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En el siglo XVII reinaron los “Austrias Menores”. Todo este tiempo va a estar
caracterizado por la crisis y decadencia, además de no faltar las guerras con Francia,
Holanda, Inglaterra…, las rebeliones en Cataluña, Andalucía…, y hasta incluso la
independencia de Holanda o Portugal.
Nuestros monarcas van a delegar las labores de gobierno en personas de su confianza
conocidos como validos.
Se dieron en toda Europa durante los siglos XVI y XVII, pero en nuestro país además se
debió a la personalidad de nuestros reyes y porque fueron un “blanco fácil” para ser
criticados en momentos de crisis como las que se dieron.
Los validos actuaron al margen de los órganos de gobierno y algunos utilizaron su cargo
para enriquecerse y favorecer a sus allegados. Muchos nobles y letrados, desplazados
del poder, encabezaron una gran oposición en su contra.
FELIPE III
Tuvo como valido principal al DUQUE DE LERMA durante 1598-1618, quien llevó a cabo
una política pacifista motivada en parte, por la crisis económica.
Delegó funciones en personajes de confianza como Rodrigo Calderón, mientras que
acaparó enorme riqueza para él y sus amigos. Durante unos años trasladó la corte a
Valladolid y convirtió Lerma en un lugar de referencia en la época.
El principal conflicto interno durante su gobierno fue la expulsión de los moriscos en
1609. Se trataba de un problema que venía de lejos, acusándoseles de falsos conversos
y de apoyar a los berberiscos. Además eran impopulares y el estado español quería
controlar sus riquezas.
A partir de un decreto, salieron de España unos 300.000 moriscos de diferentes puertos
del Mediterráneo y Pirineos, siendo la Corona de Aragón el territorio más afectado. Las
consecuencias fueron muy duras, pues además del drama personal que debió suponer,
muchas tierras quedaron desprovistas de mano de obra para ser trabajadas, pasando
otras a ser acaparadas por nuevos dueños.
El Duque de Lerma fue sustituido por su hijo, el DUQUE DE UCEDA.
FELIPE III, forzado por la crisis económica, llevó a cabo una política exterior pacífica,
conocida como “Pax hispánica”, sólo turbada al final de su reinado cuando el emperador
Habsburgo nos pidió ayuda para resolver el problema religioso que tenía dentro de su
imperio, involucrándonos en la GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS, 1618-1648.
El monarca y su valido firmaron la Paz con Inglaterra, (Tratado de Londres) en 1604, y
con las Provincias Unidas, hoy Holanda, se firmó la TREGUA DE LOS DOCE AÑOS en
1609, mediante la cual se le reconocía una gran autonomía política. También fue un
buen momento para las relaciones con Francia.
FELIPE IV
La crisis catalana
La crisis portuguesa
En Portugal a las causas antes detalladas de la Unión de Armas, la política
centralizadora y la presión fiscal, se une el descontento de las clases privilegiadas
portuguesas por la actuación poco enérgica de la monarquía hispánica en defensa de
su imperio colonial, que estaba siendo atacado por ingleses, franceses y holandeses.
La rebelión se inició en Lisboa en 1640 con el asalto del palacio real y la expulsión de la
virreina. La revolución, a la que al principio no se le dio demasiada importancia, fue
protagonizada por el DUQUE DE BRAGANZA, al que proclamaron rey de Portugal como
Juan IV. La guerra continuará hasta su independencia bajo el reinado de Carlos II.