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Blank ❁ KookTae

Por Blankvk

Completa

❝Hay personas que viven toda una vida y nunca se enamoran. Yo he vivido la mía y sí me he
enamorado. ❞

Porque el amor es igual efímero como la belleza de una flor.

Kim TaeHyung está cansado de la monotonía del pueblo en el que vive, pretendiendo ser feliz con
una vida y una relación que no lo satisface de ninguna manera. Razón por la cual cae fascinado por
la inesperada, e indeseada, presencia de un joven proveniente de la villa cercana al pueblo,
encontrándolo enseguida como un completo fastidio al que poco a poco va desenmascarando su
verdadero rostro.

Jeon JungKook es un joven opulento que desafió los límites de su buen juicio y cayó en las
consecuencias de una tonta acción. Para limpiar el apellido de su padre, se ve obligado a cumplir
servicio comunitario en el pueblo vecino a la villa donde vive, encontrando que tal vez las malas
decisiones pueden guiar a nuevas oportunidades para cambiar y encontrar un sentido en la vida.

Ambos se enfrentarán a sí mismos y al mundo que los rodea, conociendo que siempre hay otros
caminos para ser felices.
───────── •❁• ─────────

[1] ❁

La tranquilidad de aquel pueblo, de no más de trescientas personas, es


perturbada por un elegante deportivo negro estampándose contra la
pequeña, y única, cafetería del lugar. El estruendo es inevitable, a mitad de la
noche los cristales resuenan con más fuerza y la madera cruje violentamente
contra el suelo. La cabeza del conductor yace sobre el claxon, haciéndolo
sonar irritantemente, causando que la gente salga asustada y enfadada para
ver los daños causados por su evidente borrachera.

El oficial a cargo del lugar saca cuidadosamente al joven del auto, pues la
puerta quedó intacta, acostándolo en el pasto tras verlo en apenas cuatro
sentidos. Suficientes para exigirle respuestas.

— ¡Oye! —Le palmea una mejilla repetidas veces— ¡¿Qué demonios te ocurre?!
¡Pudiste matarte! ¡¿Te das cuenta de lo que hiciste?!—Encuentra su billetera al
trasculcar sus bolsillos, y chasquea la lengua al leer su nombre en la licencia
de conducir.

Algunas personas los rodean, otros tratan de apaciguar el fuego con


inservibles cubetas repletas de agua, incluso algunos quieren golpear al
muchacho que empieza a quejarse del dolor en su cabeza. Todos menos uno.

— ¡Papá, relájate! —La profunda y grave voz de su hijo lo sorprende—Sigue


ebrio, no te escucha, será mejor llevarlo a la clínica y...4
— ¡¿No te dije que no salieras?! —El iracundo hombre lo ve sobre su hombro,
aun sosteniendo al joven pelinegro que sonríe de oreja a oreja pese a la herida
en su sien manchando su atractivo rostro.

—Cálmate, viejo, deja hablar a ese niño bonito—. Farfulla, tose un poco, sin
dejar de sonreír. Por un segundo esté abre los ojos, conectándolos con los del
mismísimo hijo de la autoridad del pueblo, desvanece su sonrisa y vuelve a
reír como loco antes de perder la conciencia.

— ¡Te dije que te fueras, TaeHyung!

— ¡Papá, puedo ayudar!

El sitio es un caos, la gente grita y atosiga al oficial para que pida refuerzos a la
ciudad y puedan hacer recuento de los daños tan pronto amanezca. Pero él no
puede concentrarse, la voz suplicante de su hijo, el eco de la risa del chico
ahora inconsciente, el pequeño incendio que consume lentamente la cafetería
y las heridas ajenas manchando su bata, son demasiado para su paciencia.

Al menos hasta que...

— ¡TaeHyung! —La voz del hijo del agricultor de la zona resuena entre el
barullo—Tae, ¿estás bien? —Abraza fuertemente al muchacho de cabellos
rubios cual oro, le acaricia el hermoso rostro caliente por estar demasiado
cerca del fuego, y le besa suavemente la boca antes de regularizar su
respiración.

Dios, lo adora tanto que verlo en medio de la trifulca lo enloquecen. Y eso a


TaeHyung le fastidia un poco. Le molesta verse como si fuera a desbaratarse
con un leve soplido del viento.

El pequeño de ojos color avellana sonríe levemente, pues apenas es que se da


cuenta de que no apartó la vista de ese joven de cabello negro y orejas
horadadas. Ni siquiera los refunfuños de su padre lo despabilaron, hasta que
los labios de su novio lo arrancaron de su trance.

—HoSeok, ayúdame a llevar a este muchacho a la clínica. Más tarde hablaré


con tu padre para que no se preocupe—. DaeHyun, el padre de ese lindo rubio,
se levanta con el brazo del intruso rodeando su cuello.

—Descuide, sabe que vine a buscar a TaeHyung—. Besa brevemente la frente


de su novio—Y tú mejor ve a la cama, puede perjudicarte estar aquí, yo
ayudaré a tu padre.

—Pero...

—TaeHyung, vuelve a casa en este instante—. DaeHyun es terminante y frío.

TaeHyung atrapa su labio entre sus dientes al ver alejarse a su novio y a su


padre con ese guapo joven colgando de sus cuellos directo a la patrulla. Sabe
que su progenitor no sólo lo llevará a la clínica, sino que inmediatamente se
comunicará con las autoridades citadinas y hará lo posible porque pague los
daños a la pequeña localidad. Así pues, se queda de pie al lado del caos.

Los bomberos rurales no tardan en lanzar chorros de agua contra el ya


chamuscado negocio, mientras la dueña llora desconsolada. TaeHyung
observa a todos movilizarse y escudriñar minuciosamente con la vista el
deportivo dañado, murando cosas sin sentido y algunos nuevos rumores que
le fastidian la noche.

—TaeHyung, espero que tu padre haga a ese imprudente muchachito pagar la


reconstrucción de mi cafetería—. La señora Park solloza a su lado, dejando ver
que la angustia y el enfado se pintan en su añejo pero hermoso rostro.1

TaeHyung suspira cansino. ¿Qué puede decir o hacer? Él es el hijo del


respetado oficial Jung DaeHyun, no su asistente personal, ¿por qué esperan
tanto de él? Nada más es una persona que está atrapada en la rutina del
pueblo que lo vio nacer, un joven atrapado entre las mismas personas
monótonas, así como en la miseria de tener que ser digno de ser hijo del
oficial a cargo y enganchando con el mismo novio desde la infancia.

¿Y cómo llegó a eso último? Un día sencillamente HoSeok, en ese entonces de


trece años, cuando él apenas tenía diez años, señaló en la misa de año nuevo
que sería muy feliz de ser su novio en cuanto cumplieran la mayoría de edad.
Desde luego, sus padres tomaron aquella infantil confesión literalmente y
desde ese punto su unión es irrompible.

¿Lo quiere? Por supuesto que lo quiere, incluso lo respeta y aprecia, pero con
apenas diez años no sabía a lo que se sometía cuando dijo "me gustas mucho,
Hobi". En ese momento asintió y sonrió feliz al abrazarlo delante de todo el
pueblo. Sin embargo, al cumplir los dieciséis y HoSeok los diecinueve, se dio
cuenta de que no quiere seguir estancándose en ese lugar en medio del
bosque.

— ¿Quiere que le ayude a buscar algo que se haya salvado? —Desganado, mira
a la angustiada mujer al mostrarle una pala -que uno de sus amigos le entregó
minutos después de que su padre se fuera-, quien asiente aturdida al moverse
entre los escombros que los bomberos han liberado del fuego.

Sería una noche larga. Afortunadamente ese es el primer viernes -o mejor


dicho, sábado- de su verano. La única cosa que le permite no caer de sueño es
la curiosidad por saber sobre ese misterioso, y muy ebrio, muchacho.
Detalles:
❥ Adaptación re-subida
❥ Habrá mención hetero (omitan comentarios innecesarios de intolerancia)

Bɪᴇɴᴠᴇɴɪᴅᴏs ᴀ Bʟᴀɴᴋ
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[2] ❁

Una completa burla, eso es lo que al alcalde Jeon le parece al tener que estar
en el pequeño e insignificante juzgado de aquel pueblo. ¿Y cómo no? Si su
único hijo se atrevió a embriagarse y, por si fuera poco, a precipitar su
deportivo contra un mugroso local que alteró los nervios de aquella gente.

No sabe qué le molesta más, sí su hijo fuese un completo idiota o someterse a


las reglas del pueblo olvidado de Dios. Pero, ni hablar, estaría en problemas
serios si no controlaba la situación en seguida, ya que su reelección está a la
vuelta de la esquina y un escándalo como ese le arrebataría muchos votos. Así
que, el poner el ejemplo vívido de la solidaridad, con su hijo como chivo
expiatorio, era la mejor idea a la que pudo acceder en tan poco tiempo.

Y es que los medios de comunicación ya estaban bombardeándolo con las


mismas preguntas, estropeando a su paso el hermoso jardín de su propiedad
ubicada en la villa de no más de cincuenta casas adineradas, para verlo
tropezar y tener un buen escándalo como primicia.

—Bien, alcalde Jeon, creo que es un castigo justo, ¿no le parece? —El juez Choi
entrelaza sus manos sobre el estrado, esperando cerrar de una vez ese
incomodo episodio y ver a aquel impaciente muchacho hacer algo más que
bufar irritado.

—Claro, señoría, mi hijo está dispuesto a saldar su impertinencia con servicio


comunitario.

—No estoy de acuerdo, ya dije que estaba ebrio, ni que fuese para...

—Por favor, ya no hables—. El alcalde susurra con los dientes apretados.


Respira profundo, pues sabe que los fotógrafos esperan verlo estallar.

—Bien, ¿está conforme, oficial Jung?

Chasqueando la lengua, no muy a gusto con tan poco castigo, DaeHyun


asiente sin decir palabra alguna. A su lado, TaeHyung observa curioso la tensa
cercanía del joven azabache para con su padre.

El menor ladea su cabeza al perderse en el peligroso atractivo del perfil ajeno.


Traga pesado al bajar la mirada. Siente un extraño calor agolparse
irremediablemente en sus mejillas. Le atrae verlo vestir con vaqueros, una
camisa blanca ajustada y calzando unas borcegos color trigo, ante el juez;
como si desafiase al sistema.

—De acuerdo. Señora Park, el joven Jeon será parte de la mano de obra para
reconstruir su cafetería. Además, contará con el apoyo económico del alcalde
Jeon—. Observa con una sonrisa de suficiencia a la mujer aliviada por
recuperar su fuente de ingresos.
───────── •❁• ─────────

En cuanto llegaron de vuelta al pueblo, el joven azabache fue abandonado por


su padre tras ver como firmaba un cheque y se lo entregaba al oficial a cargo. Y
ni hablar de ver como remolcaban su destrozado deportivo a las afueras del
pueblo. Cruzado de brazos, observa el área aun repleta de escombros
calcinados y a unas cuantas personas ayudando a moverlos.

—Anda, cambiate esa camisa de niño rico y mueve esos músculos.

— ¿Tú quién eres para darme ordenes? —Desafía al tipo castaño parado detrás
de él.

— ¿Acaso el golpe en tu cabeza te provocó pérdida de memoria de corto


plazo? El juez sentenció tu servicio comunitario como un trabajador aquí, así
que bájate de tu nube y mueve el trasero para pagar lo que dañaste.

Ninguno cede al sostenerse retadoramente la mirada, declarándose la guerra.

—HoSeok...

La profunda, pero dulce, voz de un tercero los hace desclavar sus pesadas
miradas. Cuando viran en dirección de una fina y fornida figura, ambos
jóvenes aflojan el cuerpo y prestan atención al rostro pintado de
preocupación de quien lleva dos palas en las manos.1

—Amor, ¿qué haces aquí? —Camina hasta donde se encuentra su novio.

— ¿Amor? —Arruga la nariz ante el apelativo cariñoso y por el interés del


susodicho al verlo fijamente.

—Vine a ayudar, también a recordarle al maleante que se apresure a mover los


escombros—. Baja la mirada avergonzado de ser descubierto por el azabache,
más no esté que chasquea la lengua y rueda los ojos más disgustado por el
termino sobre su persona.1

— ¿Maleante? —Da unos pasos hacia la pareja, siendo detenido por la clara
advertencia del oficial que los sorprende.

—Escucha, jovencito, tendrás que ayudar en todo lo que se te pida o de lo


contrario al darle el reporte al juez te verás en serios problemas.

Definitivamente ese sería un verano pesado, incomodo, diferente e


interesante para TaeHyung. Por fin haría algo distinto, la rutina de esperar a
que el festival de las flores llegase y preparar comida junto a su tía, o convivir
con HoSeok y sus amigos en la fogata, se vería reemplazado por la excitación
de coexistir con alguien de afuera. Por mucho que le moleste su acida actitud.

Al ver a su padre irse, TaeHyung le entrega una pala al azabache y la otra a


HoSeok. Ambos lo observan ir detrás del oficial para coger una carretilla y
recoger objetos pesados o grandes para limpiar el área.

El maleante observa atento cada movimiento del curioso rubio, pese a


levantar objetos grandes y pesados, no evita verlo frágil, como si de un
segundo a otro fuese a romperse. <<Me resulta familiar>>. Eso atrae su
atención, tanto que dejó de excavar la madera hecha carbón para verlo
limpiar su frente y alborotar más su flequillo.

—Es adorable—. Murmura.

Por supuesto, HoSeok se percata de que su novio es devorado por la mirada


de JungKook. Clava la pala en los escombros y carraspea un poco para atraer
la divertida atención del azabache.

— ¿Te molesta que lo mire? —Imita el gesto con la pala, reposando su mentón
sobre el mango envuelto por sus manos.

—Sí, es mi novio.

El azabache se endereza de golpe y boquea ante la tosca confesión. Reprime


una carcajada al deslizar la vista de uno a otro.

─ ¿En serio él está contigo? ─Apunta a TaeHyung con el pulgar, acrecentando


el enfado en HoSeok.

HoSeok lanza la pala y lo coge con fuerza del cuello de la pulcra camisa blanca
para amedrentarlo.

— ¡Estás hartándome, niño idiota! —Aprieta los dientes.

— ¡Suéltame! —Forcejea para librarse del fiero agarre.

— ¡HoSeok! —TaeHyung abandona la carretilla para detenerlos. Si su padre los


ve pelear el problema será mucho peor.

— ¡Estás advertido, maldito mocoso! —. Lo empuja y apunta con el índice.

— ¡Recuerda que debes respetarme, imbécil! ─Aprieta la mandíbula al verse


incapaz de golpear a HoSeok.
TaeHyung se ha interpuesto entre ellos. Los mantiene separados con ambas
manos en los respectivos pechos. Aprieta los ojos al implorar que nadie le diga
a su padre a cerca de la riña, o que él no haya escuchado el alboroto.
Segundos después, fulmina con la mirada a su novio y después al azabache,
quien le sonríe ladinamente para fastidiar al castaño.

─ ¿Acaso no pueden comportarse como los adultos que se suponen que son?
─Contrae el rostro al sentir la dura mirada de JungKook sobre su persona.

—Me comportaré—Da un paso hacia atrás mientras levanta un poco las


manos—Nada más porque tú eres el niño bonito que me defendió del viejo
ese.4

—Respeta a mi padre, vándalo—, TaeHyung baja los brazos y encara al


azabache—Y quítate de la cabeza que te defendí, porque no es cierto.

HoSeok observa la pequeña discusión en silencio, deseando haber podido


golpear a JungKook para dejarle en claro que no puede meterse con
TaeHyung o con quien sea del pueblo.

───────── •❁• ─────────


[3] ❁

JungKook no puede pasar por alto las tajantes palabras de TaeHyung, al


punto que no ha podido borrar de su cabeza el ruborizado y recio semblante
que el menor le dedicó al expresar su indiferencia. Más que nada porque, las
últimas cinco noches, ha sido receptor de esa misma indolencia a causa de su
temporal estadía bajo el mismo techo que la familia Jung.

Aquel hecho le ha permitido a JungKook aprovecharse de la escasa paciencia


de HoSeok y de la irritabilidad de TaeHyung, pese a que este último luche por
no demostrarlo cada vez que cruzan miradas dentro de la casa.

En cuanto a la presencia de JungKook en casa de TaeHyung, el motivo


principal es la despreocupación por hacerse cargo de él de parte de los
lugareños. Ni siquiera la señora Park aceptó cuidarlo, por lo que el oficial Jung
DaeHyun no tuvo más remedio que ofrecerle el cuarto de huéspedes. La idea
le desagradó especialmente a TaeHyung, más DaeHyun no podía dejar al hijo
del alcalde a su suerte y mucho menos al verlo como una ventaja a largo
plazo.1

En esas cinco noches, TaeHyung ha conocido paulatinamente la persistencia


de JungKook por fastidiarle la existencia, más que nada por las provocaciones
que le lanza a HoSeok deliberadamente. Eso le exaspera y le pone la piel de
gallina, especialmente por las intensas miradas y las cínicas sonrisas que
JungKook le dedica antes ir a dormir.

Por supuesto, TaeHyung no puede negar que el par de ocasiones que vio a
JungKook salir de la ducha, solo con una toalla rodeando sus caderas, ha
quedado embobado por lo atractivo que resultó ser.
Sabiendo eso, JungKook ha tomado ventaja. Le gusta ver a TaeHyung
ruborizarse de la vergüenza y el enfado cuando lo pilla antes de que entre al
cuarto de baño para ducharse.

Volviendo a TaeHyung, lo que en verdad lo tiene de cabeza son las constantes


discusiones con HoSeok. En cada oportunidad es bombardeado por sus
reproches, por su inconformismo, por su desconfianza, por sus celos, casi
obligándolo a pedirle a su padre que echen al riquillo al jardín con una
miserable casa de campaña de techo. La poca paciencia con la que su madre
lo equipó está agotándose y Dios sabe que ya no soportara más de seguir
teniendo en cada oreja los reclamos de su novio y las risas del intruso en su
casa.

Desde luego, TaeHyung reconoce que tener a JungKook bajo el mismo techo
en verdad ha resultado fastidiosamente curioso. Aparte de sentir su corazón
desenfrenado al verlo salir del cuarto de baño, con su tersa piel expidiendo
suave vapor, se sale de quicio cuando el hijo del alcalde decide abrir la boca
para recordarle que es un maldito grano en el trasero.

—TaeHyung, ¿irás esta noche a la fogata? —JaeBum posa sus manos en el


mango de la pala. El calor va consumiéndolo al igual que todos—Desde que el
riquillo destrozó la cafetería, la hemos frecuentado más.

El aludido sacude la cabeza en negación. Por más que lo intente, no puede


desechar la imagen de JungKook saliendo del baño con una toalla rodeando
sus caderas.1

—Estoy agotado, prefiero dormir temprano—. Retoma la recolección de


escombros. No quiere que su amigo note su sonrojo por un sencillo recuerdo
de apenas esa mañana.
— ¿Sigues molesto con HoSeok? —Reposa su mentón sobre sus manos—Ya
reconcíliense, es fastidioso escucharlo lloriquear porque no lo miras siquiera.

TaeHyung suspira pesado, el dolor de cabeza ya no es de mero calor. ¿Cómo


decirles a sus amigos que todo ese tiempo ha deseado que ese drama acabe?
Su corazón quiere a HoSeok, pero no del modo que él quisiera y del que todo
mundo lo percibe.

¡Demonios! Le es tan difícil poner en orden sus sentimientos, darse valor y


acabar con sus penurias sentimentales.

Pasa por alto la pregunta, especialmente porque Mark corre hasta ellos para
decirles que JungKook y HoSeok tienen de nuevo una riña.

— ¿De nuevo? —TaeHyung pone los ojos en blanco.

—Esta ves se puso color de hormiga, uno de ellos esta sangrando—. Mark atrae
de nuevo la atención de TaeHyung.

— ¿Mi papá no está en el pueblo, cierto? —El rubio lanza la pala antes de salir
corriendo al otro lado de la construcción.

— ¿Bromeas? No estarían casi matándose de estar él aquí—. Mark regresa


apresurado junto a JaeBum.

Lo primero que ven es a JungKook sometiendo a HoSeok contra la tierra y


propinándole serios puñetazos en la cara. Todos quienes ayudan en la
reconstrucción de la cafetería están observando morbosamente.1

— ¡Diablos, dejen de comportarse como idiotas! —A grandes zancadas,


TaeHyung se acerca y derriba a JungKook a un lado.

— ¡No te metas! —HoSeok se levanta y empuja a TaeHyung. Coge de la playera


a JungKook y lo derriba con un puñetazo.
—Esto se está poniendo bueno—. Mark sonríe—Apuesto mil wons a que
TaeHyung les jala el cabello para separarlos—. Le da un codazo a JaeBum,
quien no evita reír ante la situación y apuesta la misma cantidad a favor de
HoSeok.1

Los insultos y puñetazos siguen, por mucho que TaeHyung intervenga, los dos
insolentes siguen en su lucha para imponerse. Van revolcándose por todos
lados, lastimándose más de la cuenta, hasta que uno de sus puños cae en la
cara de TaeHyung cuando, banalmente, intentaba de nuevo separarlos.
JungKook es quien le partió el labio, así que da un par de pasos hacia atrás al
verlo caer y escupir un poco de sangre.

— ¡Él no tiene que ver en esto! —HoSeok lo empuja con más rabia, ignorando a
su novio que se levanta con ayuda de JaeBum y Mark, quienes han dejado de
reír y comienzan a ver la seriedad del problema.

— ¡Ya basta, carajo! —TaeHyung respira con dificultad.

—Te dije que no te metieras, ¿en qué diablos estabas pensando? Este riquillo
tiene que entender que...

— ¡Dije que ya basta! No soy de cristal, entiéndelo, no soy tan delicado como
piensas. No me romperé porque a ese torpe se le haya ido el puño a mi cara—.
Se limpia la boca y aparta bruscamente la de su novio al querer revisarle la
herida— ¿Por qué estaban peleando?

—Tu maldito novio no deja de darme órdenes, ya le he dicho que no soy su


gato—. JungKook sigue limpiando la sangre de su boca con el ruedo de la
playera.

JaeBum golpea suavemente en el brazo a Mark para que lo ayude a despejar a


la gente, por mucho que quieran ver a TaeHyung explotar, como pocas veces
lo hace, les incomoda que la discusión sea centro de rumores.
—Estás muy equivocado, gracias a ti mi verano también se ha arruinado y
debo pasar los siguientes tres meses reconstruyendo ese horrible lugar—.
Suspira derrotado. Frota su rostro entre sus palmas, ensuciándose un poco de
tierra, y dispersando un poco de sangre en su barbilla.

HoSeok afloja el cuerpo. Le dolió escuchar que su novio dijera que el sitio al
que han acudido, durante los últimos años, le desagrada. ¿Cómo es que no se
había dado cuenta? Siempre que van, en compañía de Jackson, de JaeBum,
de Mark, de todos sus amigos, lo ha visto reír o bromear como si todo
estuviera bien.

JungKook nota el radical cambio de humor. Percibe que la ira del hijo del
agricultor ya va dirigido al hijo de la autoridad del pueblo. Limpia el sudor de
su frente y la sangre con la manga de su sucia playera.

—Tae, amor, ¿de qué hablas? —Su sonrisa es tan fingida que el rubio no evita
sentir dolor ajeno.

—Ignora lo que dije, fue el calor del momento. Necesito dormir un poco—.
Aprieta los ojos, esas ganas de llorar son por el alivio de exteriorizar sus
pensamientos nuevamente reprimidos.

—Hablemos de esto, vayamos a mi casa, déjame curarte—. HoSeok lo sostiene


con miedo de los hombros. Aquella fragilidad con la que lo veía ahora la
experimenta sobre sí mismo.

—Mantén la cabeza inclinada hacia abajo—. JungKook se interpone al verle


sangrar la nariz a TaeHyung.

— ¡Hey!

— ¡¿No ves que tiene una hemorragia?! —Fulmina con la mirada a HoSeok
antes de sostener de la nuca al rubio para que no levante la cabeza.
—No lo toques, yo lo...

— ¡Estoy bien! —TaeHyung levanta una mano, impidiéndole a HoSeok


continuar reclamando—Estaré, bien, ¿sí?

JungKook sonríe con suficiencia, no sólo consiguió ganar esa ronda sino un
plus al ver rabiar a HoSeok al llevarse a TaeHyung de vuelta a la casa.

───────── •❁• ─────────

JungKook le limpia cuidadosamente la nariz, frunce el ceño sin percatarse, un


poco asqueado lanza el algodón lleno de sangre a la basura y termina por
colocarle dos tapones limpios en las fosas nasales.

TaeHyung se dejó hacer por meras ganas de desquitarse de JungKook, le gritó


que al ser su culpa debía responsabilizarse y curarlo hasta que el mareo
pasara por completo. Y no se arrepiente, por mucho que el azabache sea un
niño rico sabe qué hacer con el algodón y el alcohol por lo menos.

—Tu novio ahora estaría consintiéndote, pero prefieres aburrirte viendo el


piso.
—No tengo ganas de estar con él—. Cierra los ojos al apoyar la mejilla en el
reposabrazos del sillón. Le molesta hablar con el algodón obstruyendo sus
vías respiratorias.

El azabache recarga los codos en sus muslos al inclinarse un poco en el sofá.

—Si ya no lo quieres, ¿por qué sigues con él?

TaeHyung abre los ojos de golpe para verlo con frialdad. Apretuja sus puños
sobre sus rodillas, pues su tolerancia está en cero. Verlo con el ojo morado, el
labio roto y la mejilla hinchada no le es impedimento para querer darle otro
golpe que lo mantenga callado. Por eso prefiere salir de la casa por la puerta
trasera y alejarse, aliviado de que nadie del pueblo lo verá.

Esa costumbre la mantiene desde que quiso estar a solas, más que nada
porque es el único escape que encontró tras perder a su madre un día antes de
su cumpleaños.

Ignorando que JungKook lo sigue de cerca, va adentrándose por el mismo


sendero que ha surcado desde los últimos tres años. Entre más se filtra entre
los altos pinos, TaeHyung aguanta las ganas de llorar al recordar cómo, antes
de cumplir trece años, le dijeron que su madre no volvería a festejar a su lado
un cumpleaños más.2

Su pequeña familia se había fracturado. La relación con su padre empeoró por


falta de comunicación de ambas partes, siendo preocupante hasta la fecha.

A mitad de camino se quita los algodones y sonríe suavemente al poder


aspirar el fresco aroma de los pinos. Sabe que está por llegar al barranco, pues
a sus pies danza el transparente río que talla finamente las rocas durmiendo
en sus entrañas.
Y ahí la ve, la misma roca al filo del barranco en su espera para poder sentarse
y observar el bosque en todo su esplendor. Una magnifica vista, gozando del
salvaje viento despeinando sus rubios cabellos, regalándole los más cálidos
rayos de sol pintando su piel, es lo que siempre le espera sin cuota alguna.

Abraza sus piernas una vez arriba de la roca, aquella pequeña dosis de libertad
le da fuerzas para seguir con la misma rutina que, hasta el momento,
JungKook ha logrado fracturar lentamente. Una geométrica, pero aun
reprimida, sonrisa se asoma en su hermoso rostro.

El azabache observa la espléndida imagen detrás de un tronco. ¿Quién diría


que TaeHyung en verdad se vería frágil a merced de la soledad impuesta? Por
primera vez comparte, en silencio, aquel aislamiento que TaeHyung grita sin
emitir sonido alguno. Pensaba molestarlo, pero al verlo sollozar, ante aquel
maravilloso paisaje, comprendió que esconde un dolor que, asegura, ni
HoSeok conoce.

───────── •❁• ─────────


Una semana más y HoSeok no puede acercarse a TaeHyung sin que éste lo
ignore completamente. Le duele estar distante de quien quiere, de quien ama,
más sabe que de obligarlo las cosas empeorarán. Lo que va matándolo
lentamente es ver a JungKook aprovecharse de la situación. Lo ha visto
pululando alrededor de TaeHyung, tratando de entablar conversaciones que
poco a poco van tornándose de distantes a agradables.

Esa tarde, mientras se despereza al ver que el área ya está limpia de


escombros, JungKook se acerca con un refresco y una cerveza en mano al lado
de un sudoroso TaeHyung.

HoSeok ve de lejos a su novio sonreírle al intruso y como se acomoda en un


viejo tronco para que se siente a su lado.

— ¿Desde cuándo eres tan amable conmigo? —TaeHyung acepta la lata de


refresco, arrugó la nariz al ver la de cerveza que JungKook sorbe sin
problemas.

JungKook sonríe muy complacido, pues sabe que HoSeok los observa y que
DaeHyun no está en el pueblo. Lo cierto es que pensaba divertirse a costa de
HoSeok, pero en las últimas dos semanas ha sido testigo de la dulce aura que
TaeHyung transmite. Lo ve tierno, testarudo, con una gran fuerza que se niega
a revelar por miedo. ¿Pero a qué? Ya van tres veces que lo sigue al mismo
barranco y lo escucha llorar mientras charla simbólicamente con su madre.1

—Es una tregua, después de todo tendré que verte la cara por casi tres meses.

TaeHyung juega con la lata entre sus manos y fricciona la punta de sus tenis
en la tierra. Sonríe por inercia con solo ver a JungKook, incluso más desde que
él se ha estado comportando amigable y gentil. Si bien, le apena detallar el
rostro de JungKook, cayendo rendido lentamente cada vez que cruzan
miradas fugaces. Ambos ríen sin motivo alguno, pareciendo que se entienden
pese al cálido silencio envolviéndolos.

Desde que JungKook ha bajado la guardia las cosas han sido más sencillas
para TaeHyung, y eso le gusta.

— ¿Extrañas a tu familia? —Sorbe un poco de refresco y nota como el contrario


tensó en segundos la mandíbula. También hace recuento de sus viejas heridas
sanando muy bien.

—No a mi padre—. Ladea la cabeza, no le gusta que lo vean molesto.

TaeHyung está confundido, cualquier muchacho quisiera ser hijo del alcalde.

— ¿Ni a tu madre?

—Tampoco tengo. Bueno, es complicado—. Le devuelve una sería mirada. Una


expresión tensa, pintada de tristeza en lo profundo de sus ojos negros paraliza
el corazón de TaeHyung—Ella se fue por culpa de mi padre.

— ¿Complicado?

—Él la engañó, por es lo abandonó sin importarle dejarme solo—. Apachurra la


lata vacía de cerveza.

Sin querer, TaeHyung tocó una fibra sensible en ese joven de carácter reacio y
personalidad endemoniada. Nadie lo tolera, ni siquiera su padre, pero él
comienza a comprenderlo. Él perdió a su madre, pero JungKook fue
abandonado por la suya, ¿cómo no solidarizarse con su tristeza?
Espontáneamente posa su mano sobre la de JungKook y entrelaza los dedos,
inconscientes de que están en medio del pueblo y su atención sobre sus
espaldas. Sobre todo, la de HoSeok y sus amigos.
El alto castaño no soporta la situación, así que, valiéndose de la poca
paciencia que le queda, se acerca y sujeta lo más suave que puede a TaeHyung
de los hombros.

—Tae, ¿podemos hablar?

—HoSeok, tengo cosas que...

— ¡Demonios! —Cubre su rostro— ¡Sólo quiero hablar contigo, maldición!

—Oye, cálmate—. JungKook interpone su cuerpo al levantarse para que deje


tranquilo a TaeHyung.

—El asunto es con mi novio, no contigo—. Lo empuja del pecho.

JungKook ríe enfadado al aflojar su cuerpo. Si HoSeok quiere otra pelea se la


dará sin problemas.

Cansado, TaeHyung jala del brazo a JungKook y se interpone en su campo


visual para encarar de nuevo a HoSeok. Éste lo mira con desconcierto y
fastidio, aun así, se deja llevar del brazo a los límites del pueblo para
conversar como tanto lo había deseado.

Lejos de los oídos curiosos, TaeHyung suelta el brazo de HoSeok y es


sorprendido por un fuerte abrazo cargado de necesidad. Permite sentir el
cálido y desesperado aliento del castaño contra su nuca.

—Te extraño mucho, necesito verte, poder abrazarte y besarte, quiero que
estés a mi lado en las fogatas y que caminemos juntos a la orilla del...

—Es suficiente—. Desliza su cuerpo fuera de los brazos del castaño.

—No entiendo, ¿qué anda mal entre nosotros? Hemos estado peleando y te
has distanciado de mí.
<<Es el momento, dile de una buena vez lo que piensas>>, TaeHyung suspira.
Escruta el descompuesto semblante de HoSeok, como si le hubiese leído la
mente y este formulando un argumento para negarse a su rechazo.

—Todo.

— ¿Todo? —Está más confundido.

—Desde esa misa de año nuevo sentenciase nuestra relación sin siquiera
preguntarme. Sí, dije que me gustabas mucho, pero comprende, yo tenía diez
años, ¿qué iba a saber que aquello sería suficiente para atarme a una relación
a temprana edad?

Comienza a respirar con dificultad, sintiendo un apretado nudo en la garganta


que se niega a deshacer. Por lo menos no en frente de HoSeok. Debe resistir,
más a las lágrimas ajenas que van asomándose en la mirada castaña de a
quien le está rompiendo el corazón.

—Apenas tengo dieciséis años, quiero salir de este pueblo, necesito tener
experiencias, conocer personas—. Estrecha más sus rasgados ojos, su boca la
abre tanto como sus sentimientos desbocados se lo permiten—Quiero
enamorarme de verdad.

—Yo te amo, TaeHyung, ¿eso no te basta?

—No me amas, Hobi, es sólo un ideal creado a partir de nuestra infancia,


entiéndelo.

A unos cuantos metros, oculto tras un grueso tronco, JungKook escucha


atento cada confesión. Hace algunos días estaría regocijándose de oírlos
terminar, pero al ir conociendo la sensibilidad en el alma de TaeHyung ya no
está muy seguro de desearle ese trago amargo.
—No, tú entiéndelo, estábamos bien antes de que ese riquillo llegase al
pueblo—. Trata de no gritar, pero la desesperación y los celos van comiéndolo
rápidamente.

— ¿Qué tiene que ver Jeon en esto? —Arruga la nariz y se aparta un poco—
HoSeok, desde antes de siquiera saber que él existía, yo ya no quería seguir
con esta farsa.

El alto castaño cierra abruptamente el espacio y sujeta con cierta fuerza los
brazos de su novio. Llora desvergonzadamente, destilando toda la rabia e
impotencia que nace de sus entrañas al pensar al pelinegro cerca de quien
ama.

—He visto como lo miras, sonríes como tonto cuando te llama, pareces
hipnotizado por él.

TaeHyung guarda silencio al experimentar una mescolanza de miedo y


revelación anidándose en su interior. Ignora que JungKook sigue atento a la
dura conversación, por lo que susurra sin miedo alguno: —Él me gusta.2

El azabache sonríe sin darse cuenta de lo reconfortante que fue eso para él.

HoSeok va soltándolo lentamente, como si al desprender el último dedo se


diera cuenta que su relación nunca existió como tal. Le hiere admitirlo aun
entre negaciones profundas, pues no concibe dejar de amar a esa belleza ante
sus ojos y tan lejos de su corazón tan pronto.

—Si te hace daño, no vengas corriendo a que te consuele—. Escupió palabra


por palabra antes de darle la espalda e irse.

JungKook rodea el tronco hasta ver irse a HoSeok, rompiendo una rama bajo
sus pies. Se queda unos minutos más lejos de TaeHyung, quien sigue de pie
con la mirada clavada en el fresco musgo bajo sus desgastados tenis.
JungKook da cortos pasos al lado del hijo del oficial sin decir palabra alguna,
sintiendo su dolor hasta derrumbarlo.

— ¿Podrías abrázame? —Musita en su oído después de haberlo sorprendido


con un abrazo.

El pelinegro cierra los ojos por la suave calidez del aliento ajeno en su oreja. Se
pierde completamente al posar sus manos en las caderas del joven que
sencillamente hunde su rostro en su cuello.

—Deberías molestarte conmigo.

— ¿Por espiarnos? —Mantiene su rostro en el cuello ajeno.

—Es obvio, ¿no? —Tuerce la sonrisa.

—Más tarde me enfadaré contigo, por ahora...—enraíza el abrazo.2

JungKook juraría sentir el desbocado corazón de TaeHyung golpear


fieramente contra el suyo, resultándole extrañamente maravilloso.

1
Cuídense mucho
───────── •❁• ─────────

[5] ❁

—Con el área limpia ya se podrá iniciar con la reconstrucción de la cafetería


mañana mismo—. DaeHyun apenas llegó del trabajo, dirigiéndose a su hijo al
verlo en la sala.

TaeHyung asiente despreocupadamente sin dejar de ver la misma hoja desde


hace unos minutos. La culpa es de su aturdido corazón al recordar lo bien que
la pasó al lado de JungKook, especialmente cuando le correspondió un abrazo
que tanto necesitaba. También la preocupación ofusca su mente, pues
HoSeok se fue muy enfadado y la gente del pueblo los vio regresar muy
sonrientes.

— ¿Dónde está el hijo del alcalde?

— ¿Por qué no le dices por su nombre? —Parpadea al reaccionar a la molesta


voz de su padre.

—Para que recuerdes con quien tratas, no quiero que te hagas ilusiones.

— ¿Por qué habría de hacerme ilusiones? —Tuerce la boca al ahogar una


risita.1

Justo en ese momento JungKook baja las escaleras con una toalla rodeándole
el cuello, vistiendo una playera ajustada color gris obscuro, unos shorts del
mismo tono, y con los pies desnudos. Su cabello cae alborotado sobre su
rostro, creando un atractivo efecto.2
Un adonis con el que TaeHyung vuelve a embobarse al recordar
perfectamente el agradable calor y comprensión en aquellos brazos que
sostuvieron su tristeza.

—Buenas noches, señor Jung—. Aprovecha al saludarlo para ver fugazmente a


TaeHyung aun sentado en el sillón.

—Muchacho, quiero hablar contigo, así que—lo ve de arriba abajo—ponte


zapatos y salgamos.

—Quiero ir también—. TaeHyung deja el libro en la mesa de centro. Antes de


siquiera levantarse del sillón su padre lo detiene con un ademan de mano.

—Tú te quedas.

JungKook mira a TaeHyung, pareciendo que le dice con los ojos que sabrá
manejar la situación, sea cual sea. Tiene la vaga idea de que HoSeok, o alguien
del pueblo, le contó acerca de su arrebato por querer defender a su hijo. Lo
único que omitirá es lo mucho que disfrutó estar con TaeHyung a solas,
soportando la aflicción que lo envolvía esa tarde con un silencioso abrazo.

—Bajo enseguida.

Al subir y buscar sus borcegos, JungKook sonríe inconscientemente al


acordarse del fresco aroma a hierbabuena que TaeHyung le impregnó en la
ropa. La ferocidad con la que su corazón comenzó a latir, buscando
acompasarse con el del menor, lo dejó perplejo. Es así como lo adjudicó a la
empatía y a la felicidad interna por encontrar a alguien que puede
comprenderlo.

Ambos se sienten solos, y por azares del destino sus caminos se cruzaron para
brindarse un poco de compañía.
JungKook baja rápido y se calza en el recibidor para salir junto a DaeHyun. En
su espalda se clava la preocupada mirada de TaeHyung, misma que ignora
para mantener la compostura al responder sin trabas a lo que se le venga
encima.

───────── •❁• ─────────

Como la cafetería era el principal, por no decir el único, sitio para comer
tranquilamente, DaeHyun salió del pueblo para detenerse en un pequeño
restaurant de comida rápida casi colindando con la villa.

Ninguno dice nada cuando bajan del auto y caminan hacia el establecimiento.
JungKook se limita a seguirlo en completo silencio.

—Aquí vamos—. Dice al reconocer a unos compañeros de instituto que


enseguida lo miran sin disimulo alguno.

— ¿Disculpa? —DaeHyun lo ve un segundo al encontrar una mesa para dos e


indicarle con un gesto que se siente.

—Nada—. Rápidamente se acomoda a modo de no dar la cara al pequeño


grupo de jóvenes.
— ¿Qué van a ordenar? —La mesera interrumpe el tenso silencio.

—Dos hamburguesas y dos refrescos, por favor.

—Enseguida.

DaeHyun asiente y clava su filosa mirada en el chico claramente nervioso. Alza


una ceja y estudia cuidadosamente sus gestos.

— ¿Sabes por qué quiero hablar contigo?

—No—. Entrelaza los dedos sobre la mesa, claramente incómodo de ser el


centro de atención del grupo que ha reconocido como algunos jugadores del
equipo de basquetbol.

—Los rumores en el pueblo se extienden muy rápido, al igual que en la villa—.


Mira detrás de sí. Desde que llegaron reconoció al grupo de jóvenes que los
observan expectantes.

—Lo sé—. Suspira agotado—Mi padre no me perdonará la humillación por la


que lo hice pasar.

—No lo culpo por enfadarse, pero sería un idiota por cargarte la espalda con
problemas que no te corresponden. De cualquier forma, de eso no es lo que
quiero tratar contigo.

— ¿Entonces?

—HoSeok es decente, pese a ser testarudo e impulsivo. Lo conozco desde que


era un bebé—. Su risa desaparece por completo—Tristemente no puedo decir
lo mismo de la mayoría de las personas.

— ¿Por qué habría de importarme?

DaeHyun suspira pesado, con la paciencia agotándose lentamente. Guarda


silencio al ver que la mesera trae consigo las hamburguesas y los refrescos.
Cuando la joven se retira, el oficial se inclina un poco sobre la mesa y se dirige
de nuevo a JungKook.

—Para que no hagas cosas buenas que parezcan malas—. Entrelaza sus manos
sobre la mesa al hacer a un lado la charola con la comida.2

JungKook se toma ese tiempo para verlo mejor, notando que su cabello es
ligeramente más obscuro que el de TaeHyung. Al prestar atención a sus finas
facciones, a sus gruesos labios, a su piel suavemente dorada, y a su profunda
voz, asegura que TaeHyung le heredó lo arrebatadoramente atractivo y
encantador. Más no la dulzura y la ternura en su ser. <<Quizá de su madre>>

—No comprendo, ¿quiere decirme que si me acerco a TaeHyung el pueblo lo


tildará de...?

—Puede ser. Escucha, los muchachos de dónde vienes buscan a las jovencitas
de nuestro pueblo para divertirse, y yo no quiero que TaeHyung sufra
también.

JungKook cruza los brazos al dirigir su atención al grupo de jóvenes que se


burlan de él. Procesa la advertencia del oficial, molestándole de cierto modo
que le prohíba acercarse a TaeHyung.

—Discúlpeme, pero hay dos problemas en su preocupación. La primera,


TaeHyung es una persona con ideales firmes. Y segunda, él no me interesa—.
Da una mordida a la hamburguesa, sosteniéndole la mirada a DaeHyun.5

— ¿Entonces no lo abrazaste con otras intensiones? Se murmura que


TaeHyung se acercó a ti y qué lo permitiste, que incluso rieron juntos y
volvieron a casa muy risueños—. Al ver la palidez en el rostro de JungKook,
sonríe amargamente—Te lo dije, el pueblo no es discreto y se filtran muchas
cosas entre los ojos curiosos. Suelo ignorar los rumores, pero cuando se trata
de mi único hijo no me es fácil hacerlo. Por eso quería hablar contigo, y me
ayudó para tranquilizarme.

JungKook está sin habla. Pudo ser capaz de decirle al oficial que se lleva bien
con TaeHyung por el bienestar de su forzada estadía en su casa, más se limitó
a morderse la lengua para no defender el sincero interés amistoso para con
TaeHyung. Quedó como un mentiroso y le dio la razón a DaeHyun.

Al cabo de media hora, ambos salen del establecimiento entre el mismo


silencio desde que terminaron de hablar. En cuanto a los muchachos que los
observaban, se retiraron minutos antes a punta de burlas hacia JungKook.

Burlas que finalmente no le perjudican a JungKook, sólo a su padre, ya que se


propuso una meta en el instante en que se vio solo tras la ausencia de su
madre. Quiere irse tan lejos como pueda, sin dejar nada ni a nadie atrás.

<<Y TaeHyung no será la excepción.>>

───────── •❁• ─────────


[6] ❁

Tres días después

— ¿Por qué sigues sin querer hablarme? —TaeHyung empuja, con el dedo, del
pecho a JungKook—Desde que fuiste a conversar con mi padre te has
comportado extraño.

—Termina de cortar la madera—. Respira agitado, producto del esfuerzo físico


por cargar los tablones y embonarlos para el esqueleto de la estructura—Y
ponte el maldito cubrebocas y las gafas de seguridad, ¿quieres?

— ¿Por qué?

—Porque te hará daño, y...1

—Sabes a qué me refiero, Jeon. ¿Por qué estás alejándote de mí? —Le fastidia
pensar que su padre le haya dicho algo a JungKook para que se comporte
distante. Ya comenzaba a disfrutar de la silenciosa tregua, de conversar de vez
en cuando con él, incluso a reír mientras miraban televisión antes de que
llegase su padre.

Le permitió entrar a su espacio personal y emocional, por eso le duele y


entristece verlo alejarse tajantemente.

JungKook no sabe cómo responderle a TaeHyung, sobre todo porque esa


mañana lo escuchó discutir con su padre acerca de la noche anterior.
Provocar otra discordia entre padre e hijo es lo que quiere evitar, ganándose
no solo la satisfacción del oficial Jung sino la de HoSeok al verlos
distanciados. Incluso está consiguiendo que TaeHyung se fastidie de su
cortante actitud.1

—Vuelve a tus labores—. Deja escapar un largo jadeo a causa del cansancio y
el extenuante calor. Ve detenidamente al menor con las mejillas ruborizadas
por el calor, así como sus ojos llameantes de descontento e impotencia.

—Responde al menos mi pregunta. ¿Qué demonios te pasa? —Frunce el ceño,


viendo inquisitivamente al azabache.

—Nada—. Lo primero que se le viene a la cabeza es el chantaje DaeHyun, "Para


asegurarme de que te apartaras de Tae, pondré buenos comentarios de ti en
el informe para el juez. De lo contrario, dile adiós a la universidad por un año."
—Si me permites, estas molestándome para terminar con mi servicio—. Aparta
la mirada antes de morderse la lengua y retractarse, pasándolo de largo para
continuar con sus labores.

TaeHyung es ignorado por JungKook de nuevo, asegurando que todo fue por
culpa de su padre. Observa su alrededor sin moverse de su punto, sintiendo
las pesadas lenguas juzgándolo. Tanto sus amigos como él ya sabían acerca
de los rumores que giran en torno a JungKook y él, victimizando a HoSeok y
satanizando una amistad que ni siquiera pudo madurar.

Limpia su cara con la manga de su playera al no contener el llanto, pues lo que


menos quiere es avivar los rumores donde ya fue seducido por el hijo del
alcalde y luego tirado como trapo viejo.

Al girar sobre sus talones para volver con JaeBum, se cruza con la dolida
mirada de HoSeok. Por unos segundos piensa en no tomarlo en cuenta, más
aquella añoranza de su vieja amistad lo dominan. Guiado por la nostalgia
enarca una sonrisa teñida de dolor y alza la mano para saludarlo,
consiguiendo un inminente rechazo.

—Esto es una maldita pesadilla—. Masculla ya harto de todo.

No obstante, TaeHyung se arrodilla intempestivamente en la tierra. De pronto


el sol le pesó en el cuerpo y el aire comenzó a faltarle. Nubosidades borrosas
se atiborran a su alrededor y el sonido parece tan lejano que ya no reconoce si
está o no despierto.4

───────── •❁• ─────────

Al abrir los ojos reconoce que se encuentra en su habitación. Aguza los


sentidos hasta escuchar murmullos inentendibles escaleras abajo. La cabeza
todavía le da vueltas y su pecho le duele como el infierno, sin olvidar su
tráquea irritada.

— ¿Te sientes mejor? —Su padre subió unos minutos después para ver si
despertó.

—Todavía me siento agotado—. Habla bajo.


TaeHyung ladea la cabeza para verlo y buscar a JungKook, resultándole en
vano. Humedece su boca y suspira profundo. Tenía tiempo que no debía
preocuparse por su enfermedad, misma que creyó controlada hace un par de
años.

—El médico acaba de irse. Mencionó que hay alto nivel de polen en los
alrededores del pueblo, lo cuál explicaría tu recaída. Indicó encarecidamente
que vayas a consulta. Mientras tanto tendrás que cargar el inhalador de
nuevo, hijo—. Muestra el inhalador al dejarlo en la mesita de noche—Siento
que tengas que pasar por esto de nuevo.

— ¿Por qué lo sientes? —Su voz es algo rasposa— ¿Por qué sigo enfermo? o
¿por qué conseguiste que Jeon se alejara de mí? —Empuña sus manos sobre
su pecho, casi estrangulando la manta.

—Hablaremos de eso en otro momento—. Le gustaría decir que le alegra ver


que JungKook está cumpliendo con su palabra. Si bien, también debe lidiar
con la insensatez de su viejo amigo Jung WooSeok. La ruptura de sus hijos se
salió tanto de control que ha afectado su amistad, al punto en que el padre de
HoSeok no solo ya no le dirige la palabra, sino que ya no acude a las partidas
de póker o de ajedrez con otros amigos—Descansa el resto de la semana, en
cuanto te sientas mejor seguirás ayudando con pequeños trabajos.

— ¿Tan malo es que Jeon y yo seamos amigos? ¿O te molesta que hablen a mis
espaldas? —Se sienta en medio de la cama— ¡Eso es estúpido, papá! Todo el
maldito pueblo ya sabe de mi ruptura con HoSeok, ¡¿qué más da lo que sigan
diciendo de mí?!

— ¡A mí me importa!

— ¡Pero a mí no! —Su mentón tiembla, sabiendo que en el fondo le fastidia


que lo tachen como la peor calaña por terminar con el hijo del agricultor.
—Tae, primero recupérate y luego hablamos—. Cierra la puerta de la
habitación y sale de la casa.

— ¡Papá! —TaeHyung saltó de la cama para seguir a su padre, pero justo al


pisar el último escalón tropezó con JungKook que iba saliendo de la cocina.

—Genial—. JungKook bufa al ver el plato hecho añicos en el piso y su


emparedado incomible.

TaeHyung se ruboriza al verlo acercársele de repente, hasta que lo oye


carraspear y lo ve indicarle, con un ademan, que se ponga las pantuflas. En
medio del enfado y la timidez, dispone de las pantuflas para buscar el
recogedor y la escoba. Después de todo su padre ya se fue, lo sabe al oír el
motor de la patrulla alejarse.

— ¡Carajo!

—Sabía que te cortarías—. JungKook lo ayuda a sentarse en el sillón—Espera


aquí.

—Es una simple cortada—. Levanta el pie al intentar ver el corte en su tobillo.

El azabache vuelve del cuarto de baño con un botiquín. Con un trozo de


algodón limpia la cortada con un poco de alcohol y luego coloca un curita.

—Podía hacerlo yo, puedo caminar sin problemas—. TaeHyung aparta la


mirada al cruzarla con la de JungKook.

—Bien, la próxima vez no te ayudaré—. Despreocupadamente deja el botiquín


en la mesa de centro y enciende la televisión, manteniendo una prudente
distancia del menor.

—Jeon, ¿te asustaste? —El rubio mira la pantalla.


—Tus amigos estaban muy asustados—. Baja la mirada a un libro sobre la
mesita, reconociéndolo al verlo entre las manos del menor cada que se
acomoda en el sillón.

Cuando todos vieron a TaeHyung desplomarse en la tierra, tanto HoSeok


como él corrieron para ayudarlo, aunque fue una pésima idea. Al sostenerlo
entre sus brazos y acomodar su cabeza en su regazo, HoSeok lo apartó de un
empujón para practicarle primeros auxilios a TaeHyung en lo que llegaba la
ambulancia.

El mundo corrió en cámara lenta, no se sentía parte de ese plano, y verlo


tendido en el suelo sin poder respirar lo paralizó. No sabía cómo reaccionar,
mucho menos al ver a los paramédicos terminar el buen RCP que HoSeok
realizó, haciéndolo sentir un completo inútil.

—Sé que debiste asustarte también—. Mira fijamente el perfil del azabache—
Discúlpame—. Abraza sus piernas al flexionarlas contra su pecho.

—No tienes por qué disculparte—. JungKook se atreve a mirarlo también,


detallando su respiración relajada—TaeHyung, ¿puedo preguntar desde
cuándo estas enfermo? —Desvía su mirada a la pantalla, al igual que el rubio.

—Poco después de que mamá murió. Se supone que ya estaba controlado el


asma, por eso...

—Entonces deberías dejar de ir al barranco y hacer caso en usar la protección


cuando ayudas a cortar la madera.

— ¿Cómo sabes que voy al barranco? —Se le acerca a JungKook con una
inquisitiva mirada.

—Veo que desconoces el espacio personal—. En auto reflejo posa sus manos
en la cintura de TaeHyung para apartarlo, gustando de sentir la agraciada
figura que lo deja sin aliento. Incluso distingue el fresco aroma a hierbabuena
en la piel del menor, dilatando sus pupilas y sus fosas nasales por lo agradable
que le resulta.

—Y veo que desconoces la privacidad ajena—. Sujeta las manos de JungKook


para apartarlas de su cuerpo. En ningún instante deja de verlo fijamente,
sintiendo un revoloteo en la boca de su estómago que lo obliga a alejarse del
cuerpo ajeno.

—Escuché al médico decirle a tu padre que los niveles del polen son altos en
esta época del año, así que debes cuidarte más—. JungKook se levanta muy
nervioso, buscando la manera de hacer que TaeHyung desista de acercarse—
Deberías considerar dejar de ir por el momento al barranco.

— ¿También debería dejar de ayudar en la reconstrucción? —Cruza los brazos,


viendo con claro enfado al azabache.

—Haz lo que quieras—. Estaba por irse, pero el menor lo sujetó de la muñeca.

—Jeon, ¿por qué te empeñas en alejarte? —Lucha por no explotar de coraje.

— ¡Porque necesito enfocarme en terminar mi servicio comunitario para salir


pronto de este horrible lugar! —Aparta el brazo del agarre.

—Entiendo, como te empeñas en hacerle caso a mi padre, lo mejor será que


no volvamos a dirigirnos ni una sola palabra—. Va escaleras arriba, hecho una
furia— ¡Vete al diablo, Jeon!
3
[7] ❁

[7] ❁

Han transcurrido dos días desde que TaeHyung dejó de insistirle a JungKook
seguir conviviendo, atrayendo la aprobación de DaeHyun al ver que no deberá
preocuparse por ambos.

Al terminar de cortar y lijar algunos tablones, TaeHyung se dispone a ir a casa


y darse una ducha rápida para ir a la fogata con sus amigos a sabiendas de que
HoSeok también irá, más no le importa. Lo único que quiere es distraerse del
disgusto con su padre y de la incomodidad de tener que ver a JungKook
incluso en el desayuno.

Se quita los guantes, las gafas de seguridad y el cubrebocas para irse, pasando
al lado de JungKook sin siquiera preguntarle si quiere acompañarlo a la fogata
o al menos de vuelta a casa. Prefiere caminar solo, llegando junto al atardecer.
En su habitación lanza la ropa sucia por toda la habitación y camina
semidesnudo hasta el cuarto de baño. El enfado va disminuyendo bajo la
tibieza del agua, así que comienza a cantar. Tan pronto termina, sale y se viste
con una sencilla playera blanca de manga larga y unos cómodos pantalones
de chándal negros. Calza unos viejos tenis negros y al final despeina su cabello
con los dedos.

Listo para bajar, mira su reflejo en el espejo que tiene colgado al lado de la
puerta. Le gusta como se ve, salvo al ver detenidamente su rostro. Jamás
gustó de usar un poco de bálsamo o un poco de delineador en sus ojos, ni
siquiera cuando Jackson le ha sugerido que lo intente. Y HoSeok siempre le
dijo lo guapo que es tal como viste y peina, pero ahora se pregunta si
JungKook diría lo mismo.

—No pierdo nada con intentarlo—. Resopla al miso tiempo que escucha la
puerta principal cerrarse, desalentándolo de ponerse un poco de bálsamo que
precisamente Jackson le regaló hace tiempo.

Baja silenciosamente las escaleras, llamando a su padre al ver las luces


apagadas.

— ¿Papá? —Se acerca a la sala de estar.

—Está en la construcción hablando con la señora Park—. JungKook lo


sorprende por detrás, levando en la mano una botella de agua que bebe casi
de un jalón.

<< ¡¿Por qué debe estar siempre sin camisa por toda la casa?! >>. TaeHyung
traga duro y desvía la mirada. Le avergüenza sentir el sonrojo trepar furioso
hasta anidarse en sus mejillas.1

—Ya veo—. Se asegura de llevar el inhalador en el bolsillo en lo que va a la


puerta principal, hasta que JungKook le impide salir.
— ¿Irás al barranco con este frío y con tu recaída?

—Llevo el inhalador y no hace tanto frío, estamos en pleno verano—. Contrae


el rostro, viendo al azabache dar un par de pasos atrás.

—Cierto, la noche es fresca.

— ¿Eso es todo lo que dirás? —Lo mira con fuego en los ojos. Ni él mismo sabe
que le dolió más: si que le preguntara semejante tontería o que no se
molestara en convencerlo de quedarse con él en casa.

JungKook suspira profundo al reconocer que TaeHyung se enfadó mucho. Le


gustaría que el menor se quede en casa para que su extraña amistad florezca
de nuevo, pero al recordar el chantaje de DaeHyun detiene sus pensamientos.

—Supongo que también irá HoSeok.

— ¿Importa si va o no? —Va soltando la manija.

—También es cierto, no importa. Diviértete—. Se encoge de hombros al darle


la espalda y subir a su habitación.

TaeHyung quedó sorprendido por mismo nivel de terquedad de JungKook al


seguir tan estúpido juego.

— ¡Eres un tonto! —Gritó al mismo tiempo que cerró la puerta al salir.

Camina por algunos minutos hasta que distingue el hermoso fuego casi
azulado debido a la leña, así como escucha las estruendosas risas de sus
amigos. Alrededor de la fogata hay un tractor descompuesto y corroído, del
otro extremo hay un viejo Volkswagen sin cristales y sin llantas, donde todos
se acomodan para beber, fumar y charlar.

— ¡Miren quien decidió venir! —SungJae levanta una lata de refresco en


dirección a un viejo camino abriéndose paso por una parte del bosque.
—Hola.

— ¿Por qué no invitaste al riquillo? —Mark abraza a Jackson por los hombros y
se lleva la lata de cerveza a la boca.

— ¿Por qué no lo invitaron ustedes? —TaeHyung se encoge de hombros y


enseguida ve a HoSeok conversando con JaeBum cerca del tractor, ignorando
por completo su presencia. Le gustaría decir que no le duele, pero el mayor se
esmera en alejarlo lo más posible.

—Olvida lo que dijo Mark, ven—. TaeHyung se sienta junto a SungJae, siendo
perseguido por la intensa y curiosa mirada de muchos.

—TaeHyung, ¿es cierto que dejaste a HoSeok por el riquillo? —Jackson grita,
atrayendo la atención de todos.

—Deja de ser un pesado y déjanos divertirnos en paz—. JaeBum le lanza una


lata vacía, dándole en el brazo al rubio.

—Ya tengo que irme—. HoSeok sacude su ropa al pararse.

—Estaba bromeando, tampoco es que me agrade lo que el pueblo dice de


TaeHyung. Todos aquí lo conocemos y sabemos que no mata ni a una mosca—
. Jackson declara, ganándose un apretón de parte de Mark.

—Sí quiere irse es su problema—. A Mark tampoco le gusta escuchar rumores


donde involucran a sus amigos.

TaeHyung se apresura en seguir a HoSeok al verlo alejarse de la fogata para


tratar de hablar con tranquilidad con él. Pero antes de siquiera alcanzarlo, un
chiflido fúnebre de Mark silencia a todos. Ante HoSeok esta JungKook con las
manos metidas en los bolsillos de unos jeans negros rotos de las rodillas,
haciendo juego con el amplio cuello en uve de la playera blanca bajo una
sudadera negra de cierre con capucha.
— ¿Quién te invitó? —HoSeok aprieta los puños y la mandíbula.

—No te importa.

—Es mejor que te vayas, riquillo—. Mark se levanta para ir junto a HoSeok.

TaeHyung sigue detrás de ellos y, cuando SungJae intenta hacerlo regresar a


su lado, se dispone a pasarlos de largo para llevarse a JungKook con tal de
evitar más líos. Pero al pasar al lado de HoSeok, éste le sujeta del brazo,
reteniéndolo.

—Vete, ¿no escuchaste? —Alza la voz.

—Deja en paz a TaeHyung—. No aparta la vista del menor.

—Primero lárgate.

Todos se incorporan sorprendidos, es nuevo ver tan enfadado a HoSeok.


Incluso Mark le da un codazo para que se tranquilice, pero el castaño
pareciera negarse al sujetar con más fuerza el brazo de TaeHyung.

— ¿Qué demonios pasa contigo? —TaeHyung intenta apartarse, pero el mayor


lo sujeta con más fuerza— ¡Oye!

— ¿No lo vas a soltar? —Saca sus manos de los bolsillos al dar un paso
adelante.

—Espera un minuto—. TaeHyung levanta la mano libre para detenerlo—


HoSeok, suéltame o te rompo la nariz.

— ¡Que te vayas! —Vuelve a gritarle al azabache.

— ¿No escuchas? —Da largas zancadas y empuja a HoSeok con un puñetazo en


el estómago, obligándolo a soltar a TaeHyung.
— ¡Cálmate, riquillo! —Mark se interpone—Aquí nadie tiene porque resolver
las cosas a golpes.

— ¡Mi nombre es JungKook! —Bufa— ¿Oyeron? ¡JungKook! —Agitado, coge de


la mano a TaeHyung y camina de vuelta a la casa.

Todos observan sorprendidos a su amigo se dejarse llevar, mientras HoSeok


tose dificultosamente aun tendido en el pasto.

A medio camino, TaeHyung respira más pesado y pide a JungKook que lo deje
descansar. Reposa su peso en las rodillas y tantea sus bolsillos sin encontrar el
valioso objeto. Se arrodilla en la tierra y respira lo más calmado que puede.

—Ten—. JungKook le acerca el inhalador y lo observa llevárselo a la boca—.


¿Mejor? —Le acaricia suavemente la espalda al verlo respirar con más calma—
Tampoco deberías volver a la fogata, ¿acaso no sabes cuidarte?

—Me aseguré de llevarlo en mi bolsillo—. Murmura al observar el pequeño


objeto con curiosidad.

—Se te cayó en las escaleras del pórtico.

TaeHyung revisa sus bolsillos y se da cuenta que el pantalón tiene una


pequeña rotura al fondo. Se muerde el interior de la mejilla, ¿cómo no sintió el
hueco al revisar? Cubre su rostro con ambas manos por la vergüenza. Escucha
a JungKook reír libremente, como si estuviera reprimiéndose por mucho
tiempo y aprovechara esa oportunidad para liberarse.

— ¡No es gracioso! —Ríe con él.

Ya tranquilos y dirigiéndose las miradas, JungKook observa con más


detenimiento el dulce rostro de TaeHyung. Inmediatamente desecha el
chantaje del oficial, ya que le importa más perderse en esos curiosos ojos
color avellana que lo miran con el mismo interés.
Sin darse cuenta sus dedos rozan delicadamente la piel del menor. Entreabre
la boca al sentir lo suave y cálido de su piel, lo bien que se siente deslizar la
yema de sus dedos hasta colindar con esos labios rosáceos.

—Eres muy guapo—. Murmura.

—Yo... nosotros... debemos irnos—. TaeHyung se levanta con nerviosismo y


emprende su camino de vuelta a casa.

JungKook se queda unos segundos acuclillado, con su torpe sonrisa


delatando lo contradictorio de sus ganas de irse de ese lugar al sentir a su
corazón débil ante un muchacho atractivo.2

───────── •❁• ─────────


[8] ❁

TaeHyung hace a un lado la sábana al no soportar más el bochorno. Se queda


recostado un momento sin dejar de ver el techo, pensando en lo mucho que le
gustó ver a JungKook llegar a casa sin camisa debido al intenso calor. Quedó
embobado al verlo entrar y subir directamente al cuarto de baño, dejándole a
su paso un pensamiento impuro.1

—Hace demasiado calor—. Se levanta para abrir la ventana.

Apoya las manos en el alféizar, viendo la tranquilidad del bosque rodeando


parte de su casa. Al observar las ramas bailando suavemente con el viento,
hace recuento de lo ocurrido en la fogata. Le dolió escuchar las bromas de sus
amigos, también ver el dolor y la rabia en los ojos de HoSeok, y le sorprendió
la dura reacción de JungKook.

Por mucho que le aturdiera lo enfadado en su tono de voz, consiguió ver que
en el fondo JungKook realmente tiene un corazón amable y justo. Y que esa
fachada de mujeriego fue impuesta, ya que no lo ha visto coquetear con nadie,
lo que impulsa más esa cosquilleante curiosidad por seguir tratándolo.

El único inconveniente es su padre, ya que al verlos llegar esa noche se enfadó


al punto de amenazar a JungKook de nuevo. Pretendía protestar, pero al ver
que el azabache asintió y subió las escaleras en silencio, lo desanimaron
nuevamente.

Nada estaba saliendo bien, por eso la tentación de alejarse de la monotonía y


la impotencia gana terreno rápidamente. Por eso, siendo poco más de las dos
de la mañana, se viste con la misma ropa del día anterior y baja a hurtadillas
hasta salir de la casa, llevando consigo una vieja linterna.
TaeHyung calza unos tenis ya fuera de la casa y se interna en el bosque por el
mismo sendero que ha marcado desde la puerta trasera. Sonríe ampliamente
al cruzar sin problemas el silencioso río y ver a unos metros más su añorada
roca retando al barranco. Cuidadosamente sube en ella y se acomoda con la
linterna ya apagada al lado de sus pies.

La luz de la luna y el manto estrellado iluminan lo suficiente para admirar la


majestuosidad del bosque ante él. Aspira tranquilo, llenado sus pulmones del
fresco aroma a pino.

— ¿De verdad no sabes cuidarte?

— ¡Santo cielo! —Respinga ante el susto— ¿Qué haces aquí? —Arruga la nariz
al ver a JungKook acercarse a la roca.

— ¿No dijo el médico que debes cargar con esto? —Sube a su lado con
facilidad, mostrándole así el inhalador.

— ¿Por qué me seguiste? —TaeHyung observa el objeto descansado en la


palma de JungKook—Quiero estar solo—. Guarda el inhalador en su bolsillo al
quitárselo.

Pareciera que aquel momento del atardecer, al volver a casa, se deshizo con
una simple acción. Misma que mantiene a JungKook al margen, obligándolo a
reprimir el deseo de convivir a plenitud con TaeHyung.

—Lo sé—. JungKook reposa su peso en los brazos al extenderlos hacia atrás.
Cierra los ojos y aspira profundo, consciente de que TaeHyung lo observa con
reproche.

— ¿No te irás? —TaeHyung se aparta un poco, sintiendo de alguna forma


allanado su espacio personal.
No es porque no desee estar cerca de JungKook, más bien es el miedo a que
este le pregunte la razón por la que acude a ese sitio y ocasionalmente
murmura para sí mismo. Le inhibe la idea de contarle que se siente solo, que
ahí es el único lugar donde puede conversar con su madre, que es un espacio
donde puede llenar de oxígeno su mente. Piensa que se asustará, o peor, que
se reirá en su cara y lo fastidiará por el resto del verano.1

Sin embargo, la respuesta de JungKook lo deja noqueado. No esperaba


escuchar que él también necesita un rincón al cual acudir al sentirse
agobiado.

—Todo mundo espera algo de uno, pretendiendo que lo sabe todo de su


persona y encima prejuzgan sin medir el daño que causan. Reconozco que no
soy un ejemplo para seguir en la sociedad, pero sé que no quiero seguir
viviendo como los demás esperan que lo haga—. JungKook Frunce el ceño,
pensando principalmente en su padre y el círculo de amistades de este.

— ¿Estás diciéndome que no te gusta la vida que tienes? —. Lo observa con el


ceño fruncido, molesto por creer que trate de burlarse de él.

—No es tan simple—. El azabache suspira al mirar al menor—Mi padre y sus


amigos esperan que sea igual que ellos, que estudie en la mejor universidad y
tome un mando que no quiero. Ni siquiera sé que demonios quiero estudiar—.
Su semblante se endurece, especialmente al ver el rostro atónito de
TaeHyung.

—Tienes la oportunidad de recorrer el camino que te plazca y te consumes al


enlistar lo único que no deseas hacer—. Le dedica una circunspecta mirada—
Ya no eres un niño, Jeon, así que afronta las consecuencias si es necesario.
Busca tu camino, equivócate y aprende.

—Ya te dije que no es tan sencillo.


— ¿Estás jodiéndome? —Suelta una risa burlona—Puedes ir a la universidad
que quieras, incluso atreverte a experimentar otras cosas, y sigues con lo
mismo—. Exhala profundo—HoSeok tuvo que aprender a arar la tierra, a
sembrar y a cosechar por causa de las pocas oportunidades que hay aquí.
Costearnos una carrera es más difícil de lo que parece, ¿acaso no ves la
oportunidad que tienes? —Vuelve a reír con sorna.

—TaeHyung, entiéndeme...

—Él quería estudiar veterinaria, y yo...—niega suavemente con la cabeza—Qué


importa. Aquí el destino es el mismo para todos quienes no tienen ni un
quinto en este lugar—. Hunde su cara entre sus rodillas, apenas y se escucha
su voz—Mi padre no puede costearme ni la universidad local, así que tendré
que ser mesero en la cafetería de la señora Park o trabajar en el campo. No
vayas a desperdiciar las oportunidades que se te presenten sólo por
subestimarte, Jeon.

JungKook sintió cada palabra de TaeHyung como una daga en su corazón. Ya


ni siquiera siente la confianza de contarle acerca de lo cruel que es su padre.
Que su madre se fuera y lo dejará solo con él fue culpa de ese hombre que
muchos apoyan y aprecian, cuando en realidad la engañó múltiples veces sin
importarle que le hubiese entregado su amor incondicional y un hijo.

—Creí que estábamos dando una oportunidad—. Baja de la roca y sacude su


ropa, desconcertando a TaeHyung por su tono casi hostil—Pero es obvio que
me equivoqué. Jamás dejaré de ser la sombra desalmada del alcalde—.
Emprende su regreso a casa con las manos resguardadas en la sudadera.

—Jeon...—el menor se gira un poco al verlo alejarse— ¡Carajo! —Masculla al


darse cuenta de que hizo lo que reprueba en la gente.
Sabe que no debió hablarle de ese modo y mucho menos condicionar su
forma de percibir la vida. Con hacerle saber que no era el único con problemas
existenciales, y que también puede contar con él para salir de ese embrollo,
era más que suficiente.

Al bajar de la roca para alcanzarlo y disculparse, se lastima el tobillo. Le duele


bastante, incluso al apoyarse con una gruesa rama que encontró entre la
hojarasca.

— ¿Jeon? —Tiene la esperanza de que regrese, más porque siente que le falta
cada vez más el aire— ¡No es gracioso, responde! —Cae de rodillas por el
agotamiento. Tantea sus bolsillos y en seguida se lleva el inhalador a la boca.
Tose un poco y sin razón alguna comienza a sollozar.

—Es imposible dejarte solo unos minutos—. JungKook respira con algo de
dificultad.

—Jeon...

—Vamos.

Sin decir otra cosa, el azabache pasa sus brazos por la espalda y bajo las
piernas del menor para levantarlo. TaeHyung lo rodea del cuello, hundiendo el
rostro en la curvatura de su cuello.

Durante el trayecto el único sonido acompañándolos son los suaves cantos de


los búhos y de las hojas triturándose bajo las botas del mayor.

Al llegar a la casa, JungKook lleva a TaeHyung a su habitación y lo acomoda en


su cama.

—Gracias por volver—. Dice como timidez mientras trata de quitarse el tenis.
—Déjame ver tu tobillo —. Ignora las palabras del menor al dedicarse a
quitarle el tenis y el calcetín para ver la torcedura—Es algo sin cuidado, nada
más ponte pomada y véndate bien.

—Creo que hay ungüento en el botiquín—. Musita al mismo tiempo que ve a


JungKook salir de la habitación. Así que camina al armario y busca una venda
en los cajones—Creo que tengo que ir yo por el ungüento.

TaeHyung se apoya en la pared para ir al cuarto de baño. Y antes de siquiera


abrir la puerta, JungKook lo sorprende al salir de la habitación contigua ya
vistiendo un short azul marino y una playera blanca sin mangas.

—Debías esperar un poco—. Le muestra la pomada al ayudarlo a volver a la


habitación.

—Te fuiste sin decirme nada, ¿qué esperabas que hiciera? —Contrae el rostro
por culpa del dolor.

—Eres impaciente—. Al dejar sentado al menor, le levanta el pie para colocarlo


sobre la cama y de ese modo aplicarle el ungüento y luego vendarle el
tobillo—Esto era todo, ahora intenta dormir en lugar de salir de nuevo solo a
estas horas. Buenas noches.

—Espera...—lo llama al verlo sujetar la manija de la puerta, listo para irse—


Gracias por ayudarme—. Habla con suavidad, no sabiendo cómo explicarle
que se siente realmente mal por la tonta discusión que tuvieron.

—No hay de qué—. Estaba por retirarse, pero de nuevo el menor lo detiene al
seguir hablándole.

—También discúlpame por hablarte de ese modo en el barranco—. Le sostiene


la mirada una vez el mayor volteó a verlo.
—No te disculpes, después de todo aquí yo soy el maleante y quien puso de
cabeza tu preciado verano. ¿Por qué debería de importarle a los demás si
tengo o no problemas?

Ahí va de nuevo el mal humor de TaeHyung dominando su conciencia. Quiso


ser amable y reconocer su culpa, pero JungKook parece mostrar desinterés.

—Entonces olvida lo que dije, olvida que me disculpé—. Le da la espalda al


recostarse en la cama.

—Si eso quieres. Trata de dormir, ¿sí? No está en mis planes que tu padre
quiera culparme de tus imprudencias nocturnas—. Sale de la habitación,
desconociendo que TaeHyung le lanzó una almohada contra la puerta en
cuanto la cerró.

—Eres un ser malvado, Jeon—. Respira hondo.

Cuídense mucho
───────── •❁• ─────────
[9] ❁

Pese a su tobillo lastimado, TaeHyung le insistió a su padre que lo dejara ir a la


construcción. Al final fue bajo la condición de hacer labores pequeñas, y que
mejor que ayudar a la señora Park a preparar algunos emparedados y otros
tentempiés para todos quienes le ayudaban en reconstruir su cafetería.

Es así como, bajo la sombra de un frondoso árbol, TaeHyung unta mayonesa y


mostaza a las rebanadas de pan mientras está sentado en la incomodidad de
una dura silla de madera. Además de que el calor contribuye a tenerlo de
malas, le disgusta mucho ver a JungKook con el brío de ir por ahí sin camisa,
mostrando su sudoroso cuerpo sin preocupación.

—El hijo del alcalde es muy atractivo, ¿no es así? —La señora Park siguió la
línea de vista del hijo del oficial.1

—Claro que no—. Furioso, unta mayonesa de más en una simple rebanada.

—Ese muchachito le da un nuevo significado a pecado. Sólo hay que verlo


para darse cuenta de que es un bizcocho—. Repara mientras carcajea de sus
elocuencias.2

<<Pecado mis calzones>>. TaeHyung se ruboriza aún más, y le fastidia no


saber si es por las palabras de la señora Park o por ver a su tortura acercarse
en busca de una botella de agua. Observa a JungKook destaparla y acariciar la
boquilla con el labio inferior mientras traga tanto como puede. Aprovecha y
presta atención a cada musculo perfectamente definido, deleitándose al notar
sus brazos tensos por el trabajo previo, quedando también fascinado por su
perfil y su línea de la mandíbula conectando elegantemente con su cuello.
Estrecha los ojos al notar un pequeño lunar del lado izquierdo en el cuello de
JungKook, otro bajo su labio inferior, y una pequeña cicatriz en su pómulo
izquierdo.

— ¿Ya terminaste de verme? —JungKook respira profundo por haber bebido


de un hilo.

TaeHyung se espabila muy incómodo por ser descubierto.

— ¿Quién te mira? —Frunce el ceño al apartar la mirada.1

A lo lejos, HoSeok detiene su labor al verlos juntos, empequeñeciendo a


TaeHyung. El pleito de la fogata sigue fresco, lo suficiente como para que sus
amigos mantengan la distancia cuando Jeon está a su alrededor. Aunque eso
ya no representa una amenaza a su vida social. O al menos eso piensa él, ya
que admite extrañar no ser blanco de sus miradas controversiales y sus
cuchicheos indiscretos.

—Si no fueras tan torpe no te hubieras torcido el tobillo y podrías ayudar,


¿sabes? Así no tendría que partirme más la espalda al cargar los tablones—.
JungKook cruza los brazos contra su pecho, listo para provocarlo.

TaeHyung lucha por mantener la compostura y no arrancarle a JungKook la


maldita arrogancia a golpes.

—Si no te hubieras molestado ni a mi obligado a seguirte para disculparme,


seguramente estaría ayudándole a JaeBum a cortar y a cargar los tablones sin
problema.

— ¿Ahora resulta que yo tengo la culpa? —Queda perplejo—Te recuerdo que tú


hablaste de más, así que tú solito tienes la culpa de lo que te ocurrió. Bien
merecido lo tienes—. Tuerce la sonrisa y coloca las manos sobre la mesa para
inclinarse hacia TaeHyung.
—Me disculpé, ¿acaso lo olvidaste en unas horas? —Alza la voz y también se
inclina sobre la mesa para retarlo.

— ¿Por qué habría de aceptar tus disculpas si lo dijiste con todo el dolo que
encontraste? —Aumenta sus gritos— ¡Ni siquiera me conoces! ¿Qué te dio
derecho de tratarme de ese modo?

— ¡Ya dije que lo siento! ¡¿Eres tan cabeza hueca y rencoroso que te pesa
aceptar mi disculpa?! —Aprieta los ojos al gritar lo último— ¡Eres un
desconsiderado, Jeon!

JungKook agranda los ojos y se aparta de la mesa. Respira tan pesado que sus
pectorales muestran su molestia al hincharse. Chasquea la lengua y tuerce la
boca junto a una risa maliciosa.

TaeHyung también respira irregularmente, ni cuenta se dio que salió de la


mesa y está a escasos centímetros del azabache. Alza levemente la cabeza,
sosteniéndole lo más posible su arrogante mirada.

Quienes los rodean esperan en silencio que sigan gritándose. Incluso la señora
Park se alejó un poco, y HoSeok se acercó lo suficiente para intervenir en caso
de que su pleito llegase a los golpes.

TaeHyung y JungKook son el centro de atención una vez más, y el mayor de


ambos lo percibe al escuchar el claro carraspeo del padre del menor.

DaeHyun los observa con curiosidad a unos cuantos pasos de distancia.


Presenció la discusión desde el inicio con la intención de dejarla fluir para
tener una excusa que aleje a TaeHyung de JungKook.

—Hay que mantenernos apartados, ¿entiendes? —JungKook suspira pesado al


mirar al oficial un segundo antes de regresar a su trabajo.
Al verlo irse, TaeHyung tensa cada musculo de su cuerpo. Ver a su padre con la
mirada afilada y el mentón tenso le causa estragos. No importa que tan joven
luzca ni que tan bien parecido sea, sencillamente Jung DaeHyun es una caja
repleta de mal humor cuando se lo propone.

—Será mejor que vayas con HaeSuk, para que comiences a ayudarla a
preparar todo para el festival.

<< ¡El festival de las flores! >>. TaeHyung exhala pesado. Olvidó por completo
que le prometió a su tía ayudarla a preparar postres para venderlos en el
festival. Aunque no le preocupa demasiado, pues la mayoría de los arreglos
están casi listos y la comida es lo último en elaborarse.

En cuanto a las flores, estás siguen almacenadas en un invernadero de buen


tamaño, justo en la parte trasera de la casa de HoSeok, ya que su madre es la
encargada de cultivarlas y cuidarlas cada año para el festival.

Para el festejo también colocan una pequeña feria local ubicada en las
cercanías del bosque, por el lado contrario del barranco que TaeHyung
frecuenta. De igual manera cuenta con locales de comida, de juegos de
destreza y otras atracciones que regularmente son la ruta de cortejo, sin
olvidar el cierre de la velada.

Cada año sin falta, HoSeok pasa por todos los juegos de destreza y gana al
menos un regalo para TaeHyung. Sin olvidar que también le obsequia las
flores más hermosas para fortalecer el romance. O al menos así era. TaeHyung
sabe que ese año será completamente distinto, por no decir vacío al no tener
pareja con quien asistir.

Antes de que procesara la breve escena que montó con JungKook, el regaño
de su padre, y las disgustadas o consternadas miradas de sus amigos,
TaeHyung ya se encuentra frente a la puerta de su tía.
Bajo su axila lo sostiene la incómoda muleta que su padre encontró en el
desván esa mañana al verlo lastimado. Y vaya sosa mentirá que TaeHyung
armó para calmarlo. Le inventó que a media noche tropezó con algo en las
escaleras al bajar por agua. Por supuesto, DaeHyun no le creyó ni pizca, pero
su radio no dejaba de sonar junto a su celular, por lo que prefirió dejar las
cosas de momento como estaban.

Suavemente toca la puerta y en segundos su tía abre la puerta de mosquitero


y lo abraza con dulzura.

— ¿Se puede saber qué pasa por tu cabeza? Mira que montar un espectáculo
para los ojos aburridos y hambrientos de este lugar. ¡Les diste un buen
chisme! —Lo deja entrar a la casa.

Torpemente ingresa a la cocina, seguido por ella.

—Tía, tú no por favor—. Ladea la cabeza, dejándola acunar su rostro. Lo que


menos quiere es que su tía favorita, por no decir la única, lo haga sentir igual
de incómodo consigo mismo.

Ama a esa mujer con el alma y con el corazón, sin importar verla a los ojos. Es
un dolor indescriptible, uno cargado de añoranzas y una pizca de esperanza
llamada remembranza. Esa hermosa mujer de cabellos castaños claros, de
ojos color almendra, de tersa piel y fina figura, es la hermana mayor de su
madre.

— ¿Y bien? —Le entrega un delantal al verlo sentarse en un alto banquillo.

— ¿Y bien qué? —Enarca una ceja y se amarra el delantal rosa pastel en la


cintura.

— ¿De verdad crees que dejaría el tema por la paz? —Cruza los brazos, muy
juguetona—No es la primera vez que escucho que ese muchacho y tú han
discutido. También sé que se ha peleado con HoSeok en media construcción y
que tú lo has defendido hace unos días—. Enarca una ceja junto a la comisura
elevada de su boca delicadamente pintada.

— ¡¿Defenderlo?! —Parpadea sorprendido— ¡Nunca he defendido a ese niño!


¡Es un arrogante mustio de lo peor! —Bufa. Menos mal que el asunto de la
fogata se ha quedado entre ellos, de lo contrario su tía estaría iniciando
fantasiosas especulaciones sobre ambos.

Y ni hablar de lo que pensaría si conociera los breves hitos agradables que ha


sostenido con Jeon.

HaeSuk saca algunos utensilios e ingredientes mientras lo oye vociferar.

—Para no importarte das mucho énfasis sobre lo que piensas de él.

— ¡Lo detesto! —Golpea la barra con las palmas abiertas—Claro que no me


importa, sólo sabe hacerme enfadar y hacerme sentir mal. Es un caprichoso
sujeto que no sabe ni lo que quiere en la vida.1

—Ya has conversado con él—. Afirma.

—No tengo que hacerlo para saberlo. Es obvio que tiene la vida resuelta.

—Si tú lo dices, cariño.

TaeHyung observa a su tía sonreír como si hubiese descubierto una receta


nueva. Al verla moverse con agilidad por la cocina, retoma sus palabras y
vuelve a sentirse culpable. No se ha dado el tiempo suficiente para hablar con
él, al menos no de forma profunda para poder conocerlo tal cual es en verdad.
Y cuando JungKook lo intentó, él sencillamente supo agredirlo.

—Soy una mala persona, ¿cierto? —Esconde el rostro entre sus brazos.
Sin dejar de mezclar ingredientes, su tía lo escucha contar su convivencia con
JungKook, el desagrado que le dio tenerlo bajo el mismo techo. También que
lentamente lo enloquece, que no lo comprende ni un poco y que éste
tampoco a él. Le hace saber que se siente ofuscado cuando lo tortura con su
ácida actitud por mero gusto o causa de su padre. Incluso termina por
contarle sobre la riña que sostuvo Jeon con HoSeok en la fogata.

Poco a poco habla de más, dejando florecer sus pensamientos más profundos
y las confusiones que ha experimentado desde la llegada de JungKook, no
sólo al pueblo sino a su vida. Su tono se ha suavizado y sus ojos parecieran
coordinar con el dulce rubor que han adquirido sus mejillas.

—Veo que te gusta.

— ¿Quién? —Pasa por alto la sonrisa de su tía, así que sigue batiendo
mantequilla y azúcar en un tazón mediano.

HaeSuk ríe bajito en lo que saca una bandeja para hornear, y lo ayuda a
mezclar los demás ingredientes.

—Jeon.

TaeHyung deja el tazón en la barra y bufa pasmado. Más que estupefacto esta
anonadado por ver a su tía jactarse de su expresión.

—Él no me gusta.

—Bueno, sino te gusta entonces no te molestará que la hija de los Oh quiera


invitarlo al festival.

— ¿Hablas de SeungHee? —Bufa.

—Sí, ella. Es linda.

—Que vaya con ella, con Jackson, con quien se le dé la reverenda gana.
—Yo nunca mencioné al novio de Tuan—. Tuerce su sonrisa.

TaeHyung se ruboriza del coraje y del bochorno. Su tía sabe sacarle aquellos
pensamientos y emociones que no se atreve a enunciar en voz alta. Y no
importa si le desagrada o no, en cierta medida lo agradece. Lo único que
espera es no lamentar haber exteriorizado sus confusiones, pues decirlas a
viva voz y con un tercero le asusta más de lo que le gustaría.

[10] ❁
—Tú debes ser JungKook, ¿cierto? —HaeSuk sonríe ampliamente al acercarse
a la puerta trasera que da acceso a su cocina.

—Buenas tardes—. Reverencia un poco—La señora Park me pidió que le


trajera esta leña, dijo que la necesitaría—. Ni siquiera se inmuta ante la
presencia de TaeHyung, señalando enseguida la carretilla con los leños.

— ¡Muy bien! —Sale junto al azabache, limpiándose las manos con el


delantal—Por favor, apílalos por aquí.

—Claro—. Se enjuga el sudor con el brazo al ver a la mujer salir para indicarle
el lugar.

TaeHyung quiere morderse la lengua por hablar de más. Encoge su cuerpo a


modo de querer que la tierra se abra y lo arrastre hasta el núcleo para
quemarse vivo. Ruega porque JungKook no lo haya escuchado.

Sigilosamente se asoma por la ventana para verlo acomodar los leños en un


pequeño recoveco que su padre acondicionó, con un tejado de lámina, hace
algunos años para mantener la madera seca. Tensa la mandíbula sin dejar de
verle, desplazando con agilidad los leños al estrecho espacio y, los músculos
de su torso trabajando gloriosamente mientras se perla en más sudor.

Al terminar, JungKook regresa a la construcción con la carretilla vacía. HaeSuk


se despide muy animada, recordándole que es bienvenido al festival de las
flores.

— ¡Tía! —Grita alterado al verla entrar con los ojos destellantes y una sonrisa
dental.

— ¿Qué? Es más guapo de lo que me dijeron y muy amigable.


— ¿Amigable? ¡Me ignoró! ¿Dime qué tiene eso de amigable? —Cruza los
brazos. El rubor en sus mejillas se ha intensificado, llegándole a las puntas de
las orejas y a sus suaves labios.

HaeSuk sigue desplazándose con facilidad y elegancia por la cocina,


tarareando una canción divertida sin importarle la ofuscada mirada de su
sobrino.

—Deja de ser tan quisquilloso.

— ¿Quisquilloso? —Se señala a sí mismo y suelta una risita aguda de


indignación.

— ¿Por qué no te dejas de rodeos y lo invitas al festival? —Amasa la mezcla


para cup cakes sobre la barra previamente limpia— ¿O por qué no lo invitas a
cantar contigo al cierre del festival? —Aplaude efusivamente sin importarle
salpicar a su sobrino con la mezcla.

—Hago solos, no duetos—. Enarca una ceja mientras se quita la poca mezcla
que le cayó al rostro.

— ¿Y? —Ríe cantarinamente.

— ¿Cómo que "y"? —Frunce el ceño al no ver lo gracioso en la conversación.

—Este año puedes hacer un dueto—. Se encoge de hombros, alterando más


los nervios de su sobrino.

Discutir con su tía es imposible, y en ocasiones como esa comprende por qué
su padre la evita a toda costa. Si bien, no niega que le gusta visitarla a pesar de
que pocas veces se da el tiempo de hacerlo.
2

───────── •❁• ─────────

Horas más tarde y bajo la comodidad de sus mantas, TaeHyung no ha dejado


de procesar la ya no tan alocada idea de su tía de convertir su solo en un
dueto. ¿Qué podría salir mal con eso? Bueno, sólo que Jeon se niegue y él
deba cantar solo como siempre ha sido y siempre será mientras viva en ese
lugar.

Ha escuchado a JungKook tararear una que otra canción mientras se ducha, y


a su parecer no lo hace nada mal. Es más, le gusta el timbre de su voz
resonando entre los azulejos, pareciéndole suave y agradable.

Lo que también le permite discernir aquella idea es que al volver a casa


JungKook no estaba, dándole espacio más que suficiente para ordenar sus
pensamientos.

Conversar con su tía resultó mejor de lo que pensó, disipando a su vez la


incómoda discusión que sostuvo con JungKook esa mañana. Incluso la broma
de su tía lo hace meditar sobre lo que en verdad piensa y siente por el mayor.

Por supuesto que JungKook le gusta, pero no se había atrevido a decirlo en


voz alta. Es bochornoso siquiera pensarlo, ya que tarde o temprano él estaría
demostrándolo.

No obstante, delatar sus emociones conllevarían más disgustos con su padre,


con sus amigos y quizá con el padre de JungKook.
Suspira resignado, sabiendo muy en el fondo que desea tener una relación
amorosa elegida por sus auténticos sentimientos y no por la ingenuidad
inocente como al ser pequeño. Y por mucho que tal vez le avergüence, admite
en silencio que JungKook puede ofrecerle esa oportunidad.

Siempre quiso conocer otros lugares, a otras personas. Enamorarse también


esta en su lista, anhelando conocer el efecto y emoción de su primera vez con
quien rebase junto a él su inocencia y lo lleve al límite de su pasión.

— ¡Cielos! —TaeHyung baja a la cocina por un poco de agua, todavía con


muchos pensamientos mareándolo.

No enciende ninguna luz, ya que la luz de la luna brilla armoniosamente entre


las cortinas abiertas de la casa. Al menos hasta que una fugaz luz artificial se
cuela unos segundos por las ventanas, y un motor ronronea suavemente entre
el agradable silenció.

Dejando el vaso con agua en la mesa, TaeHyung se acerca a una de las


ventanas del acceso principal para ver entre las cortinas de encaje dos siluetas
dentro de un convertible rojo encapotado. Parpadea, muy intrigado por
querer saber quién iría a esa hora a su casa.

Al abrir un poco la ventana, escucha un poco lejos algunas risas estruendosas


y música proveniente de la radio del auto. Además, ve un poco de humo de
cigarrillo flotando fuera del vehículo. Frunce el ceño al ver las siluetas moverse
al son del ritmo escandaloso. Estrecha los ojos, maldiciendo su mala visión
nocturna, hasta reconocer a JungKook riendo junto a una chica de cabello
castaño largo y lacio.

— ¿Pero qué...? —Agranda los ojos al verlos acercarse, acompasando sus risas
hasta calmarlas más allá de un beso.
Con el corazón en la garganta, TaeHyung regresa a su habitación bastante
enfadado. En el fondo tiene ganas de salir y arrancar a JungKook de su lujuria,
teniendo como apoyo que es irrespetuoso que fornique en un auto
estacionado frente a su casa. No obstante, el hecho de que se han dejado en
claro que no son nada lo detiene.

───────── •❁• ─────────

— ¡Levántate, holgazán! —TaeHyung golpea el cuerpo de JungKook con una


almohada tan pronto amaneció.

—Lárgate.

JungKook se remueve trémulo, mostrando sus ojos hinchados y sus labios


rojizos, sin el menor atisbo de hacerle caso. Lanza un manotazo al aire y le da
la espalda a TaeHyung, quien comienza a perder la paciencia.

— ¡Que te levantes! —Le pega en la cabeza con la almohada, despabilándolo.

— ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡La cabeza me duele como el infierno!

— ¡¿Y eso qué?! ¡Levántate y prepárate para ir a misa! —Le lanza la almohada a
la cara, enfureciéndolo más.

— ¿Es en serio? —Enarca la ceja al recordar que es domingo por la mañana.


TaeHyung trata de ignorar el enorme chupetón en la base del cuello de
JungKook, así como un arañazo en su hombro derecho. Suspira cansado, ese
día no quiere discutir con él. El domingo anterior lo dejaron quedarse en casa,
pero esa mañana su padre decidió que JungKook debía integrarse a la
localidad más allá de su servicio comunitario.

—Vístete, ya no hay mucho tiempo.

JungKook gruñe molesto. De haber sabido que acudiría a misa no se hubiera


escabullido con unos amigos para divertirse un poco.

— ¿Tienes aspirinas? —Frunce el ceño. Aparte del dolor de cabeza, el cuerpo lo


tiene bastante engarrotado.

—En el botiquín—. Está por irse, pero las infinitas ganas de hacerle saber que
está furioso con él le pueden más que su cordura gritando que no se atreva—
¿Sabes? La próxima vez no deberías beber tanto ni tener acción frente a mi
casa, de ese modo estarías en tus cinco sentidos para ir a una simple misa—.
Bufa, muy satisfecho. Sale de la habitación sin mirar atrás, dejándole la puerta
abierta.

JungKook se queda en la cama, restregando su cara con ambas manos.


Recuerda que no sólo bebió y jugó pool con sus amigos en el bar dentro de la
villa, sino que osó besar a su exnovia bajo el efecto del alcohol cuando ella se
ofreció a llevarlo de vuelta.

Y por las palabras de TaeHyung, está seguro de haberse acostado con ella en
el asiento del copiloto, corroborándolo al trasculcar sus bolsillos y encontrar
una envoltura de condón abierta.

— ¡Carajo! —Lanza la envoltura al piso.


Cuando trata de recordar lo que ocurrió el día anterior, no evita pensar de
nuevo en la conversación que escuchó entre TaeHyung y HaeSuk. Claramente
escuchó que una muchacha local deseaba invitarlo al festival, crispando de
sobremanera al menor, casi haciéndolo rabiar al declarar que no le importaba
que fuera con quien se le diera la gana.

—Ya recuerdo, SeungHee es el nombre de la muchacha—. Efectivamente una


chica se le acercó hace unos días, ofreciéndole una bebida refrescante
mientras se deshacía en timidez al presentarse y pedirle ir juntos a la feria.

No sabe si reír o molestarse por la absurda reacción de TaeHyung, tanto esa


tarde o por la de hace algunos segundos. Lo cierto es que esa muchacha le
pareció muy guapa, aunque no pretende ilusionarla. Bastante tiene con el
problema de haberse acostado con su exnovia como para involucrarse en más
inconvenientes, siendo TaeHyung uno de ellos.

Le dejó en claro a DaeHyun que no se involucraría con TaeHyung, aunque le


cueste trabajo mantener su palabra, ya que el menor le agrada mucho y más
ahora que va conociendo su temperamento.

Con premura, y el mal humor en sus venas, se ducha y viste. Toma un par de
aspirinas del botiquín y monta la pequeña camioneta del oficial, que lo
esperaba desde hace algunos minutos.

Al llegar a la iglesia, TaeHyung apea rápidamente la camioneta y se adentra en


la pequeña edificación. Al mismo tiempo, JungKook sigue a DaeHyun al
interior del lugar, sintiéndose incómodo por todas las miradas devorándolo
con asombro, disgusto, o gusto. Rápidamente se sientan al lado de HaeSuk,
quien le sonríe amablemente. En respuesta, JungKook reverencia antes de
juntar las manos sobre su regazo.
Ha perdido los minutos que ha escuchado al padre oficiar la misa e invitar a la
comunidad al festival, principalmente debido al dolor de cabeza que persiste
pese a las aspirinas. Por lo menos hasta que el padre guardó silencio y casi
enseguida escuchó al melodioso coro. Abre abruptamente los ojos al
estremecerse por una voz sobresaliendo entre las demás, reconociéndola
inmediatamente.

—Canta hermoso, ¿no es así? —HaeSuk le susurra al oído, sin apartar la vista
de su sonrojado sobrino—Aquí él no canta solo, pero si cada año al finalizar el
festival. ¿Te gustaría cantar con él?

— ¿Cómo? —JungKook apenas logra apartar la vista de TaeHyung, quien luce


adorable bajo el roquete blanco de cuello cuadrado.3

Lo observa detenidamente, perdiéndose en lo hermoso de su afinado rostro.


Ve como su fina figura resplandece más a causa de la vestimenta, realzando
una fragilidad que le gustaría conocer. Le gusta como sus rubios cabellos caen
desordenados en su afilado rostro, cubriendo misteriosamente sus ojos color
almendra.1

—TaeHyung es un joven muy guapo—. HaeSuk vuelve a susurrarle al oído.

—Claro que es muy guapo—. JungKook no puede apartar la vista del menor.
Quedó encantado por lo atractivo y tierno que luce.
2

— ¿Qué tanto ves? —TaeHyung arruga la nariz.3

Mentiría si dijera que no le agrada tener la atención de JungKook. Sin


embargo, sigue disgustado con él, y a éste parece importarle muy poco.
<< ¿Cómo puede ser tan cínico? >>

— ¿Desde cuándo cantas en el coro de la iglesia? —Inclina su torso sobre la


barra para acercársele. Aprovecha para hablarle, pues DaeHyun tiene al
menos diez minutos que fue a jugar póker con algunos amigos, así que puede
comérselo con la mirada si quiere.1

TaeHyung arruga más la nariz, regalándole una adorable imagen a JungKook.


Coge su vaso con refresco y le muestra la lengua al arrastrar los pies hacia el
mullido sillón para leer un poco. Aun con el libro entre sus dedos, observa de
soslayo a un divertido azabache sentarse en el sofá y poner los pies desnudos
sobre la mesa de centro.

—Baja los pies—. Lo ve de reojo. El rubor en sus mejillas aparece con fuerza,
sino es que ya estaba ruborizado desde que salieron de la iglesia y JungKook
le susurró que canta precioso. Desde luego, lo tomó como una burla hacia su
encantador talento.1
— ¿Ahora sí me hablarás? Desde temprano que, por cierto, quiero recalcar que
me golpeaste con una almohada, no me has dirigido una sola palabra.

—Bien, lo estoy haciendo ahora, ¿no? Así que, baja tus pies y dame un poco de
paz.

— ¿Qué harás si no los bajo? —Sonríe socarrón. En verdad le gusta enfurecer al


menor. Es como si lo ayudara a aliviarse de su autoimpuesta contención
emocional, misma que desata al estar a solas en el barranco.

— ¿No lo harás? —Deja el libro en su regazo.

JungKook ríe y niega con la cabeza. En segundos, TaeHyung se levanta y le


pega, con el libro de pasta dura, los pies. Claro, el mayor los vuelve a poner
encima, iniciando una pequeña y ridícula riña en la que el menor se enfada
más. Finalmente le sujeta de las muñecas, haciéndolo trastabillar en una
pequeña lucha física en la que lo deja gritar cuanto quiera. Más que divertido,
JungKook lo mueve cual muppet mientras canta la misma canción del coro.3

— ¡Déjame en paz! —Lucha por liberarse, pero el mayor lo sostiene con fuerza.

— ¿Sigues molesto? —Ríe sin dejar de moverlo a su antojo, contorsionando su


cuerpo y levantándole los brazos.

— ¡Suéltame!

—Respóndeme entonces—. Ríe.

— ¡¿Tú me responderás por qué carajos estabas teniendo sexo en un auto


frente a mí casa?! —JungKook deja de moverlo, sin soltarlo de las muñecas.

El azabache lo ve fijamente, no pensó que eso le afectaría más de lo usual al


menor. Ve como sus almendrados ojos se cristalizan, su pecho hinchándose
pesadamente, y sus fosas nasales agitarse para evitar llorar.
— ¿Por qué debería explicártelo? —Lo ve fijamente, ganándose una mueca de
disgusto—Sí así lo quieres. Bebí con mis amigos, se me pasaron las copas, mi
exnovia me trajo y se nos hizo fácil fornicar en su auto, ¿feliz? ¿O qué más
quieres saber? No soy tu novio, tampoco tu amigo.3

TaeHyung se muerde el interior de la mejilla. Le dolió que JungKook le


respondiera tan tajante, sin una pizca de compasión por su enfado, y con una
enorme verdad tras su explicación, no son pareja, son absolutamente nada.

—Tú...—al intentar deshacer el agarre, TaeHyung tropieza con la mesa, pero


JungKook lo abraza de la cintura, atrayéndolo hacia sí.

— ¿Estás bien?

—Sí, gracias—. Sorbe por la nariz al apartar la mirada.

—Eres tan distraído.

— ¿Distraído? —Alza la mirada.

Ninguno cae en la cuenta de que siguen cerca, demasiado cerca.

El azabache acorta inconscientemente el espacio entre sus rostros. Observa


cuidadosamente cada rincón del dulce rostro del menor. Le gusta la fina
forma de su rostro, lo suave que luce su piel, lo rico que huele. Sonríe al notar
los lunares al borde de su ojo derecho, en la punta de su nariz y en su labio
inferior adornando su inocencia. Lo estrecha más contra su cuerpo,
envolviéndose por su tibieza.2

—Jung... Jeon ¿qué haces? —parpadea por el repentino roce de sus labios.
Suspira por la calidez del aliento ajeno. Cada vello de su cuerpo se eriza,
electrizantemente, por la agradable sensación.

—Eres tan...3
— ¿TaeHyung? Ábreme, por favor, soy HoSeok. Quiero hablar contigo.3

El menor abre abruptamente los ojos y empuja a JungKook lejos de sí.

JungKook endurece su semblante al verlo dudar unos segundos antes de


caminar al recibidor para abrirle a HoSeok. Se queda en la sala, analizando el
cambio de humor en fracción de segundos. Se queda a propósito, queriendo
saber por qué el hijo del agricultor vino a buscar a TaeHyung cuando estaban
por besarse.2

—Pensé que seguías molesto conmigo. No me miras en la construcción y me


evitas cuando voy a la fogata —. TaeHyung cierra la puerta tras de sí, evitando
que vea a JungKook dentro de la casa. También para que el azabache no
escuche su conversación.

HoSeok se rasca la nuca con timidez y sonríe con añoranza y vergüenza. Ver a
TaeHyung de nuevo en la iglesia, oírlo cantar cual ángel en el coro, lo hizo
extrañarlo aún más que al minuto de haber terminado su relación. Por eso
está ahí, en busca de una pequeña oportunidad, sabiendo cómo se ha
comportado con él en esos días.

— ¿Cantarás en el cierre del festival? —Con la cabeza gacha, lo mira con una
sutil sonrisa.

—Sí, ¿por? —Baja del pórtico con él, sentándose en los primeros escalones.

—Curiosidad—. Los nervios lo traicionan—En realidad vine para preguntarte si


este año quisieras ir de nuevo conmigo a la feria—. Ensancha su sonrisa al
tocarle la mano que descansa sobre la rodilla ajena.

TaeHyung suspira al mirar sobre su hombro, notando entre el encaje de las


viejas cortinas a JungKook irse al interior de la casa. Regresa su mirada a sus
pies en calcetines, jugando con la punta de sus dedos, queriendo ganar
tiempo para ordenar sus pensamientos. Hace unos segundos estaba más que
molesto e incómodo con JungKook, y ahora le viene de frente el evidente
intento de reconquista de HoSeok.1

Aparta suavemente su mano del rasposo tacto del castaño y las engulle dentro
del ancho overol, de mezclilla azul que viste junto a una playera blanca.

—Hobi, nosotros no...

—Por favor, te esperaré junto al puesto de tiro de dardos. No divertiremos, te


lo aseguro. Además, no estaremos solos, también irán los demás—. Animado,
se levanta y sacude sus jeans.

—Pero, HoSeok, entiende que...

—Te veré en unos días, a las seis—. Sin dejar de sonreír, coge su bicicleta y
regresa al pequeño sendero que la camioneta y la patrulla han hecho a lo
largo de los años.1

—Genial.

TaeHyung hunde la cabeza entre sus rodillas, abrazándolas con fuerza, como
si quisiera aplastarse hasta perder la conciencia. En el siguiente escalón,
encuentra una línea de hormiguitas yendo y viniendo despreocupadas. Desea
ser una de ellas con tal de no lidiar con sus sentimientos, con sus
pensamientos, y con su enfermedad que aparentemente creyó buena idea
reaparecer para evidenciarlo ante JungKook.

Apoya sus mejillas sobre sus palmas, alza la mirada, admira el suave danzar de
las ramas de los árboles. Crea un tierno pucherito por estar irritado, con
JungKook, y ahora afligido, por HoSeok. Nada bueno saldrá de esa forzada
cita, a la cual no asistirá por nada del mundo. De ahí que sepa que no habrá
buenos resultados. Y es que, de hacerlo, estaría dándole falsas esperanzas a
HoSeok.

Escucha la madera crujir detrás de él y enseguida ve unos pies descalzos


apareciendo a su lado. JungKook está sentado a unos escalones a sus
espaldas, con los brazos sobre sus rodillas.

— ¿Ahora qué quieres? —Pucherea sin voltear a verlo, abrazando sus piernas
contra su pecho.

—Serás muy tonto si vas a la cita.

—Eso no es de tu incumbencia. Sí quiero ir es mi problema.1

—Lo es desde que me obligaste a decirte por qué hice lo que hice frente a tu
casa—. Afronta la disgustada mirada de TaeHyung cuando voltea a verlo.2

— ¡Eso es distinto! Estabas teniendo sexo en una casa ajena, ¿qué te pasa?

— ¿De nuevo con lo mismo? Fue dentro del auto de ella, frente a tu casa, no
dentro de tu casa.

— ¡Peor todavía! ¡¿Cómo pudiste tratarla de esa manera?! —Se levanta con los
puños fieramente engarrotados a sus costados, sin importar que JungKook se
ha levantado para acercársele igual de enfadado.

— ¡Eso es problema de ella y mío! ¿Por qué sigues insistiendo con eso? ¡Déjalo
ir!

TaeHyung sabe que JungKook tiene razón. Con los ojos vidriosos y la
vergüenza calándole los huesos, pasa de él hasta el interior de la casa. Sube a
su habitación, calza sus viejos converse, y baja a toda prisa. Con el coraje
atorado en la garganta, balbucea sinsentidos mientras se interna en el
bosque. Corre tanto como puede, sofocándose por cada paso, tratando de
alcanzar su pequeño pedazo de libertad.

Respira con más pesadez, nunca sintió más lejano su punto de tranquilidad.
Aruña los troncos que logra alcanzar para soportar su peso. La cabeza le da
vueltas y el pecho le duele un poco. Por más que suspira, sus pulmones no se
prestan para retener el aire. Jadea desesperado. Cae en la húmeda hojarasca,
hundiendo sus manos y rodillas en el lodo.

— ¡¿No te he dicho que lleves esta cosa contigo?!1

—Jeon—. lo ve con los ojos entrecerrados.

—Te he dicho miles de veces que nunca olvides esto—. Se agacha a su altura y
le coloca el inhalador en la boca. Lo ve aspirar.

TaeHyung tose un poco. Cuelga la cabeza, manteniendo los ojos apretados, al


tratar de mantener la boca cerrada y normalizar su respirar. Le gusta sentir el
suave toque de JungKook sobre su espalda, como una agradable rasquiña
cubriendo todo su cuerpo. Tal cual sintió al estar entre sus brazos, minutos
antes, en su casa cuando iba a caer.

—Gracias—. Entierra sus dedos en el lodo.

JungKook lo rodea de la cintura—Sabes que no puedes estar aquí. Ven, te


ayu...

—Deja de actuar como si te importara, ambos sabemos que sólo lo haces por
mí padre—. Le golpea la mano, se recarga contra el tronco antes de
levantarse.

— ¿Sabes qué? Estoy harto. Quédate aquí si quieres—. Irritado, se levanta y


devuelve sus pasos a la casa, no sin antes gritarle una última cosa— ¡A ver si
HoSeok te encuentra la próxima vez! —Le lanza el inhalador sin siquiera verlo
a los ojos.

El hijo del oficial lo ve irse a grandes zancadas. Mira el inhalador y a sus pies
cubiertos de lodo. Golpea su cabeza contra el tronco, mirando por entre las
copas de los árboles los suaves movimientos de los animales. Lo que menos
quería era comportarse más grosero con JungKook, pero la fea sensación de
toparse con sus palabras tan tajantes lo derribaron completamente.

—Tiene razón, no somos amigos y mucho menos pareja—. Respira con mucha
dificultad. Si bien, sabe que el dolor que siente no es a causa de la caída,
mucho menos de su alergia, sino de considerar que JungKook es alguien
importante en su sencilla vida.

[12] ❁
TaeHyung desiste de ir al barranco y no vuelve a casa, así que dirige al centro
del pueblo para distraerse un poco y apartar de su mente el mal sabor de
boca. Camina lento, aguantando el dolor en el tobillo, mientras se acerca a la
plaza.

Suspira profundamente al sentir el inhalador en el bolsillo del pantalón,


reconociendo que se ha comportado grosero con JungKook. Abulta la boca en
un mohín inquisitivo, encontrando enseguida una razón que alivia cual
placebo a su consciencia, lastima. ¿Por qué no habría de ser así? Padece una
condición crónica con la que sus amigos y HoSeok lo trataban como si fuese la
cosa más frágil del pueblo.

Y le incomodaba.

Jamás ha olvidado que estaba enfermo, por eso prefiere disfrutar de la vida.
¿Por qué ellos no podían entenderlo? Tuvieron que transcurrir un par de años
para que su enfermedad estuviera bajo control, y para que ellos dejaran de
cuidarlo demasiado. Hasta ahora, donde JungKook se suma a la lista de verlo
frágil y, quizá, como una carga.

Definitivamente la vida creyó que sería placentero verlo recaer y ser rescatado
por un temperamental muchacho que ha demostrado ser amigable si se le da
la oportunidad, pero que por desgracia su único fin de acabar con su deuda
social se truncó desde el instante en que se le cruzó en su camino.

Sea lo que sea, TaeHyung quiere desviar todo rastro de culpa y lavarse las
manos al creer que el hijo del alcalde simplemente le tiene lastima. Idea que le
considerar siquiera, ya que siempre le ha desagradado que lo sobreprotejan.
O al menos esa es su errado pensamiento al autocompadecerse por primera
vez y que no debería hacerlo.
Idea que lo conduce a analizar los hechos, cuadro por cuadro, dándose cuenta
de que Jeon nunca lo ha tratado como alguien indefenso. Al contrario, lo trata
con normalidad. Claro, sin contar las ocasiones que discuten a punta de gritos
o se ignoran por sus tercos temperamentos o por la presencia de Jung
DaeHyun.

A pasos lentos, abrazándose a sí mismo, llega a las entrañas del pequeño y


aburrido lugar. Pronto las indiscretas miradas y murmullos no tardan en
asaltar sus oídos, cansándolo y casi aburriéndolo.

Pudo evitarse la tonta rutina pueblerina, pero enfrentarse a la encantadora


presencia de su tía y sus ocurrencias en torno a que él gusta del hijo del
alcalde lo hacen desistir de dar media vuelta. El mero pensamiento lo
desanima, ya que de encaminarse a casa de su tía sabe que esa conversación
acabaría con él confesando que efectivamente gusta de Jeon.

—Creo que es mejor las locuras de mi tía, que esto.1

Al mirar a su alrededor se da cuenta de que el padre de HoSeok va saliendo de


la panadería y le lanza una fría mirada. Pretendía saludarlo, hasta que una
cuestión asaltó su cabeza, ¿por qué debe cargar con las consecuencias de una
situación que nunca pidió? Jamás quiso ser novio de HoSeok, no porque no lo
quisiera, sino porque no lo veía con otros ojos más que como un gran amigo,
casi un hermano. Sus inocentes palabras eran eso, una confesión derivada de
la maravillosa amistad que tenía con HoSeok, hasta que sus padres decidieron
que sus respectivos hijos serían una linda pareja que a futuro se casarían y
llevarían las riendas de las hortalizas y expandirían el invernadero. Desde
luego, la esposa del agricultor también estaba encantada con la idea, salvo la
madre de TaeHyung.
Es por lo que, al terminar con una relación impuesta después de seis años, la
mayoría de los lugareños siguen sin entender y mucho menos aceptar que él
también tiene sentimientos y que desea algo más que casarse con el buen
mozo hijo del agricultor de la zona.

TaeHyung suspira al recargarse contra un árbol cercano a la construcción,


observando la solitaria estructura que apenas va teniendo forma. Le disgusta
estar involucrado en rumores, mismos que inconscientemente creó y alimenta
a partir del momento en que Jeon llegó al pueblo. Pareciera que el mundo
entero decidió que ese hito anunció su ruptura con HoSeok, alterando de ese
modo la paz que reinaba.

— ¿Qué haces aquí?

— ¡Santo cielo! —Brinca y luego le propina un golpecito al brazo de Jackson—


No vuelvas a aparecer de ese modo. Y no te importa.

—Que genio—. Bufó—Oye, ¿es cierto que irás a la feria con HoSeok? —Cruza
los brazos y se recarga contra el tronco a su lado.

TaeHyung quiere negarlo a todo pulmón, pero que Jackson lo sepa le indica
que el inicuo de HoSeok ya les aseguró que irá con ellos. Más bien, con él.

—Acaba de invitarme—. << ¿Soy un tonto o tengo corazón de pollo? >>.

— ¿Entonces sí aceptaste su invitación? —Descruza los brazos y lo rodea sobre


los hombros con un brazo.

<<Tampoco pude decirle que no>> —Pues, digamos que no pude negarme.

— ¡Wow! Definitivamente ustedes dos se casarán, adoptarán tres hijos, vivirán


felices por décadas, envejecerán juntos y sus sepulcros estarán uno al lado del
otro.
Más que una hermosa afirmación, TaeHyung descifró aquel resumen como
una vil burla a sus costillas. De un manotazo se libra del abrazo de Jackson al
dedicarle un mohín.

— ¿Por qué no fastidias a Mark?

—Relájate, no es para que te pongas así—. Aguanta las ganas de carcajear por
la reacción del rubio—Bromeaba.

—Sí, claro—. Pone los ojos en blanco al dejar de verlo.

— ¿Viniste con Jeon al pueblo? —Jackson sonríe ladino mientras peina sus
rubios cabellos con los dedos.

El hijo del oficial sigue la línea de visión de Jackson, viando al susodicho


dirigiéndose a la salida del pueblo.

—No—. Responde secamente,

— ¿Irás con él fuera del pueblo? —Inquiere al ver al hijo del alcalde perderse en
los límites.

—Debo irme—. TaeHyung lo aparta con un leve empujón.

—Voy contigo, no tengo nada que hacer.

—Claro que no—. Le lanza una dura mirada—Busca otra cosa que hacer o a
quien molestar.

—Vaya genio de perros que te cargas—. Frunce el ceño al ver a TaeHyung


encaminarse a las afueras del pueblo.1

TaeHyung se apresura a seguir el rústico camino adoquinado con rocas de río


que surcan un sendero al corazón del pueblo, mismas que adornan algunas
entradas a locales que rodean la plaza principal. Camina cautelosamente,
aliviado de que el clima esté a su favor y de que su respiración se mantiene
regular. Salvo por el punzante dolor en su tobillo, mismo que le dificulta un
poco no hacer ruido. Por eso prefiere mirar todo desde unos metros,
asegurándose de que sus quejidos de dolor no los escuche JungKook y por
ende no lo descubra.

— ¿Quieres saber a dónde voy? —JungKook está dándole la espalda, aun así,
le permite a TaeHyung distinguir qué está fumando.

— ¿En qué momento supiste que te seguía? —Maldijo antes de salir de su


escondite, negándose también a salir.

—Imagino que quieres ir a la villa, ya que en tu estado no puedes ir más lejos.


A menos que alguien te lleve y eso lo dudo mucho—. Ignorando la pregunta, lo
ve sobre su hombro para obtener respuesta a sus palabras.

TaeHyung se queda casi oculto, maldiciendo en voz baja la estúpida idea de


seguir a JungKook. Así que, al cabo de unos segundos de considerar
confrontar al hijo del alcalde, escucha el ronroneo de un auto acercarse
apresuradamente y estacionarse elegantemente frente a JungKook.

— ¡Sube ya Jeon, que no tengo tu maldito tiempo!

—Cálmate, YoonGi. Llegaremos a tiempo al bar para que veas a JiMin.2

— ¡Deja de hablarme de Park! —Le muestra el dedo corazón a JungKook,


claramente molesto— ¡En cuanto me botó parece que yo jamás existí!

—Sabes que te lo ganaste, Min—. JungKook carcajea y tira la colilla para


aplastarla en la tierra.

A TaeHyung le incomoda que hablen de sus problemas con él oyéndolo,


aunque no es como si a ellos les importara. Más bien, le causa extrañeza ver
actuar a JungKook completamente distinto a como es en el pueblo.
— ¡Te recomiendo que no vuelvas a espiar por las ventanas! —JungKook alza
la voz a causa de que YoonGi hace sonar el claxon— ¡Quien sabe que veas la
próxima vez!

— ¡Espera un minuto! —Finalmente sale de su escondite para tratar de


alcanzarlo antes de que suba al auto— ¡Mañana debemos seguir con la
construcción, no puedes irte así como así! ¡Y no te atrevas a hacer otra
tontería!

— ¡Mueve tu maldito trasero al auto o me largo sin ti, Jeon! —YoonGi vuelve a
tocar el claxon— ¡Y dile a tu noviecito silvestre que no se entrometa!

Antes de que TaeHyung pudiese reñirle a Min, JungKook monta el auto.

───────── •❁• ─────────

Antes de ir al bar, ambos amigos hacen una parada para matar el tiempo que
tienen antes de irse.

Al bajar del auto, JungKook busca las llaves en el bolsillo del jersey que se
puso para estar más cómodo. Justo al acercarse a la enorme puerta de cristal
enmarcada con madera, ambos ven a un muchacho alto y castaño acercarse
rápidamente para abrirla.

—Pensé que no vendrían—. Se apoya en el marco de la puerta, cruzando los


brazos al auscultar a Min y a Jeon—NamJoon está volviéndome loco. Quiso
que le enseñara a cocinar y terminó quemando los guantes para horno. Un
minuto más y probablemente nos quedamos sin casa.1

—Eso te pasa por querer enseñarle trucos nuevos a un perro viejo—. YoonGi
empuja al joven alto para entrar a la casa.

—Y por esa razón JiMin terminó contigo, eres muy agradable, ¿lo sabías? —Le
sonríe burlonamente al ver a Min caminar a la cocina—Y tú, ¿no piensas
entrar? Nuestros padres no están en casa.

—Pensé que solo papá estaría fuera de casa—. Camina al interior de la casa.

—Mamá quería estar aquí al saber que vendrías, pero ya sabes que cuando se
tratan de banquetes importantes debe acompañar al alcalde—. Abraza por los
hombros a JungKook tras cerrar la puerta y dirigirse a la cocina.

—Que fastidioso—. Ríe a la par que el mayor—Ella es increíble, no sé cómo


papá logró que se casara con él.

—Él y mamá son los únicos que lo saben.

SeokJin es el hijo de la segunda esposa del padre de JungKook. Un par de


años después de que el señor Jeon se divorciara, bajo la demanda de
abandono de hogar, conoció a una bondadosa mujer que había enviudado
cuando su único hijo tenía cinco años de edad.

JungKook admite estar sorprendido por la fidelidad de su padre para con la


madre de SeokJin. Aunque no descarta la idea de que sea por mera necesidad
publicitaria. Independientemente de todo eso, JungKook agradece tener a su
lado a SeokJin.

Ambos se dirigen a la sala, sabiendo que NamJoon y YoonGi deben estar


tomando cerveza antes de irse. El menor se sienta en el sofá individual y
alcanza una fritura que hay en un tazón grande, teniendo la circunspecta
mirada del castaño encima.

— ¿Qué? —Enarca una ceja al verlo, sin dejar de masticar la fritura.

—Luces más delgado, ¿comes bien?

—Como bien—. Come otra fritura—Pero el trabajo realmente es muy duro. Ya


quiero terminar con esa tonta cafetería para largarme de ese lugar y de aquí—.
Bisbisea, dejando de comer.

—Es lo que obtuviste por apostar con el insensato de Min. ¿En verdad creíste
que después de beber una botella entera de vodka y media botella de whisky
conducirías sin chocar? No habrás atropellado a alguien, pero ve lo que pasó.

—Ya sé que me equivoqué. Como en muchas otras más—. Apoya la mejilla en


la palma de su mano.

—Entonces deja de quejarte y simplemente termina lo que empezaste—.


SeokJin se recarga en el respaldo del sillón de dos plazas, viendo fijamente a
JungKook.

— ¿Podemos hablar de otra cosa? —Vuelve a comer otra fritura.

—De acuerdo—. Cruza los brazos— ¿Sabes que EunBin irá esta noche al bar?

—Sí, ¿y qué? —Aunque quiera ignorarlo, ella le recuerda la discusión que


sostuvo con TaeHyung.

—Que ayer la estabas siguiendo como perrito faldero para pedirle que te
llevara de vuelta al pueblo, por eso creí que habían regresado—. Suspira al ver
la despreocupada expresión del menor— ¿Acaso olvidaste por qué ella
terminó contigo? No la tomabas enserio y le rompiste el corazón. Ella no
merece ese trato, lo sabes.
JungKook sabe perfectamente que se atrevió a engañar a EunBin de la
manera más cobarde y estúpida, inducida también por el alcohol. Ella lo
encontró teniendo relaciones con otra mujer en la habitación del anfitrión de
la fiesta, y le propino una fuerte bofetada cuando trato de alcanzarla,
lastimándolo sin querer en el pómulo izquierdo con el anillo que llevaba
puesto.

—No volveré a herirla, tranquilo.

— ¿Por qué no te creo?

JungKook bien sabe que le romperá nuevamente el corazón a EunBin. Si bien,


lo que realmente comienza a preocuparlo es incluir en la ecuación a
TaeHyung.

Los tres resultarían heridos si no habla seriamente con EunBin y no reconoce


en voz alta que TaeHyung no solo le gusta.

───────── •❁• ─────────


TaeHyung suspira derrotado al acomodarse de lado en la cama, dejando a un
lado su móvil. Desde que volvió a casa y se dispuso a dormir, a estado
esperando a que JungKook vuelva. No quiere profundizar la razón por la que
quiere verlo, ya que contrapuntea su gusto por él y el temor de verlo volver
con alguien como la última vez.

Mira el despertador, maldiciendo por la falta de sueño a las dos y media de la


mañana, abrumándolo de aburrimiento hasta que escucha el ronroneo de un
automóvil acercarse a la casa. Observa las luces abrirse paso entre las
cortinas, desapareciendo junto al motor del vehículo. El corazón pareciera
salirse de su pecho al siquiera pensar que de nuevo llegó con aquella
muchacha, por lo que debate en levantarse o quedarse acostado.1

Cubre su rostro con ambas manos, luchando por escuchar el exterior sin tener
que levantarse y también ver qué ocurre. Si bien, en menos de cinco minutos
escucha el motor encender y alejarse lentamente, permitiéndole distinguir en
medio del silencio la puerta ceder a la llave que su padre le dio a JungKook.
Quita despacio las manos del rostro, oyendo al hijo del alcalde subir despacio
las escaleras y comenzar su rutina de aseo para ir a dormir.

En poco tiempo lo oye cerrar la puerta de la habitación donde duerme,


dándole la oportunidad de convencerse de que bajar por agua es una buena
excusa para tratar de averiguar algo. Con lo que no contaba es que JungKook
terminó su rutina con lavarse los dientes, encontrándolo casi enseguida que
salió de la habitación y dio un par de pasos por el corredor.

El azabache no deja de verlo desde el marco de la puerta, hasta verlo bajar las
escaleras y escucharlo servirse un poco de agua. Mientras enjuaga sus dientes,
no ha dejado de rumiar la charla que tuvo con su hermanastro la tarde
anterior, considerando que hablar tranquilamente con TaeHyung es una
buena idea para comenzar de cero. Le desagrada sentirse frustrado, más que
nada por una ridícula situación que ambos pudieron evitar si se sinceraban,
hecho que admite ninguno hará. Por lo que considerar retar, o mucho mejor,
desobedecer la autoridad del oficial Jung DaeHyun suena bastante tentador si
pretende un tratado de paz con TaeHyung.

JungKook sabe que limar asperezas no será sencillo, mucho menos borrar
tantas palabras crueles o tajantes de parte de ambos. Lo meditó en la
conversación con SeokJin, también en el bar. La desastrosa situación que
construyó junto a TaeHyung en torno a su inestable relación, si es que existe
alguna, no le permitió disfrutar de la compañía de sus amigos. Tampoco se
atrevió a beber y así calmar su fuego interno contra la actitud de TaeHyung.
Sólo el extraño saludo que EunBin le envió, del otro lado de la mesa de billar,
cuando ella salía del establecimiento, lo arrancó de sus pensamientos.

Todo mundo le decía que ella aseguraba que habían vuelto, haciéndolo sentir
miserable al darle una desilusión disfrazada de caricias al acostarse con ella.

SeokJin tenía razón, le advirtió que no se atreviera a lastimarla y lo estaba


haciendo nuevamente.

Y no la culpa por haber malinterpretado el contexto. Lo más seguro es que en


su ebriedad le dijera algo que la ilusionara de nuevo, que le dio alas para
proseguir con su relación. La única manera que tiene para averiguar qué le
dijo para entusiasmarla de nuevo, es hablando directamente con ella.

Y quisiera decir que le sorprende incluir en la ecuación a TaeHyung,


considerándolo como uno de los afectados.

Al cerrar la puerta de la habitación, JungKook ve a TaeHyung dirigirse


silenciosamente a su habitación. No suelta la manija hasta envolverse por el
silencio nocturno, acostándose perezosamente en la cama ya vestido con un
holgado pants rojo y una playera negra sin mangas. Casi enseguida, la
fatalidad lo carcome, impidiéndole conciliar el sueño. De pronto cada
problema lo rodea, concluyendo que incluso su ausencia crea revuelo en la
villa al darle esperanza a EunBin; y que su indeseada presencia alborota la
mediocridad metiche de muchos en el pueblo al atreverse a entrometerse en
la débil relación de TaeHyung y HoSeok.

Observa la pared que lo separa de la habitación de TaeHyung, pensando en


que si no puede conciliar el sueño podría escabullirse y despertarlo para
conversar con la cabeza fría. Necesita deshacerse del peso muerto de su
conciencia, a hacerle caso a su hermanastro con empezar a madurar y resolver
sus embrollos poco a poco para sentirse bien consigo mismo. Y sobre todo
libre.

Es una sensación que no ha sentido desde que su madre lo abandonó a su


suerte, sin importar que la madre de SeokJin lo cuidará y quisiera como su
hijo menor.

Al ver que son poco más de las tres de la mañana, se levanta para asegurarse
de que TaeHyung este dormido, pues la ansiedad por resolver lo que sea que
tengan es más poderoso que la prudencia de esperar a que amanezca. La
madera cruje bajo sus pies al intentar volver a su habitación, pues salió con la
torpe idea de tocar la puerta ajena, pero la suave voz del menor lo detiene.

— ¿Jeon?

—Iba a la cocina, disculpa si te desperté—. Al girar sobre sus talones, ve a


TaeHyung asomarse por la rendija de la puerta. Para él luce lindo con el short
azul aguamarina holgado y una playera holgada del mismo tono que usa para
dormir.1

—Pensé que querías verme—. Un brillo reluce en su apaciguada mirada.

—Son más de las tres de la mañana, ¿por qué te buscaría a esta hora? —Rasca
su nuca con nerviosismo, maldiciendo por hablar con torpeza.

TaeHyung desvía su mirada de la puerta del baño a JungKook, sabiendo que el


sanitario está del otro lado del corredor, al lado de la habitación de su padre, y
que el azabache está a tres pasos de su puerta. De cualquier modo, asiente al
dirigirse de nuevo a las escaleras para ir a la cocina.

—Si tú lo dices.

— ¿Te sientes bien? —Lo sigue hasta la cocina, viéndolo sostener un vaso de
cristal—Ya habías bajado por agua.

—HoSeok es quien debe preocuparse por eso, ¿no? —Juega con el vaso entre
sus manos sobre la barra, evitando verlo a los ojos—Fuiste muy claro también
en la tarde.

—No estuvo bien decirte esas cosas, pero estaba molesto contigo por tu
infantil actitud. Quería ayudarte, pero me devolviste desprecio, ¿o ya olvidaste
cómo apartaste mi mano para que no te tocara?
— ¿Y tú no te comportaste igual de infantil? Sólo hice lo que tú al seguir la
amenaza de mi padre, porque también estaba molesto contigo—. Comienza a
alzar la voz—No soy estúpido, sé hasta dónde puede llegar mi padre con tal de
sobreprotegerme, y por lo que notó a ti tampoco te deja respirar y de todos
modos lo permites. ¿O será que yo jamás te importe en lo más mínimo?1

TaeHyung aprieta los ojos y se muerde la lengua. Dejó escapar una porción de
sus embrollados sentimientos para con JungKook, y lo peor es que éste lo
observa estupefacto.

—Supiste todo ese tiempo que no debíamos acercarnos y aun así lo hiciste—.
Afirma. Lo filoso de su voz y su mirada hielan al menor.

—Sí, lo sabía, ¿pero que había de malo? Estábamos llevándonos bien, pensé
que podríamos ser...

— ¿Amigos? —Está frente al menor, del otro lado de la barra, mostrándole su


enfado— ¿Sabías que me desacreditaría ante el juez si me atrevía a acercarme
un milímetro a ti y a pesar de todo osaste interponerte?

—Lo estas mal interpretando todo, yo...

—Lo mejor es que dejemos de intentarlo—. Baja el tono de su voz de forma


gélida y distante.

—No puedes estar hablando en serio, eso es una estupidez—. Frunce el ceño,
cansado de la misma cantaleta infantil que los envuelve.

—Yo sólo quiero largarme de aquí y no regresar nunca. Así que no hagas que tu
padre me ponga mal con el juez.

— ¿De nuevo discutiendo? —DaeHyun entra a la cocina, viéndolos agachar las


miradas.
—Le recordaba a TaeHyung algunos pendientes en la construcción, es todo—.
Sin más, JungKook le dedica una álgida mirada al menor antes de volver a su
habitación.

TaeHyung masculla entre dientes y ladea la cabeza para no ser visto con los
ojos rojizos y las mejillas ardiéndole de frustración. Sí antes se sentía mal,
ahora se siente peor que nunca.

— ¿Me dirás porque discutían? —Lo mira algo enfadado.1

—Realmente me dijo que no volviéramos a cruzar palabra, ¿contento? —Con el


coraje atorado en la garganta, sube a su habitación y se encierra antes de
lanzarse a la cama y esconder el rostro en la almohada. Reprime un grito en
ella y ladea la cabeza para poder respirar profundamente.

───────── •❁• ─────────

— ¿Todo bien entre el riquillo y tú? —JaeBum carga una viga de madera.

TaeHyung, quien ha estado cortando y lijando las vigas, niega efusivamente


antes de lanzarle una furibunda mirada. Le indica con la mano que se vaya,
pues ya no quiere seguir siendo blanco de sus molestas preguntas. Estar
enfadado es asunto suyo, más sí en el fondo se siente herido y ofendido.

En vez de mejorar, las cosas se pusieron peor y mucho más incomodas.

Cuando el azabache va por más vigas se limita en ver la madera, a cargarla y a


arrastrarla hasta la pared que van levantando rápidamente. Y claro, el menor
negaría que no ha hecho sutilezas para llamar su atención, como toser con
exageración, formular pequeñas quejas o preguntar cómo va el trabajo para
obtener una mínima reacción sin resultados. Sobre todo, cuando HoSeok
llegó al mismo tiempo que formuló la última pregunta y la respondió creyendo
que fue para él, emocionándolo como consecuencia.

—Te gusta complicarte la vida, ¿cierto?

El menor reacciona a la dulce y divertida voz de su tía, dejándose besar


sonoramente la mejilla. La ve acomodarse en una pila de vigas, colocando una
vianda en su regazo. Le dedica una suave sonrisa mientras se quita los
guantes, la mascarilla y los googles protectores para sentarse a su lado sin
dejar de admirar a Jeon a lo lejos.

—Papá habló contigo—. Afirma. Conociéndolo bien, deduce que la envió para
inducirlo a apartarse de quien no lo merece.

Sin embargo, con lo que el oficial Jung no contaba, es que HaeSuk inducirá a
su sobrino a hacer lo que lo haga sentir feliz.

—Chico listo—. Le guiña el ojo.

—Yo diría rutinario—. Juega con la punta de sus tenis.

— ¡Santa madre! JungKook sí que es una delicia sin camisa—. Ríe.4


— ¡Tía! —La ve con los ojos bien abiertos. Le angustia que sea tan abierta en lo
que piensa, importándole poco hacerlo sentir extrañamente bien.

—Vamos, ¿no me digas que no te lo has comido con la mirada? —Lo ve cubrir
su rostro entre las manos—Intenta hablar con él una vez más—. Habla más
seria, sin borrar una linda sonrisa de su rostro.

TaeHyung la ve entre sus dedos. Concluye que la poca información que su


padre debió darle, le bastó para crear su propia hipótesis del por qué el
azabache se comporta distante con él. Sustentando su teoría al verlo
acercarse por más vigas e ignorándolo abismalmente y saludándola
únicamente a ella.

—Creo que ha quedado muy clara su postura.

—No hables del problema, al menos no hasta que vuelvan a tolerarse y


conversar con el corazón frío. Insisto en que deberías invitarlo al festival.

— ¿Al festival o a cantar conmigo? —Encorva el cuerpo y apoya los codos sobre
sus muslos.

—El festival es la excusa para que los jóvenes se diviertan en la feria—. Le da


una mordida a un melocotón que sacó de la vianda—Por cierto, ahora que
recuerdo, la madre de SeungHee me comentó que su hija quiere invitar al hijo
del alcalde a la feria.

—Pues que lo invite.

TaeHyung le cuenta a su tía que HoSeok lo invitó, teóricamente a la fuerza, a ir


juntos a la feria. Así que, por mucho que desee ir con JungKook, su adorable y
nada oportuna conciencia no lo dejaría en paz al abandonar de ese modo a
HoSeok.
—Está bien que te importen los sentimientos de HoSeok, pero ¿qué hay de los
tuyos? — Su tía le besa la mejilla al entregarle la vianda antes de volver a su
casa—Debes ser honesto también contigo mismo.

<<Como si fuese tan sencillo>>. TaeHyung observa un segundo a JungKook


volver por otra viga e irse como si de verdad no lo viese sentado a un metro de
él.

Al minuto, HoSeok corre hasta él y le sonríe cual sol a la vez que coge una viga
y la lleva a cuestas sobre el hombro.

Ser honesto consigo mismo suena complicado, al menos desde el ángulo de


no querer dañar a quienes aprecia en el camino. En este caso a HoSeok y a su
padre. Considerar a JungKook es un lujo del cual no sabe si goza. Y a sí mismo,
bueno, ya se ha hecho daño.

Al cabo de algunas horas, TaeHyung deja su zona de trabajo y lanza la


protección a un lado para irse al barranco. Lleva consigo la comida que su tía
le dio, sabiendo que se trata de unos cuantos croissants con jamón, lechuga y
queso ya fríos.

Se abre paso por el camino que ha memorizado sus huellas, atravesando el


sereno río y llegando hasta su solitaria roca a la orilla del barranco. Deja la
vianda a un lado y abraza sus piernas. Le gusta sentir el viento acariciar su
cabello, como si lo reconfortara de alguna manera y le aliviara el corazón.

— ¿Invitarlo a la feria? —Hunde el mentón entre sus rodillas. Le gusta mucho


pensar en pasear con él entre las flores, jugar en algunos juegos de destreza y
quizá comer hamburguesas con papas fritas y refresco.

El rubor que pinta sus mejillas es de timidez pura. Por primera vez
experimenta una extraña, pero agradable, sensación naciendo de la boca de
su estómago. El aire le falta y no es por su asma. Especula que así es como se
sienten las famosas mariposas en el estómago. Y le gusta.

No deja de sonreír en lo que ensaya cómo invitar a JungKook y no morir en el


intento. Hará caso a su tía, lanzará a un lado su terquedad, pondrá en práctica
ser honesto consigo mismo y a darse una oportunidad para hacer lo que en
verdad quiere hacer.

Cuidense mucho.
───────── •❁• ─────────

[14] ❁
Después de darse una ducha rápida y ponerse ropa cómoda, JungKook
aprovecha el breve silencio para descansar en el sillón con la televisión
encendida a volumen bajo. Cruza los brazos sobre su pecho, levantando los
pies en el reposa manos del sillón, colocándose un cojín a la mitad de su
rostro para dormitar un poco. No escucha los sigilosos pasos de TaeHyung
adentrarse a la cocina, tampoco su profunda voz enunciando sus enredados
pensamientos en voz alta. Sí lo hiciera, sabría que TaeHyung ensaya cómo
invitarlo a la feria.1

Al cabo de quince minutos, se levanta asustado por el filoso ruido de cristales


rompiéndose en la cocina. Va rápidamente a la cocina, viendo a TaeHyung
recoger los pedazos rotos de un vaso. Rueda los ojos al ver el nivel de torpeza
que el hijo del oficial puede alcanzar.

—Eres muy torpe—. Suspira al verlo agacharse mientras le dedica un mohín.

—Sí que duele—. TaeHyung ve su dedo índice sangrar un poco, dejando el


trozo de cristal en el suelo.

—Eres un imán de accidentes, ¿lo sabías? —JungKook se acuclilla a su lado y


se lleva a la boca el índice con sangre.

— ¡Iugh! ¿Qué haces? —Gesticula de asombro y un poco de asco, viendo al


azabache alcanzar una servilleta de papel para colocársela en el dedo.

—Límpiate con alcohol y ponte una bandita—. Niega suavemente con la


cabeza al salir de la cocina y subir las escaleras.

—Ni hablar—. Exhala profundo al incorporarse, pasando cuidadosamente al


lado de los cristales, para subir por el botiquín. A mitad de las escaleras
JungKook lo intercepta y le pide que baje para ir a la sala. Enarca una ceja al
verlo dejar el botiquín en la mesa de centro y sacar un poco de algodón para
humedecerlo con alcohol.

—La cortada es pequeña pero algo profunda—. JungKook le coloca un curita


antes de barrer los cristales y guardar el botiquín al cuarto de baño.

—Gracias—. Si no fuera por el tenso silencio, le diría las torpes palabras que
apenas ha ensayado para invitarlo. Pero le sigue temiendo a un inminente
rechazo. Por lo que opta por no decirle nada esa noche, así que se queda en la
cocina para cenar algo antes de ir a dormir.

—De nada—. Apenas a cruzado miradas con el hijo del oficial, prefiriendo
encender la televisión para ignorar el extraño silencio entre ellos. Sobre todo,
porque le resulta cada vez más difícil ignorar lo que siente en torno a
TaeHyung. Incluso le desagrada seguir pensando en lo convencido que se
escuchaba HoSeok por la tarde, alardeando con sus amigos que invitará a
TaeHyung a la rueda de la fortuna al final de la velada para robarle un beso y
luego pedirle le den otra oportunidad a su noviazgo— ¡Que fastidio! —
Chasquea con la lengua al apagar la televisión y dejar el control remoto en la
mesita.

— ¿Estás bien? —TaeHyung va a la sala por el grito de JungKook.

— ¡Claro que lo estoy! —Le respondió casi con hostilidad, pretendiendo dejar
las cosas como están. Iba a encerrarse en su habitación, hasta que el hijo del
oficial lo sujetó del brazo cuando pasó a su lado.

— ¿Por qué siempre debemos gritarnos? —Frunce el entrecejo al verlo ya


cansado de la misma situación.

—Si me sueltas no discutiremos—. Aparta la mirada.


— ¿No crees que ya es suficiente? —Le suelta con brusquedad, mostrándole
impotencia y desagrado al no poder hacer algo más que enfadarse una y otra
vez— ¿O es que te fastidia tanto mi presencia?

—Estoy muy cansado, quiero ir a dormir—. No se atreve a verlo a los ojos,


llevándolo de nuevo al límite de su paciencia.

—Por favor, dime ¿por qué hemos llegado a esto? ¿Te sientes cómodo
tratándonos tan mal? —Suspira— ¿O en verdad es por mi padre? Responde,
¿esperas que me disculpe por algo? Porque sí es así, no creas que...

—Tu presencia no me desagrada—. Se digna en verlo y se anima a sostenerlo


de los hombros.

— ¿Entonces? —Ladea la cabeza, buscando todas las respuestas que necesita


en la mirada ajena.

—Nada.

A JungKook le cuesta trabajo enunciar sus emociones en voz alta,


especialmente al no saber cómo disculparse por haber preferido su bienestar
que sus sentimientos. Así que se aleja poco a poco hasta subir a su habitación,
teniendo a TaeHyung siguiéndolo de cerca.

—Espera, todavía no terminamos de hablar—. Evita a tiempo que el azabache


cierre la puerta, entrando a la habitación sin permiso.

—Está noche no, por favor—. Pasa ambas manos por su cabello, negándose a
ver a TaeHyung a los ojos.

— ¿Temes herirme por lástima? —. Enarca una ceja al verlo inquisitivamente.

—Claro que no te tengo lástima.


— ¿Entonces qué pasa entre nosotros que no podemos avanzar? Siempre
tiramos y aflojamos, una y otra vez, cada que cruzamos palabras—. Habló con
torpeza, evidenciando su nerviosismo.

—Eres tan terco—. Aprieta el puente de su nariz.

—Soy terco porque quiero que nos hablemos con honestidad, que nos
tratemos con agrado, que nos acompañemos al sentirnos solos, que podamos
vernos y hablarnos tranquilamente—. Esta vez habló de forma pausada y
clara, mostrando un lado más afable y decidido a entregar todo lo bueno de sí
mismo.

— ¿Buscas otra tregua que ahora sí funcione?

—Ninguna tregua—. Da un paso hacia el mayor—Busco que nos conozcamos


de la forma correcta.

— ¿Y cómo logramos eso? —Ve fijamente las manos de TaeHyung cuando lo


sostiene delicadamente de las manos, buscando entrelazar sus dedos, así que
le permite juntar sus manos.

—Hay muchas maneras y una es que me acompañes a la feria y que me


escuches cantar—. Baja la mirada, ocultando una tímida sonrisa.

El hijo del alcalde encuentra adorable la forma en que el menor hizo a un lado
su orgullo y se animó a dar un primer paso para conocerse mejor. Sin bien, el
desagrado de que HoSeok se interponga entre ellos lo desaniman
rápidamente.

—Quizá sea una mala idea—. Aleja sus manos, empuñándolas a sus costados.

— ¿Por qué? —Creyó que iba por buen camino, por lo que la tristeza en sus
ojos es inevitable.
—No creo que sea bueno que nos vean juntos—. En su caos sentimental
también visualiza la imagen de su padre. Apenas ha hablado con él por
teléfono, ya que está más ocupado con la campaña electoral que por su
bienestar, pero está muy seguro de que desaprobaría cualquier relación que
sostenga proveniente del pueblo.

— ¿Hablas enserio? —Suelta una risita rota.2

—Hablemos en otro momento, ¿de acuerdo? Quiero estar solo—. Duda un


segundo en irse, pues admite que le gustaría conocerlo en un matiz
romántico. No obstante, si decide darles una oportunidad a sus sentimientos
por TaeHyung, sabe que deberá confrontar algo peor que los
malintencionados rumores de la mayoría de la gente del pueblo: a su padre—
Por favor, TaeHyung.

JungKook le dedica una triste sonrisa antes de salir de la habitación y luego de


la casa, tomando el marcado camino que va directo al pueblo.
───────── •❁• ─────────

[15] ❁

El pueblo le parece más cálido y hermoso bajo el manto de los faroles que
rodean la plaza principal y la pequeña fuente que es circundada por un
camino de piedra de cantera negra. Se sienta en ella y observa a las personas
moverse con suma tranquilidad, como si el tiempo no importara.

Si bien, también trata de ignorar algunas maliciosas miradas y uno que otro
murmullo indiscreto en el que escucha claramente lo indeseable que resulta
ser para la mayor parte de los lugareños.

Rueda los ojos, viendo al otro lado de la plaza a los amigos de TaeHyung,
incluyendo la presencia de HoSeok. Frunce el ceño por inercia al recordar la
enorme sonrisa del hijo del agricultor mientras contaba su absurda idea de
reconquista, motivo para detestarlo un poco más.

Estaba por caminar al extremo contrario, pero el saludo amistoso de SungJae


lo obligan a quedarse en su sitio a esperarlo junto al grupo de amigos. JaeBum
y Jackson también lo saludan mientras van acercándose, ignorando que Mark
y HoSeok lucen descontentos por haberlo encontrado.
— ¿Tae no vino contigo? —SungJae es el único que entabla conversación con
él dentro y fuera de la construcción.

—Yo quería estar solo—. Esboza un mohín al resentir la incómoda reunión.

—Seguiré yendo a la fogata, los veré allá—. El hijo del agricultor habló con
sequedad.

—HoSeok, espera un minuto—. JaeBum bufa un poco cansado de la riña entre


su amigo y JungKook.

—Entre menos pierdan el tiempo, más disfrutaran de la velada—. Le costó


trabajo mostrarse inmutable, deseando molestar a JungKook. Con lo que no
contaba es que el hijo del alcalde tomara sus palabras como excusa para
exteriorizar sus verdaderos sentimientos. En segundos JungKook se interpuso
su camino— ¿Ahora qué quieres riquillo?

— ¿No puedes dejar las cosas cómo están? —Vuelve a empujarlo. Obtiene una
sorna risita del castaño.1

—Oigan, ¿podrían dejar de discutir cada vez que se ven? —SungJae se acerca
al lado de su amigo.

— ¿De qué demonios hablas? —HoSeok ignora a su amigo al dirigirse con


enfado a JungKook.

—Ya han dado suficiente espectáculo estas semanas—. JaeBum se interpone


entre ellos, pero JungKook lo empuja a un lado y sujeta con fuerza a HoSeok
de la sudadera.

— ¡¿Acaso no escuchas?! —Mark se arremanga la camisa, dispuesto a apartar a


JungKook, pero Jackson lo detiene mientras niega suavemente con la cabeza.
— ¡Seré más claro entonces! —JungKook lo suelta con un tosco empujón,
decidido a decirle que no sólo le gusta TaeHyung, sino que lo quiere. No
obstante, HoSeok lo golpea en el estómago al punto de hacerlo caer al suelo.

— ¡Lo mejor es que te largues de una maldita vez! —Cuando HoSeok alza la
mirada, queda atónito al ver a TaeHyung verlos con sumo desagrado—Tae...
TaeHyung.

— ¿Por qué no me sorprende verlos pelear? —Camina despacio hasta ellos.


Sus rojizas mejillas denotan que corrió hasta allí, por lo que todos se dan
cuenta de que le cuesta respirar.

—¿Te sientes bien? —Jackson corre hacia él, notando que sujeta con fuerza el
inhalador.

—Estoy bien—. Exhala, carraspeando un poco. Se siente un poco mareado,


pero eso no le impide acercarse más a JungKook y a HoSeok.

— ¿Corriste hasta aquí? —Tan pronto se puso de pie, el azabache trata de


acercársele. Si bien, el castaño logra interponerse para sostener de los
hombros al menor.

—Te llevaré a casa.

—Ya estoy cansado de la misma situación—. TaeHyung se remueve para


apartar las manos de HoSeok mientras se lleva a la boca el inhalador— ¿Es
necesario que peleen todo el tiempo?

—Tae, deja que te acompañemos a casa—. JaeBum lo toca suavemente del


hombro, pero el rubio se niega al apartarse un poco.

—No, gracias—. Mira con mucho disgusto a JungKook y a HoSeok— ¿Y bien?


—El riquillo simplemente llegó y comenzó una discusión. No iba a cruzarme de
brazos, Tae, entiende—. A HoSeok le duele el rechazo de su exnovio cuando lo
ve dar un paso atrás.

— ¿Escuchas lo que dices? Parece una pelea de niños—. Mira a JungKook— ¿Y


tú? ¿Qué demonios pretendes al buscar problemas?

JungKook aprieta los puños al perderse en la cristalina mirada de TaeHyung,


apreciando a detalle sus finas facciones. Sabe que no tiene justificación, pues
realmente ha estado comportándose esquivo con él.

—No soy un niño al que debas reprender—. Le cuesta mucho trabajo


sostenerle la mirada, principalmente en presencia de sus amigos.

— ¿No lo eres? —Parpadea al verlo fijamente—Eres todo menos un hombre,


Jeon—. Lo empuja del pecho con un dedo, siendo sostenido de las muñecas
con algo de fuerza—Suéltame o te romperé la maldita cara.

—Primero dime qué te da derecho para decir eso tan a la ligera—. JungKook
ya ni siquiera sabe qué lo tiene enfadado. De lo que está seguro es que le
duele ser visto de tal forma bajo los ojos de TaeHyung, más que nada porque
ambos se han comportado absurdamente.

—Déjalo en paz, riquillo—. HoSeok recibe un manotazo de Jeon al querer


quitarle la mano de encima de TaeHyung.

—Esto no te incumbe—. Bisbisea al verlo con hostilidad, al igual que a los


demás.1

—Tienes razón no tengo derecho—. Bufa en sorna mientras se suelta del


agarre—Pero sabes que es verdad que no tienes los pantalones para verme a
los ojos cuando te hablo de mis sentimientos—. Camina de vuelta a su casa,
dejando a todos perplejos por su confesión.
— ¿Qué ha dicho? —El castaño enmudece, temeroso de haber perdido
completamente a quien sigue amando.

—Espera un minuto—. JungKook apenas consigue reaccionar. Lo que menos


esperaba era escucharlo confesarse, pues él no se ha atrevido a reconocerlo
en voz alta— ¡TaeHyung, tenemos que hablar! —Antes de siquiera intentar
alcanzarlo, HoSeok lo sujeta con fuerza del cuello de la playera.

— ¿Qué ha pasado entre ustedes? —Masculla con cólera y frustración.

— ¿Crees que te lo diría? —Quita las manos de HoSeok con rudeza, viéndolo
con desagrado.

—HoSeok, déjalo en paz—. JaeBum lo toca del hombro, apartándolo de Jeon.

—Si quieres una respuesta, habla con calma con TaeHyung—. JungKook corre
de vuelta a casa para buscar al menor.

— ¡Maldita sea! —HoSeok grita al verlo alejarse.

───────── •❁• ─────────

TaeHyung se apoya en la orilla de la tarja, dejando caer pesarosamente la


cabeza hacia abajo, esperando a que el agua que puso a calentar esté lista
para prepararse un té. Todavía le tiemblan las manos y ha respirado profundo,
regularizando poco a poco su respiración para tranquilizarse.

—Soy un tonto—. Suspira al sacar una taza de la gaveta, esperando de nuevo


en el mismo sitio.2

Por un momento se sintió bien haberle reprochado a JungKook acerca de lo


que existe entre ellos, pero también se ha sentido muy avergonzado de no
haberlo hecho como esperaba. Realmente quería que fuera serio, quizá un
poco romántico, no enfrente de sus amigos y en un arrebato.

Ya comienza a hacerse a la idea de que no solo sus amigos le harán preguntas,


sino HoSeok y posteriormente su padre, ya que varias personas que
caminaban cerca presenciaron la acalorada discusión.

Sostiene la taza, ya con el sobrecito de té dentro, para servir el agua caliente.


Observa el vapor danzar delicadamente en el aire, distrayéndolo de su
alrededor.

—Lo siento.

— ¡Cielos! —Ve la taza romperse en pedazos en el piso, derramando la infusión


que se preparó. Se queda en su sitio sin la menor intención de ver a los ojos a
JungKook, por lo que únicamente lo escucha acercarse hasta quedar de pie a
su lado.2

—Tienes razón en estar enfadado conmigo—. Habla con suavidad mientras lo


sostiene de un brazo para hacerlo girar sobre sus talones.

—Que este molesto contigo no significa que te expusiera de ese modo frente a
todos—. Se encoge de hombros al animarse a verlo a los ojos, encontrándose
con su tierna sonrisa.
—Me lo gané por tonto—. Sostiene suavemente a TaeHyung de los hombros—
Provoqué a HoSeok por no querer ser sincero.

—Y ve lo que ocurrió—. Lo mira con tinte preocupado y triste—Ahora todo


mundo dirá que tú eres un malviviente y...

—He escuchado cosas peores—. Tuerce una pequeña sonrisa triste.

— ¿Entonces por qué te empeñas en apartarme? —Humedece su boca al sentir


el tibio tacto de JungKook en su piel en cuanto lo sostuvo del mentón para
que no dejara de verlo. Le agrada la explosiva sensación en cada fibra de su
cuerpo, deseando que las cosas cambien entre ellos. La timidez lo incita a
agachar la mirada, pero el suave llamado de JungKook parece atraer su
atención fácilmente.

Sonríe dulcemente cuando JungKook lo abraza de la cintura con la mano


libre, acercándolo lentamente a su rostro sin dejar de sostenerle del mentón.
Por inercia apoya las manos en los antebrazos ajenos, apretando un poco a
causa de los nervios.

JungKook no ha dicho palabra alguna, avivando la ansiedad y la curiosidad de


TaeHyung. Únicamente sonríe al rozar delicadamente la punta de su nariz con
la ajena, sin intención de alejarse del cuerpo ajeno.

— ¿Me... responderás? —Aprieta un poco más los antebrazos del mayor. Habló
tan suave que juraría que causó un hechizante efecto en el hijo del alcalde,
pues no dudó en acercar sus labios con los suyos.

— ¿Qué respondo primero? —Roza aún más sus bocas.

—No lo sé—. Cierra los ojos.

—Puedo responder esto—. Lo besa dulcemente.6


A TaeHyung le gusta la ternura con la que JungKook desliza sus labios sobre
los suyos. Ladea la cabeza, buscando mejor conexión con la boca del mayor.
Incluso lo acerca más al jalarle un poco de la playera, sonriendo en
complicidad con él.

JungKook mordisquea un poco el labio inferior de TaeHyung, ingresando su


lengua al sentir la boca ajena acceder. Acomoda las manos en la curvatura de
la espalda del menor, acercándolo más a su cuerpo, disfrutando del beso.

—Jeon...

—Iré contigo al festival y a la feria—. Apoya la frente en la de TaeHyung.2

— ¿De verdad? —Acerca sus labios de nuevo con los ajenos con gran dicha.1

—Y te oiré cantar—. Le da un beso superficial en los labios.

— ¿Qué pasará con tu ex y con el hecho de que debías alejarte de mí?

—Tú lo has dicho, no existe nada entre ella y yo—. Sabe que debe hablar con
EunBin, pero entre tanto disfrutara de estar con TaeHyung—Y a nosotros
únicamente debe importarnos lo que queremos.

TaeHyung se aparta mientras sonríe ampliamente. Está muy feliz de saber que
le gusta a JungKook, por lo que ahora se siente más seguro de afrontar su
alrededor. La confianza en si mismo va creciendo, animándolo a intentar algo
serio con el hijo del alcalde.

— ¿Por qué hay una taza rota en el piso? —DaeHyun entra a la cocina,
ignorando que su hijo fue besado por el indeseado inquilino.1

—Fue mi culpa, señor. La dejé caer por lo caliente que estaba—. JungKook
apenas contiene una risa divertida en lo que comienza a limpiar el pequeño
desastre.
—No vayas a cortarte—. De ver a JungKook mira a su hijo, estrechando los ojos
al verlo ruborizado y mordiéndose la uña del pulgar— ¿Y a ti que te ocurre?

— ¿Qué? —Parpadea, sonriendo en complicidad con JungKook—Nada.1

DaeHyun frunce el ceño al reconocer esa mirada tierna. Su difunta esposa se


comportaba del mismo modo dulce y tímido cuando eran novios,
exactamente con una sonrisa escondida bajo sus delicadas manos cuando la
besaba o le declaraba su amor.1

───────── •❁• ─────────


[16] ❁

Han transcurrido algunos de días desde que JungKook se atrevió a mostrar


sus sentimientos, confesándole a TaeHyung que le gusta desde hace semanas.
Motivo por el que se han conocido poco a poco, charlando en voz baja en la
habitación de visitas o en el pórtico de la casa por las noches, disfrutando de
la compañía del otro.2

Si bien, TaeHyung no comparte la idea de JungKook de continuar siendo


cautelosos. Lo que él quiere es expresar abiertamente que es feliz, ignorando
las filosas miradas que algunos lugareños les dedican, siendo HoSeok y el
padre del mismo parte de quienes los juzgan.

Ese día, al final de la jornada, TaeHyung se le acerca a JungKook con una


toalla pequeña para que limpie el sudor de su rostro un poco. También le
ofrece una botella con agua fresca, contento de verlo más relajado que las
últimas semanas. Le agrada muchísimo sonreírle mientras lo observa
ruborizarse por su insistente mirada, ganándose a cambio una sonrisa suya y
una suave caricia en su mejilla.2

JungKook suspira al apreciar las facciones de TaeHyung al mismo tiempo que


le limpia un poco de tierra de las mejillas y la punta de la nariz, ignorando
completamente que provoca estragos en el corazón y en el cuerpo ajeno.

TaeHyung acaba por ruborizarse al sentir las caricias de JungKook distintas a


las que muy pocas veces HoSeok llegó a darle. Acepta haber incluido a
HoSeok en alguna fantasía intima, dándose cuenta de que no le provocaba
deseos profundamente sexuales como esperaba se manifestaran en su cuerpo
e imaginación. Mismos que los enamorados presumen tienen cuando están
con la persona correcta y se entregan sin dudar. Y eso era lo peor. Sabía que
no estaba con la persona adecuada. El miedo lo llego a invadir cuando oía a su
padre conversar con los padres de HoSeok, augurando seriedad en su relación
naciente de una inocente confesión en medio de una misa de año nuevo.

Matrimonio con alguien que no te despierta cualquier sentimiento romántico


y sexual es triste y desdichado. Ni HoSeok ni él merecen una vida así, por eso
comenzó a armarse de valor para encontrar las palabras correctas para
terminar con esa relación fincada en una bella amistad forzada a amor
unilateral.

Que Park's Table se destruyera a causa de la ebriedad de un muchacho


descuidado fue un importante parteaguas, así como un augurio, en torno a su
firme ruptura con HoSeok. Cuando cumplió quince años, uno de los obsequios
que le dio el hijo del agricultor fue una eterna promesa tallada a punta de
navaja. TaeHyung no pudo sentirse más comprometido a corresponderle a
HoSeok un afecto que no iba más allá de un amistoso afecto, al menos de su
parte.

Sin embargo, para su suerte, el fuego sentenció esa promesa. El amor


profesado se carbonizó rápidamente, reduciéndose en lamentables cenizas.
Sólo así TaeHyung sintió que tenía la oportunidad de acabar con una forzada
relación que nada más lastimaría a ambos.

Por su puesto, con la tragedia de la señora Park, el hijo del agricultor también
conoció la curiosidad al ver a un muchacho distinto a quienes conocía. Jeon
JungKook llegó para poner su mundo de cabeza, arrastrándolo a conocer
distintas facetas en el mismo que apenas conocía o comienza a experimentar.

— ¿Tae, me escuchaste? —JungKook mueve la mano frente a los ojos del


menor.
— ¿Qué dijiste? —Parpadea al ver un poco consternado al mayor. Quedó
perdido en la dura mirada que HoSeok le dedicó por unos cuantos segundos,
consiguiendo hacerlo sentir mal.

TaeHyung no puede ignorar que tiene la culpa de la cólera creciendo en el


corazón de HoSeok, pues tuvo varias oportunidades de hablar claramente con
él. Al momento pareció sencillo surcar un nuevo camino, pero al poco de
poner un pie en la tierra se dio cuenta que sería aún más difícil de lo que
pensó.

—Estás algo distraído—. Da un largo trago de agua, saciando la sed.

—Lo siento—. Sigue con la mirada a HoSeok hasta que éste se pierde entre las
demás personas, dejándolo con un peso inmenso en su pecho.

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El azabache ríe bajito en lo que termina de limpiar el sudor de su frente y


termina de beber el agua restante.

—Descuida—. La mirada que le dedica es tan dulce que le calma el corazón—


Te decía que mis padres estarán en una rueda de prensa, y tu padre será
responsable de la seguridad. ¿Acaso no te dijo?

—Sabía lo de la rueda de prensa, lo anunciaron en el noticiero local. Lo que


ignoraba es que esta vez mi padre se encargaría de la protección, ya que
usualmente son los oficiales de la villa quienes se encargan de su zona.

Le gustaría decir que le sorprende que su padre le ocultó tal información,


especialmente porque deberá ausentarse prácticamente todo el día. Conoce
tan bien a su padre que apuesta que le pidió con anticipación a su tía HaeSuk
que se encargue de la casa y obviamente de él. Si no teme errar en sus prontas
suposiciones, su padre ya se ha percatado de que entre JungKook y él existe
una fuerte atracción, motivo suficiente para no querer dejarlos
completamente solos.

—Mi hermano me lo recordó a mitad de la noche, por eso no pude dormir.


Nada más pensaba en que podemos divertirnos sin temer que nos descubra tu
padre—. Lo último lo susurró en complicidad, riendo bajito al unísono con el
menor.

— ¿Cuántos hermanos tienes? —Le quitó la toalla a JungKook para terminar


de limpiarle el sudor del cuello y de los hombros.

—En realidad es uno, y es hermanastro—. Esboza una cariñosa sonrisa—Lo


quiero como si tuviéramos la misma sangre—. JungKook no sabe si sonreír o
preocuparse. Aunque los demás ya se hayan esparcido un poco, teme que
alguien fuera de la construcción se pase de listo y le diga santo y seña al
oficial. Suavemente sujeta las muñecas de TaeHyung y aparta sus manos. Le
sonríe tenuemente, le recuerda que deben ser cuidadosos.

TaeHyung lanza la toalla al suelo y entrelaza su mano con la de JungKook para


jalarlo sin importarle las miradas indiscretas encima de ellos. Quiere alejarse
del peso de la recriminación, de la desaprobación, de la decepción, y algunas
de sorpresa, por eso opta en ir a su lugar favorito dentro del bosque.

Entre risas tontas, miradas fugaces y un armonioso trinar de las aves, se


fecunda esa pequeña dosis de libertad que ambos profesan al estar juntos.
Especialmente ahora que han dejado de lado las absurdas discusiones.

El azabache va dejando atrás el amargo sabor de los rumores infundados,


conociendo a su vez la cálida espalda del menor y siguiéndola ciegamente,
reconociendo que lo único importante es el grito de su corazón al convencerlo
de que eso es correcto.

El rubio lo mira de vez en vez sobre su hombro, mostrándole una traviesa


sonrisa que matiza la adrenalina del momento con excitación y esperanza.

No necesitan hablar a viva voz para saber que están retando una creencia, una
arcaica mentalidad prejuiciosa, una pequeña pero enorme ideología
fundamentada en bueno y malo. Ellos saben que hacen lo correcto para su
propia dicha.

—TaeHyung, debimos darnos un baño primero—. JungKook no para de sonreír


al experimentar serenidad y felicidad.

— ¡Y nos daremos un merecido baño! —Le sonríe con picardía al verlo un


segundo sobre su hombro, invitándolo a no soltarle la mano hasta que lleguen
a su destino.

— ¡Dime qué no quieres hacer lo que estoy pensando! —Gritó un tanto


sorprendido, sin obtener respuesta.

JungKook quiso darle el beneficio de la duda al creer que se limpiarían un


poco en el río que fluye poco antes de llegar a la roca a la que TaeHyung suele
acudir cuando desea estar solo. Más no fue así. Al llegar al filo del barranco, el
menor lo lleva por un oculto desnivel que va directo a la orilla del cristalino
lago.

—Es muy hermoso—. El azabache dice para sí mismo al quedar de pie frente al
cristalino lago, pasando por alto que el rubio está quitándose la ropa. Está
fascinado por las ondas danzando por toda la superficie.

— ¡Me haré viejo cuando decidas entrar al agua!1


—Ya... ya voy—. Lo primero que su corazón graba es la incandescencia que
desprende la figura del menor, nada más con la ropa interior puesta. Aprecia
la suavidad de la suave piel brillando por el agua. Un inhóspito deseo se
desentierra de sus entrañas, fluyendo furioso por cada nervio de su cuerpo
hasta arrancarle un suspiro ahogado. <<Él realmente es una belleza>>.

— ¡¿No vas a nadar conmigo?! —TaeHyung levanta un brazo para invitarlo a


entrar al agua.

JungKook también se deja la ropa interior puesta para entrar al agua. Nada
hasta TaeHyung, abrazándolo debajo del agua y jalándolo consigo para
atrapar sus labios en un profundo beso.

TaeHyung lo abraza del cuello, tratando de aguantar la respiración. La


electrizante sensación de sus pieles unidas le causa fuertes estragos,
experimentando revoloteos en la boca de su estómago viajar a cada punto
nervioso de su cuerpo. Casi olvida de aguantar la respiración al sentir la mano
de JungKook acariciarle la curvatura de la espalda, por lo que se aferra más a
él.

Con ternura, JungKook envuelve la fina cintura de TaeHyung para salir a la


superficie, manteniendo el beso.

TaeHyung da una bocanada de aire al apartar el agua de su cara, enrollando


los brazos de nuevo en el cuello del mayor.

— ¿Estás loco? —Quería parecer molesto, cuando realmente quedó


sorprendido por la osadía del azabache.

JungKook le acaricia la mejilla con la mano libre, sosteniéndolo de la espalda


baja con la otra mano. La calma que experimenta lo tiene más que contento.
Por primera vez está satisfecho, está agradecido y se siente completo. Apoya
la frente en la ajena, manteniendo los ojos cerrados, mientras nada en lentos
círculos con TaeHyung besándole los párpados.1

—Me gustas.2

— ¿Qué dijiste? —TaeHyung se aparta un poco al mismo tiempo que JungKook


lo ve fijamente.

—Que me gustas mucho—. Busca de nuevo los labios ajenos, encajándolos


perfectamente, como si estuviesen hecho el uno para el otro. Suspira en
medio del beso, saboreando la dulzura y el placer de besar a un ser tan
maravilloso como lo es TaeHyung.

Con un suave chasquido sus labios finalizan el beso.

—También me gustas mucho, Jeon—. Acuna el rostro del azabache,


acariciándolo con ternura antes de besarlo.

De pronto JungKook carga a TaeHyung y hábilmente lo deja caer. Comienzan


a jugar, lanzándose agua entre risas. Cada vez que el menor intenta devolverle
alguna jugarreta, el azabache ríe a carcajadas y lo carga de nuevo para besarlo
antes de aventarlo de nuevo al agua.

— ¡Basta, Jeon! Mira mis dedos, ya parecen pasas—. Alza las manos para
mostrarle los pliegues en sus dedos y las palmas.

—Me gustan las pasas—. Ensancha su sonrisa dental al abrazarlo por la cintura
y acercarlo a su pecho.1

TaeHyung iba a protestar, pero quedó prendado por el hermoso cuerpo de


JungKook. Al darse unos minutos para apreciarlo, acaricia cada músculo
trabajado, dibujando formas con la punta del dedo sobre la lechosa piel.
Ahoga un suspiro al atreverse a bajar la mano hasta el abdomen ajeno,
delineando las líneas que definen la pelvis de JungKook.
JungKook coloca ambas manos sobre las caderas de TaeHyung, dejándose
llevar por el suave roce que recorre y memoriza su cuerpo. Cierra los ojos y
apoya de nuevo la frente en la ajena. Respira con dificultad, experimentando
un febril fuego carcomerlo despiadadamente. Suelta un pronunciado suspiro
cuando las manos de TaeHyung recorren delicadamente su trasero y luego el
ruedo del bóxer.

—TaeHyung—. Lo sujeta con fuerza, y con un pequeño jalón lo levanta para


que enrolle sus piernas en su cintura. Acaricia el interior de su mejilla con la
lengua, aguantando las ganas de gemir al posar sus manos en el respingado y
firme trasero.1

—Jeon...

—Eres tan hermoso—. Le susurra contra su boca.

—Tú eres muy atractivo, por eso no me extraña que le gustes a SeungHee y
que Jackson fantasee contigo.1

— ¿Tú has fantaseado conmigo? —Sonríe con picardía al verlo evadir su


mirada.1

— ¿Por qué habría de fantasear contigo? —Se aparta un poco, dejándole ver
un fuerte sonrojo coloreando sus mejillas.1

—Bueno, yo estoy fantaseando contigo justo ahora—. Lo besa, interrumpiendo


una protesta. Vuelve a suspirar al sentir como el menor corresponde con el
mismo placer—No te sueltes—Va saliendo lentamente del lago hasta llegar a
la orilla y acostar a TaeHyung sobre el pasto silvestre. Aprecia cada facción de
TaeHyung, tomándose el tiempo necesario al recorrer su cuerpo con la mirada
y la punta de los dedos.4
TaeHyung estrecha los ojos. La fuerza con la que late su corazón lo
avergüenza, jurando que JungKook lo oye con la misma claridad que él. Alza
los brazos lado a lado de su cabeza, mostrando el pesado aire adentrándose
bajo su pecho. Dobla una pierna, dejando estirada la otra, mientras JungKook
yace a su lado sin dejar de verlo fijamente.

De pronto la cordura baja a JungKook de su ensueño, así que se sienta a un


lado de TaeHyung y desvía la vista al lago.

—Disculpa si te incomodé.

—Tú no me incomodas—. Lo abraza por la espalda, rodeándolo por la cintura,


extendiendo las piernas lado a lado del cuerpo de JungKook—Me gustó que
me acariciaras—. Apoya el mentón en el hombro ajeno y entrelaza sus manos.

—También me gustó sentir tus caricias—. Sonríe con más confianza.

—Jeon, ¿qué hay entre nosotros? —Le besa el hombro y la nuca.

—Pensaba aclarar ese asunto el día del festival, pero si quieres...—gime de


dolor al ser tumbado contra el césped, teniendo enseguida encima de él a
TaeHyung viéndolo con emoción.

— ¿Quieres declararte con algo cursi? —Muestra una cándida y presumida


sonrisa—De acuerdo, entonces esperaré a ver qué prepararás.

—No pensaba ser cursi, aunque ahora lo tendré en cuenta—. Muerde su labio
inferior al acariciar al menor delicadamente de las caderas.

TaeHyung se ruboriza enseguida a causa del seductor toque, alejando su


picara sonrisa al entreabrir la boca al sentir y ver la masculinidad de JungKook
bajo la ropa interior.

—Eso espero, Jeon—. Aclara la garganta.


JungKook lo acaricia con ternura, sin atisbo de hormonas alocadas, buscando
disfrutar del cuerpo de TaeHyung, de reconocer su calor, de recordar la
suavidad de su piel y de conocer su inocencia. Ahora más que nunca debe
aclarar las cosas con EunBin, ya que pretende que la relación que va forjando
con TaeHyung sea duradera. También pretende ganarse la confianza del
oficial Jung DaeHyun, pues a sus ojos quiere hacer las cosas de la forma
correcta, a pesar de que su hijo y él no necesiten nombrar la increíble relación
que han iniciado.

Ganarse el corazón de TaeHyung, tal como espera que él procure lo mismo, lo


ilusiona y anima bastante.

—Ya pensaré en algo inolvidable—. Carcajea al ver el puchero de TaeHyung. Lo


cierto es que no tiene planeado nada. Al menos no algo más allá de un
pequeño obsequio que buscará al siguiente día en la villa con ayuda de su
hermanastro, pues acepta que SeokJin tiene buen gusto para los detalles.

—Entonces debo pensar en algo increíble para ti también—. TaeHyung se


acuesta a su lado, entrelazando sus manos cuando el menor le ofrece la suya.

—TaeHyung, ¿cuál es tu flor favorita? —Al tener el otro brazo bajo el cuerpo
del menor, puede acariciarle suavemente la espalda. De pronto recordó que
habrá un invernadero con gran variedad de flores. Tiene muy presente la
endeble salud del menor, por eso quiere darle algo que pueda conservar por
largo tiempo y no lo afecte. Puede buscar la flor, secarla correctamente y
regalársela para que la guardé en su libro favorito.

—El crisantemo violeta—. Estrecha los ojos, viendo el pasto crecido


balancearse gracias al sutil viento.1
───────── •❁• ─────────

[17] ❁

SeokJin no cuestionó la razón por la que JungKook le pidió que lo


acompañara a la pequeña plaza al aire libre que estaba a los límites de la villa.
Sencillamente accedió, pensando que podría aprovechar la salida para buscar
algunas cosas que necesitaba.

Es así como ambos van curioseando algunos aparadores, dejando insatisfecho


a JungKook entre más recorren tiendas y pequeños puestos sobre las
banquetas. SeokJin ha estado observando a su hermanastro, especulando
ahora una razón en específico por la cual le pidió acompañarlo.

—Hemos recorrido casi todos los locales por casi una hora y todavía no me
dices qué quieres comprar—. Cruza los brazos, buscando el local más cercano
para comer algo.
—No tengo ni la menor idea—. JungKook chasquea con la lengua. Trata de
ignorar las quejas de SeokJin para seguir buscando el obsequio perfecto para
demostrarle a TaeHyung lo importante que es para él su relación.

Incluso se atreve a sonreír para sí mismo al recordar que esa misma


madrugada, TaeHyung se coló a su habitación para acurrucarse entre sus
brazos mientras charlaban hasta quedarse dormidos. Quedó fascinado por su
ternura, por su inocencia pintada bajo sus espesas pestañas y el delicado
rubor invadiendo sus mejillas, cuando se quedó dormido entre sus brazos.

Ni siquiera la inquisitiva mirada de DaeHyun sobre ellos, mientras cenaban en


silencio, los alejó de la felicidad que saboreaban. Al menos por parte de
TaeHyung, ya que se percató de la ansiedad que JungKook sintió cuando su
padre le recordó que al siguiente día entregaría otro reporte al juez. Es por eso
que TaeHyung se atrevió a visitarlo en la madrugada, para aminorar cualquier
pensamiento negativo y comenzar a cultivar la confianza y el apoyo que se
tienen. Se tomó el tiempo de degustar la suavidad de los rosados labios de
JungKook, de acariciar su lechosa piel y de repetirle lo feliz que es.

— ¡Suficiente! —Suspira ya agotado y muy acalorado—Vayamos a ver ese


pequeño puesto, ¿qué te parece? Hay joyería, quizá encuentres algo que te
guste y así podremos ir a comer algo—. Sin esperar respuesta, SeokJin se abre
paso entre la gente hasta un peculiar local repleto de accesorios.

Admitiendo estar agotado y sediento, JungKook lo sigue para acabar rápido y


después ir por una bebida. Mira sin mucho interés la mesa repleta de anillos,
pulseras y demás accesorios, así como dos paredes de rejillas adornadas con
más collares y aretes.
— ¿Te gustan estos? —Ve a SeokJin coger un par de anillos sin adorno alguno,
lisos y un poco gruesos—Son perfectos para Nam y para mí—. Sonríe en
grande al probarse uno de los anillos.

—Si tú lo dices—. Ríe bajito mientras vuelve a ver los accesorios, viendo entre
las coloridas pulseras una pulsera de cuentas blancas con una negra en
medio.

— ¡Mira! Puedes hacer juego con esta—. SeokJin le acerca una del mismo
estilo, pero de cuentas negras y una blanca mediando la circunferencia.1

—Tienes razón, hacen juego—. Sostiene ambas pulseras, aliviado de encontrar


algo que TaeHyung y él puedan usar.2

───────── •❁• ─────────

Admitir que extraña a JungKook es demasiado para TaeHyung, especialmente


cuando esta completamente solo y muy aburrido sentado a la sombra del
mismo árbol de siempre. Ni siquiera el libro que esta leyendo lo distrae de
pensar en JungKook.
El hijo del alcalde fue todo lo que pensó que sería en su vida, un torbellino que
cambió su monotonía. Ese joven apuesto se atrevió a conquistarlo, a gustar de
él y quizá de enamorarlo. Con el mero hecho de pensar en él ya sonríe y come
ansias por abrazarlo como pocas veces ha podido hacerlo, ya que su padre ha
estado constantemente al pendiente de ambos. Y ni hablar de sus amigos, de
quienes ya pretenden esconderse al final de las jornadas para disfrutar de su
recién amorío en las entrañas del bosque.

Conocer a JungKook es un viaje que está dispuesto a vivir con tal de ser feliz,
pues al mismo tiempo va conociendo facetas propias que le han gustado
bastante.

La idea de volver a escabullirse a la cama de Jeon, tal como la noche anterior,


lo emociona mucho, al punto de imaginar si llegará a hacer el amor con él. Le
avergüenza un poco hablar de ese tema con JungKook, especialmente porque
en la noche anterior sus manos no acariciaron de más sus cuerpos, a pesar de
que el deseo podía reflejarse en sus miradas y en los ligeros roces de sus
bocas.

Ni siquiera la dura conversación con su padre, esa misma mañana, lo detienen


para seguir deleitando su memoria. Y es que, a su pesar, DaeHyun tiene una
intuición muy aguda. Fue advertido para que no se acercara más de lo
necesario a Jeon. No habrá viso su primer beso, pero no por nada es uno de
los mejores oficiales del pueblo y de la villa, encontrando necesario recordarle
que no pueden estar juntos. Bajo ningún concepto.

Sin importar la advertencia de su padre, TaeHyung continúa fantaseando con


la hermosa sonrisa de JungKook y su profunda mirada antes de besarlo.
Además, la seguridad que ha comenzado a florecer en su interior lo animan
más a seguir al lado de Jeon, pues ambos se han dicho lo mucho que se
gustan y las intenciones que tienen de seguir juntos.

Las cosas marcharán muy bien a partir de ese punto, por lo que nada podrá
salir mal.

— ¿Podemos hablar? —HoSeok interrumpe sus pensamientos.

—Mientras no se trate de la misma cantaleta de siempre—. Ve al castaño


sentarse a su lado mientras se limpia el sudor con una pañoleta.

Tras un breve silencio, HoSeok suelta un cansado suspiro.

— ¿Irás a nuestra cita? —Lo ve de soslayo e imita su postura, apoyando los


codos sobre las rodillas.

—Ahora que lo mencionas...—se acomoda para verlo cara a cara, decidido a


ser sincero con él por el bien de ambos—Temo que no podré acudir a la cita. Y
a ninguna otra porque...

— ¿Por qué haces esto, Tae? —Estruja la pañoleta. No ha dejado hablar al hijo
del alcalde cuando ya se le ha formado un nudo en la garganta. Los vestigios
físicos de las riñas con Jeon apenas van difuminándose, pero la herida que
siente en su corazón se ha abierto aún más.

TaeHyung frunce el ceño muy desconcertado y aturdido. Su corazón se estruja


de ver a HoSeok reprimir el llanto, pero no puede dar marcha atrás. Permitió
que un cariño inocente se tornara en una relación unilateral años después,
que una simple sonrisa fuera confundida con amor y que la punta de una
navaja inmortalizara una relación que él cuestionaba sobre una longeva pared
de madera.

Recuerda perfectamente ese día, pues le pidió a HoSeok que no tallara sus
iniciales en la pared de los enamorados de Park's Table, ya que era
precisamente un espacio dentro de la cafetería que albergaba promesas de
amor talladas a punta de navajas.

— ¿Hacer qué? —Frunce el ceño sin dejar de verlo.

— ¡Esto! —Señala a ambos con un gesto desesperado— ¿Cómo dejaste al


riquillo entrar a tu vida? ¿Acaso te has enamorado de él en tan poco tiempo?
¡Nosotros llevamos años de noviazgo! ¿Y todavía preguntas qué es lo que
estás haciendo? —Luce abatido y exasperado, rompiéndole en pedazos el
corazón a TaeHyung.

—Será mejor que hablemos cuando estés tranquilo—. Siente un fuerte jalón en
el brazo cuando intentó levantarse del viejo tronco—Suéltame—. Demanda al
mirarlo con desaprobación.

—Dime, ¿por qué él y no yo?

—Deja de lastimarte, tú deja de hacernos esto—. Sin pizca de cariño o


brusquedad, se aparta del agarre para ir del otro lado de la construcción.

— ¡TaeHyung!

— ¡Ya es suficiente, HoSeok!

Cada mirada y cuchicheo se centran en él y en nadie más. Nadie juzga a


HoSeok. Todos condenan a Jeon y a él, excepto su tía; esa risueña mujer de
mirada y brazos cálidos, que le hacen recordar a su madre con más afecto. Y a
quien necesita en esos momentos para que lo haga sentir bien, que le diga
que no es un ser cruel al cortarle de ese modo las alas a HoSeok y a los demás.
Necesita que le diga que él también tiene derecho a ser libre, a extender sus
alas y volar a donde quiera.2

Por eso no espera a que termine la jornada. Corre como si la vida se le fuera en
ello, hasta llegar a la casa de HaeSuk.
El inhalador da su último aliento y él apenas puede sostenerse contra el marco
de la entrada.

Al abrir la puerta y verlo con la cara pálida, HaeSuk lo adentra con cuidado y
corre a hervir un poco de agua junto a unas pequeñas pencas de aloe vera.
Coloca la infusión en un bowl mediano y se lo entrega a TaeHyung para que
inhale poco a poco. Le acaricia el cabello y la espalda, dejándolo
tranquilizarse mientras respira el vapor poco a poco.

— ¿Peleaste con JungKook o con tu padre? —Lo ve negar con la cabeza.

Un par de minutos más tarde, TaeHyung respira con normalidad y deja el bowl
en la mesita de centro. Se acurruca en los brazos de su tía mientras llora y se
queja de la injusticia de juzguen a Jeon y a él.

—Me gusta estar con él, me siento feliz, ¿por qué eso no pueden verlo los
demás?

—Cariño, ¿has pensado que HoSeok también debe estar pasándola mal? —
Sigue acariciándole el cabello—Demuestra erradamente sus sentimientos,
pero eso no cambia el hecho de que esta triste y disgustado.

—Tía, por favor, de todas las personas tú no...

—Escucha bien, Tae—, deja de acariciarse el cabello—él tampoco pidió que las
cosas ocurrieran así. Que te gustará Jeon no fue el error, sino que mucho
antes no fuiste sincero con HoSeok. Tuviste bastante tiempo para hacer las
cosas bien, cariño.

Una punzada de remordimiento calcina el corazón de TaeHyung. Juega con el


ruedo de la falda de su tía, pues tiene la cabeza apoyada en su regazo,
reconociendo que tuvo la solución a sus problemas mucho antes de la
presencia de JungKook en la ecuación.
Si hubiese sido honesto consigo mismo y con HoSeok desde el principio, nada
de eso estaría pasando. Tuvo oportunidades, pudo buscar algún momento,
pudo hablarle con el corazón en la mano y confesarle que su cariño no
sobrepasa la amistad.

—Sé que debí hablar con él desde que me di cuenta que nuestro noviazgo no
me hacía feliz, pero no puedo volver a estar con él únicamente para que este
tranquilo y el pueblo deje de juzgarnos a Jeon y a mí.

—Bueno, ¿y qué harás entonces?

—Pensé que me darías una respuesta—. Se incorpora para verla a los ojos,
delatando lo asustado y confundido que se siente.

—Tae, la respuesta la has tenido frente a ti todo el tiempo—. Lo acerca a su


costado, ofreciéndole su hombro como soporte.

TaeHyung escudriña cada factor que interfiere con su amado egoísmo


amoroso llamado Jeon JungKook. No sólo se trata de HoSeok, sino de su
padre. El pueblo que se vaya al infierno. Incluso el padre de JungKook puede
estar de por medio, pero confrontará todo a su debido tiempo.1

───────── •❁• ─────────


JungKook y SeokJin deambulan por ahí, aprovechando que han terminado de
comprar y que el menor aún tiene el día libre. Terminan sentándose en una
mesa del exterior de un agradable restaurante para pedirle al mesero un par
de bebidas y ensaladas de pollo.

— ¡JungKook, que sorpresa! Pensé que estarías en tu servicio—. EunBin pilla al


azabache con un abrazo por la espalda, inclinándose un poco contra su
espalda.

—EunBin, ¿cómo estás? —SeokJin mal mira un segundo a su hermano,


sonriéndole a la joven cuando cruzan miradas.

—Bien—. Besa la mejilla de JungKook—De verdad me alegra verlos aquí—. Se


sienta con ellos y coge suavemente la mano de JungKook, esfumando un poco
su amplia sonrisa al verlo alejarla sutilmente.

—Pedí permiso para hacer unas cosas, pero ya nos íbamos, ¿verdad? — Antes
de levantarse, el mesero coloca sus pedidos frente a ellos.

—JungKook...—SeokJin masculló mientras lo miró con dureza.

—Claro—. EunBin baja la mirada mientras se cuelga el bolso en el hombro y se


levanta— ¡Oh! JungKook—, juguetea con el asa del bolso— ¿Asistirás al festival
del pueblo? Como seguirás allí imagino que querrás divertirte en la feria que
también colocan por esa noche.

SeokJin le lanza una furibunda mirada a JungKook, exigiéndole en silencio


que aclare todo ese mal tendido de una vez. Incluso le da un puntapié en la
espinilla, haciéndolo quejar bajito. Pero al verlo enrojecer de dolor, toma las
riendas de la conversación unilateral y le muestra una gran sonrisa a EunBin.
— ¿Cómo me disculpo por este mequetrefe? Le pedí que precisamente esa
noche vaya a casa porque nuestra madre quiere que cenemos en familia. Tú
sabes, cosas... familiares—. Se encoge de hombros.

—Entiendo—. Exhala en lo que borra la pizca de esperanza en sus ojos—Espero


verte otro día, JungKook—. Tímidamente le sonríe antes de regresar sus pasos
a la calle.

Al verla dar la vuelta en la contra esquina, SeokJin vuelve a propinarle un


puntapié a JungKook.

— ¡Auch! ¡Deja de golpearme!

— ¡Deja de ser un idiota! ¿No te dije que no le hicieras daño? JungKook, no soy
idiota. Sé que esas pulseras de pareja no son para ustedes. Ahora quiero que
me digas a quien le compraste la que hace juego con la que traes puesta.

— ¿Para qué? De cualquier forma, papá no lo aprobaría—. Se muerde el labio


inferior debido a la timidez por haberse delatado un poco.

SeokJin muestra sus blancuzcos dientes en una divertida sonrisa y cruza los
brazos. Enarca una ceja y repite, marcadamente, el "no lo aprobaría" para sí
mismo.

— ¿Cómo se llama él?

—No lo diré—. Bebe un poco del jugo de naranja.

—Vamos, hemos sido hermanos ¿cuatro años?

—Cinco.

—Como sea. Dímelo ya—. Apoya el mentón sobre los dorsos de sus manos,
viendo con suma diversión a su hermanastro.
JungKook puede ver el legítimo interés de SeokJin a través de sus brillantes
ojos castaños y por la forma en que se inclina hacia él para escucharlo. Con
una mueca de felicidad pura, enuncia perfectamente que Jung TaeHyung es
quien lo hace sonreír sin esfuerzo alguno Omite el hecho de que es el hijo del
oficial, pues no recibiría sólo un puntapié sino un sermón eterno sobre lo
estúpido que es al fijarse en el hijo de su verdugo. Aun así, a lujo de detalle, le
describe lo hermoso que es ese muchacho de cabello rubio y mirada
achocolatada, de cuerpo de ensueño y de aroma a hierbabuena, de
sentimientos nobles y de carácter testarudo.2

—Te dio duro el amor—. Come un poco de ensalada, sin dejar de ver a
JungKook.2

—Él me hace feliz, me hace sentir bien. Me gusta que me discuta, que no se
deje, que reconozca sus errores. Pero, lo que más me encanta es quien soy
cuando estoy con él—. Deja caer su peso en el respaldo de la silla al mismo
tiempo que esboza una enamorada sonrisa.1

—Hermanito, eso se llama estar enamorado.6


[18] ❁

TaeHyung llega poco más de las nueve de la noche a casa, encontrándola sola
y obscura, apenas iluminada por el viejo farol público. Deseaba encontrar a
JungKook esperándolo en el pórtico, con los brazos abiertos, para lanzarse en
su cálida protección. Y es que las palabras de su tía continúan atormentando
su conciencia, llegando siempre al común denominador Jung HoSeok, ese
muchacho que no hizo más que quererlo sinceramente.

Claro que HaeSuk nunca le impuso que volviera con él y que se alejara de
JungKook, sencillamente le plantó la idea de que se pusiera en sus zapatos y
lo comprendiera. Al menos lo suficiente para entender cuánto le duele el
corazón, pero tampoco para permitirle herirlo. Simplemente admitir y sanar
poco a poco.

Derrotado, se queda en las escaleras desteñidas y maltratadas por el tiempo y


el clima, esperando pacientemente que, el primero en llegar, sea JungKook y
no su padre. Apoya las mejillas en sus palmas al mirar la misma línea de
hormigas que se niega a abandonar la entrada principal.1

Como pocas noches, el fresco viento veraniego acaricia su rostro y alborota un


poco su cabello. Y la espléndida idea de volver al lago y nadar con JungKook lo
envuelve afablemente. Sonríe para sí mismo, no oyendo el suave crujir de las
piedras bajo la suela de unas zapatillas deportivas.
—Te ves muy lindo.1

Abre de golpe los ojos, encontrando a unos metros la figura que tanto
necesitaba se apareciera en ese instante. Sus pies cobran vida propia. De un
segundo a otro sus brazos ya rodean el cuello del azabache y sus dedos se
aferran a los cabellos colindantes a la nuca. Hunde la cara en la curvatura del
cuello ajeno y balbucea la falta que le hizo ese día.

—Dijiste que visitarías a tu hermano y volverías pronto ¿Ya viste la hora que
es?

JungKook sonríe por el tierno arrebato infantil de TaeHyung. Sus manos se


han posado delicadamente en la espalda baja del menor, acariciando
suavemente sin otra intención más que disfrutar del cuerpo ajeno contra el
suyo. Cierra los ojos y aspira el fresco aroma del cabello rubio.

—Con que estás molesto—. Afirma. Lo aparta un poco y le quita el rebelde


flequillo de la frente para besársela.

TaeHyung se ruboriza. A decir verdad, le avergüenza haberse mostrado tan


ansioso por verlo, así que le propina un golpecito en el brazo y niega con la
cabeza.

—Claro que no estoy molesto.

— ¿No? —Muestra una satisfactoria sonrisa dental. Lleva las manos a los
bolsillos de su pantalón, tocando los brazaletes que vio esa tarde en la zona
comercial de la villa. Amplia más la sonrisa al ver que TaeHyung se muestra
curioso, habiendo notado esa pequeña acción.

— ¿Qué escondes? —Coge del brazo al azabache, intentando que le enseñe


que tiene en el bolsillo.

—Dame un beso y lo sabrás.


TaeHyung cruza los brazos y niega con un tierno ruido que hace reír a
JungKook. Aun así, se deja hacer. El mayor sostiene dulcemente su brazo,
deslizando los dedos hasta su mano para colocarle un brazalete de cuentas
blancas y una negra mediándola. El rubor que dominaba sus mejillas se
intensifica, casi violentamente al invadir sus orejas y la punta de su nariz.
Observa fascinado la pequeña prenda, admirándola como si fuese costosa.

—Jeon, ¿qué quieres decirme con esto?

JungKook se coloca la de cuentas negras, con una blanca mediándola.


Entrelaza ambas manos adornadas por los brazaletes, sonriéndole con cariño
a ese lindo rubio que lo mira con un maravilloso brillo en su mirada.

— ¿Las conoces? —Enarca una ceja, un tanto apenado por no saberlo hasta
esa tarde cuando la vendedora le contó el significado de las mismas.

—Sí—. Relame su boca al agachar la vista a las manos entrelazadas—No te


alejarás, ¿cierto? —Frunce el ceño un poco asustado.

El azabache lo atrae suavemente y acaricia su espalda, sin soltar su mano.

—Ya no.

— ¿Eso quiere decir que ya no te irás de aquí?

—Siempre estaré a tu lado. También quiero que lleves un pedazo de mí


contigo a donde sea que vayas, así como yo llevaré un trozo de ti conmigo—.
Al afianzar el abrazo, le levanta el mentón con un dedo y le besa con un dejo
de necesidad de sellar a fuego sus palabras.

El beso se intensifica, TaeHyung ladea la cabeza y abre la boca a la vez que


enrolla sus brazos en el cuello de JungKook. Sus lenguas juegan una guerra
que el menor permite el mayor domine, disfrutando del placer y la dicha de
estar con él.1
—Te quiero, Jeon—. Murmura a milímetros de la boca ajena, suspirando por
tener sus labios contra los suyos de nuevo.

—Te quiero, Tae—. Amolda la mano en la nuca del menor, acercándolo lo


suficiente a sus labios para disfrutar de su suavidad y dulzura.

Con risas y miradas cargadas de cariño, entrelazan sus manos para entrar a la
casa y acomodarse en uno de los sillones.

TaeHyung se acurruca en el pecho de JungKook dejándose envolver mientras


observa nuevamente sus muñecas. Si bien esos brazaletes significan llevar un
pedazo de otra persona consigo, no evita pensar que en cuanto el verano
acabe éste se irá con la persona que día a día lo enamora. Alza la mirada,
deleitando sus pupilas por el atractivo perfil del azabache.

— ¿Quieres ver una película antes de que llegue tu padre? —JungKook cambia
de canal a la televisión, sosteniendo de la cintura a TaeHyung con la mano
libre.

—No—. Enrolla sus brazos en la cintura del mayor y apoya de nuevo su mejilla
en el amplio pecho, escuchando el pacífico latir del corazón. Y de pronto, la
duda de qué canción cantar para el cierre del festival lo agobia de nuevo.

Faltan dos días y ni una vez ha ensayado, confiando en que cada domingo le
basta para mantener su tono y su voz saludables. Tampoco tiene decidido que
canción cantar, lo cual le preocupa. Siempre tiene lista una pista y se la
entrega al ingeniero de audio un día antes para que nada salga mal. Pero esta
vez no esta tan seguro. Se muerde la uña del pulgar, ensimismado en sus
pensamientos que ignora el llamado de JungKook.

— ¿En qué tanto piensas?


TaeHyung levanta la mirada mientras se sienta de rodillas en el sillón,
colocando los puños sobre los muslos, viendo en todo momento a JungKook.

—Faltan dos días para el festival y no tengo una canción lista.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Pude ayudarte un poco—. Apoya los codos
en sus muslos, sin quitarle la vista al precioso rubor en las mejillas del menor.

—Con los problemas que hemos tenido, sobre todo con HoSeok, apenas he
pensado en eso—. Suspira al sentir un poco de timidez al no querer decirle que
también quiere encontrar una significativa canción—Y bueno, tampoco me
siento seguro de cantar como suelo hacerlo cada año—. Baja el tono de voz al
recordar que en ocasiones le falta un poco el aire, dependiendo de nuevo del
inhalador.1

—Cantas hermoso en el coro de la iglesia—. Le sonríe cariñosamente,


gustando de verlo ruborizarse.

—Mi voz se mezcla con la de los demás—. Hace un puchero, sabiendo que
enternece al azabache.

—Yo sólo te oigo a ti—. Lentamente salva el espacio entre ellos y posa los
labios en los ajenos.1

TaeHyung cierra los ojos, sintiendo una agradable sensación calcinante que
viaja de sus entrañas a cada extremidad de su cuerpo. Suspira perdidamente
encantado, jurando estar enamorándose, teniendo en cuenta que faltan ocho
semanas para que Park's Table se inaugure de nuevo, que faltan sesenta y un
días para que JungKook cumpla con la promesa de siempre estar a su lado. Ni
siquiera presta atención al reloj en ese momento, anunciando que su padre
está por volver en cualquier momento, manteniéndolo en un confort
inigualable. Así que, disfrutando del beso, se anima a entrelazar las manos en
la nuca de JungKook para acercarlo a un beso más apasionado, resolviendo
en un dulce roce de sus bocas que cancion cantar para ese año.

Sus bocas siguen rozándose dulcemente a la vez que la patrulla va


estacionándose casi silenciosa bajo el manto nocturno. JungKook envuelve
con añoranza la cintura de TaeHyung, acercándolo lo más posible a su cuerpo,
ignorando los firmes pasos subir el pórtico y el cerrojo cediendo ante la
llave.10

[19] ❁

───────── •❁• ─────────

[19] ❁
En todas las discusiones que ha sostenido con su padre, TaeHyung se ha
arrepentido al segundo de terminarlas. El mal sabor de boca por levantarle la
voz causa que se le estruja el corazón, sintiéndose culpable al reaccionar del
mismo modo que su padre o a veces llevar más lejos las cosas. Tanto su padre
y él tienen algo en común que no les permite ceder un poco ante él otro, la
terquedad y un infernal orgullo padre-hijo que esa misma noche vuelve a
afectar su relación familiar.

DaeHyun lo separa con cierta brusquedad del abrazo de JungKook,


interponiéndose físicamente entre ambos al ver al azabache levantarse del
sillón.1

— ¡¿Se puede saber qué estás haciendo?!1

— ¡Papá!

—Ofi... señor, Jung...

—Sólo una cosa, JungKook, únicamente te pedí una cosa y no pudiste hacerlo.

— ¡Esto no te importa, papá! —Forcejea para librarse del agarre, provocando


que su papá lo sostenga con más firmeza del brazo.

— ¡Tú cállate! ¡¿Acaso no te dije que no te acercaras a Jeon?! —Sujeta a su hijo


de los hombros, sacudiéndolo un poco— ¡¿Por esta estupidez terminaste tu
relación con HoSeok?!1

—Eso no fue así, deje que le expliquemos—. JungKook se molesta por la forma
en que el oficial sujeta a TaeHyung.

— ¡JungKook no tiene nada que ver con eso! —TaeHyung sigue forcejeando,
odiando el nudo en su garganta al querer llorar de coraje— ¡Incluso mamá te
lo dijo hace seis años, que yo era muy pequeño para que comenzaras a
forjarme en una absurda relación!

— ¡Eso no es verdad, yo...!

— ¡Mamá si me entendía, tú sólo quieres que haga lo que está bien para este
maldito pueblo!

— ¡Señor Jung! —JungKook agranda los ojos al ver como aquella mano
paternal se estampó contra la suave mejilla del menor.3

Un sepulcral silencio atiborra espesamente la sala, junto a la rojiza marca


coloreando la piel de TaeHyung. Éste sigue con la cabeza ladeada, procesando
esa pequeña acción que nunca creyó experimentar en su corta vida. Observa
de soslayo a su padre, quien inmediatamente se arrepintió de tal hecho,
intentando no entorpecer las palabras para disculparse.

—Hijo, lo siento, yo no...

—No te atrevas a acercarte—. Casi ido, TaeHyung levanta una mano y da


cortos pasos para alejarse de él. Incluso le levanta el índice a JungKook al
verlo acercarse—Quiero estar solo—. Suspira para no llorar frente a ellos,
saliendo tan rápido como puede de la casa y rodearla para correr al lago.1

DaeHyun lamenta haber agraviado de ese modo a su hijo. Esconde su


vergüenza entre sus manos, pasando por alto que JungKook ya ha salido
detrás del menor. Suelta sornas risas lacrimosas mientras se deja caer en el
sillón. Con sus manos sobre sus muslos y la cabeza levantada hacia el techo,
se deja envolver por los dulces recuerdos de su difunta esposa. Cuando ella
estaba a su lado, cuidar de TaeHyung era más sencillo. Ella hacía parecer todo
más simple, muy acogedor, cálido. Y es que su sonrisa iluminaba el día más
nublado y refrescaba sus corazones en el verano. Era la ternura encarnada, al
igual que TaeHyung.
—Perdóname, hijo.

El sudor empapa el rostro y la playera de JungKook mientras va corriendo en


dirección al bosque, yendo tan rápido como le es posible con la intención de
tranquilizar a TaeHyung. Si bien, se detiene en seco al ver al hijo del oficial
tumbado en la húmeda hojarasca, con las manos a los costados de su cabeza,
luchando por respirar.

— ¡TaeHyung! —Casi cae de bruces al acercársele y buscar entre las hojas el


inhalador— ¡¿Dónde está tu inhalador?! —Enmudece al oírlo emitir un sonido
seco y forzado, por lo que saca el móvil para llamar al número de
emergencia—Tranquilo, ya viene la ayuda.

TaeHyung tiene entrecerrados los ojos, apenas consigue escuchar entre el


vaho de su inconciencia la lejana voz de JungKook. Se olvidó de recargar su
inhalador y de comprar más medicina. Y corrió, tanto que sus piernas dolieron
y sus pulmones no resistieron, desesperado por alejarse de todo.

—Puedo preguntar cuál es tu flor favorita.1

—El crisantemo violeta.

───────── •❁• ─────────


DaeHyun apoya los codos sobre los muslos, esperando pacientemente a que
den el alta a TaeHyung. A su lado, JungKook está apoyado contra la pared.

Ambos están preocupados, sobre todo DaeHyun. Cuando llegó a la clínica y


pudo hablar con el médico, éste le dio una dura noticia: que TaeHyung es
propenso a desarrollar un mal cardiaco si continúa ignorando las indicaciones
médicas.

JungKook restriega sus ojos en el antebrazo, odiando aquella injusticia, pues


estaba al lado de DaeHyun cuando él médico le informaba sobre la condición
de TaeHyung. Por unos segundos presta atención a la angustia reflejada en el
rostro del oficial, queriendo entender su dolor paternal al enfrentarse a tan
dura realidad amenazando a TaeHyung.

Es lo único que ambos comparten, el inmenso cariño y amor por ese chico de
cabello rubio que va acercándoseles en una silla de ruedas empujada por una
enfermera que no deja de tratar de conversar con él.

DaeHyun se limpia los ojos con cierta tosquedad y esboza su mejor sonrisa al
acuclillarse frente a su hijo.

— ¿Listo para ir a casa?

—Déjame en paz—. La voz de TaeHyung es opaca, cansada. Al levantar la vista


del apenado semblante de su padre, ve a JungKook con la misma expresión
de angustia. Aparta la vista y muerde ligeramente su labio inferior.

—Debes ser más cuidadoso, TaeHyung, ¿cómo no previniste llevar una carga
extra?
—Yo no me fui como mamá, así que déjame en paz—. No levanta la voz, pero la
sequedad con la que habla y mira, parte el corazón de su padre.

—No hables así, TaeHyung—. JungKook lo mira extrañado. Entiende que esté
molesto por la discusión y la bofetada, pero la forma en que se dirige al oficial
Jung es demasiado tajante y hostil.

—Quiero ir a casa—. Ladea la cabeza, necesita salir de ahí.

DaeHyun asiente ante el claro rechazo de TaeHyung, sonriéndole


forzadamente a la enfermera al tomar el mando de la silla de ruedas para
acercarlo a la salida.1

───────── •❁• ─────────

Al entrar a la casa, TaeHyung se quita las pantuflas y sube descalzo las


escaleras hasta su habitación, intentando dejar en cada escalón el dolor físico
y emocional de haber estado en la sala de urgencias toda la noche. Abraza un
viejo peluche de oso al sentarse al lado de la cama, ocultando la frustración en
un sepulcral silencio. El pecho y la garganta le duelen demasiado,
consiguiendo que solloce.
Entre tanto, DaeHyun sube primero para ver cómo se encuentra su hijo,
dejando a JungKook expectante en la sala.

—Hijo, ¿tienes apetito? —Asoma un poco la cabeza al ver la puerta abierta,


quedándose en el umbral.

—No quiero hablar contigo—. Bisbisea con suma tristeza.

—Hijo...

— ¡Quiero estar solo! —Alza la cabeza para lanzarle una abatida mirada.

— ¡No me levantes la voz, jovencito!

— ¡¿O qué?! —Se levanta del piso, sin soltar el peluche— ¿Volverás a
abofetearme?1

—Volveré cuando estés más tranquilo—. DaeHyun cierra la puerta a dejar a su


hijo solo. Suelta un profundo suspiro amargo, queriendo entrar de nuevo y
ofrecerle disculpas. Pero sabe que será en vano, los oídos de TaeHyung están
sordos por el enfado por lo que desechará sus palabras al instante. Así que
mejor llama a HaeSuk para ponerla al tanto (mejor dicho, para calmarla), pues
el pueblo entero debe saber que su hijo colapsó y estuvo en emergencias toda
la noche hasta esa mañana.

Al ver a DaeHyun con el teléfono, JungKook sube rápidamente las escaleras y


se queda frente a la puerta al escuchar los sollozos de TaeHyung acariciar la
vieja madera. Abre cuidadosamente, asomándose poco a poco hasta que
cruza miradas con TaeHyung.

—Hola, bonito—. Cierra la puerta tras de sí, dejando que el miedo carcoma
cada fibra de su ser. Ver a TaeHyung ruborizado por el llanto, fatigado por la
mala madrugada, y con el dolor aun reflejado en su mejilla izquierda, le
rompen el corazón.2
TaeHyung se acomoda de lado en la cama, jugando con las patitas del
peluche. Cierra los ojos al sentir el peso de JungKook a su lado en la cama,
rindiéndose con el suave tacto cubriendo su cuerpo. Los brazos del azabache
lo envuelven con ternura y un dejo de miedo. Los siente temblar y no evita
relacionarlo con su inesperada visita a urgencias, así que deja el peluche para
entrelazar sus manos con las ajenas.

— ¿Por qué te fuiste de ese modo? ¿Sabías que ya no tenías medicina?


¿Pensaste siquiera en lo que pasaría? ¿Cuántas veces te he dicho que lleves
contigo la medicina? —El menor no responde, frustrándolo más—TaeHyung,
respóndeme, ¿en qué...?

—Basta, Jeon, por favor—. TaeHyung gira y enseguida lo abraza de la cintura,


apoyando la frente en su pecho y entrelazando sus piernas.1

JungKook aprieta los ojos con fuerza, empuña sus manos sobre la espalda del
menor. La fragilidad que imprime con sus ligeros temblores y sollozos lo
desarma. Prefiriendo hacer a un lado su terror y su angustia, abre las manos y
las posa suavemente en la espalda que no tarda en brindarle calor.

—Te quiero, Tae—. Le besa la frente y apoya la mejilla en su coronilla,


estrechándolo suavemente contra su cuerpo. Inhala profundo, envolviendo
sus fosas nasales de tan fresco aroma a hierbabuena y al inquietante aroma a
medicamentos.

Debería dejarlo descansar, darse una ducha, y comer un poco. Pero prefiere
tenerlo entre sus brazos, pidiendo con todas sus fuerzas que su salud mejore y
su corazón no se enferme.

—También te quiero.2
───────── •❁• ─────────

[20] ❁

JungKook siente el brazo adormecido, pero vale la pena con tal de seguir
contemplando la dulce expresión de TaeHyung en su pacífico sueño. Acaricia
su rostro con la punta de los dedos, admirando cada centímetro de su piel y
cada leve arruga que delata la historia de sus risas y sus llantos. Sonríe al verlo
acomodarse y sostener entre sus brazos el oso de peluche desgastado.2

Un par de horas antes temió que DaeHyun subiera de nuevo a la habitación de


TaeHyung y los descubriera juntos e iniciara otra batalla campal. Aunque sólo
estuvieran recostados y hablando, sin otra intención más que besos tímidos
bajo la tenue luz de la lámpara de noche, sabían que podría ocurrir más daños
emocionales. Pero no fue así. En cuanto escucharon que terminó la llamada
telefónica, el tintineo de las llaves y el rugir del motor de la camioneta vieja,
les indicó que gozaban de una breve libertad.

Los haya dejado a solas a propósito o no, ellos suspiraron tranquilos al


sentirse seguros por otro rato.

Con vigilia JungKook desliza una profunda mirada por cada rincón de la
habitación de TaeHyung. Pocas veces ha entrado, siendo muchas de ellas para
avisarle que su padre lo espera en la camioneta. Es un espacio mediano, de
colores neutrales y con pocas pertenencias en las pocas repisas en las
paredes. Encuentra sutileza y sencillez que le provoca tranquilidad, como si
ese pequeño espacio personal invitase a calmar la mente, el corazón y el
cuerpo.1

Un pequeño escritorio se interpone bajo la ventana, sosteniendo un par de


libros de texto y una lámpara con portalápices montado. Frente a la cama, un
modesto armario deja ver la ropa desordenada en su interior y un espejo de
cuerpo entero colgado en el interior de una de las puertas. Al pie de la cama
hay una mochila, en la pared al lado de la cama hay dos repisas medianas, una
sobre la otra, con varios libros que apenas distingue los títulos por la escasa
luz del amanecer. Incluso las mantas que visten la cama son sutiles, de un
color gris lívido y negro deslavado. Nada comparado con el colorido pijama
azul celeste que usualmente viste TaeHyung.

JungKook sigue envolviéndose en la preciosa sencillez de TaeHyung. Con la


punta del dedo toca sus espesas pestañas, creando un mapa de su nariz hasta
sus labios, tocando sin premura el corazón de cupido de su rosada boca y
delineándola a modo de calcarla en sus yemas.4

TaeHyung le parece una persona sincera, sensible e increíble. Que sea terco,
testarudo y a veces difícil es parte del encanto que le ha gustado mucho, por
lo que concebirlo como algo intangible es certero. Ese joven tiene un corazón
silvestre tan puro que logró acogerlo en una inesperada calidez de la cual no
quiere alejarse, anhelando poder darle el mismo espacio y la misma calidez en
su inexperto corazón en el romance.

El hijo del alcalde reconoce que ha ido por un camino que inició con el pie
izquierdo, rompiéndole el corazón a EunBin injustamente, arriesgando incluso
su propia vida al aceptar el absurdo reto de YoonGi al estar pasado de copas.
También ha provocado un caos en el pueblo donde causó destrozos
materiales y paulatinamente sentimentales, comenzando con una evidente
rivalidad con HoSeok y por ende colocando en tela de juicio la reputación de
TaeHyung.1

Sin embargo, ahora que puede apreciarlo a plenitud, es que se percata de que
la vida le está dando una segunda oportunidad que no está muy seguro si
merece o no. TaeHyung es un hermoso ser humano en toda la extensión de la
palabra, uno que no se merece un sujeto que ni siquiera ha zanjado un
mínimo problema que a la larga le estallará en la cara: EunBin, una dulce
persona que tampoco merece tratos nefastos y menos ausencias
sentimentales.1

—Deja de verme así, me asustas—. TaeHyung se acurruca a su lado,


liberándole el adormecido brazo. Apoya la frente en el pecho del mayor y
enrolla sus piernas con las propias.

—Dormiste bien toda la noche—. Le aparta el flequillo de la frente,


provocando que alce la mirada y lo vea todavía adormecido.

TaeHyung atrapa su labio inferior entre sus dientes, junta sus manos sobre el
pecho del menor y dibuja cualquier forma sobre la tela. Ya no quiere hablar ni
de la noche ni del día anterior. Únicamente el presente está en la punta de su
lengua y lo deja en claro al recordarle a JungKook que al siguiente día quiere
ver las flores con él.

Es claro que la salud de TaeHyung sigue delicada y tarde en mejorar, por lo


que JungKook esta consciente de que ese año las cosas serán diferentes. Los
planes para TaeHyung cambiarán drásticamente, pues es muy probable que
no pueda acudir al invernadero ni subir a varios juegos mecánicos y tampoco
cantar al cierre del festival.

—Tengo curiosidad por saber qué canción ibas a cantar la noche del festival—.
Le besa la frente al ver su rostro ensombrecer.

TaeHyung inhala y exhala profundo, sabiendo que debía deshacerse de esa


preocupación. Por supuesto, las ansias por subir al escenario y tener entre sus
dedos el micrófono mientras canta una significativa canción, provocan que se
pierda un poco de magia. Deseaba mostrarle a JungKook de otra forma lo
mucho que cambió su vida en su llegada, destrozando a su paso una realidad
impuesta para darle otro significado y encontrar otro camino que su alma
agradece profundamente.

— "I swear i'll never leave again" de Keshi.

Al bajar la mirada su mentón es atrapado suavemente por callosa mano de


JungKook, desplazándose por su mejilla hasta conectar sus miradas. Sus ojos
titilan con una ilusión quebrada, misma que es recompuesta por el dócil beso
que el azabache le regala.

JungKook ladea un poco la cabeza, necesitando poder acariciar con más


dulzura los suaves labios de TaeHyung. La mano que reposaba tranquila sobre
la mejilla ajena, la va bajando lentamente hasta la cintura del menor. Casi
entierra la punta de sus dedos en la curvilínea zona, acercando ese hermoso
cuerpo contra el suyo. Suspira sonoramente al sentir la tibieza de TaeHyung
contra sí, jugando el mismo juego del romance sin temor a perder.2

Estrecha los ojos, deseando memorizar el tierno gesto del menor al recibir sus
besos y entregarle los suyos. Y le parece lo más angelical del mundo.
JungKook se recuesta suavemente sobre TaeHyung, levantándole un poco el
brazo por arriba de la cabeza mientras entrelaza sus manos adornadas por los
brazaletes. Con la mano libre soporta su peso, dejando al menor abrazarlo del
cuello con el brazo libre. El menor suspira ahogadamente al abrir sus largas
piernas, dejando el cuerpo de JungKook mediarlas, provocando un ligero roce
en sus ingles.

—Jeon...—entreabre los ojos fulgurantes por el deseo y la timidez mezclados.

—Te quiero mucho—. JungKook, aun con los ojos estrechos, desliza los labios
por las mejillas de TaeHyung, bajando despacio a su cuello.

—Cielos...—le fascina esa calcinante sensación naciente de los labios de


JungKook hacia su propio cuerpo. Libera la mano del azabache, sintiéndola
inmediatamente bajar a sus caderas.2

—Te quiero mucho, lo sabes, ¿cierto? —Cierra los ojos e inhala profundamente
el fresco aroma a hierbabuena, sintiendo el cuerpo del menor temblar bajo su
toque.2

—Claro que lo sé.

—Tae...—gruñe al bajar su cuerpo y friccionar sus entrepiernas. La fantasía de


estar entre los brazos del joven rubio lo enloquecen de pasión, incitándolo a
contonear sus caderas con tal de escuchar los graves gemidos que deleitan
sus oídos y de sentir las caricias esparciré cual trazos por su cuerpo.
— ¡Cielos! Jeon—Lo abraza del cuello con ambas manos y alza las caderas
para friccionar de nuevo sus cuerpos, doblando finalmente las piernas
alrededor de las caderas ajenas para atraer más contra si el cuerpo ajeno.

—No te irás de mi lado y nunca dejarás de quererme, ¿cierto? —No abre los
ojos, sigue con su tentadora labor de depositar besos en todo el cuello del
menor, pasando por sus hombros y deteniéndose en sus clavículas al bajar la
prenda con la punta del dedo.

El rubio jadea por el insistente roce de sus cuerpos, intentando meditar sus
palabras, concluyendo que jamás se irá del lado de quien le provoca
magníficas sensaciones y alimenta su alma con una profunda mirada.

—Yo no...—apenas puede pensar con claridad. Las manos ajenas se han
colado bajo su ropa, tocando casi con desespero cada rincón de su torso hasta
caer en sus pezones y tomarlos suavemente. Abre la boca por la extraña
sensación, pues es la primera vez que es tocado de esa forma, pues ni él
mismo se ha tocado para apaciguar la curiosidad.

Pero aun en medio de tal gozo, TaeHyung comienza a respirar más pesado. Y
JungKook lo nota, por lo que se aparta de ipso facto para verlo luchar por
respirar.

—TaeHyung, ¿estás...? —Lo ve hacerse ovillo tras darle la espalda.

—Lo... sien-to—. Oculta el rostro bajo sus temblorosas manos, queriendo


respirar con normalidad. Nunca se había sentido tan frágil. Y lo detesta con el
alma. Eso es precisamente lo que quería evitarle a JungKook, así como que
notase que, con el más mínimo esfuerzo, tras sus crisis, lo alberga el
sofocamiento. Mordiéndose, con fuerza, el labio inferior, deja escapar algunos
sollozos que son acunados por el mayor.
—Tranquilo, ven—. Pega el pecho con la espalda de TaeHyung, volviendo a
entrelazar sus manos al acunarlo entre sus brazos. Le besa la coronilla
cabecita, calmado de sentirlo respirar con menos esfuerzo, permitiéndole al
menor dejar de temblar.

La suave luz del sol cobra fuerza en el interior de la habitación, dignándose a


encubrir sus candentes sentimientos embotellados en la espera, la cual es
regida por la delicada salud del menor.

—Jeon—. Susurra. Sus ojos aun acunan algunas lágrimas, al igual que sus
mejillas.

—Dime.

— ¿Qué sitio escogerías como tu favorito en este mundo? El mío es ese


barranco por su vista, por el lago a sus pies, por su imponencia—. Juega con la
mano de JungKook, entrelazándola con la propia una y otra vez.

— ¿Puedo preguntar por qué?

—Porque es lo más parecido a un paraíso terrenal aquí en la Tierra.2


[21] ❁

—Me alegra que estés bien—. HoSeok habla tras ver a JaeBum y a los demás
salir de la casa. Mira un segundo hacia la cocina, sabiendo que ahí está
JungKook esperando a que también él se vaya para salir del aislamiento.

—Gracias. Aunque no tenían por qué venir todos—. Baja la mirada y sostiene
entre sus brazos sus piernas levantadas sobre el sillón. Está descalzo y vestido
con el mismo pijama con el que salió de la clínica.1

—Tu padre se quedó toda la noche en la comisaría, ¿lo sabías? —Al entrelazar
las manos, apoya los codos sobre sus muslos. Se inclina un poco en dirección
a TaeHyung, deseando que éste le devuelva la mirada.

—Lo sé—. Claro que lo sabe. JungKook fue quien atendió el teléfono hace ya
un rato y recibió la noticia de HaeSuk para tranquilizarlos.

Suspira profundo. No sólo siente sus pulmones débiles, su corazón está


fracturado por la fresca discusión con su padre, por su intervención en
urgencias y por la falta de cooperación de su cuerpo para estar en brazos de
Jeon. Contrae el rostro en vergüenza, en profunda timidez, pero sobre todo en
un desasosiego de no haber podido estar con Jeon.2

El deseo, la ilusión, las ganas de poder tocar su cuerpo y que él lo tomara con
la misma dulzura con la que lo ha imaginado cientos de veces, fueron vilmente
arrebatados por su delicada salud. Y lo aborrece, detesta no poder ser alguien
pleno para Jeon.

Al menos eso es lo que TaeHyung cree, pues JungKook no sólo desea tenerlo
entre sus brazos en entrega total, sino tenerlo a su lado, con las manos
entrelazadas, mientras caminan en la misma dirección sin mirar atrás.
Al mismo tiempo, apoyado en la pared al lado de la puerta, JungKook escucha
atento el profundo silencio que se ha impuesto en la sala de estar. Cierra los
ojos y cala un poco de paciencia para no salir y pedirle a HoSeok que se vaya y
así poder seguir disfrutando de TaeHyung. No obstante, muy en el fondo sabe
que es mejor que aprovechen ese pacifico intervalo para limar asperezas.

HoSeok aclara la garganta y se levanta sigilosamente, camina hasta la ventana


y engulle sus manos en los bolsillos de su pantalón. Observa las copas de los
árboles mecerse suavemente, al son del dócil viento.

TaeHyung baja los pies del sillón y apoya las manos lado a lado de sus piernas,
fijando su atención en la espalda del mayor. Muerde su labio suavemente,
sabiendo que sus pensamientos y palabras abrían dos únicas opciones entre
ellos: alejarse o intentar ser amigos, creyendo imposible la segunda opción
por parte de HoSeok. Y no lo culparía. A pesar de todo, se arma de valor y se
dirige con toda la suavidad posible al hijo del agricultor.

—Hobi, debemos...

— ¿Hablar? —No da la vuelta, sigue admirando el hermoso alrededor de la


casa. Suspira cansado, sabiendo muy bien lo que TaeHyung intentara decirle.
No necesita ser adivino para saber que él y Jeon tienen algo. No por nada son
la comidilla del pueblo.

Suelta una sorna risita cargada de pesar al apretar un poco el puente de su


nariz. Le duele que medio mundo este mal hablando de quien sigue amando.
Si bien, una ligera culpa va naciendo de la boca de su estómago al saber que
ha colaborado en aquellos infundados rumores al no callarlos ni desmentirlos.
Gira lentamente y mira, con miles de emociones mezcladas, a TaeHyung,
quien no sabe si seguir hablando o esperar a que él dicte una última oración.
Vuelve a mirar a su alrededor, sintiéndose un poco incómodo por la presencia
de JungKook escuchando una conversación privada, así que posa la mirada en
TaeHyung, percatándose de que viste una pulsera de cuentas blancas. <<A él
no le gusta ponerse accesorios>>.1

— ¿De verdad lo quieres? —Cruza los brazos, tratando de ignorar sus


pensamientos.

TaeHyung frunce el ceño extrañado, pensó que HoSeok armaría una batalla
campal contra Jeon y él. Si bien, aprovecha la pregunta para sincerarse con él.
Asiente suavemente con la cabeza al verlo fijamente, y juraría que un destello
desconsolado se asomó en los ojos de HoSeok.

—Mucho—. Está consciente de que es mejor sincerarse de una buena vez.

— ¿Y estás seguro de que él te quiere? —Sorbe por la nariz, maldiciéndose


internamente por estar a punto de mostrar su vulnerabilidad.

El menor ruega porque Jeon no se atreva a salir de la cocina y responda por él,
lo que menos necesita es que discutan y él termine enfadándose con ambos.
Sin levantarse del sillón, alza la cabeza y la mirada con orgullo. La seguridad
con la que responde hiela la sangre de HoSeok.

—Tanto como yo a él.

Dentro de la cocina, JungKook cruza los brazos y esboza una amplia sonrisa
repleta de afecto correspondido, de un cariño que le llena de júbilo el corazón
al saberlo de la boca de quien quiere.2

Por supuesto, HoSeok lo recibe como balde de agua helada. No es tonto,


mucho menos ciego ni sordo, sabe de sobra que Jeon y TaeHyung tenían algo
desde hace tiempo. Pero saberlo de la misma boca de quien ama le calcina el
alma. Es como si el menor hubiese extraído su corazón de su pecho para
despedazarlo delante de él.
Si bien, eso no es lo que TaeHyung pretendía hacer. La imagen de su yo cruel
contra HoSeok es pura falacia que va de boca en boca en el pueblo que lo
castiga cruelmente. Y eso va colmando su paciencia, incluyendo la de Jeon,
especialmente porque todavía no inician una relación seria y ya todo el
mundo los tilda como la peor calaña.

—Sé que te he hecho daño, ¿pero no crees que es momento de abrir los ojos y
darnos un respiro? Merecemos estar en paz. ¿Acaso no quieres vivir tranquilo?
—Se acerca más a HoSeok, sujetándolo del brazo como signo de desespero a
que oiga sus súplicas de tregua.

— ¿Lo crees tan fácil? —Aparta la mano de TaeHyung, la misma adornada por
el brazalete, alejándose un paso atrás.1

— ¿Por qué no? Sé que no puedo pedirte que seamos amigos, pero al menos
tratemos de sobrellevarnos. Hobi...

—TaeHyung, es suficiente. Sí este tipo no quiere entender, déjalo ser—.


JungKook camina a su lado, con los brazos lado a lado, sin apartar la mirada
de HoSeok. Las ganas de molerlo a golpes se denotan ávidamente en sus
venas resaltando en sus brazos, de las llamas de la impaciencia en sus
obscuros ojos, y de la forma casi petulante con la que se expresa contra
HoSeok.

El suave toque de TaeHyung detiene las intenciones de Jeon, al verlo dar un


paso en reacción a las risitas ahogadas de HoSeok. Mal mira a ambos, cansado
de verlos pelear todo el tiempo.

—Ya no hay nada que decirnos, así que será mejor que te vayas—. TaeHyung
casi se interpone entre ambos chicos. Sus almendrados ojos le lanzan una
clara advertencia a HoSeok, que es mejor que se retire antes de continuar
hiriéndose.
—Espero que este riquillo idiota no te decepcione—. Es lo último que HoSeok
dice antes de cerrar con un portazo, no sin antes lanzarle una furibunda
mirada al brazalete que adorna la muñeca de Jeon.2

JungKook ahoga una risa cansada. En verdad detestó saber que TaeHyung
está manchándose con el mismo fango de su mala reputación. Que hablen de
él es una cosa, por mucho que le fastidie, pero que hablen del menor le es
inconcebible. Y al mirar ese dulce rostro, entiende que ese muchacho de
cabello rubio intenta tragar aquel veneno y salvarse. Sin decir nada, lo jala con
cuidado hasta acunarlo entre sus brazos y brindarle un poco de seguridad.

TaeHyung cierra los ojos por la agradable cercanía. Y Apenas es que se da


cuenta que Jeon viste la misma ropa que el día anterior, haciéndolo sentir
culpable por no dejarlo dormir bien siquiera. Apoya la mejilla en el hombro
ajeno y, disfrutando de la casi desvanecida colonia, acaricia el amplio pecho
con la punta de sus dedos.

— ¿Tú crees que te decepcionaré? —JungKook baja las manos a la cintura del
menor, afianzando el agarre al hundir los dedos en la fina zona.2

— ¿Tengo por qué pensarlo siquiera? —No se mueve. Admite encresparse por
la tensión en el cuerpo de Jeon, incluso por lo áspero de su voz, al
preguntarle.

—No—. Acuna el rostro de TaeHyung y le acaricia sus mejillas con los pulgares.
Le fascina perderse en su inocencia pintada de almendra. Pero le encanta
mucho más perderse en el dulzor de sus labios rosados cuando desliza la boca
contra ellos.
───────── •❁• ─────────

TaeHyung enjabona su cuerpo minuciosamente, deseando arrancarse el


horrendo aroma de la clínica. Desliza el jabón por todo su cuerpo,
deteniéndose un poco más en su intimidad. Admite que la idea de sentirse
limpio, al momento de estar con Jeon, lo ruborizan vergonzosamente. Muerde
su labio inferior, moviendo las manos y los dedos en toda esa zona con tal de
asegurarse de que su cuerpo quede pulcro.

Poco a poco esa grata sensación va subiendo de tono junto al abundante


vapor contenido en el espacio. Cierra los ojos y alza la cabeza, sin dejar de
morderse el labio, pensando que sus manos y sus dedos son los de Jeon.
Suelta suaves jadeos, más que nada por su inexperiencia y algunos toques que
no profundizan por el miedo a hacerlo mal.

—Tae...—JungKook se adentra al cuarto de baño, asustando al menor que


inmediatamente aleja las manos de su cuerpo y se asegura de que la cortina
de baño lo cubra totalmente.

—Todavía no... no termino de ducharme—. Susurra.3

—Lo sé.

TaeHyung apenas logra ver a través de la cortina, pero los ligeros sonidos
detrás de ésta le aseguran que Jeon va despojándose de su ropa. Una a una,
oye como las prendas van cayendo al suelo. Traga duro, experimentando un
extraño miedo invadir su cuerpo. Un miedo de verse descubierto en pleno
encuentro con su auto placer, por el mismo muchacho que lo excita de mil
formas. Oye los pies descalzos de Jeon acercarse a la regadera y ve como
sujeta la orilla de la cortina con la mano izquierda.

— ¿Te molestarás si entro? También necesito ducharme.

—Yo...—sin poder decir más, TaeHyung enmudece al ver como Jeon abre la
cortina y muestra su regia desnudez.

JungKook sonríe un poco antes de adentrarse en la ducha y cerrar la cortina. Y


antes de que TaeHyung le diera la espalda y renegara de su presencia, ya lo
tiene abrazado de las caderas tan sutilmente que le provoca incandescentes
estremecimientos por cada fibra de su piel.

— ¿Te avergüenza verme desnudo? No tengo nada que no tengas—. Acerca los
labios húmedos al cuello de TaeHyung, deslizando besos a lo largo.2

El menor cierra los ojos y se humedece los labios. Atrapa su labio inferior entre
los dientes, intentando contener un suspiro al sentir la hombría de Jeon rozar
en su muslo.

—Me avergüenza un poco que me veas—. Declara, enrollando tímidamente los


brazos en el cuello de Jeon.

—Eres precioso—. Con la yema de los dedos, Jeon dibuja el contorno de


TaeHyung, creando un laborioso mapa por todo ese fornido cuerpo que poco
a poco reacciona a su toque.

— ¿En serio te gusto de este modo? —Estrecha los ojos, fijándolos en los
obscuros ojos que lo auscultan como si fuese algo verdaderamente
maravilloso, fascinante y encantador.
— ¿Qué si me gusta tu cuerpo? —JungKook baja la mano por la cintura de
TaeHyung, amoldando la palma en el voluptuoso trasero que masajea
suavemente, hasta depositarla sutilmente sobre la hombría ajena.

— ¡Cielos! —Ladea la cabeza, permitiéndole al mayor besarle de nuevo el


cuello.

—Tu voz me gusta, tu carácter me encanta, tu cuerpo me enloquece—. Los


labios de Jeon memorizan la suave piel del cuello de TaeHyung, la de sus
hombros y sus clavículas al marcarlas sutilmente. En ningún momento ha
dejado de masajear la casi erección del menor, avivando la propia al rozar su
pene contra el muslo ajeno.

TaeHyung mentiría si dijera que eso no le causa placer. Sin embargo, el mismo
miedo de hace algunas horas lo atormenta. <<¿Y si me vuelve a faltar el
aire?>>. Contrae el rostro en frustración, poniendo en alerta a JungKook.

—Descuida, pararé si es necesario—. Lo ve con ternura, con esa seguridad que


inmediatamente el menor acepta con suma confianza.

TaeHyung afianza los brazos alrededor del cuello del azabache, dejándose
llevar por el placer de esa mano acariciando despreocupadamente todo su
miembro. Gime suavemente al unísono con los gemidos de placer de
JungKook, pudiendo también sentir su erección frotándose contra su cuerpo.

— ¡Jeon! Sigue...—comienza a respirar más pesado, siendo vigilado por el


mayor, cuando siente ambos miembros dentro de la mano que estaba
masturbándolo solo a él.

—Tranquilo, disfruta este momento—. Va perdiéndose en los hermosos gestos


que TaeHyung emite por el contacto de sus erecciones frotándose una con la
otra. Apoya la frente en el hombro del menor y contonea las caderas a la par
de su mano masturbándolos, manteniendo el cuerpo ajeno muy cerca del
suyo.

— ¡Cielos! ¡Oh! —TaeHyung relame su boca y muerde su labio. Ese placer le


resulta más que agradable. Nunca pensó que alguien pudiera tocarlo de esa
forma, mucho menos que le gustaría demasiado. Tanto que él mismo desliza
una mano hacia su trasero, un poco nervioso por lo que hará.

— ¡Joder! Tae—. Jeon se da cuenta, pues la erección del menor reaccionó por
el toque de este contra su palpitante entrada— ¿Qué haces? —Susurra contra
los labios ajenos, muy consciente de la acción del menor.

—Yo... quiero...—frunce el gesto en respuesta a la incomodidad y al ligero


dolor que sólo la punta de su dedo provoca al querer ingresar en su estrechez.

—Ya habrá tiempo para eso, no tienes por qué hacerlo ahora—. Susurra con
picardía—Ahora quiero que disfrutes de esto, ya tendremos tiempo de hacer el
amor—. Lo besa con necesidad. Con sus bocas unidas, sintiéndolo asentir
suavemente mientras vuelve a abrazarlo por el cuello.

Por mucho que ambos desean intimar, Jeon no aleja la realidad de su cabeza.
El ver al menor reaccionar favorablemente a sus caricias no le es signo de
poder avivar el fuego contenido en sus cuerpos. Se niega a exponer los límites
de TaeHyung, deseando que al estar juntos ambos lo disfruten por igual.2

— ¡Cielos! Creo que... que me ven... vengo—. Aprieta los ojos, asoma la punta
de su lengua entre sus rojizos labios. La masturbación ha aumentado de
ritmo, orillándolo a sentir un hormigueo en su entrepierna, así como sus
piernas endebles por el acto.

—Está bien...hazlo—. También siente su clímax llegar, así que aprieta el cuerpo
de TaeHyung contra el propio y la pared, aumentando las agitaciones de su
mano. Tensa las piernas y la mandíbula—. Mírame, Tae.
— ¡Ah! —Hace caso— ¡Cielos! ¡Oh! ¡Sí! —Roza los labios con los de Jeon al
sentir sus orgasmos explotar casi al mismo tiempo.

El azabache respira agitado. Observa detenidamente al menor para


asegurarse de que está bien. Sonríe y profundiza el beso al verlo cerrar los ojos
a causa de la timidez. Pese no haberlo poseído, jura que fue el mejor
momento erótico con él. Besa su mejilla y coloca las manos en la cintura del
menor, resintiendo el agua fría sobre su espalda.

—Jeon...

—Te quiero, TaeHyung—. Estrecha con fuerza el fornido cuerpo contra el suyo,
acariciándole la espalda y el cabello. Vuelve a sonreír al sentir como TaeHyung
lo abraza con la misma intensidad que él, pasando por alto que el agua de la
regadera está helada.

—Te quiero, Jeon.3


───────── •❁• ─────────

[22] ❁

Al ver por la ventana, TaeHyung procesa poco a poco la tarde anterior. Desde
la agobiante visita de sus amigos, la densa conversación con HoSeok, el
momento íntimo con Jeon, hasta la charla que tuvo con su padre, no entiende
cómo sobrevivió.

De lo único que puede estar tranquilo, y un poco seguro, es que su padre


planteó una tregua cimentada en sinceras disculpas y un lapso para digerir el
hecho de que Jeon es a quien quiere. Cortesía de su tía HaeSuk, quien habló
con él poco antes de volver a casa.2

Además de que su tía lo disculpó de no poder ayudarla con los postres. Incluso
ella le guiñó el ojo y le susurró, cuando se quedó a solas con él esa mañana,
que aprovechará ese tiempo para avivar su juvenil romance con el atractivo
hijo del alcalde.

—Quizá no podamos ver las flores debido a tu asma, pero podemos caminar
por la feria—. Jeon se para a su lado, tentando la frágil suerte de no ser
asesinado por el oficial tan pronto. Sostiene entre sus manos la mano corazón
del menor, en la que porta el brazalete.

—Eso implicaría encontrarme con mis amigos y por ende con HoSeok—.
Suspira—Además, no quiero que nos rodeemos del desprecio de quienes
siempre nos mal miran—. Lo ve de soslayo, prohibiéndose a sí mismo a
deshacer el nudo en su garganta.
De todos sus amigos, SungJae fue el único que no habló de su malestar,
enfocándose en contarle su día y lo agotado que queda después de restaurar
la cafetería con los demás, lo cual le agradece de corazón.

—Lamento que te veas en esta situación por mi culpa—. El azabache lo abraza


suavemente, pasando por alto que DaeHyun se atreva a ir a la sala en
cualquier segundo. Quiere transmitirle seguridad al hermoso joven que le ha
robado el corazón. Quiere recordarle que ambos se cuidarán las espaldas sin
importar las circunstancias. Quiere hacerle entender que son un nosotros.1

Las largas manos de TaeHyung se enlazan detrás de la espalda baja de


JungKook, afianzando el cálido abrazo. Apoya su mejilla en el hombro ajeno,
animándose a dibujar una tenue sonrisa por el dulce tacto del mayor sobre su
espalda. Traviesamente mueve su cabeza y, con la punta de su nariz, dibuja el
perfil del azabache. Se toma el tiempo de apreciar esa pequeña cicatriz en su
pómulo izquierdo, de enamorarse del lunar bajo el labio y de encantarse por
los tres aros colgando del lóbulo derecho.2

—Soy atractivo, ¿verdad? —Ríe bajito, ganándose un débil golpe en su brazo.3

—Ni tanto—. Ríe con él, permitiéndose cerrar los ojos y a arriesgarse a delinear
con sus labios la pequeña cicatriz. Incluso se atreve a juguetear con los otros
tres pendientes de su lóbulo izquierdo.1

—Hay una razón por la que me gustaría que fueras a la feria—. Clava su cálida
mirada en la del menor, quien se apartó un poco al dedicarle una confusa
expresión.

TaeHyung se aparta otro poco, posando sus manos en los antebrazos del
mayor, observándolo con un hermoso brillo en sus ojos. Apenas puede
encontrar las palabras correctas para develar la emoción de pensar que su
relación va por buen camino. Pero Jeon lo interrumpe al besarle la punta de la
nariz y de susurrarle al oído cuando intenta preguntarle aquella razón que
mencionó.

— ¿Te parece si yo me adelanto y te veo cerca de la rueda de la fortuna? —


Sonríe, habiendo causado que cada vello del menor se erizara con su voz.

TaeHyung sonríe coquetamente, curvando las comisuras tiernamente. Asiente


afanosamente, enrollando de nuevo sus brazos en el cuello de JungKook. Ha
bajado completamente la guardia, ya no teme mostrarse dulce y amable ante
él. Es la primera vez que se siente caminar en un parapeto, temeroso de caer y
golpearse tan duro que lo haga arrepentirse de ese bello momento.

Ni TaeHyung ni Jeon se percatan de la discreta presencia de DaeHyun. El rubio


cenizo cruza los brazos y atora un alegato en su garganta. << ¿Cómo puedo
negarle esa felicidad a mi hijo?>>. Aprecia la sublime aura entre ellos, con un
tímido abrazo, con palabras cariñosas entre el corto silencio, con una intensa
mirada. Incluso se atreve a evocar la dulce imagen de su difunta esposa,
comparando la misma dulzura con la que se envolvían con el mero hecho de
estar sentados entre las flores junto a una amena charla.

Sin hacer ruido, queriendo respetar la tregua con su hijo y Jeon, DaeHyun sale
por la puerta trasera para ir a ayudar a HaeSuk a llevar todos los postres a la
feria.

—Jeon, papá nos verá—. Se dirige al sillón, ignorando que su padre se ha ido
hace cinco minutos.

Al ver al rubio acomodarse con las piernas cruzadas sobre el mueble, Jeon se
sienta a su lado y posa una mano sobre la rodilla cubierta por un chándal
negro. Le gusta verlo sonrojado y tranquilo, como si fuese un gato adormilado.
O un tigre con la guardia baja. Simplemente hermoso y curioso a su modo.1

— ¿Por qué sigues sin llamarme por mi nombre?


— ¿Creí que no te importaba? —Atrapa su labio inferior entre sus dientes y
juguetea con los dedos de sus pies.

—Al principio no, pero ahora...—calla un segundo al ver a TaeHyung cerrar


delicadamente los ojos— ¿te sientes mal?

— ¿Qué? No, descuida—. Baja la mirada y se apoya en el respaldo. Sí se siente


un poco mal, pero no lo suficiente para alarmar al azabache. Solo necesita
relajarse un poco y dejar que su cuerpo responda favorablemente.

Queriendo no agrandar las cosas, Jeon se limita en apoyar su mejilla en el


hombro de TaeHyung. Vuelve a coger entre sus manos la diestra ajena,
admirando lo largos y finos que son sus dedos. Con la punta de un dedo
recorre la piel desde la palma hasta el doblez del codo, una y otra vez sin prisa
alguna.

—Necesito volver a la villa. No te molesta, ¿cierto?

— ¿Debería molestarme? —Se acurruca sobre su pecho, dejándose acariciar


con ternura.

—Claro que no—. Sonríe dentalmente—De acuerdo, entonces me iré ahora


para volver a tiempo a la feria—. Hace amago de levantarse, pero TaeHyung lo
detiene un momento.

—Más te vale llegar a tiempo, Jeon—. Lo ve con el ceño ligeramente fruncido,


con su boca tiernamente hecha un puchero.

—Llegaré a tiempo—. Le dedica una tranquilizadora sonrisa, levantándose y


calzando sus borcegos negros en el recibidor. Al mirar sobre su hombro,
inclinándose un poco hacia atrás, mira al menor parado a unos metros detrás
de él—Tranquilo, te veré a las ocho a más tardar. ¿Está bien?
—Está bien—. Entrelaza sus manos cubiertas por las largas mangas de su
playera blanca a rayas negras horizontales.

—Te veré más tarde, bonito.

TaeHyung asiente suavemente. Al verlo salir y trotar por el sendero, que va


directo a las entrañas del pueblo, mientras saca su celular y se lo lleva a la
oreja, no evita sentir un pequeño vacío en su estómago. Se queda en la
ventana, observando el magnífico verdor de los árboles, preguntándose qué
hacer antes de acudir a su cita. Mira el reloj, soltando enseguida un largo
suspiro al ver que apenas son poco más de la una de la tarde.

— ¿Qué haré el resto de la tarde?

Sin otra cosa en mente, sabiendo que seguramente su tía ya esté en la feria, se
dispone a limpiar un poco la casa.

Al cabo de poco más de una hora, vuelve a observar el reloj con la misma
desgana. Las tres cincuenta y ocho de la tarde.

Se desploma en su cama, observando el techo, pensando que vestir para su


cita. Cuando humedece su boca, se ruboriza al considerar maquillarse un poco
y resaltar sus finas facciones. De un salto se acerca al espejo y aprecia su
rostro y su cuerpo. Se mira de lado a lado, dibujando una suave sonrisa al
convencerse a sí mismo portar una sutil sombra café y un poco de bálsamo

Emocionado, rebusca en los cajones en el extremo del closet. Lanza prenda


por prenda, maldiciendo entre dientes al ver que casi toda su ropa muestra el
desgaste del campo. Casi derrotado, suspira hondamente antes de recordar la
playera y la camisa que su tía le obsequió en su recién cumpleaños.
Rápidamente deja las prendas en su cama y corre a darse un merecido baño.
La emoción apenas lo dejaba cantar felizmente, habiendo terminado al cabo
de quince minutos antes de secarse y untarse crema en todo el cuerpo.

A grandes zancadas, coge la playera blanca y la pasa por arriba de su cabeza.


La alisa con cuidado y se coloca la camisa a rayas aguazul, blancas y gris
lívido; notando que las manga son ligeramente anchas y holgadas tal cual el
resto de la prenda. Al final, sus piernas lucen unos vaqueros ajustados color
negro. Y en el recibidor le esperan sus inseparables converse altos negros
desgastados.

Sólo falta el último toque, siendo en ese instante las cuatro con cuarenta y dos
minutos de la tarde, un sutil pero elegante maquillaje. Ve la fina punta de la
sombra que Jackson, en mala broma, le obsequió en su cumpleaños para que
HoSeok lo viera más lindo. Alejando esos pensamientos, TaeHyung suspira y
desliza con sumo cuidado la pequeña brocha sobre su párpado derecho, feliz
de que el tono es muy sutil sobre su piel, animándose a emparejar el ojo
izquierdo.

Observa su rostro por varios segundos ante el espejo del baño, sin dejar de
morderse el labio inferior, preguntándose si a JungKook le gustará su aspecto.

—Es mejor que me apresure—. Frunce el ceño al abrir el bálsamo, deslizando


con la punta de su meñique el sutil tono rosado sobre sus labios.

Convencido y un poco tímido por su apariencia, decide salir y caminar con


calma hasta la feria. Al llegar al centro del pueblo, resiente cada una de las
miradas de quienes señalan como inapropiado su comportamiento. Incluso
escucha murmullos que aseguran que el oficial DaeHyun no merece un hijo
tan desconsiderado, desvergonzado y sinvergüenza como él.
Por un segundo desea gritarles improperios y de alejarlos de la historia que ni
siquiera conocen. Pero al ver a sus amigos acercarse, se muerde la lengua y
hace amago de adentrarse a una pequeña tienda para despistarlos.

—Miren quién se siente mejor en tan poco tiempo—. Jackson lo abraza por los
hombros, impidiéndole entrar al local.

—También me da gusto verte, Wang—. Se aparta de su abrazo y agacha la


cabeza. Aprieta los ojos al oír la voz de SungJae.

— ¿Te has maquillado? —Le acuna el rostro, levantándoselo un poco—Te ves


muy guapo.1

— ¿De verdad? —Esboza una pequeña sonrisa al verlo asentir afanosamente.

— ¿Para quién te arreglaste así? —Jackson hace a un lado a SungJae,


apoyando su antebrazo en el hombro de TaeHyung.

Al mismo tiempo, JaeBum, Mark y HoSeok van acercándose. Los tres escanean
de hito en hito a TaeHyung, sorprendiéndose de que haya salido de su sencillo
aspecto a uno más coqueto y hermoso.

— ¿Te has sentido mejor? —JaeBum le revuelve el cabello, feliz de verlo con
las mejillas rosadas.

—Me siento bien, ya dejen de preguntarme eso—. Ríe por la exagerada


muestra de afecto de su amigo. Al peinar su flequillo, cruza miradas con Mark
y posteriormente con HoSeok. No evita borrar su sonrisa y apartar la vista.

— ¿Dónde está el riquillo? —Mark pregunta al acercarse a Jackson y pasar su


brazo sobre sus hombros.

Malicioso, y dispuesto a no ser ignorado, Jackson insiste con sus preguntas

— ¿Fue por él que te arreglaste así?


—Déjalo en paz, él sabe lo que hace—. HoSeok pasa a su lado y lo mira de
soslayo un segundo— ¿Vienes con nosotros?

— ¿Después de lo que ha pasado en verdad quieres que venga con nosotros?1

—Jackson, cállate y vamos a la feria—. Mark lo sujeta del brazo y lo hace


adelantarse de los demás.

—Ignóralo, ya sabes que a veces es medio pesado—. SungJae abraza de los


hombros a TaeHyung, haciéndolo seguir a los demás.

Por un segundo, TaeHyung baja la guardia y se convence a si mismo de que no


es tan mala idea sanar heridas con HoSeok de ese modo. Van con amigos y lo
más seguro es que se ignoren la mayor parte del tiempo, dejándoles espacio
de respirar y tolerarse poco a poco. <<Paciencia, Tae, paciencia>>.

Al llegar a la feria, TaeHyung siente encoger su estómago. Las ansias de ver a


JungKook en algunas horas golpean sus sentidos. Sonríe sin darse cuenta,
rebobinando la dulce sonrisa que le dedicó antes de salir de casa.

—Te ves más bonito sonriendo.1

HoSeok lo arranca de sus pensamientos, haciéndolo caer en la cuenta de que


Mark y Jackson se han ido por su lado, mientras JaeBum y SungJae discuten
sobre a qué juegos subir primero. Pero lo que le incomoda es que lo
llamara bonito. JungKook es el único que se lo ha dicho y ya siente que ese
derecho únicamente le pertenece a él. Aunque no dice nada, sólo asiente un
poco y responde con un gracias.

—TaeHyung, ¿quieres subir a la rueda de la fortuna conmigo? —SungJae lo


sujeta de los hombros, rogándole con una tierna mirada y un lindo puchero.
—Mejor vayamos a otra atracción. ¿Qué les parece si vamos a la casa del
terror? —Aparta las manos de SungJae y se encamina en dirección a dicho
lugar.

—Sabes que no vale la pena, todo se demasiado falso. Prefiero ir a la rueda de


la fortuna—. Insiste, jalándolo de vuelta hacia la noria.

HoSeok mira sobre ellos, notando una familiar figura moviéndose junto a
otras tres que desconoce. Frunce el ceño, claramente molesto, decidiendo
fortuitamente dejarlo correr y apartar lo más posible a TaeHyung de esa zona.

—Tranquilo, mientras ustedes suben JaeBum y yo iremos por algo de comer—.


HoSeok pasa de ambos hasta perderse entre la gente junto al susodicho.

Sin más remedio, TaeHyung sigue a su animado amigo y montan la atracción.


Por supuesto, no evita sentirse culpable de no compartir ese momento con
JungKook, pues se supone que al estar a solas declararían sus sentimientos.
Juega con el brazalete, esperando que el momento de ver al azabache llegue
pronto. Al ver la hora en el reloj de pulsera de SungJae, se impacienta de ver
que apenas son poco más de las cinco de la tarde.

SungJae no dejaba de hablar, agradeciéndole internamente que no le


mencionara nada sobre su salud y su extraña relación con el hijo del alcalde. Y
al bajar de la noria, no evitó ponerse contento al ver que JaeBum y HoSeok los
esperaban con hamburguesas y refrescos.

Los cuatro disfrutan de su comida entre el bullicio de la música y la gente a su


alrededor. SungJae y JaeBum conversan despreocupados, dejando a los
incómodos TaeHyung y HoSeok comer sin siquiera mirarse.

— ¿Piensas terminar el instituto en aquí o te iras con el riquillo? —El castaño


rompe el silencio antes de darle otra mordida a su hamburguesa.
TaeHyung observa su comida unos segundos, preguntándose exactamente lo
mismo. Siempre ha querido alejarse de ese pueblo, irse tan lejos como pueda
para sentirse en paz y libre. Pero la existencia de Jeon en su vida lo hace dudar
un poco. Pese a que el azabache le dejó en claro que no se alejaría de él, no
evita sentirse inseguro. Por más que observa el brazalete y recuerde su
promesa, algo pesado aprisiona su pecho.

—Sabes que quiero irme, Hobi. Pero creo que me quedaré aquí otra
temporada—. Muerde su hamburguesa, sin levantar la vista.

—HoSeok, ¿quieres subir a la montaña rusa? —JaeBum deja su hamburguesa


a medio comer y sorbe de la pajita el refresco.

—Paso. Me quedo aquí con TaeHyung.

— ¿Por qué no subiste antes de comer? Vomitarás a medio recorrido—.


SungJae lo mal mira, con un poco de asco.

—Si subes conmigo no seré el único tonto que suba al juego después de
comer—. Riendo, jala del brazo a SungJae para hacerlo ir al juego.

— ¡Ni hablar, mi estómago es delicado!

Entre discusiones, y una que otra mordida de SungJae al brazo de JaeBum,


ese par consigue abrirse paso en dirección a la atracción.

HoSeok termina de comer su hamburguesa, esperando a que TaeHyung acabe


la suya. Enarca una ceja, consternado, pues el menor siempre ha sido de buen
comer. Cruza los brazos sobre la mesa, dejando a la vista su reloj de pulsera,
notando que TaeHyung lo mira atentamente.

Las seis y cinco.

— ¿Esperas al riquillo?
—Su nombre es JungKook—. Borra su sonrisa, tras ver a sus amigos irse de tal
modo, clavándole una fría mirada al castaño.1

—Veo que recobraste tu carácter.

—Y tú la estupidez.

HoSeok ríe bajo al ver el enfado gobernando la serenidad de TaeHyung. Y no lo


culpa, claramente lo está provocando. En cuanto ve al menor seguir
comiendo, mira a su alrededor. Aquella risa burlona desaparece en cuanto ve
de nuevo a JungKook merodear solo, como si buscara a alguien.

—Ahora vengo—. Sin más explicaciones, e ignorando el "haz lo que quieras"


del menor, se levanta y alcanza al azabache— ¿Qué carajos haces aquí? —Le
habla golpeado, haciéndolo voltear con desgana.

—Ve a joder a alguien más, no tengo tiempo ni ganas—. JungKook lo aparta


bruscamente, provocando más el enfado de HoSeok.

—Mejor regresa a la villa y vuelve cuando te necesitemos de nuevo en la


construcción—. Lo empuja de los hombros.

JungKook bufa, ignorando que TaeHyung se encuentra a algunos metros de


su punto. Devuelve la agresión al empujarlo del mismo modo, consciente de
que eso es precisamente lo que HoSeok desea, pelear.

—Como digas, campesino. Ya te dije, tengo prisa.

— ¿Verás a TaeHyung?

—No es tu asunto.

—Bueno, diría que sí ya que vino conmigo después de todo—. Vuelve a


provocar a JungKook, empujándolo y sonriendo burlonamente en su cara. Lo
hace trastrabillar más, siguiendo con ese juego de desafío.
—Lo creeré si es TaeHyung quien me lo dice—. Siente la sangre hervir por sus
venas, deseoso de soltarle un puñetazo en su sonrisa.1

—Bien, búscalo cuanto quieras. Eso sí, te advierto que quizá no te guste lo que
verás.

—Te advierto que si le haces algo me importará una reverenda mierda molerte
a golpes—. Toma acción, sujetándolo del cuello de la camisa para acercarlo
amenazadoramente.

—Como digas, riquillo—. Sin borrar su burlona sonrisa, HoSeok lo empuja con
la misma violencia que JungKook a él. Le lanza una divertida mirada, misma
que altera la paciencia del azabache.2

───────── •❁• ─────────


[23] ❁

— ¿Por qué tengo que estar aquí? Yo quería quedarme en casa y dormir, no ver
florecitas y juegos ridículos.

—Bueno, pues regresa. Nadie te detiene—. SeokJin le señala la dirección por la


que llegaron.

—Oigan, ¿dónde está JungKook? —NamJoon intenta mirar por encima de la


gente, pero no ve al azabache por ningún lado.

—Ese mocoso, ni adiós dijo—. YoonGi vuelve a quejarse, bufando irritado.

—Si no vas a irte, ayudamos a buscarlo—. SeokJin le lanza la misma mirada de


fastidio a su enfurruñado amigo antes de darle la espalda.

YoonGi rueda los ojos y cruza los brazos. Sin pizca de ánimos va detrás de la
pareja a paso lento debido a la gente. Y es que la verdadera razón por la que
no deseaba ir a la feria del pueblo, es porque JiMin seguramente ya estaría por
ahí pululando y destilando su ternura desmedidamente. Lo peor es que
seguramente estará al lado de algún fulano al que deseará moler a golpes.
Muy en el fondo sabe que ese joven de cabello rosa pálido no es ningún
promiscuo o algo semejante, únicamente es bastante popular, aumentando la
posibilidad de que sí este compartiendo tiempo con alguien en ese mísero
lugar.

Al mismo tiempo, JungKook va buscando a TaeHyung cerca del punto de


encuentro. Siente el corazón explotarle jubiloso y ansioso al pretender
declararse, en lo alto de la rueda de la fortuna, a ese joven de cabello dorado,
pues el hecho de que regresara a la villa fue hablar con EunBin para aclarar la
verdad acerca de la supuesta relación que han reanudado, más no resultó. La
buscó por todos lados, sabiendo de boca de unas amigas de la joven que ella
acudió a la feria del pueblo con sus padres. Por eso le pidió a SeokJin que lo
ayudara a volver antes, con la intención de encontrarla con sus amigas y justo
antes de que TaeHyung llegase para la cita.

— ¿SeokJin? —La sorprendida voz de EunBin atrae la atención del aludido,


haciéndolo inclinar un poco la cabeza—Pensé que tendrían una cena familiar,
¿qué haces aquí?

SeokJin sonríe ampliamente, sujeta del cuello de la camisa a NamJoon para


detenerlo, y le bufa a YoonGi al verlo dedicarle el dedo medio antes de irse.
Carraspea un poco, queriendo hacer tiempo, pensando en miles de excusas
para salvar el pellejo de JungKook. Sin embargo, los gritos de algunas
personas los hace correr hacia el pequeño círculo que se ha formado a pocos
metros de su punto.

— ¡Detente de una vez! —SeokJin enfurece al ver a su hermano ser golpeado


una y otra vez por un chico castaño.

— ¡¿Qué mierda está ocurriendo aquí?! —NamJoon tira de un jalón al castaño


y empuja a JungKook a un lado al verlo querer seguir con la riña.

— ¡Esto no se quedará así, maldito! —JungKook estaba dispuesto a


abalanzarse contra HoSeok, pero los delicados brazos de EunBin lo rodean
delicadamente para detenerlo.

— ¡Dios mío! Mira como tienes la cara. ¿Por qué estabas peleando? —
Dulcemente limpia, con un pañuelo el rostro de JungKook. Arruga el ceño de
dolor al verlo contraer el rostro al pasarle la suave tela por las cortadas y los
golpes.
— ¡No vuelvas a acercarte a TaeHyung, te lo advierto! —Ignorando por
completo la presencia de EunBin, JungKook apunta amenazantemente a
HoSeok. La rabia puede verse en sus pupilas y la cólera destilar por su boca
lentamente.

HoSeok ríe y limpia la poca sangre de su boca, del único puñetazo que
JungKook logró atinarle, antes de reír y abrirse paso entre la gente.

Al querer ir tras de él y terminar lo que empezaron, JungKook es retenido por


la clara impaciencia de SeokJin y la inquietud de EunBin. Farfulla
incoherencias y se jala el cabello, necesitando encontrar a quien tanto adora
para sofocar su malestar y centrarse en lo importante.

Al mismo tiempo, TaeHyung observa desde su asiento la pequeña turba que se


formó hace algunos minutos. La idea de acercarse y ser parte de los buitres no
le agrada mucho, por lo que espera pacientemente a que alguno de sus
amigos regrese. Sin embargo, al dar una mordida a una papa frita, ve a
HoSeok acercarse con la ropa desalineada y la boca ligeramente cortada.

— ¡Cielos! ¿No me digas que tú eras el idiota que estaba peleando? —Tropieza
un poco al salir de su asiento y trotar hasta el alto castaño, tocando con
suavidad la cortada con una servilleta limpia.

—TaeHyung, vamos a otra parte—. Sujeta, delicadamente, la muñeca del


menor con la firme intención de alejarlo de la vista de Jeon.

— ¿Por qué? —Se queda enraizado en su sitio, analizando su aspecto derruido


por una riña, cayendo en la cuenta de que seguramente JungKook y él fueron
nuevamente los protagonistas de tal escándalo. Aparta su mano de la ajena y
le entrega la servilleta, decidido a ir en dirección al ya difuminado barullo para
buscar a JungKook.
Ni a tres pasos es detenido por un abrazo en la espalda, sintiendo el cálido
aliento de HoSeok rozar con su sensible piel de la nuca y el revés de la oreja.
Se queda tieso, rogando por no tener que volver a repetirle que no lo quiere
como pretende, limitándose a escuchar la desesperanza en su voz.

—Él te hará daño.

—No lo sabes.

—Claro que lo sé—. Se aferra al cuerpo ajeno, enterrando la impotencia y la


rabia en la suave piel del cuello ajeno. Solloza vergonzosamente, atrayendo la
atención de quienes pasan cerca y de sus amigos que volvieron de la
atracción.

SungJae sigue con el estómago revuelto, asombrado de ver a JaeBum


bastante bien, pero intentando apartar su malestar al ver a sus amigos luchar
una vez más con sus sentimientos a flor de piel. Intercambia miradas con el
más alto, asintiendo en señal de acercarse y aplacar la situación de la mejor
manera.

—Oigan, creo que es mejor que vayamos a otro sitio—. JaeBum toca el
hombro de HoSeok, recibiendo un manotazo al verlo apartarse de TaeHyung.

— ¿Qué te ocurrió? —SungJae agranda los ojos al ver el labio partido del
castaño.

— ¿Qué va a ser? La misma ristra cuando se cruza en el camino de Jeon o


viceversa—. TaeHyung observa acusatoriamente a HoSeok, con una mezcla de
dolor y tristeza gobernada por su clara molestia.

— ¡¿Qué quieres que haga, TaeHyung?! ¡Me duele ver como entregas tu
corazón ciegamente a un tipo que ni siquiera lo merece!
— ¡A mi será a quien Jeon le rompa el corazón! Pero sé que no lo hará—. Jadea
pesado, empuña sus manos a sus costados. El silencio los rodea
incómodamente—Tú no dejes que yo siga rompiendo el tuyo, Hobi.

—TaeHyung...—SungJae lo ve irse a paso lento.

Al mismo tiempo, JungKook es arrastrado por NamJoon y SeokJin a un


pequeño quiosco para curarle los cardenales de su mejilla, de su ceja y de su
labio. Se ve mal a ojos de EunBin, quien es la encargada de limpiarle las
heridas con un algodón húmedo en alcohol que el peli-morado consiguió en
una carpa médica.

JungKook gruñe y aprieta los puños, no por el ardor o el dolor, sino por
rebuscar la mala intención en las palabras de HoSeok. Se niega a creer que
TaeHyung accedió a ir con él, aun con su pequeña cita de por medio.

—Deja de hacer caras, te pondrás más feo de lo que eres—. Molesto, SeokJin le
bufa sin pizca de broma. Está muy disgustado por verlo pelear
trogloditamente por vaya a saber qué razón.

—No me jodas, Jin—. Aparta suavemente la mano de EunBin, dedicándole una


suave sonrisa, antes de levantarse y acomodarse la ropa.

—Antes de que te vayas, ¿no tienes que hacer algo primero? —NamJoon sujeta
de los hombros al azabache, obligándolo a sentarse de nuevo—Primero
soluciona esto y después corres como cabrío recién nacido a donde tengas
que ir.

—Que fastidio—. Murmura más desesperado. Pero ante él está la muchacha


por la que dejó solo a TaeHyung el resto del día, dándole la oportunidad de
darle fin a un problema. Tamborilea con los dedos la pequeña mesa circular,
observa su reloj de pulsera y al notar que son casi las siete de la noche se
apresura en zanjar ese asunto.
Coge de la mano a EunBin y la lleva lo más lejos de la gente y del ruido de los
juegos mecánicos, casi colindando con el fresco follaje del bosque
flanqueando la colorida feria. Pasa las manos por su cabello y suspira con
suma pesadez. Pero lo que detiene su corazón dolorosamente es la tibieza
emanando de las palmas de EunBin al amoldarse en sus mejillas.

Cuidadosamente sujeta ambas manos y las junta entre las suyas, delatando
esa pequeña punzada de incomodidad por declarar sus verdaderos
sentimientos. Por su puesto que a JungKook no le resulta fácil decirle que ha
vuelto a ser un patán con ella, que simplemente no mereció que le diese otra
oportunidad cuando ni siquiera él estaba en sus cinco sentidos. Pero es
necesario para ambos. No le parece justo herirla de ese modo, ella es
simplemente una buena persona que puede encontrar a alguien que de
verdad la adore y quiera como él a TaeHyung.

Si bien, EunBin interpreta ese pequeño acto como uno más a la lista a sumar
la buena voluntad de JungKook por hacer florecer su romance. Se sonroja
tímidamente y baja la mirada, develando una linda sonrisa que muy pronto se
tornará en una ensombrecida línea. Pero eso ella no lo sabe, pues ignora por
completo que el corazón de JungKook le pertenece a alguien más.

—Debiste dejarme terminar de curar tus heridas, podrían quedarte cicatrices—


. Avergonzada, toca con la punta de los dedos la pequeña cicatriz de su
pómulo izquierdo, sabiendo que se la dibujó forzosamente al lanzarle el tacón
de la mujer con quien la engañó.

—EunBin, eso es lo de menos—. Suelta las manos de la joven, engullendo sus


manos en los bolsillos de sus ajustados vaqueros. Ladea la cabeza y aprieta
con fuerza los ojos, buscando hombría para hablarle con la verdad.
— ¿Te sientes mal? —Ignorando los pensamientos de JungKook, EunBin se
acerca a él y vuelve a acunarle el rostro con ternura.

—Necesito que entiendas algo. Es muy importante.

Fuegos artificiales comienzan a iluminar el manto nocturno, atrayendo las


asombradas miradas de los asistentes y la felicidad de los niños al cielo
nocturno.

A mitad de camino en su búsqueda, TaeHyung se detiene un momento y


suspira al no poder apreciar los fuegos artificiales con JungKook. << ¿Cómo
pude olvidarlos? De haberlo recordado, le hubiese dicho que volviera antes de
las siete>>. Suspira al ver su reloj, marcando las siete en punto de la noche.

EunBin aplaude emocionada, pues le fascina ver el cielo nocturno


resplandeciendo de colores. Si dudarlo, se engancha al brazo de JungKook, e
ignorando los gritos del azabache por retomar ese tema tan importante, ella
lo mira con cariño y lo abraza del cuello para besarlo dulcemente.

TaeHyung sigue caminando entre la gente, pasando por alto que a sus
espaldas HoSeok lo ha estado siguiendo. Con la molestia en sus pulmones,
con sus tímpanos irritados por tanto ruido y la impotencia de no poder
avanzar más rápido entre el bullicio, decide a alejarse de aquellas entrañas y
poder respirar un poco antes de volver a buscar.1

JungKook apoya las manos en los hombros de EunBin, apartándola lo más


cuidadosamente que puede, mirándola con suma culpa. Su conciencia le grita
que es un patán por no hablarle con la verdad desde un inició, no sólo
hiriéndola a ella sino a estupefacta figura que los observa con la indignación,
la tristeza y el dolor pintando sus preciosos ojos color avellana.1

— ¡TaeHyung! —HoSeok le cubre los ojos, ganándose un codazo en las


costillas.
— ¿Qué demonios haces aquí? ¡No te pedí que me siguieras! —El rubio lo mira
con la impotencia desgarrando su corazón.

— ¡TaeHyung, escúchame, todo esto tiene una explicación! —JungKook deja a


EunBin atrás para acercársele al menor. Lo sostiene de los hombros,
forzándolo a verlo a los ojos.

TaeHyung ríe secamente a la vez que aparta algunas lágrimas de sus mejillas
con cierta brusquedad. Empuja a JungKook con fuerza, haciéndolo tropezar
un poco. Aprieta sus puños, con las ganas de terminar lo que HoSeok comenzó
dominándolo salvajemente, pero al ver la desconcertada figura de la joven lo
mantienen a raya. Deja de verla al reconocerla como la mujer que estaba con
JungKook en el auto esa noche. <<Esto es una maldita broma>>. Prefiere irse
antes de decir o hacer alguna tontería.

Pero JungKook le dificulta las cosas al sostenerlo de nuevo de los brazos, casi
gritándole que ella no sabía nada de lo suyo y que justo en ese instante iba a
decirle toda la verdad. Está desesperado, puede notarse por su voz quebrada
y su cuerpo tembloroso. Sin embargo, TaeHyung tiene oídos sordos y boca
muda ante sus súplicas. Ya no quiere seguir oyéndolo; no necesita ese nuevo
espectáculo que siga hundiéndolo en el fango.

Con un certero puñetazo en la mejilla intacta, TaeHyung aparta a JungKook y


empuja a HoSeok al abrirse paso de vuelta al tumulto de la feria para regresar
a casa.

—JungKook, ¿qué significó todo eso? —EunBin lo sujeta del brazo al verlo
tratar de seguir al rubio.

— ¡EunBin, luego hablamos, debo ir por él!

— ¡Ya déjalo en paz, riquillo! —HoSeok abre los brazos para impedirle el paso,
mostrándole una mueca de burla que increíblemente no lo alegra como creyó.
— ¡Deja de joderme!

— ¡JungKook, explícame de una vez que pasó!

— ¡Amo a ese hombre, EunBin! —La sujeta de los hombros, sacudiéndola un


poco debido a la desesperación.

EunBin enmudece, ya que aquella confesión le cayó como balde de agua fría.
Apenas abre la boca en protesta, ni siquiera parpadea de la impresión. Sin
asimilar ni un poco, se aleja un par de pasos del azabache y analiza su
relación, cayendo en cuenta que en realidad nunca volvieron, que ella se dejó
llevar por la ilusión de querer darle una oportunidad a quien sigue queriendo
con el alma.

— ¿Qué dijiste? —Contiene las ganas de llorar al verlo bastante angustiado y


asustado.

—Ni creas que permitiré que vuelvas a acercarte a TaeHyung—. HoSeok


amenaza antes de alejarse.

JungKook lanza un golpe al aire, deseando desechar en un solo movimiento


todo su coraje. Restriega su rostro entre sus manos antes de mirar a los ojos a
EunBin.

—EunBin, iba a explicarte todo antes de encontrarme con TaeHyung. No


respondías mis llamadas y tampoco te encontraba por ningún lado, hasta que
me topé con unas amigas tuyas y me dijeron que estabas aquí con tus
padres—. Ríe en sorna, encontrándose hundido en su decidía y sus malas
decisiones.

—Acabas de tropezar, caer y golpearte muy duro con la realidad. ¿No es así? —
EunBin lo mira bajo sus ojos cristalinos. El mentón le tiembla débilmente
mientras su cuerpo delata su malestar emocional. Sobre todo, su decepción.
—Eun...

—JungKook, basta—. Pasa de él, apuntándolo con el índice para detenerlo—


Ambos sabemos que no es conmigo con quien quieres aclarar las cosas, al
menos no por ahora—. Al suspirar con pesadez, EunBin le da la espalda y se
adentra a la feria.

───────── •❁• ─────────

TaeHyung pone de cabeza el botiquín del baño para guardar una carga extra
junto a su inhalador, con la intención de perderse del otro lado del bosque.
Sabe que, de ir a su lugar favorito, JungKook lo buscará e intentará darle
explicaciones que no desea escuchar en ese momento. Lo único que quiere es
estar a solas y analizar cada paso que su corazón le ha dicho que estaba bien
dar.

El llanto sigue empapando sus mejillas y todavía así sigue negándose a llorar
abiertamente.

Se cambia de ropa, lanzando la que vistió esa tarde a un rincón, pretendiendo


simular que ese día nunca ocurrió en su vida.
— ¡TaeHyung!

— ¡Déjame en paz! —Grita, pasando por alto que es su padre es quien va


subiendo las escaleras con el corazón en la garganta por la preocupación.

—Hijo, ¿qué ocurrió en la feria? La gente...

— ¡Sí, sí, la maldita gente me vio salir corriendo de ahí casi llorando! —Lanza
un libro contra el piso, enfatizando su ofuscación nauseabunda por ese
maldito pueblo.

DaeHyun, aun con la respiración agitada, estrecha con fuerza el tembloroso


cuerpo de su hijo. Lo sostiene como si fuese a caerse en cualquier segundo,
con la intención de caer con él y amortiguar el golpe con tal de salvarlo.

TaeHyung niega efusivamente contra el pecho de su padre, aferrando sus


manos en sus costados, odiándose por mostrarse tan vulnerable,
especialmente ante él mismo. Gimotea y aprieta los dientes, angustiando a su
padre al seguir temblando.

—Hijo, cálmate—. Lo aparta y, con poco tacto, le limpia las mejillas antes de
buscar el inhalador entre sus bolsillos.

— ¡TaeHyung! —La voz de JungKook resuena escaleras abajo, provocando que


el aludido se tense y bufe de dolor.

— ¡No entiendes que no quiero verte!

—JungKook, este no es un buen momento—. DaeHyun levanta un poco la voz


y se interpone entre los jóvenes.

— ¡Necesito que me escuches! —Se jala el cabello hacia atrás, completamente


desesperado.
Cansado, TaeHyung pasa de ambos y sale tan rápido como puede de la
habitación. Pero a mitad de las escaleras es sujetado con fuerza de la muñeca
por JungKook.

— ¡Suéltame!

— ¡Deja de ser tan terco! —Obliga al menor a bajar las escaleras, coge las llaves
de la vieja camioneta, y sale con él casi arrastras.

— ¡Tú no seas tan cínico, Jeon!

JungKook lo carga de costal sobre su hombro hasta la camioneta, abre la


puerta del copiloto y lo lanza sin cuidado antes de rodear el cofre y montar el
vehículo. Enciende la camioneta y, raspando las piedras con las llantas, gira
hacia el sendero.1

— ¡¿A dónde creen que van?! —DaeHyun solamente ve la camioneta alejarse


rápidamente, respirando pesado a causa de bajar corriendo las escaleras para
alcanzarlos.
───────── •❁• ─────────

[24] ❁

Cuando su trasero golpeó el asiento y JungKook cerró la puerta del vehículo


con furia, TaeHyung sencillamente se cruzó de brazos y casi torció su cuello al
lado contrario con tal de no ver al mayor en todo el trayecto.

Deseaba golpearlo nuevamente para hacerlo sangrar hasta por las orejas por
comportarse como un cínico desvergonzado. Sin embargo, su lado sensible e
irracional, condimentado con celos, gobernó su corazón irremediablemente.

Ni siquiera lo tenso de la mandíbula del azabache y la exasperada expansión


de sus fosas nasales le basta para dirigirle el habla para calmar las aguas.
Prefiere apartar la vista, adepto a su absoluto silencio. No quiere doblegarse
por el afecto y el cariño que ha desarrollado por él.

— ¿Pero qué...? —Se inclina un poco hacia adelante al ver las enormes casas
flanqueadas por preciosos jardines y caminos diseñados para cada entrada.
El elegante infierno pudiente del que salió la causa de sus delirios juveniles y
hormonales, va recibiéndolo con la misma frialdad con la que se siente dentro
del pueblo en que creció. Agranda los ojos sin despegar la vista de cada
hermoso jardín y las lujosas casas. Nunca había ido a la villa, al menos no más
allá de la biblioteca que está a los límites a la salida hacia el pueblo. Y si ese
inmueble gubernativo le parece esplendido, por no decir bien abastecido de
literatura, las casas le parecen otro nivel de opulencia inalcanzable.

JungKook adentra la vieja camioneta en la cochera de su casa, apaga el motor


y dedica una mirada de ruego al anonadado TaeHyung. Respira con enfado y
ansiedad, deseando con todas sus fuerzas que el menor deje a un lado su
terquedad para poder hablar más de un minuto.

— ¿No vas a bajar? —De un movimiento apea del vehículo y rodea el cofre para
abrir la puerta del copiloto.

—Llévame de vuelta a casa, ahora, Jeon—. Con un delator temblor en su voz,


TaeHyung ladea la cabeza y cruza los brazos. Si bien, JungKook lo carga
dificultosamente al sostenerlo de la espalda y las piernas para llevarlo hasta la
entrada de la casa.

TaeHyung patalea y agita los brazos contra el cuerpo ajeno, provocándole


risas reprimidas a JungKook por causa de su adorable e infantil conducta. Ve
lo mucho que le cuesta a JungKook abrir la puerta principal, ya que no lo
suelta por ningún motivo y él tampoco deja de intentar alejarlo.

Al entrar ven las luces están apagadas y sienten el silencio reinando en la


amplia casa.

—Tranquilízate y escúchame, por favor—. JungKook lo baja en cuanto cierra la


puerta con el pie. Enciende las luces bruscamente al pasar la mano sobre las
pastillas, esperando alguna respuesta de TaeHyung.
—Vete al infierno—. Busca con la mirada algún sitio por el cual escabullirse y
salir de la casa.

—Que testarudo eres—. Lo sujeta de los hombros, sin atisbo de dureza. Más
bien de miedo. De verdad se ve desesperado y decaído.

TaeHyung oprime sus puños al alejarse para caminar por la enorme casa,
dejando en el recibidor su calzado para ir a la sala de estar y evitar lo más
posible la cercanía de Jeon.

Jeon sigue a TaeHyung para poder entablar una conversación tranquila, pero
el menor lo mira cual felino asustado, con el pelaje erizado y dispuesto a
rasguñar si es necesario.1

—Dame las llaves, déjame volver, no quiero estar contigo—. Sus ojos se
cristalizan impotentes. Ya no soporta el traidor temblor de su cuerpo al verlo
luchar por acercársele.

— ¡Carajo, Tae! ¡¿No crees que el encabronado debería de ser yo?! —Suelta
una risa burlona, casi ahogada en dolor.

— ¡¿Y tú por qué?! —Se queda quieto, luciendo una consternada mirada.

— ¡Por haber ido a la feria con ese estúpido! ¿Te parece poco?1

—No me hagas reír, Jeon. Fui con mis amigos, no con HoSeok—. La risa
mezclada con su voz rota no es buena combinación. Cruza los brazos,
maldiciéndose internamente por el evidente temblor de su mentón.

Dispuesto a todo, JungKook se apresura en acercársele para acorralarlo


contra la pantalla.
—Si yo puedo creerte, ¿por qué tú a mí no? —Ignorando que SeokJin pueda
mandarlo al diablo por marcar los dedos en la pantalla, Jeon flanquea la
cabeza del menos con los brazos para verlo con súplica.

—No puedes creerme así de fácil, Jeon.

—Dame un motivo para no creerte ciegamente y podremos gritarnos todo lo


que quieras.

—Yo...

—Ni para mentir eres bueno, TaeHyung. ¿Así quieres que no te crea tan fácil?

— ¡No vinimos a hablar de mí! Tú... tú eres quien debe de dar las
explicaciones—. Apoya más su cuerpo contra la pantalla, inclinándola un poco
contra la pared.

—Bien, entonces me escucharás de una buena vez.

— ¡Vamos, habla de una maldita vez para que pueda irme!

Con una sonrisilla, Jeon suspira y acuna una mejilla de TaeHyung. Acaricia la
tersa piel con el pulgar. Explica serenamente que su decidía provocó aquel
mal entendido, que las dos oportunidades de hablar con EunBin fallaron
garrafalmente al no tener la suficiente valentía para encarar lo que su
estúpida borrachera provocó esa noche que ella se ofreció a llevarlo al pueblo.
No se justifica, simple y llanamente detalla como su poco esfuerzo lo estrelló
aparatosamente contra la realidad e hiriendo a dos personas que no lo
merecen.

Con el corazón punzante, TaeHyung baja la cabeza para limpiar sus ojos con
las manos.
JungKook entrelaza sus manos con las ajenas al apoyar sus frentes, buscando
contacto visual con esos cristalinos ojos color miel que delatan vergüenza y
timidez.

—Te quiero, TaeHyung. Por eso te creo ciegamente.3

—Jeon...—ladea la cabeza. Quiere decirle que también lo quiere, que quiere


estar a su lado, que desea estar entre sus brazos. Pero el rostro desconcertado
de la muchacha sigue martilleando su conciencia con sumo desagrado, más
que nada porque ella también debe de estar enfadada y dolida.

A fin de cuentas, ella tampoco tuvo la culpa.

—Tae, deja de ser tan terco—. Le coge del mentón para verlo a los ojos. A
milímetros de su boca vuelve a susurrar—Te quiero, ¿cómo te lo hago
entender?

Humedeciendo su boca y mordiendo su labio inferior, TaeHyung acerca sus


labios con los ajenos mientras cierra los ojos suavemente. Aferra las manos en
la playera de JungKook, acercándolo como la primera vez que se besaron.

JungKook sujeta de la nuca a TaeHyung para besarlo gustoso y coloca las


manos en la cintura ajena, acercando más contra si a quien adora.

— ¿Estás bien?

—Lo estoy—. Baja la mirada, todavía con la boca cerca de la ajena, sintiendo el
intenso rubor trepar hasta sus mejillas. Admite estar nervioso y menos
molesto. Juega con la punta de sus pies cubiertos por unas calcetas blancas.

Bajo una tenue sonrisa, Jeon entrelaza su mano con la de TaeHyung para
guiarlo escaleras arriba hasta su habitación.
Con el corazón latiéndole a mil por hora, TaeHyung jura que ese rubor en sus
mejillas ha gobernado su cuerpo. No da crédito a que no sólo este en casa del
alcalde, sino que esté a punto de adentrarse a la habitación del hombre que le
gusta y quiere.

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Y no es como si no hubiese visto la habitación de, en ese entonces, el único


muchacho con el que sostuvo una relación. Estar dentro de la habitación de
HoSeok nunca implicó pasar de segunda base, sobre todo cuando el castaño
fue criado bajo un concepto muy conservador al igual que él. Sin embargo,
TaeHyung admite que le hubiese gustado, de alguna forma, que HoSeok le
demostrara que era sexualmente atractivo.

Aprieta la mano a la altura de su corazón, sintiendo la incandescencia azotar


cada nervio de su anatomía cuando Jeon abre la puerta de su habitación y
enciende la luz. Se sorprende al ver que es lo contrario a la suya. La cama
matrimonial, cubierta con un edredón negro con blanco, está al lado de un
ventanal que da a un balcón pequeño; un escritorio, atiborrado de ropa sucia
y libros desordenados, se encuentra en la pared al otro lado de la cama; al
lado del mediano closet se encuentra una pantalla colgada a la pared, y en
una mesita hay una consola de videojuegos; y al lado del closet está la puerta
anexa al baño.

— ¿Cómo has vivido en mi casa todo este tiempo? —Todavía sorprendido, se


acerca al ventanal y abre de par en par las ventanas para salir al balcón. Apoya
las manos en el barandal de piedra, apreciando el amplio jardín rodeado por
pinos y algunas matas de flores. <<Dalhias y... ¿crisantemos violetas? >>

—Le pedí a mi madrastra que las plantara. La llamé al siguiente día que me lo
dijiste, mientras te bañabas, para pedirle ese favor.

—Me has sorprendido, Jeon—. Hace una mueca burlesca, volviendo a ver las
flores iluminadas bajo los faroles, pasando por alto la adoración con la que es
observado.

JungKook sonríe dentalmente al entrelazar sus manos al apoyarse en el


barandal, dispuesto a observar el mismo espacio ante ellos. El suave viento
que se digna en aplacar un poco el calor veraniego, acaricia sus pieles. Si bien,
es la fresca fragancia que TaeHyung desprende la que lo debilita
irremediablemente. Hierbabuena colándose en sus fosas nasales cual céfiro
hasta anidarse en sus pulmones, atrayéndolo jovialmente a ese cuerpo y a ese
corazón.

Completamente despistado, TaeHyung entra de nuevo a la habitación


recorriéndola con la mirada mientras se sienta en la orilla de la cama. Apoya
las manos detrás de su cuerpo mientras balancea juguetonamente los pies. En
verdad le agrada ese espacio. El aroma de la colonia del mayor, el tono blanco
en la tapicería y la ropa bicolor de la cama, la carga de elegancia y sutileza, así
como el techo alto, lo tienen encantado. Pero lo que más le gusta es la mullida
y enorme cama, dejándolo en claro al recostarse con los brazos extendidos
lado a lado de su cabeza mientras suspira y le repite la pregunta a JungKook
cómo ha podido dormir en la diminuta habitación de visitas.

Esa inocente postura, iluminada por una colorida sonrisa y la serena expresión
del menor excitan el corazón de Jeon. Está de pie en el umbral del ventanal,
auscultando cada centímetro del cuerpo acurrucado cual minino en medio de
su cama. Se siente torpe e inexperto, reconociendo en sus adentros que su
cuerpo únicamente ha experimentado el placer carnal bajo los efectos del
alcohol. Donde afortunadamente los preservativos era lo único que no se le
escapaba, si bien sí el verdadero deseo y placer de tocar más que el cuerpo de
alguien más.

— ¿Ya dejarás de mirarme y te acostarás conmigo? Tu cama en verdad es


deliciosa—. Acurrucándose de lado, con las manos bajo sus mejillas,
TaeHyung estrecha los ojos en amago de calma.

—Encenderé primero la luz.

—Nada más la lámpara de noche, ven—. Da golpecitos en el espacio a su lado,


sonriéndole tiernamente al verlo rascarse la nuca y soltar risitas torpes.

JungKook siente los latidos de su corazón destrozar sus tímpanos. Nunca se


sintió tan premioso ante alguien. Claro, el alcohol era un excelente aliciente a
sus estupideces, y bien lo comprobó al engañar a EunBin, además de
destrozar su deportivo favorito, incinerando la cafetería del pueblo a su paso.
Sin embargo, estar cerca de TaeHyung, sabiendo que su padre y su madrastra
no volverán hasta algunos días después, le crea un torbellino arrasador a su
sistema.

Recostado a su lado, el azabache contempla la brillante piel del joven rubio.


Lo toca con la punta de los dedos, cerciorándose de que en verdad está en su
espacio personal.

—Lamento haberte hecho todo eso.

—Deberías disculparte con esa muchacha también—. Entrelaza la mano


corazón con la siniestra del contrario., mostrando orgulloso el brazalete de
cuentas blancas contrastando con la de cuentas negras.
—También tú me sorprendes.

— ¿Yo por qué? —Conecta sus miradas, causándole más nervios al azabache.

—Por tu nobleza.

—No lo soy—. Baja la mirada, robándole los nervios al mayor para que su
cuerpo los experimente de hito en hito.

— ¿Entonces por qué quieres que me disculpe con EunBin? Cualquiera en tu


lugar la hubiera mancillado con degradaciones.

—No la conozco. Y en todo caso, quien me hubiese herido serías tú, no ella—.
Entrelaza sus manos una y otra vez sin intención de verle de nuevo a los ojos.

—Ella hubiera sido la razón.

— ¿Y? Se supone que tú limitas tus acciones—. Un poco molesto, se apoya en


un codo para encararlo.

Con una risita, el azabache imita su postura y le acaricia la mejilla.

—Tienes toda la razón, bonito.

—Torpe.

Con la sonrisa aflorando en su boca, Jeon besa con ternura a TaeHyung.

Ambos cierran los ojos, disfrutando del agradable viento irrumpiendo entre
las cortinas blancas, acercando sus cuerpos para abrazarse al recostarse
suavemente. Y juguetonamente, TaeHyung entrelaza su pierna con la de Jeon.
Sonríen en medio el beso, intercambiando fugaces miradas y suspiros al
acomodarse para seguir con su ensoñado momento.

—Jeon, yo quiero...—se aparta un poco, jadeando junto al alocado latir de su


corazón. Lo siente atravesar su caja torácica y bombardeando sus tímpanos.
— ¿Te sientes mal, bonito? —Lo ve con miedo.

—Quiero estar contigo—. Deseaba cerrar los ojos y esperar réplica, pero su
cuerpo no reaccionó a tiempo y clavó sus almendrados ojos con los
chocolates del mayor.

Entre la sorpresa y la excitación, Jeon traga duro al terminar de asimilar las


palabras de quien lo mira con expectación.

—Tae, no creo que...

—Jamás he estado más seguro de algo en mi vida. No además de querer


largarme de ese horrible pueblo.

Tembloroso, el azabache se sienta a su lado y repasa su habitación con la


mirada. Se detiene en la mesita de noche, recordando que antes de su castigo
social compró un par de condones y los dejó en el cajón.

— ¿Jeon? —Se sienta a su lado, con la misma cantidad de adrenalina


corriendo por sus venas.

— ¿Estás... seguro? —Entrelaza sus manos y juguetea con sus dedos.

Abrazándolo por la espalda y regando besos en su nuca, TaeHyung asiente al


besarle el lunar de su cuello.

—Quiero que seas mi primera vez, JungKook.3


───────── •❁• ─────────

[25] ❁

La mente de Jeon divaga en el tibio aliento golpeando su nuca y en el ligero


temblor del cuerpo que lo abraza por la espalda. No es miedo, sabe
perfectamente que es la adrenalina escapándosele entre suspiros al chico de
cabello dorado. Cierra los ojos al suspirar y comenzar a dejarse llevar por la
misma excitación gobernándolo hasta la médula. Gira un poco y estrecha la
cintura de TaeHyung, apoyando sus frentes juntas.

Los ojos almendrados de TaeHyung destellan emocionados e impacientes por


experimentar en carne viva lo que en sueños ha experimentado innumerables
veces. La nerviosa risa de Jeon golpea sus tímpanos y su cuello al ser besado
con ternura. Respinga al sentir el rasposo tacto anidarse bajo su holgada
playera, deslizando la punta de los dedos por su cintura y su espalda baja.

—Te quiero.
—También te quiero, Tae—. Con una sonrisa dental, JungKook recuesta a
TaeHyung sobre el suave edredón. Se toma el tiempo de delinear su fornida
figura con la mirada y la punta de sus dedos, deteniéndose en los músculos
suavemente marcados que lo enloquecieron al estar empapados por la clara
agua del lago.

El beso se intensifica, sus lenguas se encuentran con suaves movimientos,


degustando sus labios como si fuese la última vez que los probaran. TaeHyung
enrolla los brazos en el cuello de JungKook, acercándolo al punto de apegar
sus pechos y de rozar sus pelvis. Gimen bajo, continuando con el beso que va
subiendo de tono junto a sus caricias que retiran sus prendas superiores.

Apartándose un poco, Jeon se coloca entre las piernas de TaeHyung para


despojarlo de su pantalón. Desliza la prenda por sus largas piernas,
conteniendo el aliento al ver su entrepierna excitada bajo el bóxer azul pálido.

— ¿De verdad quieres hacer esto? —Recorre los muslos con parsimonia,
mordiéndose el interior de la mejilla, deseando un sí de esos rojizos labios.

—Dame una razón por la cual no debamos y podremos gritarnos de nuevo—.


Estira una pierna y flexiona la otra, envolviendo provocativamente las caderas
del mayor.

JungKook sonríe dentalmente y asiente cada vez más seguro de la situación


entre sus manos. Se estira un poco y abre el cajón de la mesa de noche,
sacando un condón y el lubricante.

TaeHyung traga duro al ver el envase y el preservativo, haciéndose a la idea de


que a partir de ese punto las cosas van a cambiar muy en serio. Al ver las
manos nerviosas de JungKook, se apoya en un codo para quitarle el envase y
el condón de las manos. Siente su corazón perforarle el pecho, pero las ganas
de demostrarle que está bien son poderosas.
El silencio reina entre ellos, junto a las dominantes estrellas surcando el
manto nocturno, manteniéndolos en un estado de confort que TaeHyung
aviva al besar a JungKook. Sus largos dedos se ocupan en desabrochar los
pantalones ajenos, casi arrancándolos de las largas piernas del azabache, y
permitiendo que el cuerpo ajeno se cierna sobre el suyo. Apenas abre los ojos
para deleitarse visualmente, extasiando su tacto al acariciar la piel de los
muslos hasta el ruedo del bóxer negro que marca una evidente erección.

Antes de darse cuenta, los nervios se han difuminado entre caricias y besos.
TaeHyung suspira completamente enamorado, al igual que JungKook al
recorrer su cuello con suaves besos.

—Espera, bonito—. Susurra, busca de nuevo el envase y el condón.

—Sin esto—. Decidido, TaeHyung detiene a JungKook al verlo coger el


condón.3

— ¿Seguro? —Se acomoda entre las piernas de TaeHyung al verlo asentir,


perdiéndose en sus gestos y en sus suspiros al acariciarlo para no lastimarlo.

TaeHyung aferra las manos en el brazo que lo flanquea y soporta el peso


ajeno. Muerde con fuerza su labio por la intromisión entre sus glúteos. Frunce
el ceño y suelta suspiros en una mezcla de dolor y placer, deseando que al
recibir a Jeon no sea tan intenso y doloroso como empieza a imaginarlo.

—Dime si te hago daño—. JungKook le susurra al oído y le besa la sien.


Acomoda su pelvis entre los muslos de TaeHyung al dejar de acariciarlo,
acomodando su miembro en la partidura que dilató previamente.

— ¡Ah! —Aprieta los ojos y entierra las uñas en los brazos que soportan el peso
ajeno. Flexiona las piernas, oprimiendo las caderas del azabache.

—Tae...
— ¡Cielos! —Junta sus pechos al abrazarlo, implorando entre suspiros que el
dolor se reemplace pronto en placer. Esconde el rostro ruborizado en el cuello
del mayor, suspirando pausadamente al sentir un poco de sopor—Sigue...—
bisbisea delicadamente.

—Tae...—el azabache penetra completamente al rubio, moviendo suavemente


las caderas mientras siente el anillo de músculos recibirlo. Suelta un profundo
suspiro ronco por la abrazadora sensación, una completamente nueva en
todos los sentidos—Recuerda que te quiero—. Besa el cuello del menor,
rozando ligeramente su perfil con la punta de su nariz mientras da un leve
empujón con las caderas.

—Te quiero—. Rodea el torso del mayor con sus brazos, gimiendo
entrecortadamente cuando éste comienza a penetrarlo. Puede sentirlo entrar
y salir lentamente. El punzar ya no carcome sus entrañas, es el placer el que
domina cada fibra de su cuerpo.

Poco a poco la habitación se impregna de los suaves gemidos del menor, de


los roncos gruñidos del mayor por controlar la glorifica sensación de estar
dentro de quien quiere. Sus bocas se encuentran dulcemente, sus lenguas
juegan apasionadamente y sus caricias calcinan sus nervios a flor de piel.

TaeHyung mueve las caderas, debilitándose por cada choque de sus cuerpos,
sonriendo con el ceño fruncido cuando JungKook roza su punto dulce en cada
embestida. Enreda un brazo en la espalda ajena y sus dedos en el enmarañado
cabello ébano, buscando cercanía.

— ¡Así! —Contrae el rostro en placer y estrecha con fuerza el cuerpo de su


amante, contoneando su pelvis al ritmo de las penetraciones.

—Tae...
JungKook acaricia las piernas de TaeHyung, abriéndolas un poco más y
empujando su cuerpo contra el ajeno. El calor es sofocante. Su orgasmo está
por llegar, y sabe que el del menor igual al resentir su miembro balancearse y
friccionar entre sus cuerpos.

— ¡Ah! Amor, sigue... ¡ah! —Una y otra vez, con suavidad y profundidad,
JungKook lo penetra hasta hacerle perder la cordura.

La suavidad con la que sus cuerpos se encontraron ha rebasado la mesura,


alcanzando lo descarado y desafiante. Es maravilloso como sus pieles se rozan
incontables veces, despertando sensibilidad y sensualidad incluso con la
punta de los dedos tocándose en busca de enredarse cariñosamente.

—Joder... Tae...—tensa los músculos al soportar su peso al estirar los brazos y


eyacular dentro del menor mientras lo sujeta de la mano.

— ¡Carajo! —Sonríe con los ojos cerrados, entrelazando con más firmeza su
mano con la ajena.

El menor respira agitado, tanto que juraría perder el aliento si no alcanza su


inhalador de inmediato. Si bien, al manchar su abdomen y el del azabache,
jura que esa falta de oxígeno fue por ese tan afamado orgasmo que juran hace
ver estrellas. Pero el tocó las llamas del infierno, pudo ver el fulgor del más
deseable pecado frente a él, perdiéndose entre sus llamas al recibir al mayor
en su interior en más de un sentido.

Sin salir del cuerpo de TaeHyung, JungKook deja caer su cuerpo sobre él tras
verlo humedecer su boca y suspirar profundamente embelesado. Lo estrecha
con fuerza, hundiendo la mejilla en su desacompasado pecho, oyendo el
frenesí con el que su corazón late al igual que el suyo.
La fina membrana de sudor en sus pieles es disipada por la brisa colándose
por el ventanal, refrescándolos y regresándolos de su pequeña nube a ese
espacio terrenal.

—TaeHyung.

— ¿Sí?

—Te amo.

───────── •❁• ─────────

YoonGi se encuentra recargado en la valla de protección del carrusel,


escuchando como el hijo del agricultor molió a golpes al hijo del alcalde. Entre
más escucha, se fastidia por los radicales y muy cambiantes chismes que no se
deciden en la razón por la cual se confrontaron ese par de idiotas. Aunque,
después de todo, son rumores acondicionados a conveniencia. Muy bien lo
sabrá él, donde la villa no se salva de ser igual de envenenada con rumores
golpeando el ambiente.

Sabe que, si no se mueve para buscar a SeokJin y a NamJoon se verá


sometido a interminables sermones de parte del primero, por simple y
llanamente querer alejarse un poco. Y por supuesto, su pereza matutina,
diurna y nocturna no le permite ese agraciado lujo de (im)paciencia ofrecido
por el mayor de los Jeon.

Con las manos en los bolsillos de su cazadora, va escurriéndose entre la gente


que pareciera no tener otra cosa en sus labios más que la riña efectuada hace
poco más de una hora. Hastiado de tanta ridiculez y entrometimiento, YoonGi
rebusca entre sus bolsillos sus audífonos y un cigarro. A punto de colocarse los
audífonos, escupe el pitillo al ver a pocos metros la maravillosa figura de Park
JiMin al lado de alguien que le causa repugnancia.

<< ¿Por ese imbécil me cambió? >>. Contrae el rostro en cólera, cerrando el
espacio a grandes zancadas que parecieran abrir la tierra de un segundo a
otro, sabiendo muy bien que JiMin no es de una calaña tan baja como desea
pensarlo para no sentirse tan miserable.1

— ¿En serio, Park? —Apunta con desprecio al acompañante del peli-rosa claro,
no sin haberlo asustado y causar que soltase su algodón de azúcar.

—YoonGi hyung, ¿qué haces aquí? —JiMin da un paso cerca de su


acompañante, mismo que viste unos vaqueros, gris obscuro, entallados y una
camiseta negra ajustada de manga larga.

Muy encolerizado, YoonGi suelta una risita burlona al interponerse entre el


peli-rosa claro y el sujeto de cabello teñido de violeta lívido. Le da un empujón
sin provocarle la más mínima impresión, hasta que sujeta de la muñeca al
menor de los tres y lo lleva a la fuerza lejos de su presencia.

JiMin va exigiéndole que lo suelte, pero YoonGi solo piensa en el malestar


estomacal que le dio ver a su añorado tormento al lado de alguien más.

Quienes los ven alejarse tan escandalosamente se pregunta qué pasó,


reconociéndolos enseguida como residentes de la villa, engullendo sus
lenguas viperinas con un nuevo chisme. Lo que no sabe la gente del pueblo es
la razón por la cual JiMin y YoonGi están distanciados, al punto de crear caos
al encontrarse de nuevo, y esa razón es simplemente una injustificada relación
oculta que Park ya no deseaba sostener en la sombra.

YoonGi es bien conocido por ser alguien impolítico, bastante arisco e


indiferente para con los demás. Si bien, ese caparazón no es más que un
arquetipo que oculta su más profunda atracción por el único joven que ha
sabido enloquecerlo de amor y celos, Park JiMin. Desde que ese agraciado
hombre le encantó con una presentación de danza contemporánea, en el
escenario escolar, YoonGi, secretamente, se aficionó a ese estilo de baile. O,
mejor dicho, al dulce muchacho que recrea los más sublimes movimientos
con su cuerpo sobre un escenario y bajo un atrayente matiz musical.

Quedó flechado, profundamente. Pero la sola idea de manchar su reputación


por caer de rodillas ante alguien ajeno a su estructura social autoimpuesta,
era algo que en su estilo de vida no se le estaba permitido. Bebidas, fiestas,
cigarros, porros, amantes, desveladas en tiempo académico, y ausencias por
días, eran algo que sabía muy bien ese hermoso hombre no toleraría y que él
no estaba dispuesto a dejar.

Es por eso que, al poder conquistarlo, bajo el radar de la indiscreción juvenil,


lo sometió a una dulce tortura: sostener en secreto su relación, incluso a ojos
de sus amigos.

Por su puesto, JiMin accedió por mero amor al hombre arisco que se dignó en
bajar de su pedestal como el más impasible para conquistarlo.

Al principio todo iba de maravilla, incluso era excitante poder encontrarse tras
bambalinas y poder mirarse como no podían hacerlo frente a los demás. Pero
lentamente, JiMin comenzó a cansarse y a desesperarse por no sentirse lo
suficientemente digno para ir de la mano en público con YoonGi, sumando el
hecho de querer compartir su felicidad con sus amigos.

¿Remedio? JiMin le dio un ultimátum, mismo del que YoonGi se burló en su


cara. ¿Resultado? YoonGi fue abofeteado e insultado de la peor manera, con el
completo silencio de JiMin y su frialdad al pasar a su lado como si no existiese.

— ¡Deja en paz a JiMin de una vez! —El tipo con el que iba Park, sujeta del
hombro a YoonGi, propinándole un certero golpe en las costillas y un empujón
en su pierna con sus botas estilo militar.

— ¡Bastardo!

— ¡Déjanos en paz, hyung! —JiMin se interpone al verlo levantarse con un


quejido entre sus dientes. Más que asustado, está dolido. Ese malvado
hombre lo orilló a alejarse porque se negó a mostrarle al mundo su bella
relación, y ahora se atreve a celarlo vergonzosamente. <<Lo peor es que aún lo
quiero>>.

— ¡¿En serio estás saliendo con este imbécil?!

— ¡No hables así de MoonKyu! —Lo empuja del pecho, mirándolo con tristeza.

—JiMin, será mejor que nos vayamos, esto no vale la pena—. Manteniendo la
calma, MoonKyu lo sujeta de los hombros para irse.

—Lo mejor es que no vuelvas a buscarme, YoonGi hyung—. JiMin no duda en


dejarlo encolerizado al irse al lado del peli-violeta.

Con los nudillos blancos, YoonGi los ve irse entre la gente que los observa con
la misma voracidad que a HoSeok y a JungKook cuando riñeron.

— ¡¿Qué miran buitres?! —Su blanquecina piel se torna roja. Está furioso y la
llegada de SeokJin aviva ese descontrolado fuego.
— ¿Se puede saber qué estás haciendo?

—No me jodas, Jin, no estoy de humor.

—Relájate, ¿quieres? —NamJoon saca una paleta de su boca al mismo tiempo


que ve en la dirección por la que se fue JiMin—Nosotros no tenemos la culpa
de tus estupideces.

—Jodanse—. YoonGi se abre paso bruscamente de vuelta al auto.

───────── •❁• ─────────

—Te amo.

JungKook apoya el mentón en el pecho de TaeHyung, conectando sus


obscuros ojos en los ojos almendra que se muestran sorprendidos.

TaeHyung apoya las manos en los hombros ajenos, a la vez que un caluroso
rubor se expande por toda su piel.

—Estás bromeando—. Quiere afirmar sin dejar de verlo muy sorprendido.

Saliendo cuidadosamente del tibio cuerpo, JungKook se acomoda a un lado al


apoyar su peso en su codo. Alcanza la mano corazón del menor y entrelaza sus
dedos para besarle los nudillos antes de apoyar la frente con la ajena,
sonriendo débilmente con los ojos cerrados.

—Es la primera vez que los siento de corazón.

TaeHyung comienza a experimentar las anécdotas que lee de las novelas que
descansan en sus repisas; advierte las múltiples mariposas destrozando
despiadadamente con sus revoloteos sus entrañas, exigiendo salir por su boca
de un segundo a otro, y percibe la pureza con la que esas palabras fueron
dichas. Acepta que no esperaba escuchar esas palabras después de entregarle
su virginidad.

Está descubriendo que puede dejarse llevar por sus más sublimes impulsos y
entregarle su cuerpo y corazón a quien menos imaginó. Es por eso que su
mueca es de felicidad pura, matizada con una pizca de sorpresa,
permitiéndose decir lo que sus labios tanto anhelaron pronunciarle a quien lo
hiciera perder la cabeza.

—Jeon—. Frunce el ceño, tratando de denotar seriedad al acunarle las


mejillas.

— ¿Sí, bonito? —Sonríe al ver su hermoso gesto.

—Te amo, JungKook.1


───────── •❁• ─────────

[26] ❁

TaeHyung delinea el perfil de JungKook con la punta del dedo, sonriendo sin
dejar de morderse el labio al ver los gestos que el mayor hace por las
cosquillas. Es la primera vez que lo ve dormir y admite que le encanta
presenciarlo, sobre todo por la razón por la cual lo tiene a su lado en la misma
cama.

La masculinidad de Jeon se ve completa con la puerilidad que desprende con


un sencillo acto como dormir, con los ojos ocultos bajo su cabello alborotado.
TaeHyung sigue recorriendo la piel del mayor con el dedo, deslizándolo por
las cejas, las pestañas, la nariz y la pequeña cicatriz en el pómulo izquierdo.1
—Buenos días, bonito—. JungKook lo sujeta de la cintura para atraerlo
suavemente contra su pecho— ¿Te sientes bien?

TaeHyung niega suavemente contra el pecho desnudo de JungKook,


avergonzándose un poco por el leve dolor en su cintura.

—Por si bien te refieres a que la cintura me matará durante un buen rato,


entonces lo estoy—. Apoya el mentón en sus manos acomodadas en el pecho
del mayor, viéndolo con una pizca de burla.

JungKook ríe junto a TaeHyung, ocultando su boca en el cabello rubio de


quien ahora lo mira mal.

—Ya pasará el dolor, lo prometo—. Lleva una mano a la espalda baja de


TaeHyung y la otra mano en su trasero para acariciarlo dulcemente.

—Claro, como si supieras de lo que hablas—. Le muestra le lengua,


contagiándose enseguida de la risa que no abandona a JungKook.

—Sé de lo que hablo cuando te digo que me gustó ser el primero en tu vida,
bonito—. Coloca ambas manos en la cintura baja del menor, acariciando
suavemente la zona con parsimonia.

—Aunque no lo parezca, también me gustó ser el primero en tu vida—. El


menor sonríe mientras cierra los ojos, disfrutando del contacto con el hombre
que lo hace muy feliz. Sabe que JungKook no era virgen, pero no demerita el
hecho de que al haber estado juntos el azabache realmente le hizo el amor
con el corazón en la mano—Apuesto a que pensaste que estuve con HoSeok.1

—Nunca se me cruzó por la cabeza—. Pasea las palmas de sus manos por la
espalda ajena—Olvidémonos de él y de todo lo demás. Quiero disfrutar este
tiempo a solas contigo—. Juguetonamente, JungKook se hunde bajo las
sábanas sin soltar a TaeHyung. Desliza algunos besos por el torso ajeno,
posando sus labios en el vientre que se muestra suave y perfecta para hacerle
cosquillas.

— ¡Basta, voy a orinarme! —TaeHyung grita entre risas, intentando porque


JungKook deje de hacerle cosquillas. Si bien, el mayor lo tiene fuertemente
sujeto de las caderas mientras también le besa el torso desmedidamente.1

—Me encantas tanto—. Todavía bajo las sábanas, JungKook cambia sus risas
por una serena expresión. Con las manos de TaeHyung sobre sus hombros,
observa y toca delicadamente el cuerpo que hizo suyo anoche. Se toma el
tiempo de admirar cada centímetro de esa suave piel, tocándola con la punta
de los dedos como si deseara encontrar una constelación. Cierra los ojos y
hace lo mismo con sus labios, deslizándolos lentamente hasta llegar a un
pezón y besarlo superficialmente.

Con la boca abierta y los ojos cerrados, TaeHyung exhala ahogadamente y


enrosca los dedos de sus pies por cada caricia, por cada beso y suspiro
dibujado sobre su cuerpo. Siente a JungKook memorizar su cuerpo con la
punta de su lengua, y le gusta como no tenía idea. Respinga cuando los labios
del azabache mordisquean un poco uno de sus pezones, lamiéndolo sin
premura, mientras lo estrecha de la cintura.1

—Tengo un poco de miedo—. Esparce besos en el pecho ajeno, llegando hasta


las clavículas y el hombro izquierdo.

— ¿De qué? —TaeHyung pasa sus dedos por el cabello ébano, alborotándolo
más.

—De que el verano acabe—. Frunce el ceño. Es cierto, Jeon JungKook tiene
miedo y muy en el fondo sabe la razón.

—Pero seguiremos viéndonos, ¿no es así? —. Está vez TaeHyung le dedica una
inquisitiva mirada llena de inseguridad.
En una milésima de segundo, los sueños de Jeon de largarse a una
universidad, lejos de la villa y de su padre, se ven reemplazados por una
poderosa razón que se ha convertido en su nuevo motivo, Jung TaeHyung. Lo
único que anhela es que ese atractivo joven este a su lado sin importar que,
esperando ser el mismo soporte y motivo de él para seguir adelante.

—Vete de este lugar conmigo—. Propone de pronto, sintiendo la emoción


anidarse en su pecho.

— ¿Qué? —Se aparta un poco para verlo fijamente a los ojos. HoSeok le había
planteado la idea bajo una pregunta mezquina, y él apenas la había rumiado
en su corazón en cuanto la escuchó: "¿Verdad que si decido irme de aquí me
seguirás a donde vaya para estar conmigo?".

Y no es que no desee estar con JungKook, pero sostiene el dedo en el renglón


de que aún son jóvenes para arriesgarse a darle la espalda a su viejo mundo y
enfrentarse a uno nuevo. Aprecia en los obscuros ojos del azabache el mismo
miedo, pero las infernales ganas de comerse esos mundos para buscar su
propio camino. La oportunidad de irse del pueblo, de poder comenzar de cero,
está ante él y en bandeja de oro por la persona que ni por asomo creyó le
entregaría su corazón.

—Estás diciendo locuras—. TaeHyung se mueve un poco lejos del abrazo de


JungKook.

—Claro que no. Tú como yo quieres alejarte para comenzar de cero—.


JungKook se sienta sobre la cama, con la sábana cubriendo su pelvis,
dedicándole una frustrada mirada al menor.

TaeHyung imita su postura, alejando sus manos al intento de JungKook por


convencerlo. Cierra los ojos y humedece su boca, dándose un poco de tiempo
de procesar tal verdad. Ambos quieren irse, pueden encontrar un empleo y
buscar un modesto lugar para sobrevivir una temporada. << ¿Pero eso
bastará? ¿No matará lo que sentimos el uno por el otro? >>

—Será mejor que baje a preparar el desayuno. ¿Te gustan las tortillas
francesas? —TaeHyung se mueve con cuidado al alcanzar su ropa interior y la
playera que Jeon usó la noche anterior para vestirse.

—Bonito, lo dije en serio. Vayámonos juntos. Que todo este maldito lugar se
vaya al infierno.

Mostrándole una suave sonrisa, TaeHyung lo mira sobre su hombro antes de


cruzar la puerta. ¿Cómo decirle que no? ¿Cómo negarse a una alocada y
fantástica idea? Quiere aceptar su propuesta antes de que su raciocinio gane
la partida y vuelva a cimentarse en la dura realidad. Tendrían que trabajar,
quizá dejar de estudiar un tiempo, y tal vez poco a poco se verían tragados por
la vida.

La libertad tiene un precio, y es lo sabe perfectamente.

—Te amo—. Sin más, TaeHyung baja a la cocina para distraer su palpitar
acelerado y sus hormonas exigiendo que haga caso de la propuesta.

Sí ha de irse con Jeon, necesita asegurarse de que sabrá afrontar cada una de
las consecuencias que se les vendrían encima.

Se acerca a la nevera y saca los ingredientes para preparar algunas tortillas


francesas. Agradece internamente aquellas tardes de terapia culinaria a la que
lo sometió su tía cuando la mujer que ambos amaban falleció.

— ¡Hum, hum!

Mira sobre su hombro de nuevo, esperando ver a Jeon recargado en la isla o


en el marco de la puerta, lanzándole una mirada de súplica para que acepte su
propuesta. Pero no es él a quien ve, sino a una figura que retrata muy bien
cómo se vería JungKook a los cuarenta años.

— ¡Alcalde Jeon!3

— ¿Dónde está mi hijo? —Tiene las manos en los bolsillos del pantalón de
traje, luciendo encima una camisa negra y una corbata rojo nacarado colgada
de su cuello. Sus penetrantes ojos escanean la figura ante él bajo unos
anteojos con montura redonda.

El rubio apaga la estufa y trata de cubrir sus muslos con la playera. Baja la
cabeza, sosteniendo lo más posible la dura mirada del hombre ante él. Traga
pesado, sintiendo la saliva bajar dolorosamente por su tráquea hasta que el
hombre vuelve a hablar con la misma aspereza:

—Es mejor que te vayas de mi casa. Le diré a mi hijo que su aventurilla ya se


largó—. Saca su cartera y extrae algunos billetes para lanzarlos sobre la isla
antes de dar media vuelta.

— ¡Oiga! Usted no tiene el derecho de tratarme de este modo y tampoco de


insultarme—. TaeHyung coge los billetes y los avienta al piso frente al hombre
que lo mira sin expresión alguna.

—Veo que tienes carácter. Nadie me habla de ese modo, mucho menos se
atreve a cuestionarme en mi propia casa.

—Siento lástima por quienes no se atreven a encarar a un idiota como usted.


Será el alcalde, pero ese título no viene con el respeto incluido.2

El alcalde Jeon carcajea un poco antes de devolver sus pasos a la cocina. La


forma en que ausculta a TaeHyung es aterradora. Es como si dejara caer una
tonelada de plomo sobre su cabeza, dejándolo enterrado bajo su desprecio.
— ¿Y crees que me interesa? No dependo de ese pueblucho del que vienes
para poder seguir siendo reelegido—. Suspira pesado—Ya te dije que es mejor
que te vayas de una vez—. Dándole la espalda, sale de la cocina para
encerrarse en su despacho.

Con el orgullo lacerado y su dignidad tambaleando en la cuerda floja,


TaeHyung lanza la espátula a donde sea antes de subir las escaleras y buscar
su ropa con la firme intención de largarse de ahí. Mira su alrededor al no ver a
Jeon en la cama, escuchando enseguida que esta bañándose en el cuarto de
baño anexo a la habitación.

—Que se vaya al infierno ese idiota—. Refiriéndose al padre de Jeon,


TaeHyung termina de vestirse para irse sin esperar al mayor. En cuanto abre la
puerta principal, tropieza con alguien— ¡Lo siento!

— ¡Caray! ¿Estás bien?

—Lo siento, tengo que irme ya—. Sin mirar bien al hombre con quien tropezó,
TaeHyung soba su frente y monta la vieja camioneta de su padre para
marcharse.

───────── •❁• ─────────

Secándose el cabello con la toalla rodeando su cuello, JungKook baja a la


cocina para buscar a TaeHyung. Pero es a su hermanastro a quien encuentra
comiendo una de las tortillas francesas que el menor dejó en la sartén.
— ¿Apenas llegaste? —Mira a su alrededor, buscando al rubio.

—Sí—. Da otro bocado—Me quedé en casa de YoonGi. Por cierto, ¿sabías que
se encontró con JiMin y le armó un show? —Niega suavemente con la cabeza
al recordar la charla que tuvieron NamJoon y él con YoonGi la noche anterior.

— ¿Has visto a TaeHyung? —Se siente frente a SeokJin, cruzando los brazos
sobre la isla.

— ¿TaeHyung? ¡Claro! El muchacho guapo que tropezó conmigo hace unos


minutos. Se fue muy enfadado, ¿qué pasó?

— ¿Se fue? —Agranda los ojos, pensando en alcanzarlo para entender porque
se fue sin motivo alguno.

— ¿Puedes explicarme por qué no estás en tu servicio comunitario? —Ambos


hermanos miran la rígida figura del alcalde Jeon de pie bajo el marco de la
puerta de la cocina.

Rápidamente JungKook embona la poca información de su hermano,


sumándolo al hecho de no encontrar la ropa de TaeHyung en su habitación.
No lo duda ni un poco, está seguro de que su padre se topó con el menor y
seguramente lo amedrentó. Le dedica una furibunda mirada a ese sujeto que
se atrevió a herir a TaeHyung.

—Te encontraste con TaeHyung, ¿cierto? ¿Qué le dijiste para que se fuera tan
enojado? —Se levanta de su sitio, activando una alarma en su hermanastro,
quien lo sujeta de un brazo al pararse a su lado.

Con la misma inexpresión en su semblante, el señor Jeon mete las manos en


los bolsillos de su pantalón para sacar un pequeño fajo de billetes.

— ¿Te refieres a tu compañía de anoche? Se fue porque se sintió ofendido. Al


perecer esto le pareció poco.
JungKook siente sus venas arder de rabia al ver el dinero sobre la isla,
tratando de imaginar la impotencia y el dolor que TaeHyung debió
experimentar cuando ese hombre le insinuó que era un arribista. Retenido por
el agarre de su hermanastro, lo único que puede hacer es gritar iracundo.

— ¡No vuelvas a insultar a TaeHyung!

—Entonces deja de ser tan inmaduro y sienta cabeza, pero no con un infeliz
muchacho campestre.

—Ve a buscar a TaeHyung, hermanito, en serio se veía mal—. SeokJin le


susurra al notarlo temblar, necesitando alejarlo también de ese hombre que
pareciera disfrutar de su enfado.

—Tomaré prestado tu auto, SeokJinnie—. Haciendo caso, JungKook lanza la


toalla y empuja a su padre al pasarlo de largo. Calza los mismos borcegos que
dejó en el recibidor y monta el auto de su hermanastro para llegar
rápidamente a casa de TaeHyung.
───────── •❁• ─────────

[27] ❁

Sabiendo que Jeon es capaz de buscarlo en el barranco o en la casa,


TaeHyung decide pedirle asilo a su tía. Tan pronto estacionó la vieja
camioneta en la parte trasera de la casa, apeó y corrió para entrar por la
puerta de la cocina.

HaeSeuk deja de amasar al ver a su sobrino entrar, sorprendiéndose de verlo


ruborizado y con la nariz roja por culpa del llanto.

— ¡¿Quien se cree ese imbécil para tratarme de ese modo?!

— ¿Peleaste con Dae de nuevo? —Lo abraza como puede, apartando un poco
las manos llenas de masa del cuerpo temblando entre sus brazos.

— ¡Es un maldito bastardo, mira que lanzarme dinero a la cara creyéndome un


arribista!

—Tae, cariño...

Con toda la firmeza posible, dedicándole una pacífica mirada, HaeSuk acuna
las mejillas de TaeHyung con sus antebrazos debido a la mezcla cubriendo sus
manos. Lo ve sollozar y su mentón temblar al son de su rabia, provocándole
que el corazón se le parta.

—Tae, ¿de quién estás hablando?

—Del maldito padre de Jeon—. Sorbe por la nariz, limpiándola con el sobrante
de su playera.
— ¿Cuándo viste al alcalde Jeon? ¿Y qué ocurrió para que digas todas esas
cosas de él?

<<¡Demonios!>>. TaeHyung limpia su rostro con sus mangas, se acerca a la


barra y tumba su congoja sobre el alto banco. Ruega, muy fallidamente, que
su tía no haga especulaciones y se limite a consentirlo con algunos pastelillos.

Sin embargo, HaeSuk es más astuta de lo que aparenta e interpreta a la


perfección la muy evidente actitud de su sobrino. De cualquier modo, no dice
nada al respecto, pues el afligido matiz en el rostro de TaeHyung le indica que
debe ser cuidadosa.

—Tía, yo...—juega con sus manos, entrelazándolas una y otra vez, sobre sus
muslos—fui a casa de JungKook anoche—. Mantiene la mirada en sus manos.
Escucha el grifo y el chorro de agua, en segundos tiene las manos secas de su
tía sobre sus mejillas.

—Ese hombre debe sentirse avergonzado de haber sido un cretino.

—Te fallé a ti, a mi padre y a mi mamá—. Baja la mirada, siente que llorara de
nuevo.

HaeSuk suelta una risita sin malicia al sentarse al lado de TaeHyung. Apoya la
cabeza en el hombro de su sobrino y sigue hablándole mientras entrelaza sus
manos bajo la barra.

—Aunque no lo parezca, tu padre está igual de orgulloso como lo estaría mi


hermana de ti—. Le besa la mejilla, buscando reconfortarlo—También estoy
orgullosa de ti, Tae. Tienes un corazón bondadoso, razón suficiente para que
dos personas esten enamoradas de ti.

—Buen momento de hablarme de HoSeok, tía.


—Sé que no es momento, pero debes estar al tanto de lo que ocurrió anoche.
No me sorprende que llegarás de casa de JungKook, ya que anoche todo el
mundo se enteró que después de su pelito con HoSeok tos vieron irse hacia la
villa en la camioneta de tu padre—. Suspira profundo—Además, Dae me llamó
anoche para preguntarme si tú y Jeon estaban aquí conmigo.

TaeHyung golpea su frente en la barra, embarrando su cabello con la mezcla


para los pastelillos. Aunque no le importa, el dolor y la inquietud que
experimenta lo mantiene bastante distraído. De algún modo no le sorprende
ser de nuevo la comidilla del pueblo, y lo más seguro que de la villa también.

—Lo más seguro es que todos alabaron a HoSeok por haber puesto en su lugar
a Jeon—. Apoya la mejilla en la barra, con sus manos lado a lado de su cabeza.
Recuerda su rostro con algunos hematomas, debidamente curados antes de
fugarse con él en la vieja camioneta. Aprieta los puños cuando los celos nacen
de sus entrañas. Está seguro de que esa muchacha fue quien lo curó después
de haberse liado con HoSeok. <<¿Y qué estaba haciendo yo? Comiendo una
maldita hamburguesa.>>

HaeSuk alcanza un trapo y le levanta la cabeza para limpiarle el flequillo


manchado de mezcla. Piensa en si decirle o no que esa mañana, poco antes de
que regresara al pueblo, el padre de HoSeok discutió con DaeHyun por la
inapropiada actitud de JungKook para con el pueblo.

TaeHyung frunce el ceño y sujeta de la muñeca a su tía, leyendo en sus ojos


que le esconde algo. La conoce bien y por el gesto que tiene sabe que no es
nada bueno. Se levanta del banquillo y la sujeta de los hombros.

— ¿Qué pasó?

—El señor Jung perdió la paciencia y discutió con tu padre poco antes de que
volvieras.
—Lo que me faltaba, ¡estoy harto! —Solloza, pero por falta de aire. Se sostiene
de la orilla de la barra, cuelga su cabeza, y aprieta los ojos con fuerza. Inhala y
exhala poco a poco, emitiendo un ronco sonido que pone alerta a su tía. Se
deja auscultar y en segundos su boca aspira la medicina.

—Tu padre sabe manejar esos asuntos, TaeHyung, no debes alterarte por...

— ¿Qué... no me... altere, tía? —Suspira entre cada palabra y solloza—Yo solo
quiero... ser feliz.

El teléfono fijo comienza a sonar. HaeSuk estira la mano y lo descuelga,


pensando que se trata nuevamente de DaeHyun aun buscando a TaeHyung.

—HaeSeuk, ¿has visto a TaeHyung?

—Dae—, mira al menor, quien niega débilmente con la cabeza—lo siento, yo


no...

—No me mientas, JungKook está conmigo en la comisaría y dice que no lo


encuentra por ningún lado.

—Vaya, ¿tan pronto olvidó donde vivo o ni siquiera consideró que podría estar
conmigo? Me siento muy ofendida—. Sonríe con esa naturaleza traviesa que la
caracteriza, muy divertida de ver la dura y pálida expresión de su sobrino.

—Estaremos allá en unos minutos, así que has lo posible porque TaeHyung no
se mueva.

— ¿Y tú para qué? No seas aguafiestas, DaeHyun, deja las cosas fluir.

—Nos vemos, HaeSuk.

— ¡Tía! —Grita al verla colgar el teléfono.

—Veo que ya recuperaste el aire. Vamos, ambos sabemos que deseas con todo
el corazón que Jeon hable contigo.
TaeHyung no sabe si sentirse molesto o realmente feliz de saber que su padre
y Jeon irán a buscarlo a casa de su tía. De lo único que está seguro es que
detesta sentirse aun con falta de aire, y trata de ocultárselo a su tía al alegar
cansancio para poder retirarse a su habitación y recostarse un poco. Cubre su
boca con una almohada y comienza a toser. Su garganta se irrita y le duele
infernalmente.

<<Respira lento y poco a poco, respira lento y poco a poco>>.

───────── •❁• ─────────

Tal y como lo pensó TaeHyung, JungKook lo buscó primero en el lago y


después en su casa. El azabache se desesperó de no encontrarlo en ningún
lugar, tanto que olvidó por completo buscarlo en casa de HaeSuk, por lo que
optó por enfrentar a DaeHyun y preguntarle sí TaeHyung está con él. Pero,
más que inútil fue contraproducente.

Al llegar a la comisaría se encontró con un agotado DaeHyun, pues hacía poco


que había discutido con el padre de HoSeok. De cualquier forma, se acercó y
preguntó lo más calmado posible sobre el paradero de TaeHyung, logrando
enfurecerlo más.
— ¡Se supone que estaba contigo! —Tratando de mantener la calma descuelga
el teléfono y marca a su cuñada—HaeSeuk, ¿has visto a TaeHyung?... No me
mientas, JungKook está conmigo en la comisaría y dice que no lo encuentra
por ningún lado.

—Quiero hablar primero con TaeHyung, señor Jung—. Jeon traga duro y
sostiene lo más posible la pesada mirada del oficial al oírlo hablar con la tía
del menor. Se queda de pie frente al escritorio, oyendo la breve discusión.

—Estaremos allá en unos minutos, así que has lo posible porque TaeHyung no
se mueva—. Mira fijamente a JungKook al colgar el teléfono—Está con su tía,
así que iremos para allá y ambos me van a oír.

—Señor—. JungKook lo sostiene del brazo antes de seguirlo afuera—por favor,


primero permítame hablar con TaeHyung a solas.

DaeHyun estudia el semblante desesperado de Jeon, detestando que su


corazón sea dominado por querer ganarse de nuevo la confianza de su hijo,
además de desear verlo feliz, aunque eso signifique que el hijo del alcalde
forme parte de la ecuación. Sacude un poco la cabeza, suspira profundo, y
asiente débilmente.

—De acuerdo.

Al cabo de pocos minutos, al ver la patrulla estacionarse frente a su pórtico,


HaeSuk corre por TaeHyung para que salga y hable con Jeon. Sin embargo, al
entrar a la habitación oye el resuello que delata una crisis.

— ¿Tae? —Asustada, se sienta a su lado y ve cómo sus labios se tornan azules—


¿Cielos, Tae! —Ahoga su voz al verlo perder la conciencia, por lo que corre de
vuelta a la entrada principal— ¡Dae, TaeHyung está muy mal!1
El primero en entrar a la habitación es Jeon, habiéndose golpeado el hombro
contra la puerta por correr al escuchar el grito de HaeSuk.

───────── •❁• ─────────

[28] ❁

Mientras la feria es desmontada y las pocas flores que sobrevivieron a las


ventas son devueltas al invernadero, la rutina de la reconstrucción de la
cafetería también se lleva a cabo. Si bien, para Jackson no pasa desapercibido
que Jeon y TaeHyung no han se han presentado.
—El riquillo es quien debería de estar aquí trabajando. Él fue quien destrozó la
cafetería de la señora Park—. Escupe furibundo, dejando de lado su trabajo
para ir a quejarse más a gusto.

JaeBum limpia el sudor de su frente al bajar de una escalera, mira a HoSeok y


a Mark cuando detienen sus labores y se acercan a Jackson. No es que le
agrade la idea de secundar el descontento de Jackson, pero coincide en que
Jeon debería de estar ahí con ellos terminando de arreglar lo que él arruinó.

—Antes de enfadarnos, mejor busquémoslo y traigámoslo aquí. No hagamos


más alboroto, suficiente tuvimos ayer con el espectáculo que Jeon y HoSeok
armaron en plena feria—. JaeBum suspira y vuelve a limpiar sudor de su frente
con un pañuelo.

HoSeok chasquea la lengua, evade cualquier reclamo al mirar a otro lado y


cruzar los brazos. Suficiente tiene con haber sido blanco de los histéricos
gritos de su padre esa mañana, como enfrentarse a los de sus amigos.

—TaeHyung también debe ayudar—. Jackson se cruza de brazos al ver a


JaeBum negar suavemente con la cabeza.

—No comiences, Wang—. JaeBum frunce el ceño, agotado. Es la primera vez


que ve a sus amigos discutir de ese modo. Le entristece, pues crecieron juntos
y siempre se han tenido los unos a los otros y el verse dividiéndose de esa
manera es desalentador.

— ¿Acaso quieren ignorar que ese niño se fue con el riquillo anoche y ninguno
ha vuelto? —Coloca sus manos en la cintura mientras enrojece furioso. A
Jackson le enfurece que traten a TaeHyung como si no hubiese roto ni un
plato cuando, a su parecer, ha roto la vajilla entera con su imprudente
decisión de meter en sus vidas al hijo del alcalde.
—Eso no significa que haya pasado algo entre ellos—. Mark habla al ver el duro
semblante de HoSeok.

— ¡Vamos, no se cieguen! —Jackson grita más fuerte.

HoSeok trataba de negarse a esa posibilidad después de escuchar que


TaeHyung y Jeon se fueron juntos en la vieja camioneta del oficial. Y es que
pensar a su exnovio en brazos de alguien más, sobre todo en los del hijo del
alcalde, le laceró completamente el corazón. Es por eso que tiene del cuello
de la camiseta a Wang, escupiéndole que se calle de una jodida vez o le
romperá la maldita boca de un puñetazo.

Pero Mark lo aparta con la misma violencia al haberlo empujado del pecho
con ambas manos.

— ¡Si tan encabronado estás ve y desquítate con esos dos! —Mark vuelve a
empujarlo al verlo acercarse más alebrestado— ¡Anda! ¡¿Qué esperas?!

— ¡¿Qué demonios pasó que perdimos el control?! No éramos así—JaeBum


aleja a Mark con la mirada y mantiene lejos a HoSeok con su mano sobre su
hombro.

—Dile a tu maldito novio que deje de hablar de lo que no sabe—. HoSeok


gruñe al ver la sonrisa de suficiencia de Jackson.

— ¡Muchachos! —SungJae corre hacia ellos. Su expresión provoca que los


demás bajen la guardia, pues se le ve inquieto— ¡Caramba, me cansé! —Apoya
las manos en sus rodillas y regulariza su respiración— ¿Sabían que Tae está de
nuevo en la clínica? Me encontré con su tía cuando acompañé a mi abuelo a su
chequeo médico.
Del mismo modo en que se enfadó y burló, Jackson borra todo rastro de
socarronería de su rostro para reemplazarlo a un sentimiento de
preocupación.

Todos enmudecen y observan a HoSeok, esperando verlo reaccionar e ir


corriendo hacia la clínica. Pero no hace nada más que bajar la mirada y tensar
su cuerpo al pensar que seguramente Jeon está a su lado.

Si bien, JaeBum rompe el tenso silencio y le pregunta a SungJae cómo se


encuentra TaeHyung. Los suspiros de alivio se oyen al unísono cuando
escuchan que está mejor, que lo más seguro es que esa misma tarde pueda
volver a casa.

—Yo iré a verlo mañana al terminar con la jornada—. SungJae rasca su nuca
mientras estudia las reacciones de los demás, ya que no quiere decir que
también vio a JungKook en la sala de espera.

—Iré contigo, no creo que los demás quieran ir—. JaeBum lanza una seria
mirada a Jackson. Lo que menos quiere es que lo haga sentir mal.

—Te equivocas, yo iré a verlo hoy al terminar la jornada—. El castaño vuelve a


coger el martillo y algunos clavos para seguir trabajando.

— ¿Por qué sigues aferrándote a él? ¿Acaso quieres que siga pisoteándote? —
Jackson aprieta los dientes. Detesta ver a uno de sus amigos rebajarse de ese
modo por alguien que no lo quiere como desea.

—Eso es algo que no te importa, Wang. Tengo mis razones.


───────── •❁• ─────────

TaeHyung está hecho ovillo en la camilla, esperando a que su padre o su tía


entren a la habitación y le digan que ya puede irse. Pero sabe que no es así,
que debe esperar al menos un poco más para poder volver a casa. Mira
fijamente el exterior a través del opaco cristal, intentando descifrar en qué
momento fue buena idea enfadarse con Jeon y salir huyendo de su casa.

No es que haya perdonado la bajeza del padre de Jeon, pero muy bien pudo
esperar al azabache para poder gritarle todo lo que quisiera y al final estar
entre sus brazos consolándose felizmente. A fin de cuentas, el haberlo oído
gritar su nombre cuando perdía la conciencia le aseguró que estaba realmente
preocupado por él y no por su enfermedad. Aunque eso último haya sido el
motivo de su zozobra en la sala de espera en las últimas horas.

— ¿Estás despierto?

— ¿Jeon? —Mira sobre su hombro.

JungKook entra y cierra la puerta para acercarse y recostarse al lado de


TaeHyung al verlo hacerle espacio en la camilla. Entrelaza una pierna sobre las
de TaeHyung y lo estrecha con fuerza entre sus brazos, gustando de sentir la
mejilla ajena contra su pecho y las manos del menor aferrándose a su pecho.
Aspira profundamente la suave hierbabuena emanando del cuerpo de
TaeHyung, encajando las manos en su cálida espalda.

—Lamento que te hayas encontrado con mi padre.


—Él ya no importa—. Desliza su índice por el cuello ajeno con pequeñas
caricias.

—No debió tratarte como lo hizo, es un...

—Dime, el médico dijo algo malo, ¿cierto? —Lo interrumpe para cambiar de
tema. Levanta la mirada y puede ver los hermosos ojos de JungKook
enrojecer. Pero no lo ve llorar, sólo tensar la mandíbula— ¿Qué haces? —
Agranda los ojos al verlo bajar de la camilla y ofrecerle su espalda para que
suba en ella.

—Vamos, quiero ir al jardín contigo. Tu padre y tu tía demorarán en llenar


papeles y en hablar con tu médico.

—No puedo—. Se queda en la orilla de la camilla observando la espalda del


mayor.

—Pero quieres—. Lo mira sobre su hombro y le dedica una encantadora


sonrisa.

Con una amplia sonrisa se levanta sobre la camilla y sube cuidadosamente en


la espalda de Jeon. Se aferra con fuerza de sus hombros cuando él lo sujeta de
las piernas y comienza a caminar. No necesitan esconderse de las enfermeras
o los médicos, la zona es muy tranquila y el pasillo que Jeon toma va directo a
la terraza de ese piso.

TaeHyung no deja de sonreír, pues le gusta la tibieza y la seguridad que la


espalada de JungKook le brinda. Traviesamente le besa la nuca y la oreja
antes de acercarse a una banca.

—Es mejor estar aquí afuera.

—Puede hacerme daño, Jeon.


—No te hubiera traído si no le hubiese preguntado al médico si podías salir un
momento.

— ¿Para qué querías venir aquí? —. Crea un puchero al ver las pocas macetas
con flores y los escasos árboles asomándose tras el barandal.

JungKook carcajea y se acuclilla frente a TaeHyung para jugar con sus manos
y mirar sus mejillas ligeramente ruborizadas. Lo único que le atenúa la sonrisa
es ver sus uñas un poco azuladas al igual que sus labios, así que le besa dedo
por dedo y al final la palma de su mano derecha antes de colocarla sobre su
propia mejilla.

—Si tuviera que volver a repetir el día de ayer, haría exactamente lo mismo sin
dudar.

— ¿Y hacerme enfadar? Vaya, gracias—. Frunce el ceño juguetonamente.

—Sobre todo hacerte enfadar—. Se le acerca coquetamente, cambiando su


cariñosa mirada por una traviesa—No sabes cuánto me gustó estar en tu
interior, bonito—. Le susurra al oído y le besa la mejilla, ruborizándolo hasta
las orejas.

—Si mi padre te escucha te sacará del pueblo a balazos—. TaeHyung ríe bajo al
sentir los labios de Jeon sobre su cuello hasta llegar a su boca. Cierra los ojos y
entrelaza sus manos en la nuca del mayor para acercarlo más.1

El suave y dulce sonido de sus labios se mezcla con el colorido trinar de las
aves.

De un movimiento, JungKook se sienta en la banca y sube a TaeHyung a su


regazo. Acuna su cintura entre sus manos y apretuja un poco al recordar como
lo acarició la noche anterior. Inhala y exhala profundamente al cambiar de
ángulo y volver a tomar sus labios. Sus lenguas se rozan suavemente, sin
prisas, probándose como si tuviesen todo el tiempo del mundo.

—Gracias por estar aquí—. El menor humedece sus labios y apoya la frente con
la ajena.

—Contigo en donde sea soy feliz, bonito—. El azabache frota la punta de su


nariz con la del menor, haciéndolo sonreír.

—Jeon, entremos ya. No me siento bien.

JungKook pasa sus brazos bajo las rodillas y la espalda de TaeHyung para
cargarlo y llevarlo de vuelta a su habitación. Le encanta cuando el menor
enrolla sus brazos en su cuello y apoya su mejilla contra la suya mientras van
charlando de cosas sin importancia.

Van riendo, intercambiando lindas miradas, que rápidamente son sustituidas


por una seriedad al ver a HoSeok esperándolos.

—Hobi—. Susurra.

—Jeon, ¿podemos hablar un momento? A solas—. Está sereno, más de lo que


él mismo pensó que estaría al estar frente a ellos. Aun así, no evita ver el
hermoso rostro de TaeHyung, deteniéndose un momento en el brillo de sus
ojos pese a la palidez de su malestar previo. Sigue encontrándolo dulce,
precioso y eso le duele. Le duele tener que dejarlo ir, decirle adiós a esa
unilateral relación que admite sólo él cultivaba.

—Recostaré a Tae e iré contigo a la terraza—. Cierra la puerta con el pie al


entrar a la habitación. Y tal como dijo, deja al menor en la camilla y regresa a
la puerta. Pero antes de siquiera tocar el pomo, escucha a TaeHyung hablarle.

—Espero que no riñan de nuevo—. Se levanta y da cortos pasos hacia él.


—Descuida—. Gira sobre sus talones y lo sujeta de los hombros. Le muestra
una suave sonrisa, asegurándole con la mirada que se comportara.

Al ver asentir, no muy convencido, a TaeHyung, el azabache sale y sigue a


HoSeok hasta la terraza. HoSeok se recarga en el barandal y aprecia el poco
follaje rodeando la clínica. A su lado, JungKook se cruza de brazos y espera a
que se digne en hablar.

— ¿Por qué TaeHyung? —Sigue mirando hacia abajo, entrelaza sus manos y
flexiona una pierna.

—No entiendo.

HoSeok suelta una risita y se incorpora para verlo a los ojos. Ladea la cabeza e
imita su postura con los brazos cruzados.

—Con todo lo que tienes y al parecer eres, puedes estar con quieras. ¿Por qué
TaeHyung?

—La razón por la que me fije en TaeHyung es porque no busca lo que yo creía
que estaba bien. Él no ve en mí al hijo del alcalde, no ve una billetera llena, no
ve un sujeto con el que se pueda lucir. Me ve a mí—. Musitó lo último con una
bella sonrisa.

—La muchacha de ayer no parecía verte de ese modo.

—Ella es un punto y aparte. Uno que TaeHyung conoce muy bien—. Ve a


HoSeok asentir, estando en completa calma.

— ¿Sabes? Nunca he envidiado a nadie. Hasta ahora. No sabes cómo envidio


que te hayas ganado el corazón de TaeHyung en algunas semanas cuando yo
no pude hacerlo en años. Así que, escúchame bien porque no lo repetiré dos
veces, cuídalo bien.
JungKook baja la guardia al oírlo decir eso, pues jamás pensó que HoSeok lo
buscaría para decirle que se apartaría de su camino. Lo ve irse con una sonrisa
triste, sin siquiera mirar atrás, dejándolo con su sorpresa y un alivio que de
cierta manera buscaba.

───────── •❁• ─────────

TaeHyung está sentado, de piernas cruzadas en medio de la camilla,


esperando a que Jeon regrese sin haber discutido a muerte con HoSeok. Pero
no es a él a quien ve entrar a la habitación, es a HoSeok que muestra un
semblante decaído y resignado.

— ¿Dónde está Jeon? —Se sienta al filo de la camilla.

—Estoy bien, gracias.

—Lo siento, es que...

—Sé lo que pensaste, TaeHyung—. Suspira profundo—Escucha, yo...—rasca su


nuca al estar cerca del menor. Le cuesta trabajo verlo a los ojos. No es lo
mismo haber practicado miles de veces, toda la noche, el despedirse de su
amor de la infancia y decirle hola a su viejo amigo—estaré feliz si deseas ser de
nuevo mi amigo.

—Hobi...
—Sé que pido mucho después de como...—calla al sentir los brazos del menor
rodeando su cintura con cariño, dudando en corresponder el abrazo. Lucha
con todas sus fuerzas por no arrepentirse y tomar su rostro para besarlo, por
lo que cierra los ojos y corresponde débilmente el abrazo. <<Extrañaba tu
calidez>>.1

—Te quiero, Hobi.

—Ya lo sé.

TaeHyung alza la mirada y al verlo llorar le limpia las mejillas con el sobrante
de sus mangas.Pasa cuidadosamente la tela por esas mejillas que se adornan
con unos tiernos hoyuelos. Ya no se siente culpable de verlo con afecto, con
cariño casi de hermandad. Sabe que para su viejo amigo fue difícil aceptar las
cosas, sobretodo armarse de valor e ir a encarar los hechos. <<Gracias,
Hobi>>.

───────── •❁• ─────────


[29] ❁

En las últimas dos semanas no se ha hablado de otra cosa más que del
indecoroso coqueteo entre JungKook y TaeHyung. Incluso juzgan y ven mal la
actitud indiferente de HoSeok al ver a los susodichos caminando de la mano
en sus narices.

Y por un momento sus amigos estuvieron por sucumbir a los pérfidos rumores,
siendo desengañados por la misma palabra de HoSeok al explicarles que
efectivamente él aconsejó a Jeon cuidar de TaeHyung en su lugar.

Por su parte, aunque que reniegue de la desnaturalizada moralidad de aquel


lugar, TaeHyung no puede ocultar el sol con un dedo y lo sabe. Le duele
caminar en las empedradas calles y ver todos los rostros que alguna vez le
sonrieron ahora verlo con repugnancia. Pero lo que más le hiere es ver a su
padre entre la espada y la pared al defenderlo con uñas y dientes, al punto de
poner en juego su credibilidad como autoridad del pueblo.

Por supuesto, muy a pesar de la gente en desacuerdo, TaeHyung admite ser


más feliz desde que aceptó que siente más que atracción por el hijo del
alcalde. Y se sintió dichoso cuando HoSeok lo liberó de su relación unilateral,
ayudándolo así a acercarse a quien en verdad quiere.

Durante ese lapso, DaeHyun ha cedido poco a poco ante el hecho de ver a su
único hijo feliz al lado de quien menos lo esperaba. De hecho, se ha
sorprendido al ver como el hijo del alcalde ha demostrado genuino interés por
sostener una relación mal trecha a ojos del pueblo. A consecuencia, ha
recibido severas advertencias de parte del alcalde Jeon, amenazando la
estabilidad de su puesto en la jefatura, incluyendo la posible anulación de su
ascenso como sheriff de la villa y del pueblo, quedando tras bambalinas que
es la relación entre JungKook y TaeHyung el motor de tal agravio injusto hacia
su trabajo. Y aunque lo supiera, DaeHyun está dispuesto a sacrificarse con tal
de ver a su hijo feliz.

Al fin y al cabo, vida solo hay una.

En cuanto a HaeSuk, ella usualmente es quien termina sonriendo muy


satisfecha cuando silencia elegantemente las lenguas viperinas del pueblo
que tratan de sobajar a su familia. Ella misma ha visto como Jeon completa la
precaria felicidad y tranquilidad que TaeHyung ha gozado desde los trece
años.

En el caso de Jeon, basta decir que a los pocos días que dieron de alta a
TaeHyung volvió a su casa para encarar a su padre. Nada salió como lo
esperaba. Una clara advertencia, o mejor dicho una amenaza, fue lanzada
para obligarlo a concentrarse en pagar su servicio comunitario y limpiar el
título de la familia Jeon ante los ojos de la prensa: de no alejarse del
pueblerino, tendría que cumplir su servicio militar y al finalizarlo
inmediatamente irse al extranjero.

—Han avanzado mucho. Lamento no poder ayudarlos de otra forma—.


TaeHyung sorprende a sus amigos con algunas viandas que su tía preparó
especialmente para ellos.

— ¡TaeHyung! —Como siempre, SungJae deja caer el martillo, o cualquier


herramienta en mano, cuando ve a su amigo esperarlos con deliciosos
alimentos caseros.

—Con traernos esto es más que suficiente—. JaeBum coge un emparedado de


queso y jamón del recipiente hermético que el menor sostiene.
—Deberías estar descansando. No quiero que te de un ataque aquí, que
alborotes a todos y nos retrases más con la maldita construcción—. Jackson
se alebresta, pero en el fondo está aliviado de verlo mejor y fuera de cama.

—También te extrañé, Wang—. Suspira y sonríe tenuemente. Alza la mirada


con la esperanza de ver la figura de Jeon por la cercanía, pero únicamente ve a
Mark y a HoSeok atender los planos con otros trabajadores.

—Jeon está del otro lado tomando una siesta—. JaeBum comenta mientras
coge otro emparedado y una botella con agua.

Con un pequeño gesto, TaeHyung deja las viandas sobre una silla y camina
rápidamente a lo que deberá ser la parte trasera de la cafetería. O, mejor
dicho, la zona donde antes unos cuantos se ocultaban para fumar un poco y
beber mientras charlaban.

Es la quinta vez, desde que se recuperó, que lleva alimento a sus amigos y
pasa tiempo de calidad con Jeon; justamente bajo el mismo árbol en el que lo
ve descansar a pierna suelta. Se acerca al sudoroso cuerpo y se recuesta a su
lado casi en la misma posición boca arriba, colocando las manos bajo la
cabeza, ladeándola para ver el perfil suave y viril de Jeon.

—Me encanta que me mires de esa forma—. Aún tiene los ojos cerrados, pero
su rostro tiene una enorme sonrisa dental mediándolo.

—No sé de qué hablas—. Avergonzado por ser descubierto, mira la


frondosidad del árbol cobijándolos con su sombra. Sin oportunidad alguna de
huir u objetar, su vientre es sumergido bajo el toque de Jeon al impedirle
levantarse— ¿Qué haces? Alguien nos verá y...

— ¿Y? —Se apoya en un codo, manteniendo la mano sobre el vientre del


menor. Lo ve fijamente, anhelado que pueda leer en sus ojos que es capaz de
cuidarlo sin importar qué.
TaeHyung bufa y ladea la cabeza en sentido contrario para no darle el gusto
de verlo nervioso. Aunque mentiría si dijera que no le agrada que Jeon acaricie
su mejilla y lo tome del mentón para que lo vea a los ojos.

—Que vean cuanto te quiero—. Estrecha los ojos al cerrar lentamente el


espacio entre ellos.1

—Tanto como yo a ti—. Entrelaza sus brazos en el cuello del mayor al dejarlo
besarlo con ternura, sonriendo en medio del beso.

───────── •❁• ─────────

HoSeok es el primero en retirarse de la construcción, no sin antes acceder a


reunirse con sus amigos en la fogata en cuanto anochezca. Cruzó pocas
palabras con TaeHyung, mismo que se quedó hasta el final del día,
habiéndose dado cuenta en la hora del almuerzo que esté dormía
plácidamente a un lado de Jeon bajo un árbol.

Los siguientes en irse fueron Mark y Jackson, dejando a solas a los demás.

—Bien, tengo que irme si quiero que mi primo llegue en una pieza—. SungJae
bufa cansado al ver su reloj de pulsera.
— ¿Tú primo? —JaeBum frunce el ceño al recordar a un niño demasiado llorón
que siempre estaba pegado a la espalda de SungJae, sobre todo cuando
intentaban atrapar ranas en las cercanías de un estanque cerca del bosque.

Con una maliciosa sonrisa, SungJae le da un codazo a JaeBum en las costillas


mientras menea las cejas.

—Tranquilo, Jin-young todavía se acuerda de ti.

—No pregunté si me recuerda—. Ruborizado, JaeBum se cuelga su mochila al


hombro y se retira en dirección a su casa.

— ¡Bien! Nos vemos luego—. Con un breve gesto de mano, SungJae se despide
de TaeHyung y Jeon para alcanzar a su amigo.

Sin decir nada, más que con una sonrisilla en sus rostros, la última pareja se
toma de las manos y camina lentamente de vuelta a casa.

—Al parecer el verano es propicio para reunir parejas—. Jeon entrelaza sus
dedos con los ajenos, sin dejar de mirar al frente.

— ¿Lo dices por el primo de SungJae y la reacción de JaeBum? —TaeHyung


muestra su singular sonrisa, atrayendo la atención del azabache, riendo antes
de seguir— ¡Qué va! Lo que recuerdo es que a JaeBum le molestaba ver a Jin-
young siempre pegado a SungJae.

—Celos.

— ¿De su primo?

Jeon ríe un poco antes de detenerse en seco para ver de frente a TaeHyung.

—Reconozco el síntoma a kilómetros.

— ¡Claro! —Enarca una ceja al verlo con pizca de diversión—Cómo digas, Jeon.
Vayamos a casa, tengo apetito.
—Es cierto, lo he visto miles de veces con mis amigos, YoonGi y JiMin. Ambos
pensaban que nadie sabía de lo suyo, pero era evidente como YoonGi ardía en
celos cuando alguien se acercaba a JiMin.

— ¿Acaso a ti no te celaban? Seguramente muchas personas morían de celos


cuando te veían con otras—. Rueda los ojos al pasarlo de largo, apretando el
paso, tanto que el frescor del sendero y de su débil cuerpo lo detienen para
recuperar el aliento. <<No de nuevo>>.

— ¿Te sientes bien? —La poca iluminación de los últimos faroles públicos
apenas le permiten ver los ligeramente azulados labios de TaeHyung. Sin
esperar respuesta, le coloca su mochila y se acuclilla para ofrecerle su
espalda—Si subes te dejaré gritarme y reclamarme todo lo que quieras.1

Tras procesar la oferta por un minuto, TaeHyung se acomoda en la espalda de


Jeon, apoyando el mentón en su hombro. Sin embargo, no evita esfumar
cualquier intento por seguir reclamando las relaciones pasadas de Jeon.

¿Desde cuándo la felicidad se resume en una cálida espalda guareciendo un


malestar? Para Jung TaeHyung es simple y llanamente de esa manera.
Especialmente en su condición, pues no ha podido volver al barranco y
apreciar el atardecer o el anochecer al lado de Jeon.

Al llegar a casa notan que DaeHyun no ha llegado, por lo que la cena la


volverán a hacer ellos mientras tararean y cantan algunas canciones que Jeon
le ha enseñado a TaeHyung. Así como algunas melodías del coro al que,
debido al mismo inconveniente de salud, TaeHyung no ha vuelto a formar
parte a plenitud.

—Me daré una ducha, ahora vengo a ayudarte con la cena—. Jeon baja a
TaeHyung en la sala y le da un beso en la frente antes de subir de dos en dos
las escaleras.
—Comenzaré a cortar la verdura.

— ¡Bajaré rápido! —Grita desde el pasillo de arriba al escucharlo en la cocina.

No pasan más de veinte minutos cuando el teléfono fijo suena, distrayendo a


TaeHyung de lavar y picar verduras para responder.

— ¿Hola?

— ¿Jung TaeHyung? —El menor responde con un sonido afirmativo,


permitiéndole al hombre continuar—Soy el doctor Kwang, quien se ha
encargado de sus últimos estudios de espirometría. Necesito hablar con su
padre.

—Él no está en casa—. Frunce el ceño, apretando con fuerza el teléfono.

—Es de suma importancia que su padre lo lleve a realizarse un


electrocardiograma, es muy importante.

—Ya me realizaron uno cuando...

—Lo sé, ya he revisado su expediente, pero...

— ¿Con que te ayudo? —Jeon entra a la cocina justo cuando TaeHyung corta la
llamada y se posiciona frente a una tabla para picar la verdura faltante,
habiendo dejado el teléfono mal puesto en la base— ¿Todo bien, bonito?

TaeHyung aún no procesa la llamada telefónica. No puede alejar de su cabeza


la puntual petición del médico para monitorear con minuciosidad la evolución
de su inestable salud. Se supone que tuvo una de tantas crisis y que el último
electrocardiograma arrojó que su corazón estaba al límite de debilitarse, pero
que todo está bien si se cuidaba más de lo que ya lo hacía.

—Jeon...—coloca la verdura en un recipiente limpio, sin dignarse a ver al


mayor a los ojos— ¿podemos ir mañana al lago?
—TaeHyung, sabes que no...

—Será un momento, por favor—. Muerde su labio inferior al mismo tiempo que
ve fijamente al azabache.

— ¿Te parece que vayamos temprano? Me gustaría invitarte a casa para que
conozcas apropiadamente a SeokJin y a mi madrastra. Prometo que ambos
son otro polo a mi padre—. Rasca su nuca mientras sonríe torpemente—
Prometo que no estará él—. Entrelaza su mano corazón con la del menor, feliz
de verlo seguir usando el brazalete que le obsequió.

—Me encantará conocerlos.

—Muero de ganas por decirles que eres mi novio.

— ¿Novio? —Le sonríe bastante sorprendido y muy divertido por la situación—


Jamás me lo has preguntado y yo a ti tampoco. ¿En serio les dirás tal cosa?

—Hay una solución a eso, nada más espera, bonito—. Estira el torso sobre la
barra, apoyándose con ambas manos, para besarle la frente.
+

───────── •❁• ─────────

[30] ❁

Al salir de la ducha, TaeHyung se dirige con rapidez a su habitación para evitar


ser visto por Jeon. Pero es inevitable, especialmente cuando su padre ya se ha
ido y el azabache ha estado al pendiente del tiempo para salir rumbo a su
casa.

— ¿Ya estás listo? —Jeon se detiene en seco al ver a TaeHyung intentando


cubrir su pecho desnudo con las manos. Le gusta verlo lucir ropa interior azul
celeste y una toalla rodeando su cuello.

— ¡Ya casi! —Siente el hervor de la vergüenza trepar de sus pies hasta la


coronilla, por lo que va directo a encerrarse a su habitación. Si bien, la mano
de Jeon le impide moverse— ¿Qué haces? Tengo que vestirme—. Lo empuja
con ambas manos, haciéndolo retroceder unos pasos.

—Quiero conversar contigo mientras te cambias, ¿qué tiene de malo? Además,


no tienes nada que yo no tenga y lo he comprobado—. Ríe un poco al tomarlo
por los hombros y hacerlo entrar a la habitación.
Como puede, cubre su pecho con la toalla mientras apunta con un dedo a la
puerta abierta.

—Vete o regreso al baño—. Cubre torpemente su pecho con la toalla que


rodeaba su cuello, señalando la puerta con el mentón—Anda, sal de aquí.

— ¿Y me reclamaste el hecho de que no nos hemos declarado al otro? —Ríe y


enarca una ceja, viéndolo ruborizarse—Entre nosotros existe bastante
confianza, ¿o no? —Ladea la cabeza un poco al verlo con una pinta de gozo.

—Haz lo que quieras—. Rueda los ojos al darle la espalda para buscar en sus
cajones alguna playera cómoda para ir primero al lago y que también sea
idónea para conocer a la parte agradable de la familia Jeon. Pasa por alto que
la puerta se ha cerrado, pero no puede ignorar las manos del azabache
recorriendo su cintura y sus caderas—Sabes que no me refería a eso.

—Lo sé—. Hunde la nariz en la húmeda cabellera de TaeHyung, sin quitar las
manos de la cálida piel que acaricia suavemente.

—Basta, quiero vestirme—. Irremediablemente cierra los ojos al sentir las


caricias recorrer su vientre, su pecho, sus hombros una y otra vez sutilmente.
Mantiene los ojos cerrados mientras gira sobre sus talones lentamente con la
intención de abrazar a Jeon.

—Te quiero tanto, Tae—. Le besa la punta de la nariz y los párpados,


haciéndolo estrechar los ojos. Lo hace caminar hasta la cama para acostarlo a
la vez que lo besa con cariño.

—Jeon...

— ¿Qué pasa? —Ni se inmuta al deshacerse de su camisa y lanzarla lejos. Sigue


besándolo, acariciándolo, disfrutando de sus dulces suspiros cuando desliza
la punta de sus dedos por su cuello y sus clavículas.
—También te quiero mucho—. TaeHyung se anima y desabrocha el pantalón
de Jeon. En un movimiento rápido lo ve despojarse de la prenda y de su ropa
interior, mostrando así su desnudez. Suspira de alivio al sentirlo ligeramente
sobre él una vez más, buscando sus labios a la vez que es despojado de su
ropa interior, suspirando de placer. Se muerde el labio inferior por la suave
fricción de su pene con el de Jeon en un placentero vaivén de las caderas
contrarias sobre las propias. Con más confianza, acaricia el cuerpo contrario
con la punta de los dedos, lujurioso al ver y tocar la desnudez de su pareja.

—Tae.

— ¿Sí? —Tímidamente alza la mirada de nuevo a esos obscuros ojos. Deja que
el azabache entrelace sus manos al sentirlo colocarse entre sus piernas. El
corazón le late frenéticamente, pues tiene un poco de miedo de que no lo
haya preparado como la última vez.

Por lo menos hasta que lo ve bajar lentamente, sin soltarle las manos, con una
serie de besos en su torso hasta su pelvis para verlo engullir su miembro.
Arquea la espalda por la nueva y excitante sensación. Gime
entrecortadamente por culpa de la sensación que la lengua de Jeon provoca
al recorrer su erección, jadeando más por los dos dedos ajenos acariciando su
interior.

—Bonito, te adoro—. Murmura al besarle el cuello al mismo tiempo que frota


suavemente su pene en la partidura de TaeHyung.

—Estoy tan feliz de haberte conocido—. Aprieta más la mano entrelazada con
la ajena y abraza con una pierna las caderas del azabache.

Con una suave sonrisa en su rostro, Jeon penetra poco a poco a TaeHyung. Se
detiene al verlo fruncir el ceño y prosigue cuando lo ve suavizar su gesto.
Ambos respiran con pesadez, besándose castamente mientras sus cuerpos
van entrelazándose suavemente nuevamente. Cuando sus pieles se tocan, un
apasionado vaivén del azabache provoca que el joven rubio entinte el
ambiente de éxtasis.

— ¡Cielos! —TaeHyung alza la cabeza y enrolla los dedos de sus pies cada vez
que Jeon entra y sale dócilmente de su cuerpo. Corta sus gemidos en cada
empuje, alzando las caderas para sentirlo completamente dentro.

JungKook es cariñoso, incluso al acostarse boca arriba para que TaeHyung


quede sobre su pelvis. Sonríe al verlo asombrado y un poco avergonzado por
estar expuesto a su vista. Lo acaricia suavemente, recorriendo la tersa piel con
la punta de los dedos hasta aferrarlas en la cintura y acompasar sus
penetraciones con un ritmo sensual del cuerpo ajeno sobre el suyo.

— ¿Te avergüenza que te vea? —Jadea gustoso y muy ansioso de ver el rostro
de TaeHyung al alcanzar el orgasmo.

—Un... un poco—. Apoya las manos en el pecho de Jeon, manteniendo las


piernas flexionadas, lado a lado de las caderas ajenas. Muerde ligeramente su
labio por las caricias en su espalda baja, disfrutando mucho de contonear su
cuerpo sobre el de su pareja— ¡Carajo! Se... se siente... ¡ah!

—Jodidamente bien—. Termina la oración justo al masturbarlo e impulsarlo


ligeramente con sus piernas para que dé pequeños saltos.

Ambos gimen más profundo entre pícaros besos y risas traviesa, empapando
la habitación del amor que sienten el uno por el otro. Sus cuerpos embonan
perfectamente, sus pieles se funden como una misma, y sus suspiros se
ahogan en la boca del otro cuando en cada beso sus lenguas se tocan cuál
guerra.

Entrelazan sus manos una y otra vez, acrecentando sus sueños por enfrentar
el mundo juntos. El corazón de ambos encaja a la perfección, tal cual sus
ideales y sus almas. Cuando sus cuerpos refuerzan el afecto que se tienen,
pareciera que una galaxia nace estrepitosamente en medio del vasto universo
que son sus besos y las dulces miradas que se dedican como si el tiempo no
existiera y mucho menos la crueldad del mundo.2

— ¡Cielos! ¡Sí! —TaeHyung esconde el rostro en el hombro de Jeon y apoya


una mano en el colchón al moverse enérgicamente sobre la pelvis de su
amante—Jeon...

—Tae...—flexiona las piernas al sujetar a TaeHyung de las caderas, sintiendo


su erección friccionar entre sus abdómenes.

—Yo... yo voy a...—se agita más, el aire le falta rápidamente y lo adjudica a su


orgasmo.

—Carajo...—oculta el gemido en el hombro de TaeHyung, abrazándolo un


poco más fuerte de la cintura mientras eyacula en su interior unos segundos
después. Sonríe ampliamente, tomándose el tiempo que quiere para acariciar
la espalda de su amante, quien respira con fuerza contra su sensible piel—
TaeHyung, ¿estás bien? —Suena un poco asustado al escucharlo todavía
agitado, por lo que al apartarse se alarma al verlo ruborizado. Le alcanza un
inhalador del cajón de la mesita de noche, esperando unos segundos antes de
acostarlo a su lado. Cariñosamente lo acurruca contra su cuerpo, dejándolo
esconder la cabeza bajo su mentón.

—Eres muy torpe, Jeon—. Habla bajo mientras desliza el dedo índice por el
pecho del mayor, uniendo los lunares que llega a encontrar en su camino.

—Debiste decirme que ya te sentías mal—. Baja la mirada para tratar de verlo a
los ojos, pero TaeHyung se niega a alzar la vista—Confía en mí, por favor.
Cuando iba a responderle, el teléfono fijo asusta a TaeHyung. Dudando un
segundo, termina por levantarse de la cama al mismo tiempo que se pone
ropa interior y la playera de Jeon para bajar a atender la llamada.

— ¿Hola?

— ¿Jung TaeHyung?

—Doctor Kwang, buenos días.

—Es urgente que vaya a hacerse el electrocardiograma. Ya se le dejó un


mensaje a su padre en la jefatura, pero...

—Si mi padre ya está al tanto, ¿por qué sigue llamando a la casa? —Arruga la
nariz. A ese punto su padre ya debería haberlo llamado para sentenciarle ir a
la clínica y realizarse los estudios.

—No he localizado a su padre, razón por la cual dejé el recado y he vuelto a


llamarlo.

— ¿Quién está llamando desde ayer?

TaeHyung cuelga bruscamente el teléfono y mira sobre su hombro a Jeon


abrochándose el cinturón. Suspira profundamente al notarlo curioso,
preocupándole que lo haya escuchado mencionar al médico.

—Número equivocado.

— ¿Entonces por qué estás tan nervioso? ¿Qué ocurre, Tae? —Cruza los brazos
sobre su pecho—TaeHyung, respóndeme.

<<Porque me dirán algo que tal vez no quiero oír>>. TaeHyung baja la mirada y
aprieta los puños. Lucha consigo mismo en si decirle o no a Jeon sobre los
estudios que su médico solicita se realice con urgencia y que, no sólo por la
ocupada agenda de su padre, evita a toda costa realizarse por el poderoso
terror inundándolo. Pero lo que determina su negativa en decirle a su pareja,
es que él o su tía lo acompañen hasta donde seguramente se aniquilara su
pequeña felicidad. <<Y tengo mucho miedo>>.

JungKook puede ver una profunda turbación en los ojos color avellana de
TaeHyung. Le acuna el rostro para que lo vea fijamente, apreciando la belleza
de esos ojos ahora bañados en zozobra.

—TaeHyung, ¿qué ocurre? —Junta sus frentes en un intento de hacerlo


hablar—Puedes confiar en mí.

—El médico...—posa las manos sobre las del mayor.

— ¿Ha dicho algo malo? —Murmura con la angustia gobernándolo lentamente.

—Dijo que no olvide tomar los medicamentos para la alergia—. Aprieta los ojos
por su vil mentira, escuchando enseguida a Jeon suspirar aliviado.

— ¿Eso quiere decir que estás mejorando? —La calma borra rápidamente la
inquietud, animándolo a sonreír con soltura.

—Supongo que sí—. Su voz es un hilo de vergüenza llena de mentira.

— ¿Todavía tienes medicina? —Jeon lo toma de la mano para subir de nuevo a


la habitación y vestirse. Pasa por alto el breve episodio asmático de
TaeHyung, adjudicándolo a la inesperada agitación de sus puntos nerviosos
alcanzando el clímax.

—Me queda poca.

Escaleras arriba, TaeHyung murmura suavemente que puede ir por la


medicina antes de llevarles el almuerzo en la construcción. Recibe un
pequeño beso en su frente antes de que Jeon asienta conforme.
—Si quieres que te acompañe, dime, ¿sí? —Le besa la punta de la nariz,
realmente tranquilo de verlo mejorar.

—Claro—. Por un segundo TaeHyung olvida que le ha mentido a quien más


quiere en ese mundo. Le gusta ver a Jeon mostrar sus blancos dientes en una
amplia sonrisa, así como sus mejillas ligeramente ruborizadas por el calor
veraniego.

—Tenemos tiempo de llegar a casa—. Jeon termina de abotonarse una camisa


blanca y de fajarla—Te espero abajo.

—No tardaré—. Bufa al estar a solas.

Un par de minutos más tarde, ambos van rumbo al barranco con las manos
entrelazadas. Al llegar a su preciado lugar, bajan cuidadosamente por el
desnivel y se acercan al lago para meter los pies descalzos en el agua fresca,
dejando a un lado el calzado.

—TaeHyung—. Jeon se apoya hacia atrás y estira las piernas, sumergiéndolas


más en el agua—. Es agradable estar aquí contigo.

—También me gusta estar aquí contigo—. Sonríe. Saca los pies del agua para
abrazar sus piernas contra el pecho, apoyando la mejilla sobre sus rodillas
para ver el perfil ajeno.

—Se mi novio—. Sigue mirando al frente, con una enorme sonrisa pintando su
rostro.

— ¿Después de lo que hemos pasado y hemos hecho apenas lo preguntas? —


Ríe al unísono con Jeon.

—Hablo en serio, Tae—. Al dejar de reír imita la postura del menor y cambia su
semblante a una pulcra seriedad que congela la cordura de TaeHyung—.
Quiero ser tu novio.
—Te quiero—. La dicha se apodera de su pecho, arrasando brevemente con la
culpa de haberle mentido a quien adora con el corazón.

───────── •❁• ─────────

[31] ❁

— ¡TaeHyung! —La melodiosa voz de Jin-young resuena sobre el hombro de


JaeBum. El muchacho pelinegro corre hasta su viejo amigo. Lo abraza con
ternura, apartándose un poco al ver a su espalda al hijo del alcalde.

TaeHyung inmediatamente le aclara que JungKook está ahí para saldar


servicio comunitario. Lo único que omite es su nueva relación, las duras
críticas de la mayoría del pueblo, y los constantes pleitos que HoSeok y Jeon
propiciaban antes de su recién tregua. Le es difícil ocultar su nerviosismo,
humedeciendo sus labios una y otra vez hasta enrojecerlos.

Jeon baja la mirada un poco triste, pero entiende el efecto catatónico que
seguramente TaeHyung debe experimentar al ver a los ojos a quien
seguramente creyó verlo casado a futuro con HoSeok. Y no lo culpa, lo
comprende perfectamente. Tuerce una suave sonrisilla al suspirar y saber que
al final del día, su pequeño chico rubio hará lo correcto y su recién relación
formalizada verá la claridad del día.

Si bien, ninguno de ellos esperaba ver la cómplice sonrisilla que Jin-young les
dedica al hablar.

—Todavía me parece increíble que él haya sido quien incendió la cafetería


Park's Table. Lo cual también explica el ánimo de la señora Park y esa
enjundia por querer abrir su cafetería tan pronto sea posible. Jamás la había
visto tan... contenta—. Jin-young ríe con curiosidad al dirigir su tierna mirada
hacia el azabache.

—Temo que sí. Soy culpable de devolverle años de vida a la señora Park—.
Jeon rasca su nuca y aclara la garganta, realmente avergonzado. Ríe a la par
que el amigo de su novio.

—Por lo que veo ya te pusieron al tanto de todo—TaeHyung baja la mirada


avergonzado de lo que pudieron decirle sus amigos y de lo que Jin-young haya
interpretado.

—HoSeok me contó que hace tiempo terminaron y que, por muy increíble que
parezca, el hijo del alcalde te conquistó. No sabía que te atraían los maleantes
juveniles, Tae—. Cruza los brazos, claramente divertido al ver la expresión de
sorpresa en su amigo y en el azabache.
Antes de que TaeHyung pudiera preguntarle cuándo habló con HoSeok, sus
amigos van dando la vuelta por la cafetería y Jin-young se dirige con el mismo
aire alivianado hacia el azabache.

—Jeon JungKook, ¿cierto? Soy Park Jin-young, amigo de este mal educado
que no nos presentó, y de los trogloditas que vienen. Excepto por mi primo,
claro.

— ¿A quién le dices troglodita, niño? —JaeBum frunce el ceño, desconcertado.


Le irrita la naturaleza adorable que Jin-young desprende con facilidad, junto a
su capacidad de atormentarlo con una sonrisa.

—A quien lanzó mi avioncito de papel en el riachuelo cercano a la casa de


HoSeok—. Se cruza de brazos al dar media vuelta y encararlo con una pizca de
enfado.

— ¡Eso ocurrió cuando teníamos seis años, supéralo! —JaeBum lo sujeta de los
hombros, haciendo estallar una ruidosa discusión.

La pequeña riña arde junto a los ruegos de SungJae por que se calmen,
aunque las risas de Wang no se hacen esperar y avivan el estruendoso
ambiente. Mark intenta calmar a sus amigos y sobre todo a su pareja.

HoSeok es el único que se aparta de la diversión a base de gritos infantiles y


uno que otro jalón de orejas. Con las manos en los bolsillos de su pantalón, se
queda de pie junto a TaeHyung.

—Gracias, Hobi—. TaeHyung musita con una suave sonrisa mediando su


ruborizado rostro. ¿Cómo expresar lo agradecido que está con él? Y no sólo
por mantener a raya su privacidad, sino por seguir respetándolo y cuidándolo
como siempre lo ha hecho desde que eran niños. Lo observa bajo un tinte
nostálgico impregnado del más dulce cariño, pues jamás a dejarlo de
quererlo.
—No hay de que—. Suspira audiblemente al ver a Jeon sujetando dulcemente
la mano del chico que sigue amando. Aparta la mirada un segundo antes de
ver de nuevo a los ojos a TaeHyung y decirle la buena noticia de que la madera
para la pared de los enamorados llegará en unos días, quizá antes, junto al
letrero nuevo del local y los muebles.

—Seguramente Wang querrá ser el primero en marcar la pared—. TaeHyung


ríe bajito al ver al susodicho discutir con Mark por querer callarlo a base de
besos.

—Quien sabe, yo le apuesto a JaeBum y a Jin-young. Por más que discutan


puede verse una chispa de amor entre ellos.

HoSeok sonríe nostálgicamente al ver a los antedichos sostener la misma


discusión infantil. Al cruzar miradas una vez más con esos preciosos orbes
color avellana, le es imposible no añorar como la punta de una navaja
materializó el profundo amor que, dolorosamente, sigue sintiendo por él en
esa vieja madera de pino que se quemó junto a su felicidad. Y aunque apriete
los ojos y aspire con fuerza, sabe que ese fresco aroma a hierbabuena jamás
pintará sus pulmones como solía hacerlo. Su momento de olvidar a ese lindo
joven y poder querer a alguien más llegará.

— ¿A dónde iban ustedes solos? —Ruborizado por la discusión con Mark,


Jackson se acerca con aire arisco frente a TaeHyung y Jeon. Ni siquiera se da
cuenta del tenso silencio que había entre ellos antes de su inoportuna
aparición.

—En realidad...

—Déjalos en paz, Wang—. HoSeok interrumpe a TaeHyung, no queriendo que


responda por la simple razón de que eso laceraría más a su corazón.
— ¡No le veo nada de malo preguntarles a dónde van! Es obvio que tienen algo
planeado, sino porque TaeHyung va demasiado bonito—. Wang rueda los ojos
al ver a Mark acercársele nuevamente para callarlo, pero se aleja con gesto
molesto.

Jeon no ha borrado su enorme sonrisa dental por el pequeño show que los
amigos de TaeHyung pueden armar en unos segundos. Le gusta el ambiente
ligero de malos entendidos y cargados del cariño que se tienen pese a todo.
Intercambia miradas con HoSeok, despidiéndose con leve asentimiento para
retirarse junto a TaeHyung, quien mira sobre sobre su hombro para
despedirse con un suave movimiento de mano de HoSeok.

—HoSeok todavía te quiere—. Jeon habla antes de acercarse a la taquilla y


comprar los boletos. Sujeta con ternura la mano endeble de TaeHyung,
acercándolo a su cuerpo para abrazarlo con fuerza mientras enreda sus dedos
en su rubia cabellera. Aspira profundo y suspira suave, una y otra vez, para
embriagarse de ese rico aroma que incendia sus pulmones. Jamás se cansará
del aroma a hierbabuena, nunca podrá olvidarlo ni en otra vida.

Apoyando la mejilla en el hombro de JungKook, casi escondiendo el rostro en


su cuello, TaeHyung afianza el abrazo entre sonrisas tímidas y risas por las
cosquillas que el mayor le provoca al acariciarle la cabeza. Y ahora es que se
permite grabar aún más esa melodiosa colonia, esa esencia que hace tan
único a JungKook y que cada vez más lo hace adicto a él. <<Nunca olvidaré tu
aroma, tus besos, tus caricias, tu cuerpo>>.

—También lo quiero—. Levanta la mirada y acuna el rostro de Jeon para verlo


detenidamente. Le sonríe y lo besa suavemente—Pero a ti te amo.

—También te amo, bonito—. Vuelve a estrecharlo, besándole la coronilla con


dulzura.1
───────── •❁• ─────────

Tomaron el autobús para llegar a la villa, ahora deben montar un taxi para
poder llegar a la casa de Jeon y así dar un paso que, a palabras de TaeHyung,
es uno muy grande en una relación. Conocer a quienes más ama tu pareja es
algo que significa mucho para él, pues le hubiera gustado que su madre
conociera al hombre que lo hace muy feliz.

Desde luego que los pequeños inconvenientes, algunos obstáculos o


distracciones siempre van de la mano de planes importantes. Y obviamente
JungKook no pensó que, al llegar a la villa, se encontraría con EunBin.

La castaña iba saliendo de una tienda, llevando consigo algunas bolsas de


compras y milagrosamente sola, de lo contrario sus amigas verían con
desagrado a Jeon y obviamente a su acompañante. EunBin se detiene en seco
al casi tropezar con el azabache que la observa sorprendido y algo nervioso
Por supuesto, no evita mirar su mano entrelazada tiernamente con la del
muchacho de cabello rubio que la mira curioso y bastante atento a sus
reacciones.
—Veo que tu servicio comunitario terminó—. Pasa su mirada de un uno a otro,
sin atisbo de resentimiento.

—Algo así, todavía falta colocar el letrero, la pared de los enamorados y


amueblar el lugar—. Por nada, ni la mirada inquisitiva de EunBin, Jeon suelta
la mano que TaeHyung intenta apartar al comenzar a sentirse incómodo.

—Ya veo—. Ve un segundo a TaeHyung— ¿Él es a quien fuiste a buscar la noche


de la feria? —Sonríe sutilmente—Veo que las cosas salieron bien, me alegra—.
El tono de su voz es suave, pero ligeramente apagado a comparación de las
múltiples ocasiones en las que el azabache la oyó alegre.

TaeHyung siente empequeñecerse vergonzosamente al no reconocer


enseguida a la muchacha. Muerde con fuerza su labio inferior y por más que
trata de apartarse de Jeon, sencillamente es sujetado con más fuerza esta vez
de la cintura. Alza la mirada al escuchar a su novio aclarar la garganta y
afirmarlo sin titubeos. Pero es un abrasador rubor el que se abre paso por
todo su cuerpo cuando lo oye presentarlo como su novio, razón por la cual
están ahí.

—Es un placer conocerte... EunBin—. TaeHyung humedece su boca por la


timidez mezclada con la tristeza pasada. Explicar lo que siente al estar frente a
la joven a quien Jeon le rompió el corazón dos veces es complicado, casi
catastrófico para su enternecido corazón al compartir parte del dolor.

—Lo mismo digo, en serio—. EunBin sabía de antemano que Jeon amaba a
alguien más y que por eso fue capaz de gritarlo sin importarle las habladurías.
Quiso hacerse a la idea de ver a la deriva el amor que sigue conservando muy
frágilmente en sus recuerdos, pero al ver su realidad materializada le es difícil
no sentirse rota. Conteniendo las ganas de llorar, ella aclara su garganta al ver
su reloj de collar para excusarse y salir corriendo de sus vistas. El ver a su
perdido amor le duele más de lo que pensó. Lo único que espera, de Jeon, es
que a ese muchacho no le haga lo mismo que a ella—Debo irme. Espero que te
guste la villa, Tae—. Sin más, la castaña se despide con una reverencia. Gira
sobre sus talones y se pierde al doblar una esquina.

— ¿No fuiste demasiado directo? —TaeHyung suelta la mano de Jeon.

Jeon mira en la dirección por la que EunBin se fue. Al ver de nuevo a su novio
cae en la cuenta de que fue demasiado torpe e insensible.

—Aun soy nuevo en estas cosas, Tae.

—Eres un reverendo burro—. Cruza los brazos y mira a otro lado. Y quisiera
decir que le gusta verse enfadado ante su novio, pero ¿cómo evitar sonreír
cuando este lo abraza dulcemente a a pesar de las miradas curiosas?
Especialmente de alguien más que interrumpe su visita.

— ¿JungKook?

—JiMin—. El azabache ve a su amigo acercarse con una maleta en mano— ¿No


crees que ya es un poco tarde para vacacionar? Ya casi termina el verano.

Con una mueca divertida, JiMin ignora a Jeon y saluda al hermoso joven que
está parado a un lado.

—Hola, me llamo Park JiMin, ¿cuál es tu nombre?

—Jung TaeHyung—. Extrañamente le gusta lo colorido que el peli-rosa claro


luce. Esa enorme sonrisa, obligando a sus rasgados ojos curvarse cual lunas
menguantes, le parece lo más adorable del mundo.

—Encantado de conocerte, pero temo que ya debo irme o perderé mi vuelo.


— Espera un minuto, ¿en serio te irás, así como así? —. JungKook suelta a
TaeHyung para entrelazar de nuevo sus manos dejándole ver a su amigo los
brazaletes que portan y hacen juego.

—Quiero irme un tiempo a Seúl. No quiero ver a YoonGi, al menos no hasta


que él recapacite. Y creo que eso nunca sucederá. Me ignora, y las pocas veces
que lo he visto en el bar nada más juega, apuesta, o está bebiendo y fumando
como si el mundo se le fuera en ello. Lo hace con más frecuencia desde esa
noche en la feria—. Dibuja una desconsolada sonrisita, y TaeHyung nota la
forma en que estrangula el aza de su maleta—En fin, compórtense bien.
Espero verlos pronto, así que desde este momento esperaré mi invitación a su
boda—. Les guiña el ojo al reír coquetamente—Hasta pronto.

—JiMin...—el azabache lo ve irse corriendo a una camioneta negra, de la que


un chofer baja y abre la puerta trasera—YoonGi es un imbécil. Todo mundo
sabía de lo suyo con JiMin, ¿por qué debe comportarse como un patán con él?

—Tú hiciste lo mismo con EunBin, ¿lo olvidas? —TaeHyung no deja de ver a lo
lejos, perdiendo de vista el vehículo negro.

—No compares, Tae, eso no...

—Jeon, le rompiste el corazón—. Lo ve de reojo, con la cabeza ligeramente


ladeada—Al final es lo mismo.

—A ti no te romperé el corazón, bonito—. Susurra al verlo con los ojos


brillantes, con un atisbo de desánimo. Le acaricia la mejilla con el pulgar,
envolviéndose por el calor que emana esa suave piel.

—Lo sé—. Cierra los ojos por el dulce tacto, hundiendo más su mejilla en la
palma ajena. << ¿Yo seré capaz de romperte el corazón? >>
Ambos se quedan un momento parados en el mismo punto, siendo ignorados
por la poca gente que camina a su alrededor. Pareciera que son tragados por
el tiempo, por los recuerdos y los constantes ir y venir de pequeños hitos que
los han forjado hasta ese punto. Una especie de recolección de la cual no
estaban conscientes de enfrascar en sus recuerdos, inclusive en una sonrisa.

Cada una de las personas que se han cruzado en sus vidas, o en las que ellos
han sido participes, no son más que una porción del todo que han enjaulado
en sus corazones. Al igual que cada sitio, cada charla, cada lágrima, cada
suspiro, cada aspecto de su entorno.

TaeHyung se apoya en Jeon al sacudir un poco la cabeza y parpadear para


sopesar el malestar que su cuerpo comienza a experimentar en cuestión de
segundos. Tienta sus bolsillos y saca el inhalador, viéndolo un segundo hasta
que el azabache se lo quita y se lo trata de colocar en la boca.

—Estoy bien—. Le sujeta la muñeca, apartándola un poco.

—Te estás poniendo pálido.

—Ya dije que estoy bien. Vayamos a tu casa, ¿quieres? —Pasa la lengua por sus
labios e intenta sonreírle como si su pecho no fuera perforado por un
punzante malestar. Es como si el aire ahora se hiciera una pesada masa
aplacando su corazón, negándose a salir o a entrar y para dejarlo respirar
correctamente— ¿Qué haces? ¡Bájame! —Su novio lo cargó colocando un
brazo bajo las rodillas y por la espalda.

—Te sientes mal, deja de mentirme.

—No es verdad. ¡Bájame ahora, Jeon! —Por más que patalea con toda la
fuerza que tiene, simplemente no puede desprenderse debido al inesperado
cansancio. Se siente débil, más de lo usual y eso comienza a asustarlo.
El remordimiento y las ganas de hacerle saber que debe ir al médico lo
gobiernan una vez más. Abre la boca, emite un ruidito suave, pero no consigue
decirle la verdad. Sin querer sus ojos se cristalizan y deja de luchar por alejarse
de los brazos de quien ruega lo sujete con fuerza. Se siente diminuto y lo
detesta porque sabe que puede ponerles fin a esas nefastas sensaciones y
contar con el apoyo de Jeon.

El mayor lo siente temblar, así como sus tibias lágrimas humedecerle el cuello.
Tensa la mandíbula y sujeta con firmeza el cuerpo ajeno. Sabe que algo anda
mal, incluso que el menor no le dirá nada, aunque insista, por eso lo deja
sollozar mientras va a pie hasta su casa, agradeciendo que la suave sombra de
los numerosos árboles flanqueando las casas los cubre perfectamente.

—Sabes que quiero irme, pero nunca te dije que al salir de este lugar me aterra
no saber qué hacer de mi vida—. Jeon habla con la voz ronca, pues su
intención es distraer el sollozo de TaeHyung—Quiero ir a la universidad, pero
jamás he pensado en que quiero especializarme. Tengo miedo de eso, Tae,
miedo de no saber manejar el mundo que me rodea y mucho menos como
manejarme en él. Pero tengo más miedo de no poder enfrentarlo sin ti a mi
lado.

—Jeon, ¿jamás te dije que deseaba estudiar, cierto? —Entierra sus dedos en la
nuca del mayor, y se niega a levantar la cabeza.

—Sólo me comentaste que quería estudiar HoSeok—. Sonríe al recordar que


fue en medio de una riña.

— ¿Recuerdas todos los libros viejos en mi habitación?

—Siempre te veía leyendo frente al televisor. ¿Cómo podías leer con el ruido
de los programas de variedades de fondo?
—Quería estudiar literatura. Ser escritor era mi sueño, uno que no podré
cumplir por lo costoso de la matrícula. Por eso ser mesero en Park's Table será
mi futuro—. Suelta una risita melancólica.

—Imagino que te negarás si te propongo pagarte la matrícula—. Ríe al sentirlo


asentir afanosamente—Entonces me quedaré en el pueblo contigo y
encontremos la forma de que cumplas tu sueño—. Unos cuantos pasos más y
Jeon se adentra por el mismo camino empedrado hasta la puerta principal de
su casa.

— ¿Y el tuyo? —Se digna en levantar la cabeza para verlo a los ojos. Esos
encantadores ojos obscuros que lo ven con amor.

—Ya lo encontraré, estoy seguro.

───────── •❁• ─────────

—Jefe Jung, tiene una llamada en la línea dos.

DaeHyun asiente desde su asiento y descuelga el teléfono para responder la


llamada, desde la comodidad de la oficina.
—Buen día, ¿en qué puedo ayudarle? —Se deja caer en la incómoda silla tras
su escritorio.

—Oficial Jung, es bueno encontrarlo. Habla el doctor Kwang.

— ¿TaeHyung está en la clínica? —De un salto se levanta y comienza a guardar


sus cosas, dispuesto a salir para allá.

—Temo que no. Desde hace dos días he tratado de contactarlo para informarle
que debe traer a su hijo a realizarse un electrocardiograma, ya que los últimos
estudios que le realizamos arrojaron algo anómalo. ¿No se lo comentó
TaeHyung?

— ¿Cómo que encontraron algo anómalo? Mi cuñada y yo hablamos con su


colega y no nos dijo absolutamente nada. ¡¿Quiere explicar qué ocurrió?!

—Oficial, cálmese. Es lo que queremos corroborar, por eso requerimos que su


hijo se realice esos estudios cuanto antes. Probablemente se trate de un mal
entendido y...

— ¡¿Malentendido?! —Golpea el escritorio, atrayendo la atención de todos los


presentes en la comisaría— ¡Malentendido será cuando yo mismo lo encierre
por negligencia!

—Oficial Jung, le repito que es urgente que traiga a su hijo lo más pronto
posible. Ambos sabemos que esto puede ser muy serio si no nos damos prisa.

—Si no, ¿qué pasará? —Suspira profundo— ¡Dígamelo!


───────── •❁• ─────────

[32] ❁

Lanza el teléfono contra el piso al salir fulgurante de miedo y furia. DaeHyun


necesita encontrar a TaeHyung para llevarlo a rastras, de ser necesario, hasta
la clínica para que le realicen los estudios necesarios.

La llamada del médico lo dejó muy mal emocionalmente, pues la mera idea de
que la salud de su hijo ha ido en declive en vez de mejorar, sin siquiera notar
cambios drásticos, lo minimizan al punto de sentirse un mal padre.

¿Cómo pudo pasarlo por alto? ¿cómo no se dio cuenta? ¿en qué punto de su
ya casi estable relación, padre-hijo, le fue desapercibido alguna desmejora en
TaeHyung?

Miles de preguntas van y vienen, atormentándolo lentamente al no encontrar


ni a TaeHyung ni a JungKook. Por más que llama a la casa, nadie responde, lo
cual agota su paciencia. Ni siquiera se atreve a llamar a HaeSuk, pues la
alarmaría y tendría que llevarla consigo de no querer sus constantes llamadas
a la comisaría. Las únicas opciones que le quedan son la construcción y la
fogata, ya que ignora la existencia del preciado lago que frecuenta su hijo.

Al adentrarse al pueblo, ve primero a HoSeok acarrear algunos costales con


semillas en la parte trasera de una camioneta blanca. Apea de la patrulla,
dejando el motor encendido, para acercarse al castaño que ha detenido su
labor al verlo acercarse con aura pesada.

—Buen día, señor. ¿Se le ofrece algo? —HoSeok limpia el poco sudor de su
frente con un paño.

—Necesito hablar con TaeHyung, ¿sabes dónde está?

—No, lo siento. ¿Todo en orden? —El castaño mira la impaciencia en el


semblante de DaeHyun. Algo anda mal y la dureza con la que pregunta por su
radio si han sabido algo de su hijo no es común. Lo ha visto en sus peores
momentos al discutir con TaeHyung, pero ese nivel de auto descontrol es
distinto.

—Es urgente, HoSeok, de verdad necesito saber dónde carajos se ha metido—.


Aprieta el puente de su nariz con los dedos, estrujando sus ojos al pasar la
palma por el rostro antes de soltar un profundo suspiro.

Comenzando a inquietarse, HoSeok se quita los guantes de trabajo y los lanza


con la intención de ayudar al acongojado hombre.

—Lo ayudaré a buscarlo—. No necesita preguntar la razón del desespero,


imagina que tiene que ver con algún problema del que aún no se entera y lo
más seguro involucre a Jeon. O peor, con el alcalde y su conocimiento de la
relación entre TaeHyung y JungKook.
—Si sabes algo de él, por favor, llama enseguida a la comisaría y has que una
patrulla vaya por él para que lo lleve a la clínica—. Sin dar más explicaciones,
DaeHyun le palmea el hombro antes de montar de nuevo la patrulla, haciendo
rechinar las llantas sobre las piedras que pavimentan el lugar.

— ¿A la... clínica?

───────── •❁• ─────────

SeokJin camina al lado de TaeHyung, abrazándolo un poco por los hombros,


al salir por la entrada principal hasta la calle. En ningún momento ha pasado
por alto que JungKook no ha dejado de mantener sus manos entrelazadas, ni
siquiera en presencia de su madre, con los dedos férreamente apretados. Y le
agrada la idea de ver a su hermano feliz con alguien que, a su punto de vista, le
ha hecho bastante bien a su imprudente actitud.

—Lamento que mamá te haya interrogado de ese modo—. JungKook se rasca


la nuca al ver a TaeHyung levantar la vista.

Honestamente no esperaba que los recibieran con abundantes platillos y


postres que al final TaeHyung terminó por querer aprender a preparar. Claro,
el menor se ofreció gustoso al querer compartir un poco de su experiencia
culinaria en el área de repostería, gracias a su tía, con la mujer que su novio
quiere como a nadie en el mundo.
Complacido, feliz, dichoso, es poco a comparación a las gratas sensaciones
que Jeon experimentó al ver a su amado novio mancharse la cara con harina o
mezcla, del pastel de chocolate, que preparó junto a Hyo. Una perfecta
imagen, digna de enmarcar, guardándola en su memoria hasta que la sonrisa
le hizo doler las mejillas.

—No fue para tanto. Me gustó preparar algo, aunque fuera un postre—.
TaeHyung sonríe al ver el entusiasmo en SeokJin.

—A mí me pareció divertido ver la cara de mamá cuando TaeHyung dijo cómo


se conocieron: "Él provocó que la cafetería de la señora Park se incendiara por
chocar contra el establecimiento y todo por manejar ebrio". Ella sabía todo,
menos que fue por culpa del alcohol.

SeokJin se dobla de risa, con esa única y encantadora manera de carcajear en


voz alta que logra alterar los nervios de su hermano al evidenciarlo. No para
de reír frenéticamente, aunque JungKook le propine algunos golpes que lo
hacen correr alrededor del invitado, a quien sostiene de los hombros para
usarlo de escudo humano.

TaeHyung ríe por la vergüenza encubierta de ira en los gritos de JungKook, y


no lo culpa. La verdad no se arrepiente de habérselo dicho sin tapujos a la
señora Jeon. Su rostro fue un poema, del cual jamás olvidará la palidez que
adquirió con la misma rapidez con la que enrojeció de enfado. Oírla reprender
a Jeon JungKook valió la dosis de timidez de la que apenas va
desperezándose.

Los hermanos corren y gritan desenfrenados, rodeando a TaeHyung de vez en


vez para usarlo de protección antes de volver a correr por el área cual niños
pequeños.
— ¡Ni que hubiera sido para tanto, sólo te obligó a lavar los platos todas las
noches a partir de que vuelvas! —SeokJin carcajea a viva voz, curvando sus
ojos gracias a sus acolchadas mejillas ruborizadas por la risa.

— ¡Será el sereno, de esta no te salvas! —JungKook sigue corriendo tras de él,


logrando alcanzarlo algunas veces y jalarle las orejas.

— ¡De cualquier forma, yo no le dije nada, fue tu novio!

— ¡No le patearé el trasero a TaeHyung!

— ¡¿Y por qué a mí sí?!

— ¡Porque lo mereces!

Mientras los ve jugar descontroladamente, TaeHyung se apoya en el árbol más


cercano a la entrada para poder recuperar el aire que comienza a faltarle.
Humedece sus labios, esta vez por la resequedad de su piel en vez de su
coqueto tic. Aspira un poco, provocándose una leve tos que cala su tráquea
lentamente.

Los hermanos siguen jugando y gritándose, dándole tiempo de sacar el


inhalador de su bolsillo y verlo unos segundos antes de agitarlo y llevarlo a su
boca. Una inhalación, dos y sigue sintiendo la tos resurgir con fuerza de sus
pulmones. Lo intenta una tercera vez, pero el inhalador continúa siendo inútil.
Es consciente de que no surtirá el mismo efecto que antes, por mucho que
aspire.

Cada vez le cuesta más recuperar el aliento y el hecho viene desde hace
algunos días, de los cuales se ha mordido la lengua para no tener la
preocupación de quienes quiere sobre su persona.

— ¡Suficiente! Cuando vuelvas te dejaré golpearme lo que quieras, ahora


ustedes deben... ¿qué ocurre? —SeokJin había abrazado por los hombros a
JungKook, golpeándole la frente con la otra mano para moverle la cabeza a
voluntad y fastidiarlo, pero al acercarse al menor de los tres cambió su sonrisa
por seriedad al verlo empalidecer.

—Estoy... bien—. Su leve tos va agravándose, en intervalos en los que apenas


puede respirar.

— ¿TaeHyung? —Jeon se suelta del agarre de su hermano para sostener el


cuerpo endeble del menor— ¡Tae! ¡Mierda, no de nuevo, por favor! ¡TaeHyung!
No te atrevas, bonito, no te atrevas a hacerme esto.

JungKook junta sus frentes al suplicarle que se recomponga, que se


tranquilice y respire lentamente. Aferra los brazos alrededor de TaeHyung,
martirizándose al oírlo toser cada vez más ronco.

—JungKook, tenemos que llevarlo adentro.

—Hyung, llévanos al hospital—. Con ojos cristalinos, JungKook carga a


TaeHyung en dirección al garaje— ¡Por favor, Jin, llévanos al maldito hospital!

SeokJin no sabe cómo reaccionó tan rápido a la súplica de su hermano, pero


en menos de un minuto ya estaba dentro del auto con ambos arriba. Su
estómago se encoge al ver a su hermano, por el retrovisor, tratar de mantener
consciente al menor.

—No te atrevas, ¿me oyes? no te atrevas a volver a ponerte mal—. Jeon junta
sus frentes, suplicándole que mantenga los ojos abiertos y que respire—
¡Maneja más rápido!

— ¡Cálmate! Alterándote no resolverás nada—. Tensa los nudillos, casi


reventando las venas de sus manos, al querer acortar la distancia lo más
posible.

—Tae...
El menor quiere hacer caso a los ruegos, abrir los ojos y dar una gran
bocanada de aire. Quiere lanzarse a los brazos de su novio para decirle que
está mejor, que no hay nada de qué preocuparse, que vuelvan a casa y se
acurruquen en el sillón para conversar o simplemente besarse. Pero no puede
y eso es lo que va aumentando su miedo al remover sus orbes sin sentido. La
cabeza le da vueltas y el punzante dolor en el pecho pareciera haber creado
un enorme boquete, dejando caer su corazón con el peso de una tonelada.
Aferra sus dedos en los brazos de Jeon al oír a SeokJin gritar que han llegado
en lo que apea del vehículo y pide ayuda a unas enfermeras que no tardan en
salir con una camilla.

TaeHyung quiere enrollar sus brazos en el cuello de su novio, quiere poder


murmurarle al oído que después de esto estará mejor y listo para una
discusión campal con él por no cuidarse como debía. Quiere decirle y
demostrarle tantas cosas a JungKook, que el minuto en que lo separan de sus
brazos es tan efímero que ni él mismo sabe en qué instante ha perdido la
consciencia y la fuerza de su cuerpo para sonreírle una vez más.

— ¡¿Estará bien?! ¡Díganme sí estará bien! —Jeon entra desgarrándose el alma


al ver como llevan a su novio a urgencias. Golpea furiosamente la recepción,
atrayendo la atención de los demás pacientes y médicos.

—JungKook, tranquilízate—. SeokJin lo sujeta de los hombros, pero es en


vano. Tan pronto lo tocó, su hermano se apartó para seguir exigiéndole a la
enfermera que le digan qué harán para ayudar a su novio.

—Entiendo que está desesperado, pero necesito que me proporcionen sus


datos para ingresarlo al sistema.

Controlando el repentino llanto, apretujando el puente de su nariz con fuerza,


Jeon suspira roncamente antes de ver a los ojos a la gélida mujer del otro lado
de la computadora. Habla claro, informándole hasta el más mínimo detalle de
TaeHyung.

—Necesitamos que su padre venga para que podamos...

— ¡Ya le di la maldita información! ¡¿Qué más quiere?! —Golpea la superficie


con las palmas abiertas, enrojeciéndoselas dolorosamente, estremeciendo a
la mujer y a las personas de su alrededor.

— ¡JungKook, él es menor de edad, por eso quieren que su padre venga! —Lo
sacude un poco, al punto de darle una bofetada para tranquilizarlo—Llámalo
ahora.

Una bofetada era todo lo que necesitaba, un empujón para salir de ese
embotellamiento emocional que lo irritaba al punto de encolerizarse. Jeon
hace caso y camina hasta el teléfono más cercano para llamar a la comisaria.
Aprieta el aparato como si quisiera romperlo, estrangulando de una forma el
terror de ver al médico salir y darles malas noticias. Se niega a perder a ese
muchacho que le enseñó a querer y a madurar sus sentimientos. Ni siquiera
presta atención que al otro lado de la línea alguien insiste que responda.

— ¿Quién llama?

—Necesito hablar con el oficial Jung, es urgente.

—El jefe no está, ¿podemos ayudarlo en algo?

— ¡Pues contáctenlo como sea! Su hijo está en el hospital de la villa en este


momento—. Inhala y exhala pesado, aruña la pared frente a él mientras
agacha la cabeza derrotado y furioso con el mundo.

Ninguna de las partes ha cortado la llamada, dejando a JungKook oír como el


hombre que le respondió se pone en contacto, por radio, con el padre de
TaeHyung. Se niega a esperar más respuestas, así que cuelga el teléfono y se
deja caer frente a la pare, apoyando la frente en la dura superficie sin dejar de
rasguñarla. Está asustado, disgustado, encolerizado, justo en el abismo de la
tristeza al no saber qué ocurrirá a partir de ese punto.

— ¿Ya has hablado con su padre? —Su hermano se acuclilla a su lado,


reconfortándolo al palmearle la espalda.

— ¿Cómo pudo ponerse mal? —Mira el suelo, manchándolo de lágrimas—


¿Cómo no vimos que estaba mal? ¡¿Cómo no me di cuenta que estaba
poniéndose mal, Jin?! —Lo ve con rabia inyectada en sus ojos y en su voz.

—Él estará bien.

Jeon se levanta de un hilo, haciendo caer a su hermano de bruces, para salir


con esa explosiva irascibilidad impregnando cada célula de su sistema. Está
dolido, demasiado resentido consigo mismo como para pensar claramente.
Grita hasta desgarrarse la garganta, ahuyentando a quienes pasan a su lado.
Desploma el peso de su culpa en una jardinera alejada de la entrada a
urgencias y hundiendo el rostro entre sus temblorosas manos.

El mundo se le viene abajo y no sabe cómo responder. Tanta es su frustración,


que apenas consigue oír la voz de HoSeok a su lado.

— ¿Estas oyéndome? —El castaño lo empuja un poco, ganándose una


fulminante mirada de parte del azabache. Pero lo pasa por alto, le interesa
más saber que han dicho los médicos al respecto.

Jeon tensa la mandíbula, apenas y asoma el rostro de entre sus manos al


negarse a responder, pues ni él mismo ha sabido nada en los últimos tres
cuartos de hora que ha estado afuera. Apenas procesa la presencia de HoSeok
en el hospital, habiéndose comunicado únicamente con DaeHyun, empezado
a detestarla como solía hacerlo.
— ¿Qué haces aquí?

—Me encontré con el padre de Tae a punto de salir del pueblo. Me dijo que
vendría, así que lo acompañé. Ahora dime, ¿por qué está aquí? —Lo sujeta del
cuello de la camisa para levantarlo de un jalón, buscando que reaccione.

— ¡Vete, déjame tranquilo! —Deshace el agarre al empujar del pecho al


castaño.

— ¡Entonces regresa adentro y cuida de TaeHyung! —Apunta hacia el hospital


sin apartarle la vista de encima—Deja de estarte lamentando, deja de
lloriquear y ve de una vez a esperarlo. TaeHyung te necesita más que nunca y
estás aquí perdiendo el tiempo.

— ¡No me encabrones más! —Vuelve a empujarlo, sin hacerlo enfadar como lo


está él.

— ¿Quieres ver qué es encabronarse de verdad? —Gruñe al cerrar


amenazantemente el espacio entre ellos.

— ¡JungKook! —SeokJin se acerca calmado, interponiendo su brazo para


cortar la hostilidad—El médico está hablando con el padre de TaeHyung.

—Compórtate como tal, riquillo—. HoSeok suelta suavemente las palabras.


───────── •❁• ─────────

[Final]

❝Hᴀʏ ᴘᴇʀsᴏɴᴀs ᴏ̨ᴜᴇ ᴠɪᴠᴇɴ ᴛᴏᴅᴀ ᴜɴᴀ ᴠɪᴅᴀ ʏ ɴᴜɴᴄᴀ sᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀɴ. Yᴏ ʜᴇ ᴠɪᴠɪᴅᴏ ʟᴀ
ᴍɪ́ ᴀ ʏ sɪ́ ᴍᴇ ʜᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏ.❞
—Hᴇʀᴇ ᴏɴ Eᴀʀᴛʜ (2000)
4

Son poco más de las cuatro de la tarde del siguiente día al que internaron de
urgencias a TaeHyung, causando que Jeon se sienta más ansioso de poder
verlo. Ha esperado pacientemente a que DaeHyun y HaeSuk pasarán primero
a ver a TaeHyung, dándole tiempo de controlar las ganas de llorar. Lo que
menos quiere es derrumbarse frente a su novio, buscando mostrarse fuerte
por ambos.
Al sentirse listo para ver a los ojos a su novio, Jeon entra a la habitación sin
conseguir detener el inevitable tembleque de su cuerpo a causa de los nervios.
Se queda de pie contra la puerta en cuanto la cerró, viendo cautelosamente a
TaeHyung acostado en la camilla con ambas manos sobre su abdomen,
completamente absorto en el exterior que la ventana a su lado le ofrece.

—Pensé que no vendrías—. TaeHyung apenas se inmuta en ver a los ojos a


Jeon, mostrándole una abrumadora escena en la que su pálido rostro es
adornado con una cánula nasal. De todos modos, palmea suavemente al lado
de la camilla para que el azabache se acomode a su lado.

Jeon se acuesta a su lado, abrazándolo cuidadosamente para mantenerlo


cerca suyo. Se anima a besarle la coronilla y su frente, necesitando
transmitirle el afecto que le tiene.

—Hablaste muy poco con tu papá—. Desprende la mano de la cintura del


menor para acariciarle la mejilla. Acaricia la suave piel hasta colindar con la
boca y delinearla dulcemente. Pasa por alto la cánula, minimizando lo más
posible el duro golpe de la realidad.

TaeHyung cierra delicadamente los ojos mientras esconde el rostro en el


cuello de Jeon, abrazándolo enseguida sin intenciones de soltarlo. Le cuesta
trabajo ser valiente y demostrarle a su novio que no ha de que preocuparse.

—Hablamos lo necesario—. Suspira contra la piel ajena—El médico dijo que en


un par de semanas podré ir a casa—. La tristeza pinta su voz y su risa rota—
Pero con todos los cuidados pertinentes—. Toca delicadamente la cánula
nasal.

— ¿Tu papá te ha dicho que...? —se interrumpe a sí mismo al no estar muy


seguro de su pregunta— ¿Te dijo que tienes...?
— ¿Corazón pulmonar crónico? —Bisbisea—Al parecer lo desarrollé poco antes
de que conocerte, y empeoró mientras ayudaba en la construcción.

— ¡Carajo! —Lo abraza con fuerza— ¡Fue mi maldita culpa!

— ¿Cuándo volvamos a casa te gustaría ver una película? —Quiere llorar, pero
se contiene para tranquilizarlo. Lo último que quiere es hacerlo sufrir, sin
importar que lo ha hecho durante las últimas horas.

—Bonito, ¿acaso no te importa lo que está ocurriendo? —Se incorpora y acuna


suavemente el ruborizado rostro de TaeHyung, quien lo ve algo
desconcertado. Conectan sus miradas, transmitiéndose la misma angustia—
¡¿No te interesa en absoluto lo que está ocurriendo?!

TaeHyung trata de entrelazar su mano con la de Jeon, quedándose


estupefacto al ver su negativa al apartarla bruscamente.

—Claro que me interesa, JungKook.

— ¿Por qué de pronto me llamas por mi nombre? —Sorbe por la nariz al sentir
el llanto hacer meollo en sus sentimientos— ¡¿Qué pretendes?! ¡¿Crees que así
minimizarás lo que puede pasar?!1

La voz de Jeon es ronca y quebrada por contener el llanto. Sus ojos se


inyectan enseguida de sangre, mostrándolos fieros y al mismo tiempo
impotentes al no expresar con suficiente fuerza su sentir. El corazón se le
parte en dos y eso al menor pareciera importarle poco. Limpia su nariz con la
mano y pasa los dedos por su cabello, negándose ver a los ojos a TaeHyung,
dándole enseguida la espalda.

—Escucha...

—Lo que yo siento importa muy poco, ¿verdad?


—JungKook, escúchame.

— ¡Estás dándote por vencido! —Voltea a verlo, alzando la voz— ¡Estás


abandonándome en un paraíso que dejarás en blanco! —Su voz se quebró al
final, siendo incapaz de dibujar otra expresión más allá de la frialdad con la
que su novio lo ve—Primero me obsequias la más grande dicha de amar y
ahora te atreves a arrebatármela.

TaeHyung ve cada una de las lágrimas de JungKook deslizarse por sus mejillas
hasta su cuello, perdiéndose bajo el ruedo de esa playera que resalta la flor de
su juventud. Sin quitarle la vista de encima se acomoda contra el respaldo,
apoyándose en una almohada para minimizar la incomodidad. Retoma el
control de su respiración y de sus emociones. De vez en vez tose un poco,
alterando los nervios de JungKook desde que comenzó su letanía doliente.
Incluso antes de que entrara a la habitación.1

—No me estoy dando por vencido.

—Pareciera que sí—. Recrimina duramente, necesitando encontrar fortaleza


de flaqueza.

—Tú mejor que nadie sabe cuánto quiero vivir, especialmente a tu lado—.
Inhala profundo— ¿O ya olvidaste que me propusiste irnos juntos? —Dibuja
una débil sonrisa, permitiendo que la timidez gobierne su juicio al extenderle
la mano, anhelando su tibieza y su afecto. <<Por favor, amor>>.

Necesita no tener miedo.

Jeon JungKook comienza a derrumbarse aparatosamente al caer nuevamente


ante esos preciosos ojos color almendra que imploran su afecto. Ahoga un
sollozo de rabia, de tristeza, y acorta el espacio al arrodillarse al lado de su
novio para sujetarle la mano y apretarla contra sus labios.
— ¿Me dejarás solo, bonito? —. Sostiene su mano con fuerza, besándole los
nudillos y después la frente. Deja que el menor enrolle sus brazos alrededor de
su cuello y acaricie su rostro con sus labios hasta besarlo suavemente,
impregnándole la misma tristeza imperando en su corazón.

—Te amo, JungKook—. Musita en medio del beso, sonriéndole con la misma
ternura que él al escucharlo declarar su amor.

—Por favor, bonito, no te atrevas a irte.

— ¿No me amas? —Su frente está junto a la de Jeon, dejándolo ver un perfil
bajo de su rostro. Entrelaza sus dedos en el cabello azabache, jugueteando
con cierto nerviosismo.

—Claro que te amo, TaeHyung.

—Por favor, deja de estar molesto conmigo—. Cierra un segundo los ojos por
culpa de la tos.

—Es imposible estar enfadado contigo tanto tiempo—. Dudó algunos


segundos en responderle, considerándolo desde lo más recóndito de su
egoísmo y el profundo amor que siente por ese joven silvestre. Lucha con un
fuerte egoísmo al querer seguir reprochándole su partida. Puede leerse en sus
ojos, en la tensión de su cuerpo entero, la imperiosa urgencia de recalcarle
que al final de cuentas lo abandonará.

Pero TaeHyung lo nota, no pudiendo pasar por alto la poca sutileza de Jeon al
aferrarse a su recién amargura y a la cólera quemando sus entrañas pese a su
intento de serenarlo.

— ¿Por qué no te creo? —Mantiene los brazos alrededor del cuello ajeno,
acercándolo tanto como puede, avergonzándose por no detener la insolente
tos.
—Debe habar un tratamiento, algo que se pueda hacer—. Hunde el rostro en el
cuello del menor, clavándole los dedos en la cintura a modo de contención a
su propia inestabilidad sentimental.

—Lo siento— ¿Cómo explicarle que la situación no es tan sencilla? TaeHyung


habló con el médico poco antes de que su tía y Jeon fueran a verlo, estando su
padre presente para escuchar que los tratamientos únicamente retardarían lo
inevitable unos meses cuando mucho, debilitándolo en todos sentidos.

— ¿Lo sientes? —Le acuna el rostro con un toque de brusquedad. Al verlo


negar suavemente con la cabeza, suelta un ronco suspiro al alejarse de nuevo
de él para hablarle con dureza—Dime, ¿quién de los dos es tan egoísta o tan
idiota?

—Estás siendo muy injusto—. Habla bajito, con un tinte irascible en su tono.

— ¿Yo soy el injusto? —Se señala a si mismo con ambas manos.

—Quiero estar contigo, ¿tú no?2

<<Toda la vida>>. Jeon contiene el nuevo llanto con el antebrazo y limpiando


su rostro con las manos. Al fijar la mirada en su novio, el miedo lo invade
ferozmente de pies a cabeza.

El menor baja la mirada a sus manos vacías de ese alguien que se fue sin mirar
atrás, dejándolo con la pregunta clavada en su corazón. El pánico comienza a
apoderarse velozmente de él, junto a un quebrado llanto que es incapaz de
detener.
───────── •❁• ─────────

JaeBum sostiene una de las tarimas de pino para la nueva pared de los
enamorados, al ver afuera de la cafetería a HoSeok sacar, de una camioneta, el
nuevo letrero de Park's Table. Enseguida ve a Mark ayudándolo a sujetarlo en
las poleas para subirlo a lo alto de la entrada principal del establecimiento y
fijarlo de una vez. Si bien, lo que llama realmente su atención es la vieja
camioneta del oficial DaeHyun transitar frente al establecimiento. Incluso los
demás detuvieron su labor para ver el vehículo pasar, notando que TaeHyung
iba en la parte trasera sin siquiera mirar en su dirección.

JungKook tensó su cuerpo al ver a TaeHyung ignorarlo olímpicamente,


desgarrándole así el corazón, y apenas notando que también evadió lo más
posible saludar con la mirada a sus amigos. <<Me lo merezco>>.

— ¿Qué carajos sucede con ese chiquillo? —Jackson lanza una lata de refresco
al ver alejarse la camioneta— ¿Vieron cómo nos ignoró? ¡Como si no
existiéramos!

— ¡Cálmate! Seguramente no nos vio—. Mark lo sujeta por los brazos para
llamar su atención.

Jackson tuerce una sonrisa triste, de verdad le punzó que su amigo los pasara
de largo sin el menor atisbo de anunciarles que estaba de vuelta. Pero
necesita desquitar su malestar y quien mejor que la principal causa.
— ¿Y tú qué? —Brama contra Jeon, quien al recuperarse de su
ensimismamiento volvió a cargar la madera faltante al interior de la
cafetería— ¡¿No te importó que ni siquiera te saludara?! ¡Estuviste con él hasta
apenas unos días en el hospital y ni te dijo que hoy saldría! ¡Pudo decírnoslo a
través del oficial Jung o por una maldita llamada!

A los segundos, JaeBum, SungJae y JinYoung salen del establecimiento, justo


a tiempo para escuchar la riña que a toda costa Jackson quiere librar contra
quien sea.

—Es suficiente, mejor vete a descansar, Wang—. HoSeok se interpone en el


campo visual del abrumado chico, sujetándolo del hombro para intentar
aligerar su mal humor. También admite sentir el mismo dolor y ofuscación por
la forma tan evasiva en la que TaeHyung permitió a su padre seguir de largo.
Está consciente que aún debe sentirse agotado, pero admite que le dolió que
no les dijera que estaría de vuelta en esos días.

HoSeok mira como JungKook trata de desperezarse del dolor, enfrascándose


en sus tareas y así dar por terminado su servicio comunitario en cuanto el
último clavo sea martillado. La sangre hirviéndole lo mueve y lo incita a exigir
respuesta a la conducta del menor.

—Tú debes saber qué pasó con Tae—. Le sujeta la muñeca al verlo tocar la
madera.

—Tuve que venir a terminar mi servicio, así que no fastidies—. Está más que
furioso y muy bien sabe que es porque él mismo tiene la culpa. La ocasión en
que lo vio en el hospital fue la última vez que lo visitó.

— ¿Esa es tu excusa? ¿Te pusiste a pensar que su reacción quizá es por tu


maldita culpa? —HoSeok tuerce una arisca sonrisa.
— ¡¿Por qué siempre buscas bronca?! —Lo empuja del pecho, apenas
sintiendo la presión en sus palmas por los guantes— ¡Te dije que debía volver
al trabajo!

— ¿Y eso fue más importante que cuidarlo? —SungJae se acerca poco a poco,
con los ojos rojizos y la voz quebrada.

Los demás, incluso los trabajadores, observan la hiriente discusión bajo una
pesada aura.

JaeBum sujeta de los hombros a Jin-young al verlo querer acercarse a su


primo y decirle al azabache que no tiene justificación.

—Ustedes no saben lo que pasó, así que no me encabronen más—. Jeon lanza
los guantes a los pies de HoSeok antes de irse.

Si bien, el alto castaño tiene otros planes al haber atado cabos en esa
abrumadora duda.

JungKook recibe un fuerte puñetazo en la boca al ser jalado por HoSeok,


trastabillando antes de ser sujetado de la camisa para recibir otro golpe en el
mismo punto. No se inmuta, permite ser golpeado hasta caer de bruces en la
tierra. Escupe un poco de sangre y ve la ira carcomiendo los ojos de HoSeok.

— ¿Cómo no lo imaginé antes? Dejaste solo a TaeHyung ¡Fui a visitarlo


anteayer y me contó que te fuiste sin decir nada! No volviste a visitarlo,
¿cierto? Por eso él trataba de sonreír todo el puto tiempo y evitando
pronunciar tú nombre—. Grita encolerizado, incluso más que el mismo
JungKook al levantarse y tratar de minimizarlo con su mirada.

—HoSeok, ¿entonces sabías que saldría hoy? —JaeBum lo ve con un dejo de


confusión y disgusto.
—No, pero ya sabemos porque no nos dijo nada—. En ningún momento dejó
de ver al azabache—Es tu culpa, así que arréglalo cuanto antes, riquillo
idiota—. Gruñe antes de alejarse y negarse a hablar con los demás, que
claramente están desconcertados e indignados por la situación.

Lentamente todos retoman sus trabajos, incluso Jackson que tardó un poco
en relajarse, dejando a JungKook procesar su estúpida actitud para con
TaeHyung.

Jeon respira pesado, rodeándose de una niebla gris. Mira a su alrededor,


gritando en sus adentros la impotencia que siente al no poder expresar a viva
voz el miedo que corroe su estabilidad sentimental. Por supuesto, eso no lo
justifica. Reconoce en silencio que cometió un error y que le ha costado
trabajo armarse de valor para enmendarlos. Es ahí que a lo lejos ve a HaeSuk
dirigirse a la casa de DaeHyun en una vieja bicicleta, con la evidencia de su
tristeza pintando incluso su brillante porte.

—Deberías ir, se lo debes—. SungJae le habla bajo, con el coraje atorado en


sus puños apretados.

—No querrá verme—. Sorbe por la nariz, aguantando las ganas de llorar y de
gritar— Además, me iré esta misma tarde de vuelta a la villa—. Masculla.

— ¿Así de fácil?

—No es tan simple—. Replica, viendo la decepción en los ojos de SungJae.

—Entonces vete ya—. Lo ve con desaprobación—Parece que TaeHyung estaba


y estará muy bien sin ti.

—Eso no es verdad—. Responde un poco alterado y asustado.

—Demuéstralo—. SungJae suspira al darle la espalda y regresar con sus


amigos.
Dispuesto a irse, con el desasosiego reinando en su corazón, JungKook
aprecia el brazalete negro adornando su muñeca izquierda.

───────── •❁• ─────────

—Se quedó dormido.

HaeSuk sale al pórtico para sentarse junto a DaeHyun, quien desde que volvió
a casa con TaeHyung no ha hecho más que enclaustrarse en dos latas de
cerveza al día.

— ¿Cuánto tiempo seguirá con nosotros?

Ha transcurrido casi cuatro días desde que se hace la misma pregunta, y


esperando a que JungKook se digne en regresar.

—El suficiente—. HaeSuk reprime el mismo sufrimiento que DaeHyun


experimenta desde hace más de una semana, sabiendo guardar la
compostura desde el minuto en que recibió la llamada comunicándole la
delicada condición de su sobrino. Jamás podrá borrar de su memoria la dulce
sonrisa que TaeHyung le dedicó antes de llorar y abrazarla como no lo había
hecho en poco más de tres años.
—El suficiente—. DaeHyun repite más para sí mismo, haciéndose lentamente a
la idea que tanto aborrece concebir.

La frescura del viento los envuelve, dándoles a entender que el verano está a
punto de acabar y que el otoño se vanagloriara en todo su esplendor,
cubriendo de ocre y oro cada rincón del pueblo, anunciando posteriormente
las primeras nevadas del gélido invierno.

— ¿Puedo ver a TaeHyung? —La ronca voz de Jeon hace que ambos lo miren
fijamente, siendo DaeHyun el primero en levantarse para acercársele y querer
magullarle nuevamente el rostro ya curado. HaeSuk lo detiene con un suave
llamado, pidiéndole con una mirada que le permita entrar a ver a TaeHyung.

—Llegas tarde, ¿no lo crees? —Lo ve fijamente, con la cabeza gacha,


echándole en cara los cuatro días desde que TaeHyung está en casa y él se
largó de vuelta a la villa sin decir adiós.

—Todavía estoy a tiempo—. Musita al pasarlo de largo y adentrarse


sigilosamente, tras recibir una amable sonrisa de HaeSuk.

Mientras va acercándose a la habitación de TaeHyung, no deja de preguntarse


qué le dirá. Desde que volvió a casa, y recibió los incontables reclamos de su
hermano por ser tan injusto, junto a las felicitaciones de su padre al alejarse
del muchacho silvestre tan pronto acabó su servicio, lo emboscaron
abruptamente hasta lanzarlo al filo de la ofuscación. Sentía que se ahogaba.

Sin embargo, el hermoso rostro de TaeHyung siempre estuvo presente en sus


sueños, recordándole lo insensible que fue al dejarlo de ese modo, aun
cuando él le pidió que se quedara a su lado. De ese modo fue que reaccionó,
liberándose al hacer lo que su corazón clamaba. buscar a quien ama. A
consecuencia sostuvo una acalorada discusión su padre, aceptando que
también había perdido a un progenitor y que estaría por su cuenta a partir de
ese instante. Los únicos que le ofrecieron apoyo y confianza incondicional
fueron su madrastra y su hermanastro, animándolo a volver con el corazón en
la mano al lado de la persona que ama. En ese momento juró que nada ni
nadie impediría encontrarse con la felicidad, sabiendo perfectamente que
está al lado de TaeHyung.

Temerosamente abre la puerta hasta ver al joven de sus sueños, cerrándola


tras de sí cuidadosamente para no despertarlo. Al contemplarlo, bajo una
cánula nasal, y al purificador de aire sobre su escritorio, es que se recrimina
por haberlo dejado a la deriva.

—Dime que no llegué tarde bonito—. Murmura al verlo acomodarse entre


sueños, permitiendo que su corazón reciba todo el dolor y la tristeza que los
envuelve a ambos.

—Siempre has llegado a tiempo conmigo, JungKook—. Habla bajitos y


bastante ronco, sonriendo de cualquier modo al ver a Jeon acuclillarse a su
lado.

— ¿Te desperté? —Teme sujetarlo, hasta que lo ve tenderle la mano que porta
el brazalete blanco.

— ¿Ya abrió Park's Table?

—Deben estar cortando el listón de reapertura en este momento—. Extrañaba


verlo, tocarlo, olerlo. Besarlo.

—Quiero ir.

—En cuanto te sientas...

—JungKook, por favor—. Estrecha los ojos. Con movimientos lentos,


TaeHyung le acuna las mejillas y le sonríe.
—De acuerdo—. Jeon lo besa como la primera vez. Un beso tímido, cálido,
feliz.

───────── •❁• ─────────

Las puertas de Park's Table han abierto sus puertas para recibir a los
comensales y a todos los enamorados que deseen inmortalizar su amor en la
pared de los amantes.

La señora Park recibe a los clientes gustosamente, sumamente feliz y


complacida por el buen trabajo de los chicos y los demás trabajadores que
restauraron su cafetería. Grita a todo pulmón que pueden disfrutar por ese día
de la comida sin costo por la reapertura.

En medio del barullo, Mark sujeta de la mano a Jackson para adentrarse en la


muchedumbre hasta la pared de los amantes y mostrarle como, al filo de su
navaja, graba lo mucho que lo ama.

—JaeBum, es tu turno—. SungJae le golpea las costillas, aprovechando que


está sentado a su lado.
— ¿Para qué? —Casi escupe el refresco al ver como su amigo le hace una seña
hacia Jin-young, quien no para de servirse comida del amplio buffet.

—Claro que no haré tal cosa—. Limpia su mentón, luciendo muy nervioso al
ver como el susodicho pelinegro se acomoda a su lado en la barra, dispuesto a
comer.

— ¡Ustedes terminarán juntos, así que no sean gallinas y declárense de una


vez! —Jackson les grita desde una mesa cercana a la pared de los
enamorados, apuntándola con coquetería.

—Siempre debes de ser tú, Wang—. JaeBum frunce el ceño al verlo carcajear.

—Si tanto te intimida hacerlo, entonces yo lo haré—. Jin-young deja su asiento


y le pide la navaja a Mark para dibujar un corazón con sus iniciales junto a las
de JaeBum.

Quienes los conocen perfectamente comienzan a gritar, algunos a aplaudir o a


incomodarlos con algunos chiflidos. Pero es, de nueva cuenta, Jackson quien
incita a exigir un beso a la recién pareja formada. Por lo menos hasta que
algunos murmullos comienzan a esparcirse por el lugar, atrayendo la atención
a la entrada al ver a JungKook ingresar con TaeHyung en brazos.

HoSeok, que estaba sumido en su mundo en la mesa más apartada de la


pared de los amantes, se levanta para ver lo que Jeon pretende,
especialmente con TaeHyung en brazos, viendo como lo acomoda en el
asiento justo al frente de Jackson y Mark.

En completo silencio, siendo el centro de atención, JungKook extrae una


navaja suiza de su bolsillo y comienza a tallar la madera.
JungKookie ama a TaeHyungnie ♡5

Como si su alrededor no existiera, apartando el coraje y el sufrimiento,


JungKook se acuclilla frente a TaeHyung y le acuna el rostro con dulzura.

—Te amo, JungKook.

—Te amo, bonito.

───────── •❁• ─────────1

JungKook desafió nuevamente a su padre al quedarse en el pueblo al lado de


TaeHyung, importándole poco que con ese pequeño acto de rebeldía
agravaría la postura política del hombre que lo desconoció. Los sueños que
comenzaba a sembrar eran más importantes en ese momento, pues la idea de
cumplir su sueño bastó para desprenderse de la reputación de un muchacho
rico con la vida resuelta.

Se ganó el cariño y la amistad de quienes una vez enfrentaron su irascibilidad,


cultivando apoyo aparte de la que siempre tuvo de parte de SeokJin y Hyo, su
madrastra. Jeon siempre tuvo a su alcance la seguridad de seguir adelante, sin
importar el futuro próximo que lo alcanzó en un parpadeo.

Cada hora, cada día, cada semana, cumplió el sueño de compartir la dicha al
lado del amor de su vida. Conoció la fortaleza y la debilidad, entendió a la
tristeza y a la felicidad, y disfrutó de la tranquilidad y de la angustia.

En medio del caos también descubrió que la literatura era parte de su sueño,
contemplando un futuro lleno de bellos y melancólicos recuerdos que siempre
alimentarían a su corazón en cada otoño por el resto de su vida. Viviría la vida
que, quiméricamente, compartiría con un bello ángel que está grabado a
fuego en su corazón.

Siendo los primeros días del otoño, JungKook se pone de pie detrás del
pódium que lo espera con la misma tristeza que lo llevó ahí junto a la gente
que comparte su dolor. Traga con suma dificultad, luchando por sostenerse
en pie y ver a los ojos a todas las personas que han ido a despedirse con una
rosa blanca en mano, siendo él el único en aferrarse a un discreto ramo de
crisantemos violetas.2

Estar de pie en el mismo sitio en que una vez escuchó a un ángel cantar a la
Tierra, va derrumbándolo lentamente.

—En un punto de mi vida creí que era una persona frívola, ajena a los afectos
románticos que siempre me negué a conocer. Al menos hasta que por azares
de la vida llegué a este pueblo—. Aclara la garganta, prosiguiendo sin bajar un
instante la mirada, apretando los dedos alrededor del ramo a modo de
contención emocional—Jamás creí que el destino se apiadaría de mí al
permitirme conocer a una persona muy especial, misma que con una sonrisa
podía destrozarme y acurrucarme en su calidez—. Viaja lentamente la mirada
por cada rostro, viendo en primera fila a DaeHyun junto a HaeSuk.
— ¡Hijo! —De pronto el llanto de DaeHyun fractura la estabilidad que Jeon
luchaba por sostener. HaeSuk lo abraza con el mismo dolor envolviéndolos.

—TaeHyung me mostró su mundo, la forma en que veía la vida, el modo en


que trataba de moverse en ella para que al caer supiera cómo levantarse con
más fuerza. Él me enseñó lo que es realmente enamorarse y amar de verdad—.
Al bajar la vista al pulcro féretro, con un conjunto de rosas blancas, suelta un
suspiro anunciando su sollozo—Aunque no todo es para siempre, ¿cierto? —
Brevemente levanta la vista, conectándola con la destrozada mirada de
HoSeok—O al menos eso pensé hasta que me enamoré de TaeHyung y me
enseñó más de una forma de prevalecer lo que sentimos.

<<Como nosotros al construir nuestro paraíso, aquí en la Tierra, en ese


imponente barranco custodiando ese hermoso lago. ¿No es así, bonito?>>12

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