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CÁSCARAS DE ALMENDRAS Y SUERO DE QUESO PARA

PRODUCIR ENVASES BIODEGRADABLES Y SOSTENIBLES


PROBLEMÁTICA
Los inconvenientes relacionados con los envases tradicionales en la producción de plásticos y el
desperdicio de comida.

OBJETIVO
Reducción la producción de plásticos y desperdicios de los alimentos; con la idea de una
bioeconomía circular marcada por la Unión europea.

INTRODUCCIÓN
Con esta idea en mente, en 2018 nacía el proyecto europeo Ypack que, a partir de suero de queso
y cáscaras de almendras, comenzaba a desarrollar tres productos compostables: una bandeja y dos
películas de contacto alimentario. Tras tres años de investigación y siete millones de euros en
inversión, un equipo liderado por el Instituto de Agroquímica y tecnología de los Alimentos (IATA)
lograba crear un envase activo y biodegradable, capaz de desintegrarse en un plazo máximo de 90
días y de alargar la vida útil de algunos productos frescos hasta 48 días.

En octubre de 2020 se presentaban los resultados. “Es la primera vez que se muestra la
implementación industrial completa del envase, con estudios positivos de biodegradación,
alergenicidad y vida útil”.

EL NUEVO ENVASE PROTEGE AL ALIMENTO Y ADEMÁS PARTICIPA EN SU


CONSERVACIÓN
uno de los principales objetivos marcados, reducir la dependencia de envases no renovables. El
principal motivo es que más del 80 % de los residuos hallados en el mar son plásticos. Dentro de
esta cifra, ocupan un papel clave los productos relacionados con la alimentación, como las bolsas
de plástico, que tardan 20 años en descomponerse, o como las botellas que, en algunos casos, no
llegan a desintegrarse nunca. El resultado es que cada persona podría ingerir de media entre 0,1 y
5 gramos de microplásticos cada semana a través de alimentos y bebidas.

Esta tendencia prohíbe la venta de artículos de plástico de un solo uso ya que afecta a la salud.
“Dada la posible exposición crónica a los microplásticos, los resultados plantean que su ingesta
continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, el estado de salud”.

SUERO DE QUESO Y CÁSCARAS DE ALMENDRAS


 Ante esta situación, la investigación aplicada trabaja desde hace tiempo en el desarrollo de
alternativas biodegradables. “El envase ideal implica huellas de carbono e hídricas más
bajas, es biodegradable, está diseñado ecológicamente, es seguro y tiene propiedades de
conservación adecuadas para minimizar el desperdicio de alimentos”, Para producir los
envases ideados se optó por los poliésteres producidos en la naturaleza por
microorganismos. Así los nuevos recipientes serían compostables. Esto quiere decir que la
degradación biológica del envase se produce en un tiempo controlado que, en este caso,
es de un plazo máximo de 90 días tras desecharse. Todo ello es posible un polímero
conocido como PHBV que se produce a partir de suero de queso y se abarata con cáscaras
de almendras.
 Partiendo de residuos de frutos secos, un subproducto tóxico de la fabricación del queso y
nanocelulosa, se utilizó para crear un envase pasivo que protegiera el alimento del medio
exterior, sino que también un recipiente activo que participara en su conservación. Dos
ingredientes responsables de que se lograra este objetivo: óxido de zinc y aceite esencial
de orégano. Su incorporación al polímero PHBV mostró efectos antimicrobianos a corto (15
días) y a medio plazo (hasta 48 días),

Frente a dos bacterias que pueden causar intoxicación alimentaria: Staphylococcus aureus
(estafilococo dorado) y Escherichia coli. La primera contribuye a infecciones que van desde
abscesos en la piel hasta el síndrome de shock tóxico, y la segunda causa cólicos
abdominales, diarrea y vómitos.

El estudio resolvió la primera pregunta frente al mercado donde 7 países participantes y un total
de 7.000 consumidores, arrojo una valoración muy positiva hacia la nueva tecnología de envasado
y no mostro rechazó hacia su fabricación de subproductos provenientes de frutos secos o queso.

Los microplásticos no son un conjunto homogéneo, sino que presentan diferentes tamaños,
aditivos y/o contaminantes. Aunque esto dificulta conocer sus biotransformaciones en el tracto
gastrointestinal, es necesario saber el destino en el organismo de estos materiales y sus
consecuencias”, Este trabajo, realizado dentro del proyecto europeo, ha logrado simular cómo
digerimos los microplásticos mediante una especie de estómago artificial. “Mediante el modelo in
vitro de digestión gastrointestinal pudimos albergar la microbiota colónica humana durante la
intervención con microplásticos”, añade Moreno. Como resultado, otro hallazgo: es la primera vez
que se observa que estas partículas pueden sufrir biotransformaciones y llegar al colon con una
estructura diferente a la original.

CONCLUSION

ODS
 Salud y bienestar
 Vida marina

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