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3.1).

A medida que se forman nuevos dialectos, mediante la selección


de variantes en competencia a partir de la multiplicidad presente en
las comunidades formadas por la mezcla de gentes de diferentes re­
giones geográficas, es esperable observar la preferencia por aquellas
variantes que ofrecen la mayor simplicidad estructural (véase el apar­
tado 3.1.4). Las variantes más simples, podrían en principio no perte­
necer al mayor de los grupos que constituyen la nueva sociedad. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que, en las nuevas sociedades hispa­
noamericanas, fue el dialecto de los contingentes andaluces el que la
mayoría de las veces ofrecía una variante más simple que la de los
grupos procedentes de otras regiones peninsulares. Esto es cierto en
un buen número de rasgos andaluces sobresalientes: seseo (apartado
5.1.1.1), yeísmo (apartado 5.1.2.1), confusión de l-rl y /-1/ finales de
sílaba (apartado 5.1.2.3), empleo de ustedes como única forma de tra­
tamiento de segunda persona del plural (apartado 5.1.1.2), utilización
del pronombre personal de tercera persona del singular le exclusiva­
mente para la referencia de objeto indirecto (en vez del sistema leísta más
opaco usado por los hablantes del norte peninsular; véase el apartado
4.1.2.3).
En los apartados siguientes, estudiaremos estos rasgos del español
de América que tienen un origen andaluz y que se han convertido en
universales en el español del Nuevo Mundo. Otros rasgos del español
de América que tienen un indiscutible origen andaluz, pero cuya dis­
tribución se limita a las tierras bajas (véase el apartado 5.1.2), los es­
tudiaremos en los apartados 5.1.2.1-5.

5.1.1.1. Seseo
Sabemos hoy con casi completa seguridad (véase Frago 1993:
307-373) que, ya en el momento del descubrimiento de América,
había tenido lugar la primera fase de la reducción de sibilantes en Se­
villa y otras partes de Andalucía occidental. En el apartado 4.1.7.2.1,
veíamos que la reducción de sibilantes en Andalucía se dio en dos fa­
ses: la primera consistió en la confusión entre las fricativas dentales
¡si (de la antigua /ts/) y /z/ (de la antigua /dz/) y las fricativas (dentó)
alveolares /s/ y /z/ respectivamente. Cuando, algo más tarde, los de
fuera de Andalucía percibieron estos cambios, los denominaron gegeo
o zezeo respectivam ente6.
La segunda fase del proceso, confusión de /§/ y /z/ en /§/, se ex­
tendió hacia Andalucía desde el norte no más tarde del siglo xv i y po­
siblemente antes. Esta evolución es parte del proceso por el que todas
las sibilantes sonoras se confundieron con sus correspondientes sor­
das, lo cual se hizo universal en castellano, a la vez que en gallego,
asturiano y otras variedades septentrionales peninsulares (véase el
apartado 3.1.3.1).
Ambos cambios fueron llevados a América. El primero sin duda
caracterizaba el habla de los andaluces occidentales, quienes forma­
ron un componente decisivo en las primeras comunidades en el Nue­
vo Mundo (véase el apartado 5.1.1). El segundo cambio se convirtió
rápidamente en la norma de todas las variedades del español peninsu­
lar un siglo después del Descubrimiento, y fue igualmente llevado a
América. Puesto que, en este caso, el cambio pertenecía a todos los
tipos de emigrantes de todas las regiones que componían la Corona de
Castilla, y puesto que es una innovación simpliñcadora, debió de su­
frir poca resistencia en la mezcla dialectal que se estaba resolviendo
gradualmente en koinés en los distintos asentamientos am ericanos7.
El resultado de estas innovaciones sucesivas fue que las cuatro si­
bilantes medievales /ts/, /dV, /s/ /z/ se redujeron a un único fonema,

6 Para los no andaluces, para quienes /§/ se asociaba con la letra g y /s/ con s o ss,
la confusión de estos dos fonemas en /s/ se veía como un ‘uso inapropiado de la letra
g’, y por consiguiente se la denominaba gegeo. Una percepción análoga, igualmente
basada en una antigua idea de que las letras son más importantes que los sonidos, tuvo
lugar en el caso de los sonidos sonoros equivalentes: para los no andaluces, para quie­
nes /z/ se asociaba con la letra z y / z / con una s intervocálica simple, esta confusión
andaluza entre /z/ y /z/ se veía como un ‘uso inapropiado de la letra z \ y se la llamó
zezeo.
7 Claudia Parodi (1995) no encuentra ejemplos de oposición entre /s/ y /z/ en los
documentos escritos en el Nuevo Mundo en el primer cuarto del siglo xvi.
generalmente una dental fricativa sorda (/s/), en todas las variedades
del español de A m érica8. Es decir, que el seseo es poco menos que
universal en el español americano, ya que la variante adelantada de la
Isl andaluza se señala muy raramente en América. Este adelantamien­
to (o ceceo), hoy propio de las variedades andaluzas meridionales
(véase el apartado 4.1.7.2.1) y algunas variedades canarias (apartado
4.1.8), parece que surgió demasiado tarde como para extenderse en
América.

5.1.1.2. Tratamientos de segunda persona del plural

Otra manera notable en que un rasgo perteneciente a las varieda­


des del andaluz occidental se ha extendido a América es la pérdida de
la oposición entre los modos de tratamiento formal e informal en el
plural. Aunque se observa que esta oposición está generalizada en es­
pañol en el caso del tratamiento en singular (informal (tú) eres o (vos)
sos / formal (usted) es; véase también el apartado 5.1.2.5), y aunque
la distinción plural análoga (informal (vosotros) sois / formal (uste­
des) son) se da en la totalidad de España excepto en Andalucía occi­
dental (véase el apartado 4.1.7.2.8), todas las variedades del español
americano, parece que sin excepción, han abandonado la distinción
formal / informal y emplean (ustedes) son para todos los tratamientos
en plural.

8 De m anera polém ica, Rocío Caravedo (1992) afirm a que la oposición funcional
entre Isl y /9/ ha ‘sobrevivido’ en Perú. Basándose en entrevistas llevadas a cabo en la
preparación de un atlas lingüístico, identifica dos áreas andinas muy separadas (Caja-
m arca en el norte y Cuzco en el sur) en las que las palabras con 70/ histórica’ m ues­
tran proporciones considerables de pronunciaciones de tipo interdental ([0]), m ientras
que las palabras con ‘/s/ histórica’ m uestran proporciones pequeñas de [0]. Si se acep­
ta este patrón estadístico como prueba de la supervivencia de una oposición fonológi­
ca entre /©/ y /s/ en Perú, entonces se necesita una explicación que dé cuenta de cómo
una oposición que alcanzó esta forma sólo en el siglo xvi (en el centro-norte de España)
llegó a extenderse a estas áreas remotas cuando otras áreas que estuvieron en contacto
mucho más estrecho con la Península no m uestran signos de esta oposición.
Esta unanimidad llama la atención de dos maneras. En prim er lu­
gari ÍÜ l°rmn del pronombre ustedes es el resultado, como es bien sa­
bido. de la contracción del sinlagma vuestras mercedes. Sin embargo,
ggta contracción específica es sólo una de las varias contracciones en
C0fwpetencia. de las que sumió triunfante la forma ustedes entre todos
los hablantes en español sólo en el siglo x v i i i (Lapesa 1980: 392). Su
actual empleo generalizado en América apunta a una aceptación de
esta forma de tratamiento en Andalucía occidental mucho antes que
en el resto de España. En segundo lugar, deberíamos tener en cuenta
qUe, a diferencia de lo que frecuentemente sucede en Andalucía occi­
dental, el pronombre ustedes en América se acompaña siempre de (o
es representado por) un verbo en tercera persona. El uso andaluz (us­
tedes) sois es completamente desconocido al otro lado del Atlántico,
donde estas formas verbales tienen siempre sólo valor singular (apar­
tado 5.1.2.5).

5.1.2. C o l o n iz a c ió n y m o d e l o s d e c o m u n ic a c ió n y

SUS RESULTADOS LINGÜÍSTICOS

La ruta que Colón tomó en su primer viaje de descubrimiento fue


desde Palos (en la provincia de Huelva), por Canarias, a Cuba y La
Española (isla que hoy comprende los dos estados de Haití y la Repú­
blica Dominicana). Esta ruta, seguida después por los posteriores
conquistadores y colonizadores, se convirtió en la línea de comunica­
ción habitual entre España y América y se extendió hacia el norte del
continente, cuando Hernán Cortés conquistó el Imperio azteca entre
1519 y 1521 y fundó la ciudad de México, y hacia el sur, siguiendo la
conquista del Perú de Francisco Pizarro (1532-1535) y el estableci­
miento de Lima como la capital del territorio recientemente adquiri­
do. Sevilla se constituyó rápidamente en el extremo español de esta
línea, y se le otorgó un monopolio de comercio con América, que
protegió celosamente, asegurándose de que todo el tráfico (de gentes
teras, por el otro. De esta manera, el habla de la m eseta m exicana y de
la Colombia andina, Ecuador, Perú y Bolivia se opone al habla de
las Antillas, Centroamérica, Venezuela, los países del Cono Sur y las
áreas costeras de los países enumerados en primer lugar. Veremos
que algunos rasgos del español americano se distribuyen de hecho
aproximadamente de esta manera: debilitamiento de /-s/ (apartado
5. 1 .2 .2 ) ; confusión de l-rl y /-ll (apartado 5. 1 .2 .3 ) ; debilitamiento
de /-n/ final de palabra (apartado 5 . 1 .2 .4 ) . Hubo un tiempo en que se
afirmaba que esta división era consecuencia de las preferencias de
destino de los colonizadores: los emigrantes de las tierras bajas anda­
luzas preferirían establecerse en las áreas costeras, mientras que los
que procedían de la meseta castellana preferirían las tierras altas de
América. Sin embargo, no se ha hallado ningún dato que permita
apoyar esta afirmación. Tampoco se ha aportado ningún otro funda­
mento convincente que dé cuenta de esta distribución de rasgos lin­
güísticos, excepto las ideas presentadas al principio de este apartado,
de modo que la distinción entre tierras altas/tierras bajas debería ver­
se como la consecuencia del hecho paradójico de que los hablantes en
las áreas aisladas de Hispanoamérica frecuentemente tuvieron un con­
tacto más estrecho con la norma lingüística del centro de España que
los de las regiones costeras, puesto que la m ayoría de los más impor­
tantes centros políticos estuvieron en las tierras altas.
En los siguientes apartados (5.1.2.1-5), consideraremos ciertos
rasgos claves del español americano cuya distribución puede conside­
rarse que responde a los modos de colonización resumidos en este
apartado (5.1.2). Los rasgos fonéticos (apartados 5.1.2.1-4) se estu­
diarán en orden descendiente de número de variedades americanas en
que están presentes.

5.1.2.1. Yeísmo
La confusión de IfJ y /j/ en un único resultado no lateral es la predo­
minante tanto en América como en la Península (apartado 4.1.7.2.2),
ya que las principales variedades del español americano que mantie­
nen la oposición están restringidas a los Andes (tierras altas de Boli-
via, Perú, Ecuador y (hasta hace poco) Colombia; Lipski 1994: 188,
319, 248, 210; Alonso 1967a). Es probable que el mantenimiento de
/A/ (y su oposición con /)/) se relacione con los factores que acabamos
de esbozar (en el apartado 5.1.2), pero se ha de decir que la ausencia de
este rasgo en México es un argumento en contra de esta interpreta­
ción, al igual que ocurre con su presencia en las tierras bajas de Boli-
via y en el Paraguay.
Una circunstancia probablemente relevante que se ha identificado
en este caso es el hecho de que haya un alto grado de coincidencia en­
tre el área donde se mantiene Ikl en español americano y el área don­
de las lenguas amerindias tienen !FJ entre sus fonemas. No se quiere
decir con esto que se m antenga Ikl solamente en el español de los bi­
lingües; en las áreas señaladas más arriba se ha observado que la pro­
nunciación lateral (/X/) pertenece a gentes de todas las clases sociales
y niveles educativos. Como mucho, las lenguas indígenas en cuestión
(quechua y aimara) han desempeñado un papel importante en el m an­
tenimiento de una oposición que está en retroceso en el resto del
mundo hispanohablante.
En los distintos territorios en los que el yeísmo se ha hecho estable,
el resultado fonético de la confusión es variado. La pronunciación
más generalizada, la fricativa sonora palatal central Q], es también la
más frecuente en la Península, pero en Hispanoamérica (como en Es­
paña) hay muchas posibilidades, y el número de variantes es mayor
en América que en la Península. Mientras las tierras altas de México
y Colombia tienen [j], muchas variedades caribeñas y centroamerica­
nas, al igual que las de la costa del Pacífico, muestran un sonido con
una fricación mucho más débil, a veces poco más que una yod [j], y
especialmente débil después de una vocal palatal /e/ o /i/: [kasíJa], o
incluso [kasía] casilla11. Por el contrario, Argentina y Uruguay tienen

11 El debilitam iento de [j], en estas circunstancias, es característico tam bién del


judeoespañol y es probable, por tanto, que haya estado en uso en la Península a finales
del siglo x v (véase el apartado 6.3).
una fricativa rehilada prepalatal [3] mucho más tensa (y reconocible
al instante), que en Buenos Aires se ensordece a menudo en [J]: lla ­
mar] ~ [Jamár] llamar (Fontanella de W einberg 1978).
Donde se mantiene la oposición fonémica histórica entre palatales
laterales y no laterales (es decir en el área andina), a veces la lateral
se ha modificado a un fricativa prepalatal (no lateral) rehilada [3], di­
ferente de la palatal central Q], que frecuentemente se debilita en [j],
Esto ocurre en las tierras altas centrales de Ecuador (Lipski 1994:
248): [3amár] llamar, [jérno] yerno.

5.1.2.2. Debilitamiento de /-s/fin a l de sílaba


Al igual que España se divide entre aquellas variedades que man­
tienen /s/ como sibilante en la coda silábica (la m ayoría de las varie­
dades en la mitad norte de la Península) y aquellas que la debilitan de
alguna manera, generalmente como [h] o [0] (las variedades de Cana­
rias, Andalucía, Extremadura y Murcia, y en expansión en Castilla la
Nueva, véase el apartado 4.1.7.2.4), lo mismo ocurre también en His­
panoamérica. Sin embargo, en el Nuevo Mundo, la división entre las
áreas que mantienen /-s/ y las que la debilitan es más compleja. En
cierta medida, la división se corresponde con el grado de proximidad
de contacto entre el centro de España y el área americana en cuestión:
aquellas áreas que, a causa de su importancia política y económica en
época colonial, atrajeron a hablantes prestigiosos de las variedades
del centro de Castilla son las que mantienen /-s/ con más frecuencia
(la mayor parte de M éxico y Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia). Por
el contrario, los países del Caribe, y su entorno, la costa del Pacífico y
los países del Cono Sur muestran un acusado debilitamiento o pérdida
de este fonema. Como hemos visto (apartado 5.1.2), es probable que
en Ciudad de México y Lima, y en las áreas en estrecho contacto con
estos poderosos centros, la mezcla dialectal colonial produjera varie­
dades que estaban algo más apegadas a la norma peninsular central
que lo que ocurrió en las áreas que estaban más apartadas de tales in­
fluencias, donde se impusieron en la mezcla dialectal las pronuncia­
ciones del sur de la Península.
las tierras bajas / islas / zonas costeras, aunque en este caso los países
del Cono Sur no muestran este rasgo y mantienen /n/ alveolar, mien­
tras que la velarización se da en algunas áreas de las tierras altas
(Ecuador y Perú; Lipski 1994: 248, 319).

5.1.2.5. Voseo y tuteo


Estos términos se refieren a distintos modos de tratamiento fami­
liar de segunda persona del singular. El voseo indica el empleo del
pronombre tónico vos (y/o las formas verbales históricas de segunda
persona del plural) con este valor, aunque el pronombre de objeto
asociado con vos es siempre te, y los posesivos relacionados son tu y
tuyo: a vos te vi en la calle, (Vos) estabas en tu casa, esto es tuyo. Por
el contrario, el término tuteo se refiere al uso del pronombre tónico tú
(y/o las formas verbales históricas de la segunda persona del singular)
con el mismo papel: (Tu) cantas, lo hice para ti, a ti te vi en la calle,
(Tú) estabas en tu casa, esto es tuyo.
En el momento del descubrimiento europeo de América, los m o­
dos del tratamiento singular en España eran complejos (véase Penny
2002: 137-139). Hasta el siglo xiv, el antiguo sistema latino había so­
brevivido más o menos sin cambios: las formas históricas de segunda
persona del plural (esto es, el pronombre sujeto Vos y/o un verbo en
segunda persona del plural) expresaban respeto o distancia, mientras
que las formas histórica de la segunda persona del singular (es decir,
el pronombre sujeto Tú y/o un verbo en segunda persona del singular)
expresaban solidaridad o intimidad del hablante hacia el oyente, p. ej.,
No respetuoso Respetuoso
Tú eres Vos sodes

Sin embargo, durante el siglo xv, el modelo Vos sois/sos (< so-
des) 16 se hizo gradualmente menos respetuoso, y llegó a ser empleado

16 Véanse los párrafos siguientes para un estudio del desarrollo de las desinencias
finales históricas de segunda persona del plural.
entre iguales en diferentes niveles sociales y por lo tanto a menudo se
hacia indistinguible, en su matiz, respecto de Tú eres. Puesto que la
sociedad continuaba requiriendo modelos de tratamiento respetuosos,
para las ocasiones en que alguien hablaba con otra persona de rango
más alto, los hablantes de español del siglo x v a menudo remediaban la
situación mediante el empleo de sintagmas de dos sustantivos, consis­
tentes en un nombre abstracto precedido del hasta ese momento pose­
sivo de respeto: vuestra excelencia, vuestra señoría, vuestra merced,
etc. Dado que tales expresiones se construían sobre nombres, el verbo
acompañante tomaba necesariamente una forma de tercera persona
del singular. En vísperas del descubrimiento de América, por tanto,
las formas de tratamiento disponibles en español eran las siguientes:
No respetuoso Respetuoso
Tú eres ~ Vos sois / sos Vuestra merced (etc.) es

Este fue el sistema llevado a América y se puede hallar en la len­


gua escrita de todos los centros coloniales de los que contamos con
testimonios. Dejando al margen los cambios nimios que afectaban al
modo respetuoso de tratamiento (la elección de vuestra merced de en­
tre todas las expresiones en competencia y su reducción gradual a Usted,
cambios que son idénticos para el español americano y peninsular),
este sistema se reajustó de manera distinta en las diferentes partes de
la América colonial. Por un lado, aquellas áreas que estaban en con­
tacto más estrecho con las normas centro-peninsulares (véase el apar­
tado 5.1.2) se comportaron como éstas en el abandono gradual de Vos
sois/sos y su adscripción exclusiva al tu teo 17. Así, por todo México
(excepto la provincia de Chiapas, adyacente a Guatemala), en casi to­

17 N o debe olvidarse que la m ayoría de las variedades del español peninsular m an­
tienen la forma extendida Vosotros (junto con uno de los tipos de desinencias verbales
de segunda persona del plural — véase después en este apartado— ) para el tratam iento
familiar plural, a diferencia de Ustedes, distinción que se abandonó en español am eri­
cano (véase el apartado 5.1.1.2).
do Perú, en la m ayor parte de Venezuela, y en las Antillas (Cuba, Re­
pública Dominicana y Puerto Rico) el voseo no se emplea.
Por otro lado, aquellas áreas remotas que estaban lejos de los
cambios del español peninsular durante el período colonial continua­
ron empleando el sistema más antiguo. Así, amplias áreas del español
de América emplean el voseo tanto en competencia con el tuteo como
solo. Esto es así en las repúblicas centroamericanas desde Guatemala
(junto con Chiapas en el sur de México) hasta el oeste de Panamá,
como también en la mayor parte de Colombia (excepto la costa cari­
beña) y en Ecuador. Bolivia y los países del Cono Sur se caracterizan
también por el uso del voseo18.
Dentro de las áreas en las que se emplea el voseo, hallamos dife­
rentes grados de aceptabilidad social y uso. Es prácticamente exclusi­
vo en Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, aunque en todos estos
países existe un empleo limitado del tuteo en los niveles sociolingüís-
ticos más altos (especialmente en las variedades urbanas). En estos
países la aparición del tuteo se define a menudo como perteneciente
al habla no espontánea inspirada en la escuela. Sin embargo, en Chile,
el voseo parece haber retrocedido en cierta medida en el último siglo,
especialmente entre los grupos urbanos cultos, aunque el uso de las
formas verbales históricas del plural, junto con Tú, es frecuente entre
los hablantes urbanos de clase media (Morales 1972). En algunas
áreas de Ecuador y Colombia, el voseo sufre una fuerte competencia
del tuteo, y en este último país Usted se usa en circunstancias sociales
de proximidad (entre esposos, de padres a hijos) que en otras áreas
exigirían Tú o Vos. En la zona centroamericana, el voseo es en gran
medida predominante, aunque en algunas partes de esta región (p. ej.,
El Salvador) es posible detectar un esquema de tres niveles para el
tratamiento de la segunda persona, en el que Tú refleja un nivel de
familiaridad entre Vos y Usted. Curiosamente, en Costa Rica, Usted

18 Para los detalles de la geografía del voseo dentro de estos países, y de la varia­
ción sociolingüística allí entre voseo y tuteo, véase Alvar (1996b) y Lipski (1994).
puede conllevar más proximidad que Vos, y es usado allí de padres a
hijos y entre otros miembros familiares cercanos (Villegas 1965).
Las formas verbales que expresan el voseo se han descrito arriba
como formas históricas de la segunda persona del plural, y este es ge­
neralmente el caso, aunque se tiene que tener en cuenta que estas
formas a menudo presentan más de un modelo (también coexistiendo,
en algunas áreas de voseo, con las formas verbales que históricamente
son singulares). La historia morfológica de las formas verbales im­
portantes, aquellas de la segunda personal del plural de varios tiem­
pos y modos, se describe a continuación.
Hasta mediados del siglo xiv, estas formas verbales (con la única
excepción del pretérito indefinido) se marcaban en español mediante
la consonante /d/, y se desarrollaban dentro de los tres modelos de
acentuación (véase Penny 2002: 161-163):

1. Formas paroxítonas (penúltima sílaba acentuada): presente


de indicativo cantades, volvedes, solides; presente de subjun­
tivo caníedes, volvades, salgades; futuro cantaredes, volve-
redes, saldredes.
2. Formas proparoxítonas (antepenúltima sílaba acentuada): im­
perfecto de indicativo cantávades, volvíades, salíades; condi­
cional cantaríades, volveríades, saldríades; pluscuamperfecto
(luego imperfecto de subjuntivo) cantárades, volviérades, salié-
rades; imperfecto de subjuntivo cantássedes, volviéssedes,
saliéssedes.
3. Formas oxítonas (sílaba final acentuada): imperativo cantad,
volved, salid.

Desde finales del siglo xiv, estas formas comenzaron a perder la


lál, aunque las formas del grupo (2) no se vieron afectadas con regu­
laridad hasta el siglo xvi, mientras que la pérdida de /d/ en los impe­
rativos nunca fue absoluta, y las formas con o sin consonante final
(cantad / cantá, etc.) coexistieron durante varios siglos en la Penín­
sula.

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