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Donde compras:
¿Qué tipo de comprador eres? ¿Vas a comprar cuando se te agotan las existencias? ¿O
eres de los que compran todas las semanas? En la cadena de suministro, equivalen a
distintas técnicas de reposición. En algunos casos, esperamos a que el inventario llegue
a un nivel concreto, el punto de pedido, que nos indica que tenemos que hacer una
orden de reabastecimiento y comprar más. Otras veces, programamos los envíos de
manera regular, cada semana o cada mes. Esta es una política de reposición
periódica. Con los productos cotidianos de tu cadena de suministro, si son caros o si el
consumo es difícil de predecir y cambia con el tiempo, la mejor estrategia es la política
del punto de pedido, esperar a que casi se agoten y entonces hacer un pedido
nuevo. Con los productos que utilizamos diariamente y cuyo consumo es
regular, podemos ir todas las semanas a la tienda y asegurarnos de que entran en la
lista de las compras. Lo bueno de la orden de reabastecimiento periódica es que no
exige esfuerzo, cuando vas a comprar cada semana, ya sabes qué productos
necesitas. Sin embargo, con la política de punto de pedido, tienes que fijarte en los
niveles de inventario, para no quedarte sin existencias de repente.
……
Para decidir qué producto compramos, debemos considerar los atributos que valoramos. Si
compras ropa, tal vez valoras tener una prenda exclusiva o que te dure varios años. Al elegir un
auto, valoras la rapidez o que sea funcional. Y en cuanto a la comida, puede que prefieras la
ecológica y que se produzca de manera sostenible. Piensa siempre en la versión más básica y
sencilla del producto que cumple tus necesidades. ¿Cuánto costaría comprarla? Entonces,
analiza otros productos con una función similar, pero que cuenten con otros atributos.
Compara los precios y determina el precio extra que pagarías por cada funcionalidad. Así será
más sencillo entender lo que pagas por la calidad del producto que buscas y cuál es la mejor
opción para ti y para tu cadena de suministro personal.
Al comprar un producto, deberíamos valorar qué va a pasar con él cuando dejemos de usarlo.
Algunos productos se pueden reparar, y esa posibilidad hace que sean más valiosos y que
estemos dispuestos a pagar más por ellos, porque entonces podremos utilizarlos durante más
tiempo. Otros productos se pueden reciclar. Eso quiere decir que tendrán menos impacto en el
medio ambiente, así que adquirir un artículo que se pueda reciclar fácilmente aporta
beneficios sociales y ambientales. Por último, tenemos los productos de los que hay que
deshacerse cuando ya no se necesitan. En algunos casos, estos productos contienen materiales
peligrosos, como las baterías, por ejemplo. Al comprar un artículo, deberías pensar en qué
pasará con él una vez no lo necesites, porque quizá te cueste dinero extra o te suponga alguna
dificultad en la cadena de suministro. Al decidir tus compras, piensa siempre en qué pasará con
el producto cuando acabes de aprovecharlo.
En general, las cadenas de suministro cumplen la función de indicarnos dónde está lo que
necesitamos cuando lo necesitamos. Sin embargo, a veces se alteran, por ejemplo, cuando se
produce un cambio en la demanda o hay una interrupción en los suministros. Entonces
necesitas aplicar algunas estrategias. Por supuesto, una forma de lidiar con una interrupción en
los suministros es contar con suficiente inventario de seguridad, pero vamos a ver otras
técnicas que funcionan mejor y cuestan menos dinero. La primera consiste en tener
proveedores alternativos. Si puedes adquirir algo en distintos lugares, es menos probable que
tengas problemas cuando uno de los proveedores falle. Otra técnica es compartir o transferir
las existencias. Piensa en el vecino que te pide una taza de azúcar. Lo que estarías haciendo es
transferirle de tu inventario. La tercera opción es acelerar el transporte. Quizá si pagas un poco
más puedes obtener el producto en el mismo día o al siguiente. Cuarto, valora la conservación.
¿De verdad necesitas utilizar todo lo que utilizas? Quizá puedes reducir el gasto y extender las
existencias para que duren más. La última opción que puedes considerar es la sustitución.
¿Existen otros productos o maneras de hacer lo que haces que eliminarían la necesidad de ese
producto particular? En general, las cadenas de suministro funcionan muy bien, pero saber que
cuentas con otras formas de lidiar con los cambios te da la opción de que la cadena de
suministro ofrezca siempre lo que necesitas.
Puede que no lo sepas, pero también tú gestionas una cadena de suministro: estableces
políticas de reposición de existencias, tomas decisiones de compra y gestionas riesgos. Todos
los días decides sobre tu cadena de suministro. Espero que este curso te haya dado algunos
trucos útiles para decidir mejor y aumentar la productividad. Si quieres aprender más sobre el
tema, consulta los cursos que tenemos en la biblioteca y mi libro Supply Chain Management
for Dummies. Las empresas conocen los principios básicos de la gestión de la cadena de
suministro y así optimizan las decisiones y las relaciones para aportarte el valor que esperas.
Cuando aplicas la gestión de la cadena de producción a tu vida cotidiana, puedes reducir la
huella que dejas en el planeta y garantizar que obtienes los productos que valoras sin pagar
más de lo que deberías pagar.
La versión más básica de una cadena de suministro incluye tres entidades. Una empresa
productora, que suele situarse en el centro de la cadena. Una empresa proveedora (aguas
arriba) y un cliente (aguas abajo). Aunque en capítulos posteriores entraremos en más detalle,
podemos hacer una breve definición de estas tres entidades. La empresa proveedora es la que
pone a disposición de la empresa productora todos aquellos materiales o servicios que
necesitan para realizar su labor y alcanzar su objetivo, o sea, fabricar su producto o servicio. En
el ejemplo que teníamos anteriormente, podría ser la empresa que le suministra las semillas
que se plantarán en la viña para obtener las uvas. La empresa productora o transformadora es
el eslabón central y es la que realiza la transformación de las materias primas que adquiere al
proveedor y le vende al cliente. En nuestro ejemplo, el productor convierte la materia prima en
el producto final, los racimos de uvas. El cliente puede ser lo que conocemos como consumidor
final u otra empresa que podrá o bien seguir transformando el producto u ofrecérselo a sus
clientes directamente. En nuestro ejemplo teníamos ambos, el cliente final que compra las
uvas para consumo propio en casa y el supermercado que compra las uvas para ofrecérselas a
sus clientes en sus diferentes puntos de venta, pero también tendríamos las empresas que
convierten las uvas en vino o similares. Si entráramos en el detalle y viéramos la cadena de
suministro de cada una de esas empresas, veríamos que todas tienen una cadena muy
parecida a la mostrada. El productor de uvas necesita una empresa que le suministre el abono,
las semillas, las herramientas y todo lo necesario para realizar su proceso de producción. Al
mismo tiempo, esa empresa proveedora que ofrece esos productos ha tenido que
comprárselos a otras empresas. Podríamos hacer el mismo razonamiento aguas abajo. Si
colocáramos el supermercado en el centro de la cadena, la empresa productora sería su
proveedor y sus clientes serían las personas que hacen la compra en sus establecimientos. Por
último, remarcar que las cadenas de suministro no suelen ser tan sencillas como las mostradas
en este ejemplo, con tres eslabones y una única entidad en cada nivel. Hay dos características
importantes como son la longitud y la amplitud, que podemos encontrar como «length and
breadth» en inglés. La longitud es el número de niveles o «tiers» que el material tiene que
recorrer desde el origen de la materia prima hasta que el producto llega al cliente final. La
amplitud es el número de caminos o rutas paralelas que los materiales pueden realizar o el
número de organizaciones en cada nivel. Una cadena de suministro normal tiene varios clientes
y varios proveedores, que a su vez tienen varios clientes y varios proveedores. Debido a estas
estructuras en forma de red, han surgido nuevas entidades que facilitan la labor de distribución
del productor. Puede ser uno o varios eslabones. Se suelen situar entre el productor y el
cliente. Se conoce como distribuidor o mayorista y es el encargado de la logística del producto,
que lo traslada desde los almacenes del productor a los almacenes de la empresa cliente, a la
que también se le conoce como minorista, detallista o «retailer», dependiendo del país. Esta
última es la que vende el producto al consumidor final. Lo veremos en detalle en los siguientes
capítulos.
¿Qué tres entidades incluye la versión más básica de una cadena de suministro?
Una empresa productora, una empresa proveedora y un cliente.
¿Cuál suele ser siempre el último de los pasos dentro de la cadena de suministro?
Los servicios postventa se refieren a garantías, recambios en caso de ser
productos que puedan repararse, etc.
¿Qué es primordial para que la gestión de la cadena de suministro sea eficiente?
La comunicación fluida y constante entre los diferentes agentes que la
componen.
Diferentes flujos en la cadena de suministro: información, materiales y financiero
Una vez que conocemos lo que es una cadena de suministro y las entidades que la componen,
es importante entender cuáles son los flujos básicos que ocurren entre ellas a tener en cuenta
en la gestión de la cadena de suministro. El primero de ellos es el flujo de materiales. Los
materiales fluyen desde las empresas proveedoras hacia el consumidor final, pasando por las
diferentes empresas que componen la cadena, la empresa productora o transformadora, la
distribuidora, los mayoristas y minoristas. Siempre se inicia con el suministro de materias
primas, componentes para el envasado, servicios y todo lo necesario para las tareas de
producción que transforman esos materiales en producto terminado. Ese producto terminado
fluye hacia el consumidor final a través de la red de distribución física hasta alcanzar al
minorista, donde el cliente final quiere el producto. Tan pronto como esto ocurre se puede dar
por concluido este flujo. El segundo flujo es el de la información. Antes de cualquier
movimiento de material entre dos compañías se han tenido que generar documentos e
intercambios de información entre ellas para que se atiendan por un lado las órdenes de
compra y, por otro, las facturas y los movimientos de inventario correspondientes. El evento
que activa toda la cadena es la recepción de una orden de compra desde el cliente hacia el
proveedor. Es importante recordar lo que comentábamos con anterioridad, cada empresa es
cliente de su eslabón (aguas arriba) y proveedora de su eslabón (aguas abajo). Dentro de este
flujo de información no solo encontramos las transformaciones de compra y venta, también
está incluida toda la información relativa a pronósticos, análisis de demanda, trazabilidad,
servicio al cliente, etc. El círculo se cierra con el último flujo, el financiero. Una vez que el
cliente ha recibido el producto y ha comprobado que es correcto, se procede al pago de la
factura correspondiente. Hay un cuarto flujo que podría incluirse dentro del flujo de
materiales, es el flujo inverso de producto terminado. Este ocurre cuando el cliente no está
satisfecho con el producto y exige una devolución o reparación del producto haciendo uso de la
garantía. No siempre lo verás como un flujo independiente, pues puede suceder si el producto
no presenta ningún problema. Pero es importante conocerlo, ya que el comercio electrónico ha
hecho que la logística inversa, que es como se conoce este cuarto flujo, esté cada vez más
presente en las compañías. Todos estos flujos se mueven bajo una premisa: entregar el
producto adecuado en el lugar correcto en el momento preciso al precio acordado.
Para entender mejor la cadena de suministro, quiero enseñarte dos ejemplos concretos muy
diferentes. El primero de ellos es la cadena de suministro de teléfonos móviles. Como hemos
hecho anteriormente, colocamos nuestra empresa en el centro del diagrama. Aguas arriba
tendríamos a los proveedores de materiales, componentes y servicios que proporcionan la
pantalla, la placa electrónica, la cámara o el sistema operativo. Por encima de esos
proveedores se encuentran los de segundo nivel o «tier» dos. Si cogemos un «tier» dos, por
ejemplo, la empresa fabricante de la cámara tendrá a su vez empresas que suministran la lente,
el cristal, el objetivo, la placa, el conector y demás, es decir, suministran materiales y
componentes para que la empresa que fabrica la lente pueda vendérsela al fabricante de
móviles. Si nos fijamos aguas abajo, tenemos inicialmente los distribuidores que compran
grandes volúmenes de producto terminado para obtener descuentos y reducir sus operaciones,
ya que se dedican principalmente al transporte y almacenaje. Estos distribuidores venden a los
minoristas detallistas o «retailers». Corresponden con un «tier» dos de distribución y son los
que venden el producto al consumidor final. El segundo ejemplo es la cadena de suministro de
la arena para la construcción. En este caso, la arena tiene una cadena de suministro mucho
más corta. No son necesarios proveedores, pues el proceso principal que hay que realizar es la
extracción y empaquetado de la arena para su distribución a los diferentes «retailers» o
directamente a clientes. La arena es un producto de bajo valor, que se puede encontrar a
granel y que prácticamente no necesita procesado para poder venderse, por lo que su cadena
de suministro es corta y sencilla, con los proveedores lo más cerca posible de los clientes
finales. Sin embargo, un teléfono móvil es pequeño, es caro, tiene que montarse en fábricas
especializadas, tiene diferentes configuraciones y distintos componentes y esto hace que su
cadena de suministro sea mucho más larga y más compleja, con más entidades implicadas. Los
factores que influyen en la definición de la cadena de suministro más conveniente para el
producto final son: la complejidad del producto, el número de componentes, la tecnología que
necesita, el valor que tiene, el tamaño, si se comercializa a granel o por unidades, si el producto
es perecedero, la disponibilidad y la rentabilidad. Además de los factores relacionados con el
producto, hay tres relacionados con la estrategia que la compañía quiere seguir en cuanto a la
gestión de la cadena de suministro, que son: el control que la compañía quiere ejercer en esa
cadena de suministro, la calidad del servicio que se quiere dar, los costes que están dispuestos
a asumir. Si la compañía quiere cubrir toda la cadena de suministro, desde la materia prima
hasta el cliente final, tendrá un control total sobre la misma, pero será a costa de no dar un alto
nivel de servicio o de incurrir en altos costes. Si se ensancha la cadena de suministro y tenemos
más de un proveedor y más de un distribuidor, facilitará que demos un mejor servicio al
cliente, pues se reducirán los riesgos por depender de un único proveedor y al mismo tiempo
podremos llegar a más clientes aprovechando la capilaridad de los distribuidores. Sin embargo,
a costa de reducir el control, habrá muchos más agentes involucrados, además de un
incremento de coste, ya que no tendremos un único proveedor con el que negociar. Asimismo,
aumentarán los costes de gestión y recibiremos más entregas más pequeñas, así como más
envíos a distribuidores más pequeños, con lo que aumentarán los costes de transporte. Si, por
el contrario, hacemos que esa cadena sea larga y estrecha, se reducirá el coste al aprovechar
todo el conocimiento de los intermediarios y aprovechar economías de escala, pero seremos
una parte pequeña de ella y perderemos el control. Además, no aseguramos que se mejore el
nivel de servicio. Si la hacemos larga y amplia, perderemos gran parte del control, como con la
anterior, pero mejoraremos el servicio, pues la red tiene más capilaridad y podemos llegar a
más clientes de una forma más rápida. Ahora que ya conocemos algunos ejemplos, piensa
cómo es la cadena de suministro de tu compañía. ¿Crees que tendría sentido que cambiara
algo?
No debemos pensar que una vez que hemos desarrollado nuestra estrategia en la cadena de
suministro la escribiremos en piedra y nos ceñimos a ella hasta el final de los días. La estrategia
en la cadena de suministro debe ser dinámica, flexible y adaptable para dar respuesta de forma
ágil a la demanda cambiante de los consumidores y a un entorno repleto de imprevistos
regionales e internacionales. Es fundamental que nuestra estrategia esté alineada con nuestros
proveedores, así como con nuestros clientes. Esto nos permitirá alcanzar mejores resultados. El
objetivo fundamental ha de ser que la operativa de la compañía no se detenga y que garantice
la continuidad en la producción y distribución del producto para que llegue a los consumidores
finales, asegurando su satisfacción y dándole a la compañía una ventaja competitiva. Cuando
hablamos de estrategia de cadena de suministro, debemos pensar en metodologías y técnicas
que nos ayuden a optimizar la producción de nuestros productos. Obviamente, debemos
adaptar nuestra estrategia en función del tipo de compañía que seamos (fabricante,
distribuidora, minorista) o del departamento donde estemos aplicando estas estrategias. Si
pensamos en procesos de fabricación, podríamos fijar presupuestos que nos ayuden a
controlar el gasto y reducir aquellos servicios contratados o productos que no aportan valor al
producto final siguiendo una metodología Lean, ser previsores y gestionar precios y lotes para
reducir costes de producción sin comprometer el nivel de servicio ni la calidad del producto e
incorporar tecnología de última generación para mejorar la planificación y aprovechar la
potencia de los datos para optimizar nuestra cadena de suministro. Si nos centramos en la
parte de distribución y logística, sería importante, por un lado, diseñar una red de distribución
flexible que permita alinear el transporte con las necesidades y nos permita, por ejemplo,
modificar las rutas para hacerlas lo más eficiente posible de manera rápida y sencilla. Y, por
otro lado, monitorizar las rutas de transporte y ajustar datos (por ejemplo, el consumo de
combustible) para que sean lo más parecido a la realidad y así poder hacer pronósticos más
reales. Si nos focalizamos en procesos de almacén y venta, podríamos tener el inventario
actualizado en tiempo real para conocer qué, cuánto, dónde y cuál es el estado de los
materiales que tenemos en el almacén, tanto de materias primas y componentes como de
productos terminados, y monitorizar el flujo de caja. En la medida de lo posible, siempre
debemos ingresar más de lo que gastamos o la supervivencia de la compañía se verá
comprometida. Estos son algunos ejemplos de diferentes estrategias que se pueden aplicar,
pero no son las únicas. Se podría comenzar a trabajar con una metodología de gestión por
procesos para eliminar los silos departamentales y de esa manera mejorar la comunicación y la
transparencia dentro de la compañía.
Para cerrar este capítulo dedicado a la gestión de la cadena de suministro, vamos a definir los
cinco objetivos principales que toda empresa debería seguir. El primero de ellos es la
coordinación. Es fundamental alcanzar un entendimiento entre las diferentes entidades
involucradas para que trabajen de forma coordinada y así aumentar el rendimiento de toda la
cadena y la trazabilidad de los productos que por ella circulan. El siguiente es ofrecer productos
de alta calidad y con una propuesta de valor diferencial que haga que los clientes elijan nuestro
producto frente a los de la competencia. Con este objetivo en mente, es fundamental escuchar
la opinión de los clientes y abordar cualquier problema que se presente, buscando una
solución que beneficie a todos. El tercero es buscar la estabilidad y la sostenibilidad a largo
plazo mediante la planificación desde el proceso de abastecimiento hasta el servicio posventa.
Esto nos permitirá hacer mejores predicciones de ventas, que a su vez se traducirá en mejor
nivel de servicio y satisfacción a los clientes. El cuarto es estar conectado con el mercado y así
tener una mayor visibilidad de la cadena de suministro que nos permita evaluar y gestionar
riesgos venideros o aprovechar posibles oportunidades. Para ello, debemos ser ágiles y
proactivos y tomar decisiones rápidas, siempre de manera objetiva y, a poder ser, basada en
datos. Por último, mejorar el flujo de caja, reducir los gastos generales y maximizar los
beneficios, pero sin comprometer la calidad y el servicio al cliente. Si lo conseguimos, supondrá
un aumento de competitividad.
Tener el inventario actualizado en tiempo real.De esta manera, conocerás qué, cuánto, dónde y
cuál es el estado de los materiales que tienes en el almacén tanto de materias primas y
componentes como de productos terminados.
Antes de que se establezca una relación comercial entre nuestra empresa y la empresa
suministradora, hay que elegirla. En ese proceso siempre nos debemos hacer una serie de
preguntas. ¿Qué estamos buscando en nuestro proveedor? ¿Buscamos el precio más bajo o
buscamos que ofrezca la mejor calidad del mercado? Si elegimos la primera opción, ¿seremos
capaces de hacer que nuestros clientes estén contentos con nuestro producto utilizando los
componentes más baratos? Si, por el contrario, elegimos la segunda, ¿seremos capaces de
tener un negocio rentable? ¿Seremos capaces de que nuestros clientes paguen más porque el
producto está hecho con los mejores componentes? Si la respuesta fuera obvia, muy
probablemente los departamentos de compras serían más pequeños y menos importantes de
lo que son actualmente. No hay una respuesta única a todas esas preguntas que planteamos,
dependerá de la estrategia de la compañía, del precio de nuestros productos, de la
competencia, de la calidad que queramos ofrecer y debamos exigir, del precio que estamos
dispuestos a pagar por esa calidad, entre otros muchos factores. Por eso es importante tener
en cuenta, además de los tipos de proveedores que posee nuestro negocio, conocer los
aspectos fundamentales para elegir a un buen proveedor. Aquí te cito unos cuantos aspectos.
La lista es bastante amplia, pero estos son algunos de los más importantes. La calidad.
Debemos elegir aquellos proveedores que garanticen todos aquellos insumos que necesitemos
con el nivel de calidad que exigimos. Esa calidad no tiene por qué ser la máxima del mercado,
pero sí tiene que cumplir nuestros mínimos necesarios para la fabricación de nuestro producto.
A la larga, impactará positivamente en las cualidades de tu producto o servicio final. El precio.
Este factor es determinante cuando hablamos de una pequeña o mediana empresa, que
necesita ajustar sus costes para conseguir un crecimiento sano y orgánico. Hay dos cosas muy
importantes cuando hablamos de precios con un proveedor, saber negociarlos y conseguir
facilidades de pago, sobre todo cuando las compras son por grandes cantidades. La ubicación.
La ubicación de tu proveedor marcará inevitablemente el tiempo de entrega de la mercancía y,
por tanto, los costes de envío, por lo que es un elemento importante que se debe considerar a
la hora de hacer la selección. Por último, la fiabilidad. De nada vale que elijamos una empresa
con la mejor calidad o con el mejor precio o más cercana si no entrega las cantidades en
tiempo, lugar y forma acordados con la calidad exigida. Estos son los cuatro factores más
importantes a la hora de elegir un proveedor, pero no son los únicos. Te invito a que reflexiones
sobre qué otros factores podrían ser interesantes a la hora de elegir una empresa proveedora.
Hemos hablado mucho de las relaciones aguas arriba en la cadena de suministro, es decir, con
los proveedores. Pero donde hay una empresa proveedora que vende su producto o servicio
tiene que haber una empresa cliente que lo compre. Tan importante es cuidar las relaciones
con nuestros proveedores como cuidar las relaciones con los clientes. Gracias a la tecnología, el
papel del cliente dentro de la cadena de suministro ha cambiado sustancialmente.
Antiguamente, si queríamos entender cómo de satisfecho estaba el cliente con nuestro
producto, teníamos que preguntarle de manera personal. Bien a través de agentes comerciales,
llamadas telefónicas, correo postal, pero era difícil recopilar opiniones. Hoy, a golpe de clic,
podemos tener una opinión de los clientes sobre el producto que les vendemos. Si lo volverían
a comprar, qué ha fallado, qué les ha gustado, etc. Eso ha hecho que los clientes comiencen a
influir de forma directa y significativa en la creación de los productos y al mismo tiempo se les
ha dado poder y se han vuelto más exigentes con los tiempos de entrega, la calidad del
producto y el precio, porque puede cambiar de proveedor de forma mucho más sencilla. Por
ese motivo, la gestión de la relación con los clientes cobra aun más importancia. La gestión de
la relación con los clientes se trata de una gestión integral que incluye los departamentos de
ventas, marketing y atención al cliente, que representan todos los puntos de contacto que
tenemos con ellos. Esta gestión es cada vez más compleja y por eso surgen herramientas que
nos permiten de manera automatizada y centralizada tener control sobre todo el proceso para
administrar y analizar las interacciones con los clientes. Estas herramientas son las llamadas
CRM, por sus siglas en inglés «customer relationship management». Estos software almacenan
información que nosotros consideramos importante como teléfono, email, nombre de clientes
actuales y potenciales e identifica todas sus actividades y puntos de contacto con la empresa.
Desde visitas de los clientes a los puntos de venta, llamadas telefónicas, correos electrónicos,
descargas de documentos en la web si implica cesión de datos, etc. Utilizar un software de
gestión de clientes tiene muchos beneficios, ya que permite mejorar la atención al cliente,
encontrar nuevos con perfiles similares a nuestros clientes actuales, fidelizarlos realizando
diferentes acciones en función de sus datos de venta, mejorar la comunicación entre
departamentos de forma interna, pues todo el equipo tiene acceso a la información de los
clientes, e incrementar las ventas haciendo que sean más rápidas y más baratas, además de
facilitar la venta cruzada. Como puedes ver, el uso de un CRM facilita mucho el trabajo de los
departamentos comerciales y permite aumentar la satisfacción de los clientes dándoles un
mejor servicio.
En qué consiste el servicio de atención al cliente
Dentro de los departamentos que tienen contacto con los consumidores está el de atención al
cliente. El Servicio de atención al cliente es un departamento que se encarga de dar asistencia y
asesoramiento a las personas que compran productos o utilizan servicios de nuestro porfolio y
todos los procesos que lo conforman. Normalmente, lo que marca la diferencia entre un buen y
un mal servicio de atención al cliente es el lado humano, el trato que el equipo da al cliente.
Históricamente, había sido responsabilidad del departamento de marketing o de ventas, pero
con el cambio de paradigma de las nuevas tecnologías se ha demostrado que los compradores
valoran cada vez más que ese servicio incluya todo el apartado logístico. Cuando hablamos del
servicio de atención al cliente, solemos asociarlo con que ha habido un problema de calidad en
el producto y el equipo ha de dar solución al problema. Obviamente, este servicio cae dentro
de sus responsabilidades, pero falta la otra mitad. El equipo de atención al cliente también
ayuda a un consumidor que está buscando una solución y encuentra nuestro producto o la
solución a una duda que tenía a través de todo el conocimiento compartido en el blog de
nuestra página web, por ejemplo. En este momento de apoyo al cliente con un problema es
cuando más se valora este servicio. El cliente espera una respuesta rápida y una solución, pero
no olvidemos el resto. Aunque no todos los equipos de atención al cliente son iguales, hay tres
cosas fundamentales que todos deberían tener, ya que el fin último de todas las compañías es
aportar valor a los clientes, sea cual sea la empresa y la industria. La primera es mostrar
empatía con los clientes, tanto los actuales como los nuevos. Comunicándose con ellos por su
canal preferido, intentando que sea en tiempo real y 24 horas al día, escuchando de forma
activa las opiniones que nos permitan mejorar el producto y entendiendo que puede ser que el
cliente esté enfadado y debemos ponernos en su lugar. No tolerar faltas de respeto, pero sí
entender su situación. La segunda es tener acceso a herramientas que les ayuden a resolver los
problemas, como los CRM de los que hablábamos en el vídeo sobre gestión de clientes. La
tercera es demostrar que todo el equipo está comprometido con el servicio y que el objetivo
de toda la compañía es que la experiencia del cliente sea la mejor posible. Un buen servicio de
atención al cliente nos permitirá, sin lugar a dudas, incrementar las ventas, captar clientes de
forma más económica y aumentar su lealtad hacia la marca. Te invito a que investigues uno de
los mejores casos de atención al cliente que yo conozco. La empresa se llama Zappos y, por
dejarte un detalle, el departamento de atención al cliente tiene carta blanca para ayudar a los
clientes. Si ellos no tienen un modelo de zapatos que buscan, les ayudan a buscarlos en sus
competidores hasta que lo encuentren. ¿Conoces algún otro caso de servicio de atención al
cliente como este?
Gestión de devoluciones
Pensemos en el proceso de compra de una prenda de vestir. El cliente entra en la página web
de la empresa, elige el modelo que le gusta y decide pedirla en la talla que considera
basándose en otras prendas similares de la misma marca o en patrones de medidas online que
la tienda pone a su disposición. Pasados unos días, la prenda llega a su casa, se la prueba y
resulta que no le gusta cómo le queda y procede a su devolución. Un proceso sencillo que le
cuesta cada año a las empresas entre un 2 y un 4 % de su facturación. Esta opción comienza a
ser la preferida por los clientes, ya que les permite probarse la prenda en casa y devolverla, y
en la gran mayoría de los casos, sin coste adicional. Y los minoristas no han perfeccionado de
momento estos procesos. La gestión de las devoluciones es el proceso mediante el cual un
vendedor acepta el retorno de sus productos por parte de los clientes. Para que esto sea
posible, las empresas minoristas y vendedoras deben configurar toda una serie de
herramientas y políticas que les permitan la aceptación, reembolso, gestión de «stock» y
entrega de mercancías. La gestión de las devoluciones es una parte de la logística inversa que
veremos más adelante. Por ello podemos marcar algunos aspectos clave para la devolución de
los productos. El primero de ellos es tener políticas transparentes y bien documentadas a las
que poder acudir en caso de que haya algún problema y que, por supuesto, estén siempre
accesibles para el cliente. El segundo punto es la optimización de rutas. Ya sean gestionadas
internamente o por un tercero, es importante que las rutas de devoluciones estén igual de
optimizadas que las de entrega. Si además somos capaces de unir unas y otras, hará del
proceso algo mucho menos costoso, lo que nos permitirá aumentar nuestra rentabilidad. E,
idealmente, que esas rutas no las gestione un único operador logístico en el caso de que sea
subcontratado. Con esta gestión no termina el trabajo que la empresa ha de hacer con ese
producto que se ha devuelto, pero eso cae dentro de las funciones de la logística inversa, que
veremos en vídeos posteriores.
Gestión de devoluciones
Pensemos en el proceso de compra de una prenda de vestir. El cliente entra en la página web
de la empresa, elige el modelo que le gusta y decide pedirla en la talla que considera
basándose en otras prendas similares de la misma marca o en patrones de medidas online que
la tienda pone a su disposición. Pasados unos días, la prenda llega a su casa, se la prueba y
resulta que no le gusta cómo le queda y procede a su devolución. Un proceso sencillo que le
cuesta cada año a las empresas entre un 2 y un 4 % de su facturación. Esta opción comienza a
ser la preferida por los clientes, ya que les permite probarse la prenda en casa y devolverla, y
en la gran mayoría de los casos, sin coste adicional. Y los minoristas no han perfeccionado de
momento estos procesos. La gestión de las devoluciones es el proceso mediante el cual un
vendedor acepta el retorno de sus productos por parte de los clientes. Para que esto sea
posible, las empresas minoristas y vendedoras deben configurar toda una serie de
herramientas y políticas que les permitan la aceptación, reembolso, gestión de «stock» y
entrega de mercancías. La gestión de las devoluciones es una parte de la logística inversa que
veremos más adelante. Por ello podemos marcar algunos aspectos clave para la devolución de
los productos. El primero de ellos es tener políticas transparentes y bien documentadas a las
que poder acudir en caso de que haya algún problema y que, por supuesto, estén siempre
accesibles para el cliente. El segundo punto es la optimización de rutas. Ya sean gestionadas
internamente o por un tercero, es importante que las rutas de devoluciones estén igual de
optimizadas que las de entrega. Si además somos capaces de unir unas y otras, hará del
proceso algo mucho menos costoso, lo que nos permitirá aumentar nuestra rentabilidad. E,
idealmente, que esas rutas no las gestione un único operador logístico en el caso de que sea
subcontratado. Con esta gestión no termina el trabajo que la empresa ha de hacer con ese
producto que se ha devuelto, pero eso cae dentro de las funciones de la logística inversa, que
veremos en vídeos posteriores.
Qué es el efecto látigo
Vamos a hablar del efecto látigo. También conocido como efecto Forrester, ya que apareció por
primera vez en el libro 'Dinámica industrial' de Jay Forrester escrito en 1961, donde se pudo
determinar que las decisiones estratégicas relacionadas con el abastecimiento pueden tener un
efecto directo en la cadena de suministro. Es un fenómeno de imprecisión en la estimación de
la demanda, que provoca un aumento en la variabilidad de los pedidos a medida que estos se
propagan aguas arriba en la cadena de suministro. Provoca un desajuste grave entre la
demanda real que tiene un producto por parte del cliente final y la demanda que las diferentes
entidades involucradas en su cadena de suministro perciben, ya que cada entidad involucrada
en la cadena busca optimizar sus propios procesos sin considerar al resto. Imagina que
tenemos un látigo en la mano que queremos utilizar para alcanzar un objeto que tenemos a
cierta distancia. Para alcanzarlo, generamos ondas hasta que lo logremos. Aunque el
movimiento en nuestra mano no sea muy grande, puedes visualizar como el otro extremo del
látigo se mueve más rápido y lo hace con muchísima más amplitud. Haciendo un símil con la
cadena de suministro, nuestra mano representa la demanda que genera esas ondas de forma
independiente y el látigo muestra de forma figurada la cadena de suministro. La empresa
minorista, que es la que recibe y cubre la demanda de los clientes finales, notará los cambios
en la demanda y actuará en base a ello y a medida que nos vayamos alejando ese incremento
se amplificará. Pongamos un ejemplo sencillo. Vivimos en un pueblo donde hay 10 tiendas y
viene una excursión a pasar unas semanas, lo que provoca un aumento en el consumo de
leche. Normalmente, tienen 20 cartones semanales cada uno, es decir, 200 unidades en total a
la semana. Los dueños de las tiendas saben de esa excursión y han multiplicado por cinco la
demanda, lo que hace un total de 1000 cartones de leche semanales. El distribuidor recibe esa
demanda y, al ver un aumento en la demanda de sus clientes, incrementa la orden que hace al
mayorista a 1500 unidades a la semana, ya que no quiere romper «stock» y no sabe que ese
incremento es algo puntual mientras duren las excursiones. El mayorista sigue la misma
mecánica y decide pedir al productor 2500 unidades semanales. El productor acaba envasando
cantidades de producto muy superiores a las necesidades reales de la cadena, generando
«stock» adicional en todos sus eslabones. Como comentábamos en sesiones anteriores, en el
mundo real un productor sirve a varios mayoristas que sirven a varios distribuidores, lo que
hace que el efecto se amplifique de forma exponencial. Hay cuatro motivos fundamentales que
generan ese efecto látigo. Variaciones propias de la demanda, como las que acabamos de
comentar con el ejemplo. Juego del racionamiento. En épocas de escasez, los departamentos
de compras hacen pedidos mayores de lo que necesitan. Saben que las empresas proveedoras
tienen poco «stock» y conocen las políticas de entrega y de nivel de servicio que tienen en el
contrato. Os pongo un ejemplo muy sencillo pero que ilustra muy bien el caso. Necesitamos 85
unidades de una materia prima A que suministra la compañía Z, con la que tenemos un nivel
de servicio de 85 %. Si pudiéramos pedir unidades sueltas, idealmente deberíamos pedir 85,
pues es nuestra necesidad. Pero, como sabemos que el proveedor tiene escasez de ese
producto, le pedimos 100 para que si cumple con el nivel de servicio acordado con nosotros
nos entregue 85, que son las que necesitamos. El tercero, el tamaño del lote. Solo en entorno
«just in time» se pueden pedir unidades sueltas. Normalmente, estamos sujetos a múltiplos de
una cantidad fija. Por ejemplo, 100, 200, 300. Y eso provoca que los pedidos vayan creciendo a
medida que la cadena avanza. Por último, la variación de precios. Un ejemplo sencillo se da con
los descuentos por volumen, nos llevamos más producto del que necesitamos. Como ves, el
efecto látigo no tiene una fácil solución, pues depende de varios factores, pero conocerlos y
tomar medidas específicas como las que veremos más adelante en el curso nos puede permitir
no estar tan expuestos al mismo. Antes de pasar al siguiente vídeo, ¿sabes cómo tu compañía
intenta paliar el efecto látigo?
Estrategias de mitigación del efecto látigo
Quiero adelantarte que la única manera de que el efecto látigo desapareciera completamente
sería que todas las entidades que están relacionadas en la cadena de suministro de un bien
trabajaran al unísono en el proceso de planificación de ventas y que, desde el minorista hasta
la empresa proveedora de las materias primas, tuvieran visibilidad sobre las ventas al cliente
final. La realidad es que eso no es fácil. Necesitaría tener la información sobre la venta de todos
los minoristas que vendieran el producto y cada uno almacena la información a un nivel de
agregación tanto temporal como de producto. ¿Significa esto que no se puede hacer nada para
reducir la exposición al efecto látigo? No. Hay ciertas estrategias que pueden ayudarnos a
mitigar esa exposición. Vamos a revisar cinco maneras de reducir y controlar el efecto látigo.
Primero, optimizar el inventario. Para ello es fundamental hacer un seguimiento de los niveles
de «stock», las órdenes y la demanda. Podemos utilizar software específicos o desarrollar una
herramienta sencilla en una hoja de cálculo. Lo más importante es que si en algún momento
tenemos una duda sobre el «stock» que tenemos de un producto podamos acudir a esa
herramienta a confirmarlo. Además, esta herramienta nos debería ayudar a ajustar las ordenes
a los proveedores. Segundo, reducir o aligerar nuestra cadena de suministro. Si recuerdas, las
cadenas tenían dos características, longitud y amplitud. La longitud era el número de eslabones
necesarios para transformar las materias primas en producto terminado y llevarlo hasta el
cliente final. Reduciendo una, otra o ambas, podría facilitarse la comunicación entre equipos y
de esta forma reduciría la variabilidad que va aumentando en cada eslabón de la cadena de
suministro. Tercero, reducir todo tipo de rebajas, descuentos, «rappel», promociones. De esa
manera, mantenemos el precio lo más estable posible, incluso cuando haya fluctuaciones en el
mercado. Mantener el precio estable ayuda a que la demanda de nuestros clientes también sea
estable, es decir, que no tenga picos bruscos, evitando así los «outlier» y el temido efecto
látigo. Cuarto, mantener lotes pequeños y lo más estables posible. Este va muy en línea con el
anterior. Si se ofrecen descuentos por volumen, puede hacer que los clientes construyan
niveles de inventario innecesarios, lo que provocará picos en la demanda y, por tanto,
amplificará el efecto. Debemos animar a las empresas cliente a comprar lo que necesiten y
darles la confianza de que no se encontrarán un descuento la semana siguiente que no han
podido aprovechar. Igual que queremos que nuestros clientes se comporten así, debemos
educar a nuestros proveedores para que nos traten de esa misma forma. No hay que olvidar
que el más perjudicado por el efecto látigo es la empresa en la cadena que está más alejada del
consumidor final. Quinto, dar visibilidad a las empresas aguas arriba de lo que nuestro cliente
está ordenando. El objetivo es que el proveedor no solo vea las órdenes que nosotros
hacemos, sino que tenga acceso a lo que nosotros vamos a cubrir con esas órdenes. De esa
manera pueden ayudarnos a gestionar nuestra necesidad y al mismo tiempo ajustar mejor su
proceso de fabricación para no generar «stock» innecesario. Si en tu compañía lo tenéis
identificado, te invito a que profundices más leyendo alguno de los materiales que he dejado
sobre este tema. ¿Habéis implementado algunas de estas estrategias? ¿Crees que podrían
aplicarse en vuestra empresa y cadena de suministro?
Cómo afecta la globalización a la cadena de suministro
El término 'globalización' es un proceso político, económico, tecnológico, social y cultural que
ha generado una interdependencia entre los diferentes países del mundo, uniendo economías
locales para crear una economía de mercado global. La globalización permite que compremos
un dispositivo en Estados Unidos o en China y nos llegue a la puerta de casa sin necesidad de
viajar. La globalización es uno de los factores que ha impulsado el «e-commerce» como hoy lo
conocemos. Desde el punto de vista de la cadena de suministro, podríamos decir que la
globalización ha permitido que haya libre movimiento de materiales, servicios y personas a lo
largo y ancho del mundo. Eso abre a las empresas una dimensión internacional, y, al igual que
nosotros podemos comprar productos fuera de nuestras fronteras, puede pasar a la inversa,
que gente de fuera de nuestras fronteras venga a comprarnos. Para las empresas
manufactureras ha supuesto un vuelco en su manera de gestionar la compañía y, en particular,
la cadena de suministro. Nuevos mercados implican mayor volumen de clientes y mayor
beneficio potencial, pero también supone que tenemos más competencia y más riesgo. Como
todo en el mundo de los negocios, tiene pros y contras. Comencemos por la parte negativa. El
tener que servir a clientes en diferentes mercados puede hacer que la cadena de suministro se
vuelva mucho más compleja. Como decíamos antes, la globalización nos permite, por ejemplo,
comprar a proveedores en otra parte del mundo a precios más bajos o deslocalizar fábricas
para que el coste sea menor. Pero eso nos pone a merced de que el orden global no se altere y
en los últimos años ha quedado demostrado que es un equilibrio muy fino. Esto supone un
aumento en el riesgo al que estamos expuestos. Hay más competidores. Si tú puedes vender
en el país vecino, las empresas del país vecino vendrán a vender aquí. Y no solo a por los
clientes, sino también a por los proveedores y sus materias primas. Es necesario ser más
eficientes que antes. También es más difícil mantener el control de toda la cadena cuando la
directora de la fábrica se encuentra a 6000 kilómetros y tiene un huso horario diferente al
nuestro y tenemos que coordinarnos para que sus operaciones y las nuestras estén alineadas.
Más mercados, más legislación. A priori puede parecer poco importante, pero hay mercados en
los que puede no ser interesante entrar por las barreras políticas o económicas que nos
encontremos. Pero hay también beneficios. Ya hemos comentado algunos, pero, por
describirlos mejor, es posible llegar a nuevos mercados y nuevos clientes, ya que la manera de
comunicarse y de vender es mucho más sencilla ahora gracias a internet. Además, estos
mercados pueden tener gustos o necesidades diferentes que podemos cubrir, lo que nos
permitiría ampliar nuestra oferta de bienes y servicios. Esa comunicación mucho más fácil abre
también nuevas fuentes de suministro. Como decíamos antes, podemos aprovechar la
capacidad de producción de una fábrica en otro país que nos permita ahorrar costes o llegar
antes al cliente final. En definitiva, podemos ahorrar dinero reduciendo costes y aumentando
los beneficios. Está claro que la globalización puede tener ciertas desventajas para la cadena de
suministro, pero el efecto positivo que tiene es mucho mayor. Lo único es que hay que intentar
tener un plan de contingencia que nos permita actuar en caso de que ocurra algo imprevisto.
Es necesario ser sostenible
Los recursos naturales son un bien muy preciado del que el ser humano se aprovecha, y
mucho, olvidando que estos no son ilimitados. La «Global Footprint Network» es una
organización de investigación internacional que ofrece herramientas para que los tomadores
de decisión operen dentro de los límites de la tierra. Esta organización calcula anualmente lo
que se llama el Día de la sobrecapacidad. Es la fecha en la que la demanda de recursos y
servicios ecológicos de la humanidad en ese año supera lo que la Tierra puede regenerar en el
mismo periodo. Podría decirse que entramos en déficit ecológico y, como era de esperar, esa
fecha cada año se adelanta más. Por darte algún dato impactante, en 1970 esa fecha era el 29
de diciembre y ahora en 2022 es el 28 de julio, es decir, que en 2022 pasamos cinco meses
consumiendo más recursos de los que deberíamos. En este curso hablamos de la
sostenibilidad, porque dentro de las compañías la parte más problemática es precisamente la
cadena de suministro. Una cadena de suministro sostenible es aquella que busca minimizar los
impactos ambientales y sociales adversos, preocupándose por el consumo de agua y energía,
las personas de su organización y sus condiciones laborales, la contaminación y la conservación
de la biodiversidad y el uso de la tierra. ¿Cómo puedes hacer tu cadena de suministro más
sostenible? La realidad es que un equipo que mejora la gestión de su cadena de suministro
está, en cierta manera, haciéndola más sostenible. Intentando reducir costes sin reducir la
calidad y el servicio a través de la optimización de los niveles de inventario. Mejorando los
procesos productivos para que se reduzca el número de ítems defectuosos y el desperdicio.
Intentando distribuir los bienes de la manera más eficiente posible. Y así sucesivamente. Eso
contribuye a la sostenibilidad porque intentamos consumir menos recursos, pero ¿podemos
hacer más? Por supuesto que sí. Podríamos reducir el empaquetado de los productos o utilizar
paquetes con materiales reciclados o sostenibles, reciclar materiales, reutilizar cajas y palés,
utilizar energías renovables en vez de combustibles fósiles, aprovechar los desperdicios.
¿Recuerdas que en el primer capítulo hablábamos sobre la cadena de suministro de la uva? El
proceso productivo del vino, por ejemplo, arroja enormes cantidades de residuos naturales. La
piel, las pepitas o el escobajo, que es la rama que sostienen los granos. Se calcula que por cada
dos botellas de vino se genera una tercera de residuos. Antes, esos materiales eran eso,
desperdicios. Hoy, se utilizan para fabricar cosas tan diferentes como productos de belleza,
pues la pepita de la uva tiene muchísimos antioxidantes. Harina 100 % libre de gluten, perfecta
para repostería. Infusiones y tés con la piel. Envases biodegradables, como se comenta en un
estudio realizado en la Universidad del Estado de Oregón. Como ves, hay muchas formas de
hacer que nuestra cadena de suministro sea más sostenible. Obviamente, nuestro planeta y las
personas que en ella habitan te lo agradeceremos. Si ese no es un motivo de peso, piensa que
los países están cada vez más concienciados y aplican políticas cada vez más restrictivas que
complican la supervivencia de las compañías que no adopten la sostenibilidad como uno de sus
pilares. Así que si los líderes de tu compañía no entienden la sostenibilidad como una pata en
la que apoyarla, empieza tú desde la cadena de suministro y comparte con el resto los
beneficios. Gracias por cuidar del planeta.
Cómo gestionar los imprevistos
Imagina que estás desayunando, coges tu móvil y escuchas que un barco del tamaño del
Empire State Building ha encallado en el Canal de Suez y ha bloqueado el paso hasta nuevo
aviso. Los contenedores que traían una de las materias primas que necesitas para la fabricación
de tu producto de los próximos cuatro meses se han quedado en un barco al otro lado y no
puede seguir su ruta y tú eres el encargado de toda la logística de la compañía. Por suerte, para
la gente que trabaja en cadena de suministro, este tipo de imprevistos, como lo ocurrido en
2021 con el Ever Given, desastres naturales como terremotos o huracanes o una pandemia
como el covid-19, aunque reales, no son tan frecuentes. Pero hay imprevistos de muchos tipos
y las compañías deben responder de forma inmediata para resolver los problemas que puedan
generar. Dentro de las posibilidades de cada compañía, es fundamental que se haga una
evaluación de riesgos y la exposición a los mismos, midiendo la magnitud que pueden tener y
cómo pueden afectar al suministro. Si trabajamos en una empresa minorista que vende
producto nacional, estaremos menos expuestos a una eventual crisis del transporte marítimo,
pues no nos abastecemos por ese canal. Diferente sería que haya una huelga de transportistas
en nuestro país. Por eso es importante desarrollar planes de contingencia que indiquen qué
hacer en cada caso para poder resolverlo de la manera más eficiente y en el menor tiempo
posible. No existe un único plan de contingencia para todas las empresas, cada una tiene sus
peculiaridades que hacen necesario que se trabaje de forma individualizada, pero sí hay ciertas
recomendaciones que nos permitirán elaborar ese plan. Lo primero es mapear la cadena de
suministro de principio a fin, desde la materia prima inicial hasta la venta al cliente final.
Conocer de dónde vienen, sus rutas de transporte, qué medidas de contingencia tienen las
empresas que nos la suministran, así como nuestras empresas de distribución, sus rutas y
cómo las planifican. Todo esto nos ayudará a evaluar esos riesgos de los que hablábamos antes.
El segundo punto es estar siempre informado de los acontecimientos que nos rodean. Nos
ayuda a anticipar potenciales imprevistos. Por eso es importante leer noticias, blogs
especializados, redes sociales. Lo siguiente es hacer una optimización adecuada del «stock»
que disponemos, sobre todo de aquellos que consideremos críticos. Por último, si es posible,
desarrollar el plan de contingencia tanto con nuestros proveedores directos como con los
operadores logísticos en el caso de que trabajemos con ellos y, con esto, un conjunto de
estrategias y acciones a realizar durante la activación del plan. Adicionalmente, podríamos
tener líneas de abastecimiento y de distribución alternativas por si nuestros colaboradores no
tuvieran forma de darnos servicio. Ahora piensa en tu compañía. ¿Disponéis de un plan de
contingencia? ¿Frente a qué tipos de imprevistos? ¿Crees que si mañana surgiera algo, ese plan
funcionaría?
Cómo conectar las actividades de la compañía
Como dijimos en los primeros vídeos del curso, la cadena de suministro es una sucesión de
procesos que realizan los diferentes departamentos involucrados de las diferentes compañías
que lo conforman. Si eliminas el resto de entidades con las que nos relacionamos en toda la
cadena y hacemos zoom en las actividades que se realizan dentro de nuestra compañía, nos
daremos cuenta de que, siendo procesos diferentes, el comportamiento es muy similar.
Departamentos que realizan actividades, para lo que reciben «inputs» del departamento
proveedor y desprenden «outputs» que le llegan al departamento cliente. Estas actividades se
han tratado tradicionalmente de forma separada. Las organizaciones tienen departamentos de
compras, de transporte, de gestión de inventarios, de fabricación. Esto puede provocar varios
problemas. Al final, cada departamento tendrá unos KPI que cumplir y no tienen por qué estar
alineados. Pensemos en los diferentes departamentos de cualquier compañía. El departamento
de compras seguramente busque aquellos proveedores que ofrezcan los mayores descuentos,
aunque eso suponga comprar más materia prima de la que se necesita, mientras que en el
almacén querrán reducir el «stock» de materia prima y aumentar su rotación. Eso al
departamento de fabricación no le gusta porque puede aumentar las roturas y, por tanto,
alterar el curso normal de fabricación y reducir su efectividad. En realidad, todas estas
actividades dentro de la cadena están muy relacionadas y cualquier decisión que se tome
afectará al resto. Una compañía fragmentada, es decir, que trabaja por silos, hace más difícil la
coordinación del flujo de información a lo largo de los diferentes sistemas. Cuando una
compañía deja de trabajar de forma departamental y comienza a hacerlo por procesos, es
decir, de principio a fin, puede fijar objetivos comunes, reducir esfuerzos, mejorar la
comunicación, aumentar la eficiencia, dar mejor respuesta a los cambios, reducir la
incertidumbre y la variabilidad y mejorar el proceso de planificación, entre otras muchas
ventajas. La mejor manera de conseguir esto es la tecnología. Utilizando sistemas de control
como una herramienta, como un ERP, por sus siglas en inglés, «enterprise resource planning»,
que traducido al español significa planificación de recursos empresariales, ayudan a las
empresas a gestionar de forma eficiente todos los procesos que ocurren en una compañía de
forma integrada. Permiten a las empresas tener un único lugar donde volcar toda la
información y donde todos los miembros involucrados tengan acceso de manera instantánea y
remota a la información que necesiten, cuando y donde la necesiten. Hoy en día hay pocas
empresas que no trabajen con sistemas de este tipo. Seguro que estás familiarizado con el de
tu empresa porque lo usas a diario, pero ¿crees que se utiliza de la forma más eficiente posible
para que todos los departamentos trabajen de forma coordinada? ¿Qué crees que podríais
hacer para mejorar esa colaboración?
Integraciones fuera de los límites de la compañía a lo largo de la cadena de suministro
Los mismos argumentos que hemos dado para la integración de los procesos correspondientes
dentro de cada organización, podríamos aplicarlo entre las entidades relacionadas en la
cadena. Si cada departamento busca cumplir sus propios objetivos aunque no estén
completamente alineados con los objetivos de la compañía, imagina cómo se comportarán dos
compañías con objetivos diferentes. Está claro que la integración entre entidades es difícil y
evoluciona a lo largo del tiempo. Puedes imaginar cómo dos compañías comienzan cooperando
para intentar reducir los costes de transporte coordinando sus flujos de materiales y, a medida
que va pasando el tiempo, van integrando también los flujos de información, el control de los
materiales y acaban diseñando y construyendo un «framework» de trabajo conjunto. El
objetivo que debe mover la integración entre entidades es tener claro que todas tienen un
objetivo común que debería ser satisfacer al cliente final. Si lo pensamos, todos queremos
vender más productos al cliente final, lo que se traduciría en mayores beneficios que podrían
ser compartidos por todas las entidades. Cuando no hay integración, ocurren problemas como
el efecto látigo del que hablamos hace unas lecciones. En líneas generales, podemos decir que
la integración entre entidades tiene los siguientes beneficios. Permite compartir información
de los eventos importantes que vayan a ocurrir y reducir la incertidumbre, los errores y los
retrasos. Mejora la coordinación en cuanto a movimiento de materiales, haciéndolos más
ágiles y más fiables. Reduce costes, ya que permite reducir «stocks», reducir envíos, eliminar
esfuerzos que normalmente están duplicados. Incrementa el nivel de servicio con menores
tiempos de entrega. Facilita la personalización de los productos al haber contacto directo entre
cliente y vendedor, lo que facilita entender las necesidades específicas. Mejora la planificación
y aumenta la utilización de los recursos al poder trabajar a más largo plazo por tener visibilidad.
Hace la cadena más flexible, pues todas las entidades entienden con tiempo suficiente los
cambios que está sufriendo el mercado y pueden adaptarse a él. Podríamos seguir incluyendo
beneficios, pero parece bastante obvio que la integración entre compañías es un movimiento
estratégico bastante interesante.
Para cerrar el curso, me gustaría que juntos sacáramos algunas conclusiones sobre los
fundamentos de la cadena de suministro que hemos visto. Es obvio que ninguna empresa
puede vivir hoy en día sin hacer una buena gestión de la cadena de suministro, es el esqueleto
que la mantiene de pie y los músculos que la mueven. Ya sean empresas que fabrican contra
pedido o contra «stock», todas necesitan tener una buena relación con los proveedores, hacer
una buena gestión de las mercancías, tratar bien a los clientes y tratar de evitar o al menos
mitigar cualquier tipo de contratiempo que pueda aparecer. Te invito a que no te quedes aquí,
profundices y aprendas sobre este tema tan interesante como es la cadena de suministro. Hay
organizaciones y asociaciones completamente centradas en ella y en su gestión, como la
«Association for Supply Chain Management», certificadora de programas de reconocimiento
mundial. También te recomiendo algunos libros si estás empezando, como el de Michael Hugos
llamado 'Essentials of Supply Chain Management'. Es un libro que engloba prácticamente todo
lo necesario desde una perspectiva práctica y real aplicable en el día a día. Y uno más
específico llamado 'Manufacturing, Planning and Control for Supply Chain Management', de
Jacobs como autor principal. Es uno de los libros de referencia de muchas de las certificaciones
a nivel internacional. Contiene prácticas punteras que proporcionan ventajas en el entorno
actual, con ejemplos y casos reales. Como futuro experto en cadena de suministro que eres,
tienes que pensar en cómo puedes hacer mejor las cosas. Reduciendo los recursos y aplicando
todo lo que has aprendido en este curso, podrás dar pasos para mejorar la cadena de
suministro de tu compañía. Te invito a que no dejes de aprender sobre el tema en el resto de
cursos de cadena de suministro que tienes en LinkedIn Learning. Y si quieres conectarte
conmigo, estaré encantado en compartir información y conocimiento contigo.
¿Cómo se denomina al modelo de gestión en el que el el cliente no paga el material hasta que
lo vende o lo consume?
gestión de consigna
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El proceso CPFR permite sincronizar las actividades vinculadas con las previsiones de venta y la
planificación de suministros, con dos beneficios claros: uno es mejorar el nivel de servicio, ¿cuál
es el otro? Reducir el nivel de existencias