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PROGRAMA

MAESTRIA EN GESTIÓN PÚBLICA

Análisis Critico

“GENERACIÓN DE POSIBILIDADES A PARTIR DEL ANÁLISIS DE


EMOCIONES Y ACTOS DEL HABLA IDENTIFICADAS EN LA
ORGANIZACIÓN”

Autores:
AREVALO ALBUJAR, ELVIS JHOSIMAR
MEJIA VILCHEZ, HENRI JOHONEL
VILLALOBOS GONZALES, CAROLAY STEFANY
ZULOETA TORRES. PAOLA ELIANA

Docente:
DR. PEREZ ARBOLEDA, PEDRO ANTONIO

Chiclayo – Perú

2021
RESUMEN

El habla, y su extensión gráfica: la escritura, constituyen el único hecho real de


la comunicación, mientras que lenguaje y lengua son sistemas significativos en
los que los actos del habla alcanzan comunicación. Así para que un acto
hablado pueda transmitir un mensaje es preciso que esos sonidos sigan un
código aceptado por el hablante y el oyente. De la esencia formal de ese
código se ha ocupado la filosofía durante el siglo XX.

La inteligencia emocional se ha convertido en una habilidad necesaria para el


buen funcionamiento de la persona en la organización, una habilidad que le
proporciona conocer sus estados emocionales, pensar las emociones y
comprender y controlar sus respuestas emocionales y de comportamiento. En
los últimos años las emociones se han puesto de moda Zaccagnini.J, (2004) y
existe un mayor interés por conocer todo lo relacionado al mundo de los
sentimientos.

La realidad socioeducativa actual demanda de los profesionales de la


educación una intervención comprometida y coherente para el desarrollo de
competencias y habilidades emocionales
DESARROLLO

Los hechos de habla son personales en cuanto las características articulatorias


y tonales en cada individuo adquieren un punto propio que les distingue de los
demás. Pero aún más esas características se matizan en función del estado
emocional de quien habla. Por eso el contenido de una comunicación no sólo
transmite un mensaje conceptuado según un código, sino que puede connotar
la identificación del autor, su estabilidad emocional y la intención del mensaje.

Teóricamente la denotación, o sistema de asignación de un signo para


identificar a algo, es un hecho arbitrario, o sea, que la cualidad del signo no
guarda relación con la cualidad de lo designado. Pero dado que el mismo acto
comunicativo connota emociones del hablante, se podría plantear si, siendo la
connotación de la lengua anterior a la denotación, no habría un influjo en que
los signos denotativos se hayan formado en su origen desde el reflejo
emocional que produjera cada cosa sobre la persona y la comunidad.
Igualmente, la estructura de cada lengua originaria indígena debería recoger
algo, o bastante, de los caracteres de cada comunidad, porque la formación de
la sintaxis progresivamente desde las formas más sencillas a las complejas
deberían haber evolucionado de acuerdo a la personalidad o forma de ser de la
población.

Una referencia de ese proceso del influjo de las connotaciones emocionales


sobre la semántica y la sintaxis podríamos encontrarla en que en la actualidad
para crear un neologismo se acude habitualmente a formas léxicas conocidas,
derivando o componiendo, enriqueciendo o peyorando, según el interés
emocional que alcanza el nuevo término en la comunidad.

Existen diferentes formas de clasificar las emociones. Algunos autores las


clasifican de acuerdo a su valencia: positivas si se sienten agradables o
negativas si son desagradables. También podemos clasificarlas como
constructivas o destructivas. Decimos que las emociones son constructivas
cuando son apropiadas al contexto, nos proveen información relevante para
guiar nuestras acciones y nos motivan a conducirnos de maneras que
promueven nuestro bienestar y el de los demás, tanto en el corto como en el
largo plazo.
Emociones constructivas.

Emociones que son apropiadas al contexto, nos proveen información relevante


para guiar nuestras acciones y nos motivan a conducirnos de maneras que
promueven nuestro bienestar y el de los demás, tanto en el corto como en el
largo plazo.

Emociones destructivas

cuando tienen una intensidad, recurrencia o duración inapropiada al contexto o


situación, sesgan nuestra perspectiva y nos impulsan a realizar acciones que
pueden ser detrimentales para nosotros o para los que nos rodean, ya sea en
el corto, como en el largo plazo.

Por ejemplo, un poco de ansiedad nos da energía y entusiasmo para realizar


las actividades en la organización. Pero si la ansiedad es muy intensa nos
puede hacer sentir muy mal e impedir que empecemos cada actividad
programada. En conclusión, la ansiedad es dual: puede ser constructiva o
destructiva dependiendo de cómo nos relacionemos con ella en cada situación
particular.

El conjunto de habilidades que representa la IE capacita a la persona para


escuchar y comunicarse de forma eficaz, para adaptarse y responder de forma
creativa a los conflictos, controlarse a sí mismo no actuando con impulsividad,
inspirar confianza y motivarse a sí mismo y a los demás. En definitiva, es
posible concretar la IE como saber dirigir las emociones hacia los propios
intereses porque el ser humano no es sólo cerebro racional, sino que también
es un cerebro emotivo.
CONCLUSIONES

Consideramos que la formación inicial debería dotar de un bagaje sólido en


materia de emociones y fundamentalmente de competencias emocionales.
Esto permitirá a los colaboradores comprender la relevancia de las emociones
en la educación y en la vida diaria para tomar conciencia de las propias
emociones y de las emociones de los demás, en particular del alumnado, en
las interacciones sociales. Se trata de aprender estrategias que nos faciliten el
afrontar cada actividad en toda su complejidad.

Es necesario destacar que la inteligencia emocional tiene componentes


conceptuales y teóricos que no son de reciente aparición, sino que contiene
conceptos desarrollados desde hace décadas por la psicología.

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