Comprensión de los síntomas en

la psicopatología infantil
Historia de la psicología la psicopatología
infantojuvenil
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Introducción

3 Concepto de síntomas y signos de la enfermedad somática

y psicopatológica

4. ¿Cómo identificar los síntomas en psicopatología infantil?

5. Posibles máscaras de la psicopatología infantojuvenil

6. Resumen

7. Referencias
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
Objetivos
En este tema, se pretende conocer la diferencia
existente entre los términos “síntomas” y “signos” de
la enfermedad somática y psicopatológica. Además,
se pretenden estudiar algunas herramientas comunes
que pueden permitir la identificación de los síntomas en
psicopatología infantil.
Por último, se conocerá las posibles expresiones que
puede tener un trastorno en psicopatología infantojuvenil,
y se añadirá la importancia del conocimiento de los hechos
que implican la existencia o no de un trastorno mental.
Se describirán ciertas características que debe tener
un psicólogo para realizar una diferenciación entre los
síntomas de un trastorno y las dificultades cotidianas
que puede presentar un menor.
Introducción
Estudiar los síntomas en psicología es importante, pues
se relaciona con la percepción subjetiva que tiene una
persona de que hay algo en su funcionamiento, bien de la
mente humana, o bien del comportamiento humano, que
se aleja de la normalidad.
En la vida cotidiana, en consulta los psicólogos y
psicólogas se han encontrado con casos en los que
padres y madres presentan culpabilidad o impotencia por
no haber sabido identificar los síntomas psicopatológicos
o anormales de su hijo, con mucha anterioridad.
Por ello, tanto para reconocer la enfermedad fisiológica y los
trastornos mentales, existen herramientas muy comunes
que pueden permitir la identificación temprana de estos
síntomas, y que pueden permitir a los familiares, el detectar
con anterioridad la presencia de una posible psicopatología.
Además, los síntomas pueden tener diferentes formas de
expresión, por lo que, en ocasiones, lo que puede parecer
un trastorno mental no lo es, y lo que parece un hecho o
comportamiento normal en un niño o en un adolescente,
es en realidad una psicopatología específica.
Así, los síntomas dependiendo de su expresión pueden
ocultar en menor o mayor grado una psicopatología, por
lo que se va a describir ciertas situaciones que pueden
ser de utilidad de cara a la interpretación de los síntomas
y comportamientos desadaptativos en los menores.
Concepto de síntomas y
signos de la enfermedad
somática y psicopatológica
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), el
término “síntoma” significa la manifestación reveladora
de una enfermedad, y también, como la señal o indicio
de que algo está sucediendo o que va a suceder (1). Por
ello, el síntoma implica la existencia de que hay algo en
3
el organismo del ser humano que no sigue los patrones
de normalidad, sino que se acerca al desarrollo de una
posible afección.
Además, los síntomas psicopatológicos se definen
como modos de vivenciar y de comportamiento, que
son reconocibles como iguales o similares, y que se
diferencian de lo habitual o lo cotidiano propio de las
personas de una misma población. De esta forma, se
considera que el síntoma es la unidad más pequeña
que puede ser descrita en la psicopatología, y que es la
muestra subjetiva de que algo ocurre (2).
El síntoma en psicología, por tanto, se relaciona con la
muestra reveladora de que hay algo en el funcionamiento
de la mente humana o del comportamiento humano que
se aleja de lo común pasando a ser algo extraordinario,
por lo que es un patrón individual subjetivo que presenta
un sujeto en concreto, en un momento determinado.
De esta forma, los síntomas psicopatológicos pueden
prevenir la existencia de una psicopatología grave o de
una alteración psicológica, aunque se trata de un término
subjetivo, por lo que, algunas veces lo que el paciente
percibe puede no ser lo que en realidad está ocurriendo.
En psicopatología se considera que los síntomas
individuales relacionados con trastornos de conducta
y que ocurren más frecuentemente en los niños, son
comportamientos como la desobediencia en la escuela
o la tendencia hacia el desafío e, incluso, la tendencia
al aislamiento social. Sin embargo, la mayoría de los
síntomas individuales no predicen en un porcentaje alto,
la probabilidad de existencia de una psicopatología.
De este modo, cuando se consideran, de forma aislada, los
comportamientos o síntomas específicos individuales,
muestran poca correspondencia con la adaptación actual
general del niño o con comportamientos posteriores.
Por lo tanto, las características de los síntomas como la
adecuación a la edad, la agrupación y el seguir un patrón,
son mejores indicadores de la psicopatología infantil que
la simple presencia de síntomas individuales (3).
Por otro lado, el término “signo” se refiere al síntoma
objetivo de una enfermedad. Por lo tanto, los signos
son las muestras objetivas de que el síntoma que el
individuo manifiesta es detectado también por los
demás. Un ejemplo de un signo en medicina podría ser el
aumento de la glucosa cuando una persona manifiesta
la constante repetición de mareos (síntoma).
Así, si los signos en la medicina clínica pueden ser
observados mediante la exploración médica, en
psicología pueden ser observados y verificados
mediante la utilización de instrumentos y herramientas
de evaluación psicológica.
Por ejemplo, sin un individuo manifiesta sentimientos
de desesperanza, apatía o falta de ganas de hacer
cualquier cosa, lo normal en una consulta de psicología,
sería aplicar un test de depresión como, por ejemplo,
el inventario de depresión de Beck-II (BDI-II) (4). Este
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil 4

inventario adaptado por Sanz y Vázquez (2011), será

capaz de mostrar objetivamente si el paciente obtiene en
¿Cómo identificar los
la escala de resultados, una puntuación concordante con síntomas en psicopatología
un trastorno depresivo mayor, o si, por el contrario, se
trata únicamente de un estado de ánimo bajo situacional.
infantil?
Uno de los grandes problemas en el estudio de la
De esta forma, se considera que los signos son las
infancia y la adolescencia es la importancia de entender
muestras objetivas de los síntomas que manifiesta una
los síntomas en los niños, es decir, cómo se puede
persona, y, por lo tanto, si ambos coinciden son la prueba
identificar aquello que es normal o anormal en el infante,
de que la psicopatología o la afección psicológica sí
según las distintas edades que este presente.
está ocurriendo, y como tal, se puede dar el paso hacia
la intervención terapéutica especializada. Los signos Se sabe que no hay dos niños iguales, y esto que parece
en psicopatología pueden ser las alucinaciones, las una obviedad es importante. Cada bebé, cada niño o
alteraciones de la vivencia acerca del propio cuerpo, los cada adolescente tiene una serie de características y
rasgos depresivos, entre otros. modos de comportarse propios, por lo tanto, su forma
de vivir y su forma de reaccionar al mundo siempre
Por otro lado, según la Real Academia de la Lengua
tendrá una diferencia con el resto de comportamientos
Española (RAE), el término “síndrome” se refiere al
y expresiones que tenga otro niño.
conjunto de síntomas característicos de una enfermedad
o de un estado determinado, pero también, implica el Es cierto que, aunque todos los niños deben cumplir
conjunto de signos o fenómenos reveladores de una etapas comunes en cuanto al crecimiento madurativo
situación generalmente negativa (5). y evolutivo, el cómo ocurra ese desarrollo se deberá
tanto a los factores individuales como a los factores
Sin embargo, en medicina y en psicología este término
psicosociales de cada niño. Por lo tanto, lo que para un
es diferente, por ejemplo, el síndrome de Down, se define
niño puede ser un síntoma anormal, para otro niño no
en la Real Academia Española (RAE) como una anomalía
pasaría el continuo de la anormalidad, pues debe contar
congénita producida por la triplicación total o parcial del
con el apoyo objetivo de que lo que presenta ese niño sí
cromosoma 21, que se caracteriza por distintos grados
se aleja de la normalidad.
de discapacidad intelectual y por un conjunto variable de
alteraciones somáticas, entre las que destaca el pliegue Desde el nacimiento, los contactos iniciales del niño
cutáneo entre la nariz y el párpado (6). ocurren con los adultos más cercanos, y ya, a medida que
crecen y se desarrollan van tomando contacto con otros
Sin embargo, se busca si un síndrome psicológico la
adultos como los profesores o los médicos, que pueden
definición será distinta, por ejemplo, el síndrome de
llegar a determinar, si prestan la suficiente atención, la
pánico según la Real Academia de la Lengua Española
existencia de un síntoma psicopatológico.
(RAE) es el cuadro clínico de miedo compulsivo
relacionado con la depresión (7). Así, en las intuiciones de los padres, de los profesores,
de los tutores y de los psicoterapeutas, ocurre la
Así, en psicología un síndrome se define como una
primera oportunidad para poder hacer un primer filtro
combinación de síntomas característicos que aparecen
y determinar lo normal o lo patológico. Los adultos que
en forma de cuadro clínico de síntomas, y que constituyen
están en continuo contacto con el niño, pueden detectar
una serie de síntomas determinantes para ser definidos
la existencia de algún síntoma extraño en los niños, y, por
con un nombre concreto (2). Por ejemplo, un síndrome
ejemplo, el terapeuta luego de realizar una evaluación
depresivo se caracteriza por la presencia de varios
completa, puede incluso ponerle un nombre diagnóstico
síntomas que son comunes en un trastorno depresivo,
a lo que está pasando en el infante.
pero que no puede ser definido como tal.
Las intuiciones, a pesar de no ser herramientas
El síndrome depresivo, puede surgir en diferentes
objetivas, pueden servir para seguir los instintos de cada
psicopatologías como puede ser un trastorno del
uno y poder prevenir un pronóstico desfavorable en un
sueño, un trastorno depresivo, un trastorno bipolar o un
trastorno mental. Por ejemplo, en el caso del autismo, a
trastorno psicosomático. Por lo tanto, el síndrome no
pesar de ocurrir objetivamente los síntomas detectables,
trata síntomas aislados, sino que habla de un conjunto de
aproximadamente, a partir de los 2 años, existe evidencia
síntomas que ocurren a la misma vez en cada persona.
de que incluso en los primeros meses de vida los bebés
De esta manera, algunos fenómenos psíquicos muestran signos de este trastorno.
elementales se unen, se asocian y se articulan de forma
Siguiendo el ejemplo anterior, se sabe que a los 8 meses
que se manifiestan como un todo, como un conjunto.
ocurre la sonrisa discriminatoria y el contacto ocular, por
Los síntomas se presentarían unidos y articulados entre
lo que sería un indicio de la existencia de este trastorno
sí con el carácter de constancia y persistencia en esas
que un bebé de ocho meses en ningún momento al ser
formas concretas, repetibles y habituales, de asociación
estimulado produzca una sonrisa social. Y así ocurre
sintomatológica, denominadas síndromes.
en numerosos trastornos de la infancia, en la que los
niños muestran indicios desde los primeros años, y a
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
pesar de ser complejo identificar anormalidad en estas
edades, quizás, no tengan a su disposición a un adulto
que sepa distinguir lo normal de lo anormal.
Por lo tanto, es fundamental no sólo atender los
reclamos naturales de los bebés, pues dependen de
forma exclusiva del cuidado de los adultos, sino también
apreciar los cambios que este va realizando a medida
que crece. Un bebé humano no tiene durante los primeros
meses de vida ninguna autonomía con su cuerpo, pero,
al contrario, a medida que crece va adquiriendo el control
de su cuerpo, en consecuencia, sería anormal que a los
12 meses el niño aún no haya aprendido a controlar la
posición de sentado.
En los casos anteriores, el bebé podría crecer con
carencias vitales y esto sería suficiente para que crezca en
torno a las carencias que haya tenido desde los primeros
momentos de su vida, y que, en concordancia con lo
vivido desde su nacimiento, pueda desarrollar algún tipo
de psicopatología futura, siendo el pronóstico peor.
Así, desde un inicio, son los padres o los adultos que,
si tienen una relación funcional y adecuada con el
niño, pueden llegar a detectar diferentes síntomas
psicopatológicos en los menores.
De aquí surge una de las herramientas principales
para poder identificar estos síntomas anormales, la
observación, pues es la primera herramienta que tienen
los adultos para entrever e identificar los síntomas
psicopatológicos en la infancia.
La observación es un hecho cotidiano, que está al
alcance de todos los seres humanos. Es un proceso
que forma parte de la psicología de la percepción, por
lo que es un componente tácito del funcionamiento
cotidiano de los individuos, en función a la relación con
los acontecimientos de la vida diaria, por lo que es un
proceso que se utiliza en la vida diaria.
Sin embargo, no toda la observación que tiene lugar en
la vida cotidiana es tácita, sino que puede haber casos
en los que las observaciones ocurra con un propósito, es
decir, en forma más deliberada y sistemática, cuando una
situación lo requiere. Por ejemplo, los niños que juegan
un partido de fútbol u otro juego necesitan efectuar
observaciones más deliberadas y sistemáticas, al igual
que los alumnos en las aulas (8).
De aquí surge la importancia de utilizar la observación
como una herramienta cotidiana con un uso más
propositivo, en relación a poder identificar los patrones
anormales en el desarrollo del niño, sobre todo en los
primeros años de vida.
A pesar de usar la observación de forma tácita en la vida
cotidiana, es cierto que se pueden realizar observaciones
sistemáticas, no para responder a preguntas específicas,
sino para establecer, mantener o participar en los
sucesos de la vida. Estas observaciones se relacionan
con las exigencias de la situación, y debe constituir
un proceso consciente que pueda explicarse de modo
5
que otras personas puedan evaluar su adecuación y
comprender dicho proceso.
Por lo tanto, las observaciones utilizadas para los
procesos de investigación y de toma de decisiones
explícitas en medios educativos son más formales y
exteriorizadas que la observación que tiene lugar en
la vida cotidiana. Pero, se puede aplicar el proceso de
la observación como un instrumento para detectar
comportamientos desadaptativos.
Así, la observación es una de las herramientas que utiliza
el terapeuta para comprender aquello que ocurre en las
funciones psicológicas de un individuo, por lo que, si
se aplica este método en la vida cotidiana, se podrían
encontrar respuestas a las preguntas típicas relacionadas
con los trastornos mentales (“¿Por qué no me di cuenta
antes?”, “¿Por qué no vi ningún síntoma?”), bastaría con
prestar más atención a los hechos evolutivos por los que
atraviesa el niño.
También, el conocimiento es una de las herramientas
que va a permitir detectar los indicios de las
psicopatologías de forma más temprana, esto quiere
decir que, un adulto estará más preparado para
reconocer ciertos comportamientos anormales, cuantos
más conocimientos sobre el desarrollo infantil tenga.
Es necesario, por tanto, que desde la psicología se
promueva la necesidad y la importancia del conocimiento
del desarrollo normal y anormal en la vida cotidiana. De
esta forma, los padres, e, incluso, los adultos cercanos
podrán tener unas bases sobre aquello que puede, o no
puede, ser anormal en su niño.
Como ya se sabe, se considera que la sociedad puede
detectar antes un comportamiento anormal, y esto
guarda relación con la capacidad de afrontamiento de la
situación que presentan los familiares cercanos cuando
se trata de un familiar propio. Por ello, se debe combatir
la falsa creencia de que se protege más a un niño cuando
se oculta lo que le ocurre. Al contrario, el ocultamiento
lleva a la ausencia de aceptación, lo que es un factor que
contribuirá al desarrollo de las psicopatologías.
Como profesionales de la psicología, se deben promover
los recursos de afrontamiento en los adultos, pues,
contribuirá al bienestar personal de los niños, y, sobre todo,
puede generar un buen pronóstico del trastorno mental. Por
ejemplo, se sabe que la atención temprana es la herramienta
que mejor eficiencia tiene en cuanto al pronóstico, pues,
cuanto antes se intervenga en el trastorno, mejor será la
adaptación funcional del niño al mundo
Por otro lado, entre los medios para identificar los
síntomas en psicopatología infantil, se encuentra el
abordamiento mediante el planteamiento de preguntas
diversas, que pueden ser realizadas de forma intencional
con el fin de clarificar los síntomas y obtener datos
concluyentes sobre la psicopatología que puede estar
ocurriendo en los niños.
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
Las preguntas son la técnica principal de un terapeuta
para llegar al origen del problema que presente un
paciente, por lo que, es un recurso que se debe tener en
cuenta a la hora de identificar los problemas psicológicos.
Normalmente, las preguntas en la terapia psicológica
forman parte de la anamnesis y de la entrevista clínica.
Tanto los padres o los cuidadores, como los terapeutas,
pueden usar este recurso para ayudar a que el propio
niño identifique lo que le ocurre, pues, normalmente, a
los niños más pequeños les cuesta revelar e indicar con
exactitud lo que les ocurre.
Así, el uso de las preguntas, se convierte en una
herramienta principal para la identificación, quizás no
tanto en los bebés, pero sí en los niños más grandes.
Como terapeutas se deben hacer las preguntas de forma
precisa, pues no todas las preguntas revelan información
de interés, el terapeuta debe saber guiar la conversación
hacia aquellos relatos que demuestren los datos de más
interés para el diagnóstico de la persona.
Al igual que no todas las observaciones van a ser
funcionales para determinar lo normal o lo anormal, no
todas las preguntas van a llevar a conocer los indicios
o hechos que han podido estar implicados en el origen
de los comportamientos anormales, ni tampoco van a
ofrecer información sobre lo que le ocurre al paciente.
En el caso de los niños, las preguntas deben realizarse
de forma cuidadosa, sin provocar la desconfianza en el
niño, pues, lo normal es que existan casos en los que los
pequeños no sepan responder a ciertas preguntas o aun
no tengan un dominio total del lenguaje. Sin embargo,
lo importante es que se empiece el contacto mediante
preguntas que motiven la participación del niño, como
6
sus gustos o intereses, y ya después, ir incorporando
progresivamente, las preguntas más eficaces.
Por otro lado, se considera que, durante el desarrollo del
ciclo vital, cada etapa de la vida humana gira en torno a
dos polos, por lo que es necesario conocer los hechos
y los intereses que motivan el comportamiento de un
individuo, con el fin de establecer una serie de continuos
que permitan detectar los casos en los que ocurran
afecciones psicológicas.
Por ejemplo, en el primer año el desarrollo se da entre la
confianza y la desconfianza con el mundo. En el segundo y
tercer año, lo que se da es un avance entre la persecución
de la autonomía y la vergüenza o la duda. Entre los 3-6
años los cambios giran en torno a la iniciativa y la culpa,
mientras que en la etapa entre 6-12 años los cambios
giran en torno a la laboriosidad y la inferioridad (9).
Ya a partir de los 12 años, el desarrollo se distribuye entre
la identidad y la confusión de la identidad. Entre los 20- 40
años, sobre todo se busca la intimidad o el aislamiento, y
entre los 40-65 años lo que se da es la productividad o la
inactividad. Por último, en la vejez, el desarrollo se guía
entre la integridad y la desesperanza. Por lo tanto, en
cada etapa del ciclo vital las tensiones giran en torno a
dos constructos que según se establezcan darán lugar al
desarrollo o no de patologías en diferentes medidas (9).
Por último, se considera que los signos más comunes
que permiten identificar lo anormal en los niños, ya no
sólo se encuentra en lo que hacen, dicen o piensan, sino
que también se observan fundamentalmente en diversas
situaciones en las que intervienen las herramientas
emocionales en los niños.
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
Para poder identificar y reconocer los comportamientos
anormales, se debe tener un sistema emocional estable,
esto se refiere a la capacidad no sólo para situarse en
la posición del otro, sino también, para poder vivenciar y
reconocer cuando un niño puede estar atravesando por
una inestabilidad emocional, o cuando no sabe reconocer
las emociones que le ocurre, e incluso también, cuando
no sabe controlar y regular sus propias emociones.
Esta herramienta es principalmente útil cuando se trata
de psicopatologías relacionadas con las emociones,
como son los trastornos depresivos y del estado de
ánimo, los trastornos de conducta, o los trastornos de la
personalidad.
Estas situaciones de expresión de las emociones en los
niños son:
• Situaciones de tristeza manifiesta, donde lo
importante ya no es la emoción sino todo un
conjunto de síntomas que reducen la capacidad de
convivir de forma natural, produciendo problemas
de adaptación y de regulación emocional.
• La segunda manera de representarse es la apatía,
el retraimiento, incluso manifestaciones de duelo y
pesar obsesivo. Pueden provocar trastornos de la
personalidad, trastornos de conducta, entre otros.
• Otro eje de manifestación seria la violencia, la
agresividad, conductas disóciales, de destrucción,
incluidos hurtos, mentiras crónicas, crueldad
intencionada.
• Uno más tiene que ver con los rasgos impulsivos,
de descontrol, incapacidad para retenerse,
enmendarse, siendo impulsivos, hiperactivos
e incapaces de articular el control ante ciertas
situaciones estimulares.
• Graves dificultades en el aprendizaje escolar o en
su adaptación a la escuela. Problemas serios en la
comunicación lingüística como la tartamudez, las
disartrias y las disfasias.
• Ausencia de comunicación con elementos claros
del universo del autismo, los rasgos esquizoides, o
el aislamiento afectivo.
• Serias alteraciones en el comportamiento general,
como las conductas bizarras o desorganizadas y la
hiperkinesia, o la inquietud exagerada.
• Otras veces son ideas severas-obsesivas y rituales
compulsivos o fóbicos, que suelen ir unidos a
conductas ansiosas observables, agudas o crónicas.
• En ocasiones son alteraciones de la esfera sexual:
onanismo compulsivo, exhibicionismo sexual,
abusos sexuales con otros niños, etc.
• Algunos síndromes de expresión somática como el
dolor crónico por enfermedades como las cefaleas
que pueden ser muy graves.
• Las alteraciones neurológicas con una
sintomatología muy fuerte y un campo muy
deficitario en la conducta y en la relación social.
7
Así, gran parte de estas situaciones son expresiones
de una carencia en el desarrollo de los procesos
emocionales de los niños. Por lo que se debe detectar
cuando alguna de estas situaciones ocurra, para poder
realizar la intervención adecuada. Los adultos son las
figuras principales que pueden detectar cuando exista
un problema emocional en los niños.
Posibles máscaras de la
psicopatología infantil
Las máscaras y expresiones propias de las
psicopatologías en los niños, interesan debido a
las distintas formas de expresarse en el niño, las
psicopatologías; y sobre todo esas manifestaciones
correspondientes al grupo de los trastornos de las
emociones en la infancia y la adolescencia, que, junto
con los trastornos en la adaptación escolar, últimamente
están representando un porcentaje altísimo de los
trastornos que llegan a consulta.
Se ha demostrado que entre los trastornos con más
diagnósticos en la infancia y en la adolescencia.
Nombrándolos según la clasificación del DSM-V
American Psychiatric Association, (10), se encuentran:
• Trastornos del neurodesarrollo: TDAH (trastorno por
déficit de atención con hiperactividad), trastornos
del espectro del autismo.
• Trastornos depresivos: trastorno de depresión
mayor y distimia o trastorno depresivo persistente.
• Trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad
generalizada y trastorno de pánico.
• Trastornos alimentarios y de la ingestión de
alimentos.
• Trastornos destructivos, del control de los impulsos
y de la conducta.
Sin embargo, existen diferencias entre los diagnósticos
que reciben los niños que acuden a consulta y los
problemas por los que los niños y adolescentes acuden
a la consulta psicológica.
Esto ocurre debido a que en los niños los síntomas
pueden ocurrir de diferentes formas, y también porque
es común que tanto los cuidadores como los propios
niños no sepan diferenciar un trastorno u otro.
De ahí que interese estudiar las distintas formas de
expresiones que tienen los trastornos en la infancia y en
la adolescencia, pues es complejo su diagnóstico, sobre
todo en edades más tempranas.
Así, existen una serie de motivos principales por los
que suelen acudir los niños a una consulta de terapia
psicológica, entre estos se encuentran:
• Dificultad para concentrarse.
• Pérdida de peso inexplicable.
• Abuso de sustancias tóxicas.
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
• Cambios de comportamiento.
• Cambios en estado de ánimo.
• Sentimientos extremos.
• Impulsividad y rasgos agresivos.
• Infligirse daño físico
Como se puede imaginar, y no puede ser de otra manera,
la relación entre el motivo de consulta y el nombre que se
le asigna al diagnóstico no es muy directa. Normalmente,
existe un desconocimiento sobre las categorías de
diagnóstico que existen, y también sobre los síntomas
que son manifestaciones de un trastorno mental u otro.
Por ello, los síntomas en los niños son más complejos
de identificar si no se tienen conocimientos sobre las
distintas psicopatologías, por ello la figura del psicólogo
es de vital importancia, pues es la figura que tiene el
mayor número de herramientas para poder clasificar los
síntomas presentes en un niño y los distintos diagnósticos
que pueden relacionarse con dichos síntomas.
El psicólogo debe realizar una evaluación compleja sobre
los síntomas del niño, para poder determinar con precisión
de qué psicopatología se trata, pues, un error en el
diagnóstico puede perjudicar al desarrollo futuro del niño.
Sin embargo, hay otras máscaras más ocultas que dan
indicios de una psicopatología y que no son tan evidentes,
debido a que las realizan tanto menores normales que están
en la edad de ese síntoma (síntoma evolutivo), como aquellos
que con iguales comportamientos padecen enfermedades
y trastornos que necesitan intervención profesional o al
menos atención especializada, algunos son:
• Ansiedad sin objeto.
• Crisis de llanto frecuentes.
• Estar aburridos de forma habitual.
• Miedo a separarse.
• Cambio súbito en el comportamiento alimentario.
• Frecuentes resfriados.
• Problemas en la disciplina escolar.
• Problemas en las calificaciones, sobre todo bajón
de rendimiento.
• Problemas en los grupos de iguales.
• Cambio drástico en la forma de vestirse.
• Cambio drástico en la higiene.
• Estar mucho tiempo en su cuarto.
• Estar conectados a internet permanentemente.
• Mentiras.
• Hurtos.
• Conductas delictivas.
• Consumo de sustancias.
Todas estas formas de presentarse la problemática
infantojuvenil, debe ser categorizada como evolutiva
o patológica, de tal forma que el psicoterapeuta debe
diferenciar (11).
8
A) Cuándo está frente a un trastorno mental y por lo
tanto proceder con tratamientos clínicos, ya que se
encuentra ante situaciones clínicas concretas, con
las que el planteamiento debe ser más estructural
y especializado. Los tratamientos terapéuticos
clínicos, deben ser adaptados en la terapia para
tratar un trastorno mental, de forma estructurada y
siguiendo un diagnóstico clínico, pues dependiendo
de la psicopatología, el tratamiento tomará unas
direcciones u otras.
B) Cuándo está frente a una dificultad del paciente,
para adaptarse a situaciones propias del presente.
Aquí el tratamiento debe averiguar el motivo por el
que se generan dichos problemas en el paciente, así
como su incapacidad de darles solución. Se trata,
por tanto, de estudiar las capacidades del paciente
para presentar una dificultad que tiene para realizar
una determinada tarea.
En ocasiones, los problemas se producen por darle
categoría de trastorno mental a lo que son simplemente
ciertas dificultades que el paciente presenta, como
por ejemplo sería un mal hábito de estudio o la
desorganización en sus horarios, e incluso podría ser
una confusión en la definición de normas y deberes.
También, en ocasiones simplemente se trata de asumir
y tener la capacidad para enfrentar las dificultades de
la vida, sin tener que relacionarse con un trastorno de
estrés postraumático o un trastorno de adaptación.
Cuando un paciente no admite y tiene dificultades
para aceptar y asumir algunos de estos constructos,
es posible que pueda sufrir un trastorno mental, o es
posible que, simplemente esté desorientado o no sepa
dirigir su vida hacia una meta concreta. Por lo tanto, a
este paciente no se le debe englobar en una psicoterapia
dentro de un programa clínico, sino que se deberá
hacer una psicoeducación dentro de un planteamiento
más psicosocial, con el fin de ayudarle a encontrar las
habilidades que se encuentren en dificultad (3).
Por ejemplo, cuando un niño tiene un bajo rendimiento
académico y acude a consulta para un diagnóstico
relacionado con el TDAH, pero en realidad lo que ocurre
es una falta de organización del sistema de estudio
del niño y de la falta de conocimiento de estrategias y
técnicas de estudio.
De esta forma, cuando un paciente acude a los centros
clínicos, y se realiza la evaluación psicológica, y esta
persona no tiene ningún trastorno siguiendo la clasificación
del DSM V, no es posible tratarle clínicamente, en relación
a un trastorno mental. En su lugar, se debe intervenir en la
forma de entender el mundo, su forma de relacionarse con
él y con la vida, o en aquellas áreas en las que el paciente
presente alguna dificultad.
Cuando llega a consulta un paciente que se describe
como infeliz, el terapeuta debe tratar de conocer qué es
la "felicidad" para este, y así poder entender su definición
del problema; a partir de este punto, se deberá buscar
soluciones para ayudar al paciente en esa dificultad.
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil
Siempre se deberá diferenciar entre dificultad o
carencia y trastorno, ya que el trastorno requiere de una
intervención de índole más clínica y objetiva.
Es común que en la consulta psicológica acudan
pacientes que manifiestan como motivo de consulta la
infelicidad, pero la infelicidad no es una enfermedad ni un
trastorno, aunque genere sufrimiento. La infelicidad no es
una depresión, ni un trastorno obsesivo compulsivo, ni un
trastorno de ansiedad. La infelicidad debe ser enfocada
como una dificultad en la definición del problema y una
dificultad en la puesta en marcha de soluciones eficaces,
y esto tiene que ver con las relaciones interpersonales
tanto en el sentido de la relación del sujeto consigo
mismo, como en la interacción con los demás.
Para concluir este punto se mencionarán algunas
experiencias con pacientes que han tenido una mutación,
puesto que pasaron de tener un problema que le hacía
infeliz a tener una etiqueta de un trastorno mental,
debido a que un psicólogo le diagnóstico, erróneamente,
de trastorno depresivo mayor (2).
Por lo tanto, los propios terapeutas, al poner a un problema
del género de la infelicidad una etiqueta de género de
trastorno mental, inician todo un proceso en el que el
paciente al final vive como si tuviera un cuadro clínico
que deben resolver otros (aunque sea en psicoterapia), y,
realmente la única solución pasa por no intentar solucionar,
y sí cambiar el objetivo y el punto de mira. Por lo tanto, es
probable y muy común encontrar elementos mixtos que se
deben diferenciar tanto en la actuación terapéutica como
en la forma de establecer una interacción con el paciente.
En ocasiones, el sufrimiento humano, y sobre todo en
la mente infantojuvenil, se encuentra enraizado en una
indefensión aprendida. Cuando una persona se encuentra
en una situación aversiva (para esa persona) que no
puede controlar con sus acciones, aprende que sus
propias conductas no pueden cambiar o resolver esa
problemática, es decir, que el sujeto se encuentra en un
estado psicológico en el que este no puede controlar ni
influir en los acontecimientos que ocurren en su vida (12).
A esto último se le llama indefensión aprendida, que
hace que la persona no actúe ante un conflicto si las
primeras veces que actuó para solucionarlo, no ocurrió
un cambio, entonces la persona dejará de actuar porque
cree que no va a influir en nada si actúa o no. Esto lleva
a que las personas que se encuentran en esta situación,
actúen de forma pasiva (resignación, no acción) ya que
están seguros (su creencia) de que nada de lo que hagan
puede mejorar su situación.
Un ejemplo de indefensión aprendida muy común se da
en las relaciones de pareja, por ejemplo cuando la mujer
sufre violencia de género y quiere salir de esa situación
pero al final nunca puede huir, o si quiere que su pareja
cambie y no le pegue, pero al final nunca ocurre, entonces,
es cuando la mujer cree que no puede huir haga lo que
haga, y que tampoco su pareja va a dejar de maltratarla
haga lo que haga; entonces la mujer adopta conductas de
pasividad, llegando al estado de indefensión aprendida.
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Otro ejemplo podría ser cuando un estudiante se enfrenta
a un examen en varias ocasiones y no lo supera, entonces,
el estudiante generará la creencia de que cuando vuelva a
presentarse a ese examen volverá a fallarlo, esta creencia
es la que se da en la indefensión aprendida.
Por todo lo expuesto anteriormente, el papel del terapeuta
debe ser, ante todo, el de un experto en la observación de
su paciente. Debe tener en cuenta al ser humano, sobre
todo en psicopatología infantojuvenil, como conjunto en
un proceso de evaluación biopsicosocial, no dejándose
influir por la apariencia de la naturaleza de las cosas,
sino por la realidad encontrada a través de las pruebas
objetivas e instrumentos de evaluación.
Debe admirar a su paciente, en el sentido de mirarle y
contemplarle, para que a su vez consiga la admiración y
la confianza de este. Por supuesto, que no debe dejarse
influenciar por la apariencia de las cosas ni sacar
conclusiones desde sus propias proyecciones, para que esto
no sea así, es necesario conocer y dominar los filtros y los
engranajes que unen al conflicto básico con la expresión en
forma de síntomas y de manifestaciones patológicas (3).
Una de las primeras premisas que se debe conocer es
cuándo se está ante un problema y cuándo ante una
situación psicopatológica. Para esto se debe saber qué
es lo que realmente lo diferencia de un trastorno mental y
además se deberá saber medirlo en función de su gravedad.
Resumen
El síntoma en psicología, se relaciona con la muestra
reveladora de que hay algo en el funcionamiento de la
mente humana o del comportamiento humano que se
aleja de lo común y que presenta un sujeto en concreto,
en un momento determinado.
Por el contrario, el signo es la muestra objetiva de que
ese síntoma subjetivo está clínicamente comprobado.
En psicopatología, un signo puede ser una alucinación,
mientras que un síntoma puede ser un sentimiento de
tristeza. Por otro lado, el síndrome puede definirse como
el conjunto de síntomas y signos que forman un cuadro
clínico específico, como el síndrome de pánico.
Además, existen herramientas comunes que pueden
permitir a las personas identificar los síntomas
psicopatológicos en los niños, como son la observación, la
intuición, el planteamiento de preguntas y el conocimiento
de los hechos. Todas estas herramientas están a
disposición de todos los seres humanos, y que son de gran
utilidad para detectar y diferenciar un comportamiento
normal de un comportamiento desadaptativo.
Las psicopatologías tienen diferentes formas de expresarse
en el niño, y sobre todo en el grupo de los trastornos de
las emociones en la infancia y la adolescencia, que, junto
con los trastornos en la adaptación escolar, representan
un porcentaje altísimo de los trastornos que llegan a
consulta. Lo que puede parecer de primeras un síntoma
psicopatológico, puede en realidad significar una simple
 Comprensión de los síntomas en la psicopatología infantil 10
dificultad que tenga una persona.
Así, el psicólogo debe saber interpretar cuándo se
encuentra ante un trastorno mental, como tal, y cuándo
se encuentra ante una dificultad del paciente.
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