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LLEGADA DEL TÉ A OCCIDENTE

INTRODUCCIÓN

El comercio con Oriente había estado siempre centrado en Venecia. A esta ciudad
llegaban los exóticos tesoros orientales, básicamente seda, tintes y especias, para
ser canjeadas por mercancías europeas. En algún momento debió también
comenzar a llegar el té, pues en el año 1599 el veneciano Giambattista Ramussio
publicaba un libro en el que se mencionaban las virtudes curativas del té.

Cuando el portugués Vasco de Gama logró hacer realidad el antiguo sueño de


llegar a China por mar, se estableció una relación comercial con china con base
en Macao. Los españoles, holandeses e ingleses se fueron incorporando a esta
nueva ruta comercial, siendo recibidos siempre con gran frialdad por parte de las
autoridades chinas.

En 1595, un navegante holandés llamado Jan Hugo van LinSchooten publicó un


relato de sus viajes a Japón, en los que detallaba la ceremonia japonesa del té. En
gran parte a consecuencia de este relato, los holandeses establecieron una base
comercial en la isla de Java y en 1606 la Compañía Holandesa de las Indias
Orientales traía a Europa el primer cargamento importante de té, siendo desde
entonces una de las principales mercancías transportados por las naves
procedentes de China.

Hacia 1630, la alta sociedad de Londres, Amsterdam y París se había aficionado


por completo al té. Con la reducción de los precios generada por el cada vez más
abundante transporte marítimo, en las siguientes décadas el té fue conquistando
prácticamente todos los países europeos ; sin embargo, en muchos de ellos fue
una moda pasajera. Alemania, por ejemplo, volvió rápidamente a su bebida
tradicional: la cerveza. Francia, España y Portugal regresaron al café y al vino.
No obstante, en Inglaterra, Irlanda y Rusia ocurrieron de un modo muy distinto,
el té llegó para quedarse. El té se convirtió en el punto de comercio más
importante de Gran Bretaña con China. Todas las clases fueron capaces de tomar
el té y el comercio del té aumentó y se convirtió en un articulo no tan de lujo.
Ahora, el té habría bajado en precio y tendría fácil acceso. Los británicos
comenzaron a importar té de grandes cualidades para satisfacer el mercado en
rápida expansión.

En 1657 el café Garraway de Londres, se convertía en el primer establecimiento


público occidental en el que se servía té. Su dueño expuso fuera del local un cartel
con la lista de los efectos positivos de la nueva y éxotica bebida : “Activa el
cuerpo, alivia los dolores de cabeza y la pesadez, elimina las obstrucciones del
bazo, depura los riñones y es benéfico para los cálculos, facilita la respiración,
protege de los sueños pesados, alerta el cerebro y refuerza la memoria...” Con el
tiempo el té se habría de convertir no sólo en una bebida absolutamente
indispensable, sino también en una parte vital de la cultura y de la vida en las
islas británicas.
En un principio, todo el té consumido en Inglaterra era suministrado por los
holandeses, pero al ascender geométricamente la demanda, los ingleses se
decidieron finalmente a importarlos ellos mismos. Así con la aprobación de la
reina Isabel, se creó la Compañía de las Indias Orientales, como respuesta a los
elevados precios fijados por los holandeses a ciertas mercancías. Sus barcos,
fuertemente armados para defenderse de los piratas, comenzaron a surcar los
mares del Sur, trayendo de China cantidades de té cada vez mayores. A pesar de
que el viaje duraba todo un año y de que gran cantidad de barcos no llegaban a
su destino, el poderío que la Compañía llegó a alcanzar fue enorme,
monopolizando durante más de 150 años todo el comercio inglés con la China.

Con el tiempo, los ingleses se dieron cuenta de que su comercio con China les
resultaba altamente deficitario. Las importaciones de seda, porcelana y té,
excedían con mucho a sus exportaciones de lana, especias y algunos otros
productos menores. La diferencia entre ambas representaba grandes sumas de
dinero, que debían ser pagadas en monedas de oro y plata. Por ello, en 1773
iniciaron un plan para aficionar a los chinos al opio hindú -por entonces la India
ya estaba bajo dominio inglés-.

El éxito del plan fue inmediato. Muy pronto la adicción al opio desequilibró la
balanza en sentido contrario y los cofres del tesoro chino comenzaron a vaciarse
rápidamente. A causa de ello y para detener los estragos que el opio causaba
entre su gente, en 1800 el emperador prohibió totalmente su comercio. Pero los
ingleses hicieron caso omiso de la prohibición. En 1839 las autoridades chinas
confiscaron veinte mil cajas de opio en el puerto de Cantón. En respuesta los
ingleses atacaron a los chinos iniciando así la primera de las cuatro guerras del
opio. Al finalizar cada una de ella, los chinos fueron obligados a pagar fuertes
indemnizaciones y a firmar un armisticio cada vez más desfavorable. Por otra
parte, los aranceles fueron drásticamente reducidos, el comercio se realizó desde
entonces en numerosos puertos y los ingleses se concedieron el derecho de viajar
libremente por territorio chino. Pero las desgracias para los chinos no terminaron
ahí. En el horizonte se perfilaba ya lo que pronto acabaría con su monopolio de
muchos siglos sobre el comercio del té : las plantaciones de la India.

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