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3.6 LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. GOBIERNO DE VALIDOS.

LA CRISIS DE 1640

Los monarcas del siglo XVII español son conocidos como Austrias menores por su ineficacia
política. Desinteresados por el ejercicio del poder dejaron el gobierno en manos de poderosos
validos. Hombres de confianza del rey, pertenecían por lo general a la nobleza y controlaban
la administración a través de su red clientelar.

Durante el reinado de Felipe III (1598-1621) el principal valido fue el Duque de Lerma. Su
gestión en política exterior se guio por la necesidad de paz que aliviara la mala situación
financiera de la monarquía hispánica (Tregua de los 12 años, 1609). El principal conflicto
interno fue la expulsión de los moriscos en 1609 de funestas consecuencias culturales,
económicas y demográficas.

El valido de Felipe IV (1621-1665) fue el Conde Duque de Olivares. La participación de


España en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la sublevación de Cataluña y
Portugal en 1640 serán los principales acontecimientos políticos.

Durante el reinado de Carlos II (1665-1700) hubo numerosos validos, destacamos al Jesuita


Nithard (regencia de Mariana de Austria) y a su hermano Juan José de Austria. Al inicio de
su reinado se reconoció la independencia de Portugal. Por la mala salud del monarca y la
ausencia de heredero la cuestión sucesoria fue asunto principal de la diplomacia
internacional, por las consecuencias que tendría para el reparto del poder en Europa.

La crisis de 1640 fue consecuencia de la política de Unión de Armas del Conde Duque de
Olivares. Con ella pretendía repartir entre todos los reinos peninsulares los esfuerzos
económicos y humanos para afrontar la guerra de los Treinta Años, que asumía en solitario
Castilla. Pero las cortes aragonesas y catalanas rechazaron su propuesta.

La política de Olivares y los desmanes de las tropas reales en acantonadas en Cataluña


provocaron la sublevación del Corpus de Sangre en 1640 (rebelión de campesinos que se
apoderó de la ciudad de Barcelona el día del Corpus y asesinó al virrey). Los sublevados
incluso nombraron conde de Barcelona al rey francés Luís XIII. En 1652 las tropas de Felipe
IV pusieron fin a la secesión.

Ese mismo año, 1640, sucedió la rebelión de Portugal, donde al rechazo a la política de
Olivares se sumó la incapacidad castellana para defender los intereses económicos
portugueses. El duque de Braganza se proclamó rey con el nombre de Juan IV y el conflicto
se prolongó hasta 1668, momento en que la corona española reconoció la independencia de
Portugal.

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