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OBJETIVO
Reducción la producción de plásticos y desperdicios de los alimentos; con la idea de una
bioeconomía circular marcada por la Unión europea.
INTRODUCCIÓN
Con esta idea en mente, en 2018 nacía el proyecto europeo Ypack que, a partir de suero de queso
y cáscaras de almendras, comenzaba a desarrollar tres productos compostables: una bandeja y dos
películas de contacto alimentario. Tras tres años de investigación y siete millones de euros en
inversión, un equipo liderado por el Instituto de Agroquímica y tecnología de los Alimentos (IATA)
lograba crear un envase activo y biodegradable, capaz de desintegrarse en un plazo máximo de 90
días y de alargar la vida útil de algunos productos frescos hasta 48 días.
En octubre de 2020 se presentaban los resultados. “Es la primera vez que se muestra la
implementación industrial completa del envase, con estudios positivos de biodegradación,
alergenicidad y vida útil”.
Esta tendencia prohíbe la venta de artículos de plástico de un solo uso ya que afecta a la salud.
“Dada la posible exposición crónica a los microplásticos, los resultados plantean que su ingesta
continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, el estado de salud”.
Frente a dos bacterias que pueden causar intoxicación alimentaria: Staphylococcus aureus
(estafilococo dorado) y Escherichia coli. La primera contribuye a infecciones que van desde
abscesos en la piel hasta el síndrome de shock tóxico, y la segunda causa cólicos
abdominales, diarrea y vómitos.
El estudio resolvió la primera pregunta frente al mercado donde 7 países participantes y un total
de 7.000 consumidores, arrojo una valoración muy positiva hacia la nueva tecnología de envasado
y no mostro rechazó hacia su fabricación de subproductos provenientes de frutos secos o queso.
Los microplásticos no son un conjunto homogéneo, sino que presentan diferentes tamaños,
aditivos y/o contaminantes. Aunque esto dificulta conocer sus biotransformaciones en el tracto
gastrointestinal, es necesario saber el destino en el organismo de estos materiales y sus
consecuencias”, Este trabajo, realizado dentro del proyecto europeo, ha logrado simular cómo
digerimos los microplásticos mediante una especie de estómago artificial. “Mediante el modelo in
vitro de digestión gastrointestinal pudimos albergar la microbiota colónica humana durante la
intervención con microplásticos”, añade Moreno. Como resultado, otro hallazgo: es la primera vez
que se observa que estas partículas pueden sufrir biotransformaciones y llegar al colon con una
estructura diferente a la original.
CONCLUSION
ODS
Salud y bienestar
Vida marina