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La argumentación jurídica se erige como piedra angular en la edificación del

sistema legal de una sociedad. Es el vehículo mediante el cual se construyen,


sustentan y dirimen las normas que rigen la convivencia humana. En este
contexto, su papel no solo radica en la persuasión y justificación, sino que
también establece la coherencia y la legitimidad del ordenamiento jurídico. En
el mundo de la antigua Grecia, la relación entre derecho y argumentación fue
profundamente estrecha. Las circunstancias políticas, económicas y sociales
de aquel entonces generaron una alta demanda de expertos en litigios y
asuntos públicos. Este contexto dio lugar a uno de los periodos de mayor
desarrollo y propagación de la argumentación persuasiva o retórica. En
particular, en Sicilia, el auge de la retórica coincidió con el fin de la tiranía,
momento en el que, tras restablecerse la democracia, surgieron numerosos
litigios, especialmente en torno a la propiedad de tierras. En una situación
donde terratenientes despojados durante el reinado de los tiranos reclamaban
sus tierras, la habilidad argumentativa de los litigantes, su capacidad
persuasiva, se volvió decisiva para triunfar en los juicios. Este contexto
propició que el arte retórico se convirtiera en un instrumento poderoso en el
mundo del derecho, fomentando su cultivo y expansión. Las asambleas
públicas constituían el centro de la política en esos tiempos, y el arte de la
persuasión era el instrumento más poderoso en ellas. La virtud fundamental
de un hombre de Estado radica en el dominio del arte retórico, la habilidad
para persuadir y argumentar.

En palabras del destacado jurista Robert Alexy, la argumentación jurídica


se presenta como un proceso racional y lógico que permite fundamentar y
validar decisiones y normas legales (Alexy, 1978). Este proceso implica una
estructura rigurosa que involucra premisas fácticas y normativas, reglas de
inferencia y principios jurídicos.

La premisa fáctica se basa en hechos objetivos o situaciones verificables,


mientras que la premisa normativa abarca las normas, leyes o principios
aplicables a dichos hechos. La coherencia entre estas premisas, junto con el
uso adecuado de reglas lógicas y principios jurídicos, constituye la columna
vertebral de la argumentación jurídica. Esta estructura lógica, propuesta por
Alexy, otorga solidez y legitimidad a las decisiones judiciales y al sistema legal
en su conjunto. Asimismo, la argumentación jurídica no se limita a un ejercicio
teórico; es un instrumento activo en la operatividad del sistema legal. En el
ámbito de los tribunales, por ejemplo, los abogados utilizan la argumentación
como herramienta para persuadir a los jueces sobre la interpretación de la ley
y los hechos del caso. Esta práctica no solo busca convencer, sino también
garantizar que las decisiones judiciales estén fundamentadas en principios
legales sólidos y coherentes.

La legitimidad de un sistema legal depende en gran medida de la


transparencia y la solidez de su argumentación. En palabras de Neil
MacCormick, otro destacado teórico del derecho, la fuerza de un sistema
legal reside en la justificación racional y la coherencia lógica de sus
decisiones (MacCormick, 2005). Una argumentación clara y estructurada no
solo fortalece la confianza en la ley, sino que también permite su adaptación a
los cambios sociales y contextuales.

En conclusión, a lo largo de la historia, la relación entre el derecho y la


argumentación ha sido vital para el desarrollo y la estructura del sistema
legal. La habilidad argumentativa ha sido esencial en la resolución de litigios y
la formación de decisiones, siendo un elemento clave en la construcción de la
justicia y el ordenamiento jurídico. Así mismo pude llegar a la conclusión de
que la argumentación jurídica no sólo se erige como un pilar fundamental en
la construcción del sistema legal, sino que también opera como un
instrumento dinámico y activo en la aplicación y evolución de las normas
legales. Su estructura lógica y su capacidad para justificar y fundamentar
decisiones judiciales son esenciales para mantener la legitimidad y la
coherencia en el funcionamiento de la justicia y el ordenamiento jurídico.

Referencias:

● Alexy, R. (1978). Teoría de la argumentación jurídica. Editorial Centro de Estudios


Constitucionales.
● MacCormick, N. (2005). Rhetoric and the Rule of Law: A Theory of Legal Reasoning. Oxford
University Press.

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