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BLOQUE 05: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833): LIBERALISMO FRENTE

ABSOLUTISMO

TEMA 5.1: La Guerra de Independencia Española (1808-1813): antecedentes y causas. Bandos en


conflicto y fases de la guerra.

Antecedentes y causas de La Guerra de Independencia Española (1808-1813):

Carlos IV sube al trono en 1788. Su temor ante la expansión de la Revolución Francesa (1789)
provoca que destituya a los ministros ilustrados de gobierno, nombrando a Manuel Godoy como primer
ministro y en respuesta al guillotinamiento de Louis XVI (1793), España se une a la coalición
antifrancesa (1789-1795) hasta 1795, año en el que inicia una política profancesa y antibritánica.

A comienzos del siglo XIX, la monarquía española se encontraba en crisis debido a la escasez de
productos y a la subida de precios resultante de la Batalla de Trafalgar (1805) en la que España y
Francia fueron derrotados por Inglaterra. Esta crisis provocó el endeudamiento, la subida de impuestos
y las desamortizaciones eclesiásticas que propiciaron el descontento popular, la oposición a Godoy y a
Carlos IV y el apoyo a su hijo Fernando (VII).

Pese a la derrota, Godoy firma con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (1807), permitiendo el
avance de las tropas francesas por el territorio español con el objetivo de conquistar Portugal (principal
aliado de Inglaterra) a cambio del título del Príncipe de la Paz y algunos territorios.

Sin embargo, la llegada del ejército francés supone la ocupación napoleónica y en respuesta, Godoy
traslada a su familia a Aranjuez con la finalidad de enviarlos a América aunque fracasará en el intento
debido a que la nobleza y el clero llevarán a cabo el Motín de Aranjuez (marzo de 1808) con el que
consiguieron la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV.

Tras el motín, el Príncipe de Asturias se proclama como Fernando VII, rey y su padre acude a
Napoleón para recuperar el trono. Así pues se reúnen los tres en Bayona (1 de mayo, 1808), donde el
negociador francés consiguió las sucesivas abdicaciones de la corona española (7 de mayo, 1808);
primero de Fernando VII a Carlos IV y posteriormente a Napoleón, quien cederá el trono a su hermano
José I Bonaparte.

Tras la ocupación francesa y antes de las abdicaciones de Bayona, el general del ejército francés
(Murat) reprimió los levantamientos del pueblo madrileño del 2 de mayo y llevó a cabo los
fusilamientos del 3 de mayo, antecedentes de la Guerra de la Independencia Española (1808-1814).

Bandos en conflicto: En la guerra de liberación nacional contra el invasor francés, se enfrentaron:

El bando afrancesado que apoyaba las ideas ilustradas y revolucionarias francesas y era partidario de
José Bonaparte como rey.

El bando sublevado que rechazaba al invasor francés, apoyaba el retorno de Fernando VII y estaba
dividido entre absolutistas (partidarios de ula restauración del Antiguo Régimen) y liberales (partidarios
de un rey constitucional que apoyaría la separación de poderes, la soberanía nacional y los derechos y
libertades individuales).
Fases de la Guerra de Independencia Española (1808-1813):

1) En una primera fase (de mayo a otoño de 1808) caracterizada por las victorias del bando
sublevado, tuvieron lugar una contraofensiva española en los sitios de Gerona y Zaragoza y la
derrota francesa en la Batalla de Bailén que obligó a José I Bonaparte a abandonar Madrid.

2) La segunda etapa (de otoño de 1808 a enero de 1812) recoge victorias favorables para el bando
francés. Napoleón Bonaparte entra en España con la Grand Armée, dirigiendo personalmente las
operaciones militares, bombardeando ciudades y acorralando a los españoles en Cádiz hasta que
Inglaterra entra en el conflicto apoyando el bando sublevado español.

3) Es entonces cuando comienza la tercera fase (de enero de 1812 a agosto de 1813). Francia entra
en guerra con Rusia y Napoleón desplaza parte de su ejército, favoreciendo el contraataque inglés
y las victorias del bando sublevado en las Batallas de Arapiles, Vitoria y San Marcial.

4) Finalmente, ante la imposibilidad de mantener los dos frentes abiertos, Napoleón retira sus tropas
de España con el Tratado de Valençay (1813), provocando el fin de la guerra y la restauración
borbónica de Fernando VII

Consecuencias de la Guerra:

La guerra causó importantes daños humanos, económicos y materiales que abarcan desde:

- Una elevada tasa de mortalidad (50% en algunos sitios)


- Un gran endeudamiento (el déficit público 20 veces mayor que los ingresos)
- Caída de la producción industrial agraria y ganadera
- Destrucción de infraestructuras
- Pérdida de parte del patrimonio artístico y del apoyo internacional
TEMA 5.2: Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812.

Las Cortes de Cádiz:

Mientras Carlos IV y Fernando VII se encuentran presos en Bayona, existe un vacío de poder debido a
que los sublevados españoles no reconocen a José I Bonaparte como rey. Este vacío legal resultó en la
creación de unas Juntas (divididas en locales, provinciales y la Junta Central Suprema) que asumieron
el gobierno del país, la soberanía nacional y dirigieron la resistencia frente a Francia, dándose la
primera vez en la que el pueblo español ejerce su soberanía y rompe con el Antiguo Régimen (inicio del
liberalismo político).

La Junta Central Suprema inició una convocatoria (Cádiz, 1810) de las Cortes Constituyentes que
llevaron a cabo reformas políticas, sociales y económicas y se reunieron el 24 de septiembre de 1810
para la creación de la primera constitución de España (“La Pepa”). Sin embargo, la invasión de
Andalucía por las tropas francesas provoca que la Junta Central Suprema ceda su poder al Consejo de
Regencia con base en San León, Cádiz.

Características de las Cortes Constituyentes de Cádiz:

Las Cortes Constituyentes de Cádiz estaban divididas entre: absolutistas (partidarios de restaurar el
Antiguo Régimen con Fernando VII como rey), jovellanistas o ilustrados (partidarios de las ideas del
despotismo ilustrado) y liberales (que pretendían establecer un régimen constitucional y liberal en
España).

Eligieron a Fernando VII como rey legítimo y, con el objetivo de implantar el liberalismo (igualdad
jurídica + libertad económica), aprobaron una serie de medidas políticas, sociales y económicas entre
las que destacan: la creación de unos decretos reformistas con el objetivo de eliminar el Antiguo
Régimen (abolición del régimen feudal entre otros), la abolición de la Inquisición, la autorización para
arrendar y vender las tierras de la Iglesia, el reconocimiento de la libertad de comercio e industria y las
libertades individuales, la supresión de los gremios y la mesta y la eliminación de la censura.
La Constitución de 1812:

La Constitución de 1812 (“La Pepa”) era de carácter progresista y contaba con 384 artículos (en su
mayoría liberales e inspirados en las constituciones de Francia). Su periodo de vigencia comprenderá
tres etapas: 1812-1814, 1820-1823 y 1836-1837 hasta que, finalmente, fue derogada por Fernando VII.

Soberanía: - Soberanía nacional representada por las cortes.

Separación imperfecta - Legislativo en manos de las cortes unicamerales y el rey, capaces


de poderes debido a de elaborar leyes y aprobar presupuestos del Estado
que el rey nombra al - Ejecutivo en manos del rey, quien propone, ejecuta, sanciona y crea
jefe del gobierno: (cada dos años) leyes además de dirigir el ejército y designar a los
ministros.
- Judicial en manos de Tribunales de justicia que juzgaban en base a
las leyes.

Relación entre - Separación de poderes .


poderes:

Formación de las - Cortes unicamerales con diputados.


Cortes:

Sufragio: - Sufragio universal masculino e indirecto (parroquia, municipio,


provincia, Estado).

Derechos: - Reconoce los derechos y libertades fundamentales (derecho a la


propiedad privada, inviolabilidad del domicilio, educación elemental,
libertad de prensa y de pensamiento y opinión…).

Otras características: - Establece el catolicismo como la única religión oficial.


- Crea la Milicia Nacional para defender las ideas liberales, el servicio
militar obligatorio y el reparto proporcional de los impuestos (en
función de los bienes y la renta).

La Constitución de 1812 defendía la soberanía nacional (representada por las cortes) y la formación de
unas cortes unicamerales cuyos diputados eran elegidos por sufragio universal masculino indirecto
(parroquia, municipio, provincia, Estado) .

Además abogaba por la separación imperfecta de los poderes ejecutivo (en manos del rey: quien
propone, ejecuta, sanciona y crea cada dos años las leyes, dirige las operaciones militares y designa a
los ministros de gobierno), legislativo (en manos de las cortes y el rey, capaces de elaborar leyes y
aprobar presupuestos del Estado) y judicial (en manos de los Tribunales de Justicia que juzgaban en
base a las leyes).

También reconocía los derechos y las libertades fundamentales (libertad de prensa, pensamiento y
expresión, derecho a la inviolabilidad del domicilio, derecho a la propiedad privada, derecho a la
educación elemental, etc) y estableció la Milicia Nacional (para defender el liberalismo), el servicio
militar obligatorio, el catolicismo como la única religión oficial y un reparto de impuestos proporcional a
los bienes y la renta.
TEMA 5.3: El reinado de Fernando VII: liberalismo frente al absolutismo. El proceso de independencia
de las colonias americanas.

Mientras Fernando VII estaba preso en Bayona (1808-1814) firmó el Tratado de Valençay (1813) con
Napoleón, quien le devuelve la corona española. Tras su regreso, España queda dividida en liberales
que perseguían un rey constitucional que acatase la Constitución de 1812 y absolutistas que, con
apoyo del ejército y de 69 diputados, firman el Manifiesto de los Persas (12 de abril, 1814) animando al
rey a restaurar el absolutismo.

El sexenio absolutista (1814-1820):

Sin embargo, Fernando VII no cumple su promesa de acatar un régimen constitucional y en su lugar,
restaura el Antiguo Régimen, iniciando así el sexenio absolutista (1814-1820). Durante este periodo;

- Deroga la Constitución de 1812


- Elimina la obra legislativa de las Cortes de Cádiz a excepción de los derechos jurisdiccionales
- No expande medidas para sanear la Hacienda
- Mantiene la exención fiscal de los antiguos grupos privilegiados
- Persigue y reprime a liberales y afrancesados

No obstante, las ideas ilustradas que llegan a latinoamérica y las medidas implantadas por las Cortes
calan en la sociedad, produciendo un malestar popular frente a la política absolutista del rey. Esto
genera pronunciamientos militares a favor de la Constitución que terminarán fracasando hasta el
pronunciamiento militar exitoso de Rafael Riego (1820), que dio comienzo al trienio liberal (1820-1823).

Trienio liberal (1820-1823):

Durante este periodo, el rey fue obligado a acatar la Constitución de 1812y los liberales llevaron a cabo
una serie de reformas;

- Convocaron elecciones restaurando el liberalismo


- Suprimieron el mayorazgo y régimen feudal
- Limitaron el diezmo y realizaron desamortizaciones eclesiásticas para sanear la deuda
- Abolieron la Inquisición
- Eliminaron los gremios
- Rescataron la Milicia Militar y el Código Penal
- Impulsaron la educación en tres niveles (primaria, secundaria y universidad)

Fernando VII ejerció un veto suspensorio que concedió a la Constitución para boicotear las Cortes y los
absolutistas, la nobleza y el clero realizaron conspiraciones tras la pérdida de sus privilegios. A la
oposición se unió el campesinado, descontento por la pérdida de la propiedad de las tierras que le
garantizaba el régimen feudal y los liberales se dividieron en moderados o doceañistas (partidarios de
evitar problemas con el rey y de reformas moderadas que favorecieran a la nobleza y el clero) y
exaltados o veinteañistas (partidarios de acatar la Constitución en su totalidad e implantar medidas
más radicales que favorecieran a las clases populares).
Fin del Trienio Liberal (1820-1823) y comienzo de la Década Ominosa (1823-1833):

El Trienio Liberal acaba con la petición de ayuda de Fernando VII a la Santa Alianza (Austria, Prusia y
Francia), encargada de defender el absolutismo. Es entonces, cuando el ejército francés de los Cien Mil
Hijos de San Luis entra en Madrid, anulando la reforma liberal a excepción de la abolición de la
Inquisición y restaurando el absolutismo.

A continuación, comienza la Década Ominosa (1823-1833), un periodo en el que el rey Fernando VII
adopta una política de represión contra los liberales y en el que tienen lugar;

- La ejecución de María Pineda y el general José María de Torrijos y Uriarte (1831)

- La división de los absolutistas en reformistas (sector moderado apoyado por el rey Fernando
VII para realizar la reforma fiscal y sanear la Hacienda) y realistas (sector radical dirigido por el
hermano del rey, Carlos María Isidro).

- El nacimiento de Isabel II, la abolición de la Ley Sálica (1830) que impedía reinar a dos
mujeres, la activación la Pragmática Sanción que permitía el reinado de una mujer siempre y cuando
no tuviese un descendiente varón y la oposición de Carlos Mª Isidro, quien aprovecha la enfermedad del
rey para convencerle y suprimir la pragmática tras Los Sucesos fallidos de la Granja (1832).

Sin embargo el rey se recuperará, restablecerá el vigor de la pragmática, desterrará a su hermano a


Portugal, sustituirá a los ministros carlistas por el absolutista moderado Cea Bermúdez y morirá en
1833, dando paso a la Primera Guerra Carlista entre absolutistas o carlistas y liberales o isabelinos.

La emancipación de América Latina:

A lo largo de los siglos XVI-XVIII, los borbones se hacen con el control socioeconómico (no político) de
América Latina hasta la llegada de las ideas ilustradas y la independencia de EEUU, acontecimientos
inspiradores para su proceso de emancipación que culminaron durante el reinado de Fernando VII, en
respuesta a la política centralista borbónica.

Destacan las proclamaciones de independencia de Buenos Aires (1810), Paraguay (1811), Nueva
Granada (1811) y más zonas hasta que las tropas de Bolívar desde el norte y las tropas de San Martín
desde el sur convergieron en Perú para derrotar a las tropas españolas en la Batalla de Ayacucho
(1824).

Cuando termina el reinado de Fernando VII, España sólo conserva Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La
pérdida de las colonias hispanoamericanas que pasaron a ser repúblicas independientes fue un
desastre fue militar y económico para España (el comercio de Cataluña se vio reducido y la Hacienda
Real perdió una importante fuente de ingresos) aunque para América Latina supuso el fin del dominio
español.
BLOQUE 06: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868).

TEMA 6.1: El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y
conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.

Durante el reinado de Isabel II, se configuró una monarquía constitucional inspirada en los principios del
liberalismo político, se asentaron las bases de una economía capitalista e industrial y desapareció
la vieja sociedad estamental del Antiguo Régimen, dando lugar a la nueva organización social,
dividida en clases. Su reinado se caracterizó por la alternancia de gobierno entre progresistas y
moderados (con tendencia al moderantismo) en un clima de inestabilidad política resultante de los
continuos pronunciamientos militares y comprendió dos grandes etapas; la minoría de edad de Isabel II
(1833-1843) y su reinado efectivo (1844-1868).

6.1.1. Las guerras carlistas.

Tras la derogación de la Ley Sálica (1830) con la que Fernando VII permitía el reinado de Isabel II, el
hermano del monarca (Carlos Mª Isidro) reclamó su derecho al trono con el Manifiesto de Abrantes
(1833), dando lugar a una serie de guerras que se suceden a lo largo del siglo XIX: las guerras carlistas.
Las guerras se polarizan en 2 bandos;

- El bando carlista (“Dios, Patria, Rey y Fueros”) que predominaba en las zonas rurales de País
Vasco, Navarra y Cataluña y defendía el absolutismo real, la confesionalidad del estado, la sociedad
estamental y el mantenimiento de los fueros tradicionales vascos y navarros.

- El bando isabelino que predominaba en las ciudades (en el centro y en el sur del país)y se
asociaba ideológicamente con el liberalismo.

En la primera guerra carlista (1833-1840) tienen lugar:

1. Una primera etapa (1833-1835) en la que el general Zumalacárregui organiza el ejército carlista.

2. Una segunda etapa (1835-1837) en la que se producen las fallidas Expediciones Reales (que
buscan el apoyo nacional del bando carlista).

3. Y una tercera etapa (1837-1840) en la que Espartero y Maroto firman el Convenio de Vergara
(1839), que pone fin al conflicto con la victoria favorable para el bando isabelino, aunque algunos
carlistas continuarán luchando hasta 1840.

A pesar de su derrota militar, el carlismo siguió latente y dio lugar a 2 guerras más; la segunda guerra
carlista (1846-1849) y la tercera guerra carlista (1872-1876).
6.1.2. El reinado no efectivo de Isabel ll: Las regencias (1833-1843).

Primera regencia: María Cristina de Nápoles (1833-1840):

En su primera regencia (1833-1840), Martínez de la Rosa redacta el Estatuto Real (1834), una carta
centrada en la reforma de las Cortes bicamerales (Próceres y Procuradores), que reducía el número
de votantes al 0,15% de la población (sufragio electoral) y le concedía gran poder a la regente. Sin
embargo, debido a una revuelta liberal, la regente de Isabel II (María Cristina de Nápoles) se vio
obligada a retomar la Constitución de 1812 que fue sustituida rápidamente por la Constitución de 1837.

La Constitución de 1837

La Constitución de 1837 era de carácter progresista, apoyaba la soberanía nacional, y la


colaboración de poderes (legislativo en manos de las cortes bicamerales y el rey, ejecutivo en manos
del rey y judicial en manos de los Tribunales y Juzgados), defendía el papel destacado de las cortes
(con un Senado y un Congreso de diputados elegidos por sufragio directo y censitario al 5% de la
población como establecía la nueva ley electoral) y reconocía los derechos de los ciudadanos, la
limitación del poder del monarca y el culto al catolicismo.

Segunda regencia: El General Espartero (1840-1843):

En su segunda regencia (1840-1843), el general Espartero gobernó de forma dictatorial, reprimiendo a


liberales moderados y poniendo en riesgo la industria catalana con su política librecambista hasta la
revuelta militar moderada de Nárvaez (1843), que provocó el exilio de Espartero a Londres y la caída
del gobierno. En consecuencia, las Cortes, con la intención de evitar una nueva regencia, adelantaron la
mayoría de edad de Isabel II a los trece años (edad con la que fue coronada oficialmente).
6.1.3. El reinado efectivo de Isabel ll (1844-1868)

Década moderada (1844-1854):

La primera etapa del reinado oficial de Isabel II, la década moderada (1844-1854), comenzó
con la aprobación de la Reforma Fiscal (1845) y la derogación de la Constitución de 1837. Isabel
redactó la Constitución de 1845 de carácter moderado en la que la soberanía nacional quedó
compartida entre las cortes bicamerales y el rey, aunque este último recibiría más poder (elección
de los miembros del Senado, nombramiento de ministros y disolución de las Cortes). En este periodo se
crea la Guardia Civil (1844), se establece la Ley de Ayuntamientos (1845) y se firma el Concordato
con la Santa Sede (1851).

Bienio Progresista (1854-1856):

Con el fin de forzar a la reina a admitir las reformas democráticas interrumpidas en 1844, Cánovas del
Castillo y Leopoldo O'Donnell redactaron el Manifiesto de Manzanares (1854) y provocaron una
movilización progresista. En respuesta, la reina llamó a Espartero y dio comienzo al Bienio Progresista
(1854-1856), en el que se aprobaron la desamortización de Madoz (1855) y la Ley de Ferrocarriles
(1855).

Segunda etapa liberal conservadora (1856-1868)

No obstante, la presión de los moderados hace caer de nuevo a Espartero, dando paso a la Segunda
etapa liberal conservadora (1856-1868) con los gobiernos de Narváez y la Unión Liberal de O’Donnell.

Durante este periodo se aprueba la Constitución de 1856 que nunca llegó a ser promulgada y leyes
importantes como la Ley de Moyano (1857).

Los últimos años se caracterizan por múltiples crisis. El desprestigio de la reina provocó un pacto entre
progresistas y demócratas para destronarla (Pacto de Ostende, 1866) hasta la sublevación de la
armada española que dio comienzo a la Revolución Gloriosa (1868).
TEMA 6.2: El reinado de Isabel II (1833-1868): Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la
sociedad estamental a la sociedad de clases.

La España del siglo XIX experimenta una lenta transición entre la economía agraria del Antiguo
Régimen y la economía capitalista e industrializada.

La agricultura siguió siendo la actividad económica más importante (2/3 de la población activa
participaba en ella). Sin embargo, era necesario adoptar medidas agrícolas debido a la desigual
distribución de la tierra en manos de la nobleza que gracias a la institución del mayorazgo no podía
enajenar ni dividir sus tierras.

Para solucionar los problemas de ausencia de tecnológica, bajos rendimientos agrícolas y pésima
orografía del terreno, se llevaron a cabo durante los gobiernos liberales de la regencia de Mª Cristina y
el reinado de Isabel II las desamortizaciones (expropiaciones de bienes en manos muertas y su
posterior subasta para amortizar la deuda pública por parte del Estado). Las principales
desamortizaciones fueron :

La desamortización de Mendizábal (1837-1845) Buscaba sanear la Hacienda, financiar la Primera


Guerra Civil Carlista y contentar a la burguesía con la intención de obtener el apoyo de los liberales.
Consistía en la venta de las propiedades eclesiásticas mediante una subasta pública, el pago era el
20% al contado y en metálico y el resto aplazado 8 años o bien comprando deuda pública.

La desamortización de Madoz (1855-1867) se inició durante el bienio progresista (1854-1856) e incluía


tanto las tierras de la Iglesia aún no vendidas como las propiedades municipales. La situación política y
fiscal no era grave, por lo que se pretendía reducir la deuda pública y crear infraestructuras para
modernizar la economía.

Como consecuencia de las desamortizaciones, se aumentaron las superficies de cultivo (lo que resultó
en un aumento de la producción), las familias más poderosas conservaron sus patrimonios y a pesar de
la reducción de la deuda pública, se produjo el endeudamiento con el exterior.

Se produjo una oligarquía agraria marcada por las diferencias de poder político y económico debido a
que la burguesía (principal compradora) se enriqueció y los campesinos (que se quedaron con las
peores tierras) empobrecieron. Los jornaleros también aumentaron.
Durante siglos, la sociedad fue estamental pero, a partir de la muerte de Fernando VII se asentaron las
bases de una sociedad en la que todos los individuos eran iguales ante la ley. Los estamentos se
eliminaron, dando paso a una nueva sociedad de clases en la que la población se divide en función de
su nivel de renta.

Principales cambios sociales

La nobleza desapareció como categoría en los censos y la burguesía, vinculada al proceso de


modernización económica y con dinero, defendió el liberalismo político (sufragio censitario y propiedad
privada) y el progresismo cultural. Aunque estaban en su momento de esplendor temían el movimiento
obrero, por lo que buscaban el apoyo del ejército (generales y oficiales de clases medias y altas).

Las clases medias estaban formadas por el ejército y la pequeña burguesía (pequeños empresarios,
comerciantes, agricultores medios, funcionarios y profesionales liberales). Eran partidarias de reformas
moderadas que no pusieran en peligro su estabilidad.

La mayor parte de la población pertenecía a las clases bajas. El latifundismo y minifundismo y los
sistemas de producción arcaicos hicieron que la vida del campesinado fuera muy dura y que el mundo
rural siguiera anclado en el pasado.

Un gran cambio social del siglo XIX fue la aparición de la clase obrera industrial. El desarrollo de la
industria hizo que miles de trabajadores se trasladaran del campo a las ciudades. El resultado fue el
crecimiento de los barrios obreros (barracas y chabolas), sin condiciones higiénicas adecuadas que
trabajarían en las fábricas con jornadas de 12 a 14 horas, salarios bajos, paros y explotación infantil. El
analfabetismo era general.

A mediados de siglo, el 55% de la población agraria era jornalera, 11% arrendataria y 34% propietaria.
Las medidas liberales provocaron manifestaciones violentas que fueron duramente reprimidas y en
consecuencia, se extendieron las doctrinas comunistas y anarquistas rápidamente en las zonas rurales.
TEMA 6.3: El sexenio democrático (1868-1874): La constitución de 1869. Evolución política: gobierno
provisional, reinado de Amadeo I y la primera república.

Comienzos del sexenio democrático (1868-1874):

El sexenio democrático (1868-1874) comienza tras la Revolución Gloriosa (1868), evento histórico que
puso fin al reinado de Isabel II (1833-1868) y fue motivado por;

- Una crisis moral debida a que los grupos y camarillas cercanos a la reina ignoraron las
reivindicaciones de los campesinos y de otros sectores populares y a la corrupción que resultó
en la impopularidad de la reina.

- Una crisis económica debida a la inestabilidad europea que repercute en los bancos de Madrid
y Barcelona y en la Bolsa, afectando también a la industria siderometalúrgica, la industria textil y
a las compañías ferroviarias y favoreciendo el paro obrero, la aparición de un clima de
revolución, malas cosechas, hambrunas, subida de precios...

- Una crisis política debida a las muertes de O'Donnell (1867) y Narváez (1868). Los grupos de
oposición firmaron el Pacto de Ostende (1866) que pretendía la destrucción de la reina, la
abolición del impuesto de consumos y la supresión de las quintas, además del sufragio universal
y la convocatoria de unas Cortes.

La Revolución Gloriosa (1868) y las elecciones de 1869:

La sublevación militar (Cádiz, 1868), encabezada por el almirante Topete y apoyada por los generales
Serrano y Juan Prim, surgió tras la publicación del manifiesto “Viva España con honra” con el que
denunciaban la corrupción de la monarquía y anunciaban un gobierno provisional convocado por
sufragio universal electoral. Se extendió por todo el país convirtiéndose en un levantamiento popular
hasta la Batalla de Alcolea que supuso la caída del gobierno y la derrota de la reina Isabel II.

Tras su exilio a Francia, progresistas, demócratas y republicanos unionistas formaron un gobierno


de coalición, presidido por Serrano, que disolvió las Juntas Locales Revolucionarias creadas tras el
pronunciamiento de Tapete y convocó, por sufragio universal masculino directo para mayores de 25
años, las elecciones de 1869 que resultaron en el triunfo de Serrano y Prim.

La Constitución de 1869:

Las nuevas Cortes Constituyentes redactaron la Constitución de 1869 de carácter progresista que
establecía la soberanía nacional y la separación de poderes (legislativo en manos de las cortes
bicamerales elegidas por sufragio universal masculino para mayores de 25, ejecutivo en manos de
los ministros y judicial en manos de los Tribunales), limitaba el poder del rey con la monarquía
parlamentaria como forma de Estado, y defendía los derechos y libertades individuales (libertad de
culto, de enseñanza, el derecho de asociación…).
Gobierno provisional:

El nuevo gobierno provisional estaba presidido por Prim, que pretendía unir a los partidos, conseguir
un candidato al trono y un desarrollo legislativo. Esta etapa se vio marcada por la regencia de Serrano
y por diversos problemas como el descontento de los republicanos ante la monarquía y la conflictiva
desigualdad de las clases sociales.

Reinado de Amadeo I de Saboya (1871 jura la constitución - 1873 abdica):

Tras una guerra entre Francia y Prusia, se produjo una votación (1870) que se decantó a favor de
Amadeo I de Saboya para convertirse en rey y tres días antes de su llegada a Cartagena, Prim fue
asesinado.

El reinado de Amadeo Saboya se caracterizó por una gran inestabilidad política (seis gobiernos en
dos años) debido a su falta de experiencia y a la desconfianza del pueblo (desprecio de la nobleza y
la alta sociedad y enfrentamiento de los sectores industriales de la Iglesia así como de los carlistas y
republicanos). Finalmente, decidió abdicar y volver a Italia (1873), dando paso a la Primera República.

La Primera República (11 febrero 1873 - 29 diciembre 1874):

La Primera República (1873-1874) se instauró como resultado de una frágil alianza entre radicales y
republicanos unitarios. No obstante, las disputas entre federalismo y unitarismo por la concepción del
Estado, así como entre el conservadurismo y la transformación social provocaron una crisis de carácter
político (cuatro presidentes en once meses) y económico (impago de los intereses de la deuda pública
de 1873).

A pesar de que ciertas reformas (reducción de jornada laboral a 9 horas, el reparto de tierras a
campesinos o la eliminación del servicio militar obligatorio) fracasaron provocando el enfrentamiento de
la república con la burguesía y el ejército, otras (prohibición del trabajo de niños menores de 10 años en
las minas, abolición esclavitud…) sí fueron emprendidas.

Además, existía una división entre republicanos unitarios que querían una república centralizada y
republicanos federalistas que deseaban una república federal con autogobierno en las regiones. El
problema se acentuó con el movimiento cantonalista que pretendía una revolución social a nivel local.
Se proclamaron diversos cantones en zonas de Levante, Murcia y Andalucía que establecieron
gobiernos comunales hasta la Restauración Borbónica con la monarquía con Alfonso XII (1885), un
régimen político oligárquico y caciquil cuyas directrices fueron definidas por Cánovas del Castillo.
BLOQUE 07: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN
NUEVO SISTEMA POLíTICO (1874-1902)

TEMA 7.1: La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del castillo y el turno de partidos.
La Constitución de 1876.

El sistema bipartidista de Cánovas del Castillo y el proceso electoral:

La Restauración Borbónica (1875-1931) comienza con el Manifiesto de Sandhurst (1 de diciembre,


1874) en el que Alfonso XII, proclamado rey tras el pronunciamiento militar del general Martínez
Campos (Sagunto,1874), establecía una monarquía constitucional de carácter liberal y Cánovas del
Castillo, autor del Manifiesto de Manzanares (1854) y miembro de la Unión Liberal y del partido
alfonsino durante el sexenio democrático (1868-1874), orientó el cambio político hacia un sistema
bipartidista con alternancia pacífica (turnismo) entre;

- El Partido Conservador, que fue creado por Cánovas del Castillo, integraba a los miembros del
antiguo partido moderado, era apoyado por la Iglesia, el ejército, la oligarquía financiera y los
grandes propietarios rurales y defendía el sufragio censitario, la exclusividad de la religión
católica, las libertades limitadas (prensa, asociación, cátedra) y el proteccionismo económico.

- El Partido Liberal, que fue creado por Sagasta, estaba formado por progresistas y radicales,
era apoyado por las clases medias y la baja burguesía y abogaba por la soberanía nacional, el
sufragio universal masculino y en definitiva, por las libertades y los derechos individuales
(libertad de culto…).

No existían diferencias notables entre ambos partidos (conservadores y elitistas), que compartían los
intereses de la misma clase social burguesa. De hecho, guardaban características en común (defendían
la monarquía, la constitución del Estado unitario y centralista y la propiedad privada) pero su alternancia
de poderes se tradujo en cambios de gobierno previamente pactados (con el rey) que seguían el
siguiente proceso electoral:

1) El rey disolvía las cortes y los partidos convocaban las elecciones. En Madrid, los oligarcas
transmitían instrucciones a los gobernadores civiles en las ciudades y a los caciques en los pueblos.

2) Estos elaboraban el encasillado (listas de candidatos que debían salir elegidos en cada localidad).

3) El resultado se obtenía mediante la manipulación del censo (primero se recurría a la compra de


votos, extorsiones, amenazas y coacciones y, si no funcionaban, después se recurría al pucherazo:
manipulación directa de las elecciones).
La Constitución de 1876:

En este periodo se configuró la nueva Constitución de 1876 que reflejaba el modelo político ideado por
Cánovas del Castillo. Era de carácter conservador, moderado y flexible (siendo compatible con el
turnismo), contaba con 89 artículos breves y ambiguos y su periodo de vigencia comprende dos etapas:
desde su creación hasta la dictadura de Primo de Rivera (1876-1923) y de 1930 hasta 1931.

Esta Constitución establecía una soberanía nacional compartida entre el rey y las Cortes bicamerales
(cuyo Senado era elegido por sufragio censitario hasta que se aprueba el sufragio universal masculino
en 1890). Defendía la separación imperfecta de los poderes ejecutivo (en manos del rey), legislativo (en
manos de las Cortes y el rey) y judicial (en manos de los Tribunales y los Juzgados). Además, recoge
vagamente las libertades y los derechos básicos (sin aplicar ni legislar) y establece el catolicismo como
religión oficial.

Antes de su muerte, el rey se aseguró de mantener su estabilidad política frente a la oposición carlista y
republicana (entre 1875 y 1881 gobierna el partido Conservador y entre 1882-1884 el partido Liberal)
con el Pacto de El Pardo (1885), un acuerdo entre Sagasta y Cánovas del Castillo que brindaba
estabilidad de la regencia de su esposa Mº Cristina de Habsburgo (que asumió el poder hasta la
mayoría de edad de Alfonso XIII).

Entre 1885 y 1891 y durante la regencia gobierna el partido Liberal, que desarrolla medidas reformistas
como la Ley de Asociaciones (1887), la Ley de Jurado (1888), la creación del Código Civil (1889) o la
ley electoral de 1890 por la que se establecía el sufragio universal masculino hasta la mayoría de edad
del hijo de Mª Cristina, Alfonso XIII.

TEMA 7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus
consecuencias económicas, políticas e ideológicas.

La liquidación del imperio colonial español, que se dio en un contexto en el que las potencias de
Inglaterra, Alemania y Francia crecieron notablemente, destaca dentro de la política exterior de la
Restauración. La influencia de los Estados Unidos fue de vital importancia en este proceso y, junto al
anhelo autonomista de cubanos y filipinos, provocó el “Desastre del 98”.

Entre los antecedentes a la Guerra de Cuba (1895-1898) destacan los conflictos anteriores entre
españoles y cubanos, como la Guerra Larga (1868-1878), que empezó con el Grito de Yara y terminó
con la Paz de Zanjón; la Guerra Chiquita (1879); y las insurrecciones de 1883 y 1885. Las causa
principal de estos problemas fue la negativa de España a conceder una mayor autonomía a la isla, muy
deseada por los cubanos, quienes también querían una reducción del número de españoles que
llegaban a Cuba para mantener el sistema de poder colonial. En este marco apareció EEUU. El país
había hecho varias ofertas a España por la isla, que habían sido rechazadas por la importancia
comercial de ésta (aunque EEUU era el mayor comprador de su azúcar y tabaco). Un arancel
económico español en 1891 prohibió el comercio con EEUU, lo que hizo que aumentaran las tensiones
y desató la Guerra de Cuba.
En el conflicto destacan las figuras de José Martí (líder civil) y Máximo Gómez (líder militar), fundadores
del Partido Revolucionario Cubano, redactores del Manifiesto de Montecristi y promotores del
levantamiento de 1895 que dio comienzo a la guerra, el Grito de Baire. Casi al mismo tiempo, José
Rizal inició la guerra en Filipinas. En Cuba empezó una fase de negociación (1895-1896), en la que un
anciano Martínez Campos vaticinó la gran crisis a la que se iba a enfrentar España y dimitió. La
segunda fase de la Guerra de Cuba fue una guerra de desgaste (1896-1897), en la que se envió a
Valeriano Weyler y 200 000 soldados a la isla. Éstos crearon trochas, lo que provocó una gran cantidad
de muertes por enfermedad. Pese a la superioridad numérica, los cubanos contaron con el apoyo de
EEUU y un mejor conocimiento del terreno, lo que no se lo puso fácil a los españoles.
En España, en 1897 se asesinó a Cánovas del Castillo y subió al poder Sagasta, que propuso aumentar
la autonomía cubana. En la tercera fase de la guerra, EEUU intervino activamente tras el hundimiento
del acorazado americano Maine en febrero de 1898. Los Estados Unidos lanzaron un ultimátum a
España, acusandola de haberlo hundido (a día de hoy no se sabe si esto es real, si fue un accidente o
el propio EEUU): o España vendía Cuba en tres días o se le declararía la guerra. España se negó y
EEUU desembarcó en Guantánamo tomando rápidamente Santiago de Cuba. En Filipinas, al mismo
tiempo, España fue vencida en tres horas en Cavite, aunque en Manila aguantó todo un mes.

Entre las consecuencias de la guerra destaca la firma del Tratado de París en diciembre de 1898, en el
que España renuncia a Cuba. Filipinas se vende por 20 M $ y Guam y Puerto Rico son cedidas. En
1899 se venderán Palaos y Las Marianas a Alemania. Hay que señalar, además, los más de 120000
muertos y el regreso de los soldados españoles en condiciones pésimas, tanto físicas como mentales.

Entre las repercusiones del 98 destaca el resentimiento militar hacia la clase política, que será clave
para explicar la intervención de los militares en la política del siglo XX, con las dictaduras de Primo de
Rivera (1923-30) y Franco (1939-1975). Además, crece el sentimiento antimilitarista y el nacionalismo.

Se pone fin al imperio colonial y España pasa a ser un país de segundo orden, cuyas ambiciones
coloniales se centrarán ahora en África. La economía ve una subida de precios y surge el
regeneracionismo como movimiento intelectual, que acusa a la Restauración de ser una lacra,
promoviendo reformas para el bien común sin participación política. Destacan Silvela y Joaquín Costa,
que denuncian el aislamiento, la corrupción y el atraso de España. Como consecuencia de este
movimiento surgirá la Generación del 98 con autores como Azorín, Baroja, Unamuno, etc.
TEMA 7.2: La restauración borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y regionalismo
gallego. El movimiento obrero y campesino.

7.2.1. Movimientos regionalistas

El regionalismo político surgió en la España de finales del siglo XIX. Se trataba de un movimiento de
carácter moderado (creación de instituciones propias, autonomía administrativa) que, junto al carlismo
(derecha del sistema) y los republicanismos (izquierda) unitario y federalista, se opuso al gobierno
bipartidista que se desarrolló durante la Restauración alfonsina (1874-1885), establecido por Cánovas y
Sagasta.

Regionalismos gallego y valenciano:

Los regionalismos surgieron principalmente en Valencia, Andalucía y Galicia, donde reaccionaron ante
el atraso económico y la marginación de sus regiones.

Cabe destacar el regionalismo gallego, cuyo primer conato de levantamiento autonomista, progresista
y revolucionario fue duramente reprimido por el gobierno isabelino (1846). No obstante, Rosalía de
Castro y la Asociación Regionalista Gallega (1889), fundada por Murguía y Brañas impulsaron el
Rexurdimento: un movimiento cultural que promovía el uso de la lengua gallega como vehículo de
expresión social y cultural.

7.2.2. Movimientos nacionalistas (principalmente en Cataluña y País Vasco).

Con los cambios socioeconómicos de la industrialización, los regionalismos evolucionaron hasta los
nacionalismos: movimientos políticos de carácter más radical que reclamaban la descentralización del
Estado liberal a través de la independencia de sus territorios (conservadores) o la configuración de una
república federal (progresistas), difundir la historia, la lengua, las tradiciones y la identidad de su
comunidad y recuperar los fueros que habían perdido con los Decretos de Nueva Planta.

Evolución del nacionalismo catalán:

1) El nacionalismo catalán tiene su origen en la Renaixença y surgió con la república federal de Pi y


Margall durante el Sexenio Democrático.

2) Se desarrolló durante la Restauración con la creación del Centre Catalá de Valentí Almirall, que
proclamaba la autonomía de Cataluña con el manifiesto Lo Catalanisme (1886).

3) Después, se publicaron Las Bases de Manresa (1892): primer documento oficial en el que se
reclama la independencia catalana.

4) Finalmente, Prat de la Riba y Francisco Cambó crearon el primer gran partido catalanista: la Lliga
Regionalista (1901), precursora de la actual Ezquerra Republicana y resultante de la fusión de la Unió
Regionalista y de la antigua Unió Catalanista.
Evolución del nacionalismo vasco:

El nacionalismo vasco nace tras el centralismo de Cánovas del Castillo, que terminó con el foralismo de
los territorios vascos (Constitución de 1876) en un momento caracterizado por la llegada de distintos
inmigrantes de España (“maketos”).

Sabino Arana, nacido en el seno de una familia católica y carlista, es considerado el fundador del
nacionalismo vasco debido a que creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) con el que defendía la
independencia de Euzkadi. El lema del PNV era “Dios y ley vieja” y con él, reflejaba sus posturas
ultracatólicas, antiliberales y antiespañolistas (se oponía a la industrialización, el capitalismo, la
centralización y el mestizaje español).A partir de 1898, comenzó el independentismo radical.

7.2.3. Movimiento obrero y campesino

En respuesta a la Revolución Industrial (responsable de la explotación infantil, las jornadas laborales


mal pagadas y de hasta 14 horas, el paro de miles de trabajadores agrícolas que vivían en unos barrios
obreros formados por barracas y chabolas sin condiciones higiénicas y favoreciendo el desarrollo de
epidemias como la cólera y la tuberculosis, una tasa de analfabetismo del 69% en hombres y del 92%
en mujeres, etc), la etapa final del siglo XIX estuvo marcada por la aparición de la clase obrera.

Tras la prohibición de las “sociedades de ayuda mutua” que protegían las pagas de los obreros (1844),
estalló una huelga general en Barcelona (1855) que provocó la alianza de la clase obrera con partidos
demócratas y republicanos.

En este contexto, se puso en vigor la Ley de Trabajo (1855) que regulaba las jornadas laborales y, tras
una serie de movilizaciones a algunos partidos demócratas y republicanos (1863), los obreros pusieron
todas sus esperanzas en la Revolución Gloriosa (1868), que les defraudó tanto como los gobiernos
liberales (a pesar de que derrocó a Isabel II). Esta revolución propició la separación definitiva de la clase
obrera con los partidos demócratas y republicanos que, con la aprobación de la Ley de Asociaciones
(1887), empezó a formar sus propios partidos obreros (con influencias marxistas y anarquistas).

- El socialismo marxista fue introducido en el país por Paul Lafargue (1871) y secundado por el
PSOE, partido político fundado por Pablo Iglesias (1879) que evolucionó hasta el reformismo
socialdemócrata. Con el tiempo, Pablo Iglesias también fundó la UGT (1888): un sindicato de
trabajadores que defendía una reforma laboral para garantizar el salario mínimo, la reducción de
la jornada hasta 8 horas, la prohibición del trabajo infantil, etc.

- El anarquismo (rechazo del Estado), introducido por Giuseppe Fanelli (1868), se desarrolló
principalmente en las áreas industriales (Madrid, País Vasco y Cataluña). En Andalucía, triunfó el
anarquismo de Bakunin que rechazaba cualquier organización estatal y defendía la
autogestión de las comunidades sin propiedad privada; y, en Cataluña, triunfó el
anarcosindicalismo que quería mantener los sindicatos como forma de organización social. Se
crearon la CNT (1911) y la FRTE (1881), que pretendían poner fin a la oligarquía y los caciques
a través de la acción directa y violenta ( de Cánovas fue asesinado con una bomba y Alfonso
XIII sufrió un atentado).
TEMA 8.1. Evolución demográfica y movimientos migratorios en el siglo XIX. El desarrollo urbano.

El crecimiento de la población en España durante el siglo XIX fue estable, llegándose a pasar de los
once millones de habitantes en 1800 a los dieciocho millones en 1900, pero lento en comparación con
la mayoría de países de Europa, que duplicaron sus poblaciones. Además, España permaneció
estancada en un régimen demográfico antiguo, con altas tasas de natalidad y mortalidad (la más alta y
la segunda más alta de Europa respectivamente), rondando la esperanza de vida los 35 años.

Pese a la pequeña mejora que hubo en el segundo cuarto del siglo XIX, gracias a avances en medicina
y alimentación, la demografía española estuvo condicionada por las crisis de subsistencia que se
repitieron hasta en doce ocasiones a lo largo del siglo por la falta de cereales; así como por las
epidemias periódicas de tifus y fiebre amarilla y por la aparición de otras enfermedades como la viruela
o la tuberculosis, debidas en parte a las condiciones en las que se vivía en las ciudades, que
comenzaron a crecer a pasos agigantados.

Esto fue provocado por el éxodo rural, es decir, el desplazamiento masivo de la población desde el
campo a las ciudades. Crecieron las capitales de provincia, escogidas en la división provincial de Javier
de Burgos (1833), los núcleos industriales del país, como Cataluña y el País Vasco, y las grandes
ciudades como Madrid o Barcelona, que durante este periodo alcanzaron el medio millón de habitantes.
En 1900 eran 219 las ciudades por encima de 10000 habitantes, frente a las 34 que había en 1800. No
sólo hubo una descompensación entre el campo y la ciudad, también entre la meseta y la costa, pues la
gente prefería asentarse en el litoral, mucho más próspero.

La falta de recursos y el crecimiento de la población propiciaron la emigración, que había sido reducida
hasta aproximadamente el año 1860. Ya en 1900 habían abandonado España cerca de un millón de
personas, y este número se incrementó en 1907, cuando despareció la tasa que había que pagar para
salir del país. Las provincias de las que salieron más personas fueron Galicia, Asturias, Cantabria y
Canarias, y partieron a países del sur de América como Argentina, Cuba (hasta 1898) o México, y del
norte de África, como Argelia, cuya agricultura se asemejaba a la española y hasta donde el viaje era
barato.

El desarrollo urbano, igual que el crecimiento demográfico, si bien es cierto que fue ayudado en gran
manera por las desamortizaciones, fue lento en comparación con el resto de Europa, pues a finales del
siglo XIX solamente Barcelona, Madrid, Valencia y Bilbao estaban industrializadas. España siguió
siendo un país principalmente rural, con un 16% de la población viviendo en las ciudades. Pese a no ser
un porcentaje muy alto, en ese 16% surgieron nuevas clases sociales que exigieron infraestructuras
nuevas en las ciudades que dejaran atrás las murallas medievales. Por ello, se llevó a cabo la
reorganización urbana, cuya obra más vital fueron los ensanches, barrios de plano ortogonal
impulsados por la burguesía.

Algunos ejemplos importantes de estos ensanches fueron el de Cerdá en Barcelona (1860) y el de


Carlos María de Castro en Madrid (1846). Otras obras fueron el alcantarillado, la creación de grandes
vías, la luz eléctrica a partir de 1882, etc. Por último, es necesario señalar el crecimiento de los barrios
obreros alrededor de las fábricas.
TEMA 8.2. La revolución industrial en la España del siglo XIX. El sistema de comunicaciones: el
ferrocarril. Proteccionismo y librecambismo. La aparición de la banca moderna.

En la España del siglo XIX se inició la transición desde la economía agraria a la economía capitalista
industrializada, con una lenta, incompleta y desigual evolución. El País Vasco y Cataluña fueron los
focos industriales, mientras que en el resto de España no hubo desarrollo a causa de varios factores: la
inestabilidad política, la escasez de unas materias primas mal distribuidas y de mala calidad y la falta de
capitales para invertir (falta de apoyo bancario), ya que los burgueses preferían invertir en agricultura y
en el ferrocarril a partir de 1855. Además, había una escasa demanda de productos industriales y las
comunicaciones eran pésimas.

El despegue comenzó en la Década Moderada (1844-1854), aunque se dieron varios periodos de crisis
a mediados de siglo hasta que se entró en una fase de recuperación que duró hasta 1898. Hacia 1839,
sólo la industria textil catalana estaba industrializada, gracias a la protección arancelario (Ley de
relaciones comerciales con las Antillas, 1822) y a avances tecnológicos. Su expansión se vio frenada
por la falta de inversión bancaria. Así, las grandes fortunas y empresas familiares se volvieron muy
importantes, e invirtieron en el mercado nacional hasta 1898. Esto derivó en una crisis que duró hasta
1906.

Este fue el periodo de auge de la industria siderúrgica, basada en el carbón y el hierro y localizada en
Málaga (carbón vegetal) primeramente, y posteriormente en Asturias (carbón mineral, hulla) y Vizcaya
(método Bessemer para conseguir acero). Surgen empresas como los Altos Hornos de Vizcaya (1902),
que exportan a Gran Bretaña (aunque el carbón era importado de Gales). La Ley de Minas de 1868
autorizaba la venta/concesión de explotación a empresas extranjeras, que además modernizaban la
infraestructura a cambio de dinero. A finales del siglo XIX habrá una diversificación industrial lenta
(química, papelera, astilleros, etc).

España se vio en la necesidad de modernizar los transportes (muy caros y lentos) y comunicaciones
para impulsar la economía. La primera línea ferroviaria se construyó en 1848 entre Barcelona y Mataró,
seguida por la línea Madrid-Aranjuez. En 1855, durante el Bienio Progresista, la Ley de Ferrocarriles
entró en vigor, permitiendo la entrada de capital extranjero sin aranceles y con una subvención de un
tercio. Sin embargo, concedía derechos de explotación durante 100 años. El tendido ferroviario tenía un
plano radial con base en Madrid con una diferencia en el ancho de vía con respecto a los demás países.

Tras el boom de su construcción (1855 y 1865), se dio una crisis debida a su bajo rendimiento, que se
sumó al crack europeo en 1866 e hizo que quebraran empresas. A partir de 1876 y hasta finales de
siglo comenzó una recuperación, ya que había el doble de usuarios. Se consolidó el tejido ferroviario,
con 13000 km de vías, y esto permitió la articulación de un un mercado nacional y el intercambio de
ideas y mercancías.

Por último, entre las doctrinas económicas resaltó el proteccionismo, promovido por burgueses y
banqueros que presionaron al gobierno conservador, un sistema que evita la competencia y produce
mercancías caras y de mala calidad. El librecambismo se manifestó en periodos de gobierno
progresista (Arancel Figuerola, 1869). Con el déficit comercial crónico de este periodo, aparece la
Banca Moderna. Se fundó el Banco de España (1856), que había tenido antecedentes en Banco de San
Carlos o el de San Fernando, y apareció la peseta en 1868 (sólo los bancos podían acuñar y emitir
monedas). Además, apareció la banca privada con el Banco de Santander, Banco de Bilbao, etc.

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