Está en la página 1de 27

M3

Personalidad e Identidad Social

El tema de la identidad constituye una ocasión para analizar cómo los procesos sociales
determinan y conforman los fenómenos psicológicos. La definición de identidad que ofrece
se distancia tanto de la psicología como de la sociología.
● Identidad desde la psicología: reciben el apelativo de individualistas y plantean que
la identidad es una posesión idiosincrática y particular de cada persona: habría un
núcleo natural, diferenciado y propio, que caracterizaria nuestras identidades.
● Identidad desde la sociología: prefiguran un individuo que es una suerte de
receptáculo lleno de normas y pautas sociales de interacción. La identidad de la
persona queda reducida a una especie de programa conformado por las estructuras
sociales y que el individuo se limita a ejecutar.

La noción psicosocial se aleja de la psicología al reconocer la importancia que tiene el


contexto en nuestras identidades, y también de la sociologica al sostener que la persona no
es un autómata social, sino que tiene agencia - es decir, el individuo interpreta las
situaciones sociales, tiene capacidad de elección entre alternativas y genera proyectos que
a veces contradicen las pautas socioculturales aprendidas e imperantes.

En el proceso de construcción de la identidad, la psicología social destacó el papel que


juegan las categorías sociales. La categoría grupal proporciona una identidad o posición
social y, al mismo tiempo, opera como perspectiva de lectura y percepción de la realidad
social. En esta percepción hay implícito un proceso de comparación social que genera un
nosotros frente a un ellos. Este proceso constituiria la condición necesaria para la formación
de estereotipos y comportamientos de discrminacion.

La noción de identidad tiene sus condiciones de posibilidad en dos clásicos desarrollos de la


psicología social.

En 1° lugar, a la crítica desarrollada tanto contra la versión sociológica de la identidad como


contra la psicológica. La primera perspectiva es rechazada porque entiende al individuo
como una suerte de máquina social, determinada por la estructura y el aprendizaje social.
Entre sus carencias estaría la de no aclarar los procesos de innovación, creación e
interpretación nueva de lo social.

Entre las definiciones de identidad, la que ofrece el psicoanálisis se centra en el estudio de


las bases biológicas del comportamiento. La noción de identidad que utiliza el psicoanálisis
se apoya en la consideración que existe una estructura inconsciente, y las principales
críticas recibidas rechazan que exista una arquitectura psíquica, invariante, que sea
parecida para todos los individuos y supera toda frontera, cultural o simbólica. La
concepción biologicista goza de prestigio social, ya que está considerada como las más
científica.
Esta perspectiva tiene dos problemas:
● Índole teórica: rechaza el hecho de que la naturaleza simbólica del lenguaje con el
que interpretamos el yo y la cultura en la que se forma confieren a la identidad un
conjunto de significados que van más allá de los que sería un núcleo natural del
comportamiento de la persona, es decir, olvida el papel que poseen los significados
en nuestras representaciones del yo.
● Índole ética: las teorías biológicas pueden conducir a propuestas de
segregacionismo, diferencias raciales, xenofobia y legitimar comportamientos de
discriminacion y violencia social contra las personas consideradas inferiores.
Interpretar la causa de nuestro comportamiento como el resultado de una
determinación cultural, puede legitimar la marginación y la destrucción de los
considerados por los grupos de poder como amenazadores o poco adecuados al
canon biológico.

El 2° desarrollo intelectual, que posibilita la aparición de definiciones de identidad propias en


la psicología social, es la teoría de la categorización - identidad - comparación social de
Henri Tajfel.

Esta teoría recoge los resultados de un conjunto de trabajos. Su novedad residio en el nivel
que proponian para localizar las explicaciones de la psicología social. H. Tajfel.
Tajfel rechazó los puntos de vista habituales de la disciplina. Tajfel aportó una nueva manera
de entender los procesos psicosociales: dejaron de localizarse en el individuo y pasaron a
depender de propiedades estructurales de la sociedad. La línea argumental de las
propuestas de Tajfel sería la siguiente:
1) Las personas utilizan categorías para ordenar, simplificar y comprender la realidad
social. El material con el que se elaboran estas categorías está determinado por
procesos sociales. En el uso de tales categorías las propias personas se adscriben a
si mismas y adscriben a los otros en ciertos grupos que guardan relacion con el
sexo, la raza, la clase social, etc. Dos de estas categorías son fundamentales: el
nosotros y el ellos.
2) El sentido de identidad social está determinado por su pertenencia a diferentes
grupos. La identidad constituye la parte del autoconcepto ligada al conocimiento que
tenemos de pertenecer a ciertos grupos sociales y a la significación emocional y
evaluativa resultante.
3) Las personas prefieren tener un autoconcepto positivo en vez de negativo y, dado
que este autoconcepto se desarrolla por medio de la pertenencia a diferentes
grupos, es lógico querer pertenecer a grupos socialmente valorados. Por otro lado,
como el criterio de valor es relativo, los individuos establecen comparaciones con
otros.
4) El resultado de las comparaciones es crucial, da lugar a sesgos que permiten
diferenciar al endogrupo de los exogrupos. El uso de la discriminacion de los
exogrupos contribuye a la construcción de una identidad social positiva y con eso los
sujetos incrementan su autoestima.
5) Pero, ¿si la comparación con el exogrupo resulta negativa, esto es, cuando los
miembros del grupo constatan su inferioridad en relación con algún aspecto? En
este caso, los grupos desfavorecidos hacen uso de un conjunto de estrategias para
mejorar su identidad.
Los resultados de Tajfel son una constatación del arraigo social de las personas y de que no
se puede entender su ser y su tarea sin referirlo a las fuerzas y marcos sociales que lo
determinan históricamente. No es posible, pensar que los intereses del grupo social sean
ajenos a la persona: entrar a formar parte de ella, condicionando y orientando su conocer,
su sentir y su proceder.

Las propuestas de este autor ofrecen otra constatación: muestran que la existencia de los
estereotipos es una consecuencia directa de los procesos de categorización social y que los
prejuicios aparecen como corolario de esta percepción estereotipada de la realidad.
Categorización, estereotipos y prejuicios son tres nociones ligadas.

Los estereotipos son categorizaciones grupales, generalmente negativas. Para el


psicoanálisis eran mecanismos de defensa, para otras orientaciones reflejan la cultura. Para
el modelo de la categorización son meras categorizaciones grupales que orientan la
percepción de las personas, determinan y marcan el curso de su acción, tienden a producir
la confirmación de lo que establecen como característico de un grupo.

Para la psicología social, la categorización constituyo un primer paso para entender la


dimensión social que opera en la constitución de la identidad. Era necesario, todavía,
analizar cómo se estructura socialmente la experiencia de la identidad y qué papel juega el
significado y lo simbólico en esta estructuración.

La psicología social no puede definir la identidad al margen de elementos como el contexto


social, el marco histórico, la estructuración social concreta de una sociedad determinada y
el significado o la dimensión simbólica que se genera en ella.

La identidad desde la perspectiva biológica (Eysenck)

La experiencia del cuerpo está ligada al desarrollo de la conciencia de este, la cual es fruto
del aprendizaje de la interpretación de lo que sentimos en diferentes estados psicológicos.
También tomamos conciencia del cuerpo a partir de su efectividad en las acciones y los
movimientos que lleva a cabo. Finalmente, es la manera como las otras personas
reaccionan al cuerpo y la manera como lo miran lo que lo acaba de dar forma.

Por lo tanto, cualquier vivencia y experiencia psicológica asociada a la identidad tendrá un


correlato biológico en el cuerpo, al mismo tiempo que uno social y uno contextual.

Hay dos grandes teorías que han estudiado las bases biológicas del comportamiento. La de
Eysenck y la sociobiología de Wilson. Eysenck analiza la manera como se agrupan los
diferentes rasgos de personalidad y concluyó que hay dos dimensiones centrales que
estructuran la personalidad del individuo: la del continuum extraversión - introversión y la de
la emocionalidad por medio del continuum neurosis - estabilidad.

El modelo de la identidad de Eysenck se considera jerárquico, entiende que estas dos


dimensiones son la base de la estructura general de la personalidad y también de su
continuidad a lo largo del tiempo. ¿De qué depende este centro de la personalidad en torno
al cual se estructura? Eysenck señala que la emocionalidad y la extraversión tienen una
base biológica en el nivel de activación de la persona y en el funcionamiento del sist.
nervioso autónomo individual.

De acuerdo con él, las características de personalidad desarrolladas provienen de las


disposiciones innatas marcadas por la biología. Así, los aprendizajes que hacemos a partir
de las experiencias y situaciones cotidianamente se consideran modelados por la biología.

Sin embargo, podemos hacer una crítica a este modelo teórico: el hecho de que un
correlato fisiológico que acompaña al comportamiento de una persona no se desprende que
aquel sea su causa, ya que también lo podemos plantear al revés.

La sociobiología también considera que muchos aspectos de la personalidad dependen de


condiciones innatas, pero lo plantea diferente: se centra en el análisis del comportamiento
social de los humanos como si se tratara de una especie diferente que cambia a medida
que se adapta al medio. Por lo tanto, se centra en el estudio de la base biológica que tienen
los grupos para adaptarse al medio, y no en las diferencias individuales.

Pero, ¿cuál es el sentido y la finalidad de estas teorías biologicistas de la personalidad? ¿La


perspectiva teórica y la metodología que utilizan son apropiadas para el estudio del yo?

Desde la psicología social parece evidente que no, porque esta perspectiva no tiene en
cuenta el hecho de que la naturaleza simbólica del lenguaje con el que interpretamos el yo y
la cultura en la que se conforma este le atribuyen un conjunto de significados más allá del
yo natural. En este sentido, la biología del comportamiento no es adecuada para entender la
identidad, ya que está básicamente organizada por medio de significados que socialmente y
culturalmente se establecen, pero que son variables y contingentes en diferentes culturas.

La perspectiva biologicista, con prestigio social por ser considerada la más científica, ha
sido también la más instrumentalizada por los regímenes políticos rascistas y autoritarios
con el fin de legitimar los comportamientos de discriminacion y violencia social contra las
personas consideradas inferiores.

La identidad “enmascarada” según el psicoanálisis

Sigmund Freud, inspirador de la tradición psicoanalítica, de la cual se ha derivado una


teoría dirigida a la comprensión del yo. La corriente psicoanalítica se refiere a la noción de
personalidad y no de identidad, ambos términos hacen referencia a la manera como
sentimos y actuamos: por lo tanto, hay un cambio de palabra y de explicación pero no de
centro de atención.

Freud considera dos cuestiones básicas para entender la personalidad:


a) la historia individual se centra y se configura a partir de los procesos emocionales y
b) La personalidad es producida por una disociación y una desconexión entre lo que
nos pasa y lo que pensamos, entre la motivación y la conciencia.

Para Freud es central el pasado de la persona incide en la estructuración de su identidad


actual. La personalidad no es considerada innata sino que es construida mediante las
experiencias personales que hemos tenido por medio de las interacciones sociales más
significativas. Sin embargo, la influencia en la edad adulta de las experiencias emocionales
durante la infancia muy a menudo pasa desapercibida, las personas no son conscientes de
ello y pueden dar un significado a lo que hacen o a lo que les pasa muy diferente del que
tiene realmente.

Así pues, el psicoanálisis estudia cómo el pasado de la persona afecta al presente, lo cual
implica considerar la identidad como algo dinámico / relacional y no como una entidad fija ni
tampoco consciente.

La Teoría clásica de Freud presenta la idea básica según la cual la manera como la historia
va configurando la personalidad depende de la experiencia relacional con respecto a dos
pulsiones básicas, el eros y el thanos (la primera referida al placer y al principio de vida, y la
otra, al dolor al principio de muerte), que están en el centro del universo motivacional de la
persona. La definición de Freud de estas pulsiones es: fuerzas internas, arraigadas en la
biología pero que no se corresponden con la idea de instinto, que nos conducen hacia la
relación con los otros y con las cosas e ideas del mundo externo. En el caso del eros, el
origen o la fuente de la energía pulsional son determinadas zonas erógenas.

Freud propone un modelo de desarrollo psicosexual de la personalidad con cuatro fases


que superar con el fin de evitar la ansiedad y los conflictos mentales en la edad adulta, las
cuales están centradas en las zonas erogenas: la fase latente, la fase bucal, la anal y la
falica. La fijación o imposibilidad de superar alguna de estas fases de desarrollo psicosexual
pueden tener una incidencia en la vida adulta en el sentido de hacer recurrentes los
sentimientos y las emociones vividos en la infancia en relación con la fase no superada.

Así, la identidad puede configurarse por medio de una dinámica mental conflictiva y con
estrategias de defensa psicológica desarrolladas para combatir la ansiedad que los
conflictos psicológicos comportan.

Se desprenden diversas implicaciones de la teoría psicoanalítica para la noción de


identidad:
1. Gran parte de nuestra forma de ser y actuar refleja motivaciones y conflictos
inconscientes, a lo que nuestra conciencia responde haciendo racionalizaciones y
explicaciones engañosas.
2. Muchos aspectos de la identidad son forjados en nuestra infancia con las
experiencias emocionales que tuvimos.
3. La identidad de una persona no corresponde a una unidad coherente. Aunque el yo
integre los diferentes aspectos de la personalidad, estos pueden llevarnos a actuar y
sentir de manera conflictiva y, por lo tanto, producir un grado de ansiedad.
Como cualquiera de las perspectivas, pone en juego diferentes formas de significar el
funcionamiento del yo que pueden ser contraargumentadas. Sin embargo, esta teoría ha
aportado algunos aspectos útiles para las aproximaciones actuales al concepto de
identidad.
Se ha criticado que la teoría de Freud puede implicar una concepción determinista de la
personalidad, en el sentido de que esta se considera encorsetada por una serie de
pulsiones innatas. Pero por la otra, es sabido que a partir de los planteamientos clásicos de
Freud se ha elaborado todo un conjunto de aproximaciones innovadoras que recogen la
orientación psicoanalítica.

Esta perspectiva, a diferencia de la biologicista, ha sido la más marginada y desconsiderada


injustamente dentro del mundo académico y científico por el hecho de que ha utilizado un
método propio, el de la interpretación y la introspección, y no se ha conformado a la
metodología de las ciencias naturales. Por lo tanto, ha sido una teoría utilizada
minoritariamente, y sobre todo considerada en su vertiente clínica y terapéutica y no como
una teoría de la personalidad y del hecho social.

La dimensión fenomenológica (funcionalista) de la identidad

La experiencia de la identidad está ligada a aquello que llaman conciencia, a la conciencia


del mundo que nos rodea y de nosotros como parte de él. Para experimentarnos como yo
necesitamos pensar cómo nos sentimos. En este sentido, hasta que no formulemos por
medio del lenguaje cómo nos sentimos en un momento determinado y por que, no tenemos
una experiencia directa de la identidad. La conciencia es condición necesaria para construir
lo que somos.

Así, la perspectiva fenomenológica hace referencia a la experiencia subjetiva que tenemos


del yo mediante la conciencia.

● Conciencia del Yo

Nuestra identidad está conformada por la manera en que pensamos: “El proceso de
autoconformacion de nosotros mismos depende de las creencias que tenemos sobre cómo
somos: de las historias que explicamos sobre nosotros. Explicamos a los otros lo que ellos
esperan de nosotros.

● La Agencia

La experiencia subjetiva del yo está asociada a la conciencia de agenda - de pensar como


persona particular tengo el poder de producir efectos en mi y en los otros.

Asociado con la noción de agencia, está el sentimiento de que somos seres libres, y es que
porque queremos por lo que hacemos lo que hacemos. De hecho, las leyes asumen que
somos los únicos responsables de nuestras acciones y eso coincide con lo que bastantes
personas piensan de ellas mismas. Ciertamente, aparte de las necesidades primarias y las
limitaciones del dinero, el resto de cosas es fácil de pensar que las hacemos solo porque
queremos.

La conciencia de sí mismo, junto con el sentimiento de agencia, son características


intrínsecas a la condición de persona, y pueden hacernos suponer que podemos crear
nuestro self y tener un papel importante en la construcción de nuestra identidad. Esta
capacidad que nos atribuye muy a menudo, proviene de la ideología liberal y se justifica a
partir de la observación de la toma de decisiones en la vida cotidiana.

Las decisiones que tomamos van conformando el tipo de persona que somos:
Sin embargo, nuestras posibilidades de escoger están bastante limitadas, por las
condiciones sociales en las que vivimos, a lo largo de nuestra historia, por lo que
hasta que no hayamos tomado conciencia de estas limitaciones no podemos
trascenderlas. Está claro que todas estas pseudodeciones influyen en el tipo de
persona en el que nos hemos convertido.
El abanico de elecciones que hacemos y decisiones que tomamos configuran
nuestro estilo individual, el cual puede interpretarse como contingente o bien como la
expresión de una esencia natural. Esta última interpretación puede implicar una
carga emocional importante, que nos puede llevar a valorar cualquier crítica que se
nos haga como un ataque al tipo de persona que somos y, por lo tanto,
desaprovechar las posibilidades de cambio.

● Narrativa de sí mismo

Pero la conciencia que tengo de mi depende directamente del lenguaje, el cual tiene un
papel muy importante en la experiencia subjetiva de la identidad. Es por medio de las
palabras que conocemos y que hemos aprendido cómo podemos representarnos y
hacernos una imagen de nosotros mismos y de los otros. Con el lenguaje, podemos
referirnos a diferentes aspectos de nuestra experiencia, tanto a objetivos perceptibles como
a cuestiones más abstractas.

Sin embargo, las palabras y los conceptos que utilizamos en la narrativa del yo tienen
asociadas intrínsecamente connotaciones y valoraciones sociales fruto de la ideología
dominante, que pueden ser positivas o negativas pero que difícilmente son neutras.

Estos valores llevan a favorecer unas identidades, en detrimento de otras. Es por medio de
estos valores, de los que no somos conscientes como las ideologías, las normas sociales y
la cultura intervienen y estructuran la manera como nos percibimos, y también la manera
como percibimos los fenómenos que tienen lugar y las personas que están a nuestro
alrededor.

Así, el lenguaje y el pensamiento nos llevan a actuar y reaccionar respecto a las cosas, no
tanto por lo que estas son, sino por cómo las interpretamos. Y lo mismo le pasa a nuestro
yo, actuamos más por la imagen que narramos sobre el sí mismo que no en virtud de lo que
podríamos realmente hacer desde una perspectiva más objetiva.

El lenguaje y el pensamiento tienen la capacidad de trascender el tiempo y el espacio. El


lenguaje nos permite vivir una realidad diferente, que no está atrapada en el tiempo y el
espacio, y que quizás nunca lo estará, pero que es igual de importante y real para nuestra
experiencia del sí mismo.

El poder que puede tener la narración que hagamos de nosotros mismos y de las cosas que
nos rodean, es que toda esta realidad tiene efectos concretos y modela lo que hacemos y lo
que sentimos.
La relación entre el concepto de self y el de identidad es una relación de inclusión. Así, nos
referimos al self como al núcleo de la identidad, al centro del yo que se hace patente
mediante las enunciaciones que hacemos sobre nosotros.

Este sentido del self/identidad depende de lo desarrollada que tengamos la capacidad de


pensar simbólicamente, la habilidad para dirigir nuestras propias acciones y para pensar en
el mundo que nos rodea. Podemos hablar de conciencia de sí mismo en el sentido en que
esta está centrada en el yo y la definimos como la conciencia que tenemos de ser una
persona muy particular y diferente de las otras. Este planteamiento conducirá al concepto
de reflexividad.

Diversidad cultural

A todo lo dicho, añadimos el modelado que la cultura hace de la identidad. La cultura es el


conjunto de tradiciones, normas, símbolos y valores que conforman una sociedad y que se
mantienen mediante el aprendizaje, la interiorización y la transmisión entre las personas que
forman parte de ella.

Así, la identidad individual como “identidad autónoma, particular, privada y racional”,


también es un modelo formado por la cultura, en este caso occidental, y no arraigado a la
naturaleza humana.

En este sentido, y aunque todas las culturas tienen algún tipo de concepto de self, hay
diferencias entre ellas con respecto al significado y a la manera de entenderlo. Por ejemplo,
en Occidente las relaciones están vinculadas a sentimientos privados, en China se
considera que la elección de la pareja es algo vinculado al grupo familiar como colectivo.

Sin embargo, las diferencias culturales han derivado en desigualdades y prejuicios que han
conducido a conflictos y discriminaciones sociales y han llegado a la destrucción del otro.
Este hecho pone de manifiesto una ideología xenófoba, etnocéntrica y racista, según la cual
hay formas de ser que son consideradas mejores que otras.

Identidad y categorias sociales

● Procesos de categorización, comparación y diferenciación social

A partir de este momento, introduciremos la vertiente social.

Ciertamente, a la pregunta “¿quién soy yo?” podemos responder usando categorías


grupales, además o en lugar de utilizar los atributos individuales. Cada una de estas
categorías señala los grupos sociales de pertenencia y la posición o el estatus social que
ocupada cada una de ellas en nuestra sociedad.

Pero también hace referencia a un sentimiento y una experiencia concretos y particulares


del yo, en el sentido de que otra persona en las mismas circunstancias objetivas podría
utilizar otro tipo de categorías grupales para definirse.
Es cierto que estas categorías no son solo un nombre sin ningún tipo de implicación, si no
que cada uno comporta un conjunto específico de roles, que igualan la persona al resto de
integrantes de la categoría, ignorando su idiosincrasia personal y estereotipando. Aparte de
esto, la representación que tenemos de una determinada categoría depende de la ideología
que defendamos.

Desde la ideología dominante, se puede considerar que las mujeres no tienen que ejercer
determinados trabajos. Desde la ideología progresista, en cambio, se considera que las
diferencias atribuidas a las mujeres no son ciertas, sino que son fruto de un proceso de
representación y de aprendizaje sociales.

¿La pertenencia a los grupos es una cuestión subjetiva y no objetiva? ¿De qué depende
que nos identifiquemos con un grupo y no con otro? ¿Y por qué sucede que los otros nos
perciben por medio de unas categorías determinadas que no se corresponden con aquellas
con las que nosotros nos sentimos identificados? ¿Cómo podemos explicar estas
percepciones “equivocadas”?

Cada sociedad tiene unas categorías disponibles dependiendo de su historia y son estas las
que determinan las identidades sociales posibles.
Con el fin de entender estas situaciones, haremos referencia a los procesos por medio de
las cuales las personas se identifican en categorías sociales determinadas y, también, a las
consecuencias que tienen estas identificaciones, en términos de prejuicios, en la percepción
de los otros y en la discriminacion hacia estos otros.

La teoría de la identidad social de Tajfel nos permite entender estos procesos de


identificación y desidentificación. Esta teoría engloba tres procesos psicosociales - la
comparación, la categorización social y la identificación -, los cuales actúan conjuntamente y
hacen referencia a la manera como percibimos a las otras personas y a nosotros mismos,
tomando como base de esta percepción la pertenencia de las personas a los grupos.

Por lo tanto, podemos considerar que no actuamos -ni nos relacionamos con la gente- tanto
por lo que las personas son sino por como nos las representamos o por cómo las
percibimos. Estas percepciones de los otros están moduladas y afectadas por el sentimiento
de pertenencia de los individuos en determinados grupos. La categoría grupal proporciona
una identidad o posición social y, al mismo tiempo, funciona como prisma de lectura y
percepción de la realidad social que nos rodea.

Esta percepción del otro siempre hay implícito un proceso de comparación social,
establecido a partir de un patrón o criterio que actuará de guía de la comparación. El tipo de
comparación que haremos dependerá del proceso de socialización, pero con el tiempo
podemos intervenir en él y sustituir unos aprendizajes por otros.

Además, la comparación social es dependiente del proceso de categorización social, el cual


hace referencia al “conjunto de procesos psicológicos que llevan a ordenar el entorno en
términos de categorías en tanto que son considerados equivalentes para la acción, las
intenciones o las actitudes de un individuo”.
Este proceso de la categorización social comporta efectos específicos que son la
acentuación ilusoria de semejanza entre las personas que forman parte de una misma
categoría, y también la creación exagerada de diferencias entre personas pertenecientes a
categorías diferentes.

La categorización tiene un valor instrumental en el sentido que organiza, estructura y


simplifica la información del medio social, pero también tiene un valor ideológico, de control
social, en el sentido que estructura grupalmente la sociedad según los intereses y valores
de los grupos dominantes. Puede entenderse como un sistema de orientación que
construye y define el lugar de cada persona en la sociedad, ya que las otras personas están
adscritos a una determinada categoría social, sino que uno mismo también está inscrito en
ella. Todo esto está relacionado con el concepto de identidad social planteado por Tajfel
entendido como “aquella parte del autoconcepto que proviene del conocimiento de la
pertenencia a determinados grupos sociales, junto con los significados valorativos y
emocionales asociados a estas pertenencias”.

Así, la percepción / valoración que hagamos de nosotros mismos dependen del punto de
comparación que establezcamos. Es decir, si la identidad social surge del tipo de
comparación intergrupal que hacemos en el contexto específico y no existe previamente,
estableceremos esta comparación social de manera que salgamos ganando con ello:
escogeremos compararnos con aquellas categorías que nos permitan salir favorecidos y
diferenciarnos en términos de identidad social, buscando lo que Tajfel llamada una
distintividad social positiva. Esta búsqueda es una de nuestras motivaciones principales.

Con este proceso establecemos diferenciaciones del tipo “nosotros frente a ellos”, el
endogrupo frente al exogrupo, que es fruto de una competencia social y de un conflicto real
de intereses pero otras es fruto de la búsqueda de una distintividad positiva, puramente
simbólica. La consecuencia es el etnocentrismo, es decir, el favoritismo hacia el propio
grupo y el desprecio, la discriminacion y la agresión hacia el grupo contrario. Así la función
de las categorías sociales, es la de legitimar la dominación y obstaculizar la solidaridad
entre posiciones sociales diferentes.

Cuanto más se extrema la dicotomización entre las categorías en términos de nosotros


frente a ellos, más se disuelve el ámbito del sentido común en el que podrían encontrarse
los diferentes grupos con vistas a enojar la convivencia y el futuro. En momentos de
conflictos sociales agudizados es cuando más se acentúa esta discriminacion.

Con relación a esta percepción etnocéntrica de la realidad existe un curioso fenómeno


perceptivo intergrupal que Bronferbrenner llamó el “efecto espejo”. Consiste en que los dos
grupos contrapuestos tienden a percibirse con las mismas características, aunque
invertidas: descubren en ellos las mismas características positivas, y en el otro, las mismas
características negativas.

Sin embargo, el prejuicio favorable hacia el propio grupo viene mediatizado por un proceso
de valoración social de este: así, en determinados grupos dominados podemos encontrar
una preferencia y un favoritismo hacia el exogrupo dominante en vez del prejuicio
etnocéntrico, es lo que llamaremos prejuicio sociocéntrico. Es el caso de un trabajador que
admira a su jefe porque tiene un estatus más alto y tiene socialmente más consideración y
reconocimiento.

La presentacion del yo y la gestion de impresiones

● La estructuración social de la experiencia de identidad.

Estructura social y rol son concepciones ligadas puesto que la estructura está constituida
por sistema de roles y estatus. El concepto de rol está relacionado con la idea de que las
personas representan diferentes papeles, roles, en relación con la estructura social en la
que están insertadas. Podemos definir el rol como un modelo organizado de
comportamientos que se desprende de la posición determinada que ocupa la persona
dentro de un conjunto interaccional estructurado.

Los roles también pueden intervenir en la configuración de la identidad de las personas,


dada la naturaleza relacional del yo y la interiorización que podemos hacer de los roles que
nos tocan.

En relación con el concepto de rol, está el concepto de estatus, que refiere a la valoración,
al prestigio o al significado que la sociedad otorga a un determinado.

Por todo lo cual, la experiencia de la identidad, el sentido de nuestro yo, puede ser el
resultado de la construcción de la estructura social en la que estamos insertados y de los
roles representados en nuestras interacciones sociales. Puede ser incluso ajeno a uno
mismo, en el sentido de que puede ser el efecto de los roles que los interlocutores tienen en
relación con nosotros y del significado que estos atribuyen a contextos en los que nos
encontramos. Esta idea proviene de la tradición teórica de la dramaturgia desarrollada
por Goffman.

Cualquier actividad que haga una persona tiene algún tipo de influencia en el
comportamiento de aquellos que están cerca; Goffman llama a este tipo de interacción
actuación de un rol. Goffman conecta la actuación de las personas con la idea de rol: una
persona que desarrolla la misma rutina ante un mismo público en diferentes oportunidades
probablemente desarrollará una relación estandarizada con este público.

En este sentido, muchas de las actuaciones que hacemos tienen lugar en lo que E. Goffman
califica de establishments. Este término hace referencia a un lugar cerrado, con barreras
para la percepción, donde se desarrolla un tipo determinado de actividad, e implica un
escenario en el que se gestiona impresiones durante la interacción.

Tal como señala Goffman, casi siempre tenemos que diferencias dos regiones en el
establishment: el fondo o la región invisible para el público y el frente o la región visible para
el público, que puede llamarse fachada. La primera región, la no visible, se utiliza para
preparar la actuación de una rutina y la segunda tiene la función de ofrecer esta actuación al
público.

El público solo tiene acceso a una parte de la actuación, la que se corresponde con la
fachada o región visible, en la cual se le pide que mantenga las maneras y la integridad del
rol. Además, en la fachada se actuará de una manera fija a fin de definir y dar un sentido
único y comprensible a la situación.

La cara visible de la actuación o fachada está configurada por diferentes elementos:


● la dimensión física que impone el escenario de la acción.
● la dimensión personal, que determina la apariencia de los actores. Esta dimensión
personal al mismo tiempo configurada por:
❖ la apariencia o conjunto de estímulos que nos informan sobre el estatus del
actor.
❖ los comportamientos que nos informan sobre el rol que tiene la persona.

Las apariencias normales, o una buena actuación del rol, permiten al público inferir
información que no tiene de manera objetivo y dar muchas cosas por sabidas, lo que implica
un cierto control del actor sobre el comportamiento del público. Actuar como los otros
esperan que lo hagamos, permite que seamos nosotros los que controlemos la situación y
no ellos.

Así, la dimensión pública del comportamiento o fachada tiene a institucionalizarse en


función de las expectativas del público y a adquirir un significado y una estabilidad que son
independientes de las tareas específicas que los actores lleven a cabo, lo que quiere decir
que se convierte en una representación colectiva y en un hecho en sí mismo, que puede ser
independiente de lo que realmente pasa.

Cada sujeto, al interactuar en un establishment determinado y en una situación concreta,


lleva a cabo una representación - performance - que está sujeta a un programa prefijado -
rutina - y que está marcado por unos roles. La actuación de cada persona se combina con
las actuaciones de las otras con el fin de formar un equipo y cooperar entre sí para la
definición de la situación y para la representación de una rutina. Sus integrantes se
relacionan entre sí por medio de vínculos de dependencia recíproca y de familiaridad
recíproca, tienen que compartir y guardar secretos que podrían hacer tambalear la
representación y su significado.

Así, si hay roles o hechos que alteran la actuación, en la interacción o en la estructura


social, los actores y el público procuran salvaguardar la representación.

Sin embargo, si la conducta propia de la región no visible se convierte en visible, podemos


encontrarnos con lo que se llama una situación enojosa. Esta situación es provocada por la
aparición de un comportamiento inesperado, que va en contra de las expectativas y tiene la
fuerza para cuestionar las asunciones que se tienen sobre la identidad y el rol de uno de los
participantes en la interacción.

Hay situaciones que están más formalizadas que otras, lo cual hace que sea más fácil la
identificación del proceso de rutina.
Gestion de impresiones y presentacion del yo (Goffman)

Las estrategias de presentación del yo, las personas utilizan con el fin de generar e incidir
sobre las impresiones que los otros forman de ellas. ¿Qué técnicas utiliza la gente y en qué
condiciones las utilizan?

La presentación del yo es una estrategia de interacción, basada en la dialéctica establecida


entre 2 partes de la identidad, que Mead conceptualizó: el yo y el mi.

La realidad de una situación de interacción casi nunca es perceptible en el primer momento,


lo que hace que el individuo tenga que fiarse de las apariencias o de las primeras
impresiones, de las cuales se sirve para decidir cuál será su comportamiento y el trato que
tendrá hacia estas personas. Así, las impresiones que damos tienen el papel de promesas y
de reclamos, ya que generan efectos. Es por eso por lo que el observado tiende a controlar
la impresión que produce, y se convierte en un actor que tergiversa la realidad en tanto que
sus actos se transforman en gestos para el auditorio. En otras palabras, la actividad se
dramatiza. En este sentido, los actuantes no están preocupados por el problema moral que
representa cumplir las normas sociales por medio de las que son juzgados por los otros,
sino por el problema de construir la impresión convincente de que satisfacen dichas normas
y controlan al auditorio. Así, el individuo pone en juego dos roles, el de actuante y el de
actor, cada uno de los cuales origina un self: el self de actor y el self de personaje que pone
en escena el actor.

Los diferentes individuos no son hábiles de la misma manera para intervenir en la


impresión que quieren que los otros se lleven de ellos. Esta habilidad es fruto de la
capacidad o margen de intervención que el yo tiene sobre el mi.

Tal como señaló Mead, el mi está controlado por los otros, es decir, constituye nuestra
herencia social y cultural, adquirida con la socialización, que ha quedado incrustada en la
identidad de uno mismo. En cambio, el yo hace referencia a la reacción del individuo a la
actitud de la comunidad, es una innovación que se localiza en la acción, y que puede pasar
a la conciencia como conocimiento de los elementos nuevos que la situación de
interseccion pone en juego.

La dinámica entre el mi y el yo es la que permite los procesos de transformación de lo


social, y una buena gestión de las impresiones. Su manejo se aprende en la infancia con los
juegos de rol o bien como los juegos de deportes en equipo.

Identidad e interacción simbólica

El interaccionismo simbólico inspirado por Mead es otra corriente teórica de la psicología


social, de la que se desprende una manera diferente de entender el self o la identidad. Esta
corriente tiene elementos en común con la perspectiva dramatúrgica de Goffman pero
también tiene divergencias importantes.

Desde esta perspectiva, el self o la identidad no preexiste a las interacciones sociales, sino
que surge en el transcurso de estas, que es constituido por las respuestas de los otros
hacia uno mismo y por las respuestas de uno mismo hacia sí y, al mismo tiempo, hacia los
otros. Cooley plantea que es a partir de la imagen y las miradas que los otros reflejan de
nosotros, que nos configuramos una imagen de nosotros mismos. Por otra parte, nos
convertimos en los observadores de nosotros mismos según la imagen que los otros nos
devuelven de nosotros. Sin embargo, para poder hacerlo, tenemos que ser capaces de
ponernos en lugar del otro y saber vernos desde el. Según mead, a la percepción que
tendremos de nosotros según estas miradas (que construyen el mi) podemos responder
haciendo reajustes, según lo consideramos conveniente, mediante reacciones adoptadas en
cada interacción (desde el yo). Se pasa de una concepción sustancializada del self a una
concepción relacional y emergente de este.

De la misma manera que el self depende de la interacción con los otros, también depende
del contexto o la situación en la que tiene lugar la interacción y de la manera como los
actores negocian el significado que otorgaran al contexto. La definición de la situación y el
sentido global dado a la interacción están ligados. De hecho, de la manera como se
interprete el contexto y la interacción depende de la emergencia de un tipo de self u otro.

¿Cuáles son las características de esta nueva conceptualización de la identidad?

● La identidad es considerada como algo situado y dependiente del contexto, surge en


el proceso particular de interacción y de significación del contexto específico en el
que tiene lugar esta interacción. La identidad está siempre situada y va cambiando
según las situaciones en las que se manifiesta y, por lo tanto, es múltiple.
● La identidad es emergente y no preexiste a las relaciones, surge en el proceso local
de las interacciones sociales concretas y particulares.
● La identidad es recíproca, responde en parte a las respuestas que sobre nosotros
mismos nos dan los otros.
● La identidad es negociada por medio de los ajustes sucesivos que construyen la
intersubjetividad o significación compartida. Los otros son mi espejo, pero yo no me
conformo con la imagen que me dan de mí, sino que lo ajusto a mi manera de
pensarme a mi mismo, que al mismo tiempo repercute en la interacción con el otro.
● La identidad es a la vez la causa y el resultado de la interacción social.

Tendemos a producir las acciones y los comportamientos sociales que confirman la


identidad social que queremos construir y proyectar en los otros.

Esta concepción del self hace imposible la comprensión de nuestro yo a partir de la


introspección y la reflexión obliga a reconocer el rol que los otros tienen en la construcción
del yo.

Estereotipos

Definición

El término estereotipo procede del nombre que se le daba a una impresión tomada de un
molde de plomo utilizado en las imprentas. Fue adaptado por los científicos sociales en
1992. De acuerdo con Lippman, estos son “imágenes en nuestras cabezas” que reflejan
nuestras tendencias a pensar que las personas que pertenecen a la misma categoría
comparten características similares.
Sobre el “estereotipo” parece existir consenso en que son esquemas cognitivos. Partimos
de la concepción de McGarty, Yzerbyt, y Spears, quienes manifiestan que es necesario
conocer los tres principios que han guiado la investigación sobre estereotipos:
● son una ayuda para explicar la realidad social.
● son un mecanismo de ahorro de energía.
● son creencias compartidas sobre un grupo.
Es decir, serían las creencias compartidas sobre un grupo que sirven como ahorro de
energía para explicar la realidad social.

Se han propuesto dos dimensiones para clasificar las definiciones de estereotipo. La


primera los organiza en función de que consideren que es una forma errónea o normal de
pensamiento. Es decir, que no corresponden con lo que sucede en la vida real. Sería pues
la dimensión “erróneo vs. normal”. La segunda se refiere a si es una creencia mantenida a
nivel individual, o si existe un acuerdo grupal sobre su contenido. Esta sería la dimensión
“individual vs social”.

Historia del estudio de los estereotipos

Walter Lippman presentó una concepción de los estereotipos como imágenes mentales que
median entre nosotros y la realidad, influyen en cómo percibimos las cosas y “nos hablan
del mundo antes de verlo”. En cuanto a su función cognitiva, nos hacen la vida más cómoda
porque simplifican nuestra realidad, facilitan la interacción, y posibilitan la convivencia.
Pero también cumplen una función motivacional, son útiles para mantener dominancia o
estatus.

La segunda contribución vendría de la mano de Katz y Braly será la de proporcionar una


metodología para medir los estereotipos.

La tercera aportación fue por Gordon Allport, quien vinculó los estereotipos directamente
con el prejuicio. Para Allport, que exista un estereotipo negativo sobre un grupo al que se
rechaza no es una explicación del rechazo, sino una manera de justificarlo. De acuerdo con
Allport, la categorización sirve para agrupar la información que nos resulta útil para guiar
nuestra adaptación al mundo. Asimismo, permite identificar los objetos que están
relacionados y la propia categoría impregna toda la información incluida en ella con un
mismo sabor emocional e ideacional.

Una cuarta contribución es la de Adorno, Frenkel - Brunswick, Levinson y Sanford que


propone un grupo de rasgos de personalidad. Según Adorno y Cols, los estereotipos
estarían asociados a procesos de pensamiento que se producen en este tipo de
personalidad intolerante y autoritaria, y que crean categorías rígidas. Autoritarismo y
prejuicio son dos rasgos que aparecen asociados invariablemente.

La quinta contribución se debe a Campbell:


● Los estereotipos estarían formados por factores externos (como la apariencia física)
e internos (como las motivaciones, hábitos).
● No solo se refieren a las características del grupo descrito, sino también del que lo
describe.
● Cuanto mayor sean las diferencias entre quien estereotipa y el estereotipado, mayor
será la posibilidad de que esas características formen parte del estereotipo.
● Cuanto más contacto exista entre los grupos, mayor será la posibilidad de que parte
del estereotipo esté basado en características reales.
● El contexto de comparación de la relación intergrupal es importante en la elección de
las características que forman parte del estereotipo.
● Los estereotipos pueden incurrir en errores, como asumir que los exogrupos
realmente son como creen que son, o la interpretación oportunista de pensar que
son las características negativas las que producen el rechazo hacia el otro grupo,
cuando en realidad es por otros motivos.

Y la última contribución es la de Tajfel. Tajfel partió de un análisis del prejuicio asociado a la


categorización (que ordena y simplifica la realidad), la asimilación (la tendencia a plicar las
categorías “bueno” o “malo” a determinados grupos) y la búsqueda de coherencia
(explicaciones que buscan las personas a los cambios que se producen). A partir de este
momento, la influencia de la categorización en el estudio de los estereotipos será
fundamental, porque el estereotipo se convierte en una herramienta útil para simplificar la
realidad y organizar la información sobre los grupos con los que interaccionamos.

Estereotipos, prejuicio y discriminacion

Una forma complementaria de saber que son los estereotipos es diferenciarlos de otros
conceptos similares, y con los que se suele confundir: el prejuicio y la discriminacion. Cada
vez es más difícil. Esto se debe a que la estereotipia está relacionada con tantos procesos
que resulta complejo aislarlo.

La forma más habitual de concebir la relación entre estereotipos, prejuicio y discrminacion


es adoptar la concepción tripartita clásica de las actitudes, según la cual constan de 3
componentes:

● Cognitivo.
● Afectivo.
● Conductual.
En el caso de una actitud determinada, el conjunto de creencias sobre las características
que se asignan al grupo sería la parte cognitiva o estereotipo, el afecto y/o la evaluación
sería el prejuicio, y el comportamiento sería la discriminacion.

Orientaciones teóricas en el estudio de los estereotipos

El criterio para organizarlas se estableció en función de qué nivel de análisis sea


sociocultural o individual. Stroebe e Insko distinguen entre orientación sociocultural, y dos
niveles individuales: las teorías de la personalidad y la orientación cognitiva.

● Orientación sociocultural

Esta perspectiva considera que los estereotipos son compartidos por los miembros de una
misma cultura. Existen “en la mente de la sociedad” hay una serie de variables sociales que
influyen en la creación, mantenimiento, utilización, y cambio de los estereotipos. Las teorías
que se apoyan en esta orientación son la Teoría del Conflicto realista, y la Teoría de la
Identidad social.

La explicación a porqué se producen los estereotipos es por un conflicto de intereses. La


Teoría del Conflicto realista trata de explicar los estereotipos, el prejuicio, el racismo y los
conflictos intergrupales, Sherif defiende que los conflictos intergrupales se deben a una
incompatibilidad de metas y recursos, y esto se hace que se deteriore la imagen del grupo
con el que se debe competir. Cuando se produce una situación de competición intergrupal,
aumentada la cohesión con los miembros del propio grupo, se establecen lazos de atracción
interpersonal entre ellos, surge el prejuicio y, como consecuencia, se discrimina al
exogrupo. Según esta teoría, las amenazas al endogrupo producen reacciones
intergrupales negativas. Sea cual sea el tipo de amenaza se refiere a amenazas reales.

En segundo lugar, desde la Teoría de la Identidad social, no es necesario que se produzca


un conflicto para que se evalúe de manera diferente al grupo al que pertenecemos y a los
grupos a los que no. Según Tajfel, el contenido de los estereotipos sirve para diferenciarnos
entre los grupos, y para mostrar las similaridades dentro del propio grupo. La TIS afirma que
los miembros de un grupo están motivados para aumentar o mantener una autoestima
colectiva, y lo consiguen gracias a un proceso de favoritismo endogrupal.

Esta perspectiva explica por qué las personas que pertenecen a un mismo grupo mantienen
un estereotipo similar sobre los miembros de otros grupos. Las personas desarrollan
estereotipos para estructurar el mundo al que se enfrentan, y para crear una estructura
social que les interese. Haslam y cols. organizan la aportación de la TIS a la investigación
sobre los estereotipos en tres fases.

En la 1° fase, Tajfel consideraba que estos servían para tres funciones sociales:
● Para explicar los eventos sociales a gran escala, como la guerra y la paz, las
persecuciones o la tolerancia, las desventajas o los privilegios.
● Para justificar las actividades de los grupos que las personas relaciones con dichos
eventos.
● Para contribuir a un proceso de diferenciación intergrupal positiva donde los
estereotipos sirven para representar al endogrupo como diferente y mejor que los
exogrupos.

En la 2° fase, se responde a que lleva a las personas a verse a sí mismas como un grupo a
adscribir propiedades comunes a su grupo. Esta 2° fase está más cercana a la Teoría de la
autocategorización. Según esta teoría, el contenido del estereotipo es sensible al contexto
de comparación social, e incrementa las diferencias entre endogrupo y exogrupo. Además,
como las personas se ven a sí mismos y como ven a los demás dependería de las
características y cómo ven a los demás dependería de las características de cada
momento.

En la 3° fase, se conectan los análisis de la cognición social con los de la identidad social,
pasando al estudio de la acción colectiva. Uno de los objetivos ha sido desarrollar un teórico
de los procesos que llevan a los miembros de los grupos a adoptar un consenso en los
estereotipos del propio grupo y de otros. Según Turner cuando los factores contextuales
llevan a las personas a definirse en términos de pertenencia a un grupo, dicha
autocategorización proporciona una perspectiva similar entre los miembros del mismo grupo
sobre el mundo, además sirve como base para organizar la información. Las personas
esperarían estar de acuerdo con los miembros de su propio grupo sobre diversas
cuestiones. De esta manera, los estereotipos tienen un sentido colectivo.

Haslam y cols. sintetizan la perspectiva de la TIS y de la autocategorización a través de lo


que denominan 4 lecciones.
● Son logros colectivos.
● Son trabajos en progreso.
● Están incrustados en un sist. de relaciones intergrupales dinámicas.
● Ayudan a mantener y a luchar por una estructura social de poder.

Según la Teoría del Aprendizaje social, el aprendizaje de las conductas se crea y modifica
por la interacción social de las personas con su ambiente. Los estereotipos serían el reflejo
de la percepción de diferencias reales y se pueden aprender de los demás. No es necesario
que “nos lo enseñen”, sino que podemos aprenderlos y/o nos pueden influir de manera
implícita. Por eso, los niños tienen normalmente las mismas actitudes raciales que sus
padres y amigos. Los estereotipos se pueden aprender por los medios de comunicación.

Teorías de la personalidad

Esta orientación teórica se sitúa en el polo individual de las explicaciones de los


estereotipos. Según Huici, las teorías más importantes en esta línea son la teoría del chivo
expiatorio y la de la personalidad autoritaria.

La teoría del chivo expiatorio supone que las personas que pertenecen a otros grupos
minoritarios, serán objeto de agresión debido a la frustración. Lo que harían las personas
serían dirigir su frustración hacia estos miembros de la minoría, en los cuales se
depositaron una serie de creencias negativas asociadas a un estereotipo. La frustración
provocaría un proceso de cólera, que puede producir la agresión directa física o verbal
dirigida hacia aquella personas fuente de dicha frustración. Si la agresión no se puede
realizar directamente se desplazara hacia otra más accesible.

La Teoria de la personalidad autoritaria de Adorno y cols. está más centrada en el


prejuicio que en los estereotipos. Según esta teoría, la personalidad autoritaria se crea por
padres que utilizan métodos rígidos y severos de disciplina con sus hijos que hacen
depender su amor y cariño de la obediencia total. Esta hostilidad hace que los niños se
vean incapaces de desafiar a sus padres y desplacen la hostilidad hacia otros que suelen
ser inferiores. Esto hace que se forme una personalidad rígida y muy dependiente de los
estereotipos.

Orientación sociocognitiva

La influencia de la cognición social llevaría a los investigadores a considerar los


estereotipos como un proceso automático de categorización. La cognición social estudia la
forma en la que pensamos sobre los demás y sobre nosotros mismos y se interesa por los
procesos psicológicos implicados en la utilización y modificación del conocimiento acerca de
las personas.
La orientación cognitiva es la dominante en la actualidad. Es una perspectiva individualista,
por lo que no se incluye la idea de que deba existir un consenso entre varias personas. El
argumento es que las personas desarrollan creencias sobre las características de los
grupos que son importantes en sus relaciones y para su comportamiento, y este
conocimiento influye en sus respuestas a posteriores encuentros individuales con los
miembros de estos grupos. De esta manera, la información es interpretada, codificada y
recordada para utilizarla como guía. Pero además está influido por las preconcepciones que
ya posee el individuo.

Oakes, Haslam y Turner manifiestan que la mayoría de los investigadores estudian los
estereotipos desde un punto de vista individualista y cognitivo. Sin embargo, Oakes y cols.
argumentan que la perspectiva de la Cognición Social no refleja una adecuada visión de
cuáles son realmente los procesos de estereotipia. De hecho, defienden que los procesos
psicológicos ligados a la estereotipia solo se producen cuando las personas interactúan
entre sí como miembros de grupos sociales.

Las características de la orientación cognitiva serían las siguientes:


● Parte del supuesto de que la naturaleza y la forma en la que funcionan los
estereotipos es siempre la misma. El objetivo es examinar los procesos, pero no el
contenido de los estereotipos.
● Prestan importancia a los errores en el procesamiento de la información y a cómo
influyen en los estereotipos.
● No pueden explicar los estereotipos sin tener en cuenta otros factores.
● Se presta interés a conocer como los factores motivacionales y de aprendizaje social
influyen en los cognitivos.

Características de los estereotipos

Existe cierto desacuerdo a la hora de determinar el contenido de los estereotipos. En unos


casos se considera que incluye a los atributos que caracterizan al grupo. En otros se hace
hincapié en las características que le diferencian. McCauley y cols. consideran que los
estereotipos son generalizaciones que distinguen a unas personas de otras.

Según Ashmore y Del Boca deben incluir además de las características diferenciadoras,
aquellas que se usan para describir al grupo en cuestión. Como señala Huici, donde sí
parece haber acuerdo es en que los estereotipos son constructos cognitivos referidos a los
atributos personales de un grupo social, aunque no solo se refieren a características de
personalidad. Los estereotipos son flexibles.

Existe una tendencia a considerar que solo incluyen características negativas. Hasta los
estereotipos positivos pueden tener consecuencias negativas, si las personas hacia quienes
se dirigen no los comparten. La Teoría de la autoverificación demuestra que a las
personas nos gusta que los demás vean a nuestro cuerpo tal como lo vemos nosotros, tanto
en lo bueno como en lo malo. La Teoría de la autoverificación afirma que a las personas
nos gusta que los demás nos vean tal como nos vemos a nosotros mismos, ni mejor, ni
peor.
Más importante es la cuestión de si son precisos o imprecisos. Gran parte de las
características incluidas en los estereotipos son subjetivas, lo que hace difícil calibrar su
precisión. Una concepción general es la de Fiske, Cuddy, Glick y Xu, quienes desarrollaron
el Modelo del Contenido de los estereotipos estructurado en 2 dimensiones. Las
dimensiones de contenido de los estereotipos resultan de las interacciones interpersonales
e intergrupales. El contenido puede mostrar dimensiones separadas de gusto o disgusto, y
respeto o falta de él. Según el modelo, las personas pretenden conocer dos cosas de los
demás: si sus intenciones son buenas o malas hacia mi y hacia mi grupo (si son
cordiales o no), y si pueden realizar sus intenciones (si son competentes o no). De
esta manera, hay grupos amenazantes porque son competentes pero no son cordiales.
Pero también pueden ser poco amenazantes cuando son cordiales, pero menos
competentes.

Las funciones de los estereotipos

Tajfel consideraba que su contenido depende de las funciones que cumplen. Afirmaba que
proceden de las relaciones entre grupos y se mantienen gracias a dichas relaciones.
Proponía que tienen funciones tanto individuales como sociales.

Tajfel argumentaba que los estereotipos tienen dos funciones individuales: sistematizar y/o
simplificar la realidad, y defender los valores de la persona.
● Categorización: consiste en destacar las diferencias entre categorías y las
semejanzas dentro de las categorías.
● Afirma que las categorías sociales tienen “valor” para las personas, se evalúan como
positivas o negativas. Al ser ambiguas y tener un fuerte valor subjetivo, necesitan
poca información para confirmarlas, pero mucha para desconfirmarlas.

En cuanto a las funciones sociales, los estereotipos de los exogrupos se difunden con
mayor facilidad en los siguientes casos:
● cuando hay que explicar acontecimientos a gran escala. Se utilizan los estereotipos
para aplicarlos a grandes grupos y explicar su comportamiento.
● cuando hay que justificar las acciones cometidas contra un exogrupo.
● también se utilizan para adquirir una diferenciación positiva que beneficie el
endogrupo cuando es necesario debido a que existen muchas similaridades y eso
puede resultar amenazante.

En definitiva, la principal función social es mantener una distintividad positiva,


especialmente cuando puede existir cualquier posible amenaza real o percibida. Sin
embargo, hay situaciones en las que puede estar mal visto mostrar abiertamente ese
esfuerzo por la distintividad. En esas ocasiones, se favorece al endogrupo en las
características más importantes, y se cedería una ventaja al exogrupo en otras menos
importantes. De esta manera, el endogrupo se mantiene por encima del exogrupo, pero
transmite una imagen positiva de sí mismo ya que se muestra como igualitario.

Fiske incluye una función social más. Sería la de control social. Se refiere a que la forma de
estereotipar a los demás está relacionada con el poder. Quienes tienen menos poder se
forman una imagen individualizada de quienes tienen poder, en lugar de formarse un
estereotipo del grupo. Sin embargo, las personas con poder tienden a estereotipar más a
los que no lo tienen porque no necesitan individualizar y además, les sirve de estrategia de
ahorro de su atención.

Jost y Banaji también describen otra función: la de justificación de un sistema u


organización social. Según este modelo, las personas quieren creer que el sistema social
que les afecta es justo y están dispuestos a sacrificar su beneficio para apoyar esas
creencias. Este motivo es consistente con la creencia en un mundo justo. La creencia en un
mundo justo lo hace en las expresiones de las víctimas que asumen su responsabilidad
como una forma de creer en un mundo justo y para mantener un sentido de control
personal.

Estabilidad versus inestabilidad de los estereotipos

Los estereotipos culturales han sido considerados estructuras rígidas porque se ha creído
que eran persistentes al paso del tiempo.

El estereotipo cultural parece ser más estable que los estereotipos individuales. Además,
las personas suelen sentirse más cómodas cuando se les pregunta por los estereotipos
culturales. Sin embargo, Garcia Maques, Santos y Mackie mostraron cómo los estereotipos
son estructuras dinámicas de conocimiento y solamente tienen una estabilidad moderada, e
incluso baja.

Esta característica muestra la importancia de las estrategias de cambio de estereotipos, ya


que no son tan rígidas como se pensaba y son susceptibles al cambio. Es necesario tener
en cuenta los siguientes aspectos:
● los estereotipos son más estables cuando son centrales o importantes.
● los estereotipos son más estables cuando a quien se evalúa es a los miembros
típicos de un grupo.
● pero incluso sigue existiendo cierta inestabilidad con el paso del tiempo.

Estereotipos de género

El termino sexo para referirse a las caracteristicas biologicas asociadas a cada una de las
dos categorias sexuales, y el termino genero para referirse a las caracteristicas
psicosociales.

Cuestiones básicas sobre los estereotipos de género

Los estereotipos de género son un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca


de las características que poseen hombres y mujeres, que se suelen aplicar de manera
indiscriminada a todos los miembros de uno de estos dos grupos.

Estos estereotipos se han agrupado en diferentes dimensiones, una de ellas es la


denominada comunión/agencia. Normalmente, consideramos que las mujeres tienen más
cualidades comunales (emocionales, sensibles) y los hombres cualidades agenticas
(independientes, competitivos). Esta distinción surge de la realidad planteada por Parsons y
Bales entre Instrumentalidad/Expresividad. Se considera Instrumental todo lo relacionado
con la productividad, eficacia, independencia y competición. Lo expresivo refiere a todo lo
relacionado con lo afectivo/emocional y relacional. Por tanto, la dimensión femenina de los
estereotipos de género se llama comunal o expresiva, y la masculina, agentica o
instrumental.

A pesar de su impacto, difusion y aplicacion, el hecho de que Bem construyera el BSRI


basando en los atributos que eran deseables para una mujer (o para un hombre) en la
sociedad lo convierte en objeto de tres críticas:
● Su posible desfase debido a la evolución cultural desde su creación.
● Estar compuesto sólo por rasgos positivos
● La influencia de las diferencias culturales entre EEUU y el resto de países.

El BSRI se elaboró inicialmente para medir la identidad de género. Así, las personas eran
calificadas en una de las siguientes categorías: masculina, femenina, andrógina o
indiferenciada. Sin embargo, Spense señala que no se puede medir la identidad de género
basándose en dos tipos de rasgos de personalidad. Esta autora defiende que la
masculinidad y la feminidad son conceptos multidimensionales, en los que intervienen
múltiples factores como rasgos de personalidad, atributos físicos, capacidades, entre otros.
No obstante, la tipología derivada de las escalas de BSRI y del PAQ se ha utilizado para
explicar diferencias individuales en conducta, no sólo la identidad de género sino también
los estereotipos de género tienen múltiples componentes.

Las dimensiones descriptiva y prescriptiva de los estereotipos de género

Las características que se adscriben a hombres y mujeres - dimensión descriptiva de los


estereotipos - son también las que se consideran deseables y se esperan de hombres y
mujeres. Es decir, existe una segunda dimensión que indica cómo deberian comportarse
hombres y mujeres. Nos referimos a la dimensión prescriptiva. El estereotipo femenino
incluye la creencia estereotipada de que las mujeres son cálidas, comprensivas y esto está
relacionado con una prescripción societal acerca de que ellas deben ser así.

Según Fiske, la dimensión prescriptiva refuerza la diferenciación de género, dicha


dimensión está compuesta por atributos femeninos que caracterizan a subgrupos de
mujeres tradicionales, pero no por atributos masculinos que caracterizan subgrupos de
mujeres no tradicionales.

Burges y Borgida demuestra que, aunque ambas dimensiones están relacionadas, se trata
de constructos distintos que dan lugar a discriminacion a través de procesos diferentes. Los
aspectos descriptivos dan lugar a una forma de discriminacion “fria” basada en la
discriminacion que se deriva de los aspectos prescriptivos. Suele producirse sin hostilidad y
sin que exista una intención de discriminar. En contraste, los aspectos prescriptivos dan
lugar a una discriminacion intencional que transgreden las prescripciones de su rol de
género. Se trata de un tipo de discriminacion “caliente” que está relacionada con la
amenaza percibida por los hombres y posee una fuerte carga emocional.

Prentice y Carranza amplían el estudio de la dimensión prescriptiva, no se centran en los


rasgos positivos sino que incluyen también rasgos negativos. En segundo lugar, distinguen
para cada género los rasgos sobre los que existen imperativos societales de los rasgos para
los que existen imperativos societales relajados. Utilizan la deseabilidad general de cada
rasgo como base con la que comparar su deseabilidad específica para cada género. Este
análisis genera cuatro categorías de rasgos.

Componentes de los estereotipos de género

Deaux y Lewis investigaron el contenido de los estereotipos de género e identificaron 4


componentes que las personas utilizaban: rasgos, roles, ocupaciones y características
físicas.

La estereotipia de rol incluye las actividades que se consideran más apropiadas para
hombres y mujeres. Las ocupaciones también están estereotipadas. Finalmente, existen
ciertos rasgos físicos que se consideran más característicos de las mujeres y otros de
hombres.

Estos componentes son independientes, pero basando en uno de ellos, las personas
extienden sus juicios a los otros tres. Así, una vez asignada una etiqueta, realizamos
inferencias sobre la apariencia de esa persona, su personalidad, sus conductas y su
ocupación. De este modo, la información sobre un componente afecta al resto. En su
estudio, Deaux y Lewis encontraron que los participantes percibían más diferencias físicas
que psicológicas, así como sobre los otros 3 componentes. En definitiva, los estereotipos de
género son complejos, tienen múltiples componentes y que las inferencias sobre un
componente están basadas en la información sobre el resto de componentes.

Sobre el origen, naturaleza y funciones de los estereotipos de género

Cómo y para qué surgen las creencias arraigadas socialmente sobre hombres y mujeres.
Encontramos 2 explicaciones:
● Teoría del rol social (Eagly): las diferencias entre hombres y mujeres estarían
causadas por la tendencia de las personas a comportarse de modo consistente con
las expectativas asociadas a sus roles de género. Estas provocan que hombres y
mujeres se especializaran en distintos aspectos. Por tanto, Eagly sugiere que los
estereotipos de género proceden de la observación de hombres y mujeres en
diferentes roles sociales, que les confieren a sus ocupantes diferentes conductas y
rasgos de personalidad.
● Hipótesis de la racionalización (Hoffmann y Hurst): la desigual participación de
hombres y mujeres en distintos roles es un hecho social tan significativo que las
personas necesitan explicarlo o racionalizarlo. Y probablemente la razon mas
poderosa es la simple suposicion de que existen diferencias inherentes entre
hombres y mujeres que llean a que cada sexo encaje mejor en su rol tradicional.
Sugieren que los estereotipos de género explican o justifican la división sexual del
trabajo. Los autores defienden que las personas asumen la existencia de diferencias
inherentes que predisponen a los sexos a desarrollar distintos rasgos de
personalidad.

Según Hoffmann y Hurst, la Hipótesis de la racionalización evita 2 problemas importantes


de la teoría de Eagly.
1. Predice y explica el hecho de que los estereotipos se apliquen a los dos sexos en
general.
2. Explica cómo los atributos que se consideran deseables para los ocupantes de los
roles masculinos y femeninos llegan a asociarse con hombres y mujeres en general
y por qué ocurre esto.
Por tanto, esta aplicación destaca su importante función de justificación y mantenimiento del
statu quo. Así, los estereotipos sirven para regular la sociedad y asignar a cada miembro de
ella su papel, contribuyendo a mantener el status quo y las relaciones de poder.

Los estereotipos de género responden a la necesidad de encontrar una explicación


psicológica a los hechos sociales. De este modo, racionalizamos las relaciones injustas
aludiendo a las diferencias en características, justificando con ello por que se dan conductas
discriminatorias.

Williams y Best formularon una explicación sobre la naturaleza de los estereotipos de


género. Según estos autores existen dos aspectos en estos estereotipos, uno de
diferenciación y otro de legitimación. Los roles de género diferenciados y la división del
trabajo es un modo eficaz de afrontar la vida. A la vez, resulta adaptativo para la sociedad
legitimar esta diferenciación.

Burgess y Borgida destacan funciones diferenciadas para el componente descriptivo y el


prescriptivo. Según estas autoras, el componente descriptivo de los estereotipos de género
tiene un función cognitiva: actúa organizando y estructurando el flujo de información. En
contraste, el componente prescriptivo está relacionado con intereses motivacionales. Puede
servir para mantener, reforzar o justificar la estructura de poder social existente que
favorece a los hombres, recompensando a las mujeres que se conforman a roles de género
sancionando a las mujeres y hombres que violan esas prescripciones.

Por lo tanto, los estereotipos de género simplifican el procesamiento de la información a


través de la categorización, lo que posibilita una evaluación rápida sobre una persona. Sin
embargo, las interpretaciones pueden ser imprecisas o sesgadas, ya que se pierden
características individuales. Se convierten fácilmente en un elemento discriminatorio. Así,
pueden considerarse positivos en cuanto a representación esquemática, pero no debemos
olvidar que sirven a funciones sociales, como la justificación del status quo, por lo que se
convierten en elementos discriminatorios y de resistencia al cambio.

Como señala Ryan, los estereotipos pueden ser precisos y útiles. Esto no significa que sean
siempre precisos ni que su uso no sea negativo. Suelen ser exageraciones que pueden
ocasionar problemas para los miembros del grupo estereotipado. Bajo determinadas
circunstancias, la impresión que tiene un perceptor sobre un grupo puede ser el resultado
de realizar un esfuerzo por desarrollar una estructura cognitiva diferenciada que facilite la
organización y uso eficaz de información relevante sobre su grupo.
M4

Definición y concepto de grupo

Según el trabajo clásico de Hare, hay 5 características que diferencian a un grupo de una
colección de individuos. Los miembros del grupo están en interacción los unos con los otros,
comparten un hito común y un conjunto de normas, y llevan diferentes roles en una red de
atracción interpersonal. De hecho, Hare recoge la mayoría de los elementos que se
consideran claves para las definiciones de grupo.
Definición de grupo: forman un grupo dos o más personas que interactúan entre sí, comparten un conjunto
de metas y normas comunes que dirigen sus actividades, y desarrollan un conjunto de roles y una red de
relaciones afectivas.

En este sentido, Shaw ofrece una revisión de la definición a partir de 6 criterios:


1. Las percepciones de los miembros del grupo: para que el grupo exista hace falta que
los miembros perciban la existencia del grupo.
2. La motivación: los individuos se adhieren al grupo porque piensan que puede
satisfacer alguna necesidad.
3. Los objetivos del grupo: son definiciones relacionadas con las anteriores. Entran en
contacto para lograr un objetivo y consideran que dicho contacto es significativo.
4. La organización del grupo: da preferencia a los elementos estructurales. El grupo es
una unidad social consistente en cierto número de individuos que se encuentran en
un estatus y que desempeñan unas relaciones de rol definidas, y que poseen un
sistema propio de valores y normas que regulan la conducta de los individuos
miembros.
5. La interdependencia de los miembros: Lewin remarcó la importancia de la
interdependencia. La concepción como un todo dinámico debe incluir una definición
de grupo basada en las interdependencias de los miembros.
6. La interacción: como un sistema abierto de interacción en el que las acciones
determinan la estructura del sistema.

Brown ofrece una versión más moderna del término:


1. El factor crucial consiste en compartir un destino común.
2. La clave está en la existencia de algún tipo de estructura social.
3. Lo determinante es que se produzca una interacción cara a cara.
4. Definición en términos de autocategorización. Esta es: un grupo existe cuando “dos
o más individuos se perciben como miembros de la misma categoría social”.

Tipos de grupos

● Grupo primario - grupo secundario.

El concepto de grupo primario lo debemos a Cooley, para referirse a aquel tipo de grupos en
los que el elemento caracterizador es la relación directa, íntima y personal que se establece
entre sus miembros.
Se caracterizan por una cooperación y unas relaciones estrechas y directas. Son primarios
porque intervienen de un modo fundamental en la formación de la naturaleza social y de los
ideales sociales del individuo.
El resultado es una fusión de individualidades en un todo colectivo de tal manera que el
propio yo se identifica con la vida y los objetivos comunes del grupo. La forma más sencilla
de describir a esta comunidad es decir que (el grupo) se convierte en un “nosotros”.

La familia, el grupo de juegos de los vecinos, el vecindario, son grupos primarios que
proporcionan una experiencia temprana del todo social, que funcionan como agentes de
socialización.

Contrapuesta a esta noción de grupo primario, tenemos la de grupo secundario. En este


caso, prima la idea de organización, donde las relaciones son más formales, indirectas e
impersonales.

● Grupo de referencia - grupo de referencia

El concepto de grupo de referencia es introducido por Hyman. Merton y Kitt afirman una
doble función del grupo de referencia:
❖ Ayudan al individuo a acceder a este grupo
❖ Facilitan su integración una vez es miembro de el.
Kelley constata que la expresión grupo de referencia ha sido utilizada para describir dos
clases de relación de una persona con un grupo. Se utiliza para referirse a aquel grupo por
el que una persona aspira a ser aceptada. Con el fin de conseguirlo, ordena sus actitudes
según aquello que percibe que es aceptado. Este sería el caso de Merton y Kitt. Otras
veces, este concepto se utiliza para designar a un grupo del que una persona se sirve con
el fin de elaborar juicios sobre ella misma o sobre los otros. A partir de aquí, Kelley resume
en dos las funciones del grupo de referencia.
● Función normativa: grupo de referencia normativo para una persona en la medida en
que las evaluaciones del grupo se basan en el grado en el que la persona se
conforma con ciertos estándares de comportamiento o de actitud y en la medida en
que la administración de recompensas o de castigos está condicionada por estas
evaluaciones.
● Función de comparación: grupo de referencia comparativo en la medida en que el
comportamiento de sus miembros constituyen las normas o los puntos de
comparación según los cuales está individuo formula juicios y evaluaciones.

Por grupo de pertenencia se entiende aquel al que pertenece verdaderamente el individuo y


que puede coincidir con el de referencia. Una explicación de este fenómeno requiere lo
siguiente:
a) que uno distingue entre la inclusión “objetiva” de una persona en un grupo y la
“subjetiva” que esta hace de sí misma;
b) que uno disocie analiticamente el grupo al que pertenece una persona del grupo del
que obtiene las ideas y criterios fundamentales que determinan su acción.
c) que se acepte que la causa determinante de la acción de la persona es el grupo de
referencia y no el de pertenencia.
Estructura y procesos grupales

A primera vista, estructura y procesos son antinómicos.


Al hablar de estructura, estamos haciendo referencia a una dimensión estática que podría
parecer que no tiene nada que ver con la dimensión dinámica que introduce el término
procesos. Así, pensamos en un puente, en términos de estructura, pero no de proceso; y en
cambio, pensamos en una guerra en término de proceso pero no de estructura.

Sin embargo, los fenómenos grupales son un caso paradigmático para demostrar que el tipo
de argumentación que acabamos de hacer es solo una simplificación de cómo son las
cosas y que no solo podemos pensar una misma cosa atendiendo al mismo tiempo a
dimensiones estructurales y procesales, sino que es conveniente hacerlo así.

Teoría realista del conflicto

Esta teoría parte de la idea de que el conflicto aparece cuando entre dos grupos hay metas
mutuamente incompatibles. El hecho de que un grupo alcance su meta implica
necesariamente que el otro no la pueda alcanzar.

Teoría de la identidad social

Esta teoría, aplicada al caso de las relaciones intergrupales, intenta determinar si es cierto
que hace falta una incompatibilidad de metas entre grupos para dar origen a un conflicto
entre estos.

También podría gustarte