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1.2. PRINCIPALES NUEVOS DESARROLLOS TERAPÉUTICOS
Fundamentos
Toma como punto de partida una referencia psicopatológica concreta. En efecto, considera que
muchos de los trastornos y problemas psicológicos provienen del esfuerzo que las personas realizan
por reducir la intensidad, frecuencia, duración o el modo en que se ven afectados por sucesos
privados desagradables (emociones, pensamientos). Este intento por minorar o escapar de estas
experiencias desagradables no sólo suele ser ineficaz, sino que se convierte en una fuente de
problemas en sí mismo. Este fenómeno es considerado como una clase de conducta denominada
evitación experiencial. De este modo si hablar con mi jefe me produce malestar, haré todo lo posible
por tratar de controlar (reducir) el malestar. Trabajaré de forma activa para eliminarlo. Resulta
preciso aclarar, para que sea entendido el sentido del control, que no es posible acabar con el
malestar. Cierto grado de malestar está presente en la vida y no por ello se dejan de hacer las cosas
que uno se propone, por ejemplo hablar con el jefe, luego ese esfuerzo activo (evitación experiencial)
es un problema, entre otras cosas, porque se convierte en un eje de actuación importante, a menudo
exclusivo, del paciente.
Las relaciones funcionales que implican el lenguaje son estudiadas dentro de la Teoría del marco
relacional.
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Componentes
Aceptación.
Defusión cognitiva.
Yo en persistencia.
Contacto con el momento presente.
Identificación de valores.
Compromisos de acción.
La aceptación supone reconocer como normales y propios del ser humanos el malestar; las
emociones negativas y cualesquiera otros pensamientos o emociones desagradables. Se anima al
paciente a que sienta esas emociones negativas como algo natural y que no huya de ellas o pretenda
enmascararlas, ya sea psicológica o farmacológicamente. La experimentación natural de dichas
emociones permite su autorregulación. Como queda claro en la forma natural de abordar los
problemas, debe, en primer lugar, aceptarse la existencia de estos, también en términos
emocionales, para una vez tocado fondo y valorando los recursos e intereses, volver a la vida de
forma efectiva.
La defusión cognitiva supone desactivar el poder del lenguaje. Éste puede atrapar a la persona en la
propia literalidad. Hay formas diversas de abordar esta tarea. Una de ellas es hacer ver al paciente
que las palabras (pensamientos) no son hechos. Esto supone una liberación y una forma de
distanciamiento. Pienso que el trabajo es difícil, es distinto del trabajo es difícil. El jugar con las
palabras, como sonidos, como elementos de un puzzle, contribuye a no tomárselas en serio, o
cuando menos a que no ocupen un espacio preferente sin pedir permiso.
Poner al yo en persistencia es otro de los componentes clave de ACT, es un caso particular de fusión
cognitiva en esta ocasión referida a la persona en sí. Cuando una persona se die soy un inútil está
identificándose de forma generalizada como ser inútil. El lenguaje tiene el poder de fijarle y definirle
de modo literal con la frase. En estos casos, no sólo es necesario hacer ver a la persona que los
pensamientos no son hechos, esto es, que no es lo mismo pensar soy un inútil, que decir tengo el
pensamiento de que soy inútil, además es preciso contextualizar el pensamiento, o sea contextualizar
el yo. Esta reorientación del yo es bien aceptada por las personas pues queda claro que es más
asumible para nosotros considerar que se tiene una torpeza, a que se es torpe. De este modo,
promoviendo una distinción del yo como contexto, hace posible una aceptación más genuina de la
persona.
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1. La primera es notar la presencia de un terminado malestar.
2. Identificarle con una etiqueta verbal (nombrarle).
3. La tercera es “dejarlo estar”, significa observarlo con cierta distancia, no permitiendo que se
fusione o se asocie a uno mismo.
4. Supone entrar en contacto con el malestar presente alejado de rumiaciones y dispuesto a
experimentar lo que siente tal cual, y aceptándose uno mismo con sus fallos e
imperfecciones. Finalmente, el último paso es dar sentido a esta nueva forma de sentir y
relacionarse con el presente, integrándolo en los objetivos terapéuticos y en los intereses de
cada cliente.
El compromiso de acción figura de forma simbólica en el mismo acrónimo de ACT (actúa) es el que
da sentida a toda la intervención. Este compromiso de acción no sólo debe verse como el elemento
final de la terapia sino que está presente dese el comienzo. En efecto, la aceptación, la
desliteralización del lenguaje, la experimentación del momento presente, etc., requieren de un
compromiso de acción efectivo del paciente.
Características de la terapia
Los programas de tratamiento pueden tener un formato grupal o individual. El protocolo publicado
en español de Wilson y Luciano tiene una orientación general. Existen protocolos específicos que se
ajustan a trastornos concretos, como l publicado para el tratamiento del dolor crónico.
Evidencia empírica
La depresión también ha sido tratada con ACT e investigada su eficacia. Los resultados son similares a
los obtenidos en el caso de la ansiedad. La comparación con formas convencionales de TCC o con
terapia cognitiva, obtiene unos resultados similares o cierta ventaja para ACT. Esta ventaja parece
también observarse más en el periodo de seguimiento. La comparación del efecto de ACT con el
tratamiento médico habitual de la depresión, obtiene datos más positivos para ACT. Por último,
también hay estudios de mediadores que señalan que mejoran más con ACT aquellos pacientes que
puntúan más alto en aceptación tras la terapia.
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Un caso de especial interés en la aplicación de ACT es el dolor crónico. Diversos estudios han
constatado su eficacia, obteniendo mejores resultados que la TCC convencional y que el tratamiento
médico convencional.
Proceso terapéutico
Finalmente, hay un amplio número de trabajos que muestran cómo la eficacia de ACT viene mediada
por cambios en sus componentes principales, como son medidos por el AAQ (aAceptance and Action
Questionnaire), caso del tratamiento de la diabetes tipo 2, la ansiedad y depresión, la epilepsia y la
obesidad.
En consecuencia hay un sustancial conjunto de datos que indican que la eficacia de ACT es debida a
una mejora en la capacidad de adaptación de la persona en términos de flexibilidad psicológica y de
mejora de aquellos factores responsables de la evitación experimental.
Fundamentos
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La Terapia de Activación Conductual fue reemplazada al comienzo de los años 90 por los trabajos de
Jacobson, cuyo trabajo vino del desarrollo de la Terapia Comportamental Marital que le permitió
establecer un claro paralelismo entre problemas de interacción marital y depresión.
Componentes
Se insta al paciente a estar activo según un plan previamente establecido, con independencia de su
estado de ánimo. Las cosas deben hacerse porque nos hemos propuesto hacerlas, aunque no nos
apetezca y sin esperar a tener el estado de ánimo apropiado para acometerlas. Se actúa, si es
preciso, en contra de las emociones. Un plan de acción ajustado a los valores e intereses del paciente
y construido acorde con el principio de aproximaciones sucesivas permite que el paciente recupere
su actividad y, secundariamente, se encuentre satisfecho de sus logros. El compromiso con el
paciente es que recupere las riendas de su vida, no que alcance la felicidad. El problema se encuentra
en la interacción con el contexto, esto es fuera y no dentro de la persona, por ello la intervención
debe estar orientada hacia afuera.
Características de la terapia
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Evidencia empírica
En un estudio llevado a cabo por Dimidjian quedó demostrado que la Activación Conductual es más
eficaz que la Terapia Cognitiva cuando se trata de pacientes con depresión grave, siendo para estos
pacientes tan eficaz como los fármacos antidepresivos (paroxetina). La Activación Conductual se ha
mostrado más eficaz que los tratamientos convencionales de la depresión y esta eficacia es
independiente del estado cognitivo del paciente, lo que confirma la predominancia de los aspectos
comportamentales implicados.
Fundamentos
El mindfulness o atención plena, el implicarse de forma efectiva en lo que la persona está realizando
en el momento presente es un componente común a los nuevos desarrollos terapéuticos de la
Terapia de Conducta.
El mindfulness puede entenderse como una forma de implicarse en las distintas actividades
habituales, sean estas problemáticas o no. Se puede considerar, por tanto, como una habilidad que
permite no sólo un punto de vista distinto sino que implica también conductas concretas.
Centrarse en el momento presente. Se trata de centrarse y sentir las cosas tal y como
suceden, sin buscar su control. No se centra en un pensamiento para cambiarlo por uno
positivo. Se le pide a la persona que permanezca en una determinada situación sintiendo lo
que allí sucede. Esta actitud permite que lo que ha de suceder o sentir acontezca de un modo
completo.
Apertura a la experiencia y los hechos. El centrarse en lo que sucede y se siente en el
momento presente permite poner por delante los aspectos emocionales y estimulares frente
a la interpretación de ellos.
Aceptación radical. El elemento esencial del mindfulness consiste en la aceptación radical, no
valorativa, de la experiencia. Se trata de centrarse en el momento actual sin hacer ningún
tipo de valoración y aceptando la experiencia como tal. Es decir, aceptar las experiencias, y
las reacciones a ellas, como naturales, normales. El esfuerzo por no valorarlas y aceptarlas
permite no rechazarlas: el malestar, el enfado, la contrariedad no es algo de lo que haya de
huir, sino que forman parte de una experiencia humana que es preciso vivir.
Elección de las experiencias. Pueden entenderse que el mindfulness consiste en vivir con
atención plena, reflexiva, no valorativa y aceptando lo que acontece de forma un tanto
determinista. Esto no es así. Las personas elijen de forma activa en qué implicarse, sobre qué
actuar, mirar o centrarse. Una vez que una situación es elegida debe vivirse y experimentarse
tal y como es, de forma activa, aceptando todo lo que se dé.
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Control. La aceptación supone una renuncia al control directo. No se busca que la persona
controle sus reacciones sentimientos o emociones sino que los experimente tal y como se
producen. Esto no supone, naturalmente, que los elementos de regulación emocional,
fisiológica y comportamental no se produzcan, pero sí que no se buscan de forma directa. No
se trata de reducir (controlar) el malestar, el miedo, la ira o la tristeza, sino que
experimentarlos como tal; en todo caso el efecto que pudiera producirse sobre esas
emociones será de naturaleza indirecta.
Componentes
Los efectos terapéuticos de mindfulness son debidos a la puesta en marcha de diversos procesos
psicológicos relevantes a varios mecanismos de cambio, entre ellos cabe destacar los siguientes:
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Características de la terapia
Dentro de los programas que hace uso del mindfulness cabe destacar la terapia cognitiva basada en
la persona para la psicosis perturbadora. La práctica de la conciencia plena es utilizada para que el
paciente psicótico cambie su relación con los síntomas perturbadores, en especial con las voces que
le incomodan. Los ejercicios mindfulness le permiten tomar distancia de las voces, lo que permite
reducir su impacto emocional, e ir adoptando una perspectiva metacognitiva sobre ellas. Así, puede
centrarse en lo que son: palabras y no en su significado y en la necesidad de actuar en consonancia
con ellas (responder).
Evidencia empírica
El programa de Segal, Williams y Teasdale resultó ser incluso más eficaz cuando los pacientes tienen
más gravedad. También se ha constatado que el programa de forma específica reduce la reactividad
cognitiva asociada a la sintomatología depresiva. También se ha mostrado eficaz en reducir la
recurrencia de conductas suicidas.
Fundamentos
La Terapia de Conducta Dialéctica fue desarrollada por Marsha Linehan en los años 70. Surge como
una respuesta desde a Terapia de Conducta a los problemas derivados del tratamiento de personas
con riesgo de suicidio. Destaca sobre todo los aspectos emocionales del problema, considerando que
es el malestar emocional el foco de toda psicopatología. La incapacidad de la persona para manejar
las emociones que siente es lo que, en último término, puede llevarle a poner fin a su vida. Debe
atenderse, por tanto, de modo preferente a lo que la persona siente, más allá de las razones e
interpretaciones sobre lo que siente. La Terapia de Conducta Dialéctica parte de una aceptación
radical y genuina del paciente, que fue expuesta en parta por Carl Rogers.
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Componentes
El elemento central de la TCD son las emociones. No se trata de cambiar el malestar por el bienestar,
o razonar sobre el malestar, sino de actuar de forma efectiva sobre ese malestar emocional. Desde
un punto de vista terapéutico, lo primero que debe hacerse es reconocer el valor de ese malestar y
su función adaptativa. No se trata de negarlo, o dejarlo de lado (huir de él) dado su carácter
desagradable y molesto.
La validación del sufrimiento del paciente es fundamental para normalizar (reconocer) el sentido de
las emociones. El terapeuta debe hacerle ver que las emociones (malestar) que experimenta están
justificadas por las condiciones concretas que lo desencadenan. Ello permitirá no huir del malestar y
sí buscar otras formas más adaptativas de regulación emocional.
Señalar que no hay soluciones perfectas es otro de los componentes esenciales de la TCD. No hay
una forma perfecta (que los psicólogos pueden enseñar) de pensar, sentir o hacer que permita
hallarse a salvo de problemas y gozar de una vida dichosa y feliz, al menos fuera de los cuentos de
hadas. Esto se materializa en el término dialectico incluido en la terapia.
Características de la terapia
El tratamiento tiene un componente psicoeducativo que permite que los pacientes adquieran las
habilidades relativas a los componentes de la terapia. Éste puede ser abordado en grupo. Incluye,
además, terapia individual que permite ajustarse al análisis funcional específico del paciente.
Como características principales de la terapia, de acuerdo con sus componentes básicos, hay que
destacar:
A. La aceptación y validación del comportamiento actual del paciente, esto supone que hay que
hacerle patente que dicho comportamiento está justificado funcionalmente. Una agresión,
por ejemplo, es explicada en términos funcionales y tiene a su vez funciones concretas,
queda por tanto justificada en términos funcionales, lo que no quiere decir que pueda ser
aprobada y considerada como un comportamiento adecuado. No lo es, aunque las
condiciones en que se dio la hicieran posible. Esto tiene importancia porque el paciente
debe entender que lo que siente o hace tiene sentido en un determinado contexto y es
normal en relación co ese contexto, y puede también ser cambiado en busca de modos de
respuesta más adaptativos.
B. Los comportamientos que interfieren en el tratamiento, tanto por parte del terapeuta como
del paciente, en especial aquellos que impiden reconocer las emociones y exponerse a ellas.
C. El papel fundamental de la relación terapéutica. El paciente debe percibir que el terapeuta
está plenamente de su parte, entiende sus emociones, las justifica y está dispuesto a
ayudarle en el manejo de éstas, sin una buena relación terapéutica no es posible la terapia.
No se trata de decir al paciente qué tiene que hacer, reprenderle y señalarle el camino
adecuado, sino que sea él quien lo encuentre.
D. Hace uso del planteamiento dialéctico como forma de que sea la persona la que tome sus
decisiones considerando explícitamente el grado de riesgo que asume.
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Una regulación emocional adecuada para resolver la desregulación y labilidad emocional.
Interpersonales que le permitan mejorar la interacción social y el intercambio de refuerzos.
Comportamentales que permitan reducir el riesgo de lesiones, suicidio, etc.
Del sentido del yo que permitan distinguir entre problemas y contextos específicos y la
percepción de uno mismo y de sus capacidades.
Evidencia empírica
Fundamentos
La Psicoterapia Analítica Funcional fue desarrollada a finales de los años 80 por Kohlenberg y Tsai.
Tiene como finalidad principal el que la situación terapéutica en sí, esto es la interacción del paciente
y el terapeuta en las sesiones de tratamiento, se constituyan en sí mismas elementos de primera
magnitud para la terapia. La PAF considera la sesión de terapia como elemento principal del
tratamiento. Por ello propone y busca que se cree una relación terapéutica intensa y curativa en sí.
Componentes
El terapeuta debe estar entrenado en detectar las conductas clínicamente relevantes que aparecen
durante la sesión. Se establece la categoría denominada conductas clínicas relevantes (CCR) con tres
elementos:
CCR1: corresponde con los problemas del cliente que ocurren en la sesión y que están
controlados por estímulos aversivos que originan respuestas de evitación. Así, una persona
que tiene dificultades interpersonales, evitará, en la sesión, el contacto visual, abordar
asuntos que suponga tener que hablar de ellos, etc.
CCR2: se refieren a conductas positivas (mejoría) del cliente que ocurren en la sesión. Esto
sucede conforme avanza el tratamiento, por ejemplo, hacer preguntas en personas
retraídas.
CCR3: son las interpretaciones del cliente acerca de su conducta y supone relacionar los
sucesos observados con los pasos previos ocurridos durante el tratamiento, por ejemplo, he
sido capaz de no responder impulsivamente a mi vecino porque el otro día vi en la terapia
que podía hacerlo.
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Características de la terapia
Regla 1. Buscar las CCR, pues produce una mejora en los resultados terapéuticos. Esto depende,
naturalmente, de la capacidad de observación del terapeuta y también del interés de éste por el
paciente y por el seguimiento del tratamiento.
Regla 2. Provocar la ocurrencia de CCR1 para de este modo, poder hacer de la situación terapéutica
una ocasión para que el cliente no dé una respuesta de evitación. Así pueden introducirse
intencionadamente situaciones como el planteamiento de tareas no estructuradas, que suponga una
cierta pérdida de control (hipnosis, uso de la imaginación, etc.)
Regla3. Reforzar la CCR2, siempre que no sea un reforzamiento artificioso o arbitrario, esto es
reforzando una amplia clase de respuestas. Esto supone un entrenamiento específico del terapeuta
para estar al tanto de los cambios positivos que ocurran durante las sesiones.
Regla 4. Observar los efectos potencialmente reforzante de la conducta del terapeuta en relación con
las CCR del cliente.
Regla 5. Ofrecer interpretaciones sobre las variables que afectan a la conducta del cliente, por
ejemplo se comporta usted con su compañero del mismo modo que como me die que lo hacía con su
primo.
El formato habitual de aplicación es individual aunque algunos autores han propuesto aplicaciones
grupales.
Evidencia empírica
Ha sido reconocido el papel de autores como Rogers en lo que respecta a la relación con el paciente,
o cabria señalar a Perls, puesto que muchos aspectos característicos del mindfulness recuerdan los
fundamentos y planteamientos de la Gestalt.
Entre los puntos fuertes que se pueden señalar de estos nuevos enfoques, considerándolos
conjuntamente, están los siguientes:
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La insistencia en los aspectos emocionales (sensoriales) frente a los racionales es también
característico de estos enfoques. Supone un adecuado contrapunto del exceso de
referencias al procesamiento controlado, el lenguaje, la predominancia de lo simbólico y del
razonamiento.
La potenciación de la importancia en la comunicación con el paciente y el establecimiento de
una buena relación terapéutica sostenida en unas competentes habilidades terapéuticas.
Tomar una postura más colaborativa, educativa que correctiva. Estas terapias no buscan
decirle al paciente lo que tiene que hacer sino que sea él quien descubra y decida a dónde
desear ir.
Hay un interés destacado en la fundamentación teórica de las terapias, así como en conocer
los motivos por los que son eficaces. El papel centrar de las emociones en todo este proceso
supone un punto de partida y trono común, tanto desde el punto de vista teórico como
aplicado.
El interés por el análisis individual, ideográfico, es rescatado también por estos nuevos
desarrollos terapéuticos. Las funciones de las conductas son únicas pues dependen de
contextos específicos.
Entre los puntos débiles de estos acercamientos cabe señalar los siguientes:
Gross y Thompson han propuesto un modelo de regulación emocional que señala el proceso a través
del cual se produce una adecuada regulación de la emoción o, por el contrario, pueden tener lugar
disfunciones que den lugar a trastornos o problemas concretos que requieran de una intervención
terapéutica.
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El primer elemento es previo a la situación que originará la emoción. En efecto lo primero
que ha de hacerse es seleccionar la situación en cuestión, del conjunto más amplio de
elementos estimulares presentes, esto es elegir cuando entrar o cuando no a una situación
que potencialmente puede desencadenar una emoción.
Una vez que la situación es seleccionada, la modificación de la situación es algo que la
persona hace para modificar su impacto emocional.
La situación, sin embargo, tiene diferentes elementos y fuentes de estimulación, por ello la
persona despliega su atención de modo que elije atender a unos aspectos y no a otros.
Una vez que el foco de atención se centra en lo que considera relevante, la persona pone en
marcha el proceso de valoración que supone un cambio cognitivo al asignarle un significado.
Todos esos elementos son previos al momento en que sobreviene la emoción, entones y una
vez que aparece ésta, considera como respuesta a los elementos antecedentes, se produce la
modulación de la respuesta que supone incidir directamente sobre la emoción.
En la parte superior del modelo pueden verse los problemas derivados de una inadecuada regulación
emocional y en la parte inferior las orientaciones terapéuticas en cada una de las fases.
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este tipo de manipulaciones dificultan la regulación emocional, posibilitando un aumento del
afecto negativo, reduciendo la habituación, entre otros efectos negativos para la solución del
problema. El modo de solventar este problema es previniendo la evitación emocional, para
ello pueden utilizarse pequeños experimentos o ensayos en los que el paciente puede
comprobar que esas claves de seguridad que buscar suprimir la respuesta emocional tienen
un efecto pasajero y que, por el contrario, contribuyen a mantener el problema a largo plazo.
C. En la fase de desplegado de la atención hay diversas estrategias que suponen un problema
para la regulación emociona. Entre ellas cabe señalar la distracción, la rumiación, y la
preocupación. Los pacientes creen que las preocupaciones son una forma de reducir el
malestar, sin embargo, tienen una función de evitación que contribuyen a mantener el
problema la alternativa terapéutica es la aceptación emocional y la experimentación de lo
que acontece desde una perspectiva no valorativa, tal y como se propone desde la
perspectiva mindfulness.
D. La valoración abre el paso a dotar de significado a los elementos antecedentes al momento
actual. La forma inadecuada de proceder a este nivel es actuar de forma cognitiva sobre lo
que se siente en ese omento descontextualizándolo. Así la persona pueden pretender actuar
directamente diciéndose a sí mismo la cosa no es tan grave, no tengo que verme afectado,
etc., esta forma de proceder no es adecuada: no es realista y no considera el contexto, esto
es, los elementos antecedentes. Una actuación adecuada es una revaloración situacional que
tiene en cuenta los elementos antecedentes así como el sentido de acción. Por ejemplo, la
situación es difícil pero merece la pena el esfuerzo. Hay, por tanto, una referencia a la
realidad que da significado a la emoción, al tiempo que integra el proceso en un compromiso
de acción.
E. La respuesta en sí también es objeto de regulación. La forma inadecuada de hacerlo es
mediante su supresión, esto es impidiendo o dificultando la expresión emocional, esto puede
ejercer una regulación momentánea de la emoción pero contribuye a que el problema
persista. El modo adecuado de regulación es actuando de forma opuesta a ésta, esto es,
actuando como su la emoción fuera distinta. Así la persona sin ánimo para levantarse de la
cama y asearse, lo hace a pesar de esa desgana, de este modo se produce una regulación
adecuada de la emoción en cierto modo incapacitante.
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