Está en la página 1de 5

BLOQUE 5.

LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788 – 1833): LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO

5.1. Describe la Guerra de Independencia: sus causas, la composición de los bandos en


conflicto y el desarrollo de los acontecimientos.

Causas

En 1789 comienza la Revolución Francesa (1789), y el llamado miedo al contagio revolucionario


pone fin al reformismo ilustrado en la España de Carlos IV (que había ascendido al trono un año
antes, en 1788). El Secretario de Estado Godoy, cuando Luis XVI es decapitado por los revolucionarios
en 1793, declara la guerra a Francia (la llamada Guerra de los Pirineos o de la Convención). La guerra
finaliza en 1795 con la Paz de Basilea, que sirvió a Godoy para obtener el título de Príncipe de la Paz,
pero teniendo que ceder parte de La Española, reconocer la República francesa y apoyar a Francia en
su enfrentamiento con Inglaterra. A consecuencia de ello, las tropas napoleónicas, respaldadas por el
Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807) entran en la Península en 1808, con el pretexto de
cruzar a Portugal, aliado inglés, aunque acabaría por convertirse en una ocupación de España. El
intento de Godoy de llevar a los reyes a Andalucía para salvarlos de las tropas francesas provoca el
Motín de Aranjuez (17 y 18 de marzo de 1808), pidiendo la caída de Godoy y el ascenso al trono de
Fernando VII que, junto a Carlos IV, protagonizará las Abdicaciones de Bayona (firmadas el 5 de
mayo de 1808), en las que se cedieron los derechos del trono al hermano de Napoleón, José
Bonaparte. El dos de mayo el pueblo madrileño reacciona contra el invasor, y el vacío de poder
legítimo se llena con nuevas e improvisadas instituciones (juntas provinciales, locales, y Junta
Suprema Central).

Bandos

La Guerra de Independencia fue tanto de liberación nacional como liberal, pues muchos ilustrados
aprovechan la ocasión para llevar a cabo los cambios que no se habían logrado en el siglo anterior.
Aunque se tratase de una guerra de liberación contra el invasor extranjero, fue también una guerra
civil, ya que un sector de la población española aceptó a José I Bonaparte. El territorio quedó dividido
en dos partes bajo el control de cada uno de los bandos enfrentados en la guerra:

• La España de José I Bonaparte. Era la parte del territorio español ocupada por el ejército
francés. Contaba con el apoyo de los llamados afrancesados, entre los cuales no sólo había
oportunistas, sino también muchos viejos reformistas e ilustrados, que pretendían una
modernización pacífica y gradual de España, sin sobresaltos revolucionarios, como la que parecía
garantizar José I.

• La insurrección popular y la resistencia. La integraban los territorios no dominados por el


ejército francés. Afirmaba luchar en nombre del legítimo rey de España, Fernando VII. El bando
rebelde no era homogéneo desde un punto de vista ideológico, pues estaba compuesto de liberales
contrarios al sistema del Antiguo Régimen y partidarios de implantar una monarquía constitucional o
limitada; y absolutistas, partidarios del retorno de Fernando VII como monarca absoluto. Las Cortes
Generales del Reino convocadas en 1810 llevaron a cabo el primer intento de revolución liberal en
España, que se concretó en la Constitución de 1812. Los franceses subestimarán a los españoles,
porque hasta entonces Napoleón no había sido derrotado en Europa. Después de la carga de los
mamelucos el pueblo, junto al ejército, participará en la guerrilla, con apoyo inglés.

Desarrollo

1) De mayo a noviembre de 1808. Etapa de euforia y protagonismo de la resistencia española.


Los franceses sufrieron importantes reveses, como el fracaso ante el sitio de Zaragoza y la derrota en
la batalla de Bailén en julio de 1808, que impidió la ocupación de Andalucía y creó tal alarma que
José I abandonó Madrid para establecerse en Vitoria.

2) De noviembre de 1808 a enero de 1812. Fue una fase de claro dominio del ejército francés.
Ante la derrota sufrida en Bailén y el repliegue de su ejército, el propio Napoleón vino a España en
noviembre de 1808 al frente de un gran ejército. Se sucedieron las victorias, y José I se volvió a
establecer en Madrid. En 1809, después de que Napoleón hubiera abandonado España, los generales
franceses derrotaron en Ocaña al ejército que intentaba liberar Madrid, facilitando en 1810 la
ocupación de Andalucía. Solo Cádiz, defendida por una escuadra inglesa, resistió el ataque francés.

Durante el reinado de José I Bonaparte se promulga el Estatuto de Bayona (julio de 1808). Es un


texto autoritario (con grandes atribuciones del rey y Cortes estamentales), pero novedoso para
España (libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, supresión de privilegios, eliminación de
aduanas interiores, libertad de industria y comercio, abolición de la Inquisición…), liquidando el
Antiguo Régimen.

3) De enero 1812 a marzo de 1814. Avance del ejército anglo español y declive francés hasta
su retirada. Desde el lado de la resistencia fueron de vital importancia la participación militar de
Inglaterra en la contienda y la aplicación de la guerrilla popular como nueva y eficaz táctica de lucha
contra un ejército más numeroso y mejor equipado, como el francés. Beneficiándose de su
conocimiento del terreno y del apoyo de la población, las partidas guerrilleras llevaron a cabo una
guerra de desgaste atacando por sorpresa la retaguardia francesa, los convoyes de abastecimiento y
de armas y sus líneas de comunicación. En 1812 el imperio napoleónico comenzaba a tener
problemas en Europa, por lo que se retiraron tropas de España para la campaña rusa, que acabó
siendo un desastre. La iniciativa de la guerra la tomaron el ejército español y el inglés que, al mando
de Wellington, avanzó desde el sur con sucesivas victorias entre las que destaca la de Arapiles que
abrió el camino hacia Madrid. En mayo de 1813, José I abandonaba definitivamente Madrid. Las
batallas de Vitoria y San Marcial en el verano de 1813 acabarían consumando la derrota de los
franceses, procediendo sus generales a una retirada ordenada de las tropas.
5.2. Comenta las características esenciales de la Constitución de 1812.

Desde 1808 el vacío de poder legítimo en la España invadida por Napoleón se llena con nuevas e
improvisadas instituciones: juntas provinciales, juntas locales y una Junta Central Suprema
Gubernativa del Reino. A esta última correspondía el gobierno de la nación. La derrota de Ocaña
(noviembre de 1809) y la ocupación efectiva de Andalucía por el ejército francés provocan el traslado
de la Junta Central Suprema a Cádiz (enero de 1810).

La Junta Suprema, fracasada, deja su labor gubernativa a un Consejo de Regencia, inicialmente


autoritario, pero que ante la presión por sus acciones se vio obligado a convocar Cortes
(unicamerales y elegidas a través de sufragio indirecto y censitario). Estas Cortes de Cádiz se reúnen
por vez primera el 24 de septiembre de 1810. En las Cortes de Cádiz no hay representantes de
partidos políticos, sino simplemente corrientes parlamentarias: la reacción aristocrática de los
absolutistas (serviles), moderados procedentes del final del despotismo ilustrado (jovellanistas) y
una línea de liberales (divididos a su vez en moderados y exaltados). Las Cortes, como depositarias
de la soberanía de la nación española, adquirieron rango de constituyentes, es decir, tenían la
potestad de elaborar una Constitución para España. La Constitución se promulga el 19 de marzo de
1812. Sus características esenciales serán:

• Soberanía nacional
• Sistema de representación con sufragio indirecto universal masculino
• División de poderes: legislativo que recae en las Cortes, ejecutivo para el monarca, que
tiene derecho a veto transitorio y propone la discusión de las leyes, y ejecutivo para los
tribunales.
• Religión católica como única de la nación española (Estado confesional católico).
• Reconocimiento de derechos individuales (libertad de imprenta…).
• Libertad económica: fin de los gremios, abolición de los señoríos, libertad industrial, de
contratación, de cierre de fincas, supresión del mayorazgo.

También abre la puerta a una desamortización suave para mejorar la Hacienda, sobre las órdenes
religiosas reducidas por José I Bonaparte (jesuitas…) y militares (Calatrava...), que además de solo
favorecer a los grandes terratenientes, se detiene con la vuelta de Fernando VII en 1814.

Esta Constitución de Cádiz solo estuvo vigente de 1812 a 1814, con el retorno al absolutismo, entre
1820 y 1823, durante el Trienio Liberal, y tras del motín de la Granja en agosto de 1835 hasta la
aprobación de la Constitución de 1837. Sin embargo, la Constitución de 1812 es uno de los hitos más
importantes de la Historia de España. Fue novedosa en su época e incluso sirvió de modelo para
otras constituciones. Hay que señalar, no obstante, que los constituyentes (burgueses, intelectuales,
funcionarios, algunos eclesiásticos y militares, nobleza más liberal) no son representantes de la
verdadera realidad (tradicionalista) española. Tampoco es una ruptura radical con el pasado, porque
parte de leyes y fueros ya existentes.
5.3. Detalla las fases del conflicto entre liberales y absolutistas durante el reinado de
Fernando VII.

El Sexenio Absolutista (1814 – 1820)

La aprobación de la Constitución de 1812 no significa que España fuera un país de mayoría liberal. La
falta de respaldo popular es evidente en el entusiasmo con que el pueblo acogió a Fernando VII, el
Deseado. El monarca es liberado por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813), por el que
Napoleón le devuelve sus derechos al trono, iniciándose un período de absolutismo monárquico. El
rey repudia el régimen nacido en Cádiz, se niega a jurar la Constitución, aboliéndola en 1814, y
restituye el Antiguo Régimen en España.

Este período está marcado por la inestabilidad de los ministerios, por la grave situación financiera y
la independencia de las colonias españolas de América. La crisis demográfica y económica originada
por la guerra y la pérdida de los mercados americanos explican la inestabilidad y debilidad de estos
gobiernos absolutistas. Fernando VII inicia una represión contra liberales y afrancesados, que
tuvieron que emigrar o pasar a la clandestinidad. Los liberales, sin simpatías en las clases populares,
buscarán el apoyo de los militares. La conexión de grupos civiles (logias masónicas) y los militares
descontentos se traduce en los sucesivos pronunciamientos militares (Espoz y Mina, Porlier...), que
fracasan. Pero todo cambia el 1 de enero de 1820. El ejército acantonado en San Fernando (Cádiz), a
la espera de ir a Buenos Aires contra los rebeldes americanos, se subleva en Cabezas de San Juan,
dirigido por Rafael Riego. La revolución se extiende por toda Andalucía y posteriormente por el resto
de las ciudades españolas. Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución de 1812, iniciándose así
el Trienio Constitucional.

El Trienio Constitucional (1820 – 1823)

Esta época está caracterizada por los intentos de modernización del Estado, las divisiones del
liberalismo (liberales moderados, como Martínez de la Rosa, que buscan un compromiso con las
antiguas clases dominantes y el rey, y liberales exaltados, que pretenden la vuelta a la Constitución
de 1812).

Los liberales afrontarán problemas derivados de la relación entre el rey y los gobiernos liberales
(sobre todo por la represión anterior), la supresión de órdenes monacales y regulares (se prohibió
fundar conventos), desamortización eclesiástica, y problemas de la Hacienda Real (deuda externa).

Las principales medidas del período son la aprobación del primer Reglamento de Instrucción Pública
(en base al Informe Quintana), el primer Código Penal, creación de la Milicia Nacional, supresión
definitiva de la Inquisición y de los jesuitas, abolición del régimen señorial, etc.

El descontento de los tradicionalistas provoca la existencia de partidas realistas, que en agosto de


1822 llegan a instaurar la Regencia de Urgel y a controlar amplias zonas de Navarra y Cataluña,
aunque serán detenidos por el ejército liberal. Las potencias extranjeras absolutistas surgidas del
Congreso de Viena verán el gobierno liberal español como peligroso para el nuevo orden europeo
tras la caída de Napoleón, y decide intervenir a través de la Santa Alianza (Austria, Prusia y Rusia). En
verano de 1823 un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, repone en el trono a Fernando VII,
con la indiferencia del pueblo español, más preocupado por las malas cosechas de los años 1822 –
1823.

La Década Ominosa (1823 – 1833)

Un decreto firmado en el Puerto de Santa María a comienzos de octubre de 1823 restablece las
instituciones anteriores a 1820, salvo la Inquisición (sustituida por las Juntas de Fe). Pero Fernando
VII es consciente de la necesidad de modernizar el Estado, aunque con los esquemas del
absolutismo. Los primeros años son de represión política, especialmente entre el ejército. Entre
1825 y 1830 se intentan algunas reformas, como la creación de una Junta de Fomento de la Riqueza
del Reino, aunque no soluciona los problemas de la Hacienda. Los gobiernos extranjeros no otorgan
más crédito porque España no reconoce la deuda generada durante el Trienio Liberal. Estas medidas
provocan que el infante don Carlos, hermano del rey, promueva la revuelta de los absolutistas más
intransigentes (1827).

Otro de los problemas del momento es la crisis dinástica. En 1830 se promulga la Pragmática
Sanción de Derogación de la Ley Sálica, que prohibía reinar a las mujeres. Tras el matrimonio de
Fernando VII con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias nace Isabel, dejando a Carlos María Isidro sin
poder acceder al trono. Con Fernando VII enfermo, el intrigante Tadeo Calomarde logra que se
retracte y anule la Pragmática, pero el rey se cura finalmente y Cea Bermúdez la restablece. Además,
este ministro adopta ciertas medidas para atraer las simpatías de los liberales hacia la futura reina
(como la amnistía), provocando el inicio de la guerra carlista.

También podría gustarte