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Caracterización del terapeuta en terapia dialectico- conductual

1. Introducción y presentación del propósito

Este tercer milenio denominado postmodernidad se ha caracterizado por


ser la antítesis a la modernidad en todo el sentido de la palabra, pues si lo
que contenía el discurso moderno fue la promulgación de la razón como
método de comprobación de la realidad, lo que este siglo promociona es
la apatía al pensamiento reflexivo. La distracción entra en nuestra
cotidianidad y diseca nuestro tiempo. Apariencias de vida es lo
generalizado, huirse a sí mismo, y la imagen es la anulación de la
conciencia disfrazada. Lo regular es lo simulado, eso sorprende, pero
sorprende más el encontrar lo quimérico en las regiones paliativas:
ambientes artificiales, comportamientos mecanizados, apatía por los
sentimientos del otro, falta de conexión real con las necesidades de los
pacientes.

Las terapias de tercera generación aparecen como una alternativa para


los terapeutas que desean tener un emplazamiento antrópico con sus
pacientes y que están motivados por el deseo de ayudarlos no sólo en la
técnica sino en lo óntico. De esta amplia gama de terapias emergentes
nos enfocaremos en la “terapia dialéctico-conductual” que en nuestro
contexto resulta muy útil debido al creciente número de personas que sin
ser diagnosticadas como pacientes limites o suicidas divagan sin poder
poner freno a sus emociones negativas. En las “EPS” los casos de común
consulta son: adolescentes con episodios reiterativos de cutting y adultos
con depresiones severas y pensamientos de rumia con respecto al suicidio.
Para esto la TDC intenta servirse del poder del lenguaje, encausar el sentir,
encontrar significado a través del pensamiento reflexivo, y sobre todo el
admitirse como realización inicial. Esta terapia surge como propuesta de
rescate al ser que con la inundación de lo virtual está desvirtualizando su
esencia y lo ha dejado en estados de dominación mórbida.

La terapia dialéctica ha tenido gran aceptación para tratamiento de


trastornos crónicos y de difícil manejo. En este ensayo nos enfocaremos en
la caracterización del terapeuta como elemento clave para el
tratamiento.

2. Desarrollo

Terapia dialéctica: La terapia dialéctica surge a mediados de los años 70


para ayudar a los individuos con intentos de suicidio a desarrollar
habilidades para enfrentar asertivamente las dificultades de la vida; pero
se descubrió que el centrarse únicamente en el cambio de
comportamiento no fue efectivo debido a que estas personas eran muy
sensibles a lo que podrían identificar como crítica; además terminaban en
salidas prematuras de la terapia o ataques al terapeuta por hallarse
desregulados a nivel emocional. De otro lado, cuando el terapeuta
ignoraba el cambio presentado por el paciente, el paciente se denotaba
frustrado porque el terapeuta no significaba su esfuerzo realizado. Se
encontró entonces la forma de conservar el cambio y la aceptación a
través de la terapia dialéctica. (Hayes, Follette, & Linehan, 2011)

Esta terapia surgió para tratar inicialmente trastornos de difícil tratamiento y


relacionado con el control de impulsos como el suicidio; luego Linehan
(2001) mantuvo la TDC para el tratamiento del trastorno límite de
personalidad y otros trastornos relacionados con el control de impulsos.

El trastorno límite de personalidad se define como una disfunción biológica


en el sistema de regulación emocional, apoyado por un ambiente
invalidante (sea por exceso o por omisión), desarrollando el sujeto una
desregulación emocional dominante. (Gempeler,2008).
Los elementos filosóficos de la dialéctica en los que se apoya la TDC son:
Un todo lo constituye una relación de diferentes partes que no sostienen un
significado independiente, El todo es más que la suma de sus partes, Las
partes y el todo están interrelacionados y el cambio está presente en todos
los sistemas universales. Los pilares de la TDC son: cambio, aceptación
(validación) y comprensión dialéctica. (Hayes,, Follette, & Linehan, 2011,
p.33)

Uno de los aspectos que la terapia dialéctica considera fundamental es la


relación o el vínculo terapéutico, por eso el terapeuta que realice este tipo
de terapia debe poseer habilidades no solo técnicas sino humanas para la
intervención porque la TDC se apoya en gran medida en la relación y para
eso el paciente debe ver al terapeuta como alguien confiable, disponible
y cercano a sus necesidades emocionales y tal debe tratar de reforzar la
aceptación y validación que no obtuvo el paciente en su ambiente
primario siempre recordando que hay que mantener un equilibrio entre
aceptación y cambio.

El terapeuta ayuda al paciente en tres aspectos fundamentales: la primera


es la necesidad de autoaceptarse. La segunda es dejarse ayudar sin
generar vínculos patológicos de dependencia con el terapeuta y la
tercera es manejar la dialéctica de mantenerse integro en su sí mismo,
pero además aceptar los nuevos aprendizajes que le ayudan a dejar de
sufrir. (José & Suárez, 2008) son características fundamentales de un
terapeuta de TDC: la calidez, atención y disponibilidad, compromiso,
autenticidad. Necesita crear un ambiente de autorevelacion reciproca y
tener como herramientas el constante elogio, reconocimiento de lo bueno
y animo al paciente. (Hayes,, Follette, & Linehan, 2011, p.33)

Linehan(1993) citada por Suarez (2008) refiere que la validación es la


estrategia más importante para que el paciente llegue a la auto
aceptación ya que hace que las personas entiendan sus emociones,
acciones y pensamientos. El terapeuta debe por lo tanto comunicar al
paciente aceptación de sus respuestas por desfasadas que parezcan ya
que tienen un sentido en su pasado y contexto. La aceptación se trata de
reconocer las emociones del paciente como una expresión de sus
sentimientos actuales, valida sus emociones no sus conductas. (pág. 154)

A continuación, traemos una tabla que expresa los niveles de validación


según Feigenbaum (2008) que un terapeuta de TDC maneja:

Niveles de validación:
1. Escuchar y observar Mantener una actitud de atención e interés.
2. Reflexión certera: Afirmar que su conducta tiene sentido de acuerdo
con las circunstancias.
3. Expresar lo no verbal: Ayudarle a comunicar al paciente lo que puede
estar pensando o sintiendo, pero no puede manifestar, como una forma
involucrarse en las experiencias del paciente.
4. Validar en términos de eventos pasados: Ayudarle al paciente a darles
sentido a sus acciones o reacciones, en términos de eventos pasados y
predisposición biológica.
5. Validar en términos de las circunstancias actuales: Reconocer que en
un momento dado la respuesta del paciente es entendible dado el
contexto, las habilidades adquiridas y su historia.
6. Sinceridad radical: Tratar al paciente como capaz, efectivo y
razonable, no como una persona frágil.

Hayes, Follette & Linehan (2011) señalan que el terapeuta debe ofrecer un
contexto y respuesta al comportamiento del cliente siempre al lado de
este con una evaluación de validez, y tratar que la comunicación de esta
aceptación él la pueda incorporar en la visión del mundo, entonces “la
relación terapéutica se convierte en un contexto para la interpretación de
su mundo”. Además, señalan que “el terapeuta debe conocer las reglas
del mundo” (pág. 34) es decir estar contextualizado en las prácticas
sociales y personales, jergas y normas culturales para así poder saber
manejar con sensibilidad las respuestas del cliente.
Los objetivos terapéuticos globales que un terapeuta de TDC debe trabajar
en terapia son: reforzar habilidades y aptitudes, aumentar motivación,
desarrollar los aprendizajes de la TDC en la cotidianidad del paciente y
adecuarlos a su ambiente.

Vega y Quintero (2013) subrayan cuatro estrategias de intervención que el


terapeuta debe tener en cuenta en la terapia individual: 1. Reducción de
conductas autodestructivas o autoagresiones. 2. Reducción de conductas
que interfieran con el tratamiento: no ir a la cita, ir a la cita tarde o después
de haber consumido algún tipo de sustancia, no hacer las tareas
terapéuticas, etc. 3. Reducir conductas que afectan negativamente su
calidad de vida: consumo, no comer en el caso de los trastornos
alimenticios o alejarse de su red social de apoyo, y finalmente la 4.
Incrementar habilidades de afrontamiento y regulación emocional: toma
de conciencia, de relación interpersonal, manejo emocional y de
tolerancia al malestar. (pág. 50-51)

En el mismo texto Vega y Quintero (2013) describe el estilo terapéutico


clave que debe tener un terapeuta de TDC:

1.La dialéctica: el terapeuta TDC constantemente busca el equilibrio entre


tensiones, la síntesis de los opuestos (por ejemplo: aceptación vs. cambio,
énfasis en los déficits vs énfasis en las fortalezas). Se busca, precisamente,
que el paciente abandone el pensamiento dicotómico, aceptando que la
realidad compleja y con múltiples contradicciones, y que el cambio es el
estado natural…se usan, con este propósito, metáforas, parábolas, mitos,
cuentos y lemas. Uno de los más comunes, «aprender a hacer limonada
cuando la vida te da limones», refleja precisamente este equilibrio entre
aceptar la vida tal como se nos presenta y hacer un esfuerzo por cambiar
las cosas.

2. La validación: La validación se transmite mostrando un interés genuino


por el paciente y manifestando interés y reflexión sobre lo que cuenta.
Buscar las causas y los aspectos positivos de las acciones también son
estrategias terapéuticas que pueden utilizarse para la validación.

3. El énfasis en la solución de problemas: como complemento de la


validación y aceptación, el terapeuta considerara todos los síntomas,
incluso aquellos graves como las agresiones y los intentos de suicidio, como
un problema a resolver. En este sentido, utilizará el análisis conductual y el
análisis de soluciones como herramientas para buscar formas alternativas, y
saludables, de resolver problemas.

4. La comunicación empática e irreverente: la TDC combina una actitud


realista, irreverente y paradójica frente a las conductas disfuncionales, por
ejemplo, las parasuicidas, con una notable calidez, flexibilidad, atención
cercana y autorrevelación estratégica por parte del terapeuta. Una vez
más, el terapeuta mantiene el equilibrio entre dos estilos terapéuticos
aparentemente opuestos. (pág. 52)

Existen varias formas de tratamiento que plantea la TDC como


complemento a la psicoterapia individual y que resultará eficaz para el
proceso de cambio de conductas problemáticas: tratamiento grupal,
asistencia telefónica y de grupo para psicoeducación para familiares
familiares(José & Suárez, 2008), para esta última forma de tratamiento
Linehan plantea que la desarrolle un terapeuta diferente de quien aborda
la psicoterapia individual.

Con esta descripción se intenta reconocer los aspectos fundamentales de


un terapeuta de TDC. El terapeuta no solo debe tener competencias en el
conocimiento teórico y técnico en TDC para manejar este tipo de
tratamiento si no que debe tener características de personalidad singulares
y acordes al estilo terapéutico requerido y a la disponibilidad. El optimismo,
perseverancia, tolerancia a la frustración, confianza en que el ser humano
puede cambiar, y comprensión profunda del otro, son cualidades
referenciales en todo terapeuta exitoso de la terapia dialectico-
conductual.

Bibliografía

 Feigenbaum J. Dialectical behaviour therapy. Psychiatry.


2008;7(3):112-6.
 Gempeler, Juanita, Terapia conductual dialéctica. Revista
Colombiana de Psiquiatría [en linea] 2008, 37 (Sin mes) : [Fecha de
consulta: 1 de noviembre de 2018] Disponible
en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80615420011> ISSN 0034-
7450
 Hayes, S. C., Follette, V. M., & Linehan, M. M. (2011). Mindfulness and
acceptance: Expanding the cognitive-behavioral tradition. New
York: Guilford Press. P.30,33.
 José, M., & Suárez, S. (2008). con trastorno límite de la personalidad
149 S, 37(1), 149–163.
 Marsha M. Linehan & Linda Dimeff, «Dialectical Behavior Therapy in a
Nutshell». The California Psychologist, 34, 10-13, 2001.
 Sánchez, Q. S., & Vega, I. (June 01, 2013). Terapia dialéctico
conductual para el trastorno de personalidad límite. Acción
Psicológica, 10, 1, 45-56.

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