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ATRIBUTOS DE LA PERSONALIDAD Y ELEMENTOS DE LA PERSONALIDAD

(EN CONSTRUCCIÓN)
Sebastián Campos Micin
Material de clases.

INTRODUCCIÓN
Los atributos de la personalidad consisten en ciertos elementos necesariamente
vinculados a toda persona e indispensables para el desenvolvimiento de ella como sujeto de
derechos1. Tales atributos, en principio, implican un conjunto de ventajas, prerrogativas y
potestades atribuidos a quien se reconoce personalidad jurídica2. Con todo, según Ducci, los
atributos también imponen, simultáneamente, ciertas cargas o deberes3.
En principio, los atributos de una persona natural son: 1º la capacidad de goce; 2º la
nacionalidad; 3º el nombre; 4º el domicilio; 5º el estado civil; y 6º el patrimonio (al menos
si este no se concibe según los postulados de la doctrina objetiva) 4. Algunos autores añaden
los derechos de la personalidad, pues estos también son atribuidos, por el solo ministerio de
la ley, a quien se reconoce personalidad jurídica5.
Según Lyon, hay atributos de la personalidad que sirven para estructurar el concepto
mismo de persona, como ocurre, particularmente, con la capacidad de goce, el nombre, el
domicilio y el patrimonio. Estos atributos pueden denominarse elementos esenciales de la
personalidad. En cambio, otros atributos solo surgen con motivo del reconocimiento de
personalidad jurídica, aunque, en rigor, no son necesarios para estructurar el concepto de
persona, pues, si faltan, no desvirtúan su existencia. Esto último ocurre, en opinión del
autor, con la nacionalidad y el estado civil6.
Una crítica más radical es la de Corral, para quien los denominados atributos de la
personalidad (capacidad de goce, nacionalidad, nombre, domicilio, estado civil y
patrimonio) no son realmente esenciales a toda persona. En esta línea, el referido autor
afirma que la nacionalidad no es esencial a toda persona, pues el apátrida tiene un estatuto
especial, como sujeto de derechos, en el derecho internacional. El nombre, por su parte, no
es asignado a la criatura que está por nacer, la que, a su juicio, ya es persona. El estado civil
no sería un atributo propio de todo sujeto de derechos, pues las personas jurídicas carecen


Magíster en Derecho con mención en Derecho Privado por la Universidad de Chile. Máster en Economía y
Derecho del Consumo por la Universidad de Castilla-La Mancha. Profesor instructor del Departamento de
Derecho Privado de la Universidad de Chile. Dirección postal: Pío Nono 1, Providencia. Dirección de correo
electrónico: scampos@derecho.uchile.cl. Agradezco todo comentario, crítica o rectificación.
1
VODANOVIC (2001) p. 221.
2
En sentido afín, LYON (2007) p. 167.
3
DUCCI (2000) pp. 118 y 119.
4
VODANOVIC (2001) p. 221; RUZ (2011) p. 177.
5
DUCCI (2000) p. 119.
6
LYON (2007) pp. 167 y 168.
de él. La capacidad de goce, por su parte, no es realmente un atributo, sino la premisa de la
que parte el ordenamiento jurídico para la concesión de personalidad jurídica. A la luz de
estos cuestionamientos, Corral incluso renuncia a la noción de atributos de la personalidad,
tratando cada instituto por separado7.
A mi juicio, la capacidad de goce y el patrimonio efectivamente son elementos
imprescindibles para que una persona pueda desenvolverse en el mundo material como
sujeto de derechos. No puede concebirse que un individuo adquiera derechos o contraiga
obligaciones civiles si no está dotado de capacidad de goce y patrimonio. De ahí que
adquiera sentido afirmar que constituyen atributos de la personalidad. Por su parte, el
nombre y el domicilio contribuyen a la identificación de la persona, dotándola de una
identidad propia y de una sede física para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de
sus obligaciones8. En este sentido, también parecen revestir el carácter de atributos de la
personalidad, pues permiten que el sujeto entre en relación con otros sujetos.
En lo que atañe al estado civil, es perfectamente posible que un individuo se
desenvuelva como sujeto de derechos sin necesidad de tener uno determinado. Nadie duda
de que las personas jurídicas, pese a carecer de estado civil, revisten la calidad de sujetos de
derecho. No obstante, resulta inconcebible que una persona natural no tenga al menos un
estado civil9. En este sentido, aunque sea discutible, el estado civil puede ser concebido
como un atributo de la personalidad privativo de las personas naturales10.
En cuanto a los derechos de la personalidad, si bien no todos constituyen elementos
lógicamente indispensables para el desenvolvimiento de un individuo en carácter de sujeto
de derechos, se trata de derechos que derivan de la dignidad humana y que son, por tanto,
inherentes a toda persona. De esta guisa, aunque no pueda catalogárseles con certeza como
atributos de la personalidad, merecen un tratamiento especial en el derecho de las personas.
LA CAPACIDAD DE GOCE
I. DEFINICIÓN
Según Alessandri, la capacidad es la aptitud de una persona para adquirir y ejercer
derechos y contraer obligaciones11. En opinión de Claro, la capacidad es la aptitud legal de
las personas para el goce y el ejercicio de los derechos civiles12.
II. CLASIFICACIÓN
De la definición recién dada fluye que la capacidad puede ser de goce y de ejercicio.

7
CORRAL (2018) p. 352.
8
Aunque niegue que configuren atributos de la personalidad, Corral también trata al nombre y el domicilio
como factores de identificación de la persona (CORRAL (2018) pp. 352, 370-383).
9
DUCCI (2000) p. 131; VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191. En sentido similar, aunque rechazando
que se trate de un atributo de la personalidad, CORRAL (2018) p. 403.
10
VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191.
11
ALESSANDRI (1988) p. 37.
12
CLARO (2013b) p. 25.
La capacidad de goce, también llamada capacidad adquisitiva, es la aptitud de una
persona para adquirir derechos y contraer obligaciones.
La capacidad de ejercicio, también llamada capacidad de obrar, es la aptitud de una
persona para ejercer los derechos y para cumplir las obligaciones por sí mismo, sin el
ministerio o la autorización de otra persona.
El CC se refiere a esta especie de capacidad cuando dice que "la capacidad legal de
una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización
de otra" (artículo 1445 inciso 2° del CC). A esta definición se le reprocha que se refiere
solo a la posibilidad de obligarse, en circunstancias que la capacidad de obrar también
implica la posibilidad de adquirir derechos y de ejercerlos sin el ministerio o autorización
de otra persona13. De hecho, la capacidad de ejercicio ha sido conceptualizada como la
posibilidad de determinar por sí mismo, sin el ministerio o autorización de otro, de qué
manera se usará, gozará y dispondrá de los derechos de que se es titular14.
III. EL ATRIBUTO DE LA PERSONALIDAD ES LA CAPACIDAD DE GOCE
En rigor, el atributo de la personalidad es la capacidad de goce, pues esta es la que
no puede faltar. De hecho, esta especie de capacidad termina confundiéndose con la
personalidad jurídica. Como señala Vodanovic, “la personalidad no es sino la aptitud para
ser titular de derechos y obligaciones, o sea, estar dotado de capacidad de goce” 15. En rigor,
ser persona es tener capacidad de goce16.
Actualmente no existen seres humanos desprovistos de toda capacidad de goce. Una
privación de esta clase implicaría la pérdida de personalidad jurídica 17. En el marco de
nuestra legislación, solo hay incapacidades de goce especiales, esto es, referentes a uno o
más derechos determinados, pero jamás una incapacidad de goce absoluta18.
Por el contrario, es posible que ciertos individuos estén totalmente desprovistos de
capacidad de ejercicio, circunstancia que no significa pérdida de personalidad jurídica, pues
no desmiente que tales individuos puedan ser titulares de derechos19.
IV. LA INCAPACIDAD DE EJERCICIO ES EXCEPCIONAL
Conforme con el artículo 1445 del CC, la capacidad es el primer requisito que debe
concurrir en todo acto o contrato.

13
RUZ (2011) p. 178.
14
En este sentido, LYON (2007) p. 173.
15
VODANOVIC (2001) p. 222. En el mismo sentido, LYON (2007) p. 168; RUZ (2011) p. 178.
16
ALESSANDRI (1988) p. 37, CLARO (2013b) pp. 26 y 27.
17
RUZ (2011) p. 178.
18
CLARO (2013b) p. 27; LYON (2007) pp. 173 y 176. Según Alessandri y Ducci, las incapacidades especiales,
aunque tratadas como incapacidades de ejercicio, no son propiamente incapacidades, sino meras
prohibiciones (ALESSANDRI (1988) pp. 37 y 38; DUCCI (2000) p. 123). En la visión de Vodanovic, en estos
casos, más que hablar de incapacidad de goce especial, puede afirmarse que existe una falta de legitimación
para obrar (VODANOVIC (2001) p. 222)
19
CLARO (2013b) p. 26.
De acuerdo con el artículo 1446 del CC, toda persona es legalmente capaz, excepto
aquellas que la ley declara incapaces. En consecuencia, la regla general es que toda persona
esté dotada de capacidad de ejercicio.
Suele afirmarse que el sustento de la capacidad de ejercicio se encuentra en la
existencia real y concreta de discernimiento o de una voluntad madura por parte del titular
del derecho20.
De la falta de capacidad trata el artículo 1447 del CC, distinguiendo entre los
absolutamente incapaces y los relativamente incapaces.
Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordos o
sordomudos que no pueden darse a entender claramente. Los incapaces absolutamente bajo
ninguna circunstancia pueden actuar por sí mismos en la vida jurídica. En otras palabras,
estos incapaces solo pueden actuar en la vida del derecho representados por sus
representantes legales. Nuestro ordenamiento jurídico sanciona los actos de los
absolutamente incapaces con nulidad absoluta (ex artículo 1682 del CC). A mayor
abundamiento, como expresa el artículo 1447 del CC, los actos de los absolutamente
incapaces no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten caución.
Son relativamente incapaces los menores adultos (mujer mayor de 12 pero menor de
18 años de edad, y el hombre mayor de 14 pero menor de 18 años de edad) y los
disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo (disipador o pródigo es la
persona natural que ha demostrado una falta total de prudencia en la administración de sus
bienes). Los incapaces relativos deben actuar representados o personalmente si son
debidamente autorizados por sus representantes legales. Los actos celebrados por
relativamente incapaces, sin la autorización o representación del representante legal,
adolecen de nulidad relativa (ex artículo 1682 inciso final del CC). No obstante, en la
medida que tengan suficiente juicio y discernimiento, tales actos generarán obligaciones
naturales (ex artículo 1470 N° 1 del CC) y podrán ser caucionados por terceros (ex artículo
1471 del CC).
Por excepción, la ley permite que los incapaces relativos realicen ciertos actos sin
necesidad de representación o autorización. Así ocurre, ejemplarmente, con el
reconocimiento voluntario de un hijo.
Asimismo, debe advertirse que el menor adulto, pese a ser declarado incapaz
relativo (ex artículo 1447 del CC), tiene capacidad para administrar su peculio profesional o
industrial (ex artículo 251 del CC). Solo por excepción, el menor adulto debe solicitar
autorización judicial para enajenar o gravar los inmuebles que formen parte de su peculio
(ex artículo 254 del CC).

20
CLARO (2013b) p. 27; LYON (2007) pp. 173 y 176; DUCCI (2000) p. 122. En contra de esta aproximación,
desde un enfoque de derechos humanos que tiende al reconocimiento de la plena capacidad de ejercicio de las
personas con discapacidad, CUBILLOS (2018) pp. 131-141.
El artículo 43 del CC establece quiénes son los representantes legales de una
persona. Según la disposición, “(s)on representantes legales de una persona el padre o la
madre, el adoptante y su tutor o curador”.
V. INCAPACIDADES DE GOCE ESPECIALES O PARTICULARES
La ley, excepcionalmente y en consideración a la moral, el orden público y las
buenas costumbres, contempla algunas incapacidades de goce, consistentes en la
prohibición impuesta a ciertas personas para ejecutar o celebrar algunos actos o contratos 21.
Se trata de incapacidades de goce, porque impiden adquirir derechos 22. Alude a ellas,
genéricamente, el inciso final del artículo 1447 del CC.
Según se expusiera, la privación de capacidad de goce jamás podría ser absoluta,
pues ello conllevaría una pérdida de personalidad jurídica y, por tanto, una afrenta a la
dignidad humana.
Se discute cuál es la sanción que debe predicarse del acto celebrado en
contravención a una prohibición o incapacidad especial. Autores como Alessandri y Lyon
estiman que es la nulidad absoluta23. En opinión de Claro, las incapacidades especiales o
prohibiciones serían incapacidades relativas, de modo que su infracción, salvo que
configure objeto o causa ilícitos, daría lugar a nulidad relativa (ex 1682 inciso final del
CC)24.
V. SOBRE LA DISCAPACIDAD
1. Preliminar.
En el ámbito internacional, la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, de 2006, señala que "las personas con discapacidad incluyen a aquellas que
tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al
interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la
sociedad, en igualdad de condiciones con las demás" (artículo 1.2). El objetivo de la
referida Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de
igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas
con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente (artículo 1.1).
Una norma particularmente relevante es el artículo 12. Su apartado 1° dispone que
“(l)os Estados Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho en todas
partes al reconocimiento de su personalidad jurídica. Por su parte, el apartado 2° establece

21
Así ocurre, por ejemplo, en los artículos 402, 412, 961-965-1065, 1796 a 1800, todos del CC.
22
CLARO (2013b) p. 26; LYON (2007) pp. 173 y 176. Según Alessandri y Ducci, las incapacidades especiales,
aunque tratadas como incapacidades de ejercicio, no son propiamente incapacidades, sino meras
prohibiciones (ALESSANDRI (1988) pp. 37 y 38; DUCCI (2000) p. 123). En la visión de Vodanovic, en estos
casos, más que hablar de incapacidad de goce especial, puede afirmarse que existe una falta de legitimación
para obrar. VODANOVIC (2001) p. 222
23
ALESSANDRI (1988) pp. 37 y 38; LYON (2007) p. 176.
24
CLARO (2013b) pp. 29, 46 y 47.
que “(l)os Estados Partes reconocerán que las personas con discapacidad tienen capacidad
jurídica en igualdad de condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida”.
El Estado de Chile suscribió y luego ratificó dicha Convención en el año 200825.
Procurando el cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas por el
Estado de Chile, se dicta la ley Nº 20.422, de 10 de febrero de 2010, que establece normas
sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad. El
artículo 82 de esta ley declara derogada la ley N° 19.284, que establece normas para la
plena integración social de las personas con discapacidad.
Conforme con el artículo 5 de la ley N° 20.422, se entiende por persona con
discapacidad "aquella que teniendo una o más deficiencias físicas, mentales, sea por causa
psíquica o intelectual, o sensoriales, de carácter temporal o permanente, al interactuar con
diversas barreras presentes en el entorno, ve impedida o restringida su participación plena y
efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás".
Corresponderá a las Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez (COMPIN),
dependientes del Ministerio de Salud y a las instituciones públicas o privadas, reconocidas
para estos efectos por ese Ministerio, calificar la discapacidad (artículo 13 inciso 1°). Por su
parte, la certificación de la discapacidad solo será de competencia de las Comisiones de
Medicina Preventiva e Invalidez (artículo 13 inciso 4°).
La Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez, una vez que certifique la
discapacidad, remitirá los antecedentes al Servicio de Registro Civil e Identificación, para
su inscripción en el Registro Nacional de la Discapacidad (artículos 17, 55 y 56)
La ley establece los principios inspiradores y diversas medidas en cuanto a la
igualdad de oportunidades, la accesibilidad, la educación, la capacitación laboral y
facilidades arancelarias. Además, la ley reconoce la lengua de señas como medio de
comunicación natural de la comunidad sorda (artículo 26).
Con todo, en opinión de Cubillos, la ley N° 20.422 “solo contiene un marco jurídico
orientador de regulación de los aspectos más generales de las personas con discapacidad
intelectual, y no establece ni regula de manera concreta y efectiva la igualdad y no
discriminación, y el igual reconocimiento de personas ante la ley de las personas con
discapacidad (artículos 5º y 12 de la Convención)”26.
2. Discapacidad e incapacidad
La regla general es que la discapacidad no produzca incapacidad jurídica
(incapacidad de ejercicio), salvo que impida o dificulte sustantivamente a la persona
dirigirse por sí misma o administrar competentemente su patrimonio. Así, por ejemplo, una
persona con discapacidad visual (no vidente) es plenamente capaz, pues, a pesar de su
discapacidad, puede autogobernarse y administrar competentemente sus bienes.

25
Decreto Supremo Nº 201, de 17 de septiembre de 2008, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
26
CUBILLOS (2018) p. 124.
A mayor abundamiento, la incapacidad jurídica no está necesariamente sustentada
en una discapacidad. En principio, ello solo ocurre con la incapacidad absoluta de los
dementes y de los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente. Por su
parte, los menores de edad (sen púberes o impúberes) y los interdictos por disipación no
tienen ninguna discapacidad27.
Ciertamente, la voz demente, utilizada por el CC en el artículo 1447 y otras
disposiciones, torna difícil en la práctica que las personas con discapacidad intelectual, pese
a manifestar suficiente competencia para tomar ciertas decisiones o realizar ciertos actos,
sean consideradas personas con capacidad de ejercicio. Tal dificultad se explica, entre otras
razones, por la falta de una definición legal de la demencia y por el hecho de que esta no
tiene un sentido natural y obvio preciso ni tampoco uno científico o técnico 28. La mentada
falta de definición ha generado que la demencia sea entendida jurisprudencialmente en “su
sentido amplio y diverso, esto es, en sentido de enfermedad mental”, lo que facilita que las
personas con discapacidad intelectual sean tratadas como incapaces absolutos29.
VI. CRÍTICA A LA REGULACIÓN DE LA CAPACIDAD JURÍDICA EN CHILE
Según Lathrop, la regulación de la capacidad de ejercicio debiese ser replanteada.
Ya no debiese ponerse el foco en la aptitud abstracta y general de un individuo para
adquirir derechos y contraer obligaciones por sí mismo, sino en su competencia, esto es, la
aptitud del individuo para realizar una determinada acción o tomar una determinada
decisión. La noción de competencia supondría analizar la capacidad de ejercicio en
concreto, permitiendo reconocer que una persona puede tener aptitud suficiente para
realizar ciertos actos y no así para otros30.
La redefinición de la capacidad jurídica resulta necesaria para que el Estado de
Chile cumpla con una de las obligaciones que ha contraído al suscribir y ratificar la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, a saber, la relativa al
deber de los Estados Partes de reconocer que las personas con discapacidad tienen
capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las demás en todos los aspectos de la
vida (artículo 12.2). Además, la referida redefinición permitiría dar cumplimiento al
principio de vida independiente, consagrado en el artículo 3 de la ley N° 20.422,
consistente en “(e)l estado que permite a una persona tomar decisiones, ejercer actos de
manera autónoma y participar activamente en la comunidad, en ejercicio del derecho al
libre desarrollo de la personalidad”.
En este orden de ideas, a la luz del artículo 12.3 de la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad y de las observaciones finales realizadas por el
Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas respecto

27
En el mismo sentido, CORRAL (2018) pp. 399 y 400.
28
Como es sabido, la psiquiatría y la psicología han abandonado totalmente los conceptos de demencia o
locura.
29
CUBILLOS (2018) pp. 130 y 131.
30
LATHROP (2018) pp. 6 y 7.
al informe inicial del Estado de Chile 31, Lathrop propone que la regulación de la capacidad
jurídica en el CC -que actualmente facilita en demasía la interdicción por demencia de las
personas con discapacidad intelectual-, transite desde un modelo de sustitución de
voluntad32 hacia un modelo en que se mantenga la capacidad de ejercicio de la persona con
discapacidad intelectual y se le brinde el apoyo necesario para comprobar o generar en ella
la competencia de realizar los actos en que tenga interés. En concreto, conforme con la
propuesta de la autora, la capacidad de ejercicio de las personas con discapacidad debiese
presumirse y ser gradual y progresiva. En este marco, debiese existir una intervención
judicial inicial que establezca, a la luz de evidencia interdisciplinaria y de manera fundada,
qué actos puede realizar por sí sola la persona con discapacidad intelectual, cuáles
requieren de un mediador que lo oriente (decisión asistida) y, finalmente, cuáles deben ser
realizados mediante un representante especial. En aras de la mencionada progresividad, el
apoyo establecido en la intervención judicial inicial debiese ser revisado periódicamente de
oficio o a solicitud de la propia persona con discapacidad intelectual, de las personas que le
brindan apoyo o de terceros que tengan algún interés legítimo en el asunto33.
El sistema que propone Lathrop es de carácter nacional y transversal, caracterizado
por la existencia de un órgano administrativo con facultades fiscalizadoras (destinadas,
especialmente, a evitar una influencia indebida en la vida de las personas con discapacidad
intelectual o conflictos de intereses) y la intervención de los Tribunales de Familia, quienes
tendrían a su cargo la designación de las personas que apoyen a la persona con
discapacidad intelectual34.
Cabe mencionar que la propuesta de Lathrop es consistente con la evolución
experimentada en el derecho latinoamericano. En Brasil, el artículo 84 de la Ley Nº 13.146,
de 6 de julio de 2015, que establece la inclusión de las personas con discapacidad, dispone
que "una persona con discapacidad tiene asegurado el derecho al ejercicio de su capacidad
legal en igualdad de condiciones con los demás". En sentido similar, el artículo 23 del
Código Civil y Comercial de la Nación de Argentina establece que “(t)oda persona humana
31
Según el Comité, el Estado de Chile debe "derogar toda disposición legal que limite parcial o totalmente la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad adultas y adoptar medidas concretas para establecer un
modelo de toma de decisiones con apoyo que respete la autonomía, voluntad y preferencias de las personas
con discapacidad en armonía con el artículo 12 de la Convención y la observación general número 1 del
Comité" (Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2016). Observaciones finales sobre el
informe inicial de Chile, Ginebra. párrafo 24. Citado en CUBILLOS (2018) pp. 124 y 125).
32
El modelo actual implica que la voluntad del demente o del sordo o sordomudo que no se pueda dar a
entender claramente sea sustituida por entero por la de su representante legal. CUBILLOS (2018) p. 125.
33
LATHROP (2018) pp. 14 y 15. La propuesta de Lathrop sigue muy de cerca la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad. Conforme con el artículo 12.4 de esta, “(l)os Estados Partes
asegurarán que en todas las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica se proporcionen
salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los abusos de conformidad con el derecho internacional en
materia de derechos humanos. Esas salvaguardias asegurarán que las medidas relativas al ejercicio de la
capacidad jurídica respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona, que no haya conflicto de
intereses ni influencia indebida, que sean proporcionales y adaptadas a las circunstancias de la persona, que se
apliquen en el plazo más corto posible y que estén sujetas a exámenes periódicos por parte de una autoridad o
un órgano judicial competente, independiente e imparcial. Las salvaguardias serán proporcionales al grado en
que dichas medidas afecten a los derechos e intereses de las personas”.
34
LATHROP (2018) p. 15.
puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas
en este Código y en una sentencia judicial”, disponiendo luego, en los artículos 31 35 y 3236,
importantes resguardos normativos para cautelar la capacidad jurídica en la mayor medida
posible37.
LA NACIONALIDAD
I. DEFINICIÓN
La nacionalidad es el vínculo jurídico que une a una persona con un Estado
determinado38.
El Estado tiene diversos deberes para con sus nacionales, destacando, entre otros, el
deber de amparar el ejercicio de los derechos fundamentales reconocidos en el artículo 19
de la Constitución. Los particulares, por su parte, también tienen ciertos deberes respecto al
Estado. Sin perjuicio de otros deberes -entre los que destacan las obligaciones tributarias-,
cabe referir lo establecido en el artículo 22 de la Constitución: “"Todo habitante de la
República debe respeto a Chile y a sus emblemas nacionales. Los chilenos tienen el deber
fundamental de honrar a la patria, de defender su soberanía y de contribuir a preservar la
seguridad nacional y los valores esenciales de la tradición chilena. El servicio militar y
demás cargas personales que imponga la ley son obligatorios en los términos y formas que
ésta determine. Los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse inscritos en los
Registros Militares, si no están legalmente exceptuados".

35
“Artículo 31.- Reglas generales. La restricción al ejercicio de la capacidad jurídica se rige por las siguientes
reglas generales:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume, aun cuando se encuentre internada en
un establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se imponen siempre en beneficio de la
persona;
c) la intervención estatal tiene siempre carácter interdisciplinario, tanto en el tratamiento como en el proceso
judicial;
d) la persona tiene derecho a recibir información a través de medios y tecnologías adecuadas para su
comprensión;
e) la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con asistencia letrada, que debe ser
proporcionada por el Estado si carece de medios;
f) deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y libertades”.
36
“Artículo 32.- Persona con capacidad restringida y con incapacidad. El juez puede restringir la capacidad
para determinados actos de una persona mayor de trece años que padece una adicción o una alteración mental
permanente o prolongada, de suficiente gravedad, siempre que estime que del ejercicio de su plena capacidad
puede resultar un daño a su persona o a sus bienes.
En relación con dichos actos, el juez debe designar el o los apoyos necesarios que prevé el artículo 43,
especificando las funciones con los ajustes razonables en función de las necesidades y circunstancias de la
persona.
El o los apoyos designados deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las
preferencias de la persona protegida.
Por excepción, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su entorno y
expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos resulte ineficaz,
el juez puede declarar la incapacidad y designar un curador”.
37
Al respecto, CUBILLOS (2018) p. 141.
38
DUCCI (2000) p. 124; RUZ (2011) p. 179.
II. ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD
Conforme con el artículo 10 de la Constitución, son chilenos:
1º Los nacidos en el territorio nacional, con excepción de los hijos de extranjeros que se
encuentren en Chile en servicio de su Gobierno y los hijos de extranjeros transeúntes, todos
los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena.
2º Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, es
necesario que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo grado (es
decir, sus padres o sus abuelos), haya adquirido la nacionalidad chilena en virtud de los
números 1, 3 o 4 del mismo artículo 10.
3º Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a la ley.
4º Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley (esta causal de adquisición
de nacionalidad es usualmente sindicada como “nacionalización por gracia”).
La ley reglamentará los procedimientos de opción por la nacionalidad chilena; de
otorgamiento, negativa y cancelación de las cartas de nacionalización, y la formación de un
registro de todos estos actos.
III. CLASIFICACIÓN DE LA NACIONALIDAD
La nacionalidad puede ser originaria -también llamada “adquirida”- o por elección -
también llamada “derivada”39.
La nacionalidad originaria se adquiere por el hecho de nacer en el territorio de un
Estado determinado (nacionalidad por ius solis) o nacer de padres originarios de un Estado
determinado (nacionalidad por ius sanguinis). Todo individuo queda ligado de por vida a su
nacionalidad originaria, salvo que, posteriormente, adquiera otra.
La nacionalidad por elección es aquella que se obtiene por especial gracia del país
en que se ha prestado servicios destacados o por elección o naturalización, esto es, por el
acto voluntario de abrazar la nacionalidad de un país determinado, generalmente
renunciando a la de origen.
IV. PÉRDIDA DE LA NACIONALIDAD
Conforme con el artículo 11 de la Constitución Política, la nacionalidad se pierde:
1º Por renuncia voluntaria manifestada ante autoridad chilena competente. Esta renuncia
solo producirá efectos si la persona, previamente, se hubiere nacionalizado en país
extranjero.
2º Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior a
enemigos de Chile o a sus aliados;
3º Por cancelación de la carta de nacionalización.
39
RUZ (2011) p. 182.
4º Por ley que revoque la nacionalización concedida por gracia.
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cualquiera de las causales
referidas, solo podrán ser rehabilitados por ley.
Conviene tener presente que el artículo 12 de la Constitución establece un recurso
de reclamación por pérdida de nacionalidad, que debe interponerse ante la Corte Suprema
en un plazo de 30 días. La Corte Suprema conoce del recurso como jurado (es decir, en
conciencia) y en pleno. El referido artículo 12 señala: “La persona afectada por acto o
resolución de autoridad administrativa que la prive de su nacionalidad chilena o se la
desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera a su nombre, dentro del plazo de treinta
días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como jurado y en tribunal pleno. La
interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos”.
V. NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA
No debe confundirse la nacionalidad y la ciudadanía. Esta última, reconocida en los
artículos 13 y 14 de la Constitución, confiere, fundamentalmente, los derechos de sufragio,
de optar a cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley.
Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no
hayan sido condenados a pena aflictiva (artículo 13). A su vez, los extranjeros avecindados
en Chile por más de cinco años, y que cumplan con los requisitos señalados en el inciso
primero del artículo 13 (es decir, que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no
hayan sido condenados a pena aflictiva), podrán ejercer el derecho de sufragio en los casos
y formas que determine la ley. De esta manera, se les confiere una parte de los derechos de
la ciudadanía, el de elegir, mas no el de optar a cargos de elección popular.
Con todo, los nacionalizados en conformidad al Nº 3º del artículo 10 (es decir, los
extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a la ley), tendrán
opción a cargos públicos de elección popular después de cinco años de estar en posesión de
sus cartas de nacionalización (artículo 14).
Conforme con el artículo 17 de la Constitución, la calidad de ciudadano se pierde:
1º.- Por pérdida de la nacionalidad chilena;
2º.- Por condena a pena aflictiva, y
3º.- Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista y los relativos al
tráfico de estupefacientes y que hubieren merecido, además, pena aflictiva.
Los que hubieren perdido la ciudadanía por la causal indicada en el N° 2º, la
recuperarán en conformidad a la ley, una vez extinguida su responsabilidad penal. Los que
la hubieren perdido por las causales previstas en el número 3º podrán solicitar su
rehabilitación al Senado una vez cumplida la condena.
VI. IGUALDAD DE LOS CHILENOS Y EXTRANJEROS ANTE EL DERECHO CIVIL
El CC no reglamenta la nacionalidad, sino que se remite a la Constitución.
En efecto, el artículo 55 del CC señala que las personas se dividen en chilenos y
extranjeros. Por su parte, el artículo 56 dispone que “(S)on chilenos los que la Constitución
declara tales. Los demás son extranjeros”.
El artículo 57 del CC consagra el principio de igualdad entre chilenos y extranjeros
en cuanto a la adquisición y goce de los derechos civiles. Una concreción particular de la
igualdad entre chilenos y extranjeros se encuentra en el artículo 997, en cuya virtud “(l)os
chilenos son llamados a las sucesiones abintestato abiertas en Chile de la misma manera y
según las mismas reglas que los chilenos”.
La consagración de la igualdad entre chilenos y extranjeros en cuanto a la
adquisición y goce de los derechos civiles legitima una aplicación estricta del principio de
territorialidad de la ley. En efecto, cabe recordar que, conforme con el artículo 14, la ley es
obligatoria para todos los habitantes de la república, sean chilenos o extranjeros. Asimismo,
conforme con el artículo 16, los bienes situados en Chile están sujetos a las leyes chilenas,
aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en Chile.
VII. EXCEPCIONES AL PRINCIPIO DE IGUALDAD ENTRE CHILENOS Y EXTRANJEROS
Conforme con el artículo 57 del CC, la regla general es que la nacionalidad no
ejerza influencia en la adquisición y goce de los derechos civiles. Sin embargo, existen
algunas excepciones a la regla anterior:
a) Dentro del mar territorial (definido en el artículo 593) solo pueden realizar faenas de
pesca los chilenos y los extranjeros domiciliados (artículo 611 del CC, en relación con la
Ley N° 4.601 y la Ley N° 18.892, Ley General de Pesca y Acuicultura). El art. 17 de la Ley
General de Pesca y Acuicultura establece que, para solicitar autorización de pesca, el
solicitante, de ser persona natural, deberá ser chileno o extranjero que disponga de
permanencia definitiva; si el solicitante fuere una persona jurídica, deberá estar legalmente
constituida en Chile. Originalmente, esta prohibición pretendía evitar el contrabando.
b) Los que carecen de domicilio en Chile no pueden desempeñarse como albaceas
(artículos 1272, 497 N° 6 y 1270 del CC).
c) No pueden ser testigos en un testamento solemne otorgado en Chile, los extranjeros no
domiciliados en el país (artículo 1012 Nº 10 del CC).
d) El artículo 15 N° 2 del CC sujeta a los chilenos a las leyes patrias en lo que atañe a las
obligaciones y derechos que nacen de relaciones de familia, pero solo respecto de sus
cónyuges y parientes chilenos.
e) El artículo 998 del CC, a propósito de la sucesión abintestato de un extranjero que
fallezca dentro o fuera del territorio de la república, reconoce a los chilenos los mismos
derechos que según las leyes chilenas les corresponderían sobre la sucesión intestada de un
chileno.
f) Prohibición de adquirir el dominio de bienes raíces ubicados en ciertas provincias o
regiones limítrofes, para aquellos extranjeros en cuyos países rija prohibición análoga para
los chilenos.
g) Las personas naturales o jurídicas extranjeras no pueden celebrar contratos de
arrendamiento sobre predios rústicos que se ubiquen en zonas fronterizas (artículo 3º del
Decreto Ley N° 993, que regula el arrendamiento de predios rústicos).
h) No pueden ser testigos, para los efectos de una inscripción en los libros del Registro
Civil, los extranjeros que no tienen domicilio en Chile (artículo 16 de la Ley de Registro
Civil).
EL NOMBRE
I. DEFINICIÓN
El nombre puede ser definido como la designación que sirve para individualizar a
una persona en la vida social y jurídica 40. Conforme con el artículo 58 bis del Código Civil
-incorporado a este Código por la Ley Nº 21.334, de 14 de mayo de 2021, sobre
determinación del orden de los apellidos por acuerdo de los padres-, el nombre “es el
conjunto de palabras que sirve legalmente para identificar a una persona. Está formado por
el o los nombres propios, y por el o los apellidos con que se encuentre individualizada en su
respectiva inscripción de nacimiento”.
El nombre es, a la vez, un atributo de la personalidad y una institución de policía
civil (pues existe un interés público en la individualización de los miembros de la
sociedad)41.
Está compuesto por el pronombre, nombre propio o de pila y el nombre
patronímico, de familia o apellido42. En principio, el nombre propio individualiza a una
persona en su vida social y familiar, mientras que el nombre patronímico individualiza a
una persona fundamentalmente en su vida social43.
II. ATRIBUCIÓN DEL NOMBRE
El nombre de una persona suele ser impuesto al momento en que se procede a la
inscripción de nacimiento en el Registro Civil.

40
DUCCI (2000) p. 119. En sentido similar, VODANOVIC (2001) p. 225; CORRAL (2018) p. 370; LYON (2007)
p. 169; RUZ (2011) p. 183.
41
LYON (2007) p. 169.
42
DUCCI (2000) pp. 119 y 120; VODANOVIC (2001) pp. 225 y 226; CORRAL (2018) p. 370; LYON (2007) p.
169; RUZ (2011) p. 183.
43
Algunos autores expresan que el nombre propio individualiza a una persona en su vida familiar y el
patronímico en su vida social (DUCCI (2000) pp. 119 y 120). En mi opinión, el nombre propio es utilizado
para individualizar a una persona tanto en su vida familiar como social. A mayor abundamiento, tratándose de
actos de alta significación jurídica y/o social (como el otorgamiento de una escritura pública, la presentación
de una demanda, la celebración del matrimonio, etc.), lo usual es que se individualice a una persona por su
nombre completo.
En principio, conforme con el artículo 31 N° 3 de la ley N° 4.808, sobre Registro
Civil, existe libertad para la elección del nombre propio. En este sentido, se puede imponer
al niño el o los nombres propios que se quieran (la cantidad también es arbitraria). No
obstante, conforme con el artículo 31 N° 4 de la misma ley N° 4.808, “(n)o podrá
imponerse al nacido un nombre extravagante, ridículo, impropio de personas, equívoco
respecto del sexo o contrario al buen lenguaje”. Si el Oficial del Registro Civil, en
cumplimiento de lo recién señalado, se opusiere a la inscripción de un nombre y el que lo
solicite insistiere en ello, enviará de inmediato los antecedentes al Juez de Letras, quien
resolverá en el menor plazo posible, sin forma de juicio, pero con audiencia de las partes, si
el nombre propuesto está comprendido o no en la prohibición.
En cuanto al nombre patronímico, debe atenderse la regulación contemplada en el
artículo 58 ter del Código Civil, incorporado a este por la Ley N° 21.334.
Ha de tenerse presente que, al momento de la inscripción de un nacimiento, se
dejará constancia de los nombres y apellidos de la madre, aunque no haya reconocimiento
de ella, cuando la declaración del requirente coincida con el comprobante del médico que
haya asistido al parto en lo concerniente a las identidades del nacido y de la mujer que le
dio a luz (artículo 31 Nº 4 de la Ley N° 4.808). En este sentido, la posibilidad de que no
conste la maternidad se acota a los casos en que no existe comprobante de parto o este no se
acompaña al momento en que se requiere la inscripción.
Tratándose de un niño de filiación completamente indeterminada, es decir, un niño
respecto del cual no está determinada ninguna progenitura, el apellido o los apellidos los
designará libremente quien requiera la inscripción (artículo 31 N° 3 de la ley N° 4.808). En
este caso, la imposición del apellido del presunto padre o madre no implica una atribución
de paternidad o maternidad, salvo que sea el mismo presunto padre o madre quien pida que
se deje constancia de su nombre al momento de la inscripción de nacimiento, hipótesis en la
que se produciría un reconocimiento tácito de paternidad (ex artículo 188 del CC).
III. ADQUISICIÓN DEL NOMBRE DE FAMILIA TRATÁNDOSE DE LA FILIACIÓN POR ADOPCIÓN
En virtud del artículo 37 de la ley N° 19.620, de 25 de agosto de 1999, que dicta
normas sobre adopción de menores, la adopción confiere al adoptado el estado civil de hijo
de los adoptantes, con todos los derechos y deberes recíprocos establecidos en la ley, y
extingue sus vínculos de filiación de origen, para todos los efectos civiles, salvo los
impedimentos para contraer matrimonio establecidos en el artículo 5º de la Ley de
Matrimonio Civil, los que subsistirán. Con miras a hacer efectivo esta nueva filiación, la
ley N° 19.620 establece que la sentencia que acoja la adopción ordenará que se verifique
una nueva inscripción de nacimiento del adoptado como hijo de los adoptantes, en cuya
virtud el adoptado hará suyos los apellidos de los adoptantes (artículo 26 N° 2) 44. En la
sentencia también se ordenará que se cancele la antigua inscripción de nacimiento del

44
Por cierto, se aplicará a este respecto la regulación contemplada en el artículo 58 ter del Código Civil, la
cual será revisada en breve.
adoptado, tomándose las medidas administrativas conducentes a mantener en reserva su
anterior identidad (artículo 26 N° 3).
IV. SOBRE LA DEROGADA PRECEDENCIA DEL APELLIDO PATERNO
La fijación de un orden determinado en el orden de los apellidos es, en principio,
una decisión legislativa. En el mundo occidental no existe una regla uniforme. Así, por
ejemplo, en los países anglosajones se usa únicamente el apellido paterno; en los de lengua
portuguesa el apellido materno es el primero; y en la tradición española el primero es el del
padre. Antes de que entrara en vigor la Ley N° 21.334, la opción de la legislación nacional
era la precedencia del apellido paterno.
La derogada precedencia del apellido paterno era cuestionada, pues privilegiaba la
perpetuación en el tiempo de los apellidos paternos (a costa de la progresiva y eventual
desaparición de apellidos maternos), favoreciendo con ello una cultura patriarcal.
Actualmente, el artículo 58 ter del Código Civil -también incorporado a este por la
Ley N° 21.334- reza lo siguiente:
“Artículo 58 ter.- El primer apellido del o los progenitores se transmitirá a sus hijos,
conforme el orden que, según los casos, se determine en aplicación de las reglas siguientes:
1. En la inscripción de nacimiento del primero de los hijos comunes, los
progenitores determinarán, de común acuerdo, el orden de transmisión de sus respectivos
primeros apellidos, que valdrá para todos sus hijos comunes. En caso de no manifestarse
acuerdo al momento de inscribir al primero de los hijos comunes, se entenderá su voluntad
de que el orden de los apellidos sea determinado mediante sorteo ante el Oficial del
Registro Civil.
2. En toda inscripción de nacimiento en que al tiempo de la inscripción quede
determinada la filiación del nacido respecto de ambos progenitores, el oficial del Registro
Civil procederá según el orden de los apellidos fijado en la inscripción de nacimiento del
primero de los hijos comunes de dichas personas; y si no tuvieren más hijos comunes,
según el orden que se determine al practicarse la inscripción, de conformidad a lo dispuesto
en la regla precedente.
3. En la inscripción de nacimiento de un hijo cuya filiación al tiempo de la
inscripción quede determinada solo respecto de uno de los progenitores, se inscribirá al
nacido con el respectivo primer apellido de dicho progenitor. En este caso, cuando con
posterioridad obrare determinación de la filiación no determinada al tiempo de la
inscripción de nacimiento, si hubiere otro u otros hijos comunes de dichos progenitores, se
estará al orden de los apellidos fijado en la inscripción de nacimiento del primero de sus
hijos comunes. Si, por el contrario, no hubiere más hijos comunes de dichos progenitores,
el primer apellido del progenitor que quedó determinado al momento de la inscripción de
nacimiento antecederá al otro apellido, a menos que, no habiendo el hijo alcanzado la
mayoría de edad, los progenitores manifiesten, de común acuerdo, su voluntad de que se
proceda con el orden inverso.
Con todo, para aplicar las reglas señaladas en el inciso anterior, previamente el
oficial del Registro Civil deberá verificar si existieren en los registros hijos inscritos a
nombre de cada uno de los progenitores.
Fijado en la inscripción de nacimiento el orden de los apellidos del primero de los
hijos comunes, los demás hijos que dos progenitores tengan en común deberán inscribirse
siempre con el mismo orden de apellidos, conforme a las disposiciones del presente
artículo.
Las inscripciones de nacimiento y las manifestaciones del acuerdo de los
progenitores, respecto del orden de los apellidos, se practicarán de conformidad con lo
dispuesto en el presente artículo, y en la forma que determine el reglamento”.
En opinión de Corral, la libre imposición del apellido materno o paterno podría
desvirtuar la función pública que desempeña el nombre patronímico en la vida social, pues
dificulta la identificación de los individuos. De esta guisa, el referido autor señala que
resulta preferible un sistema en que resulte imperativo el orden de los apellidos, sea que el
primero sea el materno o el paterno45.
No alcanzo a ver cómo una regulación como la actual puede mermar la función
pública que desempeña el nombre. De hecho, el artículo 58 ter establece que el orden que
se acuerde entre los progenitores para el primer hijo debe respetarse para el caso en que se
inscriban nuevos hijos. Ello, a mi juicio, no es una inconsistencia 46, sino una medida que
permite conciliar la función pública del nombre patronímico con el interés de los
progenitores -y también de la sociedad- de que no solo se perpetúen algunos apellidos.
A mayor abundamiento, desde que la Ley N° 21.400 incorporara el actual artículo
34 al Código Civil, el legislador nacional reconoce que los progenitores podrían ser una
mujer y un hombre, dos mujeres o dos hombres. De esta guisa, el problema de determinar
el apellido precedente de los hijos no debiese ser planteado en términos de apellido materno
o apellido paterno, pues bien podría haber dos madres o dos padres.
V. EL CAMBIO DE NOMBRE
1. Preliminar
El nombre, si bien tiene vocación de permanencia -pues solo así puede cumplir su
función pública-, no tiene un carácter inmutable, permitiéndose excepcionalmente su
cambio.
En términos generales, suele afirmarse que el cambio puede producirse por vía
principal o consecuencial. Se produciría por vía principal o directa en tres hipótesis: a) en
virtud de sentencia judicial, dictada en el procedimiento regulado por la ley N° 17.344, de
22 de septiembre de 1970, que autoriza el cambio de nombres y apellidos en los casos que
indica; b) en virtud de orden de servicio fundada, dictada por el Director Nacional del
45
CORRAL (2018) pp. 373 y 374.
46
En contra, Corral señala que, si la pretensión es que prime la autonomía de los padres, resulta incoherente
que no se permita variar la elección en caso de varios hijos (CORRAL (2018) pp. 373 y 374).
Servicio de Registro Civil e Identificación, que acoge solicitud de cambio de orden de
apellidos determinados en su inscripción de nacimiento (artículos 17 bis, 17 ter y 17 quáter
de ley N° 4.808); y c) en virtud de resolución administrativa o judicial que rectifica nombre
y sexo registral en función de la identidad de género (ley N° 21.120, de 10 de diciembre de
2018, que reconoce y da protección al derecho a la identidad de género 47). Por su parte, se
produciría por vía consecuencial o indirecta como un efecto necesario del cambio de una
determinada situación jurídica. Así, por ejemplo, habría cambio de nombre por vía
consecuencial cuando el hijo de filiación no matrimonial, reconocido solo por sus
progenitores, después adquiere la filiación matrimonial por el matrimonio de sus
progenitores, pasando a llevar los apellidos de ambos progenitores, en lugar de llevar el
apellido de uno solo48.
2. El cambio de nombre en la ley N° 17.344
2.1. Casos en que se reconoce el derecho al cambio o supresión de los nombres y/o
apellidos
El artículo 1 de la ley N° 17.344, modificado por la Ley N° 21.334, dispone que
cualquiera persona puede solicitar, por una sola vez, que se la autorice para cambiar sus
nombres o apellidos, o ambos a la vez, en los siguientes casos:
a) Cuando unos u otros sean ridículos, risibles o la menoscaben moral o materialmente;
b) Cuando el solicitante haya sido conocido durante más de cinco años, por motivos
plausibles, con nombres o apellidos, o ambos, diferentes de los propios; y
c) En los casos de filiación no matrimonial o en que no se encuentre determinada la
filiación, para agregar un apellido cuando la persona hubiere sido inscrita con uno solo o
para cambiar uno de los que hubieran impuesto al nacido, cuando fueren iguales. En este
último caso, el objetivo del legislador es que no se haga manifiesta una filiación no
matrimonial o indeterminada.
d) Cuando el solicitante desee invertir el orden de los apellidos fijado en su inscripción de
nacimiento.
e) Cuando el solicitante desee usar uno u otro apellido de un ascendiente en línea recta
hasta el segundo grado.
47
Antes de que entrara en vigor la referida ley, existía un vacío en la materia. Con todo, la jurisprudencia
admitía el cambio de sexo y nombre registral con base en las reglas de la ley N° 17.344 y, en especial, de la
letra a) del artículo 1, que permite solicitar el cambio de nombre cuando el nombre propio o los apellidos son
ridículos, risibles o menoscaban moral o materialmente a la persona. Parte de la jurisprudencia y algunos
autores planteaban la cuestión fundamentalmente a propósito de las personas transexuales (en esta línea, 16°
Juzgado de Letras en lo Civil de Santiago, 30 de noviembre de 2009, rol N° 09-2009; VODANOVIC (2001) p.
232). No obstante, en algunos casos se admitió el cambio de sexo y nombre en razón de la mera identidad de
género, sin requerir intervención quirúrgica previa (en esta línea, 1° Juzgado de Letras en lo Civil de
Rancagua, 16 de agosto de 2011, rol N° 419-2010; Corte de Apelaciones de Valparaíso, 23 de julio de 2013,
rol N° 949-13; Corte de Apelaciones de Santiago, 21 de agosto de 2013, rol N° 204-2012). Al respecto,
ESPEJO y LATHROP (2015) pp. 395 y 396, notas al pie N° 4 y N° 5.
48
LYON (2007) p. 169; VODANOVIC (2001) pp. 230-232; CORRAL (2018) pp. 374 y 375.
El mismo artículo 1 de la ley N° 17.344 contempla otras situaciones que también
habilitan para introducir cambios en el nombre:
a) Supresión de nombres propios cuando se cuenta con más de uno: en los casos en que una
persona haya sido conocida durante más de cinco años, con uno o más de los nombres
propios que figuran en su partida de nacimiento, el titular podrá solicitar que se suprima en
la inscripción de nacimiento, en la de su matrimonio y en las de nacimiento de sus
descendientes menores de edad, en su caso, el o los nombres que no hubiere usado.
b) Traducción o cambio de nombres o apellidos que no sean de origen español: el
interesado puede solicitar autorización para traducirlos al idioma castellano. Podrá, además,
solicitar autorización para cambiarlos, si la pronunciación o escrituración de los mismos es
manifiestamente difícil en un medio de habla castellana.
2.2. Solicitante menor de edad
El inciso final del artículo 1 de la ley N° 17.344 dispone que, si el peticionario se
tratare de un menor de edad que careciere de representante legal o, si teniéndolo este
estuviere impedido por cualquier causa o se negase a autorizar al menor para solicitar el
cambio o supresión de los nombres o apellidos a que se refiere la ley, el juez resolverá, con
audiencia del menor, a petición de cualquier consanguíneo de este o del Defensor de
Menores y aún de oficio.
2.3. Solicitante casado o con descendientes menores de edad
Si el solicitante del cambio o supresión de nombre es casado o tiene descendientes
menores de edad, deberá pedir también, en el mismo acto en que solicite el cambio de su
apellido, la modificación pertinente en su partida de matrimonio y en las partidas de
nacimiento de sus hijos (artículo 4 inciso 3°).
2.4. Tribunal competente y procedimiento
Conforme con el artículo 2 de la ley N° 17.344, será juez competente para conocer
de las gestiones a que se refiere la ley el juez de letras en lo civil del domicilio del
peticionario.
En todo caso, el tribunal, al proveer la solicitud de una persona mayor de 18 años de
edad, le informará del procedimiento administrativo para solicitar el cambio del orden de
los apellidos ante el Servicio de Registro Civil e Identificación, regulado en los artículos 17
bis, 17 ter y 17 quáter de la ley N° 4.808.
La solicitud planteada ante el juez de letras en lo civil deberá publicarse en extracto
en el Diario Oficial de los días 1 o 15 de cada mes o del día siguiente hábil si dicho Diario
no apareciere en las fechas indicadas. El extracto, redactado por el Secretario del Tribunal,
contendrá necesariamente la individualización del solicitante y la indicación de los nombres
y apellidos que este pretenda usar en reemplazo de los propios.
Dentro del término de treinta días, contados desde la fecha del aviso, cualquiera
persona que tenga interés en ello podrá oponerse a la solicitud. En tal caso el oponente
allegará, conjuntamente con su oposición, los antecedentes que la justifiquen y el juez
procederá sin forma de juicio apreciando la prueba en conciencia y en mérito de las
diligencia que ordene practicar.
Si no hubiere oposición, el tribunal procederá con conocimiento de causa, previa
información sumaria. En todo caso será obligatorio oír a la Dirección General del Registro
Civil e Identificación. La Dirección deberá informar si el solicitante registra condenas, los
datos de las partidas de nacimiento de cada uno de sus hijos, los datos de su cónyuge o de la
persona con quien se encuentre unida por acuerdo de unión civil, y todo otro antecedente
que resultare relevante. Asimismo, el tribunal requerirá informe de Carabineros de Chile,
de la Policía de Investigaciones de Chile y del Ministerio Público, con el objeto de que
informen si el solicitante se encuentra actualmente procesado o formalizado, o tuviere
condenas pendientes, o existieren a su respecto órdenes de arresto o detención pendientes o
se encontrare sujeto a otras medidas cautelares personales.
No se autorizará el cambio de nombre o apellido o supresión de nombres propios si
del respectivo extracto de filiación que como parte de su informe remitirá la Dirección, y de
los informes de Carabineros de Chile, de la Policía de Investigaciones de Chile y del
Ministerio Público, apareciere que el solicitante se encuentra actualmente procesado o
formalizado, o existen a su respecto órdenes de arresto o detención pendientes o se
encuentra sujeto a otras medidas cautelares personales, o ha sido condenado por crimen o
simple delito que merezca pena aflictiva, a menos que, en este último caso, hubieren
transcurrido más de diez años contados desde la fecha en que quedó ejecutoriada la
sentencia de condena y se encuentre cumplida la pena. En ningún caso se autorizará el
cambio o supresión cuando el solicitante hubiere sido condenado por alguno de los delitos
establecidos en los Párrafos V y VI del Título Séptimo del Libro Segundo del Código
Penal49, sin que proceda en este caso el procedimiento contenido en esta ley. Tampoco se
autorizará el cambio o supresión cuando, de los antecedentes que obran en el proceso, el
juez aprecie que existe riesgo de que se pueda afectar la seguridad de otras personas, o que
existe riesgo de que se pueda afectar el desarrollo de procesos pendientes, o que existe
riesgo de que se puedan cometer fraudes
A la luz del artículo 3 de la ley N° 17.344, la sentencia que autorice el cambio de
nombres o apellidos, o de ambos a la vez, o la supresión de nombres propios, ordenará
extender la nueva inscripción y solo surtirá efectos legales desde que esta se practique. Para
estos efectos, tratándose de personas nacidas en el extranjero y cuyo nacimiento no está
inscrito en Chile, será necesario proceder previamente a la inscripción del nacimiento en el
Registro de la Primera Sección de la comuna de Santiago. Cuando el tribunal autorice el
cambio de nombres o apellidos, o de ambos a la vez, o la supresión, de una persona que
hubiere sido condenada por crimen o simple delito que merezca pena aflictiva, en la misma

49
El párrafo V regula la violación y el párrafo VI el estupro y otros delitos sexuales.
sentencia ordenará al Servicio de Registro Civil e Identificación que proceda a actualizar
los datos del solicitante contenidos en el Registro General de Condenas y el Prontuario.
2.5. Efectos del cambio de nombre
Una vez modificada la partida de nacimiento, el beneficiado solo podrá usar, en
todas sus actuaciones, su nuevo nombre propio o apellidos, en la forma ordenada por el
juez (artículo 4 inciso 1°).
El cambio de apellido no podrá hacerse extensivo a los padres del solicitante y no
alterará la filiación; pero alcanzará a sus descendientes sujetos a patria potestad, y también
a los demás descendientes que consientan en ello (artículo 4 inciso 2°).
Como ya se expusiera, si el solicitante es casado o tiene descendientes menores de
edad, deberá pedir también, en el mismo acto en que solicite el cambio de su apellido, la
modificación pertinente en su partida de matrimonio y en las partidas de nacimiento de sus
hijos (artículo 4 inciso 3°).
El cambio del orden de los apellidos, que se autorice con arreglo al literal d) del
artículo 1° (inversión del orden de los apellidos fijado en la inscripción de nacimiento), solo
operará respecto del solicitante, sin que resulte extensivo a los ascendientes, y no alterará la
filiación. Por su parte, el cambio del orden de los apellidos del solicitante provocará el
cambio del respectivo apellido de transmisión a los hijos menores de edad, debiendo
procederse por igual respecto de todos ellos. Sin perjuicio de lo anterior, si el solicitante
tuviere uno o más hijos mayores de 14 y menores de 18 años de edad, estos deberán
manifestar su consentimiento mediante declaración escrita extendida ante el tribunal, caso
en el cual también se deberá proceder por igual respecto de todos los hijos menores de
edad. Para estos efectos, el solicitante deberá pedir también, en el mismo acto en que
solicite el cambio del orden de sus apellidos, la modificación pertinente en las partidas de
nacimiento de sus hijos menores de edad, debiendo manifestarse el consentimiento de todos
los hijos mayores de 14 y menores de 18 años de edad, si fuere el caso. En la sentencia que
autorice el cambio de orden de los apellidos, el tribunal informará de la posibilidad de
solicitar el cambio del respectivo apellido de transmisión por los hijos mayores de edad de
quien obtuvo el cambio de orden de los apellidos, ante el Servicio de Registro Civil e
Identificación, conforme lo dispuesto en el inciso sexto del artículo 17 ter de la ley N°
4.808, sobre Registro Civil (artículo 4 inciso 4° de la ley N° 17.344).
El uso de los primitivos nombres o apellidos y la utilización del nuevo nombre o
apellido para eximirse, impedir, dificultar o eludir el cumplimiento de cualquier obligación,
serán sancionados con la pena de presidio menor en su grado mínimo (artículo 5).
3. El cambio de nombre en la ley N° 4.808
3.1. Preliminar
La regulación sobre cambio de nombre en la ley N° 4.808 se encuentra en sus
artículos 17 bis, 17 ter y 17 quáter, todos incorporados a ella en virtud de la ley N° 21.344.
En general, las señaladas normas permiten iniciar un procedimiento administrativo para
obtener el cambio de orden de apellidos determinados en la inscripción de nacimiento.
3.2. Solicitud
Toda persona mayor de edad podrá, por una sola vez, solicitar ante el Servicio de
Registro Civil e Identificación el cambio de orden de apellidos determinados en su
inscripción de nacimiento (artículo 17 bis inciso 1º).
La solicitud deberá indicar el nuevo orden de los apellidos con los que quiere ser
identificado el requirente y su petición expresa de rectificar los registros con que se le
hubiera identificado en el Servicio de Registro Civil e Identificación, cualquiera sea el
soporte en que estos se conserven en dicho Servicio (artículo 17 bis inciso 2º).
Tratándose de extranjeros, en la medida que gocen de permanencia en Chile y hayan
inscrito previamente su nacimiento en la oficina de Santiago del Servicio de Registro Civil
e Identificación, podrán solicitar el cambio del orden de sus apellidos para efectos de la
emisión o para la rectificación de sus documentos chilenos (artículo 17 bis inciso 3º).
No podrán solicitar el cambio de orden de los apellidos las personas que se
encontraren actualmente procesadas o formalizadas, o existieren a su respecto órdenes de
arresto o detención pendientes o se encontraren sujetas a otras medidas cautelares
personales, o hubieren sido condenadas por crimen o simple delito que merezca pena
aflictiva, sin perjuicio de la posibilidad de efectuar el correspondiente requerimiento en
conformidad a las normas contenidas en la ley N° 17.344 y siempre que no se trate de
personas condenadas por alguno de los delitos establecidos en los Párrafos V y VI del
Título Séptimo del Libro Segundo del Código Penal (artículo 17 bis inciso 4°).
3.3. Tramitación de solicitud y orden de servicio que la acoge, rechaza o declara
inadmisible
Ingresada la solicitud, se procederá a verificar la identidad del solicitante y el
Director Nacional del Servicio de Registro Civil e Identificación oficiará a Carabineros de
Chile, a la Policía de Investigaciones de Chile y al Ministerio Público con el objeto de que
informen si el requirente se encuentra actualmente procesado o formalizado, o tuviera
condenas pendientes, o existieren a su respecto órdenes de arresto o detención pendientes o
se encontrare sujeto a otras medidas cautelares personales. Además, el Director Nacional
dispondrá que se revise el Registro General de Condenas y el Prontuario con el objeto de
verificar si el solicitante registra condenas, de lo cual deberá dejar constancia en el
expediente de la solicitud (artículo 17 bis incisos 5° y 6°).
Una vez recibidos los informes de las instituciones mencionadas, el Director
Nacional deberá dictar la correspondiente orden de servicio, la que podrá acoger, rechazar o
declarar inadmisible la solicitud. La resolución, que debe ser fundada, expresará los
recursos que procedan en contra de ella, el órgano administrativo o judicial ante el que
hubieran de presentarse y el plazo para interponerlos (art. 17 bis inciso 7º).
La resolución declarará inadmisible el requerimiento en los siguientes casos: a) Si la
presentare un menor de edad; b) Si el solicitante se encontrare actualmente procesado o
formalizado, o existieren a su respecto órdenes de arresto o detención pendientes o se
encontrare sujeto a otras medidas cautelares personales, o hubiere sido condenado por
crimen o simple delito que merezca pena aflictiva (caso en el cual deberá informarse acerca
del procedimiento contenido en la Ley Nº 17.344); y c) Cuando el solicitante hubiere sido
condenado por alguno de los delitos establecidos en los párrafos V y VI del Título Séptimo
del Libro Segundo del Código Penal, no procediendo en este caso el procedimiento
contenido en la Ley Nº 17.344 (artículo 17 bis inciso 8º).
3.4. Orden de servicio que acoge solicitud de cambio de orden de apellidos
Acogida la solicitud del requirente, el Servicio de Registro Civil e Identificación
procederá a practicar las modificaciones y subinscripciones pertinentes, tras lo cual se
emitirán los nuevos documentos identificatorios (artículo 17 ter inciso 1°).
Para tales efectos, se citará a la persona interesada para que concurra de manera
personal a retirar los nuevos documentos de identidad, los que reemplazarán, para todos los
efectos legales, a los documentos de identidad anteriores (artículo 17 ter inciso 2°).
Los documentos de identidad originales no podrán ser usados, solicitados o
exhibidos bajo ninguna circunstancia y en ninguna entidad pública o privada, sin perjuicio
de lo dispuesto en la ley N° 19.628, sobre protección de la vida privada (artículo 17 ter
inciso 3°).
La rectificación de la partida de nacimiento y de los documentos de identificación
no afectará el número del rol único nacional del solicitante, el cual se mantendrá para todos
los efectos legales (artículo 17 ter inciso 4°).
El cambio del orden de los apellidos solo operará respecto del solicitante, sin que
resulte extensivo a los ascendientes, y no alterará la filiación. Por su parte, el cambio del
orden de los apellidos del solicitante provocará el cambio del respectivo apellido de
transmisión a los hijos menores de edad, debiendo procederse por igual respecto de todos
ellos. Sin perjuicio de lo anterior, si el solicitante tuviere uno o más hijos mayores de 14 y
menores de 18 años de edad, estos deberán manifestar su consentimiento, mediante
declaración escrita extendida ante el Oficial del Servicio de Registro Civil e Identificación,
caso en el cual también se deberá proceder por igual respecto de todos los hijos menores de
edad. Cuando en tales términos corresponda proceder con el cambio del respectivo apellido
de transmisión a los hijos menores de edad, el Director Nacional del Servicio de Registro
Civil e Identificación, en la orden de servicio por la que acoja la solicitud de cambio del
orden de los apellidos del solicitante, además deberá ordenar las correspondientes
rectificaciones en las partidas de nacimiento de todos los hijos menores de edad,
procediéndose con las modificaciones, subinscripciones pertinentes, emisión de nuevos
documentos identificatorios e informes a instituciones pertinentes (artículo 17 ter inciso
5°).
Los hijos mayores de edad de quien obtenga el cambio del orden de sus apellidos
por el procedimiento de esta ley o mediante el procedimiento de la ley N° 17.344, que
autoriza el cambio de nombres y apellidos, podrán solicitar ante el Servicio de Registro
Civil e Identificación el cambio del respectivo apellido de transmisión, caso en el cual se
procederá con la rectificación en la partida de nacimiento; modificaciones, subinscripciones
pertinentes, emisión de nuevos documentos identificatorios e informes a instituciones
pertinentes (artículo 17 ter inciso 6°).
El Servicio de Registro Civil e Identificación informará de la rectificación de la
partida de nacimiento y de la emisión de nuevos documentos, especialmente, a las
siguientes instituciones, cuando corresponda: a) al Servicio Electoral; b) al Servicio de
Impuestos Internos; c) a la Tesorería General de la República; d) a la Policía de
Investigaciones de Chile; e) a Carabineros de Chile; f) a Gendarmería de Chile; g) a la
Superintendencia de Salud, a fin de que esta informe a la Institución de Salud Previsional
en la cual cotice el o la solicitante, la que deberá consignar el nuevo orden de los apellidos
del cotizante registrado por dicha institución; h) a la Superintendencia de Pensiones, a fin
de que esta informe a la respectiva Administradora de Fondos de Pensiones o al Instituto de
Previsión Social, según donde cotice el o la solicitante, del cambio de orden de sus
apellidos, el que deberá ser registrado por la respectiva institución previsional; i) al Fondo
Nacional de Salud, a fin de que este registre el cambio de orden de los apellidos de la
persona solicitante; j) al Ministerio de Educación; k) al Consejo de Rectores de las
Universidades Chilenas (CRUCH); l) a la Corporación de Universidades Privadas (CUP);
m) al Consejo de Instituciones Privadas de Formación Superior (CONIFOS); n) a las
asociaciones de notarios, conservadores y archiveros judiciales, para que estas informen a
sus asociados del cambio de orden de los apellidos de la persona solicitante; ñ) A los
municipios (artículo 17 ter inciso 7°).
La persona interesada podrá solicitar fundadamente al Servicio de Registro Civil e
Identificación que se informe de la rectificación de la partida de nacimiento y de la emisión
de nuevos documentos a otra institución pública o privada, indicando las razones que
justifican dicha comunicación (artículo 17 ter inciso 8°).
Toda información o comunicación entre instituciones, sean públicas o privadas,
deberá ser tratada conforme a la ley N° 19.628, sobre protección de la vida privada (artículo
17 ter inciso 9°).
3.4. Efectos jurídicos de la rectificación del orden de los apellidos
Los efectos jurídicos de la rectificación del orden de los apellidos del solicitante
realizada en virtud de lo dispuesto en los artículos 17 bis y 17 ter, serán oponibles a terceros
desde el momento en que se extienda la inscripción rectificada (artículo 17 quáter inciso 1°
primera parte).
Una vez rectificada la partida, el solicitante que haya obtenido el cambio de orden
de sus apellidos solo podrá usar en el futuro, en todas sus actuaciones, sus apellidos en la
forma en que han sido rectificados. Sin perjuicio de lo anterior, la rectificación
correspondiente se publicará a costa del solicitante, en extracto en el Diario Oficial de los
días 1 o 15 del mes o al día siguiente hábil si no circulare en esas fechas. El extracto
contendrá necesariamente la individualización del solicitante y la indicación de los
apellidos que usará (artículo 17 quáter inciso 1° segunda parte).
La rectificación en la partida de nacimiento no afectará la titularidad de los derechos
y obligaciones patrimoniales que pudieran corresponder a la persona con anterioridad a la
inscripción del cambio, ni afectará las provenientes de las relaciones propias del derecho de
familia en todos sus órdenes y grados, las que se mantendrán inmodificables (artículo 17
quáter inciso 2°).
La rectificación en la partida de nacimiento tampoco afectará las garantías, derechos
y las prestaciones de salud u otras que pudieran corresponder a la persona con anterioridad
a la inscripción del cambio (artículo 17 quáter inciso 3°).
El uso de los apellidos en el orden primitivo y la utilización de los apellidos en la
forma en que han sido rectificados para eximirse, impedir, dificultar o eludir el
cumplimiento de cualquier obligación, serán sancionados con la pena de presidio menor en
su grado mínimo (artículo 17 quáter inciso 4°).
4. El cambio de sexo y nombre registral por razón de identidad de género
4.1. Sobre la identidad de género y el derecho a la rectificación del nombre y sexo
registral en razón de la identidad de género
Según se expusiera, la ley N° 21.120, de 10 de diciembre de 2018, que reconoce y
da protección al derecho a la identidad de género, reconoce el derecho a cambiar el sexo y
nombre registral en razón de la identidad de género.
Conforme con el artículo 1 inciso 2°, se entiende por identidad de género la
convicción personal e interna de ser hombre o mujer, tal como la persona se percibe a sí
misma, la cual puede corresponder o no con el sexo y nombre verificados en el acta de
inscripción del nacimiento50.
50
Según Corral, “(l)a radicalización de las teorías de género y su conversión en una ideología que se ciega
ante la realidad del ser humano puede causar fuertes desajustes en el orden social y en el Derecho, porque
terminan por negar la objetividad y finalidad de la sexualidad humana y por asumir una concepción
subjetivista e individualista de la personalidad. En el fondo, se trata de una antropología dualista que escinde
la psiquis de lo corpóreo del ser humano, y fija el corazón de la identidad personal en la primera, rebajando la
cualidad del cuerpo a un mero receptáculo o máquina dirigida por la persona que, en realidad, está solo en su
mente. Cada uno construye su identidad y su orientación según sus particulares e incomunicables sensaciones
o pulsiones psicológicas, y lo corpóreo sería un dato intrascendente. Si se fuera consecuente con estos
postulados, la sociedad y el ordenamiento jurídico deberían suprimir toda referencia o distinción al sexo y
hablar únicamente de individuos. Curiosamente esta consecuencia es sobre todo perjudicial para las mujeres
que biológicamente presentan diferencias que deben ser tomadas en cuenta para tratarlas de manera justa. Es
decir, la ideología de género termina por destruir los planteamientos iniciales de la igualdad o paridad de
género, entendida como la superación de las discriminaciones contra la mujer. Una concepción realista e
integral de la persona humana debe tener en cuenta que espíritu, psique y cuerpo no son escindibles de manera
que uno de los elementos se transforme en el que domina y controla a los demás. La persona es una unidad en
la que lo espiritual, lo psicológico y lo corpóreo se encuentran esencialmente integrados y en comunión para
construir la identidad del individuo. Por ello, lo corpóreo, y con ello el sexo biológico, no es un accidente sino
La identidad de género ha de distinguirse de la orientación sexual, que se refiere a la
atracción que se experimenta respecto de otras personas en razón de su sexo 51. Así, por
ejemplo, una persona de sexo biológico masculino podría tener una identidad femenina y
una orientación sexual lésbica, sintiéndose atraída sexualmente por mujeres.
Asimismo, la identidad de género no es exactamente lo mismo que la expresión de
género. La primera se refiere a una convicción interna, mientras que la segunda a la
manifestación externa del género de la persona, la cual puede incluir modos de hablar o
vestir, modificaciones corporales, o formas de comportamiento e interacción social, entre
otros aspectos (artículo 4 letra b).

un constitutivo esencial de la personalidad humana, que presenta dos modalidades de existencia que se
traducen en todas las áreas: el espíritu, la mente y el cuerpo. Esas dos modalidades son la persona femenina y
la persona masculina, ambas a su vez llamadas a interactuar y complementarse en todos los ámbitos de la
sociedad, pero especialmente en una unión por la que, junto con alcanzar su plenitud de donación personal, se
abren a la fecundidad por medio de la procreación y la crianza de los hijos, dando lugar a las relaciones de
maternidad y paternidad. No estamos ante construcciones culturales e históricas que pueden ir mutando según
los tiempos y las costumbres de cada sociedad, sino que ante la realidad que nos entrega la constitución
esencial de lo humano. Por ello también la atracción entre sexos opuestos es la orientación que deriva de
dicha realidad esencial. La heterosexualidad no es por tanto una mera opción o una característica propia de
algunos individuos, pero que sería equiparable a otras orientaciones como la homosexualidad, el lesbianismo
y la bisexualidad. Estas orientaciones objetivamente, y sin pretender juzgar la intención de la persona que por
diversas razones se siente identificada con ellas, contradicen el justo orden de la sexualidad humana que,
repetimos, está fundada en la diferencia y la complementariedad entre la persona femenina y la persona
masculina. Esto, por cierto, no puede servir de excusa para un trato discriminatorio y abusivo de personas con
orientaciones sexuales diversas de la heterosexualidad, porque siempre deberán respetarse su dignidad y sus
derechos fundamentales. Pero no hay discriminación cuando esa orientación se toma en cuenta para la
conformación jurídica de instituciones que se fundan en la misma diferencia sexual, como el matrimonio, la
familia, la paternidad y la maternidad” (CORRAL (2018) pp. 256-258). El autor completa su aproximación
afirmando que el transexualismo, que él concibe como el síndrome psicológico consistente en el deseo de
pertenecer al sexo opuesto configura una “patología, inculpable y dolorosa para quienes la sufren, y que
deben ser objeto de un acompañamiento psicológico adecuado. Ignorar la cuestión, por la simple vía, de
cambiar por ley algo que no puede cambiar por naturaleza (a lo más. la cirugía logra un remedo de los
caracteres sexuales deseados), tiene mucho de voluntarismo y de abandonar a estas personas a su propia
suerte. Una solución legal más veraz y menos dañina para la comunidad sería la de incorporar a la partida de
nacimiento además del sexo biológico una constancia del sexo psicológico o social, y permitir a las personas
transexuales que usen esta última para trámites o ejercicio de derechos para los cuales el sexo biológico
resulte irrelevante” (CORRAL (2018) pp. 258-260).
No puedo estar más en desacuerdo. Creo que, en el marco de un Estado democrático de derecho que respeta y
valora las diferencias, asegurando a todas las personas el derecho a desarrollar libremente las diversas
dimensiones de su personalidad, la aproximación de Corral no encuentra un buen asidero. A continuación,
expongo algunos comentarios al respecto. Primero, desde una perspectiva lógica, el reconocimiento de
diversas identidades de género no tiene por qué involucrar la eliminación de toda referencia al sexo ni
tampoco las regulaciones tuitivas de la maternidad y la lactancia. Segundo, el discurso sobre la unidad de la
persona revela rígidos sesgos ideológicos acerca lo que es (y no es) naturalmente humano, del sentido del
matrimonio y de cómo debe componerse la familia. Finalmente, no debe olvidarse que el artículo 5 letra a) de
la ley N° 21.120, consagrando el principio de la no patologización, dispone que “el reconocimiento y la
protección de la identidad de género considera como un aspecto primordial, el derecho de toda persona trans a
no ser tratada como enferma”.
51
La distinción entre orientación sexual e identidad de género está presente, por ejemplo, en el artículo 2 de la
ley N° 20.609.
En este orden, la ley expresa que el derecho a la identidad de género consiste en la
facultad de toda persona cuya identidad de género no coincida con su sexo y nombre
registral, de solicitar la rectificación de estos (artículo 1 inciso 1°).
Es importante precisar que el derecho a la identidad de género podrá o no involucrar
la modificación de la apariencia o de la función corporal a través de tratamientos médicos,
quirúrgicos u otros análogos, siempre que sean libremente escogidos (artículo 1 inciso 3°).
De esta manera, la facultad de solicitar la rectificación del sexo y nombre registral no se
reconoce únicamente a las personas transexuales, sino a todo aquel cuya convicción
personal e interna de ser hombre o mujer no coincida con el sexo y nombre que constan en
la inscripción de nacimiento52. Ello queda manifiesto en el artículo 2 inciso 2°, conforme
con el cual en ningún caso el órgano administrativo o judicial, según se trate, podrá exigir
modificaciones a la apariencia o a la función corporal del solicitante, a través de
tratamientos médicos, quirúrgicos u otros análogos, para dar curso, rechazar o acoger las
rectificaciones de nombre y sexo en la partida de nacimiento.
4.2. El derecho a la identidad de género como derecho de la personalidad
Pese a que el artículo 1 inciso 1° de la ley N° 21.120 parece acotar el derecho a la
identidad de género a la mera facultad de solicitar la rectificación del sexo y nombre
registral, el referido derecho es, en realidad, un derecho de la personalidad, del que toda
persona es titular por el solo hecho de ser tal53.
En esa línea, el artículo 4 refiere que toda persona tendrá los siguientes derechos -
rectus, facultades-:
a) Al reconocimiento y protección de la identidad y expresión de género. Se entenderá por
expresión de género la manifestación externa del género de la persona, la cual puede incluir
modos de hablar o vestir, modificaciones corporales, o formas de comportamiento e
interacción social, entre otros aspectos.
b) A ser reconocida e identificada conforme a su identidad y expresión de género en los
instrumentos públicos y privados que acrediten su identidad respecto del nombre y sexo,
una vez obtenida la respectiva rectificación en la partida de nacimiento. Una vez obtenida
la referida rectificación, las imágenes, fotografías, soportes digitales, datos informáticos o
cualquier otro instrumento con los que las personas figuren en los registros oficiales
deberán ser coincidentes con dicha identidad.
c) Al libre desarrollo de su persona, conforme a su identidad y expresión de género,
permitiendo su mayor realización espiritual y material posible.
En rigor, aunque la ley hable de derechos, se trata de facultades que integran el
derecho a la identidad de género. En mi opinión, de las tres mencionadas, solo la segunda
52
Antes de la entrada en vigor de la ley, la jurisprudencia era oscilante. Al respecto, ESPEJO y LATHROP
(2015) pp. 395 y 396, notas al pie N° 4 y N° 5.
53
Así se entendía incluso antes de la entrada en vigor de la ley (Corte de Apelaciones de Santiago, 21 de
agosto de 2013, rol N° 204-2012). Así también lo entendieron Espejo y Lathrop en relación con el proyecto
de ley (ESPEJO y LATHROP (2015) p. 396).
presupone que exista rectificación del sexo y nombre registral; las otras dos se enmarcan en
el derecho de toda persona a desarrollar libremente las diversas dimensiones de su
personalidad54.
Con el objeto de resguardar la efectividad en el ejercicio del derecho a la identidad
de género, el inciso 2° del artículo 4 añade que ninguna persona natural o jurídica, norma o
procedimiento, podrá limitar, restringir, excluir, suprimir o imponer otros requisitos que los
contemplados en la ley N° 21.120 para el ejercicio del referido derecho. No será condición
para el reconocimiento del derecho a la identidad de género haberse sometido a algún tipo
de intervención o tratamiento modificatorio de la apariencia.
4.3. Órgano competente y procedimiento
a) Persona mayor de edad
Toda persona mayor de edad podrá, hasta por dos veces, y a través de los
procedimientos que contempla la ley, obtener la rectificación del sexo y nombre con que
aparezca individualizada en su partida de nacimiento para que sean coincidentes con su
identidad de género (artículo 9 inciso 1°).
Será competente para conocer de su solicitud el Servicio de Registro Civil e
Identificación. La solicitud podrá ser presentada ante cualquier oficina de dicho Servicio,
sin importar cuál sea el domicilio o residencia del solicitante (artículo 10 inciso 1°). Al
momento de presentar la persona interesada la solicitud de rectificación, el Oficial del
Servicio de Registro Civil e Identificación deberá informar al solicitante acerca de los
efectos jurídicos de la aceptación de la solicitud (artículo 10 inciso 2°).
En términos generales, una vez recibida la solicitud, el Oficial del Servicio de
Registro Civil e Identificación deberá verificar la identidad del solicitante, que sea mayor
de edad y, en caso de los extranjeros, que han inscrito previamente su nacimiento en la
oficina de Santiago del Servicio de Registro Civil e Identificación y que tienen residencia
permanente en Chile (artículos 7 y 11 inciso 1°).
Además, el Oficial del Servicio de Registro Civil e Identificación citará, en el más
breve plazo posible, al solicitante y a dos testigos hábiles, a una audiencia especial. En ella,
el solicitante y los testigos declararán, bajo promesa o juramento, que el primero conoce

54
Cabe tener presente que la protección jurídica a la identidad y expresión de género es incluso anterior a la
entrada en vigor de la ley N° 21.120. En efecto, conforme con el artículo 2 de la ley N° 20.609, de 24 de julio
de 2012, que establece medidas contra la discriminación, está prohibida la discriminación arbitraria,
entendiéndose por esta toda distinción, exclusión o restricción que carezca de justificación razonable,
efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause privación, perturbación o amenaza en el ejercicio
legítimo de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución Política de la República o en los
tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, en
particular cuando se funden en motivos tales como la raza o etnia, la nacionalidad, la situación
socioeconómica, el idioma, la ideología u opinión política, la religión o creencia, la sindicación o
participación en organizaciones gremiales o la falta de ellas, el sexo, la maternidad, la lactancia materna, el
amamantamiento, la orientación sexual, la identidad y expresión de género, el estado civil, la edad, la
filiación, la apariencia personal y la enfermedad o discapacidad.
todos los efectos jurídicos que implica el acogimiento de la solicitud de rectificación de su
partida de nacimiento en lo relativo a su sexo y nombre (artículo 11 inciso 2°).
El Oficial del Servicio de Registro Civil e Identificación levantará un acta de lo
obrado en la audiencia y de las declaraciones del solicitante y los testigos (artículo 11
inciso 3°).
En un plazo máximo de cuarenta y cinco días, contado desde la presentación de la
solicitud, el Director Nacional del Servicio de Registro Civil e Identificación deberá dictar
la correspondiente orden de servicio, la que podrá acoger o rechazar fundadamente la
solicitud, o declararla inadmisible (artículo 11 inciso 5°).
Solo procederá el rechazo de la solicitud por no haber acreditado el requirente su
identidad o por no haberse verificado la declaración del solicitante y de los testigos hábiles
(artículo 11 inciso 6°).
El Director Nacional del Servicio de Registro Civil e Identificación declarará
inadmisible la solicitud únicamente cuando la formulare una persona que no hubiere
alcanzado la mayoría de edad (artículo 11 inciso 7°).
En caso de inadmisibilidad de la solicitud, el Servicio de Registro Civil e
Identificación deberá informar al solicitante de los procedimientos judiciales que establece
la misma ley N° 21.120 (artículo 11 inciso 8°).
b) Mayores de 14 y menores de 18 años
Las personas mayores de catorce y menores de dieciocho años de edad podrán
solicitar la rectificación del sexo y nombre con que aparezcan individualizadas en su
partida de nacimiento para que sea coincidente con su identidad de género (artículo 12
inciso 1°).
Será competente para conocer la solicitud el tribunal con competencia en materias
de familia correspondiente al domicilio del solicitante (artículo 13 inciso 1°).
La solicitud de rectificación de las personas mayores de catorce y menores de
dieciocho años deberá ser presentada por sus representantes legales o alguno de ellos, a
elección del mayor de catorce y menor de dieciocho años, si tuviere más de uno (artículo
14).
La solicitud deberá ser fundada, exponiendo con claridad y precisión los
antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho en que se apoya, con indicación
precisa de las peticiones concretas que se someten al pronunciamiento del tribunal.
Además, deberá señalar las razones conforme a las cuales, a juicio del solicitante, la
pretensión hecha valer es beneficiosa para el mayor de catorce y menor de dieciocho años
(artículo 15).
El procedimiento se estructura sobre la base de tres audiencias, una preliminar
(artículo 16), una preparatoria (artículo 17 incisos 1° a 4°) y una de juicio (artículo 17
incisos 5° y 6°). El mayor de catorce y menor de dieciocho años tendrá derecho a ser oído
en todas las etapas del procedimiento, debiendo el juez considerar sus opiniones, en
atención a su edad y grado de madurez (artículo 16 inciso final).
La sentencia definitiva deberá ser fundada y en ella deberá constar el hecho de
haberse oído la opinión del mayor de catorce y menor de dieciocho años, así como los
motivos que el tribunal ha considerado para decidir conforme a esa opinión o en contra de
ella. Para resolver, el tribunal deberá tener a la vista los informes que consten en el proceso
(artículo 17 inciso 7°).
La sentencia podrá ser impugnada de acuerdo con el régimen de recursos aplicable a
los asuntos contenciosos en materias de familia. La apelación de la sentencia definitiva se
concederá en ambos efectos y gozará de preferencia para su vista y fallo (artículo 17 inciso
8°).
El tribunal, en la sentencia definitiva que acoja la solicitud, ordenará al Servicio de
Registro Civil e Identificación la rectificación de la partida de nacimiento, oficiando para
tales efectos a que se proceda al cambio de sexo y de nombre, o solo del sexo, según
corresponda, y que se efectúen las respectivas subinscripciones al margen (artículo 17
inciso 9°).
El Servicio de Registro Civil e Identificación procederá solo en virtud de una
sentencia firme. Una vez practicadas las rectificaciones y subinscripciones señaladas en el
inciso 7°, se emitirán los nuevos documentos de identidad, de conformidad a lo establecido
en la misma ley N° 21.120 (artículo 17 inciso 10°).
Una vez que alcancen la mayoría de edad, los mayores de catorce y menores de
dieciocho que hayan obtenido la rectificación del sexo y nombre registral podrán requerir
una nueva rectificación ante el Servicio de Registro Civil e Identificación (artículo 12
inciso 1°).
4.4. Rectificación de nombre y sexo registral de persona con vínculo matrimonial
vigente
Cuando se acoja una solicitud administrativa de rectificación de una persona con
vínculo matrimonial vigente, el Servicio de Registro Civil e Identificación informará esta a
su cónyuge (artículo 18).
El o la cónyuge de la persona que ha obtenido la rectificación de su nombre y sexo
registral, podrá concurrir al tribunal con competencia en materias de familia
correspondiente al domicilio de cualquiera de los cónyuges, a fin de solicitar que ordene la
disolución del vínculo matrimonial. La solicitud se podrá formular dentro del plazo de seis
meses contado desde la notificación o información señalada en el artículo anterior (artículo
19 inciso 1°).
Recibida la solicitud, el juez la admitirá a tramitación y citará a los cónyuges a
audiencia preparatoria de juicio (artículo 19 inciso 3°).
Los cónyuges tendrán derecho a demandar compensación económica de
conformidad a las disposiciones del Párrafo 1° del Capítulo VII de la Ley de Matrimonio
Civil, contenida en el artículo primero de la ley N° 19.947, y del Párrafo 4° del Título III de
la ley N° 19.968 (artículo 19 inciso 4°).
El juez se pronunciará en la sentencia definitiva con el solo mérito de la solicitud,
procediendo en el mismo acto a declarar la terminación del matrimonio en virtud de la
causal del numeral 5° del artículo 42 de la Ley de Matrimonio Civil, y regulará sus efectos.
Asimismo, resolverá cualquier otra materia que se hubiere ventilado en el procedimiento
(artículo 19 inciso 5°).
En virtud de la causal de término del matrimonio establecida en el numeral 5° del
artículo 42 de la referida Ley de Matrimonio Civil, los comparecientes se entenderán para
todos los efectos legales como divorciados (artículo 19 inciso 6°).
Los efectos personales y patrimoniales derivados de la terminación del matrimonio
regulados en la sentencia definitiva podrán ser impugnados de acuerdo con el régimen de
recursos aplicable a los asuntos contenciosos en materias de familia (artículo 19 inciso 7°).
En lo no previsto, el procedimiento se tramitará de conformidad con las
disposiciones del Título III de la ley N° 19.968, que crea los Tribunales de Familia (artículo
19 inciso 2°).
4.5. Efectos del cambio de sexo y nombre registral
Una vez realizada la rectificación, la persona tiene derecho a ser reconocida e
identificada conforme a su identidad de género en los instrumentos públicos y privados que
acrediten su identidad respecto del nombre y sexo. Asimismo, las imágenes, fotografías,
soportes digitales, datos informáticos o cualquier otro instrumento con los que las personas
figuren en los registros oficiales deberán ser coincidentes con dicha identidad (artículo 3).
En lo que respecta al nombre, cobra plena aplicación lo dispuesto en la ley N°
17.344. En consecuencia, una vez modificada la partida de nacimiento, la persona solo
podrá usar, en todas sus actuaciones, su nuevo nombre propio o apellido (artículo 4 inciso
1°). Asimismo, El uso de los primitivos nombres o apellidos y la utilización del nuevo
nombre o apellido para eximirse, impedir, dificultar o eludir el cumplimiento de cualquier
obligación, serán sancionados con la pena de presidio menor en su grado mínimo (artículo
5).
VI. CARACTERÍSTICAS DEL NOMBRE
El nombre presenta las siguientes características:
a) Es incomerciable.
b) Es extrapatrimonial, siendo, por tanto, intransferible e intransmisible.
c) Es irrenunciable.
d) Es imprescriptible: no se pierde por no usarlo ni se gana por su uso, sin perjuicio del
derecho a pedir el cambio cuando el solicitante haya sido conocido durante más de cinco
años con un nombre distinto (artículo 1 letra b) de la ley 17.344)55.
e) Tiene vocación de permanencia, aunque puede ser excepcionalmente modificado, ya sea
por identidad de género (ley N° 21.120), por cumplirse alguna de las causales contempladas
en el artículo 1 de la ley N° 17.344 o por el ejercicio del derecho potestativo para cambiar
el orden de los apellidos (artículos 17 bis, 17 ter y 17 quáter de la ley N° 4.808).
f) Es indivisible. En consecuencia, las sentencias que se dictan en materia de nombre
producen efectos absolutos.
VII. PROTECCIÓN JURÍDICA DEL NOMBRE
El ordenamiento jurídico confiere protección al nombre de diversas formas.
El artículo 548-3 inciso 2º del CC establece que el nombre de las personas jurídicas
“no podrá coincidir o tener similitud susceptible de provocar confusión con ninguna otra
persona jurídica u organización vigente, sea pública o privada, ni con personas naturales,
salvo con el consentimiento expreso del interesado o sus sucesores, o hubieren transcurrido
veinte años desde su muerte”. De esta manera, se protege el nombre de personas jurídicas o
naturales.
En una línea similar, el artículo 20 letra c) de la ley Nº 19.039 establece que no
puede registrarse como marca el nombre o el seudónimo de una persona natural, salvo con
su consentimiento o el de sus herederos. Respecto de personajes históricos solo se permite
transcurridos 50 años desde su muerte, siempre que no afecte su honor.
Por su parte, conforme con el artículo 214 del Código Penal, incurre en un delito
aquel que usurpa el nombre de otro. A la pena se sumará indemnización de perjuicios si,
como consecuencia de la usurpación, se ocasiona daño a la fama o intereses de la persona
cuyo nombre se usurpó.
VIII. EL NOMBRE Y EL DERECHO AL NOMBRE
El nombre y el derecho al nombre no son exactamente lo mismo. El nombre es tanto
un atributo de la personalidad como una institución de policía civil (en tanto permite la
individualización de una persona). Por su parte, el derecho al nombre es un derecho de la
personalidad que intenta proteger el interés de la persona en una característica que hace
posible distinguir sus relaciones sociales de las de los demás56.
En Francia, parte de la jurisprudencia ha concebido el derecho al nombre como un
derecho de propiedad, en cuanto solo su titular podría usar legítimamente el nombre,
pudiendo vedar a todos los demás miembros de la comunidad el uso indebido. No obstante,
si bien efectivamente confiere tales facultades, el derecho al nombre presenta características
que lo distinguen sustantivamente de la propiedad, permitiendo su conceptualización como
55
Según Corral, esta situación resulta semejante a una prescripción adquisitiva. CORRAL (2018) p. 376.
56
LYON (2007) p. 170.
un derecho de la personalidad: se trata de un derecho extrapatrimonial, incomerciable,
indivisible, irrenunciable e imprescriptible, del cual es titular toda persona por el solo hecho
de ser tal57.
Según Corral, debiese distinguirse entre el derecho a tener un nombre (reconocido
en los artículos 24.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 7.1 de la
Convención de los Derechos del Niño) y el derecho sobre el nombre asignado 58. En todo
caso, aunque distinguibles, ambos serían derechos de la personalidad.
El derecho al nombre, cuando ya ha sido asignado uno, confiere a su titular la
facultad de usar el nombre que le corresponde (el que consta en su inscripción de
nacimiento) y la facultad de vedar a los demás el uso indebido.
La facultad de usar el nombre está expresamente reconocida en el artículo 1 de la
ley N° 17.344, que dispone en su inciso 1° que “(t)oda persona tiene derecho a usar los
nombres y apellidos con que haya sido individualizada en su respectiva inscripción de
nacimiento”. Por su parte, la facultad de vedar a los demás el uso indebido del nombre se
extrae de la tipificación del delito de usurpación de nombre (artículo 214 del Código Penal)
así como también de los ya referidos artículos 548-3 inciso 2º del CC y 20 letra c) de la ley
Nº 19.03959.
IX. SOBRE EL DERECHO DE LOS GESTORES A INDIVIDUALIZAR CON UN NOMBRE AL
MORTINATO

1. Reconocimiento del derecho de los gestores para inscribir a sus mortinatos en el catastro
de mortinatos
Conforme con el artículo 1 de la Ley N° 21.171, de 22 de agosto de 2019, que
modifica la ley N° 4.808, sobre registro civil, y crea un catastro nacional de mortinatos,
facilitando su individualización y sepultación, la persona gestante, o quien esta
expresamente autorice, tiene la facultad para inscribir a sus mortinatos en el catastro de
mortinatos con los nombres y apellidos que el solicitante señale, con la exclusiva finalidad
de permitir su individualización, inhumación o la disposición de sus restos (artículo 1 inciso
1°).
En caso de que la persona gestante se encuentre impedida de manifestar su voluntad,
se reconoce tal facultad a su cónyuge, conviviente civil o a cualquiera de sus ascendientes
consanguíneos en línea recta en primer grado (artículo 1 inciso 2°).
Para los efectos previstos en la ley N° 21.171, se entenderá por mortinato todo
producto de la concepción, identificable o diferenciable de las membranas ovulares o del
tejido placentario o materno en general, que cese en sus funciones vitales antes del
alumbramiento o bien antes de encontrarse completamente separado de la persona gestante,
muriendo y que no ha sobrevivido a la separación un instante siquiera (artículo 3 N° 1).
57
CORRAL (2018) p. 376; LYON (2007) p. 171.
58
En esta línea, CORRAL (2018) p. 376.
59
En sentido similar, CORRAL (2018) p. 376; LYON (2007) pp. 171 y 172.
2. El mortinato no es persona natural
La posibilidad de asignar un nombre al mortinato replantea la discusión en torno a si
la criatura que se encuentra en el vientre materno es o no una persona natural, titular de
derechos fundamentales60.
En principio, dado que el nombre es concebido como un atributo de la personalidad,
podría pensarse que la ley N° 21.171 reconoce personalidad jurídica al mortinato. No
obstante, el artículo 1, en su inciso 3°, es categórico en afirmar que la inscripción de un
mortinato en el catastro de mortinatos no implicará reconocer estatuto jurídico o derecho
alguno a aquel, sin que se produzca ninguna otra clase de efectos jurídicos en ningún
ámbito. A mayor abundamiento, el derecho reconocido en el artículo 1 de la ley N° 21.171
es de titularidad de los gestores. En consecuencia, debe rechazarse toda interpretación que
tienda a ver en la ley un reconocimiento de personalidad jurídica.
A fin de despejar toda duda, el artículo 5 de la ley dispone que “(e)sta ley no podrá
interpretarse de manera que obstaculice de modo alguno el acceso de las mujeres y niñas a
los servicios de interrupción voluntaria del embarazo en los casos en que estos sean
legales”.
X. TRATAMIENTO JURÍDICO DE FIGURAS AFINES AL NOMBRE
El ordenamiento jurídico, con diversos fines, atribuye relevancia a algunas figuras
afines al nombre. Es lo que ocurre, en particular, con el seudónimo, el nombre comercial y
el apodo.
1. El seudónimo.

60
Ha de recordarse que, en opinión de Corral, la personalidad jurídica se adquiere por el solo hecho de ser
persona natural. Así, dado que una persona natural es todo individuo de la especie humana, la cuestión a
responder es desde cuándo puede afirmarse la existencia de un nuevo individuo humano, lo que a su juicio se
produciría cuando un óvulo es fertilizado por un espermio, independientemente de si tal fertilización se
produce al interior o al exterior del cuerpo de la mujer. En este orden, la criatura humana sería titular de
derechos fundamentales desde el momento de la concepción. La exigencia de nacimiento del artículo 74 del
CC sería solo para la adquisición de capacidad para ser titular de derechos patrimoniales, la que se encontraría
en suspenso mientras el humano concebido no nazca. Entre otros argumentos, Corral funda su aproximación
en el tenor del artículo 75, que habla de “la vida del que está por nacer” y de la “existencia” del no nacido; en
el artículo 76, que revela que el hito que marca la existencia se remonta al momento de la concepción; en el
artículo 181, que establece que la determinación de la filiación se retrotrae a la época de la concepción; y en
los principios y normas de la Constitución (artículo 19 N° 1, que concebiría al que está por nacer como
persona) y de los tratados internacionales de derechos humanos (en particular, los artículos 1.2 y 3 del Pacto
de San José de Costa Rica, que establecen, respectivamente, que “persona es todo ser humano” y que “toda
persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”). Añade el autor que, si la criatura
humana concebida y no nacida no fuera considerada persona, tendría que ser forzosamente concebida como
una cosa, extremo este último que, en su visión, resultaría intolerable. CORRAL (2018) pp. 272-275. Asumir la
postura de Corral significa un serio obstáculo para la admisión del aborto y el congelamiento de embriones
(CORRAL (2018) pp. 290-294).
En palabras de Ducci, el seudónimo es un nombre imaginario que voluntariamente
adopta una persona para esconder o caracterizar su verdadera personalidad en una actividad
determinada61.
Si bien el Código Civil no reglamenta ni se refiere al seudónimo, la ley N° 17.336,
de 2 de octubre de 1970, de propiedad intelectual, permite asociar una obra al seudónimo
de su autor (artículos 5 letra e), 8 y 14). Por su parte, la Ley N° 19.039, de 25 de enero de
1991, que establece normas aplicables a los privilegios industriales y protección de los
derechos de propiedad industrial, permite que, con el consentimiento del interesado, se
inscriba como marca su seudónimo (artículo 20).
2. El nombre comercial.
El nombre comercial es el que una persona, natural o jurídica, utiliza para ser
conocida en el desarrollo de actividades empresariales o de comercio 62. En el caso de las
sociedades, el nombre comercial se llama razón social.
Una especie de nombre comercial es el nombre artístico, utilizado, por ejemplo, por
cantantes para difundir su música y su figura. El nombre artístico puede ser registrado
como marca, gozando de la protección brindada por la ley N° 19.03963.
3. El apodo o sobrenombre.
En palabras de Corral, el sobrenombre o apodo es la denominación que se da a una
persona que ya tiene nombre y para distinguirla por algún defecto corporal u otra
característica suya64. En principio, carece de todo valor jurídico, aunque, con ocasión de
investigaciones penales, puede tener alguna importancia. En efecto, el artículo 321 del ya
derogado Código de Procedimiento Penal, todavía aplicable para los delitos cometidos
antes de la entrada en vigor del nuevo Código Procesal Penal, dispone que en la primera
declaración se le preguntará al inculpado, entre otras cosas, su apodo, si lo tuviere.
EL DOMICILIO
I. DEFINICIÓN
Conforme con el artículo 59 inciso 1° del CC, el domicilio consiste en la residencia,
acompañada, real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella. Existen, por ende,
dos elementos constitutivos del domicilio: a) la residencia, que es el elemento objetivo o
físico; y b) el ánimo de permanecer en ella, que es el elemento subjetivo o psicológico 65. De
los dos, el elemento más gravitante es el ánimo, pues el domicilio se mantiene, aunque el
individuo tenga su residencia en otro lugar, con tal que mantenga su familia y el asiento
principal de sus negocios en su residencia anterior66.
61
DUCCI (2000) p. 121. En similar sentido, RUZ (2011) p. 185.
62
CORRAL (2018) p. 371.
63
CORRAL (2018) p. 371.
64
CORRAL (2018) pp. 371 y 372.
65
CLARO (2013a) p. 187; DUCCI (2000) p. 125; RUZ (2011) p. 187; VODANOVIC (2001) p. 236.
66
DUCCI (2000) p. 126; LYON (2007) p. 207.
Según Claro, el domicilio es el asiento jurídico de una persona, esto es, la relación
permanente que establece la ley entre una persona y un lugar determinado en que se le
supone presente (aunque momentáneamente no lo esté) para el ejercicio de sus derechos y
el cumplimiento de sus obligaciones67.
A la luz del artículo 59 inciso 2° del CC, el domicilio se divide en político y civil.
Según el artículo 60 del CC, el domicilio político es el relativo al territorio del Estado en
general; el que lo tiene o adquiere es o se hace miembro de la sociedad chilena, aunque
conserve la calidad de extranjero. Por su parte, conforme con el artículo 61 del CC, el
domicilio civil es el relativo a una parte determinada del territorio del Estado 68.
Existe un claro interés público en que toda persona cuente con domicilio civil, al
punto de que la ley, en el artículo 68 del CC, establece que la mera residencia69 hará las
veces de domicilio civil respecto de las personas que no lo tuvieren en otra parte70.
II. NIVELES DE VINCULACIÓN ENTRE UNA PERSONA Y UN LUGAR DETERMINADO
En general, se pueden distinguir tres niveles de vinculación entre una persona y un
determinado lugar: a) la habitación o morada; b) la residencia; y c) el domicilio civil.
La habitación o morada es el lugar en que accidentalmente está una persona, en el
cual pernocta o en el que tiene su alojamiento. Se trata de la relación más débil entre una
persona y un lugar determinado, caracterizada por su ocasionalidad o transitoriedad. El
ejemplo típicamente es el del pasajero de un hotel, que tiene en este su morada 71. La
habitación o morada es una mera relación de hecho entre una persona y un lugar
determinado, sin mayor trascendencia jurídica, salvo en lo que respecta a dos extremos: a)
la posibilidad de que, por falta de residencia propiamente tal, sea suficiente para constituir
domicilio civil (ex artículo 68 del CC)72; y b) en lo que atañe a la imperatividad de la ley,

67
CLARO (2013a) p. 186. En el mismo sentido, DUCCI (2000) p. 125; RUZ (2011) p. 185; LYON (2007) p. 205.
68
Según Ducci, la definición del artículo 59 del CC se aplica con mayor propiedad al domicilio civil (DUCCI
(2000) p. 125).
69
Como sugiere Vodanovic, la expresión “mera residencia” a que hace referencia el CC en el artículo 68
abarca tanto la habitación como la residencia. VODANOVIC (2001) p. 243
70
CLARO (2013a) p. 189. Como afirma Vodanovic, la función del domicilio es “permitir la ubicación de la
persona, de una manera regular, cierta y permanente, para todos los efectos jurídicos en un lugar determinado
del territorio del Estado. En dicho lugar la persona es considerada siempre presente, aunque
momentáneamente no lo esté, para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones. En
resumen, el domicilio sirve de medio para localizar a una persona a los efectos jurídicos y, además, junto con
el nombre, la nacionalidad y el estado civil contribuye a su individualización mediante la vinculación del
sujeto a un determinado lugar del espacio” (VODANOVIC (2001) p. 238).
71
CLARO (2013a) p. 186; DUCCI (2000) p. 126; RUZ (2011) p. 186; VODANOVIC (2001) p. 243
72
Como he referido, la expresión “mera residencia” contenido en el artículo 68 abarca tanto la habitación
como la residencia. Con todo, como afirma Vodanovic, “la residencia y la habitación podrán hacer las veces
de domicilio siempre que las leyes no exijan taxativamente la existencia de éste. Por ejemplo, no pueden ser
testigos en un testamento solemne otorgado en Chile los extranjeros no domiciliados”. VODANOVIC (2001) p.
243.
en nuestro país (C. Civil, art. 1012, N° 10)”.
que es obligatoria para todos los habitantes de la República, sean nacionales o extranjeros,
domiciliados o transeúntes (artículo 14 del CC)73.
La residencia es el lugar en que habitualmente se encuentra una persona. Se refiere a
la sede estable de una persona, aunque no sea permanente. No es transitoria u ocasional,
como la morada o habitación. La diferencia elemental entre la residencia y el domicilio
civil es que la primera no involucra un ánimo de permanencia 74. Varios autores refieren
como ejemplo de residencia el lugar al que se traslada un individuo durante los meses de
verano75.
En principio, al igual que la habitación, la residencia es una mera relación de hecho
entre una persona y un lugar determinado76. No obstante, la residencia tiene importantes
efectos jurídicos: a) hace las veces de domicilio civil respecto de las personas que no lo
tuvieren en otra parte (artículo 68 del CC); y b) la residencia determinada a que están
obligados obispos, cuyas y otros eclesiástico hace las veces de domicilio civil (artículo 66
del CC)77.
El domicilio civil, en cambio, es un concepto jurídico y no de hecho como los dos
anteriores. Es una abstracción legal en cuya virtud se considera a una persona presente
permanentemente un lugar, aunque en los hechos no ocurra así 78. El elemento distintivo del
domicilio es el ánimo de permanecer en la residencia actual. Este ánimo puede ser real o
presunto.
III. PRESUNCIONES DE ÁNIMO DE PERMANENCIA
Dado que el ánimo de permanencia no es un hecho tangible que pueda establecerse
y probarse con facilidad, el legislador, tomando como base determinados hechos, presume
el referido ánimo, facilitando con ello la constitución del domicilio civil 79.
Las presunciones están indicadas en los artículos 62, 63, 64 y 65 del CC 80. Tales
son:
a) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de ejercer habitualmente en
él la profesión u oficio (artículo 62 del CC).

73
CLARO (2013a) p. 186; VODANOVIC (2001) p. 244. En una aproximación que no comparto, Ducci sugiere
que la imperatividad de la ley no se sustenta en la habitación, sino en el domicilio político. DUCCI (2000) p.
125.
74
VODANOVIC (2001) p. 243; CLARO (2013a) p. 186; RUZ (2011) p. 185.
75
VODANOVIC (2001) p. 243; RUZ (2011) p. 186.
76
CLARO (2013a) p. 186; RUZ (2011) p. 185; LYON (2007) p. 207.
77
Puntualizando también el primer efecto reseñado, DUCCI (2000) p. 126; RUZ (2011) p. 187; VODANOVIC
(2001) p. 244.
78
CLARO (2013a) p. 186.
79
CLARO (2013a) p. 187.
80
En el mismo sentido, CLARO (2013a) pp. 187-189 y 197; RUZ (2011) p. 187. Ducci y Corral sindican como
presunciones únicamente las contempladas en los artículos 62 y 64 CC (DUCCI (2000) pp. 126 y 127; CORRAL
(2018) pp. 380 y 381). Lyon refiere las hipótesis contempladas en los artículos 64 y 65 (LYON (2007) p. 207).
Por su parte, Vodanovic solo se refiere a las contempladas en el artículo 64 (VODANOVIC (2001) p. 237).
b) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de tener en él el hogar
doméstico (artículo 63 del CC). El hogar doméstico se refiere al lugar en que un individuo
reside junto a su familia.
c) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de abrir en él tienda, botica,
fábrica, taller, posada, escuela u otro establecimiento durable, para administrarlo en persona
(artículo 64 del CC).
d) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de aceptar un cargo concejil
(artículo 64 del CC).
e) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de aceptar un empleo fijo de
los que regularmente se confieren por largo tiempo (artículo 64 del CC).
f) se presume ánimo de permanencia en un lugar, por el hecho de mantener en él el asiento
principal de los negocios (artículo 65 del CC).
Todas las presunciones anteriores son simplemente legales y no de derecho. En
consecuencia, pueden ser desvirtuadas si se prueba lo contrario.
En principio, si un individuo conserva la residencia que siempre ha tenido, por
tratarse del lugar en que vive junto a su familia o en que ejerce habitualmente su profesión
u oficio, no existe ninguna razón para no presumir su ánimo de permanencia. El problema
se presenta cuando el individuo deja tal residencia y se establece en otro lugar. En tal caso,
si el individuo conserva el ánimo de volver a su residencia primitiva, no existe cambio de
domicilio civil. No obstante, cuando, según las circunstancias, no sea posible determinar la
intención de la persona, el solo hecho de que habite en un lugar determinado, por efímera o
accidental que sea su estancia, servirá de base para configurar allí su domicilio civil (ex
artículo 68 del CC)81, pues existe un interés público en que toda persona cuente con
domicilio civil82.
El CC, vislumbrando el problema recién planteado, refiere ciertas hipótesis en que,
según las circunstancias, no debe presumirse ánimo de permanencia ni de cambiar de
domicilio civil. Algunos autores señalan que estas hipótesis configuran presunciones
negativas de domicilio civil83, pero ello, a mi juicio, no es correcto, pues el interés del
legislador es excluir que en estos casos pueda presumirse ánimo de permanencia84.
Las hipótesis en que se veda la presunción de ánimo de permanencia o cambio de
domicilio civil están establecidas en los artículos 63 y 65 del CC:

81
Recuérdese que el artículo 68, al referirse a la “mera residencia”, abarca tanto la habitación como la
residencia propiamente tal. VODANOVIC (2001) p. 243
82
CLARO (2013a) pp. 187 y 188.
83
DUCCI (2000) pp. 126 y 127; VODANOVIC (2001) p. 237; CORRAL (2018) pp. 380 y 381.
84
En definitiva, no se trata de inferir un hecho a partir de otro hecho que le sirve de base (como ocurre en una
auténtica presunción), sino de prohibir al juez que, partir de un determinado hecho, presuma ánimo de
permanencia. En otras palabras, se excluye la posibilidad de que el juez construya una presunción con base en
hechos que, según el legislador, no tienen significación suficiente.
a) No se presume el ánimo de permanecer, ni se adquiere, consiguientemente, domicilio
civil en un lugar, por el solo hecho de habitar un individuo por algún tiempo casa propia o
ajena en él (artículo 63 del CC).
b) No se muda de domicilio civil por el hecho de residir el individuo durante largo tiempo
en otra parte, voluntaria o forzosamente, conservando su familia y el asiento principal de
sus negocios en la residencia anterior. Así, confinado por decreto judicial a un paraje
determinado, o desterrado de la misma manera fuera de la República, retendrá el domicilio
civil en la residencia anterior mientras conserve en ella su familia y el asiento principal de
sus negocios (artículo 65 CC).
IV. CLASES DE DOMICILIO
1. Domicilio político y domicilio civil
Conforme con el artículo 60 del CC, el domicilio político es el relativo al territorio
del Estado en general. El que lo tiene o adquiere es o se hace miembro de la sociedad
chilena, aunque conserve la calidad de extranjero.
Según Claro, el domicilio político al que se refiere el artículo 60 consiste en la
residencia elegida por una persona fuera de su propia patria para el asiento de sus
relaciones legales o negocios, acompañada del ánimo de permanecer en ella un tiempo
indefinido. Ello explicaría que, de acuerdo con el artículo 60 inciso 2° del CC, la
constitución y efectos del domicilio político no pertenezcan al derecho privado, sino al
derecho internacional85. No obstante, otros autores afirman que el domicilio político lo tiene
toda persona que reside con ánimo de permanencia en el territorio de la república, sea
chileno o extranjero; en ese orden, el chileno lo tendría por origen y el extranjero por el
solo hecho de residir (con ánimo de permanencia) en Chile86.
El domicilio civil es el relativo a una parte determinada del territorio del Estado. A
la luz de los artículos 59 y 61 del CC, el domicilio civil puede ser definido como la
residencia en una parte determinada del territorio del Estado, acompañada, real o
presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella.
2. Domicilio de origen y adquirido
El domicilio de origen es aquel que se adquiere por el nacimiento, aun cuando no
coincida realmente con el lugar en que la persona nació. Por regla general, se determina por
el domicilio de los padres (ex artículo 72 del CC). Por oposición, el domicilio adquirido es
el nuevo asiento jurídico del individuo, diverso al domicilio de origen, sea que la
sustitución se siga de la elección voluntaria del individuo de un nuevo domicilio o de una
imposición legal87.

85
CLARO (2013a) p. 187.
86
DUCCI (2000) p. 125; VODANOVIC (2001) p. 238. Según Corral, solo los extranjeros que gozan de
residencia con permanencia definitiva (artículo 14 del Decreto Ley N° 1.094, de 1975) tienen domicilio
político en Chile (CORRAL (2018) p. 379).
87
CLARO (2013a) pp. 189 y 190; VODANOVIC (2001) pp. 239 y 240.
3. Domicilio legal, convencional y real
3.1. Domicilio legal
El domicilio legal o de derecho es el que la ley impone a ciertas personas, en razón
del estado de dependencia en que se encuentran con respecto a otras o por consideración al
cargo que desempeñan88. Dentro del domicilio legal resulta comprendido el domicilio de
origen. El domicilio legal puede resultar, en los hechos, forzoso o ficticio89.
Las disposiciones que imponen un determinado domicilio (domicilio legal) han de
interpretarse restrictivamente y no pueden ser extendidas por analogía a situaciones que no
resulten comprendidas en sus supuestos de hecho. No obstante, cuando, según las
circunstancias, no sea posible determinar si una persona tiene o no ánimo de permanencia
en un determinado lugar, el solo hecho de que habite en tal lugar, por efímera o accidental
que sea su estancia, servirá de base para configurar allí su domicilio civil (ex artículo 68 del
CC).
Dado que el domicilio legal está impuesto por la ley, su determinación es una
cuestión de derecho, no de hecho.
A) Casos de domicilio legal en razón de una relación de dependencia
a. Domicilio de los menores de edad
Se debe distinguir entre menores de filiación determinada e indeterminada.
Tratándose de menores de filiación determinada, la regla general es que el hijo siga
el domicilio del padre o madre que detenta la patria potestad (artículo 72 del CC). Los
menores adoptados, dado que adquieren la calidad de hijos, quedan sujetos a la patria
potestad del adoptante y, en consecuencia, adquieren el domicilio de este (artículo 1 inciso
2° de la Ley N° 19.620).
En caso de que la paternidad y la maternidad hayan sido determinadas judicialmente
contra la oposición del padre y de la madre, estos quedarán privados de la patria potestad,
debiendo nombrarse un tutor o curador; en esta hipótesis, el menor seguirá el domicilio del
tutor o curador (artículos 203, 248 y 72 del CC). Lo mismo ocurrirá respecto del hijo cuyos
padres no tengan derecho a ejercer la patria potestad (artículos 248 y 72 del CC).
En cuanto a los menores de filiación indeterminada, en la medida que se les haya
nombrado un tutor o curador, seguirán el domicilio de estos (artículos 248 y 72 del CC).
La razón de que el domicilio legal de los menores que se encuentran bajo patria
potestad o tutela o curaduría sea el de sus representantes legales reside en que son estos los
que deberán gestionar las relaciones jurídicas de aquellos90.

88
VODANOVIC (2001) p. 240.
89
LYON (2007) p. 205.
90
LYON (2007) p. 206.
Los menores de filiación indeterminada que carecen de tutor o curador o cuyo
nombramiento está pendiente se consideran domiciliados en el lugar en que residan91.
b. Los interdictos
Las personas privadas legalmente de la administración de sus bienes siguen el
domicilio de sus curadores (artículo 72 del CC). Pueden declararse en interdicción los
dementes, los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente y los
pródigos.
Al igual que en el caso anterior, la razón de que el domicilio legal de los interdictos
sea el de sus curadores es que son estos quienes actuarán a nombre de aquellos en las
relaciones jurídicas que correspondan92.
c. Los criados y dependientes
De acuerdo con el artículo 73 del CC, tendrán el domicilio de sus empleadores o
patrones, siempre que se cumplan las siguientes condiciones: i. que presten sus servicios en
la casa de su empleador o patrón; ii. que residan en la misma casa del empleador o patrón;
iii. que no tengan un domicilio derivado de la patria potestad o de la guarda, porque las
disposiciones relativas a estos domicilios se aplican con preferencia93.
Según Corral, atendidas las disposiciones actualmente vigentes en el Código del
Trabajo, la referencia a los “criados y dependientes” debe entenderse realizada a los
“trabajadores de casa particular”94. No obstante, pareciera que la figura de los “trabajadores
de casa particular”95 solo coincide con la de los criados, pues la expresión “dependientes”,
según refiere otra doctrina, se referiría a personas que desempeñan labores distintas a las
del servicio doméstico, como las ejecutadas por una institutriz, un secretario, etc. 96.
B) Casos de domicilio legal en razón del cargo desempeñado
a) Domicilio de los eclesiásticos.
Conforme con el artículo 66 del CC, los obispos, curas y otros eclesiásticos
obligados a una residencia determinada, tienen su domicilio en ella. Las eventuales
obligaciones de residencia impuestas a eclesiásticos corresponden al derecho canónico 97.

91
Corte Suprema, 28 de abril de 1933, RDJ, tomo 30, sección 1, p. 321; Corte Suprema, 29 de mayo de 1952,
RDJ, tomo 49, sección 1, p. 165.
92
LYON (2007) p. 206.
93
CLARO (2013a) pp. 195 y 196.
94
CORRAL (2018) p. 382.
95
El artículo 146 inciso 1° del Código del Trabajo señala que “(s)on trabajadores de casa particular las
personas naturales que se dediquen en forma continua, a jornada completa o parcial, al servicio de una o más
personas naturales o de una familia, en trabajos de aseo y asistencia propios o inherentes al hogar”. Según el
inciso final del mismo artículo, también se aplican las disposiciones pertinentes a los trabajadores de casa
particular a los choferes de casa particular.
96
VODANOVIC (2001) pp. 240 y 241. La misma idea se aprecia en CLARO (2013a) p. 195.
97
CORRAL (2018) p. 382.
b) Domicilio del que acepta un cargo concejil o un empleo fijo de los que se confieren por
largo tiempo.
Según el artículo 64 del CC, se presume ánimo de permanecer y avecindarse en un
lugar, por el hecho de aceptar en dicho lugar un cargo concejil, o un empleo fijo de los que
regularmente se confieren por largo tiempo. Algunos autores consideran que este es un caso
de domicilio legal98, aunque, en rigor, se trata de una mera presunción de ánimo de
permanencia, que admite prueba en prueba, y que, por tanto, no configura un auténtico
domicilio de derecho99.
c) Domicilio de los jueces.
De acuerdo con el artículo 311 del Código Orgánico de Tribunales, los jueces están
obligados a residir constantemente en la ciudad o población donde tenga asiento el tribunal
en que deban prestar sus servicios. Ducci trata esa hipótesis como si se tratara de un caso de
domicilio legal100. No obstante, no se trata de un auténtico caso de domicilio legal, pues la
ley solo impone la obligación de residir en la ciudad o población en que se prestan los
servicios y, si bien resultaría aplicable la presunción del artículo 64 del CC, esta podría ser
desvirtuada mediante prueba en contrario101.
3.2. El domicilio convencional
A la luz del artículo 69 del CC, el domicilio convencional es el que se pacta en un
contrato para los actos judiciales o extrajudiciales a que pudiere dar lugar el mismo
contrato. En palabras de Lyon, es “aquel designado por los particulares en sus actos
jurídicos y donde, según su voluntad, deben producirse los efectos propios de la respectiva
relación jurídica”102.
El domicilio convencional, que es una clase domicilio especial, puede servir para
someter eventuales conflictos al conocimiento de los tribunales de un determinado lugar y,
más en general, para fijar un domicilio distinto a aquel que resultaría si se aplicasen las
reglas legales supletorias103. Para que sea válida la estipulación en que se designa domicilio
convencional, este debe determinarse con claridad, bastando, no obstante, con que se señale
una ciudad o comuna. La jurisprudencia ha estimado que, dada su vaguedad, carecen de
valor las cláusulas que fijan como domicilio del deudor “el lugar que el acreedor designe” o
“donde judicialmente se pida el cumplimiento del contrato104.
El domicilio convencional, en razón de establecerse por acuerdo de las partes, no
puede cambiarse unilateralmente (ex artículos 1545 y 1546 del CC). Además, se aplica
98
DUCCI (2000) p. 128. Lo mismo parece sugerir VODANOVIC (2001) p. 241.
99
CLARO (2013a) p. 196.
100
DUCCI (2000) p. 128.
101
VODANOVIC (2001) p. 241.
102
LYON (2007) p. 206.
103
LYON (2007) pp. 206 y 208.
104
Corte de Apelaciones de Concepción, 19 de octubre de 1909, Gaceta, 1909, tomo 2, N° 916, p. 352; Corte
de Apelaciones de Valdivia, 13 de julio de 1919, Gaceta, 1919, 2° semestre, N° 241, p. 925; Corte de
Apelaciones de Santiago, 26 de noviembre de 1927, RDJ, tomo 26, sección segunda, p. 52.
únicamente respecto de los asuntos que son materia del contrato y durante el tiempo en que
rige este105. Los herederos del deudor están obligados a respetar el domicilio convencional
que este haya estipulado, pues constituye parte integrante del negocio por él celebrado 106.
Cabe señalar que, aunque la ley no lo explicite, no habría inconveniente en la
fijación de un domicilio especial mediante un acto jurídico unilateral 107.
Existen casos en que el legislador impone el deber o la necesidad de que un
individuo designe un domicilio especial, esto es, un domicilio designado solo para ciertos
efectos jurídicos. Se trata de hipótesis que no constituyen propiamente casos de domicilio
legal ni de domicilio convencional. Así, por ejemplo, el artículo 2350 del CC, a propósito
de la obligación de prestar fianza, exige, entre otras cosas, que el fiador designado esté
domiciliado o elija domicilio dentro de la jurisdicción de la respectiva Corte de
Apelaciones. Asimismo, conforme con el artículo 49 del Código de Procedimiento Civil,
todo litigante deberá, en su primera gestión judicial, designar un domicilio conocido dentro
de los límites urbanos en que funcione el tribunal respectivo.
3.3. Domicilio real o de hecho
Domicilio real es aquel que las personas eligen a su arbitrio. Se denomina real o de
hecho porque en él se encuentra efectivamente el asiento jurídico de una persona.
Para la constitución de un nuevo domicilio real es necesario que se cumplan dos
condiciones: a) la residencia de una persona en un lugar distinto del anterior; y b) la
intención de permanecer o establecer el asiento jurídico propio en el lugar de la nueva
residencia108.
Ciertamente, las presunciones de ánimo de permanencia referidas previamente
cobrarán capital importancia a la hora de determinar si existe jurídicamente o no un nuevo
domicilio real. También cobrarán importancia las hipótesis en que se veda la presunción de
ánimo de permanencia o cambio de domicilio civil109.
En principio, el cambio del domicilio real de una persona suscita algunos
inconvenientes prácticos, pues, de no ser existir una previsión legal al respecto, podría
dificultar la determinación del lugar en que los acreedores del individuo requerirán a este el
cumplimiento de sus obligaciones. Por tal razón, el artículo 1589 del CC dispone que si
hubiere mudado de domicilio el acreedor o el deudor entre la celebración del contrato y el
pago, se hará siempre este en el lugar en que sin esa mudanza correspondería, salvo que las
partes dispongan de común acuerdo otra cosa.
En una línea análoga, el artículo 49 del Código de Procedimiento Civil establece
que “todo litigante deberá, en su primera gestión judicial, designar un domicilio conocido

105
DUCCI (2000) pp. 128 y 129; VODANOVIC (2001) p. 243.
106
LYON (2007) p. 208.
107
CORRAL (2018) p. 383.
108
CLARO (2013a) p. 197.
109
CLARO (2013a) pp. 197 y 198.
dentro de los límites urbanos del lugar en que funcione el tribunal respectivo, y esta
designación se considerará subsistente mientras no haga otra la parte interesada, aun
cuando de hecho cambie su morada”. Tal como aclara Ducci, el alcance de la norma es más
amplio del que aparece a primera lectura, pues el domicilio designado subsiste no solo si el
litigante cambia de morada, sino también cuando adquiere nuevo domicilio110.
4. Domicilio general y especial
El domicilio civil puede dividirse en general y especial111.
Domicilio general es el que se aplica a la generalidad de las relaciones jurídicas que
conciernen al individuo.
Por su parte, domicilio especial es el que solo se refiere al ejercicio de ciertos
derechos o relaciones jurídicas específicamente determinadas. El domicilio especial puede,
a su vez, ser legal o convencional.
Los domicilios especiales establecidos por ley son el parroquial, el municipal y el
provincial. Estos domicilios se determinan por leyes y ordenanzas para objetos particulares
de gobierno, policía y administración en las respectivas parroquias, comunidades y
provincias. Se adquieren o pierden conforme a dichas leyes u ordenanzas. A falta de
disposiciones especiales en dichas leyes u ordenanzas, se adquieren o pierden según las
reglas del domicilio civil general (artículo 70 del CC).
El domicilio parroquial, cuya reglamentación pertenece al derecho canónico, está
determinado por el territorio que cae bajo la jurisdicción espiritual del cura de almas.
El domicilio municipal comprende el de la comuna respectiva y dice exclusiva
relación con la administración de los intereses comunales y muy especialmente con el pago
de los impuestos y contribuciones locales.
El domicilio provincial abarca el territorio de la provincia, careciendo actualmente
de trascendencia jurídica112.
En cuanto al domicilio especial convencional y a los casos en que la ley ordena a un
individuo la designación de un domicilio especial para ciertos efectos jurídicos, me remito a
lo ya expresado.
V. PLURALIDAD DE DOMICILIOS
Alejándose del Código Civil francés y siguiendo en este punto la doctrina romana,
el CC reconoce la posibilidad de que una persona tenga pluralidad de domicilios 113. En
concreto, conforme con lo dispuesto en el artículo 67 del CC, cuando concurran en varias
secciones territoriales, con respecto a un mismo individuo, circunstancias constitutivas de
domicilio civil, se entenderá que en todas ellas lo tiene. No obstante, si se trata de asuntos
110
DUCCI (2000) p. 129.
111
CLARO (2013a) pp. 199-201; VODANOVIC (2001) p. 239; DUCCI (2000) p. 127; RUZ (2011) p. 189.
112
CLARO (2013a) pp. 200 y 201; VODANOVIC (2001) p. 242.
113
CLARO (2013a) p. 199.
que se relacionan con una de dichas secciones exclusivamente, se entenderá que el
individuo tiene su domicilio civil para tales asuntos únicamente en la respectiva sección.
La aceptación de que una misma persona pueda tener pluralidad de domicilios tiene
especial importancia respecto de personas jurídicas, pues estas suelen operar en diversas
secciones territoriales114. De esta manera, en ausencia de un domicilio convencional, se
facilita la posibilidad de notificar válidamente las demandas que se interpongan en contra
de una persona jurídica115.
En opinión de Claro, de una lectura conjunta de los artículos 65 y 67 del CC, debe
concluirse que solo cabe reconocer pluralidad de domicilios cuando no pueda determinarse
cuál es el asiento principal de los negocios de una persona116.
VI. IMPORTANCIA DEL DOMICILIO CIVIL
El domicilio civil, en tanto sirve de asiento legal para el ejercicio de los derechos y
el cumplimiento de las obligaciones, tiene una alta trascendencia jurídica. Tal trascendencia
no solo se refleja en durante la existencia legal del individuo, sino también después de su
muerte. La referida trascendencia se refleja, destacadamente, en las siguientes materias 117:
a) El pago de una obligación de género se hace en el domicilio del deudor, a menos que las
partes acuerden otra cosa (artículo 1588 del CC).
b) En materia de estado civil, la posesión notoria del carácter de cónyuge o de la calidad de
hijo debe haberse desarrollado ante el vecindario del domicilio (artículos 310, 312, 313 y
200 del CC).
c) En relación con los extranjeros, la ley realiza algunas distinciones en atención a si estos
están o no domiciliados en Chile, sobre todo en lo que respecta al eventual reconocimiento
del derecho a sufragio118.
d) Es juez competente para declarar la muerte presunta el del último domicilio que el
desaparecido haya tenido en Chile (artículo 81 N° 1 del CC).
e) Toda vez que la desaparición de una persona se hubiere producido en circunstancias tales
que la muerte pueda ser tenida como cierta, aun cuando su cadáver no fuere hallado, el juez
del último domicilio que el difunto haya tenido en Chile, a solicitud de cualquiera que tenga
interés en ello, podrá tener por comprobada su muerte para efectos civiles y disponer la

114
DUCCI (2000) p. 130.
115
Conforme con el artículo 140 del Código Orgánico de Tribunales, si el demandado tuviere su domicilio en
dos o más lugares, podrá el demandante entablar su acción ante el juez de cualquiera de ellos.
116
CLARO (2013a) pp. 198 y 199.
117
Refiriendo también algunos de los efectos aquí expuestos, DUCCI (2000) pp. 130 y 131; RUZ (2011) pp.
186 y 187; VODANOVIC (2001) pp. 238 y 239; LYON (2007) p. 205; CORRAL (2018) p. 378.
118
Cabe recordar que los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que cumplan con los
requisitos señalados en el inciso 1° del artículo 13 de la Constitución Política (es decir, que hayan cumplido
dieciocho años de edad y que no hayan sido condenados a pena aflictiva), podrán ejercer el derecho de
sufragio en los casos y formas que determine la ley.
inscripción de la resolución correspondiente en el Servicio de Registro Civil e
Identificación (artículo 95 del CC).
f) En caso de testamento solemne otorgado en Chile, a lo menos dos testigos deberán estar
domiciliados en la comuna o agrupación de comunas en que se otorgue (artículo 1012 del
CC).
g) La sucesión en los bienes de una persona se abre al momento de su muerte en su último
domicilio. Además, tal sucesión se rige por la ley del domicilio en que se abre (artículo 955
del CC).
h) La apertura y publicación del testamento se harán ante el juez del último domicilio del
testador; sin perjuicio de las excepciones que a este respecto establezcan las leyes (artículo
1009 del CC).
i) Es juez competente para conocer de la acción de petición de herencia, del
desheredamiento, de la validez o nulidad de disposiciones testamentarias y, en general, de
todas las cuestiones relativas a la apertura de una sucesión, el juez del último domicilio del
causante (artículo 148 del Código Orgánico de Tribunales, en relación con artículo 955 del
CC).
j) Por regla general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para intervenir
en un acto no contencioso, el del domicilio del demandado o interesado (artículo 134 del
Código Orgánico de Tribunales).
EL ESTADO CIVIL
I. DEFINICIÓN Y GENERALIDADES
De acuerdo con el artículo 304 del CC, “(e)l estado civil es la calidad de un
individuo, en cuanto lo habilita para ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones
civiles”.
La definición legal ha sido criticada por la doctrina. Se ha señalado que es
demasiado vaga119; que no otorga una idea clara acerca de cuál es la calidad de la que
derivan determinadas consecuencias jurídicas120; y que puede confundirse fácilmente con
las definiciones de capacidad de ejercicio y de nacionalidad121.
En general, si se tiene en consideración la disciplina contenida en los artículos 304 y
siguientes, parece claro que el estado civil está vinculado con una calidad que ocupa un
individuo en la sociedad, emanada de una relación de familia. Así, teniendo presente que tal
calidad confiere o impone al individuo determinados derechos, deberes y obligaciones, el
estado civil puede ser concebido como la calidad o posición permanente que un individuo

119
VODANOVIC (2001) pp. 232 y 233.
120
DUCCI (2000) p. 131.
121
CORRAL (2018) p. 402; VODANOVIC (2001) p. 232; RUZ (2011) p. 189.
ocupa en la sociedad, en orden a sus relaciones de familia, en cuanto le confiere o impone
determinados derechos, deberes, obligaciones, impedimentos y prohibiciones122.
El artículo 305 del CC refiere el estado civil de casado, separado judicialmente,
divorciado o viudo, y el de padre, madre o hijo. A su vez, en función de los artículos 179 y
siguientes del CC, podría distinguirse entre el estado civil de hijo de filiación matrimonial,
el de hijo de filiación no matrimonial y el de hijo de filiación no determinada123.
Aunque el artículo 305 del CC no lo refiera expresamente, también existe el estado
civil de soltero, el que encuentra reconocimiento en el artículo 9 de la nueva ley de
matrimonio civil124.
La ley N° 20.830, de 21 de abril de 2015, que crea el acuerdo de unión civil, creó el
estado civil de conviviente civil (artículo 1 inciso 2°). Según Corral, es discutible que este
sea un verdadero estado civil, pues el acuerdo no siempre sería producto de una relación
familiar y, además, daría lugar a un vínculo sumamente frágil, que puede terminar incluso
por declaración unilateral de voluntad (artículo 26 letra e)). De esta guisa, el estado de
conviviente civil no revestiría el carácter permanente propio de todo estado civil 125. En mi
opinión, el acuerdo de unión civil sí da cuenta de una relación de familia con vocación de
permanencia, de modo que no veo razón para desconocer que el estado de conviviente civil
sea un estado civil126. A mayor abundamiento, no es efectivo que el estado civil sea siempre
permanente, pues un hijo de filiación indeterminada o no matrimonial podría cambiar su
estado civil en caso de ser reconocido o de que sus padres contraigan matrimonio127.
Si bien cada relación de familia, mientras se mantenga vigente, da lugar a un estado
civil único e indivisible (por ejemplo, el matrimonio da lugar al estado civil de casado),
toda persona natural puede formar parte de diversas relaciones de familia, de modo que de
ella se puedan predicar diversos estados civiles. Así, por ejemplo, una misma persona
podría tener el estado civil de padre o madre (respecto de su hijo o hija), de hijo o hija
(respecto de su padre y/o madre) y de casado o casada (respecto de su cónyuge)128.
122
En sentido afín, VODANOVIC (2001) p. 233; CORRAL (2018) p. 403; DUCCI (2000) p. 131; RUZ (2011) p.
189.
123
CORRAL (2018) p. 403.
124
RUZ (2011) p. 190.
125
CORRAL (2018) pp. 403 y 404.
126
Según el artículo 1, “(e)l acuerdo de unión civil es un contrato celebrado entre dos personas que comparten
un hogar, con el propósito de regular los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común, de carácter
estable y permanente”. La relación de familia entre los convivientes civiles está dada justamente por su vida
afectiva en común, de carácter estable y permanente (en sentido afín, BARCIA (2020) pp. 14-17, 666-668;
LEPIN (2017) pp. 26, 321 y 322). Cosa distinta es que, por mor de sesgos ideológicos y/o religiosos, esta
forma de familia, que podría darse entre dos personas del mismo sexo, no se estime digna de reconocimiento
y protección jurídica.
Actualmente no cabe duda de que el ordenamiento jurídico nacional alberga una noción amplia de familia. De
hecho, la Ley Nº 20.530, que crea el Ministerio de Desarrollo Social, en su artículo 2 N° 1, define a la familia
como el "núcleo fundamental de la sociedad, compuesto por personas unidas por vínculos afectivos, de
parentesco o de pareja, en que existen relaciones de apoyo mutuo, que generalmente comparten un mismo
hogar y tienen lazos de protección, cuidado y sustento entre ellos".
127
DUCCI (2000) p. 131.
128
DUCCI (2000) pp. 131 y 132.
El estudio de los derechos, deberes, obligaciones, impedimentos y prohibiciones a
que da lugar cada estado civil corresponde al derecho de familia, por lo que aquí solo se
expondrá un panorama general acerca de las fuentes, características y prueba del estado
civil. Además, se referirá el alcance de la cosa juzgada en cuestiones sobre estado civil.
II. FUENTES DEL ESTADO CIVIL
Son fuentes de estado civil los hechos o actos que pueden dar lugar a un estado
civil. Las fuentes pueden consistir en hechos jurídicos no voluntarios, actos jurídicos y
sentencias judiciales129.
a) Hechos jurídicos no voluntarios. El ejemplo típico es la muerte. Así, en el caso
del matrimonio, la muerte de uno de los cónyuges da al cónyuge sobreviviente el estado
civil de viudo o viuda. Otro ejemplo es el nacimiento, que genera el estado civil de soltero
y que, en la medida que la filiación se determine legalmente, puede generar el estado civil
de hijo o el de padre o madre. Los casos concretos de determinación legal de la filiación
son dos: la determinación de la maternidad por el hecho del parto (ex artículo 183 del CC) y
la determinación de la paternidad en razón de la presunción pater is est, aplicable en caso
de que exista matrimonio o acuerdo de unión civil (ex artículos 184 del CC y 21 de la ley
N° 20.830).
b) Actos jurídicos. Es el caso del matrimonio (que da lugar al estado civil de
casado), el acuerdo de unión civil (que da lugar al estado civil de conviviente civil) y el
reconocimiento voluntario de un hijo (que da lugar al estado civil de hijo y de padre o
madre).
c) La sentencia judicial. Así ocurre, por ejemplo, en los casos en que se declara la
nulidad del matrimonio (que origina el estado civil de soltero), el divorcio (que genera el
estado civil de divorciado), la separación judicial de los cónyuges (que ocasiona el estado
civil de separado judicialmente), la paternidad o maternidad (que da lugar al estado civil de
hijo y de padre o madre) o la adopción de un niño (que, conforme con la ley N° 19.620, da
lugar al estado civil de hijo y de padre o madre).
III. CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO CIVIL
a) Todo individuo tiene un estado civil.
Se trata de un atributo de las personas naturales, siendo inconcebible que una
persona no tenga al menos uno130. A mayor abundamiento, el estado civil es privativo de las
personas naturales, pues las personas jurídicas, por su propio carácter, son ajenas a las
relaciones de familia131.
b) Es único e indivisible, atendiendo a una misma clase de relaciones de familia132.
129
CORRAL (2018) p. 404; DUCCI (2000) p. 131. En sentido cercano, VODANOVIC (2001) p. 234.
130
DUCCI (2000) p. 131; VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191. En sentido similar, aunque
rechazando que se trate de un atributo de la personalidad, CORRAL (2018) p. 403.
131
VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191; CORRAL (2018) p. 403.
132
VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191; CORRAL (2018) p. 403.
La unidad dice relación con que respecto de una misma fuente no pueden coexistir
dos estados civiles. Sin embargo, respecto de fuentes distintas, se puede acumular dos o
más estados civiles, como, por ejemplo, los de padre o madre, hijo o hija y casado o
casada133.
La indivisibilidad, por su parte, significa que un mismo estado civil se tiene respecto
de todo el mundo; no se puede, por ejemplo, ser casado frente a unos y soltero frente a
otros134.
c) Es personalísimo e incomerciable.
El estado civil es inherente a la persona y está fuera del comercio humano. En
consecuencia, no puede transferirse ni transmitirse. El artículo 2450 del CC dice
expresamente que no se puede transigir sobre el estado civil de las personas. Tampoco
puede adquirirse por prescripción, pues, conforme con el artículo 2498 del CC, solo pueden
adquirirse por este modo las cosas que están en el comercio humano. Asimismo, las
cuestiones sobre el estado civil no pueden someterse a arbitraje (ex artículos 230 y 357 N°
4 del Código Orgánico de Tribunales)135.
d) Es de orden público.
El estado civil es de orden público, por lo que es irrenunciable 136. Asimismo, dado
que interesa a la sociedad toda, en los juicios sobre estado civil debe oírse a la fiscalía
judicial (artículo 357 N° 4 del Código Orgánico de Tribunales).
e) Tiene vocación de permanencia.
La vocación de permanencia consiste en que el estado civil no se pierde mientras no
se configure una nueva fuente que haga adquirir otro137.
IV. PRUEBA DEL ESTADO CIVIL
1. Generalidades
El título XVII del libro I del CC dedicado fundamentalmente a la prueba del estado
civil. De ahí que se denomine “de las pruebas del estado civil”.
Las reglas sobre prueba de estado civil no solo son pertinentes en un juicio o
proceso civil, sino también para la realización de diversos trámites ante organismos
públicos o privados. De ahí que las reglas suelan distinguir entre la “acreditación” y la
“prueba” del estado civil. Según Corral, la “acreditación” correspondería a la prueba del
estado civil en el tráfico jurídico, mientras que la “prueba” se referiría a la constatación del
estado civil en un juicio o proceso judicial138.
133
VODANOVIC (2001) p. 233; RUZ (2011) p. 191; CORRAL (2018) p. 403.
134
VODANOVIC (2001) p. 233.
135
CORRAL (2018) p. 403; VODANOVIC (2001) p. 234.
136
RUZ (2011) p. 191; CORRAL (2018) p. 403
137
RUZ (2011) p. 191; VODANOVIC (2001) p. 234.
138
CORRAL (2018) p. 841.
La acreditación de estado civil se facilita merced a la existencia de un registro
público cuya función es dar cuenta de los principales hechos relativos a la existencia y
estado de las personas naturales. Se trata del Registro Civil, llevado por el Servicio de
Registro Civil e Identificación. Dicho Registro está compuesto básicamente por tres libros:
el de nacimientos, el de matrimonios y el de defunciones. La ley N° 20.830, de 21 de abril
de 2015, añadió también el registro de acuerdos de unión civil.
2. Prueba y acreditación por las partidas del Registro Civil
Conforme con el artículo 305 inciso 3° del CC, hechos como la edad o la muerte se
acreditarán por las partidas de nacimiento y de defunción. Las partidas se refieren a las
inscripciones realizadas en el Registro Civil que dan cuenta del nacimiento o defunción de
una persona.
El estado civil de padre, madre o hijo de filiación matrimonial o no matrimonial, se
acreditará frente a terceros y se probará por la respectiva partida de nacimiento del hijo y,
en su caso, la partida de matrimonio de sus padres (artículo 305 inciso 1° del CC). El estado
civil de padre, madre o hijo también puede ser acreditada o probado por la inscripción o
subinscripción del acto de reconocimiento del padre o madre o del fallo judicial que
determina la filiación (artículo 305 inciso 2° del CC).
A la luz del artículo 305 inciso 1° del CC, el estado civil de casado, separado
judicialmente, divorciado o viudo, se acreditará frente a terceros y se probará por las
respectivas partidas de matrimonio o defunción. La partida de matrimonio permitirá la
acreditación y prueba del estado civil de casado, separado judicialmente o divorciado, pues
en ella constarán la inscripción del matrimonio y, en su caso, las subinscripciones de las
sentencias de separación o divorcio (ex artículos 32 inciso 2° y 59 inciso 2° de la nueva ley
de matrimonio civil). A su vez, el estado civil de viudo se probará de la mano de las
partidas de matrimonio y defunción.
El estado de "conviviente civil" se probará con la inscripción del acuerdo de unión
civil en el registro especial de acuerdos de unión civil (ex artículo 6 de la ley N° 20.830).
Dado que las inscripciones o partidas que constan en los libros que lleva el Registro
Civil no pueden ser retiradas del oficio en que se encuentran, lo usual es que, para la
acreditación y prueba del estado civil que corresponda, se utilicen copias autorizadas de la
partida o simplemente certificados de nacimiento, matrimonio, acuerdo de unión civil o
defunción que elabora el oficial del Registro Civil sobre la base de los hechos consignados
en las partidas. Conforme con el artículo 24 de la ley de registro civil, dichas copias o
certificados tienen el carácter de instrumentos públicos y surten los efectos de las partidas
de que hablan los artículos 305, 306, 307 y 308 del CC.
3. Medios supletorios para la prueba del estado civil
Si faltan las partidas, se hace necesario acudir a otros medios que suplan la falta de
las partidas. De ahí que estos medios sean denominados medios supletorios para la prueba
del estado civil.
A) Medios supletorios para la prueba del estado civil de padre, madre o hijo
El estado de padre, madre o hijo, a falta de partidas, solo podrá probarse o
acreditarse por los instrumentos auténticos mediante los cuales se haya determinado
legalmente (artículo 309 inciso 2° del CC). Los referidos instrumentos auténticos consisten,
básicamente, en el acto de reconocimiento (que debe constar en alguno de los instrumentos
que refiere el artículo 187 del CC), la sentencia firme que determina la filiación y aquella
sentencia que constituye la adopción139. A falta de estos instrumentos, el estado de padre,
madre o hijo deberá probarse en el correspondiente juicio de filiación, en la forma y con los
medios previstos en los artículos 195 y siguientes del CC (artículo 309 inciso 2° del CC).
Si bien la regla general es que, en los juicios sobre determinación de la filiación, la
maternidad y la paternidad puedan establecerse mediante “toda clase de pruebas” 140,
decretadas de oficio o a petición de parte (artículo 198 inciso 1° del CC), existen algunas
reglas particulares en relación con ciertos medios de prueba.
En este sentido, el artículo 198 inciso 2° del CC contempla limitaciones a la prueba
testimonial (la sola prueba testimonial es insuficiente para establecer la filiación) y a la de
presunciones judiciales (para que produzcan plena prueba deben cumplirse los requisitos
establecidos en el artículo 1712 del CC)141.
En lo que atañe a las pruebas periciales de carácter biológico, muy relevantes en los
juicios de filiación, estas se practicarán por el Servicio Médico legal o por laboratorios
idóneos para ello, designados por el juez (artículo 199 inciso 1° del CC). El juez podrá dar
a estas pruebas periciales, por sí solas, valor suficiente para establecer la paternidad o la
maternidad, o para excluirla (artículo 199 inciso 2° del CC). La negativa injustificada de
una de las partes a practicarse el examen hará presumir legalmente la paternidad o la
maternidad, o la ausencia de ella, según corresponda (artículo 199 inciso 4° del CC). Se
entenderá que hay negativa injustificada si, citada la parte dos veces, no concurre a la
realización del examen. Para este efecto, las citaciones deberán efectuarse bajo
apercibimiento de aplicarse la presunción señalada en el inciso anterior (artículo 199 inciso
5° del CC). Las partes, por una sola vez, tendrán derecho a solicitar un nuevo informe
pericial biológico (artículo 199 inciso 1° del CC)
El estado civil de padre, madre o hijo también puede probarse con base en su
posición notoria de calidad de hijo. Conforme con el artículo 200 inciso 2° del CC, la
posesión notoria de calidad de hijo consiste en que el padre, la madre o ambos hayan

139
CORRAL (2018) p. 843. Ha de añadirse que la expresión instrumentos auténticos no se refiere
necesariamente a instrumentos públicos, sino a todos aquellos instrumentos, públicos o privados, cuya
autenticidad no esté en cuestión (DUCCI (2000) pp. 138 y 139).
140
Se ha discutido si esta expresión se refiere a los medios de prueba contemplados en los artículos 1698
inciso 2° del CC y 341 del Código de Procedimiento Civil o si alude también a otros medios no expresamente
regulados. Tanto la doctrina como la jurisprudencia se inclinan por la segunda opción. Al respecto, GÓMEZ
DE LA TORRE (2007) pp. 78 y 79.
141
Las presunciones judiciales, en estricto rigor, no constituyen medios de prueba, sino mecanismos de los
que puede valerse el juez para tener por acreditado un hecho. Se trata de mecanismos de que se sirve el
razonamiento probatorio del juez.
tratado al individuo como hijo, proveyendo a su educación y establecimiento de un modo
competente, y presentándolo en ese carácter a sus deudos y amigos; y que estos y el
vecindario de su domicilio, en general, le hayan reputado y reconocido como tal. Se exige,
en consecuencia, que el individuo goce del nombre, trato y fama de ser hijo de alguien 142.
El nombre es la presentación del hijo frente a terceros en carácter de hijo; el trato consiste
en que se haya proveído a la crianza, educación y establecimiento del hijo; y la fama alude
a que el hijo haya sido conocido en tal carácter por los amigos, parientes y vecinos del
padre y/o madre.
De acuerdo con el artículo 200 inciso 1° del CC, para probar la filiación con base en
la posesión notoria es necesario que se cumplan los siguientes requisitos copulativos:
i) Que la posesión notoria haya durado a lo menos 5 años continuos; y
ii) Que se pruebe por un conjunto de testimonios y antecedentes o circunstancias
fidedignos que la establezcan de un modo irrefragable.
Se debe tener presente que, según lo ya expuesto, la prueba testimonial por sí sola es
insuficiente para establecer la filiación, por lo que la conjunción “y” que emplea el artículo
200 inciso 1° del CC implica que se requieren tanto testimonios como otros antecedentes o
circunstancias fidedignos143.
Si, cumpliéndose los requisitos establecidos en el artículo 200 inciso 1° del CC, se
acredita la posesión notoria de la calidad de hijo, esta posesión preferirá a las pruebas
periciales de carácter biológico, si hubiese contradicción entre la posesión notoria y dichas
pruebas (artículo 201 inciso 1° del CC). Con todo, el inciso 2° del referido artículo 201
contempla una excepción: “(s)in embargo, si hubiese graves razones que demuestren la
inconveniencia para el hijo de aplicar la regla anterior, prevalecerán las pruebas de carácter
biológico”. Si se tiene en cuenta la historia del establecimiento de la ley, una razón grave
que podría llevar a preferir la prueba de carácter biológico es que se haya perpetrado un
delito, como la sustitución de un niño por otro o la sustracción de menores144.
Según Corral, la posesión notoria de calidad de hijo solo servirá para acreditar una
auténtica filiación, la cual, en su visión, es solo la que deriva de la procreación. Si no fuera
así, añade el autor, se desvirtuaría el sistema legal de adopción 145. En mi opinión, la visión
de Corral no resulta consistente con el hecho de que el CC prevea explícitamente la
eventual contradicción entre la posesión notoria y las pruebas periciales de carácter
biológico, disponiendo que, en tal caso, por mor del interés superior del hijo, preferirá la
posesión notoria (artículo 201 inciso 1° del CC). En realidad, la filiación establecida en

142
GÓMEZ DE LA TORRE (2007) p. 87; BARCIA (2020) p. 912.
143
En contra, Barcia afirma que “(e)sta opinión no parece definitiva, por cuanto, de acuerdo a la LTF, puede
ser que a partir de una prueba testimonial concluyente el juez pueda determinar la posesión notoria del estado
civil de hijo” (BARCIA (2020) p. 914).
144
Así lo destacó la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado con ocasión de
la discusión de la ley N° 19.585, que es la ley que dio forma al texto actual del artículo 201 del CC. Boletín
del Senado N° 1.060-07. Informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Reglamento, pp. 96 y 97.
145
CORRAL (2018) pp. 843 y 844.
base a la prueba de la posesión notoria se sustenta en un hecho social, no en la
procreación146.
B) Medios supletorios para la prueba del estado civil de casado
El estado civil de casado, a falta de partidas, puede probarse supletoriamente
mediante otros documentos auténticos, mediante declaraciones de testigos que hayan
presenciado la celebración del matrimonio y, en defecto de unos y otros, mediante la
posesión notoria del estado de casado (artículo 309 inciso 1° del CC).
El CC regula pormenorizadamente la denominada posesión notoria del estado de
casado y los requisitos que esta debe cumplir para que efectivamente pueda suplir la falta
de partida de matrimonio. La posesión notoria del estado civil de casado se refiere al hecho
de que una persona goza del nombre, trato y fama de casado 147. En una aproximación un
tanto anticuada y patriarcal, el artículo 310 del CC señala que “(l)a posesión notaria del
estado de matrimonio consiste principalmente en haberse tratado los supuestos cónyuges
como marido y mujer en sus relaciones domésticas y sociales; y en haber sido la mujer
recibida en ese carácter por los deudos y amigos de su marido, y por el vecindario de su
domicilio en general"148.
Para que la posesión notoria se reciba como prueba del estado civil de casado es
necesario que el nombre, trato y fama a que se refiere el artículo 310 haya durado al menos
diez años continuos (artículo 312 del CC) y que se pruebe por un conjunto de testimonios
fidedignos que lo establezcan de un modo irrefragable (artículo 313 del CC).
Se ha afirmado que la posesión notoria del estado civil de casado ha de tener por
base un matrimonio efectivamente celebrado. En este sentido, aunque las disposiciones del
CC permiten plantear alguna duda, la prueba de la posesión notoria no debiese servir de
fuente para la constitución de un nuevo estado civil, sino permitir la constatación de uno
preexistente149.
C) Medios supletorios para la prueba de la edad
A falta de la partida de nacimiento, la determinación de la edad de una persona
puede probarse mediante otros documentos o declaraciones que fijen la época del
nacimiento. Si ello no fuese posible, el juez, habiendo oído el dictamen de peritos, atribuirá

146
En sentido afín, BARCIA (2020) p. 912; GÓMEZ DE LA TORRE (2007) pp. 87 y 88. Como dice esta última
autora, “(e)l otorgar preferencia a los lazos de afecto por sobre la verdad biológico parece lógico. El ejercer de
padre, querer serlo y haberlo sido por más de 5 años puede ser más relevante que la verdad genética. Además,
el padre social ha desarrollado lazos afectivos con el menor, que le dan a este estabilidad psicológica”
(GÓMEZ DE LA TORRE (2007) p. 88).
147
DUCCI (2000) p. 139.
148
A mi juicio, la referencia a que la mujer haya sido recibido en ese carácter por los deudos y amigos de su
marido, y por el vecindario de su domicilio en general, sugiere la que es la mujer quien, al contraer
matrimonio, ingresa al círculo social del marido (y no al revés). Una interpretación teleológica de la
disposición, que se ajuste a los tiempos y a la igualdad ante la ley, debiese llevar a entender que la exigencia
de nombre, trato y fama se aplica por igual respecto de ambos cónyuges.
149
CORRAL (2018) pp. 840.
al individuo una edad media entre la mayor y la menor que parecieren compatibles con su
desarrollo y su aspecto físico (artículo 314 del CC).
V. COSA JUZGADA EN CUESTIONES SOBRE ESTADO CIVIL
De acuerdo con el artículo 315 del CC, las sentencias en que se declare verdadera o
falsa la paternidad o maternidad de un hijo no solo vale respecto de las personas que han
intervenido en el juicio, sino respecto de todos, relativamente a los efectos que dicha
paternidad o maternidad acarrea. En otras palabras, la sentencia que declare verdadera o
falsa la paternidad o maternidad produce efecto erga omnes.
Del tenor del artículo 315 fluye que el efecto erga omnes no lo produce toda
sentencia relativa a una cuestión de estado civil, sino únicamente aquella que se dicte en
una cuestión de paternidad o maternidad. A mayor abundamiento, la regla contemplada en
el artículo 315 del CC supone que la cuestión de la paternidad o maternidad haya sido el
objeto principal del juicio y no una cuestión accesoria.
Conforme con el artículo 316 del CC, para que la sentencia produzca efecto erga
omnes es necesario:
i) Que la sentencia haya sido pasada en autoridad de cosa juzgada, lo que ocurrirá
cuando esté firme o ejecutoriada (artículo 174 del Código de Procedimiento Civil).
ii) Que la sentencia haya sido pronunciada contra legítimo contradictor. Legítimo
contradictor en la cuestión de paternidad es el padre contra el hijo, o el hijo contra el padre,
y en la cuestión de maternidad el hijo contra la madre, o la madre contra el hijo (artículo
317 inciso 1° del CC). Son también legítimos contradictores los herederos del padre o
madre fallecidos en contra de quienes el hijo podrá dirigir o continuar la acción y, también,
los herederos del hijo fallecido cuando estos se hagan cargo de la acción iniciada por aquel
o decidan entablarla (artículo 317 inciso 2° del CC)150.
iii) Que no haya existido colusión en el juicio. Se entiende por colusión el acuerdo
secreto y fraudulento para provocar que se dicte una sentencia en un sentido dado. La
prueba de la colusión incumbe a quien la alega, mas, con el objeto de evitar un prolongado
estado de incertidumbre, el artículo 319 del CC dispone que tal prueba no es admisible sino
dentro de los cinco años subsiguientes a la sentencia.
Cabe precisar que, de cumplirse los requisitos reseñados, la cosa juzgada y efecto
erga omnes de la sentencia no afectarán al verdadero padre, madre o hijo. Conforme con el
150
El artículo 317 del CC debe ser relacionado con los artículos 206 y 207 del CC.
El artículo 206 se refiere al caso del hijo póstumo o cuyo padre o madre ha fallecido dentro de los ciento
ochenta días siguientes al parto. En estos casos, conforme con el referido artículo 206, la acción de
reclamación de filiación debe dirigirse contra los herederos del padre o madre fallecido, dentro del plazo de
tres años, contado desde la muerte, o si el hijo es incapaz, desde que este haya alcanzado la plena capacidad.
Por su parte, el artículo 207 dispone que, si hubiere fallecido el hijo siendo incapaz, la acción podrá ser
ejercida por sus herederos, dentro del plazo de tres años contado desde la muerte. Si el hijo falleciere antes de
transcurrir tres años desde que alcanzare la plena capacidad, la acción corresponderá a sus herederos por todo
el tiempo que faltare para completar dicho plazo. El plazo o su residuo empezará a correr para los herederos
incapaces desde que alcancen la plena capacidad.
artículo 320 inciso 1° del CC, “(n)i prescripción ni fallo alguno, entre cualesquiera otras
personas que se haya pronunciado, podrá oponerse a quien se presente como verdadero
padre o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o madre que
le desconoce”.
EL PATRIMONIO
I. INTRODUCCIÓN
En el derecho romano la idea de patrimonio comienza a cobrar sentido de la mano
de la lex poetelia (326 A.C.) y la bonorum venditio. La lex poetelia prohibió el
encadenamiento, la venta y el derecho de dar muerte a los nexi151. De esta manera, la lex
poetelia delimitó los efectos de la manus iniectio, en el sentido de que el deudor ya no era
reducido a la esclavitud, sino que quedaba en una situación de servidumbre mientras la
deuda fuera pagada con su trabajo152. Por su parte, la bonorum venditio, que es una creación
pretoriana, se ideó como un procedimiento que permitió la ejecución de las obligaciones en
todos los bienes del deudor153. En este orden, el patrimonio fue concebido como el conjunto
de bienes que pertenecen al deudor, sirviendo como garantía para el cumplimiento de las
obligaciones contraídas por este154.
Muchos años más tarde, ya en el siglo XIX, Aubry y Rau, tomando como base
algunas ideas de Zachariae, concibieron al patrimonio como una proyección de la
personalidad de un individuo155.
A su turno, Josserand contribuiría a perfeccionar la noción señalando que el
patrimonio es “el conjunto de valores pecuniarios, positivos o negativos, pertenecientes a
una misma persona, figurando unos en el activo y otros en el pasivo”156.
II. EL PATRIMONIO COMO ATRIBUTO DE LA PERSONALIDAD
La concepción de patrimonio ideada por Aubry y Rau, que dio forma a la
denominada doctrina clásica o subjetiva, permite afirmar que el patrimonio es un atributo
de la personalidad. En términos generales, conforme con la referida concepción, toda

151
Aunque existen dudas respecto de su preciso sentido, el nexum, al menos en una de sus acepciones más
antiguas, fue un préstamo formalizado con la garantía de la propia libertad del deudor (nexi). El nexum era
revestido de la solemnidad de la mancipatio, en la que el prestatario, en vez de mancipar un esclavo o un
animal, se enajenaba a sí mismo, pero por causa de la no devolución de la cantidad de dinero prestada. De este
modo, el deudor insolvente quedaba damnatus y sujeto al apoderamiento de su persona mediante la manus
iniectio. Con el tiempo, el nexum también fue utilizado para garantizar el cumplimiento de un juramento de
dar o hacer (SAMPER (2007) pp. 271 y 272).
152
SAMPER (2007) p. 69; AEDO (2013) pp. 979 y 980.
153
AEDO (2013) p. 982.
154
LYON (2007) p. 192; FIGUEROA (2008) pp. 21 y 22. En todo caso, la idea de que el acreedor hacía efectivo
su crédito en los bienes del deudor ha sido controvertida, planteándose que, en realidad, la bonorum venditio -
que permitía la venta de todos los bienes del deudor (con independencia del valor del crédito)- servía más
bien como una condena pecuniaria y una nota de infamia. De esta manera, el vínculo habría seguido teniendo
un carácter eminentemente personal. AEDO (2013) pp. 982 y 983.
155
AUBRY y RAU (1873a) p. 229.
156
JOSSERAND (1932) p. 454.
persona, por el solo hecho de estar dotada de personalidad jurídica, tiene un patrimonio.
Además, el patrimonio es una universalidad jurídica, que comprende todos los derechos y
obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria de que la persona es titular. Los
derechos compondrían la parte activa o haber del patrimonio y las obligaciones la parte
pasiva157.
La doctrina clásica ha sido suscrita por autores de gran prestigio, entre los que
destacan Baudry-Lacantinérie, Josserand, Colin, Capitant, Planiol y Ripert158.
Según la doctrina clásica, el patrimonio tendría las siguientes características 159:
a) Es una universalidad jurídica. El patrimonio comprende el conjunto de derechos y
obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria de que es titular una persona. Con todo,
el patrimonio no está referido a los derechos y obligaciones de que es titular la persona en
un momento determinado, pues estos pueden cambiar a lo largo de la existencia legal de la
misma. De ahí que el patrimonio sea concebido como un continente abstracto, distinto de
los derechos y obligaciones que en él se encuentran, que serían su contenido. Incluso la
persona que carezca actualmente de todo derecho susceptible de apreciación pecuniaria está
dotada de un patrimonio, pues este es el continente al que se incorporarán los derechos que
tal sujeto eventualmente adquiera160.
b) Tiene un contenido necesariamente pecuniario. El patrimonio está formado
únicamente por aquellos derechos y obligaciones que sean susceptibles de apreciación
pecuniaria, esto es, que puedan ser avaluados en dinero 161. De esta guisa, los derechos
políticos, los derechos de la personalidad y diversos derechos de familia no forman parte
del patrimonio, sin perjuicio de que su lesión pueda dar lugar a una obligación resarcitoria,
la que sí tendría contenido pecuniario (y, por tanto, esta última obligación sí formaría parte
del patrimonio del deudor)162.
c) Es incomerciable. El patrimonio, en tanto es un atributo de la personalidad, está
fuera del comercio humano. De ahí que el patrimonio no pueda adquirirse ni perderse por
prescripción163. De la incomerciabilidad también deriva la inembargabilidad del
patrimonio164.
d) Es inalienable. Una persona no puede transferir por acto entre vivos su
patrimonio, pues no puede desprenderse de un atributo de su personalidad. No obstante, si
bien la personalidad jurídica cesa con la muerte, existe doctrina que afirma que, conforme
157
VODANOVIC (2001) p. 249; FIGUEROA (2008) p. 36; LYON (2007) pp. 194 y 195.
158
FIGUEROA (2008) pp. 30 y 31.
159
En nuestra doctrina no existe uniformidad a la hora de exponer las características que, a la luz de la
doctrina clásica, tendría el patrimonio. Al respecto, véase, VODANOVIC (2001) p. 249; FIGUEROA (2008) pp.
36 y 37; LYON (2007) pp. 193-195; DUCCI (2000) p. 143.
160
VODANOVIC (2001) p. 246; FIGUEROA (2008) p. 36; DUCCI (2000) p. 143; LYON (2007) p. 194; RUZ (2011)
pp. 198 y 199.
161
LYON (2007) p. 195; VODANOVIC (2001) p. 246.
162
VODANOVIC (2001) p. 246.
163
DUCCI (2000) p. 149.
164
DUCCI (2000) p. 149.
con la doctrina clásica, el patrimonio es transmisible 165. Ciertamente, la concepción que se
albergue en torno a la naturaleza del derecho real de herencia influye en la respuesta que se
dé a la cuestión referida.
e) Es único e indivisible. En principio, cada persona solo puede tener un patrimonio,
sin que exista la posibilidad de que este se fraccione en partes166.
Una consecuencia importante de concebir al patrimonio como un atributo de la
personalidad es que solo la persona, en función de su personalidad jurídica, está dotada de
patrimonio. En este sentido, no podría existir un patrimonio que no corresponda a una
persona167.
III. VENTAJAS DE LA DOCTRINA CLÁSICA
El patrimonio es una categoría que, concebida según los postulados de la doctrina clásica,
serviría para explicar varias instituciones y figuras jurídicas, destacando, especialmente, las
siguientes: a) la sucesión por causa de muerte y, en especial, el derecho real de herencia; b)
la garantía genérica de los acreedores y; c) la subrogación real168.
a) La idea de patrimonio permitiría explicar adecuadamente la sucesión por causa de
muerte, en cuanto aquello en que los herederos sucederían al causante es justamente la
generalidad de los derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria
contenidos en el patrimonio de este al momento de su muerte. De ahí que, con algo de
inconsistencia169, se afirme que el patrimonio sería transmisible 170. En palabras de Aubry y
Rau, “el conjunto de bienes de una persona no pierde por su muerte el carácter de
universalidad jurídica. Es con este carácter que esos bienes se transmiten, bajo el nombre de
“herencia”, a los que son llamados, por la ley o la voluntad del difunto, a recogerlos en su

165
VODANOVIC (2001) p. 249; FIGUEROA (2008) pp. 37 y 124. En una aproximación diversa, Ducci afirma
que el patrimonio, según la doctrina clásica, no es transmisible, aunque tal extremo, a su juicio, no encontraría
reflejo en nuestro ordenamiento jurídico (DUCCI (2000) pp. 143 y 146).
166
LYON (2007) p. 195; DUCCI (2000) p. 150; RUZ (2011) pp. 198 y 199.
167
VODANOVIC (2001) p. 249; LYON (2007) p. 195.
168
VODANOVIC (2001) p. 246; FIGUEROA (2008) pp. 29, 30 y 37.
169
En principio, si el patrimonio es realmente un atributo de la personalidad y se identifica con un continente
abstracto, debiese extinguirse al momento de la muerte de la persona, sin perjuicio de que su contenido, esto
es, los derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria, pasen a los herederos del difunto. En
rigor, no es indispensable acudir a la ficción de la subsistencia de la personalidad jurídica del causante en sus
herederos para explicar consistentemente que estos adquieren el contenido de lo que fue el patrimonio de
aquel.
Como sea, en lo que atañe a nuestro ordenamiento jurídico, pese a que los herederos suceden en todo o parte
de los “bienes, derechos y obligaciones transmisibles” de la persona difunta (ex artículo 951 del CC), cabe
reconocer que el tenor del artículo 1097 del CC deja relativamente claro que nuestro legislador sí ha asumido
la referida ficción de subsistencia de la personalidad jurídica del causante en sus herederos. De esta guisa, en
nuestro sistema se transmitiría tanto el continente como el contenido. El reconocimiento y la regulación que
hace el CC del derecho real de herencia refrendaría aquello. Los herederos serían a la vez condóminos de los
bienes que pertenecían a su causante (esto es, del contenido de su patrimonio) y titulares de todo o parte del
continente (en tanto continuadores de su personalidad legal). Para una revisión acuciosa de esta cuestión,
FIGUEROA (2008) pp. 80-85, 422-428, 595-626.
170
VODANOVIC (2001) p. 249; FIGUEROA (2008) p. 37.
totalidad o solamente en una parte alícuota”171. El mecanismo que permitiría hacer efectiva
la transmisión del patrimonio es el denominado derecho real de herencia, concebido
típicamente como el derecho real que se reconoce al heredero sobre todo o parte del
patrimonio de la persona difunta172.
b) La idea de patrimonio permitiría explicar también el mal llamado “derecho de
prenda general de los acreedores”173, en cuya virtud todos los bienes raíces o muebles del
deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables, pueden
servir para que sobre ellos persiga el acreedor la ejecución de su crédito no satisfecho 174. En
otras palabras, el deudor no solo afectaría los bienes existentes al tiempo en que contrajo la
obligación, sino también todos aquellos que pueda adquirir más tarde 175. Esta garantía
permite al acreedor obtener el embargo de los bienes del deudor y lograr su realización con
el fin de satisfacer su crédito con el precio obtenido.
c) La idea de patrimonio permitiría explicar asimismo el fenómeno de la
“subrogación real”. La subrogación real consiste en la sustitución de una cosa a otra en
términos tales que la nueva pasa a ocupar, jurídicamente, el mismo lugar de la antigua 176. El
ejemplo típico es la sustitución de un bien raíz que se incendia por la indemnización que
pague la compañía aseguradora por el siniestro. La subrogación real encontraría una
adecuada explicación en el hecho de que el patrimonio es una universalidad jurídica cuyo
contenido puede mutar a lo largo del tiempo, sin que por ello se altere el conjunto unitario
formado por los mismos. De esta guisa, si un individuo vende y transfiere un bien de su
propiedad, el precio que obtenga pasaría a ocupar en su patrimonio el lugar que antes
correspondía al bien177.
IV. CRÍTICAS A LA DOCTRINA CLÁSICA
La doctrina clásica deja sin una explicación consistente algunas instituciones que,
aparentemente, dan cuenta de patrimonios sin titular o patrimonio separados 178. Entre otras,
son instituciones que quedan sin una explicación satisfactoria:
a) El beneficio de inventario. En virtud de este beneficio el heredero responderá de
las deudas del causante únicamente con los bienes en que lo haya sucedido. De este modo,
se fracciona el patrimonio del heredero en dos: i. el relativo a los bienes que ha adquirido
por sucesión por causa de muerte (que es el patrimonio en que se harán efectivas las deudas
171
AUBRY y RAU (1873a) p. 253.
172
FIGUEROA (2008) pp. 37, 84 y 609-612. Según Somarriva, el derecho real de herencia es “un derecho real
que consiste en la facultad o aptitud de una persona para suceder en el patrimonio del causante o en una cuota
de él” (SOMARRIVA (1961) p. 41). Esta definición parece referirse más bien al derecho a la herencia, esto es, a
ser reconocido como heredero.
173
Tal como explica Ramos, la afectación del patrimonio del deudor no implica un derecho de prenda, que es
un derecho real que se constituye sobre un bien mueble (RAMOS (2008) p. 5).
174
En nuestro ordenamiento jurídico, la afectación de los bienes del deudor al cumplimiento de un
determinado deber de prestación está reconocida en el artículo 2465 del CC.
175
FIGUEROA (2008) p. 29.
176
VODANOVIC (2001) p. 247.
177
VODANOVIC (2001) pp. 247 y 248.
178
FIGUEROA (2008) pp. 30 y 31.
hereditarias) y; ii. el relativo a los bienes que haya adquirido por otros modos (tradición,
prescripción, accesión u ocupación), que se mantendrán a salvo179.
b) El beneficio de separación. En virtud de este beneficio los acreedores hereditarios
y testamentarios pueden pedir que no se confundan los bienes que antes eran del difunto
con aquellos que el heredero ha adquirido de forma independiente. De esta guisa, el
patrimonio del heredero se fracciona en dos: i. el relativo a los bienes que ha adquirido por
sucesión por causa de muerte (en el que los acreedores hereditarios y testamentarios podrán
obtener la satisfacción de sus créditos con preferencia a los acreedores propios del
heredero) y; ii. el relativo a los bienes que haya adquirido por otros modos (en el que serán
los acreedores propios del heredero quienes tendrán preferencia)180.
c) El patrimonio del que está por nacer. En el caso de que se defiera derechos al que
está por nacer, los bienes sobre los que recaigan estos derechos -de tratarse de derechos
reales- estarán sujetos a patria potestad o curaduría. De esta manera, toda vez que el
nasciturus no adquiere existencia legal sino una vez que ha nacido, los bienes conformarían
un patrimonio sin titular181.
d) El patrimonio del ausente. En el caso de que, cumplidos los requisitos, se declare
la muerte presunta de una persona desaparecida, el mandatario o representante legal del
desaparecido habrá administrado un patrimonio sin un titular entre la fecha que se ha fijado
como día presuntivo de su muerte y la fecha en que ha comenzado el período de posesión
provisoria o definitiva182.
e) El peculio profesional del menor sujeto a patria potestad o curaduría. Dado que
los bienes que forman parte del peculio profesional del menor están excluidos de la
administración del padre o madre que detenta la patria potestad o del curador, existiría un
fraccionamiento del patrimonio del menor: por un lado, los bienes que no forman parte del
peculio profesional estarían sujetos a la administración del padre, madre o curador; por el
otro, los bienes que forman parte del peculio pueden ser administrados separadamente por
el menor183.
f) El patrimonio de la sociedad conyugal. Si el ordenamiento jurídico de algún país
contempla a la sociedad conyugal como régimen económico matrimonial, es posible que
instituya la existencia de un patrimonio social distinto al patrimonio de cada uno de los
cónyuges. En principio, el patrimonio social, pese a ser administrado por uno o ambos
cónyuges estaría formado por el haber y el pasivo de la sociedad conyugal184.
179
En lo que atañe al ordenamiento jurídico nacional, véanse artículos 1247 y siguientes del CC.
180
En el derecho nacional, véanse artículos 1378 y siguientes del CC.
181
Para el caso chileno, véanse los artículos 77, 243 y 485 del CC.
182
Para el caso chileno, véanse los artículos 80, 81, 82, 83, 84 y 91 del CC.
183
En el caso nacional, el peculio profesional o industrial del menor sujeto a patria potestad o curaduría está
reconocido en los artículos 250 N° 1, 251 y 439 del CC.
184
En el caso de Chile, los artículos 1725 y siguientes del CC regulan los haberes y pasivos de la sociedad
conyugal, conformándose, de esta manera, una especie de patrimonio de afectación, con características
particulares. En lo que atañe a la administración, el vergonzoso artículo 1749 (todavía vigente, pese a su
inconstitucionalidad manifiesta) dispone que el marido es el jefe de la sociedad conyugal y como tal
g) El patrimonio reservado de la mujer casada en sociedad conyugal. En principio,
si el ordenamiento jurídico de algún país reconoce este beneficio 185, la mujer casada, que
desempeñe algún empleo, profesión, oficio o industria, separados de los de su marido,
administrará separadamente los bienes que adquiera en el marco de ese empleo, oficio,
profesión o industria y de los que adquiera mediante ellos. De este modo, el patrimonio de
la mujer se fraccionaría en dos: i. el relativo a los bienes que no ha adquirido en el marco de
su actividad independiente, cuya administración corresponderá, por (una nefasta) regla
general, al marido; y ii. el relativo a los bienes que ha adquirido en el marco de su actividad
independiente, cuya administración corresponderá a la propia mujer.
h) El patrimonio separado de la mujer casada en sociedad conyugal. Si a la mujer
casada en sociedad conyugal se hiciera una donación, o se dejare una herencia o legado,
con la condición precisa de que en las cosas donadas, heredadas o legadas no tenga
administración el marido, ella se hará dueña de tales cosas y las administrará
separadamente. De esta guisa, el patrimonio de la mujer nuevamente se fraccionaría en
dos186. Lo mismo ocurriría en caso de que, en virtud de una capitulación matrimonial, se
hubiere estipulado que la mujer administre separadamente alguna parte de sus bienes 187.
Como puede apreciarse, los casos de patrimonio sin titular ponen en cuestión que el
patrimonio sea un atributo de la personalidad. Por su parte, los casos de patrimonio
fraccionado (que dan lugar a patrimonios desmembrados o derivados del original) ponen en
cuestión la pretendida unidad e indivisibilidad del patrimonio. Los partidarios de la doctrina
clásica procuran explicar unos y otros casos como si fueran excepciones muy
extraordinarias a la regla general o ficciones que realiza el legislador para alcanzar ciertos
fines prácticos.
A mayor abundamiento, más allá de las dificultades para explicar ciertas
instituciones tradicionales de derecho civil, la concepción clásica del patrimonio, según
León y Mazeaud, “aparece rápidamente como demasiado estrecha y como un obstáculo
muy serio para el desenvolvimiento de las relaciones jurídicas” 188. En efecto, si una
determinada finalidad socialmente valiosa justificara que ciertos bienes fuesen agrupados
en función de su destino común, no sería una buena razón para rechazar el reconocimiento
de patrimonios derivados u autónomos la mera circunstancia de que el patrimonio es
concebido como un atributo de la personalidad y que, en virtud de ello, es único e
indivisible. En rigor, según se expondrá más adelante, no existe contradicción al afirmar
que el patrimonio es un atributo de la personalidad y, a la vez, sostener que el legislador
puede reconocer patrimonios derivados o autónomos189.
V. CRÍTICA A LA IDEA DE SUBROGACIÓN REAL

administra los bienes sociales y los de su mujer.


185
En el caso nacional, el patrimonio reservado de la mujer casada en sociedad conyugal está reconocido en el
artículo 150 del CC.
186
Véase, para el caso chileno, el artículo 166 del CC.
187
Para el caso chileno, véase el artículo 167 del CC.
188
LEÓN y MAZEAUD (1959) p. 441.
189
En sentido afín, LYON (2007) pp. 196 y 197.
La idea de subrogación real, especialmente cultivada por los suscriptores de la
doctrina clásica, resulta equívoca y no es realmente indispensable para explicar que el
contenido del patrimonio puede mutar con el tiempo 190. Como se verá, la mutación de los
bienes que componen el patrimonio se explica en razón de la unidad funcional de este. Es
esta unidad funcional, a su vez, la que permite explicar el derecho de prenda general y la
sucesión por causa de muerte.
En rigor, la sustitución de una cosa a otra en términos tales que la nueva pasa a
ocupar, jurídicamente, el mismo lugar de la antigua, es un fenómeno que requiere fuente
legal. En nuestro sistema, existe fuente para la subrogación, por ejemplo, en caso de
sustitución de la cosa hipotecada por la indemnización que deban pagar los aseguradores en
caso de que la referida cosa sufra un siniestro (ex artículo 2422 del CC); en los casos en que
perece la especie debida por hecho o culpa del deudor o durante su mora, debiendo ahora su
precio (ex artículos 1672, 1678, 1486 inciso 1°, 1521, 1502 inciso 2° y 1504 inciso 2° del
CC); y en el caso en que la especie debida perece por hecho o culpa de un tercero, pudiendo
el acreedor exigir, en vez de la cosa, los derechos y acciones que el deudor tenga contra
dicho tercero (ex artículo 1677 del CC).
VI. CONCEPCIÓN OBJETIVA O FINALISTA DEL PATRIMONIO
Conforme con la doctrina objetiva, nacida en Alemania -de la mano de Windscheid,
Brinz, Bekker y Enneccerus-, en la segunda mitad del siglo XIX, el patrimonio puede ser
concebido como un conjunto de derechos y obligaciones, susceptibles de valoración
pecuniaria, que están agrupados en torno a un destino o finalidad común. Los autores que
suscriben esta doctrina afirman que, si el ordenamiento jurídico atribuye derechos
subjetivos en función de intereses que estima dignos de protección, no resulta inconsistente
que, en función de esos mismos intereses, establezca eventualmente la agrupación de
determinados bienes y obligaciones. En su caso, los intereses que el ordenamiento estima
dignos de protección podrían justificar el fraccionamiento del patrimonio de una persona o
la formación de patrimonios que carezcan transitoriamente de un titular. Esta última
alternativa (la formación de patrimonios que carecen de titular) podría resultar beneficioso
para determinadas personas (v.gr., para los herederos que no han manifestado aceptación o
repudiación, en el caso de la herencia yacente; para el que eventualmente nazca y adquiera
existencia legal, en el caso del patrimonio formado con los derechos deferidos al
nasciturus) o, más en general, para la sociedad (v.gr., para fomentar la inversión, en el caso
de los fondos de inversión)191.
Obviamente, si un patrimonio carece de titular, necesitará un administrador. Este
administrador ha de ser siempre una persona (pues solo las personas están dotadas de

190
En sentido afín, BUSTAMANTE (1979) p. 65. Aparentemente en contra, destacando el rol que cumpliría la
subrogación real en la efectivad del derecho de prenda general, FIGUEROA (2008) p. 76. No obstante, el
mismo autor, más adelante, reconoce que la idea de subrogación real deja sin explicación que el acreedor
pueda hacer efectivo su crédito en los bienes que ingresan gratuitamente al patrimonio del deudor, ya sea por
mor de una tradición a título gratuito (donación), por sucesión por causa de muerte, por ocupación, por
accesión o por prescripción (FIGUEROA (2008) p. 136)
191
FIGUEROA (2008) pp. 39 y 40; LYON (2007) pp. 197 y 198; RUZ (2011) pp. 199 y 200.
entendimiento y voluntad), instituida por la ley para estos efectos, que ha de desempeñar su
función en aras de satisfacer el interés que el legislador pretende proteger192.
La idea de un conjunto de derechos y obligaciones, susceptibles de apreciación
pecuniaria, agrupados en torno a fin, brinda también una explicación adecuada del derecho
de prenda general y de la sucesión por causa de muerte. En el fondo, aunque el patrimonio
ya no sea tratado como un continente, identificándose con un conjunto concreto derechos y
obligaciones, la doctrina objetiva no abandona la idea de que se trata de una universalidad
jurídica193. Como sintetiza Figueroa, conforme con la referida doctrina, “el patrimonio es
una universalidad jurídica de bienes corporales e incorporales y de deudas, que tienen
significación económica, afectos a algún interés jurídico subjetivo u objetivo, individual o
colectivo, que tienen un administrador, que siempre es la persona humana”194.
La gran ventaja de la doctrina objetiva está dada por su enfoque teleológico, que
permite vincular el análisis de la categoría con los fines sociales y económicos que, en su
caso, podrían justificar nuevas agrupaciones de derechos y obligaciones. La teoría, en
consecuencia, resulta funcional para el quehacer legislativo, pues permite dotar de
consistencia dogmática el fraccionamiento de patrimonios o, derechamente, el
reconocimiento legal de patrimonios de afectación195.
La doctrina objetiva rápidamente ganó prestigio, encontrando adeptos tanto en
Francia (Saleilles, Gény, Démogue, Duguit, entre otros) como en Italia (Fadda, Bensa,
Ferrara, etc.)196.
VII. CARACTERÍSTICAS DEL PATRIMONIO SEGÚN LA CONCEPCIÓN OBJETIVA
Conforme a la doctrina objetiva, el patrimonio tendría las siguientes
características197:
a) Es independiente de la persona. Dado que el patrimonio es un conjunto de
derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria, organizado en torno a un
interés o finalidad común, no siempre será necesario que tenga un titular. Incluso, según
varios autores que suscriben la doctrina objetiva, una persona, de desprenderse de todos sus
bienes y no tener obligación alguna, no tendría realmente un patrimonio 198. A mayor
abundamiento, dado que una persona podría albergar algún interés digno de una protección
jurídica especial, es posible que el ordenamiento jurídico, si acaso concurran razones
suficientes para ella, permita que esa persona sea titular organice un patrimonio especial
dentro de su patrimonio originario. Se reconocen así los denominados “patrimonios
fraccionados”, es decir, conjuntos de derechos y obligaciones organizados en torno a fines
192
FIGUEROA (2008) pp. 44 y 45.
193
RUZ (2011) p. 200. Con todo, parte de la doctrina italiana sí lo hace. Al respecto, VODANOVIC (2001) pp.
250 y 251.
194
FIGUEROA (2008) p. 45.
195
LYON (2007) p. 198.
196
FIGUEROA (2008) pp. 40 y 41.
197
Cfr., FIGUEROA (2008) p. 52.
198
COVIELLO (1938) p. 273.
especiales, en oposición al patrimonio general y originario de la persona, que se encuentra
al servicio de los fines más genéricos de su existencia. En cada patrimonio fraccionado
opera una especie de limitación de responsabilidad, en el sentido de que las obligaciones
contraídas en su marco solo afectarán los bienes que se encuentran insertos en él.
b) Es una universalidad jurídica. Es una universalidad jurídica en tanto tiene un
origen legal y está, además, compuesta de elementos activos y pasivos 199. No obstante, a
diferencia de lo sostenido por los clásicos, los suscriptores de la doctrina objetiva
identifican la universalidad jurídica con un conjunto concreto de derechos y obligaciones
susceptibles de apreciación pecuniaria.
c) Es comerciable. Dado que el patrimonio es concebido como un conjunto concreto
de derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria, este está dentro del
comercio humano. De esta guisa, el patrimonio puede adquirirse y perderse por
prescripción y es, además, embargable.
d) Es alienable. El patrimonio puede transferirse por acto entre vivos.
e) Es transmisible. El patrimonio se transmite por causa de muerte.
f) Es divisible. El patrimonio originario puede eventualmente fraccionarse, si acaso
concurre alguna finalidad especial en torno a la cual el legislador permita la agrupación de
derechos y obligaciones.
VIII. CRÍTICAS A LA CONCEPCIÓN OBJETIVA
La doctrina objetiva resulta demasiada revolucionaria, pues su admisión supone una
revisión de distintas categorías jurídicas (como las de derecho subjetivo, sujeto de derecho,
capacidad de goce, obligación, etc.), generando un complejo problema de armonización y
sistematización del derecho200.
En efecto, si se admite que un patrimonio puede carecer de titular, los derechos
subjetivos que en él se encuentran carecerían de sujeto activo. Por ello, además de ampliar
la noción misma de derecho subjetivo201, algunos partidarios de la doctrina objetiva, en una
aproximación que no comparto, amplían también la noción de sujeto de derechos,
sosteniendo que no solo las personas naturales y jurídicas pueden ser titulares de derechos y
obligaciones, sino todo centro de interés al cual el legislador reconozca responsabilidad
autónoma202. Ello, a su vez, obliga a ampliar la noción de capacidad de goce, pues esta ya
no sería exclusivamente el fundamento de la personalidad jurídica. Ello, a su turno, lleva a
199
Para una revisión de las principales características de las universalidades de hecho, FIGUEROA (2008) pp.
64 y 65.
200
LYON (2007) p. 198.
201
Se sostiene que, si el derecho subjetivo está articulado en torno a la protección de un interés que el
ordenamiento estima valioso, es perfectamente posible que existan derechos que carezcan de un titular (o al
menos que carezcan de un titular que sea una persona), pues existen intereses de personas que aún no existen
o cuya existencia se desconoce (como el nasciturus y el desaparecido) que, siendo dignos de protección
jurídica, pueden ser gestionados por un administrador. Asimismo, existen intereses colectivos que, siendo
también dignos de protección jurídica, pueden ser también gestionados por un administrador (como ocurre en
el caso de los fondos de inversión). FIGUEROA (2008) p. 46.
separar tajantemente la capacidad de goce y la de ejercicio, toda vez que esta última, en
cuanto presupone discernimiento, solo puede corresponder a las personas. En fin, la noción
de obligación también tendría que ser reformulada, pues el vínculo, más que darse entre
sujetos, se daría entre patrimonios203. Este último extremo desconoce la injerencia que
puede tener el deudor en la subsistencia de la relación jurídica, pues, en rigor, este podría
ejecutar voluntariamente la conducta debida y con ello extinguir la obligación.
Por otro lado, identificar al patrimonio con un conjunto concreto de derechos y
obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria entraña el peligro de admitir que las
personas, si se desprendieran de todos sus derechos y extinguieran todas obligaciones,
quedarían sin patrimonio. Ello, en principio, puede configurar un atentado a la personalidad
jurídica, pues se frustraría la posibilidad de la persona de desenvolverse adecuadamente
como sujeto de derechos. A mayor abundamiento, si se estimara -como suelen hacer los
partidarios de la doctrina objetiva- que la persona no queda realmente imposibilitada de
adquirir derechos y contraer obligaciones, pudiendo dar forma a un nuevo patrimonio,
entonces sería forzoso reconocer que toda persona está dotada de un continente o esfera
(que puede estar vacía o con contenido), en la que se radicarán los derechos que adquiera y
las obligaciones que contraiga. Tal continente o esfera no es sino la idea de patrimonio
defendida por la doctrina clásica.
IX. EL PATRIMONIO EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO
Ni el Código Civil francés ni el Código de Bello regulan orgánicamente el
patrimonio204. El Código de Bello solo contiene algunas disposiciones dispersas que se
refieren explícitamente al patrimonio205, las cuales, en conjunto, no dan cuenta de que
recoja la doctrina clásica ni la objetiva. Ello es natural si se tiene en cuenta que tales
doctrinas son posteriores al Código Civil francés y que fue este el que sirvió de modelo a
las disposiciones relativas al patrimonio contenidas en nuestro CC206.
A partir de una lectura aislada de algunas disposiciones, podría desprenderse que
para nuestro CC el patrimonio no consiste tanto en un continente, sino en un conjunto de
derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria. Particularmente icónico
sería el artículo 1382, que, a propósito del beneficio de separación reconocido a los
acreedores hereditarios y testamentarios, dispone en su inciso 1° que “(o)btenida la
separación de patrimonios por alguno de los acreedores de la sucesión, aprovechará a los
demás acreedores de la misma que la invoquen y cuyos créditos no hayan prescrito, o que
no se hallen en el caso del número 1° del artículo 1380”. No obstante, otras disposiciones
originarias del CC parecen concebir al patrimonio como un continente, como ocurría

202
Al respecto, FIGUEROA (2008) pp. 46-48. Criticando la excesiva despersonalización a la que pueda
conducir una versión extrema de la doctrina objetiva, VODANOVIC (2001) pp. 249 y 250.
203
FIGUEROA (2008) pp. 48-51.
204
DUCCI (2000) pp. 143 y 144.
205
Entre otras disposiciones, véanse los artículos 85 inciso 2°, 347 inciso 2°, 362, 445 inciso 2°, 534, 535
inciso 2°, 996, 1066 inciso 2°, 1114, 1115, 1134, 1170, 1172, 1341, 1382, 1398, 1744 inciso 2° y 1750, todos
del CC.
206
FIGUEROA (2008) p. 77.
ejemplarmente con el derogado artículo 1172, que disponía que “la porción conyugal es
aquella parte del patrimonio de una persona difunta, que la ley asigna al cónyuge
sobreviviente, que carece de lo necesario para su congrua sustentación” 207.
Según Figueroa, Bello no mira al patrimonio como una abstracción que componga
una unidad del todo incomunicada con los derechos y obligaciones que la integran. Por el
contrario, Bello concebiría al patrimonio como una universalidad jurídica compuesta por
continente y contenido. Ello encontraría sustento en el artículo 951 del CC, que, aunque sin
hablar explícitamente de patrimonio, aclara cuál es su consistencia en nuestro sistema. El
referido artículo dispone que se sucede a una persona difunta a título universal “cuando se
sucede al difunto en todos sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles, o en una cuota
de ellos, como la mitad, tercio o quinto”. De esta guisa, el todo o la cuota estarían
perfectamente comunicados con los bienes, derechos y obligaciones transmisibles. Los
herederos no solo sucederían al causante en el continente (ex artículo 1097 del CC208), sino
también en el contenido209. Serían, a la vez, titulares de sus derechos reales de herencia (que
se refieren al patrimonio como continente)210 y condóminos de los bienes que pertenecían al
causante (que componen el patrimonio como contenido) 211. La idea de que el patrimonio es
una unidad formada por un conjunto de derechos y obligaciones, presentes o futuros,
encontraría también reflejo en los artículos 2465 y 1407 y 2056, todos del CC. Asimismo,
fórmulas tales como “las fuerzas del patrimonio” u otras análogas (véanse artículos 1066
inciso 2°, 1134 inciso 1° y 1744 inciso 2°, todos del CC), solo cobran sentido si se entiende
al patrimonio como una unidad formada por un conjunto de derechos y obligaciones
susceptibles de apreciación pecuniaria212.
Además, según Figueroa, sin perjuicio de reconocer a toda persona un patrimonio
originario, el CC no tendría problema en reconocer la existencia de patrimonios derivados,
los que también concebiría como unidades de continente y contenido. No obstante, las

207
FIGUEROA (2008) p. 78.
208
El inciso 1° del artículo 1097 del CC dispone que “(l)os asignatarios a título universal, con cualesquiera
palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos: representan
la persona del testador para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles”. Según la
interpretación dominante, Bello recoge en este artículo la antigua ficción de que los herederos suceden al
causante en sus derechos y obligaciones pues son continuadores de su personalidad jurídica. De esta guisa, la
representación de que habla la disposición se refiere al hecho de que los herederos pasan a ocupar su lugar,
como si fuesen la persona difunta misma. FIGUEROA (2008) pp. 422-428.
209
FIGUEROA (2008) pp. 80 y 81.
210
Son varias las disposiciones que permiten a Figueroa sustentar que el derecho real de herencia se refiere al
continente. Entre otras, el referido autor menciona los artículos 688, 1264 y 1268, todos los CC. Una lectura
conjunta de los últimos dos artículos permitiría sustentar que el heredero dispone de dos acciones: la acción
de petición de herencia, relativa a la herencia entendida como unidad, que permitiría reconocer al verdadero
heredero que es este quien ha sucedido al causante en todo o parte del continente; y la acción reivindicatoria,
que permitiría al heredero exigir la restitución de las “cosas hereditarias” (cosas que componen la herencia).
FIGUEROA (2008) pp. 84 y 85.
211
FIGUEROA (2008) pp. 84 y 85. En sentido cercano, aunque asumiendo que el derecho real de herencia no se
comunica con los bienes hereditarios, DUCCI (2000) p. 149.
212
FIGUEROA (2008) pp. 82 y 83.
características de incomerciabilidad, inalienabilidad e indivisibilidad solo serían
predicables respecto del patrimonio originario213.
En suma, Bello habría acuñado una noción pragmática de patrimonio, referida,
como se ha dicho, a una unidad de continente y contenido.
Es claro que el CC no asume que cada persona solo pueda tener un patrimonio. En
concreto, sin perjuicio del patrimonio originario -que corresponde a toda persona por el
solo hecho de serlo-, el CC reconoce los siguientes patrimonios derivados: a) el hijo púber
sujeto a patria potestad puede ser titular del patrimonio compuesto por su peculio
profesional o industrial (ex artículos 250 N° 1 y 251 del CC); b) el pupilo púber también
puede ser titular del patrimonio compuesto por su peculio profesional o industrial (ex
artículo 439 del CC); c) la mujer casada en sociedad conyugal puede ser titular de un
patrimonio de administración separada (ex artículos 166 y 167 del CC); d) la mujer casada
en sociedad conyugal puede ser titular de un patrimonio reservado (ex artículo 150 del CC);
y e) el patrimonio hereditario de un heredero cuando algún acreedor hereditario o
testamentario ha obtenido el beneficio de separación (ex artículos 1378 y siguientes del
CC)214. Un caso polémico es el del patrimonio hereditario del heredero que ha aceptado con
beneficio de inventario (ex artículos 1247 y siguientes del CC). Respecto a esta última
hipótesis, si bien parte de la doctrina estima que se trataría de una auténtica separación de
patrimonios215, la mayoría, a la luz del tenor de los artículos 1247 y 1260 del CC (que
hablan de valores y no de bienes) y de lo dispuesto en el artículo 520 N° 4 del Código de
Procedimiento Civil216, entiende que el beneficio no implica realmente una separación de
patrimonios, sino una mera limitación de la responsabilidad del heredero (al valor de lo que

213
FIGUEROA (2008) p. 85.
214
FIGUEROA (2008) pp. 86 y 87, 314-402, 433-436. Véanse también, LYON (2007) pp. 198-201; VODANOVIC
(2001) pp. 251 y 252. Ducci, en una aproximación que no comparto, afirma que el peculio profesional o
industrial del menor púber y los patrimonios reservado y de administración separada de la mujer casada en
sociedad conyugal no son patrimonios de afectación, pues no atienden a finalidades especiales (DUCCI (2000)
p. 151). En contra, LYON (2007) p. 201.
215
MEZA (1974) pp. 380-382; FIGUEROA (2008) pp. 431 y 432; ELORRIAGA (2015) pp. 652-658; LYON (2007)
p. 201.
216
El referido artículo 520 N° 4 del Código de Procedimiento Civil dispone: "Podrán también ventilarse
conforme al procedimiento de las tercerías los derechos que haga valer el ejecutado invocando una calidad
diversa de aquella en que se le ejecuta. Tales serían, por ejemplo, los casos siguientes: [...] 4º. El del heredero
beneficiario cuyos bienes personales sean embargados por deudas de la herencia, cuando esté ejerciendo
judicialmente alguno de los derechos que conceden los artículos 1261 a 1263 inclusive del Código Civil". A
su vez, los artículos 1261 a 1263 reconocen al heredero beneficiario el derecho de abandonar a los acreedores
los bienes hereditarios y liberarse de toda responsabilidad en el pago de las deudas hereditarias, así como
también el derecho de excusarse del pago por haber invertido ya el valor total de los bienes hereditarios en el
pago de obligaciones hereditarias y testamentarias. De este modo, el artículo 520 N° 4 del Código de
Procedimiento Civil refrendaría que los acreedores pueden perseguir los bienes propios del heredero si no
existe abandono o no se ha invertido aun el valor total de los bienes hereditarios ( CLARO (2013c) pp. 107 y
108).
fue asignado)217. Así también lo ha entendido alguna jurisprudencia 218. De esta guisa, los
acreedores hereditarios, con el límite del valor de lo asignado, podrían hacer efectivas sus
acreencias tanto en las cosas hereditarias como en los bienes propios del heredero. Esta
última interpretación, si bien presenta algunos problemas de coordinación normativa 219,
previene el nocivo efecto de que el heredero beneficiario defraude a los acreedores
hereditarios por el mero expediente de enajenar los bienes que le han sido asignados,
alegando luego que tales acreedores no pueden hacer efectivas sus acreencias en sus bienes
propios.
En otro aspecto que demuestra la noción pragmática y flexible de patrimonio
acuñada por Bello, es patente que el CC acepta la existencia de patrimonios que carecen
momentáneamente de titular. Son patrimonios sin titular: a) el patrimonio del ausente, que
permanece sin titular entre el día que se fija como fecha presuntiva de la muerte y el día en
que tiene lugar el decreto de posesión provisoria o definitiva de los bienes (ex artículos 80,
81, 82, 83, 84 y 91 del CC); b) el patrimonio del que está por nacer, que permanece sin
titular entre el día en que se le defieren los derechos y el día de su nacimiento (ex artículos
74, 77, 243 y 485 del CC); c) el patrimonio de personas futuras, que se mantiene sin titular
entre la fecha de la delación y la existencia de tales personas (ex artículos 962 incisos 3° y
4° y 963 del CC); y d) la herencia yacente (ex artículos 481, 1240, 482, 490, 488, 489, 484,
2509 y 491 del CC)220.
X. EL PATRIMONIO EN OTRAS LEYES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO CHILENO
Sin pretender agotar el tema, conviene tener a la vista algunos casos de patrimonios
derivados o autónomos reconocidos en leyes especiales.
1. El patrimonio de la empresa individual de responsabilidad limitada
El reconocimiento de un importante patrimonio de afectación, en su variante de
patrimonio derivado, tiene lugar en la Ley N° 19.857, de 11 de febrero de 2003, que
autoriza el establecimiento de empresas individuales de responsabilidad limitada.
Conforme con los artículos 1 y 2 de la ley, se autoriza a toda persona natural el
establecimiento de empresas individuales de responsabilidad limitada, consideradas como
personas jurídicas con patrimonio propio distinto al del titular, siempre comerciales y
sometidas al Código de Comercio cualquiera que sea su objeto. Las empresas individuales
de responsabilidad limitada podrán realizar toda clase de operaciones civiles y comerciales,
excepto las reservadas por la ley a las sociedades anónimas (artículo 2 inciso 2°).
217
CLARO (2013c) pp. 107 y 108; SOMARRIVA (1961) pp. 484-487; DUCCI (2000) p. 150; RODRÍGUEZ (2002)
pp. 158 a 160; DOMÍNGUEZ Y DOMÍNGUEZ (2011) pp. 68 y 69; RIVERA (2020) pp. 782-788. Este último autor,
si bien refiere que, en su opinión, el beneficio de inventario no implica una separación de patrimonios, luego
aporta diversas razones que conducirían a la conclusión contraria.
218
Corte Suprema, 11 de agosto de 1949, RDJ, tomo 46, sección 1, p. 665; Corte de Apelaciones de Talca, 5
de octubre de 1914, Gaceta, 2º semestre, sentencia Nº 507, p. 1348; Corte Suprema, 9 de septiembre de 2008,
rol Nº 3351-2007, cons. 4, sentencia de reemplazo.
219
Algunas disposiciones del CC solo cobran sentido si el beneficio de inventario implica una separación de
patrimonios. Así ocurre con los artículos 1259, 1262, 1263, 1610 N° 4 y 2487.
220
FIGUEROA (2008) pp. 87 y 88, 403-420.
En lo que atañe al patrimonio, la regla fundamental es el artículo 8 inciso 1°, que
dispone que la empresa individual de responsabilidad limitada responderá exclusivamente
por las obligaciones contraídas dentro de su giro, con todos sus bienes. De esta manera, el
legislador reconoce la universalidad jurídica que caracteriza al patrimonio, esto es, una
unidad conformada por derechos y obligaciones susceptibles de apreciación pecuniaria.
Si bien podría aducirse que la empresa individual de responsabilidad limitada es una
persona jurídica y que, por tanto, su patrimonio deriva de su propia personalidad jurídica
(ex artículo 2 de la ley N° 19.857), en términos prácticos se trata de un patrimonio derivado
pues detrás de la empresa existe una persona natural a la que el legislador ha permitido
agrupar determinados bienes de su patrimonio originario con el fin de desarrollar un
negocio con una medida controlada de riesgo 221. Esta no responderá con los bienes que
conforman su patrimonio originario de las deudas contraídas en el giro de la empresa. El
artículo 8 inciso 2° aclara que el titular de la empresa responderá con su patrimonio
únicamente del pago efectivo del aporte que se hubiere comprometido a transferir a la
empresa, ya sea en la escritura de constitución o en sus modificaciones.
2. Los fondos mutuos y de inversión
La gestión de fondos mutuos o de inversión se encuentra actualmente regulada por
la Ley N° 20.712, de 7 de enero de 2014, sobre administración de fondos de terceros y
carteras individuales. Conforme con el artículo 1 letra b) de la referida ley, un fondo es un
“patrimonio de afectación integrado por aportes realizados por partícipes destinados
exclusivamente para su inversión en los valores y bienes que esta ley permita, cuya
administración es de responsabilidad de una administradora”.
Cabe destacar que el legislador trata el fondo como un patrimonio de afectación,
refrendando con ello el distanciamiento de nuestro ordenamiento jurídico de la doctrina
clásica del patrimonio. A mayor abundamiento, la mención a una destinación común y al
hecho de que la administración es realizada por un tercero podrían sugerir una recepción de
la doctrina objetiva.
Según Lyon, resulta discutible el reconocimiento de un patrimonio de afectación en
torno a meros fines de inversión, pues, en rigor, la rentabilidad que espera obtener cada uno
de los partícipes no sirve más que como un valor pecuniario destinado a satisfacer sus
propios fines generales. Desde esta perspectiva, las inversiones serían meros medios
tendientes a la obtención de determinados fines 222. No obstante, a mi juicio, en la medida
que la inversión sea estimada como algo valioso por la sociedad, es perfectamente
consistente que el legislador brinde una protección jurídica especial a las inversiones y
reconozca, en consecuencia, que la agrupación de un conjunto de bienes en torno a fines de
inversión configura un auténtico patrimonio de afectación.

221
En sentido afín, FIGUEROA (2008) p. 587.
222
LYON (2007) pp. 203 y 204.
Dado que el fondo es un patrimonio que carece de titular, cabe hablar de patrimonio
autónomo223.
XI. COLOFÓN
A la luz de lo expuesto, creo que existe base dogmática y normativa suficiente para
concluir que el patrimonio es un atributo de la personalidad, pues es un presupuesto
indispensable para que la persona pueda desenvolverse adecuada y libremente en el tráfico
jurídico. No debe perderse de vista que la noción de patrimonio sirve para reforzar la
libertad de la persona, en cuanto permite que esta no responda de sus deudas con su propio
cuerpo y/o libertad, sino con los bienes sobre los que tenga algún derecho.
Sin embargo, lo anterior no es óbice para reconocer que, en aras de alcanzar fines
prácticos, el legislador puede reconocer la existencia de patrimonios derivados o incluso
autónomos. En rigor, siguiendo a Bustamante, todo patrimonio se organiza en torno a una
finalidad: el patrimonio originario, que es el verdadero atributo de la personalidad, tiene por
finalidad posibilitar la actuación de la persona en el tráfico jurídico, en cuanto permite que
los derechos y obligaciones que adquiera o asuma encuentren cobijo en una esfera jurídica
propia y personal224. No obstante, tan pronto alguna finalidad especial justifique, según lo
que se estime socialmente valioso, la creación de un patrimonio derivado o de un
patrimonio autónomo, el legislador puede, sin contradicción, proceder a su reconocimiento.
Después de todo, el reconocimiento de patrimonios derivados o autónomos no obsta a la
máxima de que toda persona cuente con al menos un patrimonio (el originario). El
patrimonio originario es el único que constituye un atributo de la personalidad, no tanto
porque sea una emanación de la personalidad, sino porque sirve al fin de que la persona
pueda desenvolverse en tal carácter225.
El patrimonio originario de la persona natural, al ser un atributo de la personalidad,
es efectivamente inalienable e incomerciable. Además, aunque discutiblemente, podría
afirmarse que el patrimonio originario es también indivisible, pues el reconocimiento de un
patrimonio derivado solo implica que determinados derechos y obligaciones no forman
parte del patrimonio originario226. Ello me lleva a preferir la fórmula “patrimonio derivado”
antes que la de “patrimonio fraccionado”227 o “patrimonio separado”228.
Asimismo, a mi juicio, el patrimonio originario es dogmáticamente intransmisible,
aunque en nuestro derecho positivo, con base en la ficción de la subsistencia de la
personalidad jurídica del causante en sus herederos (ex artículo 1097 inciso 1° del CC), ello
no ocurre así.

223
Utilizando también la fórmula “patrimonio autónomo”, VODANOVIC (2001) pp. 252 y 253.
224
BUSTAMANTE (1979) pp. 85 y 86.
225
En sentido afín, LYON (2007) pp. 196 y 197. Afirmando también que solo el patrimonio originario es un
atributo de la personalidad, DUCCI (2000) p. 150.
226
Supongo que esta es la indivisibilidad a la que se refiere Figueroa. FIGUEROA (2008) p. 85.
227
Utilizando la fórmula “patrimonios fraccionados”, DUCCI (2000) pp. 150 y 151; LYON (2007) pp. 198-201.
228
Utilizando la fórmula “patrimonios separados”, VODANOVIC (2001) pp. 251 y 252.
Los patrimonios derivados o autónomos, por su parte, pueden o no ser comerciables,
alienables, transmisibles y divisibles según la naturaleza de la finalidad que justifica su
reconocimiento229. Estos patrimonios, como es evidente, no constituyen realmente atributos
de la personalidad.

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