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TEMA 7.

LA CONSTITUCIÓN 1812 Y LAS CORTES DE CÁDIZ


1. Introducción. El Reinado de Carlos IV

A inicios del siglo XIX, Europa vivía sometida casi toda ella al control directo e
indirecto de Napoleón Bonaparte, a excepción de Portugal, Suecia, Noruega, Rusia y Gran
Bretaña. En España reinaba Carlos IV (1788-1808), hijo de Carlos III, cuyo reinado vino
marcado por frecuentes crisis internas1 y otras a escala internacional derivadas de la
revolución francesa, de la enemistad con Gran Bretaña (una amenaza potencial para las
colonias americanas) y de la renovación de los llamados pactos de familia con Francia, que
condujeron a la firma bajo el gobierno de Manuel Godoy de los dos Tratados de San
Ildefonso (1796 y 1800) y a la guerra contra Portugal (1801), a causa de la negativa
portuguesa a sumarse al bloqueo continental que intentaba aplicar Francia a Gran Bretaña.
Además, la adhesión a la política del bloqueo continental de Reino Unido supuso el
aumento de la enemistad con los británicos (por ejemplo, la batalla de Trafalgar en 1805), la
firma del Tratado de Fontainebleau en 1807 (en el que se acordaba la invasión y reparto de
Portugal entre España y Francia, a cambio de permitir el paso de las tropas francesas por
nuestro territorio) y el fuerte rechazo a la política de Godoy, con varias conspiraciones como
el llamado proceso del Escorial (en octubre de 1807, que terminó con el arresto temporal del
príncipe de Asturias) o el motín de Aranjuez que, ocurrido en marzo de 1808 al difundirse la
noticia del traslado de la familia real fuera de Madrid, se saldó con la abdicación de Carlos IV
en su hijo y con la detención de Godoy.

2. Desarrollo del tema


2.1. La guerra de independencia (1808-1814)

Tras la entrada del ejército francés en la península ibérica, en cumplimiento del


Tratado de Fontainebleau, y de los sucesos del motín de Aranjuez, se incrementó la
desconfianza entre la población española. El emperador logró atraer a Carlos IV, junto con
Godoy –recién liberado–, y a Fernando VII a Bayona, donde consiguió que Fernando VII
renunciase al trono en favor de su padre, Carlos IV, y, a su vez, éste lo hizo en Napoleón. El
resultado de las abdicaciones de Bayona fue la entronización de José Bonaparte (José I),
hermano de Napoleón.
En Madrid, ante la alarma suscitada entre la población por la salida de la capital de la
familia real, se produjo el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 contra las tropas
francesas en diversos puntos de la ciudad, extendiéndose luego al resto del país. Al final del
día los ejércitos de Murat aplastaron la sublevación en Madrid y llevaron a cabo una brutal
represión el 3 de mayo. Comenzaba la guerra de la Independencia (1808-1814), que se
convirtió en un conflicto internacional (entre Francia y Gran Bretaña) y otro civil entre
españoles (patriotas contra afrancesados).
Pero, en la guerra de la Independencia se enfrentaron también dos modelos políticos:
el reformista francés (que, encarnado por José Bonaparte, contó con el apoyo de una
minoria, los afrancesados) y el liberal español que, personificado desde 1808 en las Juntas,
declaró actuar en nombre del rey, aunque su legitimidad procedía del pueblo español.
Así, tras las abdicaciones reales se crearon Juntas locales y provinciales en
numerosas ciudades y pueblos, compuestas por las personas más distinguidas de cada
1
Concretamente, crisis agrarias y de subsistencia, gastos militares, inflación, déficit de las cuentas del Estado y
epidemias en 1804 y 1809.
localidad. En septiembre de 1808 se formó la Junta Central o suprema, en representación
de las 18 diferentes juntas provinciales, estando presidida por el conde de Floridablanca y con
personalidades como Jovellanos. Esta Junta estableció su sede primero en Aranjuez, después
pasó a Sevilla y, finalmente, ante el avance de las tropas francesas, se estableció en Cádiz
convirtiéndose – en ausencia del rey – en la legítima institución política que asumió el
gobierno del país hasta 1810: dirigió la resistencia contra el invasor, firmó un tratado de
alianza con los británicos contra Napoleón y acabaría por convocar una reunión extraordinaria
de las Cortes en Cádiz. A finales de enero de 1810, la Junta Central se autodisolvió y cedió
sus poderes a un Consejo de Regencia de cinco miembros.
Paralelamente, surgió la resistencia popular, que se tradujo en la guerrilla y en los
sitios de Gerona y Zaragoza, donde el asedio francés se prolongó durante varios meses.

2.2. Las Cortes de Cádiz y Constitución de 1812

A iniciativa del Consejo de Regencia, que realizó la convocatoria a finales de enero


de 1810, la primera reunión tuvo lugar el 24 de septiembre de 1810. Se autoconcedieron
poderes ilimitados, afirmando la nulidad de las abdicaciones de Bayona y proclamando de
nuevo a Fernando VII como rey de España. Se reunieron más de 300 diputados llegados de
los diversos puntos de España, elegidos entre clérigos (incluidos tres obispos), abogados, altos
funcionarios, catedráticos, militares, miembros de la burguesía industrial y comercial y tan
sólo 14 nobles. Los campesinos y los artesanos apenas estuvieron representados.
Paradójicamente, mientras el pueblo se enfrentaba a las ideas y tropas francesas, un
grupo de ilustrados pretende implantar unas reformas basadas en las ideas francesas. Pronto
aparecieron tres grupos ideológicos: los liberales (partidarios de la aplicación de reformas
revolucionarias y de conceder la soberanía solo a las Cortes como Agustín de Argüelles), los
jovellanistas (que querían reformar pero sin romper con la tradición) y los absolutistas, que
pretendían la vuelta al Antiguo Régimen tal y como existía antes de la Revolución francesa y
de la invasión napoleónica.
Los objetivos de las Cortes de Cádiz fueron:

1. Reformar profunda y estructural de las instituciones políticas, económicas y jurídicas,


mediante una serie de decretos y leyes. Destacan la libertad de imprenta y la supresión de la
censura previa (1810), la abolición del régimen señorial y de los señoríos jurisdiccionales
(1811), la supresión de la Inquisición (1813), la abolición del régimen gremial - lo que
suponía la libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación - (1813), la incautación
de los bienes de Órdenes militares y de los Jesuitas (1813) y la creación de un sistema
moderno presupuestario para controlar los gastos e ingresos del Estado.

2. Redactar una Constitución. Así, el 24 de diciembre de 1810 se designó una comisión,


que presidida por Muñoz Torrero, fue encargada de redactar un proyecto constitucional, en el
que participaron liberales como Agustín Argüelles y Pérez de Castro. Más tarde, éste sería
debatido, votado y promulgado el 19 de marzo de 1812 (de ahí, el nombre de “la Pepa”).
Apenas conocida por el pueblo llano, se trata de un documento legal, de carácter liberal, que

constituida por 384 artículos, descansa sobre cuatro grandes principios:


A. Soberanía nacional: el poder político pertenecía a la nación española en su conjunto,
incluidos los habitantes de las colonias.
B. División de poderes: el poder legislativo fue confiado a unas Cortes unicamerales, el
ejecutivo al rey y sus ministros, y el judicial lo ejercían los tribunales. El régimen político era
una monarquía parlamentaria.
C. Reconocimiento de derechos individuales : libertad de imprenta, derecho de propiedad,
inviolabilidad de domicilio y derecho a la educación, entre otros.
D. Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, tanto a nivel territorial (supresión de todos
los fueros y leyes contrarias a la Constitución) y personal (los mismos códigos y tribunales
regirían para todos los españoles sin excepción).
Igualmente, en la Constitución de 1812 se recogían, además, el sufragio universal
masculino indirecto en cuatro grados (donde las mujeres no votaban y los electores no
elegían directamente a los diputados, sino a unos compromisarios que, a su vez, se encargaban
de designarlos), el catolicismo como religión oficial del Estado y la reorganización de las
fuerzas armadas, distinguiéndose entre un ejército permanente (encargado de la defensa
exterior de España) y la milicia nacional (creada para defender el régimen liberal contra
posibles enemigos internos).
Por último, las Cortes, además de la constitución, aprobaron otras medidas de carácter
económico y social que supusieron una ruptura total con el Antiguo Régimen. Las más
destacadas fueron la desamortización (que se hizo con el objeto de hacer frente a la deuda
del Estado), la supresión del régimen señorial (aboliéndose los derechos feudales y los
señoríos jurisdiccionales), la libertad de trabajo y de contratos (que suponía la eliminación
de los gremios y la limitación del poder de la Mesta) y la supresión de la Inquisición,
recibida con hostilidad por gran parte del clero.

3. CONCLUSIÓN.

En esta Carta Magna, los estudiosos han encontrado referentes ideológicos, como es la
influencia de la filosofía política francesa del siglo XVIII (Montesquieu y Rousseau), del
sistema parlamentario ingles y de las nuevas instituciones surgidas en Norteamérica, del
pensamiento económico de Adam Smith y la tradición teórica política española (el
iusnaturalismo de Suárez y Vitoria).
En suma, se trataba de configurar la formación de un nuevo régimen, basado en cuatro
grandes principios, y una nueva sociedad basada en los principios teóricos básicos del
liberalismo: libertad, igualdad y propiedad. Es decir, el fin del Antiguo Régimen y el inicio
de un nuevo tiempo para los españoles de los ambos hemisferios, la península e Iberoamérica.
Pero, la Constitución estuvo vigente durante dos años hasta que por el decreto de Valencia de
4 de mayo de 1814 el rey Fernando VII anuló dicha carta magna y todas las decisiones de las
Cortes de Cádiz..

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