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Exp. Nº 2003-0796
El 18 de junio de 2003, se dio cuenta en Sala y por auto de la misma fecha, se ordenó el pase del
expediente al Juzgado de Sustanciación, a los efectos de su admisión.
Por auto del 17 de julio de 2004, el Juzgado de Sustanciación admitió la solicitud de exequátur, cuanto
ha lugar en derecho y ofició a la Dirección General de Control de Extranjeros del Ministerio del Interior y
Justicia, solicitando el movimiento migratorio del ciudadano Miguel Alberto Paolino Vegliante, antes
identificado. Asimismo, ordenó la notificación del ciudadano Fiscal General de la República, de conformidad
con lo previsto en los artículos 20 y 21, ordinal 13, de la Ley Orgánica del Ministerio Público.
Posteriormente, en fecha 26 de mayo de 2004, la apoderada judicial de la parte actora señaló que “(…)
por cuanto se cometió un error material al señalar la cédula de identidad del demandado Miguel Paolino, lo
que trajo como resultado lo señalado en el oficio enviado a esta Sala por la Dirección de Migración y Zonas
Fronterizas (…), me permito indicar, a los efectos de que se oficie nuevamente a la ONIDEX a los fines de que
informe sobre último domicilio y movimiento migratorio del precitado Miguel Paolino, que el número de
cédula correcto es el N° 12.610.200 (…)”.Dicha solicitud fue acordada por auto de la misma fecha.
El 10 de junio de 2004, el Director de Migración y Zonas Fronterizas del Ministerio del Interior y
Justicia, remitió hoja de datos certificados sobre el movimiento migratorio del ciudadano Miguel Alberto
Paolino Vegliante, y por auto de fecha 29 de julio de 2004, el Juzgado de Sustanciación ordenó su citación a fin
de que compareciera dentro de los diez (10) días de despacho siguientes, para dar contestación a la solicitud de
exequátur.
En fecha 4 de noviembre de 2004, por cuanto se encontraba concluida la sustanciación, se acordó pasar
el expediente a la Sala.
En fecha 16 de noviembre de 2004, comenzó la relación y se fijó el acto de informes para el décimo (10)
día de despacho siguiente.
El 8 de diciembre de 2004, se difirió el acto de informes para el 17 de marzo de 2005, fecha en la cual se
dejó constancia de la comparecencia de las partes así como de la representación del Ministerio Público y de la
consignación de sus respectivos escritos.
Por auto de la misma fecha, se dejó constancia que el 17 de enero de 2005, se incorporaron a esta Sala
Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia los Magistrados Emiro García Rosas y Evelyn
Marrero Ortíz, designados por la Asamblea Nacional en fecha 13 de diciembre de 2004, quedando integrada
esta Sala por cinco Magistrados, conforme a lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, a saber: Presidenta, Magistrada
Evelyn Marrero Ortíz; Vicepresidenta, Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero y Magistrados Levis Ignacio
Zerpa, Hadel Mostafá Paolini y Emiro García Rosas. Asimismo, se ordenó la continuación de la presente causa
en el estado en que se encuentra, ratificándose la ponencia de la Magistrada que con tal carácter suscribe el
presente fallo.
I
DEL CONTENIDO DE LA SOLICITUD DE EXEQUÁTUR
- Que solicita el exequátur de “(…) la sentencia definitiva de divorcio dictada en fecha 23 de abril de
2002, por el Tribunal de Circuito del Circuito Undécimo (sic), en y para el Condado de Miami-Dade, Florida,
Estados Unidos de América, en el juicio que siguiera Andreína Puigbó González contra su cónyuge Miguel
Paolino, quien es venezolano, mayor de edad, domiciliado en (…) Caracas, identificada dicha causa ante el
Tribunal en cuestión bajo el N° 02-01903 FC 28”, por cuanto ésta, según alegó, cumple con los requisitos
exigidos en el artículo 53 de la Ley de Derecho Internacional Privado.
- Que acompañó a su escrito libelar, copia certificada de la referida sentencia, debidamente traducida por
Intérprete Público y legalizada por ante el Consulado General de Venezuela en Miami, Estados Unidos de
América, en fecha 17 de junio de 2002.
II
DE LA CONTESTACIÓN A LA SOLICITUD DE EXEQUÁTUR
El apoderado judicial del ciudadano Miguel Alberto Paolino Vegliante, dió contestación a la solicitud de
exequátur, con fundamento en los siguientes alegatos:
- Que dicho “(…) convenimiento parcial, tiene asidero por cuanto consideramos que el Tribunal de
Circuito del Circuito Undécimo (sic) del Condado de Miami-Dade, Estado de Florida, Estados Unidos de
América -órgano jurisdiccional que declaró la disolución del vínculo- se extralimitó en sus funciones al
indicar en el apartado número 4 del dispositivo del fallo de divorcio: ‘Que la Corte mantendrá la jurisdicción
a los efectos de terminar (sic) la pensión alimenticia del menor habido entre las partes ANTONIETTA DEL
CARMEN PAOLINO PUIGBÓ, Fecha de Nacimiento, 10/11/97 más adelante’.
- Que en tal sentido, “(…) tienen preponderancia y/o aplicación preferente al derecho extranjero, las
disposiciones de la Ley Aprobatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño (…) y Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA) (…) todo ello con base al principio de la ‘tutela del
interés superior del niño’, siendo indispensable la aplicación de dicho cuerpo normativo para que sea posible
el establecimiento de un régimen de visitas y la fijación de la pensión de alimentos respectiva, de conformidad
con la legislación nacional (…)”.
III
DE LA COMPETENCIA DE LA SALA
Previamente, debe esta Sala pronunciarse acerca de su competencia para conocer del caso, en virtud de
la entrada en vigencia de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de
Venezuela, publicada Gaceta Oficial N° 37.942 de fecha 20 de mayo de 2004, toda vez que el referido Texto
Legal contiene disposiciones expresas respecto a las competencias de cada una de las Salas, conforme a lo
dispuesto en su artículo 5.
Ahora bien, debe advertirse que en fecha 17 de junio de 2003, fue presentada la solicitud de exequátur,
esto es, bajo la vigencia de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, cuyo artículo 42, ordinal
25, atribuía la competencia a esta Sala para declarar la fuerza ejecutoria de las sentencias de autoridades
extranjeras.
En este sentido, el artículo 9 del Código de Procedimiento Civil, aplicable por remisión que hace el
primer aparte del artículo 19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la
República Bolivariana de Venezuela, consagra que: “La ley procesal se aplicará desde que entre en vigencia,
aun en los procesos que se hallaren en curso; pero en este caso, los actos y hechos ya cumplidos y sus efectos
procesales no verificados todavía, se regularán por la ley anterior”.
No obstante, es menester precisar que de aceptarse la aplicación inmediata de la nueva ley procesal, las
partes en el proceso estarían expuestas a sufrir las consecuencias de los cambios sobrevenidos durante el
desarrollo del mismo lo cual lesiona, evidentemente, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas. Por lo
tanto, a los fines de evitar tales perjuicios, el ordenamiento jurídico venezolano consagra en el artículo 3 del
Código de Procedimiento Civil, el principio según el cual las reglas sobre la jurisdicción y la competencia que
deben tomarse en cuenta para todo el transcurso del proceso ante los cambios sobrevenidos en ellas, son las
reglas o criterios atributivos que existían para el momento de la presentación de la demanda. Así, dicha norma
establece lo siguiente:
En tal principio procesal, denominado por la doctrina como “perpetuatio jurisdictionis”, han quedado
comprendidos tanto por la jurisprudencia como por la doctrina, la jurisdicción y la competencia; sin embargo,
debe precisarse que en aquellos supuestos en los cuales se produzca una variación en la competencia de un
tribunal, el principio que resulta aplicable es el denominado “perpetuatio fori”.
Así, la competencia del órgano jurisdiccional cuando la ley no disponga expresamente lo contrario, se
determina por la situación fáctica y normativa existente para el momento de la interposición de la demanda, sin
que pueda modificarse ésta, al no tener efectos los cambios posteriores de la ley procesal.
En tal virtud, esta Sala considera que los principios en referencia deben ser armonizados en plenitud
con los valores, principios, garantías y normas procesales constitucionales vigentes, tales como los derechos
fundamentales del justiciable a una justicia accesible, idónea, transparente, autónoma, independiente,
responsable, equitativa y expedita, y a un proceso sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones
inútiles y al servicio de la justicia (artículos 26 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, y artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de
Venezuela).
IV
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN
Declarada la competencia de esta Sala, corresponde efectuar el análisis del caso particular, y al respecto
observa que toda solicitud de exequátur impone su estudio dentro del marco del Derecho Procesal Civil
Internacional, por lo que al igual que ocurre en todos los casos que presentan elementos de extranjería, debe
atenderse para su decisión al orden de prelación de las fuentes en materia de Derecho Internacional Privado. En
Venezuela dicho orden ser encuentra establecido en el artículo 1º de la Ley de Derecho Internacional Privado,
de la siguiente manera: en primer lugar, deben revisarse las normas de Derecho Internacional Público sobre la
materia, en particular, las establecidas en los tratados internacionales vigentes en Venezuela; en su defecto, se
aplicarán las normas de Derecho Internacional Privado venezolano; y finalmente, en aquellos casos en que no
existan tratados ni normas de derecho interno que regulen la materia, se aplicarán las fuentes supletorias, vale
decir: la analogía y los principios de Derecho Internacional Privado generalmente aceptados.
En el presente caso, ante la ausencia de tratado entre Venezuela y los Estados Unidos de América que
regule de manera específica la eficacia de las sentencias extranjeras, deben entonces aplicarse las
disposiciones contempladas en el Capítulo X de la Ley de Derecho Internacional Privado (De la Eficacia de
las Sentencias Extranjeras) y en especial, el artículo 53 de dicho texto legal, el cual establece los requisitos que
deben concurrir para que las sentencias extranjeras tengan efecto en Venezuela, los cuales son:
“1.- Que hayan sido dictadas en materia civil o mercantil o, en general, en materia de
relaciones privadas;
2.- Que tengan fuerza de cosa juzgada de acuerdo con la Ley del Estado en el cual han
sido pronunciadas;
3.- Que no versen sobre derechos reales respecto a bienes inmuebles situados en la
República o que no se haya arrebatado a Venezuela la Jurisdicción para conocer del
negocio;
4.- Que los tribunales del Estado sentenciador tengan jurisdicción para conocer de la
causa de acuerdo con los principios generales de jurisdicción consagrados en el Capítulo
IX de esta Ley;
5.- Que el demandado haya sido debidamente citado, con tiempo suficiente para
comparecer, y que se le hayan otorgado en general, las garantías procesales que
aseguren una razonable posibilidad de defensa;
6.- Que no sean incompatibles con sentencia anterior que tenga autoridad de cosa
juzgada; y que no se encuentre pendiente, ante los tribunales venezolanos, un juicio sobre
el mismo objeto y entre las mismas partes, iniciado antes que se hubiere dictado la
sentencia extranjera.”
Visto el contenido de la norma rectora antes transcrita y examinadas las actas procesales que
componen el expediente, en especial la sentencia objeto de la solicitud de exequátur, esta Sala Político-
Administrativa pasa a evaluar si en la presente solicitud han quedado acreditados plenamente todos los
extremos previstos en el artículo 53 de la Ley de Derecho Internacional Privado, así como si la sentencia
analizada no contraría preceptos del orden público venezolano, y al efecto observa:
2. Tiene fuerza de cosa juzgada de acuerdo a la ley del Estado en la cual fue pronunciada, lo cual se
desprende del texto del fallo: "SENTENCIA DEFINITIVA DISOLUCION DE MATRIMONIO" (Sic).
3. La sentencia cuyo exequátur se solicita, no versa sobre derechos reales respecto a bienes inmuebles
situados en la República, por lo que no se ha arrebatado a Venezuela la jurisdicción exclusiva, ni tampoco tuvo
por fundamento una transacción que no podría ser admitida.
4. El “Tribunal de Circuito del 11avo Circuito en y para el Condado de Miami-Dade, Florida”, Estados
Unidos de América, tenía jurisdicción para conocer de la causa, según los principios generales de jurisdicción
consagrados en el Capítulo IX de la Ley de Derecho Internacional Privado. En efecto, de conformidad con lo
dispuesto en el ordinal 2º artículo 42 eiusdem, los tribunales del Estado sentenciador tendrán jurisdicción para
conocer de los juicios originados por el ejercicio de acciones sobre el estado de las personas o las relaciones
familiares cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su jurisdicción, siempre que la causa tenga una
vinculación efectiva con el territorio de ese Estado.
En el presente caso existía una vinculación efectiva con el territorio del Estado sentenciador, al ser
interpuesta la demanda de divorcio por la ciudadana Andreína Puigbó González, ante la autoridad judicial del
lugar de su residencia habitual.
5. Si bien no se desprende del texto de la sentencia ni de los recaudos acompañados cuál fue el medio
utilizado para practicar la citación, ni existe forma alguna de verificar si el empleado fue el correcto, estima la
Sala que el derecho a la defensa del demandado fue debidamente garantizado, toda vez que el apoderado
judicial del ciudadano Miguel Alberto Paolino Vegliante, en su escrito de contestación señaló que su
representado “(…) conviene en la solicitud de exequátur de sentencia (sic) norteamericana de divorcio
presentada por la ciudadana ANDREÍNA COROMOTO PUIGBÓ GONZÁLEZ por ante esta Sala Político-
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en fecha 17 de junio de 2003”.
6. No consta en el expediente que la sentencia en cuestión sea incompatible con decisión anterior que
tenga autoridad de cosa juzgada, dictada por tribunal venezolano. Tampoco hay evidencia de que exista juicio
pendiente ante los tribunales venezolanos sobre el mismo objeto y entre las mismas partes, iniciado antes que se
hubiere dictado la sentencia extranjera.
Ahora bien, en cuanto al requisito de que la sentencia extranjera no contraríe los principios y las leyes de
orden público venezolano, se observa que dicha sentencia además de decretar el divorcio, señaló en su punto N°
4, lo siguiente:
“4. Que Tribunal mantendrá jurisdicción con el fin de determinar la pensión alimentaria
de la hija menor de las partes ANTONIETTA PAOLINO PUIGBO, fecha de nacimiento
10/11/97 en una oportunidad posterior”.
Este último pronunciamiento, constituye el punto controvertido en el presente caso, por cuanto el
apoderado judicial del ciudadano Miguel Alberto Paolino Vegliante, en su escrito de contestación alegó que tal
determinación vulneraba las normas de orden público venezolano previstas en la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente.
En tal sentido, es necesario destacar que esta Sala en sentencia N° 1098 de fecha 18 de agosto de 2004,
señaló lo siguiente:
Ahora bien, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente en su artículo 12, dispone lo
siguiente:
a) De orden público;
b) Intransigibles;
c) Irrenunciables;
e) Indivisibles.”
Por tanto, visto que la materia de niños, niñas y adolescentes se encuentra especialmente protegida por el
ordenamiento jurídico venezolano por ser catalogada de orden público, tal y como expresamente lo prevé el
artículo 12 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, antes transcrito, esta Sala no
puede conceder el pase de la sentencia extranjera en lo que respecta a la determinación contenida en su punto N°
4, en relación a la jurisdicción del “Tribunal de Circuito del 11avo Circuito en y para el Condado de Miami-
Dade, Florida”, Estados Unidos de América, para determinar la obligación alimentaria de la hija concebida
durante el matrimonio.
No obstante, por cuanto la sentencia extranjera reúne los demás requisitos establecidos en el artículo
53 de la Ley de Derecho Internacional Privado, de conformidad con lo pautado en el artículo 54 eiusdem,
se permite reconocerle eficacia parcial a dicha sentencia y en consecuencia se le debe conceder el exequátur
sólo en lo que respecta al divorcio decretado. Así se decide.
V
DECISIÓN
Con fundamento en las razones expuestas, esta Sala Político- Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, concede FUERZA
EJECUTORIA PARCIAL en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela, sólo en lo que respecta a
la disolución del vínculo matrimonial, a la decisión dictada en fecha el 23 de abril de 2002, por el “Tribunal de
Circuito del 11avo Circuito en y para el Condado de Miami-Dade, Florida”, Estados Unidos de América, de
conformidad con lo establecido en el artículo 54 de la Ley de Derecho Internacional Privado.
La Presidenta
EVELYN MARRERO ORTÍZ
La Vicepresidenta - Ponente
YOLANDA JAIMES GUERRERO
Los Magistrados,
LEVIS IGNACIO ZERPA
HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
EMIRO GARCÍA ROSAS
La Secretaria,
SOFÍA YAMILE GUZMÁN
En veintiséis (26) de octubre del año dos mil seis, se publicó y registró la anterior sentencia bajo el
Nº 02359.
La Secretaria,