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Por qué decir no a los

productos desechables

 Tan sólo llegaron a la vida


cotidiana en los años cincuenta del
siglo pasado y ahora parece que no
sabemos vivir sin ellos. Son
los productos desechables, esos
que tantas veces usamos por mera
comodidad sin pararnos a
reflexionar sobre las incongruencias
entre el tiempo que nos serán de
utilidad y el impacto ambiental que
generan. A ellos y a su cara más
popular en el marketing verde, los
bioplásticos.

Qué son los


bioplásticos
 Empecemos aclarando
conceptos: un bioplástico es aquel
polímero se produce a partir de
materia orgánica (por ejemplo,
biomasa obtenida generalmente
de almidón de maíz, trigo o papas, o
bien del cultivo de bacterias). En
condiciones naturales y en presencia
de microrganismos, se deberían
degradar completamente a CO2,
agua y biomasa, descomponiendo
totalmente los polímeros de los que
estos formaban parte.

 12 cosas en las que deberíamos


pensar antes de escoger productos
de un solo uso, ya sean
bioplásticos o no
1. Que sea biodegradable no quiere decir
que sea compostable. Un producto
compostable es aquel que se biodegrada al
mismo ritmo que la materia orgánica en las
condiciones adecuadas, con lo cual es apto
para un proceso de compostaje que, como
mucho, dura un año. Muchos productos
biodegradables no son compostables, ya
que tardan demasiado tiempo. Incluso, hay
naturales biodegradables no
compostables: el tronco de un árbol,
huesos de palta, la cáscara del coco.
Recordemos que si no se indica que es
apto para compostaje, no se puede tirar al
contenedor de materia orgánica

2. Que sea apto para compostaje no quiere


decir que se pueda compostar en casa. Los
bioplásticos habitualmente necesitan unas
condiciones muy concretas de temperatura
y humedad que sólo se dan en el
compostaje industrial.
3. Que sea compostable, no quiere decir
que nos interese compostarlo. Los
bioplásticos pasan unos controles para que
no superen cierta cantidad de metales
pesados y otras sustancias que contaminen
el compost. Pero esto sólo quiere decir que
son un producto no peligroso para el
proceso de compostaje, no que sea un
producto bueno para compostar. Vienen a
ser el equivalente de la comida rápida en
nuestra dieta: no nos hace ningún bien y,
según su cantidad, puede llegar a
generarnos serios problemas de salud. De
momento siguen llegando a las estaciones
de compostaje en pocas cantidades, pero
si la idea es sustituir todo el plástico que
consumimos por bioplásticos, el proceso
de compostaje no se podría hacer de
forma eficaz.

4. Al parecer, un bioplástico no es siempre


biodegradable. Citando textualmente el
artículo Biplásticos, de la Universidad
Nacional Autónoma de México, “la
biodegradabilidad de un material no
depende del origen del material sino de su
estructura química, por lo que existen
bioplásticos que no son biodegradables.”
Resulta que la palabra «biodegradable» se
usa con mucha alegría, y muchos plásticos
que nos venden como degradables, en
realidad se
descomponen en microplásticos, es decir,
partículas que no son degradables y son
tóxicas.
5. Que sea compostable no quiere decir
que vaya a ser compostado. En Catalunya
la recogida selectiva es obligatoria, pero
esto es una excepción en España. Según
datos del libro Stop Basura. La verdad
sobre reciclar, de Alex Pascual, el 40% de
nuestra basura es orgánica pero en el caso
de Catalunya (ejemplo de éxito) sólo el
22% es correctamente reciclada (no hay
datos estatales, pero son  inferiores). Es
decir, si tú no lo llevas directamente al
contenedor adecuado (porque lo has
consumido en un festival, por ejemplo), es
muy probable que el producto
compostable que utilizas acabe en un
vertedero o una incineradora. Además,
como te podrás imaginar ya, los
bioplásticos no son fácilmente reciclables,
así que no pueden tratarse igual que los
plásticos convencionales si van a parar a la
planta convencional.
6. El material no es el que determina si un
producto es sostenible o no, sino el uso
que se le da (Mariana dixit) y el análisis de
su ciclo de vida completo, añado yo ahora.
Por eso, un producto fabricado para usar y
tirar nunca puede ser sostenible realmente
(aunque pueda ser biodegradable y menos
problemática que su opción de plástico
convencional). Recordemos que cada hora
vertemos al mar 675.000 kilos de
basura, de los que entre un 60 y un 80% es
de plástico y puede tardar en degradarse
500 años o más. ¿Realmente vamos a creer
que la solución está en sustituir esa basura
por otra, por mucho origen vegetal que
tenga?
7. Un producto desechable siempre
representa un mayor consumo de energía.
Para cada uno de esos productos que
estarán en nuestras manos tal vez durante
unos 15 minutos, se ha llevado a cabo un
complejo proceso industrial mucho más
largo que su vida útil. En el mejor de los
casos, provienen tal vez de maíz que ha
sido cultivado y cosechado en grandes
terrenos (de monocultivos) y que se ha
procesado a nivel industrial para
convertirlo en un bioplástico. Un proceso
complejo que implica el consumo de
energías, probablemente de origen fósil. Y
aún nos queda la distribución, que puede
dar muchas vueltas hasta que llega a tu
mano.
8. Los productos de un sólo uso también
son un desperdicio de agua. Me he topado
con unos cuantos que creen que un
producto desechable puede representar un
ahorro de agua, puesto que no tiene que
lavarse. Un argumento que se usa mucho
en contra del uso de servilletas de tela, o
pañales o compresas femeninas
reutilizables, por decir algo. Pero ni
siquiera en el caso de productos que
necesitan un lavado más profundo, esto
tiene sentido. Se utilizan grandes
cantidades de agua para regar los cultivos y
siempre se gasta mucha agua en el proceso
productivo. Según datos que encuentro en
la web de Ecologistas en acción, para
fabricar 100 bolsas de bioplásticos
producidos a partir de almidón de patata
se utilizan 2.000 litros de agua. De nuevo,
recordemos que hablamos de un producto
que tiene un ciclo de vida muchas veces
más corto que una fiesta. No podemos
comparar toda esa cantidad de agua con la
que usamos para lavar un pañal y mucho
menos un vaso o un par de cubiertos.
9. ¿Tierra cultivada para crear productos de
usar y tirar? No sé cómo lo ves tú, pero en
el mundo hay, según datos de la FAO, 843
millones de personas que que pasan
hambre. En el informe de Ecologistas en
acción que cito en el párrafo anterior
calculan que para producir las mismas 100
bolsas se necesitan unos 4 kilos de patata.
La tierra cultivada debería estar destinada
a producir alimentos para dar prioridad a la
seguridad alimentaria.
10. Pueden tener una toxicidad muy alta.
Como no son sometidos a los mismos
controles (ya débiles) de uso de plaguicidas
en su cultivo, nos vemos frente a un tipo
de cultivo más contaminante, lo que
representa una amenaza para la calidad de
los suelos y el agua, y también para la
salud, puesto que hay tóxicos que pueden
llegar a nosotros a través de los alimentos.
Por ejemplo, los bioplásticos pueden
contener Bisfenol A y otros disruptores
endocrinos.
11. No quiero acabar este post sin aclarar
algo. En primer lugar, que Petit Brot es un
restaurante fantástico que recomiendo de
todo corazón, que les estoy
profundamente agradecida por la atención
que nos prestaron y que estoy segura de
que hacen las cosas tan bien como pueden
y se esfuerzan por mejorar continuamente.
12. Por otra parte, también quiero aclarar
que no quiero decir con este post que no
crea que los bioplásticos no representen
una opción mejor al uso del plástico
convencional, en aquellos casos en los que
éste es inevitable. Estoy casi segura de que
sí. Lo que sí quiero
decir es que no son la
solución.
Simplemente son un paño caliente que nos
aleja de la única salida, la indispensable
reducción de residuos que nos lleve a un
sistema zero waste. Como también dice
Alex Pascual, el mejor residuo es el que no
producimos.

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