido de fijar cuándo y bajo qué
condiciones la persona puede ser considerada autora y causa verdadera de un
comportamiento. Este plano presupone el concepto de persona.

Tradicionalmente se ha definido a la persona según Boecio como sustancia


individual de naturaleza racional La persona es material y espiritual, interesa
81 Cf Op. Cit.. CHOZA. Filosofía del Hombre. p. 154.

93
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Capítulo I

destacar que el espíritu no es su único elemento esencial, el espíritu es también y


esencialmente, forma del cuerpo. Concebir el espíritu humano como una realidad
ajena al cuerpo es tan impropio como concebir el cuerpo humano separado del
alma. La persona, es también en el plano de la acción, una totalidad unificada. El
cuerpo humano no es independiente del espíritu, ni el espíritu independiente del
cuerpo mientras lo esté vivificando.

El alma por definición es principio de vida, por eso vivifica al cuerpo, no al


revés. La dependencia entre ambas es tan estrecha, que hasta la actividad
humana más espiritual está de algún modo permeada de la condición corpórea, de
modo análogo a como el cuerpo está gobernado y finalizado por el espíritu. “La
acción humana es una unidad de alma y cuerpo, intención interior y realización
exterior, sentido proyectado y gesto que lo significa y ejecuta”. 82

En la acción humana se manifiesta todo lo que es la persona, su acción es


unitaria como su mismo ser. El hombre mira como hombre, con inteligencia,
porque piensa algo sobre lo que ve y puede emitir un juicio, quiere cuando ve y es
libre de ver o no ver. Todas las acciones tienen su origen en la persona: “el sujeto
humano o el yo de cada uno es fundamento real de nuestros actos, hábitos y
relaciones, pero no queda al margen o separado de ellos, sino que es intrínseco a
los mismos y está afectado por aquéllos hasta su más recóndita raíz”. Por eso 83

van contra la naturaleza de la acción humana decisiones que se toman con la


frialdad de la inteligencia, o cualquier otra polarización, sin reunir todos los
elementos de la persona. Ser persona en su totalidad es ser hombre
plenamente.

La persona humana es individual, pero no como cualquier; es decir, la


persona es un yo. Cuando reflexiona sobre sí misma se da cuenta de que es un
yo individual, que puede actuar sobre sí mismo y sobre las demás cosas que
conoce y quiere. La diferencia con los animales es que el hombre conoce que
conoce, siente que siente, es decir, tiene conciencia.

La libertad es parte de su naturaleza, pero en la misma naturaleza no todo


está determinado. La voluntad se distingue de la naturaleza cuando ambas son
consideradas principios de dos dinamismos tan diferentes como la acción
voluntaria y los procesos o reacciones naturales. Mientras que el sujeto domina
libremente sus acciones voluntarias, lo propio de la inclinación natural es la
determinación hacia algo determinado.

La voluntad pertenece a la naturaleza del hombre y por eso posee una


inclinación natural hacia su objeto formal que es el bien. La voluntad le permite
lograr un autodominio que hace de sus acciones una expresión de su yo
82 CHOZA. Ibidem. 435.
83 GARCÍA LÓPEZ, J. La persona humana en “Anuario Filosófico”, De. EUNSA España, (1976), p. 167.

94
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Capítulo I

autónomo teñidas de responsabilidad. Pero por otro lado, también tiene


tendencias que debe gobernar con su inteligencia y con su voluntad. Por eso se
debe tomar en cuenta que, en la disposición y en la actividad moral
contribuyen también las facultades de la vida vegetativa y la vida sensitiva
que hay en el hombre.

La unión sustancial entre alma y cuerpo tiene continuas manifestaciones en


el obrar, por el que se desarrolla la personalidad, y crece bajo una profunda
conexión entre las facultades de la vida vegetativa, sensitiva y racional. Podemos
observar esto en la dependencia que hay entre las facultades, por ejemplo: si un
niño tuvo una alimentación escasa, es muy probable que su capacidad mental sea
deficiente, y por carecer de la suficiente inteligencia, en algunas ocasiones no
alcanzará a advertir la moralidad de sus actos.

Los sentimientos ejercen una importante influencia sobre la acción humana.


Entre las esferas del sentimiento y la voluntad se instauran relaciones de recíproca
comunicación, que influyen también en el modo de obrar (Daniel p.11). La tonalidad
sentimental que acompaña a una acción no es decisiva para su cualidad moral,
pero constituye en todo caso un signo de la estructura psicológica de la persona.
El sentimiento también manifiesta de algún modo la estructura moral del sujeto
humano, en cuanto que evidencia el grado en que la persona podrá servirse de
sus sentimientos para la realización de las tareas morales. La intensidad
específica de los sentimientos, su influjo sobre la claridad de las percepciones
morales y sobre la firmeza de las decisiones voluntarias permiten entender que la
educación de la esfera sentimental constituye una tarea moral de notable
importancia. 84

El sujeto de la acción tiene sentimientos y son importantes, pero no son el


criterio que determina el bien o el mal de la acción. Muchas veces piensa que
hace bien porque lo hizo con buenos sentimientos o que hizo mal porque el
sentimiento no fue agradable. No hay que confundir el sentimiento con esa ley
inscrita en nosotros para saber si estamos actuando bien o mal.

No se trata de quitar los sentimientos, son naturales, se trata de dominarlos


o encauzarlos al bien. Pero sí es importante educarlos para que inteligencia y
voluntad ejerzan control sobre ellos, pues bien dirigidos son una gran ayuda para
realizar mejor nuestras acciones. No es lo mismo hacer algo con entusiasmo que
sin él. Este dominio sobre los sentimientos se refleja en las virtudes. El género
supremo del bien moral es la virtud, porque la virtud moral consiste principalmente
en el orden de la razón.

84 Cf. RODRÍGUEZ Luño.Angel, Ética, EUNSA, 1984,España ; 1984 p 123..

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Capítulo I

5.6. Objetividad del bien y del mal

Al ser la libertad consecuencia del ejercicio de la inteligencia y de la


voluntad, está profundamente vinculada con la Verdad. La verdad es la
adecuación de la inteligencia con la realidad e indispensable para el ejercicio
de la libertad. La verdad ejerce un papel muy importante en la libertad, pues si
nuestro conocimiento es erróneo, nuestra voluntad se inclinará hacia algo que en
realidad no es un bien, y como el objeto propio de la voluntad es el bien, en lugar
de potenciar nuestra inteligencia y voluntad, para perfeccionarnos, esos “bienes
aparentes” nos irán corrompiendo. Podemos pensar en un alcohólico, que piensa
que el alcohol es un bien para él; si pensara verdaderamente que le hace daño
comenzaría a alejarse de él. Algo así sucede, mutatis mutanda, cuando elegimos
un mal con apariencia de bien (Daniel p.15). Para considerar la bondad o maldad de
la acción, es necesario analizar si hubo pleno conocimiento y plena voluntariedad.
Hablaremos con detalle de esto al explicar los elementos del acto humano.

Nuestra libertad no es absoluta y por eso la voluntad no determina todo. La


voluntad está determinada al bien porque la naturaleza humana está hecha para
obtener el bien absoluto. Sólo podemos ser plenamente felices, saciar nuestro
deseo de absoluto, de infinitud, de eternidad, de amar y ser amados, obteniendo el
bien supremo que es nuestra eterna felicidad. Ese fin absoluto, por ser absoluto,
solo puede ser Dios. El hombre está hecho por Dios y para Dios, por lo que su
felicidad no está solamente en sí mismo sino en la medida que se identifica con el
Ser que le creó.

La necesidad que el hombre tiene de sus semejantes no es utilitarista,


aunque de hecho nos resulten útiles los demás. Es una necesidad trascendental,
va más allá de lo que los demás me puedan dar. La dimensión trascendental de la
sociabilidad humana está en la necesidad que el hombre tiene de trascenderse a
sí mismo, de salir de sí, para ser en plenitud. Por ello el hombre no es feliz
atesorando bienes materiales (dinero, confort, salud) ni honores (títulos
profesionales, altos puestos) ni siquiera amores. El hombre es plenamente feliz
dándose a los demás, y aquí es donde el amor alcanza su verdadero significado.

De la última frase deriva un aspecto esencial de la vida humana: el hombre


no es un ser solitario, ningún aspecto de su existencia se realiza absolutamente en
soledad. Es un ser social, porque no es autosuficiente y, sobre todo, porque para
ser plenamente necesita de los demás.

La voluntad siempre quiere el bien, y el bien siempre es verdadero. Es así


porque la verdad está en la realidad y, como explicamos anteriormente, todo ser
es bueno por el simple hecho de ser. Bondad y verdad son dos aspectos de la
misma realidad. Pero si lo que queremos es bueno y todo lo bueno es verdadero

96
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Capítulo I

¿por qué existe el mal?. El mal es la privación de un bien debido, la ausencia


de algo que debería poseer. Hay males físicos y morales, los físicos son la
privación de un bien debido a la naturaleza corpórea (enfermedad, dolor, defectos
corporales o psíquicos...). En realidad el mal físico no es propiamente un mal
porque no impide directamente al hombre lograr su fin último. En muchas
ocasiones personas que carecen de alguna facultad o padecen una enfermedad,
saben vivir las virtudes en esas circunstancias y, en consecuencia, se acercan
más a su fin último que los aparentemente “perfectos o productivos”. También
hemos visto lo contrario, personas opulentas tan infelices que terminan
suicidándose.

“El mal real es la libre transgresión por parte del hombre de las exigencias
esenciales de la naturaleza, que constituyen el orden al último fin. Éste es el único
y verdadero mal, pues supone la pérdida del fin último, la privación del verdadero
bien. El mal moral hace al hombre malo en sentido absoluto, mientras que las
demás privaciones lo hacen malo en sentido restringido. El sentido moral común
advierte que no todas las acciones culpables tienen la misma gravedad. Las
acciones gravemente culpables son las que, con conocimiento y voluntariedad,
transgreden consciente y libremente una exigencia esencial del orden moral
establecido en la naturaleza, por ejemplo: el homicidio, el suicidio, el uso de la
sexualidad no ordenado a la procreación, dentro del matrimonio” . 85

El verdadero mal sale del hombre, es consecuencia de su querer no cumplir


con la ley moral (Daniel p.13). Pero como la acción libre recae en la persona, esas
acciones van haciendo al hombre malo, y como la felicidad del hombre consiste
en la obtención del bien, por tanto, cuando el hombre obra el mal se hace a sí
mismo infeliz.

5.7.Necesidad de un conocimiento objetivo e interior del bien y


del mal. 86

En lo profundo de su ser, el hombre descubre una ley o código, que no se


ha dado a sí mismo, está ahí, es parte de su ser y actúa cuando el hombre lo
hace. Se manifiesta como una reflexión o un consejo con respecto a lo que piensa
hacer o hace, es una pequeña voz, que aunque débil en ocasiones, se escucha y
emite un juicio con respecto a los actos humanos. Esta forja o molde que todo
hombre lleva dentro de sí es la conciencia, esa capacidad innata de saber lo que
se hace y la cualidad de lo que se hace (Daniel p.16).

La conciencia es un juicio de la razón por medio del cual una persona


reconoce la cualidad de un acto concreto presente, futuro o pasado y de todo lo
que piensa, dice o hace.

85 Op cit. Rodríguez Luño.Angel Ética.... p. 51.


86 Cf. Don Pedro Casciaro ; La Conciencia Moral. Nota técnica (P) FIN 29. IPADE.. México 1982

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Capítulo I

El adecuado desarrollo de la persona humana implica y exige la rectitud de


conciencia, que cuando es recta comprende los principios de conservación de la
naturaleza, aplicándolos a circunstancias concretas, mediante un discernimiento
práctico de los fines y los bienes, y en definitiva, la valoración global de los actos
realizados o por realizar. La correspondencia objetiva de los actos con respecto al
bien, se da sólo cuando el actuar coincide con el consejo prudente de la
conciencia. Se llama prudente al hombre que elige acertadamente con respecto a
aquellos bienes o fines que perfeccionan la naturaleza humana.

La conciencia hace posible asumir la responsabilidad de los actos. En


concreto, cuando el hombre actúa mal, su conciencia funciona como testigo entre
la acción y lo que se considera la verdad o lo correcto, y emite un juicio que
permite diferenciar la cualidad del acto que se elige, con respecto al acto que se
aconseja, de tal manera que el dictamen de la conciencia no es únicamente el
consejo, sino la calificación y medida de la maldad elegida. El dictamen
anterior, a la vez, constituye un mecanismo que permite al individuo hacer patente,
a sí mismo, la gravedad de la falta cometida, y lo predispone a efectuar los actos
correspondientes para remediar el mal cometido, para aspirar al perdón necesario
y para cultivar la virtud que ha de ejercitar, a fin de evitar recaídas posteriores.

Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios


siguiendo los lineamientos de la naturaleza, y se vale de la razón para concluir
juicios adecuados con respecto a los actos (Daniel p.13). La educación de la
conciencia es debida a todos los seres humanos, porque la naturaleza del hombre
también puede ser vencida por las influencias del medio, o por la falta del ejercicio
y fortalecimiento de valores y de virtudes humanas. En esos casos, la conciencia
puede deformarse y llegar a concluir juicios erróneos, porque no van conforme a la
verdad o la buena conservación de la naturaleza.

La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida, desde los


primeros años, cuando despierta en los niños como una manifestación de su ser
racional, hasta la edad avanzada; requiere del continuo ejercicio de los valores,
para no ceder a las pasiones desordenadas. Una educación prudente de la
conciencia, lleva a la consecución y práctica de las virtudes o fuerzas de la
naturaleza, para la sana preservación del hombre de manera integral. Aparta de
insanos sentimientos de culpabilidad, de sentimientos de complacencia nacidos de
la debilidad ante los bienes no debidos... La educación de la conciencia nos libera
de la esclavitud del error y engendra paz espiritual en la persona.

Hay situaciones que dificultan el juicio de la conciencia. En esos casos, el


individuo debe guiarse por lo que es justo y bueno, debe tratar de ordenar sus
sentimientos según sus pensamientos, interpretar los signos de los tiempos
tales como las modas y los modos de hacer las cosas, y recogerlas en datos de
experiencia, que arrojen resultados comprensibles con respecto a aquello que le
parece confuso, debe someterse al juicio de la conciencia, a la consideración de la
prudencia, y en caso de que la confusión o duda persista, recurrir al juicio de otra
persona que tenga conciencia recta y bien formada.

98
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Capítulo I

Las siguientes reglas pueden servir como orientación para cualquier


ocasión, pero especialmente en los momentos de duda o confusión:

 No se puede hacer el mal, para obtener un bien (aunque la intención sea


buena).
 Todo lo que quieras hacer a una persona, aplícatelo a ti también.
 No hacer cosas que representen para otra persona ocasión de confusión,
debilidad, error o caída.
 El fin no justifica los medios.

El juicio de la conciencia puede ser erróneo por ignorancia que, en la


mayoría de los casos, se debe a irresponsabilidad en la formación personal.
Sucede que cuando los individuos no buscan la verdad y el bien, poco a poco, por
el hábito del vicio, la conciencia se va haciendo miope y en ocasiones puede llegar
a ser casi ciega, de tal manera que los males cometidos no tienen mayor
relevancia en la conciencia. Este tipo de personas son responsables de los males
que cometen. Si por el contrario, la ignorancia es invencible por las condiciones
circunstanciales o la inteligencia del sujeto, no se le puede atribuir a él la culpa
moral por el mal cometido.

La conciencia puede adormecerse también por malos hábitos, por malos


ejemplos, por el condicionamiento cultural de la sociedad, por la servidumbre a las
malas pasiones, por una mal entendida autonomía con respecto al bien hacer, por
el rechazo a la educación en las buenas costumbres y la verdad. Estos factores
pueden inducir al juicio erróneo, en todos existe responsabilidad del sujeto, por lo
tanto, la bondad o maldad de los actos que realicen personas en estas
condiciones, les son directamente imputables (Daniel p.17).

El sujeto moral es el hombre en su complejidad e unidad, que actúa con


inteligencia, voluntad y conciencia individual, por lo que es responsable de sus
actos. La responsabilidad es consecuencia de su libertad, del protagonismo que
vive en sus decisiones. Por ello, el empresario debe iluminar su inteligencia a
través de la reflexión y el estudio, forjar su voluntad, luchando por alcanzar las
virtudes y formar su conciencia buscando sinceramente el bien y la verdad.

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Capítulo I

CAPÍTULO VI

LA DECISIÓN COMO ACCIÓN VOLUNTARIA

6.1 El proceso de la decisión

Como el hombre es señor de sus obras por la razón y la voluntad (...), se


llaman actos humanos a los que proceden de la voluntad deliberada. Los actos
87

humanos nacen, de la voluntad ilustrada por la inteligencia; la voluntad no puede


querer nada si no se lo ha presentado antes al intelecto. El papel del
conocimiento es mostrar a la voluntad su objeto: lo propio de la voluntad es
moverse a sí misma (actos elícitos), y a las demás potencias hacia ese mismo
objeto (actos imperados).
87 Op.Cit. Santo Tómas de Aquino . Summa S. Th. I-II,q.1,a.1.c.

100
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Capítulo I

Para entender plenamente la acción humana hay que dejar clara la


interacción de inteligencia y voluntad que se da en todo acto libre. Para que un
acto sea libre, debe ser voluntario, y para ello debe intervenir la razón. Este 88

proceso es de particular importancia para el tema de la decisión, pues la decisión


requiere de todo el proceso.

Proceso intelectual de los actos humanos

Actos de la Inteligencia Actos de la Voluntad


1 Simple aprehensión : primer 2 Velle - se me presenta esa cosa
conocimiento como un bien concreto
3 Juicio - se hace el juicio 4 Intensio - veo que es bueno para mí
“quiero esto concreto”, pero sin y lo quiero
determinación.
5 Deliberación- se piensan los medios 6 Consensus – procurarse los medios
para alcanzar ese bien
7 Juicio práctico - se cierra la 8 Electio se determinan los medios.
deliberación de los medios. 9 Sus - firmeza de la voluntad.

10 Imperio  11 Fruitio - fruición (gozo) del fin.

Primero tengo una simple aprehensión del bien, es decir, conozco una cosa
concreta y la quiero como un bien concreto ; después hago un juicio (acto de la
inteligencia) y veo ese bien como conveniente para mí, es decir, ya lo quiero para
mí. Hasta ahora este bien concreto es mi fin. Sigue la deliberación de los medios
para alcanzarlo, la voluntad los quiere como medios, el juicio práctico determina
qué medios son adecuados para lo que se quiere alcanzar, la voluntad los elige.
La inteligencia, por tanto, impera sobre la voluntad con determinación para que se
mueva para alcanzar ese fin, y la voluntad disfruta con el bien conseguido.

Como hemos visto, en el proceso de la acción humana, para llegar a la


decisión, se requiere buen uso de inteligencia y voluntad conjuntamente. La
decisión es acto propio de la inteligencia, por ello es tan importante que el
empresario, para tomar una buena decisión, investigue profundamente los
elementos de cada caso y reúna los más importantes, para conocer con
objetividad y realismo la situación.

También mencionamos que la inteligencia no actúa sola, para decidir,


interactúa con la voluntad. El empresario, como todo hombre, no es pura
88 Cf. Op. Cit. RODRÍGUEZ, Luño. Angel Ética. El Orden Moral. P.43

101
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Capítulo I

inteligencia, su toma de decisiones requiere inteligencia y voluntad. Una persona


puede tener mucha ciencia, pero si no ha forjado su voluntad a través de las
virtudes, no llevará a cabo sus decisiones o estarán influidas por vicios personales
(falta de fortaleza, caprichos, engaños, deslealtad…). Es importante analizar este
proceso, para ver con mayor claridad que el proceso de decisiones es una acción
de la persona entera, e influyen no sólo las ideas, también los hábitos.

Comprobamos pues, que la acción humana requiere de la educación o forja


de la voluntad. Ningún hombre sensato piensa que es innecesario educar la
inteligencia, pero a veces, parece que la voluntad no requiere educación. El
directivo debe tener muy claro que para actuar correctamente, necesita educarla
con la formación de hábitos o virtudes, sin los que sería imposible actuar bien, de
modo eficiente y productivo, en definitiva, de modo ético.

6.2 Elementos en la acción humana

Analizar la acción humana implica conocer los elementos de la acción


propiamente libre. Intervienen directamente inteligencia y voluntad, pero hay que
conocer cómo ha de ser esa intervención para que la acción sea sujeto de
moralidad, que se pueda determinar si es buena o mala. La vida del hombre es
muy rica e intervienen elementos muy variados: la advertencia, la voluntariedad, el
fin que se persigue, las circunstancias que rodean la acción, etcétera. Ello hace
difícil su análisis, pero aún considerando la dificultad se puede llegar a juzgar con
fundamento y certeza sobre la moralidad de los actos.

6.2.1. El acto voluntario

Procede de un principio intrínseco con conocimiento formal del fin. El


conocimiento formal del fin significa que el agente conoce e intenta el fin al que se
dirige el acto.

Se distingue de:

a) Lo natural: que procede de un principio intrínseco, pero no de la


voluntad (por ejemplo; parpadear).
b) Lo espontáneo: que procede del instinto natural con conocimiento
puramente material del fin (instintos: alejarse de un peligro).
c) Lo violento: que procede de una acción extrínseca contraria a la
voluntad del que actúa.
d) Lo simplemente querido: sin que dependa de la propia voluntad (por
ejemplo: que llueva).

102
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Capítulo I

e) Lo permitido: aunque no querido (permitir algo que no quieres),


diferente de cuando hay obligación de impedirlo.
f) lo involuntario: que se realiza por ignorancia, de tal suerte que si se
hubiera conocido la verdad no se habría realizado (lo no advertido).
g) Lo no voluntario: que se hace con ignorancia, pero de suerte que igual
se haría si se conociera la verdad.

En las distinciones anteriores, además de la interacción de inteligencia y


voluntad en el acto humano, se ve que el criterio de fondo es la falta de
voluntariedad en la acción. Para determinar si esa falta es culpable o imputable es
necesario determinar con cuidado cómo intervienen los elementos de la acción. En
este tema se habla frecuentemente de culpa, de imputabilidad.

¿Por qué? El término de culpa lleva implícito un deber para algo o alguien y
una falta. Podríamos decir que culpa equivale a malo; cuando una persona tiene
culpa por haber hecho algo, quiere decir que su acción ha sido mala. Se utiliza
este término porque el concepto de culpa está mucho más implicado en la
moralidad que el de malo. Podemos decir que una fruta es mala, porque está
podrida y no decimos que sea culpable. La diferencia está en que culpa lleva
implícita la libertad, cuando alguien es culpable quiere decir que ha hecho algo
malo y además lo ha querido, ha sido libre para actuar así. Como todos los actos
humanos implican libertad por definición, en el hombre acción mala y culpable se
identifican. Para determinar si hay culpabilidad o no, veremos ahora cuándo no
son libres las acciones humanas.

6.2.2. Elementos de la inteligencia

El influjo de la inteligencia sobre el acto humano se llama Advertencia.


Toda actividad voluntaria va acompañada por esa advertencia que es la
conciencia intelectual, es decir, “darse cuenta de que soy yo quien actúa”. La 89

advertencia es el acto por el que la mente capta una acción propia y su


moralidad. En la advertencia moral darnos cuenta de si nuestro acto es bueno
o malo realizamos un juicio, juzgamos buena o mala nuestra acción.

La advertencia es la aplicación de la mente a un objeto, el acto por el cual el


entendimiento percibe la obra que se va a realizar o se está realizando.

La advertencia puede ser actual o virtual: en la actual, la mente capta en el


mismo momento que se está actuando; en la virtual, la captación se dio en un acto

89 Cf. CHOZA, Jacinto. Op cit .Filosofía del hombre. pp. 305-343.

103
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Capítulo I

anterior pero perdura e influye en el actual. El tener advertencia virtual no quita


que ese acto sea realizado con conocimiento. El primer fundamento del acto
humano es el conocimiento de lo que se hace.

División y principios fundamentales:

1. Plena o semiplena: según la perfección de la advertencia psicológica.


 El acto humano requiere necesariamente la advertencia
psicológica. Tiene que ser consciente de lo que está actuando,
conocer que lo está realizando. Si medimos la advertencia según
el grado de intensidad, se divide en plena y semiplena. Cuando
el hombre conoce perfectamente lo que hace y la moralidad de su
acción, tiene advertencia plena; cuando ese conocimiento
encuentra algún obstáculo, la advertencia es semiplena. Algunos
obstáculos pueden ser somnolencia, ebriedad, drogadicción,
neurosis, etcétera. Cuando se tiene una advertencia semiplena la
voluntariedad de la acción queda afectada.

2. Perfecta e imperfecta: según abarquen todas o sólo una parte de las


notas morales.
 La moralidad del acto será mayor o menor según el grado de
advertencia con que se haya realizado.

3. Distinta o confusa: según se advierta con toda claridad la bondad o


maldad.
 El acto moral requiere, además, la advertencia de la relación del
acto humano con el orden moral.

4. Antecedente o consiguiente: según se advierta antes o después de la


realización del acto.
 La advertencia consiguiente no afecta para nada la moralidad de
una acción. Si alguien hizo mal sin saberlo, sin ignorancia
culpable, no se vuelve culpable al descubrir después que hizo mal.

5. Al acto o a su moralidad: según advierta el acto sin su connotación moral


o con ella.
 Sólo afectan la moralidad del acto los elementos que se han
advertido al ejecutarlo, no los que dejaron de advertirse
inculpablemente.

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Capítulo I

6.2.3. Elementos de la Voluntad

Después de que la inteligencia advierte a la voluntad, ésta se mueve


intrínsecamente al objeto o lo rechaza. El consentimiento es el acto de la
voluntad por el que se aplica a obrar en orden a la consecución de un fin.

Principios Fundamentales

1. Los actos voluntarios imperados, pertenecen en mayor grado al motivo


imperante que a su propia razón formal (el que mata para robar es más ladrón que
homicida).

2. Los actos voluntarios imperfectos nunca constituyen un acto gravemente


culpable, pues el acto no es plenamente humano y, por consiguiente, plenamente
responsable.

3. Todos los actos voluntarios son libres, excepto la tendencia de la voluntad hacia
la felicidad en general (sólo la felicidad en general o en común parece, ante la
propia conciencia, como totalmente buena).

4. El voluntario mixto o involuntario es siempre verdaderamente voluntario y, por


consiguiente, responsable en el orden moral.

5. Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos efectos, uno
bueno y otro malo, es preciso que se reúnan determinadas condiciones (cf.
voluntario indirecto).

6. Para que se le impute el efecto malo a quien pone la causa indirecta que lo ha
de producir, se requieren tres condiciones: previsión, posibilidad de impedirlo y
obligación de hacerlo (cf. voluntario indirecto).

7. Para que una omisión voluntaria sea imputable al agente es necesario que
tenga obligación de realizar el acto contrario.

8. Para la validez de un acto que necesite el consentimiento ajeno se requiere


ordinariamente :

A) El consentimiento expreso (siempre que la ley advierta que se requiere el


consentimiento expreso del superior para la validez de un acto).
B) Puede bastar el consentimiento tácito.
C) Nunca el presunto, para la simple licitud, basta el razonablemente presunto.
D) Siempre que la advertencia sea semiplena, el consentimiento será
imperfecto.
E) La advertencia virtual no debe confundirse con la semiplena, puesto que
puede haber consentimiento perfecto con una advertencia virtual. Por eso

105
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Capítulo I

podemos decir que hay consentimiento imperfecto y consentimiento


perfecto. El perfecto supone que la voluntad se entrega sin reservas al
objeto. 90

Muchas veces la voluntad consiente en acciones que son causa de otras,


estas últimas son voluntarias porque su causa es querida (se les llama voluntarios
in causa). Teniendo en cuenta la complejidad de la conducta humana y las
múltiples conexiones que implica cualquier actividad, la voluntariedad in causa o
indirecta tiene gran importancia en la vida moral.

Para medir la responsabilidad moral de la persona es necesario determinar


los grados que puede tener la voluntariedad. Por eso se llama acción
perfectamente voluntaria a la que cumple plenamente las condiciones de la
acción voluntaria que son : advertir lo que se hace y consentir plenamente. La
imperfección del acto voluntario puede originarse por una presencia imperfecta del
conocimiento formal del fin, en el momento de la acción, o por la imperfección del
movimiento de la voluntad hacia el objeto. Éste suele originarse por sentimientos,
tendencias o valores opuestos o difíciles de conciliar, que llevan a una falta de
determinación. Ejemplo: una acción honesta, pero dolorosa; placentera, pero
éticamente reprobable; ventajosa, pero injusta.

Los actos voluntarios se pueden dividir en:

1. Elícito : cuando la voluntad manda sobre ella misma (quiero querer).

2. Imperado : impulso de la voluntad sobre otras potencias (quiero comer,


etcétera).

3. Perfecto : plena advertencia.

4. Imperfecto :, advertencia semiplena.

5. Necesario : la voluntad no puede abstenerse del acto que está realizando

6. Libre : la voluntad puede no realizar el acto.

7. Puro : voluntario en todos sus aspectos.

8. Mixto, involuntario : no es voluntario en todos sus aspectos.

9. Directo : se busca o intenta en sí mismo el efecto que producirá tal acto


(voluntario en sí mismo).

10. Indirecto, no busca o intenta en sí mismo el efecto sino que sólo lo permite.
90 Cf. RODRÍGUEZ ,Luño Op.Cit.. pp.113-114.

106
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Capítulo I

11. Positivo, realizar un acto voluntariamente.

12. Negativo, voluntariamente no querer realizar el acto.

13. Expreso, manifestado externamente el consentimiento voluntario

14. Tácito, en donde la voluntad va implícita en otro acto que se realiza u


omite.

15. Presunto, se supone razonablemente su existencia.

16. Actual, cuando la voluntad tiene intención de realizar el acto en el momento


mismo en que lo está realizando.

17. Virtual, cuando la tuvo antes y está todavía influyendo en el acto.

18. Habitual cuando se tuvo antes y no se retractó nunca, pero no influye ya en


el acto que se realiza.

19. Interpretativo, cuando nunca se tuvo, pero se supone que se habría tenido
si se hubiera reparado en ello.

6.3. Impedimentos a la acción humana


Caso: Angel

1. ÁNGEL, director de una empresa de plásticos, tiene como socios a Roberto, Felipe y José. Son
muy amigos entre sí; llevan años de conocerse. Empezaron esta empresa hace 20 años.
Ernesto, amigo y pariente de Ángel, era el dueño de Plásticos de Puebla (PDP); por malos
manejos económicos, su empresa PDP llegó a una situación económica crítica, descapitalizada
por completo, falta de producción y con un grave pasivo. Además, Ernesto había conseguido
créditos personales que le agobiaban. En ese momento, la situación de la empresa y la suya
era desesperada; podría PDP ser tomada por los bancos, y el mismo Ernesto ser acusado de
fraude con posibilidades reales de ser encarcelado.

2. Ernesto hablaba de esta situación constantemente con su esposa: de hecho, es costumbre que
Ernesto comunique todos los asuntos de sus negocios a su esposa Andrés, quien es muy
inteligente y entiende de finanzas. Andréa muy preocupada por la situación habló con Ángel,
que es un especialista, reconocido en los círculos en los que se mueve como un gran
conocedor del ambiente empresarial, experto en finanzas y amigo de banqueros, para que

107
654611336.doc
Capítulo I

ayudara a Ernesto a salvar la empresa PDP, sobre todo, para que lograra "parar" la acción de
los bancos y evitar así que fuera a la cárcel.

3. Ángel logró, por su habilidad y amistades, detener la acción jurídica contra Ernesto. En esas
circunstancias a Ángel le pareció que PDP era un buen negocio. Ángel es un hombre honrado
con visión para los negocios, muy emprendedor, pero ambicioso, así que vio la oportunidad de
quedarse a un precio muy bajo con PDP. Consiguió crédito con los bancos, habló con sus
amigos y socios, Felipe, Roberto y José, y procedieron a comprar la empresa.

4. Desde entonces, Ángel es el presidente y director de PDP. Felipe, Roberto y José son sus
socios; hay otros socios, pero entre los cuatro controlan la sociedad. Ángel, Roberto, Felipe y
José empresarialmente coinciden en muchas cosas; entre otras, en no estar de acuerdo con la
política fiscal del gobierno. Estiman que perjudica notablemente a la empresa privada. Que ha
llevado a la quiebra a muchas empresas pequeñas y a bastantes medianas. Piensan que esa
política fiscal va contra la rentabilidad de la empresa. En algunos aspectos, las críticas contra la
política fiscal son opinión generalizada en el ambiente empresarial. En su opinión el gobierno no
solamente no usa bien el dinero que percibe por los impuestos, sino que además hace daño al
bien común. Subvenciona empresas que están muy mal administradas; varias de ellas permiten
grandes fugas de dinero. Hay gastos de erario público con los que ellos no están de acuerdo;
en su opinión dañan a la libertad de los ciudadanos y son contra el bien común.

5. Con el fin de mejorar a sus trabajadores en la empresa, deciden desde el inicio de sus
operaciones, y de común acuerdo, llevar una doble contabilidad con el fin de ahorrar impuestos,
para después usar ese dinero en sus trabajadores y en beneficio propio.

6. En una reunión de Ángel con sus socios, José manifiesta que él no está seguro si es ético llevar
doble contabilidad. Hablaron de este tema y Ángel les hizo ver, y ellos aceptaron de inmediato,
que la práctica de la contabilidad es un procedimiento generalizado, además, piensan que la
doble contabilidad es ética por varias razones.

1) Los cargos fiscales son excesivos y algunas veces impuestos.

2) Es la mejor manera de administrar la empresa para estar en


competencia con otras empresas similares. Especialmente
con la "economía clandestina".

3) Si siguieran todas las leyes fiscales al pie de la letra, su


empresa no podría continuar y tendrían que despedir a
sus empleados.

7. Desde entonces, más o menos 10 años, han llevado doble contabilidad.

8. Ángel asiste regularmente a cursos especializados a una escuela de negocios. En una sesión,
al discutir un caso, se da cuenta (porque así lo manifiestan algunos de los participantes), que no
todos opinan que es lícito llevar doble contabilidad; uno de los participantes, Jerónimo, sostiene
que es un fraude al fisco, y en ocasiones también a los obreros en la empresa. Junto con

108
654611336.doc
Capítulo I

Jerónimo otros participantes sostienen que llevar doble contabilidad es ilícito, aunque sea
práctica común.

9. Después de esa sesión Ángel dudó sobre la licitud ética de llevar doble contabilidad, y habló
con sus socios. Felipe le dijo que ese asunto ya lo habían estudiado y decidido, que no era
cuestión de cambiar de opinión por la opinión de otra persona, que al fin era opinión por opinión.
Roberto, que por carácter nunca se compromete a sostener claramente una idea, sencillamente
le dijo a Ángel que él apoyaba la decisión que tomara. José opina que se debe reconsiderar la
práctica de la doble contabilidad; a él, como al participante, le parece que el hecho de que
muchas empresas lo hagan, no justifica su licitud.

10. Ángel pide una cita con Javier, quien fue su profesor en el área de política de empresa cuando
tomó el curso en la escuela de negocios, por quien siente gran admiración y estima.
Profesionalmente es un hombre muy capaz y moralmente le merece respeto, también le parece
que es un hombre que está en la realidad.

11. Javier en la conversación con Ángel le explica que los principios que se aplican a este tema no
son lo suficientemente concretos para resolver asuntos de esta índole, sólo hay principios
generales que luego hay que aplicar al caso concreto. De modo que se puede decir, en algún
caso, que es lícito no pagar parte de los impuestos, por ejemplo:

1) Porque las leyes que las rijan sean manifiestamente injustas.

2) Porque las cargas fiscales sean tan elevadas que una sociedad de buena
rentabilidad y legalmente constituida, si los paga, iría a la ruina, con todas
sus consecuencias.

1) Despido de personal.

2) Cierre de fuentes de trabajo, etc.

12. Javier le aclara que el hecho de que la mayoría de las empresas lleven doble contabilidad para
no pagar impuestos, no es razón suficiente para que esta práctica sea éticamente lícita.

13. Sin embargo, si en algún caso se hace, se debe determinar con hechos, no sólo con rumores, o
prejuicios. En este caso, como siempre no es lícito mentir; es decir, la ocultación de la verdad
puede hacerse, pero no con una formal falsedad, como anotar gastos falsos, más salarios, más
costos, etc. Si por ejemplo, se obtienen unos beneficios tales que supongan un gasto enorme
de impuestos, entonces para futuros gastos reales de la empresa se puede presentar una
prudente disminución de utilidades, porque ni se viola una ley justa, ni se provoca la lesión de la
justicia legal. La aplicación literal de la ley cuando es injusta, no lleva al equitativo modo de
contribuir al bien común.

14. Por lo tanto, le dice Javier, para proceder rectamente, Ángel ha de estudiar el asunto a fondo, y
ha de seguir el criterio de personas doctas en estas materias, seguir el buen sentir de personas
honestas.

109
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Capítulo I

15. Ángel sale de la reunión confuso, pero con la idea de tomar una decisión justa y definitiva. Se
reúne con José su socio, para ver qué camino tomar y cómo recorrerlo.

16. Llegan a las siguientes conclusiones:

17. 1° Averiguar: ¿cómo y cuándo se deben juzgar injustos los impuestos de acuerdo con el bien
de las empresas y del bien común?

18. 2° En la intervención en el aula, Jerónimo habló de justicia conmutativa, legal y distributiva, así
que decide informarse sobre cuáles son las obligaciones que impone la justicia conmutativa,
legal y distributiva en las operaciones de las empresas.

19. 3° Ver si es legal, en su caso, el llevar doble contabilidad y determinar éticamente qué se debe
hacer con el dinero que se deja de pagar al fisco.

6.3.1. La ignorancia

Un impedimento es la ignorancia, -en definitiva-, la carencia habitual de


ciencia en un sujeto capaz, ausencia de un conocimiento que se podría y debería
tener. Muchas veces minusvaloramos el impedimento de la ignorancia, pero en
realidad es uno de los más importantes, pues a ella se reducen, más o menos, la
inadvertencia y el olvido.

6.3.2.División y principios fundamentales:

1. De derecho, la ignorancia de una ley que manda o prohibe alguna cosa.


2. De hecho, la ignorancia de que tal o cual acción está comprendida en la ley que
la manda o la prohibe.

 La ignorancia invencible de -derecho o de hecho- no excusa


ante los hombres, porque muchas veces no podría comprobarse
externamente su involuntariedad y se prestaría a grandes abusos.

3. Invencible, es la ignorancia que no puede desvanecerse por el sujeto que la


padece, ya sea porque de ninguna manera la advierte (ignorancia absolutamente
invencible) o porque ha intentado en vano desvanecerla, preguntando a otras
personas o estudiando el caso por sí mismo (moralmente invencible).

110
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Capítulo I

4. Vencible: aquella que se podría y debería desvanecer con una diligencia


razonable. Es afectada cuando no se ha querido conocer para no verse obligado
a cambiar el modo de actuar (Angel p. 16 a 19).

 La ignorancia vencible es siempre culpable, en mayor o


menor grado, según el grado de negligencia en averiguar la
verdad.

6. Antecedente: anterior al acto realizado, de tal suerte que, tratándose de un


acto malo, jamás se hubiera cometido si se hubiera conocido su ilicitud.

 La ignorancia antecedente excusa en aquello que se ignora.

7. Concomitante: va unida al acto que se realiza o se quiere realizar ignorando su


ilicitud, pero con tal disposición, que igual se realizaría aunque se conociera su
ilicitud (Angel p.6).
 La ignorancia concomitante ni acusa ni excusa.

8. Consiguiente: resulta de la voluntaria negligencia en averiguar la verdad. Si la


negligencia obedece al deseo de no verse privado de realizar el acto, coincide
con la ignorancia afectada.

 La ignorancia consiguiente nunca excusa, aunque diminuye


en algo su malicia; a no ser que se trate de ignorancia
afectada, en cuyo caso aumenta la malicia del acto.

6.3.3. El miedo

El miedo también puede ser impedimento que exima de culpabilidad o quite


voluntariedad a la acción, por cómo afecta a la inteligencia, pero nunca llega a
anular totalmente la voluntariedad. El miedo es la ansiedad mental ante un mal
presente o futuro que nos amenaza.

Principios fundamentales :

1. El miedo, en general, no suprime el acto voluntario.

2. Lo que se hace con miedo es perfectamente libre y voluntario y en cierto modo


más.

3. Lo que se hace por miedo es mixto, voluntario e involuntario, pero prevalece lo


voluntario.

111
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Capítulo I

4. Aunque sea absolutamente grave, el miedo no excusa nunca de una acción


intrínsecamente mala.

5. El miedo grave excusa, por lo general, de las leyes positivas que mandan
practicar un acto bueno.

6. Los contratos realizados bajo la presión de un miedo grave e injusto son de


suyo válidos por derecho natural; pero son siempre rescindibles; el derecho
positivo puede declararlos nulos o inválidos en sí mismos, o sea, sin necesidad
de rescindirlos

6.3.4. En la voluntad

6.3.4.1. La violencia

Es un factor que puede destruir la voluntariedad pues ejerce presión


exterior contra la voluntad del sujeto que padece la coacción. Los actos
internos no pueden estar sujetos a la violencia, puesto que la voluntad es una
facultad libre y espiritual. A lo largo de la historia hay muchos ejemplos de
91

hombres que, sometidos a violencia física, incluso torturas, han demostrado que la
voluntad, por su carácter espiritual, es superior a la postración física. Podemos
pensar en los que sobrevivieron a regímenes totalitarios sin cambiar sus
principios, por ejemplo, los primeros cristianos y los que sufrieron el holocausto
nazi. Si la violencia paraliza y obstaculiza la acción humana, se ve claramente que
nunca puede ser un camino para lograr el desarrollo. La historia comprueba que la
violencia engendra violencia, destruye al hombre y a su civilización y lo lleva a
repetir errores. Esta enseñanza histórica se necesita aplicar a la vida personal de
cada hombre.

6.3.4.2. Las pasiones

Caso: Cayo (Falta de revisar)

1. Cayo administra una pequeña sociedad editora de libros, y es accionista mayoritario en ella. En
el trabajo cotidiano de la sociedad es ayudado tan solamente por una secretaria, mujer mayor,
practicante de la fe, que es de gran eficacia. Para atender el negocio, Cayo, debe permanecer
en él la jornada completa y, con frecuencia, parte del fin de semana, principalmente los sábados.
Aunque se esfuerza por trabajar intensamente, no consigue terminar todas y cada una de las

91 Idem

112
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Capítulo I

cosas que su negocio le requiere. Las dificultades económicas de ese país afectaron
sumamente la venta de libros y por eso muchas casas editoriales se declararon en quiebra
frente a sus acreedores. La casa editorial de Cayo, como la mayor parte de las casas de este
género, se encuentra ahora en una situación de máxima angustia económica. Todo esto genera
en él una continua ansiedad. Ciertamente Cayo es un hombre bastante proclive a la ansiedad
cuando se encuentra en dificultades.

2. Cayo pertenece a cierta institución de beneficencia, y es miembro de dos consejos de gobierno


de esa institución. Se preocupa de hacer apostolado y de mover a otros para que lo hagan. La
conciencia de su deber le lleva a considerarse no apto para ejercer correctamente alguno de los
tres trabajos que tiene que desempeñar. Lo dicho agrava alternativamente su ansiedad y
también le afecta en otras cosas: 1) frecuentemente le falta serenidad de ánimo y se irrita, de
donde surgen dificultades en el trato ordinario con otros, y también en las tareas de gobierno de
la institución; 2) difícilmente puede descansar; 3) carece de equilibrio de ánimo, principalmente
cuando trata de cuestiones delicadas; 4) lucha con dificultades nocturnas, o sea, que es
fuertemente tentado contra la castidad, por lo que visita un centro nocturno de table dance.

3. Las dificultades referidas en 4 surgieron desde hace pocos años, al mismo tiempo que –así le
parece a él- comenzó a tener ansiedad por el trabajo. Aumentaron las dificultades cuando
comenzó a fungir, a la vez, en las tres ocupaciones mencionadas. Visita el lugar al menos una
vez por semana o con mayor frecuencia en las temporadas de mayor ansiedad. Cayo es muy
sincero respecto a todo lo que le sucede: según dice, existe voluntariedad parcial o plena en
muchas de las ocasiones.

4. Al comienzo del año Cayo descansó tres semanas de sus ocupaciones. Le ayudó mucho todo
ese tiempo de ausencia de sus labores acostumbradas, de tal suerte que durante ese tiempo no
asistió al centro nocturno. En general su vida espiritual mejoró mucho en esos días. Sin
embargo, poco después de haber recomenzado sus labores habituales, nuevamente aparecen
las mismas dificultades, o más graves, que afectan su vida diaria. Debe advertirse que Cayo
lucha para que mejore su vida espiritual y así vencer las dificultades, utilizando los convenientes
refuerzos espirituales.

5. En la institución a la que pertenece, otros, se esfuerzan con obras para ayudarle todo lo posible.
Sin embargo, en la casa editorial no se le presta esta ayuda porque no tiene el capital necesario.

6. Sabe que es necesario el descanso físico para eliminar la ansiedad, pero no ve esto posible, ya
que no quiere dejar ningún trabajo, porque todos son de gran importancia para él.

Las pasiones son movimientos del apetito sensitivo, nacidos del


conocimiento del bien o del mal, sensibles con cierta conmoción más o
menos intensa en el organismo. La tendencia a un bien sensible se llama
pasión. Son también actos o movimientos de las tendencias sensibles cuyo
objeto es el bien captado por los sentidos. En lenguaje coloquial las llamamos

113
654611336.doc
Capítulo I

sentimientos, emociones, estados afectivos (Cayo p.2). Se distinguen de los actos


de la voluntad, por su carácter sensible y su influencia directa sobre el cuerpo. Las
pasiones se sienten, incluso tienen efectos corporales como cambio de color en la
piel, aceleración del ritmo cardiaco, etcétera.

Como las pasiones son tendencias o impulsos hacia los bienes sensibles,
tienen su origen en las potencias sensibles. Por tanto, como hay dos potencias,
hay dos modos de tender.

 Apetito concupiscible: se mueve para conseguir un BIEN


PLACENTERO (Cayo p.3).

 Apetito irascible: se mueve para conseguir un BIEN ARDUO o un bien


placentero difícil de alcanzar.

Las pasiones se distinguen por el bien que persiguen y por el modo como se
presenta ese bien:

PASIONES CONCUPISCIBLES PASIONES IRASCIBLES


Bien ausente Mal Bien ausente Mal
DESEO ODIO ESPERANZA DESÁNIMO
Bien presente Mal presente Bien Mal
GOZO TRISTEZA AUDACIA MIEDO

Mal presente
IRA

Relación de las pasiones con la inteligencia y la voluntad

Las pasiones del hombre están sometidas al gobierno de la razón y la


voluntad, pero tienen cierta autonomía, son capaces de actuar por sí solas.

Modos de influencia:

114
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Capítulo I

 La voluntad puede elegir directamente una pasión (querer encolerizarse).


 El acto de la voluntad puede redundar en la sensibilidad (vergüenza
sensible).
 El mismo proceso puede realizarse sólo a través de la sensibilidad (la
muerte de un ser querido).

1. Las pasiones sí pueden influir sobre el entendimiento y la voluntad (Cayo p.3).

2. Pero no afectan directa e intrínsecamente a la voluntad.

3. Influyen a través de la imaginación y del entendimiento modificando el modo de


valorar las cosas.

¿Por qué se puede dar este influjo? La voluntad se mueve hacia el bien que
la razón le presenta como conveniente, y la razón se mueve para juzgar la
conveniencia de un bien; compara entre el objeto y las necesidades actuales del
sujeto. Si el sujeto se deja dominar por la pasión, ese bien le parecerá lo más
necesario.

4. Las pasiones influyen también en la voluntad por redundancia

Cuando una potencia actúa vehementemente, debilita a todas las demás.


Esa vehemencia obscurece el juicio práctico de la inteligencia, en él la inteligencia
presenta a la voluntad un bien. Si la pasión está ejerciendo una presión muy fuerte
hacia un bien determinado, obscurece la conveniencia de otros bienes, de manera
que el juicio práctico tienda hacia el bien que la pasión presenta. Influye en la
voluntad al apropiarse de la energía anímica que ésta necesita (Cayo p.4).

¿Por qué tienen carácter moral las pasiones?

Porque no están ordenadas, hay que querer dominarlas, para lo que es necesario
realizar un acto voluntario.

6.3.5.Moralidad de las pasiones

Experimentar pasiones no es malo en sí mismo puesto que son una


tendencia natural hacia los bienes sensibles. Mientras no se hagan con
voluntariedad, con una tendencia racional, no hay moralidad. Las pasiones son
buenas o malas según el objeto y el modo de actuar sean conformes o no a
la recta razón. Según perfeccionen al hombre o no.

115
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Capítulo I

El problema moral de las pasiones se origina porque la naturaleza sensible


tiende a sus bienes de modo absoluto, porque la medida racional le es en cierto
modo ajena, hay que ordenarlas. La moralidad de las pasiones depende de la
moralidad de su sujeto.

1. Antecedente, es anterior al acto de la voluntad deliberada e influye en ella para


arrancarle el consentimiento.
 La concupiscencia antecedente aumenta la voluntariedad del
acto, pero disminuye su libertad.

2. Consiguiente, la que nace de la propia voluntad, que repercute sobre el apetito


sensitivo y mueve la concupiscencia. La concupiscencia consiguiente unas
veces es signo de la intensidad del acto realizado; otras aumenta la
voluntariedad del acto que se va a realizar sin disminuir la libertad en su causa.

6.4 El voluntario indirecto

Cuando la voluntad quiere el objeto en sí mismo y no por otra cosa, ese acto se
llama voluntario directo. Cuando el objeto de la voluntad no es directamente
querido sino sólo permitido, como un efecto previsto o ligado a lo que directamente
se quiere, se habla de voluntario indirecto.

 Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos
efectos, uno bueno y otro malo, es preciso que se reúnan
determinadas condiciones.

6.4.1. Principios o reglas a las que debe someterse el voluntario


indirecto

 Que la acción sea buena en sí misma o al menos indiferente.

Nunca es lícito realizar acciones malas, aunque se alcanzaran con ello


óptimos efectos. No se puede hacer un mal para lograr un bien, el fin no justifica
los medios. Para saber si la acción es indiferente hay que atender a su objeto, fin
y circunstancias. En la práctica ayuda mucho examinar si el agente tiene perfecto
derecho a realizar aquella acción, y no lesiona ni perjudica el derecho de un
tercero.

 Que el efecto inmediato o primero que se ha de producir sea el


bueno y no el malo.

116
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Capítulo I

No es lícito hacer un mal para que sobrevenga un bien. Algunos aceptan la licitud
del acto, aunque los dos efectos (bueno o malo) se produzcan al mismo tiempo
con tal de intentar únicamente el bueno y no el malo.

 Que el fin del agente sea honesto, o sea, que intente únicamente el
efecto bueno y se limite a permitir el malo.

Porque si intenta el efecto malo, aunque fuera a través del bueno, su acción sería
inmoral por la malicia de su intención. Ni siquiera es lícito intentar los dos, sino
única y exclusivamente el bueno; permitiendo el malo únicamente por su absoluta
inseparabilidad del bueno, pero con disgusto y desagrado.

2. Para que se le impute el efecto malo a quien pone la causa indirecta que lo ha
de producir, se requieren tres condiciones: previsión, posibilidad de impedirlo y
obligación de hacerlo.

A) Previsión del efecto, al menos en confuso.


B) Posibilidad de impedirlo, o sea libertad para no poner la causa o para
quitarla una vez puesta.
C) Obligación de impedirlo

6.5 El juicio moral


Caso: Mario y la administración de la farmacia (FALTA REVISAR)

1. Mario es padre de familia, tiene dos hijos y lleva una buena relación con su esposa. Es dueño de
una farmacia, aunque ha querido iniciar ventas de cigarros y refrescos no ha podido por que no
se ha producido el ingreso necesario y no tiene capital, de cualquier modo puede mantener a su
familia, y superar así los problemas económicos que han tenido desde la crisis.

2. En los dos años ha logrado mantener un gran número de clientes y un buen nivel de ingresos,
esto se lo debe al buen servicio y la amabilidad con que los trata, además de los consejos que
les ofrece sobre algunos medicamentos. Esto lo ha aprendido gracias a que se ha mantenido
informado mediante cursos en escuelas de medicina, y consultando a algunos doctores que son
amigos de la familia desde hace algún tiempo.

3. Su farmacia ha crecido de manera que ni el mismo lo había pensado, de trabajar solo y


atendiendo todos los problemas de manera personal, ha contratado a mas de seis empleados,
uno para las compras, otro que esta encargado del inventario, dos que le ayudan en la atención
al cliente en el mostrador, y dos mas que envía con pedidos a las casas de los clientes que así
lo solicitan, de tal suerte que ha pensado en abrir otro negocio que podría empezar con su
esposa, con el fin de hacerlo funcionar como sucursal en una ciudad cercana, y así elevar su
nivel de vida y enviar a sus hijos a las universidades privadas que han elegido para continuar
sus estudios.

117
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Capítulo I

4. Pensando en esto decidió tomar algunas clases sobre dirección de empresas, y siendo una
persona responsable, acudió a unas clases sobre la responsabilidad moral de los farmacéuticos,
a las que lo habían invitado desde hace tiempo, y no había podido asistir por estar muy
ocupado.

5. En una discusión en clase se entera de las razones por las que no es lícito vender abortivos.
Mario quiere vivir sin ningún cargo en su conciencia, y, aunque no es fanático, quiere estar de
acuerdo con los principios de su fe. De tal modo que al saber esto no tiene ningún interés en
hacer dinero vendiendo esos fármacos. Inicia por revisar todas las cuentas, y al hacerlo, resulta
que la mayor entrada de dinero, un 10% del negocio, se debe a la venta de estos fármacos.

6. Comenta esto con su esposa, sabe que si limita la venta de estos productos para venderlos
únicamente con prescripción medica, perderá muchos clientes, que comprarán los mismos
fármacos en otras farmacias, de tal forma que perderá un ingreso importante y seguramente
dejara de pensar por un buen tiempo en abrir el nuevo local, con lo que perdería la posibilidad
de aumentar su nivel de vida, la escuela de sus hijos se vería condicionada, y tal vez deberá
despedir algunos de sus empleados.

7. Su esposa le dice que no es un problema de negocios, que es un problema ético, que no debe
preocuparse por eso, el sólo los vende, sería un verdadero mal si ellos los utilizaran, pero como
no lo hacen no está haciendo ningún mal, “no debes confundir la ética con los negocios, una
cosa es producir dinero, otra, muy distinta, los problemas morales, que se resuelven en casa, y
son de carácter privado.”

8. Ante esto, recuerda la discusión en clase y los argumentos que se dieron sobre el problema,
algunos opinaron que ese no era un problema de quien vendía los fármacos, “ya que esto es
responsabilidad de quien los compra y el uso que ellos decidan darle, además parece que no es
un problema moral, ya que hace referencia a la justicia conmutativa, vale tanto, se paga lo
mismo… justicia conmutativa satisfecha”, además últimamente el Departamento de Sanidad ha
dado argumentos sólidos según los cuales la venta de abortivos no sólo es buena sino que
parece necesaria para la planificación familiar y para detener el aumento demográfico, ‘ya
somos muchos los que vivimos en este país, debemos concientizar a la población para que no
tengan mas hijos que no pueden mantener y para los que no habrá empleos en los próximos
anos, los abortivos son una forma de tener sexo responsable, placer sin riesgo’.

9. Por otro lado, algunos opinaron que sin duda se trataba de una cooperación al mal, “ya que no
es lícito vender objetos destinados a realizar acciones malas, y en el caso de los abortivos se
sugiere practicar el sexo al margen de la vida matrimonial y del fin primordial del acto sexual que
es la fecundidad y la entrega total de la persona”.

10. Mario no sabe que hacer, por un lado se encuentra la ilusión de abrir la sucursal, y darle a sus
hijos la educación que siempre han soñado. Además si deja de percibir los ingresos de los
abortivos se corre el riesgo de que no pueda pagar el salario de alguno de sus empleados, por lo
que tendría que despedirlo, sin embargo se ha convencido de la inmoralidad del acto, y su
cooperación al mal, por esto decide visitar al profesor del curso de ética, el cual le dice…

118
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Capítulo I

6.5 El juicio moral

La norma próxima de moralidad es el dictamen de la recta razón. Por esto


existe una ley, como algo objetivo y promulgado. La recta razón es la norma
manifestativa de la moralidad universal y objetiva y la de la propia conciencia es la
moralidad particular y subjetiva: qué me dice a mí, cómo debo de actuar.

Se necesita la conciencia, pues el juicio aplica el conocimiento de la ley al caso


singular. La conciencia moral puede definirse como el juicio del intelecto práctico,
que, a partir de la ley moral, dictamina acerca de la bondad o malicia de un acto
concreto.

Conciencia recta: la que juzga la bondad o malicia de un acto de acuerdo con la


ley moral (Mario p.9).

Conciencia cierta: la que juzga con firmeza que un acto es bueno o malo (Mario
p.10).

6.5.1.Principios para seguir la conciencia

 Sólo la conciencia cierta es regla moral.


 Además de cierta, la CONCIENCIA debe ser verdadera o
invenciblemente errónea para ser regla de moralidad.
 La conciencia venciblemente errónea no es regla moral legítima (Mario
p.7).
 No es lícito actuar con conciencia dudosa (ante la duda se debe
suspender el juicio) (Angel p.9).
 La bondad o malicia de los actos humanos depende de la voluntad recta
o desordenada y, por consiguiente, afecta de suyo al acto interno
voluntario.
 El acto externo no añade de suyo bondad o malicia esencial al acto
interior de la voluntad.
 De ordinario, aunque indirectamente, la acción exterior aumenta
considerablemente la bondad o malicia del acto interno por la mayor
intensidad, mayor duración y la multiplicación del acto interno.

6.5.2.Fuentes de la moralidad: Objetos, fin y circunstancias

Para enjuiciar rectamente la conducta es necesario distinguir las tres raíces


de la moralidad: el objeto, el fin y las circunstancias. El objeto moral es aquello

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Capítulo I

hacia lo que la acción tiende de suyo y que termina considerándolo en su relación


con la norma moral. Por ejemplo, el objeto moral de un homicidio es la muerte de
un hombre, pero no en cuanto que se le paró el corazón sino en cuanto que un
hombre le quitó la vida a otro, pues la acción mala no está en que un hombre
murió sino en que otro se la quitó. El objeto otorga a la acción humana su
moralidad primera y esencial.

Se entiende por fin del agente lo que éste quiere lograr por medio de la
acción realizada. Es el objeto inmediato de la voluntad llamado intención. De este
fin depende que la acción se ordene efectivamente o no, al fin último. Es muy
distinto robar para dar de comer a los hijos, que hacerlo para enriquecerse.

Las circunstancias principales que afectan un acto de moralidad son:

1) Quién obra: cualidad o condición de la persona. No es lo mismo que un hijo


mate a su padre a que lo mate cualquier otra persona.

2) Qué cosa: cualidad y cantidad del objeto producido. No es lo mismo matar a


una persona que a muchas.

3) Dónde: lugar de la acción. Puede cambiar la especie moral del acto haciendo
que se cometan dos o más actos malos.

4) Con qué: medios empleados. Alude a los medios lícitos o ilícitos empleados
para realizar la acción. Añade una nueva inmoralidad, por ejemplo, matar con
crueldad o sin ella.

5) Por qué: el fin o la intención de la acción, que como hemos visto determina el
modo moral en que se realiza. Sólo puede cambiar la gravedad o levedad pero no
la moral. Se refiere al fin intentado con una determinada acción. Es distinta la
moralidad de las acciones que se cometen con deliberación plena o sin ella.

6) Cuándo: cantidad y cualidad del tiempo. La bondad o malicia puede variar por
la duración de la acción o por el momento concreto en que se comete. La cualidad
del tiempo en que se cometió la acción o la duración, puede cambiar la especie
del acto.

7) Motivo por el que se realiza un acto. No hace relación al fin principal del que
realiza la acción, sino a motivos secundarios o añadidos.

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Capítulo I

Para que una circunstancia buena o mala influya en la moralidad de una


acción haciéndola más buena, menos buena o mala por un nuevo título, se tienen
que reunir las siguientes condiciones:

1. Que esa circunstancia envuelva efectivamente alguna especial


conveniencia o disconveniencia con la regla de las costumbres.
2. Que se la intente como tal, si es buena, o se le advierta si es mala.

La bondad o maldad del acto humano queda determinada, en unidad,


por el fin intentado, el objeto moral elegido, y las circunstancias que lo
determinan. Los principios que rigen la unidad de estos tres factores son:

 Si la acción tiene un objeto moral malo, será necesariamente mala en todo


tiempo y lugar, sea cual sea la persona que la realice o la intención con que se
haga. Nunca se puede hacer un mal para obtener un bien.

 La acción que tiene un objeto moral bueno necesita además, para ser buena,
de una recta intención. Si una persona hace una acción buena para obtener un
fin malo, obra mal. Las circunstancias pueden aumentar o disminuir la bondad o
malicia de un acto; pueden hacer malo un acto que de suyo era bueno, pero
nunca pueden hacer bueno un acto que por su objeto es malo. Los actos
humanos nunca pueden ser moralmente indiferentes, considerados en
concreto.

6.5.3. Reglas generales

Para que la acción sea buena han de serlo: el objeto, el fin y las circunstancias

Del objeto:

 La primera y esencial moralidad del acto humano se toma de su objeto


moralmente considerado. Si el objeto es malo, la acción será mala, si es
bueno, hace falta ver el fin y las circunstancias (Mario p.8).

 Cuando el objeto es moralmente indiferente considerado en sí mismo, el


acto toma su moralidad primaria del fin o de las circunstancias. Por ejemplo,
pasear por el campo, o disparar una pistola son moralmente indiferentes.

Del fin:

 El fin extrínseco o del agente es fuente de moralidad, aunque secundaria y


accidental.

121
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Capítulo I

 Aunque la moralidad esencial de un acto depende de su objeto propio, la


moralidad principal recae sobre el fin del agente.

 El fin del agente hace buena o mala una acción de suyo indiferente.

 El fin del agente puede convertir en mejor o peor una obra ya buena o mala
de por sí.

 Pero nunca puede convertir en buena una acción de suyo mala.

 Un fin gravemente malo corrompe total o parcialmente una acción de suyo


buena, según sea o no el motivo único y total del obrar.

 Un fin levemente malo vicia también total o parcialmente la buena acción,


según sea o no el motivo exclusivo del obrar.

De las circunstancias

 Agravan o disminuyen la maldad del acto, pero, de ordinario no cambian la


especie del acto.

 Las que cambian la especie del acto, hacen que en un solo acto se
cometan dos o más actos malos específicamente distintos.

Actuar éticamente consiste, según hemos visto, en buscar el bien propio y


el de los demás (y el concepto de bien es muy rico), moviéndonos por
motivaciones superiores (inmanentes o trascendentes), sin rechazar el bien propio
ni las demás motivaciones, que no tienen por qué ser inmorales.

Alternativamente, actuar éticamente es observar unos principios, no


inventados, sino derivados del fin del hombre, de los bienes que intenta conseguir
y de las motivaciones que le mueven a ellos. La ética de los fines no es, pues,
distinta e independiente de la ética de los principios. 92

Las dos posibles relaciones que se establecen entre las acciones humanas
y su modo de ser (êthos) son la bondad o maldad. A ello se llama genéricamente
moralidad. El bien y el mal morales son el bien y el mal que las acciones poseen
en tanto que humanas. El bien moral coincide con el de la persona en la medida
exacta en que está en juego la acción libre y sea realizado a través de ella. La
ética pretende dirigir los actos libres hacia el bien perfecto o fin último de la

92 Op. Cit. Argandoña, Antonio. La ética en la empresa. TDN-109 IESE Ed. Instituto de Estudios Económicos. Madrid,
1994 P. 24.

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Capítulo I

persona. Por tanto, la acción ética es la que cada sujeto realiza libremente
dirigiéndose a sí mismo hacia su fin último o felicidad. Un análisis ético de la
acción consiste en definir por qué y cuáles son las acciones del hombre que lo
llevan a su fin último y cuáles no.

La decisión ética, el impulso del espíritu por el que la persona se orienta


hacia la búsqueda del bien, necesita completarse con el conocimiento de lo que
ese bien reclama. Este movimiento hacia la determinación que hace posible el
bien puede requerir, en ocasiones, una reflexión detenida e incluso largamente
dilatada en el tiempo; en otras, se realiza de modo connatural, inconsciente, como
fruto espontáneo del saber y de la experiencia, pero no falta nunca. Y de ahí (de la
necesidad de proceder del deseo del bien al conocimiento de los medios que lo
hacen posible, y de la posibilidad de que en ese proceso se introduzca el error)
deriva una importante consecuencia: una decisión ética. En ocasiones, una
decisión ética seria y profunda, puede resultar insuficiente, ya que, por error sobre
los medios, puede no terminar en la realización efectiva del fruto al que aspiraba.

Toda verdadera decisión ética mueve, por su propia dinámica, a la


búsqueda de los medios y, en consecuencia, a la adquisición de la ciencia que
hace posible la eficacia de la acción. De modo que tanto la falta de ciencia debida,
como la ausencia de firmeza en la voluntad, revelan falta de hondura en la
decisión y es, por tanto, moralmente imputable (Mario p.10).

Carlos Llano explica al respecto que al ser un acto libre, una decisión es
propia de un hombre concreto, pues él la tomó y recae en él mismo, para bien o
para mal. Por eso, si la decisión es moralmente buena hace a quien la tomó
bueno, y si es mala, lo hace moralmente malo. Por tanto, la responsabilidad de la
decisión es de quien la tomó. En esta personificación de las decisiones, radica la
importancia de las decisiones de los individuos para una buena orientación ética
de la empresa: su moralidad depende exclusivamente de la libertad de sus
hombres, a diferencia de otras variaciones de factores mercantiles, que se
producen por accidentes fortuitos y externos a la organización misma. La situación
de nuestra empresa puede calificarse moralmente de buena o mala, de acuerdo a
las decisiones que tomemos respecto de ella, y las mejoras de la empresa en este
aspecto provienen, a su vez, de las mejoras en nuestro propio comportamiento
voluntario.

6.5.4.Criterios morales en la toma de decisiones

Para un empresario, los criterios morales al tomar decisiones son


fundamentalmente los mismos que rigen a las demás actividades humanas,
precisamente porque él es un ser humano. Pero esos criterios se especifican en la
medida que la acción empresarial guarda ciertas características propias. Lo

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Capítulo I

primero que necesita comprender el empresario, es que su actividad debe estar


regida por la moral, y que esta moral no la determina la economía, sino que es una
ciencia independiente y superior (Mario p.7). Lo segundo, no reducir la ética a una
especie de código que me diga qué debo hacer o no, sino comprender las
implicaciones que conlleva el actuar éticamente en toda acción humana. La ética
no es un añadido a la acción directiva, le es esencial.

Otro punto a tomar en cuenta, es que los criterios de moralidad no se


pueden entender sin un conocimiento suficiente de la persona; el empresario
necesita prepararse con profesionalidad sobre la ética, pues sin ella, sus
decisiones no lograrán incidir en la cooperación verdadera al bien común. Una
decisión empresarial o de política económica que considerase una alternativa,
evaluando únicamente sus consecuencias económicas o la reacción social
previsible, ignorando su calidad ética, podría ser una “mala” decisión en su sentido
humano global. Las acciones en último término, se dirigen a personas y, por esa
razón, la consideración y respeto a las personas es lo que da calidad moral a la
acción

Otro criterio indispensable para el empresario, es la justa consideración de


los beneficios que busca con su actividad empresarial. Muchas veces la
mentalidad pragmática se convierte en una actitud en la toma de decisiones, que
se refleja en la consideración del beneficio o del bien a conseguir, reduciendo el
bien al beneficio económico. Ya tocamos este problema, pero en este momento,
es necesario dejar bien establecido que la consideración de la persona es un
criterio moral primordial.

Las decisiones empresariales requieren una reflexión lúcida y una voluntad


intrépida. Es necesario descubrir que “existen criterios morales, no sólo
económicos, en la base de la actividad productiva y que a ellos hay que atenerse
por razones de conciencia y no sólo por necesidades legales” . Dichos criterios 93

han de armonizarse, siempre que sea posible, con otros relevantes para la
empresa. En no pocas ocasiones, esta tarea es difícil, pero no se puede renunciar
a ella. La armonización y, en su caso, la subordinación de los valores económicos
a los morales, es un objetivo primordial que “debería entrar cada vez más a formar
parte de la vida de todas las empresas y animar la elaboración de políticas
económicas a todos los niveles” . . Esto exige un modo de pensar y de afrontar la
94

toma de decisiones, superando la visión de la empresa limitada a lo cuantitativo


(balances, resultados económicos, rendimientos técnicos…). El criterio cuantitativo
debe integrarse con otro globalizante que oriente la actividad económica hacia la
promoción responsable del bien común .

Acerca de los criterios morales para el empresario que rigen a todo hombre,
sería inútil exponer una lista interminable, de cómo actuar en cada caso, iría
contra la misma naturaleza de la ética, pues dejaría de considerar la libertad y la
93 MELENDO Tomás, . Las claves de la eficacia empresarial. Colección empresa y humanismo De Rialp. S.A. Madrid
1990 pp.16-17.
94 ibidem

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Capítulo I

responsabilidad humanas. Quien espera que los libros de ética le digan


exactamente cómo actuar, no ha entendido la complejidad y riqueza de la
conducta humana. Es necesario extenderse en el conocimiento del hombre, pues
ahondar en la naturaleza humana es uno de los principales criterios, para saber
cómo actuar. El empresario requiere una cultura más allá de las finanzas, la
comercialización, costos, etcétera, pues antes que con dinero y mercados trabaja
con personas, para personas, y él mismo es una persona (Mario p.4).

“La falta de perseverancia o desempeño en la obtención del bien al que se


aspira es, en suma, señal de la ausencia de una verdadera decisión, e implica
carencia moral, deficiencia ética. En otras palabras, la ética dice, sin duda alguna,
referencia primaria a la intención, pero reclama una intención que sea profunda y
sincera y, por tanto, que se manifieste en obras. Perfeccionamiento del sujeto e
incidencia en el mundo son, respecto al hombre -ser inframundano e histórico-,
realidades íntimamente relacionadas”. 95

CAPÍTULO VII

LA PERSONA Y LA EMPRESA

Caso: Cremería Americana S.A. (FALTA REVISAR)

1. El Sr. Alberto E. Andrade, ciudadano norteamericano, llegó a México con el objetivo de fundar
una industria de lácteos, y derivados, como las mantequillas. Así fue como en 1905 fundó, en su
propia casa, la industria, que tenía por nombre Alberto E. Andrade, Cremería Americana.

2. Desde ese momento también se fundaron ciertos principios que jamás dejarían a la empresa, sin
importar cuanto creciera o dejara de crecer. Uno de ellos es el de justicia, que consiste en exigir
a todos lo hombres su trabajo, de acuerdo a sus capacidades y necesidades de la empresa, sin
olvidarse de sus limitaciones y de que existen cosas más importantes que el dinero, como el
respeto, la libertad, la familia, etc. Con esto se pretende que todo trabajador debe cumplir con
sus obligaciones de acuerdo con sus propias capacidades, y que lo justo sería exigir esto, “en
cualquier caso se debe actuar de acuerdo al sano juicio y con la virtud de la justicia”.

3. En 1940 llegó Mario a la industria como Gerente de Ventas, aún, la industria, permanecía con el
mismo nombre. Mario, a sus 93 años, todavía recuerda al Sr. Andrade como un gran hombre,
que actuaba con justicia, aunque con mano dura, “siempre era exigente, pero nunca rompía el
95 Un buen ejemplo de esta metodología lo constituye A.Buchanan, Ethics, efficiency and the market. Clarendon Press,
Oxford 1985.

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Capítulo I

principio que había fundado”. Cuando él llegó la Cremería contaba con 26 personas, entre
empleados y obreros, 4 repartidores y 2 secretarias, su nivel de ventas era de 100 toneladas,
que representaba utilidades por 35 o 40 mil pesos, aproximadamente, la marca más conocida
entonces era la famosa mantequilla “Gloria”. La falta de personal hacía un poco difícil el trabajo,
ya que en varias ocasiones tuvo que suplir a repartidores, o cajeros, y en ocasiones hasta
empaquetó las mantequillas. Esto jamás molestó a Mario, sabía que la causa era buena y
compartía la forma de pensar del Sr. Andrade. “Nuestra política era sencilla, sólo había que
seguir el buen ejemplo de Alberto, que siempre fue estricto pero justo, muy honrado y trabajador.
Siempre era estable con sus pagos, no le gustaba tener deudas, y siempre ayudo a los
trabajadores, jamás participó en un soborno o fraude, era una persona de recto juicio y que
sabía llevarlo muy bien a la práctica. Recuerdo una ocasión en que el chofer perdió, por
desgracia, a su esposa, el Sr. Andrade estuvo con él y le ayudó con sus hijos, les trató de cubrir
todas sus necesidades, ropa, comida, educación, etc. Incluso tuvo problemas con el chofer, que
tenía algún tiempo llegando tarde y en malas condiciones, por lo que trató de hablar con él, pero
el chofer no entendió y prefirió dejar la empresa, sin embargo, esto no fue motivo para que el
Sr. Andrade olvidara la ayuda que prestaba a los hijos, era un buen hombre”.

4. En 1946 la industria pasa a ser Cremería Americana S.A. y, desde entonces hasta la fecha, ha
tenido una organización muy especial, ya que el Sr. Andrade decidió que todas las utilidades,
cosa que se venía haciendo desde antes pero no en forma organizada, se repartirían entre todos
los trabajadores de la Cremería, de tal modo que todos participan de lo que la empresa gana,
“ya que esto es trabajo de todos, y no sólo de los dueños, lo justo es que todos participen de lo
que han trabajado, y no unos cuantos”.

5. En 1952 murió el Sr. Andrade, dejando la empresa a su esposa, la Sra. Dolores Contreras de
Andrade, que conocía bien el negocio, ya que estuvo en él desde su fundación. Ella no renunció
a todo lo que había ofrecido la empresa desde sus inicios, es más, la recuerdan como una mujer
más benevolente con los empleados que el Sr. Andrade. Aparte del principio de justicia, y de
reparto de utilidades, implantó el principio de caridad para con los empleados. Tratándolos
siempre como personas, intentaba conocer a cada uno y su situación personal, de tal modo que
cuando cualquier empleado tenía algún problema la Sra. Andrade lo conocía y sabía como
ayudarle. Todo esto concluyó en la fundación de un fideicomiso, idea que venía desde el
fundador pero que se consolidó hasta 1976. La idea de la fundación es repartir todas las
utilidades en Becas para los hijos, preferentemente de los trabajadores, pero que también asiste
a estudiantes que no tienen la posibilidad económica de estudiar. La beca sostiene a los
estudiantes desde la primaria, hasta que concluyan sus estudios profesionales, con la única
condición de mantener un buen promedio. Actualmente la fundación tiene más de mil
estudiantes becados en toda la república.

6. Desde entonces el 96% de las acciones de la Cremería pertenecen a la fundación, y todas las
utilidades son repartidas para el fin ya explicado. La Cremería cuenta con 280 personas, entre
empleados, técnicos y obreros; sus oficinas centrales están en el D.F. pero cuentan con dos
plantas, una en Toluca y otra en Guadalajara, y con otras oficinas en Monterrey. Su Director es
Don Rolando Vega, que es presidente de la sociedad y del consejo de la fundación. El
Vicepresidente es el Sr. José Antonio Alcocer, y su Gerente General es el Sr. Ernesto Rico.
Mario aún pertenece a la junta de consejo, aunque ya no va a las juntas por cuestiones de salud,
siempre se escuchan sus opiniones, y también cuenta con un fideicomiso, ganado a pulso por

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Capítulo I

sus años de trabajo dentro de la empresa. Todos ellos mantienen vivo el espíritu que dio origen
a la organización, “lealtad, justicia, caridad, honradez”, han comprendido, después de 93 años
de mantener una buena organización, que la buena conducta y los negocios, no se contraponen,
sino que son una base sólida en la que se puede construir una buena organización de trabajo, y
que además, piensan ellos, resulta más duradera y rentable, además de que uno está contento y
tranquilo de conciencia, al saber que está haciendo las cosas buscando el bien, y no sólo
pensando en la mejor forma de obtener dinero.

7.1 La empresa, factor de perfeccionamiento humano

En los fines de la empresa, el aspecto prioritario corresponde a la


naturaleza humana de la misma y del empresario, quien debe proveer al propio
perfeccionamiento y al de cuanto se relaciona con él. A diferencia de los que no
comparten su profesión, ha de conseguir esos objetivos a través de la gestión
económica.

Los beneficios de la ética se ven a la luz del afán del empresario por servir
a la sociedad, y se desdibujan o desaparecen ante la ambición exclusiva por
obtener el mayor beneficio económico. Huvelin aclara que “la empresa se propone
ser un centro de producción de bienes útiles adquiridos por un gran público, lo
cual le confiere una finalidad de ´servicio´. Pero, además, parece ser el factor más
poderoso de transformación de las civilizaciones”. Busca producir bienes útiles,
pero no por el fin de producirlos, sino para prestar un servicio que transforma la
vida de los hombres. “La empresa sólo cumple su finalidad mediante el servicio
prestado a los hombres y a la comunidad, logrando la realización total de la
persona humana”. 96

Lo que se requiere es lograr el propósito común, de la manera propia que


señalan las dimensiones específicas: alcanzar y gestionar los fines particulares de
la empresa, de modo que con ello se obtenga la finalidad común más radical
(Cremería p.2). El problema teórico, con enormes repercusiones prácticas, comienza
a la hora de coordinar esas distintas finalidades. En la práctica, la mayor dificultad
está en obtener beneficios económicos, a la vez que el perfeccionamiento
humano. Esto conlleva enormes implicaciones éticas en la vida de la empresa, no
sólo desde el punto de vista de lo que no se debe hacer, sino mucho más en
todo lo que la empresa puede hacer.

Cuando hablamos del protagonismo del empresario, se subraya la


repercusión de la acción empresarial en nuestro mundo, por ese motivo la ética
cobra una particular importancia (Cremería p.3). ¿Cuál de las dos facetas del fin de
la empresa habrá de tener primacía en la mente y en la vida de los empresarios?.
¿Cuál ha de constituirse, de manera radical y definitiva, como el norte al cual
encaminar todos sus esfuerzos?. El fin de la empresa consiste en promover la
mejora humana y de la sociedad en su conjunto, mediante la gestión económica

96 (Congreso nacional de la F.E.P.A.C., Namur.)

127
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Capítulo I

de los bienes y servicios que genera y distribuye, de los que naturalmente se


siguen unos beneficios con los que logra también subsistir.

El perfeccionamiento máximo de los miembros de la empresa y la máxima


promoción del bien común, son un imperativo ético que se le impone por su
condición de organización humana.

7.1.1. Subrayar el inefable valor de la persona humana

“El hombre constituye el activo más importante de una empresa, de


cualquier empresa en el sentido amplio de la palabra; que toda actividad humana
debe reservar ´un puesto de privilegio´ (...) a la dignidad de la persona en su
quehacer profesional” (F.D. del Brió).

Es una realidad que conviene obrar éticamente con vistas a los resultados.
Pero también aclaremos que la atención respetuosa y prioritaria a las
personas, es exigencia ineludible de la actividad empresarial, no sólo porque
genera beneficios, sino desde una perspectiva absoluta. “El proyecto de una ética
empresarial tiene que tener en cuenta, sin embargo, que la ética no se puede
introducir de un modo meramente funcional sólo para alcanzar algo..., el aumento
de los beneficios” (P.Koslowski).

En nuestros días, difícilmente encontraríamos un profesional o directivo


que afirmara que las personas no tienen más valor que su capacidad de producir
o consumir. Sin embargo, en la práctica, con frecuencia se dan comportamientos
y actitudes que llevan a pensar lo contrario. Ciertamente, las personas producen y
consumen, y esto merece ser valorado, pero son valiosas en sí y por sí mismas y
poseen una dignidad intrínseca.

¿Cómo lograr por parte del empresario ese respeto a la dignidad de la


persona humana?. Aunque parezca irrelevante y lejos de la práctica empresarial,
centrada en datos estadísticos, el primer paso es una reposada consideración de
la intrínseca valía de la dignidad del hombre. Se puede calificar como solución
poco práctica, teórica e inservible, pero se fundamenta en la realidad que
Schelling describe: “... el hombre se torna más grande en la medida en que se
conoce a sí mismo y a su propia fuerza. Proveed al hombre de la conciencia de lo
que efectivamente es y aprenderá inmediatamente a ser lo que debe; respetadlo
teóricamente y el respeto práctico será una consecuencia inmediata,(..) El hombre
debe ser bueno teóricamente para devenirlo también en la práctica”. En una 97

primera aproximación podemos decir que “se predica absolutamente de todos los
hombres y designa la singularidad de cada ser humano y la igualdad de todos
ellos..., la persona se concibe como un absoluto, en sí y por sí, más allá de toda

97 Cf. MELÉ, Doménec. Nota técnica: “La persona humana en la empresa”. IESE, España

128
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Capítulo I

relación jurídica y de cualquier condición social. La persona, y su característica


dignidad, aparecen como un cierto absoluto”. 98

Dios ha conferido a toda persona la capacidad de elegir su propio fin


aceptando el que se encuentra impreso en el fondo de su ser o rechazándolo y
sustituyéndolo por otro y determinar las metas intermedias que a él conducen.
A nadie le está permitido “enmendar la plana” a Dios, imponer a otra persona un
objetivo distinto al que ella libremente escoja ni utilizarla como medio o
instrumento.

Ningún hombre debe de ser tratado como simple medio por ser él mismo.
“La razón definitiva de este trato particularísimo y de excepción es muy clara: sólo
a las personas a todas y cada una de ellas ha llamado Dios, individualmente,
para compartir su vida íntima, destinándolas a ser interlocutoras del amor divino
por toda la eternidad (Carlos Cardona). Por eso, precisamente, cada persona
reclama también por parte nuestra una atención singularizada,
completamente opuesta a la que recibe cuando se atiende sólo a su función. 99

Nadie debe ser instrumentalizado o manipulado, para subordinarlo a la


consecución de logros diversos a los que él mismo se ha propuesto. Todo hombre
debe ser considerado siempre como un cierto fin en sí mismo. El éxito de la
empresa es consecuencia de su filosofía orientada hacia las personas. Esto es lo
que denominan “el estilo de HP”. Creo que, en general, es un conjunto de normas
y actuaciones que emanan de la convicción de que todo hombre y mujer desea
hacer un buen trabajo, un trabajo creador, y que si se les proporciona el entorno
apropiado, lo harán. El secreto consiste en el principio tradicional de tratar a todo
el mundo con consideración y respeto, reconociendo sus méritos personales. La
dignidad y el valor del individuo desempeñan un papel muy importante en el estilo
de HP”.( Hewellet Packard)

Comprobamos fácilmente que sin instrumentalizar a las personas,


podemos, beneficiarnos con sus servicios. El servicio y la consideración de la
persona como fin no están peleados, precisamente porque una de las
consecuencias de ser persona, es la capacidad de servir a los demás. Así que el
problema de las relaciones de trabajo no se resuelve dejando de servir a los
demás, sino precisamente sirviéndolos y considerando que quien me presta algún
servicio es persona (Cremería p.5).

La verdadera dificultad está en la noción de servicio. Pero según confirma


el sentido común, es perfectamente lícito entablar con otras personas relaciones
comerciales y de compraventa, de diversión o entretenimiento, docente o
98Op. Cit.CHOZA, Jacinto. Filosofía del hombre. p. 431.
99La persona humana y su dignidad intrínseca. MELÉ, Doménec. IESE. Enero 1994. Borrador de un
capítulo del libro con el título provisional de “Fundamentos de ética para profesionales y directivos"

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Capítulo I

discente, etcétera. También, es palmario que, en todos estos casos, utilizamos a


las personas como un cierto instrumento para conseguir un fin personal: cerrar un
negocio, adquirir un producto, descansar y distraernos, aumentar nuestros
conocimientos o ganarnos la vida incrementando los de los demás. Nada de esto
es inmoral.

Sería contrario a la excelencia de la persona humana que en estas


tesituras, no estuvieran presentes de ningún modo, también el respeto y el amor:
la consideración de que toda persona se configura como un bien en sí y la actitud
correspondiente. Un peligro inmediato que acecha a los empresarios en el
ejercicio de su profesión, es considerar a cuantos tienen que ver profesionalmente
con ellos, como simples proveedores. “Un diseño de estrategia que no tenga en
cuenta que la empresa debe estar al servicio del hombre, corre el riesgo de
pensar que los hombres no son más que instrumentos instrumentos de
producción si del propio personal y de los proveedores se trata, instrumentos de
consumo si a los clientes se refiere o instrumentos indiferentes si no cumplen
ninguna de las dos características anteriores y, al correr ese riesgo,
transformarse en una forma de tecnocracia deshumanizada” (M. A. Gallo).

No hay razón válida, en la empresa ni fuera de ella, para transformar a una


persona en simple instrumento. Todo hombre tiene un derecho absoluto, derivado
de su misma condición de persona, a ser considerado como un cierto fin; no cabe
subordinarlo a causa alguna, por alta que ésta sea, si ello lesiona su dignidad
constitutiva (Cremería p.4). Todo hombre ha de ser tratado como lo que es, como
algo único e irremplazable, provisto de unas características particulares y de un
destino también peculiar, que en parte él mismo determina .100

La consideración que merecen las personas es una auténtica piedra de


toque en la vida profesional, y en la dirección de empresas o de cualquier otra
organización o sociedad. Colaboradores, subordinados, clientes y consumidores
pueden verse como meros instrumentos al servicio de los intereses del
profesional, del directivo o de la organización o, por el contrario, puede
trascenderse la utilidad que aporta cada individuo y reconocer en él a un ser
consciente y libre, que ha de ser respetado en su dignidad.

“Casi todo el mundo esta de acuerdo en que las personas son nuestro
activo más importante. Sin embargo, casi nadie obra realmente conforme a esta
máxima”. René McPherson

La dignidad de la persona humana con sus derechos inalienables, es un


principio compartido y defendido desde diversos principios religiosos e
ideológicos, y aceptado por muchas culturas y civilizaciones. Es ilustrativo que la
Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU de 1948, en su
preámbulo, relaciona los "derechos iguales e inalienables” y la "dignidad inherente
a todos los miembros de la familia humana". Las constituciones modernas

100 CF. Idem

130
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Capítulo I

incluyen también la "dignidad humana” como un concepto básico del


ordenamiento jurídico de sus respectivos países. La persona humana y su
101

dignidad constituyen una importante referencia para buscar coincidencias en una


sociedad pluralista y para el diálogo intercultural. El reconocimiento de la dignidad
humana es también primordial para humanizar la actividad económica (Cremería
p.5).

Sin embargo, no falta a quienes el concepto de dignidad humana apenas


les dice nada. Esto es muy peligroso, cuando el término dignidad humana
aparece como una palabra vacía, sin apoyo en algo objetivo que le confiera valor
intrínseco, las personas y sus derechos quedan a merced de quienes ostentan el
poder en cada momento histórico, o dependen exclusivamente de los buenos
sentimientos de los demás, sin más soporte que el emotivismo.

Ciertamente, la dignidad humana es un concepto abstracto, pero en modo


alguno vacío, está lleno de contenido. En él se apoyan principios y normas éticas
de suma importancia, como los derechos humanos, la igualdad esencial de todos
los hombres, la participación social, la solidaridad y la primacía del trabajo sobre
el capital. Por ello es esencial encontrar razones sólidas que fundamenten la
dignidad de la persona, es decir, un valor y una categoría ética sustantiva, anterior
e independiente de las declaraciones internacionales y de su formulación en las
leyes de cada país.

Si queremos fundamentar seriamente la dignidad humana es indispensable


reflexionar sobre el hombre, por ello, en capítulos anteriores hablamos de su
naturaleza. En primer lugar, porque una concepción falsa o reduccionista de la
persona, fácilmente conduce a negar su dignidad. Las influencias del siglo XIX,
con diversas modificaciones, aún perduran: el mecanicismo, tratando de explicar
todo lo real en términos de acciones mecánicas y de fuerzas materiales; el
positivismo, reduciendo toda ciencia a lo sensible y cuantificable, y considerando
simple opinión todo lo que no resulta de datos empíricos; el evolucionismo
radical que supone al hombre resultado del puro azar, ajeno a cualquier principio
ordenador, y sin más merecimiento que ser un animal muy evolucionado.

Llevando estas teorías a sus últimas consecuencias, el ser humano no


pasaría de ser un mero objeto material, una cosa. La única razón para no utilizarlo
como simple mercadería de cambio sería alguna creencia irracional. Estas teorías
no dejan lugar para defender la dignidad humana, ni para impedir la explotación
del hombre por el hombre, ni para justificar el valor intrínseco de todo ser humano,
independientemente de su utilidad social o económica. A este propósito, es
interesante recordar el testimonio del conocido psiquiatra austríaco Víctor Frankl,

101La Constitución española, como la de muchos otros países, establece la dignidad humana como
presupuesto previo a los derechos de la persona. Textualmente afirma: “ La dignidad de la persona, los
derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los
derechos de los demás son fundamentos del orden político y de la paz social” (Art. 10,& 1).

131
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Capítulo I

quien sufrió una terrible experiencia carcelaria en los campos de concentración


nazis viviendo de cerca la "liquidación de la vida inútil". 102

Frankl defiende abiertamente la dignidad de todo ser humano, “una


dignidad que es independiente del valor de la utilidad”, y entiende que el
programa de exterminio de Hitler no se fraguó en un ministerio nacional-socialista,
sino que estaba ya preparado en las filosofías nihilistas del siglo XIX

El nazismo no es el único caso de "cosificación” de las personas. Los


abusos de la revolución industrial europea, la esclavitud, el tráfico de niños para
extraerles órganos, el racismo, los genocidios y la xenofobia son otros casos
extremos de violación de la dignidad humana Pero la dignidad humana también
es lesionada cuando se trata a las personas como meros instrumentos de
producción o de consumo, lo que equivale a "cosificarles". Cosificar a las
personas repele al común sentir de la gente honesta. El mismo lenguaje distingue
a las personas, las cuales siempre son alguien mientras las cosas sólo son algo.

Por otra parte, para evitar falsas interpretaciones, es necesaria una


correcta fundamentación de la dignidad humana. Con frecuencia llegan noticias
procedentes de diversos lugares del mundo, de personas, empresas y gobiernos
que no respetan suficientemente los derechos humanos aun cuando tales
derechos sean exigidos por la ley o formen parte de compromisos internacionales
asumidos por los respectivos gobiernos. Muchas veces el origen está en una
interpretación laxa del significado y exigencias de la dignidad humana. Otras
veces, no es problema de comprensión sino de egoísmo: ocurre cuando se
subordina la dignidad humana a intereses de carácter económico o político y, a
continuación, se trata de racionalizar esta conducta.

7.2 El perfeccionamiento humano en la empresa


Caso: Raquel y Recursos Humanos (FALTA REVISAR)

1. Raquel se ha dado cuenta de que su trabajo no le satisface del todo, sin embargo, piensa que es
un problema personal. Después de seis años en el puesto tiene una duda, o realmente no sirve
para el Banco o, simplemente, el Banco ve a las personas como unas máquinas para producir
dinero.

2. Platicando de este problema con sus amigas decide realizar una pequeña investigación. Piensa
iniciar en su trabajo, revisando las políticas de la empresa, y confrontándolas con la forma en la
que ésta opera. Al hacerlo, se da cuenta de algunas imperfecciones en el sistema que se utiliza
para el reclutamiento de personal. Por ejemplo, se prefieren personas sin iniciativa, con un perfil
operativo, esto significa que de las gentes que realizan una entrevista de trabajo, se eligen
102 Frankl, Víctor, El hombre en busca de sentido ; Editorial Herder España.1987 p. 77

132
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Capítulo I

aquellas que obtengan mejores resultados en la forma de operar y no en su capacidad de


solucionar problemas, o en su capacidad directiva. Entre más iniciativa propia muestren están
más alejados del perfil que pretende el Banco. Esto se busca para eliminar problemas entre los
jefes y sus subordinados, de tal manera que requieren personas que no puedan o no quieran
tomar decisiones.

3. Esto le pareció extraño a Raquel, sin embargo, decidió profundizar más, y no hacer un juicio
sobre la empresa con ese elemento. Entrevistó a algunos compañeros, casi todos estuvieron de
acuerdo en algo: “el salario es muy bajo, comparado con la carga de trabajo que tenemos. La
mayoría de nosotros necesitamos a una o dos personas más que nos ayuden con la operación,
llegamos ha realizar hasta mil movimientos en un día (altas, bajas, préstamos etc.), esto es un
abuso desde cualquier perspectiva, tanto por el poco salario, como por el hecho de que nos
sentimos una computadora más en el Banco”. Raquel no se quedó conforme con lo que
escuchó, por lo que decidió verlo con sus propios ojos, de este modo no sólo constató lo que
había escuchado, sino que se dio cuenta de que la gente salía del Banco después de las 11 o
12 de la noche, lo que le pareció alarmante, ya que no se trataba de uno o dos días al mes, sino
de uno o dos días a la semana.

4. El siguiente punto que decidió revisar eran las opiniones de las personas que han dejado la
empresa, y qué los motivo a hacerlo. La noticia, de nuevo, impactó a Raquel, se trataba, en
varios casos, del mismo problema: “no me permitían opinar. Mi renuncia se debió a que tenía
dos meses insistiéndole a mi jefe sobre un nuevo paquete administrativo, que nos ayudaría y
facilitaría la operación, pero en la mayoría de los casos la respuesta fue la misma: Tú estás aquí
para seguir órdenes, no te pagamos para que pienses, sino para hacer las cosas que nosotros
necesitamos. ¡Claro! No lo decían con esas palabras, pero eso daban a entender”. En realidad,
el problema era que no se les permitía tomar decisiones, más aún, no les permitían enterarse
de los planes a mediano o largo plazo, lo que significa que no ven a las personas como seres
pensantes, sino como seres útiles.

5. Por último, decidió revisar sus actividades diarias, dejó esto al final ya que pensaba que
enterarse antes de las opiniones de otros le ayudaría a ser más objetiva en el momento de
criticar su función. De tal modo que se descubrió imprimiendo informes semanales, en los que
tenían que incluirse las horas que había tomado para comer, el tiempo en el que no se
encontraba en la oficina y cual era el motivo, el número de operaciones realizadas diarias, junto
con el número de nómina de la gente que había atendido, esto con el fin de poder revisar si era
verdad lo que había reportado. Aunque le parecía un poco infantil todo esto, ese no era el
problema de fondo, el problema era la falta de confianza que esto representaba, es decir,
dudaban de su trabajo y capacidad.

6. De este modo descubrió que no se trataba de un problema personal, sino de una falta de interés
de trabajar para una empresa que veía a la gente como un simple instrumento de trabajo, en
donde no hay comunicación, mucho menos retroalimentación. La planeación a mediano y largo
plazo, si es que existía, ya que también dudaba de esto, no era conocida por ningún empleado,
de tal forma que nadie conocía realmente el fin de su trabajo.

7. Con todas estas pruebas, y el cansancio de sus seis años sin progreso personal y sin ser
escuchada, decidió renunciar. Ahora es directora del área en una empresa internacional, está

133
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Capítulo I

contenta con su trabajo; aunque tiene mucho que hacer, sus opiniones son escuchadas, tiene
poder de decisión en la fijación de objetivos, y ha intentado no repetir los errores que la
obligaron a dejar el Banco, escucha a las personas, toma en cuenta sus opiniones, y refleja que
en la empresa ningún trabajador es un número más en la nómina que sólo sirve para producir,
sino que se ven como un persona con capacidades y cualidades que son de gran utilidad para el
funcionamiento general de la misma.

7.2 El perfeccionamiento humano en la empresa

Como ya explicamos en diversas ocasiones y bajo distintos puntos de


vista, la ética estudia a la persona con sus objetivos, le señala pautas para que
conozca su naturaleza y dirija su existencia hacia la felicidad. Por ello, los
hombres de empresa directivos y empleados necesitan hacer de su trabajo
un medio para perfeccionarse como personas (Raquel p.7).

Al comprender la complejidad del hombre se entiende por qué la empresa,


al estar formada por y para personas, no puede tener como único fin el valor
económico. El empresario necesita conjugar los valores económicos y éticos en
un equilibrio que procure tanto la producción de beneficios económicos, como el
perfeccionamiento de sus miembros y, en consecuencia de la sociedad. “Los
conflictos éticos en la empresa suelen aparecer cuando las personas que han de
tomar decisiones empresariales se encuentran con la aparente imposibilidad de
elegir acciones que satisfagan simultáneamente sus criterios de racionalidad
económica y sus criterios éticos.” 103

Para que el empresario adquiera un criterio verdaderamente ético, requiere


conocer los criterios éticos, que en su raíz se sustentan en el conocimiento de la
persona humana.

Todos los conocimientos éticos adquieren su sentido en la perfección


humana; si existiera una teoría ética que no llevara al hombre a su perfección, a
su felicidad, sería más bien un conjunto de derechos y obligaciones, pero no una
ciencia sobre la finalidad de las acciones humanas. “Probablemente lo que nos
está faltando no es un mayor desarrollo formal de la ética para hombres de
empresa. Lo que nos hace falta, en cambio, es una especie de “ascética del
comportamiento empresarial”. Una ascética que ayude al hombre de empresa a
entender el para qué de los sacrificios que ha de realizar cuando subordina lo
económico a lo ético. Una ascética que le permita ver con claridad cómo nunca
será un buen directivo un buen hombre de gobierno si no se esfuerza
seriamente en mejorar constantemente su calidad ética personal. 104

103 PEREZ, LÓPEZ, Juan. A. La Vertiente humana del trabajo en la empresa. Editorial EUNSA España,
104 Idem

134
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Capítulo I

Es necesario que el empresario asuma la ética, no como quien paga los


impuestos para que no lo metan a la cárcel, sino como quien lo hace porque
quiere hacer el bien, es decir, el empresario necesita asumir la práctica de la
ética en su actividad empresarial como una convicción de fondo. En
definitiva una ascética que lo lleve a buscar la perfección propia, del empleado y
del cliente a través del ejercicio directivo.

Pero, ¿en qué consiste la perfección humana? El punto de partida está,


como ya hemos dicho, en la naturaleza humana y podemos agregar que la
perfección está en desarrollar sus potencialidades -principalmente inteligencia y
voluntad-, las facultades que le permiten alcanzar su fin. Sin olvidar que la
perfección humana, su felicidad, no está en el hombre mismo; su capacidad de
perfección es tan grande que la plenitud está en poseer el máximo bien.

7.2.1. El trabajo, medio de perfección humana

La empresa y el perfeccionamiento humano se vinculan fuertemente en la


realidad del trabajo. Más aún, sin el trabajo, el hombre no puede llegar a su
perfección. Al ser la empresa un lugar eminente para trabajar y siendo el trabajo
prioritariamente un medio de perfección humana, la empresa se convierte en un
factor de perfeccionamiento humano primordial. Así comprendemos la
trascendencia de la empresa en la vida de cada miembro y en la sociedad entera.

Karl Marx fue uno de los pensadores más incisivos en subrayar la


importancia del trabajo para la vida del hombre, y una de las críticas al sistema
capitalista es, precisamente, por la alienación que provoca su organización del
trabajo. Marx argumenta que cuando hay un capital excedente en la producción y
ese sobrante, fruto del trabajo, no lo recibe quien lo realizó, ese hombre se aliena.
Estas observaciones no pretenden alabar al sistema marxista, pero sí hacer
consciente al empresario, de la vital importancia de una concepción profunda del
trabajo humano. El error de Marx, en su materialismo, fue centrar el valor del
trabajo humano en la producción, por esto consideraba alienante el capital.

La primacía del trabajo sobre el capital no está en lo producido, sino en la


dignidad del hombre que trabaja: Por ser el trabajo una actividad humana,
debe responder a la dignidad del hombre. El trabajo procede inmediatamente
105

de la persona, que marca con su impronta, la materia sobre la que trabaja y la


somete a su voluntad ennobleciéndola.
106
Por el trabajo, el hombre no sólo
107

transforma la naturaleza, sino que se perfecciona, se realiza a sí mismo como


108

hombre y, en un cierto sentido, “se hace más hombre” (Raquel p.4). Todo esto
105 Op. Cit Encíclicas. Rerum Novarum 1891, 32; Mater et Magistra Juan XXIII, 18 y 92; Editorial. Documentos
pontificios.
106 Paulo VI Gaudium et spes.(GS, 67), Editorial Documentos Pontificios
107 Juan Pablo II, Laborem excercens1981 ,Editorial EDIBESA, 1995, 9., pag. 189
108 Encíclica SS Pio XI, Quadragessimun anno A, 135; MM, 82, 149, 255

135
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Capítulo I

muestra la necesidad de que el orden social del trabajo permita al hombre


perfeccionarse y no lo degrade, menoscabando su dignidad. 109

Fines del trabajo: el trabajo es cumplimiento de la vocación recibida,


fuente de sustentación, medio de relaciones con los demás hombres, prestación
de un servicio (Raquel p.2 y 3). 110

El deber de trabajar: por ser instrumento de perfección personal y medio


necesario para el bien común, al que todos están obligados a cooperar, a todos 111

obliga el deber de trabajar, tanto si es el único medio de sustentación, como si no


lo es.

El derecho al trabajo: una recta ordenación de la vida social implica que


se satisfaga el derecho de todos al trabajo; esto es, que se resuelva el problema
del desempleo o paro. La realización de ese derecho corresponde en primer lugar
al individuo y a la iniciativa privada (siendo la creación de puestos de trabajo una
función social de gran importancia). Supletoriamente corresponde al Estado como
empresario indirecto, por cuanto debe velar por el bien común, y uno de los
elementos fundamentales del orden social, es la posibilidad de que todos los
hombres puedan realizar un trabajo. Evitar el paro debe ser una de las
preocupaciones más graves del Estado. 112

Los medios que debe usar el Estado para resolver el problema del paro
son, en principio, indirectos, mediante una política social correcta, que promueva
el desarrollo económico de todos los sectores.

7.2.2.Primacía del trabajo sobre el capital

El valor y dignidad del trabajo derivan de la condición de persona del


trabajador (Raquel p.5). El ser humano llamado a dominar la tierra con la
perspicacia de su inteligencia y la actividad de sus manos, se convierte en artífice
del trabajo tanto manual como intelectual comunicando a su quehacer la
misma dignidad que él tiene. Así, pues, el trabajo tiene valor intrínseco con
independencia de quien lo realice y de la valoración social que éste reciba. 113

El trabajo humano que se ejerce en la producción, en el comercio y en los


servicios, es muy superior a los restantes elementos de la vida económica, pues
estos últimos no tienen otro papel que el de instrumentos. Entre estos medios o

109 Op. Cit . Juan Pablo II, Laborem Excersens.,


110 Op. Cit. Encíclicas Mater et magistra, 149, 256, Rerum Novarum, 5; QA, 61; Gaudium et spes, 67, 41.
111Op Cit Juan r XXIII Rerum Novarum, 8 14; QA, 135
112Juan Pablo II, Laborem Exerscen, 17 y 18. QA, 51, Mater et Magistra, 44,. 54, QA, 74., 79. RN, 40.
113 Ibid. pp. 19-20

136
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Capítulo I

instrumentos se incluye el capital; por lo tanto, la relación trabajo-capital debe


estar precedida por el principio de primacía del trabajo. Este principio se refiere
directamente al proceso mismo de producción; en ese proceso el “trabajo” los
que trabajan son el sujeto primario y la causa eficiente, mientras que el “capital”
es sólo medio de producción o causa instrumental. Esto significa que en la
regulación de los procesos de producción ha de atenderse primariamente al
servicio del hombre que trabaja; no es el hombre quien está al servicio del capital
(Raquel p.4).

Desde otro punto de vista, se advierte que el capital o conjunto de medios


es fruto del patrimonio histórico del trabajo, de lo cual se deduce la falsedad de
plantear dialécticamente en términos de lucha la relación trabajo-capital. Será
justo, intrínsecamente verdadero, moral y legítimo, aquel sistema de trabajo que
en su raíz supere la antinomia entre el trabajo y el capital. La superación de esta
antinomia estriba en que el trabajador no sólo reciba la debida remuneración, sino
que también pueda ser consciente de que está trabajando “en algo propio”, por
ser verdadero sujeto dotado de autonomía en un proceso personalizador (Raquel
p.6). 114

Cuando el trabajo se ve exclusivamente como un factor de producción que


se retribuye como mera mercancía, se incurre en un reduccionismo que da origen
a una grave desconsideración ética. La primacía de la persona sobre las cosas,
proporciona un criterio importante para resolver posibles dilemas éticos en la
práctica empresarial. La empresa debe sentirse comprometida en el respeto a la
primacía del hombre sobre el trabajo y del trabajo mismo sobre la técnica, sobre
el beneficio y sobre el capital.

Una primera aplicación de la primacía del trabajo sobre el capital:

 La obligación de esforzarse por invertir los recursos disponibles


para crear puestos de trabajo.

Algunas veces puede ser imprescindible sacrificar puestos de trabajo para


mejorar la situación económica de la empresa (adelgazamiento) y asegurar su
continuidad. En estas situaciones de crisis empresariales o económicas será
necesario aplicar el principio de la primacía del trabajo sobre el capital y
esforzarse por encontrar soluciones respetuosas con los trabajadores. En otros
casos, se plantea la reducción de personal únicamente para incrementar los
beneficios, dando lugar a despidos -muy cuestionables- claramente injustos . 115

Ante situaciones de este tipo: “No olvidéis que el trabajador es para sí mismo todo

114 Juan Pablo II, Encíclica Laborem Exercens Op. Cit n.13
115 Sólo necesitamos revisar el caso que se dio en febrero de 1998 en una televisora, mexicana, que recortó a
400 trabajadores; con el pretexto de que no se había generado el mismo ingreso que en años anteriores, por
lo que no había el suficiente capital. Por otro lado presentaron al fisco utilidades por varios cientos de millones
de pesos.

137
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Capítulo I

su capital y que, por ello, en la conceptualización de la empresa ordenada al bien


común, el trabajador tiene prioridad”. 116

Un ejemplo práctico de lo que significa poner la persona sobre el capital,


respetar y considerar la dignidad humana, lo presenta el profesor Luis María
Huete en su seminario “Gestión y Calidad de servicio al estilo Disney”. Con el 117

elocuente título Hacer tangible lo intangible expresa que “un cliente ve, por
término medio, a 73 empleados cuando visita un parque de Disney. Setenta y tres
sonrisas crean la diferencia.

“¿La solución? Hacer que los empleados estén orgullosos con el trabajo
que hacen. ¿Cómo lo consigue Disney?. Manteniendo a sus empleados bien
informados, proporcionando una buena formación, haciendo que el clima de
trabajo sea agradable, creando vías amplias de promoción interna, delegando,
teniendo directivos que tratan bien a su gente. Sin embargo, EuroDisney cometió
el error, casi imperceptible, de poner el capital sobre las personas, pues estuvo
concebido principalmente como un negocio inmobiliario-especulativo en donde se
iba a hacer dinero fácil. El negocio de entretenimiento tenía un papel secundario
en todo el planteamiento. Por fortuna, el pelotazo les ha salido mal.”, es decir, la
persona, el cliente quien iba a gastar el dinero para divertirse no se tuvo en primer
lugar, por lo tanto, como no hubo diversión tampoco hay dinero.

116Op. Cit. ;pp. 20-21


117Revista IESE, no53., marzo año.1994 El profesor Luis María Huete, director del seminario "Gestión y
Calidad de servicio al estilo Disney", recibió en febrero de 1994 un premio de la revista Actualidad Económica,
que seleccionó dicho seminario como uno de los cien mejores productos o servicios lanzados al mercado
durante 1993.

138
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Capítulo I

CAPÍTULO VIII

LA EMPRESA EN LA SOCIEDAD

8.1 Sociabilidad natural del hombre

“La empresa tiene una función socia vital ; contribuir al


perfeccionamiento del hombre, creando el ambiente
necesario que hace posible un trabajo en el que, a la vez
que se desarrollan las capacidades personales, se consiga
una productividad eficaz y razonable de bienes y servicios,

139
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Capítulo I

y se haga al obrero consciente de trabajar realmente en


beneficio propio”.

A partir del siglo XVIII se extendió en Europa y en sus zonas de


influencia cultural la teoría del pacto social, reelaboración amplia de las tesis de
algunos juristas medievales. Según ella, el hombre no sería social por naturaleza,
sino que al principio la humanidad estaría compuesta de individuos.

A diferencia del carácter gregario de algunos animales, el hombre siente la


necesidad de comunicarse, mediante diversas formas de lenguaje, y esto no sólo
por necesidades biológicas (conservación y reproducción), sino por exigencias de
su constitución humana. Al comunicarse, el hombre hace partícipes a otros de su
interioridad.

En la necesidad de comunicarse se funda la sociabilidad, característica


humana ampliamente resaltada por la filosofía y las ciencias sociales. Como
consecuencia de la sociabilidad surge la amistad y diversas formas de asociación
humana. La misma vida en sociedad, como se ha puesto de relieve muchas veces
desde Aristóteles, deriva de la sociabilidad humana. Todavía más, el ser humano
es capaz de autodonación. Autodonación no es otra cosa que amor entendido
en su acepción más noble, es decir, como decisión de querer al otro en sí mismo
y por sí mismo, y no como simple deseo instintivo o como búsqueda de algo útil o
placentero. Sólo la persona tiene capacidad de amar, de entregarse libremente a
los demás, de buscar y hacer el bien a otra persona.

Por otro lado, sólo la persona puede ser amada con amor de autodonación
ya que sólo con un semejante cabe cierta identificación que, en el extremo,
puede llegar a quererse como al propio yo, esto es, como a uno mismo.

Las anteriores características distinguen radicalmente al hombre de los


animales. Aunque por su corporeidad el hombre tenga muchos elementos
comunes con los animales, su diferencia no es sólo de grado, es esencial. Las
características mencionadas: capacidad de darse, amar, etcétera, no pueden
explicarse por la materia que no se piensa a sí misma, ni se autoposee, ni se
autodetermina a la acción, ni se autocomunica y autoentrega como lo hace el
hombre. Esto exige un principio inmaterial que tradicionalmente se ha llamado
alma y que, en nuestros días, algunos prefieren denominar yo, "espíritu", "mente"
(en clara oposición a cerebro, que sería como el soporte orgánico de la mente). 118

El hombre, sustancia espiritual, personal y creada es, por una parte,


especialmente comunicativo por su esencia, es decir, está dispuesto a regalar
sus propios valores espirituales. Por otra, tiende a participar de los valores
espirituales de otras personas. Todo ser personal tiende, pues, esencialmente a la

118Véase,este propósito, las interesantes aportaciones del premio Nobel J.C. Eccles (1986). Ver también
K.Pooper-J.C. Eccles (1980,pp. 1133-120).

140
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Capítulo I

entrega y a la participación, de forma que el ser personal está ordenado por


esencia al tú y a la sociedad.

Por su necesidad de los demás y de la sociedad en el ámbito, material,


espiritual, cultural y moral, al hombre le falta la seguridad de los instintos innatos.
En los animales se repiten los mismos patrones en cada generación, en cambio el
hombre transmite por tradición, educación y enseñanza sus preferencias y
conocimientos de generación en generación. Las fuerzas humanas que arrastran
vehementemente hacia la sociedad: los instintos sexual, de imitación, de prestigio,
de lucha, de juego, etcétera, no bastan para formar vínculos e instituciones
sociales duraderas, aunque tienen también su importancia en unión con las
fuerzas espirituales.

La personalidad -el ser personal del hombre- es el fundamento y


presupuesto de su sociabilidad natural. Significa “participación de la luz de la
inteligencia de Dios”. Por su razón, el hombre supera el mundo material y por
tanto es “señor de todas las criaturas terrenas”. También significa unicidad: es él
mismo, con este cuerpo y esta alma, distinto y separado de otro ser, jamás
repetido, jamás repetible. No constituimos parte de otro, somos un todo corpóreo
y espiritual, somos independientes.

La persona es portadora de su pensar, obrar y omitir. Todas nuestras


acciones son actos nuestros, es decir, todo lo que hacemos tiene referencia al yo.
La libertad que procede del esencial núcleo espiritual de la persona es la
capacidad de decidirse autónomamente de una u otra forma frente a posibilidades
diversas, es decir, el hombre es “señor de sí mismo”. Sin la libertad personal es
imposible la responsabilidad moral y perdería todo sentido la culpa. A la
responsabilidad por la propia decisión va íntimamente vinculado el atenerse a las
consecuencias, lo que significa un compromiso a veces tremendo. Libertad,
responsabilidad y compromiso están relacionadas entre sí.

La soledad es consecuencia de la libertad, responsabilidad y conciencia


moral, pues dejan al hombre solo consigo mismo en el fondo de su persona. La
soledad es una vivencia fundamental del hombre, mientras que su desfiguración,
el aislamiento, impulsa al hombre a huir de sí mismo hacia el ruido y el tumulto
de los placeres de su conciencia, de su origen ajeno y de la certeza de su
muerte. El hombre sabe sin duda que debe responder a sus decisiones; pero no
es responsable de su existir. También puede definírsele acertadamente como “el
ser que es consciente de que tiene que morir”. Por último, la persona ha sido
llamada, desde su origen, al diálogo con Dios. 119

8.1.1.Comunidad y sociedad

119 Hoffner. Doctrina Social Cristiana, Madrid, Editorial Rialp, 1964 pp 367

141
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Capítulo I

Sociedad significa en sentido amplio cualquier forma de unión


duradera entre hombres que tratan de realizar en común un valor (un fin). La
diferencia entre comunidad y sociedad es que la primera se basa en la común
voluntad natural que se manifiesta en la disposición de ánimo, sentimientos y
conciencia moral del hombre, nacida de una vinculación esencial y ontológica: las
comunidades de la sangre (familia, parentela, estirpe y linaje), del espacio
(vecindad, comunidad aldeana) y del espíritu (amistad).

Mientras que la “libre voluntad”, orientada a la relación fin-medios hace


sociedades (estructuras artificiales), así la común voluntad libre manifiesta,
produce en la sociedades el contrato, el estatuto y la convención. Debido a la
unión espiritual entre sí, los hombres son capaces de practicar virtudes sociales
(amor al prójimo, fidelidad, veracidad, justicia, obediencia) y de estructurar
ámbitos culturales que un individuo no podría crear por sí solo (arte, ciencia,
economía, etcétera). 120

8.1.2.Masividad y masificación

En la actualidad el crecimiento de las ciudades, la industrialización, la


tecnificación de la actividad laboral, la velocidad y accesibilidad los viajes,
transportes e información, la estandarización de la producción de bienes; en una
palabra, la masividad de las formas de vida modernas ha despersonalizando y
masificado al hombre.

El progreso técnico, especialmente en el ámbito de la producción de bienes


de consumo, ha llevado en muchos sitos desde hace tiempo a una
superpoblación sociológica y con su transformación en masa ha echado a perder
y quitado el gusto a la vida sencilla. . Romano Guardini nos cuestiona: ¿Tenemos
derecho, partiendo de la limitación que el crecimiento de la masa acarreará a
todos los valores personales y culturales, a convertirla, en último término, en
argumento contra ella? ¿Tenemos derecho, porque el nivel cultural de mil
hombres tenga que ser menos que el de diez, a decir que no deberían haber
nacido mil, sino sólo diez? 121

Según el pensamiento que sostiene la dignidad de la persona, la


masificación de las condiciones de vida no debe equipararse a la
despersonalización del hombre, al respecto dice Carlos Llano. “La huida al
impersonal se´: se piensa, se opone, se hace. Quien es propenso a los lemas y
consignas, quien deja que los demás piensen por él en cuestiones vitales, quien
se convierte en eco de los demás y recoge los sentimientos ya elaborados, ha
caído en la masificación. Los hombres interiormente inconscientes son los

120Op. Cit. Hoffner idem.


121Citado por Hans Grf Huyn ,Sereis como dioses Edit. EIUNSA,1991.R. GUARDINI, Das Ende der Neuzeit,
Basilea, 1950, p.73.

142
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Capítulo I

instrumentos apropiados para los dictadores. Se sabe que la organización social,


al hacer más estricta la división del trabajo, por factores exógenos a lo social
mismo, ha subrayado con trazos más fuertes los diversos módulos funcionales
requeridos para su buen funcionamiento; esto explica la importancia adquirida por
la función, en demérito de las personas que la realizan. Lo importante del
individuo no residiría tanto en lo que es, sino en cómo funciona. Al punto que, en
la interrelación humana, los módulos funcionales han venido a sustituir estricto
sensu a la persona, la cual, inmersa en el sistema operativo actual, no es, sino
que hace-de”.

La absolutización del estándar de vida material hace retroceder lo espiritual


y amenaza con ello la personalidad del hombre. La propaganda e inundación de
excitantes tienden en la misma dirección. No sin razón suele decirse que el
prestigio social de un hombre se determina mucho más por su posición
profesional y por su responsabilidad, que por su estándar de vida, por lo que
puede permitirse. (En definitiva, sólo el anclar en Dios puede preservar al hombre
de la degradación y de la pérdida de su dignidad personal).

8.1.3.La empresa como institución social

Como dice Carlos Llano, la empresa “No solamente es un organismo, una


estructura de producción, sino que debe transformarse en comunidad de vida, en
un lugar donde el hombre convive y se relaciona con sus semejantes; y donde el
desarrollo personal no sólo es permitido sino fomentado. En cuanto comunidad
de personas es fundamentalmente una estructura humana que debe animar la
propia actividad y orientar su compromiso económico y técnico hacia los valores
éticos y morales de la justicia y de la solidaridad social .”

El papel de la empresa como institución social para interrelacionar el


trabajo de dirección general con las finalidades sociales, le viene a la empresa por
su propia naturaleza. Puede entenderse, pues, como empresa de negocios al
grupo humano que realiza actividades comerciales, de producción, contables y
financieras buscando tres finalidades genéricas: proporcionar un producto o
servicio útil a la sociedad, añadir un valor económico y tener capacidad de
autocontinuidad en su vía como empresa que inicia, mantiene y lleva a buen fin la
acción ardua o difícil.

El valor moral o la legitimación de esa empresa no depende de la opinión


de grupos de personas, el valor social depende de las verdaderas necesidades
sociales y de la posibilidad de atenderlas. Lo que legitima su iniciativa y actividad
es que la moral objetiva considere que esas finalidades y esos medios son
adecuados y que, realizando tales acciones, se atiende verdaderamente al
desarrollo de las personas.

143
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Capítulo I

En relación a las contribuciones de la empresa -en su dimensión social e


individual-hay que preguntarse: ¿son adecuados en todos los casos los bienes y
servicios que proporciona?. Si una empresa proporciona determinados bienes o
servicios, elige para alcanzarlos los medios adecuados y cumple con los
requisitos que exige la moral objetiva, está dando un verdadero servicio a la
sociedad y, por tanto, realizando una contribución social por el mero hecho de
llevar a cabo esa iniciativa y esa actuación.

Condiciones:
 que el producto o servicio sea adecuado en términos de utilidad a la sociedad,
 que cumpla la ley objetiva moral que condiciona las finalidades y los medios
que debe utilizar.

La competencia constructiva nunca puede basarse en la falsedad o en


otros aspectos inaceptables sociológica o moralmente, y debe conducir a la
optimización del beneficio compensación empresarial del trabajo del conjunto
de personas de las distintas empresas y, por tanto, a la creación de riqueza y a
su adecuada distribución.

La segunda contribución importante de la empresa es crear riqueza,


canalizarla y distribuirla de forma adecuada a las necesidades personales y
sociales de los individuos y grupos. Esta riqueza se distribuye entre las personas
que trabajan en cada entidad, en el marco justo de pactos sociales y mercantiles,
y remunera al capital a precios de mercado. Si no hace bien todo esto, habrá de
enfrentar consecuencias negativas. 122

8.2 El bien común

“En su servicio al bien común, al bien de todos los hombres y de todo el


hombre, es donde las empresas encuentran su razón de ser”. Juan Pablo II.

Continúa diciendo S.S. Juan Pablo II :“La empresa no es sólo un


instrumento al servicio del bienestar de los empresarios, sino que ella misma es
un bien común de empresarios y trabajadores, al servicio del bien común de la
sociedad. Cuando las empresas sirven al bien común, “son expresiones legítimas
de la libertad, corresponden a la vocación emprendedora del hombre, a su
iniciativa creadora, a las necesidades de la comunidad, y a las posibilidades que
brindan las riquezas de la creación confiadas al ser humano”.

En Otra ocasión afirma : es necesario partir de que “El derecho al uso de


los bienes temporales es derecho fundamental del hombre, derecho natural de
todo hombre y de todo pueblo, exigencia inmediata de la persona humana”. La
utilidad es algo bueno, pero tiene un orden. “Todos los bienes de la tierra deben
122 CF. Llano Cifuentes Carlos,Fundamentos de la dirección de empresas. pp 62-64.

144
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Capítulo I

ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos y de que Dios ha
destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y
pueblos”. 123

En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma


equitativa, bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las
que sean las formas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables,
jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el
hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee
como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que
no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás. El utilitarismo 124

desconoce todos estos principios, indispensables para la convivencia humana y


para el desarrollo de la humanidad.

En la encíclica Gaudium et Spes se habla de que la propiedad privada


debe orientarse al ejercicio de este derecho previo y superior, tanto en su
ordenación jurídica general como en su aplicación y ejercicio particulares. Por
disposición natural, el hombre en cuanto persona, y por consiguiente todos y cada
uno, tienen un cierto derecho irrenunciable y exigible sobre los bienes temporales.
Este dominio personal se ordena en última instancia a “los bienes del espíritu y de
la cultura”. Es el sentido de subordinación dinámica del uso de lo temporal”.

“El derecho de todo hombre a usar de los bienes materiales para su


decoroso sustento tiene que ser estimado como superior a cualquier otro derecho
de contenido económico, y, por consiguiente, superior también al derecho de
propiedad privada. El derecho de propiedad privada no puede en modo alguno
constituir un obstáculo para que sea satisfecha la indestructible exigencia de que
los bienes creados para provecho de todos los hombres lleguen con equidad a
todos, de acuerdo con los principios de la justicia y de la caridad”. 125

“Es ilícito y contraproducente separar la utilidad de la bondad moral”, lo126

moralmente ilícito no puede ser jamás verdaderamente ventajoso para el pueblo. 127

“Según este criterio se ha de juzgar el principio: ´Derecho es lo que es útil a la


nación´. Cierto que a este principio se le puede dar un sentido justo, si se
entiende que lo moralmente ilícito no puede ser jamas verdaderamente ventajoso
al pueblo. Hasta el antiguo paganismo ( Cicerón ), reconoció que para ser justa
esta frase debía ser cambiada y decir: “Nada hay que sea ventajoso, si no es al
mismo tiempo moralmente bueno; y no por ser ventajoso es moralmente bueno,
sino que por ser moralmente bueno es también ventajoso”.

Este principio desvinculado de la ley ética, equivaldría, por lo que respecta


a la vida internacional, a un eterno estado de guerra entre las naciones; además

123 Cf. Op. Cit.Encíclica Gaudium et Spes 12.


124 Ibidem 69.
125 Op Cit Encíclica Mater et Magistra p.43 Roma
126 Pío XI Encíclica Ubi arcano num. 20.Roma
127 Pío XII Escrito sobre el nazismo Mit brennender Sorge num. Roma n 35

145
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Capítulo I

en la vida nacional pasa por alto, al confundir el interés y el derecho, el hecho


fundamental de que el hombre como persona tiene derechos recibidos de Dios,
que han de ser defendidos contra cualquier atentado de la comunidad que
pretendiese negarlos, abolirlos o impedir su ejercicio . “Donde se rechaza la 128

dependencia del derecho humano respecto del derecho divino, donde no se apela
mas que a una apariencia incierta y ficticia de autoridad terrena y se reivindica
una autonomía jurídica regida únicamente por razones utilitarias, no por una recta
moral, allí el mismo derecho humano pierde necesariamente, en el agitado
quehacer de la vida diaria, su fuerza interior sobre los espíritus: fuerza sin la cual
el derecho no puede exigir de los ciudadanos el reconocimiento debido ni los
sacrificios necesarios”. 129

“El utilitarismo hace imposible un orden político y jurídico justo. Porque


aquél es el instrumento manejado por todos los egoísmos, individuales o
colectivos. Es el gran medio, discretamente velado, de los grupos, clases y
movimientos que se apoderan de los resortes del mando en propio beneficio.
Desajusta además hasta términos inconcebibles el recto sentido jurídico,
envolviéndolo en un círculo vicioso, dentro del cual se llegan a cometer crímenes
nefandos y a pisotear los más elementales derechos del hombre y los
sentimientos más elementales de la humanidad”. 130

8.2.1.La cooperación al mal y al bien


Caso: Luis construye una escuela. (FALTA REVISAR)

1. Luis, constructor, está casado desde hace 10 años, tiene dos hijos, uno de ellos estudia la
escuela primaria. Últimamente ha cursado ciertos problemas de dinero en casa, por lo que está
interesado en entregar todos sus proyectos en el tiempo establecido por los contratos. El más
importante de sus contratos es la construcción de una escuela para cierta institución educativa.
El contrato establecido entre ambos es un contrato justo y claro en todos los aspectos, pero
exige la entrega antes del inicio de clases, de lo contrario existirá una penalización del 3% sobre
el costo de la inversión total.

2. Tres meses antes del inicio el año escolar (fecha en la cual Luis se comprometió a tener
terminado el edificio), aparece Tulio, inspector público, para realizar la inspección establecida
por la ley. Tulio amenaza con retrasar el permiso necesario para el uso del edificio si Luis no le
da cierta cantidad de dinero.

128Op. Cit. CF.Pío XII Escrito sobre el nazismo. (Mit brennender Sorge 35)
129 Encíclica Summi pontificatus 42,Roma
130 Concepto Fundamentales en la Doctrina Social de la Iglesia. Tomo IV. Jose Luis Gutierrez García. Voz. Utilitarismo. (cf. In questio
giorno 7: AA 32 (1940

146
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Capítulo I

3. Habiendo examinado con diligencia los daños graves que se causaría a los alumnos, a los
padres de familia, a la institución educativa, y a sus necesidades particulares a causa del
retraso, Luis decide dar a Tulio el dinero que le pide. Sabe que Tulio puede demorar
injustamente seis meses el uso del edificio y que no puede acusarlo de violar la ley. Poco
tiempo después Luis consulta a Felipe acerca de su modo de actuar. Felipe explica a Luis que
su caso es de cooperación al mal, lo que está permitido en ciertas ocasiones, pero generalmente
se debe de evitar.

“Es oportuno advertir, desde el comienzo, que uno de los riesgos más
salientes de la crisis moral a la vuelta del segundo milenio cristiano es la
disminución del sentido de responsabilidad.” La naturaleza social del hombre
131

lleva consigo la realidad de la cooperación de unos con otros, comporta una


variadísima red de relaciones interpersonales, que manifiestan de diversos modos
el hecho de que cada persona requiere la ayuda de otras para su propio
perfeccionamiento, y también la cooperación para alcanzar finalidades comunes.
Es patente, por ejemplo que una empresa no podría siquiera existir sin la
cooperación entre muchas personas.

Por la naturaleza social del hombre se demuestra que el desarrollo de la


persona y el crecimiento de la sociedad están mutuamente condicionados. La
sociabilidad deriva de la naturaleza personal del hombre y no viceversa, por lo
que su dignidad está antes que la sociabilidad. Por tanto, toda sociedad está al
servicio de las personas. Porque en principio, el sujeto y el fin de todas las
instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma
naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social implica el
132

trato con los demás, la reciprocidad de servicios, de diálogos, engrandece al


hombre en todas sus cualidades y lo capacita para llegar a ser aquello para lo que
fue creado.

El hombre, llamado a la perfección dentro de una sociedad, no es


indiferente al resto de los hombres, no la logra si no procura la de quienes
conforman su sociedad. Entre los vínculos sociales necesarios para el cultivo
humano, la familia y la comunidad política responden más inmediatamente a su
naturaleza, y otros proceden de la libre voluntad. De las conexiones mutuas que
el hombre realiza libremente, nacen asociaciones e instituciones de derecho
público y privado.

La finalidad de la sociedad es el perfeccionamiento de sus miembros, por lo


que no deberían existir asociaciones que procurasen el mal (Luis p.2). Es evidente
que existen perturbaciones que agitan la realidad social, pero no son
131 GARCIA DE HARO, La conciencia, Rialp, 1978 España. p. 1.
132 Concilio Vaticano II. Constitución, n. 25.

147
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Capítulo I

consecuencia natural de la sociabilizacion humana, más bien proceden de la


soberbia y egoísmo.

Como la actividad humana siempre lleva consigo un aspecto moral, el


ámbito y repercusión de los actos se da dentro de la sociedad. No se puede vivir
completamente fuera de ella y pensar que lo que hacemos no repercute en los
demás “Los que no ejercen su plena actividad en la sociedad, que viven su vida
fuera de la gran corriente de la vida social, quedan disminuidos como hombres
(F.J.Seed). Del mismo modo, quien no procura el bien de la sociedad
consecuentemente se sobaja en cuanto hombre, y más aún, se corrompe (Luis p.2).

Hemos explicado suficientemente que los actos de cada hombre no son


indiferentes a los demás, precisamente porque los necesitamos para alcanzar la
felicidad. Por la individualidad cada quien es responsable de sus actos y el bien o
mal que hace beneficia o daña, primero a sí mismo y después a los otros, por
tanto puede cooperar al bien o al mal.

El primer principio moral inscrito en nuestra naturaleza consiste en <<haz


el bien y evita el mal>>. Sabemos que bien y mal son objetivos, no dependen de
nuestras opiniones. Con frecuencia se presenta la posibilidad de cooperar para
una acción mala o surgen dudas sobre si se actúa correctamente al participar de
algún modo en actividades no éticas de otras personas (Luis p.3). Por ejemplo:
trabajar en fábricas de licores, en una imprenta que edita material porno, en una
empresa que falta a la justicia en materia de salarios, etcétera.

Por desgracia, las ocasiones de cooperar al mal han crecido en los últimos
años de manera alarmante; se presentan, aún sin quererlo, en infinidad de casos
y personas. Pensemos, por ejemplo, en administradores y dependientes de una
farmacia, solicitados para vender drogas y anticonceptivos, productos que en
algunos países, no sólo se han despenalizado, sino hasta subvencionado. De
modo similar, quienes trabajan en medios de comunicación o agencias
publicitarias que frecuentemente se encuentren ante el dilema de cooperar a la
difusión de sucesos, anuncios, ideas inmorales y deformantes o participar en
calumnias sosteniendo y apoyando a quien las propaga. Análogamente, en las
profesiones jurídicas, con el aumento de leyes inmorales, legitimación del
divorcio, eutanasia y cosas semejantes, se multiplican los casos en que se solicita
a un profesionista intervenir en acciones contra la ley natural.

No hablemos de la tremenda situación de médicos, enfermeras y personal


hospitalario sobre todo cuando se admite en teoría, o al menos en la práctica, la
objeción de conciencia después de la legalización del aborto, establecido como
gratuito y obligatorio en tantos casos (Daniel). En el ámbito empresarial, la
frecuencia de negocios inmorales deriva en no pocos problemas de cooperación
cuando se trata de invertir o depositar el propio dinero en la banca o emplearlo de
otro modo. En fin, las cuestiones morales que suscita la actividad política, cuando
entre los partidos se generaliza el desprecio de los derechos esenciales de la

148
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Capítulo I

persona; la falta de reconocimiento del derecho que tienen los padres para educar
a los hijos, leyes contrarias al bien de la familia y otras semejantes.
133

En estas situaciones es claro que todos estamos obligados a poner los


medios posibles para promover alrededor nuestro un actuar digno del hombre
ético. Hoy en día se coopera al mal con increíble ligereza, tal vez porque estamos
inmersos en una mentalidad individualista en donde “cada quien vive su vida”, y
“yo no tengo por qué meterme en la vida de los demás”, “cada quien es libre de
hacer lo que quiera”.

Estas situaciones extremas surgen en la sociedad casi siempre como


consecuencia de que los ciudadanos no han cumplido su deber de cooperar al
bien. La moralidad del ambiente no es un mero dato de facto, sino una realidad
sobre la que cada uno debe influir; aún más, sobre cada persona que ha influido y
continúa influyendo positiva o negativamente.

Quien en la práctica no se esfuerza con afán constructivo en oponerse a la


disolución moral del ambiente, ya ha comenzado a ceder, a dejarse arrastrar por
la corriente y entonces le falta incluso la perspectiva para juzgar si es lícita o no
tal cooperación. Si un juez no ha luchado contra la promulgación de una ley
injusta, sino que la ha votado, ¿cómo podrá después ágilmente reconocer la
inmoralidad que supone contribuir a aplicarla?. Y si afirma que no hay otro
remedio que cooperar al mal ¿quién podrá creerle?. Sería como pretender, que
quien ha abierto las compuertas de un embalse tenga después derecho de
lamentarse que lo arrastre el ímpetu de las aguas.

Entrados en este tema es el momento de recordar el primer principio de la


ética, el más evidente y originario que casi nadie se atreve a negar: <<haz el bien
y evita el mal>>. La cooperación al mal no puede constituir una excepción a este
principio. Sólo quien ha recurrido (o está dispuesto a recurrir) a todo medio a su
disposición cada uno desde el puesto que ocupa en esta vida para renovar el
sentido humano de la sociedad, puede legítimamente proponerse el problema de
la licitud de ciertas formas de cooperación material al mal (Luis p.3). De otro modo,
en vano protestaría de alguna cosa de la que es culpable in causa. 134

Conviene especificar las condiciones en sus precisas relaciones con la


cooperación al mal. Nos serviremos de algunos ejemplos, obviamente
esquematizados y simplificados, que sin embargo pueden ayudar a clarificar las
ideas de fondo. No hay duda de que, en la práctica, la riqueza de circunstancias y
de particularidades hace que su aplicación a las más diversas situaciones de la
vida no sea siempre fácil y requiera un atento y prudente estudio, realizado y
conducido con una recta disposición moral. Una vez hecha esta advertencia,
pasamos a enumerar estos requisitos que en concreto son:

1. La acción del cooperador debe ser en sí misma buena o indiferente.


133 Op. Cit. GARCIA DE HARO, p. 1.
134 CF Op. Cit:GARCIA DE HARO,. p. 1.

149
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Capítulo I

Por ejemplo, formar parte de un partido político cuyo programa contiene


algunos puntos erróneos, con la intención sin embargo de enderezarlos
rectamente al bien común, aunque los otros miembros busquen darle una
orientación diferente. Si en cambio la acción fuese en sí misma mala (votar,
por ejemplo, a favor de una ley sobre el aborto), se caería en la
cooperación formal, puesto que, si bien no se desea la corrupción de los
demás, de hecho se le favorece voluntariamente. Quien vota a favor de una
ley sobre el divorcio, le guste o no reconocerlo, quiere la disolución de
aquellos matrimonios que no se hubieran roto sin la facilidad que ofrece
esta ley. Diversa situación es la de quien coopera legítimamente a redactar
los artículos de esta ley, una vez que ha sido aprobada, para hacerlos
menos inmorales. Quien lleva a cabo una acción mala responde de sus
efectos inmorales; solamente si la acción es recta, es posible una sincera
repercusión sobre tales efectos malos.

2. El efecto bueno que se desea (obtener un bien o evitar un mal) no


puede ser consecuencia del efecto malo. De otro modo, en realidad, la
acción cooperante sería mala en sí misma, puesto que se haría un mal con
el pretexto de perseguir el bien. Una acción mala en sí misma no se
justifica jamás. Pero para que una acción con doble efecto sea buena o
indiferente, se requiere que el efecto bueno sea aquél suyo propio,
mientras que el malo le pertenezca per accidens. Prummer formula esta
condición del siguiente modo; será lícito cumplir el acto solamente si “el
efecto bueno sigue a la acción de por sí y en modo necesario, allí donde el
malo sólo sigue per accidens, es decir, a causa de algunas particulares
circunstancias presentes contra la voluntad de quien actúa” Por ejemplo, un
hostelero podría vender vino a una persona (se entiende que con justa
causa y con recta intención) aunque estuviera cierto de que este último se
embriagaría después, puesto que el efecto que de por sí sigue
necesariamente a esta venta es un negocio lícito y honesto; que el cliente
se embriague después, no sigue a la acción sino per accidens. En cambio,
no se puede jamas formar parte de un equipo quirúrgico que provoca un
aborto, porque el efecto del acto es malo de por sí.

3. El fin del agente debe ser honesto, debe querer solamente el efecto
bueno y rechazar seria y verdaderamente el malo; esto implica recurrir a
todos los medios disponibles para evitar que se produzca el malo. Por
ejemplo, sería lícito, siempre con justa causa, participar en la dirección de
una casa editora que, junto con buenos libros, publica textos inmorales,
sólamente si, además de no incrementar esos textos, se despliegan los
medios oportunos para evitar que continúen. Nadie puede decir que no
quiere ciertos efectos si no adopta las medidas aptas para impedirlos,
quien no remueve las causas de un efecto malo, cuando está en su mano
hacerlo, provoca voluntariamente el efecto. 135

135 Cf. Op. Cit Sto. Tomás de Aquino, S. Th. II-II, q.64, a.8.

150
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Capítulo I

4. Por último, debe subsistir una causa proporcionalmente grave


respecto a la entidad del daño, a la continuidad y probabilidad que
de ese mal sigue la acción de cooperación material. En concreto, la
causa deberá ser tanto más grave cuanto más grave sea la acción mala
de los demás, a la cual se coopera, cuanto mayor sea la certeza de que
seguirá el pecado de los demás a la propia cooperación, y que sin ella
no se hubiera cometido el mal. Por otra parte, cuanto mayor es el deber
del cooperante de evitar que la otra persona cometa tal culpa, menor es
su derecho de cumplir la acción honesta que sirva de ocasión al pecado
de los otros. En fin, es necesario considerar cuán próxima es la acción
de quien coopera a la acción de quien peca. En esto hay que ser
exigentes porque la cooperación al mal es una solución extrema,
legítima sólo en casos de verdadera necesidad.

Para que sea lícita la cooperación material al mal que realizan otros, se
requiere:

 Evitar el escándalo, es decir, dejar bien claro respecto a terceros, con el


vigor de la propia conducta, que la cooperación es puramente material y
que se rechaza la sucesiva mala conducta de los demás, a la que por
graves razones se ha sido constreñido a cooperar.

 Evitar que aquella cooperación llegue a ser ocasión próxima de hacer el


mal, puesto que cooperar repetidamente con acciones buenas o
indiferentes a un mal de los demás, presupone el peligro de
acostumbrarse a considerarlo como normal, hasta llegar a consentir en
su maldad. 136

Para contrarrestar esta mentalidad la actitud mental debe tener muy claro
que: Se debe luchar para implantar el bien, la cooperación al mal no es una
excepción para no vivir el principio de haz el bien y evita el mal. En resumen
nunca es lícito querer directamente el mal. La auténtica promoción del bien social
exige y se funda en la energía moral de la persona. Una sociedad es justa, noble,
alegre, humana, limpia, cuando son numerosos los que en ella se esfuerzan por
vivir la justicia, la generosidad, la nobleza, la alegría, el respeto por los demás.

Los desórdenes sociales son “síntomas del desorden moral, para


encontrar una solución, no hay otro camino que establecer, aceptar y profundizar
en el sentido de la responsabilidad moral, que el hombre debe hacer suyo. Es un
deber delicadamente personal: tratar de aumentar las energías morales de la
propia alma y esforzarse en difundirlas alrededor, como única fuente de la que
pueden brotar las soluciones audaces y de acuerdo a la verdadera dignidad
humana”. 137

136Op. Cit. GARCIA DE HARO,. 1y ss.


137 Cf. Op. Cit.Juan Pablo II, Encíclicas Redemptor hominis 1979, n. 16.

151
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Capítulo I

CAPÍTULO IX

VIRTUDES EN LA EMPRESA

9.1 Principales virtudes para ser un buen empresario

El ser humano para realizarse debe asumir su


deber y no conformarse con sólo cumplir al trabajar.

Las virtudes no sólo son como la clave del desarrollo humano, sino también
la base de una sana cultura empresarial y motor de progreso. Las causas morales
del progreso se conocen al repasar la historia de la empresas exitosas. Ellas
residen en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden,
honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la
palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho”.

152
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Capítulo I

No nacemos con las virtudes, son hábitos que logramos a través de un


esfuerzo por repetir actos buenos, y cuando esa repetición se convierte en un
modo habitual de actuar, conseguimos el hábito operativo. Podemos hablar de
muchas virtudes: laboriosidad, fortaleza, humildad, constancia, etcétera, pero en
el intento por alcanzar alguna, los actos buenos no sólo ayudan a conseguir ésa,
sino muchas, por eso se dice que “virtud llama a virtud”. Por ejemplo, en un acto
de laboriosidad, cuando estamos cansados de la jornada de trabajo y sin embargo
nos esforzamos por acabar con perfección lo que tenemos entre manos, no sólo
conseguimos laboriosidad, también fortaleza, pues redoblamos el esfuerzo de la
voluntad para no dejarnos llevar por el cansancio.

El único camino para alcanzar la perfección es el de la virtud, pero un


aspecto importantísimo de la virtud es su carácter medial. La virtud es el justo
medio entre el exceso y el defecto, es decir, un hombre es laborioso cuando sabe
acabar su trabajo puntualmente y con perfección, pero también cuando lo
suspende para dedicarse a otros aspectos importantes de su vida como su
familia, el cuidado de su salud, la ayuda a los más necesitados, la diversión,
etcétera. Esto no quiere decir que sea mejor no esforzarse mucho, para evitar
caer en el exceso. Cuando hay virtud hay una justa medida, y en esa justa medida
se puede seguir creciendo. Un hombre nunca llegará a ser lo más virtuoso que
pueda ser, no hay límite en la perfección humana, precisamente porque su fin
último es el máximo bien o bien infinito.

Otro motivo importante para nunca dejar de esforzarse es “el que no


avanza retrocede”, es decir, en la cuesta de la perfección no hay “descansos”
como los suelen tener las escaleras. Quien no es cada día más virtuoso se va
haciendo vicioso, si un acto no me ayuda a adquirir más virtud, es
contraproducente, me acerca más a su contrario: el vicio (y no hay que
considerarlo sólo en sus aspectos agudos como la drogadicción, alcoholismo,
etcétera). Del mismo modo que el camino a la virtud se realiza paso por paso, el
del vicio se recorre día a día. Para llegar a la perfección necesitamos entender
que cada acto que realizamos no es indiferente, es bueno o malo, conduce a la
virtud o al vicio. Nadie se vuelve vicioso de la noche a la mañana, sino a lo largo
de muchas noches y muchas mañanas en que no supo rectificar el rumbo hacia la
perfección.

9.1.1. Importancia de la práctica de la virtudes

“La empresa está humanizada con todo lo excelente y defectuoso que tiene
el empresario.”. Barto Roig

153
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Capítulo I

El hombre aprende mediante sus propias acciones. El aprendizaje de


conocimientos, capacidades y habilidades se desarrolla principalmente en el
ámbito de las motivaciones extrínsecas, mientras que el aprendizaje moral tiene
lugar en el ámbito de la motivación intrínseca y trascendente que es la adquisición
de virtudes. Las virtudes, como los hábitos intelectuales y manuales, se
adquieren por repetición de actos, pero exigen también la actitud de buscar el
bien -propio o ajeno-, no porque sea “rentable” económicamente. Una persona
que dice la verdad una vez, impulsada por el deseo de ayudar a otra, ha llevado a
cabo una acción éticamente correcta (el objeto es bueno, y también la intención).
Al hacerlo, “aprende” a hacerlo, si persevera en decir siempre la verdad, cada vez
le será más fácil: habrá adquirido el “hábito”, es decir, la virtud de la veracidad. Su
aprendizaje será más rápido, eficaz y sólido cuanto más le mueva el deseo de
ayudar a otros, cuantos más actos de veracidad haga y más se empeñe en ello,
por duras que sean las condiciones. 138

En un empresario las virtudes son esenciales, no sólo porque él mismo se


perfecciona, sino porque la empresa se perfecciona por las virtudes de quienes la
conforman; y el directivo lo hace de un modo particularmente incisivo porque tiene
más posibilidades de fomentar las virtudes a través de sus decisiones. Es claro
que no todo depende del directivo, por mucho que él haga, si el trabajador no
quiere mejorar, nadie puede pasar sobre su libertad. Pero la misión directiva está
precisamente en lograr que los trabajadores quieran hacer lo que mejor conviene,
muchas veces aunque el trabajador no quiera, el directivo tomará medidas para
que determinados defectos o vicios no afecten la vida de la empresa.

Domenec Melé comenta, que la conducta buena o mala de los directivos


repercute en su propio modo de trabajar y tiene efectos ejemplarizantes buenos
o malos para sus colaboradores y subordinados. Un directivo con conducta
poco ética malgasta energías con sus manejos; en vez de adquirir la experiencia
que da el trabajo bien hecho, pierde autoridad moral frente a sus subordinados y
se convierte en una posible fuente de distorsiones en la organización

El directivo ético, que se preocupa por el bien de colaboradores y


subordinados por encima de sus ventajas individuales, refuerza su liderazgo.
Cuando se reconoce la valía moral del directivo surge una nueva motivación para
el trabajo de los colaboradores: saber que trabajan a las órdenes de quien se
pueden fiar.

Para lograr el máximo rendimiento es imprescindible contar con las


personas que trabajan en la empresa, de ellas depende que todo se lleve a cabo.
Muchos consideran a las personas como un recurso más de la empresa.” Los
directores de los departamentos de RH montan programas de formación y
desarrollo para mejorar las capacidades de sus directivos, tienen patrones de
medidas para evaluar la inteligencia, personalidad, capacidad de relación,
liderazgo, etcétera, con métodos cuantitativos y coeficientes. Lo que les interesa

138 Cfr. Op. Cit. Argandoña, Antonio. La ética en la empresa. pp. 24-25.

154
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Capítulo I

es tener, cuanto antes, directivos muy eficaces. El que no es capaz de seguir la


veloz carrera de la eficacia, no interesa. Si bien todo ello ha significado una
mejora notable para muchas empresas, todavía parece que es poco. No es una
escasez de conocimiento o de técnicas de dirección. Pues la mayoría de las
veces se cometen errores de comportamiento, por cuestiones de carácter, o de
entendimiento, por simpatías o antipatías, o por causas que no radican tanto en la
inteligencia, sino en la voluntad o en los hábitos operativos de las personas. No
son fallos debidos a causas técnicas, sino a causas humanas” . La mejora de la 139

empresa depende de la mejora personal de todo los que forman parte de ella y
principalmente el directivo.

Las crisis de las empresas se deben, con más frecuencia de lo que


parece, a la fragilidad humana. En la mayoría de las empresas parece interesar
sólo la formación técnica y de management de las personas. Muchos cursos de
formación se refieren a la excelencia y ponen ejemplos de empresas que han
triunfado y logrado éxitos. Esto produce el efecto de flash de modelos ideales que
señalan lo que deberían ser o conseguir. El gran inconveniente es que de los
éxitos de los otros, e incluso de los propios, se aprende poco. De donde
realmente se aprende es de los fracasos. Y se ha aprendido, siempre que se ha
internalizado algo, en forma de hábito o de propósito de lucha personal para
corregir defectos o para adquirir hábitos operativos eficaces y permanentes.
Desde la empresa pocas veces se considera el tema de las personas vistas cada
una en el contexto propio de su proyecto de vida familiar, profesional y social, a
pesar de que se ha comprobado que la mejora del comportamiento personal eleva
en alto grado el nivel de competitividad de la empresa. Parece que hay poco
tiempo para enterarse del ser de cada uno y del ser mismo de la empresa.

El mejoramiento de la empresa sólo se consigue con el mejoramiento


de las personas y de uno mismo. Es una tarea personal indelegable que exige
un conocimiento realista de la propias limitaciones y reconocer los fallos y
actuaciones erróneas o torpes. Pocas veces una persona puede hacer sola este
proceso, sin punto de referencia y sin aprender un conjunto de conceptos e ideas
basados en experiencias vivas, que forman ya un cuerpo de conocimientos
consistentes que no se puede dejar al margen.

Las virtudes son importantes para el buen desarrollo de todas las


actividades humanas. Por ejemplo: cuando una actividad comercial no es ética,
suelen aparecer quejas, protestas y caída de ventas, por el contrario, una
actuación justa y con sincero afán de servicio, es un importante elemento de
satisfacción. Así, la honestidad y la corrección en el trato son factores que
contribuyen a la satisfacción del cliente, y un cliente satisfecho tiende a comprar
de nuevo, habla favorablemente de la empresa a otros, presta menos atención a
las ofertas del competidor y, más tarde, compra los nuevos productos que se le
puedan ofertar. 140

139 Doménec Melé y Roig Barto ; aspetos éticos en la consultoría de búsqueda de directivos ; DI 275,1994,
IESE España. P.p. 16c
140Cfr. KOTLER, P. Marketing Management, Prentice Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1988, p. 18.

155
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Capítulo I

Lo mismo sucede con el personal, si los empleados perciben que se ha


actuado injustamente con ellos, lo más probable es que reaccionen de modo
hostil y que su enfado se traduzca en desmotivación para el trabajo, absentismo
laboral y, tal vez, abandono de la empresa por parte de los mejores. Por otro lado,
la existencia de presiones superiores hacia los empleados, para forzarles a actuar
de modo poco ético es origen de insatisfacciones que pueden traducirse también
en la falta de rendimiento en el trabajo. 141

La mejora personal es condición sine quea non para la mejora de la


empresa en la que se trabaja y a la vez para la mejora del ambiente familiar y
social en el que se vive. 142

9.1.2. Prudencia
Caso: José Bové 143

“Dadme fuerza para cambiar lo que pueda cambiar; resignación para


aceptar lo que no pueda cambiar; y, sobre todo, clarividencia para discernir lo uno
de lo otro”(Marco Aurelio).

Las principales virtudes morales que debe vivir todo hombre son cuatro:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Se denominan cardinales porque sobre
ellas gira y descansa toda la vida moral humana y de ellas se desprenden otras
virtudes menores.

La prudencia es la madre de todas las virtudes, todo hombre debe


ejercitarla pues sin ella no se pueden dar las otras. En el empresario la prudencia
adquiere particular importancia en la toma de decisiones, no por la decisión
misma sino por el alcance de su labor directiva. El directivo decide no sólo sobre
los bienes económicos sino sobre situaciones que afectan o benefician a
trabajadores y consumidores. Por ello para calar la necesidad y repercusión de la
prudencia en un empresario se necesita recalcar su responsabilidad.

La prudencia es una virtud intelectual y moral a la vez, que perfecciona la


actividad directiva de la razón práctica. La razón práctica realiza la aprehensión y
valoración personal de fines que atraen, de posibilidades de actuar y de acciones
que se han realizado. Se caracteriza por su singularidad, por estar referida a
acciones singulares del sujeto que la posee, y por su dependencia respecto de las
disposiciones de ánimo de la persona que actúa.
141 CF :DOMÉNEC, Melé. Ética empresarial.
142.Op. cit. Doménec Melé y Roig Barto ; aspetos éticos en la consultoría Op. cit. p
143 Cfr. PELÁEZ, Miguel Angel. Etica, profesión y virtud. La prudencia, madre de otras virtudes. p.43-65

156
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Capítulo I

La prudencia actúa en cada una de las virtudes y es presupuesto de un


recto comportamiento moral; hace al hombre bueno y exige por eso un largo
ejercicio, al que concurren todas las otras virtudes. Le compete determinar los
medios y las vías para alcanzar aquel fin, obrando en los casos concretos
conforme a esas directrices. El bien que se busca al ejercer la prudencia no es el
bien útil, buscado ansiosa y egoístamente por mero instinto de conservación y
arribismo. El utilitarismo que muchos pretenden igualar a la prudencia es una
ilusión de bien, una experta táctica con la que se busca evitar todo sacrificio,
sustrayéndose a las obligaciones de la propia personalidad moral.

La prudencia es una virtud intelectual porque también perfecciona el


entendimiento práctico que se ordena a la operación. Se define como “la recta
razón en el obrar”, o sea, en las acciones individuales y concretas que se han de
realizar. Es la virtud que dirige a todas las otras y ninguna de ellas puede ser
perfecta sin la prudencia. Como virtud moral dirige al entendimiento práctico en
sus determinaciones. La prudencia tiene como objeto los actos propios de la vida
activa, es decir, la praxis humana.

Como virtud intelectual, los conocimientos que proporciona no son de


carácter teórico o especulativo, sino imperativos y prácticos. Por tanto sus juicios
son particulares. Las decisiones en la vida empresarial son siempre concretas y
particulares, puesto que presuponen inmediatamente no una ciencia universal,
sino más bien un conocimiento práctico sumamente circunstanciado.

El paso del conocimiento verdadero a la decisión prudente exige


deliberación fundada en un juicio práctico, que comprenda tanto la moralidad de la
acción que hay que realizar como los medios convenientes para alcanzar el bien
deseado. El juicio prudente requiere la consideración del fin del actuar humano y
que el modo de actuar sea conforme a la verdad. Por tanto presupone la
capacidad de ponderar en concreto si una determinada acción podrá ser camino
para realizar un fin honesto, de otro modo quedaría comprometida la coherencia
entre aspiraciones ideales y comportamiento práctico.

Las cualidades propias de un empresario prudente son: cordura, doctrina,


equilibrio interior, mesura, imparcialidad y equidad al juzgar, al considerar los
problemas y situaciones, al resolverlos y al dar consejos: capacidad, pues, de
tomar decisiones sensatas y oportunas. 144

9.1.3. La decisión prudente 145

144 Idem
145 Idem

157
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Capítulo I

Para que una decisión sea éticamente fundada, no basta con que el fin
perseguido sea bueno; es necesaria una determinación prudente de los medios
oportunos para conseguirlo, lo cual supone un ejercicio de la inteligencia y de la
voluntad extremadamente detallado y tratado con atención y empeño; además de
la adecuada deliberación, se pretende una recta ejecución.

La realización del bien en la propia actividad presupone el conocimiento


de la realidad, además de la oportuna preparación profesional. No bastan las
buenas intenciones y los buenos propósitos: la prudencia es la perfección
suprema de la vida activa, virtud operativa cuyo actuar concreto está precedido
de un conocimiento de la situación concreta de las cosas y de las circunstancias
que orientan la decisión virtuosa.

Educar la prudencia significa educar la autodecisión consciente, en el


sentido de responsabilidad personal. Exige una mirada desinteresada y atenta
a la realidad de los hechos singulares y sus circunstancias, de manera que el
recurso a los principios generales de la moral no resulte arbitrario y, en
consecuencia, ineficaz.

La prudencia requiere un uso paciente de la experiencia propia y ajena, es


decir, de la memoria y del consejo. El uso de la memoria en la acción prudencial
es una disciplina interior, que recuerda el fin que pretendemos equilibrando los
intereses y deberes. En lo que se refiere al consejo debemos detenernos a
pensar el conocimiento de la realidad, necesario para la actuación prudencial, es
por naturaleza una tarea que hay que afrontar solidariamente, es decir, no somos
autosuficientes.

No hay error más grave, en lo que se refiere a la virtud de la prudencia, que


creerse en posesión de una presunta omnisciencia, la “todología”, que es
francamente ridícula. El rechazo de todo consejo incapacita para conocer la
realidad. La petición de consejo no supone, pues, creer igualmente a todos, y
tampoco consiste en diluir el propio criterio en mil intercambios de opiniones y
preguntas con una nube de consejeros, con el riesgo, hoy tan extendido, de
anular la propia responsabilidad y perder contacto con la realidad.

El carácter práctico y concreto de las decisiones prudenciales no


debe distraer la atención del empresario de su fin último. La práctica de esta
virtud en todo buen empresario quita a la norma moral toda apariencia de
imposición, dejando emerger la moralidad intrínseca de cada acto humano y
determinando las exigencias, de manera que no quede suelto de todo ligamen
con el fin último, eterno, del hombre.

9.1.4. Cualidades para una deliberación prudencial

158
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Capítulo I

1. Seguridad y fuerza.
2. Apoyo en la experiencia.
3. Requiere vigilancia, para no estar condicionados por una valoración
instintiva dictada por la excitación o el apasionamiento, o para no
perderse tras los bienes sensibles que a menudo alteran toda forma de
deliberación y debilitan el vigor del juicio.

Es importante dejar claro que la actuación prudente, cuando logra claridad


y rectitud, pues el proceso deliberativo ha alcanzado el juicio de la realidad, debe
empujar al hombre a la acción de modo que no se malgaste ninguna posibilidad
de hacer el bien. La virtud de la prudencia compromete a obrar el bien.

La prudencia no manda sólo a uno mismo, es virtud que recae sobre la


colectividad, sobre todo en los dirigentes de cualquier grado. Por tanto, el que
gobierna, juzga sobre los medios y sus fines inmediatos, pero siempre basado en
el bien común. La prudencia evita la tiranía, pero no quiere decir ausencia de
autoridad, pues otro aspecto de la prudencia en el gobierno, es la capacidad de
no cambiar las decisiones tomadas después de tener una consideración madura,
y de haber pensado en el bien común, aunque su aplicación pueda causar
molestias e inevitables protestas. 146

La prudencia es la sabiduría práctica para deliberar acerca de los


acontecimientos desde la perspectiva ética, analizando, ponderando y pidiendo
consejo; se manifiesta también en la elección de una alternativa de acción
éticamente correcta (rechazando otras no éticas). Finalmente, la prudencia ayuda
a llevar a la práctica con empuje las decisiones tomadas: lo que se ha visto claro
que es bueno hacer, no sólo ha de quedar como decisión, sino que ha de
llevarse a cabo en el tiempo y en los plazos adecuados, sin demoras. Por
tanto, la prudencia está presente en todo momento del proceso decisorio y de la
acción. 147

9.1.5. Fortaleza

Caso: Janet Glasow

La fortaleza es la “gran virtud”: la “virtud de los convencidos, de aquellos


que por un ideal que vale la pena son capaces de arrastrar los mayores riesgos;
de los enamorados; la virtud, en fin, del que sin desconocer lo que vale su vida
cada vida es irrepetible la entrega gustosamente, si fuera preciso, en aras de

146CF. Idem
147 MELÉ, Doménec. I Seminario latinoamericano de ética para profesores de dirección de empresas. p.1.

159
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Capítulo I

un bien más alto” Los que tienen una visión mezquina de la vida nunca podrán
148

llegar a desarrollar su fortaleza. La persona que no quiere mejorar, que es


egoísta, que busca nada más que el placer, no tiene motivos para desarrollar la
virtud de la fortaleza porque es indiferente al bien.

Tradicionalmente se ha dividido la virtud de la fortaleza en dos partes:


“resistir” y “acometer”. Resistir las influencias nocivas y soportar las molestias.
Cuando la finalidad está clara es más fácil resistir las adversidades o las
molestias. No basta sentirse obligados a obrar en conformidad con lo que sugiere
el conocimiento objetivo y sereno de la realidad. Es decir, no basta querer hacer
las cosas bien, pues hay muchos obstáculos para lograrlo. Es indispensable la
fortaleza con sus dos frentes: resistir y acometer. Dice Josef Pieper: el hombre
fuerte sabe arriesgar el propio bienestar, evitando el convulso repliegue sobre el
propio yo, que aspira a satisfacer sus irrefrenables deseos de seguridad. El
hombre astuto y taimado, en cambio, tiene como táctica la de sustraerse a todo
esfuerzo y peligro, y por eso, en su obsesiva propensión a evitar el sacrificio, se
contenta con el resultado inmediato y renuncia a alcanzar metas altas

Para acometer, atacar, emprender alguna acción que supone un esfuerzo


prolongado hace falta fuerza física y moral. En general, acometer cuando se trata
de aprovechar una situación positiva para mejorar supone iniciativa y luego
perseverancia. “Hay en el camino de la virtud gran número de obstáculos y
dificultades que es preciso superar con valentía si queremos llegar hasta las
cumbres. Para ello es menester mucha decisión en emprender el camino de la
perfección cueste lo que costare, mucho valor para no asustarse ante la presencia
del enemigo, mucho coraje para atacarle y vencerle, y mucha constancia y
aguante para llevar el esfuerzo hasta el fin sin abandonar las armas en medio del
combate. Toda esta firmeza y energía tiene que proporcionarla la virtud de la
fortaleza”. 149

9.1.6. Templanza
Caso: Ángel 150

Distinguir entre lo que es razonable y lo que es inmoderado y utilizar


razonablemente sus cinco sentidos, su tiempo, su dinero, su esfuerzo, etcétera,
de acuerdo con criterios rectos y verdaderos (Angel p.9).

Es imposible alcanzar la verdadera felicidad o la perfección humana si uno


está atado a los placeres humanos, si usa de ellos de manera inmoderada, pues
el embotamiento de los sentidos impide la vida virtuosa. En nuestros días, la

148 GALERA, J.A., Sinceridad y fortaleza. Edic. Palabra, 1974. P. 2 y ss.


149 Op. C it. ROYO Marín, Teología Moral Para seglares p.589.
150 Cf. Cap. VI. 3

160
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Capítulo I

publicidad, gracias a los modernos medios de comunicación, está presente en


todas partes y muchas veces abusa de la sugestionabilidad del hombre, en
beneficio de intereses económicos. Suele prometer la satisfacción de todos los
deseos y termina por convertirlo en esclavo de sus apetitos desordenados. Es
necesario dominar nuestras apetencias, pues si oponemos el autodominio a la
libertad, nuestra libertad será más bien un libertinaje. Esto lleva a poner al placer
como el fin de la vida y, por tanto, no se acepta que existe alguna finalidad
trascendente (Laura p.4).

Muchas veces, aunque uno reconozca una finalidad en la propia vida, no


es fácil vivir la templanza, pues la sociedad de consumo hace difícil distinguir
entre lo necesario y los caprichos o tendencias inmoderadas. ¿Cuántos artículos
son necesarios, cuántos superfluos? El hombre templado, en principio debería
saber lo que espera de las cosas que puede adquirir. Necesita utilizar ciertos
criterios. Primero, no actuar sin reflexionar, pues la acción irreflexiva responde a
una apetencia. Hay personas que adquieren bienes para “quedar mejor” que sus
vecinos, para estar a la moda, para cambiar o para intentar compensar una
insatisfacción interior, un vacío en la propia vida (Reynaldo p.12).

Se pueden considerar los siguientes criterios:

1. En caso de no adquirir tal artículo ¿habría consecuencias negativas para los


fines que persigo?

2. Este gasto, ¿podría considerarse por otra persona que me conoce, y conoce mi
situación, como algo injusto respecto a los demás?

3. ¿Cuál es le motivo real de este gasto?


4. Viviendo de este modo, ¿acabo siempre con una pequeña necesidad de tener
más?

9.2 ¿Justicia o altruismo?

9.2.1. Justicia

A veces se ha considerado a la justicia como algo que se daría con


independencia de la voluntad de los hombres. En realidad, para poder entender
de la justicia y hablar sobre ella, es preciso considerarla como una virtud. Sólo
después de analizar esto es posible saber lo que significa “hacer justicia” o
“administrar la justicia”: obligar a alguien a que dé, por la fuerza, lo que no quiso
dar voluntariamente, por virtud. 151

151CF : GÓMEZ PÉREZ, Rafael. Problemas morales de la existencia humana. Ed. Magisterio Español. S.A.
p.199.

161
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Capítulo I

Lo propio de la justicia entre las otras virtudes es que ordena al hombre


en aquellas cosas (y operaciones) que se refieren a otro. La justicia comporta,
en efecto, cierta igualdad, como lo indica su mismo nombre, pues aquellas cosas
que se adecuan se dice vulgarmente que se ajustan, y la igualdad se refiere a
otro. 152

Con el paso del tiempo, el concepto de justicia se fue empobreciendo. Para


algunos, la justicia se reduce a dar lo convenido en los contratos y respetar los
derechos establecidos en las leyes eso es todo (Luis p.1). Pero, para los clásicos, la
justicia tenía un sentido mucho más amplio que conviene recuperar y de hecho,
se está logrando en buena medida. Esta acepción amplia de la justicia coincide
con el sentido común, que reconoce derechos en las personas, por el mero hecho
de serlo. Ser persona supone tener dignidad y un conjunto de derechos innatos,
con independencia de que los reconozcan o no las leyes de cada país. Parece,
pues, importante mantener un amplio sentido de la justicia, dentro del cual quepan
diversas manifestaciones de la misma. 153

La virtud de la justicia no sólo se refiere al que la ejerce, sino al otro,


precisamente porque se vive con el otro “pues se llama justo en nuestras obras a
lo que corresponde a otro según cierta igualdad, como el pago del precio debido
por un servicio prestado”. Pero nos preguntamos que es lo “suyo”, qué le
154

corresponde al otro, pues se puede decir: “llámase suyo de cada persona lo
que se le debe según una igualdad proporcional, y por consiguiente el acto propio
de la justicia no es otro que dar a cada uno lo suyo. Lo suyo o lo justo es así lo
debido, lo ajustado, a una persona en su relación con otra. Eso debido puede ser
una cosa o una operación externa, y se dice “suyo”, de la persona a la que se le
debe, no en el sentido de que lo tenga como una propiedad de la misma, sino en
el sentido de que lo debe tener, según la relación proporcional de unas personas
a otras.” Por ejemplo derecho a la vida, a la vivienda, etc.

La noción de justicia más primitiva se puede resumir en la ley “ojo por ojo y
diente por diente”, es decir: “si una persona hace algo o da algo a otra persona,
esta otra, para que exista un ajustamiento proporcional en las conductas y en las
cosas, debe a su vez hacer algo o dar algo a aquella persona que hizo otro tanto
por ella. Ésta es la noción primera de lo debido o ajustado, que se determina por
la estricta igualdad de las transacciones o los contratos”. 155

Pero a las personas se les debe algo no sólo por lo que hacen sino
por lo que son. De no ser así, estarían injustificados los derechos fundamentales
del ser humano, anteriores a cualquier prestación de servicios o de cosas. Al
entender qué es la persona se comprenden los derechos humanos. Toda persona
tiene derecho a la vida, a la integridad corporal, al alimento, al vestido, a la

152 Cfr. GARCÍA LÓPEZ, Jesús. El sistema de las virtudes humanas. Editora de Revistas, México 1986p. 289.
153CF : MELÉ, Doménec. Op. cit. p.2.
154 Op. Cit. Aquino Santo Tomás ,Suma. Theologica, . II-II, q,57, a.1.
155 Cfr. GARCÍA LÓPEZ , Jesús. Op. cit. pp. 288-290

162
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Capítulo I

habitación, a la asistencia sanitaria, a la educación, al trabajo, a la verdad,


etcétera. Precisamente porque todo hombre está naturalmente inclinado a esos
bienes, sin los cuales no podría subsistir, ni vivir como hombre, por eso tiene
derecho a ellos, y tienen los demás el deber de respetar (no entorpecer) e incluso
ayudar a que se realicen. En definitiva, es derecho de alguien todo aquello que
inexorablemente necesita para cumplir su destino en el mundo, para llenar la
trayectoria de su vida y alcanzar la relativa plenitud de que es capaz . 156

La palabra latina justicia viene de iustus, y ésta, a su vez, de ius, que


significa lo justo, lo debido y, por consiguiente, el derecho. La palabra derecho
deriva de directum, dirigido en derechura o rectamente; también el derecho y la
justicia tienen que ver con la rectitud moral en general. Así, la palabra justicia se
puede describir, en sentido amplio, como la rectitud o bondad moral sin más
aditamento, y en sentido restringido, como el cumplimiento de lo debido, de lo
ajustado, de lo que uno está obligado a dar a otro. Pero la justicia tiene primacía
sobre la ley o sobre el derecho positivo. Como hemos visto, los derechos tienen
su fundamento en la dignidad de la persona humana, y con respecto a ellos se
puede establecer qué es lo que en justicia se debe dar a cada humano, es decir,
qué le corresponde recibir. La ley se promulga para proteger esos derechos, por
tanto la justicia está por encima de ella (Angel p.11). Muchas veces las leyes no son
justas, y otras lo son pero no se aplican bien.

La justicia es una virtud, un hábito del bien obrar, una disposición estable,
permanente, que hace bueno al que la posee y torna buenas sus obras. Se
distingue de las demás virtudes porque radica en la voluntad, no en el
entendimiento (como la sindéresis y la prudencia), ni en los apetitos sensitivos
(como la fortaleza y la templanza). Por eso debe consistir en una cierta inclinación
o tendencia adquirida, pero estable y permanente, de la misma voluntad. El objeto
de la voluntad es el bien, y como la justicia radica en la voluntad, la virtud de la
justicia es una tendencia habitual a un bien. El bien al que se inclina es debido
a otras personas, lo que es justo, lo que constituye el derecho de los demás. Es
éste un bien al que nuestra voluntad no tiende naturalmente, y por ello es
necesario que sea enriquecida o perfeccionada por la virtud de la justicia, por esa
inclinación sobreañadida que, de manera estable y permanente, nos lleva a
querer para los demás lo que les pertenece (su derecho) y a dárselo
efectivamente.

Hay tres clases de justicia: legal o general, distributiva y conmutativa.

Legal: se llama así porque realiza lo que es propio de la ley: ordenar a


todos al bien común. Por consiguiente, cuando la justicia llamada legal
ordena a los individuos respecto de la comunidad, no hace más que
realizar la ley. La justicia legal también se denomina general porque ordena
los actos de todas las demás virtudes al bien común, y así domina o impera

156CF : Ibid. p. 291.

163
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Capítulo I

sobre ellas. Además, la justicia particular se refiere a la persona singular.


Ésta se subdivide en justicia conmutativa y distributiva.

Conmutativa : es la que ordena una persona particular a otra persona


157

particular. La medida que se establece entre dos partes, entre particular y


particular debe ser igual. Por eso la conmutación de bienes y servicios
entre los particulares debe regirse por la más estricta igualdad. Por
ejemplo, lo justo en una compraventa es que por lo vendido se pague
exactamente lo que vale; pero lo justo en el pago de los impuestos es que
el que más tiene pague más.

La justicia conmutativa exige igualdad relativa entre lo que se da y


lo que se recibe (Mario p.8). Esta igualdad requiere algún modo de valoración
lo más objetivo posible. En la practica, suele determinarse mediante una
negociación entre las partes, llevada a cabo con verdadera libertad.
Cuando hay notoria asimetría en el poder negociador hay que estar
especialmente vigilantes para ser justos, ya que se puede llegar a un
acuerdo poco justo si la parte poderosa se aprovecha de la situación de
necesidad de la parte débil. Así, en los monopolios y, en general, en las
posiciones prepotentes puede haber abuso de poder y una libertad muy
menguada para concurrir noblemente en bien de la sociedad y de uno
mismo. La justicia conmutativa obliga a cumplir estrictamente los contratos
y a dar lo libremente acordado.

“Todo contrato ha de ser hecho y ejecutado de buena fe (fair play). En la


compra-venta hay que servir lo convenido en las condiciones y plazos acordados
y, a cambio, pagar o dar lo que se hubiese estipulado. Los arriendos han de ser
pagados en la cantidad y en el plazo convenido y conservar lo arrendado con
diligencia” 158

Distributiva : es la que ordena la comunidad (o la persona que la


159

representa, es decir, la autoridad) a una persona particular. Va del todo a la


parte. En ésta hay que atenerse a una medida proporcional. En efecto, la
distribución de beneficios y cargas sociales no debe hacerse por igual entre
todos los miembros de la comunidad, sino según una proporción: a
mayores posibilidades, mayores cargas.

“En la justicia distributiva no se determina el justo medio según la igualdad


de cosa a cosa, sino según la proporción de las cosas a las personas, de tal
suerte que en el grado que una persona excede a otra, la cosa que se dé a ella
excede a la que se dé a la otra (...). Pero en los intercambios (...) es preciso
igualar cosa a cosa, de suerte que cuanto esta persona tenga de más en lo que

157 MELÉ, Doménec. Op, cit. p.3..


158 Idem.
159 Ibid. p. 4

164
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Capítulo I

corresponde, otro tanto debe restituir a aquella persona a quien pertenece”. “Los 160

repartos tienen también sus exigencias de justicia: hay que distribuir lo que
pertenezca a una comunidad: tanto ventajas o beneficios (remuneración,
“puestos”, etcétera), como cargas o desventajas (responsabilidades, tributos,
etcétera, de modo proporcional a unos criterios objetivos, determinados con
prudencia, que contemplen adecuadamente las capacidades, los méritos y las
necesidades de cada uno.

A la voluntad de distribuir con equidad, evitando hacer acepción de


personas (amiguismos, favoritismos, compadrazgos, etcétera) y dando a
cada uno lo que le corresponde de lo común, se denomina justicia
distributiva. El directivo se encuentra con relativa frecuencia con problemas
de justicia distributiva: tiene que repartir algo común entre las personas que
integran la comunidad empresarial (cargos, gratificaciones, etcétera).

9.2.2 Veracidad
Caso: SALUS: Una cadena de almacenes

1. Hace algunos años, aproximadamente veinte, en la ciudad de Madrid, capital de España, DON
SALUSTIO GONZALEZ, PROMINENTE HOMBRE de negocios, fundó un gran almacén al que
puso por nombre SALUS.

2. Con su probada habilidad empresarial y la ayuda de un yerno pronto el negocio empezó a


prosperar.

3. El hijo mayor de don Salustio, Salustio Jr., se encontraba a la sazón dirigiendo una de las
fábricas de su padre en la misma ciudad de Madrid. Por angas o por mangas ambos González
decidieron vender la fábrica en la que se encontraba laborando Salustito con la consecuente
decisión de éste de incorporarse de inmediato al consejo de administración de SALUS, con el
exclusivo fin de “ayudar a su papá y echarle un ojo a sus intereses”. Lo que tenía que suceder
sucedió... el hijo y el yerno, los dos “generales” no cabían en el mismo ejército.

4. Aún cuando en el capital original de SALUS el fundador había invertido la gran mayoría
(aproximadamente el 90%) el yerno también aportó lo que en aquel entonces era todo su capital
(aproximadamente el 10%). Por cierto, el yerno se llamaba Calixto.

5. Un buen día Calixto tomó una gran decisión: renunciar a su posición ejecutiva y también al
Consejo de Administración de Salus, lo cual puso de inmediato en conocimiento de don Salustio.

6. Salustio Jr. asumió, también de inmediato, las funciones directivas, nombrando a su vez a su
amigo y más cercano colaborador, Gervasio, como Director General y a Brutus, supuestamente
experto en almacenes, como Gerente General.
160Op. Cit. Aquino Santo Tómás Suma teológica. S. Th. II-II, q.61, a.2

165
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Capítulo I

7. Don Salustio era un gran hombre, no sólo un gran empresario… su interés en la gente se
reflejaba en numerosas políticas y decisiones que trasmitía por conducto de Calixto…Por
ejemplo: Se cuidó siempre que el ambiente de trabajo fuese sano y honesto, constantemente se
daban cursos de capacitación para el personal, se controlaban muy bien las compras de todos
los productos del almacén de manera que no hubiese lugar a “fugas” y a “tentaciones” por parte
de los que intervenían en esas operaciones; por supuesto no se permitía que los directivos y
ejecutivos tuvieran “negocios conexos” con el almacén que pudieran suponer conflictos de
intereses con sus respectivas posiciones….. En los primeros años cuando aún no alcanzaba
para pagar dividendos a los accionistas y los recursos se destinaban al pago de los pasivos, Don
Salustio solía preguntar si había fondos en caja y, en caso afirmativo, ordenaba que se
entregara una parte a sus hijos como un estímulo y “anticipo” de futuros dividendos…. Y tenía
muchas otras grandes cosas que lo consagraron como “irrepetible” y que sería prolijo enumerar
en esta narración.

8. Todavía en la época inicial de SALUS, comenzó el desarrollo de la empresa…No obstante que a


Don Salustio no le gustaba mucho la idea de crecer (y tampoco le gustaba deber), Salustio Jr. y
Calixto (notablemente se pusieron de acuerdo) promovieron el establecimiento de dos nuevas
tiendas en Santander.

9. Ya se fraguaban también almacenes Salus en Córdoba y Cádiz…

10. Al salir Calixto de la dirección de la compañía, fue contactado por el principal accionista de una
de las cadenas de almacenes en España, sin embargo, se lo turnó a Salustito, de lo que surgió
una fusión de ambas empresas y la cadena de almacenes más importante del país.

11. Los tiempos pasan, las cosas cambian, la gente también…como dice el poeta: como las naves,
como las nubes, como las sombras... Y así, un día faltó don Salustio y como era de esperarse,
todas las tradiciones de la “gran empresa” (en grado de tentativa) se fueron al caño……

12. Para empezar, Brutus, el gran gerente general, decidió que todas las compras importantes de
los almacenes tenían que pasar por sus morenas manos (él era de origen cubano, léase costeño
y, por ende no las tenía muy blancas); asimismo se abocó (porque también era todólogo) a la no
menos productiva tarea de construir, promover, equipar, etc., etc. todas LAS NUEVAS
TIENDAS…..A ciencia y paciencia de Salustito el gerente adquirió, como se dice ahora, una
sustanciosa “riqueza inexplicable”…..Hay que añadir que estaba “casado” con una rubia
norteamericana por “segundas o terceras” nupcias….Finalmente tuvo que ser despedido,
llevándose otra buena tajada, porque de otra manera, se pensó, hubiera acabado llevándose
todo el negocio. De ahí llegaron otros, de todos los rincones del continente, de todos olores,
colores y sabores y no importó si fueran buenos, malos o regulares, con tal de que fueran
“vivos”.

13. El equipo directivo queda integrado por Salustio Jr. como Presidente, Gervasio como Director
General y un nuevo elemento procedente del encuentro de las dos cadenas de nombre Sixto;
éste sí era un experto en la operación de almacenes y por ello ocupó la dirección operativa.

166
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Capítulo I

14. Al morir don Salustio deja una considerable fortuna a sus tres hijos: Salustio, Filomena y Teófila,
de los que derivan más o menos, veinte retoños.

15. Salustio Jr. , como su padre, no es afecto a los Consejos, a él le gusta decidir todo…..

16. Además no le gustan los problemas, de manera que con sus dos brazos, derecho e izquierdo,
Gervasio y Sixto, va caminando, él señala el rumbo, deja hacer….(dice que cada quien debe
tener su propio chango en la espalda) y se concentra fundamentalmente en el último renglón del
estado de resultados…..

17. Algún tiempo después de la irreparable pérdida del padre, y previas algunas diferencias del
cómo y del cuando, los hermanos González entraron al tema económico hereditario….siempre
bajo la batuta del hermano realizaron permutas, transacciones, compras y ventas entre ellos
mismos para quedar finalmente, por lo que se refiere a SALUS, la mayoría en manos de
Salustio, es decir, un poco más del 51%, el 10% en posesión de Filomena y el 20% con Teofilita
(esto resultó por la participación que ya tenía Calixto desde un principio).

18. El asunto hereditario, sin embargo, no se finiquitó….en ese estilo peculiar de Salustio, heredero,
albacea, administrador, etc., quedan algunos intereses pendientes de distribuir, que él maneja
como siempre, como suyos…..

19. Teófila tiene un gran sentido comercial….lo heredó de su papá….Al salir Calixto del Consejo de
la empresa ella decide ocupar ese lugar….sus críticas y observaciones son talentosas y
constructivas, sin embargo, al hermano no le parecen y, después de algunos meses, ella
renuncia para dejarle el puesto a su hijo mayor.

20. Salustio imprime ahora a la empresa su propia manera de ser, su estilo de mando…él siente, en
tanto que detenta la mayoría, que la empresa es suya, toda suya, y que puede hacer y deshacer
sin el concurso o la opinión de alguien más. Aparecen después dos socios nuevos que
adquieren aproximadamente el 15% de la empresa y que se suben al barco con el carácter de
amigos y compañeros de viaje de Salustito… para los efectos de las decisiones no pintan y,
como los demás tampoco pintan, el único que las toma es el “dueño”. Podríamos resumir las
políticas o estrategias de esta nueva etapa como sigue:

21. Aprovechar los fenómenos económicos (inflación y otros) al máximo, el nombre del juego es
“deber”…los activos crecen y los pasivos se achican….y el servicio de la deuda permite que el
estado nos ayude al desarrollo y que no tengamos que pagar impuestos….Se pretende tener la
cadena de almacenes más grande del continente y lo más pronto posible….hay que crecer,
crecer, crecer… algunos almacenes son propios, otros solamente son operados por SALUS.
Este gran apalancamiento y esta obsesión por crecer, incluso en otros continentes, dan como
resultado natural que no haya dividendos (estrictamente Salustio ha afirmado enfáticamente que
“jamás SE REPARTIRÁN DIVIDENDOS”)…Por otra parte se ha manifestado la conveniencia de
poner las acciones de la compañía en la Bolsa de Valores, pero esto supondría abrirse

167
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Capítulo I

públicamente, poner todas las cartas sobre la mesa y estar “demasiado controlados” por las
autoridades.

22. A través del tiempo, a la sombra de la compañía se han hecho algunas “operaciones” que
supuestamente no tienen por qué pasar por los libros o registros oficiales. Estos recursos, ya de
cierta importancia, pertenecen a todos los accionistas de SALUS, sin embargo, Salustito los usa
prácticamente como su “caja chica” personal… de ahí realiza préstamos a sus amigos, invierte,
desinvierte, todo con la mayor libertad y por supuesto también sin informarle a nadie….Lo más
curioso de esta situación es que esos bienes, hasta donde saben los accionistas minoritarios,
están a nombre del propio Salustio, de su hijo mayor y de Gervasio.

23. Recientemente, en contra de la opinión de las hermanas, Salustio adquirió (no se conocen los
detalles; parece que fue con un crédito de la propia empresa) uno de los paquetes minoritarios
que pertenecían a uno de sus amigos… Esta y otras transacciones quedan normalmente sin
explicación suficiente para los interesados.

24. La compañía sigue creciendo, sobre todo en ejecutivos, gastos y prestaciones….ocupa dos
plantas y media en un edificio de lujo de la ciudad y, como ya no cabe, próximamente se
comprará otra planta. …Hay comedores para empleado y para directivos (estos cuentan con
unos privados muy elegantes).

25. SALUS está ahora totalmente inmersa en la era moderna… el nuevo nombre del juego es “hacer
dinero”… lo más y lo más pronto posible… promover el crecimiento, hacer nuevas empresas,
participar en transacciones internacionales… créditos… inversiones… ingeniería financiera.
Salustio, Gervasio y Sixto se las pintan solos y, no cabe duda, son muy hábiles.

26. Algunos principios del principio se olvidaron…no existe tal cosa como “conflicto de intereses”…
hay que entrarle a todo lo que deje pesetas... concesiones, adquisiciones, construcciones.
¿Hasta dónde? Y ¿cuál es la realidad? … No se puede afirmar con certeza... Se dice que hay
una compañía que construye, otra que presta “servicios técnicos”, otra que explota locales
comerciales dentro de los almacenes…en las cuales, por supuesto tienen intereses los
miembros del triunvirato.

27. Lo último es cobrar un “promotor fee”, en efectivo o en acciones según se deje el cliente, al
promover el desarrollo de nuevos almacenes o en la obtención de un financiamiento o en el
ahorro de un impuesto.

28. Se ha sabido, también, que es práctica frecuente en la compañía, “negociar” con presiones las
liquidaciones de los trabajadores o empleados que se despiden o se retiran voluntariamente.

29. En fin, de “la caja chica” se utilizaron fondos para promover y financiar un plan de desarrollo de
almacenes en el extranjero (de lo cual los minoritarios no tienen información) que ha sido
encabezado por Salustio 3o….En efecto, los hijos mayores de Salustio ya figuran en la nómina y
disfrutan de las prestaciones y prerrogativas de una empresa boyante y en pleno crecimiento
(los datos al respecto son confidenciales, es decir, son desconocidos).

168
654611336.doc
Capítulo I

30. Los hijos de los hermanos González, como la empresa, también han crecido, han estudiado y se
sienten con derecho a pensar y a opinar; en los últimos años las relaciones entre los hermanos
González se han deteriorado... más notablemente entre Filomena y Salustio…Como no se ve
claro, pueden preverse pésimas relaciones entre los hijos de los González en el futuro…..

31. Hay rumores en el sentido de que Salustio 3o. ya regresa del extranjero para hacerse cargo de
la Dirección General de SALUS (se cree que por decisión de su papá) y que a Gervasio lo
ascienden a la posición de Vice-presidente ejecutivo (no se sabe si antes era ejecutivo, pero sí
se presume que con mayor sueldo y todos los anexos)…(perdón, esta decisión también es del
Presidente).

32. No se esperan por lo pronto más sorpresas (con las que hay ya es suficiente...).

“Un mundo falso es como un escalón falso: en vez de llevar a lo alto


al hombre, lo hace caer”. W. Farre.

La veracidad es una virtud que se desprende de la justicia, pues todo


hombre tiene derecho a la verdad. “Entre los bienes que posee el hombre se
encuentra la capacidad de expresar y comunicar los pensamientos y afectos
mediante la palabra. Para usar rectamente del entendimiento y del lenguaje,
ordenándolos a su finalidad, los hombres han de vencer dos tendencias a la
desviación: la dificultad para discernir lo verdadero de lo falso, y la inclinación a
ocultar o deformar la verdad. El buen empleo de la palabra es para todos un
deber de justicia. Sin este recto empleo no sería posible convivir”. 161

El deber de dar a cada uno lo suyo está en la base de cualquier


ordenamiento social justo y, por tanto, de una pacífica y laboriosa convivencia
profesional. Corresponde al prójimo el deber de decir la verdad y en eso consiste
la virtud moral de la veracidad. Desde el momento en que todas las
manifestaciones exteriores de nuestros sentimientos y pensamientos a través de
palabras, gestos, acciones, tienen que ver con la veracidad, ésta trasciende la
justicia conmutativa. ¿Qué forma de convivencia cabe imaginar sin la confianza
recíproca, que nace de decirse unos a otros la verdad?.

Otra consecuencia de actuar de modo ético es la generación de


credibilidad y confianza y, con ello, una mayor integración de los partícipes en la
organización. Por el contrario, cuando la actuación no es ética, de ordinario se
pierde el espíritu de cooperación de aquéllos que se ven afectados por la acción,
disminuyendo así la consistencia social dentro de la organización o hacia sus
colaboradores externos. El actuar ético prepara el terreno para el diálogo y el
161 GÓMEZ PÉREZ, Rafael. Op. cit. S.Ap. 177

169
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Capítulo I

entendimiento cuando aparecen problemas que exigen un esfuerzo conjunto de


los empleados y la dirección.

La veracidad ordena la multiplicidad de relaciones interpersonales que lleva


consigo la vida profesional y da lugar a virtudes en apariencia diversas: la
comunicación verbal será constructiva si está marcada por la sinceridad; para
poder asegurar serenidad y eficacia en el ambiente de trabajo, los usos,
comportamientos y costumbres deben estar impregnados de sencillez y alejados
de toda doblez. “Es veraz quien, en las circunstancias exigidas, dice de sí mismo
lo que es, ni más ni menos, mostrándose en las propias palabras y en los propios
actos como auténticamente es” . 162

La calidad total del producto, tan importante por sí misma y tan necesaria
en un entorno competitivo, tiene una importante dimensión ética. No se podrá
hablar de calidad total prescindiendo de aspectos como la veracidad en lo que se
dice y ofrece y sin proporcionar un auténtico servicio al usuario. Si no se trata
correctamente a los empleados (calidad ética) difícilmente se puede conseguir
calidad total, ya que ello fácilmente se traduce en un trato también poco
considerado de los empleados hacia otros.

¿Cuándo y cómo es oportuno comunicar lo que sabemos y darnos a


conocer como somos?. La manifestación de la verdad es ciertamente un bien,
pero por sí sola no basta para hacer de ella un acto virtuoso, para esto se
requiere que esté justificada por particulares circunstancias. “Es reprobable
alabarse a sí mismo, dando a conocer los propios talentos sin motivo; igual que
hablar abiertamente de las propias deficiencias y de los propios errores para no
vanagloriarse, sin justificación alguna” . Tan malo es alabarse como manifestar
163

abiertamente sin razón ni utilidad ninguna, los propios errores y culpas, con un
cinismo que pretende en el fondo quitar gravedad a sus actos frente a los demás
(SALUS P.15). Frecuentemente, la autoacusación se practica en las actividades
comerciales y financieras para distraer la atención y, de ese modo, llevar a los
demás a engaño.

“A veces, puede haber una lícita ocultación de la verdad, ya que la


veracidad no nos obliga a decir todo lo que uno sabe a cualquiera. Más aún, en
ocasiones, hay estricta obligación de ocultar la verdad para guardar legítimos
secretos (profesionales, empresariales, etcétera). O para no divulgar la vida
privada de alguien, lo cual es contrario al derecho a la intimidad. Ante preguntas
de quien no tiene derecho a acceder a una información, hay que optar por el
silencio, la vaguedad o el rodeo. Estrictamente hablando, se puede incluso
recurrir a afirmaciones incompletas literalmente falsas (por ejemplo, diciendo “no
sé nada de eso” y restringiendo “para decírtelo”) a fin de ocultar lícitamente la
verdad a quien no debe conocerla. Sin embargo, el directivo empresarial ha de
tener la habilidad y gracia humana suficientes para salir airoso a preguntas

162 Op. Cit. Aristóteles. Ëtica Nicomaquea.


163 Op. Cit. Santo Tomás de Aquino, Summa Teológica (S. Th. II-II, q.109, a.1., ad 3).

170
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Capítulo I

inconvenientes, sin necesidad de recurrir a la “restricción mental” que es cosa


impropia de la sencillez, virtud estrechamente relacionada con la sinceridad”.164

La mentira es lo opuesto a la veracidad, en este sentido es el mayor


atentado a la convivencia (SALUS P.12). Frecuentemente se reduce la mentira sólo
a los casos en que se dice con el fin de causar daño material al prójimo. Se
acepta la llamada “mentira piadosa”; pero lo piadosa no le quita lo mentira,
aunque el fin sea supuestamente bueno, el medio no es correcto. La malicia de la
mentira no consiste tanto en la falsedad de las palabras como en el desacuerdo
entre las palabras (signo) y el pensamiento (lo significado). Por eso si digo lo que
pienso, aunque esto sea objetivamente falso, digo una falsedad, pero no una
mentira. En cambio, si digo lo que creo que es falso (aunque sea una cosa
verdadera), no digo una falsedad, sino una mentira. La mentira propiamente dicha
es intrínsecamente mala y no se justifica bajo ningún pretexto. Por esa razón, no
es lícito mentir ni siquiera para obtener bienes para terceros.

“Sólo es lícita la ocultación de la verdad cuando existe causa grave


proporcionada. La legítima ocultación de la verdad cabe también a través de la
simulación. Así a lo que es mentira propiamente dicha, simulación, hipocresía,
restricción mental, infidelidad se engloban en el término mentira y por tanto se
puede dar un juicio ético conjunto”. 165

9.2.3. Fidelidad a la palabra dada y lealtad

El respeto a la palabra dada es considerado en la vida profesional un pilar


básico para construir cualquier relación personal o de trabajo. Mantener las
promesas y compromisos libremente asumidos no es, sin embargo, una simple
regla de juego vagamente moral. Se trata de algo muy distinto, de una exigencia
ética universal e irrenunciable que tiene su origen en el derecho natural. Dar a los
otros lo que se les debe y, en concreto cumplir con la conveniente exactitud
cuanto ha sido prometido, es propio de la virtud de la fidelidad.

Ser fiel es una particular forma de ser justo, conforme a lo que la verdad
enseña, y en consecuencia un bien ciudadano, correcto profesional, socio leal,
amigo sincero. En comparación con la fidelidad, la lealtad añade una nota de
firmeza, de transparencia, de reciprocidad. Para mantener los compromisos aun
si se vive y se trabaja en ambientes impregnados de hipocresía y cinismo la
lealtad no se detiene ante ningún obstáculo.

164Op. Cit. PELÁEZ, Miguel Ángel. Ética, profesión y virtud. p.69.


165 GÓMEZ PÉREZ, Rafael. Op, cit. S.Ap.180.

171
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Capítulo I

Faltar a la palabra dada no es una simple incorrección que haga más difícil
la vida profesional; se trata de fidelidad, y nada autoriza a actuar contra lo que es
de derecho natural. Sería sin embargo inexacto considerar la fidelidad ligada
siempre a la observancia de una ley, un juramento o pacto contractual
jurídicamente tutelados, como, por ejemplo, la obligación de fidelidad del
trabajador que prohibe la competencia con el empresario, además de la
divulgación de noticias relativa a la organización y a los métodos de producción
de la empresa en que trabaja. En todos estos casos, por otro lado numerosos en
el ejercicio de la profesión, la obligación de fidelidad coincide con la obligación de
justicia legal y de justicia conmutativa que disciplina la vida profesional. Pero
muchísimas otras prestaciones, tareas y misiones profesionales en particular las
relaciones entre colegas de profesión, presuponen, para ser cumplidas
adecuadamente, obligaciones de fidelidad que superan las estrictamente legales.

Nuestras afirmaciones y promesas, con o sin juramento, hacen que nos


demos a conocer a los demás y nos obligan personalmente a dar continuidad a
los proyectos profesionales. En el cumplimiento de los compromisos
adquiridos se ejerce la virtud de la fidelidad. Y de hecho todo ligamen de
fidelidad, afrontando la prueba más exigente, la del tiempo, da continuidad a la
actividad profesional, desarrolla la personalidad profesional, ayuda a echar raíces
en la vida social y, por tanto a entrar en comunión con los otros. Quien no se
vincula a nadie, aduciendo la necesidad de una seria reflexión antes de tomar
cualquier obligación, no por eso puede llamarse fiel. La vida profesional de quien
permanece sólo fiel a sí mismo, al propio egoísmo, se desenvuelve en un
ambiente enrarecido y anónimo, privado de contactos personales. Quien, a pesar
de lo incierto del futuro, asume compromisos deberá, en caso de incumplirlos,
atenerse a diversos grados de responsabilidad moral. Cuando no se puede
mantener una cierta promesa, se está obviamente excusado, aunque obligado a
hacer todo lo que se pueda.

Puede dejar de obligar un compromiso profesional adquirido que,


posteriormente, se haya convertido en dañoso o incluso inmoral. La fidelidad
profesional puede exigir consecuencias, que hagan que incluso la propia vida sea
reestructurada con profundidad. No todas las expectativas de los otros pueden y
deben ser satisfechas.

Hablemos de algunos aspectos de la fidelidad en las empresas


económicas, comerciales y financieras, donde recientemente ha surgido una viva
polémica sobre el valor que hay que dar, en la competencia de libre mercado, a la
palabra dada y al respeto por las normas ético-jurídicas sobre las que se funda.
Los problemas, y por tanto también las soluciones, dado el carácter económico
que tienen hoy todas las profesiones, abrazan una realidad que trasciende el
ámbito estrictamente comercial y financiero. Nacen multinacionales de la bioética,
de la medicina, de la cultura. Hemos pasado rápidamente de una época
paleocapitalista en la que la caza del cliente, quitando compradores al vecino, era
severamente criticada y mal vista, a la cínica afirmación de algunos para quienes
los negocios difícilmente pueden compaginarse con la ética. A su juicio, la

172
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Capítulo I

conquista de nuevos mercados y beneficios, así como los medios para


enriquecer, no permiten relaciones estético-sentimentales y menos, morales. Así
exhortaba con brutalidad casi ingenua uno de los padres del nuevo capitalismo
multinacional: “Sé siempre severo y sin consideraciones. Si empiezas a
preocuparte por las relaciones privadas, te encontrarás en un laberinto de
exigencias y de intrigas”(W. Siemens). 166

Las actuaciones no-éticas crean mala imagen. El simple sistema de


transmisión de boca en boca puede producir estragos. Las críticas se magnifican
por proceder de los medios de comunicación, los cuales suelen prestar bastante
atención a la falta de ética en los negocios. La opinión pública creada por los
medios se vuelve contra las empresas y sus directivos, exigiendo responsabilidad
y una actitud ética. Una vez creada la mala imagen de una empresa no es fácil
cambiarla. Y una mala imagen, como sabemos, puede tener desastrosas
consecuencias en un futuro no lejano y, tal vez, exigir un incremento importante
del gasto en relaciones públicas.

9.2.4. Solidaridad y subsidiariedad

“Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de


producción y de consumo, hace más difícil, el don de sí mismo que el hombre
está llamado a hacer y la formación de esa solidaridad interhumana” .” Lo que da
167

auténtico valor a una sociedad no es la eficacia económica conseguida o los


índices macroeconómicos alcanzados. Aunque el desarrollo económico es un
soporte material necesario, más importante aún son los valores sociales
compartidos y las instituciones y los demás elementos de la organización social
que facilitan el desarrollo humano integral de quienes la integran . Muy próxima a
la justicia está la virtud de la solidaridad, que se puede definir como la inclinación
a contribuir al bien común en las interdependencias sociales, de acuerdo con la
propia capacidad y las posibilidades reales. La solidaridad surge del
descubrimiento de nuestros semejantes con quienes tenemos interdependencia y
a quienes nos sentimos inclinados a ayudar en sus necesidades por ser
personas.” 168

Entre los criterios éticos subordinantes para la toma de decisiones, el


primer criterio a considerar es el criterio del bien común. La norma objetiva de
solidaridad es el bien de todo hombre y de todos los hombres, es decir, el bien
común. La solidaridad es, ante todo, una categoría moral y una virtud, que lleva a
la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común. La
solidaridad es también un principio para la recta ordenación de la economía
y de la sociedad.
166 PELAÉZ, Miguel Ángel. Op. Cit s.s..
167 Ginebra Joan Redes y negocios de Poder IPADE.
168 MELÉ, Doménec. Op. cit. p.77

173
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Capítulo I

El principio de solidaridad abre grandes perspectivas al modo de dirigir y


actuar en el mundo de la empresa. Afirmar que la empresa ha de servir al hombre
significa que la empresa ha de contribuir al bien del hombre, esto es, al auténtico
desarrollo humano. Esto implica superar los estrechos límites de la ética
individualista, limitada a la honestidad personal y al cumplimiento de los contratos
que la justicia social exige. Para ello es necesario orientarse “hacia el retorno
constante al valor primario de la persona humana, hacia la consecución de la
justicia social con el respeto a la igualdad de todos los hombres; hacia el
desarrollo del sentido de responsabilidad, del esfuerzo común y de la
participación.

“Para humanizar la empresa hay que privilegiar a la persona humana,


eliminando intereses particulares que con frecuencia van en perjuicio de la
comunidad; significa plantear la solución de los problemas a la luz de los
valores éticos de fondo que siguen siendo perennemente válidos” . 169

Las decisiones tomadas al margen de la ley fundamental de la actividad


económica tienen consecuencias manifiestas en la consistencia social de las
personas y los grupos involucrados en la actividad empresarial. “Una economía
orientada exclusivamente al beneficio, no crearía comunidad de personas, ni
engendraría una auténtica cultura social de participación responsable de todos los
sujetos de la empresa” .
170

Según acabamos de ver, el bien común es tarea del sector público y de los
ciudadanos, cada uno según la naturaleza de su función. Hay cosas que son
competencia propia de la organización pública de la comunidad, como, por
ejemplo, dar leyes, administrar justicia, la defensa armada, etcétera. Otras en
cambio corresponden a los particulares, por ejemplo, lo referente a la familia.

Hay, en cambio, un amplio ámbito de actividades en el que confluyen los


sectores público y privado, como posibles sujetos: por ejemplo, producción y
distribución de bienes, fomento de la investigación y de las artes, etcétera. En
este ámbito rige el principio de primacía de la iniciativa ciudadana. En sustancia,
este principio quiere decir que tales actividades corresponden primordialmente a
las personas, por ser parte constitutiva de sus fines naturales y, en consecuencia,
por ser medios a través de los cuales la persona se perfecciona y colabora en el
perfeccionamiento de los demás.

La comunidad política se ordena a la perfección de las personas y, por


tanto, la organización pública no está para quitar a las personas los cauces de su
perfección y realización personales lo cual las empobrecería, sino para
coadyuvar en ellas y potenciarlas. La misión del Estado es fomentar, ayudar y,
cuando sea menester, suplir la iniciativa de los ciudadanos. “... es injusto, y
además gravemente perjudicial y perturbador para el recto orden social, entregar
169 Idem
170 Idem

174
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Capítulo I

a una sociedad mayor y más elevada aquellas cosas que las comunidades
menores e inferiores pueden hacer, porque cualquier acto social, por su propia
fuerza y naturaleza, debe servir de ayuda a los miembros del cuerpo social, pero
nunca destruirlos ni absorberlos”. 171

El principio de subsidiariedad se puede desglosar en otros tres


principios:

1. La persona y las comunidades menores deben gozar de la autonomía


necesaria para poder realizar por sí mismas los fines y las actividades de que
son capaces.
Las comunidades superiores deben ayudar a la iniciativa particular de cuantos se
desenvuelven bajo su autoridad, sin destruirlos ni absorberlos.

2. Las sociedades superiores deben suplir las deficiencias de las personas y de


las comunidades menores, en cuanto su capacidad resulte insuficiente para
promover el bien común y mientras perdure tal situación.

Para que este principio se aplique correctamente hacen falta dos


condiciones.

Primera, que la iniciativa ciudadana tenga sentido social, esto es, que sea
consciente de su responsabilidad social y actúe en consecuencia.

Segunda, que el Estado no limite su acción con perjuicio de los más


débiles y que garantice y ayude a las iniciativas ciudadanas. 172

171 Idem
172 HERVADA, Javier. Principios de Doctrina Social de la Iglesia. p. 32-33.

175
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Capítulo I

CAPÍTULO X

LA VIDA PRÁCTICA Y EL BUEN HACER

10.1 ¿Qué es dirigir?

Dirigir consiste en conducir una empresa de una situación dada a otra


mejor en términos relativos. En la actividad cotidiana de un empresario se
entremezclan muchas acciones, su labor es compleja y requiere alta competencia
profesional, combinando cantidad con calidad. El buen hacer en la vida práctica
no se mide sólo por los resultados económicos, no se puede equiparar con los
beneficios económicos, dirigir es mucho más que “conseguir dinero”.

“Dirigir significa incidir en todas las áreas de gobierno: las cuatro áreas de
gobierno se realizan con personas. Este es un aspecto de primordial importancia.
El directivo tiene la responsabilidad no sólo sobre productos, sino sobre todo es
responsable del buen funcionamiento del producto porque esto repercute tanto en
los empleados como en el cliente. Por eso la acción del empresario no debe de
ser simplemente técnica sino primordialmente humana. Así como el escultor tiene
que conocer el material con el que va a modelar su obra, del mismo modo el
directivo necesita conocer a las personas a quienes dirige para que el conjunto de
la empresa funcione. Su papel no es hacerlo todo, sino mandar, dirigir, gobernar,
pero debe considerar que está dirigiendo a personas, a seres humanos con
inteligencia, voluntad, libertad, pasiones, etcétera, y sobre todo que él mismo es
una persona con capacidades pero también con limitaciones y errores”. 173

La empresa es una comunidad de personas, pero se le suele ver como un


lugar de realización de valores económicos, origen de un beneficio personal

173 VALERO, Antonio y LUCAS TOMÁS, José Luis. “ Política de Empresa” (el gobierno de la empresa de negocios).
IESE.EUNSA.1991, España. pp. 199-200.

176
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Capítulo I

salarial o societario que permite desarrollar actividades individuales. Aunque esto


es cierto, no se ha puesto la suficiente atención en el hecho de que la empresa es
un lugar donde los grupos de seres humanos conviven buena parte de su
existencia. Así el empresario no puede preocuparse solamente por la calidad del
producto sino por el bienestar de sus trabajadores, que en último término se
reflejará en la mejora del mismo. Educar o dar empleo forman parte de su
actuación diaria, aun cuando no sean finalidades propias ni objetivos
institucionales de la empresa.

La empresa es también convivencia, lugar donde se puede actuar y ver las


realizaciones de los demás, donde hay que aportar ideas prácticas para
proporcionar un producto o un servicio eficaz. En la empresa se da y se recibe
responsabilidad, y se adquieren responsabilidades colectivamente hacia el
exterior y el interior, por ello, en el marco de estas actividades, el individuo puede
desarrollarse profesional y humanamente.

Esta convivencia no se basa en ningún concepto altruista, es necesaria


para lograr las finalidades propias de la empresa. Además, es dinámica como la
propia empresa, el entorno y los individuos que la forman. La contribución
personal debe realizarse en un marco de libertad y dignidad, distribuyendo
actividades directivas y operativas. Es preciso conseguir que cada individuo sea
responsable del nivel de aplicación de sus propias capacidades a su trabajo, y
pueda alcanzar sus propias metas, en el marco de las finalidades de la empresa:
desarrollar una carrera profesional, ganar dinero, etcétera. Para ello, la empresa
tiene que crear circunstancias que permitan a los individuos alcanzar, en la
medida de lo posible, sus metas personales.

De acuerdo a Carlos Llano, la negociación, el esfuerzo para hacer


compatibles las finalidades de la empresa y los objetivos personales de los
individuos, es el camino que ofrece una estructuración lógica y estable para la
vida de la empresa, y del que nace una responsabilidad mutua entre los
individuos, que los lleva a evitar cualquier tendencia inadecuada para la buena
convivencia profesional. La empresa, ofreciendo solamente las oportunidades
profesionales surgidas de la necesidad de hacer bien el negocio, contribuye con la
aportación de una gran variedad de oportunidades que, aprovechadas, benefician
a los individuos y a la sociedad. Además, el sentido común nos suele llevar a
concluir que, si algo va mal en una organización, en principio el fallo estará en que
esa tarea especial la dirección no cumple bien sus funciones. Tendemos a
pensar que la actividad directiva es responsable de que todo marche bien, ya que,
en definitiva, su misión consiste en garantizar el buen funcionamiento de la
organización.

Por tanto, el buen hacer del empresario está íntimamente unido con el bien
moral, su buen hacer sólo será posible si tiene una actuación verdaderamente
ética, que lo llevará a dirigir a la empresa como una comunidad de personas y no
sólo como creadora de beneficios económicos.

177
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Capítulo I

10.1.1. El buen hacer y la utilidad

“Elegir el negocio significa conocer y dominar aquellos aspectos de los que


dependen los resultados económicos de la empresa; es saber dónde se gana y se
pierde el dinero. La empresa mercantil no es sólo ni principalmente dinero, pero
es vital conocer la naturaleza del negocio en que se está, lo que son y hacen las
personas de la empresa y verlo en términos de beneficios o pérdidas. El negocio
hay que dominarlo y ello puede y debe realizarse con comportamientos éticos y
sanos. Ya se sabe que lo más directamente eficaz es robar; quitarle la cartera a
otra persona es una extraordinaria operación de negocio... pero entonces no
estamos frente a un empresario serio sino ante un ladrón. Ya es conocido que
quedarse con comisiones ocultas o inconfesables es rentable, y que no cumplir
los tratos y llegar hasta el umbral de lo ilegal sigue siendo productivo y, también,
que explotar al personal sigue siendo rentable. Pero no se trata de esto; aquí se
trata de hacer negocio, no de justificar fechorías e inmoralidades”. 174

Un error muy arraigado en el pensamiento capitalista, que excluye la ética


del buen hacer, es el utilitarismo, doctrina según la cual el sumo bien se
identificaría con lo útil. No consiste únicamente en afirmar que lo útil es un bien,
ya que esta aseveración puede ser admitida, con diversos matices, por la ética en
general o por muchas doctrinas éticas, sino en una hipertrofia de la utilidad,
situándola en la cima de la escala de los bienes, de forma que la razón de bien se
considera en virtud de la utilidad que pueda producir, entendiéndola además en
un sentido sólo material. Como nota general, puede decirse que el utilitarismo
tiene una pobre idea de las aspiraciones humanas y de la felicidad, colocando la
utilidad y los placeres sensibles por encima de los bienes más propiamente
humanos, como el conocimiento, la verdad, la libertad y el amor, que son lo que
en definitiva llevan al supremo bien.

El utilitarismo puede tomarse en sentido lato y estricto. En el primero se


identifica con el hedonismo y comprende todas aquellas teorías éticas que
mantienen la igualdadfelicidad=utilidad=placer. En el segundo, se entiende por
utilitarismo una concreta corriente ideológica, económica y política que nació en
Inglaterra en el siglo XVIII con J. Stuart Mill (1806-1873). El sentido adecuado de
utilitarismo es este último. Según Baumgardt la palabra utilitarismo fue usada por
primera vez por Bentham en 1780. Pero el que la difundió y trató de darle carta de
naturaleza dentro de la filosofía fue Stuart Mill. A este utilitarismo también se le ha
llamado, aunque con menos fortuna y difusión, radicalismo, nombre derivado de
los utilitaristas, basándose en que sus doctrinas ético-políticas pretendieron relajar
una serie de reformas sociales, de índole muy radical, con las que aspiraban
incrementar el bienestar de los hombres.

174 Op,Cit. Ibidem pp. 111-112

178
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Capítulo I

Características generales:

1. La identificación de la utilidad con el sumo bien. Tomando el


concepto de la ciencia económica de su tiempo, según el cual es útil todo lo
que puede satisfacer una necesidad, los utilitaristas mantendrían que el
sumo bien humano es la utilidad, entendiéndola en general como placer
sensible y material. El hombre, por naturaleza, es animal, y está acuciado
por un conjunto de necesidades, cuya satisfacción origina placer y cuya
insatisfacción produce dolor. Ambos, placer y dolor, son para los utilitaristas
los dos polos afectivos alrededor de los que giraría toda la actividad
humana. En consecuencia, todo lo que permita saciar una necesidad, lo
que sea útil, tendría razón de verdad, ya que gracias a ello se puede
eliminar un dolor y alcanzar el placer. Fácilmente se ve la íntima conexión
que, en un principio, guarda el utilitarismo con el hedonismo. Los mismos
utilitaristas, desde Bentham a Stuart Mill, han insistido en que utilidad
debe entenderse en un sentido equivalente al de presencia de placer y
ausencia de dolor.

2. La gradación de lo útil. Util es todo aquello que puede satisfacer una


necesidad y, por tanto, producir un placer. Pero, dentro de lo útil, pueden
establecerse grados jerárquicos. La causa es doble, por una parte, porque
entre los placeres hay unos más intensos que otros; por otra, y esto es lo
más importante, porque el placer puede extenderse a más o menos
individuos de la sociedad, de la comunidad. En este punto radica la
diferencia fundamental entre el hedonismo y el utilitarismo. Este tiene una
intensa procuración social, frente al carácter más individual y egoísta del
primero. Al establecer una escala en lo útil, habrá de tenerse en cuenta
este doble y decisivo criterio: la intensidad del placer producido y la
extensión a un mayor o menor número de individuos.

3- La matematización de lo útil. Con arreglo a este doble criterio, el


utilitarismo aspira a establecer una escala matemática de la utilidad, como
norma segura para regir la actividad moral del hombre. La ética, debe
transformarse en una ciencia positiva, y, como todas ellas, someterse al
método matemático. Bentham llegará a afirmar que debe ser tan exacta
como las matemáticas.

4.- La maximización de lo útil. De acuerdo con ello, la norma suprema de


moralidad según el utilitarismo, que debe guiar la conducta humana es: un
acto no será bueno cuando sea útil, sino cuando origine la máxima
utilidad posible para el máximo número posible de miembros de la
comunidad.

Surgen dos problemas fundamentales para el utilitarismo: fijar criterios para


la maximización de lo útil y armonizarlo respecto al individuo y la comunidad. En
la primera cuestión no concuerdan los defensores del utlitarismo. Para Bentham,
que lleva o quiere llevar la matematización de la utilidad a sus más crudas

179
654611336.doc
Capítulo I

consecuencias, se debe seguir una norma estrictamente cuantitativa: los distintos


placeres se reducirán a datos cuasinuméricos y, de acuerdo con ellos, se
determinará lo máximo y lo mínimo. Para Stuart Mill hay grandes dificultades en
una posible matematización y gradación básica de los placeres como para una
estructuración coherente del utilitarismo.

En relación al segundo problema: justificar la armonía entre la utilidad


individual y social, el utilitarismo trata de resolverlo, ya mediante un criterio
estrictamente racional, según el cual cada individuo desea la utilidad de los
demás porque ello redunda en la suya propia, o mediante una base afectiva, que
apela al sentimiento connatural a cada hombre, de la unidad del género humano.

El error de fondo del utilitarismo es que se basa en una concepción del


hombre que niega valor a la conciencia y a la voluntad y no reconoce el primado
objetivo de la ley moral. Es decir, las leyes que regirán la conducta humana no se
175

basan objetivamente en su naturaleza sino en la utilidad: “me es útil (productivo),


entonces es bueno” o “es útil o beneficioso para muchos o para la mayoría,
entonces, es bueno”.

En el mundo contemporáneo el utilitarismo está infiltrado en la cultura más


de lo que pensamos, es esa tendencia a considerar como máximo valor o
sobrevalorar los bienes útiles. El bien útil es un bien para, no en sí mismo.
Podemos ver la diferencia cuando un amigo presta dinero a otro sin cobrarle
intereses, busca un bien en sí mismo: ayudar al amigo. En cambio el banco solo
presta con intereses pues busca un beneficio. La razón no es la amistad sino
recibir el interés y ganar más dinero. No es que el banco haga mal, el bien útil no
es malo, es un bien; el error está en hacer de todos los bienes que el hombre
necesita, bienes útiles.

El hombre contemporáneo es más utilitarista de lo que cree, se ha formado


un ideal de perfección lleno de productos que sacian sus necesidades. Basta ver
la publicidad para darse cuenta que el prototipo de hombre feliz es el que obtiene
mayor placer por tener el automóvil último modelo; el mayor poder económico; las
mejores prendas de vestir; los mejores eventos en su televisor; su teléfono para
comunicarse en cualquier momento “por seguridad”; la oportunidad de vacacionar
por crucero o darle la vuelta al mundo, y un etcétera casi infinito. Es sorprendente
que habiendo tantos verbos, acciones que el hombre puede realizar, parece que
el verbo tener es hoy el único verbo capaz de perfeccionarlo y hacerlo feliz.

Precisamente el utilitarismo es ver la realidad de modo que sólo es bueno


lo que se puede tener. El bien se reduce a algo exterior, un objeto que se puede
tocar, a los bienes materiales. A las personas que actúan así se les suele llamar
materialistas, hedonistas, consumistas, etcétera. Pero en cada una de estas
calificaciones hay un cierto utilitarismo. Las sociedades regidas por un sistema
económico capitalista han tenido una influencia ideológica muy fuerte por parte de

175 Cfr. GER, voz utilitarismo Editorial Rialp Tommo XXIII

180
654611336.doc
Capítulo I

pensadores como John Stuart Mill, Adam Smith, etcétera, de ahí que esas
sociedades estén impregnadas en muchas de sus costumbres por el utilitarismo.

Lo clave del planteamiento está en que esta máxima en la vida del hombre
no lo hace verdaderamente feliz, es un fin falso, en primer lugar porque siendo
realistas es imposible desaparecer el dolor de la vida del hombre y por otro lado,
el placer no colma sus aspiraciones, tanto es así, que si no tiene una medida y un
orden, produce hastío. Lo grave de la cultura utilitarista es la deshumanización
que provoca idealizar la eficiencia, cualidad de la que se habla cuando se
considera lo útil para, lo válido en orden a, es decir, cuando no situamos en el
contexto de la conexión o relación entre medios y fines. De ahí la complejidad de
toda afirmación de eficiencia, y particularmente de toda afirmación de eficiencia
que vaya más allá del nivel técnico en sentido estricto o restringido, es decir, que
no se limite a señalar la capacidad de un determinado medio para producir un
determinado fin, sino que connote, de una forma u otra, un juicio de aprobación. 176

Esta noción de eficiencia se ha constituido en el “ideal” de perfección para


el hombre actual. Parece que su valía se reduce a su capacidad de ser “útil en
orden a” o “útil para”. Si es “productivo” vale, si no, se convierte en un estorbo.
Por ello se ha deshumanizado la actividad laboral del hombre, minimizando su
capacidad de trabajo a su utilidad para. Se suele definir la eficiencia como aquella
cualidad gracias a la cual un sujeto, instrumento, sistema u organización realiza
cumplidamente la función o tarea que de él se espera y a la que está destinado.
La eficiencia presupone, pues, un objetivo que aspira a alcanzar, si bien no dice
relación directa a ese objetivo considerado en sí mismo: se refiere, en efecto, no
tanto a los fines que se propugnan, cuanto a las acciones o procedimientos a
través de los cuales esos fines se alcanzan o realizan . 177

Por tanto, el problema no es que haya bienes útiles sino que se reduzca el
valor del hombre a su capacidad de ser útil. Así se entiende por qué la sociedad
contemporánea considera a los ancianos, a los niños con deficiencias mentales o
físicas como un estorbo. Parecería a primera vista que el utilitarismo es un
pensamiento inofensivo, pero en realidad ha traído desórdenes, injusticias, y una
tremenda deshumanización En palabras de Juan Pablo II. “El someter al hombre
a un esfuerzo productivo, casi únicamente orientado al mero bienestar y al lucro,
cerrándose a las perspectivas del orden humano y espiritual, va contra su
dignidad.

En lo económico esta visión se refleja en que “en la época moderna se


pasa de una economía con mercado a una economía de mercado: de una
economía de la que el mercado es uno más entre diversos componentes, a una
economía que gira hasta tal punto en torno al mercado que se define
precisamente por relación a él”. Esto tiene como consecuencia que para la
178

economía no hay otra ley que las leyes del mercado, que en definitiva marcan lo
176 ILLANES José Luis. El mercado: ética y eficiencia. Editorial EUNSA, España, pp. 36 pf.
177 Idem.
178 Op. Cit ILLANES, José Luis. pp. 36

181
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Capítulo I

que es mejor hacer o no hacer. Aquí el utilitarismo descubre sus deficiencias


morales. Por ello el empresario tiene que cuestionarse las relaciones entre ética y
eficiencia.

10.2 El bien ético y el bien útil

Esta es la diferencia que el empresario requiere encontrar para orientar sus


decisiones. Muchas veces se encuentra entre la ética y la eficiencia, como entre
la espada y la pared, por ello importa que entienda el alcance de la ética en su
vida y la de su empresa. El lenguaje ético-moral posee un sentido y un alcance
muy distintos a los de la mera eficiencia. Hace referencia, en efecto, no a lo
simplemente útil, a lo que vale en relación a algo distinto de sí, sino, por el
contrario, a lo que se nos representa sin más por sí mismo como bueno,
como intrínsecamente valioso y, por tanto, digno de ser alcanzado por la riqueza
que posee y comunica.

El bien ético no es un “bien para”, sino un bien sin más. El amor, la justicia,
la amistad por citar algunos valen por sí mismos, no en relación a una
realidad distinta o a los efectos o beneficios colaterales que puedan traer consigo.
En consecuencia, han de ser apreciados y buscados como tales: considerarlos
meros medios para un fin, instrumentalizarlos, es negarlos: “quien busca una
amistad con vistas a algo distinto de la amistad misma y del bien del amigo, en
realidad no busca la amistad, sino que finge buscarla, y hace imposible que
surja. 179

Este utilitarismo se ha infiltrado en el mundo del trabajo, en las relaciones


sociales e incluso en la vida familiar. Experimentamos frecuentemente el
utilitarismo laboral en el ideal de “eficacia” que se ha planteado el hombre de hoy.
Lo importante no serán los trabajadores que se están perfeccionando como
personas en ese trabajo, sino la producción, y serán calificados por un criterio:
“funcionan o no funcionan”.

Es cierto que la empresa necesita gente que trabaje bien, pues si no logra
su fin económico desaparece, pero no puede pasar sobre lo ético para alcanzar lo
útil, pues el bien ético es superior. Volvamos a la concepción de la empresa como
un grupo humano, pues si se concibe exclusivamente como un lugar donde se
logran beneficios económicos (utilitarismo), no habrá leyes superiores que las que
marque el “tener más”.

La distinción entre lo útil y lo bueno en sí, entre lo eficiente por relación a


una meta y lo que vale por sí mismo, está presente en la historia desde los inicios
del pensamiento y del lenguaje humano. En la historia, secular, no han faltado
negaciones, intentos de reducir lo bueno a lo útil y, por tanto, de reducir la ética a
179 Idem

182
654611336.doc
Capítulo I

la utilidad y a la eficiencia. Sólo que esos intentos son inevitables fallos, ya que la
utilidad no puede ser definida en abstracto, toda utilidad es, repitámoslo, utilidad
para y termina remitiéndose por tanto a lo que unos u otros sujetos anhelan, pero
renunciando a la vez a todo posible juicio o valoración. El utilitarismo desemboca,
inevitablemente, en el subjetivismo y, consiguientemente, en un individualismo y
egoísmo radicales, más aún, en un nihilismo. 180

10.2.1. ¿Son compatibles ética y eficiencia?

La pregunta de si son compatibles ética y eficiencia está constantemente


en la mente de los empresarios, ¿es compatible vivir moralmente y lograr un
negocio prospero? La respuesta no es fácil, pero hemos visto que la eficiencia, la
“productividad”, es un bien que la empresa debe alcanzar, pero no el único que
debe buscar. La ética ve la acciones humanas no sólo en cuanto al resultado
exterior que se obtuvo con ellas, sino cuanto al valor que encarnan y, en
consecuencia, a lo que presuponen en el sujeto del que emanan y a lo que
ponen en él. Ahí radica precisamente la diferencia entre la dimensión de
moralidad y la de producción que implican nuestras acciones; no se trata tanto de
actos distintos, cuanto de aspectos que cabe discernir en nuestro obrar. La
fabricación o producción remite a lo fabricado o producido, a esas realidades que
quien trabaja o fabrica produce fuera de sí, en el mundo que le rodea.

La ética no se queda en la mera exterioridad, llega a la perfección que


alcanza la persona al realizar cada actividad. Implica, pues, eficacia, pero
referida, primaria y formalmente, al sujeto de la acción y no al mundo en que
sujeto y acción se insertan; por ejemplo: una acción buena que resulta ineficiente
sin culpa del sujeto, ya que no alcanza a producir los frutos históricos a los que
aspiraba por razones independientes de su voluntad, puede ser una acción
éticamente valiosa, y, en consecuencia, perfectiva del sujeto que la ha realizado.

Considerar la bondad o maldad de las acciones por el resultado o


producto, lleva a desvirtuar la ética en simple eficacia, a olvidar las
circunstancias personales, lo más valioso de la persona humana. Como dijimos,
en la sociedad contemporánea se ha puesto como norma de moralidad lo que
comúnmente se llama “calidad total”, que en el fondo es instrumentalizar a la
persona, considerarla una mera máquina productora de resultados perfectos, sin
importar la perfección humana. Lo único importante para nuestra sociedad de
consumo es la “calidad del producto”.

Un pensamiento que ha influido mucho en esta reducción de todos los


bienes al bien útil surgió con Adam Smith, padre del capitalismo. Explica la
economía basándose en la visión utilitarista de las tendencias humanas, en el

180CF : Idem

183
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Capítulo I

deseo desmedido del hombre de tener más. Su formulación más fuerte se


encuentra en la “Teoría de los sentimientos morales”, donde afirma que describe
la vanidad, la lujuria y rapacidad de algunos ricos terratenientes, diciendo que
esos vicios les llevan a distribuir parte de sus riquezas a fin de satisfacer así sus
crecientes y desmedidas necesidades, de manera que el rico, "pese a su natural
egoísmo y rapacidad, pese a que no quiere otra cosa más que su propio
provecho, involuntariamente divide con el pobre el producto de todos sus
artificios"; "está concluye manejado por una "mano invisible" para hacer casi
la misma distribución de los bienes de la vida que hubiera sido hecha por una
persona equitativa". 181

Al fundamentar Adam Smith la actividad económica en presupuestos


morales, creó todo un modo de concebir la vida. Tal vez muchos hombres que
viven y actúan en un sistema capitalista no piensen que los sentimientos de
avaricia, lujuria, etcétera, sean el fundamento del capitalismo, pero a fuerza de
vivir de una manera, se termina pensando como se actúa. Basta analizar unos
comerciales incluso del producto más inofensivo; tanto publicista como productor
explotan los instintos más bajos para que el mercado funcione; y esto en el fondo
es lo mismo que planteaba Adam Smith: dejar que los vicios del hombre afloren y
se desarrollen para que “libremente” el mercado avance.

Todo contrato es un asunto humano conducido por el hombre y orientado a


servir al hombre. Sólo así los mecanismos de mercado, establecidos y revisados
periódicamente y diversificados, estarán en condiciones de mantener su papel
benéfico: porque estarán dirigidos por la responsabilidad de individuos y pueblos
que son libres, iguales, unidos por solidaridad, de acuerdo a principios de normas
morales vinculantes para todos. Juan Pablo II..

Es fácil percibir que Adam Smith no conoció con verdad la naturaleza del
hombre. Los presupuestos teóricos de su pensamiento son:

1. La visión del mundo, que viene del deísmo como un universo


ciertamente creado por Dios, pero que, una vez puesto en la existencia,
procede según leyes perennes, inexorables que lo mantienen en el ser y lo
dotan de una absoluta fijeza y armonía sin que pueda darse en su interior
novedad o salto alguno. Con esto no sólo niega la ética, sino la libertad.

2. A Smith se le escapa la auténtica realidad del comportamiento ético


como fruto de la percepción, por parte del hombre, de un ideal respecto al
cual reconoce que debe orientar la totalidad de la existencia. Esto explica
que, al ocuparse de la ética, habla precisamente de sentimientos morales,
es decir, actitudes subjetivas que acompañan a la acción, pero no la
causan; en consecuencia, piensa que la economía funciona sean cuales
sean los sentimientos de los que la constituyen.

181 Idem

184
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Capítulo I

La acción eficiente puede estar desligada de la acción ética, porque el


saber técnico tiene consistencia específica; en consecuencia una voluntad,
éticamente desviada, puede no sólo proponerse fines, sino arbitrar medios que
conduzcan eficazmente a su consecución. La eficiencia, fruto del conocer técnico
se puede dar en el contexto de una conducta inmoral. Pero distinción no equivale
a separación o inexistencia de influencias mutuas. Cada una posee su propia
fisonomía y método, pero no son universos mentales extraños entre sí, la
inteligencia es una y el hombre es uno, entre los diversos saberes y dimensiones
de la existencia humana, hay influencias y conexiones. Por esta razón una actitud
ética desenfocada no puede menos que influir en el conjunto de la existencia y,
por tanto también en la esfera del vivir social y económico.

Desde otro punto de vista, así como la ciencia ha logrado maravillas en la


medicina con el material atómico, también ha destruido poblaciones enteras con
este material. Así como puede curar a un feto aún en el seno materno, puede
destruirlo a los segundos de haber obtenido la vida. Así como produce alimentos
de máxima calidad, desecha la sobreproducción mientras otros mueren de
hambre, y no porque no pueda transportarlos sino porque “pierde más dinero”. En
aras de la eficiencia se ha llegado a grandes contradicciones porque la eficiencia
carece de eticidad. Se puede comprobar que ese origen egoísta del que hablaba
Adam Smith, que supuestamente regiría al mundo en armonía, se ha convertido,
no en una mano invisible, sino en una manifiesta indiferencia del hombre para con
sus semejantes. Esto es obvio, porque el mal no puede engendrar bien.

Algunos podrán objetar que a veces la ética no sólo no mejora la


competitividad, sino que la dificulta. Si no hay posibilidad efectiva de denuncia o
de competir lealmente, parece claro que ser ético, en casos así, es una
desventaja competitiva, al menos a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo, ya no
está tan claro. Mantener la ética empresarial, en general es condición necesaria
aunque no suficiente para la eficiencia a largo plazo; no significa que haya
que considerarla como un instrumento para obtener beneficios. Sería desvirtuarla
y la ética es un absoluto. En esto se diferencia precisamente de la eficacia,
mientras que la eficacia es un valor relativo algo es eficaz en la medida que
sirva para otros, la ética es algo valioso por sí mismo.

Por tanto, el bien al que se refiere la ética, el que es por sí mismo y no un


bien para, está en nuestras propias acciones, en las decisiones éticas de cada
persona. Esto debe distinguir el hombre de hoy, darse cuenta que el bienestar
material no es el único bien necesario, y considerarlo. “No olvidéis nunca que lo
realmente peligroso son las tentaciones que pueden acechar vuestra conciencia y
actividad: la sed insaciable de lucro, la ganancia fácil e inmoral, el despilfarro; la
tentación del poder y del placer; las ambiciones desmedidas; el egoísmo
desenfrenado; la falta de honestidad en los negocios y las injusticias hacia
vuestros obreros, ante la tentación egoísta tendente a considerar la economía

185
654611336.doc
Capítulo I

como norma por sí misma, o de justificar determinadas decisiones inmorales por


motivos económicos”. 182

10.3 La responsabilidad del empresario

“Formar directivos. Formar formadores. En el fondo, es lo mismo. El


directivo conduce hombres para la acción, para cambiar la realidad. Hace hacer.
Manda, dirige. Forma. De ahí su responsabilidad: debe obtener resultados, pero
no él, sino en todo ese equipo humano que es la empresa. Un equipo que quizás
él no ha formado, pero que sí debe reformar. Por eso formar directivos es formar
personas conscientes de su responsabilidad como formadores, porque son ellos
los que están creando las condiciones en que sus subordinados se desarrollarán,
como profesionales y como personas”. 183

La responsabilidad del empresario le viene dada por la importancia de la


actividad que realiza para las personas que conforman la empresa y para la
sociedad entera; ese protagonismo lo coloca en el lugar donde se toman las
decisiones que cambiarán el rumbo de la sociedad y del mundo entero. Las
decisiones empresariales tienen un efecto multiplicador y especiales
repercusiones en todo el tejido social y económico, de su actividad depende una
parte importante de la vida económica y consiguientemente, el bienestar de
muchas familias Los empresarios intuyen necesidades humanas, asumen riesgos,
organizan el trabajo, promocionan y ofrecen productos y servicios a la sociedad,
generando y distribuyendo riqueza. De especial importancia resulta la actividad
empresarial en el mantenimiento y creación de puestos de trabajo y en la creación
de condiciones de vida que faciliten el desarrollo humano de las personas dentro
de la empresa, ya que la empresa no sólo acrecienta la riqueza material y es la
gran promotora del desarrollo socio-económico, sino que también es causa de
progreso personal que permite condiciones de vida más humanas, siendo una de
las fuentes principales de la distribución de la riqueza.

La empresa no es una “institución”, “organización” neutra y, por tanto,


independiente. Está inserta en esa sociedad que incide, a su vez, sobre ella. De la
capacidad empresarial para dar respuesta a los problemas de esa sociedad,
dependerán también sus posibilidades en cuanto a niveles de satisfacción, calidad
de vida y estabilidad social. Pero esta incidencia de la empresa sobre la sociedad
no se limita solamente a las prestaciones que la empresa hace o puede hacer,
sino que la propia estructura empresarial, su estructura de poder y su evolución,
implicarán una fuerte incidencia en la estructura social. Nadie puede negar a la

182
183 ARGANDOÑA, Antonio . Editorial,. Revista del IESE. No. 51 3er trimestre 1993 p. 1

186
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Capítulo I

empresa, además de la dimensión socio-técnica y económica, una seria influencia


en el modelo de sociedad en la que vive y se desarrolla. 184

Milton Friedman sostiene que la empresa “tiene una y sólo una


responsabilidad social: utilizar sus recursos y participar en actividades pensadas
para incrementar sus beneficios siempre que permanezca dentro de las reglas de
juego; o, lo que es lo mismo, participar en competencia abierta y libre sin engaño
o fraude”. Esta visión reduce la proyección de la empresa a su dimensión
mercantil. En el fondo es una visión economicista donde la empresa no adquiere
una carta de ciudadanía, pero en realidad la empresa es parte importante de la
sociedad, se hace realidad la afirmación de Koslowski: “Las decisiones éticas
tienen efectos secundarios económicos; las decisiones económicas, a su vez,
efectos éticos”. 185

Cuando hablamos de trascendencia queremos recalcar la importancia de la


acción directiva en las personas que constituyen la sociedad, en quienes trabajan
en las empresas y en general en la vida del mundo. Al comienzo del libro
hablamos sobre el protagonismo de los empresarios, dejando claro que su lugar
en la sociedad es de primordial importancia para el buen desarrollo de nuestras
sociedades.

En palabras de Juan Pablo II, “Vuestro cometido es de primer orden para la


sociedad: el grado de bienestar del que goza hoy la sociedad, sería imposible sin
la figura dinámica del empresario, cuya función consiste en organizar el trabajo
humano y los medios de producción para dar origen a los bienes y a los servicios
necesarios para la prosperidad y el progreso de la comunidad” Y ese progreso
debe atender a las verdaderas necesidades del hombre, a todas las dimensiones
de la vida humana materiales y espirituales. El empresario no puede volverse
cómplice de esa idea de progreso donde no hay límites, donde la ética no
encuentra cabida, porque ese progreso se ha olvidado de la dignidad humana.

Como hemos visto, la vida moral no se reduce a ciertas actuaciones


aisladas, sino a toda nuestra vida. Si los actos éticos nos alcanzan la perfección
es necesario que todas nuestras actividades estén ordenadas por un sentido
trascendente de la vida. Por eso mismo, el empresario al darse cuenta de la
trascendencia de su acción directiva no puede olvidar ninguna dimensión:

La primera responsabilidad es ser, él mismo, una persona ética. Por


ello, para llevar a cabo su tarea, los empresarios, primeramente, han de cuidar su
propia calidad moral. La pieza clave en la ética de la empresa es, sin duda, el
conjunto de hombres y mujeres que la dirigen. Es verdad que sus subordinados
son libres y pueden actuar éticamente o no, a pesar de sus esfuerzos. Pero, dada
su posición en la organización, el directivo contribuye positiva o negativamente al
ambiente moral de la empresa y a la calidad de las personas que colaboran en
ella. La competencia profesional del directivo es su primer deber moral. El
184CF.Op. Cit. MELENDO, Tomás. Las claves de la eficacia empresarial. pp. 58-59.
185 Cf. Idem.

187
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Capítulo I

segundo, es su misión de conducir hombres para la acción, para cambiar la


realidad, consiguiendo resultados. La combinación de estos dos deberes debe
ser armoniosa. Hemos visto suficientemente que la ética no tiene por qué ser
incompatible con la eficiencia. La ética viene exigida por el carácter humano de la
empresa y la eficiencia por el carácter productivo, uno y otro se complementan.

La razón fundamental para que la responsabilidad del empresario tenga tal


trascendencia es que dirige a personas y para personas. La acción directiva
incide en la vida de los seres sobre los que recaen -directa e indirectamente- sus
decisiones. También es importante porque en su mayoría, las personas que
trabajan en las empresas, tienen como fuente de supervivencia la remuneración
del trabajo que realizan.

El director de empresa no sólo es responsable de los bienes materiales que


genera la empresa, sino de las personas que ahí trabajan. Su responsabilidad
adquiere una dimensión humana y social. El protagonismo del empresario en el
mundo actual hace que su responsabilidad se vuelva mayor puesto que el radio
de influencia de sus decisiones puede influir en la supervivencia de miles,
millones de personas, e incluso de una nación entera. Por ello el empresario debe
ser consciente de la trascendencia de sus acciones.

El espíritu de servicio del empresario y del directivo se manifiesta, en


primer lugar, en una efectiva preocupación por las personas, especialmente
colaboradores y empleados, haciéndoles partícipes de los bienes de la empresa.
Una empresa cumplidora de sus finalidades sociales exige “un modelo de
empresario profundamente humano, consciente de sus deberes, honesto,
competente e imbuido de un hondo sentido social que lo haga capaz de rechazar
la inclinación hacia el egoísmo, para preferir más la riqueza del amor que el amor
a las riquezas”. 186

La prioridad del empleo es una razón profundamente moral, por cuanto el


trabajo es un bien de hombre. Ofrecer trabajo, es mover el resorte esencial de la
actividad humana en virtud del cual el trabajador se adueña de su destino, se
integra en la sociedad entera, e incluso recibe aquellas otras ayudas no como
limosna, sino, en cierta manera, como el fruto vivo y personal de su propio
esfuerzo. El hombre sin trabajo está herido en su dignidad humana. La solución al
problema del desempleo no incumbe sólo al Estado. También “los empresarios y
los trabajadores deben favorecer la superación de falta de puestos de trabajo:
manteniendo unos el ritmo de producción de sus empresas, y rindiendo otros con
la debida eficiencia en su trabajo, dispuestos a renunciar por solidaridad al “doble”
empleo y al recurso sistemático al trabajo “extraordinario”. Que reducen de hecho
las posibilidades de admisión para los desempleados . 187

Al directivo corresponde finalmente, hacer que la empresa sea ética: que lo


sean sus fines y medios, su organización, cultura, reglas y costumbres, sus
186 Idem.160
187Op. Cit. ? MELÉ, Doménec. Empresa y economía al servicio del hombre. pp. 25-73. IESE

188
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Capítulo I

prácticas... Esto quiere decir que todos esos aspectos de la vida de la empresa,
deben tender a una condición mínima y un desiderátum óptimo. El mínimo es que
los fines, medios, organización, cultura, etcétera, no hagan daño a las personas,
no les impidan alcanzar su fin. El óptimo es que les ayuden a mejorar como
personas, que favorezcan la consecución de sus fines. 188

El directivo empresarial enfrenta dificultades y tentaciones considerables en


no pocas ocasiones. Por una parte, las dificultades inherentes a la propia gestión
que, a veces, invitan a abandonar la tarea para dedicarse a una vida más
tranquila. “En los momentos de dificultad se pone a prueba vuestro espíritu
empresarial. Se precisan mayor esfuerzo y creatividad, más sacrificio y tenacidad,
para no cejar en la búsqueda de vías de superación de esas situaciones,
poniendo todos los medios legítimos a vuestro alcance, y movilizando todas la
instancias oportunas. En efecto, la supervivencia y el crecimiento de vuestros
negocios o inversiones interesa a la entera comunidad laboral que es la empresa,
y a toda la sociedad. Por eso, los tiempos de crisis suponen un desafío no sólo
económico, sino sobre todo ético, que todos han de afrontar, superando egoísmos
de personas, grupos o naciones . 189

“Los empresarios no se deberían olvidar de ellos mismos cuando se trata


de desarrollar todas las dimensiones de una vida verdaderamente humana. La ley
del beneficio y las exigencias de un empeño empresarial cada vez más
abrumador no pueden nunca sustituir al deber que tiene todo hombre o mujer de
estar abiertos a la familia, al prójimo, a la cultura, a la sociedad y sobre todo a
Dios. Esta múltiple disponibilidad a los valores superiores de la persona humana
ayudará ciertamente a dar al mismo trabajo empresarial su verdadero sentido y
su justa medida. (Juan Pablo II).

Sus responsabilidades como empresario no lo desligan de las que tiene


para con la familia, las amistades y consigo mismo. Más aún el cumplimiento de
esos otros deberes es también esencial para el cumplimiento cabal de su
responsabilidad como empresario. Es un ser humano como todos, que necesita
desarrollar todas las dimensiones de su vida, para poder llegar a su plenitud.

La desmedida dedicación al trabajo tiene importantes repercusiones en la


sociedad, porque se torna el sentido de la existencia provocando jornadas
excesivas que no ayudan a la vida familiar, a la salud psíquica ni al desarrollo
integral de la persona.

La ética afirmativa debe imponerse por sí misma. La responsabilidad social


ha de ser una intención primaria y no sólo requisito para obtener dividendos ,
porque la grandeza del servicio al bien común así lo pide. Sólo la conquista de
una actitud orientada a buscar el mayor bien el bien común, puede conferir a
las actividades empresariales todo el atractivo de aventura profundamente
humana que su misma condición pide. No hay otros medios. No basta siquiera la
188Op. Cit. ARGANODOÑA, Antonio. La ética en la empresa pp. 49-50.
189Ibidem .pag. 157

189
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Capítulo I

ética “de compromiso”, “de fronteras” entre el bien y el mal ni, en muchas
circunstancias, la estricta legalidad: “debemos insistir en que es necesario
reforzar, y si es preciso resucitar, los principios éticos como fuente importante en
los comportamientos empresariales, y que no pueden ser sustituidos, por mucho
que se intente, ni por la legislación ni tampoco por la presiones sociales. El
elemento ético juega un papel muy importante en las relaciones empresa-
sociedad”. 190

190 Cf. Op. Cit. MELENDO. (S. García Echevarría) Las claves de la eficacia empresarial. p. 64.

190
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Capítulo I

INDICE ALFABETICO

—A— dad por un Ser Superior, 46


lugar del hombre, 31
Acción humana, 84 Creador
Actividad Existencia de Dios, 30
como medio de perfeccionamiento, 49
Acto voluntario, 102
Actos del hombre, 85
—D—
actos gravementes culpables, 95 Deseo
Actos humanos, 85, 99 bien y, 67
elemento de la inteligencia, 103 Deseos
elementos, 102 placer, agresividad, 42
impedimentos en la inteligencia, 108 Dignidad de la persona, 127
impedimentos en la voluntad, 110 Dirigir, 170
los impedimentos, 108 Dogmatismo, 61
proceso, 100
Actos voluntarios
división, 106 —E—
Adam Smith Empresa
presupuestos teóricos, 179 buen hacer y utilidad, 172
Advertencia, 103 comunidad y sociedad, 137
división y principios, 104 cooperación al bien y al mal, 143
Alma cooperación al mal, 146
Inmortalidad, 37 Institución social, 139
Principio de vida, 36 Objetivos de la, 28
Unidad de cuerpo y, 37 perfeccionamiento humano, 130
Alma y muerte, 38 perfeccionamiento humano y, 123
Apetitos Servicio, 126
sensible e irascible, 42 trabajo medio de perfeccionamiento, 131
sensible y la voluntad, 41 valor de la persona, 124
Autodeterminación, 86 virtudes en la, 149
Autonomía humana, 89 y sociedad, 135
Empresario
—B— lugar y papel en el universo, 31
responsabilidad, 182
Bien y el orden natural, 31
ético y útil, 177 Empresarios
Bien común, 141 comportamiento ético de los, 151
Gobierno y, 23
—C— papel protagónico, 22
Etica
Ciencia, verdad y libertad, 78 eficacia y, 10
Conciencia
Concepto, 96
formación de la, 97
—É—
principios básicos de la, 97 Ética
principios para seguir, 116 apertura o cerrazón, 60
Conocer aplicación empresarial, 59
concepto, 39 Ciencia positiva, 57
Consumismo, 44 como ciencia, 56
Creación economía y, 14

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Capítulo I

el bien ético, 11 —K—


empresarios y, 26
en los negocios, 18 Kant
éxito y, 11 naturaleza humana, 69
fundamento objetivo de la, 72
importancia en la empresa, 15
Principios científicos, 55
—L—
realismo y, 61 Ley natural, 81
y eficiencia, 178 verdad y, 79
Libertad
—E— Definición, 86
Exaltación de la, 88
Etica y hombre, 45 fundamento, 47
Etico ley moral y, 88
necesidad de ser, 46 responsabilidad y, 52

—F— —M—
Facultades humanas, 39 Mal
Felicidad concepto, 95
búsqueda de la, 49 manifestaciones, 53
deseo de, 48 Mal el, 52
poder como fuente de, 44 Masividad y masificación, 138
su limitación, 51 Miedo, 109
principios fundamentales, 109
Moral
—H— bien común y, 74
Hegel certeza propia de la, 73
negación de la naturaleza humana, 69 objetividad de la ley, 74
Hombre objeto de la, 73
autoconservación, reproducción, 41 verdad y modernidad, 79
autodonación, 136 Moralidad
fin del, 50 circunstancias que afectan la, 117
libertad y felicidad. Véase vida sentido de fuentes de la, 117
llamado a ser feliz, 51 reglas generales, 118
Perfeccionamiento del, 46
ser inacabado, 49 —N—
ser social, 94
ser vivo, 34 Naturaleza humana
sociabilidad del, 135 definición, 47
su fin, 47 fin y libertad, 46
su mundo, 29 fundamento de la moral, 47
sus necesidades, 48 Necesidad trascendental, 94
Nutrición ,primer grado de vida, 34
—I—
—O—
Ignorancia, 108
Inmanencia, 33 Objetividad
Inteligencia, 36 del bien y del mal, 94
Inteligencia y voluntad realismo, 69
relaciones entre, 111 Operaciones humanas
querer y saber, 40
Simple aprehensión, juicio y raciocinio, 40
—J— Orden
Juicio moral, 116 dado por Dios, 30
Justicia Origen
clasificación, 161 historia, 30
conmutativa, 161 Orden, naturaleza, 30
definición y concepto, 160 Origen del Universo, 29
distributiva, 162
Legal, 161

192
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Capítulo I

—P— primacia del trabajo sobre el capital, 132

Pasiones, 110
moralidad, 112
—U—
Pasiones y afectos, 42 Utilitarismo, 172
comodidad, 43 caracteristicas generales, 173
Placer, 43
Persona, 32
Definición, 91 —V—
sentido de su existencia, 32 Vacío espiritual, 43
sujeto de la acción, 91 Veracidad
Placer la mentira, 164
como máximo de vida, 65 ocultación, 165
Pragmatismo Verdad
y utilitarismo, 67 definición, 94
Prudencia, 96 libertad y, 75
Verdad objetiva
—R— consecuencias, 77
Verdad Universal, 70
Racionalismo, 62 Vida
Razón definición, 33
como absoluto, 66 grados de, 34
Relativismo, 63 sensitiva, 34
sentido de la, 51
—S— sentido y fin, 46
Vida humana, 32
Solidaridad Vida y esperanza, 53
principio de, 168 Violencia, 110
Subjetivismo, 63 Virtud, 43, 80
Subsidiariedad concepto, 150
principio, 169 fortaleza, 156
importancia de la práctica de la, 150
justicia, 159
—T— lealtad, 165
Tipos de conocimiento prudencia, 153
Especulativo y practico, 40 solidariad y subsidiariedad, 167
Toma de decisiones templanza, 158
criterios morales, 121 veracidad, 162
cualidades de una deliberación, 156 Voluntad, 36, 92
decisión prudente, 154 ante los apetitos, 42
Trabajo elementos, 105
deber de trabajar, 132 principioc, 105
Derecho al, 132 sentimientos y, 92
fines, 132 Voluntario indirecto, 114
Principios, 114

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