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Tema | Terapeuta tutor

Módulo | Características de la psicoterapia de tiempo limitado

Roberto Aguado Romo

TERAPEUTA TUTOR Contenido

El terapeuta tutor debe ser un especialista en P.T.L. y por ello, tiene muy en
Terapeuta tutor
cuenta cumplir con las siguientes premisas de nuestro modelo:
Bibliografía
1 Establecer un vínculo singular.
2 Surgir como un referente para el paciente.
3 Crear un espacio de intimidad único impenetrable.

El terapeuta tutor no es dueño de la vida del paciente, es dueño del problema

que mantiene en el sufrimiento a su paciente, en el sentido que domina ese tipo
de conflictos y sabe de la tecnología que necesita el sujeto para poder cambiar
el sufrimiento por la satisfacción. Sabe que tiene en un principio una gran
capacidad de influencia y por ello, porque sabe que es así, no la utiliza para su
ego, ya que él no es lo importante. En psicoterapia lo importante es el proceso
personal del paciente, siendo el terapeuta tutor solo un agente, un profesional
que domina las dinámicas del cambio mental. Es un técnico que está diseñado
desde su preparación en P.T.L. para preguntarse permanentemente en la gestión
con su paciente ¿Para quién hago o digo esto? y también ¿Para qué lo hago?, las
respuestas deben ser para el paciente y para que el paciente tenga herramientas
que pueda emplear por sí mismo y de esta forma no tenga que estar delante del
terapeuta para poder realizarlo más adelante.

El terapeuta tutor sabe que tiene en su forma de vivir la terapia, el verdadero

instrumento, que, como un bisturí, puede ayudar o empeorar al paciente. Cada
vez que el paciente está inmerso en el miedo, la rabia, la culpa o la más absoluta
tristeza, tiene que ser capaz de simpatizar con él, eso significa no sentir lo que él
siente, sino sentir lo que siente su paciente, para ello tiene que saber disociarse
de este momento, y poder estar con sus cinco sentidos en su paciente, sintiéndole,
viviéndole.

Posteriormente entrara en un proceso que denominamos empatizar, que

no es otra cosa que sentir lo que él siente al sentir lo que sentía el paciente, es
aquí donde tiene que conseguir sentirse en una emoción que pueda servir como
contenedor al paciente. Cuando el paciente este contenido desde la emoción
con la que empatiza, podrá variar hacia la emoción que sería la más adaptativa,
y desde ahí contagiar al paciente de ella, para que el paciente, pueda seguir
viviendo la vivencia que le atormenta, pero desde una emoción más adaptada, ya
que, si lo consigue, habrá resuelto, porque lo que realmente es importante no es
lo que vivimos sino desde que emoción lo hacemos.

Para hacer todo este proceso que explicaremos
cuando lleguemos a la fase de intervención,
en concreto en la fase de desencuadre y
desplazamiento, es necesario que el terapeuta tutor
domine las artes del manejo de la psicoterapia, y con
ello las herramientas que tenemos en psicoterapia
para actuar con el paciente.
En P.T.L. utilizamos permanentemente diversos
instrumentos técnicos de intervención, alguno
de ellos compartido con otros modelos tales
como herramientas psicodinámicas, cognitivas-
conductuales, de Gestalt, interpersonales,
estratégicas o de propio diseño de P.T.L.
El conocimiento y la concienciación, por
parte del paciente, de su propia situación, de sus
conflictos intrapsíquicos y de los procesos que se
le escapan de su dominio, es uno de los elementos
clave en la intervención del terapeuta-tutor, sea cual
sea la edad del sujeto, siempre teniendo en cuenta
su capacidad evolutiva para hacer este proceso.
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Un primer instrumento es el uso de la sugestión
a través del estado hipnótico que provoca en
el paciente. El término sugestión se refiere al
procedimiento técnico que trata de producir en el
paciente determinadas ideas, impulsos y formas
de comportamiento, o, por el contrario, hacer
desaparecer otras ideas, etc., independientemente
del juicio lógico y racional de aquél, amparándose,
únicamente, en el prestigio y autoridad que ante
él posee el terapeuta, y desde ahí inducirle en un
estado de conciencia donde este proceso de bloqueo
o saturación de su parte racional es posible. La
sugestión puede ser directa, como es en el caso de
la hipnosis e indirecta, que es cuando se ampara en
procedimientos como la metáfora, la analogía y cuya
única finalidad estriba en introducir la sugestión de
una forma más inaparente para el sujeto.
La sugestión pretende provocar un cambio
directo, como pueden ser la desaparición de los
síntomas que aqueja el paciente y de formas de
comportamiento indeseables, o bien la aparición de
sentimientos, conductas, pensamientos, etc., que
se consideran beneficiosos. La sugestión se utiliza,
también, para tratar de facilitar la adaptación del
sujeto a la realidad, ayudarle a tolerar ansiedad o
alguna clase de dolor, animarlo a luchar contra sus
dificultades y tratar de hallar nuevas soluciones, etc.

En un nivel más directo entramos en el territorio
de la identificación emocional y su apertura, para
permitir sentirlo y poder vivirlo sin escapar. Esta
manera de proceder es semejante a lo que en
psicoanálisis se ha referido como abreaccion, solo
que en este caso la descarga emocional no es lo
que se pretende, el objetivo es identificar y darse
cuenta que eso que siente es suyo y pertenece a su
psiquismo. También podemos ampliar esta definición
haciéndola extensiva a aquellas emociones que son
perfectamente conocidas y conscientes por parte
del paciente, pero cuya expresión debe quedar
habitualmente bloqueada a causa de las reglas
sociales y formas usuales en el trato convencional.
Este proceso puede dividirse en tres etapas. En la
primera de ellas, se produce la verbalización de
ideas y pensamientos que se hallan ligados a las
emociones bloqueadas o reprimidas. A través de
la descarga lograda, se entra en la segunda etapa,
que consiste en el gradual debilitamiento emocional
de las ideas y pensamientos antes citados. En la
tercera etapa se consigue un reajuste y adaptación
de tales procesos mentales, los cuales se han hecho
más manejables y menos ansiógenos al quedar
desprovistos del fuerte revestimiento afectivo
que antes los caracterizaba. Usualmente posee
un innegable valor en el tratamiento de trastornos
emocionales agudos como el trastorno por estrés
postraumático, reacciones de pánico ante situaciones
catastróficas, reacciones depresivas consecutivas
a pérdidas o duelos, etc. También en los casos en
los que existe un conflicto emocional crónicamente
retenido y no adecuadamente elaborado. A través
de la verbalización de sentimientos, pensamientos,
impulsos, fantasías, ansiedades, etc., el paciente
puede realizar un intento de “ver” sus conflictos
desde nuevas perspectivas, así como de manjar
las emociones de una forma más comunicativa.
También aprende, gracias a la libre expresión de
sus afectos, a tolerarlos sin que se produzca un
monto de ansiedad perturbadora. A la vez, el hecho
mismo de expresar los conflictos y hallar en el
terapeuta una actitud de comprensión no judicativa
ni condenatoria presupone un alivio para la persona
que se halla atormentada por aquellos.
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Una tercera herramienta será la señalización
y la revisión de nuevas oportunidades, tales como
nuevas pautas de conductas, maneras de resolver
situaciones difíciles, caminos a seguir, etc. En este
tipo de estrategias el terapeuta intenta dirigir la
atención del paciente hacia situaciones, conflictos
y alternativas que, aun cuando no inconscientes,
aquél puede no tener en cuenta en un momento
dado o pasar por alto con excesiva rapidez. También
es utilizada para focalizar la conciencia del paciente
hacia determinadas circunstancias que merecen una
reflexión más detenida y cuidadosa de la que les
otorga, o para promover en él un estudio más preciso
acerca de sus propias actitudes frente a los otros,
ante sí mismo y frente a las diversas situaciones
ambientales, o para sopesar más precisamente la
calidad y contenido de sus experiencias y respuestas
a las mismas.
Esta misma forma de proceder puede mezclarse
con colocar dos o más formas de interpretar
o de comprender lo que le está ocurriendo al
paciente y por ello se le muestra la existencia
de contradicciones, más o menos flagrantes o
encubiertas, en el interior de su comunicación
verbal, o entre ésta y su comportamiento, o entre
distintas formas de comportamiento. Este tipo
de estrategia las podemos encontrar en el modelo
cognitivo-conductual sobre todo en el momento de
identificación de las creencias desajustadas, donde
se le confronta al sujeto con su propia creencia,
colocándole otras alternativas que le enseñen a
ponerse ante la situación desde otro prisma más
adaptativo. La diferencia es que en el modelo
cognitivo-conductual se cree (una nueva creencia)
que el cambio de pensamiento es lo que modifica la
situación del paciente, mientras que en P.T.L. hemos
observado que lo importante no es tanto el cambio
de creencia, sino que lo importante es que el sujeto
viva la situación desde otro universo emocional más
adaptativo, es decir, si el sujeto piensa o creía que
por ser su hermano un familiar con su misma sangre,
no podría ser engañado, lo importante no es tanto
que cambie el pensamiento, y ahora piense que sí
que le puede engañar su hermano, aunque sea su
hermano, y lo fundamental es que pensando lo que
piense pase del miedo, la rabia o la sorpresa a la
seguridad o la admiración de lo que ha descubierto.

Al dirigir la atención del paciente hacia sus
propias palabras o comportamiento, el terapeuta
promueve en aquél la capacidad para disociar
una parte de su yo a fin de que, distanciándose
de la vivencia inmediata, sea capaz de observar y
enjuiciar con cierto grado de objetividad. Por tanto,
la confrontación es, también, una forma de enseñar
al paciente a trabajar en psicoterapia, es decir, a
esforzarse por lograr un mayor conocimiento de sí
mismo, de sus reacciones, de sus sentimientos, de
sus respuestas frente a los estímulos, tanto externos,
como internos, de sus formas de relacionarse con
los otros, etc.
Ahora bien, lo específico estriba en que aquellos
pensamientos, sentimientos, ideas, actitudes, etc.,
de que se ocupa son de naturaleza consciente o
preconsciente, de forma que con él, el terapeuta
no revela al paciente nada que éste desconozca
por completo, pero le estimula a reflexionar, desde
distintas perspectivas, cerca de fragmentos de
sus pensamientos o de su comportamiento que
permanecían considerados, únicamente, bajo un
aspecto parcial y limitado. La confrontación es
utilizada también en psicodinamica como un agente
auxiliar de la clarificación e interpretación. Las
preguntas que el terapeuta debe dirigir al paciente
quedan incluidas dentro de la confrontación, puesto
que a través de ellas se subraya lo omitido, poco
detallado u olvidado.
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Otra estrategia más que dispone el terapeuta
de P.T.L. es enseñar al paciente a observar lo que
ocurre desde su propia disociación, como si fuera
un espectador de aquello que está aconteciendo y
le hace sufrir, de esta manera puede clarificar y salir
de su secuestro emocional que le impide colocar los
hechos en su mente, y por ello dejar de defenderse.
La disociación en P.T.L. es utilizada de muchas
maneras, pero mediante este trabajo de observar y
elaborar una realidad cuando ha tenido la capacidad
de salirse del estado emocional y poner distancia
es todo un mecanismo de cambio en el paciente.
Ha esta forma de proceder le podemos encontrar
semejanzas con el término de clarificación fue
introducido por Carl R. Rogers. En la clarificación, el
terapeuta intenta ayudar al paciente a tener un mayor
conocimiento de sus sentimientos, de sus formas
de relación consigo mismo y con los demás y del
significado de su comportamiento, a fin de obtener
una más precisa comprensión de la organización de
su personalidad y de la estructura de sus sistemas
de respuestas frente al mundo en el cual vive.
Técnicamente, el terapeuta, en su intento
de clarificar, resume de una forma más exacta
e inteligible aquello que considera esencial del
material ofrecido por el paciente, tanto en lo que se
refiere al aspecto descriptivo como a los sentimientos
que le acompañan, despojando a la comunicación
de aquellos elementos periféricos que más bien
contribuyen a enmascarar y obscurecer el verdadero
sentido de la misma.

Es como si el terapeuta realizara una elaboración
mental de la comunicación del paciente, de manera
que se le devuelve con palabras más comprensibles,
liberada de componentes accesorios o sino, tan sólo, resistencia, en un sentido amplio, a
circunstanciales que pueden esconder o distorsionar
su significado y, al mismo tiempo, atemperada en
sus aspectos ansiógenos y hecha más tolerable.
La clarificación, por tanto, no se refiere a procesos
inconscientes, sino conscientes y preconscientes,
no suficientemente conocidos por el paciente, pero
que éste puede, por sí mismo, experimentar como
propios cuando dirige su atención sobre ellos.
Se trata de sentimientos, actitudes, impulsos,
ideas, etc., acerca de los cuales tiene un ligero y
vago conocimiento, pero sin poder precisarlos con
exactitud, sin establecer las relaciones adecuadas
entre ellos, sin vincularlos a las molestias o
dificultades que le aquejan, sin ser capaz de calibrar
adecuadamente su importancia y significado en el
conjunto de su situación, etc. La clarificación intenta
delimitar netamente lo que se percibe borroso,
perfilar aquello que se encuentra indiferenciado,
ligar y conexionar lo que se presenta aislado.
El terapeuta clarifica, por ejemplo, cuando
advierte a un paciente los escondidos sentimientos
de rivalidad y envidia que pueden esconderse tras
unas frases de aparente elogio hacia un compañero,
o cuando le advierte que la punzante culpa de la que
intenta defenderse a través de una justificación a
primera vista trivial, o cuando le muestra la ansiedad
que intenta negar con ocurrencias jocosas acerca de
alguna circunstancia de su vida, o cuando le pone
de manifiesto la vehemente demanda de ayuda que
expresa detrás de algunas quejas y protestas acerca
de lo poco que obtiene del tratamiento, etc.
A veces clarifica, también, cuando, con un simple
y esencial resumen de aquello que el paciente relata
acerca de su vida real, pone de relieve, ante él, cuán
profundamente afectado y herido puede sentirse por
un hecho que él mismo consideraba carente de toda
trascendencia.
En la técnica de la clarificación se excluye
cualquier referencia a procesos que se suponen
inconscientes y que el paciente no puede, por
tanto, llegar a conocer por sí mismo, tratándose,
únicamente, de material psíquico turbio y
no adecuadamente definido, consciente o
preconsciente, acerca del cual el sujeto habla a nivel
descriptivo o fenomenológico.
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Por tanto, la clarificación no halla resistencia,
en el sentido clásico del término, frente a la toma
de conciencia de estados psíquicos inconscientes,
aceptar plenamente y con todas sus consecuencias
determinadas actitudes o sentimientos que, aun
cuando de forma poco precisa y delimitada, eran
ya conocidos por el paciente. Como contrapartida,
la posibilidad de reflexionar acerca de los propios
conflictos y dificultades desde una perspectiva más
nítida y diferenciada, por una parte, y sin el escape
de racionalizaciones oscurecedoras y propicias al
autoengaño, por otra, da lugar a que el paciente
pueda adoptar actitudes coherentes y hallar
soluciones beneficiosas para su adaptación a la
realidad externa y más favorecedoras para su salud
mental.
Cierto es que los conflictos intrapsíquicos no son
resueltos a través de este procedimiento técnico,
pero pueden ser vistos desde una nueva perspectiva
que permita al paciente liberarse, hasta cierto punto,
de los efectos perniciosos de los mismos sobre el
conjunto de su personalidad.
Otra intervención muy común en el terapeuta
tutor en P.T.L. es la reducción al absurdo, con esta
herramienta se enseña al paciente a darse cuenta
que lo perfecto no existe en las relaciones humanas,
ya que como mucho siempre hay que escoger lo
menos malo. La relación con la vida debe tener un
axioma que es que todas las partes de la relación
tienen que ganar, si en la relación alguna pierde
de forma absoluta, esa relación no ha sido muy
fructífera. Pero para que todas las partes ganen,
todas tienen que perder algo de lo que pretendían
obtener, y es en la aceptación de la perdida, la
frustración y con ello la aceptación de lo menos malo
donde podemos encontrar el equilibrio. La reducción
al absurdo surge de la lógica y por ello de la filosofía,
de alguna forma Sócrates en su método conseguía
que el interlocutor llegara a una aceptación de no
saber nada sobre lo que creía saber, y por ello el
absurdo le daba una salida, una claridad. De alguna
manera “cuando todo creemos que se ha perdido
posiblemente es cuando comenzamos a ganar”
debido a que nadie puede perder si no tiene nada.
Cuando el paciente baja hasta estos niveles suele
salir muy crecido porque todo lo que encuentra es
algo que suma.

Una herramienta más que utiliza el terapeuta-
tutor en P.T.L. es la intención paradójica o lo que
también se ha llamado prescripción del síntoma.
Esta manera de proceder coloca la paciente frente al
problema desde otro plano emocional. Por ejemplo,
si alguien tiene miedo a morir, el problema es que su
muerte la vive desde el miedo y este miedo es lo que
le hace sentir lo real de la muerte, ya que el miedo
es la química que nos indica que podemos morir.
Si el terapeuta prescribe desde su seguridad como
hacia Victor Frank que se muera en este momento,
la seguridad del terapeuta coloca al paciente ante la
paradoja que cuando intenta morirse saliéndose del
miedo, ya que en ese momento no evita, elemento
fundamental que mantiene el miedo, sino que se
provoca la muerte, simplemente en ese momento
el miedo cambia por la rabia, o por la calma y por
lo tanto la idea de muerte no encuentra el caldo de
cultivo que le daba el miedo, sintiese el paciente en
un escenario donde se da cuenta que si huye o evita
es cuando está peor, pero si el provoca se siente
mejor.
Interpretar ha sido la técnica psicodinámica
utilizada como el último as en la manga del terapeuta,
ya que es la definición de pasar lo inconsciente a lo
consciente. En P.T.L. no hace falta interpretar ya que
en el proceso de la intervención es el propio sujeto
el que te indica los elementos inconscientes que ya
no lo es por evidente en el proceso. Por lo tanto, para
nuestro modelo la interpretación la cambiamos por
la traducción.
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Lo que hace el terapeuta tutor en P.T.L. es de
traductor, es decir el paciente hace, dice o siente una
cosa y el terapeuta le traduce a su lenguaje digital
lo que realmente está sucediendo en su lenguaje
analógico. Es decir, aquello que para el sujeto es
una inercia, el terapeuta le explica o le traduce que
significa a otro nivel donde se encuentran los motores
más influyentes de sus decisiones. La creencia que
decidimos desde la razón, es en P.T.L. cambiada
por la realidad empírica desde el punto de vista
neurológico y mental en el que hemos demostrado
que la decisión del ser humano es siempre emotiva,
de ahí nuestra frase bandera en P.T.L. “La emoción
decide y la razón justifica”.
No obstante, permitamos al lector conocer la
interpretación desde la psicoterapia breve obtenido
en los apuntes de Psicoterapia Breve, de los que
fui profesor durante diez años (1995 a 2005) en la
Sociedad Española de Medicina Psicosomática y
Psicologia Medica, durante todo el Master cada
vez que nos refiramos a la parte psicodinámica de
la Psicoterapia de Tiempo Limitado, emplearemos
estos apuntes en los que colabore y redacte una
porción considerable.

La interpretación, psicoanalíticamente
hablando, se refiere únicamente a los procesos
psíquicos inconscientes, siendo su objetivo
ponerlos al descubierto ante el paciente, quien,
hasta el momento, sólo conocía los derivados o
manifestaciones conscientes de estos procesos a
través de los síntomas perturbadores, dificultades en
la relación interpersonal, trastornos de la sexualidad,
ansiedades, etc. Por tanto, la interpretación va más
allá del nivel fenomenológico y descriptivo.
Partiendo de la comunicación del paciente, el
terapeuta trata de explicar a éste aquellos procesos
mentales inconscientes que se expresan a través de
tal comunicación y que son el verdadero motor de su
comportamiento y, especialmente, de los síntomas
clínicos y dificultades personales. El conocimiento
de los propios procesos psíquicos obtenidos a través
de la interpretación es denominado insight, término
este que, literalmente significa “ver hacia dentro”.
El término insight se ha hecho universal en
la literatura psicoanalítica y psicoterapéutica,
motivo por el cual se utiliza en todas las lenguas.
La clarificación introduce un mayor grado de
objetivación en la situación conflictiva, lo cual
facilita la actividad de una parte del yo que podemos
llamar el yo observador.
La interpretación, por su parte, precipita un
proceso mucho más complejo, con reactivación de
las resistencias que se oponen a la concienciación del
material reprimido, por un lado, y el reconocimiento
de aquello que se ocultaba tras los derivados
conscientes, con la consecuente reorganización
de la experiencia inmediata a través de la relación
transferencial con el terapeuta, por otro. Sin embargo,
en muchas ocasiones, clarificación e interpretación
pueden marchar estrechamente unidas e incluso
llegar a indiferenciarse la una de la otra en el curso
de una PB. En conjunto, lo que sí es evidente es que,
muy frecuentemente, la clarificación precede a la
interpretación y prepara el camino para ésta.
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Estamos ahora en condiciones de precisar mejor
algunos conceptos en relación a estas cuestiones. El
término agente curativo o terapéutico señala aquellos
procesos y desarrollos psíquicos que son producidos
por los instrumentos técnicos y que dan, como
resultado, la mejoría que se pretende obtener. Así,
por ejemplo, la técnica de la clarificación da lugar a u
mejor discernimiento de las situaciones circundantes
y de los propios impulsos y sentimientos, mientras
que la técnica de la abreacción produce cierto grado
de tranquilización a través de descarga tensional
que ella origina. La integración de los instrumentos
técnicos y los agentes curativos da lugar a lo que
podemos denominar principios terapéuticos de la
psicoterapia.
Cada uno de los principios terapéuticos aspira a
una peculiar meta. La sugestión pretende alcanzar
un cambio sintomático, a través de la influencia
personal del terapeuta frente al paciente, de manera
que éste, consciente e inconscientemente, acepte
modificar algunos de sus síntomas y pautas de
comportamiento para, de alguna manera, someterse
al terapeuta y adoptar el modelo que éste le presenta.
La abreacción intenta un alivio de la tensión
emocional a través de la descarga de los afectos;
alivio que, en muchas ocasiones, dará lugar
a una mejor disposición del ánimo para el
aprovechamiento de otros principios terapéuticos.
La confrontación plantea al paciente opciones,
alternativas, posibilidades, etc., no vistas hasta el
momento, tanto externas como internas, focaliza
la atención acerca de omisiones, contradicciones,
distorsiones, etc., en el discurso del paciente y, en
su conjunto, amplía considerablemente la visión de
la realidad.
La clarificación se propone un mayor
conocimiento de todos aquellos aspectos del
propio self y su funcionamiento que, sin ser
inconscientes, pueden pasar inadvertidos o
confusamente advertidos por parte del paciente.
La interpretación, a su vez, hace posible al yo del
paciente tener conocimiento de aquellos conflictos
intrapsíquicos que le eran totalmente desconocidos
por su naturaleza inconsciente, así como de los
mecanismos de defensa que contra ellos empleaba,
con la ambición de remover los síntomas y
perturbaciones que de ellos se derivaban.

Como consecuencia, aspira a promover un BIBLIOGRAFIA
mayor crecimiento y desarrollo de la mente al
liberar las energías y aptitudes que hasta el 1.
momento permanecían ligadas a tales conflictos y,
por tanto, inútiles para el adecuado y satisfactorio 2.
desenvolvimiento de la personalidad.
En definitiva el terapeuta tutor tiene un arsenal
3.
de tecnología, alguna la acabamos de repasar otra
la iremos proponiendo a lo largo del Master, pero lo
importante no es tanto como emplea la tecnología, 4.
sino como vive la terapia, y sobre todo en que
universo emocional se encuentra en cada una de sus 5.
acciones, esto como demostraremos a lo largo de la
formacion es la parte más importante del trabajo en 6.
psicoterapia y sobre todo es lo que nos fundamenta
7.
y nos coloca en un modelo único y diferente, ya que
aunque empleemos tecnología de otros modelos, el
estudio de la vivencia del terapeuta como marcador
y plataforma del cambio es del todo nuestra. Siendo 8.
lo único que explica lo que realmente realizamos
con el paciente y lo más costoso en poder dominar 9.
desde el control profesional.
10.
11.
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Aguado, R. (2002) Terapia de Interacción
Recíproca. Editor Madrid.
Aguado, R. (2005) Manual Práctico de Terapia
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Aguado, R. (2009) Tengo miedo a tener miedo.
Pirámide. Madrid.
Aguado, R. (2014) Es emocionante saber
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Rubia, F.J. (2001) El cerebro nos engaña. Temas
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S.E.M.P y P.M. (2004) Apuntes Master en
Psicologia Clínica y Psicologia de la Salud.
Watzlawick, P. (1999) Cambio. Herder. Barcelona.