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De GA 265 -“Sobre la historia y de los contenidos de la sección epistemológico-cultual

de la Escuela Esotérica 1904 - 1914”

Editado por la Administración del Legado de Rudolf Steiner, bajo la responsabilidad de


Hella Wiesberger. Primera edición: Dornach 1987

pág. 485 y sigs. COLOFÓN

Para el primer aniversario del fallecimiento de Rudolf Steiner, el 30 de marzo de 1926, Marie
Steiner-von Sivers - quien no solamente como cofundadora y codirectora del círculo de
trabajo epistemológico-cultual había asumido una posición especial dentro de él, sino también
debido a su capacidad interior1 - organizó en el marco de la Primera Clase de la Escuela
Superior Libre para la Ciencia del Espíritu una ceremonia conmemorativa de carácter
simbólico-cultual. En el escenario revestido de paños negros del salón de la carpintería del
Goetheanum hizo colocar tres altares, en cuyo altar del este ella siempre había servido al lado
de Rudolf Steiner. En los tres siguientes borradores para su alocución se expresa lo que para
ella significó el hecho vital de Rudolf Steiner, a saber: el haber vivido la Leyenda del Templo.
(darleben: término alemán intraducible: implicaría: el vivir ejemplarmente algo determinado)

Marie Steiner

Nos hemos reunido aquí en memoria de aquel que hace un año se ha despedido de esta
Tierra, que había obrado en este sitio para nosotros, entre nosotros, que nos había dado
directivas para nuestro celebrar, para el servicio en los altares de la sabiduría, belleza y vigor,
como señal de lo cual hemos colocado estos altares que nos simbolizan su obrar. Como signo
de su crear obrante hemos colocado estas herramientas sobre los altares. Con ellos le grabó a
la madera nuevas formas. Son su compás y su vara de medir, su paleta y su martillo. Ellos
todavía están animados por el fuego de sus manos, ellos nos hablan y exigen hechos.

1
Un participante había transmitido de la siguiente manera una declaración de Rudolf Steiner con respecto a la
relación de responsabilidades en lo epistemológico-cultual: “Adelante, como cabeza de la Escuela y como
intermediario de las realidades espirituales estaba Rudolf Steiner; a su lado como camarada y colaboradora Marie
von Sivers. … Durante un acto cultual de un grado superior en el que solamente podía estar presente un número
reducido de asistentes, nos fue comunicado por Rudolf Steiner mismo, que la colaboración de Marie von Sivers
tenía que ser tomada en un sentido de derecho pleno - no simbólicamente como para todos nosotros los otros. Y
de tal modo por cierto, que llamó la atención sobre una realidad, que va más allá de nacimiento y muerte.” Adolf
Arenson en una circular de octubre 1926 a los miembros de la Sociedad Antroposófica.

1
En recuerdo a él y de aquello que nosotros tenemos que hacer, encendemos estas velas:
1. La luz que él ha encendido en nuestros corazones, que destelle y se convierta en sabiduría.
2. Que ascienda en pureza hacia él, tan puramente como él la había colocado en nuestras
almas.
3. Que se fortifique junto a él en el crear obrante para que nuestro actuar sirva a su espíritu,
nuestro espíritu se vigorice en la impregnación crística del yo (Ich-Durchchristung).

Estamos en este lugar de duelo, conmemorando al Grande que nos ha abandonado. Los tres
altares están como signo y sello de su obrar ante nosotros. El guía, que estaba al frente de este
cambio de la humanidad, ha servido permanentemente en estos altares. A él le había sido
permitido sacarlos de las profundidades del templo en los que estaban desde que ha habido
Misterios y le fue permitido entregarlos a la humanidad. Él nos los dio en imágenes, en el arte,
al colocarlos en sus dramas-misterio, en las etapas del progreso de los discípulos del espíritu.
Él nos los dio en su palabra al colocar en el centro de su obrar los ideales de la sabiduría, de la
belleza, del vigor, presentándolos permanentemente ante nuestros ojos en su repercusión
particular y en su repercusión conjunta. Él les hizo posible a las dos personalidades poéticas
más importantes entre sus discípulos de colocar ante el mundo en palabra e imagen a la
Leyenda. Ustedes la conocen de sus creaciones2. Sólo recordémosla ahora como que fue dada
artísticamente a la humanidad. Y con el golpe de martillo, con el que Rudolf Steiner en la
Colocación de la Piedra Fundamental consumó el enlace al eterno servicio espiritual, sea èl
ahora recordado3 - Con él nos vinculamos y nos ponemos bajo su protección para servir a los
poderes a los que nos condujo sirviéndoles.

¿Por qué le fue permitido a Rudolf Steiner hacer eso que significa un viraje de la humanidad
(Menschheitswende, Wende= viraje, cambio) también
dentro de lo esotérico, un corte y un camino
nuevo?

Cuando lo grande está tan cerca de nosotros, entonces no lo vemos, la pared de la montaña
se alza ante nosotros, a algunos los aplasta, a otros les impide la vista. No vemos más allá de
ella, solamente sentimos: es grande.

Tarda mucho hasta que escalamos a la cima de la montaña y se nos da lo abarcante, la


amplitud del panorama; pero durante la penosa escalada de vez en cuando resplandece una
vista, una perspectiva y captamos fragmentos de las inmensas relaciones.

A nosotros nos fue hecho fácil el mirar, lo habíamos podido vivenciar, pero la luz quizá fue
demasiado deslumbrante a que hubiésemos podido ver con precisión.

2
El drama de Albert Steffen “Hiram y Salomón” y el ciclo poético de Kurt Piper: “Caín y Abel-Set. Leyenda mistérica
en 10 tablas junto a la tumba de Rudolf Steiner”
3
Se refiere a la Colocación de la Piedra Fundacional para la Formación de la Sociedad Antroposófica General en
Navidad 1923. Adolf Arenson lo informa de este modo: “Rudolf Steiner no abrió el Congreso de Navidad con
palabras, sino con golpes simbólicos, y con eso aplicó la ley de la continuidad. Pues a cada uno que perteneciera a
esta Institución - que Rudolf Steiner describe en el capítulo 36 de su “Curso de mi vida”- estos golpes le decían: ‘Lo
nuevo que os quiero dar, lo vinculo así a lo existente anterior, fiel a la ley de lo Esotérico.’ …. No hará falta destacar
que este vincular a lo anterior encierra en sí la posibilidad de traer algo totalmente nuevo, sí, incluso de traer algo
abruptamente nuevo, así como en la planta también la flor se vincula con la formación foliar y sin embargo es algo
totalmente nuevo.” Carta de Adolf Arenson a Albert Steffen del 24 de diciembre 1926.

2
Habíamos vivenciado el edificio (Bau = el edificio del primer Goetheanum), habíamos vivenciado
cómo Rudolf Steiner alzó el martillo para la obra y cómo sus discípulos afluyeron para servir a
la obra; el templo se había erigido sublime y radiante desde la fuerza de su espíritu y de la
habilidad de sus manos, y nosotros pudimos aprender y trabajar manualmente. Pero además
de nuestras debilidades e imperfecciones tuvimos también entre nosotros a los tres malvados
compañeros artesanos oficiales (Geselle: oficial de un oficio manual, categoría “compañero”: hay tres
niveles, aprendiz, oficial y maestro)) que avanzaron hasta la traición y hasta la voluntad aniquilante.
La siembra del odio dio sus frutos. El edificio estuvo en llamas como antaño estalló en llamas el
mar de metal. Rudolf Steiner vivió ejemplarmente la Leyenda; él la ha realizado en el hecho
físico; él se convirtió en la Leyenda. Él la ha manifestado a la humanidad por medio de su vida.

Y Rudolf Steiner mismo se arrojó en el fuego abrasador del centro. Nosotros hemos sido
para él este fuego abrasador, nosotros, los hijos de Caín. Él tomó sobre sí nuestro karma para
que lleguemos a estar más libres para el servir. Pero nuestro karma fue demasiado duro y
pesado y quebró su fuerza física casi inmediatamente después de que él hubo consumado el
pacto. Su último año de vida fue una poderosa exhalación de su espíritu ….

Cuando nos reunimos así como hoy, entonces es porque somos conscientes de haber
vivenciado un momento de la historia del mundo que es un punto crucial (Angelpunkt), no
solamente un punto de cambio (Wendepunkt). El Espíritu descendió en corrientes nunca
imaginadas a través de un hombre que en espíritu, alma, cuerpo se había hecho capaz de
acoger al Espíritu. Nosotros hoy no queremos hacer nada más que dejar reinar a este Espíritu
en las palabras que él nos ha dejado como manantial de la vida y de la fuerza, las palabras y la
por él inspirada música en este espacio revestido en negro, que es el color físico del espíritu,
en los tres altares cuyo significado les es conocido por los dramas-misterio, a la luz de las tres
velas que son las luminarias de estos altares.

Nuestros pensamientos se elevan hacia aquel que nos ha abandonado hace un año, quien en
dulzura y bondad inagotables que nunca se extinguían ha volcado su sabiduría en nuestros
corazones, cuyo amor entrelazaba y portaba a las almas de todos nosotros, cuya fuerza
liberaba a nuestra Tierra del quicial material que amenazaba asfixiarla y la conducía al
encuentro del Espíritu sobre las alas de la impregnación crística del yo, que él vivía y enseñaba.
“Cristo en mí” - esa fue su vida, su obra y su palabra.

En su palabra creó un edificio de fuerza, claridad y belleza indestructibles. ¡Que entre


nosotros esta palabra se mantenga viva, sea ésta nuestra meta a la que tienda nuestro pensar,
sentir y querer!

Sobre los altares de la sabiduría, belleza y fuerza, ante los que sirvió, hemos colocado las
herramientas con las que había trabajado manualmente, que todavía están animadas por el
fuego que calienta de sus manos, que se han apoderado del futuro. Con ellos él trabajó en la
materia hasta que se transformó en arte que revela al espíritu, abriéndonos así las leyes
ocultas de la naturaleza que a través de la bella apariencia se abren paso a la manifestación.
Son su compás, su vara de medir, su paleta, su martillo, su mazo, con los que creó las formas
de su obra plástica: (3 golpes de martillo: largo corto corto; largo corto corto; largo corto
corto).

3
En su espíritu nos reunimos hoy, rogando que cubra nuestras debilidades y nuestras
insuficiencias con el brillo de su ser. En su nombre invocamos al Arcángel a cuyo servicio nos
ha consagrado, anhelando reconocer al Guardián que está ante el portal del templo hacia el
reino de allende: (3 golpes de martillo: largo corto corto; largo corto corto; largo corto corto).
A este Guardián intentamos acercarnos bajo el signo de su amor, que emanando pleno de
sabiduría para nosotros se nos convirtió en virtud donante, de su palabra que puesta en
práctica se nos convirtió en la espada de Micael que señala y es efectiva, de su fluyente vida
que en el crear de la cognición nos retrotrajo a nuestro estado primordial, y superando tiempo
y espacio se nos convirtió en futuro. A ellos convocamos, a los poderes esenciantes, obrantes,
imperantes:

A ella, que él creó nueva: Antroposofía,


A él, a quien nos dijo de seguir: Micael
Al fundamento primigenio que todo lo abarca, que porta en sí el futuro: Jahve-Adonai
Vida - Amor - Logos
Cristo en mí
Ex deo nascimur / In Christo morimur / Per spiritum sanctum reviviscimus
(3 golpes de martillo: largo corto corto; largo corto corto; largo corto corto).

* * *

De GA 265 -“Sobre la historia y de los contenidos de la sección epistemológico-cultual


de la Escuela Esotérica 1904 - 1914”

II - DOCUMENTOS SOBRE LA SECCION EPISTEMOLÓGICO-CULTUAL DE LA ESCUELA


ESOTERICA 1904-1914 [comienzan en pág. 119]
ACLARACIONES SOBRE LA LEYENDA DEL TEMPLO [pág. 363]

[A continuación se traducen solamente textos escritos por Rudolf Steiner] de pág. 365 hasta 387

pág. 365 La Leyenda del Templo

“Parte indicando simbólicamente la evolución de la humanidad” como se trasmitía en el primer grado.


Texto según manuscrito original de Rudolf Steiner.

Al comienzo de la evolución terrestre descendió uno de los Espíritus de Luz o Elohim desde
el Sol al ámbito de la Tierra y se unió con Eva, la madre primigenia de lo viviente. De esta unión
se generó Caín, el primero de los seres humanos de la Tierra. Después otro de la línea de los
Elohim, Jahvé o Jehová, formó a Adán; y de la unión de Adán con Eva se generó Abel, el
hermanastro de Caín. La desigualdad de la proveniencia de Caín y Abel (descendencia sexual y
descendencia no-sexual) originó pelea entre Caín y Abel. Y Caín mató a Abel. Abel se había
visto privado de la vida en el mundo espiritual por la descendencia sexual y Caín por la caída
moral. En lugar de Abel, Jehová le dio a la pareja de padres el hijo sustituto Set. De Caín y Set
descienden dos tipos de seres humanos. Los descendientes de Set podían en estados
especiales de consciencia (soñantes) ver en el mundo espiritual. Los descendientes de Caín

4
habían perdido totalmente esta visión. Ellos a través de las generaciones tenían que elaborarse
la re-adquisición de las capacidades espirituales por medio de una paulatina configuración de
las fuerzas humanas terrestres.

Uno de los descendientes de Abel-Set fue el sabio Salomón. Él todavía se había heredado el
don de la clarividencia ensoñada; sí, la había recibido como predisposición en un grado
especial; así es que resultó que su sabiduría fue tan vastamente famosa, que simbólicamente
se relata sobre él, que estaba sentado en un trono de oro y marfil (oro y marfil símbolos de la
sabiduría).

De la estirpe de Caín descendieron seres humanos que con el correr del tiempo se
preocuparon cada vez más por el desarrollo ascendente de las fuerzas terrestres humanas.
Una de estas personas fue Lamec, el custodio de los Libros-T, en los que - tanto como fue
posible por las fuerzas terrestres - estuvo restaurada la sabiduría primigenia, de modo que
estos libros resultan incomprensibles para personas no iniciadas. Otro descendiente de la
humanidad cainita es Tubalcaín, que en el trabajo de los metales llegó a tal punto que supo
formar los metales artísticamente a instrumentos musicales. Y como coetáneo de Salomón
vivió Hiram-Abif o Adoniram de la estirpe cainita, quien en su arte había llegado hasta tal
punto, que llegaba directamente hasta el límite del mirar en los mundos superiores, donde
sólo le faltaba atravesar una delgada pared hacia la iniciación.

El sabio Salomón concibió el plan de un templo, que en sus partes había de expresar
simbólicamente la evolución de la humanidad. Debido a su sabiduría ensoñada podía inventar
los pensamientos, las ideas de este templo en todos sus detalles; sin embargo le faltaba el
conocimiento de las fuerzas terrestres para el edificio real, que sólo podían conquistarse por
la configuración de las fuerzas terrenales en la estirpe de Caín. Por eso Salomón se unió con
Hiram-Abif. Éste entonces construyó el templo que expresaba simbólicamente la evolución de
la humanidad.

La fama de Salomón había llegado hasta la reina de Sabah, Belkis. Ésta se dirigió un día a la
corte de Salomón para casarse con él. Le mostraron todas las magnificencias de la corte de
Salomón; también el imponente templo. Por las ideas que ella había adquirido hasta
entonces, no podía comprender, cómo un maestro de obras, que sólo disponía de fuerzas
humanas, podía haber logrado algo así. Ella únicamente estaba enterada, que los líderes de
artesanos, por la posesión de fuerzas mágicas atávicas, habían podido reunir multitudes
suficientes de trabajadores para construir las imponentes edificaciones antiguas. Ella exigió
ver al maestro de obras que le parecía particularmente raro. Cuando él se le presentó, su
mirada inmediatamente le produjo una profundísima impresión. Entonces él debía mostrarle,
cómo por mero acuerdo humano dirigía a los trabajadores. Él tomó su martillo, subió a una
colina, y a una señal con el martillo llegaron apresuradamente multitudes de trabajadores. La
reina de Sabah se dio cuenta, que fuerzas humanas terrestres pueden desarrollarse hasta una
trascendencia de esta índole.

Un tiempo después, la reina con su ama (ama figura simbólicamente en vez de persona
profética) paseaban ante los portales de la ciudad. Se encontraron con Hiram-Abiff. En el
momento en que ambas damas divisaron al maestro de obras, se posó volando desde los aires
el pájaro hudhud sobre el brazo de la reina de Sabah.

El ama profética interpretó esto así, que la reina de Sabah no estaba destinada a Salomón
sino a Hiram-Abif. A partir de este instante la reina sólo pensaba en cómo podía disolver el
compromiso con Salomón. Se sigue relatando, que después “en embriaguez” se le sacó al rey
el “anillo” de compromiso del dedo, de modo que entonces se podía considerar a la reina

5
como la novia destinada para Hiram-Abif. (A este pasaje de la Leyenda le subyace lo
significativo, que en la reina de Sabah hay que ver la antigua sabiduría estelar que hasta
aquella época estaba unida a las antiguas fuerzas anímicas atávicas que estaban simbolizadas
en Salomón. Las leyendas ocultas expresan en los símbolos de figuras femeninas la sabiduría
que se puede desposar con la parte masculina del alma. Con la época de Salomón se inicia la
época en la que esta sabiduría debe pasar de las antiguas fuerzas atávicas a las nuevas fuerzas
yoicas terrestres adquiridas. El “anillo” es siempre el símbolo del “yo”. A Salomón se lo piensa
en posesión de un yo todavía no completamente humano, sino de uno de índole tal, que es
solamente el reflejo del “yo superior” de los ángeles en la consciencia clarividente soñante. La
“embriaguez” alude a que este yo se vuelve a perder dentro de las fuerzas anímicas
semiconscientes, por medio de las cuales se lo había adquirido. Hiram en primer lugar está en
posesión de un “yo” humano real.)

A partir de este momento se apoderan de Salomón unos celos vehementes en contra su


maestro de obras. Por eso les resulta fácil a tres compañeros artesanos (Geselle) traicioneros
conseguir el oído del rey para un hecho con el que quieren arruinar a Hiram. Ellos son sus
oponentes porque tuvieron que ser rechazados por él cuando exigieron el grado de maestro y
la palabra maestra para los que no están maduros.

Los tres compañeros artesanos traicioneros deciden entonces arruinarle a Hiram la obra que
él ha de ejecutar como coronación de su obrar en la corte de Salomón. Es la fundición del “mar
de metal” (ehernes Meer). Es una fundición compuesta artificialmente por los siete metales
básicos (plomo, cobre, estaño, mercurio, hierro, plata, oro) en proporciones tales que resulta
totalmente transparente. Todo estaba completado hasta el ultimísimo agregado que había de
ser ejecutado ante la corte reunida - también ante la reina de Sabah, y por medio del cual la
substancia todavía turbia debía transformarse hasta la transparencia total. Entonces los tres
compañeros traicioneros mezclaron algo equivocado en la fundición de modo que ésta, en
lugar de aclararse, disparaba chispas de fuego de él. Hiram-Abif trató de calmar el fuego con
agua. No lo logró sino que saltaban llamas por todos lados. La gente reunida salió corriendo
por todos lados. Hiram-Abif empero oyó una voz desde las llamas y la masa incandescente:
“Arrójate en el mar de llamas, tú eres invulnerable.” Él se precipitó en las llamas y pronto notó
que su camino se dirigía hacia el centro de la Tierra. A medio camino encontró a su ancestro
Tubalcaín. Éste lo condujo al centro de la Tierra donde se encontraba el magno ancestro Caín
en el estado como era antes del pecado. Aquí Hiram-Abif recibió de Caín la declaración, que el
desarrollo enérgico de las fuerzas terrestres humanas conduce finalmente a la altura de la
iniciación, y que la iniciación obtenida por este camino, en el transcurso de la evolución de la
humanidad tenía que tomar el lugar del mirar de los hijos de Abel-Set que desaparecerá.
Simbólicamente, la fuerza otorgante de coraje que Hiram-Abif recibe de Caín, se expresa
debido a que se dice, que Hiram había recibido de Caín un martillo nuevo con el que regresó a
la superficie de la Tierra, tocó con él el mar de metal y logró con ello su total transparencia.
(Con este simbolismo está dado lo que en meditación adecuada eleva a la esencialidad
interior de la evolución de la Tierra hacia la imaginación. El mar de metal puede valer como
símbolo de lo que hubiese devenido el ser humano si en el alma no se hubiesen instalado las
tres fuerzas traicioneras: duda, superstición, ilusión del yo personal. Por estas fuerzas la
evolución de la humanidad ha llegado al despliegue ígneo en el período de la Lemuria, que no
puede ser atemperado por el despliegue del agua del período de la Atlántida. Más bien tiene
que tener lugar un despliegue tal de las fuerzas terrestres humanas, que en el alma humana
pueda restablecerse el estado primigenio que existía en Caín antes del fratricidio. Las fuerzas
anímicas ensoñadas de los hijos de Abel-Set no pueden sostenerse contra las fuerzas
terrestres, sino únicamente aquellas que llegan al total desarrollo yoico real de los
descendientes de Caín.)
*

6
pág. 369
Otra redacción de la Leyenda del Templo. Texto escrito por Rudolf Steiner.

[falta la primera parte]

A partir de este momento el alma de Salomón se encendió en celos contra su maestro de


obras. Por eso encontraron apoyo en él tres compañeros artesanos traicioneros que en su
vanidad habían exigido del maestro de obras la palabra maestra y el grado de maestro, quien
no podía dárselos porque todavía estaban inmaduros para ello. Éstos decidieron vengarse de
la siguiente manera.

Hiram-Abif, como coronación de sus trabajos en la corte de Salomón, debía presentar el así
denominado mar de metal. Había de ser una fundición maravillosa en la que estaban fundidos
todos los metales de la Tierra en una concordancia tal que resultaba un todo magníficamente
armónico. Todo para ello había sido preparado minuciosamente por Hiram-Abif mismo hasta
la última manipulación. Esta debía realizarse en una celebración especial. Para ello se había
reunido toda la corte, también la reina de Sabah. Los tres compañeros artesanos traicioneros
en el momento decisivo agregaron un aporte incorrecto a la fundición y en vez que el todo
llegara al terminado armónico saltaron chispas de la fundición. Hiram-Abif buscó de calmar
las llamas por agregado de agua. Pero entonces de la fundición emergieron llamaradas
tremendas. Toda la gente se dispersó. Pero Hiram-Abif oyó una voz desde el fuego que le
decía: no temas, arrójate en las llamas, tú eres invulnerable. Él se arrojó en el mar de llamas.
Pronto se dio cuenta que su vuelo iba hacia el centro de la Tierra. A mitad camino encontró a
Tubalcaín que lo condujo hacia su ancestro en el punto central de la Tierra. Caín estaba en la
figura anterior a cometido el pecado. Él le dio a Hiram-Abif una nueva insignia del T y le dijo
que con eso - una vez retornado a la superficie de la Tierra - repararía la fundición. Y que de él
se originaría una estirpe que vencería a los hijos de Adán en la Tierra e introduciría
nuevamente el magno servicio del fuego, así como conduciría a la humanidad de vuelta a la
divina palabra creadora.

También en esta parte de la Leyenda subyace un profundo sentido. Antes de que el ser
humano descendiera desde el seno de la divinidad a las encarnaciones terrestres, estaba en
ámbito espiritual que podía percibir. Él oía la divina palabra creadora. Él se encarnaba en las
masas de metal que en el fuego de aquel entonces todavía eran líquidas. Antes de que esto
sucediera, los tres compañeros no podían hacerle nada: duda, superstición y la ilusión del yo
personal. Duda en el mundo espiritual no podía tener, puesto que éste estaba en su entorno.
Superstición no podía invadirlo, puesto que él veía lo espiritual en su figura verdadera. La
superstición empero consiste en la representación de lo espiritual bajo una figura falsa. La
ilusión del yo personal no podía invadirlo puesto que él se sabía en la espiritualidad general
universal; él no estaba todavía separado de esta espiritualidad general por estar encerrado en
su cuerpo. Si estos tres compañeros artesanos traicioneros no se hubiesen prendido a sus
talones, su cuerpo habría llegado a estar en una armónica relación pura de las substancias.
Ellos entremezclaron el aporte que le hizo olvidar la palabra divino-espiritual creadora. Con
eso se destruyó la fundición. Entonces el recorrido de Hiram-Abif al centro de la Tierra
representa el avance der ser humano en el sendero oculto. Con eso la humanidad vuelve a
estar en posesión de la T, de la divina palabra creadora, aprende a conocer la naturaleza
humana (Caín) como era antes de la caída y puede crearla en pureza.

7
pág. 371
Otra imaginación es la siguiente:

El ojo es el divino ojo de potencia detrás de toda entidad perecedera, que está por detrás de
la naturaleza humana hepto-membrada (de siete miembros).
Una representación de él puede encontrarse si se recuerdan las palabras de San Agustín:
“El ser humano ve las cosas como son.
Ellas son, como Dios las ve.”

El ver humano es pasivo, las cosas tienen que estar para que el ser humano las pueda ver. El
mirar de Dios crea al mirar las cosas. El triángulo alrededor del ojo es
Yo espiritual (Manas)
Espíritu de vida (Budhi)
Hombre espíritu (Atma)

Los rayos son el “yo” - la terna superior alumbra a través del yo a los miembros inferiores
de la naturaleza humana.
Estos han sido simbolizados:
1. por medio dela parte iluminada de las nubes: el cuerpo astral;
2. por medio de la parte no iluminada de las nubes: el cuerpo etéreo;
3. por medio de la oscuridad circundante: el cuerpo físico.

La Leyenda del Templo y este ojo radiante han de ser para el [así figura en el libro: tres puntitos]
un material meditativo permanente. Siempre tiene que volver a acordarse de ellos; mirarlas
como cuadros (imaginaciones) en el espíritu. Entonces - si aplica la energía y la paciencia
necesarias - percibirá, que despiertan fuerzas y aptitudes que dormitaban en él y por cuyo
despertar puede mirar en los mundos superiores. Pues no por medios tumultuosos, exteriores
llega el ser humano a los órganos de percepción suprasensible, sino por tales medios íntimos
como los nombrados, que en sereno e íntimo trabajo anímico interior son aplicados
infatigable y enérgicamente. -

8
pág. 372 Las corrientes de fuerzas ascendentes y descendentes en el macrocosmos
y en el microcosmos y la Leyenda del Templo

Se trata presumiblemente de una transcripción de Rudolf Steiner de la que sin embargo falta el documento
original. Texto acorde a una plantilla escrita a máquina.

Si se dirige la mirada a la esencia de la evolución, entonces por doquier se encuentra donde


se manifieste vida - sea en el andar de la evolución del mundo, sea en el del ser humano
individual - dos grandes corrientes, que se representan simbólicamente como una línea
ascendente y una descendente, que se manifiestan en el tiempo y en el espacio y que se
transforman mutuamente. Las fuerzas mismas que subyacen a estas corrientes están por
encima de toda manifestación y entran en la misma de tal modo, que todos los hilos de la
evolución se encuentran hilados entre ellas. La evolución pasa a través de estas dos líneas
como a través de un portal.

En cada estado evolutivo planetario de la Tierra, a partir de su primera corporización


(Verkörperung= encarnación, corporización, hacerse cuerpo ) como antiguo Saturno, están activas estas
dos fuerzas. Hay un espacio temporal en que actúan principalmente las fuerzas ascendentes,
ellas provocan un estado del despertar, del florecer hasta un cierto punto donde empiezan a
manifestarse las fuerzas que están relacionadas con el dormirse, el irse muriendo. Siempre se
origina primeramente un período del florecer que alcanza entones su máximo y después le
sigue un período donde de nuevo todo se disuelve y acaece en deconstrucción del todo. En
cada estado de evolución en la Tierra se encuentra lo mismo: empieza a florecer algo nuevo, se
despliega hasta una cierta altura, se desintegra entonces y paulatinamente va feneciendo.
Cada estado en la Tierra durante una cierta temporada es de explicarse así, que obran entre sí
y se entretejen fuerzas que florecen y otras que fenecen, aquellas que pertenecen a la línea
ascendente y las otras que pertenecen a la descendente. Amanecer y atardecer, sonrojo
matutino y penumbra vespertina y entre medio la altura del mediodía, allí donde ambas
fuerzas se enlazan y pasan de una a otra.

Visto desde su horizonte, el ser humano ve asomar en el cielo los astros por el este y subir
cada vez más alto hasta que alcanzan su cenit en el sur [obviamente en el hemisferio norte]. A partir de
ahí van descendiendo hasta que se ponen por el oeste. Y aun cuando las estrellas
desaparecen ante su vista en el oeste tiene que decirse: el verdadero punto del descenso está
en el sur y coincide con la altura máxima, así como el verdadero punto del ascenso está en el
norte y coincide con el punto más bajo, el nadir, pues a partir de ahí comienza el ascenso. Con
eso se describe un circuito, una circulación, que puede ser dividida en dos mitades por una
línea vertical que va del sur hacia el norte. En la parte en la que se encuentra el punto este,
están activas las fuerzas ascendentes, en la parte donde se encuentra el punto oeste las
descendentes. Punto este y oeste cortan al semicírculo por la mitad Son los dos puntos donde
la manifestación de las fuerzas comienzan y terminan para el ojo físico-sensorial del ser
humano. Configuran su horizonte. (ver dibujo en la página siguiente)

El mismo circuito, la misma circulación que es perceptible en el macrocosmos, puede volver a


encontrarse en el cuerpo físico del ser humano como circulación sanguínea. También ahí
actúan primeramente aquellas fuerzas que tienen que ver con el florecer, emparentadas a la
vida, en la sangre roja así como fluye desde el corazón. Manifiestan después poco a poco

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su acción aquellas fuerzas que están relacionadas con el marchitar, con la muerte cuando la
sangre roja se convierte en la azul. Del mismo modo se podría dividir a esta circulación en un
semicírculo que pertenece a las fuerzas ascendentes y en otro de las descendentes.

Así es también en la vida del ser humano. Durante el día está activo en el mundo físico-
sensorial, ahí despliega sus impulsos y consume las fuerzas que había tomado del cosmos al
dormir durante la noche. Así como fluye la sangre roja desde el corazón después que se ha
refrescado, renovado por el oxígeno que toma del mundo exterior por medio de sus pulmones,
así se despierta el ser humano cada mañana con nuevas fuerzas. Y así como la sangre roja
entrega las fuerzas vitales en su curso a través del cuerpo físico y se convierte paulatinamente
en la sangre azul, sangre fenecida, así también el ser humano en la vida de vigilia va
agotando sus fuerzas y tiene que hundirse en el estado del sueño, del dormir, para que pueda
recolectar nuevas fuerzas de su entorno, del macrocosmos. Estado de sueño y vigilia son
como un inspirar y espirar o exhalar de la entidad humana. A la noche inspira nuevas fuerzas
que espira, que exhala durante el día.

El desarrollo de la individualidad humana en una encarnación en la Tierra también se divide


en estas dos fuerzas, en tanto que el ser humano hasta aproximadamente sus 35 años de edad
desarrolla los miembros de su entidad desde sí mismo y con eso se adapta cada vez más al
mundo físico-sensorial. Esto es como un exhalar de su esencia en el plano físico. Después sigue
un período donde el ser humano ya no configura más nada nuevo y comienza a retirarse cada
vez más del mundo físico-sensorial. Como ser humano físico va amustiándose y tiene lugar un
inspirar de su esencia. En la primera mitad de su vida el efecto de las fuerzas constructivas es
tan sobresaliente que siempre queda un excedente de ellas, por eso va creciendo con respecto
a su ser como ser humano terrenal. En la segunda mitad empero están más activas las fuerzas
que desintegran, entonces siempre queda rezagado algo que no puede renovarse más y esto
conduce paulatinamente a la consunción y a la muerte del cuerpo físico.

Mucho antes de que el ser humano comience en una encarnación (Verkörperung) física su vida
como ser humano terrestre - por decirlo así apareciendo en el horizonte - ya se está
construyendo en su esencialidad a través de fuerzas divino-espirituales desde el macrocosmos.
Esto comenzó en el punto que está más hondo debajo del horizonte, en el nadir. Como
microcosmos se asoma en realidad en el punto del este, vivencia su punto de máxima altura
aproximadamente a los 35 años de edad en el sur [como habitante del hemisferio norte] y se pone con la
muerte en el oeste. Después empero siguen actuando en su deconstrucción por mucho tiempo
fuerzas divino-espirituales desde el cosmos.

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Así el semicírculo que está entre el punto este y oeste y pasa por el sur corresponde a la
vida conscientemente activa del microcosmos, y el semicírculo que del oeste al este pasa por
el norte al actuar de las fuerzas macrocósmicas en el microcosmos. El primero es por eso para
el ser humano terrestre la mitad luminosa, ahí él mismo vive y actúa con la consciencia diurna
despierta. En la segunda, la mitad oscura, todo actúa en él en lo subconsciente, porque él,
mientras duerme, no tiene consciencia propia. En ambas mitades, tanto en la luminosa como
en la oscura, están actuando las fuerzas constructoras y las degradantes (fuerzas anabólicas y
catabólicas). Así todo el círculo se divide en cuatro partes y se originan - tanto en el
microcosmos como en el macrocosmos - dos ángulos rectos; uno en el que trabajan las
fuerzas vitales, como en la sangre roja, y otro en el que actúan las fuerzas de la muerte como
en la sangre azul. También en cada manifestación cósmica, en cada estado evolutivo planetario
de la actual Tierra, se origina un período donde sobresalen las fuerzas constructoras, y un
período donde están más activas las fuerzas degradantes, el exhalar e inspirar con respecto a
la manifestación físico-sensorial. Así también allí es perceptible un ascenso y un descenso.

En la evolución es así, que desde el inicio ahí donde se manifiestan las fuerzas constructoras,
actúan al mismo tiempo las fuerzas degradantes, así como en la sangre roja en el instante en
que abandona el corazón, comienza a actuar el elemento mortífero. En cada vida al inicio ya
está contenida la muerte, a pesar de que su efecto se muestra recién más tarde. El punto de
partida del ascenso es al mismo tiempo el punto más hondo, así como el punto de máxima
altura (clímax) es el punto del descenso. Así es en el ser humano y también en el cosmos.

Como ya también desde el inicio están activas estas fuerzas degradantes, entonces mucho
queda a merced de estas fuerzas ya antes de que se haya llegado al punto máximo
determinado, antes de que se haya alcanzado lo que debía ser desarrollado. Así siempre algo
queda rezagado, queda un resto, que entonces necesita de una nueva oportunidad para seguir
desarrollándose. Cuando se crea un nuevo estado evolutivo entonces para éste está
determinado un punto máximo (clímax) determinado que es una continuación del anterior, pues
también ahí tiene lugar una constante construcción hasta un cierto punto. Lo que ha quedado
rezagado, bajo las nuevas condiciones tiene entonces que seguir configurando aquello que no
había sido logrado bajo el estado evolutivo anterior. Si esto no fuera el caso, entonces cada
estado evolutivo estaría sostenido en sí mismo y, cuando haya pasado, no habría motivación
para un siguiente. Pero resulta que en un estado evolutivo está colocado el germen para el
siguiente debido a lo que ha quedado rezagado, encadena a estos estados.

En el desarrollo de la individualidad humana se muestra en las sucesivas encarnaciones en la


Tierra. Ahí aquello que en una encarnación no ha alcanzado el clímax determinado del
perfeccionamiento, sigue desarrollándose en las siguientes vidas terrenales. Así en la vida
humana desde el inicio intervienen tejiendo y viviendo fuerzas rezagadas de vidas anteriores.
En tanto que se desarrolla lo nuevo, convive lo antiguo adaptado a las condiciones cambiadas,
porque para cada nueva encarnación del ser humano también es diferente el clímax que ha
de ser alcanzado normalmente. Se adapta como algo oscuro que se enfrenta a lo nuevo,
floreciente. Así sucede también en el cosmos. Allí se muestra en los seres que quedan
rezagados en cada estado evolutivo planetario de la Tierra. Al ubicarse estas fuerzas dentro
de la marcha de la evolución normal como algo que no corresponde a este desarrollo, forman
un opuesto, un oponente que está fuera de lo normal de este desarrollo, un mundo externo
para lo que se desarrolla como normal en un cierto período. Así el desarrollo se divide en lo
que en él vive y florece, y en lo que se mete de estados anteriores y en realidad se encuentra
fuera de la evolución y tiene un rumbo moribundo.

Ambos se manifiestan desde el inicio de un período evolutivo, y en el desarrollo terrestre -


que tiene como misión la interiorización del macrocosmos a un microcosmos como formación
de la individualidad humana - pertenece a la línea ascendente únicamente lo que ha

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alcanzado el clímax determinado del desarrollo en cada estado planetario anterior. Lo otro
queda a merced de las fuerzas degradantes, no se interioriza paulatinamente a microcosmos,
queda rezagado en el macrocosmos. De esta manera por la acción de ambas fuerzas desde
el inicio se condiciona un mundo interior y un mundo exterior. Así hay seres de Saturno que
en el estado del Sol todavía están activos en el desarrollo de lo físico, sin ser capaces de
alcanzar lo que es la misión del estado solar: la configuración de lo etéreo a la par de lo físico.
En el estado de la Luna actúan seres que recién configuran lo físico y otros lo etéreo. En tanto
que la misión es configurar lo astral. En el estado de la Tierra actúan seres que configuran
recién lo físico, otros lo etéreo y otros lo astral, mientras que la tarea normal es el desarrollo
del chispazo-del-Yo (das Ich-Prinzip, el principio yoico) en el cuerpo físico, etéreo y astral. Por lo
tanto en cada escalón evolutivo hay seres rezagados. Para aquellos seres que en la Tierra
desarrollaban la consciencia yoica en las tres envolturas, los seres humanos, estos seres
rezagados se despliegan como el mundo físico-sensorio, su entorno en la Tierra. Está fuera del
desarrollo normal, el de los seres humanos, y se le presenta como algo que no pertenece a su
esencia. Tiene otro ritmo, siendo expresión de lo que de otros estados anteriores se adentra
en el desarrollo terrestre actual. Pero no puede participar del todo en él y pertenece a la línea
evolutiva descendente.

Así como se despliegan físico-sensoriamente estas fuerzas rezagadas en la Tierra como el


mundo externo con respecto a lo humano, así también en lo espiritual se reconoce el efecto de
fuerzas rezagadas. También allí en la labor de aquellos seres que manejan y guían por un
cierto período el curso normal de la evolución, se adentra la actividad de los seres rezagados.
Conforman un contrapeso y una base para la eficacia de los seres más adelantados, y así como
el ser humano físico-sensorio no puede vivir ni desarrollarse sin su entorno en la Tierra, del
mismo modo los seres de desarrollo superior no pueden realizar su labor si no se les opondrían
los seres rezagados con sus fuerzas formando un contraste. Por eso tiene que haber desde el
inicio seres que actúan preferentemente en las fuerzas constructoras, en las fuerzas anabólicas
y seres que se manifiestan en las fuerzas que degradan, en las catabólicas. Entre estas dos
fuerzas únicamente puede tener lugar un desarrollo. Así hubo seres que se internalizaron cada
vez más la individualidad humana y desde adentro hacia afuera manifestaron sus fuerzas en
los hechos de los seres humanos; alcanzaron el clímax determinado de la evolución terrestre,
la configuración de la consciencia del yo en las tres envolturas microcósmicas. Vivieron
entonces y se manifestaron en la labor activa de la fuerza yoica en el mundo exterior. En el yo
humano, así como vive en sus tres envolturas y vuelca su fuerza en el mundo exterior, obran
estos seres espirituales. El ser humano los siente durante su vida diurna de vigilia, ellos obran
mientras él se despliega autoconscientemente en el semicírculo claro. Aquellas fuerzas de la
luz y del calor que habían seguido el curso normal de la evolución, ellas se había internalizado
a microcosmos, desde allí irradian al entorno. Pero también en el semicírculo claro hay una
parte que pertenece a las fuerzas constructoras y una parte que corresponde a las que
degradan, la mitad oriental y la occidental. Aquellas fuerzas que durante el día entran
irradiando en la Tierra como luz y calor del sol desde afuera, son de tal índole que no han
participado en el curso de la evolución en el sentido de la internalización de las fuerzas
macrocósmicas a microcosmos. Ya durante el estado lunar, cuando se separaron Sol y Luna,
estas fuerzas habían permanecido en el nivel del estado solar; no participaron en la siguiente
evolución de la antigua Luna. Permanecieron en el macrocosmos, no siguieron
internalizándose a microcosmos.

Esto se repitió en el estado terrestre, cuando el sol volvió a separarse e irradiaba su luz desde
afuera. Ese cuerpo cósmico, que nosotros vemos como sol, con respecto a la evolución
microcósmica, pertenece a la línea descendente. Aquello que se ha internalizado de fuerzas
solares en el microcosmos, pertenece a la línea ascendente. Todo lo que se extiende
alrededor del ser humano como entorno, sea físico, sea espiritual, pertenece a las fuerzas que

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degradan, que son catabólicas, pues se han internalizado solamente hasta un cierto nivel.
Como entorno colabora entonces en la evolución, ahí actúa construyendo desde afuera hacia
adentro en el microcosmos. Aquello que cada vez más y más se internalizó a microcosmos y
participó de este modo con todo el curso del desarrollo terrestre, pertenece a las fuerzas
constructoras, a las anabolizantes. A través de ellas se forma en el macrocosmos un punto
central, un centro, del que irradian fuerzas al entorno, que por de pronto obran ahí en el
sentido de degradación, pues este centro se desarrolla como microcosmos a costa de su
entorno. Del entorno físico se busca su alimentación. En el mundo espiritual tiene que haber
seres macrocósmicos que vuelcan en él como alimentación nuevas fuerzas desde afuera, de
modo que él pueda seguir desarrollándose.

Aquellas fuerzas que no compartieron el curso normal evolutivo, que no se internalizaron a


microcosmos, actúan durante la noche en el ser humano. Ellas no participaron en la
configuración del yo y del cuerpo astral en el ser humano, ahí ellas habían quedado rezagadas,
por eso pueden actuar únicamente cuando se han separado el yo y el cuerpo astral, esto es
durante el estado del dormir. En el yo y el cuerpo astral microcósmico ellas no se habían
internalizado, ahí se habían quedado atrás en el macrocosmos. Ahora desde el macrocosmos
sólo podían internalizarse en un microcosmos que constaba de un principio físico y uno etéreo.
Ahí son como un mundo exterior que se internaliza de tal manera en el microcosmos como
sustancias y fuerzas que sirven de alimento a los seres humanos, que a partir del mundo
exterior son acogidos en él. Sólo un obrar subconsciente, sin la consciencia yoica humana, es
lo que puede obrar ahí. Pues así como los seres, que viven en el entorno físico-sensorio del ser
humano, no han desarrollado una consciencia yoica individual, del mismo modo estos seres
macrocósmicos no han desarrollado a partir de su entorno espiritual la consciencia yoica como
el ser humano. Estas fuerzas pertenecen al semicírculo oscuro. Se alternan durante día y
noche en su labor en el microcosmos los seres que pertenecen a las fuerzas ascendentes y los
que pertenecen a las descendentes. Durante el día obran en él las fuerzas ascendentes en su
consciencia yoica, durante la noche están con su yo derramadas en el macrocosmos. A la
noche obran en el microcosmos aquellas fuerzas que durante el día se vuelcan en el
macrocosmos. Cuando el ser humano duerme, vela en él el macrocosmos; cuando el
microcosmos está despierto, duerme el macrocosmos a su alrededor.

Algo parecido a lo que sucedió en el desarrollo de la antigua Luna cuando se separaron Sol y
Luna, y que se repite en el desarrollo de la Tierra, acontece cuando la luna se separa de la
Tierra. También allí quedan seres rezagados del desarrollo lunar, ellos quedan a merced de la
línea evolutiva descendente, en tanto que no pueden alcanzar más el clímax de la evolución
terrestre. Aquello, que durante el estado lunar había seguido el curso normal y alcanzó el
correspondiente clímax, podía ahora acoger en sí la fuerza del yo y seguir perfeccionándola en
el microcosmos. Empero aquello que en aquel entonces había quedado rezagado, durante el
estado terrestre tuvo que terminar de desarrollar todavía lo astral, no se había internalizado
correspondientemente y sólo podía influir como algo lunar desde afuera en el microcosmos.
Los seres rezagados de la evolución lunar no podían entrar obrando hasta las fuerzas yoicas
del ser humano terrestre, ellas obran en la consciencia diurna del ser humano hasta su cuerpo
astral. No participan del clímax de la evolución terrestre, pertenecen a las fuerzas de la línea
descendente. Su acción en la evolución terrestre se presenta allí donde comienza el florecer de
la fuerza yoica. Eso fue en la época de la Lemuria donde se internaliza el Yo en el microcosmos,
y el efecto de las fuerzas rezagadas del estado lunar, los seres luciféricos, comienza en el
cuerpo astral del ser humano.

Junto a lo nuevo en la evolución se presenta lo que como antiguo se adentra proveniente del
estado anterior. Ambos se desarrollan a la par durante un tiempo, después llega el momento
donde lo antiguo tiene que ir muriendo en tanto que lo nuevo se sigue desplegando.

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El desarrollo de aquellas fuerzas que debían configurarse en el estado terrestre y de
aquellas que corresponden a un estado anterior y que siguen su desarrollo bajo condiciones
nuevas y que por eso por de pronto en su nivel tienen una configuran mayor que lo que recién
está empezando, eso está simbólicamente representado en la Leyenda del Templo. Ahí se
relata: Uno de los Elohim descendió, desposó a Eva, la madre terrenal, y de su unión se
originó Caín, el primer ser humano terrenal. Otro Elohim creó a Adán y de la unión de Adán
con Eva se originó Abel.

El ser-humano-Caín es el hijo de fuerzas divino-espirituales, que actuaron de tal modo en la


evolución terrenal que pudieron hacer surgir un microcosmos en el que se internalizaron las
fuerzas macrocósmicas. Él pertenece a aquellas fuerzas que durante el desarrollo terrestre
podían alcanzar del clímax, el punto máximo determinado, en tanto que predispusieron la
fuerza del yo en el ser humano y más tarde lo configuraron.

El ser-humano-Abel pertenece a otras fuerzas macrocósmicas. Ellas no podían interiorizar


tan directamente en él la fuerza del yo. Por la mediación de dos seres humanos actuó el
macrocosmos. No fue tan directamente un portador de las fuerzas macrocósmicas como el
ser-humano-Caín. Influyeron más de afuera sobre él, no en él, sino por la mediación de dos
seres humanos. Él tuvo que pasar por la sexualidad. El ser humano-Abel pertenece a aquellas
fuerzas que se adentran en el estado terrestre desde una evolución anterior. Actúan en él
fuerzas rezagadas de la evolución lunar que antaño no habían alcanzado el correspondiente
clímax y por eso en el microcosmos no pueden internalizarse más que hasta el cuerpo astral.
Debido a eso sólo podían influir creativamente en el desarrollo terrestre a través de una
pareja humana. Lo que originaban creativamente tenía que pasar por la sexualidad, porque
ellos podían influir en esta fuerza que pertenece al estado lunar. En el estado lunar estuvo
activo el precepto (Prinzip: principio, precepto, regla, norma) de la dualidad, como dos fuerzas que
creativamente se influyen mutuamente como fuerzas del Sol y de la Luna. Correspondía a lo
que en el determinado clímax del desarrollo debía configurarse. Las fuerzas rezagadas, que se
manifestaban simultáneamente en el estado terrestre, cuando comenzó el desarrollo
floreciente de la fuerza yoica en el ser humano, introdujeron estas fuerzas lunares en el
desarrollo terrestre y la internalizaron en el microcosmos, de modo que en él se originó una
dualidad por la que o bien la influencia del sol o la de la luna sobresalía en su cuerpo físico o
en su cuerpo etéreo. Así se originaron los dos sexos.

El ser humano-Caín, que pertenecía a la verdadera (eigentliche: verdadera, real, propiamente dicha)
evolución terrestre no necesitó pasar por la sexualidad. Así como en la antigua Luna era válido
el principio de la dualidad, así para la Tierra estaba determinada una tríada: Sol, Luna y Tierra.
El ser humano podía contener en sí las fuerzas de ambos sexos, así como la Tierra lleva en sí las
fuerzas solares y lunares. Podía obrar creativamente por medio de aquello que se desarrollará
en la Tierra, la fuerza del yo o fuerza yoica.

Pero en la Leyenda del Templo se sigue relatando, que Caín se hizo culpable en tanto que
mató a su hermano Abel. Debido a eso se ha liado con aquellas fuerzas que obraban en Abel,
las fuerzas rezagadas de la evolución lunar. Así éstas también pudieron vivir en él. Por causar
la muerte se pone en deuda con aquellas fuerzas que conducen a la muerte, las fuerzas
descendentes, catabólicas.

A continuación la Leyenda del Templo enseña: Caín devino agricultor, Abel-Seth, el hijo
sustituto de Adán y Eva, devino pastor. El ser humano-Caín vive compartiendo la evolución
terrestre, él se incorpora aquello que porta frutos, él se sigue abriendo camino en la línea
ascendente. Él tiene que obrar en su entorno en la Tierra con las fuerzas que se le han
internalizado.

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En el ser humano-Abel las fuerza cósmicas no se internalizaron tanto, ellas lo irradian
todavía más desde afuera, a él le fluye desde el macrocosmos lo que el ser humano-Caín con
sus propias fuerzas tiene que conquistar a partir de su entorno. Él no se hace agricultor porque
él mismo no puede trabajar en la evolución terrestre así como puede trabajar el ser humano-
Caín que pertenece a esta evolución. Él deviene pastor, obra sobre lo astral, el apacienta los
animales.

La corriente de los seres humanos Caín y Abel sigue actuando en la evolución terrestre. Así
se sigue relatando cómo hubo una época donde vivieron al mismo tiempo el gran rey
Salomón, un descendiente de la corriente de Abel, y su gran maestro de obras Hiram-Abif, un
descendiente de la corriente de Caín.

El rey Salomón tenía aquella sabiduría que le afluía desde el mundo espiritual, el
macrocosmos. Su maestro de obras erigía obras de arte por medio de sus propias fuerzas. Su
mayor obra de arte debía ser la construcción de un templo en el que se encontraría todo lo
que existía en el mundo exterior, una imagen de este mundo exterior debía ser el templo. El
rey Salomón podía idear el plan de este templo, construírlo no podía. Como ser humano
abelita no podía actuar dentro de lo físico. El maestro de obras podía construir el templo pues
como ser humano cainita había aprendido a trabajar en la materia terrestre y de dominarla. El
ser humano cainita podía construirse el templo del microcosmos en el que estaban
internalizadas todas las fuerzas que actúan en el mundo exterior; el ser humano abelita sólo
lograba llegar hasta la representación figurativa del templo.

La última gran obra de arte del maestro de obras - así se sigue relatando - debía ser la
fundición del mar de metal (ehernes Meer). En él debían estar mezclados los siete metales de la
Tierra en una proporción tal, que se originara un fluido transparente. En los siete metales
(cobre, estaño, oro, plomo, hierro, mercurio, plata) obran las siete fuerzas que encuentran su
expresión en los siete planetas. Ahí, donde se reúnen de manera armónica, forman una
unidad radiante, así como la luz blanca los siete colores del espectro.

El ser humano cainita con su fuerza yoica puede trabajar tan armónicamente en estas fuerzas
planetarias, que se despliegan en él como los siete miembros de su naturaleza (tres superiores,
cuatro inferiores), que se mancomunan a una entidad humana, que mira al mundo espiritual
a través del mundo físico-sensorio. Esa era la última gran obra de arte.

Del lado del rey Salomón sucede simultáneamente algo para impedir esta fundición. Tres
compañeros (Geselle) artesanos traicioneros mezclan algo en la fundición por lo que todo se
destruye. Porque antaño Caín se hizo culpable por matar a su hermano Abel y con eso acogió
dentro de sí aquellas fuerzas que pertenecían a la línea descendente, así ahora pudo
aproximarse al ser humano cainita por parte del ser humano abelita esto desintegrante que se
situó destruyendo en el trabajo del construir. Se sigue relatando, cómo el maestro de obras en
la catástrofe que por eso se originó, es salvado y conducido a través del fuego hacia su gran
ancestro Caín en el centro de la Tierra. Ahí recibe un nuevo martillo y comienza de nuevo la
obra, que entonces le sale bien. Ahí él mira en lo espiritual en tanto que ve como centro de la
evolución terrestre al yo del mundo (Welten-Ich: yo del mundo, yo cósmico) que ha internalizado su
fuerza en él. Con eso recibe nuevas fuerzas para seguir cumpliendo su tarea.

Después también comienza para él un nuevo período de trabajo, en tanto que se le une
aquella sabiduría, que antes al ser humano abelita afluía desde el mundo espiritual. Eso relata
la Leyenda como el compromiso de la reina de Sabah con el gran maestro de obras, que antes
habría debido aunarse con el rey Salomón. A partir de este momento disminuyen aquellas
fuerzas que actúan en la corriente abelita, ahí ellas habían alcanzado su clímax en la evolución
terrestre.

15
Para cada desarrollo (o evolución) está determinado un cierto punto máximo, un cierto
clímax; ahí se alcanza lo que es tarea, cometido para este desarrollo. Este punto puede
designarse como la altura del mediodía. Hasta ahí van floreciendo las fuerzas, a partir de ahí
disminuyen. Esta altura del mediodía se determina a partir del horizonte, ahí las fuerzas, que
se manifiestan en el este, alcanzan su mayor despliegue; hasta ahí se trabaja en el sentido
edificante, a partir de ahí comienza el trabajo del desintegrar en dirección al oeste. Aquellas
fuerzas que de estados evolutivos anteriores se adentran en las nuevas, no pueden alcanzar
la altura determinada del mediodía, son como los cuerpos celestes que tienen un arco diurno
corto y un arco nocturno largo. Permanecen un tiempo más corto en la mitad luminosa del
círculo, más largo en la mitad oscura. Su altura del mediodía (con respecto al horizonte) es
baja, sus órbitas se alzan poco por encima del horizonte. Entonces actúan principalmente en
la mitad oscura del círculo. En la evolución de la Tierra a través de sus estados planetarios
anteriores hasta el estado terrestre mismo, debían internalizarse paulatinamente fuerzas
macrocósmicas a microcosmos. Aquellas fuerzas que quedaron rezagadas, no se habían
internalizado tanto; se quedaron atrás en el macrocosmos en tanto que el microcosmos se
configuraba la consciencia yoica. Por eso sólo pudieron actuar en el microcosmos mismo en
aquella mitad del círculo que pertenece a la vida subconsciente del microcosmos. Su trabajo se
encuentra principalmente debajo del horizonte. En la vida consciente diurna del microcosmos,
por encima del horizonte, sólo podían trabajar fuera del microcosmos. Las líneas que se
forman por el horizonte yendo de este a oeste, y la altura determinada del mediodía,
perpendicular a ella, forman conjuntamente la figura simbólica del signo del Tao. Es el martillo
que es dado para la construcción de un cierto período del desarrollo. Con este martillo se
construyó el templo del microcosmos a partir del macrocosmos y se sigue trabajando en aquel
templo. Su fuerza se manifiesta en los tres puntos del este, sur [en el hemisferio norte] y oeste en la
mitad luminosa del círculo, allí, donde el microcosmos puede actuar conscientemente con las
fuerzas que se internalizaron, ahí resuena su golpe.

En la evolución terrestre, cuando en el microcosmos se habían internalizado las fuerzas


anímico-espirituales desde el macrocosmos, tuvo lugar la mayor internalización cuando el Dios
mismo se arraigó (sich einleben in: adaptarse, establecerse, acomodarse, arraigarse) en un microcosmos. Ahí se
alcanzó el clímax para el desarrollo terrestre. A partir de ahí tienen que manifestarse
paulatinamente las fuerzas que con respecto al microcosmos actúan desintegrando. Ahí se da
vuelta todo el curso de evolución. A partir de este punto el microcosmos debe expandirse a
macrocosmos. Hasta entonces se había internalizado en el microcosmos lo que había venido
junto con el desarrollo. Ahora el microcosmos también tiene que acoger lo que siempre había
quedado rezagado para que pudiese avanzar la evolución. Los seres divino-espirituales
tuvieron que retirarse paulatinamente del ser humano; entonces él mismo tiene que comenzar
a actuar en el macrocosmos. En vez de tomar, debe empezar a dar. A aquellos seres que se
habían mantenido alejados y quedaron rezagados para que el ser humano pueda desarrollarse,
tiene que irles al encuentro por su propia voluntad de modo que pueda unir su consciencia
también con ellos.

El ser humano cainita hasta entonces, donde se alcanzó el clímax, debía trabajar en la
construcción del microcosmos a partir del macrocosmos. En la mitad luminosa del círculo, él
debía actuar en la consciencia microcósmica. Después empero llega el tiempo, donde la tarea,
el cometido para su trabajo se modifica de tal manera, que a partir del templo del
microcosmos debe trabajar en el mundo exterior, de modo que sus fuerzas afluyan en la mitad
oscura del círculo, ahí donde las fuerza macrocósmicas actúan subconscientemente en él.
Entonces, por su trabajo en el templo del microcosmos, la oscuridad, que le rodea como
entorno y que vive como algo subconsciente en él, será alumbrada por la luz de la
comprensión. Su consciencia se extenderá más allá del entorno. Microcosmos y macrocosmos
se mancomunan, la mitad luminosa y la oscura forman un círculo en el que el ser humano

16
puede ser activo conscientemente cuando se siente como macrocosmos en el microcosmos.
Las fuerzas constructoras y las desintegrantes, vida y muerte, se aúnan, se transforman la una
en la otra. Así él avanza (schreiten) conscientemente a través de la línea ascendente y
descendente de la evolución, cruzando el portal que conduce al espíritu divino mismo, que se
manifiesta en estas fuerzas.

De GA 265 -“Sobre la historia y de los contenidos de la sección epistemológico-cultual


de la Escuela Esotérica 1904 - 1914”
pág. 237
III - DOCUMENTOS DE NUEVOS ACERCAMIENTOS DESPUES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

págs. de 455 a 460.

pág. 455
Tres horas esotéricas con contenidos del contexto anterior del trabajo epistemológico-
cultual
4
Dadas en Dornach el 27 de mayo 1923, 23 de octubre 1923 y 3 de enero 1924 para el ‘Grupo Wachsmuth-Lerchenfeld’

Texto de María Röschl-Lehrs “anotado enseguida después de la memoria”.

Introductoriamente fue dicho, por qué ahora es de nuevo posible un grupo de esta índole. Es
necesaria una consciencia clara. Antes uno se había aproximado con una consciencia
demasiado exigua, con una consciencia espiritual demasiado exigua a las instituciones de la
antroposofía.

Si eso, que había sido dado en aquellos conjuntos anteriores, se hubiese publicado, entonces
con eso se habrían formado muchos cultos en el mundo. Pero porque no se publicó, surgió el
odio y la traición al asunto.

Estas personas aquí no han sido convocadas por él, ellas mismas se reunieron. Ante el mundo
espiritual, él se ha rehusado a seguir formando él mismo tales grupos. -
¡No ser soberbio! Hay más personas que entrarían en consideración, también tales que están
más avanzadas! Aquí están solamente los que se encontraron por sí mismos. Del meditar. No
es una cuestión solamente personal, sino que tiene significación cósmica- El cosmos se
interesa por ello, si lo hacemos o no.
Oh hombre….
Leyenda [Leyenda del Templo] nuevo anexo

4
Denominado así por Rudolf Steiner porque la iniciativa había salido de los dos hermanos Wachsmuth, el conde
Lerchenfeld y Harriet von Vacano. Como participantes han sido transmitidos por sus nombres: Marie Steiner, Dra.
Ita Wegman, Dra. Elisabeth Vreede, Albert Steffen, Dr. Günther Wachsmuth, Wolfgang Wachsmuth y señora, Dr.
Kurt Piper, Dr. Otto Palmer, Dr. von Baravalle, Dra. María Röschl, conde Lerchenfeld, Harriet von Vacano, Jürgen von
Grone, Margarita Woloschin.

17
dos direcciones - en Juan el centro. Reconocer lo que viene de ambas direcciones. Incendio,
porque ambas unidas contra el centro. Odio contra la prosecución de este centro.
¡Devenir despiertos! Despiertos frente a estas dos direcciones, pero también en general.
¡Devenir despiertos por medio de un meditar correcto! Goethe estaba totalmente despierto.
Schiller despierto sólo a medias, Herder y Lessing dormían.
Antes del Misterio del Gólgota eran las palabras de un iniciado: Salem. Ahora inversión:
Melas…. El círculo se cierra.
Adición posterior: antes Mach ben ach - Hijo terrenal del sufrimiento o lo físico-corporal se ha
separado de lo anímico-espiritual.

Ejercicio vocal - Peregrinaje hacia el yo


O A J A O : yo en medio de luz y espacio 5
A J O J A : espacio para yo y luz
J O A O J : luz a través de espacio y mí
Yo soy

Recién aquí ahora lo de las dos direcciones y el incendio.

pág. 457
La Leyenda del templo

Las palabras pronunciadas de la Leyenda del Templo de la hora esotérica del 27 de mayo 1923 se reconstruyeron
después por diferentes participantes a partir de la memoria y de escritos del anterior contexto epistemológico-
cultual. La designación “Nueva versión, dada en primavera 1923” bajo la cual fue difundido lo expresado por Rudolf
Steiner, corresponde en realidad únicamente al último cierre (en los apuntes de María Lehrs-Röschl designado
como “Nuevo apéndice”) . En la primera parte se corresponde el texto de la leyenda con el manuscrito de Rudolf
Steiner del año 1906 (pág 365). La descripción siguiente de la fundición del mar de metal y la muerte de Hiram
muestra en cambio algunas variantes con respecto a las descripciones anteriores. La descripción en la versión de
1923, que empieza después de la frase del escrito de Rudolf Steiner (pág. 367: Hiram en primer lugar está en
posesión de un “yo” humano real.), dice lo siguiente:

………..
A partir de este momento se apoderan de Salomón unos celos vehementes en contra su
maestro de obras. Éste tenía para la construcción del templo tres compañeros artesanos
(Geselle: es el nivel intermedio en los artesonas entre el aprendiz y el maestro: Lehrling, Geselle, Meister) que le exigían el
grado de maestro. Pero ellos habían mostrado su falta de capacidad, en tanto que a una
imponente viga irreemplazable para la construcción del templo la habían cortado demasiado
corta. Hiram compuso el desastre gracias a que por sus especiales fuerzas pudo estirar la viga
a su correcto largo. Ahora ellos son los oponentes de Hiram porque tuvieron que ser
rechazados por él cuando exigían de él el grado de maestro y la palabra maestra para lo que
todavía no estaban maduros. A los tres compañeros artesanos traicioneros les resulta fácil
conseguir el oído del rey para el hecho con el que quieren arruinar a Hiram.

La terminación de la construcción del templo debía ser coronada por una obra en la que
Hiram-Abif había pensado en reconciliar la tensión y enemistad entre los hijos de Caín y de
Abel. Era el “mar de metal”, cuya fundición de los siete metales básicos (plomo, estaño,
hierro, oro, cobre mercurio y plata) y agua, del metal de la Tierra, debía ser mezclada de tal
modo, que la fundición terminada debería resultar completamente transparente. El asunto
estaba listo hasta una ultimísima añadidura, que debía realizarse ante la corte reunida,

5
Advertencia de Maria Röschl-Lehts. “Aquí solo escasas anotaciones. La sucesión no clara.”

18
también ante la reina de Sabah, y por medio de la cual la sustancia todavía turbia debía
transformarse hasta la total claridad.

Ahora los tres compañeros artesanos traicioneros, que tenían la tarea de agregar el último
componente, el agua, la mezclaron en proporción errada y en vez de hacerse transparente, la
fundición se pulverizó en llamas devastadoras. Hiram-Abif trató de calmar el fuego, no lo
logró, las llamas saltaron hacia todos lados.

Hiram-Abif empero oyó desde las llamas y de la masa incandescente una voz: Arrójate en el
mar de llamas, tú eres invulnerable. Él se arrojó en las llamas y se dio cuenta que su camino
conducía hacia el centro de la Tierra. A mitad camino encontró a Tubalcaín, su ancestro. Éste lo
condujo al punto central de la Tierra donde se encontraba el gran ancestro Caín en el estado
como fue antes del pecado, el asesinato de Abel. Éste le dio el triángulo de oro con la palabra
maestra. A mitad camino hacia arriba Tubalcaín le entregó un martillo y le indicó de tocar con
él la fundición del mar de metal. Hiram-Abif recibe de Caín la declaración, que el enérgico
despliegue de las fuerzas humanas terrestres conduce finalmente a la altura de la iniciación, y
que la iniciación adquirida por esta vía tendrá que tomar el lugar del antiguo mirar, que éste
desaparecerá. Con el martillo vuelve Hiram a la superficie de la Tierra; él toca con éste el mar
de metal, la fundición tiene éxito y pudo preparar su completa transparencia.

Hiram quiso ver por última vez su obra, el templo, y fue allí por la noche. Ahí lo estaban
acechando los falsos compañeros. El primero en uno de los portales le dio un golpe en la sien
izquierda que la sangre fluyó hasta el hombro. Hiram-Abif se dirigió al segundo portal para
abandonar el templo. Ahí el segundo compañero le dio un golpe en la sien derecha, que la
sangre fluyó hasta el hombro. Él se dirigió al tercer portal. Ahí le llegó el golpe del tercer
compañero en la frente, de modo que se desplomó. Él llegó a arrastrase hasta un pozo, en el
que hundió el triángulo de oro. Los tres compañeros enterraron su cadáver. Antes de su
muerte Hiram pudo hundir en un profundo pozo el triángulo de oro con la palabra maestra. De
esta tumba creció un árbol de Cassia, una acacia. Al sapiente le6 era conocido, que de la
tumba de un iniciado crece un árbol de Cassia. Cuando se encontró su cadáver, resonó la
nueva palabra maestra: “Mach ben ach”. Esto significa: lo anímico-espiritual se ha separado de
lo físico-corporal - o : Anderssein des Leibes : = lo ser diferente del cuerpo7. Se buscó después
el triángulo de oro y se lo encontró en el pozo. Se colocó el triángulo en una piedra cúbica con
los Diez Mandamientos y así se lo ocultó en un muro del templo.

Con este simbolismo está dado lo que en meditación elevaba hacia la imaginación a la
esencia interior de la evolución terrestre humana. El mar de metal puede considerarse como
símbolo de lo hubiera llegado a ser el ser humano, si los tres compañeros traicioneros no
hubiesen encontrado lugar en el alma. Estas tres fuerzas traicioneras son: Duda, superstición,
ilusión del yo personal.

Hiram Abif volvió a reencarnarse como Lázaro y fue así aquel, que en primer lugar fue
iniciado por Cristo. Con él comenzó la reconciliación de la diferencia, que existía entre la
corriente de Caín y la de Abel.

6
Aquí falta, de acuerdo a las tradiciones habituales, el vínculo intermedio: Salomón dio la orden de buscar el
cuerpo de Hiram. Dado que se creía que los asesinos le habían sonsacado a Hiram la palabra maestra, se dio la
consigna, de callar durante la búsqueda. La primera palabra, que uno de los maestros dijera inintencionadamente
al desenterrar el cadáver, esa sería la nueva palabra maestra. Cuando después de una búsqueda extenuante se
encontró el cuerpo, a uno entre ellos se le escapó las palabra “Mach ben ach”. Esta fue aceptada como nueva
palabra maestra.
7
Otro apunte dice aquí: “Erdensohn des Leides” Hijo terrestre del sufrimiento.
[de N.P.: el sonido de ambas expresiones en alemán se parece en cierto modo, por lo tanto confundible]

19
pág. 459

Según otro apunte dice el “Nuevo anexo”:

Hiram-Abif se reencarnó como Lázaro y así devino aquel, que como primero fue iniciado por
Cristo. Con él se inició la corriente del centro, que estaba entre la corriente de Caín y la de
Abel. La corriente de Caín encontró en el correr de los tiempos sus representantes principales
en la F (Freimaurerei: corriente de la masonería), mientras que el abelismo encontró su
expresión de la corriente clerical de la Iglesia (¿católica?). Ambas corrientes de la humanidad
permanecieron estrictamente hostiles entre sí. Sólo una vez se unieron en armonía: en su odio
hacia la corriente del centro. El resultado de esta unión en armonía de las dos corrientes en sí
enemigas fue la aniquilación del edificio de Juan (Goetheanum)

* * *

Traducción (sin pulir y en estilo libre) realizada por Norma Priemer para los amigos de la Antroposofía,
en Rosario en la segunda mitad de marzo 2023.

Y que me permito complementar aquí con las palabras de Rudolf Steiner para Marie en Navidad 1922.

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Para Marie Steiner

Astros hablaban antaño a seres humanos,


Su enmudecer es destino del mundo;
La percepción del enmudecer
Puede ser dolor del ser humano terrenal.

En el mudo silencio empero madura


Lo que seres humanos hablan a astros;
La percepción de su hablar
Puede convertirse en fuerza del ser humano espiritual.

25 Dic. 1922 Rudolf Steiner

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