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Veröffentlicht: 2023
Sinopsis
Hola, de nuevo 💖
Personajes
Kim Taehyung
25 años
Mamá Soltero
Rubio
Jeon Jungkook
Chef
30 años
Soltero
Jeon NamJoon
33 años
Hermano mayor de los Jeon's
Dueño de Granja Jeon
Jeon Jimin
30 años
Esposo de NamJoon
Jefe de la policía de Busan
Jeon Lisa
27 años
Dueña de Coffe's Jeon o Lisa's.
Hermana melliza de Jeon Hoseok
Jeon Hoseok
27 años
Médico en el Hospital de Busan
Hermano mellizo de Jeon Lisa
Jeon Jisoo
25 años
Gerente de Jisoo Hotel.
Jeon Yoongi
23 años
Hijo menor de los Jeon
Taehyung
—Haeundae Hill. Heaundae Hill. —Tomé la nota
adhesiva del portavasos para comprobar que tenía
el nombre de la calle correcto. Haeundae Hill—. Ahí.
No. Es. Haeundae. Hill.
No te rindas.
Mi propio sollozo se escapó, uniéndose al de mi
hijo, y salí de la carretera hacia el arcén.
No te rindas.
No te rindas.
—¿Joven?
—A Haeundae Hill.
—¿Haeundae Hill? —Su frente se arrugó y
parpadeó, leyendo la nota adhesiva dos veces.
—Gracias.
—Haeundae Hill.
Vaya. Fui un idiota. Si me hubiera detenido y mirado
a mi alrededor, probablemente habría notado eso.
—Sí.
Asentí.
Era un desastre.
Jisoo se movió directamente a mi espacio,
ignorando la mano que le ofrecí para abrazarme.
Me tensé.
Asentí.
Lo hicimos.
—Hola.
—Sí, lo está.
—Yo también.
Soobin parpadeó.
—A mí también me gusta.
—Vaya.
Jungkook
Bueno... Mierda.
Estaba en problemas.
Era el mismo doncel que conocí ayer, pero estaba
muy lejos de la persona agotada y extenuada que se
había mudado al desván. Taehyung era...
sorprendente. Había pensado lo mismo ayer,
incluso con círculos azules debajo de sus ojos. Pero
hoy su belleza distraía.
Problema.
Rápido.
Eso y la desesperación.
Mi santuario.
Hasta ahora.
—¿Qué sucede?
—¿Qué?
—O cualquier otra cosa que tengas a mano. Me di
cuenta de que no trajo nada con él esta mañana.
—Bien.
—¿Cuál es su historia?
—Taehyung.
—SeoJoon —ladré.
—Lo siento.
—Amo de llaves.
Sonrió.
삼
Taehyung
No te rindas.
—Tiene cólicos.
Mi pequeño.
Jisoo se rio.
—¿Larga noche?
—¿Por qué?
—A mí también —dijo.
—Esfuérzate más.
Me estremecí.
Sí, me desalojarían.
Lo que significaba que no podría pagar ese café con
leche después de todo.
Maldita sea.
Jungkook
Esfuérzate más.
Esfuérzate más.
Knuckles.
El ambiente era tan cambiante y suave como la
comida. Había tallado bolsillos en el gran espacio,
reduciendo el número de mesas. A lo largo de la
pared trasera, construí una habitación para que los
camareros llenaran agua y refrescos. Al lado había
una hielera para vino y cerveza. No había licencias
de licor disponibles en Busan, pero había dejado
espacio para agregar un bar algún día en caso de
que abriera uno.
—Taehyung.
—Oh hola.
—Cuarenta.
—Hola.
—Bien.
Taehyung
—¿Qué?
—Sí.
Arrugó la nariz, luego se dio la vuelta y desapareció
por el pasillo.
Un día.
—Toma asiento.
Me sonrojé.
—Gracias.
Un día.
—¿Eres de Seúl?
Sesenta y tres.
A este ritmo, serían cien antes de finales de
septiembre.
Jungkook
—De nada.
—Dios.
—Estoy tan...
—No te disculpes. —Entré y me quité los zapatos,
luego extendí los brazos, agitando uno de ellos—.
Entrégalo.
Taehyung parpadeó.
—¿Eh?
Él asintió.
Dios, esto era una mala idea. Una muy mala idea.
¿En qué demonios había estado pensando? Seguía
llorando, porque sí, no me conocía. Y era
demasiado similar. Era demasiado duro.
—Soobin.
Rubio, el bebé Soobin. Era un gran nombre. Era un
chico fuerte. Eso también era diferente. Soobin
parecía fuerte. Como Yeonjun, tenía un buen peso.
Y Taehyung lo había estado cargando por su cuenta
todas las noches.
Taehyung jadeó.
Asentí.
—Tú no...
—... tienes que hacer eso. —Terminé su frase—.
Pero voy a hacerlo. Ve a descansar.
—Eso no es dormir.
—Ouch —siseó.
—Y te ganaste un apodo.
Taehyung
—Lo siento.
Me encogí de hombros.
—¿Estás seguro?
—Bastante. —Tenía un documento firmado para
demostrarlo—. Mi padre pensó que me llamaría la
atención. Que, si me hacía la vida lo
suficientemente difícil, le diría todo lo que quería
saber. Que podría seguir moviendo mis hilos y que
yo bailaría como una de sus pequeñas marionetas.
Tengo veinticinco años, no dieciséis. Mis decisiones
son mías. Mis secretos me pertenecen.
Parpadeé.
—¿En serio?
Levanté la barbilla.
—¿Dónde estudiaste?
Parpadeó.
—Elegí Busan.
Levanté un hombro.
—Siempre tengo la opción de luchar. Contratar un
abogado e ir por ello. Dentro de unos años, tal vez
me sienta de otra manera, pero por el momento, no
quiero ser parte de esto. Tengo suficiente dinero
ahorrado para comprar mi coche. Cuando salga
adelante, veré qué opciones tengo para comprar
una casa. Ahora mismo, es más importante para mí
contar conmigo mismo que con nadie más. Se
suponía que mi familia iba a estar ahí para mí, pero
el primer peor día de mi vida, me dejaron de lado.
Así que los he dejado ir.
Su frente se arrugó.
Jungkook
—Taehyung —advertí.
—No.
—Bien.
Antes de que pudiera acomodar a Soobin en mi
hombro, me arrebató a su hijo de las manos, y lo
acunó en sus brazos. Entonces respiró, una
respiración tan profunda y larga que parecía que
había estado bajo el agua durante cinco minutos y
que por fin salía a la superficie.
—Quédate a cenar.
—Gracias.
Él se encogió de hombros.
Mi polla se agitó.
—Concéntrate —murmuré.
Él negó.
—¿Qué? ¿Dónde?
Su frente se arrugó.
—Sí.
—¿Qué es Willie's?
Gracias a Dios.
—¿Estás seguro?
Me encogí de hombros.
—Voy a limpiar.
—Yo lo subiré.
Excepto... Soobin.
Taehyung
No más libertad.
No te rindas.
—Bien. Vamos.
Se encogió de hombros.
—Vaya.
—¿Sí?
—¿Cuándo?
—No. Ya es justo.
—Eso es ridículo.
—Porque tú no...
—¿Necesitas? —Terminé por él. La baba de la
vergüenza se deslizó por mi piel, y una comprensión
con ella. ¿Es así como me veía esta familia? ¿Como
un caso de caridad?
—Taehyung.
Ríndete, Taehyung.
—No.
—Bueno... sí.
Jungkook
El último beso.
Hasta Taehyung.
—No lo he hecho.
Su sonrisa se desvaneció.
—Es comprensible.
Ella tarareó.
—¿Tu Taehyung?
Mierda.
Parpadeé.
Suspiré.
—A mí también.
—Es complicado.
—Sí quiero.
—A mí también me gusta.
Él asintió.
—No.
—Yo tampoco.
Todo su cuerpo se desplomó.
—¿Tienes un hijo?
—No.
—Jungkook.
—Lo siento.
—Volviste a casa.
—Sí. Volví a casa.
—Cinco años.
Sacudí la cabeza.
Levanté un hombro.
—¿Quieres hacerlo?
—No.
십일
Taehyung
Él sonrió.
Yo sonreí.
Arrulló.
Le devolví el saludo.
Soobin.
No se había despertado.
—Soobin —jadeé, con el pánico corriendo por mis
venas mientras salía volando de la cama, corriendo
hacia la cuna. Tenía el corazón en la garganta
mientras me acercaba a él. ¿Qué le ocurría? ¿Por
qué no se había despertado?
Sonrió.
Una sonrisa tan bonita que quería llorar.
—Deja de llamarme.
No te rindas.
Y el teléfono sonó.
—Habla conmigo.
—¿Por qué?
—Soobin.
—Mira... —Jungkook se pasó una mano por el
cabello—. Sobre lo que dije ayer. Sólo estaba siendo
honesto. Pero no te dije la verdad para que me
apartaras.
Era el cielo.
Y el infierno.
—¿Por qué?
Pero...
Me quedé callado.
—Quieres valerte por ti mismo. Lo entiendo, cariño.
—Sus dedos se alejaron de mis sienes para
enroscarse en mi bandada—. Estar solo no significa
que tengas que estar solo. Hay una diferencia.
—Pero Soobin...
Parpadeé.
—¿Qué?
—Hola, cariño.
십이
Jungkook
—Estoy en un descanso.
—¿Qué es esto?
—Un café con leche.
—Gracias.
—Jungkook.
—¿Qué?
—Va a vernos.
—Para Taehyung.
—Hola.
—¿Quién?
—En el vestíbulo.
Asentí y miré a Taehyung, haciéndole un guiño.
—Nos vemos.
—Adiós.
Lester Novak.
Mierda.
—Por supuesto.
Se rio.
—¿Y? —pregunté.
Me reí.
—Tendré que dar crédito por esa receta a mi
madre.
—En absoluto.
Se dedicó a tomar algunas notas, mientras mi
mente daba vueltas.
—Sorpréndame.
—Gracias. De verdad.
Lester se rio.
—Sí.
—¿Quién era? —preguntó Jisoo cuando pasé junto
al mostrador y me dirigí a la escalera.
Levanté un dedo.
—¿Adivina qué?
Él sonrió.
—¿Qué?
—Y no odió mi comida.
Él asintió.
—Estoy de acuerdo.
Él se puso rígido.
—Jungkook.
—Claro.
—No esconderse.
십삼
Taehyung
Cuando estés listo, estaré aquí.
¿Estaba listo?
No me engañaba.
Estuve cegado.
La persona que me había robado la vista había sido
yo. Había cerrado los ojos a sus defectos y sólo veía
buena apariencia, dinero y estatus.
¿Estaba preparado?
Apartó su boca.
—Quédate —susurré.
—Taehyung...
—¿Seguro?
—Soobin.
Jungkook se rio.
Como un papá.
—¿Esto es raro?
—Lento. ¿Recuerdas?
—¿Qué?
—¿Demasiado rápido?
—No me arrepiento.
Se me cortó la respiración.
—Yo también.
Asentí.
—Probablemente.
Mi padre había querido salirse con la suya. Y como
lo hizo durante toda nuestra vida, mantuvo a sus
hijos a raya quitándonos las cosas que amábamos.
—A mí tampoco me gusta.
—Sí.
Sin duda.
No para mí.
Sacudió la cabeza.
—Lo juro.
십사
Jungkook
A ambos.
Le besé la mejilla.
—Estás creciendo.
Taehyung se rio.
—Estamos bien.
Le di un beso en la frente y le entregué a Soobin.
—¿Tienes hambre?
Se encogió de hombros.
—Esperaré.
Le guiñé un ojo.
—Buena elección.
—Espera. —Él levantó una mano mientras yo
sacaba un tazón para mezclar—. ¿Qué pasa con el
trabajo?
—Pero... es sábado.
—Bésame.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces no te besaré.
—¿Seguro?
—Por favor.
Su madre.
Taehyung se burló.
—¿O qué?
Taehyung negó.
Sacudió la cabeza.
—Lo tengo.
—¿Por qué?
—Yo puedo.
—SuHee y HyunBin.
—Pronto, cariño.
십오
Taehyung
—Toma, bonito.
—No se fueron.
—Nop.
—Bueno... mierda.
—Básicamente. —murmuró.
—No.
—Jungkook...
—No, Taehyung.
Me acerqué, acomodando mis manos en sus
costillas, sintiendo la tensión en su cuerpo debajo la
térmica de manga larga que se había puesto esta
mañana luego de salir de la cama.
—A mí tampoco.
Casa.
El ayuntamiento ya estaba organizando para las
festividades. Guirnaldas de pino enrolladas
alrededor de cada una de las lámparas que
bordeaban la calle principal. Busan Farm and Feed
había vallado un cuarto de su estacionamiento por
árboles de navidad. El cine promocionaba el último
éxito en taquilla junto con El Grinch del doctor
Seuss.
O a Jungkook.
—Estaremos aquí.
—Gracias.
Rozó un beso en mi boca, luego me dio un
asentimiento firme mientras me dirigía a los
elevadores. Mis pisadas eran estables, en contraste
con mi acelerado corazón, mientras atravesaba el
pasillo del tercer piso. Tomé un fortalecedor aliento
afuera de la habitación, luego levanté mi mano para
tocar.
—Taehyung.
—Papá.
—Oh, es...
Mamá se estremeció.
—Soy tu padre.
Sacudí mi cabeza.
—No entiendes el significado de esa palabra.
—¿Y?
Familia.
—¿Se irán?
Y como el de su padre.
십육
Jungkook
—Realmente no.
—Ya no.
Asentí.
—Lo hiciste.
Me senté derecho.
—¿Te lastimó?
Él bajó la barbilla.
—Confiaste en él.
—Un error.
—No el tuyo, cariño. —Ese hijo de puta lo había
engañado intencionadamente.
—Ese es mi chico.
—Mierda.
Su pérdida. Mi ganancia.
Se me cayó el estómago.
Me froté la mandíbula.
—Terminará.
—¿Cómo?
—¿Lo prometes?
십칠
Taehyung
Pero no hoy.
—Puedo.
Rose asintió.
—Todo bien. Vete de aquí.
—De acuerdo.
—Hola. Bien.
—Maldita sea.
—Más o menos —murmuré. Ambos queríamos que
esto terminara.
—Hola.
—Hola, bebé.
—Agrandaremos la casa.
—¿Eh?
—Taehyung.
—¿Lo soy?
—¿Te mentiría?
—¿Está dormido?
Mi cuerpo se hundió.
—Tú.
—Iba a decir mejor.
—Pero...
—Tengo miedo.
—No me digas.
—Jungkook —gemí.
—No te muevas.
—¿Así?
—Otra vez.
—Sí —susurré.
—Mastúrbate.
십팔
Taehyung
—Estás activo.
—¿No lo he hecho?
Fruncí el ceño.
Se rio.
—Lo cobraré.
—Puedo cubrirte.
—Eso no es lo mismo.
Jungkook se rio.
—¿Quieres ayuda?
—¿Lisa?
—S-Sí.
Jungkook se rio.
—Este es el tercero.
—¿Lo prometes?
—Lo juro.
십구
Jungkook
—Estás nervioso.
—Snickerdoodles.
—Perfecto.
Dejé caer mi frente sobre la suya. Nadie más en el
mundo me diría que siguiera cocinando. Mirarían el
reloj de la pared, verían que eran más de las cinco y
se darían cuenta de que el fotógrafo llegaría en
cualquier momento, entonces me ayudarían a
barrer todo.
Me reí.
—Ignóralo.
—Lo sé. —Suspiró—. Y sé que esto es solo mi
inseguridad mostrándose. Pero no me gusta.
Me burlé.
—Definitivamente no.
—Trato.
Hasta Taehyung.
Sonrió.
Taehyung se rio.
—No.
—Quédate. No te vayas a ninguna parte, ¿de
acuerdo? Quiero que estés aquí.
—¿Beakhyun?
Taehyung se tensó.
—Tú no...
Asentí.
—Así es.
—Soy feliz.
Pero Soobin...
—Lo es.
—Es hermoso.
Asentí.
—No es tú.
—Jungkook... —Sus hombros cayeron—. Si
necesitas tiempo para hablar, puedo ir a casa.
Quedarme en el desván esta noche.
Baekhyun se revolvió.
Sonreí a Taehyung.
—Claro.
—Te lo agradezco.
Baekhyun desmontó sus cosas en minutos,
cargándolo en su maleta. Luego la arrastró hasta la
puerta, deteniéndose antes de salir de la cocina.
—Adiós, Jungkook.
—Adiós, Baek.
Y tomaba la cena.
이십
Jungkook
—Lo siento.
Levantó un hombro.
—Baila conmigo.
Se sonrojó.
—Jungkook, ¿qué...?
—Ya vuelvo.
—Hola.
—Te amo.
—¿Q-qué?
—Estoy en el trabajo.
—Entonces mañana lo limpiaremos y nadie sabrá lo
que ha pasado. —Me arrodillé, sosteniendo su
mirada mientras le quitaba las zapatillas de los pies.
A continuación, sus vaqueros. Bajé la cremallera y
mientras lo bajaba, llevándome sus bragas, él movió
sus caderas y lo sacó de sus piernas—. Sube a la
cama. Quítate la camiseta. Luego, manos y rodillas.
Taheyung ronroneó:
—Te amo.
—¿Jungkook?
—Sí.
—Te amo.
—Te amo.
—¿Qué pasa?
—Oh, joder.
이십일
Jungkook
Y lo estaban haciendo.
—No.
Frunció el ceño.
—Lo estoy...
—Gracias.
Asentí.
Taehyung asintió.
—Bien.
—¿Me harías un favor? No quiero contarle lo de la
planificación de bodas. Aún no. No quiero dejar el
equipo de limpieza. Especialmente ahora. Lo que
dijo Jisoo... No la defraudaré.
Tomé su mano.
—Pero...
—Oh, cielos.
Sonrió.
Ambas palidecieron.
이십이
Taehyung
Asentí.
—Hola, Jungkook.
—Papá.
—¿Qué ocurre?
—Vinimos a buscar a Soobin de la guardería. Él no
está. Mingyu, el chico que lo cuida, se lo llevó.
—En ello.
La Alerta AMBER.
Para mi hijo.
Mientras yo no lo hacía.
Una ráfaga de energía encendió mis terminaciones
nerviosas en un zumbido. Sentarse en este auto,
esperando, ya no era una opción. Salí, envolviendo
mis brazos alrededor de mi cintura, y me apresuré a
reunirme con Jungkook.
—Espera, cariño.
Miré a Jungkook.
—Taehyung —respondió.
—¿Qué?
—Lo sé.
—¿Qué ocurre?
—Tenemos que saber quién era esta mujer. Incluso
si no es ella, tenemos que saberlo. —El tiempo de
enterrar la cabeza en la arena había terminado.
Cometí el error de pensar que en Busan era
inalcanzable. Tal vez esto no tenía nada que ver con
el chantaje, pero no iba a correr ese riesgo.
—Nadie.
—Mierda —siseó.
—No sé.
Mi furia se disparó.
—No lo estoy.
Mentiroso.
—No es mi esposa.
—Sí —murmuró.
—Adiós, MinHo.
No te rindas
Mi pequeño.
Salí corriendo. Jungkook también.
Lo encontramos.
Jimin tampoco.
이십삼
Taehyung
Nochebuena. Era la primera Navidad de Soobin y no
había ni una pizca de espíritu navideño en la casa.
Los eventos de hace dos días todavía estaban
demasiado crudos. En lugar de podar un árbol o
envolver regalos, pasaba mis horas de vigilia
esperando respuestas y rondando cerca de mi hijo.
—Hola.
—No.
—Pero me mostró una placa. —Estaba en una
billetera negra que abrió cuando la vi afuera de mi
casa.
Resoplé.
—Sí.
Me quedé boquiabierto.
Jimin asintió.
—Es mucha especulación en este momento, pero la
mayoría de las veces, nuestra especulación resulta
estar cerca de la verdad.
—Esto se siente...
—Inconcluso. —Envolvió sus brazos alrededor de
mí—. Dudo que confiese, que nos cuente todo, pero
maldita sea, quiero respuestas.
Hijo.
Me reí.
—¿Ah, de verdad?
—¿Lo prometes?
Jungkook sonrió.
—Lo juro.
Epílogo I
Jungkook
Un año después...
—¿Estas seguro?
Fruncí el ceño.
—¿Lo soy?
Hoseok asintió.
—Diez veces peor.
—Te amo.
—¿Eh?
Taehyung parpadeó.
—Es él.
—Me pregunto por qué está en Busan.
Me encogí de hombros.
—¿Se ha ido?
—¿Él lo conoce?
—Absolutamente no.
Él suspiró.
—Bueno... Sí.
Él rio.
—Ya estás pensando en el próximo y este aún no ha
nacido.
Epílogo II
Jungkook
Cuak.
—Tómate un descanso de los graznidos, amiguito.
Cuak. Cuak.
—Hola, Nam.
—¿Qué favor?
—Maldita sea.
—Lo resolveremos.
—Adiós, bebé.
Tenía casi dos años y estaba creciendo demasiado
rápido. Su cabello era rubio como el de Taehyung
pero había heredado mis ojos azules.
—No pijam.
—¡Cena!
—¿Qué?
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Kapitel: 28
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