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Capítulo 5 de “El Yo y el Ello”: Freud se pregunta por qué la instancia del SuperYó o Ideal del
Yo es tan significativa. Tiene varias respuestas, dice que su origen se debe a la enorme
dependencia y desvalimiento del ser humano, las primeras identificaciones surgen en estado
de desvalimiento. Por otro lado, fue la instancia que introdujo en el Yo los objetos más
significativos, los edípicos. Perpetúa la autoridad del padre, su capacidad de dominar al Yo
pero ahora bajo la instancia superyoica. Lo propone como un elemento recordatorio de la
endeblez del Yo, el Yo está obligado a someterse al influjo categórico del SuperYó. El SuperYó
eterniza los factores a los que debe su orígen (figuras parentales, desvalimiento y
dependencia).
Se pregunta Freud cuál es el vínculo del SuperYó con el Yo y con el Ello: Por medio del
SuperYó, el Yo se apodera del Complejo de Edipo, lo domina mediante la represión e instituye
una instancia dentro de sí mismo que aboga más por el Ello (aspiraciones del Ello) que por el
Yo. Los objetos incestuosos retornan por la vía del SuperYó (los eterniza como objetos
incestuosos al mismo tiempo que los prohíbe).
Para ejemplificar esto, Freud va a la reacción terapéutica negativa, una resistencia del
SuperYó. ¿Qué es? En principio, hay una diferencia con la transferencia y también con la
repetición. Tanto la transferencia como la repetición son fenómenos que no solamente se dan
en un análisis. Con la reacción terapéutica negativa no podemos decir lo mismo, es un
fenómeno clínico. Hay pacientes a los que cierto halago sobre sus mejoras o el simple hecho
de que mejoran, hace que súbitamente empeoren y vuelvan todos los síntomas que habían
sido superados, se refuerza su padecimiento y la curación empieza a tomar el cáliz de peligro.
Entonces, cuando (a veces) se puede pensar en un fin de análisis y el paciente se declara
enfermo o incurable, es allí donde aparece la R.T.N.
No es un paciente que por desafío empeora o la ganancia de la enfermedad, es un factor
moral, un sentimiento inconsciente de culpa que haya la satisfacción en el sufrimiento, en la
enfermedad y no quiere renunciar al castigo que la neurosis le proponía. Por lo tanto, en la
medida en la que mejora, la mejora traería el fin de los síntomas y es ahí cuando aparecería la
reacción. Lo dejaría sin el padecimiento que la neurosis le ofrecía: hay un empeoramiento de la
neurosis y de los síntomas.
Si alguien empeora sin previa mejoría podríamos decir que el análisis no está funcionando, no
así cuando hay previa mejoría, que allí hablaríamos de la reacción terapéutica negativa.
El paciente no se siente culpable sino enfermo. Es un sentimiento inconsciente de culpa, (por lo
demás incorrecta psicológicamente, no corresponde llamar inconscientes a los sentimientos) la
culpa no se manifiesta como un afecto sentido, experimentado por el sujeto. Es una culpa que
Freud teoriza, es una hipótesis, una deducción de lo que el paciente va diciendo.
Para Freud, los afectos nunca son inconscientes, lo que es inconsciente es la representación a
la que están ligados esos afectos. Por eso, Freud aclara que, impropiamente lo llamamos
“sentimiento inconsciente de culpa”, no aparece como afecto sino que aparece reprimida la
idea por la cual se culpa.
La conducta a seguir es tratar de que la culpabilidad se haga consciente, Freud dice que es
muy difícil trabajar con la reacción terapéutica negativa. Nunca hay que elogiar los logros del
analizante: no hay por qué elogiarlos, trabajamos con lo que no anda bien y no sabemos si
estamos llamando a una reacción terapéutica negativa.
Sentimiento de culpa: Freud dice que hay un sentimiento de culpa que es normal y que es
producto entre la tensión del Yo (aspiraciones del Yo) y el SuperYó (mandatos, reclamos y
prohibiciones del SuperYó). El padecimiento del paciente era el castigo y cuando mejora, tiene
que proveerse de otra forma de castigo ya que el padecimiento que alimentaba la neurosis se
está terminando.
Hay tres cuadros (afecciones) en los que el sentimiento de culpa es consciente y el SuperYó
muy severo: Entre esos dos cuadros hay coincidencias (es consciente) y diferencias.
- Neurosis obsesiva: Sentimiento de culpa de manera muy intensa. El SuperYó es
especialmente severo, rígido. El sentimiento de culpa, por más intenso que sea, el
neurótico obsesivo no lo justifica por el Yo, es decir, se resiste a encontrar una
justificación para esa culpa. El Hombre de las Ratas se sentía culpable y por momentos
un asesino, él no sabía de qué se sentía culpable pero sabía que no lo era. Se resistía a
encontrar justificación para esa culpa.
- Melancolía: La culpa es un sentimiento intenso y consciente, a diferencia de la
Neurosis Obsesiva, el melancólico anda confesando las justificaciones de su culpa a
todo aquel que quiera escucharlo. No tiene la barrera de la represión, por lo tanto, se
culpa a sí mismo (crímenes, faltas, pecados). En la melancolía, como se trata de una
identificación con el objeto perdido, Freud trabaja los autorreproches y autocastigos
como la forma indirecta en la que es castigado y reprochado el objeto.
- Histeria: La culpa permanece inconsciente por represión. La histeria hace con el
sentimiento de culpa lo que hace con otras situaciones: no sabe que quiere saber.
Gran parte del sentimiento de culpa en todos nosotros permanece inconsciente por su
enlace al contenido edípico. Los dos grandes deseos edípicos (incesto y parricidio)
permanecen inconscientes a raiz de la represión del C.E.
El malestar en la cultura: Freud empieza con una reflexión acerca de cómo hace la cultura, la
civilización para inhibir lo agresivo. Ya habiéndose ocupado de lo Erótico/Libidinozo, empieza a
preocuparse por lo agresivo, (1920 - pulsión de muerte). Dice que la cultura inhibe la agresión
introyectándola al punto de partida, al Yo. De ahí en más se va a oponer al Yo como SuperYó,
de esto deviene la consciencia de culpa que es la tensión entre el SuperYó y el Yo. La culpa es
la diferencia o tensión que hay entre las aspiraciones del Yo y las prohibiciones, mandatos o
exigencias del SuperYó. Cuando Freud va a la génesis de la culpa se percata de que la culpa
aparece en relación a algo que uno ha hecho mal o que pensó mal, pero no hay desde el
nacimiento diferencia entre el mal y el bien. No se nace bueno o malo sino que esa diferencia
viene del Otro, es el Otro el que sanciona que una actitud, conducta o pensamiento es bueno o
malo. ¿Cómo acepta el niño suprimir ciertas conductas que el Otro o desde el campo del Otro
se censuraron o censuran? Lo acepta en relación al desvalimiento o dependencia que el niño
tiene respecto al Otro. El segundo factor es que lo hace para ganar el amor del Otro, el niño “se
porta bien” para que el Otro lo ame. Le interesa el amor del Otro en la medida que depende del
Otro, para no ser dejado en la soledad, abandono, en el máximo desvalimiento. “Solos no
existimos”.
Para el SuperYó, no hay diferencia entre el hacer (acción) y el querer hacer (decir). Todavía no
se puede hablar de SuperYó, por lo tanto, de consciencia moral y culpa, lo que hay es
angustia social. Es el SuperYó en su forma incipiente, es cuando no hacemos algo
considerado malo siempre y cuando nos estén viendo o tengamos temor a ser descubiertos. Es
un grado de SuperYó muy primitivo, precario, Freud dice que algunas personas ya maduras
siguen en este estadío, se atienen a la ley solo cuando están siendo observadas, sino la
transgreden.
Cuando se interioriza como norma, se habla de SuperYó, solo ahí se puede hablar de
conciencia moral y de culpa. Para el Yo es imposible ocultarse del SuperYó y vale lo mismo
hacer que pensar.
Freud se pregunta por qué será que las personas que se atienen más a las normas suelen ser
más culposas. Asimismo, dice que cuando por una sucesión de circunstancias, al neurótico le
va mal en la vida, tiende a culparse, se siente más culposo. Al que peor le va, más culposo se
siente. Estos dos fenómenos se explican, con respecto al primero, Freud dice que es una
cuestión que tiene que ver con cómo él piensa al inconsciente: si me atengo a la ley, me
prohíbo a mi mismo cumplir con determinado deseo, el hecho de prohibirmelo, de no hacerlo,
no significa que ese deseo desaparezca, al contrario, pervive en lo inconsciente y esto tiene
efectos, el efecto es que, como para el SuperYó vale lo mismo desear que hacer, lo castiga con
la culpa de la propia tentación, más allá de que la tentación sea reprimida, no ejecutada. Esto
se articula con la severidad con la que el SuperYó castiga.
En el segundo caso, se revela el grado de dependencia infantil que tiene el SuperYó con su
orígen, entonces si en la infancia hacer algo malo hacía que pensáramos que nos iban a
abandonar o retirar el amor, ahora el individuo adulto cuando algo le va mal, lo interpreta como
un castigo, algo malo habrá hecho para ser castigado de esa manera, aparece la culpa sin
contenido, no sabe qué es lo que ha hecho mal. Aparece la culpa como una explicación. Es
decir, se invierte el razonamiento.
Tiene que ver con que la condición de sufrimiento es necesaria para la excitación sexual.
El texto se llama “El problema económico del masoquismo” porque tiene que ver con una
satisfacción en el padecimiento que se ubica en contrapunto a lo que Freud postulaba en
relación a que el aparato psíquico estaba regido por el principio de placer, en tanto guardián
de la vida que se encuentra narcotizado. El fin del principio de realidad también es lograr el
placer, alejándose de toda fuente dolorosa, pero también tiene que ver con la espera, con la
tolerancia a la frustración. De modo contrario, se ubica el principio de nirvana, que se opone
al principio de placer y tiene que ver con eliminar como sea toda la tensión - ¿Qué hace el
aparato frente a lo displacentero? Para protegerse frente a las cantidades de excitación.
Dispositivo protector contra las excitaciones. 1) Protección anti estímulos: piel, mucosa,
órganos de los sentidos. Estímulos externos, que el aparato tiene que filtrar de alguna manera
para poder procesar. 2) Estímulos internos: sobrecargado de estímulos internos, proyecta
afuera. (la represión funciona como huida del interior), este principio deriva de la pulsión de
muerte.
A partir de esto, Freud concluye en que el Aparato Psíquico no se rige sólo por un principio,
sino por los tres, pero que el inconveniente está cuando predomina la pulsión de muerte. Esto
es el claro ejemplo del masoquismo, ya que implica una búsqueda activa de sufrimiento para
satisfacerse.
Anteriormente, el masoquismo era visible como un tipo de perversión, pero Freud amplía el
concepto de masoquismo, describiendo tres formas del mismo:
➔ Masoquismo Erógeno: Es estructural, está independientemente de la estructura. Es la
base de los otros dos y se conforma desde dos fuentes:
- Una tiene que ver con lo que hace el Aparato Psíquico con la pulsión de muerte:
A. Pulsión de muerte mezclado con libido y va al exterior. (Sadismo)
B. Pulsión de muerte pura que va al exterior. (Agresión, pulsión de dominio)
C. Pulsión de muerte mezclada con libido pero que queda al interior.
(Masoquismo). Esta es la primera fuente.
- La segunda fuente tiene que ver con la coexitación libidinal. Queda a la vez
libidinizado y erotizado el dolor. Cuando el Aparato Psíquico se siente invadido
por un sufrimiento que supera las barreras soportables, muchas veces la libido
va a esa porción dolorosa, (metáfora de la libido como glóbulos blancos) en un
intento de ligar lo desligado (el dolor), de esta manera, el dolor queda ligado con
el erotismo.
➔ Masoquismo Femenino: No tiene que ver con las mujeres sino con la posición
femenina, en tanto se encuentra satisfacción en la castración (ya castrada), penetración
y el parto. Este tipo de masoquismo se encuentra tanto en la perversión como en las
fantasías neuróticas. El contenido es repetitivo, lo que se fantasea o actúa tiene el
mismo guión (atar, pegar, humillar). En el guión, el sujeto ha hecho algo malo “se ha
portado mal y tiene que ser castigado”. (infantil)
➔ Masoquismo Moral: La R.T.N subsume a esta forma de masoquismo. En este caso, el
masoquista espera el castigo desde donde venga, no sólo de alguien significativo, hasta
puede ser impersonal. No desaprovechará posibilidad alguna de brindarse ese castigo,
llegando a veces hasta la auto supresión de su vida. Trata de hacer cosas que estén
mal para ser castigado. El ejemplo clínico es la reacción terapéutica negativa. La
necesidad de castigo entonces, tiene que ver con el sentimiento inconsciente de culpa,
y el analista debe poder traducir el castigo en culpa. Se satisface el sufrimiento en la
necesidad de castigo pero nunca alcanza.
Se ha resexualizado el Edipo (figuras edípicas) y la moral. El SuperYó atrae la pulsión
de muerte y se vuelve sádico, el Yo se vuelve masoquista. El SuperYó sabe de lo
incestuoso del sujeto y lo castiga por eso. Ambas vertientes van a explicar el fenómeno
clínico de la RTN, ya que no solo tiene que ver con el superyó sino que la pulsión de
muerte también se va a depositar en la parte inconsciente del Yo.
Texto Galende
Galende reflexiona sobre los tratamientos analíticos en las instituciones de salud mental. Con
relación al psicoanálisis en la institución afirma que lo esencial no son las cuestiones del
encuadre, como por ejemplo el pago de dinero al analista, el número de sesiones, la
disponibilidad del lugar, etc. Ya que estas cuestiones no modifican la esencia del psicoanálisis.
Lo que no varía (o no debería variar) es la posición del analista, el modo de escucha y la
interpretación. Galende considera fundamental poder contar con la elección mutua del analista
y del paciente, la privacidad, es decir, la singularidad de cada análisis en particular.
Se presentan obstáculos en la escucha analítica, por ejemplo, el tiempo, el ambiente, la
cantidad de sesiones.
Los criterios son iguales a todos los pacientes, no hay elección mutua de analista y paciente en
la derivación.
Transferencia a la institución: Obstaculiza al análisis. Es previa a la transferencia analítica.
Está configurada por la relación regresiva con un otro que da cuidado y protección. Busca
repetir algo del vínculo materno, basado en el rol de asistencia. Hay una dependencia a la
institución, que brinda requerimientos que borra la singularidad.
Los analistas también tienen demandas regresivas de protección y cuidado y se protegen de
las transferencias de los pacientes, refugiándose en las instituciones, sin escuchar la
singularidad del paciente. (Por ejemplo, cuando mandan a internar sin escuchar)
Se instala en plenitud la relación de asistencia (concepto que se hace presente cuando la
institución cumple su objetivo): el paciente se refugia en la institución y el analista se refugia en
la institución de la transferencia del paciente. Se impide el análisis, se aumentan las
internaciones, diagnósticos y prescripción de fármacos.
La institución y la transferencia del sujeto funcionan como resistencias al análisis que requiere
del despliegue de la singularidad.
La institución interfiere en la escena: Se debe escuchar con el mínimo de interferencia
institucional, no depende del espacio físico sino de la escucha. (Al igual que Rubinstein)
Desde la misma línea, Zuberman (2002) ubica la práctica analítica en los hospitales más allá
del encuadre, afirma que el psicoanálisis es la cura que conduce un analista en las condiciones
que le es posible. Es decir que un analista se define por ocupar un lugar, lugar que permite
interrogar el saber del otro, encausando su palabra.
Con esto se refiere a que lo importante no es si un analista está en un hospital o en un
consultorio privado, sino que lo importante es poder sostener su función.
Caso Santiago
- Antecedentes de maltrato.
- No tenía familia.
- Era difícil posibilitar una externación por lo mencionado anteriormente. No tenía familia,
ni vivienda, ni trabajo, pero además se mostraba preocupantemente adaptado al
hospital y llegó a acusarme de que yo también quería abandonarlo cuando él no se
sentía del todo bien, refiriéndose a su pierna fracturada.
- Tenía permiso para salidas pero eran breves y poco frecuentes.
- Sesiones de dos a tres veces por semana y duración de treinta a cuarenta minutos.
- Muerte de su hija y accidente como puntos de quiebre en su vida.
- Santiago estaba institucionalizado hace 16 años, su historia era inseparable de su pasó
por el hospital. Configura la totalidad del sentido de su ser.
Interconsulta (Gamsie, 2009)
Es un servicio de Salud Mental donde los psicólogos se encargan de recibir pedidos de
médicos y otros servicios del hospital para poder intervenir. (Ficha de Silvina) Sirve para, por
ejemplo, un paciente internado por algún motivo en particular y el profesional es llamado para
escucharlo. Silvina se encargó de los adolescentes más que nada. Habla de que cuando los
psicoanalistas reciben el pedido, se tienen que hacer la pregunta de quién lo pide, cómo se
hace ese pedido y para qué se pide, para tener una aproximación. Esto es porque muchas
veces el pedido no es para el paciente sino para el médico o la familia, que son los que
realmente lo piden. Muchas veces se descubre que los pedidos son de los médicos por su
angustia por la posición clínica del paciente. De esta manera, no nos hacemos cargo de
situaciones insostenibles y que desde nuestro lugar de la Salud Mental no podemos intervenir
(por ejemplo, ayudar a conseguir trabajo o vivienda).
Los médicos tienen transferencia con el hospital y los pacientes también tienen transferencias
con los hospitales. También hay transferencias entre servicios. La autora dice que tenemos que
tener cuidado con qué consultas admitimos y cuáles no, para no frustrarnos por intentar
resolver las demandas. Lo que primero hacemos es escuchar quién , qué y para quien
demanda. Es necesario una determinada puesta en forma del síntoma y de la demanda que lo
vehiculiza.
Esto lleva a tener que situar algunos aspectos de la transferencia:
➔ Del lado de los pacientes: tienen una transferencia masiva e indiferenciada a causa de
los efectos desubjetivantes inherentes a la propia institución; cualquiera que lleve un
delantal blanco es pasible de representarla. Si llegaron a esa institución en especial, es
porque algún tipo de transferencia tienen, ya que le atribuyen un saber presumible
sobre la enfermedad.
➔ Del lado de los médicos: transferencia con el saber médico y el saber que este
supone. Transferencia con la propia institución o sea con el hospital elegido para
realizar su formación.
➔ Transferencia interservicios: frente a las crecientes condiciones de pobreza,
marginalidad social, violencia, estado de los servicios públicos, el médico no puede
sostener la transferencia en tanto agente ancestral de sabiduría sobre la vida y la
muerte que suscita en sus pacientes. Por lo que recurre a los servicios de salud mental
para dirigir sus pedidos y pedir relevo. Existe en ellos una ilusión fantasmática de saber
total. Frente a la desilusión de que aquí no encuentran todas las respuestas, en vez de
interrogarse por sus propias prácticas, predomina la desazón y el enojo para con el
servicio de salud mental con la consecuente acusación de ineficacia y la acumulación
de impotencia. Médicos le demandan a los psicólogos que respondan ante
determinadas situaciones en donde el discurso médico tiene sus límites (p.e. ayudar en
la realización de dx diferenciales, en los casos sociales, de pobreza, de incesto, de
maltrato familiar, personas al borde de la muerte). Tienen la ilusión que el discurso del
psicólogo es un saber total que puede cubrir la falta del discurso médico: se trata de una
transferencia de responsabilidad.
Nuestra posición ante la interconsulta: a) negativa a aceptar resolver situaciones que se
escapan de la posibilidad de resolución para no fomentar la ilusión de que el discurso
psicológico tiene respuesta para todo; b) no hacerse cargo inmediatamente de la demanda del
médico ni de los problemas del paciente.
La interconsulta presenta ciertas dificultades a los psicoanalistas que trabajan en dispositivos
no psicoanalíticos, es decir, no basados específicamente en la asociación libre y la
interpretación. En la interconsulta somos llamados como “psicopatólogos” (es decir como
representantes de una de las tantas especialidades del hospital polivalentes). El pedido es el
de ayudar a constituir o completar un diagnóstico ahí donde el diagnóstico médico no cierra o
falta; el pedido del médico es que lo ayudemos a precisar si debe abandonar el caso y remitirlo
a salud mental.
Intervenciones
Por otro lado, hablamos de construcción como una conjetura, una hipótesis que hace el
analista a partir de un conjunto de fragmentos del discurso del paciente que le presentan algo
de su pasado que no se recuerda, podemos decir entonces que a diferencia de las
interpretaciones, las construcciones son globales.
La construcción se refiere a cuando el analista le presenta al paciente una “pieza” (pequeña) de
su prehistoria olvidada, sobre eso que no puede ser traído como recuerdo, sobre eso que falta
en su biografía. En este caso es el analista el que hace una conjetura, una hipótesis,
basándose en todo el material que el paciente trajo a lo largo del análisis (sueños,
asociaciones, recuerdos, repeticiones, lapsus, fallidos, etc.). No es azarosa, no es cualquier
cosa, ni en cualquier momento; si es válida, es una pieza que encaja justo o perfectamente
ahí, en ese lugar que faltaba algo en la historia del paciente.
Freud compara la técnica de la construcción con la tarea del arqueólogo, dado que ambos
trabajan con restos conservados, con la diferencia de que el analista trabaja con restos vivos
tratando indicios de restos vistos y oídos, para intentar su ensambladura. El analista, dice
Freud, trabaja en condiciones favorables, porque trabaja con un objeto vivo frente a lo no
ligado. El objeto psíquico es mucho más complejo que lo que se plantea para la arqueología.
La construcción es una labor preliminar. Es decir, no es la meta final a la cual aspira el trabajo
analítico. Es una conjetura, que habrá que ver cuál es el destino que le sigue, pero que en el
mejor de los casos abrirá nuevas vías asociativas y traerá nuevos materiales. Al ser una
conjetura, deberá ser confirmada o desestimada por el paciente.
Es importante destacar que no hay un punto donde la construcción se acaba y totaliza, sino
que toda construcción es incompleta y se modifica a medida que el análisis avanza.
Otro dato destacable es que no produce daño alguno presentar una construcción incorrecta ya
que el paciente no va a reaccionar a ella. Sin embargo si lo hará si resulta correcta.
En síntesis, la construcción es una intervención que apunta a poder ofrecer alguna
ensambladura a lo que no ha alcanzado el nivel de representación. La interpretación, en
cambio, es una intervención sobre alguna formación discursiva del inconsciente reprimido que
se usa para reconducir al paciente a aquello olvidado dentro del campo representacional
(ligado).
El sí y el no en las intervenciones
Para corroborar si es válida la intervención, Freud recomienda no guiarse tanto por los “sí” o
“no” que los pacientes dan después que se les comunicó la construcción. Porque lo que
verdaderamente va a permitir pesquisar si la construcción es válida, es lo que Freud llamó
corroboraciones indirectas de expresión positiva o negativa. Estas corroboraciones las
obtenemos con el material que sigue a la intervención. La positiva implica que el paciente
responde con nuevas asociaciones, recuerdos, sueños, etc., que se relacionan con el
contenido de la construcción; responde con nuevos materiales que amplían esa construcción
y/o la confirman. La negativa alude a cuando el paciente reacciona con un “no” rotundo, sin
vacilar; son expresiones como: “no me parece”, “jamás se me cruzó por la cabeza”, “de ninguna
manera”. Por lo tanto, solo el transcurso del tratamiento nos dirá si es válida la construcción o
no hizo efecto alguno.
En las interpretaciones el sí es multívoco, es decir que tiene varios motivos. El si va a tener
valor como acertada solo a partir de sus consecuencias. Si el paciente acompaña ese sí con
indirectas como nuevos recuerdos, sueños, nuevos caminos asociativos podemos pensar que
fue acertada.
El no también es multívoco. Un no puede significar que la intervención es incorrecta o puede
ser una manifestación de la resistencia. En el caso de las construcciones, un no significa en
todos los casos que la construcción está incompleta, y que no le dijo todo al paciente.
Entonces… ¿Cómo sabemos que fue acertada? Mediante formas indirectas de corroboración
Corroboraciones de expresión negativa: “no se me habia ocurrido eso hasta ahora” “nunca lo
habia pensado asi”
Corroboraciones de expresión positiva: un nuevo recuerdo, un sueño, una asociación nueva
traída por el paciente, etc.