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3.4.

LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII: POLÍTICA INTERIOR Y EXTERIOR

En el siglo XVII reinaron los “Austrias Menores”. Todo este tiempo va a estar
caracterizado por la crisis y decadencia, además de no faltar las guerras con Francia,
Holanda, Inglaterra…, las rebeliones en Cataluña, Andalucía…, y hasta incluso la
independencia de Holanda o Portugal.
Nuestros monarcas van a delegar las labores de gobierno en personas de su confianza
conocidos como validos.
Se dieron en toda Europa durante los siglos XVI y XVII, pero en nuestro país además se
debió a la personalidad de nuestros reyes y porque fueron un “blanco fácil” para ser
criticados en momentos de crisis como las que se dieron.
Los validos actuaron al margen de los órganos de gobierno y algunos utilizaron su cargo
para enriquecerse y favorecer a sus allegados. Muchos nobles y letrados, desplazados
del poder, encabezaron una gran oposición en su contra.

FELIPE III

Tuvo como valido principal al DUQUE DE LERMA durante 1598-1618, quien llevó a cabo
una política pacifista motivada en parte, por la crisis económica.
Delegó funciones en personajes de confianza como Rodrigo Calderón, mientras que
acaparó enorme riqueza para él y sus amigos. Durante unos años trasladó la corte a
Valladolid y convirtió Lerma en un lugar de referencia en la época.
El principal conflicto interno durante su gobierno fue la expulsión de los moriscos en
1609. Se trataba de un problema que venía de lejos, acusándoseles de falsos conversos
y de apoyar a los berberiscos. Además eran impopulares y el estado español quería
controlar sus riquezas.
A partir de un decreto, salieron de España unos 300.000 moriscos de diferentes puertos
del Mediterráneo y Pirineos, siendo la Corona de Aragón el territorio más afectado. Las
consecuencias fueron muy duras, pues además del drama personal que debió suponer,
muchas tierras quedaron desprovistas de mano de obra para ser trabajadas, pasando
otras a ser acaparadas por nuevos dueños.
El Duque de Lerma fue sustituido por su hijo, el DUQUE DE UCEDA.

FELIPE III, forzado por la crisis económica, llevó a cabo una política exterior pacífica,
conocida como “Pax hispánica”, sólo turbada al final de su reinado cuando el emperador
Habsburgo nos pidió ayuda para resolver el problema religioso que tenía dentro de su
imperio, involucrándonos en la GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS, 1618-1648.
El monarca y su valido firmaron la Paz con Inglaterra, (Tratado de Londres) en 1604, y
con las Provincias Unidas, hoy Holanda, se firmó la TREGUA DE LOS DOCE AÑOS en
1609, mediante la cual se le reconocía una gran autonomía política. También fue un
buen momento para las relaciones con Francia.
FELIPE IV

Tuvo como valido al CONDE-DUQUE DE OLIVARES de 1621 a 1643.


Aplicó una política en la que se pretendía mantener la hegemonía en Europa, al tiempo
que se quería unificar y centralizar la política de España.
Todo ello le llevó a tener que recurrir a nuevas medidas como la Unión de Armas*, o
aumentar los impuestos, provocando rebeliones como la de Cataluña o Portugal en
1640, o revueltas menores, en Vizcaya, Andalucía, Aragón, Navarra, Nápoles o Sicilia.

La crisis catalana

Este problema se remonta a 1625 cuando el Conde-Duque de Olivares quiso aplicar


también en Cataluña la Unión de Armas* y las Cortes catalanas rechazaron la
propuesta.
Tampoco aceptaron la política centralista y unificadora que el valido quería aplicar en
toda España, pero la rebelión se produjo en 1640 ante los desmanes causados por las
tropas enviadas a luchar contra Francia en la Guerra de los Treinta Años.
El día del Corpus de 1640, los campesinos, que se encontraban en la ciudad condal
celebrando la festividad, tomaron las calles, asesinando al virrey catalán, Santa Coloma.
Tal acontecimiento ha pasado a la Historia como el “Corpus de Sangre”.
Madrid envió tropas para sofocar la sublevación, y los catalanes pidieron ayuda a
Francia. Desde ese momento, Cataluña y sus autoridades se pusieron bajo la
protección militar de la Francia de LUIS XIII hasta 1652, fecha en que D. Juan José de
Austria, después de un largo asedio, tomó la ciudad en nombre de Felipe IV.
Cataluña se reintegró de nuevo en España, a cambio de prometer respetar sus fueros.

La crisis portuguesa
En Portugal a las causas antes detalladas de la Unión de Armas, la política
centralizadora y la presión fiscal, se une el descontento de las clases privilegiadas
portuguesas por la actuación poco enérgica de la monarquía hispánica en defensa de
su imperio colonial, que estaba siendo atacado por ingleses, franceses y holandeses.
La rebelión se inició en Lisboa en 1640 con el asalto del palacio real y la expulsión de la
virreina. La revolución, a la que al principio no se le dio demasiada importancia, fue
protagonizada por el DUQUE DE BRAGANZA, al que proclamaron rey de Portugal como
Juan IV. La guerra continuará hasta su independencia bajo el reinado de Carlos II.

En Andalucía, el DUQUE DE MEDINA SIDONIA y el MARQUÉS DE AYAMONTE, viendo


como habían transcurrido los acontecimientos en Cataluña y Portugal, pretendieron
independizar Andalucía, pero el movimiento no tuvo el éxito suficiente y fue
rápidamente sofocado. En Aragón el DUQUE DE HÍJAR es ejecutado por las mismas
razones. Mientras, Nápoles y Sicilia se amotinan pidiendo la supresión de los
impuestos.
Con FELIPE IV, la política exterior se caracteriza porque Inglaterra vuelve a reiniciar su
política antiespañola, atacando plazas en el Caribe y en la Península como Cádiz, o
ayudando a Francia, Holanda o Portugal en contra de España.
Las hostilidades también se reinician con las Provincias Unidas en 1621 tras la Tregua
de los Doce Años, porque España no quería seguir aceptando la autonomía del
territorio.
El rey también se vio obligado a seguir participando en la GUERRA DE LOS TREINTA
AÑOS del lado de Austria a favor de la defensa del catolicismo frente a los países
protestantes. Francia entró en el conflicto en 1635 para evitar el triunfo de los
Habsburgo en un momento en que las fuerzas de este bando empezaban a flaquear y
comenzaron a sucederse las derrotas. La PAZ DE WESTFALIA (1648), puso fin a la guerra
de los Treinta Años, reconociéndose la independencia de las Provincias Unidas.
Sin embargo, el conflicto se mantuvo con Francia hasta la firma de la PAZ DE LOS
PIRINEOS (1659). Por ese tratado España cedía Rosellón y Cerdaña a Francia y se
acordaba la boda de la infanta María Teresa, hija de Felipe IV, con Luis XIV de Francia.
Con ello se propiciaría la llegada de los Borbones a España en el siglo XVIII.
CARLOS II
Tuvo a varios validos, como el jesuita NITHARD, FERNANDO VALENZUELA o su
hermanastro JUAN JOSÉ DE AUSTRIA, que protagonizó un pronunciamiento con ayuda
de la nobleza para proclamarse valido en 1677. Tras él vinieron el DUQUE DE
MEDINACELI y el CONDE DE OROPESA.
Durante todo este tiempo hubo revueltas como la de los Barretines en Cataluña,1688-
89, las “Segundas Germanías” en Valencia, 1693 o el “Motín de los gatos” en Madrid
(1699), ante la falta de pan y la subida de su precio.

En la política exterior de CARLOS II, se reconoció la independencia de Portugal en 1668


y se cedió a Francia el Franco Condado en 1678 así como diversas ciudades en los
Países Bajos.
A su muerte, España sólo conservaba en Europa parte de los Países Bajos,
Luxemburgo, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, mientras se reconocía la nueva
hegemonía de Francia en el continente europeo y se planteaba un problema sucesorio
al morir Carlos II sin descendencia.

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