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LIBERALISMO FRENTE A
ABSOLUTISMO.
Estas tensiones se añaden a los problemas internos: bancarrota financiera, malestar social y
tensiones sucesorias entre Carlos IV, Godoy y su hijo Fernando. En este contexto se produce el
Proceso de El Escorial, (arresto de Fernando ante las acusaciones de conspiración), el Motín de
Aranjuez (levantamiento sucedido en marzo de 1808 contra Godoy por haber permitido el paso de los
franceses y la huída de la familia real a América desde Andalucía) que produjo la cesión del trono a su
hijo Fernando y las Abdicaciones de Bayona en 1808 (proceso de abdicación en cadena, Carlos en su
hijo Fernando y éste en Napoleón); las condiciones fueron mantener la integridad de España y de las
Indias así como el catolicismo. Napoleón entregará finalmente el trono a su hermano José Bonaparte. El
territorio queda dividido en dos partes: la de José I apoyado por los afrancesados (partidarios del
despotismo ilustrado y en contra de las medidas revolucionarias) y la de los patriotas (oponentes a la
invasión francesa) que defendían la vuelta de Fernando VII, unos como rey absolutista y otros como rey
ilustrado, liberal y reformista. Todo esto dio lugar a la Guerra de la Independencia (1808-1814) que
también se internacionalizó al enfrentar a Francia e Inglaterra que defendería y apoyaría a España.
Esta guerra se inicia el 2 de Mayo de 1808 cuando los madrileños (capitaneados por Daoiz y
Velarde) se levantan ante el Palacio Real, en contra del secuestro de Fernando VII y el intento de
llevarse al infante Francisco de Paula y termina con el Tratado de Valençay en diciembre de 1813. El
general Murat inicia la represión (Fusilamientos del 2 y 3 de Mayo obra de Goya); y el 4 de Mayo la
familia real se dirige a Bayona. A partir de ahí la guerra puede dividirse en las siguientes fases:
En la cuarta fase (1812-1813) la guerra da un giro debido a que Napoleón retira 50.000 hombres
dirigidos al frente ruso y España recibe el apoyo inglés (General Wellington). Con la victoria de
Arapiles (julio 1812), la liberación de Madrid y las victorias de Vitoria y San Marcial (Irún) se
produce la capitulación de José I y su huída a Francia. Con la derrota de Napoleón también en Alemania
éste firma el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) restaurando en el trono español a Fernando
VII. Las consecuencias de esta guerra fueron además de pérdidas humanas, destrucción de cosechas,
industrias, patrimonio artístico y cultural y el primer gran exilio político de la historia de España.
Las Juntas Locales proponen convocar unas Cortes, pero al final se nombrará a una Regencia
de 5 miembros que convocarán las Cortes de Cádiz. Así se produjo la “Consulta al país”, petición a las
instituciones más representativas sobre temas de reformas. Se creó una comisión presidida por
Jovellanos. La elección de diputados a Cortes fue difícil, la mayor parte pertenecían al estado llano,
apenas se incluía la alta nobleza ni la iglesia, ni tampoco los delegados de provincias ocupadas ni de
América.
Pronto surgieron tres tendencias: los liberales defendiendo las reformas revolucionarias y
admirando la Revolución Francesa por lo que buscaban soberanía nacional, abolición de la Inquisición,
una Constitución liberal y la “igualdad de los españoles de ambos hemisferios” (Muñoz Torrero y
Argüelles). Los jovellanistas, que defendían que la soberanía debe pertenecer al Rey y a las Cortes
(mezcla del modelo parlamentario británico y leyes tradicionales hispánicas); y por último los
absolutistas defendiendo el mantenimiento del viejo orden monárquico.
El Discurso inaugural de las Cortes de Muñoz Torrero mostró los principios liberales. Así
surge la Constitución de 1812 aprobada un 19 de marzo y conocida popularmente como “la Pepa”.
Recibió influencia de la Constitución francesa de 1791 y de la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano norteamericana. Es la más extensa de la historia de España, formada por 348 artículos
divididos en 10 títulos, pero apenas duró 2 años. Tras la vuelta de Fernando VII fue derogada y de
nuevo impuesta en el Trienio Liberal (1820-1823) y en 1836 (apenas un mes) tras el motín de La Granja.
Fue un ejemplo para las constituciones latinoamericanas, portuguesa, piamontesa y polaca.
En diciembre de 1813 se firma el Tratado de Valençay por el cual Napoleón entrega la corona
a Fernando VII y los liberales le comunican la obligación de jurar la Constitución de 1812. Al mismo
tiempo los Absolutistas le presentan el Manifiesto de los Persas (1814) por el cual se muestran a
favor de la anulación de esa Constitución y de la defensa del Antiguo Régimen. Así Fernando VII, con el
apoyo del general Elio, dicta el Real Decreto del 4 de mayo de 1814 que anula la Constitución y los
decretos de las Cortes de Cádiz. Se inicia así la etapa de su reinado conocida como primer sexenio
absolutista (1814-1820) cuyas principales medidas son: la represión de los dirigentes liberales, el
restablecimiento de las antiguas instituciones, el retorno de la Inquisición, de los privilegios de la Mesta
y del régimen señorial.
La situación económica era lamentable (pérdidas por la guerra, malestar campesino por la
restitución de poderes a la nobleza, etc…) de forma que la oposición a Fernando VII se inició en forma
de pronunciamientos liberales fracasados como los de Espoz y Mina, Díaz Porlier, o el General Lacy,
hasta que finalmente triunfó el pronunciamiento del general Rafael de Riego en Cabezas de San Juan
en 1820. Esto dio lugar a que Fernando VII jurase la Constitución de Cádiz (“Marchemos francamente y
yo el primero por la senda constitucional”) y se convirtiese en un rey Constitucional. Esta segunda etapa
se llamó Trienio Liberal (1820-1833) y sus medidas fundamentales fueron: abolición de la Inquisición,
reducción del diezmo a la mitad, supresión de mayorazgos, restablecimiento de las libertades de
expresión, reunión y reintroducción de la Milicia Nacional. Pero los liberales se dividen en: doceañistas
o moderados, grandes propietarios que defendían la participación del rey en las Cortes, sufragio
censitario y Cortes Bicamerales y en la oposición los veinteañistas o liberales exaltados que defienden
la limitación de los poderes del Rey, sufragio universal masculino y Cortes Unicamerales. Además los
absolutistas consideraron al rey secuestrado por los liberales por lo que organizaron la sublevación de
la Guardia Real en 1822 sofocada por la Milicia Nacional y la Regencia de Urgel gobierno creado en
esa ciudad para combatir a los liberales. Finalmente lo que restituyó al Rey en su trono fue el envío de
los Cien Mil Hijos de San Luis por la Santa Alianza al mando del Duque de Angulema que derrotó a
los liberales y liberó a Fernando VII quien declara nulos los actos del Trienio Liberal.
Su última etapa década absolutista (1823-1833) comienza con una gran represión hacia los
liberales, pero más tarde rectifica y colabora con ministros moderados a través de medidas como: el
establecimiento del Consejo de Ministros, la abolición definitiva de la Inquisición, el establecimiento por
Lopéz Ballesteros de los Presupuestos Generales del Estado, la supresión del Banco de San Carlos y
su sustitución por el Banco de San Fernando y la Bolsa de Madrid.
Pero pronto surgen nuevos levantamientos tanto liberales (Torrijos en 1831 y la ejecución de
Mariana Pineda por bordar una bandera liberal), como conservadores representados en la Guerra de
los Malcontents y la publicación del Manifiesto de los Realistas Puros pidiendo la vuelta de los
fueros tradicionales y la sustitución de Fernando VII por su hermano Carlos María Isidro; pero la
revolución fue sofocada sin dificultad y desde entonces los absolutistas apoyarán a su hermano dando
lugar a la crisis sucesoria. Fernando se casó con María Cristina de Nápoles y tuvieron dos hijas Isabel
y Luisa Fernanda. Para que pudiese gobernar Isabel publicó la Pragmática Sanción (1830) que anulaba
la Ley Sálica, después de retractarse en un momento de debilidad por la enfermedad vuelve a
establecerla desencadenando las Guerras Carlistas.
Por otra parte, durante el reinado de Fernando VII las colonias latinoamericanas buscan su
independencia debido al malestar de los criollos, descendientes de los inmigrantes españoles y dueños
de las plantaciones que tenían prohibido el acceso a los cargos públicos desde Carlos III Se inspiran en
la independencia americana de 1776 y están influidos por la ilustración. Otra causa fue la venta de
armas y barcos de guerra de EEUU e Inglaterra a los insurrectos durante estas guerras.
Esta emancipación cuenta con dos etapas. La primera (1808-1814) cuando las colonias se
niegan a reconocer a José I como rey y crean Juntas populares y jornadas revolucionarias. En la actual
Argentina se proclaman las Provincias Unidas de Sudamérica formadas por Paraguay, Uruguay y Alto
Perú. La segunda etapa (1814-1824) se da con el regreso de Fernando VII y las independencias de
Argentina, Chile (victoria de Chacabuco por José de San Martín) Colombia, Venezuela, Panamá y
Ecuador (Simón Bolívar con la Gran Colombia en las victorias de Boyacá y Carabobo). También en
México con el cura Hidalgo, y el Plan de Iguala del general Iturbide, Perú y Bolivia (Batalla de
Ayacucho 1824) y Centroamérica. Esto trajo varias consecuencias: para España la pérdida del
mercado exterior y para América el fracaso de las aspiraciones de unidad ideadas por Simón Bolívar,
junto con el caudillismo, la inestabilidad social y la pérdida del dominio económico español
perteneciente ahora a Gran Bretaña y a EEUU.