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“La conducta intergrupal se encuentra tal vez en el extremo más social del objeto
de la psicología social. Esto es así en dos sentidos. Por un lado, tiene lugar, y
normalmente está determinada por el funcionamiento del contexto macrosocial:
representa el funcionamiento de procesos históricos, culturales políticos y
económicos y otros procesos societales así como de factores psicológicos. Por otro
lado, incluye algunos de los ejemplos en que la condición social humana parece
mostrarse en un forma extrema. Así el altruismo, heroísmo, autosacrificio
solidaridad o deshumanización y crueldad que se encuentra en el conflicto
intergrupal proporciona ejemplos llamativos de la subordinación psicológica del
individuo al grupo” (Turner y Giles, 1981).
1.
El texto destaca la importancia de los factores societales en el desencadenamiento de
la conducta intergrupal, señalando tanto factores estructurales, históricos, políticos y
económicos como culturales que contribuyen a ese comportamiento, pero también se
alude a su articulación con los procesos psicológicos. Pone el énfasis en el hecho de
que a menudo se observan las formas extremas de conducta, defendiendo que estas
conductas obedecen a los procesos grupales, y, aunque no lo señala explícitamente,
implica que no deben ser atribuidas a las características de los individuos.
2.
Los resultados de la investigación parecen prestar un mayor apoyo a la hipótesis de
que la discriminación aumenta la autoestima, que a la hipótesis de que la autoestima
reducida o amenazada promueve la discriminación. También se ha concluido que, en
cualquier caso, debe tratarse de autoestima colectiva, no individual, es decir en
virtud de la pertenencia al grupo, y de autoestima situacional o autoestima-estado y
no de autoestima rasgo.
3.
4.
5.
Esta crítica se formula desde la visión del prejuicio como emoción social, que se
enmarca en el enfoque intergrupal de los afectos como afectos integrales. Desde esta
perspectiva, se critica que sólo se preste atención a los aspectos evaluativos del
prejuicio, basados en los estereotipos negativos de un grupo. Desde este modelo se
define el prejuicio como emoción social experimentada con respecto a la identidad
social de uno en tanto que miembro del grupo, con un exogrupo como objeto. Está
basada en las teorías de la valoración sobre la emoción. Un hecho o situación afecta a
la identidad social, ello dará lugar a la emoción prejuiciosa específica y episódica, y
ésta dará pie a la discriminación.