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Apuntes, lecciones Tema 1-15 - apuntes historia medieval i

Historia Medieval (UNED)

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TEMA 1.- LAS MIGRACIONES


GERMANICAS. EL FIN DEL IMPERIO EN
OCCIDENTE
1.- LA CRISIS DEL BAJO IMPERIO

Algunos escritores latinos como Séneca, Floro y especialmente Marcelino, percibieron ya la


decadencia de Roma, y la achacaban a la desidia de sus gobernantes, al hedonismo de su población y a la
presencia en sus fronteras y en su población de numerosos pueblos bárbaros, es decir, existía una
descomposición interna y peligros exteriores.

Desde el siglo III se asiste a una imparable crisis que va minando el Imperio, que no pudieron frenar
las reformas de Diocleciano, Constantino y Teodosio. Una fiscalidad abrumadora ahogaba a los más
humildes, mientras los grandes propietarios senatoriales ahogaban a los sectores más humildes,
controlándolo todo, incluso el propio Estado. La sociedad se jerarquiza y los cargos se heredan, tanto en las
magistraturas como en el campo, y se adscriben los colonos a la tierra. Se estableció un régimen de castas
que logró retrasar la crisis, pero no evitarla. La sociedad se ruraliza mientras las ciudades pierden
importancia y se asiste al creciente empobrecimiento, más perceptible en Occidente que en Oriente,
aunque la unidad monetaria se mantiene gracias a la creación por Constantino del solidus de oro.

Diocleciano intentó solucionar la dificultad que entrañaba regir un imperio tan vasto, creando junto
a él la figura del “Augusto”, a la que se añadió poco después la de los dos “Cesares”. El abandono de Roma
como residencia del emperador por Milán o Rávena fue otro de los síntomas de la crisis. Constantino,
apostó por la unión que representaba el cristianismo y el poder de la política, lo que influyó en el futuro de
Europa, pero con la fundación de Constantinopla (324) y el traslado de las principales magistraturas,
contribuyo aun más al hundimiento de la parte Occidental del imperio. En el 395, a la muerte de Teodosio,
el imperio se divide definitivamente, con su hijo Arcadio gobernando Oriente y Occidente bajo el mando de
su hermano Honorio.

Desde el 392, el cristianismo es la religión oficial del imperio, aunque la antigua religión se
mantiene en zonas rurales (pagus). En el siglo V los cristianos son mayoría en el Imperio y los emperadores
ven en su religión un factor de cohesión del mismo, aunque sean víctimas de disputas teológicas,
teniéndose que decantar por una facción enfrentándose a la rival. Según algunos autores paganos, el
desastre de Adrianópolis (378) o el saqueo de Roma por Alarico (410), son achacados a la difusión del
cristianismo. San Agustín interpreto la grandeza de Roma mientras practicaba las virtudes morales, pero sus
pecados actuales le habían atraído la cólera divina, con la consecuencia de que impregnó toda una
historiografía medieval desconocida hasta entonces por los romanos, en el que Dios se inmiscuía en la vida
de los hombres.

Si la Iglesia podía contribuir a reforzar el Imperio, como pensaron Constantino y sus sucesores, el
ejército pensaba que podía contribuir a debilitarlo. El ejército estaba compuesto fundamentalmente por
soldados romanos, pero desde la época de Constantino y Teodosio, se van integrando elementos bárbaros,
debido a la extensión del limes y al hecho de que los romanos podían librarse del servicio militar mediante
el pago de un rescate en metálico. Esta solución intereso a los emperadores ya que permitía contratar a las
tropas que interesaban, en los lugares donde se necesitaban, y hasta Teodosio, se favoreció la presencia

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masiva de bárbaros en el ejército en calidad de foederati. Los elementos más destacados de estos grupos
alcanzaron las más altas magistraturas del estado (Estilicón, Aécio), interviniendo y condicionando muchas
veces la política y la sucesión al trono. Se calcula que el ejército estaba compuesto por 200.000 efectivos
repartidos por todo el limes. Francos, Godos, Burgundios, Sármatas,…todo menos romanos. Roma sin darse
cuenta, había puesto su suerte en manos de sus invasores

Italia y Roma en particular pagaron el precio más alto con la desaparición del Imperio de Occidente.
Roma, que llegó a tener una población de un millón de habitantes, vio reducida su población a unos diez
mil. Grandes historiadores como Gibbon, Taine, Rostovcev o Piganiol, no han parado de preguntarse cómo
fue posible tal decadencia.

2.- LOS PUEBLOS BARBAROS ANTES DE LAS INVASIONES

El papel que los llamados pueblos bárbaros tuvieron en el nacimiento de Europa, siempre ha sido
fundamental en la moderna historiografía. Se habla de "invasiones bárbaras" (historiadores mediterráneos)
o "migraciones de pueblos" (historiadores centroeuropeos). Tácito (año 10 d. de C.) los definió como
"pueblos de nobles salvajes", no contaminados por la cultura urbana, en su "Germania".

El término bárbarb, de origen griego, se utilizaba para denominar a toda persona extranjera, pero
pronto adquirió un valor despectivo. Se les identificaba como salvajes que vivían en chozas, feroces y
belicistas, frente a los disciplinados romanos. Frente a esto, los autores clásicos destacaban la moralidad de
sus costumbres, la fidelidad conyugal y el desprecio de todo tipo de espectáculos, es decir, como eran los
romanos primitivos.

Casi todo lo que se conoce de ellos procede de autores clásicos latinos y griegos y. gracias a la
arqueología, su visión hoy se ajusta más a la realidad. No se posee ninguna fuente escrita directa, salvo
algunas inscripciones rúnicas germánicas. Beda el Venerable (s. VIII) y el longobardo Paulb Diácbnb (s. VIII)
escribieron en latín la historia de sus pueblos y los primeros escritos no fragmentarios proceden de
Inglaterra (s. VII), con algunas leyes escritas y el poema épico "Beowulf".

Los limes del Imperio o frontera, estaba fortificada en muchos lugares y protegida por numerosas
torres de defensa, y en otras, era fácilmente permeable debido al abandono y escasos medios para su
defensa. Tras de él estaban apostados numerosos pueblos, algunos de ellos hostiles al Imperio. Estos,
recibían el apelativo de barbari (bárbaros), aun cuando el grado de “civilización” varía enormemente de
unos a otros.

En la frontera oriental (Eufrates) se encontraban los persas, un enemigo de gran envergadura, con
los mismos métodos de combate y que busco la sincronía de sus ataques con otros pueblos bárbaros.
Aunque los eslavos no representaban un peligro inminente, era un enemigo en potencia, y prácticamente
desconocidos por los romanos.

En las costas del Mar del Norte se establecían los anglos y sajones. En la península de Jutlandia y la
desembocadura del Elba, los jutos y frisones, y en Gran Bretaña e Irlanda, los pictos y escotos. Todos estos
pueblos de la Edad de Hierro, poseían organización tribal formando federaciones de clanes más o menos
unidos, y sus incursiones asolaban las costas romanas de Britania y la Galia.

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En la desembocadura del Rin, se encuentran los francos, entre el Rin y el Danubio, los alamanos, y
en el Danubio Medio, a los cuados y marcomanos, todos ellos paganos y componiendo una sociedad de
soldados y campesinos.

Junto al Elba se asientan los burgundios, vándalos y lombardos, mejor estructurados, con reyes a la
cabeza y practicantes del arrianismo. Tras el Danubio, en las llanuras rumanas y rusas, se hallan los
visigodos y ostrogodos, que tras un largo aprendizaje junto a los alanos, se convirtieron en expertos jinetes,
y fueron los que más evolucionaron por el contacto con el Imperio de Oriente. En las fronteras romanas de
África, se encontraban los pueblos beréberes que no representaban ningún peligro importante.

3.- LOS HUNOS Y LA PRIMERA INVASION GERMÁNICA

El primero en utilizar el término de "germano" fue Julio César. Hasta entonces sólo existían para los
romanos dos grupos barbaros: los escitas, en las estepas de Europa Oriental, y los céltas, en la Galia,
Britannia y Europa Central. Cesár descubrió más allá del Rin existían otros pueblos de costumbres mas
primitivas que las de los galos y a esta región la llamó Germania delimitada al Norte por el Báltico, al Oeste
por el Rin, al Este por el Vístula y al Sur por el Danubio, quedando fuera los pueblos godos (ostrogodos y
visigodos) que desde el s. III estaban establecidos cerca del Mar Negro y Bajo Danubio.

Los pueblos bárbaros situados tras los limes mantuvieron un contacto fluido con el Imperio romano,
mediante contactos comerciales y sirviendo como soldados, sin representar un peligro inminente y
manteniéndose un cierto equilibrio. Pero este estado cambio con la aparición de un pueblo venido de las
estepas del Asia Central, los hunos. Se trataba de un pueblo de nómadas, de corta estatura, que no
practicaban ningún tipo de agricultura, pero eran hábiles jinetes con una extraordinaria movilidad frente a
las lentas legiones romanas. Su hogar lo constituían grandes tiendas de pieles y fieltro montadas sobre
carros, y despreciaban la vida urbana, sembrando el terror por donde pasaban.

A principios de nuestra era estaban asentados en las estepas del Mar de Aral y del lago Baikal, pero
en el siglo IV, se ponen en movimiento hacia Occidente, rodeando el mar Caspio por el norte, empujando a
los alanos hacia el Oeste. Tras cruzar el Don, derrotan a los ostrogodos en el año 374, y a su vez desplazan a
los visigodos hacia la frontera del Danubio. Los visigodos (en parte romanizados y de religión arriana),
cruzaron el Danubio en el año 376 y se instalaron en la Mesia (Bulgaria), tras pactar (un foedus) con el
emperador Valente, sirviendo como campesinos y soldados bajo el sometimiento de las leyes romanas.
Nunca antes entro en el Imperio un contingente tan numeroso de bárbaros (70.000), y los problemas
surgieron con la dificultad de avituallamiento y por la incompetencia de los gobernadores romanos.
Estallaron revueltas que Valente tuvo que afrontar, sin esperar los refuerzos de Graciano desde Galia, y fue
derrotado por los visigodos el 9 de Agosto de 378, falleciendo en combate. Los visigodos pactaron con el
nuevo emperador Teodosio un nuevo tratado en el año 382, estableciéndose en Mesia como foederati.

Tras la muerte de Teodosio en el 395, Alarico (Rey de los Visigodos), reclamó a Arcadio el titulo de
magister militum, y al serle negado, amenazo a Constantinopla. En el 410 invadió el norte de Italia, pero fue
rechazado por el vándalo Estilicón (General del joven Honorio), pero el posterior asesinato de dicho general
y la huida de Honorio a Rávena, dejo el camino libre hacia Roma para Alarico, que fue tomada y saqueada el
24 de Agosto del 410. El saqueo de la ciudad provoco una gran conmoción y anunciaba el fin de una era.
Alarico murió poco después en el intento de dirigirse al Sur para pasar al Norte de África, y su sucesor,
Ataúlfo (que se caso con Gala Placidia, hermana de Honorio), reemprendió el camino hacia el Norte
entrando en la Galia en el 412.

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4.- LAS GRANDES MIGRACIONES


4.1 Suevos, vándalos y alanos

La presión de los hunos obligó a los alanos a desplazarse hacia las llanuras de Hungría donde se
asentaban los vándalos asdingos. Avanzaron hacia el Rin arrastrando a los vándalos silingos y suevos
asentados sobre el Maine. El 31 de Diciembre del 406 estos pueblos atravesaron el Rin por Maguncia
(escasamente defendido por los francos ripuarios establecidos como federados). Recorrieron y asolaron la
Galia, desprovista de tropas imperiales desde que Estilicón se las llevo hacia Italia para repeler el ataque de
Alarico en el 401. Tras un lento avance por la Galia (ya que se desplazaban con mujeres, niños y ganado),
saquearon la Aquitania y se dirigieron a Hispania, atravesando los Pirineos en el otoño del 409. Los
historiadores Orosio e Hidacio transmitieron en sus escritos las vicisitudes de estos pueblos en Hispania, los
cuales, tras llegar a un acuerdo con los representantes del emperador en el 411, los suevos y vándalos se
establecieron en Galicia y Norte de Portugal, los alanos en la Lusitania y la Cartaginense, y los vándalos
silingos en la Bética (actual Andalucía).

El incumplimiento del pacto de estos pueblos y los numerosos saqueos, hizo que el Imperio
encargara al Rey Visigodo, Valia, que sometiera a dichos pueblos. Tras varias campañas sometió a vándalos
silingios y alanos, pero los supervivientes encontraron refugio en Galicia. Gran parte de la Península volvía
al dominio teórico de Roma, y los visigodos fueron acantonados en Aquitania en el 418, con capital en
Tolosa.

Los vándalos asdingos y alanos, al mando de Gunderico, se apoderaron de la Bética y tras aprender
técnicas náuticas, invadieron las Baleares. Al mando de Genserico, cruzaron el Estrecho de Gibraltar en
Mayo del 429, iniciando la conquista de África con 70.000 efectivos según escritos de Víctor de Vita. En el
asedio de Hipona ((430-431) murió su obispo San Agustin, y mediante un foedus en el 435, Genserico entró
al servicio del Imperio, estableciéndose en Numidia. Este rompió el pacto y conquistó Cartago, Sicilia y
Cerdeña, mientras Roma acordaba el matrimonio de Eudoxia (hija mayor de Valentiniano III) con Hunerico
(hijo de Genserico), como medida para apaciguar los ánimos. Aun así, Genserico no reconoció la autoridad
de Roma, creándose así el primer reino independiente, reconocido por el emperador Zenón en el 474.

4.2 Los bárbaros en el norte de la Galia y Gran Bretaña

En la Galia destacan los francos, divididos en salios y ripuarios o renanos. Los salios se extendieron
por las costas de Holanda y Norte de Bélgica, siendo fijados por Aecio como federados, y con capital en
Tournai, donde fue enterrado su rey Childerico. Los ripuarios se establecieron en el Rin Medio, zona de
Bonn y Colonia, y se desplazaron en el año 407 cruzando el Rin hacia el valle del Mosela, Alsacia y el
Palatinado, donde se asentaron desde mediados del siglo V. Hay que señalar que los francos fueron los
únicos que no perdió el contacto con su lugar de origen.
Los burgundios (instalados en la orilla derecha del Rin), se dirigieron hacia Occidente siendo vencidos por
Aecio en el 436, muriendo en batalla su rey Gunther (siendo narrada su muerte en el poema épico los
Nibelungos). Este pueblo se instalo en la Saboya francesa hacia el 443.
En Gran Bretaña, la presencia romana fue débil y sin extensión en toda la isla, alcanzado sólo hasta el Muro
de Adriano. Las últimas tropas romanas abandonaron la isla en el 407, cuando el usurpador Constantino las
traslado a la Galia para enfrentarse a Honorio. Los celtas y escotos, procedentes de Irlanda, ocuparon la
costa occidental de Cornualles hasta Escocia, y los anglos, sajones y jutos (germanos), procedentes de
Dinamarca ocuparon las costas orientales. Las continuas masacres de bretones por parte de los invasores,
dio lugar a la migración masiva hacia la actual Bretaña francesa.

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Otro territorio que perdió definitivamente el Imperio, fue la Panonia (Hungría), ocupada por los ostrogodos
desde que en el 380, Teodosio permitió su asentamiento. Tras su derrota en el 451, los ostrogodos se
dirigieron a la Mesia, siendo ocupada Panonia por los gépidos, hasta que fueron vencidos por los ávaros y
lombardos.

5.- EL FINAL DEL IMPERIO DE OCCIDENTE

A finales del siglo IV los hunos estaban instalados en las llanuras de Ucrania y Rumania, y se sabe
que contingentes de hunos servían como mercenarios en el ejército romano. Hacia el 405 entraron en
Hungría y desalojaron a los vándalos asdingos, ocupando sus territorios. En el 446 Atila asesino a su
hermano Bleda, quedando como rey único, para después, reclamar matrimonio con Honoria (hermana del
emperador Valentiniano III), y la mitad del Imperio. Entró en negociaciones con el rey visigodo Teodoredo
(de Tolosa) para formar una pinza entre ambos y acabar con el Imperio. Atila tenía a su servicio a germanos,
griegos y romanos. Su secretario era el romano Orestes (padre del último emperador de Occidente, Rómulo
Augústulo), y su embajador era Edecco (padre de Odoacro).

En la primavera del 451, Atila cruzo el Rin apoderándose de Metz, Reims, Troyes, y sitio Orleáns.
Aecio, con un ejército de bárbaros (entre los que se encontraba Teodoredo), los derrotó en el Campus
Mauriacus (a 20 km de Troyes), donde murió el rey visigodo. Atila volvió a la carga al año siguiente
arrasando Aquilea y llegando a Milán y Pavía. El Papa San León Magno, compro la retirada de Atila, a cambio
de un gran tributo, pero Atila murió mientras dormía en el 453. Su imperio presa de las luchas por la
sucesión entre sus hijos, entro en crisis y desapareció. Los pueblos sometidos (gépidos, ostrogodos y
sármatas), recobraron su libertad, y lo que quedo de los hunos se apostaron en las llanuras del Norte del
Mar Negro, hasta que fueron aniquilados por los ávaros en el siglo VI.

Valentiniano III, celoso de los triunfos de Aecio, lo asesino con sus propias manos en el 454, pero 6
meses después, el emperador fue asesinado por un soldado de Aecio en el 455. El Imperio de Occidente
entro en una lenta agonía, sucediéndose hasta 9 emperadores, hasta que el 4 de Septiembre de 476 el
magister militum Odoacro depusiera al joven Rómulo Augústulo. Remitió las insignias imperiales al
emperador Zenón de Oriente, significando que con un único emperador en Oriente y un magister militum
en Occidente, era suficiente. El poder de Roma subsistía únicamente en Oriente y en Italia, con sólo un
emperador y un solo imperio.

6.- LOS REINOS BARBAROS HASTA SU DECLIVE


6.1 Vándalos

Las luchas dinásticas y las persecuciones religiosas marcaron los destinos del reino vándalo hasta su
final. Los sucesores de Genserico, fervientes arrianos y antirromanos, desterraron a numerosos católicos,
confiscaron sus tierras y desataron crueles persecuciones contra obispos y sacerdotes. La elección de
Hilderico (523) desató la reacción del bando opuesto a su entendimiento con los católicos y lo depusieron
en el 530, lo que supuso la intervención de Justiniano, que supuso la desaparición del reino Vándalo.

6.2 Visigodos

Tras la muerte de Teodorico I ( o Teodorero) en los Campos Calalaúnicos (o Locus Mauriacus) (451),
sus hijos se hicieron con el poder y los visigodos se extendieron por la Galia, al tiempo que, como
federados, intervenían en Hispania para frenar a los suevos de Galicia. El rey Eurico en el 466, ocupo

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Provenza hasta los Alpes y se lanzo a la conquista de la Tarraconense, ocupando Pamplona y Zaragoza. A su
muerte en el 484, el reino visigodo se extendía a ambos lados del Pirineo, pero su arrianismo les enfrentaba
a sus súbditos católicos, galos e hispanos.

Alarico II (hijo de Eurico y yerno del ostrogodo Teodorico), se enfrento a los francos de Clodoveo,
que lo vencieron y mataron en la batalla de Vouillé (cerca de Poitiers) en el 507. La presión de los francos
hizo que los visigodos fueran trasladándose a Hispania, ocupando progresivamente la Tarraconense y la
Bética. Los mayores asentamientos se establecieron en Burgos, Palencia y Valladolid donde se han
encontrado numerosas necrópolis del siglo VI.

Hasta los reinados de Leovigildo en el 568 y su hijo Recaredo en el 586, no adquirieron los visigodos
el pleno dominio de la Península, tras incorporar el reino suevo, recobrar parte de la Bética (en manos
bizantinas), y lograr la unidad religiosa con la conversión al catolicismo en el III Concilio de Toledo en el 589.
Desde ese momento se puede hablar de una monarquía nacional que logro unir en un mismo ideal a
visigodos e hispanorromanos, hasta el llamado “morbo gótico” o asesinato de los reyes para alcanzar el
trono, y que dieron al traste este reino hasta el año 711.

6.3 Francos

Los francos salios tras enterrar a su rey Childerico en Tournai en el 481, eligieron a su hijo Clodoveo
como rey. Su primer objetivo fue acabar con la presencia de tropas romanas en la Galia, tomando su capital
Soissons, y ocupando Somme y el Loira (frontera con el reino visigodo). Los alamanos, situados entre
Basilea y Besanzón se extendieron hacia el norte a costa de los francos ripuarios hasta que fueron
derrotados en Tolbiac en el 496.

El pagano Clodoveo fue bautizado por San Remigio, el 25 de Diciembre de 498 o 99, convirtiéndose
en el primer rey bárbaro convertido al catolicismo. Los obispos católicos y galorromanos vieron en él su
salvación, ya que su campaña contra los visigodos, se convirtió en una guerra de liberación. Al morir en Paris
en el 511, había sellado un pacto sólido entre bárbaros vencedores y la población galorromana. Sus hijos
sometieron a los burgundios (523), turingios (531), alamanes (536) y bávaros (555). Clotario I (a su muerte
en el 561), se había convertido en el monarca bárbaro más poderoso, extendiendo sus dominios por casi
toda Galia y Germania (desde el Mar del Norte hasta el Mediterráneo, y desde el Atlántico hasta el Rin).

6.4 Ostrogodos

Tras la muerte de Atila, quedaron acantonados en el 483 en la Mesia Inferior al mando del rey
Teodorico, de la familia real de los Amalos, y con conocimiento sobre la corte de Constantinopla, ya que fue
rehén durante 10 años. Apoyo la candidatura de Zenón y colmado de honores fue enviado a Italia en el 488
como magister militum praesentialis y cónsul, para deshacerse de Odoacro, asesinándolo en un banquete
en el 493. Los ostrogodos se asentaron en el norte de Italia siguiendo el régimen de la hospitalitas,
obteniendo la tercer parte de los dominios rurales.

Teodorico fue un gran admirador de la civilización romana y dejo la administración en manos


romanas. Pretendió ejercer su influencia sobre los pueblos bárbaros utilizando la hábil política matrimonial,
y su reino se extendió desde el Ródano hasta el Danubio, incorporando toda Italia y parte de Panonia y
Dalmacia. Aun siendo arriano, siguió una política de tolerancia con los católicos, e hizo de Rávena la capital
del reino, donde se levantaron palacios e iglesias. La Historia le otorgo el título de el Grande, y a su muerte
en el 526, le sucedió su nieto con la regencia de su madre Amalasunta, que no supo continuar la labor de

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Teodorico y siendo víctima de conjuras nacionalistas, solicito el amparo de Justiniano. A su muerte en el 535
justifico la intervención bizantina y tras numerosas luchas que arruinaron Italia, el reino desapareció en el
562 pasando a formar parte del Imperio Bizantino.

6.5 La Heptarquia anglosajona

La primitiva población celta, parcialmente romanizada, los bretones , emigraron hacia la Bretaña
francesa o se refugiaron en Gales y Cornualles , siendo prácticamente exterminada del resto de la isla. Los
bretones habían sido cristianizados, mientras que los invasores eran paganos, lo cual les hacia
incompatibles. Esta época se conoce como Heptarquía, ya que fueron 7 los reinos que se formaron:
 Sussex, Essex y Wessex por los sajones
 Anglia del Este, Mercia y Northumbria por los anglos
 Kent por los jutos

La figura descollante de algunos reyes hizo que alguno adquiriera supremacía temporal sobre los demás
y se le reconoció con el título de bretwalda. Hasta su conversión al cristianismo (año 600), en tiempos de
San Gregorio Magno, los anglosajones estuvieron al margen del resto de Europa.

Irlanda nunca fue ocupado por los romanos y sus habitantes, los scottos, eran paganos. En el s. IX
grupos de escotos irlandeses sometieron a los pictos del norte de Gran Bretaña, donde fundaron la actual
Escocia. Las paradojas de la historia nos hablan de que, mientras en Britannia el cristianismo fue barrido
con la llegada de los paganos anglosajones, la pagana Irlanda se convertirá en el principal foco de difusión
del mismo en la Alta Edad Media. El cristianismo de raíz celta y anglosajona, con San Patricio como principal
impulsor, tendrá en la Europa central durante los siglos VI al VIII más influencia que la propia acción
evangelizadora de la Iglesia Romana.

6.6 Longobardos o lombardos.

Su principal historiador es Paulo Diácono y nos cuenta que eran un pueblo germánico que hasta el
siglo I estaba asentado en el área báltica y que fueron llenando el vacío ocasionado en Europa centro-
oriental por las primeras oleadas bárbaras, asentándose en Panonia (Hungria) como foederati en el s. VI
(año 569) al mando de su rey Alboíno y expandiéndose rápidamente por las zonas interiores de Toscana,
Umbría (donde crearon el ducado de Espoleto) y Campania (donde crearon el ducado de Benevento). Estos
ducados gozaron de autonomía respecto de los reyes, lo que a la larga debilitaría el reino

Los papas romanos vieron con preocupación la expansión de un pueblo que además era arriano,
mejorándose las relaciones en época de la reina Teodolinda (628). La monarquía, al ser electiva, adolecía de
los mismos problemas que la visigoda y numerosos reyes murieron de forma violenta. El monarca principal
fue Liutprando (744) que inició una política centralizadora del poder real, frente a los ducados de Espoleto y
Benevento, alarmando al papado, que se vió obligado a acercarse a los francos, único poder en ascenso que
podía garantizar su independencia frente a los longobardo primero y los bizantinos después.

7.- LAS FORMAS DE ASENTAMIENTO Y LAS RELACIONES ROMANO


GERMANICAS

El Imperio Romano practicaba la hospitalitas por la que proporcionaba alojamiento, en la casa de un


romano y manutención, a cargo de la annona (avituallamiento) militar, a los contingentes bárbaros
enrolados en sus ejércitos, en calidad de auxiliares (foederati). El problema se agravó cuando se tenía que

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atender a pueblos enteros, con sus jefes a la cabeza, miles de hombres, mujeres, esclavos y ganado. Los
almacenes militares no estaban en condiciones de satisfacer la demanda y hubiera sido difícil recolectar
víveres para abastecer a tanta gente. Así surgió la idea de instalar a estos foederati en tierras con grandes
latifundios para solucionar el problema. Esto se aplicó a los burgundios (entre Lyon y Ginebra), visigodos
(Aquitania y en los campi gothorum de Hispania) y ostrogodos (zona de Pavia)

Por la Lex Burgundionum (517), sabemos que el huésped (hospes) bárbaro se quedaba con 2/3
partes de la terra indominicata (tierra cultivada por los colonos del latifundio a cambio de una renta), y con
1/3 de la terra dominicata (la mejor tierra del latifundio, que controlaba el propietario y que se encontraba
más cerca de su residencia). El resto del latifundio compuesto por bosques, pastos, etc, se aprovechaban al
50% por ambas partes.

Los vándalos en Cartago y los lombardos en las llanuras del Po, expropiaron violentamente las
tierras de sus propietarios y los expulsaron, así como los anglos, sajones y jutos con los bretones. Los
francos, alamos y bávaros se establecieron en vastos espacios casi deshabitados. En la Península Ibérica se
calcula que pudo haber un total de 25.000 suevos, de 100 a 150.000 visigodos, y unos 60.000 entre
vándalos y alanos. Teodorico pudo resguardar dentro de sus murallas en Pavía a toda la población
ostrogoda, tal vez, unos 50.000

7.1 Integración y aislamiento

La debilidad numérica de los invasores hizo que vivieran agrupados y la prohibición de matrimonios
mixtos decretada por Valentiniano y Valente, fue renovada por visigodos y ostrogodos, que vieron en ella
una medida útil para salvar su propia identidad. La lengua fue uno de los elementos diferenciadores, y el
latín se introdujo con bastante rapidez entre ellos. Muchos reyes tuvieron preceptores y secretarios
romanos, utilizándose en sus cortes el latín, y redactando órdenes y reglamentos en dicha lengua. En
sociedades romanizadas las lenguas germánicas no tuvieron fuerza, al contrario de Inglaterra, Norte de
Francia y Alemania, donde prosperaron.

Otro elemento diferenciador fue el Derecho, ya que los bárbaros se regían por leyes orales y el
procedimiento judicial se confiaba a expertos (rachimburgos). En algunos pueblos, la venganza privada
(faida) estaba regulada hasta que se cambio por la compensación económica (wergeld). Los daños
corporales estaban tasados, y su valor variaba según la calidad de las personas. El acusado podía probar su
inocencia mediante el juramento, apoyado por conjurados, o acudiendo a la prueba de la ordalía que
consistía en salir indemne del agua caliente, hierro candente, etc, así como también al duelo judicial. Este
tipo de justicia nada tenía que ver con las leyes romanas del Código Teodosiano (438) y Código Justinianeo
(529).

Los litigios entre romanos y bárbaros iban en aumento, por lo que se acudió al principio de
personalidad de las leyes, frente a la territorialidad del derecho romano. Esto motivo que se pusieran por
escrito las leyes de distintos pueblos bárbaros y para que fueran comprendidas por todos, se redacto en
latín, excepto las anglosajonas. Así cada pueblo tuvo sus propias leyes:

 Los visigodos, el Código de Eurico


 Los francos, la Ley Sálica
 Los burgundios, la Ley de Gundobaldo
 Los lombardos, el Edicto de Rotario

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La población de origen romano se regía por sus propias leyes, especialmente el Codex Theodosianus
(438).

 En el reino visigodo La Lex Romana Visigothorum o Breviario de Alarico II (506)


 Entre los ostrogodos el Edictum Theodorici regis (461)
 Eentre los burgundios, la Lex Romana Burgundiorum

Con la continua fusión de de la población de origen romano y los distintos pueblos germánicos, fue
prevaleciendo el mencionado principio de territorialidad de las leyes, aplicándose la misma ley,
indistintamente, a todos los habitantes del reino

En España, el rey visigodo Recesvinto promulgo a mediados del siglo VII el famoso Liber Iudiciorum
con gran influencia del derecho romano, vigente en los reinos españoles durante muchos siglos y traducido
en la Baja Edad Media con el nombre de Fuero Juzgo

Otro factor importante de diferenciación fue la religión, ya que la mayoría de pueblos bárbaros
profesaban el arrianismo, y algunos de ellos, el paganismo (francos, anglos, sajones y jutos). En contadas
ocasiones los bárbaros arrianos se mostraban tolerantes con los católicos, excepto los vándalos que los
persiguieron violentamente. La diferencia religiosa fue invocada por el franco Clodoveo (recién convertido al
catolicismo), para justificar su lucha contra el arriano Alarico II, por Justiniano, para justificar sus conquistas
frente a vándalos y ostrogodos, y por Leovigildo para conquistar el reino suevo. Recaredo consiguió la
unidad religiosa de la Península Ibérica en el III Concilio de Toledo en el 589.

7.2 La lenta fusión entre romanos y bárbaros

En zonas de mayor densidad romana, se ejercía una atracción de los romano sobre los bárbaro, y un
ejemplo de ello, fue que Teodorico hizo renacer el Senado y nombró cónsules. En las ciudades, junto al
comes (conde) romano, se nombró un conde godo. Visigodos y ostrogodos imitaron el ceremonial bizantino
y antepusieron a su nombre el Flavius, típico de los emperadores romanos. Las monedas que acuñaron
imitaron el peso e inscripciones bizantinas.

Una clara discrepancia es la interpretación que dieron a la noción romana de res pública, ya que los
monarcas bárbaros consideraron el reino como una propiedad privada, con la que podían hacer lo que
quisieran, incluso fragmentarlo, como hizo Clodoveo al dividir el reino merovingio entre sus cuatro hijos.

En algunos pueblos (francos) se impuso el principio hereditario y todos sus reyes pertenecían a la
familia Meroveo (de ahí el nombre de la dinastía Merovingia), mientras que en otros (ostrogodos), el
principio electivo pugnó con el hereditario, acudiendo muchos monarcas visigodos a los concilios para
confirmar su legitimación. En los primeros tiempos, el título del monarca hace referencia a su pueblo y se
podían titular como rex Gothorum, rex Francorum, rex Burgundionum, etc. El monarca es el único que tiene
el poder de mando (ban) y de él emana la fuerza de protección de los débiles (mund), de origen pagano

7.3 La economía

El asentamiento de los bárbaros reforzó el sistema agrario romano, donde la villa fue el dominio
agrícola predominante, las cuales oscilaban en una extensión de 2.000 y 4.000 hectáreas. Constaban de dos
partes, el ager o tierras cultivadas (con la casa del propietario, cabañas de los siervos y colonos, almacenes,
etc), y el saltus o tierras incultas (bosques, lagunas, etc). Junto a estas villas romanas o grandes latifundios
se encuentra también el manso que eran unidades de explotación familiar de entre 5 a 10 hectáreas. En los

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lugares fácilmente defendibles y cruces de caminos se hallan los vici y burg donde se practicaba el comercio
local.

La antigua ciudad romana (civitas) rodeada de murallas, se convirtió en centro administrativo y sede
del poder religioso, donde reside el conde (comes) y el obispo (esiscosus), manteniendo una cierta
actividad comercial y artesana. Durante los siglos V y VI, tanto en el Sur de Francia como en España, Italia y
Norte de Africa, las ciudades siguen siendo eje ordenador de la actividad económica de su area de
influencia y la administración, tanto civil como eclesiástica, ya que en ellas residen los descendientes de las
familias senatoriales provinciales y elobispo. Los mercaderes judíos y los llamados en los textos transmarini
negotiatiores (griegos y sirios), proveen artículos de lujo y esclavos a las clases acomodadas, ya que el
comercio a través de Rávena, Marsella o Barcelona, aunque disminuido, no cesaba. El patrón de moneda
era el nomisma bizantino, sustituido por el tremisis de 1/3 de su valor.

FUENTES

 Germánicbs: Julio César (100-44 a.C.). Guerra de las Galias y Cayo Cornelio Tácito. Historias
 San Agustín. La ciudad de Dios. Apologética sobre loas autores paganos que atribuían la caída del
Imperio Romano a la difusión del cristianismo y la teoría providencialista de la historia.
 Visigbdbs y Suevbs. Paulo Osorio (383-420 ??) en Hispania. El obispo gallego Hidacib (400-469 ??)
Crónicas de San Jerónimo. El obispo godo Juan de Bíclarb 8540-621) Chronicon con valiosa
información del reinado de Leovigildo. San Isidbrb de Sevilla (560-636 ??). Etimologias asi como la
Historia Gothorum, Wandalorum et Suevorum. Jbrdanes (s. VI) Sobre el origen dey hechos de los
Godos.
 Merbvingibs. Gregbrib de Tburs (538-594) Historia Francorum. Prósperb de Aquitania (390-455)
Chronicon. Fredegarib autor anónimo de la Chronica sobre el final de la dinastía merovingia y el
Reino de Borgoña (658.
 Ostrbgbdbs. Prbcbpib de Cesarea (500-565). Historia de las guerras de Justiniano contra persas,
vándalos y godos. Es testigo de primera mano junto al general Belisario.
 Anglbs, sajbnes y jutbs. Beda el Venerable monje anglosajón un poco tardío. Historia Eclesiástica
de los anglos. Tambien es importante aunque no tan fiable, la Chronica anglosajona, escrita a
finales del s. IX recopilando datos de otras obras.

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Hispania hasta el 572, pasando a partir de entonces a Cartagena. Bajo poder bizantino, se trasladó la sede

de TEMA 2.- EL IMPERIO ROMANO DE


ORIENTE FRENTE A LA
PERSIA SASÁNIDA
1.- LA CREACION DEL IMPERIO DE ORIENTE

Entre los siglos IV-VII, el Imperio de Oriente vivió un periodo de transito con lentas
transformaciones o reelaboraciones internas, al margen de las invasiones de Occidente. Según los expertos,
estos cambios obedecen a una evolución interna y una cristianización donde la Iglesia (denominada
ortodoxa, por las numerosas querellas doctrinales), se identifico con el pueblo y la sociedad, y también a
una orientalización fomentada por sus relaciones con persas y armenios. El griego era la lengua de la
cultura, y el latín la del ejército, hasta el punto de que el vocabulario griego militar era una adaptación de
palabras latinas.

Tras la partición del Imperio por Teodosio en el año 395, el imperio de Oriente, conocido con el
nombre griego de Byzantium, disfruto de un largo periodo de tranquilidad al desviarse los pueblos
germanos hacia Occidente. Las grandes aportaciones de este periodo fueron:

 La fortificación de Constantinopla con la célebres murallas de Teodosio, que garantizo la


inexpugnabilidad de la ciudad durante siglos.
 La promulgación del Codex Theodosianus, que recopilaba las leyes imperiales desde Constantino, y
que sería adoptado posteriormente por los pueblos germánicos.

Tras la muerte de Teodosio, su hijo Arcadio se convirtió en augusto de Oriente (una sucesión que
sancionaba la separación de facto del Imperio Romano), pero los lazos familiares que unían a las dinastías
de Rávena y Constantinopla mantuvieron las formas hasta la extinción del linaje de Teodosio. A la muerte de
Arcadio, dejaba un hijo de 5 años tutelado por su hermana mayor Pulqueria y su marido Marciano, aunque
la influencia de los jefes germanos que acaudillaban las tropas bárbaras al servicio del emperador, llego a
ser determinante tras la muerte sin descendencia de Marciano, pudiendo influir en el nombramiento del
siguiente emperador.

En el 457 llegó al poder León I el Tracio, candidato del partido germánico, liderado por el alano
Aspar. Fue coronado por el Patriarca de Constantinopla, en línea con la teoría imperial, convirtiéndose esta
sanción religiosa en el elemento imprescindible para la entronización del emperador oriental. Para paliar la
influencia de los partidos, León introdujo nuevos cuerpos en el ejército, como los isáuricos (de Asia Menor),
y cuyo jefe, Zenón, contrajo matrimonio con Ariadna (hija de León I), transmitiéndole así los derechos al
trono. Su medida más controvertida fue el Edicto de Unión, por la que trataba de solucionar la querella
monofisita (defendida por Cirilo el patriarca de Alejandría) sobre la naturaleza de Cristo, condenada por el
Concilio de Calcedonia de 451, acercándose a Egipto y Siria a través de su tolerancia. El Henótico, redactado
por el patriarca Acacio de Constantinopla, condenaba tanto los postulados del monofisismo, como el
Concilio de Calcedonia, imponiendo el credo del Concilio de Nicea del 325, manifestando la división entre
los patriarcados de Alejandría y Constantinopla. Este decreto no satisfizo a nadie: por un lado los

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monofisitas siguieron alejados del emperador, y por otro el Papa Felix III y el patriarca Acacio se
enfrentaban por la primacía en lo que sería el primer Cisma entre Roma y Constantinopla.

Ariadna transmitió los derechos imperiales a Anastasio I (su segundo marido y miembro de la
guardia personal de Zenón), quien para gobernar tuvo que enfrentarse con Longino (hermano de Zenón) y
numerosos enemigos externos. A su muerte, debido a la notable reforma económica (498), sin abolir el
impuesto más odiado por comerciantes e industriales (chysargyrion), dejo una importante reserva
económica providencial para la obra justinianea. Anastasio recibió una célebre carta del Papa Gelasio I
recordándole, que el poder tiene dos ámbitos, el religioso (del Papa), y el político (del Principe), pero la
situación en Roma, era de cisma abierto. Para sucederle fue elegido Justino I (518-527), capitán de la
guardia palatina, de origen campesino, pero buen militar, el cual, abolió el Henótico y restableció las
relaciones cordiales con el Papado.

2.- LA EXPANSION DEL IMPERIO BAJO JUSTINIANO (527-565)


2.1 Gobierno y organización territorial del Imperio. La obra legislativa

Con Justino dio comienzo la dinastía que conduciría al mayor apogeo político de Oriente, con el
momento de mayor esplendor, por parte del gobierno de su sobrino Justiniano, movido por la idea de
restauración del Imperio Romano de los césares. Para entonces, el concepto de Imperio, había cambiado,
aproximándose a teorías orientales de un poder ejercido porque el pueblo lo había cedido, donde el
emperador pasa a ser autocrátor, ya que el poder le es otorgado por designio divino.

Justiniano (527-565) fue asociado al trono sin incidentes, y su mitificación por parte de la
historiografía, ha sido matizada en los últimos años, al tener en cuenta sus numerosas y flagrantes derrotas,
importante crisis económica por los gastos de financiación de su proyecto, además de catástrofes naturales
como una gran epidemia en el 542 y varios terremotos. Conto con personas extraordinarias como su mujer
Teodora; el jurista Triboniano; el artífice de la reforma administrativa, Juan de Capadocia; y los generales
Narsés, Belisario, Mundo y Liberio, cuyas gestiones fueron admirablemente narradas por Procopio de
Cesarea (secretario de Belisario), en sus 8 libros dedicados a la campañas contra persas, vándalos y
ostrogodos. Este último, también narra sobre nuevas construcciones e incluso intimidades de la Corte (en su
Historia Arcana), todo ello siguiendo los modelos de Herodoto y Tucídides.

Los primeros 5 años de reinado fueron malos, ya que la plebe de Constantinopla (sometida por
crecientes impuestos y agobiada por la paz humillante impuesta por Persia), se rebeló durante las carreras
del Hipódromo, en la revuelta de la Niké (532), y durante 6 días saquearon e incendiaron los mejores
edificios de la ciudad. Justiniano estaba dispuesto a huir, pero Teodora hizo que recobrara el valor, y
encargara a Belisario el sofocar el tumulto, convirtiéndose en una represión tan sangrienta que se comparó
con la matanza de Teodosio en Tesalónica. En consecuencia, se reformó la administración (535-36) por el
prefecto de pretorio, Juan de Capadocia con 100 constituciones en poco más de año y medio. Los obispos
se convertían en jueces de los administradores que en las provincias fronterizas, detentaban los poderes
militares y civiles. También se parcelaron las provincias demasiado extensas para evitar el aumento de
poder y ambición de los gobernadores. Su obra fue continuada por su sucesor Teodoto y por Pedro
Barsanes (acusado de vender trigo de la annona destinada a Constantinopla y repartir trigo podrido a la
plebe), el cual fue destituido y desterrado.

Otro elemento que ayudo a fraguar el apogeo del Imperio de Oriente fue la reforma del Derecho
Romano para adecuarlo a Oriente y que fue vital para la cristalización de los derechos germánicos del

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Occidente europeo. Triboniano era ministro de justicia (questor sacri palatii), y consejero a inicios del
reinado de Justiniano, el cual, propuso al emperador, la compilación de leyes existentes en un solo código,
que contemplara el de Teodosio II y los dos anteriores de Gregorio y Hermógenes. Se llego a pensar en
elaborarlo en griego, aunque Justiniano accedió sólo si se hacía en latín, y se reunió a 10.000 juristas
encargados de revisar y codificar todo el Derecho, unificándolo y conservándolo en su lengua original. De la
comisión presidida por Juan de Capadocia, formaban parte, Teófilo (profesor de la Academia de Derecho en
Constantinopla), y Doroteo (profesor de la Escuela de Beirut). Se compilaron disposiciones imperiales desde
Adriano hasta Justiniano, terminándose en el 529, con el nombre de Codex Iustinianeus, aunque fue
necesaria una refundición (Codex repetitae praelectionis) en el 534, con la adición de las decisiones
adoptadas por Juan de Capadocia. Debido al trabajo enciclopédico durante 3 años, revisando más de 2.000
obras procedentes de la biblioteca de Triboniano, se publico el Digesto o Pandectae, dividido en 7 partes y
50 libros. Poco antes aparecieron las Institutiones (533) en latín, que junto a las Novellae (leyes nuevas en
griego o bilingües), venían a completar el Corpus Iuris Civilis, constituyendo la fuente fundamental del
derecho bizantino durante siglos. Ello, sería con el tiempo, la base donde se apoyaría el redescubrimiento
del Derecho Romano, estudiado por legisladores occidentales de los siglos XII y XIII para fundamentar la
supremacía de sus monarcas frente al feudalismo.

Esta obra legislativa permite conocer las instituciones del Imperio, siendo las siguientes:

 El emperador (imperator, autocrator o basileus en griego), era la personificación del Estado, jefe del
ejército y detentador del poder supremo. Era santo, al mismo nivel que los apóstoles, y propagador
de la fe cristiana. Era augusto y también el señor (déspotes), donde la dignidad era en teoría, por
delegación del pueblo, electiva, y no hereditaria, aunque los depositarios de dicha elección eran la
corte o Sacro Palacio, el ejército y el senado de Constantinopla, consolidándose con el tiempo, el
derecho del emperador a designar sucesor en vida.

 La emperatriz o señora (despoina), gozaba de los mismos títulos y privilegios que su esposo,
viviendo en el gineceo del Sacro Palacio, rodeada de damas cortesanas, eunucos y sus hijos. Aunque
rara vez se la veía en público, ejerció gran influencia en el gobierno, sobre todo en época de
Justiniano. El Sacro Palacio era la casa civil y militar del emperador, centro de administración, sede
de consejos y oficinas. Todo acto o ceremonia, constituía una verdadera liturgia palatina, que incluía
una parafernalia de vestiduras de seda color púrpura, cantos, cirios, incienso, órganos de plata, etc.

 El Consistorio del Príncipe, estaba formado por jefes de distintos servicios con vinculaciones
cortesanas y títulos nobiliarios, junto con los consejeros de Estado (comités consistoriani). El
ministro de interior y jefe de la casa imperial (magister officiorum), era el primer dignatario de la
jerarquía civil, del cual, dependían oficinas (scrinia), cuerpos de guardia palatina (scolae), arsenales,
correos públicos, policía estatal, y la inspección administrativa de los ejércitos fronterizos
(limitanei).

 El Jefe de la Cancillería (quaestor Sacri Palatii) dirigía las oficinas de expedición de órdenes,
mandatos y rescriptos, y el jefe de la Hacienda (comes Sacrarum largitionum), era el encargado del
erario y distribución de donativos, dependiendo de él, una serie de funcionarios provinciales
(comités y procuratores).

 Existía un Conde Administrador de los fondos personales del emperador (comes rerum privatarum),
de quien dependían los contables.

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 El jefe de las habitaciones imperiales (praepositus sacri cubiculi), solía ser un eunuco que dirigía a
los criados y servidores de la corte.

 Al frente de la jerarquía militar se hallaban los generales en jefe de los ejércitos imperiales (magistri
militum), responsables del orden y sus subordinados, los generales (duces), jefes de tropas de
provincia, los protectores, y los instructores.

 Desde el siglo VI, los exarcas de África y de Italia pasaron de ser meros jefes de tropa, a convertirse
en gobernadores generales, donde en África perdurarían hasta la conquista árabe en el 698, y en
Rávena (Italia), hasta la conquista lombarda en el 751.

Institucibnes
 El Senado de Constantinopla y las asambleas (restringidas o generales), constituían los organismos
consultivos del Estado.
 Las asambleas generales se celebraban en el Hipódromo de Constantinopla definiéndose dos
facciones, la Verde (asociada a la Roja, partidarias del orden establecido), y la Azul (popular-
monofisita, innovadora y reformista).
 Las grandes ciudades como Constantinopla, Tesalónica, Alejandría, Oxirincos, y Antioquía, tenían
curias municipales presididas por el prefecto de la urbe (eparca), o gobernador, que nombraba a los
pretores urbanos, cuidaba del aprovisionamiento, la policía, el orden y la enseñanza.
 Fuera de esta organización, pero de gran importancia eran las demos, derivadas de los antiguos
partidos del hipódromo, los azules y verdes, que eran verdaderas organizaciones políticas formadas
por masas populares dirigidas por un caudillo nombrado por el gobierno. Los azules tenían una base
senatorial y terrateniente, mientras que los verdes eran liderados por comerciantes y burócratas de
la corte.

Pblítica Exteribr
Justiniano tuvo que hacer frente a persas, ostrogodos, vándalos y visigodos, frenando el avance de los
pueblos eslavos, que ante el empuje provocado por los ávaros, se asentaron en los límites del territorio
bizantino, llegándose a instalar en Macedonia y Mesia. En el 532, Justiniano firmo la paz con Persia, tras
rivalizar por el dominio de los estados árabes de los ghasaníes y lajmíes (o himyaritas), y en el control de las
rutas comerciales.

La expansión del dominio bizantino fue encargada a Belisario (general tracio de origen germánico),
el cual, ejecutaba los planes trazados de antemano, con sorpresa y rapidez, proporcionándole mucho éxitos
en batalla. Este general fue amigo de Justiniano, y ayudante de campo de Justino, y tras el desastre contra
Persia en la derrota bizantina de Calínico en el 531, y la matanza del Hipódromo, se embarcó con un ejército
reducido, con la misión de destruir el reino vándalo de Gelimer, confiscar el tesoro y reconquistar el
territorio vándalo. Posteriormente recibió la orden del emperador de ir contra el reino ostrogodo, y
partiendo desde Cartago, tomó Sicilia en una rápida campaña, dejando una guarnición en Siracusa, para
inmediatamente embarcar hacia Italia, y asediar y entrar en Nápoles por el acueducto, estableciendo allí
una guarnición de 300 hombres y continuar hacia Roma. En tan sólo 4 años consiguió la pacificación de la
mayor parte de Italia. Una campaña contra Persia en el 544 y contra invasores búlgaros en el 559, fueron sus
última acciones, antes de ser acusado por el emperador de quedarse parte de los tesoros, muriendo poco
después del año 560.

Otros jefes militares destacados fueron Juan Troglita (que sofocó la rebelión de los mauros en el
Norte de África, en el 548), y Mundus, y el eunuco Narsés (encargado de completar la obra de Belisario en
Italia, gobernándola con titulo de patricio y residencia en Rávena).

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Demográficamente el imperio tendría entre 20 y 30 millones de habitantes (con 600.000 habitantes


en Constantinopla y 200.000 en Alejandria), llegando a tener en sus filas, 645.000 hombres acantonados en
distintas provincias y exarcados antes del año 552. Tras los problemas del siglo III, la población se fue
recuperando hasta el gran estallido de peste bubónica del 542, donde se calcula que murieron un 40% de
los habitantes, posibilitando la instalación de los eslavos.

2.2 La economía bizantina

La base económica era la agricultura, cuya explotación de la tierra fue heredada de Roma,
cultivándose de la misma manera y manteniendo la triada (cereal, vid y olivo), con pequeñas modificaciones
en las especies. Predominaba el hábitat en aldeas (kome o jorion), y las condiciones de los cultivadores
adscritos a la tierra (enarógrafoi), aun siendo colonos libres, se acercaba a la servidumbre, ya que no podían
ser separados de la tierra que cultivaban, en especial a partir de los años 541-44, donde se necesitaba más
mano de obra, por la peste.

Junto a los propietarios, la legislación descubre la existencia de:


 el enfiteutas o trabajador a censo, cuyos derechos se transmitían por generaciones y eran
traspasables incluso.
 cultivadores de tierra ajenas mediante contrato de arrendamiento
 colonos dependientes o georgoi. El colonato seguía siendo la formula más usual y el
trabajo se realizaba con los sistemas e instrumental del mundo romano.

Constantinopla era el gran centro comercial internacional, aunque Siria y Egipto, se distinguían por
sus importantes actividades comerciales, mientras que Asia Menor, era principalmente ganadera y agrícola.
Los impuestos indirectos (vectigaliae) gravaban la venta y circulación de bienes y mercancías. El Estado
monopolizaba la importación de artículos de lujo, industrias alimenticias básicas (pan), y ciertas industrias
suntuarias como la fabricación de brocados.
Algunos comerciantes actuaban como agentes estatales (comerciarii), y adquirían en las aduanas la seda en
rama de China (en época de Justiniano se descubrió el secreto de la producción de la seda), especias de la
India, esclavos del Cáucaso y perfumes de Arabia, que llevaban a los mercados de Antioquía, Alejandría,
Tesalónica y Constantinopla, para ser revendidos. Aunque los impuestos se llevaban gran parte del
beneficio, las ganancias no dejaban de ser elevadas, y estos comerciantes, se convirtieron con el tiempo en
cambistas de monedas y banqueros.

La legislación de esta época nos permite conocer los primeros tipos de sociedad comercial:
 Asociación total de bienes para negociar (koinopraxía)
 Asociación para un negocio puntual (compraventa de esclavos, aceite, trigo o vino), donde
la participación en pérdidas y ganancias eran a partes iguales, o a tercios. Solían ser 2 los
socios, y la renuncia de cualquiera de ellos implicaba la disolución de la sociedad.

2.3 Las cuestiones religiosas

La Iglesia estaba mediatizada por el Estado, mediante una política religiosa imperial. La cuestión
más conflictiva fue el enfrentamiento entre monofisitas (La unión de las dos naturalezas de Cristo es tan
íntima que garantiza la unidad de la persona de Cristo y hace de ellas una sola naturaleza, con predominio
de lo divino para asegurar la redención) y diofisitas (seguidores de la doctrina que establece que Cristo
poseía dos naturalezas, una divina y otra humana). El monofisismo pasó por varias etapas: inicialmente
condenado, después aceptado en Éfeso (449) bajo la presidencia del patriarca Dióscoro, y posteriormente

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condenado de nuevo en Calcedonia en el 451 donde fue depuesto el mencionado Dióscoro, suscitando las
protestas de los monofisitas de Alejandría y los monjes de Palestina, que llegaron a matar a una patriarca y
contando con el apoyo de la emperatriz Eudoxia (esposa de Arcadio). Subyacia también el reconocimiento
de Constantinopla como la Nueva Roma, en detrimento del patriarcado de Alejandría que, junto a
Antioquía, rechazaron Calcedonia. El emperador Zenón con su Henoticón, como antes hemos visto, volvió al
estado anterior a Calcedonia y posteriormente el Papa Felix II, decretó la excomunión del patriarca Acacio,
produciéndose la ruptura completa entre la Iglesia de Oriente y Occidente, el llamado cisma acaciano (484-
519), época en la que el monofisismo se extendió rápidamente por Oriente.

Justino restableció la paz en el 519, con el reconocimiento del primado romano por parte de los
obispos griegos, pero el monofisismo seguía siendo un peligro para la unidad del imperio. Justiniano intentó
la conciliación de los monofisitas en la Iglesia Imperial, pero sus decretos no fueron aceptados por Roma. La
tendencia a que en la Iglesia oriental se siguiera la voluntad del emperador (proclamada ya por el Patriarca
en el Concilio del 536), se mantuvo en el V Concilio Ecuménico del 553, y durante la etapa justinianea,
condicionada en parte por la emperatriz, Teodora. Ella, obstaculizó las misiones ortodoxas de
evangelización, enviando monjes monofisitas, y protegió al Patriarca de Constantinopla, Antimio
(sospechoso de herejía, excomulgado y condenado al exilio por Justiniano).

2.4 La primera edad de Oro: renovación cultural y artística

En el aspecto artístico, los mejores colaboradores de Justiniano fueron los arquitectos Isidoro de
Mileto y Antemio de Tralles, quienes diseñaron el Templo de Santa Sofia (Hagia Sofia) en Constantinopla, y
en la cual trabajaron 10.000 obreros en un espacio de 6 años (532-37). Remozada así (como contrapunto a
la basílica constantiniana de San Juan de Letrán en Roma, o la Iglesia-Panteón de los Santos Apóstoles,
donde Constantino había sido enterrado), la principal Iglesia de Constantinopla, por sus dimensiones y
originalidad, promovía la renovación del Imperio Romano. Otras construcciones a destacar fueron:

 La Iglesia de Santa Irene y la cisterna de agua en la capital.


 Las murallas de Darás y Palmira.
 Las fortificaciones de las Termópilas.
 Los templos de San Vital y San Apolinar Nuevo (Rávena), y sus mosaicos.

El resto de la arquitectura civil y palaciega se recoge en el De edificiis de Procopio. Antemio de Tralles fue
también un gran matemático, lo mismo que Proclo, y en el campo literario florecieron, los monjes
orientales, Juan Clímaco (autor de la Scala Paradisi), y Juan de Éfeso (con su Historia Eclesiástica

3.- LOS SUCESORES DE JUSTINIANO HASTA HERACLIO

Al morir Justiniano, el imperio quedaba engrandecido territorialmente, pero exhausto


económicamente. Los lombardos arrebataron la mayor parte de Italia, dejando a los bizantinos la franja
entre Roma y Rávena, Apulia, Calabria y Sicilia, destrozando la política de renovación imperial. Por otro lado,
las migraciones de ávaros y eslavos asolaron Tesalónica y los Balcanes, dejando grupos de población eslava
en toda Grecia.

El gobierno de Mauricio (582-602) fue de gran transcendencia por la creación del los exarcados
como unidades administrativas en Italia y África, frente a la situación de las ultimas invasiones. Mauricio
concibió unas circunscripciones excepcionales, donde el poder civil y militar estuvieran unidos por un
general (strategos), y la defensa en manos de campesinos-soldados de otras partes del imperio, que

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recibían una parcela de tierra, siguiendo el sistema de los limitanei romanos. Este sistema fue el precedente
de la temas del siglo VII, pero Mauricio fue liquidado por Focas, junto a su familia entre el 602-10, en una
rebelión que aprovechaba la debilidad imperial, el aumento del poder senatorial, y el descontento del
pueblo y el ejército. Su gobierno fue conocido por el retorno de la amenaza persa, al romperse el pacto
firmado entre Cosroes II y Mauricio, y fue precisamente el peligro de esta invasión, la que llevo a la
sublevación del exarca de Cartago y la instauración de los Heráclidas en el 610

4.- LA PROVINCIA BIZANTINA DE HISPANIA

En el 549, la elección por parte de la aristocracia del emeritense Agila para ocupar el trono visigodo,
y su enfrentamiento con las grandes familias gobernantes de la Bética, provocaron el levantamiento en
Sevilla del noble Atanagildo. Al recibir la llamada de auxilio a través de Ceuta de Atanagildo, Justiniano vio la
oportunidad de ampliar el Imperio con la provincia de Hispania, y ordeno embarcar un ejército desde Sicilia,
mandados por el patricio Félix Liberio (antiguo prefecto del pretorio de las Galias, Gobernador de la
provincia africana, y receptor de la llamada de auxilio). La guerra duro 5 años, hasta que las tropas de Agila
se rebelaron y lo asesinaron en el 555, a la vez que terminaba la lucha imperial por Italia.

La intervención de Justiniano en la Península Ibérica, provocó la ocupación de una parte importante


de litoral sudoriental, pues Liberio conquistó Cartagena, Málaga, Murcia y Córdoba, estableciendo el
dominio bizantino en Hispania, y nombrado como magister militum Hispaniae. La penetración bizantina
hacia el interior, llego a Medina-Sidonia y Baza, formándose así la provincia de Hispania que incluía Baleares
en el 540, y Ceuta paso a formar parte de la provincia Mauritania II.

Es posible que Córdoba hubiera sido capital de la provincia bizantina de la diócesis a la basílica de
San Vicente de Córdoba, donde se construyeron edificios palatinos y se amuralló la zona sur de la ciudad. Se
establecieron castra para defender la frontera interior, fortificando y ampliando el puerto de Cartagena, que
paso a ser la capital.

La influencia cultural bizantina sobra la visigoda fue decisiva, sobre todo en conceptos políticos y
legislativos, manifestándose en el arte y en las concepciones urbanísticas y militares de Recópolis. Las
ofensivas visigodas fueron bajo Sisebuto (612-621), que consiguió tomar Málaga y Cartagena, y Suintila
(621-631), que aprovecho las dificultades del Imperio de Oriente para acabar con la presencia bizantina en
Hispania.

5.- EL IMPERIO ORIENTAL Y LOS PUEBLOS ESLAVOS.

Estos pueblos aparecen designados como eslavos en la frontera del Imperio Romano Oriental,
cuando Justiniano comienza a redefinir y a urbanizar la frontera danubiana y de los Balcanes. El término
sklabenoi aparece en el siglo VI para dos grupos que hablaban una forma similar de protoeslavo: los
esclavenos, de donde deriva eslavos, y los antes, en Ucrania.

En principio, los eslavos penetraron y eslavizaron el Imperio desde la ribera Norte del Danubio, en
buena parte de la península balcánica, produciéndose la asimilación progresiva de la civilización Bizantina
por parte de los eslavos, según Procopio. En la década del 540 llegaron incluso hasta Constantinopla,
mientras que los bizantinos trataban de desviarlos como mercenarios para atacar a los godos en otros
frentes, produciéndose la conversión al cristianismo de algunos de sus oficiales.

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Al marchar los lombardos hacia Italia en el 565, un pueblo turco, los avaros, se instaló en el Danubio
medio, frenando a los eslavos y sometiendo a parte de sus tribus meriodionales. A partir de entonces se
suceden las incursiones eslavas, bien escapando de los avaros, bien combinadas con éstos, abandonándose
a su paso algunas sedes episcopales bizantinas, al Sur del Danubio. En el 580 se produce el primer
establecimiento eslavo en suelo griego, en la ciudad de Sirmio, que fue destruida y sus habitantes
deportados al Norte del Danubio, para colonizar los territorios ávaros. Bizancio había perdido todo el
territorio al Norte de Salónica. La derrota de los ávaros por los bizantinos frente a los muros de
Constantinopla en el 626, permitió la sublevación de varias tribus eslavas, independizándose algunas de
ellas al mando de Samo (un mercader franco), y extendiendo su dominio por el Danubio superior y medio,
con capital en Nitra. Los descendientes de los deportados aprovecharon la coyuntura y se sublevaron,
venciendo a los ávaros y regresando a sus lugares de origen guiados por Kuver o Kuvrat en el 640. Samo
repartió su reino eslavo entre sus hijos, pero en el 679 cayeron bajo dominio del pueblo turco de los
búlgaros, que conquistaron las tierras eslavas situadas entre el Morava y el Mar Negro, ante la presión de
los jázaros. Asparuk fue el responsable de la unión entre búlgaros y eslavos meridionales hasta formar una
sola unidad, conocida como reino de Bulgaria, que tuvo un importante papel en la política balcánica.

6.- EL IMPERIO PERSA SASANIDA


6.1 La dinastía Sasánida

El origen de esta dinastía es oscuro, pero representa el triunfo de los dirigentes locales de la zona de
Fars sobre soberanos partos y sus vecinos en torno al siglo III. Ardashir I (que se atribuyo una ascendencia
mitológica de Sasán, sacerdote del templo de Anahita en Istajr), fue el fundador de la dinastía y lidero una
coalición que destronó al último rey parto, Ardavan. Intentó extirpar del país la influencia helenística, lucho
sin tregua contra el Imperio Romano, y probablemente fundo uno de los poblados que integrarían más
tarde el conglomerado urbano de Ctesifonte. Continuaron su obra su hijo, Sapor I, y Sapor II (vencedor de
Juliano el Apóstata).

Tras la caída de Roma, la política exterior basculo entre el enfrentamiento y la amistad con Bizancio.
Yezdigerdes I fue tutor de Teodosio II por encargo de Arcadio, manteniéndose la paz tras la firma de un
tratado en el 421, donde ambos imperios se comprometían a no edificar nuevas fortaleza en la frontera. La
situación de los cristianos en Persia mejoraba, en detrimento de los zoroastras, pero el enfrentamiento con
los hunos sumió al Imperio Sasánida en una crisis moral y económica a fines del siglo V, en la que se
sucedieron varios emperadores que basculaban entre la persecución y aceptación del cristianismo. Kavad I,
emprendió reformas sociales, como parcelar latifundios a favor de los campesinos pobres, y disminuir los
privilegios a la nobleza. Impuso la comunidad de bienes y mujeres para todos sus súbditos, provocando
grandes disturbios y ocasionando su caída, pero los hunos heftalitas le ayudaron a recuperar el trono, y tras
una corta guerra en la que Kavad se apoderó de Armenia, se firmo la paz con Bizancio en el 506, con quién
volvería a enfrentarse por su alianza con los lajmíes. Las reformas de esta época a veces se atribuyen a
Cosroes I.

El gobierno más fructífero fue sin duda el de Cosroes I (531-579), que accedió al trono tras ejecutar.
a sus hermanos, y emprendió una política belicista contra Justiniano, llevándole a conquistar el Yemen, Siria,
y Antioquía en el 540. Muchos de los habitantes fueron deportados a Asiria, y se consiguió arrebatar a
Bizancio, el país de los lacios o colcos (Cáucaso), con la ayuda de los hunos saberios que habitaban el norte
de las montañas. La recuperación de esta región en el 562, le supuso a Bizancio el pago de 30.000 monedas
de oro anuales, como bien relata Procopio de Cesarea en su obra. Cosroes, aliándose con los turcos, logró
vencer a los hunos heftalitas y se dedicó a elaborar catastros, reformar los impuestos según la fertilidad de

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las tierras, y a favorecer la traducción al persa pahlavi de Homero, Platón y Aristóteles. La organización de su
vasto territorio se basó en la figura de los dehcanes (caballeros que poseían un poblado), y en familias
enteras como colonos en la frontera (modelo antecesor a los temas bizantinos). Grandes sistemas de
irrigación como el Canal de Nahrawan, sirvieron para extender áreas de cultivo, mediante una enorme
inversión de fondos públicos.

Hormizdas IV (hijo y sucesor de Cosroes I), se enfrentó con la nobleza y sacerdotes por sus medidas
para favorecer a los cristianos. Esto provocó la sublevación del general Bahram, que instauró al joven
Cosroes II para autoproclamarse soberano, refugiándolo en la corte bizantina. Cuando Mauricio (que le
ayudo a recuperar el trono), fue asesinado en Calcedonia en el 602, Cosroes II se erigió como vengador
suyo. Se enfrento a los turcos para mantener la paz en el frente norte y se dirigió contra Asia Menor, Siria y
Egipto, saqueando durante 3 días Jerusalén en el 614, matando a 50.000 cristianos, y amenazando
Constantinopla en el 620. Heraclio en persona, junto a los armenios, invadió Azerbaijan, y en una rápida
campaña, venció las tropas sasánidas ante Nínive y entro a saca en la capital, Ctesifonte en el 628, donde
recupero la reliquia de la cruz de Jesucristo, que devolvió a Jerusalén en el 630. Cosroes II fue destronado y
sustituido por su hijo, el cual tuvo que firmar una paz humillante, y evacuar Armenia, Siria, Egipto y parte de
Mesopotamia.

El fin del imperio se produjo en una fase de debilitación con la sucesión de 12 reyes en menos de 5
años. El último rey, Yezdigerdes III (príncipe de Istajr), reunió un ejército de 120.000 hombres, que fue
destruido por los árabes en Kadesiya en el 637. Los árabes combatientes habían sido mercenarios persas y
conocían bien el sistema de lucha sasánida, por lo que tomaron Ctesifonte y ocuparon casi todo el país en el
644. Yezdigerdes III huyo en busca de apoyo turco, pero fue asesinado en las cercanías de Merv en el 651, y
sus territorios pasaron al califato islámico.

6.2 Organización territorial y administrativa del Imperio Persa

El Imperio Persa se convirtió en un imperio urbano con una de las maquinarias administrativas más
importantes del mundo, dejándose sentir su influencia a lo largo de toda la Alta Edad Media. Los
emperadores persas refundaron innumerables ciudades con su nombre, insertando en algunas de ellas en
topónimo Iran, lo que indica una voluntad de revivir la gloria de los arios.

El Imperio se divide en un territorio central: Iran, que corresponde a Persia) y unas tierras
circundantes (an-Iran o Iranshahr), como Mesopotamia, Armenia, Georgia, etc.. Desde la época de Kavad I
se hallaba dividida administrativa y militarmente en cuatro regiones (kust), a cuyo frente había un general
(spahbed), con poderes civiles y militares, y un maestro espiritual o sacerdote zoroastra (rad). Cada distrito
contaba con un registro de cancillería (diván) y una ceca, añadiendo Cosroes I un registro para el ejército. La
delimitación no es fija y depende del periodo y las fuentes que la describen. La siguiente división era la
provincia o distrito (shahr) gobernada por un reyezuelo local o gobernador nombrado por el emperador (en
ambos casos shahrdar), y por un mowbed, juez-sacerdote encargado de los asuntos legales y de propiedad.
El distrito se dividía a su vez en rustags, mancomunidades de pequeños pueblos llamados deh gobernados
por dehcanes. Estos administraban justicia y recaudaban los tributos, enviándolos mediante un servicio de
correos esencial. Determinados territorios fronterizo constituían las satrapías gobernados por los sátrapas.
Por último, los territorios pertenecientes al emperador se denominaban ostan con un ostandar al frente.

Los sacerdotes zoroastras (mow) tenían capacidades judiciales y económicas en las provincias desde
el s. IV d.C. Se conocen sus funciones gracias a sellos de arcilla encontrados y la jerarquía de todos los
sacerdotes. Existia también el juez y abogado de los pobres, con competencias sobre fundaciones piadosas
destinadas al cuidado de los pobres. En el palacio la jerarquía iba desde el Rey de Reyes, pasando por el hijo

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principal, el primer ministro, los generales del Jurasán y de cada una de las regiones, seguidos por el Juez
entre los jueces, los consejeros de la corte y los quilarcas (mandos militares).

El ejército estaba compuesto de cuerpos de caballería e infantería, y disponía de elefantes, para


facilitar la acción a los arqueros. Había cuatro subdivisiones provinciales del ejército, comandadas cada una
de ellas por un general en jefe (Iran spahbed).

6.3 La vida económica

Las tierras del Imperio sasánida se dividían en


 Tierras propiedad del Estado
 Tierras de fundaciones pertenecientes normalmente a los templos
 Tierras de propiedad colectiva
 Tierras de fundaciones piadosas

A menudo se utilizaba mano de obra esclava en las tierras del estado y de los propietarios
colectivos, incluyendo las comunidades de judíos y monasterios cristianos. Los canales de riego pertenecían
al Estado y a menudo surguian pleitos por su uso. Las provincias más fértiles eran Juzestán e Irak,
cultivándose caña de azúcar, arroz y hortalizas, y en Susania se practicaba el cultivo intensivo, dedicándose
al pastoreo la tierras altas.

La importante urbanización de Persia favoreció el desarrollo de los oficios urbanos (textil, vidrio y
metal), lo que favoreció en gran manera el comercio, junto a su situación intermedia entre Bizancio y
Europa por un lado y Oriente por otro. También fabricaba orfebrería, cerámica y cosméticos, asi como las
famosas alfombras persas. Importantes capitales comerciales fueron Ctesifonte, Hamadan y Siraf, asi como
las capitales portuarias de Firuzabad, Shiraz y Ormuz, desde donde se aseguraban el comercio marítimo
hacia Sri Lanka (caballos) y Malasia (colonias de mercaderes), así como a la India y Zanzíbar. Tambien se
aseguraron el monopolio delcomercio de la Seda con China, superando a los etíopes.
En cuanto al transporte terrestre, Persia ocupaba un lugar central en la ruta de la seda,
estableciéndose talleres en diversos lugares, donde se realizaban diseños más tarde copiados por
musulmanes y egipcios. Los tesorillos de monedas sasánidas del siglo V-VI encontrados sugieren un tráfico
intenso.

Otro importante foco fue el comercio sirio, cuyos productos como el vidrio, comenzaron a fabricarse
en Persia tras la deportación de los sirios a su territorio. Persis fue la región que concentró el mayor número
de intercambios comerciales con todos los confines del Imperio. El comercio estaba a cargo de
comunidades religiosas, y las transacciones a menudo estaban a cargo de sogdianos, cristianos y judíos, por
la escasa consideración social del comerciante.

Progresivamente se fue abandonando la economía de intercambio comercial por la monetaria, con


la emisión de moneda y estandarización de pesos dirigida por el Estado, centralizándose en Peris de nuevo.
Durante Cosroes II la ceca también proveyó moneda para pagar a las tropas dirigidas contra el Imperio
Romano Oriental. Los dracmas sasánidas de plata circularon hasta la India, mientras que el patrón oro fue
utilizado por los bizantinos, con sus dinares. Por último, en Persia se producía abundante plata y acero, que
llegó hasta la China.

6.4 Las religiones de los persas

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La religión estatal del imperio era la doctrina dualista de Zoroastro, según la cual Ormuz (dios
creador del espíritu y la luz), se halla en pugna con Ahrimán (principal creador del mundo, espíritu del mal y
señor de las tinieblas). Ambos eran hermanos gemelos, hijos de Zurvan (el tiempo), y su esposa Jovaxizaj.
También adoraban al Sol (Muir, el Mitra de los antiguos), a la Luna, y los elementos de la Naturaleza; Agua
(empleada para la purificación ritual), Tierra (conocida como diosa Nana de los asirios, Nanaí o Anahita), y el
Fuego (al que rendían culto los creyentes). El Avesta, (libro sagrado de los zoroastras) señalaba 5 clases de
fuego, personificado en Adizur (hijo de Ormuz), a quien convenía aplacar.

También surgió el maniqueísmo (corriente dualista gnóstica que llego a ser religión universal), que
combinó la tradición religiosa mesopotámica de influjos iranios y judíos, con el reciente fundado
cristianismo, extendido por la zona hacia el siglo II. El profeta Mani o profeta del Dios de la Verdad, nació de
una familia noble y religiosa de Ctesifonte, el cual, tras su primera visión a los 12 años, le fue revelado su
misión. En el año 240 fue denunciado por ramas ortodoxas del zoroastrismo y tuvo que huir a la India,
donde entro en contacto con el budismo. A su regreso a Babilonia gozó del favor de Sapor I y predico una
doctrina sincretista de un ascetismo riguroso, que pronto se expandió por Siria, Egipto e Irán Oriental, pero
fue considerador hereje por los magos y condenado a muerte en el 276.

Según Mani, la lucha entre la luz y la oscuridad se desarrollaría en 3 etapas:


 En los orígenes, los reinos de la luz y tinieblas estaban separados y cada uno tenía su propio
soberano, pero una parte del mundo de la luz fue a parar al mundo de las tinieblas, generándose así
el cosmos.

 El objetivo del proceso histórico es la separación (que constituye la tercera etapa) de forma que no
se puedan volver a mezclar. La Luna crecía con la luz que llegaba a la Tierra, y el Sol era la puerta del
reino de la Luz.

 Entre las divinidades de luz aparecía Jesús el Luminoso, que conduciría las almas al Reino de la luz, y
su moral enseñaba 7 preceptos (4 de ellos relativos a la fe, y 3 a la conducta de los creyentes).

También habían importantes minorías cristianas como:


 La Iglesia Nestoriana fue establecida en Persia (Mesopotamia y Norte de Irán), desde antes del
Concilio de Éfeso, siendo la más antigua (según la tradición), ya que surgió en la zona de Edesa a
partir del apostolado de Tomás. Sufrió las persecuciones de Sapor II y Yezdigerdes, siendo su cabeza
visible el katholikos, (representante del patriarca de Antioquía, antes de volverse independiente).
Residía en Ctesifonte hasta que se traslado a Bagdad en época abasí, y hacia el 480, el
nestorianismo se convirtió en la única versión del cristianismo aceptada en Persia.

 La Iglesia Armenia fue fundada por el apóstol Addai, oriundo de Edesa en su evangelización por
Armenia. Su primer katholikos, Gregorio el Iluminador, fue consagrado obispo en Cesarea de
Capadocia en el siglo III, con sede en el monasterio de Ecmiadzin (Rusia). A principios del siglo V se
consolido y vinculo a la familia real armenia, y el pueblo se fue convirtiendo, gracias a la invención
del alfabeto armenio por un monje que formo un equipo de traductores para traducir las Sagradas
Escrituras al armenio. Su independencia respecto a la ortodoxia bizantina estuvo marcada por las
luchas entre sasánidas y griegos, que aislaban geográficamente a Armenia, a pesar del intento de
unión con la Iglesia ortodoxa en época de Heraclio, que finalmente no cuajo. Esta Iglesia tenía dos
tipos de sacerdocio, los vardapets (célibes cultos, dependientes de un convento o encargados de
una función pastoral), y los sacerdotes casados encargados de las Iglesias.

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FUENTES
 Eusebib de Cesarea. Crónica y su Historia Eclesiástica. Evagrib de Epifanía y Juan de Éfesb (Vidas de
los santos orientales).
 Prbcbpib de Cesarea, el mas importante de los herederos de la tradición sofista, Historia de las
Guerras, que narra de primera mano al seguir a Belisario en todas sus campañas. Sobre los edificios
donde narra la política urbanizadora de Justiniano. Historia Secreta tremenda crítica de las
costumbres de la corte y la obra de Justiniano y Teodora. Aghatias de Myrrhina y Menandrb
Prbtectbr continuaron su obra hasta la época de Tiberio II.
 Juan Malalas, en el espectro contrario a Procopio. Chronographia crónica desde la creación del
mundo hasta Justiniano, a base de fuentes oficiales que pudo consultar en la corte en su condición
de abogado. También esta la Chonographia de Teófanes el Confesor en forma de anales, que
abarca desde Diocleciano a Miguel I Rangabé.
 Flavib Crescbnib Cbrippb, que deja testimonio de la campaña de África a través de la poesía épica,
asi como del reinado de Justino II. Juan Lidb "El lidib" Sobre las magistraturas, donde describe todo
el funcionamiento de la administración estatal. Cbsmas Indicbpleustes detalla todo el comercio
entyre el Imperio, la India, Sri Lanka y Persia, asi como la expansión del nestorianismo a través de
estas rutas.
 En cuanto al Imperio Sasánida hay fuentes en varias lenguas y periodos diferentes, entre las que
destacan las que acabamos de mencionar, teniendo en cuenta su actitud hostíl hacia los persas. Es
importante el Strategicon del emperador Mauricib. En árabe tenemos la Historia de los Reinos de Al
Tabari.
 Existen numerosas insripciones epigráficas mandadas grabar por los emperadores sasánidas, asi
como numismática, sellos, monedas, ostraca, papiros y pergaminos, según las distintas zonas del
imperio
 La tradición historiográfica Armenia habla de la lucha entre el Imperio Oriental y Persia por hacerse
con Mesopotamia y el Cáucaso
 Fuentes siriacas ofrecen noticias sobre cuestiones sociales y religiosas
 Compilaciones de leyes que revelan la organización social del Imperio: La Exposición de las mil
sentencias sobre casos juzgados en la corte. Los actos de la Religión sobre creencias y leyes del
zoroastrismo.
 Las capitales provinciales de Iran. Organización geográfica del Imperio Sasánida y sus rutas

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TEMA 3.- LA EXPANSION DEL


CRISTIANISMO Y LAS
PRIMERAS HEREJIAS
1.- LA ORGANIZACIÓN Y JERARQUIA ECLESIASTICA

La expansión del cristianismo representa uno de los capítulos esenciales de la historia europea y
dentro de este proceso, los años 313 y 380 son cruciales. El primero marca la fecha en que Constantino
decreta la libertad de culto en todo el Imperio, por lo que el cristianismo se igualó en rango al resto de
religiones. El segundo, marca la fecha en que Teodosio convierte al Cristianismo en la única religión oficial
del estado, dejando fuera de la ley a las demás religiones. Esto produjo una estrecha unión que permitió a
los obispos ejercer, no sólo el poder religioso, sino el civil, sobre todo en lo referente al derecho de familia
(Codex Theodosianus), que redundó en forma de beneficios económicos y sociales a la nueva iglesia,
aunque en el campo de la unidad de la fe, dio lugar a innumerables controversias y herejías.

La Iglesia, que en sus inicios carecía de organización y estructura propia, se inspiro en la


organización administrativa del Imperio, como digna heredera de la romanidad, siendo la ciudad (civitas), el
núcleo de la estructura administrativa imperial, donde en ella residía el obispo (episcopus), y fuera el centro
de toda la administración episcopal. Todo el territorio adscrito a la misma pasa a denominarse diócesis,
donde varias de ellas forman una provincia eclesiástica, al frente de la cual está el metropolitano (arzobispo
en occidente). La provincia eclesiástica solía coincidir con la civil, y el obispo metropolitano ocupaba un
lugar jerárquico superior al resto de obispos. La civitas fue perdiendo importancia en los últimos días del
Imperio, al ausentarse de ellas las clases dirigentes, y cuando se producen las invasiones, los obispos se
convierten, en únicos representantes y portavoces de la población, erigiéndose como jefes espirituales y
civiles de la misma. Muchos de estos obispos pertenecían a la antigua clase senatorial y a su muerte cedían
su patrimonio a la Iglesia, aumentando sus riquezas, además de las donaciones aportadas por los fieles, por
lo que la Iglesia figuraba como los grandes propietarios de bienes rústicos.

En la Edad Media, la tierra era casi la única fuente generadora de riqueza y poder, en función del
dominio que se ejerce sobre las personas asentadas en ella. La ciudad se convierte en centro de vida
religiosa y todo empieza a girar en torno al obispo y su catedral, que guarda reliquias de santos venerados
por la población, como fuente de milagros, curaciones y fuerza protectora de la ciudad. Las catedrales e
Iglesias se convierten en lugares de asilo y beneficencia acogiéndose numerosos pobres, y los obispos
extienden su poder sobre poblados de la diócesis (vici), creando parroquias rurales, y nombrando
presbíteros que transmiten sus órdenes a la población.

Debido al creciente poder de los obispos, los reyes bárbaros y emperadores, controlaron su
elección, ya que en la práctica se habían convertido en funcionarios reales de igual rango que los comes o
condes, y como tal, era fundamental conservar su fidelidad. En esta época nace la costumbre canónica del
celibato eclesiástico, que diferencia la Iglesia de Oriente (donde diácono y sacerdotes podían casarse, a
excepción de los obispos), y Occidente (donde el Papa León I impuso el celibato a subdiáconos, diáconos,
sacerdotes y obispos, aunque su cumplimiento fue irregular).

El metropolitano o arzobispo, solía reunir a los obispos de su provincia en asambleas (sínodos),


donde se acordaban directrices a seguir sobre moral, costumbres, ritos y vida religiosa. Existen numerosas
referencias de este tipo de reuniones, conservándose actas de muchas de ellas.

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2.- LAS IGLESIAS ORIENTALES: LOS PATRIARCADOS. EL PRIMADO DE ROMA

El Imperio de Oriente estaba dividido en 5 grandes diócesis, que incluían varias provincias
Correspondientes más o menos con las metrópolis eclesiásticas:

 La diócesis de Egipto, con 6 provincias, paso a formar el Patriarcado de Alejandría.


 La diócesis de Oriente, con 15 provincias, formó el Patriarcado de Antioquía.
 La diócesis de Asia, Ponto y Tracia, paso a formar el Patriarcado de Constantinopla.

El Concilio de Constantinopla del 381, estableció la estructura eclesiástica del Imperio y acordó que
los obispos de una determinada diócesis civil, que correspondía a un patriarcado, no podían inmiscuirse en
los asuntos de otra diócesis, consagrando así la independencia de patriarcas y obispos. Aquí se
establecieron cinco patriarcados: Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquia y Jerusalén. No fue hasta
1589 cuando se creó el patriarcado de Moscú, que reivindicó el titulo de la “Tercera Roma”, influyendo
sobre Rusia y el mundo eslavo.

El Patriarca de Alejandría, gozo de gran prestigio por su doctrina y extraordinario poder político que
ejerció, especialmente entre los siglos V-VI con miles de monjes que dependían de él. Fue foco principal de
pensamiento cristiano y digno sucesor de la escuela helenista, destacando en la defensa de la ortodoxia
contra los arrianos, siendo San Atanasio su principal figura.

El Patriarca de Antioquía, vio discutida su posición por el Obispo de Jerusalén, hasta que éste se
convirtió en Patriarca, y por Chipre. Remontaba su origen a San Pedro, que estuvo en dicha ciudad antes de
dirigirse a Roma.

El Patriarca de Constantinopla, era el obispo de la Nueva Roma o capital de Imperio de Oriente,


donde el canon 28 del Concilio de Calcedonia del 451, lo reconoció con rango equivalente al Papa de Roma.
Sufrió la constante injerencia de los emperadores bizantinos en asuntos eclesiásticos, y tras la pérdida de
influencia de los otros 3 patriarcados por las conquistas musulmanas del siglo VII, se convirtió en el gran
rival de Roma.

La estructura eclesiástica de Occidente no siguió los mismos pasos que Oriente, y las diócesis civiles
del Imperio (Hispania, Vienne, Galia, Bretaña), no dieron lugar a patriarcados, excepto Roma y Cartago (con
500 obispos y 6 diócesis civiles). Los obispos de Cartago se vieron superados por las querellas donatistas y la
invasión vándala, hasta que la conquista musulmana a finales del siglo VII, hizo que desapareciera todo
vestigio de esta Iglesia, que había dado célebres figuras como Tertuliano o San Agustín.

El Papa de Roma mantuvo la lucha por mantener su independencia de los poderes civiles y por
defender la pureza del dogma, contribuyendo a afianzar su prestigio sobre los diversos pueblos bárbaros
asentados en Europa. El Papa de Roma, como obispo de la “Sede Apostólica”, funda su autoridad en San
Pedro, como se encarga de recordar continuamente en sus Decretales. El resto de patriarcas le reconocen su
primacía honorífica, pero en la práctica conservan su autonomía total. Los reyes bárbaros (en su mayoría
arrianos), desconfían del poder papal sobre los obispos de sus reinos, y trataran de defender su autonomía
frente a Roma. Por ello, la autoridad de los Papas en Occidente, fue afirmándose lentamente, siendo la
acción evangelizadora promovida por ellos, uno de los motivos que contribuyeron a ello.

La primacía de los Papas alcanzó su cénit con San León I Magno (siglo V), reconocido por los obispos
de la Galia, Hispania y el Ilírico, contribuyendo por fijar la ortodoxia en el Concilio de Calcedonia del 451, la
defensa de Roma frente a Atila en el 452, y evitar numerosas muertes durante el saqueo de la ciudad por el
vándalo Genserico en el 455.

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La Iglesia había alcanzado una posición de privilegio en el Imperio desde Constantino hasta
Teodosio, hasta el punto que los mismo emperadores se consideraban “obispos entre los obispos”. Los
eclesiásticos gozaban de privilegios como, la exención del desempeño de cargos municipales, la sujeción al
derecho eclesiástico y no al civil (aunque lograron que el delito de herejía se equiparara al crimen de
Estado, siendo los herejes perseguidos como enemigos públicos), los obispos adquirieron el poder arbitral
en los litigios públicos, etc. Quedaba lejos, en el recuerdo, los tiempos en que la Iglesia pedía que se la
tratase como a cualquier religión, ya que ahora convertida en religión oficial, no toleraba que nadie
discutiera o compartiera sus privilegios. Pero la Iglesia pagará caro el disfrute de los mismos, ya que siempre
necesitará la protección del poder civil, y los emperadores bizantinos y reyes bárbaros se la otorgarán a
cambio de inmiscuirse en sus asuntos, empezando por la elección de altos cargos y la participación (y en
algunos casos imposición) de temas puramente teológicos.

Los Papas de Roma empezaron a perfilar la doctrina de la delimitación de poderes, es decir, el


espiritual para el Papa, y el temporal para el Emperador. El Papa Gelasio I (492-496), en una carta dirigida al
emperador Anastasio en el 495, le explica que sólo Roma puede juzgar a obispos y patriarcas, sin necesidad
que ningún concilio lo autorice, y sus sentencias son inapelables, ya que “la carga que pesa sobre los
sacerdotes es mayor, pues ellos deben responder también en el juicio de Dios por las almas de los reyes”.
Así, se pusieron los cimientos de una doctrina que con el tiempo conducirá a Occidente a un choque frontal
entre ambos poderes, en una teoría conocida como “de las dos espadas”.

Durante los primeros siglos, la elección de obispos las realizaba el pueblo y el clero, entrando en
juego cuestiones de índole política, económica y religiosa, por lo que muchas elecciones se celebraban en
medio de grandes desórdenes, teniendo que intervenir la autoridad civil. Los patriarcas de Constantinopla
eran elegidos por el emperador, mientras que los Papas de Roma se elegían en medio de grandes presiones
y obteniendo la aprobación del emperador bizantino, a cambio de pagar una tasa, que fue abolida por
Constantino IV en el 680. Posteriormente subsistió únicamente la obligación de comunicar el nombre del
elegido al emperador, o al exarca de Rávena, hasta que la conquista del norte de Italia por Carlomagno,
puso fin a esta práctica con el poder bizantino, para aplicarse con el nuevo poder franco.

3.- CONCILIOS Y HEREJIAS

La difusión del cristianismo por todo el Imperio no estuvo exenta de dificultades, y una vez tolerada
y aceptada por los emperadores, surgieron diferentes interpretaciones sobre aspectos de fe. Casi todas las
herejías nacieron en Oriente, debido a que allí hubo mayor difusión del cristianismo, fortaleza del
helenismo, y mayor sutileza interpretativa de las mentes orientales. Occidente tampoco estuvo exento de
herejías, aunque de distinta naturaleza, como el donatismo, priscilianismo y pelagianismo, que apenas
influyeron en Oriente

3.1 Herejías de Occidente


El donatismo, nació en el norte de África a principios del siglo V, por el Obispo Donato de Cartago
en el 312, y formaban una secta de carácter rigorista que se oponía a la vida relajada del clero, y defendía la
eficacia de los sacramentos, de la pureza del que los administraba. Al principio surgió como un cisma de la
Iglesia norteafricana que con el tiempo se convirtió en una autentica herejía, que dividió dicha Iglesia hasta
la llegada de los vándalos, pero que resurgió con la conquista de Justiniano.

El selagianismo, toma el nombre de su creador, Pelagio (laico de origen irlandés), para quien todos
los hombres nacían sin pecado original, pues el pecado de Adán no se transmite al resto de la humanidad,
considerando el bautismo un sacramento superfluo. El hombre obrando rectamente y de acuerdo a su
conciencia, podía alcanzar la vida eterna, siendo la figura de Jesús fundamental por la excelencia de su

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doctrina y por su ejemplo, no por la gracia salvadora que nos ofrece con su muerte. Pelagio, se convierte
así, en el primer defensor de la sola fides que posteriormente defendió Lutero. Fue una doctrina
impregnada de estoicismo e inspirada en la filosofía pagana que fue condenada en el Concilio de Cartago
del 418, siendo San Agustín, uno de sus principales detractores.

El sriscilianismo, tomo su nombre de Prisciliano (de origen gallego y obispo de Ávila en el siglo IV),
donde su doctrina difundida por Galicia y Lusitania, contenía vestigios gnósticos y maniqueos. Fue acusado
de brujería y decapitado en Tréveris en el 385, convirtiéndose así en la primera víctima de la persecución
contra herejes. Tanto San Ambrosio de Milán, como San Martin de Tours, protestaron por esta ejecución
ante el emperador Máximo, el cual sucumbió ante la presión de ciertos obispos hispanos. El priscilianismo,
impregnado de un fuerte contenido social y crítica a la jerarquía, subsistió en la zona dos siglos más

3.2 Herejías de Oriente

Las herejías con más calado dogmático, transcendencia política y social, fueron las surgidas en
Oriente, donde para condenarlas se reunieron los primeros Concilios Ecuménicos. Las herejías más
importantes fueron el Arrianismo, Nestorianismo y Monofisismo, que dieron lugar a grandes controversias,
afectando e incluso contribuyendo a la crisis y debilitamiento del Imperio oriental.

El arrianismo, toma su nombre de Arrio, presbítero de Alejandría en el 311, que estructuro dicha
doctrina, formulada inicialmente en Antioquía, en la cual, de las 3 personas que forman la Trinidad, el Hijo
(Jesús de Nazaret), había sido creado por el Padre antes de todos los tiempos, y aunque era una criatura
superior, no podía ser igualado en divinidad al Padre, convirtiéndose de esta manera en un semidiós. Esta
doctrina amenazaba los fundamentos del cristianismo, por lo que Constantino (basando la unidad del
Imperio al cristianismo), se vio obligado a intervenir, convocando el Concilio de Nicea en el 325, siendo el
primero de los Ecuménicos. Estuvo presidido por el obispo Osio de Córdoba (consejero del emperador), y
participaron 300 obispos, y de allí salió el Credo o Símbolo de Nicea, diciéndose del Hijo que “fue
engendrado, no creado, consustancial al Padre (omousion to Patri)”. También se acordó la norma para
calcular la fecha de la Pascua de Resurrección, ya que había continuas disputas con judíos y patriarcas de
Alejandría, por parte de Roma. Se acordó que la pascua se celebraría, teniendo en cuenta el calendario
lunar, entre el 22 de Marzo y el 25 de Abril, y debía ser el primer domingo siguiente al plenilunio posterior al
equinoccio de primavera. Los judíos celebran su Pascua el primer plenilunio posterior al equinoccio de
primavera, pudiendo caer en cualquier día de la semana. En ese mismo año (325) el equinoccio de
primavera cayó el 21 de Marzo y en el año 1582 el Papa Gregorio XIII corrigió el adelanto de 10 días,
acumulado con el tiempo, suprimiendo ese año 10 días del calendario, configurando así el famoso
calendario gregoriano.

El arrianismo prácticamente desapareció del imperio, tras su condena en el II Concilio Ecuménico


de Constantinopla del 381, pero tuvo un éxito duradero gracias al obispo Ulfila, que convirtió a los godos a
dicha religión, creo un alfabeto propio, y tradujo la Biblia a dicha lengua. El arrianismo desapareció tras la
conversión de los visigodos al catolicismo en tiempos del rey visigodo Recaredo.

El nestorianismo, defendía la doble naturaleza de Cristo, una divina y otra humana, completas pero
separadas, aunque la humana prevalecía sobre la divina, y según esta doctrina, María había engendrado un
hombre en el que habitó la naturaleza divina. Su creador fue el monje Nestorio (de origen sirio), que llegó a
ser patriarca de Constantinopla en el 428, y a su teoría se opuso el patriarca Cirilo de Alejandría, que
defendió la tesis de una única persona con doble naturaleza (divina y humana) a la vez y sin separación,
convirtiéndose María, la madre de Jesús, en Madre de Dios (Theotokos). Esta fue la doctrina oficial que se
promulgó en el III Concilio Ecuménico de Éfeso en el 431, y el nestorianismo se refugió en la Persia sasánida,
difundiéndose por Irak, India y China, donde aún subsiste.

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El monofisismo, tuvo mayor arraigo, contribuyendo a debilitar el Imperio, y causando la defección


de gran parte de sus súbditos, tras la invasión musulmana. El alejandrino Eutiques, defendió frente a Éfeso,
que las dos naturalezas de Cristo (divina y humana), están fundidas (monofisis = una naturaleza), aunque la
divina se sobreponía sobre la humana. El monofisismo fue reconocida doctrina oficial en el Concilio de
Éfeso del 449, presidido por Teodosio II, y sin admitirse a los legados de Roma, por lo que el Papa León I, lo
calificó como “latrocinio de Éfeso”, y consiguió que en el año 451, se celebrará el IV Concilio Ecuménico de
Calcedonia, con 600 obispos, de los que solo 2 de Occidente, condenaron el monofisismo. El Concilio
estableció que en Cristo las 2 naturalezas se hallan “inconfusas e inmutables, indivisas e inseparables”, y
provoco la oposición de numerosos obispos sirios, armenios y alejandrinos. Así nació la Iglesia Ortodoxa
Siria o jacobita, que toma el nombre del obispo de Edesa, Jacobo Baradai, extendiéndose por el Líbano, Siria
e Irak, mientras que la Iglesia Ortodoxa de Armenia, lo hace por Armenia y países de la diáspora armenia. El
monofisismo impregno parte de la sociedad a la que se sumaron varios emperadores, convirtiéndose en
Siria y Egipto como seña de identidad nacionalista frente a Constantinopla, hasta la conquista de los
musulmanes.

De estas contiendas dos cosas quedaron claras: que el Concilio Ecuménico era el único órgano que
podía fijar la ortodoxia y promulgar decretos administrativos que fueran aceptados por todos, y que los
emperadores eran los únicos que podían convocarlos, al ser reconocida su autoridad por todas las partes.

4.- SAN GREGORIO MAGNO Y LA EVANGELIZACION DE LOS ANGLOSAJONES

Tras la conquista bizantina de Italia en tiempos de Justiniano, la Iglesia italiana con el Papa a la
cabeza, vuelve a sufrir la intromisión del emperador, sin olvidar, que los Papas debían notificar a
Constantinopla su elección y esperar su aprobación, antes de la consagración. La irrupción de los lombardos
en Italia, su progresiva conquista del Norte de la Península y su instalación en Espoleto y Benevento (donde
crearon fuertes ducados que ejercían presión sobre Roma), hicieron que los Papas, sin la ayuda del Imperio,
se erigieran en valedores de la Urbe, y se presentaran como únicos representantes de sus ciudadanos.

En este contexto, surgió el Papa San Gregorio (540-604), otorgándole el calificativo de Grande o
Magno, el cual, pertenecía a una rica familia patricia romana, los Anicios, educados con los mejores
maestros. Alcanzó el título de Prefecto de la Ciudad, y siendo diácono residió en Constantinopla por 10 años
como embajador (apocrisario) del Papa Pelagio II. Fue elegido Papa en el 590 y tuvo que negociar con el
pago de un rescate, la retirada de las tropas lombardas el rey Agilulfo que asediaba Roma en el 593.
Gregorio I se convirtió en la figura más importante de la ciudad y sus acuerdos con Agilulfo fijaron las
fronteras entre el reino lombardo y del Ducado o Tuscia Romana, que en el futuro constituirá el núcleo del
Patrimonio de San Pedro.

Los anglosajones habían permanecido paganos y reacios a aceptar el cristianismo, pese a varios
intentos por parte de los monjes bretones. Gregorio I envió a la Isla, en el año 596, al monje Agustín (quien
sería después arzobispo de Canterbury), que unió a otros 40 monjes, consiguiendo la conversión del rey de
Kent, Ethelberto, que estaba casado con una princesa católica merovingia e hizo la primera donación de
tierras en Canterbury, convirtiéndose así en la cabeza de la futura organización eclesiástica de la Isla. Tanto
el monje como el rey serian posteriormente canonizados por la Iglesia, y la evangelización avanzó
lentamente por Essex, creándose la sede episcopal de Londres. San Gregorio fue el inspirador más tenaz de
la jerarquía papal, dictó numerosas normas para la disciplina eclesiástica, dirigió y alentó la labor
evangelizadora benedictina, y fue el creador del canto gregoriano usado en la liturgia católica hasta que fue
desplazado por el canto ambrosiano o milanés, creado por el obispo San Ambrosio de Milán.

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La acción evangelizadora de los pueblos germanos constituyó a lo largo del tiempo un proceso de
aculturación que no fue continuo ni lineal, pero que transformó lentamente la fisonomía cultural y mental
de Europa, El abandono de las prácticas paganas a lo largo de la Edad Media no fue general ni fácil, muy a
pesar de la fuerza coercitiva de la Iglesia, como así lo reconocen numerosos documentos eclesiásticos que
han llegado hasta nuestros días. La conversión de Clodoveo, la del rey Ethelberto, y la de los demás reyes
germánicos, no comportaba la automática conversión de todos sus pueblos, aunque así pueda aparecer en
sus crónicas, ya que las gentes del campo, la más numerosa y difícil de controlar, en cuanto podían volvían a
sus prácticas paganas. Las actas de los concilios celebrados en todos los reinos a lo largo de los siglos
medievales, condenan una y otra vez estas prácticas, lo que pone de relieve su vigencia.

5.- EL MONACATO
5.1 El monacato oriental
Surgió en la segunda mitad del siglo III, entre cristianos que deseaban llevar una vida contemplativa
y de sacrificio imitando a Cristo, y como sustitutivo del sacrificio que exigía el martirio, optándose así a un
sacrificio continuado de por vida. Se trataba de personas que a título individual, abandonan su familia y se
retiran al desierto o lugares inhóspitos, aislándose de la gente y dedicándose con más intensidad, a la
oración y la ascesis. Lugares como la región de la Tebaida, en el Alto Egipto cerca de Tebas, o el desierto de
Nitria, cerca de Alejandría, ofrecen las mejores condiciones de soledad. Surge así el anacoreta (del griego,
anajoretes) o persona que vive aislada y habita cuevas o refugios naturales, en busca de la perfección
interna, sin necesidad de comunicarse con otras personas y sin estar sujeto a ninguna regla. San Antonio “el
anacoreta” (281-356), fue un buen representante, junto a una serie de anacoretas que reciben instrucción
de cómo afrontar la vida y defenderse de la acechanzas del demonio. El anacoreta en general, tiene una
extracción social baja, son crédulos, desempeñan toda clase de especulaciones teológicas, pero gozaron de
gran estima entre la población, por su fama de santidad y extremas penitencias. El desarrollo posterior de
este tipo de eremitismo dará lugar a la laura, que se difundió por Siria, Galia e Italia principalmente.

El egipcio San Pacomio viendo los peligros para el alma en una vida aislada, fundó en el 330, la
comunidad de los cenobitas (del griego koinóbion = vida en común), donde el trabajo manual y el estudio de
la Biblia (unidos bajo una disciplina común, basada en una serie de principios y normas), serian su norma de
vida. Nació así una nueva institución, el cenobitismo o monacato, de larga y fructífera tradición hasta la
actualidad, no siendo solamente una forma de vida peculiar del cristianismo, sino también en todas las
grandes religiones de la Humanidad.

En Palestina, Siria, el Sinaí y Armenia se desarrollo el monacato de las llauras, por San Hilarión,
donde sus monjes vivías aislados en chozas y cuevas, reuniéndose los domingos para celebrar la liturgia y
comer juntos, tras lo cual volvían a su vida de aislamiento. Este tipo de vida aun se practica en el Monte
Athos de Grecia, además de otra variedad de monjes llamados estilitas, como San Simeón, que vivió 40
años en lo alto de una columna.

El verdadero fundador del monacato oriental fue San Basilio (obispo de Cesarea del 329-79), cuya
regla aun sigue vigente entre monjes ortodoxos y sirvió de modelo a San Benito. Su regla, huye de las
mortificaciones excesivas, e insiste en el trabajo manual e intelectual, sujetando al monje al mando de un
superior. Apoyados por la autoridad civil y religiosa, los monjes basilianos se contaron por miles en todo el
imperio, actuando en ocasiones, de manera violenta en acaloradas discusiones teológicas.

5.2 El monacato en Occidente


Surgió en época más tardía introducido por personas que habían estado en contacto con el
monacato oriental y se fue difundiendo lentamente en Europa sin obedecer a un impulso común, ni regla

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de aplicación general, hasta la aparición del benedictinismo en el siglo VI. San Agustín fue el principal
impulsor del monacato norteafricano creando una regla ampliamente imitada en siglos posteriores. En la
Galia fue San Martín de Tours, quien introdujo la vida cenobítica a mediados del siglo IV, creando dos
monasterios en Tours y Poitiers. En Hispania hay indicios de vida monástica desde el Concilio de Elvira
(Granada) aproximadamente en el año 305, donde se habla de “vírgenes consagradas a Dios”, y a finales del
siglo IV conocemos la célebre monja Eteria que escribe a sus monjas en su Viaje a Tierra Santa. En época
visigoda, el monasterio más famoso fue Dumio, cerca de Braga (Portugal), fundado por el monje panonio
San Martín, que llegó a ser arzobispo de dicha ciudad. En el Bierzo y Galicia floreció el espíritu monástico,
inspirado en la regla de San Fructuoso de Braga

Los principales focos monásticos se encontraban sin duda en Irlanda y Gran Bretaña, un monacato
caracterizado por su alto nivel cultural, rigorismo y el importante papel que jugó en la cristiandad
occidental. Sus figuras más destacables fueron:

 San Patricib, nacido en Gran Bretaña en el 387, se educó entre los monjes de Lerins (Provenza) y
predico el cristianismo en el Norte de Irlanda, fundando numerosos monasterios e Iglesias. De estos
monasterios partieron los monjes irlandeses o scotti, que en el 563 se instalaron en la isla de Iona y
Lindisfarne, para desde allí, evangelizar a lo pictos del norte de Inglaterra.
 San Cblumbanb, partió de Irlanda en el 590, para evangelizar las Galias y fundar en Borgoña los
célebres monasterios de Luxeuil y Fontaine, San Gall (cerca de Zurich), y Bobbio (al Norte de Italia).

El monacato irlandés siguió pautas rigoristas con comunidades muy numerosas, como en Bangor,
que llego a tener 300 monjes. Sus abades ejercían el papel de obispos, a los que sustituyen, por lo que la
organización eclesiástica de las islas, giraba en torno a las abadías. Seguían practicas distintas al resto de
Occidente en el cómputo de la Pascua, administración del bautismo, ordenación sacerdotal, lo que
ocasionaba roces con los monjes romanos llegados para evangelizar a los anglosajones.

San Benito de Nursia (Norcia), nacido a finales del siglo V, y tras sus inicios como anacoreta, fundó el
célebre monasterio de Monte Casino, entre Roma y Nápoles, donde redactó su famosa Regula
monachorum. Se trataba de una regla de 73 capítulos, recopilando lo mejor de las existentes y que concedía
una gran importancia a la vida intelectual y manual del monje, en el célebre, ora et labora. Abandona las
prácticas rigoristas y pone énfasis en el canto divino. El abad, con cargo vitalicio, es el jefe de la comunidad a
la que todos deben obediencia ciega. El monje tenia reglamentada toda su vida, y se adscribía a un
monasterio de por vida, suprimiéndose la costumbre de los monjes giróvagos, que recorrían diversos
monasterios. San Benito murió en el 543, y su monasterio fue destruido por los lombardos en el 580,
refugiándose sus monjes en Roma al amparo del Papa Gregorio Magno.

La Regula monachorum se extendió rápidamente por Europa, y el lema ora et labori, resumía
perfectamente la idea de su fundador, por dos razones:

 Era una regla eminentemente práctica en la vida de todo monje, ya que desde que entraba al
monasterio hasta su muerte, estaba completamente reglamentada.
 Era mucho más flexible y humana que el resto de reglas rigoristas de los monjes celtas que regían
los monasterios del Norte y Centro de Europa.

Los monjes benedictinos al servicio del Papado, fueron eficaces instrumentos evangelizadores y
difusores de las doctrinas de Roma. Desde sus monasterios en las campiñas y zonas rurales europeas, sus

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scriptoria, práctica de la liturgia romana y su organización, contribuyeron a la formación de la idea de


pertenencia a un mundo común, como resultado de la fusión de lo germano, romano y cristiano: Eurbpa

6.- LA TRANSMISION DE LA CULTURA CLASICA EN OCCIDENTE


6.1 Lengua y cultura
La brecha que se abrió entre Oriente y Occidente fue acentuándose progresivamente, y el uso del
latín en la administración (común en ambas zonas), fue dando paso al griego en Oriente, sobre todo en Asia
Menor y Alejandría, las regiones más helenizadas, aunque en el resto de Egipto se utilizaba el copto como
lengua común. En Siria, el arameo y el sirio eran las lenguas habituales, siendo el griego el utilizado por la
población más culta. Así pues, en el siglo V renace el griego en todas las provincias del Imperio, que
coincide con el florecimiento de las escuelas de Atenas, Gaza y Constantinopla, utilizándose el griego en
detrimento del latín. El mismo Justiniano, aun con su Codex del 534 escrito en latín, hablaba griego, y con el
prefecto Juan de Capadocia, paso a ser de facto, la lengua de la administración. A la muerte de Tiberio II en
el 582, como último emperador que tuvo el latín como lengua materna, el griego se convirtió en lengua
oficial del Imperio. Desde entonces, las ordenanzas imperiales dirigidas a súbditos de Italia (exarcado de
Rávena, Sicilia e Italia Meridional), eran escritas en griego, y debían traducirse al latín.

En Occidente, a raíz de las invasiones, el latín deja de ser hablado en diversos reinos, aunque
tampoco era uniforme entre ellas, ya que la pronunciación, entonación, uso de palabras típicas, etc, hacían
que fuera perdiendo uniformidad. El menor uso de la lengua escrita contribuyo a acelerar esa diferencia,
abriendo un foso entre la lengua oral (latín vulgar) y la escrita (bajo latín). El latín que durante el Bajo
Imperio se ha ido empobreciendo, alcanza en el siglo V su nivel más bajo, y ya no se distingue entre vocales
largas y cortas, la recitación poética pierde su riqueza, aparece el articulo (nunca usado en latín clásico),
aparecen las preposiciones para distinguir los casos en las declinaciones, etc. Quien quisiera escribir latín
correctamente, lo tenía que aprender como el que aprende una lengua extranjera, y las antiguas escuelas
de gramática y retórica subvencionadas por la autoridad pública, desaparecen. Durante el siglo V, los textos
de autores clásicos dejan de ser inteligibles, y la mitología que impregnaba la poesía y numerosos escritos
de la antigüedad, ya no interesa o es despreciada. El estudio de la Biblia y los escritos de los Padres de la
Iglesia, se imponen por todas partes.

6.2 Centros de creación y difusión.


En Francia

Destaca el obispo de origen senatorial Sidonio Apolinar, amante de las letras clásicas y autor de 24
poemas. En el siglo VI destaca el gran historiador y obispo Gregorio de Tours, que aunque no cultivo la
poesía, escribió con una prosa bastante correcta. También destaca, Venancio Fortunato (nacido en Italia) y
obispo de Poitiers en el 598, que compuso numerosos himnos, epigramas, elegias, etc, entre los que
destacan los himnos Pange lingua, Vexilla regis y Quem terra, pontus, aethera, que aun se cantan en la
liturgia católica.

En Italia

La dominación de Odoacro y después la de Teodorico, favorecieron la cultura latina y artes clásicas.


En el siglo V destaco el poeta Ennodio, que aunque compuso versos de escasa calidad, buscaba los
personajes de su inspiración en la mitología clásica. Boecio, cultivo la filosofía clásica de la escuela de
Atenas en su obra De consolatione Philosophiae (diálogo entre el autor y la Filosofía en clave estoicista), con
gran influencia en el Medievo. Casiodoro, inmerso en el ambiente cristiano monástico, fue el autor de
Institutiones (escrito para los monjes del monasterio que fundó en Vivario, Calabria), donde trasmite todo lo

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que un monje debe saber para la correcta interpretación de las Escrituras, y para estudiar las artes liberales.
En el siglo VI destaca San Gregorio Magno, cuyos Diálogos y Libros Morales, tuvieron una enorme difusión.

En Hissania

En el siglo VII, destaca San Isidoro de Sevilla, muerto el año 636, el cual recogió, ordenó y
sistematizo el saber antiguo, donde sus Etimologías constituyeron una vasta obra sobre historia, literatura,
gramática y derecho sobre el mundo antiguo, convirtiéndose en la obra de consulta y referencia por
excelencia de toda la Edad Media. Fue un autentico éxito, del que en la actualidad se conservan casi un
millar de códices manuscritos.

En Irlanda e Inglaterra

Los monjes educados en las escuelas catedralicias de Jarrow, Canterbury y York, cultivaron el latín
clásico y estudiaron a los autores de la antigüedad. Los monjes celtas de Irlanda fueron los primeros en
copiar en sus scriptoria, toda clase de manuscritos, decorándolos con miniaturas que combinan lacerías con
animales reales o fantásticos, y con un colorido que los hace inconfundibles, aunque fueron sus colegas
anglosajones quienes mejor transmitieron el legado de la antigüedad.

La figura más representativa fue Beda “el Venerable” (673-735), que gracias a él, conocemos la
historia de los reinos de la Heptarquía recogida en su Historia eclesiástica de la nación inglesa, y en su obra
De temporum ratione, sobre cronología, proponiendo fechar el tiempo en “antes y después de Cristo”, que
actualmente utilizamos. Beda y otros autores, empezaron a traducir la Biblia al anglosajón, siendo los
primeros en utilizar las nuevas lenguas en sus composiciones. Por esas fechas se compuso Beowulf, que
narra en anglosajón las gestas de este héroe nacional. En Occidente, los monjes celtas y anglosajones
fueron los mejores conocedores del latín clásico, y sus misiones en Galia y Germania contribuyeron a poner
las bases del futuro renacimiento carolingio.

Se puede concluir que la Iglesia fue la única institución, que a través de sus monjes, transmitió a
Occidente la cultura de la antigüedad, y apenas fuera de los muros de los monasterios, no se encuentra
actividad intelectual alguna. Boecio, Casiodoro y Sidonio Apolinar, fueron los únicos laicos que cultivaron la
vida intelectual, aunque los dos últimos se acogieron a la vida religiosa al final de sus vidas. Con estos
autores, el eje principal del pensamiento será la Biblia, y cuanto gira alrededor de la vida eclesiástica. Todo
acontecimiento histórico se contempla por voluntad divina, y se cultivo también, un género nuevo de
amplia repercusión en la Edad Media, las Vidas de Santos, que serán utilizadas por la Iglesia para edificación
de sus fieles, pues su lectura servía de modelo para señalar las cualidades morales y las virtudes que se
querían inculcar en la población.

En estos siglos altomedievales, dada la intensa actividad de evangelización, se propone a la


consideración de los fieles las figuras de estos nuevos apóstoles de la fe y sus obras de evangelización, de la
misma manera que se hacía en los primeros siglos del cristianismo cuando se proponía a los primeros
cristianos el ejemplo de los mártires. Esta obra hagiográfica alcanza en la época merovingia y carolingia su
máximo esplendor y destacan obras como Las vidas de San Martín de Tours (Sulpicio Severo) y la de Santa
Catalina de Paris, así como la antes comentada Vidas de Santos.

FUENTES
 Sobre la primitiva organización de la Iglesia y las primeras herejías: Historia Eclesiástica de Eusebib
de Cesarea (265-339 ¿?). También fundamental la obra del norteafricano Agustín de Hipbna (354-
430) autor de numerosas obras que marcaron gran parte de la teología durante la Edad Media

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como Confesiones en la que narra su vida y se adhiere a la filosofía platónica, De Genesi contra
manichaeos en contra de la herejía maniquea, y otras contra los donatistas.
 San Jerónimb autor de la traducción de la biblia Vulgata Latina desde el hebreo y el Epistolario,
una colección de 135 biografías de personajes y escritores cristianos de la época
 San Atanasib (295-373) Apología contra los arrianos y La vida de San Antonio Abad.
 Sócrates Escblásticb(380-440 ¿?) Historia Ecclesiástica de siete libros que es la mejor fuente del
periodo 305-439
 Evagrib Escblásticb con otra Historia Ecclesiástica que abarca desde el 431 (Concilio de Efeso) hasta
el 594.
 Fuente de primera importancia para el conocimiento de la formación de Europa, tanto eclesiástica
como civil es San Gregbrib Magnb (540-604), autor de vasta producción y muy influyente en la
cultura medieval. Famosas son sus Epistolas, 14 tomos con correspondencia con numerosos
personajes de la época.
 San Ambrbsib de Milán (339-397 ¿?) De officiis Ministrorum y más de 90 cartas en las que se refleja
un interesante panorama sobre el mundo ostrogodo.
 Sobre el monacato y la evangelización anglosajona es fundamental Veda el Venerable y sobre el
monacato benedictino San Benitb de Nursia, autor de la famosa Regula monachorum
 Sobre la España Visigoda, destacar a San Martin de Braga (510 – 580 ¿?) y a San Fructubsb de
Braga.

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TEMA 4.- NACIMIENTO Y EXPANSION


DEL ISLAM
1.- LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL ISLAM
1.1 La Península Arábiga antes del Islam

La Península Arábiga se divide en dos zonas principales (Norte y Centro) dominadas por paisaje
desértico y clima duro, que condicionó al desarrollo de sociedades en la denominada “Arabia Feliz”, que
comprendía las fértiles tierras costeras del oeste y sur, en Hadramaut, el Yemen, y el Hiyaz, dedicados
también al comercio marítimo e interior. La ausencia de fronteras naturales y capacidad de los nómadas
para atravesar el desierto hicieron que fuera una zona permeable a las influencias de los imperios
colindantes.

Las sociedades preislámicas de Arabia se caracterizan por la organización en grupos tribales o


familiares, y una tendencia contraria a formar grandes unidades que aglutinen gran cantidad de personas
por lazos religiosos, culturales y comerciales. Según la época, se puede decir que una u otra tendencia
predominaba en la zona.

Los nómadas beduinos se dedicaban principalmente al pastoreo y a las caravanas, soliendo acampar
en verano, cerca de los oasis para dedicarse al comercio. Sus familias patriarcales, se agrupaban en clanes
con posesión de tierras en común, y luchaban y emigraban juntos. La tríada de dioses más importante la
formaban Al-Lat (diosa del Sol), Uzza (estrella matutina), y Manat (diosa de la felicidad), todos ellos
sometidos a Allah, como divinidad superior, que pronto se convertirá en dios único. 2

Los grupos tribales daban gran importancia a su genealogía como vinculo de cohesión, y el sistema
onomástico árabe se componía de 5 partes (aunque cualquiera de las partes sirve para designar una
persona, y evitar mencionar el nombre completo):

 Primero, el nombre propio “ism”, originado en la tradición religiosa bíblica, y más tarde coránica
(por ejemplo: Sulayman (Salomón), Harun (Aarón), Hasan, Ahmad o Yaqub (Jacob).
 A veces, antepuesto el apelativo o kunya, que era una fórmula de respeto que solía estar
encabezado por la palabra Abu (padre), que indicaba que era padre, y por tanto, había llegado a la
madurez.
 Detrás del nombre iba el apellido “nasab” como indicación de la filiación mediante la palabra ibn
(hijo de), o bint (hija de). Esta parte puede alargarse añadiendo los nombres de todos los
antepasados por línea masculina del individuo.
 El cuarto elemento se refiere al nombre de la tribu, ciudad o región de procedencia “nisba”,
precedido del artículo al (por ejemplo: al-Qurashi, de la tribu de Quraysh, o al-Shatibi, de Játiva).
 Finalmente el sobrenombre o mote “laqab”, refiriéndose a una cualidad física del individuo, cargo o
título honorífico para personajes importantes (como en el caso de “al-Mansur”, el victorioso,
castellanizado como Almanzor).

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La mayoría de los habitantes de la Península Arábiga hablaba los diversos dialectos de árabe,
pertenecientes al grupo de lenguas semíticas, coexistiendo con el arameo (de territorios dominados por
Bizancio), el copto (de Egipto), o el persa (de las zonas dominadas por el Imperio Sasánida).

“Abu Amir Muhammad bin Adb Allah bin Ami Amir al-Marafiri al Mansur
Kunya Ism Nasab Nisba Laqab

1.2 Los estados preislámicos: Himyaríes, Gassaníes y Lajmíes


Hacia el siglo VI, los imperios Sasánidas y Bizantino se repartían la influencia y el territorio de
pequeños grupos arábigos a través de poderes locales, como los gasaníes y lajmíes (antiguas tribus
yemeníes emigradas al norte de Arabia), y los himyaríes, al Sur. La lucha entre ambos imperios por el
control de las rutas comerciales, y la necesidad de una salida al mar para los persas, hicieron que se
aproximaran a estas tribus, mediante el establecimiento de bases comerciales, comerciantes, predicadores
itinerantes, y soldados que servían como mercenarios en los ejércitos imperiales.

Los lajmíes, situados junto al Golfo Pérsico (actual Irak-Kuwait), y con capital en Al-Hira, debían su
trono a los Sasánidas, que los habían establecido como un estado vasallo como oposición frente a Bizancio.
En el siglo VI se convirtieron al cristianismo nestoriano, provocando la conquista por Cosroes II en el 604,
incorporando Al-Hira al imperio persa, causando así el debilitamiento de la frontera y el ataque de tribus
beduínas.

Los gasaníes, como aliados de Bizancio, facilitaban jinetes que constituían un contingente móvil
eficaz y vigilaban las fronteras, a la vez que sus jefes, con el título de filarcas, cobraban subsidios del
imperio. No tenían capital fija y su población se localizaba en los antiguos territorios nabateos en
Transjordania, y el cauce alto del Éufrates. Su conversión al monofisismo estrecho sus lazos con Bizancio.

Al sur de la Península, los himyaríes gobernaban desde el siglo I manteniendo relaciones


comerciales con los persas, con lo que Bizancio, apoyó al reino abisinio monofisita de Àxum, que invadió el
Yemen en el 525, para asegurar la ruta marítima de la seda.

En el Hiyaz se situaban La Meca y Yatrib, grandes centros comerciales y caravaneros con importante
influencia comercial y política entre los nómadas. La Meca creó una confederación de tribus cliente en
torno al santuario de la Piedra Negra o Kaaba. La ciudad contaba con importantes comunidades
monoteístas judías, cristianas, y hanifíes (árabes que creían en Dios, pero sin adherirse a ninguna de las
religiones preexistentes). Entre los productos que se comercializaban a larga distancia estaban los textiles,
las gomas resinosas y el vino de Siria (de precios exorbitantes, lo que provocaba reacciones incluso antes del
Islam). También se usaba el mercado local con ganado, alimentos ,, artesanía, armas, además de los
anteriores. También eran conocidas sus explotaciones mineras.

1.3 Mahoma y el nacimiento del Islam. La doctrina islámica


La tradición dice que Mahoma nació en el año del Elefante (en memoria a la expedición del
gobernante himyarí contra la Meca), pero no se ha logrado fijar con exactitud esa fecha (barajándose los
años 552 o 570), y tampoco concuerda con la edad a la que Mahoma recibió la revelación, y la de su
muerte. Era del clan de los Banu Hashim (de la tribu de los Quraysh), una de las más ricas de la Meca, y su
matrimonio con Jadiya, le permitió a Mahoma dedicarse al comercio caravanero, estableciendo contactos
con judíos y cristianos en sus rutas por el desierto. A sus 40 años sintió la llamada profética, recibiendo la
revelación del Corán y predicando sobre 3 temas fundamentales como eran, la fe en un Dios único, el
rechazo de falsos dioses, y el recuerdo del Juicio Final. Su condena a los ídolos de la Meca fue el origen de
fuertes tensiones, que le obligaron a dirigirse a Yatrib (conocida como Medina), donde en Septiembre del
622 tuvo lugar la emigración (hégira), y que supuso el inicio del calendario islámico. Para regular las

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relaciones entre musulmanes y los habitantes de la ciudad, se realizo una serie de pactos conocidos en la
(impropiamente llamada), “Constitución de Medina”, como una especie de confederación tribal pactada
entre ambas partes. Los judíos de Medina acordaron contribuir con los gastos de guerra manteniendo su
religión, y Mahoma actuaria como árbitro para toda querella entre miembros de la coalición, declarándose
Medina como lugar sagrado.

Mientras Mahoma residía en Medina, fue incrementando la comunidad de creyentes (umma), cuyo
lazo de unión era la religión, y se atacaban las caravanas que se dirigían a la Meca, repartiéndose el botín
entre los participantes, y reservando 1/5 parte para Mahoma. Tras su victoria en Badr, el profeta no puedo
convertir a los judíos, siendo expulsados de Medina, y con el apoyo de otras tribus del Hiyaz, logró organizar
una peregrinación al santuario de la Kaaba, llegando a un acuerdo con los Quraysh (pacto de al-Hudaybiyya
del 628), con el que entró pacíficamente en la Meca, y obtuvo de su población el juramento de fidelidad y
obediencia. A partir de entonces, el Islam creció libremente en ambas ciudades, y el Profeta desde Medina,
comenzó a sentar las bases de su religión en torno a la primera mezquita.

Las normas del Islam se basan en el Corán y en la tradición (sunna) que recoge las predicaciones,
recomendaciones y normas de Mahoma, siendo el Corán, el libro sagrado del Islam, revelado al profeta,
transmitido oralmente, aprendido de memoria, y salmodiado por los recitadores. Fue la primera obra
escrita en árabe, y considerado como modelo de esta lengua, dividido en capítulos (azoras o suras), que
siguen un ritmo parecido a la poesía árabe preislámica, donde cada versículo era una unidad en sí mismo.
Las principales obligaciones del creyente se conocen como los cinco pilares del Islam, que son:

 La confesión de fe o shahada (“confieso que no hay más dios que Allah, y Mahoma es su profeta”).
 La oración 5 veces al día, en horas estipuladas, orientado a la Meca, realizando postraciones y
repitiendo azoras del Corán, más la oración comunitaria en la mezquita cada viernes.
 La entrega de limosnas como medio de purificación y distribución de riqueza entre los miembros
menos afortunados de la comunidad.
 El ayuno del mes de Ramadán, por el cual, desde el amanecer hasta el anochecer de cada día está
prohibido comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales.
 La peregrinación a la Meca, al menos una vez en la vida, durante el último mes del año musulmán.

Algunas tradiciones vinculadas a los linajes de la Meca, y otras de los judíos, se incorporan a la
nueva religión como, la guerra contra los paganos y politeístas (primera aceptación del controvertido
término yihad), la circuncisión, normas alimenticias, poligamia y endogamia (el matrimonio dentro de la
familia extensa como signo de nobleza). Costumbre tribales como la organización del ejército, se incorporan
también al nuevo Estado.

A partir de la sumisión de las tribus del Hiyaz en el 630, los clanes del resto de Arabia, mandaron
legaciones al profeta y aceptaron convertirse al Islam, a cambio de garantías de no agresión y defensa
mutua, al tiempo que remitían limosna o contribución regular a la comunidad. Antes de la muerte de
Mahoma en Medina en el 632, realizó la llamada “Peregrinación del adiós” a la Meca, estableciendo los
ritos de este precepto, que seguirán después todos los musulmanes hasta la actualidad.

2.- LA SUCESION DE MAHOMA. LOS CALIFAS ORTODOXOS (632-661)

El principal problema al que se enfrento la comunidad islámica a la muerte de Mahoma, fue la


transmisión del poder, ya que el Profeta, no nombró ningún sucesor. Una solución de compromiso eficaz en
un principio, fue recurrir a los primeros musulmanes, compañeros del profeta, y unidos por lazos
matrimoniales a la familia de Mahoma. El primero fue Abu Bakr (632-634), padre de Aisha, esposa favorita

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de Mahoma, quien obtuvo el juramento de los reunidos para deliberar, iniciando el periodo de los califas
ortodoxos o serfectos (rashidun). No queda claro el tipo de autoridad de estos sucesores, ya que debían
ejercer su título de vicario o lugarteniente de Dios (jalifat-Allah) con capacidades políticas y religiosas,
llevando a considerar al Islam como una verdadera teocracia.

Abu Bakr tuvo que hacer frente a un intento de desvinculación de las tribus desembocando
posteriormente en las conocidas guerras de apostasía. Acto seguido, Abu Bakr, comenzó la expansión
islámica, dirigiendo sus tropas hacia las fronteras sirias con Bizancio, siendo una política continuada por su
sucesor, Umar (634-644). Durante su reinado y con la adquisición de nuevos territorios para el Islam, los
linajes qurayshíes y medineses ostentaron las conquistas y dirección del Estado, mientras que los clanes
coaligados con Medina ocuparon la elite de las guarniciones en zonas recientemente conquistadas. Se creó
una secretaría o registro de los participantes en las campañas y su retribución, proporcional a la fecha de su
conversión y su incorporación al ejército. Esta visión islámica del califato se oponía a los intereses de los
poderosos linajes de la Meca, y tras el asesinato de Umar por un esclavo en el 644, se barajo la sucesión de
dos candidatos, Ali (primo de Mahoma, casado con su hija Fátima y apoyado por medineses), y Utmán (644-
656), elegido entre aristócratas del clan Omeya (rama de los Quraysh)

El califato de Utmán es recordado por la compilación del Corán y las acusaciones de nepotismo
contra el califa. Tras la muerte de Mahoma no existía una redacción completa del Corán y la muerte de sus
compañeros, que lo habían aprendido de él, y la recitación de versiones distintas en Siria, Irak y Persia, hizo
necesaria la fijación del texto por escrito. Utmán ordenó realizar la versión canónica, eliminar las versiones
discordantes, y practicó una política favorable a los intereses de las tribus de la Meca. Las guarniciones de
Cufa y Basora (Irak), y las de Egipto con elites de jefes tribales, se rebelaron y se resistieron a su
participación en las rentas de las tierras que habían pertenecido a los emperadores sasánidas, originando
nuevas medidas fiscales por parte del califa, aunque ello llevo a la ruptura y posterior asesinato de Utmán.

Alí (656-661) fue proclamado califa sin el apoyo de los qurayshíes, que se agruparon en torno a
Aisha (viuda de Mahoma), y se dirigieron a Basora en busca de refuerzos, mientras Alí hacia lo propio en
Cufa. El enfrentamiento de ambos bandos en la Batalla del Camello en el 656, se saldo con la derrota de los
qurayshíes, el retiro de Aisha, y el triunfo de Alí que nombró gobernadores para Basora y Egipto. El califato
se guió por una autoridad más carismática y el reconocimiento de la igualdad de todos los creyentes,
mientras que en Siria, el gobernador Muawiya (de la tribu Omeya y primo del califa Utmán), reclama
venganza y se proclama líder opositor contra Alí.

Ambos, se enfrentaron en la considerada como srimera guerra civil del Islam, que culminó en la
Batalla de Siffin en el 657, una de las más importantes por sus consecuencias. Se dice que los partidarios de
Muawiya enarbolaron páginas del Corán en sus lanzas y, asustado por violar el texto sagrado, Alí se vio
obligado a aceptar el arbitraje. Lo que se discutía no era su derecho al califato, sino su posible implicación
en la muerte de Utmán y la legitimidad de las quejas de los Omeyas. Los jariyíes, se enfrentaron a Alí, por
conservar sus prerrogativas como primeros conquistadores (ya que iban ganando la batalla), hasta que uno
de sus miembros asesino a Alí.

3.- EL CALIFATO DE DAMASCO (661-750)


3.1 La dinastía Omeya (661-750)
A la muerte de Alí, seguía sin haber acuerdo sobre quien debía ostentar la dignidad de califa. Hasta
entonces se elegían los candidatos en asamblea (shura) con predominio de miembros de las grandes tribus,
y luego confirmado por la comunidad de creyentes. Había partidarios de que fuese miembro de la familia de
Mahoma, como verdadero linaje sagrado, con numerosas posibilidades para los hijos de Alí y Fátima o su
descendencia, hijos de Alí con otras mujeres, u otros miembros de la tribu Quraysh. Muawiya reclamó sus

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derechos, basando su legitimidad por su descendencia de los Quraysh, y fue proclamado califa en Jerusalén,
eligiendo Damasco como capital.

Dos ramas de la familia omeya ostentaron el poder sucesivamente, los sufyaníes (3 califas) y los
marwaníes (11 califas). Durante su dominio se puso fin a las grandes conquistas y se inició la organización
interna del califato, tomando como modelo a los imperios Bizantino, Sasánida y la administración de los
territorios que iban conquistando. Muawiya introdujo la sucesión hereditaria del hijo o hermano del califa,
mediante la confirmación de los jefes de tribu, que debían prestar juramento de fidelidad al heredero, en
vida de su antecesor, para evitar peligrosos momentos de transición. Esta medida fue muy criticada y dos
grupos opositores de Muawiya lo consideraron un usurpador, tomando las armas cada vez que se planteaba
un problema de sucesión al califato:

 La familia de Alí y su entorno cercano se agruparon en la secta Shi`a o Chiísmo, donde uno de los
hijos de Alí, Hasan, renunció a sus derechos y aceptó al nuevo califa, pero Husayn encabezó una
rebelión y fue ajusticiado convirtiéndose en un mártir.
 Un grupo formado por los jariyíes, consideraban que el califato no tenía por qué ser ejercido por un
miembro de la tribu qurayshí, sino por el musulmán mejor cualificado. Fueron grande opositores
del califato omeya, sobre todo en el Golfo Pérsico y el Norte de África.

Por oposición, los partidarios de Muawiya y de la sucesión dentro de la tribu de los Quraysh se
llamaron sunníes, pero con la muerte del nieto de Muawiya, se terminó la rama sufyaní de los Omeyas.

Hubo dos caliifas, nombrados por diferentes facciones, Marwan, que restableció el gobierno omeya
fundando la rama marwaní de la familia, e Ibn al-Zubayr, hijo de uno de los compañeros de Mahoma.
Ambos se enfrentaron en la segunda guerra civil, sufriendo las tribus árabes una reagrupación de alianzas y
provocando la división del Estado en dos grandes confederaciones. Los qaysíes (del norte) y los yemeníes
(del Sur) quedaron agrupados en el ejército y la sociedad por vínculos familiares, reales o ficticios, y su
apoyo a uno u otro califa condicionó el gobierno de la dinastía. Los qaysíes, que apoyaban a Ibn al-Zubayr,
fueron vencidos en la Batalla de Mary Rahit del 684 por los yemeníes de Marwan, estableciéndose así, la 2ª
rama de los Omeya, a la vez que se sofoco una revuelta chiíta en Cufa, en torno a uno de los hijos de Alí.

Abd al-Malik (685-705), hijo y sucesor de Marwan, se beneficio de los éxitos militares de su padre, y
su califato fue uno de los más prósperos del periodo. Se consolido con la sucesión de varios hijos suyos,
prosiguió las conquistas, y el aparato estatal se organizó cada vez mejor, aunque continuaban las revueltas
chiítas y jariyitas en Irak y Persia. Tras este periodo siguieron una serie de califas efímeros que tuvieron que
enfrentarse a rebeliones de los nuevos musulmanes, entre ellos destaca Umar II (717-720), por intentar
reformar la situación de los musulmanes no árabes, equiparándolos en privilegios a los árabes, y
practicando una política de equidad entre tribus. Procuro mantener aquellos territorios cuya ocupación y
organización podía garantizar una reacción bizantina contra el califato.

La crisis afloró durante el gobierno de Hisham con rebeliones de jariyíes y chiítas, añadidas a
conflictos alejados del califato. La incompetencia de los últimos califas, junto al apoyo de una u otra
confederación de tribus, produjo el caos en el gobierno. Marwan II, el último califa omeya, trató de poner
orden eliminando a los omeyas disidentes, pero no consiguió reprimir la revuelta de jariyíes, que ocuparon
Cufa y Mosul. El movimiento abasí, surgido en la zona más oriental del califato, puso fin al gobierno, y
termino con todos los miembros de la familia, excepto Abderramán I, que escapó y fundó la dinastía Omeya
cordobesa.

3.2 La organización social de un estado multiérnico


Durante el gobierno de los omeyas se creó el Estado islámico propiamente dicho, con un conjunto
de territorios con población de etnias y religiones diversas, que ya no admitía los vínculos propios del

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sistema tribal. A la cabeza de la comunidad de creyentes (‘ umma) quedaron los árabes, en minoría frente a
la población indígenas, que respetaban la división en tribus por barrios en las ciudades, y se reservaban el
ejercicio de las armas y distribución del botín adquirido. En las zonas desérticas se mantuvo el modo de vida
de las tribus beduinas nómadas convertidas al Islam.

El segundo eslabón social lo constituían los nuevos conversos al Islam o clientes (mawlà, pl.
mawali), vinculados a una familia musulmana por lazos de clientela, es decir, la familia les proporciona
protección y proyección social a cambio de pagos o prestación de servicios. Los clientes podían ser cautivos
de guerra o esclavos manumitidos, que adoptan el nombre de la familia de su señor, o personas libres que
voluntariamente contraen este tipo de lazos. Su estatuto era inferior al de los árabes, pero la lucha por su
igualdad (reconocida en teoría por el Corán), originó la mayoría de conflictos internos en el califato.

El resto de población libre, de religión diferente, constituyó el grupo de los protegidos (dimmíes),
que incluían las llamadas “religiones del libro” (cristianos, judíos y zoroastras). El mundo rural se mantuvo
mayoritariamente cristiano y próspero, excepto en la zona fronteriza con Bizancio, donde la autoridad del
obispo alcanzaba a una ciudad (sede) y su territorio rural correspondiente. Las Iglesias siguieron en uso,
construyéndose algunas nuevas, mientras las mezquitas eran escasas y de tipo campamento. No se excluyó
a los cristianos de los puestos de gobierno del Estado, pues así se mantenía el orden social y el desarrollo
económico. A partir del califato de Umar II, su situación empeoró por el aumento de impuestos, a los judíos
se les prohibió la peregrinación a Jerusalén, y los persas zoroastras fueron objeto de campañas de
proselitismo, llevadas a cabo en parte por los chiítas.

Existía un importante grupo de esclavos, bien heredados de formaciones imperiales anteriores, o


cautivos de las múltiples guerras de conquista, sin que su estatuto fuera vitalicio, ya que el Islam favoreció
su manumisión a través de vínculos de clientela. Los mercados de esclavos proliferaron ante la demanda de
los señores árabes, que veían en ello una forma de incrementar su poder.

3.3 La administración del califato omeya


La administración del Estado omeya se dividió en varia provincias consideradas como virreinatos y
que en época de Muawiya eran 3 (Egipto, Cufa y Basora). Conforme se extendía el califato se fue ampliando
estas divisiones y se crearon dentro de ellas, provincias de segundo rango, siempre con capital en una
metrópolis administrativa. A un tercer nivel se encontraban las coras (con capital propia), y un nivel por
debajo, los distritos rurales. Estas divisiones servían propósitos fiscales, de organización militar, y las
grandes ciudades acuñaban moneda para pagar al ejército y administración de cada provincia. A finales del
califato omeya la distribución era:

 Egipto con capital en Fustat (El Cairo)


 Iraq, Jurasán y Transoxiana, con capital en Cufa.
 Arabia con capital en Medina
 Azerbaiyán, Armenia y Alta Mesopotamia, con capital en Mosul
 Provincia Occidental de Ifriqiya con capital en Qayrawan
 Al-Andalus con capital en Córdoba

A la cabeza de la administración provincial figuraba una autoridad militar (árabe), y una fiscal
(cliente) de alto rango vinculado a la población indígena.

La gran provincia administrativa de Siria, dependiente de los omeyas y corazón del califato, quedo
dividida en 4 provincias militares (yund pl. aynad), Emesa, Damascb, Jbrdania y Palestina, uniéndose una
quinta, Qinnisrin (Shalkís), durante el gobierno de Yazid I. Su localización iba de Norte a Sur, y cada una
disponía de puertos, favoreciendo la defensa contra los bizantinos. Aun se discute, si esta división se baso
en la reforma administrativa de Siria realizada por Heraclio, o si fue original de los árabes.

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El califa Abd al-Malik, fue quien obligo a usar el árabe como lengua de la administración (ya que los
registros se llevaban entonces en griego y pahlavi), reformó la moneda (abandonando los tipos bizantinos y
persas), y convirtió Jerusalén en gran centro religioso paralelo a la Meca y Medina.

4.- CARACTERISTICAS DE LA EXPANSION ISLÁMICA (632-750)

La coyuntura política y social contribuye a explicar el triunfo del Islam:

 Los sasánidas habían sido derrotados por el emperador bizantino Heraclio, dejando libre a los
musulmanes la Arabia Oriental y Meridional y los reinos tapón entre ambos poderes habían
desaparecido, desapareciendo las fronteras militares de la zona
 Se apoyaron en la colaboración de la población autóctona, agobiada de los altos impuestos
bizantinos y persas y de las diferencias religiosas que enfrentaban a monofisitas y ortodoxos.
 Contribuyó también la flexibilidad del estatuto de protegidos (dimmies), otorgado a cristianos y
judíos, que les permitía mantener su religión a cambio de impuestos especiales: el territorial (jaray)
y una capitación (yizya).

La superioridad militar de los invasores era patente por su buena organización, bajo jefes qurayshies
y medineses, facilitada por el registro creado por Umar, y evitando el exceso de concentración de poder en
manos de los fejes locales. Tambien fue patente su gran movilidad, debido a su dominio de las rutas
caravaneras, que les permitía colocar campamentos (amsar) en puntos estratégicos.

La expansión del Islam por la cuenca mediterránea y el continente asiático, durante su primer siglo,
se divide en 4 periodos de avance, frenadas cada una de ellas por conflictos internos:

4.1 Primera expansión (623-656)


Desde la creación del Estado de Medina por Mahoma hasta el fin del poder de los califas ortodoxos,
consiguiendo Arabia, Siria, Iraq, Egipto y algunos territorios de Irán. Durante el reinado de Umar se
fundaron las 3 principales ciudades de acantonamiento de tropas (Basora, Cufa y Fustat). Terminó con la
primera guerra civil (656-661) entre Alí y Muawiya, firmándose una tregua con Bizancio.

4.2 Segunda expansión (661-683)


Bajo los primeros omeyas con una política imperialista de amplio espectro se conquistó la mayor
parte de Túnez y el Jurasán. Se acuñaron monedas en los nuevos territorios y los ejércitos sirios fueron
utilizados como colonizadores de nuevos territorios. Fue detenida por la segunda guerra civil (683-692)
entre Marwan e Ibn-al-Zubayr, con una nueva tregua con Bizancio.

4.3 Tercera expansión (692-718)


Durante el califato de los marwaníes se produjo una nueva oleada de conquistas en el Magreb, la
Península Ibérica, Transoxiana, y el Sind (India), que se detuvieron con la terrible derrota en los muros de
Constantinopla en el 717-718, además de que los conflictos entre antiguos y nuevos musulmanes,
dificultaron la integración de estas zonas en el califato.

4.4 Cuarta expansión (720-740)


El intento de ampliar los límites del califato omeya mientras se desarrollaban luchas por la sucesión
al trono, no tuvo efectos territoriales importantes. Se avanzó por el Norte de África, el Cáucaso y
Transoxiana, pero hubo dificultades, y la revuelta de los bereberes norteafricanos en el 704, demostró la
imposibilidad de mantener la política de conquistas, y los disturbios con el tiempo concluyeron la expansión
islámica.

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Tras la conquista, se planteó la emigración de la población musulmana a las nuevas zonas conquistadas,
comenzando por los beduinos y después los árabes como élite militar, que establecieron relaciones
cordiales con la población autóctona de las nuevas zonas, a veces mediante pactos y matrimonios, y se iba
adaptando la economía de las zonas a las nuevas necesidades, como por ejemplo, la desecación de
pantanos y la irrigación de zonas de cultivo junto a las nuevas ciudades, para su alimentación.

FUENTES
El principal problema para reconstruir el nacimiento del Islam es la carencia de fuentes coetáneas,
debido a la tardía formación de la tradición literaria árabe, lo que obliga a recurrir a fuentes en otras
lenguas y procedentes de otras culturas:

 Papiros escritos en griego


 Crónicas siriacas
 Fuentes latinas occidentales

En cuanto a documentación, la mas temprana (610-730), aparece en forma de epigrafía, en estelas


monedas, o escrita en papiros en Egipto o Palestina. Hay documentación de tratados, correspondencia,
arengas o sermones en crónicas posteriores. El documento más temprano es la Cbnstitución de Medina,
firmada por Mahoma con los habitantes de dicha ciudad, aunque su forma original no es segura. Tambien
aparecen listados de los participantes en las batallas del profeta,

En una etapa posterior (730-830). La sunna o tradiciones correspondientes a la vida del profeta es la
que más datos ha aportado, aunque su tradición oral no fue puesta por escrito hasta el siglo IX. Tanto
sunnies como chiíes tienen sus propias colecciones canónicas de temas legales y morales.

Las biografías de Mahoma también son importantes destacando las de al-Zuhri (m. 742), cuyo
otiginal no se ha conservado; la Sira de Ibn Ishaq (m. 761) es la más citada, a través de la recensión de Ibn
Hisham (m. 835)

Otro género literario son las colecciones de noticias (jabar), destacando las de Zubayr b. Bakkar
(siglo IX) y la de al-Tanuji (s. X). En la península Ibérica la Colección de Noticias, que narra la conquista de Al-
Andalus, del s. X.

También destacan las cronografías o anales (ta´rif) donde las informaciones se organizaban en
epígrafes que seguían el calendario de la Hégira. Las historias de los califas se organizaban por reinados,
desde su entronización hasta su muerte.

A tener en cuenta que gran parte de la historiografía sobre los Omeyas fue escrita en época abasí,
con matiz claramente hostil e incluso se creó un género con los crímenes de los Omeyas

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TEMA 5.- EL CALIFATO ABBASÍ

1.- EL MOVIMIENTO ABBASI

Los conflictos sociales y étnicos durante el califato Omeya eclosionaron en torno al 750, año de la
denominada “revolución abasí”, en la que se sustituyo una dinastía árabe por otra, aprovechando las
transformaciones en el seno del califato. Al problema de la legitimidad dinástica del califa, se añadieron:

 El deseo de igualdad de los nuevo conversos (muladíes) respecto a los musulmanes conquistadores.
 Crecientes cargas fiscales en todas las zonas del imperio.
 Desintegración de la organización administrativa del califato Omeya por la sustitución de Damasco
por otras capitales.
 Modificación de alianzas tribales que apoyaron a los Omeyas.

Los Abasíes se declaraban descendientes de un tío del Profeta (Abbas ibn Abd al-Muttalib), cuya
familia partidaria de Alí, se refugió en Palestina. Los abasíes se desplazaron a Cufa y Jurasán, atrayendo
varios grupos descontentos con el régimen Omeya (chiítas partidarios de otros hijos de Alí, conversos
iraníes, árabes instalados en Jurasán abandonados por el califa, etc.).

La predicación de líder religioso Abu Muslim (que acusaba a los Omeyas de impíos tiranos que
incumplían el Corán, y postulaba el retorno de la pureza de la comunidad islámica, con un gobernante
justo), reunió un verdadero ejército y canalizó el descontento social. Abu Muslim nunca revelo quien era el
verdadero dirigente de la conspiración, pero fue descubierto por espÍas y ejecutado por Marwan II, en
medio de una gran rebelión que ocupo Merv (una de las principales ciudades del Jurasán). Dicha rebelión se
extendió hasta Cufa, en cuya mezquita fue proclamado Abu-l-Abbas al-Saffah (el Sanguinario), primer califa
abasí, y las fuerzas omeyas fueron derrotadas junto al río Zab en el 750, muriendo asesinado Marwan II en
Egipto.

2.- EL GOBIERNO DE LOS ABBASIES (750-945)

Al-Saffah (750-754) dedicó su corto reinado a eliminar las resistencias sirias, jariyíes y chiítas
opositoras a su candidatura, atrayendo para ello a generales del ejército Omeya. Le sucedió Al-Mansur
(754-775), verdadero fundador de la dinastía, con el apoyo de Abu Muslim y los jurasaníes. La fuerza del

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predicador amenazaba la posición del califa, por lo que al-Mansur ejecuto a Abu Muslim al poco tiempo de
llegar al poder y asegurarse la lealtad de otros jefes guerreros. La figura de Abu Muslim se convirtió en
símbolo de resistencia iraní frente a los árabes, pero sus sublevaciones fueron pronto sofocadas.

Al-Mansur no consiguió apaciguar los movimientos religiosos que sacudían el imperio. Los
rawandíes del Jurasán (que pretendían adorar al califa como un Dios, siguiendo antiguas tradiciones
persas), se amotinaron en palacio al no conseguir su propósito. Los conflictos étnico-religiosos en Cufa,
hicieron que el califa se trasladara y fundara Bagdad en el 762, acantonando el ejército jurasaní cuyos jefes
mantenían una estrecha relación de clientela con el califa. Estas tropas se utilizaron para expediciones de
corto alcance contra Bizancio y para sofocar revueltas de signo jarayí en el Magreb, aunque la resistencia
más importante fue la chiíta, muy numerosa en Basora y Medina con el apoyo de 2 biznietos de Alí, pero
fueron derrotados por los abasíes.

Durante el califato del famoso Harun al-Rashid (protagonista de Las mil y una noches), se intensificó
el enfrentamiento con el Imperio Carolingio por las rutas comerciales del Mediterráneo. Los jariyíes
devastaron Armenia y Azerbayán, apoderándose de Mosul, mientras surgían tendencias nacionalistas en
varias zonas del oriente islámico, exacerbadas por conflictos entre musulmanes y muladíes. Tras el
alzamiento de Samarcanda, Transoxiana quedó fuera del dominio califal, mientras que los jariyíes se
sublevaban en el Jurasán. Este ambiente de secesión inminente, pudo influir en la decisión de Harun al-
Rashid de dividir el califato entre sus dos hijos, al-Amin (que gobernaría Iraq, Siria y el Magred con capital
en Bagdad), y al-Mamun (que ocuparía el Jurasán, jurando fidelidad a su hermano).

El conflicto no se hizo esperar, y la lucha entre hermanos terminó con la ejecución de al-Amin y el
triunfo de al-Mamun (813-833), que manteniendo la capital en Jurasán, nombro heredero a un
descendiente de Alí (no vinculado a la familia), desencadenando así, una guerra civil afectando a todo el
califato y rompiendo lazos con la aristocracia persa, retornando a Bagdad. Otra cuestión candente fue la
imposición del mutazilismo (doctrina islámica especulativa que defendía que la fe debía entenderse y
explicarse de forma razonada). Los mutazilíes postulaban la unidad de Dios, rechazaban su concepción
antropomorfa y la teoría de la predestinación, a la vez, que esperaban la llegada del imán justo (mahdi), que
instaurará la sociedad del bien. Pero el intento del califa de tomar las riendas del pensamiento teológico del
Islam fracaso, y fueron los ulemas o estudiosos de la ciencia religiosa los que dictaron los criterios
doctrinales a seguir.

Las revueltas sociales debilitaron al ejército jurasaní que sirvió a los intereses abasíes, y el hermano
del califa, Al-Mutasim se rodeo de un ejército privado de turcos mamelucos (de mamluk, esclavo) del
mercado de esclavos de Samarcanda, cuya característica principal era la fidelidad total hacia su señor, y le
sucedió en el trono del 833 al 842. Aislados de la sociedad, sin conocer la lengua árabe y muchos ni siquiera
musulmanes, estos soldados recibían un estipendio por sus servicios, a veces con tierras y pronto coparon
los cargos militares del califato. Al-Mutasim traslado la capital a Samarra, con un nuevo desplazamiento del
eje del imperio hacia oriente.

El poder de los mamelucos no dejo de crecer, llegando a asesinar al califa Al-Mutawakil (847-861),
quien había intentado acabar con su predominio en el ejército contratando de nuevo elementos árabes.
También había revocado los decretos a favor del mutazilismo, contrató funcionarios que rompieran los
vínculos hereditarios de los cargos administrativos, y se enfrento a los chiítas. Su magnicidio abrió las
puertas a la anarquía, agravada por la disminución de ingresos por la desmembración de amplios territorios.
La incapacidad de los califas por pagar a las tropas y funcionarios solo hacían que agravar más la situación,
provocando más revueltas.

A partir del 870, surgieron poderes locales en las provincias, y a los califas no les quedaba más
remedio que aceptar a cambio de su reconocimiento y pago de un tributo. Los hermanos Al-Mutamid (870-

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892) y Al-Muwafaq (hijos de Al-Mutawakil), consiguieron reconocerse, el primero como califa, y el segundo
como líder de las tropas turcas, cuyos jefes le obedecieron a cambio de garantías para sus intereses. Al-
Muwafaq, se reservo el control de la administración y consiguió victorias importantes contra los Tuluníes de
Egipto o los Zanyíes. Sus hijos vieron las últimas luchas de expansión del Islam en Oriente, y la vuelta al
poder abbasí de Egipto, Siria y Norte de Mesopotamia.

La crisis final (908-945) transcurrió durante el reinado de 5 califas, en lucha por controlar cada vez
más escasos recursos. La práctica de arrendar los impuestos a personajes que adelantaban dinero para
permitir mayor liquidez, ocasionó abusos en la recaudación que agitaba a la población, a la vez que permitía
la aparición de una nueva clase de poderosos con influencias políticas. El deterioro de la situación del califa,
el poder militar de los turcos y la decadencia de la administración central, posibilitaron que en el 946, los
buyíes se hicieran con el poder de facto, y los Abasíes pasaron a ser simplemente legitimadores del poder
de sus nuevos visires.

2.2 Las reformas administrativas abbasíes


La administración abbasí incorporó los usos y el ceremonial propio de la corte Sasánida, gracias a
numerosos funcionarios jurasaníes, de diversos credos. El califa Al-Mansur se apoyo en dos pilares para la
reestructuración del califato:

 Los miembros de su linaje, con los que distribuyo cargos militares y tierras de los Omeyas (sobre
todo en Siria, Basora y Cufa)
 Los clientes de los Abbasíes, en su mayoría jurasaníes (persas) que ocuparon cargos en la
administración central y provincial.

Tanto los miembros de la red familiar como los cliente de los abbasíes, servían como gobernadores
de provincia, funcionarios o jefes del ejército, y entre los clientes destacaron los Barmakíes, jurasaníes que
ocuparon altos puestos del gobierno como consejeros directos del califa. Mantuvieron su influencia bajo los
sucesores de Al-Mansur, hasta que su poder fue destruido por Harun al-Rashid, para evitar intromisiones en
la decisión de la herencia del califa.

La administración central se organizó en secretarías con un visir al frente de cada grupo de


secretarios, siendo las principales secretarías las de diplomacia o cancillería, correos y finanzas o
tributación. En cada provincia había un intendente a cargo de sus funcionarios, catastro, libro de cuentas y
archivos. Si los impuestos eran difíciles de percibir, se recurría a tantos alzados que se repartían entre los
habitantes, y cuando la transferencia al tesoro califal era dificultosa, se reinvertía localmente, incrementado
el poder de los gobernadores.

Los impuestos podían variar, pero los 3 impuestos generales eran:

 La limbsna legal (zakat) que se transformó en un diezmo sobre la producción de la tierra, cabezas
de ganado o productos comerciales.
 La capitación (yizya) que pagaban los no musulmanes
 El impuestb territbrial (jaray) adscrito a todas las tierras y que debía pagar todo propietario fuera
cual fuese su credo.

El califa contaba con tierras de su propio patrimonio, monopolios industriales o comerciales,


aduanas, 1/5 parte del botín de guerra, productos confiscados, bienes vacantes por no haber heredero, y
los derechos sobre las herencias. También delegaba su poder judicial en los cadíes o jueces, nombrados y
destituidos por él, o por el cadí mayor de Bagdad. Los cadíes debían ser expertos en derecho islámico (fiqh),
y su cargo tenía un matiz religioso.

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2.3 El desarrollo económico


En la producción agraria predominaba la agricultura de secano, regada con agua de lluvia o pozos, y
en la mayor parte del califato se practicaba el barbecho o rotación de cultivos. En algunas zonas se utilizaba
la irrigación con canales, cuya construcción y mantenimiento era un servicio público. La innovación más
importante fue la introducción de nuevas especies vegetales a partir de Irán, Siria y Egipto, con plantas de
estación corta como la espinaca (oriunda de Isfahan), y la berenjena. Cultivos que ofrecían la posibilidad de
una segunda cosecha en verano (arroz, algodón, melón, sorgo, y caña de azúcar), algo que antes era
imposible, y nuevos árboles frutales como limoneros, naranjos, plataneros, cocoteros y mangos, y plantas
tintóreas como la alheña y el índigo.

El derecho islámico distingue 4 tipos de tierra:

 De propiedad individual, escasa salvo en Arabia y Mesopotamia.


 Perteneciente a la comunidad, pudiendo ser cultivada por aparceros al servicio de las autoridades o
cedida en usufructo a particulares (iqta’), con obligación de que su producción pagara el diezmo
correspondiente, o bien a cambio de un servicio militar en las fronteras.
 Pertenecientes a antiguos propietarios, que pagaban a cambio el jaray.
 Tierras de “manos muertas” (waqf, habus), cuyas rentas se destinaban al mantenimiento de
instituciones pías o asistenciales como mezquitas, madrazas y hospitales, o bien a una fundación
familiar.

La ganadería era principalmente de animales de monta (dromedarios o caballos), necesarios para


grandes desplazamientos por el califato y para la guerra, seguido de ganadería ovina y caprina. Las grandes
ciudades favorecieron el desarrollo del artesanado y actividades industriales, destacando las actividades
textiles, industria tintórea y cuero, hornos de cerámica, fabricación de vidrio y cobre, industrias del mueble
y papel. Los oficios se distribuían en los zocos por calles y áreas especializadas.

La circulación de productos a larga distancia se realizaba a través de rutas que confluían en la


capital, Bagdad, y por el Mediterráneo, se canalizaba por Alejandría y desde los puertos del Golfo Pérsico, se
llegaba por mar al Yemen, África oriental, la India y China. La gran ruta hacia Oriente era la Ruta de la Seda,
mientras que en el Magreb se utilizaron las antiguas rutas transaharianas cruzadas por los beduinos.
Destacaban los productos alimenticios en conserva (confituras, frutos secos, verduras en vinagre) y las
armas, a la vez, que la mayor parte de las industrias se especializaron (sobre todo la textil), dependiendo de
los centros de producción de materias primas, como lana de Egipto, Siria y Armenia, lino del Delta del Nilo,
algodón de Jerusalén, y seda cruda del Jurasán y al-Ahwaz.

Los grandes mercaderes practicaban el comercio exterior y el comercio mayorista se realizaba a


través de corredores de distintas nacionalidades y religión. El Estado (además de cobrar impuestos sobre
estos bienes), establecía monopolios sobre productos clave, como el que afectaba a Egipto, con la
exportación de alumbre, e importación de hierro y madera.

2.4 La religión, la ley y la cultura en época abbasí


Los comentarios del Corán crearon un género propio (tafsir) que (completado con la necesidad de
mantener una lengua árabe acorde con el árabe del Corán, frente a numerosas influencias de las lenguas de
pueblos conquistados) motivo un nuevo interés por la gramática y lingüística. Existía una estrecha relación
entre literatura y religión, donde los estudios coránicos conformaron gran parte de la cultura islámica, y se
compiló toda la tradición oral de los nómadas árabes, relatos de la vida del Profeta y sus compañeros, y
tradiciones de los primeros líderes de la comunidad islámica, dando lugar a la escuela de transmisores de la
tradición (hadiz).

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Se desarrolló la ley islámica (sharia) como forma de vida guiada por Dios, y se reformaron las
disposiciones legales vigentes siguiendo el sistema ético del Islam, e incluyendo prácticas jurídicas de otros
pueblos conquistados. Las principales categorías legales fueron, las regulaciones rituales, las normas para
las relaciones sociales y la teoría de la organización del Estado, y su regulación estuvo a cargo de las
escuelas de derecho islámico, que recibieron el nombre de sus fundadores:

 La más antigua fue la hanafí, fundada por Abu Hanifa (669-767), de principios tolerantes, que
concedía amplio margen a los criterios propios y a la razón, siendo adoptada por los Abasíes.
 En al-Andalus y el Megreb predomino la escuela malikí, fundada por Malik ibn Anas (715-795), que
se basaba en el derecho consuetudinario de Medina en tiempos de Mahoma, dando especial
importancia a la “utilidad general” para toda la comunidad musulmana.
 La escuela shafií fundada por al-Shafií (767-820) y formada con maestros de las dos anteriores, fue
considerado padre de la jurisprudencia, ya que fue la escuela más sistemática, esforzándose por
eliminar las interpretaciones jurídicas arbitrarias.
 La escuela hanbalí fundada por Ahmad ibn Hanbal (780-855) fue la más pequeña y conservadora, la
cual criticaba el racionalismo.

 La escuela chiíta o yafarí fundada por Yafar al-Saqid (6º imán chiíta que murió en el 765),
predominó en territorios chiítas de Irán, Iraq, Libano y la India, diferenciándose de las demás por
sus rasgos propios y por permitir los impuestos extraordinarios para preparar la venida del imán
oculto.

Los palacios de Bagdad utilizaron materiales de las ruinas de ciudades sasánidas y se situaron en el
centro de la ciudad, simbolizando el lugar central del propio califa. La literatura árabe se cultivo en el circulo
palaciego y también en los populares, influida por la literatura beduina preislámica, y la poesía exaltaba al
califa en contacto con su pueblo, o bien, a las conquistas de los musulmanes.

La herencia hindú y griega se transmitió a través de obras persas y bizantinas en normas de


comportamientos, protocolo de la corte, así como formularios que utilizaban escribas y funcionarios, todos
ellos traducidos al árabe. También se adquirieron conocimientos técnicos de matemáticas, medicina,
hipiatría o los cuentos que pasaron al patrimonio en lengua árabe, destacando escritores como Ibn Qutayba
(828-889), o al-Jahiz (muerto el 869 y uno de los mejores prosistas en lengua árabe). En Bagdad se fundó la
Casa de la Sabiduría, donde existía un observatorio astronómico, se tradujeron del siríaco y del griego los
trabajos de Lógica de Aristóteles, y los trabajos médicos de Galeno e Hipócrates. La filosofía árabe se
desarrolló a partir del siglo IX, con autores como Al-Kindi y Farabi, que plantearon la relación entre la fe y la
razón.

3.- DECADENCIA ABBASÍ Y APARICIÓN DE LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS


SECESIONISTAS

La unidad del califato estaba basada en la vinculación directa al califa, ya que no existía una
conciencia de unidad territorial, debido a la diversidad de sus dominios y poblaciones. Una vinculación
sometida a oscilaciones políticas y personales según los individuos que ostentasen los cargos del Estado. El
gobernador de cada provincia tenía la obligación de enviar al califa los tributos de su territorio y las tropas
necesarias para las campañas estatales. Este panorama se agravaba por el hecho de que el funcionario
califal no respondía ante la ley, sino directamente ante el califa, por lo que no podía serle aplicada una ley
abstracta que penalizara este tipo de desvinculación de su señor. La necesidad de conceder tierras a cambio
de servicios militares (iqta’) hizo que el tesoro del califa quedara más reducido, al no cobrar impuestos de
muchos territorios.

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La desmembración del califato no ocasionó una decadencia económica o cultural, ni siquiera


impidió las guerras y conquistas a pequeña escala, pues las fronteras nunca fueron fijas. El proceso
separatista siguió unas pautas muy parecidas durante los siglos IX y X, donde un gobernador conseguía un
trato de favor del califa respecto a su territorio, se desvinculaba progresivamente reinvirtiendo sus
impuestos en su propio ámbito, lo que marcaba públicamente su ruptura con el gobierno central. Una vez
establecida su capital, creaba una dinastía propia, y sucumbía no mucho después a manos de otra dinastía
vecina. Así se sucedieron reinos independientes en Oriente como los Tahiríes en el Jurasán (820-872), los
Dulafíes en el Kurdistán (825-898), los Zaydíes o los Ziyaríes (928-1077) en Tabaristán.

Otros movimientos más complejos como los Safaríes en Persia (867-903) se constituyeron como
jefes de la región gracias a sus victorias sobre los jariyíes, pero nunca reconocidos por el califa. Los Zanyíes,
en Iraq (868-883), que procedían de los esclavos negros de Zanzíbar, y se asentaron en tierras cenagosas al
sur de Iraq para dragarlas y hacerlas cultivables, iniciaron una revuelta social ocupando Wasit y
extendiéndose por el Juristán hasta Irán, hasta que Al-Muwaffaq se apodero de sus plazas fuertes y redujo
la rebelión. Pero los movimientos más importantes y duraderos se produjeron en el Islam Occidental, y
marcarían el fin del califato desde Egipto hasta al-Andalus.

3.1 Los Aglabíes (800-909/915)


Esta dinastía árabe debe su nombre al comandante del ejército al-Aghlab, cuyo hijo Ibrahim I
(gobernador de la provincia de Ifriqiya), se independizó del califato en el 800, estableciendo su capital en
Qayrawan, como importante centro comercial y religioso. Tras la represión de varias rebeliones beréberes,
los Aglabíes conquistaron Sicilia a petición de sus propios habitantes, por lo que un cadí al mando de tropas
árabes, andalusíes, bereberes y persas, sitió Siracusa contra los bizantinos, tomando la ciudad en el 878.
Tambien cayó antes Palermo (831) y posteriormente Mesina y Taormina, aunque los bizantinos se
mantuvieron n la isla hasta 902. Desde allí saquearon Roma en 846, ocuparon Malta y obligaron a las
ciudades costeras italianas a pagar tributo. En el interior tuvieron que luchar contra las rebeliones religiosas
y grupos bereberes. Su decadencia sobrevino en la primera mitad del s. X motivada por la lucha a tres
bandas que mantuvieron con bizantinos, las tribus bereberes rebeldes y los fatimíes.

3.2 Los Tuluníes (868-905)


Egipto fue gobernado por Ahmad ibn Tulun, hijo de un esclavo turco, a quien el califa abasí
encomendó su administración. Apoyado por el ejército y el pueblo consiguió del califa autorización para
disponer libremente de rentas, a cambio de pagarle un canon y de su reconocimiento. La dinastía de
gobernadores Tuluníes (868-905) estableció su capital en al-Qatai, al norte de Fustat (actual Cairo), ocupó
Siria y Palestina con ayuda de mercenarios, pero en el 905 su territorio fue reconquistado por el califa de
Bagdad

4.- EL CALIFATO DISGREGADO: LOS FATIMIES (909-1171)

Eran chiítas septimanos y su fundador, Ubayd Allah, escapó de Siria y se proclamo “El Enviado” (al-
mahdi) y emir de los creyentes, comenzando una campaña para hacerse con el imperio de los Aglabíes, a
partir del 909. Ni los sunníes, ni beréberes aceptaron su liderazgo que colisionaba con los intereses Omeyas
andalusíes en la zona. Desde Ifriqiya (estableciendo su capital en Qayarawan y después en Mahdiya),
iniciaron el avance hacia oriente tras derrotar a los andalusíes, con la intención de desplazar a los Abasíes
del trono. Sicilia y Cerdeña aparecen ligadas a los fatimíes a partir de 948. El impacto del chiismo en el
Magreb a través de los Fatimíes fue prácticamente inexistente, por lo que los miembros de la tribu kutama,
que eran el apoyo tradicional de los fatimíes, se dirigieron mayoritariamente hacia Egipto. Los septimanos
que quedaron fueron masacrados en varias ciudades como Túnez o Trípoli en 1016-1017.

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Tras firmar un pacto de no agresión con los bizantinos, al-Muizz conquistó Egipto en el 969, y fundó
El Cairo junto a la antigua ciudad de Fustat, trasladando su capital desde Túnez. Autoproclamados califas,
los Fatimíes, se enfrentaron a los Abasíes en Siria, llegando hasta Damasco y Mosul, y podo después a
dominios Omeyas andalusíes del Norte de África. La creación de la universidad de al-Azhar, tras el año de
fundación del Cairo, tenía un propósito proselitista, pues se dedicaba principalmente a estudios coránicos.
Bajo al-Aziz (975-996) y al-Hakim (998-1021) alcanzaron el apogeo político y cultural, y una floreciente vida
económica, quedando la Meca y Medina bajo su autoridad, aunque padecieron varias disensiones religiosas
como la creación de la comunidad drusa. En el 1071 se pierde Jerusalén y en el 1076, Damasco, mientras el
distanciamiento con los gobernadores del Magreb se hacía cada vez más patente, perdiéndose Sicilia, en
poder de los normandos en el 1036, y Trípoli en manos de los jefes beréberes locales en el 1051.

Esta dinastía consagró la sucesión de padres e hijos, aunque la designación del heredero podía
permanecer oculta hasta el momento oportuno, siguiendo las premisas del mesianismo y la predestinación
del mahdi. El califa podía ser menor de edad, pero planteaba problemas de regencia, que era ejercido por
un o una regente de la familia califal, aunque en realidad solía estar en manos de un visir. Este cargo era
cada vez más importante dentro del funcionariado, siendo ejercido por suníes, cristianos coptos o
armenios, cercanos a la población egipcia.

La crisis se produjo por varias razones:

 El ejército llego a imponer a los visires al tiempo que luchaba con sus facciones internas compuestas
por egipcios, beréberes, sudaneses, turcos mercenarios, griegos, eslavos, etc.
 El hecho de que el califa fuese chiíta frente una población mayoritariamente sunní llevó a la
creación de propaganda y misiones que provocaron revueltas, como la que terminó con una
masacre de misioneros chiíes en el Cairo en el 1020. El descontento fue canalizado por el persa
Hasan-i-Sabbah (de familia chiíta duodecimana y formado en el Cairo), que creó un grupo de
adeptos con los que conquistó la fortaleza de Alamut, al sur del Mar Caspio. A la muerte del califa
al-Mustansir, Hasan-i-Sabbah se desvinculo del nuevo califa promovido por el visir, y proclamó a su
hermano Nizar (que había sido ejecutado), como imán verdadero.
 Con la llegada de los ejércitos cruzados a Oriente, los nizaríes (llamados también asesinos)
comenzaron a realizarse actividades de espionaje, activismo político y asesinato ritual,
desestabilizando el régimen selyuquí, hasta que su fortaleza fue arrasada por los mongoles en el
1256.

Hubo también largas etapas de hambruna por las escasas crecidas del Nilo, insuficientes para
abastecer a la población, a pesar de las importaciones de trigo de Bizancio. A mediados del siglo XII, el
dominio de los fatimíes se reducía solo a Egipto, y los califas estuvieron bajo la influencia de sus jefes
militares, hasta que Saladino eliminó la dinastía.

Los Fatimíes pudieron beneficiarse de un floreciente comercio en el Mediterráneo, tras la recesión


de los siglos VIII-IX. Su control de las rutas de oro sudanés en el Magreb (que les permitió acuñar dinares de
buena calidad), el dominio de la ruta del Mar Rojo (que comunicaba con la India), y sus pactos comerciales
con ciudades italianas como Amalfi, Génova y Venecia, les convirtió en la dinastía más rica del mundo
islámico

5.- LOS OMEYAS DE AL-ANDALUS (756-1031).

Tras el fin del califato Omeya de Damasco en el 756, el único superviviente de la familia califal,
Abderramán “el Emigrado”, consiguió huir llegando al-Andalus, aprovechando contactos familiares de su

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madre, una bereber. Allí consiguió aglutinar a los descontentos y proclamar su independencia política del
califato abasí. El conocido emirato es un periodo complejo de la formación del Estado andalusí, donde se
consolidó la nueva dinastía frente al califato de Bagdad y se adaptaron las instituciones de gobierno, con
influencia oriental a partir del gobierno de Abderramán II.

Sin embargo, se sucedieron revueltas y conflictos sociales por el descontento de la población en


cuestiones fiscales, problemas étnicos y tribales por la prepotencia de los primeros invasores frente a
oleadas posteriores, y las aspiraciones independentistas de ciertas regiones en las que perduraban antiguos
pactos con los invasores. Los episodios más sangrientos tuvieron lugar bajo Al-Hakam I en la “Jornada del
Foso” en Toledo en el 797, la revuelta de Córdoba del 805, y el motín de arrabal de Shakunda en el 818.

La oposición al emirato se plasmo también en revueltas lideradas por muladíes o mozárabes


(cristianos residentes en tierras islámicas). En Badajoz, Abderraman ibn Marwan “el Gallego”, rechazo la
autoridad del emir Omeya de Córdoba y llego a ejercer su influencia hasta Huelva. En la serranía de Ronda,
el muladí Umar ibn Hafsún (descendiente de un antiguo conde visigodo), se hizo fuerte en Bobastro y
amenazó a la autoridad del emir, uniendo mozárabes y muladíes descontentos. Se dice que se convirtió al
cristianismo, antes de morir, y sus hijos continuaron su lucha, hasta que Abderraman III conquistó la
fortaleza y acabo con la disidencia en el 928. Durante la época del emir Abd Allah, varias ciudades de al-
Andalus eran autónomas como, Écija, Carmona, Sevilla, Mérida, Toledo y Zaragoza.

Abderramán III fue el primero de su dinastía en autoproclamarse califa en el 929, frente a Abasíes y
Fatimíes, además de someter uno a uno, los focos de disidencia surgidos en el emirato, y dominar los reinos
cristianos de León, Pamplona y condados catalanes, que se apresuraron a enviar sus embajadas a la corte
cordobesa. Entre sus grandes empresas se cuenta con la construcción de la ciudad palatina de Medina
Azahara. Su hijo, Al-Hakam II fue un califa piadoso e interesado en la cultura, que reunió una importante
biblioteca en palacio, amplió la mezquita de Córdoba, conservó el prestigio de la institución califal y
defendió las fronteras de al-Andalus.

Durante la minoría de su hijo Hisham II, la regencia fue encargada a su madre y al famoso Almanzbr
(cuyo dominio del ejército tras derrotar a los principales generales, le valió el poder). Sus reformas
eliminaron el sistema tribal de organización de las tropas, complementándolas con mercenarios. Hasta su
muerte, el caudillo amirí realizó más de 50 expediciones militares contras los cristianos del norte, de las
cuales la más famosa fue la de Santiago de Compostela en el 997. A la muerte de Almanzor, su hijo Abd al-
Malik heredó su puesto de chambelán del califa, pero el califato se desmembró cuando su hermano menor
Abderramán Sanchuelo, pretendió que Hisham II le designada sucesor al trono. Se produjo entonces la fitna
o guerra civil que llevo a la destrucción del poder califal y la disgregación política territorial andalusí en los
llamados reinos de Taifas.

FUENTES

En esta época comienza la especialización en las ciencias de la época, por lo que se describe como
le época del surgimiento de los géneros historiográficos en árabe. La mayoría se dedicaban a varias ramas
del saber, hasta que aparecieron los cronistas de corte.

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La cultura literaria de Bagdad aparece en el Catálogo de Ibn al-Nadim, donde habla de los
narradores de noticias. Los propios gobernadores comienzan a escribir la historia gracias a los equipos de
escribas. Las primeras monografías históricas de este estilo ajbar se dedicaron a batallas y conquistas, como
Conquista del Jurasán de al-Mada’ini, que se conserva indirectamente en otras obras. De Al-Andalus se
compusieron 14 obras conocidas solo de la batalla de Siffin.

La mayor contribución la hacen los escritores de cronografía o anales (ta’rij) en árabe en la zona de
Mesopotamia y en griego y siriaco en Síria, hasta cristalizar en la magna obra de al-Tabari La Historia de los
Profetas y los reyes en 915, que abarca desde la creación hasta esa fecha, en torno al nacimiento del Islam
como culminación de la obra de Dios en la tierra. Estos escritores daban mucha importancia a la
contrastación de las fuentes, por lo que son bastante fiables. También a este grupo pertenece la Gran
Historia de Ibn Hayyan (m. 1060) dedicado al apogeo del califato Omeya de Al Andalus

Hubo un gran auge de la genealogía y la biografía, destacando la gran obra de Ibn Sa’d que describía
un total de 4.250 biografías, incluyendo 600 mujeres. Posterioremnte se fueron especializando por
categorías, como poetas, filósofos, jueces, etc.. destacando la Gran Historia de al-Bujari que cuenta con más
de 12.000 tradicionalistas todos ordenados alfabéticamente.

Se cuentan también con martirologios de partidarios de Ali, muy famosos entre los chiitas,
biografías de gobernantes, todas ellas ordenadas en la corte para consumo interno, donde se narra la vida
de dichos gobernantes desde su subida al trono hasta su muerte, con enumeración de toda su familia. Ibn
al-Daya escribió la biografía del fundador de los tuluníes, mientras que Abd al-Hamid escribió la de la
dinastía abbasí.

Se añaden también las historias universales como la de al-Ya’qubi, o de personajes letrados como
visires y obras de geografía, historia y libros de viajes, como Praderas de oro y minas de gemas de al-
Mas’udi (m. 956) determinante para conocer el mundo abbasí.

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TEMA 6.- EL NACIMIENTO DEL


BIZANCIO HELENIZADO (SIGLOS VII-IX)
1.- EL GOBIERNO DE LA DINASTIA HERACLIANA (610-717)
1.1 El Imperio: de los persas a los árabes

La época heráclida supuso la consolidación del Imperio Bizantino, mermado territorialmente por las
conquistas persas y musulmanas en Palestina, Siria y Egipto, pero también más manejable y ya sin los
bastiones del monofisismo y el monacato, con todo su potencial de ruptura con la ortodoxia griega y el
cesaropapismo.

El gobierno de Heraclio (610-614) comenzó con veinte años de guerra contra los persas. Con apoyo
armenio, penetró en el imperio sasánida a través de Mesopotamia, invadió Azerbayán y venció a los
sasánidas en Nínive, entrando en Ctesifonte a saco 628), dejando desprotegida a Constantinopla, que fue
sitiada por los ávaros y eslavos en el 626, lo que ocasionó que los eslavos se instalaran pacíficamente en los
campos de Tesalónica.

La división de los súbditos del imperio entre monofisitas y diofisitas, motivó que el emperador,
junto con el patriarca Sergio, probara una nueva fórmula de unión promulgada en la Edthesis Imserial en el
638, complementada con la prohibición de más debates sobre la naturaleza de Cristo, por parte de su
sucesor Constante II, lo que motivó de nuevo la ruptura de las relaciones con Roma.

Hispania y Rávena se independizan y quedan en manos de los ostrogodos y visigodos, terminando


así la idea de Restitutio Imperii de Justiniano. Mientras tanto la guerra entre bizantinos y persas, con la
victoria del emperador llevando la Vera Cruz a Jerusalén, deja a las dos potencias exhaustas, dejando el
camino libre a la expansión de los árabes.

Uno de los motivos por los cuales Bizancio se sobrepuso a la crisis territorial fue el cambio en el
sistema sucesorio según el cual, el emperador nombraba a un coemperador para consolidar la dinastía sin
rupturas intermedias. Así lo hizo Heraclio, que nombró sucesores a sus hijos Constantino y Heraclonas, sin
embargo, la temprana muerte del primero y el obligado exilio del segundo – debido a las conspiraciones de
su madre, Martina, esposa de Heraclio – hizo que el trono recayese en el nieto de Heraclio, Constante II
(641 – 668). Cbnstante II (641-668) mostró un gran interés por el Occidente latino, vivió en Rávena y visitó
Roma antes de ser asesinado en Sicilia. Mientras tanto, la expansión musulmana por territorio bizantino se
frenaba debido a las guerras civiles que llevaron al poder a los Omeyas. Una vez que Muawiya consiguió
organizar la flota árabe, se dirigió de nuevo contra Constantinopla, que sufrió el famoso sitio del 674, del
que la ciudad sólo pudo escapar gracias al uso del “fuego griego”. Asumida la pérdida de Siria y Egipto, el VI

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Concilio Ecuménico y III de Constantinopla (680) logró poner fin a los enfrentamientos teológicos sobre la
naturaleza de Cristo, ratificando el credo de Calcedonia.

El gobierno más violento y lleno de altibajos fué el de Justinianb II (685- 695, 705-711), depuesto
por una revuelta en la que le cortaron la nariz, con el consiguiente baño de sangre al recuperar el trono, y
otra deposición en la que, finalmente, murió asesinado.
El siglo VII es el momento en que el Imperio Romano de Oriente se transforma en el Imperio
Bizantino, debido a la helenización cultural, en la que desaparece el título de i mperator caesar augustus
por el de basileus, la lengua latina se sustituye por el griego, lo mismo que toda la literatura.

1.2 La evolución del sistema de themas

Heraclio mantuvo los nombres de las provincias y de las guarniciones que las ocupaban, los oficios
tradicionales y las prácticas de reclutamiento. El patrimonio propio del emperador se fundió con el fisco
creándose un departamento del tesoro (sakellion), y se diferenciaron una serie de despachos u oficinas,
conocidos como sekreta. Se diversificaron las atribuciones de los logotetas, destinando un funcionario
específico para los gastos generales, y otros para los del ejército, la corte, y los correos respectivamente.

En la obra De thematibus se puede ver la evolución del término hasta llegar al concepto
administrativo de thema que unió los dos componentes básicos de la organización del Imperio:

 la utilización de soldados-tenentes campesinos, como base de la organización militar de la frontera


 la concentración del poder militar y civil en manos del general en jefe (strategos)

Inicialmente el thema se refería, no a una región, sino al contingente afincado en ella. Heraclio
añadió un nuevo thema, el de Armenia. Con Justiniano II existían cinco: el Anatólico, el Armeniakon; el
Thrakesion, el Opsikion, cerca de la capital y el Karabisianon o flota de los estrechos, y añadió el de la
Hélade, para posteriormente ir fragmentándose por división de los existentes. Los soldados tenentes
cumplían una función miliar durante las levas, pasando a cultivar las tierras en tiempos de paz. Los
generales y oficiales percibían elevados sueldos que invertían en la compra de tierras, enriqueciéndose
paulatinamente y constituyendo una aristocracia fronteriza de grandes propietarios controlando un ejército
de 6.000 a 12.000 soldados, y jugando un papel clave los strategos en los problemas sucesorios. Pervivieron
las tropas móviles (tagmáticas), acantonadas en la capital y a disposición del emperador.

1-3 La reestructuración social bajo los Heráclidas


La población bizantina se redujo por el impacto de la peste en el siglo VI, aunque numerosos
búlgaros, chipriotas y armenios se trasladaron también a las zonas centrales del imperio. La pérdida de
Egipto, el granero de Bizancio, fue compensada con una expansión económica en otros lugares del Imperio,
donde se sustituyó el cereal egipcio por las leguminosas, cereal de secano o el olivo mediante la práctica de
cultivos intensivos, el empleo de un sistema de regadío avanzado y la utilización de molinos. La reforma
themática potenció la pequeña propiedad frente a los grandes latifundios de la aristocracia. Paralelamente,
se produjo una modificación de la fiscalidad, en la que la unidad básica fiscal y de producción ya no fue la
ciudad sino la comunidad campesina. El aumento del número de contribuyentes permitió una reducción de
los impuestos, ya que los soldados-campesinos asumían la defensa de las fronteras, ahorrándosela al
Estado. Además, el Estado favoreció el aumento de las roturaciones, creando nuevos contribuyentes y
reduciendo todavía más la contribución individual. A pesar de todo, los latifundios se mantuvieron en
manos de la aristocracia senatorial y militar pero el Imperio supo encontrar un equilibrio que le permitió
resistir y sentar las bases de la reconquista de los siglos siguientes.

A pesar de la pérdida de los territorios orientales de Siria y Egipto, el comercio se mantuvo a través
de las principales ciudades, donde se comerciaba con manufacturas de seda (importada a través de la ruta

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de la seda y monopolizada por el Emperador), armas, pieles, especias, armas y esclavos. La circulación
monetaria se redujo, siendo el ejército y la administración quienes más utilizan la moneda de oro

2.- LA DINASTIA ISAÚRICA


2.1 La reducción del Imperio y el ascenso de los strategos

En el año 717, en medio del asedio árabe a Constantinopla, se produce un golpe de estado que
encumbra como emperador al strategos de Anatólia, León III (717-741), que hace desistir a los árabes de su
empeño y no volverán a intentarlo en mucho tiempo. El nombre de la dinastía hace referencia a la
procedencia isaúrica de León, según Teófanes El Confesor, aunque otras fuentes situan su nacimiento en
Siria del Norte. El carácter oriental de la dinastía será un elemento importante, tanto a nivel ideológico,
como político y religioso.

El propio Emperador se dirige al Papa Gregbrib II como jefe político y religioso, lo que da idea de su
carácter autocrático, que le llevó a aplicar su reforma territorial a Italia y Sicilia, enfrentándose con el
papado. El control jurisdiccional de Roma sobre las provincias de habla griega (Calabría, Sicilia y el Ilirico)
llega a su fin, por lo que la posición papal se debilita, lo que le hace recurrir a Carlbs Martel (738), lo que
sirve de precedente para la posterior alianza del papado con Francia.

León III y Constantino V (741-775) consiguieron consolidar el Imperio con un territorio más
reducido, más manejable y con una notable administración, pero sacrificando el Occidente. Incluso León
tuvo importantes existos militares como la victoria de Akroinon (740) contra los árabes que significó su
freno en Oriente.

Cbnstantinb V, comenzó su gobierno enfrentado a su cuñado Ardabasto, stratego iconódulo (que


adora a las imágenes) de Opsikion, que había logrado que el patriarca Anastasio le proclamara emperador.
León III, evaluando el peligro, decidió dividir el thema de Opsikion y todo su ejército en seis regimientos,
que desplazó a varios lugares, lo que facilitaba su llamada por el emperador en cualquier momento, pero no
el mando de un conspirador. Pobló las zonas casi desiertas de Asia Menor atacando las fronteras del
califato, trayendo a los cristianos a dichas zonas. Un nuevo brote de peste (747) despobló la capital, que fue
repoblada con griegos y colonos de las islas. Proclamó la iconoclasia (destrozo de las imágenes para impedir
su adoración), intentó acabar con los monasterios y dirigió varias campañas con éxito contra los búlgaros,
tras pactar una tregua con el califato. Con su muerte en 775, acabó la mejor época de la dinastía isaúrica,
asistiendo hasta 802 a luchas entre facciones, minorías de edad, luchas intestinas y crueldades sin limites.

León IV, hijo del anterior, fue su sucesor, pero falleció pronto, en el 780, e Irene, su esposa
ateniense, asumió la regencia. Se empeñó en acabar con la iconoclasia, lo que logró en el Concilio
Ecuménico de Nicea (787), aunque no definitivamente. Se enfrentó a su hijo y heredero Cbnstantinb VI a
quien cegó y privó del trono, asumiendo una mujer por primera vez el cargo de basileus. Estos hechos
fueron muy mal vistos por Roma, ya predispuesta negativamente con Bizancio a cuenta del triunfo de la
iconoclasia anterior, lo que motivó que el papa coronara a Carlomagno en Roma en el año 800, trascedental
para Europa Occidental, pero que dejo perplejos a los bizantinos, tal como narra Teófanes. En ese momento,
coexistían dos imperios, barajándose incluso soluciones como la boda del hijo de Irene y una hija de
Carlomagno, pero las aspiraciones de Irene acabaron con la muerte de su hijo en una de las habituales
revueltas palaciegas en 802.

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Nicéfbrb I (802-811) fue el sucesor, también iconódulo favorable al Concilio de Nicea, que destacó
en el ámbito administrativo, impositivo y fiscal, acabando con las inmunidades fiscales eclesiásticas, lo que
era necesario para afrontar los graves peligros externos. Fue el promotor del impuesto sobre el fuego u
hogar (kápnikon) y de un sistema de solidaridad fiscal, por el que los grandes propietarios se hacían cargo
de los impuestos cuando no podían hacerlo los pequeños, así como el mantenimiento del sistema de
funcionamiento regular del campesino-soldado en las zonas fronterizas. Dividió la hélade en Peloponeso y
Tesalónica y reorganizó los Balcanes repoblándolos con más soldados-colonos. Tanto él como su hijo
fallecieron contra los búlgaros, lo que implicó la sucesión en su cuñado Miguel I Rangabé, que después de
reconocer el Imperio Occidental, pero sometido al bizantino únicamente, fue destronado y encerrado en un
convento con su familia, tras ser derrotado por los búlgaros.

Se enfrentaron entonces tres candidatos al trono, León strategos del thema anatólico, Miguel el
Tartamudo, frigio y futuro Miguel II, y Tbmás El Eslavb del thema armeniaco. Fue elegido León V (813-820),
dando lugar a un segundo periodo iconoclasta, que duró treinta años y fue menos dura y conflictiva que el
primero, tanto por el cansancio de la sociedad ante un problema sin solución como por la resistencia de los
iconódulos.

En el exterior, Bizancio había perdido casi todas los territorios de los Balcanes excepto Tracia y
consiguió que al menos los eslavos establecidos en Grecia y el Peloponeso admitiesen al menos la autoridad
del Imperio, que creó los temas de la Hélade, Macedonia, Tracia y Tesalónica (siglo VIII) al que se añadió el
del Peloponeso en el s. IX, lo que supuso el triunfo bizantino en la zona. Por otra parte, el peligro búlgaro
había sido favorecido indirectamente por Carlomagno al derrotar a los ávaros (796). Bajo el liderato de
Krum, las tribus paganas búlgaras se lanzan sobre Constantinopla, pero su caudillo sobrevivió poco tiempo a
Nicéforo I, y sus sucesores prefirieron pactar. Posteriormente, la conversión de Boris, bautizándose como
Miguel, y el envío del hijo de éste de su hijo Simeón a educarse en la corte bizantino, facilitó las relaciones,
al menos durante un tiempo, ya que no evitó a la larga nuevas incursiones.

2.2 Aspectos sociales y religiosos de la querella iconoclasta

Sin duda, el principal problema de esta época fue la postura religiosa en relación al culto a las
imágenes, básicas en los ritos bizantinos. La devoción hacia los iconos se fue generalizando hasta que a
mediados del siglo VI alcanzó una nueva dimensión en Oriente. En época de invasiones exteriores, las
imágenes milagrosas eran adoradas como potenciales apoyos para obtener la salvación. A finales del siglo
VII, a consecuencia de los victoriosos ataques de los árabes, se produjo una crisis espiritual en la sociedad
bizantina que hizo tambalearse su fe en los iconos y se achacaron las derrotas a faltas colectivas de los
cristianos, incluida la idolatría. La crisis de valores exigía una nueva religiosidad, propia de un Estado más
centralizado y modesto que antiguamente, que se centrase en símbolos más concretos como la Cruz de
Cristo. Se ha afirmado que la iconoclastia puede deberse también a una influencia musulmana, sin
embargo, el mayor defensor de las imágenes fue San Juan Damasceno, un monje palestino que escribió sus
tratados a favor de las imágenes, precisamente, en tierra islámica.

Los hechos se precipitaron cuando dos obispos anatolios, en tiempo de León III, hicieron solemnes
proclamaciones iconoclastas, rechazadas por el patriara Germán, pero que convencieron al pueblo. El
emperador ordenó a Gregorio II retirar todas las imágenes de Roma, en lo que ha sido considerado como el
primer edicto iconoclasta, a lo cual se opuso declarando la independencia religiosa romana, tensando las
relaciones entre ambos. Posteriormente, su sucesor Constantino V fue aún mas firme, escribiendo para el
Concilio de Nicea dos cortos tratados donde demostraba la imposibilidad de representar iconográficamente
a Cristo, Dios y hombre, por lo que se concentra únicamente en la cruz y en la Eucaristía. Constantino pasó
de unos primeros intentos de persuasión a una persecución en toda regla tanto a funcionarios como a

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monjes que practicaban la iconodulia. Constantino V sin embargo fracaso a la hora de recuperar el control
sobre Italia, donde mediante la falsa Donación de Constantino, el Papa apoyaba sus pretensiones
territoriales respaldado por los francos

La primera vuelta a la iconodulia tuvo lugar bajo el mandato de Irene, en el Concilio Ecuménico de
Nicea (787), donde Irene y su hijo Constantino V evitaron una condena abierta y formal de la iconoclasia
como herejía, en contra de los legados pontificios y de un grupo de monjes, acusando de las desviaciones
de los iconoclastas a la manipulación deliberada de los textos o a la influencia islámica.

La derrota ante los búlgaros en Constantinopla es interpretada como debida a la cólera de Dios por
haber vuelto a la iconodulia, por lo que en otro concilio en el 815 se vuelve a la iconoclasia, pero de forma
más moderada como vimos anteriormente.

Bajo los isaúricos se da un importante movimiento de renacimiento cultural, donde destaca el


Monasterio de Stoudion, que tuvo un importante papel en la vuelta a la ortodoxia en el 787, asi como
Teófanes El Confesor con su Cronográfia escrita en 815. Por último destaca la obra de Juan Damasceno
Fuente del Conocimiento en la que da una visión completa y coherente de la teología ortodoxa bizantina.
También en esta época (827) llega a Europa la obra de Pseudo Dionisio Aeropagita una de las obras clave
para la difusión del Neoplatonismo en Occidente, convirtiéndose en una de las grandes obras de referencia
de la Edad Media, llevada por una embajada de Miguel II a Luis el Piadoso.

3.- EL RENACIMIENTO BIZANTINO BAJO LA DINASTIA FRIGIA O AMORICA


(820-867)
3.1 La reorganización de Bizancio
Cuando Miguel II (820-829), primer emperador de la dinastía frigia, depuso violentamente a León V,
se enfrentó a Tomás el Eslavo, que se autoproclamó emperador con el nombre de Constantino VI (821-823),
apoyado en una coalición formada por pequeños y medianos propietarios fronterizos de Asia Menor,
arruinados por la presión fiscal gubernamental, y los marinos de las flotas y con la ayuda del califa al-
Ma'mun. Frente a él, en el bando de Miguel II peleaban los strategos del thema Anatólico y Opsikion, el jan
búlgaro Omurtag y la flota imperial. Su derrota significaría el triunfo de la gran propiedad, al decir de
algunos autores. En estas primeras décadas del siglo IX, Bizancio se veía amenazada por los búlagaros, con
los que logró una paz de treinta años. La presión árabe se relajo por los conflictos internos del califato
abbasí , y surguió otro problema con los emigrados fugitivos de al-Andalus, que comenzaban a moverse por
todo el mediterraneo.

Teófilb (829-842), fue el exponente más brillante y radical del segundo período iconoclasta. Su
mayor aportación a la defensa contra los árabes fue la creación de un sistema de defensa de los principales
pasos montañosos del Tauro (clisuras), que limitaban con las posesiones califales. También subdividió los
ejércitos de los themas en bandas, grupos de 200 soldados que favorecieron la defensa de Anatolia frente a
los árabes. Se rodeo de una corte brillante, donde como mecenas de la cultura, protegió a figuras brillantes
como Juan el Gramático, preceptor de Teófilo y auténtico inspirador de su política o León el Matemático,
metropolitano de Tesalónica. Mientras, los iconódulos se volvían hacia Roma en busca de apoyo,
disminuyendo la oposición de los monasterios a la primacía del Papa. Todo ello explica la facilidad con que
se produjo la definitiva vuelta a la “ortodoxia” en el año 843, poco después de la muerte de Teófilo, así
como las consecuencias de la larga querella. En el año 843, nada más morir Teófilo, su viuda Teodora,
regente del niño Miguel, junto a sus hermanos Petronas y Bardas y el eunuco Teoctisto, decidió volver a la
iconodulia.

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Miguel III Rangabé (843-867) momento fundamental en los inicios del denominado “Imperio
Bizantino Medio”. Las secuelas de la iconoclasia se manifestaron en los intentos de los monjes estuditas de
aplicar una política de represalias contra los antiguos iconoclastas, frente a la política conciliadora de la
administración. En el año 856, Bardas ayudó al joven emperador a terminar la regencia, obteniendo a
cambio el título de césar. Se produce una cierta estabilización de los diversos frentes militares que tenía
abiertos Bizancio. La anterior ofensiva islámica se veía sustituida por unos todavía tímidos contraataques
bizantinos en Asia Menor, en Creta y en Egipto, mientras que los búlgaros quedaban provisionalmente
neutralizados con la conversión al cristianismo del rey Boris. Miguel III fue asesinado por el macedonio
Basilio (867), abriendo una nueva época en la historia dinástica bizantina.

3.2 Las cuestiones religiosas: la restauración de la ortodoxia, el cisma de Focio y


la cristianización de los Balcanes

El cisma entre la Iglesia de Roma y la de Constantinopla no responde únicamente a divergencias


teológicas pues empezó a gestarse desde el mismo momento de la ruptura en dos del Imperio Romano.
Desde ese momento, ambas partes empezaron a separarse tanto en cuestiones políticas como religiosas.
Desde la época de Justiniano, el Imperio Bizantino se orientaliza, sus emperadores asumen rasgos de los
déspotas orientales y la Iglesia pierde su independencia. Al alejamiento entre Iglesias contribuyeron las
sutilezas metafísicas y dialécticas de los orientales que propiciaron la aparición de numerosas herejías,
aunque también el culto extremo a reliquias e imágenes que desembocó en la reacción iconoclasta.

Los Papas de Roma, alejados de la tutela del emperador bizantino, buscaron su hegemonía y
expansión en Occidente, aunque ellos mismos fueron víctimas de familias romanas poderosas y, más tarde,
de los emperadores francos y germánicos.

Restaurada la ortodoxia, los nuevos patriarcas fueron antiguos funcionarios de palacio, vinculados
normalmente a las grandes familias de la capital y, en algunos casos, sin formación religiosa previa. Este fue
el caso del patriarca Focio, un aristócrata perteneciente a una familia iconódula, con una profunda
formación cultural que desarrolló en la escuela de Magnaura y que había ostentado el cargo de jefe de la
cancillería imperial.

Tras el “domingo de la ortodoxia” (843), un grupo de monjes radicales, autoconsiderados


guardianes de la ortodoxia, se enfrentaron en la corte y en la ciudad con otro grupo defensor de la
moderación (oikonomia) que defendía la reconciliación. A la muerte del patriarca Metodio (847), culto y
liberal, la emperatriz Teodora y el partido radical escogieron como nuevo patriarca a Ignacio, abiertamente
opuesto al grupo más moderado, que había encontrado en Focio a un líder capaz. Cuando terminó la
regencia de Miguel III y el culto Bardas y los intelectuales más liberales quedaron al frente del poder, la
deposición de Ignacio fue inevitable.

Bardas propuso a Focio como nuevo patriarca (858), siendo ratificado en dos concilios
constantinopolitanos que incluyeron a delegados papales. A pesar de todo, el Papa Nicolás I, deseoso de
reafirmar la supremacía romana y contrario al nombramiento de un laico para el puesto de patriarca,
convocó un sínodo en 863 que anuló el nombramiento de Focio e impuso de nuevo a Ignacio. En estas
circunstancias, ante la negativa previa de Focio, el rey búlgaro Boris consiguió del Papa el apoyo para la
creación de un patriarcado búlgaro, independiente de Constantinopla, lo que provocó que los búlgaros se
decantasen por el rito romano y que se expulsase a los misioneros ortodoxos de Bulgaria.

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La intromisión latina en Bulgaria fue una ofensa para Bizancio. Focio trasladó el enfrentamiento al
terreno teológico y acusó al Papa de blasfemo por el tema de la Filioque, un pasaje del Credo que se
recitaba en Roma, según el cual “el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Filioque)”, afirmación que
constituía una herejía para los ortodoxos. En estas circunstancias, se celebró un concilio en Constantinopla
(867) que excomulgó y depuso a Nicolás I. Aunque en 877, el Papa Juan VIII intentó un acercamiento a
Focio, el tema de la Filioque fue insalvable y Focio acabó siendo definitivamente excomulgado.

FUENTES

 Fuentes griegas de tipo cronográfico o en forma de anales:


o Chronographia de Teófanes el Cbnfesbr (810-814) que continua la crónica de Jbrge
Sygkellbs.
o Continuación anónima del anterior escrita por orden de Constantino VII Porfirogéneto
comienza con la proclamación de León V el Armenio (813) y acaba con Romano II (959-963)
o Historia Breve o Breviario de Nicéfbrb, patriarca de Constantinopla entre 806-815, que
abarca desde 602 a 769, excepto el gobierno de Constante II.
o Las Basileiai de Jbsé Genesib y la Crónica de Simón el logoteta que abarca desde la creación
del mundo hasta 948, son fundamentales para estudiar el conflicto iconoclasta.
 Fuentes de la periferia de Bizancio
o Historia del obispo armenio Sebebs, en torno al 660, y la Crónica del obispo Juan de Nikiu
(Egipto) de finales del s. VII, que también narra el avance del Islam y las conquistas
tempranas de territorios bizantinos
o Cronica del Obispo Juan de Biclarb, la obra de Isidbrb de Sevilla, y el Liber Pontificalis.

 Otros géneros literarios, más sesgados, como los de Juan de Pisidia elogiando a Heraclio en sus
guerras contra los persas o del clérigo de Santa Sofia Tebdbrb de Sygkellbs que redactó en 626 un
sermón de acción de gracias por la victoria contra los persas.
 Completa esta sección el material de las instituciones imperiales y eclesiásticas: hay edictos
imperiales y novellas compilados en las fuentes legales, correspondencia del Emoperador a
gobernantes extranjeros, oficiales de la corte y generales, recensiones de los juicios de Máximo el
Confesor o el Papa Martín, actas de los concilios, etc...

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TEMA 7.- AUGE Y CAIDA DEL


IMPERIO CAROLINGIO
1.- FIN DEL IMPERIO MEROVINGIO: LOS ULTIMOS MAYORDOMOS DE
PALACIO Y EL CAMBIO DE DINASTÍA.

Desde mediados del siglo VII hasta mediados del siglo VIII, los dos grandes reinos germánicos de
Occidente, visigodos y francos merovingios, atraviesan una profunda crisis, con continuas guerras civiles y
enfrentamientos dinásticos que les abocan a su desaparición. Como consecuencia, la Iglesia, falto de un
apoyo fuerte, entra en crisis también.

Entre los visigodos, las continuas luchan sucesorias, al tener un sistema electivo para las sucesiones,
provocaron continuos enfrentamientos. Por otra parte, solicitaron la legitimidad de sus nuevos reyes
mediante la unción con los santos oleos, por lo que fueron los primeros (Wamba, sucesor de Recesvinto),
antes que los carolingios, en adoptar la unción real. Las luchas por el trono, el famoso "morbo gótico",
acabaron con la dinastía, al pasarse los partidarios de Witiza a los musulmanes en la batalla de Guadalete
(711).

Por otra parte, el gran reino germánico de los francos merovingios, fundado por el rey Meroveo
(448 – 457) y reforzado por su nieto, Clodoveo I (481 – 511), atravesó una profunda crisis. El concepto
patrimonial que tenían los monarcas merovingios de su reino provocó que lo repartiesen entre su
descendencia, lo que condujo a una debilidad congénita de la dinastía y a su final desaparición. Los
merovingios no fueron capaces de organizar un Estado firme sobre sus amplias conquistas territoriales, de
modo que durante los dos siglos tras la muerte de Clodoveo I, el reino fue disgregándose a manos de sus
sucesores, que se combatieron ferozmente. Salvo escasos momentos de unidad, el reino se articuló en
cuatro grandes entidades: Austrasia (al este, entre el Mosa y el Rin, territorio curtido en sus luchas con sus
vecinos sajones, turingios, bávaros, etc.), Neustria (al oeste, entre el Escalda y el Loira, territorio franco por
excelencia y donde la nobleza tenía grandes latifundios), Aquitania (entre el Loira y los Pirineos) y Bbrgbña
(en la zona central y con una abundante población galorromana).

Al morir Clodoveo I (511), sus hijos se repartieron el reino, lo que acabó desembocando en una
lucha fratricida que terminó cuando el hijo menor, Clbtarib I (511 – 561), consiguió reunificarlo de nuevo. A
pesar de ello, Clotario I volvió a dividir el reino entre sus hijos, reproduciéndose la lucha entre hermanos
hasta que Clotario II (613 – 629) y su hijo Dagoberto (629 - 639), pudieron reunificarlo de nuevo. El último
rey merovingio que consiguió la unidad de los territorios fue Childerico II pero, tras ser asesinado en 675, el
reino volvió a dividirse definitivamente.

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La debilidad del reino merovingio provocó intentos de independencia de turingios, alamanes y


bávaros, facilitó el asedio de lombardos, ávaros, bretones y frisones e impidió el desalojo de los visigodos de
la Septimania, que comprendía siete ciudades del Sur de Francia.

1.2 Los mayordomos de palacio

En este ambiente de descomposición, en cada una de las entidades que formaban el reino de los
francos, apareció la figura del mayordomo de palacio, administrador de las posesiones reales y jefe del
rudimentario aparato administrativo que, con el paso del tiempo, adquirió un patrimonio agrícola
considerable. Los mayordomos se convirtieron en los auténticos detentadores del poder y en intermediarios
entre la nobleza y el monarca. Atendían el tesoro real, encabezaban el ejército, presidían los tribunales
reales y eran sus principales consejeros.

Ante las pretensiones hegemónicas de Neustria, el mayordomo de Austrasia, Pipino II de Heristal, se


enfrentó a sus enemigos y los venció en la batalla de Tertry (687), quedando como mayordomo de ambos
territorios y autoproclamándose “príncipe de los francos”. A falta de descendientes legítimos, le sucedió su
hijo ilegítimo, Carlos, conocido como Martel por las victorias que acumuló sobre frisones, alamanes,
borgoñones y provenzales y que le permitieron convertirse en señor de los francos. Cuando penetraron en
Aquitania, Carlos Martel detuvo el avance de los musulmanes en la batalla de Poitiers (732) y, aunque no
consiguió expulsarlos totalmente, la victoria le permitió ganar gran prestigio como defensor de la
Cristiandad. Carlos Martel sufragó una parte de esta campaña cediendo tierra de la Iglesia en régimen de
beneficio a la nobleza que lo apoyó. En 741, le sucedió su hijo Pipino “el Breve”, que también venció a
sajones y bávaros.

2.- LOS CAROLINGIOS


2.1 Los carolingios y el papado
Los primeros carolingios buscaron su legitimación mediante el apoyo de la Iglesia y esta, falta de
apoyos frente a los poderosos grupos que se iban formando, fue viciándose de los usos y costumbres de la
sociedad, llegando incluso a adoptar la ordalía. Desde el S. VII entraron al episcopado miembros
procedentes de la nobleza franca, produciéndose una germanización de la Iglesia, con el consiguiente
empobrecimiento intelectual y moral del clero.

Hubo dos causas que contribuyeron al ascenso social de los carolingios:

 El sostén y la legitimidad que les concedió la Iglesia, a cambio del apoyo a la evangelización de
nuevos pueblos y de la reforma del clero.
 La creación de una importante red clientelar formada entre la nobleza, a la que repartió tierras
propias y otras procedentes de confiscaciones a la Iglesia.

Pipino y Heristal y Carlos Martel a continuación, potenciaron la evangelización de Frisia, Turingia,


Hesse y Baviera, convirtiéndose en una empresa oficial, por lo que a partir de entonces, política y
evangelización irán de la mano, beneficiándose ambas partes Iglesia y monarquía, de los frutos de la unión.
La espada y la cruz irán de la mano muchas veces a partir de entonces.

Pipinb el Breve apoyó la celebración de concilios nacionales para reglamentar la disciplina


eclesiástica y para reformar la liturgia. En 744, para sortear el problema de las confiscaciones a la Iglesia

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creado por Carlos Martel, Pipino el Breve acudió a la fórmula de la precaria verbo regis, según la cual, la
Iglesia mantenía la "propiedad nominal" de la tierra a cambio de un censo anual. En 751, al ver contestada
su posición por parte de algunos nobles favorables a los merovingios, Pipino el Breve solicitó al Papa
Zacarías una opinión sobre su legitimidad. Zacarías apoyó la causa de Pipino por lo que el último
representante de los merovingios, el débil Childericb III, acabó encerrado en un monasterio. En septiembre
de 751, Pipino fue consagrado en Soissons con los santos óleos, por los obispos galos y por el legado papal,
San Bonifacio. De este modo, los Papas encontraron un aliado eficaz contra la amenaza longobardo en Italia
– desligándose así de la tutela bizantina – y los carolingios una legitimidad procedente del mismo Dios, a
través del Papa. Desde ese momento, el Papa se sintió investido con el derecho de conferir o retirar
coronas, germen de futuras discordias en el futuro, y las coronaciones reales fueron unidas a su
consagración por la Iglesia y los reyes fueron escogidos “por la gracia de Dios”

2.2 Creación del Patrimonio de San Pedro


En 751, los lombardos se apoderaron del Exarcado de Rávena por lo que el papa Esteban II (752 –
757) vio peligrar la independencia de Roma y su Ducado. Escribió así a Pipino proponiéndole ser nombrado
patricius Romanorum – en virtud del principatus potestas que tenía el Papa - y solicitándole una entrevista
con el fin de que interviniera militarmente en Italia para recuperar el Exarcado y lo restituyera a San Pedro,
su verdadero propietario.

Esta petición se basaba en un documento conocido como Donación de Constantino, una hábil
falsificación realizada por los eruditos de la corte pontificia. Según este edicto, el emperador Constantino
había conferido al Papa del momento y a sus sucesores, la principatus potestas (potestad imperial) y los
honores imperiales, elevando la Sede de San Pedro sobre cualquier otro trono terrenal. Por este motivo, la
corona imperial pertenecía al Papa quien, decidido a no ceñirla, la había devuelto a Constantino. En
agradecimiento, Constantino le habría cedido la potestad sobre Roma, Italia y el resto de Occidente,
reservándose para él la parte oriental del Imperio. Respaldado por la Donación de Constantino, el Papa se
entrevistó con Pipino en Ponthión en 753 y, mediante el tratado de Quierzy, el rey se comprometió a
recuperar Rávena, Romaña y la Pentápolis y a cedérselas a San Pedro, cosa que consiguió tras dos campañas
militares que terminaron en 756. Nació así el Patrimbnib de San Pedrb, que partía Italia en dos mitades. En
agradecimiento, el Papa consagró de nuevo a Pipino y a sus hijos Carlbs y Carlbmán en la iglesia de Saint-
Denis.

A pesar de todo, Pipino dedicó lo mejor de sus energías a recuperar Aquitania (760 – 768) y
Septimania (752 – 759). Aquitania, gobernada por un duque autóctono de estirpe franca, no había visto
nunca con simpatía a los carolingios, especialmente en la zona pirenaica donde habitaban los vascones, sin
embargo, no pudo resistirse al empuje de Pipino y acabó aceptando su autoridad. Lo mismo ocurrió en la
Septimania, donde los naturales apoyaron a Pipino en su campaña contra los visigodos, a cambio de
respetar su lengua y su derecho.

2.3 Carlomagno y la expansión territorial


A su muerte (768), Pipino dejó el reino a sus hijos Carlos y Carlomán, siguiendo la costumbre
merovingia, pero la muerte del segundo (771) facilitó la reunificación del reino. Carlos, el futuro
Carlomagno (768 –814), siguió las directrices marcadas por su padre y sus empresas militares se dirigieron
contra todos sus vecinos.

2.3.1 Italma
Para sellar la paz con los longobardos, Carlomagno se casó en 770 con una hija del rey Desiderio a la
que, empujado por el Papa, repudió un año después. Este hecho provocó la invasión longobarda del
territorio pontificio y el consiguiente contraataque de Carlomagno, que en 773 tomó Pavía. Un año después,
el rey Desiderio se retiró a un monasterio, acabando así el reino longobardo de modo que Carlomagno pasó
a ser rex Francorum et Longobardorum atque patricius Romanorum. Carlomagno confirmó las donaciones
hechas por Pipino al Papa y añadió, además, la Sabina. Los ducados lombardos de Spoleto y Benevento
reconocieron la autoridad de Carlomagno y este mantuvo a los duques en sus puestos, en contra de los

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deseos de la Iglesia, que quería dichos ducados para el Patrimonio de San Pedro. De esta manera,
Carlomagno se convirtió en árbitro del norte de Italia, mientras que Nápoles, Calabria y Sicilia se mantenían
en manos bizantinas.

2.3.2 Bavmera
Aunque los duques de Baviera eran vasallos de los francos, mantenían una total independencia y
procuraban ensanchar su dominio a cuenta de los ávaros y los eslavos. Su duque, Tasilón III, estaba casado
con una hija de Desiderio y, mantuvo una actitud ambigua con respecto a Carlomagno, por lo que éste
acabó por invadir el ducado (788) y retirar a Tasilón a un monasterio, para variar.

2.3.3 sajones y frmsones


Los sajones eran un pueblo pagano de la Europa Central, resistente a la cristianización, cuyo modo
de vida era parecido al de la época de las invasiones. Tras una invasión sajona en tierras francas en 772,
Carlomagno invadió sus tierras y, desde 775, fue avanzando lentamente y fortificando sus recintos.
Numerosos jefes sajones se bautizaron, se estableció una organización eclesiástica en Sajonia y se trazó un
plan de evangelización pero, en 778, estalló un levantamiento general, acaudillado por Widukind que fue
duramente reprimido por Carlomagno (4.500 sajones degollados en Verden). La revuelta acabó cuando su
líder se entregó (785) y fue bautizado.

Carlomagno adaptó el derecho sajón (Lex Saxonum) a las nuevas circunstancias y dictó unas duras
normas, la Capitulatio in partibus Saxonie (785) relacionadas con delitos religiosos que provocaron la
conversión en masa de los sajones.

La sumisión de los frisones comenzó con la fundación del obispado de Utrech en 695, aunque los
levantamientos no se detuvieron hasta 714. A finales del siglo VIII, toda la región estaba pacificada por lo
que fue dividida en condados. Carlomagno respetó las leyes frisonas, aunque se actualizaron en el año 803
(Lex Frisionum).

2.3.4 Ávaros
La sumisión de Baviera puso en contacto directo a los francos con los ávaros. En 791, Carlomagno
invadió su territorio pero hasta 795 no consiguió someter su anillo fortificado, situado entre el Danubio y el
lago Balatón, donde se guardaba además el enorme tesoro del kan ávaro que permitió sanear las cuentas
francas. Los ávaros , que no pudieron resistir el empuje franco puesto que los eslavos se levantaron en
masa, fueron entonces cristianizados y, a raíz de las conquistas, desaparecieron como nación. Las tierras
ávaras fueron conquistadas al norte por los francos y al sur por los búlgaros.

2.3.5 España
Tras la derrota visigoda de 711, los musulmanes se extendieron por la Península y rebasaron los
Pirineos hasta ser detenidos por los francos en 732. La nobleza visigoda superviviente se refugió en las
montañas asturianas y allí consiguió su primer éxito contra los musulmanes en Covadonga (722). Hacia 750,
después de unos años de hambruna y sequías, los beréberes instalados en el valle del Duero y Galicia se
retiraron por lo que el rey Alfonso I intentó ocupar su lugar con escaso éxito.

En la parte oriental de la Península, aparecieron poderosas dinastías, algunas de ellas de


ascendencia hispana, como los Banu Qasi en el valle del Ebro, que rivalizaban con Córdoba e intentaban
lograr su independencia del Emirato (756).

En su afán independentista, los señores musulmanes pidieron ayuda a los francos con la promesa
de entregarles Barcelona y Zaragoza, sin embargo, cuando Carlomagno apareció en Zaragoza, el gobernador
se negó a entregar la ciudad. Las tropas francas, reclamadas en Sajonia, cruzaron de nuevo los Pirineos en

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Roncesvalles (778), donde los vascones destruyeron su retaguardia, falleciendo en esta acción el duque de
la Marca de Bretaña, Rblandb.

Esta derrota llevó a Carlomagno a crear el reino de Aquitania (781), al frente del cual colocó a su
hijo Luis para que prosiguiese la expansión transpirenaica. Por su parte, en 785, los habitantes de Gerona,
Cerdaña y Urgel se entregaron al rey franco lo que provocó la invasión musulmana de Narbona y Carcasona.
En respuesta, Luis lanzó un ataque desde Aquitania que logró conquistar Barcelona (801). En 810, el emir de
Córdoba solicitó la paz, fijándose la frontera en las costas del Garraf y las montañas de Montserrat y
Montsec.

A lo largo de treinta años, Carlomagno expandió la frontera de su reino, que incluía toda la Galia -
en el sur hasta Barcelona -, por el oeste hasta el Elba y, en Italia, todo el reino longobardo. Su poderío
militar y político era incontestable por lo que el Imperio Carolingio se convirtió en la única gran potencia
europea.

2.4 La coronación imperial de Carlomagno


El prestigio de Carlomagno se basaba en la fidelidad de sus vasallos, en sus conquistas militares y en
el apoyo de la Iglesia. En la corte de Aquisgrán, un grupo de intelectuales – entre los que destacaron Pablo
Diácono y Alcuino de York - elaboró una serie de ideas políticas sobre el papel que un rey cristiano debía
jugar en la cristiandad europea. De acuerdo con esta teoría, el Papa debía rezar para que el rey cristiano
venciese a sus enemigos mientras que al rey le correspondía defender a la Iglesia y extender la fe católica.

En 799, en Bizancio reinaba la emperatriz Irene, anomalía que hizo considerar a muchos que el
trono imperial estaba vacante. Por su parte, acusado de adulterio y perjurio, el Papa León III era
cuestionado por la nobleza romana e incluso había sufrido un asalto, aunque pudo huir y refugiarse en
Páderborn, donde solicitó la ayuda del rey. En consecuencia, el Papa regresó a Roma con una escolta y fue
repuesto en su sede.

En noviembre del año 800, Carlomagno se trasladó a Roma para celebrar la Navidad. El día 23, León
III proclamó públicamente su inocencia, mediante un juramento de purificación, y el día de Navidad,
mientras Carlomagno rezaba en San Pedro de rodillas, León III lo coronó, recibiendo de los asistentes una
triple aclamación. A Carlomagno le contrarió el hecho de haber sido coronado antes de su aclamación,
como se hacía en Constantinopla, pues el gesto podía ser interpretado como que era el Papa quien le
concedía el Imperio.

Inicialmente, Bizancio se negó a reconocer la coronación pero cuando, en 812, Carlomagno


renunció a sus aspiraciones sobre Venecia y se la devolvió a los bizantinos, el emperador Miguel I le
reconoció el título. De este modo, Carlomagno se intituló “Imperator et Augustus”, aunque él se consideró
siempre un rey franco. En 813, hizo que la nobleza aclamara como emperador a su hijo Luis y sólo unos
meses después, el 28 de enero de 814, fue enterrado en la capilla palatina de Aquisgrán. Triunfó así la
nueva concepción de un Imperio ajeno a Roma y en el que los romanos eran sustituidos por los francos. El
nuevo Imperio se identificó, así, con Europa e incluso, más allá, con la Cristiandad. Con el tiempo, eurbpeb
será sinónimo de romano, y griegb equivaldrá a brtbdbxb.

2.5 Los inicios de la crisis


A pesar de todo, el Imperio Carolingio tenía unos rudimentarios fundamentos económicos y
sociales, le faltaba unidad política y lingüística, tenía diversos códigos legislativos y, además, carecía de un
único ejército y de una eficaz organización financiera. Por otro lado, el concepto patrimonial que del

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Imperio tenían sus monarcas, la pervivencia de algunos elementos “nacionales” en su seno y el interés de la
nobleza en controlar al rey, sin duda crearon las condiciones necesarias para una crisis acelerada.

A la muerte de Carlomagno, la Iglesia quiso preservar la unidad mientras que la nobleza presionaba
a favor de fragmentar el Imperio. Aunque Carlomagno quiso dejar el Imperio a sus tres hijos, la muerte de
dos de ellos lo dejó unificado en manos de Luis o Ludovico Pío (814 – 840). Italia quedó en manos de
Bernardo, hijo ilegítimo del tercer hijo de Carlomagno, como rey subordinado a su tío Ludovico.

El nuevo emperador se reveló como un hombre débil e influenciable. La facción eclesiástica unitaria
influyó para que Luis abandonara sus títulos tradicionales y se intitulara “por la gracia de Dios, emperador
augusto”. Su reinado se inició con la evangelización de los daneses y los suecos, reunió varios concilios
nacionales en Aquisgrán para reordenar la vida eclesiástica e imponer la regla de San Benito en los
monasterios. Las propiedades de la Iglesia se multiplicaron y, en 816, Luis reconoció ante el Papa Esteban IV
la total independencia del Patrimonio de San Pedro lo que dio inicio a un proceso por el que los territorios
pontificios acabaron por convertirse en una potencia rival de Imperio. Esteban IV volvió así a coronar a Luis
como emperador pues sólo él podía hacerlo, dando a entender así que la coronación a Carlomagno podía
considerarse nula.

Por su parte, la nobleza pugnaba por la división del Imperio de modo que, en 817, llegó a un
acuerdo con la facción unionista para dividir el Imperio de acuerdo con la Ordinatio Imperii, según la cual,
Ludovico regulaba su sucesión dividiendo el Imperio en tres reinos: Italia para su sobrino Bernardo, Baviera
para su hijo menor, Luis, y Aquitania para su otro hijo, Pipino. El hijo mayor, Lotario, por el momento
coronado como co-emperador, debería recibir el resto, ostentaría el título imperial y tendría autoridad
sobre los otros reinos. Bernardo no aceptó quedar subordinado a Lotario y comenzó a conspirar contra él
por lo que Ludovico acabó ejecutándolo. Debido a ello, el emperador fue reprobado por el clero y tuvo que
hacer penitencia pública en Attigny (822) – en la imagen.

En 823 nació Carlos, hijo del segundo matrimonio de Ludovico, por lo que se produjo un segundo
reparto en el que, a costa del patrimonio de Lotario, se le otorgaron los territorios de Retia, Alsacia,
Alemania y Borgoña. Esto provocó un enfrentamiento entre todas las partes que acabó con Ludovico Pío
encerrado en un monasterio. Pudo recobrar la libertad, pero las disputas continuaron hasta su muerte en
840, mientras luchaba contra su hijo Luis de Baviera. Tras años de lucha, el Imperio quedó postrado, las
guerras exteriores se abandonaron, el fisco estaba arruinado y los vasallos eran menos fieles.

2.6 El tratado-reparto de Verdún (843) y el final del Imperio.


A la muerte de Ludovico Pío, Lotario quiso imponerse a sus hermanos pero fue derrotado por ellos
en Fontenay (841). Luis el Germánico (Baviera) y Carlos el Calvo (Aquitania), que había heredado el reino a
la muerte de Pipino I de Aquitania, se juraron asistencia mutua contra Lotario en los Juramentos de
Estrasburgo de 14 de febrero de 842, primer documento redactado en proto-alemán y francés.

En 843, mediante el tratado de Verdún, los tres hermanos llegaron a un acuerdo para repartirse el
reino: el Este quedaría en manos de Luis el Germánico, el Oeste a cargo de Carlos el Calvo y una franja
central, que se extendía desde el Mar del Norte hasta Nápoles – incluyendo las ciudades imperiales de
Roma y Aquisgrán -, pasaba a Lotario, a quien además se le reconoció el título imperial pero sin poder sobre
sus hermanos. Aunque debía tratarse de un Imperio con tres reinos, lo cierto es que los tres territorios
tenían muy poco en común pues carecían de unidad económica, lingüística, legal o cultural. De acuerdo con
el tratado de Verdún, también hubo un reparto de responsabilidades frente a la nueva oleada de invasiones:
la defensa frente a los normandos correría a cargo de Carlos el Calvo; a los magiares se opondría Luis el
Germánico y a los sarracenos se enfrentaría el honorífico emperador Lotario.

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A partir del nacimiento de estos reinos,se inició un proceso de descomposición interna que dio
lugar al feudalismo y a la fragmentación de Europa. Al morir Lotario (855), su hijo Luis II obtuvo Italia y el
título imperial, Carlos, la Provenza y Lotario II, la Lorena. En 863, murió Carlos sin descendencia y sus
hermanos se repartieron sus tierras. En 869 murió Lotario II y sus tíos, Carlos el Calvo y Luis el Germánico se
repartieron Lorena según el tratado de Mersen (870), que dará lugar a enfrentamientos seculares entre
Francia y Alemania.

En estas circunstancias, Carlos el Calvo quedó como el hombre fuerte del momento. A la muerte de
Luis II de Italia (875), el papa Juan VIII ofreció la corona imperial a Carlos II de Francia, el Calvo, el cual, antes
de iniciar su segundo viaje a Italia, en auxilio del papa, reconoció a los nobles que le acompañan, mediante
la capitular de Quierzy (junio de 877) que, en caso de muerte de alguno de ellos durante la expedición, sus
hijos tuvieran un derecho de preferencia sobre sus condados de forma automática sin que el monarca
pudiera disponer libremente de ellos. Esta capitular marcó el inicio de la heredabilidad de los feudos, del
fortalecimiento de los señores y de la pérdida de poder de los monarcas. A la muerte de Carlos el Calvo
(877), el mismo papa Juan VIII ofreció la corona al hijo de Luis el Germánico (muerto en 876), Carlos III de
Francia, el Gordo. Durante su reinado, aunque se produjo una momentánea y circunstancial reunificación
del Imperio, se desató la más tremenda anarquía debida a las invasiones normandas y a las revueltas de los
grandes señores del reino.
En Borgoña y Provenza se alzó un rey ajeno a los carolingios, Bosón, y a la muerte de Carlos el Gordo (888),
el Imperio se dividió en seis reinos – Germania, Francia, Provenza, Borgoña, Lorena e Italia - a cuyo frente
estaban, excepto en Germania, dinastías sin relación con los carolingios. Eudes, conde de París, que había
resistido victorioso el acoso de los normando, se proclamó rey en 898. En Italia, Guido de Spoleto se
convirtió en emperador al recibir la corona del papa Esteban V, que pasó también a su hijo Lamberto.
Enemistado con Lamberto, Esteban V coronó emperador a Arnulfo de Germania (896) pero, a su muerte, la
corona volvió a Lamberto. Sólo dos años después Lamberto fue derrotado por su rival, Berenguer de Friul,
que fue nombrado rey de Italia (898) y años después, emperador (915). Tras su asesinato, nadie reclamó
para sí una dignidad tan desprestigiada y hasta 962, con Otón el Grande, ningún monarca ostentará tal
título en Europa. En medio de la anarquía desapareció el Imperio Carolingio. Sólo el Papado, aún
desprestigiado, conservó una cierta autoridad en la cristiandad occidental, siendo precisamente la
institución que coronaba y deponía emperadores, a pesar de la catadura moral de alguno de sus papas.

3.- ORGANIZACIÓN POLITICO-ADMINISTRATIVA DEL IMPERIO CAROLINGIO

Del sistema político-administrativo del Imperio Carolingio destacan la simplicidad de los


mecanismos de gobierno y la evidente confusión entre monarca y Estado, realidades tan alejadas de la
organización administrativa del Imperio Romano, del que el Imperio carolingio era una teórica restauración.

3.1 Los territorios conquistados


El Imperio Carolingio, con una enorme extensión, no era un Estado unitario pues carecía de una
lengua común, de un Derecho único, etc. Para los francos, el Estado lo constituían la nobleza y el rey, que
gobernaban conjuntamente, y todos los súbditos estaban ligados por los vínculos de dependencia personal
establecidos a través de juramentos de fidelidad. Los clérigos del entorno real trataron de introducir la
noción romana del Estado, equiparándolo al bien común, aunque con raíces cristianas, concepción que
triunfó en tiempos de Ludovico Pío.

El Imperio estaba constituido por el núcleo formado por Austrasia y Neustria y por una serie de
territorios conquistados que globalmente formaban el reino de los francos. En Aquitania, cuyos habitantes

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de tradición romana se resistieron a la asimilación, se produjo un equilibrio político entre anexión y


autonomía. Carlomagno la organizó como un reino aparte, a cuyo frente situó a su propio hijo Luis. Igual
estatuto tuvo Baviera, inicialmente con un duque a la cabeza y más tarde con uno de los hijos de Ludovico
Pío. Otro tanto cabe decir de Italia. El reino de los longobardos mantuvo su personalidad, aunque
cambiaron la persona del rey y los funcionarios y desaparecieron algunos de los poderosos duques
lombardos. Inicialmente fue confiado a Pipino, segundo hijo de Carlomagno, y a su muerte pasó a Bernardo.

Todos estos reinos admitían una teórica superioridad de la autoridad imperial y fueron fieles
ejecutores de la voluntad del emperador. Conservaron sus leyes, aunque los reyes carolingios intentaron
que, respetando las peculiaridades, se consiguiese una mayor identificación legal.

Los ducados longobardos del sur de Italia eran absolutamente libres, aunque aceptaron la teórica
protección de Calomagno y le pagaron un tributo por una teórica protección. Por su parte, los territorios
del Papa estaban bajo jurisdicción pontificia y tenían sus propios funcionarios. A pesar de ello, el emperador
intervino constantemente en sus asuntos, pero no se puede afirmar que pertenecían al Imperio.

3.2 El emperador
El emperador carolingio era considerado como el dueño de todo y disponía del reino por derecho
de conquista. Era un gobernante del pueblo cristiano pues su reino estaba indefectiblemente unido al
cristianismo y a su propagación y, como tal, debía guiar a sus súbditos por el camino del bien.
Frecuentemente, el monarca carolingio se ocupaba de cuestiones como la disciplina del clero o
incluso sobre el dogma y designaba obispos, pues eran importantes agentes de gobierno y de su confianza.
Era habitual que el emperador separase a los obispos de sus sedes para que atendiesen asuntos
administrativos, de modo que podían permanecer ausentes durante un largo tiempo de sus diócesis y
acababan convirtiéndose en hombres de gobierno sin vocación pastoral. Algo parecido ocurría con los
abades de los monasterios. Esta forma de proceder generó graves problemas y fue la causa del
enfrentamiento entre el Imperio y el Papado, dando lugar a la “querella de las investiduras”.

3.3 La administración central


Era una administración de gran simplicidad correspondiente a un Estado cuyas funciones estaban
muy limitadas. No recaudaba impuestos, que llegaban a través de la administración territorial, y realizaba
pocas obras públicas. La administración central se reduce al salatium o casa del monarca, y los
correspondientes funcionarios. El tesoro público era el del monarca, que lo administraba libremente.

La casilla era el oratorio privado del monarca y estaba atendida por capellanes cuyo jefe era un
obispo que, además, actuaba de consejero para asuntos civiles y religiosos. La capilla era como el germen
de una administración central. La cancillería se encargaba de la recepción y la redacción de los documentos
reales, todos sus funcionarios eran clérigos y muchos de ellos trabajaban también en la capilla, por lo que
ambas instituciones se identificaban. Con la llegada de los carolingios desaparecieron los mayordomos de
palacio, aunque sus funciones las hereda el conde de salacio que junto a otros funcionarios – mariscal,
senescal, canciller, etc. – dirige una cancillería propia dedicada exclusivamente a los asuntos judiciales.

3.3 La administración territorial


La administración territorial se articulaba por la división del territorio en condados, cuyos más
importantes funcionarios eran el conde y el obispo. El conde, ligado al monarca por un juramento de
fidelidad, gobernaba el condado como representante del rey y realizaba las levas del ejército en su distrito.
Su actividad estaba estrechamente vigilada y recibía continuamente órdenes orales y escritas cuyo
cumplimiento era supervisado escrupulosamente, sobre todo por los missi dbminici. El Imperio Carolingio
tenía unos 300 condados, divididos en distritos menores llamados pagus, al frente de los cuales estaban los

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vicarios, encargados de administrar justicia. Los pagus se dividían en gaus. Cada conde reunía en torno a sí a
10 ó 12 funcionarios.

Por su parte, los obispos, funcionarios reales en definitiva, administraban los territorios de las
iglesias bajo un exhaustivo control del monarca. Los missi dominici, una innovación carolingia, fueron un
importante instrumento de poder. Aparecieron hacia el 779 como una actuación conjunta de un conde y un
obispo encargados de supervisar la gestión de otros condes y obispos en sus correspondientes
demarcaciones y de velar por el cumplimiento de las órdenes reales. Normalmente, realizaban hasta cuatro
visitas anuales a lugares muy alejados de sus propios territorios y a su territorio de supervisión se le
denominó missaticum.

Los territorios fronterizos (marcas) tenían un estatuto distinto y estaban en permanente alarma.
Estaban encomendados a un marqués o margrave que ejercía las mismas tareas administrativas que un
conde. Las marcas más importantes fueron las de España, Bretaña, Dinamarca, de los Vendos y de los
Ávaros

3.5 La asamblea militar y el éjercito


La Asamblea General era una reunión de todos los hombres libres para tratar asuntos políticos y
judiciales de importancia. El rey realizaba una propuesta a los magnates, que era discutida por separado por
clérigos y nobles, aunque la decisión se tomase conjuntamente. Las conclusiones finales formaban los
casitula y la suma de todos ellos formaban una casitular u brdenanza, redactada por los escribas de la
cancillería de Aquisgrán. Durante la Asamblea General, el rey trabajaba junto a sus funcionarios y recibía las
rentas y tasas debidas por cada condado.

El ejército real era una superposición de varios ejércitos locales. Cada hombre se armaba por su
cuenta y debía acudir a la llamada con provisiones para tres meses, vestido para seis y con todos los útiles
para la campaña militar. Los hombres no libres, los funcionarios y los clérigos estaban exentos del ejército,
aunque los obispos y los abades dirigían el ejército reclutado en sus dominios. El ejército se componía,
fundamentalmente, de caballería pesada, pues la infantería jugó un papel menor y en tareas auxiliares. El
caballero se protegía con una túnica de cuero cubierta de placas de metal y usaba espada larga y lanza.
Como el equipo era caro, los caballeros eran escasos por lo que, en numerosas ocasiones, Carlomagno usó
el terror y las masacres para hacerse respetar e imponer su dominación.

En general, sólo se convocaba al ejército de la región o de las zonas próximas al teatro de


operaciones, según las necesidades militares y las circunstancias económicas de determinada zona. A pesar
de ello, las obligaciones militares constituían siempre una pesada carga.

3.6 La administración de justicia


Los vicaribs impartían justicia en su vicaría y sus sentencias podían ser apeladas ante el conde. Éste
presidía el tribunal condal, asistido por siete expertos (escabinos). Los missi dominici ejercían justicia en su
missaticum, revisando las sentencias del conde. El Tribunal real era una especie de tribunal supremo que
resolvía todo tipo de cuestiones y de apelaciones que llegaban a la corte, aunque principalmente juzgaba
delitos muy graves como deserción, traición, etc. Lo residía el monarca o el conde de palacio.

En general, las sentencias casi siempre consistían en multas en dinero (comsosición), una parte de
las cuales se entregaba al juez, lo que daba lugar a numerosos abusos, y otra al monarca (freda),
constituyendo una parte importante de sus ingresos.

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3.7 Los dominios reales


Los grandes dominios agrícolas fueron una de las más importantes fuentes de riqueza de la
monarquía, por lo que Carlomagno los explotó y administró cuidadosamente. Los carolingios buscaron el
apoyo de sus súbditos concediéndoles tierras, primero en usufructo y después en plena propiedad. La
disminución de conquistas hizo entrar en crisis al sistema y, al final, los reyes fueron uno más entre los
grandes propietarios.

3.8 El renacimiento carolingio


A la labor unificadora de Carlomagno se sumó el impulso que dio al renacimiento de la actividad
cultural en muy variados órdenes. Todo lo que quedaba de la época clásica se guardaba en los monasterios,
donde el ansia de saber hizo que buscaran y copiaran cuantos códices clásicos quedaban y, aunque sus
bibliotecas no eran ricas en fondos, todos lo que ha llegado hasta nuestros días procede de esa época.

Carlomagno estableció un plan para dinamizar la vida cultural en sus dominios. En el año 789
promulgó la Admonitio generalis, según la cual, cada catedral y monasterio debía tener su propia escuela
de salmos, canto, gramática, etc. Reformó el clero y la liturgia con el fin de unificar el culto y adoptar la
liturgia romana frente a la galicana, visigótica o irlandesa. Durante su reinado se inició la polifonía y se
fijaron las normas del contrapunto. En el campo de la escritura, hacia 770 se creó en el monasterio de
Corbie la minúscula carolina, letra mucho más clara, sin abreviaturas y de fácil lectura.

Carlomagno reunió en su corte a italianos, españoles y anglosajones principalmente. En Italia se


enseñaba gramática y siempre hubo escuelas de sacerdotes y funcionarios de cancillería (de Italia procedía
Paulb Diácbnb, que compuso la Historia de los lombardos). De España procedían altos funcionarios de
Carlomagno y Ludovico Pío como Tebdulfb, gran conocedor de poetas cristianos y paganos. De Inglaterra
era Alcuinb, consejero de Carlomagno y principal impulsor del renacimiento carolino. Durante los reinados
de Ludovico Pío y Carlos el Calvo se alcanzó un gran esplendor cultural. Las letras se estudiaban por su valor
y dejan de orientarse exclusivamente hacia la religión. Se incorporaron personajes de Galia y Germania y
monasterios como Fulda, Corbié, San Gall o Reichenau se convirtieron en viveros culturales. Los autores que
caracterizan esta época, como Rábanb Maurb b Juan Escbtb, demostraron una mayor madurez y
originalidad que los que les precedieron.

A nivel artístico, se cultivaron la arquitectura, la pintura y las artes decorativas. En la arquitectura


religiosa, adquirió importancia la cripta, donde se guardaban las reliquias de santos y mártires, y se empezó
a fijar la tipología clásica de los monasterios. La pieza más significativa del arte carolingio es la Capilla
Palatina de Aquisgrán, inspirada en monumentos de Rávena y en el baptisterio de San Juan de Letrán. En el
campo decorativo, se emplearon gran cantidad de mosaicos dorados y frescos. En las artes menores y en la
decoración de manuscritos se aprecia también una mayor originalidad y un elevado grado de finura.

FUENTES

 Annali Regni Francorum, existían en todos los monasterios, abadías o catedrales y se anotaba la
fecha de la pascua, eclipses, inundaciones y todo tipo de hechos dignos de ser recordados.
 Alcuinb de Ybrk (735-804), escridió sobre muchas materias y fue el gran intelectual de la e´poca y
alma de la Escuela Palatina.
 Anónimb Carblingib. Existen muchas obras de autores anónimos d época carolingia, como Karolus
Magnus et Leo Papa (800), Visio Caroli Magni (850)...

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 Capitulares de la época, numerosas, que se pueden consultar en Leges Casitularia regum


Francorum
 Eginardb (770-840) es la principal fuente para estudiar el periodo de Carlomagno Vita Carolis
Imperatoris. Tambien se conservan muchas cartas sobre personajes de la época
 Ermbldb el Negrb (790-843) monje, que escribió sobre Ludovico Pio.
 Hincmarb de Reims (806-882), arzobispo. Escribió sobre Carlos II de Francia, el Calvo
 Nithard, nieto de Caarlomagno, la fuente más completa del reinado de Ludovico Pio y las disputas
entre sus hijos. Su Crónica abarca desde 814-843 y en ella se encuentra el texto del Tratado de
Verdún.
 Nótkel Balbutus (El tartamudb) (840-912) monje que escribió Las Gestas del Emperador Carlo
Magno
 Pseudb Fredegarib su Chronica aporta muchos datos sobre los pipínidas, especialmente Pipino el
Breve
 Tebdulfb de Orleans (760-821) de origen visigodo y miembro de la corte de Carlomagno, es el
posible autor de Libri Carolini en los que se fijó la postura de la Iglesia franca frente a Bizancio en el
tema de las imágenes.

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TEMA 8.- LA EXPANSION DE LA


"PERIFERIA"
1.- CAUSAS DE LAS SEGUNDAS INVASIONES

A partir del 843 se abaten sobre Europa dos tragedias relacionadas entre sí:

 La primera de carácter interno, comporta la división del Imperio y posteriores luchas civiles entre
diversos reinos, cesando con ello las conquistas exteriores y los recursos del fisco. En consecuencia
los bienes de la corona, se hallan disminuidos, y la fidelidad de los nobles y súbditos es puesta a
prueba, por la alternancia en el poder.

 La segunda de carácter externo, producida por las llamadas “segundas invasiones” o asalto a Europa
por pueblos hasta entonces desconocidos como los normandos, sarracenos, magiares y eslavos,
dando lugar a nuevos asentamientos.

La combinación de estos dos elementos de transformación social, dio origen al régimen feudal y al
nacimiento de nuevos poderes locales.

1.1 Los normandos

Los hombres del norte o también conocidos como vikingbs, del antiguo noruego viking (pirata),
eran una rama de pueblos de los países escandinavos, y de la misma zona que provinieron las primeras
invasiones de vándalos, godos, hérulos y burgundios en los siglos IV y V. Las expediciones piráticas de los
normandos no habían cesado nunca, pero la novedad fue que en el siglo IX, estas incursiones (pacificas
unas y violentas las más), se van a producir de manera continuada durante un siglo, donde daneses y
noruegos de apoderarán de Gran Bretaña e Irlanda, se asentaran al Norte de Francia, asaltarán las costas de
la Península Ibérica, se harán presentes en el Mediterráneo, y los suecos recorrerán Rusia hasta alcanzar
Constantinopla.

No están claras las causas de esta súbita expansión, argumentándose entre cambio climático en
Escandinavia, exceso de población, espíritu aventurero, afán de pillaje o el establecimiento de poderes
fuertes, que obligaron a la expatriación de disidentes en busca de nuevas tierras.

Gracias a la arqueología podemos reconstruir tanto el equipo guerrero como el medio de


transporte, el drakar o nave vikinga. Se hallaron numerosas estatuillas y estelas con representación de sus
guerreros, los cuales se cubrían la cabeza con un casco de cuero y llevaban una cota del mismo material.
Sólo los jefes llevaban yelmo de metal y cota de malla. Las armas ofensivas eran una espada larga de doble
filo, una lanza y un arco. Se defendían con un escudo redondo de madera, pintado con colores vivos, que en
las travesías marítimas, se fijaban en los costados de las naves para protegerse de los golpes de mar. Los
ataques los realizaban siempre a pie, aunque algunas veces, usaban caballería.

Se desplazaban en sus drakkar alcanzando una depurada técnica constructiva y un excelente


manejo de los mismos, donde para alcanzar lugares lejanos usaron las técnicas más depuradas como, el uso
de la vela y el remo, mejora de la quilla (casi plana y cuadernas lisas y superpuestas), proporcionando a sus
naves rapidez, estabilidad y resistencia. Hicieron que sus naves pudieran remontar ríos y cuando éstos

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dejaban de ser navegables, transportaban sus naves a hombros. No existió un tipo único de nave, ya que
variaba según su función (transporte de mercancía, navegación en altura, etc.), aunque la nave carecía de
puente de mando y lugar donde cobijarse, salvo una lona tendida a lo largo de la nave. Median entre 20-25
m de largo x 3-6 m de ancho y solían transportar entre 50-100 guerreros, aunque en algunas podían acoger
hasta 200. En el centro se fijaba un mástil con un palo horizontal del que colgaba una gran vela rectangular,
en la proa iba rematada una cabeza de monstruo, y en la popa se fijaba el timón.

Sus ataques siempre eran por sorpresa, escogiendo los momentos y lugares de mayor
concentración de personas (fiestas, romerías, etc.) para obtener mayor botín, aunque si los ataques se
volvían a repetir, encontraban ya cierta resistencia. Las expediciones de tanteo danesas y noruegas en las
costas de Frisia e Inglaterra, dieron paso a metódicas campañas de saqueo y conquista, llegando a emplear
50, 100 o más naves, reuniendo así ejércitos de varios miles de guerreros, y constituyendo una verdadera
potencia militar para la época.

1.1.1 Noruegos y daneses

Nbruegbs
El primer ataque noruego tuvo como objetivo Gran Bretaña e Irlanda en el 793 y arrasó el
monasterio de Lindisfarne (Northumbria). Los centros monásticos fueron sus principales objetivos por los
valiosos objetos de culto labrados en oro y plata, y sus incursiones empezaron en las islas norte de Gran
Bretaña (Shetland, Órcadas y Hébridas), zonas de asentamiento celta, evangelizadas por monjes irlandeses.
Se expandieron por las costas de Escocia e invadieron Irlanda, saqueando sus costas durante 10 años,
ocupando los principales puertos (Dublín, Cork, Límerik, etc.). Estos ataques produjeron un éxodo masivo de
monjes celtas a Francia, portando relicarios, manuscritos y objetos de culto, con monjes representantes de
este éxodo como Sedulib y Juan Escbtb “Eriúgena”. Los irlandeses se mantuvieron fuertes en el centro de la
isla hasta que en el 1014, su rey Brian, venció a una coalición de noruegos y daneses en Clontorf, hasta que
posteriormente con los invasores ya cristianizados, se fundieron con la población irlandesa y se dedicaron al
comercio.

Daneses
Los principales destinos de los guerreros daneses fueron Francia y Gran Bretaña, saqueando el
puerto de Duurstede en el 834, e incendiando Amberes dos años después. En el 841 remontan el Sena e
incendian Rouen y Quentóvic, hasta remontar el Loira, saqueando Nantes, Garona y arrasando Toulouse. En
el 844 llegaron hasta Gijón y la Coruña, pero fueron rechazados por Ramirb I, hasta que posteriormente
llegaron a Lisboa, donde con 80 naves remontaron el Guadalquivir hasta saquear Sevilla, pero fueron
acorralados y 400 de ellos degollados, según relatan las crónicas musulmanas. En el 859 recorren las costas
del Mediterráneo occidental, saqueando Barcelona, Provenza y el Norte de Italia. En el 1016, los normandos
se enrolan como mercenarios de los príncipes lombardos del sur de Italia, consiguiendo hacerse con el
principado de Aversa, dando origen a un definitivo asentamiento y al nacimiento del futuro reino normando
de Sicilia.

Los reyes carolingios, impotentes ante esta sucesión de ataques, optaron por comprar su retirada
mediante el pago del famoso tributb de lbs nbrmandbs (danegeld). Las ciudades y monasterios buscaron su
salvación, construyendo murallas y torres de defensa, y ante esta estrategia, los normandos que no
disponían de medios de asalto eficaces, optaron por instalarse permanentemente en la desembocadura de
los ríos o zonas costeras.
En el 911, Carlbs “el Simple”, con el Tratado de Saint-Claire-sur-Epte, llega a un acuerdo con el jefe
normando Hrof (el famoso Rollón de los cronistas), que tras recibir el bautismo, quedo instalado en la
región de lo que posteriormente será, el ducadb de Nbrmandía.

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En Gran Bretaña se intensificaron los ataques desde el 834, tras instalar una base en la
desembocadura del Támesis, iniciando así la conquista sistemática de la isla. Los reinos de la Heptarquía,
divididos y débiles, van cayendo uno tras otro, menos el de Wéssex que ofreció gran resistencia, cuyo rey
Alfredb “El Grande” logró mantener su independencia tras la paz de Wedmore en el 878. Los daneses
lograron ocupar el Noroeste y Centro de la isla, dando lugar al famoso Danelaw.

1.1.2 Suecos

La expansión de los suecos (Varegos), de carácter más comercial, esta menos documentada y
puesta en entredicho por historiadores rusos. Los suecos a finales del siglo VIII, poseían factorías en los
lagos Ladoga e Ílmen, y su principal centro comercial se situaba en Nbvgbrbd (Nueva ciudad), extendiendo
su actividad a Smolensko y Jaroslav. El famoso varego Rúrik (Rodrigo), invitado por los habitantes de
Novgorod, fundaría la primera dinastía de príncipes rusos en el 860, de la que posteriormente saldrían los
zares que darán nombre a Rusia (etimología no aceptada por los historiadores rusos).

La ruta varega comunicaba el lago Ladoga y el golfo de Riga con los mares Negro y Caspio, a través
de los ríos Duina, Diniéper, Don y Volga. Sus destinos principales fueron Constantinopla y Bagdad, donde
exportaban ámbar, pieles y esclavos a cambio de monedas de oro y plata (constatado en numerosos
hallazgos arqueológicos). Las primeras noticias de comerciantes varegos en Constantinopla datan de la
época de Teófilb (829-842), donde el arrojo y valor de los guerreros varegos propició a los emperadores
bizantinos a tomar sus servicios como compañía de élite en el ejército imperial. Basilio II y Miguel IV, los
emplearon contra los longobardos del Sur de Italia y los musulmanes de Sicilia en el 1038.

La fusión entre varegos y eslavos, dio lugar a la constitución de los primeros estados rusos, de las
que se tienen noticias a mediados del siglo IX. Inicialmente se constituyeron como ciudades-estado con
gobierno cuasi-republicana, dirigidas por asamblea popular (vetché), aunque la necesidad de defenderse
frente a pechenegos y húngaros, hizo que evolucionaran a monarquías.

Kiev fue el principado más importante y monopolizador del comercio entre el Báltico y
Constantinopla, hasta que en el 882, el príncipe Oleg de Novgorod, se apoderó de Kiev, sentando las bases
del futuro estado ruso. Los varegos de Kiev atacaron Constantinopla con sus naves desde el 860,
consiguiendo mejores acuerdos comerciales. Las noticias sobre el estado de Kiev y los primeros tiempos de
Rusia, provienen de la Crónica de Néstor, escrita a principios del siglo XII por un monje de dicha ciudad, en
la que el término rus equivale a varego, dando éstos en nombre a dicha nación.

1.2 HUNGAROS O MAGIARES

La irrupción de los húngaros en la cuenca de Panonia, fue un episodio más en las cadena de oleadas
nómadas que, desde los hunos a los mongoles, terminaron rompiendo contra la Europa central y oriental.
Los húngaros o magiares eran ugrofineses procedentes del Oeste del río Ural y que se extendieron por el
valle medio del Volga, en los siglos VII-VIII, entrando en contacto con tribus turcas, adoptando sus usos de
vida nómadas y algunos términos de vocabulario referentes a agricultura, ganadería y organización política.
En el 862 entraron en tierras germánicas y en el 889, bajo el mando del rey Arpad, atravesaron Ucrania,
huyendo de los pechenegos. Durante algún tiempo se emplearon contra los búlgaros, al servicio del
emperador bizantino León VI y el rey alemán Arnulfo, que los utilizó contra Moravia. Una nueva migración
hacia Occidente en el 895, los sitúa en las llanuras de Panonia, entre el Tisza y el Danubio, que pasará a
llamarse Hungría. Sin abandonar su vida nómada compuesta por 7 u 8 tribus según la tradición, se

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dedicaron durante 50 años a convertir la rapiña y el botín, en componentes habituales de su vida contra sus
estados vecinos, saqueando monasterios, evitando las ciudades fortificadas y arrasando campiñas.

Varias expediciones tuvieron a Bizancio como objetivo en los años 934, 958 y 961, pero la mayoría
se encaminaron al Occidente europeo entre los años 899 y 955, destruyendo Moravia, lanzando
expediciones contra Baviera y Borgoña (Alemania), alcanzaron Benevento, saquearon Pavía y Toscana,
recorrieron el valle del Ródano e incluso algunas bandas llegaron a Cataluña. Parece ser que las
expediciones búlgaras conocían de antemano el estado de debilidad o ánimo de sus objetivos, y los pueblos
atacados en el antiguo Imperio Carolingio, tardaron mucho en presentar un frente común de defensa,
practicando la guerra de tipo local hasta el segundo cuarto del siglo X, e incluso pactaron con los invasores
pagándoles tributo o contratándoles como mercenarios. Los reyes alemanes de la dinastía Sajonia, Enrique
II venció a los magiares en el 933, y Otón I los destrozó a orillas del Lechfeld en el 955, en una batalla
decisiva que puso punto y final a sus incursiones.

Los húngaros buscaban riquezas y esclavos como medio de descompensar el equilibrio entre
aristócratas dueños de ganados, pastos y tierras con cultivadores esclavos, y los pastores de mediana o
modesta condición. Combatían a caballo, con arco, espada y lanza, acompañados de carretas de
abastecimiento, dando a sus expediciones gran movilidad y capacidad de sorpresa. Rehuían el combate
cuerpo a cuerpo y fiaban su victoria en sus arcos y flechas. Eran consumados jinetes, dominaban el ataque
por sorpresa y la retirada simulada para volver rápidamente a la carga. Desde sus asentamientos en Panonia
no buscaban conquistas nuevas tierras, sino sólo la obtención del botín, y el terror que causaban sus
incursiones, quedo reflejado en numerosas crónicas de la época, comparándolos con demonios y
monstruos, derivando de su nombre la palabra “ogro”. El proceso de sedentarización desde la cuarta década
del siglo X, y la eficaz defensa de los reyes germánicos, constituyó el final de las expediciones de saqueo. A
este proceso se debe la importancia de aquellos nómadas que proporcionará a Europa un eficaz escudo
frente a posteriores oleadas de pueblos de la estepa, además de servir al aumento de población y
colonización del Sudeste alemán (Baviera y Austria), haciendo que a largo plazo se abriera de nuevo el
Danubio como ruta comercial.

1.3 musulmanes o sarracenos


El Sur de Europa se vio, a lo largo de un siglo, frecuentado por correrías y conquistas de
musulmanes procedentes del norte de África (Túnez y Argelia) y de Al-Andalus, fundamentalmente
marítimas.

Uno de los emiratos del siglo IX del norte de África (lbs Aglabíes), tuvo bastante fuerza como para
lanzarse a la conquista de nuevas tierras, y su estratégica situación en medio de rutas comerciales del
Mediterráneo, hizo que pusieran sus ojos en Sicilia y Sur de Italia, en poder de Bizancio (uno de los
principales hostigadores del comercio musulmán). El 3º emir aglabí, Ziyadat Allah, trazó un plan, con ribetes
de guerra santa, para conquistas Sicilia, tomando Mazzara, al Suroeste de la Isla en el 827, aunque los
bizantinos opusieron gran resistencia y las ciudades se tuvieron que tomar una a una, hasta la conquista
definitiva con la toma de Taormina en el 902. A su vez, también se inicio la conquista del Sur de Italia con la
toma de Bríndisi en el 838, y Tarento y Bari en el 841, convirtiéndose en importantes centros de
operaciones hacia el Tirreno y Adriático, desde donde saquearon Ancona. También ocuparon Malta en el
869 y poco después las Baleares.

Una flota de 80 naves se presento ante Ostia en el 846, y tras remontar el Tíber, saqueó lo suburbios
de Roma, profanando las basílicas de San Pedro y San Pablo, llevándose un gran botín de objetos preciosos
y profanando las tumbas de ambos apóstoles. La posterior reacción de Guidb de Spbletb, logró expulsarlos

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de sus bases en la Península, excepto Bari y la desembocadura de Garellano, hasta que los bizantinos en el
915, y los lombardos en el 951 acabaron con ellos definitivamente.

El Sur de Francia sufrió las incursiones de piratas sarracenos de al-Andalus, que en el 842 remontan
el Ródano, por primera vez, saqueando Arlés. Un nido de piratas se instaló en Fraxinetum (actual Garde-
Frainet) y durante 100 años, saquearon la costa sur hasta llegar a los Alpes.

Una de las actividades preferidas de los musulmanes fue el tráfico de esclavos, capturados en sus
correrías, que eran vendidos en los mercados de la Península Ibérica y Norte de África. En al-Andalus los
principales centros de distribución se encontraban en Tortosa y Denia. Los grandes monasterios tampoco
escaparon de sus correrías como en los casos de Farfa, que sufrió varios ataques, o Lérins, cerca de Cannes,
donde sus monjes fueron capturados para venderlos como esclavos en la Península Ibérica.

2.- LA FORMACION DE LOS REINOS ESLAVOS

La emigración de eslavos durante el siglo V, partió de los Cárpatos, para ocupar los territorios
abandonados por los germanos. El cronista checo Cbsmas, transmitió las primeras leyendas fundacionales
narrando que fue el jefe Cech quien condujo las tribus hacia Occidente, acampando en las planicies del Elba
(en la Bohemia central). Cuando los lombardos abandonaron el centro del continente para invadir Italia, los
eslavos avanzaron hacia el valle del Danubio, y a principios del siglo VII, llegaban a las fronteras colindantes
de las coaliciones tribales de jutos, sajones, turingios y bávaros. Liderados por una clase guerrera libre,
ocuparon la zona checa, mezclándose con los ávaros, que hibernaban allí todos los años, tras la derrota
sufrida por los bizantinos en el 601. La extorsión de los ávaros, que les exigían impuestos, botín y mujeres,
llevó a los eslavos (principalmente agricultores), a levantarse contra los ávaros. El cabecilla Samb (jefe de
una escolta militar de caravanas) fue elegido y reconocido por numerosas tribus como jefe de los eslavos, y
aún pagano, dispuso de numerosas tropas para enfrentarse a los francos de Dagoberto I, desde puntos
fortificados emplazados en territorio eslavo en el 631. La localización de su capital, Vogastisburgo, es
dudosa, posiblemente al Noroeste de Bohemia.

A partir de la muerte de Samo, la población eslava aumento concentrada en poblados de madera


fortificados, con sus jefes tribales y comitivas, en zonas de Praga y Moravia del Sur. Se promovieron varias
confederaciones y las crónicas hablan de un país homogéneo con varias tribus y príncipes con organización
defensiva común.

La vida social estaba ligada a su religión, de tipo indoeuropeo, con un panteón de dioses, y creencias
en un “mundo organizado” (mir), garantizado por la celebración de ritos, la protección de los dioses, y las
tradiciones tribales frente a un “mundo exterior” caótico y hostil. La prosperidad de la tribu se confiaba al
jefe o príncipe como comunicador entre dioses y la tierra.

Desde la derrota del jan o kan de los ávaros por Carlomagno en el 796, la influencia carolingia y sus
misioneros se extendieron hacia Oriente, y desde el 805, llego a Bohemia, que comenzó a pagarle un
rescate (tributum) para evitar sus ataques. Hacia el 830, los señores moravos recibieron el bautismo, y en el
845 hasta 14 duques checos acudieron con sus comitivas a Ratisbona para bautizarse, en un gesto sin
precedentes y muy criticado por el pueblo.

2.1 Croacia
En los Balcanes, la consolidación política de los diversos grupos eslavos fue lenta, donde los croatas
(entre Panonia e Iliria-Dalmacia), alcanzaron su madurez política bajo la égida de Liudovit en el 818, tras

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liberarse de la dominación ávara. Atacados por Ludbvicb Píb, en Panonia se acogieron al protectorado
búlgaro, mientras que en Iliria y Dalmacia (ya cristianizados y sujetos a la organización condal carolingia con
base en Baviera), se liberaron en el 876, formando una nueva unidad, con centro político en Nin (donde
había un obispado de rito romano desde el 852). Los venecianos y búlgaros desgastarían la independencia
croata a lo largo del siglo X

2.2 La gran Moravia


En la zona danubiana y borde sudoriental del Imperio Carolingio se produce la progresiva
sedentarización de los eslavos, liberados de la presión ávara en el 700. Los eslovenos quedaron sujetos al
protectorado bávaro en el 745, y después al carolingio en el 788, llevándose a cabo su evangelización desde
las sedes episcopales de Salzburgo y Aquilea. Su asimilación a la Gran Moravia se consumó tras la derrota
de los ávaros por Carlomagno, y dejan de ser mencionados por las fuentes a partir del 822.

Tanto los bohemios como moravos reconocieron la supremacía franca. Los bohemios estaban
organizados en tribus, bajo el mando de duques (principalmente checos), y de la federación de tribus, nació
el estado Moravo en el siglo IX, con los jefes tribales conservando gran parte del poder. Los moravos
consiguieron su unidad política bajo Mbjmir I (830-840), fundador de la primera y breve “dinastía” morava,
el cual, se convirtió al cristianismo y mantuvo relaciones diplomáticas con el Imperio Franco. Con él, nace la
Gran Moravia, término empleado por primera vez por el emperador Cbnstantinb Porfirogéneta, para
diferenciarlos de la Moravia Serbia, más próxima a Bizancio. La expansión de Mojmir por dominar Nitra
(actual Eslovaquia), le hizo llegar al valle del Danubio, Moravia, Bohemia y Silesia, formando su imperio.

Su sobrino Ratislav, le sucedió, con el apoyo de Luis el Germánico, pero las ansias de expansión del
emperador provocaron su alianza con Bizancio. Consiguió liberarse de la sujeción carolingia en el 855, pero
el cristianismo ya había penetrado en el país, por misioneros francos e irlandeses enviados desde Salzburgo,
Ratisbona y Passau, aunque Ratislav, para afirmar su reciente independencia, en el 862, solicitó al
emperador bizantino Miguel III, el envió de sacerdotes ortodoxos. En respuesta se enviaron a los dos
hermanos griegos Cbnstantinb-Cirilb y Metbdib (863-867), creadores del alfabeto glagolítico, para poner
por escrito la lengua eslava, sobre todo para finalidades litúrgicas y traducción de los Evangelios, y del cual,
deriva el cirílico (antecesor de los modernos alfabetos ruso, búlgaro y serbio). Los Papas reconocieron la
liturgia eslava y crearon una provincia de la que Metodio fue obispo y legado pontificio, pero a la muerte de
estos misioneros, sus discípulos fueron expulsados por influencia del clero occidental y el uso litúrgico del
eslavo fue condenado por Roma, aunque entre los eslavos de Croacia y Bohemia, se conservarían algunos
de sus aspectos hasta finales del siglo XI.

A finales del siglo IX, bajo el mando de Svatbpluk, Moravia alcanzo su apogeo político al englobar
Eslovaquia, Bohemia, y por cesión en beneficium de Carlos “el Gordo” (822-884), Panonia. Para derrotar a
los francos, checos y moravos se unieron consiguiendo la paz a cambio de un tributo que les permitió
expandirse en otros frentes. Los Premíslidas checos adquirieron poder tras su conversión, pero la Gran
Moravia, sólo duro 10 años, ya que tras la muerte de Svatopluk en el 894, Panonia vuelve al dominio franco,
Bohemia reconoce el poder de Arnulfo (Rey de la Francia Oriental), y Moravia sufre ataques bávaros y
checos en el 902, hasta su desaparición en la invasión húngara del 906.

La importancia de las estructuras eclesiásticas fue fundamental para el nuevo reino, ya que las
labores de gobierno y la diplomacia, se encomendaron al clero latino procedente del Imperio Franco, con lo
que al introducirse las misiones ortodoxas, se produjo un fraccionamiento del clero. Los Papas mediaron en
el conflicto, pero a su vez, intentaron asegurar la presencia de obispos en sus sedes, mientras se agravaba la
disputa entre partidarios de la liturgia eslava de Cirilo y Metodio, y los partidarios de la generalización de la

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liturgia latina. No está claro si fue aquí o en Bulgaria donde se tradujo la Ley de los justiciables, calco de las
Églogas de León III y Constantino V.

Desde el siglo VII, se desarrollaban actividades agrícolas y ganaderas en aldeas (obscina), con un
progreso notable en la técnica de la cerámica y en instrumentos de hierro. El régimen de familias fue
sustituido por el de tribus, al frente de aristócratas guerreros rodeados de clientelas militares (druzina),
capaces de sujetar ya en el siglo VIII a las comunidades campesinas y apropiarse del excedente de renta, así
como crear núcleos fortificados (gorod), donde se desarrolló artesanía especializada notable.

En cuanto a relaciones mercantiles, se exportaban esclavos, pieles, cera, y se importaban armas y


productos de lujo bizantinos. Tuvieron contactos con Venecia, Zara y otras plazas del Adriático, a las que se
añade en el siglo IX, la gran ruta Ratisbona-Kiev, y el dominio de las salinas en la región de Cracovia. Un
aspecto notable fue la variedad de sus creaciones arquitectónicas y artísticas, reveladas por las
excavaciones arqueológicas, en palacios como el de Milkucice, ciudades como Nitra o Stare Mesto, núcleos
fortificados como el Castillo de Praga, templos en piedra, y orfebrería con claras influencias tardorromanas.

2.3 Polonia
La organización social y económica de los polacos en los siglos VIII y IX, se fundamentaba en
comunidades rurales integradas por diversas familias, donde cada grupo u osols de comunidades
componían un distrito territorial. En muchos hay puntos fortificados, con núcleos preurbanos alrededor
donde residen los aristócratas locales, sus druzina y algunos propietarios rurales más poderosos. Las
relaciones comerciales con Occidente, Oriente y Escandinavia, a través de Pomerania, y la concentración de
riquezas, explican la concentración de suburbios artesanales en los primitivos núcleos del siglo X como
Cracovia, Wroclaw, Pozman y Gniezno.

Las iniciativas de concentración política comenzaron en la Pequeña Polonia de los vislanos, en torno
a Cracovia (entre el curso alto del Óder y del Waar, y los del Bug y Slyv). Tras un tiempo de sometimiento a
Moravia, su parte Occidental pasó a poder de los duques Premíslidas de Bohemia. La expansión de la Gran
Polonia, obra de los solanos, fue más tardía, partiendo de Gniezno, en la cuenca del Wartha, en la primera
mitad del siglo X, e incorporando la Gran Polonia, Cujavia, Mazovia, Sandomir y tierras que posteriormente
se llamarían Galitzia (bases de partida de Mezco I).

3.- LOS PRINCIPADOS MIXTOS: RUSIA Y BULGARIA


3.1 La Rusia de Novgorod: simbiosis entre eslavos y varegos
A partir del siglo VII, las tribus eslavas del Vístula y Polonia se instalaron en los valles del Volga,
Dniéper y sus afluentes, así como en la estepa hasta orillas del Mar Negro, siendo denominados vénetos o
vendos por los bizantinos. Introdujeron el cultivo de trigo (base de su alimentación), la ganadería,
explotación de bosques, pesca en lagos y ríos. Su hábitat era construido en madera, con hogares sin
chimenea y situados en altura, de forma similar a los castros ibéricos. Eran paganos que veneraban a las
fuerzas de la naturaleza y los ancestros, con influencias tanto germánicas como iranias. Su religión se
conoce gracias al Dicho (slovo) sobre los ídolos, atribuido a Daniel, hacia el 1115. Entre sus dioses se
encontraba Dazbog (dios del sol), Svarog (dios del fuego), Stribog (dios del viento), y Perun (dios de la
tempestad, que se convertiría en dios guerrero de las druzinas, bosques y ríos, plagados de náyades, sirenas
y vampiros). Sus templos al aire libre estaban compuestos por un círculo con pequeños santuarios
alveolares, donde se veneraban a los dioses de las tribus locales, y en el centro se encontraba el dios
común, delante del cual, ardía la llama eterna. Estas tribus limitaban al norte con los fineses y al sur con los
polanos y jázaros, con los que comerciaban con pieles y miel, a cambio de monedas de plata. Tenían una

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importante tradición oral de cantos épicos que narran las victorias de los ancestros del clan, y se conocían
en eslavo con el nombre de pesma y entre los rusos como bylines.

Sobre este estrato de población, se extienden los suecos/varegos (a partir del siglo VIII) para
controlar las monedas de plata de los intercambios con el mundo islámico. Sus comerciantes aparecen
primero en los vici de Timerebo (Volga, cerca de Jaroslav) y Gnezdovo (Dniéper, cerca de Smolensko), donde
ya traficaban los mercaderes bizantinos y musulmanes. Nace así la llamada “ruta de los varegos a los
griegos”, descrita por Constantino VII Porfirogéneta, que iba del Mar Báltico al lago Ladoga por el Voljov, por
el Dniéper y al Mar Negro, desde donde se llegaba a Constantinopla, y donde las naves escandinavas
transportaban esclavos, pieles, cera y miel para los mercados de Constantinopla y Bagdad.

Los enfrentamientos entre tribus eslavas que se habían negado a pagar los tributos (dan) a los
varegos, provocaron la alianza entre varegos y eslavos, y la llegada al poder del legendario Rúbik, fundador
del principado en Novgorod, y desde allí, enviaría a sus boyardos (élite militar) a Kiev. Los varegos se
instalaron en los vici comerciales de los ríos, tomando la defensa frente a pueblos de las estepas,
protegiendo el eje fluvial a cambio de un pago o participación en la actividad comercial. El tributo que
exigían los príncipes de los eslavos sometidos, era recaudado en especie por el príncipe y su comitiva en un
viaje (poljud), tanto de recaudación como de reconocimiento de sumisión de sus súbditos, realizado en
otoño al recoger la cosecha. La unificación territorial se conforma cuando se concede el gobierno de las
ciudades a familiares o miembros de la druzina del príncipe para garantizar la paz. Las comitivas armadas
del príncipe de los varegos hasta el siglo VIII, y luego de rusos, formaban la base del ejército.

En el 860, los varegos que efectuaban expediciones en el Mar Negro, sitiaron Constantinopla, por
primera vez, mientras el emperador Miguel II estaba de campaña, y el patriarca Focio se ponía al frente de
la ciudad. En el 882, Oleg elimina a los boyardos y gobierna en Kiev junto a Igor (hijo pequeño de Rúbik). Las
expediciones contra Constantinopla no cesaron hasta el Tratado de paz y comercio del 911.

3.2 Bulgaria, la fusión de eslavos y búlgaros en los Balcanes


El primer reducto de poder búlgaro nació de una rama de búlgaros emparentados con los hunos
que hostigaron el Imperio Bizantino en época de Heraclio, conducidos por un jan, sitiando Constantinopla
junto a los ávaros en el 626. El jan Asparuc establece sus tribus en territorio eslavizado entre el Danubio y
los Balcanes, mientras que Constantino IV debe reconocer su autoridad sobre la zona de la antigua provincia
imperial de Mesia, en el tratado que ambos firman en el 681, a cambio de un tributo, apareciendo por
primera vez el nombre de Bulgaria en los autores bizantinos, como estado tapón entre ellos y el resto de
territorios bárbaros. La capital se sitúa en Plisca, donde las excavaciones han hallado escrituras sin descifrar,
y esculturas típicas de nómadas esteparios (un jan que recibe el poder del cielo y vive en palacio rodeado de
magnates, un chamán con sus campanillas, arqueros a caballo, etc.). Al ayudar a Justiniano II a recuperar el
trono, el hijo de Asparuc recibió el título de César en el 705, mientras la aculturación entre eslavos, búlgaros
y bizantinos va fraguando una nueva cultura.

La política belicista de Nicéfbrb I, que se apoderó de Plisca en el 811, desencadenó la reacción de


lbs búlgarbs, que sitiaron Constantinopla en el 813. La guerra termino con una paz de 30 años entre
Bizancio y Bulgaria, en el transcurso de los cuales ayudaron a Miguel II en el levantamiento de Tomás el
Eslavo, por el problema no resuelto de los islotes de población eslava dentro del Imperio. Los procesos de
eslavización, cristianización y maduración de las estructuras políticas búlgaras, se plasman con la llegada al
poder de Bbris I en el 852, quien cambia su eje político hacia el Imperio Franco.

Boris accedió a bautizarse en el 865, teniendo como padrino al emperador Miguel III, entrando a
formar parte del parentesco espiritual y jerárquico del emperador. Para Miguel I de Bulgaria (nombre que

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adopta Boris en honor a su padrino), el problema era conseguir que la cristianización se convirtiera en el
armazón ideológico de su monarquía, frente a la rebelión de los boyardos (élite búlgara), politeístas y
hostiles tanto con Bizancio como con los eslavos. Miguel I, necesitaba una Iglesia búlgara independiente
para no quedar a merced del patriarca ecuménico de Constantinopla, y se dirigió al papa Nicolás I para
preguntarse sobre la cuestión jerárquica, normas a seguir, y costumbres búlgaras que le ofrecía la Iglesia
latina. La propuesta no fue mal acogida en Roma, ya que con la creación de un arzobispado en Bulgaria,
extenderían su jurisdicción sobre Iliria y Tracia, aunque esto contribuyo a enfriar las relaciones bizantinas.
En el 870 Bizancio acepto la creación de un arzobispado y 10 obispados, que aun con cierta autonomía,
reconocían la jurisdicción del patriarca de Constantinopla. La alfabetización eslava llevada a cabo por
misioneros bizantinos expulsados de Moravia, se realizó a través de eslavos búlgaros. Clemente (discípulo
de Metodio), se convierte en obispo de Ohrid en el 893, y Miguel I, se hace monje en el monasterio real de
San Panteleimón de Preslav, fundado por él en el 889. Su hijo Vladimir se puso de parte de los boyardos,
enfrentándose al clero y denunció la alianza con los francos, por lo que Miguel I abandonó el monasterio,
cegó y encarceló a su hijo, proclamando zar a su segundo hijo Simeón, educado en Constantinopla, y
decretando el traslado de la capital a Preslav. El griego sustituirá al eslavo como lengua oficial, y la escritura
cirílica a la glagolítica.

3.3 Al límite del Imperio. Los jázaros


Era un pueblo de brigen turcb, establecido en el siglo VII entre el Volga y el Don, al otro lado de
Bulgaria, e iniciaban su expansión hacia el Oeste. El matrimonio de Justiniano con la hija de uno de sus
janes, les valió su asentamiento definitivo y fructíferos contactos con el Imperio, estableciendo un sistema
de pago de impuestos por parte de las tribus y por usuarios de las rutas comerciales. Formaron un estado
estable durante 3 siglos, entre el Cáucaso, el Don y el Ural, y en el siglo VII fueron aliados de Bizancio frente
a los musulmanes, sirviéndoles como jinetes mercenarios, y casando a varias princesas jázaras con
emperadores bizantinos. Los judíos asentados entre ellos, contribuyeron a su abandono del politeísmo
hacia el 740, consiguiendo que el grupo dirigente se convirtiera a dicha religión a mediados del siglo IX,
resaltando así su independencia frente a poderes cristianos y musulmanes que les rodeaban,
constituyéndose así en el único pueblo convertido al judaísmo. Destacaron en el comercio de pieles y
esclavos, en centros como Kiev, Samarcanda, Alejandría y Constantinopla. En el 833 pidieron a Bizancio
ingenieros para construir su fortaleza de Sarkel, a orillas del Don, ya que la mayor amenaza para ellos, serían
los rusos de Kiev.

4.- LA CRISTIANDAD FRENTE AL ISLAM EN LA PENINSULA IBERICA

Tras la victoria musulmana contra los visigodos en el 711, en varias campañas ocuparon la
Península, concentrados en algunas plazas militares y ciudades en las que se hicieron fuertes, controlando
los centros de decisión. El resto de territorio continuó bajo autoridades visigodas, conservando sus leyes,
religión y costumbres, a cambio del pago de tributos a los nuevos dueños musulmanes. A esta situación, se
llego con pactos o capitulaciones como la celebrada por el famoso duque visigodo Tebdbmirb, en el 713, en
Alicante y Murcia. En caso de revueltas o incumplimiento de lo pactado, una expedición militar era
suficiente para restablecer el orden, pero en poco tiempo, la zona norte y amplios espacios del valle del
Duero quedaron libres de presencia musulmana, pudiéndose iniciar en ellos la resistencia ante los
invasores.

En Asturias se refugió parte de la nobleza visigoda y restos del ejército derrotado, iniciándose la
resistencia, que pronto se extendió por Galicia y Cantabria. La capital del naciente reino asturiano, Oviedo,
tuvo que soportar las constantes aceifas (expediciones militares) musulmanas por zonas de Álava y Castilla,

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llegando en alguna ocasión a las puertas de la capital, pero los monarcas asturianos se conformaron con
extender su influencia tras las montañas que les protegían.

En el Pirineo se organizaron condados, que surgieron al amparo del reino franco como, Ribagorza,
Pallars, Ampurias, Rosellón, Urgel, Cerdaña, Ausona, y más tarde Barcelona, que integraba la Marca
Hispánica, siguiendo una evolución similar al resto de condados francos. Estos condados lograron hacerse
hereditarios, dando lugar a dinastías que luchan por integrar nuevos condados, y ampliar sus tierras a costa
de los musulmanes. El conde Wifredb “el Vellbsb” (874-898) creó un condado independiente, reconociendo
la teórica soberanía franca. En Pamplona se crea un pequeño reino en el 824, con Iñigb Arista, al amparo de
los Banu Qasi de Tudela y los monarcas asturianos, mientras en los valles pirenaicos de Huesca se afianza
una dinastía de condes autóctonos, cuyo principal representante fue Aznar Galíndez.

La crisis del emirato cordobés del siglo IX, provoca los levantamientos muladíes (musulmanes de
origen hispano) de Mérida, Badajoz, Toledo y Zaragoza, facilitando el avance paulatino de los cristianos del
norte que van repoblando territorios desiertos entre las montañas del norte y el Duero. Ordbñb I fue el
gran impulsor, repoblándose León, Astorga, Tuy y Amaya (Burgos) en el 856, y su hijb Alfbnsb III, prosiguió
su labor fortificando la línea del Duero, siendo Zamora en el 893, su principal defensa. Nobles y monasterios
de Galicia, Asturias y Cantabria, al frente de sus siervos y colonos, fueron los repobladores por excelencia,
aunque también fueron muchos los mozárabes (cristianos que vivían bajo dominio musulmán), que con sus
monjes a la cabeza, se trasladaron a tierras recién conquistadas de León y Zamora, aportando su rico arte y
numerosos manuscritos.

FUENTES

Es importante destacar que en este tema hablamos de pueblos sin tradición escrita, por lo que
hasta su cristianización, la mayoría de las informaciones proceden de sus vecinos, francos, bizantinos y, a
veces, musulmanes, por lo que parte de estas informaciones son evidentemente sesgadas ideológicamente.
Por fortuna, las fuentes arqueológicas nos van abriendo cada vez más los ojos sobre lo que realmente
ocurrió
Pueblbs nórdicbs
 Tebdbricb, con su Historia de los antiguos reinos noruegos. (Finales del s. XII)
 Saxb Gramáticus, monje (1140-1210), escribió una obra de 16 tomos Gesta danorum, con
numerosas noticias de tipo mitológico, legendario e histórico desde los orígenes hasta su tiempo.
Está traducida al español.
 Annales de San Bertín, una crónica de ataques normandos desde 830 al 882
 Dudón de San Quintín¸ que escribe la primera crónica sobre los normandos y fuente a la que
acuden todos los historiadores posteriores.
 Todas las Crónicas y Cronicones españoles y portugueses, así como numerosos cronistas
musulmanes, como Ibn Ighari b Ibn Hayyán recogen noticias sobre la presencia de los normandos
en España
 De vital importancias las Eddas y Sagas a partir de los s. XII o XIII que recogen gestas de héroes
reales o ficticios, que an datos sobre la cultura de los pueblos escandinavos. Existn numerosas
traducciones al español.

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Pueblbs Eslavbs
 Cbsme de Praga (1046-1125), que escribió Crónica Bohemorum que narra la história de los
bohemos, desde sus mitos originales hasta 1125.
 Jan Duglbsz (1415-1480) História Polonica con 12 tomos de la historia de Polonia.
 Néstbr (1056-114), monje que escribió la Crónica de los años pasados, una gran crónica de Rusia en
la que se recoge toda la tradición sobre los orígenes de Rusia. Traducido al español.

Península Ibérica
 Crónica Albeldense del año 881 (en el Monasterio de Albelda) y Crónica de Alfonso III K son las
narraciones más antiguas sobre la monarquía asturiana.
 Crónica Profética, del año 883, en la que se vaticina el fin de la dominación musulmana a los 170
años de su inicio.
 Crónica de Alfonso III, mandada escribir por este rey y que abarca desde 672 a 866.

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TEMA 9.- BIZANCIO BAJO LA DINASTIA


MACEDÓNICA
(867-1057)
1.- EL GOBIERNO DE LA DINASTIA MACEDÓNICA
1.1 Los grandes emperadores: de Basilio I a Constantino VII Porfirogéneto

Con Basilio I comenzó una de las dinastías (867 – 1056) más brillantes de toda la historia de
Bizancio, aunque después de la muerte de Basilio II en el 1025, sólo el prestigio acumulado hizo posible una
sucesión pacífica, aunque existían graves contradicciones internas y de fuerzas disgregadoras de la unidad
hasta entonces existente.

Basilio I (867 – 886) accedió al poder tras asesinar a Miguel III. Mientras en Oriente, la situación del
Imperio había mejorado considerablemente, Occidente estaba escapando del control griego. En 878 se
perdió definitivamente Sicilia, durante el papado de León IV a manos de los musulmanes, pero se
consolidaron posiciones en las costas de Dalmacia y el sur de Italia. Se alió con el Carolingio Luis II para
expulsar a los musulmanes de Italia, pero esta alianza se rompió al ocupar Luis II la ciudad de Bari de forma
unilateral.

Basilio tuvo que enfrentarse también a los paulicianos, una secta herética dualista (aceptaban la
existencia de dos principios enfrentados), muy fuerte en Asia Menor gracias a la protección de los
emperadores iconoclastas y de los árabes, que durante el reinado de Miguel III se había radicalizado y
empezado a actuar de forma violenta. En dos campañas, Basilio I los derrotó, aunque no consiguió
exterminarlos de modo que, a finales del siglo X, se trasladaron a Tracia, donde entraron en contacto con los
nacientes bogomilitas búlgaros. Ambas sectas compartían la creencia en la lucha entre los principios del
bien y del mal, rechazaban a la jerarquía eclesiástica y negaban la virginidad de María, entre otras.

León VI (886 – 912) fue un emperador inteligente, capaz y de gran cultura. Con el objetivo de
obtener descendencia, se casó cuatro veces, lo que le supuso chocar con la Iglesia oriental que consideraba
el tercer matrimonio como un adulterio moderado y el cuarto, poligamia. De su cuarta esposa nació su hijo,
Constantino, pero el patriarca Nicolás el Místico, discípulo de Focio, se negó a aceptar la legitimdad del
cuarto matrimonio por lo que León VI lo depuso y lo sustituyó por un respetado miembro del partido
ignaciano, Eutimo . Éste aseguró que aceptaría el matrimonio si lo hacía el papa Sergio III quien, necesitado
de la ayuda bizantina contra los sarracenos en el sur de Italia, sancionó el matrimonio, resolviendo así el
problema.

En cuanto a relaciones exteriores, los musulmanes atacaron Tesalónica en 904; Simeón I de


Bulgaria, hijo del gran Boris, ejerció una fuerte presión sobre el Imperio y a la vez se enfrentó con los
magiares, a quienes León había mezclado en sus guerras contra los búlgaros. Estos magiares, tribus
compuestas de magníficos jinetes, tras derrotar a los búlgaros, fueron empujadas por los bizantinos hacia el
Oeste, por lo que destruyeron Moravia y comenzaron una serie de campañas anuales sobre Occidente,
hasta su derrota definitiva por Otón I en Lechfeld (955)

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1.2 Las instituciones políticas y la codificación del Derecho


Basilio I y sus sucesores impulsaron fuertemente una ideología imperial manifestada a través de una
actitud autoritaria contra la Iglesia ortodoxa y en una labor legislativa de gran magnitud. El primer acto del
nuevo emperador, ávido del apoyo romano en su proyecto de recuperar Italia, fue depbner a Fbcib y
sustituirlo por Ignacib pero el espinoso asunto del nuevo arzobispado búlgaro, que acabó sometido al poder
de Constantinopla, desvaneció las esperanzas de Basilio. Ignacio fue perdiendo apoyos en el Patriarcado y la
sumisión a Roma de los eslavos al sur de Croacia, acabó por costarle el puesto. Ignacio fue reemplazado por
Focio, que progresivamente fue ganando influencia incluso en la redacción de grandes obras jurídicas como
la Esanagogé, en la que se define la actuación imperial y patriarcal en términos de mutuo respeto y no de
sometimiento, algo que recuerda más a una diarquía romana que a la concepción bizantina de gobierno.

La obra de gobierno y administración de León VI fue impresionante, culminando el trabajo jurídico-


legislativo anterior con la promulgación de la Basílicas o derecho imperial y sus Novellas, textos que
abordaron todos los aspectos del gobierno imperial, desde la administración militar hasta el sistema
themático.

1.3 El gobierno de los coemperadores


El largo reinado de Constantino VII Porfirogéneta (912 – 959) fue de suma importancia para el
Imperio bizantino. La situación exterior del Imperio fue mejorando, hasta el punto que se pudieron
emprender exitosas ofensivas hacia el Oriente, sin embargo, internamente se agravó un problema de gran
trascendencia para el futuro del Imperio. La aristocracia militar surgida en los themas había ido ganando
peso y arrinconando a la pequeña y mediana propiedad campesina que, constituida en aldeas,
representaba la verdadera columna vertebral del sistema social, militar y fiscal del Estado. En este período,
se publicaron varias leyes para proteger a los pequeños propietarios pero, aún así, algunos individuos de
estos grupos militares emergentes llegaron a compartir el poder con los porfirogénetas (nacidos en la
cámara de pórfiro del palacio imperial), en condición de emseradores asociados, como en el caso de
Romano Lecapeno y sus hijos, así como en el de Nicéforo Focas y Juan Tzimisces.

Tras un año de reinado junto a su tío, Alejandro (913), un Consejo de Regencia gobernó en nombre
de Constantino VII entre 913 y 920. En el primer año de regencia, Simeón I de Bulgaria puso asedio a
Constantinopla reclamando sus tributos y que una de sus hijas se casase con Constantino. El patriarca
Nicolás, restituido tras la muerte de León VI, aceptó la propuesta pero, en 914, la emperatriz Zoe, cuarta
esposa de León VI y madre de Constantino, desautorizó a Nicolás, lo depuso y cambió la regencia. Los
siguientes años, Zoe consiguió recuperar Armenia y Cilicia para el Imperio y rechazar a los musulmanes en el
sur de Italia pero, en 919, su hijo Constantino le exigió el fin de la Regencia y nombró como su ministro al
general armenio Romano Lecapeno. Romano casó a su hija con Constantino y, sutilmente, fue usurpando el
poder imperial hasta ser coronado coemperador en diciembre de 920.

En los primeros años de la década de 920, los búlgaros atacaron Tracia en varias ocasiones sin
demasiado éxito por lo que, finalmente, en 927, Simeón y Romano firmaron un acuerdo de paz, que tuvo
larga duración, por el que Constantinopla aumentaba sus tributos y el primero casaba a su hijo Pedro con
una nieta de Romano, María. De esta forma, los búlgaros podían hacer frente al problema serbio, que cada
vez presionaban más al reino.

Solucionado momentáneamente el problema búlgaro, los bizantinos se pusieron en contacto con


otros pueblos:
 Pechenegos, turcos conocidos del Imperio y muy temidos
 Húngaros, peligrosamente próximos

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 Rusos, confederación tribal de pueblos eslavos dirigidos por aristócratas Varegos o


escandinavos. Este contacto con los rusos será de gran importancia, ya que los bizantinos
influyeron de manera importante en esa estructura política. El intento de asalto a
Constantinopla, dará lugar a un tratado firmado entre Igor y Romano Lecapeno en 945.

La paz con Bulgaría permitió a los bizantinos dirigirse contra los árabes de la mano de Juan Curcuas,
amigo de Lecapeno, que tras liquidar a los últimos islámicos de Armenia, conquistó Meliete (934) y condujo
a los ejércitos bizantinos hasta Mesopotamia, apoderándose de Nisibis. En Edesa (944) obtuvo la reliquia de
la Santa Faz a cambio de respetar la ciudad, reliquia que estuvo en manos de Constantinopla hasta la 4ª
cruzada. Poco después, los hijos de Lecapeno, celosos, depusieron a Curcuas.

Romano fue el primer emperador en legislar sobre la concentración de la propiedad agraria, que
amenazaba la reforma themática y ponía en peligro la potencia de la aldea campesina, que era la columna
vertebral del Imperio en las dos novellae de 922 y 934. Los hijos de Romano, Esteban y Constantino,
intrigaron contra él y en 944 le apartaron del poder, pero la población de Constantinopla rescató a
Constantino VII porfirogéneto y, tras un breve periodo de co-gobierno de los tres, al final los hijos de
Lecapeno fueron arrestados y enviados al destierro junto a su padre.

Los años de gobierno en solitario de Constantino VII supusieron una continuación de la política
anterior, aunque en esta ocasión otras familias nobles, como los Skléroi o los Focas, se impusieron en la
esfera imperial. Se promulgó más legislación contraria a la gran propiedad, mientras el prestigio imperial
creció todavía más gracias a la actividad diplomática en la corte del califa cordobés Abderramán III o en la
de Otón I el Grande.

Durante el reinado de Romano II (959 – 963), hijo de Constantino VII, la familia Focas monopolizó el
poder político. La primera medida del emperador fue encomendar al Gran Doméstico, Nicéfbrb Fbcas,
recuperar Creta de manos musulmanas, hecho que ocurrió en 961. Marchó entonces hacia Cilicia, atacada
por el emir de Mosul, derrotando a los musulmanes en 963. En marzo de ese año llegó la noticia de la
muerte de Romano II por lo que Nicéforo regresó a Constantinopla, donde maniobró para casarse con
Teófano, viuda de Romano II, y para ser cbrbnadb emperadbr, mientras los hijos de Romano II, los futuros
Basilio II y Constantino VIII, alcanzaban la mayoría de edad. Ya coronado, Nicéforo incorporó Chipre para el
Imperio (965) y en 967 convirtió Alepo en un protectorado vasallo de Bizancio. El broche final a esta
campaña de conquistas lo puso la toma de Antioquía (969), tras 332 años de obediencia al califato, tras lo
cual Nicéforo moriría víctima de las intrigas de su esposa, apoyada por Juan Tzimisces. Nicéforo fue un gran
protector de los monasterios del Monte Athos, que brillaban gracias a la acción de San Atanasio, fundador
de la gran Laura y primer gran organizador del conjunto monástico.

A finales de 969, la reina, Teófano, conspiró con su amante, Juan Tzimiscés, Gran Doméstico de la
Corte, para asesinar a Nicéforo, lo que desembocó en la coronación del general armenio como Juan I (970 –
976). Continuó la política del anterior, con importantes incursiones hacia Siria del Sur y Palestina, y
consolidó las fronteras europeas venciendo a los rusos de Sviatoslav que se habían apoderado de parte de
Bulgaria y ésta fue así conquistada e incorporada al Imperio. En 976, Juan I murió repentinamente, lo que
provocó una serie de enfrentamientos civiles de los que surgió vencedor el primogénito de Romano II,
Basilio II, conocido como Bulgaróctono.

1.4 Basilio II Bulgaróctono


Basilio II (976 – 1025) alcanzó el poder en un momento de máximo esplendor y fue reconocido
como la máxima autoridad del mundo civilizado, recuperando así su prestigio la dinastía legítima. Durante
los primeros años de su gobierno, tuvo que enfrentarse a las rebeliones de las grandes familias Skléroi y

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Focas, sin embargo, la victoria de Abydos (989) puso fin a esta época de turbulencias y estrechó los lazos
con sus aliados, los rusos de Vladimir, príncipe de Kiev, a quien Basilio cedió la mano de su hermana, Ana, a
cambio de su conversión a la fe ortodoxa. Este matrimonio selló la unión ruso-bizantina y estableció a la
Rusia cristiana como su baluarte en el frente norte.

Tras una exitosa campaña en Siria y Líbano (995), Basilio II se horrorizó ante la magnitud de los
latifundios y las villas de los terratenientes de Anatolia lo que, unido a sus recelos hacia la nobleza militar
oriental, lo empujaron a poner coto al creciente poder de estas familias. Obligó a los grandes propietarios a
devolver las propiedades adquiridas en los últimos 61 años e impuso el allélengyon, un impuesto de
solidaridad fiscal que asociaba a los propietarios poderosos a unas comunas fiscales – sin conferirles los
derechos – para obligarles a pagar los impuestos dejados de pagar por los pobres. A pesar de todo, el éxito
de estas medidas sólo se mantuvo en vida de Basilio II.

La gran empresa del reinado de Basilio II fue la aniquilación del reino búlgaro y su asimilación al
Imperio bizantino. El rey búlgaro Samuel mantuvo una guerra de golpes y contragolpes contra los bizantinos
desde 991, conflicto que se intensificó a partir del año 1001 y que, tras la victoria bizantina de Kleidion en
1014, desembocó en la total incorporación del reino al territorio imperial hasta 1185. Su nombre cambió
por el de Mesia y la influencia bizantina se dejó notar en todos los ámbitos. Durante ese tiempo, fue
creciendo la disidencia interna y se intensificaron los movimientos de resistencia a la iglesia ortodoxa como
la herejía dualista bogomila. La implantación de la reforma fiscal y la intensificación de la pronoia (por la
cual, la nobleza bizantina recaudaba los impuestos en la zona en nombre del emperador), asfixiaron a la
población rural ya provocaron una revuelta en 1040 y, más tarde, un levantamiento aprovechando la
derrota de Manzikert (1072).

1.5 La decadencia de los macedónicos


La muerte de Basilio II en 1025, fue seguida tres años después por la de su hermano y sucesor,
Constantino VIII (1025 – 1028).. Desde 1028, a falta de un heredero varón, las hijas de Constantino VIII, Zoe
y Teodora, transmitieron la autoridad imperial a los últimos cinco emperadores de la dinastía (tres de ellos
por matrimonio), hasta su extinción en el año 1056.

Durante este último período, se produjeron un serie de graves tensiones en el seno de la


aristocracia terrateniente, cuyos jefes aparecían como caudillos militares o como cabecillas políticos,
tensiones hubo también entre la aristocracia civil de Constantinopla y la nobleza militar de origen
mayoritariamente oriental, enfrentada por otro lado a una casta de ricos comerciantes en ascenso. A todo
ello se sumó un conjunto de movimientos regionales que quisieron afirmar su independencia del poder
imperial, la pérdida de Italia y Sicilia a manos normandas, la entrada en Anatolia de los turcos selyúcidas, el
paso de diversas tribus a través del Danubio y el definitivo cisma entre las iglesias oriental y occidental del
año 1054, acontecimiento que pasó casi desapercibido por las fuentes contemporáneas griegas.

La derrota de Manzikert en 1071 frente a las tropas turcas de Alp Arslan fue algo del todo
excepcional, según las fuentes contemporáneas y actuales. En esa batalla, las tropas bizantinas al mando de
Romano Diógenes fueron destrozadas por los turcos en medio de un sinfín de traiciones y deserciones:
 Andrónico Ducas y sus tropas abandonaron la batalla
 Lo contingentes turcos que luchaban al lado de los griegos cambiaron de bando
 Romano fue hecho prisionero por el sultán, que lo trato con caballerosidad y lo liberó. A
continuación fue de nuevo capturado y cegado por Juan Ducas, padre de Andrónico, quien
se apresuró a poner en el trono a su sobrino Miguel VII Ducas.
 Poniendo esta traición como excusa, los turcos avanzaron por Anatolia y conquistaron casi
toda Asia Menor, despojando al Imperio de gran parte de sus territorios

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En el otro extremo del Imperio, los normandos cortaron el principal camino de comunicación del
Imperio con Occidente, derrumbándose la situación económica y fallando el aprovisionamiento de grano en
la capital. Las deposiciones se sucedieron hasta que en 1081 Alejo I Comneno, hijo de un Comneno y casado
con una Ducas, se hizo con el poder, consagrándose el poder de la aristocracia civil combinada con la
nobleza militar anatolia.

2.- LA ADMINISTRACION Y LA REFORMA DE LOS THEMAS DURANTE EL


SIGLO X.

Una de las primeras medidas que tomó Basilio I fue la asimilación, helenización y cristianización de
los eslavos de Macedonia y Grecia para reducir las disidencias culturales y étnicas en el seno del Imperio. El
emperador también emprendió una nueva codificación del Derecho, para regresar en principio al derecho
justinianeo; publicó las Basílicas, una magna obra legislativa cuya introducción, la Epanagogé, presenta al
emperador como el responsable de la paz que, por tanto, está obligado a hacer la guerra, escogido por Dios
y autorizado a inmiscuirse en el campo eclesiástico. El emperador, centro de todo el sistema de gobierno y
objeto de glorificación, está rodeado de los grandes, especialmente de los jefes militares y sus parientes, de
consejeros, favoritos, eunucos y monjes, además de su familia. Un ceremonial minucioso y espectacular
envuelve la vida pública del emperador e indica que, si el Imperio es el reflejo en la tierra del reino de Dios,
el emperador debe jugar en él el papel de Cristo.

La administración civil central del Estado se sitúa en el palacio, donde también tienen lugar las
grandes ceremonias. El palacio funciona como tribunal de apelación, tiene jurisdicción directa sobre ciertos
monasterios y ejerce como oficina fiscal, cuya organización es la más desarrollada. Respecto a la ciudad de
Constantinopla, en este período la población se concentró dentro de las murallas de Constantino y
Teodosio, quedando el espacio entre ellas para los grandes monasterios y las cisternas. En el espacio
interior la población se hizo más densa y se mantuvo el Gran Palacio como conjunto central. Los extranjeros
vivían en barrios asignados como el de San Marcos. A partir del siglo X, se levantó incluso una mezquita en
la ciudad.

En cuanto a la administración provincial, la base sigue siendo el thema, a cuyo mando está un
strategos. La evolución del régimen de los themas fue considerable desde el siglo IX conforme el Imperio
hacía frente a la invasiones eslavas y árabes. Se produjo una división de los themas originales para evitar un
excesivo poder de los strategos y cada nuevo territorio conquistado se organizó como un nuevo thema. Esta
tendencia a la división fue acentuándose a lo largo del período. En la frontera con los árabes, los grandes
señores armenios cedieron al emperador principados ya formados y se convirtieron en sus strategos de
estos nuevos themas, por otro lado, algunas fortalezas en los desfiladeros (kleisouras) fueron el embrión de
nuevos themas. Los temas defensivos de la frontera son más pequeños que los centrales y se les denomina
según la región: thema armeniaco o romaico, do´tandolos de guarniciones armenias, sirias jacobitas o
paulicianas.

Por otro lado, en el Mediterráneo, Bizancio controla desde Sicilia hasta Apulia y Calabria, así como
las islas griegas. En el siglo X se mencionan los themas de Sicilia, Calabria y Longobardía. En 899 se habla del
thema marítimo en Samos, sin embargo, desde que Creta había caído en manos árabes a principios del siglo
IX y debido también al aumento de la piratería, los bizantinos sintieron la necesidad de disponer de una
flota central, a cuyo frente pusieron a un drongario como comandante supremo, y que en el siglo XI hizo
desaparecer a las flotas de los themas.

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A finales del siglo X y principios del XI, en un momento de transición entre una opción defensiva a
otra de ofensiva generalizada, algunos themas no disponían ya de tropas campesinas acantonadas ni tenían
la típica organización fiscal en torno a las aldeas, por lo que fueron reestructurados en unidades más vastas,
llamadas katepanatos o ducados, formadas por la reagrupación de varios themas, en los que los strategos
perdieron su poder frente al duque o katepano. Ello provocó situaciones como la de Manzikert, en la
que Romano IV Diógenes no pudo realizar las levas themáticas y tuvo que recurrir a los tágmata y a
mercenarios, lo que derivó en su derrota.

El período entre el siglo VIII y el XI destaca por una clara recuperación del comercio y de la vida
urbana en el mundo bizantino. Ciudades como Corinto, Atenas, Antioquía y otras recuperan su importancia
y aumentan sus intercambios comerciales con el mundo árabe, como atestigua el flujo de monedas de la
época. En las provincias se refortifican los núcleos agrupados en torno a las antiguas acrópolis, creando así
nuevas ciudades que recuperarán sus funciones económicas, aunque las administrativas se mantuviesen
en los themas. También se produjo una gran actividad artesanal y comercial en todo el Imperio, tanto
internamente como a través de puertos comerciales como Querson, Tesalónica o Trebisonda, que llevan las
mercancías tanto a Europa Occidental como a Europa Oriental y a Oriente.

3.- LA EXPANSION BIZANTINA Y LA GRAN PROPIEDAD AGRARIA: EL DEBATE


DEL "FEUDALIMO BIZANTINO".

El período macedónico coincidió con una coyuntura económica favorable, que afectó en diferente
medida tanto a las ciudades como al campo, y con una etapa de crecimiento demográfico. La vitalidad del
artesanado y el comercio en Constantinopla – situación que no puede extenderse a todo el resto del
Imperio – queda reflejada en el Libro del Eparca2, posiblemente redactado en tiempos de Romano II. Por
otro lado, cabe destacar que la moneda bizantina conoció, durante el gobierno de la dinastía, no sólo una
difusión y una utilización ininterrumpidas, sino también una estabilidad excepcional. Otra característica del
sistema económico bizantino es la importancia que el Estado y sus regulaciones tenían en el sistema
económico, aunque ello no evitó el desarrollo de un proceso de “feudalización”, que ha generado un
profundo debate entre los expertos.

Los rusos Vassiliev y Ostrogorsky afirmaron que, en el período de auge de la dinastía macedónica, se
impusieron las fuerzas feudales de una aristocracia militar que fue minando las estructuras profundas del
Imperio, marcando su futura decadencia. El bizantinista Lemerle y sus seguidores, sin embargo, negaron
rotundamente esta feudalización. Por su parte, historiadores británicos como Hendy, Harley o Haldon han
afirmado que, si bien existió un feudalismo bizantino, no existe una relación – como afirma Ostrogorsky –
entre ascenso feudal y decadencia económica pues concluyen que la coyuntura alcista de la economía
bizantina se extiende a lo largo del Imperio Comneno e incluso hasta el Imperio de Nicea.

Lo cierto es que una cierta feudalización se atisba ya en época de Heraclio, cuando se empezó a
legislar para intentar frenar el ascenso de la aristocracia militar en los temas más alejados. Por su parte, las
leyes macedónicas persiguieron evitar el crecimiento de la gran propiedad, perjudicial para las aldeas
campesinas que funcionaban como unidades de recaudación fiscal, aunque la abolición del allélengyon en
el epílogo de la dinastía, durante el reinado de Romano III, fue un triunfo para los grandes propietarios.
Fueron especialmente visibles los cambios militares. Las tropas themáticas de soldados campesinos eran
muy eficaces para la defensa y poco para el ataque, por este motivo, en el marco de las guerras búlgaras de
Constantino V se crearon las primeras tropas tágmata móviles. La expansión militar fue acelerando el
proceso de conversión de tropas fijas en móviles. En estas circunstancias, los soldados themáticos perdieron

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su condición, al perder su parcela militar, que pasaba a depender (paroikía) de un gran magnate militar. El
antiguo aparato militar del Estado pasó, poco a poco, a manos de particulares.

Las hambrunas de los años 927-928 provocaron que también los campesinos no militares de las
comunidades campesinas se convirtieran en dependientes (paroikoi) de estos mismos señores y, lo que es
todavía peor, todos ellos dejaron de ser contribuyentes para el Estado. Conocemos cómo era la aldea
bizantina gracias a un Tratado de percepción fiscal que nos la describe como un lugar donde convivían el
gran propietario – que podía disponer de una o más parcelas en el seno de la aldea -, los agricultores
acomodados, los pequeños propietarios, los campesinos pobres que no poseían tierras y los esclavos. La
esclavitud fue, durante mucho tiempo, un sistema de explotación de los grandes dominios aunque,
lentamente, este modelo fue cambiando, especialmente tras el fin de las campañas victoriosas – que
proveían de esclavos – y por la aparición de un movimiento, instigado por León VI, que pretendía liberarlos
y dotarlos de pequeñas parcelas. Romano Lecapeno dictó una ley que daba preferencia a la aldea a la hora
de comprar cuando un pequeño propietario quería vender su parcela, para poder mantener los impuestos
conjuntos para el estado. La supresión del sistema de solidaridad fiscal (allelengyion) fue un triunfo de los
grandes propietarios.

Los emperadores comenzaron a conceder a particulares bienes eclesiásticos (generalmente de


monasterios -jaristikon-) o bienes públicos (sronoia), de forma parecida a las concesiones feudales
occidentales, pero revocable y nunca hereditaria y además sujeta a servicios militares.

Gracias a sus conquistas, los nobles ampliaron sus dominios y se fueron introduciendo en la
administración del Estado, a pesar de la oposición de los funcionarios cicviles, planteándose una lucha entre
los miembros de la nobleza vinculados a cargos políticos (politikon) y los de la nobleza militar, tanto en los
temas como en la capital (stratiotikon), con el triunfo de los primeros, por la entronización de Alejo I
Comneno, que supuso un impulso económico importante al ser los únicos capacitados para dedicar sus
ingresos a la mejora de las explotaciones.

Otro plano de feudalidad fueron las inmunidades (exención de impuestos, no obligación de dejar
paso a los pastores de ganado, concesión de rentas de conventos Imperiales...), concedidas a las
comunidades religiosas, como la del Monte Athos, por la necesidad de intercesión mediante las oraciones
monásticas. Por su parte, los monjes emplearon a los eslavos para cultivar sus campos como dependientes.

4.- EL CISMA DE ORIENTE EN LA EPOCA DE MIGUEL CERULARIO

La gestación del cisma entre las Iglesias de oriente y occidente se venía gestando desde la querrella
iconoclasta, aunque fue a principios del siglo XI cuando se hizo definitivo. Los motivos fueron varios:
 Plano político: destaca la ingerencia de los emperadores bizantinos y germánicos en asuntos de la
Iglesia y la instalación de los Estados Pontificios en territorio bizantino.
 Plano religioso: tanto el patriarca de Constantinopla como el Papa de Roma aspiraban a la primacía
sobre la Iglesia, disputa que se trasladó entonces al asunto del arzobispado de Bulgaria, aún así, el
Papa era consultado en cuestiones disputadas dentro de la propia Iglesia, querellas que aprovechó
para apoyar a grupos disidentes frente al emperador y sus patriarcas.
 Plano doctrinal: la principal fue la cuestión de la naturaleza divina de Cristo y del Filioque, aunque
tampoco había acuerdo en cuestiones como el matrimonio de los sacerdotes o en el tipo de liturgia
y en la lengua que se empleaba.

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Como hemos visto anteriormente, cuando Basilio I alcanzó el trono depuso a Focio y lo sustituyó
por Ignacio pero, a la muerte de éste en 877, Focio fue nombrado de nuevo patriarca. En estas
circunstancias, los obispos orientales de nuevo insistieron sobre la supremacía de Constantinopla sobre
Roma y rechazaron la Filioque, postura que se mantuvo una vez muerto Focio. Miguel Cerulario alcanzó el
patriarcado en 1043 y, desde el principio, se opuso al tratado que unía a Bizancio y Roma contra los
normandos en Italia, pues desconfiaba de las intenciones de los romanos en el sur de la península. El
patriarca escribió una carta en el que atacaba algunas prácticas rituales latinas por ir en contra de las
tradiciones apostólicas y cerró las iglesias latinas de la capital porque los monjes se negaron a seguir el rito
griego. En respuesta, el papa, León IX, le escribió una misiva insistiendo sobre la supremacía de la sede San
Pedro, reivindicando los usos romanos y anunciando el envío de una delegación para negociar con el
patriarca y el emperador.

El jefe de esta misión, el cardenal Humberto, era un hombre intransigente y acérrimo defensor de la
supremacía del Papa y, como Miguel Cerulario le igualaba en obcecación, las discusiones terminaron
cuando, en 1054, la delegación romana depositó una bula de excomulgación del patriarca
constantinopolitano sobre el altar de Santa Sofía. Unos días después, Miguel Cerulario quemó públicamente
la bula y, junto a un sínodo de obispos orientales, pronunció el anatema contra cardenal. Es importante
destacar que ambas excomuniones fueron dirigidas a los dignatarios ofensores como individuos, no a las
Iglesias que representaban, y ambas habían podido rescindirse con posterioridad pues ninguna fue
entendida como un cisma definitivo. De hecho, en los ámbitos de influencia bizantina el efecto del cisma
fue relativo.

En el sur de Italia, monjes griegos y latinos siguieron relacionándose de forma fluida, en Rusia
siguieron recibiendo sin problemas misioneros de ambos grupos y en Hungría, Esteban I favoreció por igual
a los monasterios de ambos ritos. A pesar de todo, el patriarca intentó arreglar las relaciones con el nuevo
Papa, Esteban IX, ofreciéndole la reconciliación a cambio del reconocimiento mutuo de sus esferas de
influencia, pero el Papa se negó a aceptarlo y el cisma se mantuvo.

5.- EL PRIMER HUMANISMO BIZANTINO

Durante el reinado de la dinastía macedónica es posible hablar de una potenciación de la Iglesia


ortodoxa y su jerarquía, representada en los belicosos patriarcas que se enfrentaron a Roma. El monacato
se constituía en protagonista principal, pues nutría las filas del episcopado.

Por otro lado, en los siglos XI y XII se produce lo que se ha denominado “Primer Humanismo”
bizantino, en el que se pasa de un enciclopedista como Fbcib a un renacimiento del platonismo cristiano de
la mano de Miguel Psellbs, con ciertas concesiones a contenidos paganos.

La tendencia a leer todas las fuentes - recuperando, por ejemplo, las letras clásicas -, a resumirlas y
a clasificarlas llegó a su apogeo en el siglo X bajo la dirección de Constantino VII Porfirogéneta, que
promovió la composición de enciclopedias y redactó obras como De cerimoniis aulae bizantinae, un maual
de protocolo bizantino, De thematibus, sobre la reforma de los temas, De administrando imperio con
consejos dados a su hijo sobre la vida política sobre todo en las relaciones con los pueblos bárbaros, o Vita
Basilii, sobre su abuelo Basilio I. También fue el mecenas de varias empresas enciclopedísticas como la
Geopónika, repertorio de textos antiguos sobre las labores de la tierra.

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FUENTES

 La principal fuente sobre Basilib I, fue la biografía encargada por su hijo Constantino VII Vita Basilii,
pero no se considera muy fiable.
 Miguel Psellbs escribió una interesante Chronographia desde el punto de vista político. Abarca
desde la muerte de Juan Tzimisces en 976 hasta el emperador Nicéforo en 1077.
 La Antapodosis, una fuente Occidental de Liudprando de Cremona, embajador en la corte bizantina,
que narró su embajada a Constantinopla en tono caricaturesco.
 El libro del Eparca. Es la mejor fuente sobre la organización y administración del Imperio Bizantino,
a finales del reinado de León VI hacia 912. Son 22 títulos dedicados a los oficios de la ciudad que
requerían de la organización del estado.
 Diógenes Akrita. Poema épico bizantino de la época de Romano Lecapeno en su lucha contra los
árabes. Narra la vida de esos soldados de frontera un tanto especiales, los akritai.
 Epanagogé o Introducción a la Ley, compilada durante los gobiernos de Basilio I y León VI y
promulgada en 886. Participó el patriarca Focio, que escribió su prefacio (Eisagogé).
 Esta última fue poco después sustituida por el Procheiron promulgado por León VI y mucho mas
cercano a Corpus Iuris Civilis de Justiniano.

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TEMA 10.- LA EUROPA DEL MILENIO. LA


RESTAURACION IMPERIAL Y LA
FORMACIÓN DE NUEVAS MONARQUIAS
1.- CARACTERISTICAS DEL PERIODO

La segunda oleada de invasiones que se abatieron sobre Europa provocaron numerosas pérdidas
humanas, un enorme deterioro en el débil sistema económico del continente, una profunda sensación de
impotencia e inferioridad y, sobre todo, una transformación de las monarquías que tuvieron que
enfrentarse a ellas.

El ejército carolingio era lento de reclutar y de movilizar y sólo estaba preparado para una campaña
planificada, por lo que fracasó cuando tuvo que enfrentarse a un enemigo que aparecía de forma
inesperada y fugaz y en lugares faltos de defensa. Esta ineficacia trajo como consecuencia un desprestigio
de la monarquía, incapaz de garantizar la seguridad de sus súbditos, y un aumento de la reputación de los
poderes locales, mucho más preparados para improvisar un ejército que, aún con menor potencia de
choque, se adaptaba mejor a la situación.

Poco a poco, los distritos que atendieron a su seguridad fueron ganando independencia en
beneficio de las grandes familias locales y, aunque detentaban la autoridad en sus tierras por delegación del
rey, pronto olvidaron este compromiso y pasaron a gozar de sus derechos por herencia. De este modo, la
consecuencia más inmediata de las segundas invasiones fue la fragmentación de Eurbpa en pequeñas
circunscripciones que escaparon al control de los monarcas y el inicio de una etapa de luchas entre los
señores de cada una de ellas.

Entre los siglos X y XI, el feudalismo provocó largos períodos de desorden contra los que pronto se
empezaron a alzar algunas voces. Miembros de la Iglesia invocaron la paz y, a través de diversos concilios,
establecieron progresos tan importantes como el derecho de asilo o la “paz y tregua de Dios”. Surgió
también entonces la convicción de que la paz sólo era posible si existía un poder fuerte que sometiese los
intereses particulares. La Iglesia se convirtió así en la enemiga de la anarquía feudal y luchó para garantizar
el derecho de los débiles frente a los desmanes de los señores. Actuando así, la Iglesia protegió también sus
intereses pues sólo una monarquía fuerte podía salvaguardar sus bienes frente a los desafueros feudales.

De este modo, la Monarquía y la Iglesia se convirtieron en aliados naturales: la Iglesia halló


protección y la Monarquía, una justificación doctrinal para sus pretensiones de dominio y, de paso, una
cantera de eficaces colaboradores en las tareas de gobierno.

2.- LA RESTAURACION IMPERIAL DE LOS OTONES


2.1 Significado de la restauración
Durante el reinado de Otón I (936-973) tuvo lugar la restauración del Imperio Romano de
Occidente, a partir de entonces conocido como Imperio Romano-Germánico por su vinculación con la
nación alemana.

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Los reyes alemanes, al constituirse como herederos de los emperadores romanos, consideraron que
sólo a ellos correspondía el control del universo. Esta idea que ya estaba presente en los emperadores
paganos, recibió un impulso del cristianismo al conferir a Roma la misión de unificar a todos los pueblos
como paso previo a su conversión. San Agustín la había confirmado al hablar del común destino del género
humano y de su gobierno por Dios, que debía realizarse mediante la existencia de una autoridad suprema –
que no podía ser btra que un emperadbr - que gbbernase a la cbmunidad humana aglutinada en tbrnb al
cbnceptb de Cristianitas. La restauración Carolingia había sido el eslabón intermedio.

Cuando Otón I se corone emperador, lo hará pretendiendo recoger la herencia de Carlomagno y, por
ello al coronarse rey de Alemania, lo hace en Aquisgrán. La legitimidad de Roma había pasado primero a los
francos con Carlomagno y, ahora, a los germanos con Otón I. Esta concepción universalista se reflejó
reiteradamente en la simbología y en las representaciones imperiales, en los actos de coronación y en la
literatura palaciega, como se refleja en una imagen del Evangeliario de la catedral de Aquisgrán, en el que se
ve a Otón III suplantando a Cristo en la mandarla, con su cabeza en contacto con la divinidad y con un poder
directo sobre duques y reyes, representados a sus pies, bajo el trono. En otro ejemplo representativo, el
Ordo de la ceremonia de coronación de Otón I insistía en la misión protectora del Imperio sobre la Iglesia y
en su obligación de extender el evangelio y luchar contra el paganismo.

La combinación del poder espiritual y terrenal situaba a Roma en el centro del Imperio pues poseía
la doble característica de ser sede de San Pedro y capital del Imperio que se quería renovar. En este sentido,
Otón I estableció como norma a seguir que la coronación real tendría lugar en Aquisgrán mientras que la
coronación imperial se celebraría en Roma en presencia del Papa. Otón III llevó a sus últimas consecuencias
este gesto cuando proclamó a Roma como la capital del mundo y traslado allí su residencia.

Aunque la afirmación del poder universal era tan clara, la realidad no podía cuestionarla más. Los
emperadores germánicos proclamaban su autoridad sobre los demás reyes y los designaban con
calificativos que disminuían su dignidad pero lo cierto era que monarquías como las que había en Francia,
Inglaterra o España, a pesar de sus debilidades internas, estaban sólidamente arraigadas y los emperadores
poco podían hacer en realidad para someterlas, por lo que sus proyectos imperiales se desarrollaron a
pequeña escala. Otón I se coronó emperador, según él, porque sus victorias indicaban que había sido
escogido por Dios y porque, al reinar sobre diversos pueblos extendidos por Alemania, Italia y, en cierto
modo, Borgoña, debía poseer un título superior al de los reyes.

La idea de un Imperio italo-alemán, aunque muy arraigada en la época, basculó entre dos
tendencias, según se ponga el acento en que sea Alemania o Italia la fuerza principal de la unión. A la
primera pertenecieron Otón I y Federicb I Barbarrbja, quienes defendían que la parte fundamental del
Imperio era Alemania y para quienes era preciso mantener el dominio sobre Italia. A la segunda tendencia
pertenecieron emperadores como Otón III o Federico II, quienes establecieron en Italia el núcleo del
Imperio, convirtiéndola en el centro de su administración, y supeditaron Alemania al imperialismo romano.

2.2 Los tres Otones


Luis IV el Niñb (899 – 911) fue nombrado rey, bajo regencia, del Reino Franco Oriental desde la
muerte de su padre, el emperador Arnulfb. Durante el reinado del último representante de la dinastía
carolingia en Germania, su territorio se vio sacudido por luchas intestinas y por las continuas incursiones de
húngaros y normandos. Durante este período, existían en Alemania cinco ducados que, sin ser hereditarios,
tendían a pertenecer a las mismas familias y que estaban bien definidos étnicamente, cada uno con sus
leyes, su lengua y sus tradiciones:
 Sajonia: vinculado a la familia de Liudolfo, incluía los territorios al sur de Dinamarca. Era un ducado
mayoritariamente pagano y con una evolución política y social menor que el resto.

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 Baviera: fundado por Ludovico Pío, estaba dirigido por unos duques que se fortalecieron en las
guerras contra los húngaros, de tal modo que acordaban la paz y la guerra sin contar con el
emperador de turno.
 Suabia: ducado situado entre el Rin y el Danubio, era el solar de los alemanes
 Franconia: situado en el país de los francos del Este, el poder se disputaba entre los Bamberg y los
Conradinos.
 Lorena o Lotaringia: situado entre el Mosa y el Mosela, la fidelidad de sus duques oscilaba entre
Francia y Alemania.

Dentro de cada uno de estos ducados, se situaban diversos obispados con gran influencia espiritual
y poseedores de enormes patrimonios, lo que creaba cierta desconfianza a los duques y los empujaba a
intentar controlar el nombramiento de los nuevos obispos.

Los grandes duques no intentaron reemplazar a Luis IV y, a su muerte, nombraron a Cbnradb de


Francbnia (911 – 918) como monarca del Reino Franco Oriental (Alemania) debido a su escaso poder
material y a su lejana relación de parentesco con los carolingios. Conrado I no logró imponerse a los otros
duques y, a su muerte, subió al trono Enrique I el Pajarerb de Sajbnia (919 – 936) que logró vencer a los
húngaros (batalla de Riade, 933), afianzar su autoridad frente al resto de duques, hacer frente al naciente
reino de Bohemia, imponer tributo a los eslavos y lograr que los daneses aceptaran el cristianismo de
manos del arzobispado de Hamburgo. Durante su reinado, Lorena de decantó definitivamente por Alemania
al casarse su duque con una hija de Enrique I. Para evitar problemas sucesorios, en el año 929, Enrique I
asoció al trono a su hijo Otón, que le sucedió cuando tenía 24 años.

a) Otón I
Otón I (936 – 973) se hizo coronar como rey en Aquisgrán y fue ungido por el arzobispo de
Maguncia, entroncando así con la legitimidad carolingia. Como acto de sumisión, los duques sirvieron
personalmente al nuevo rey durante el banquete de la coronación y fueron nombrados con cargos
honoríficos de la corte como muestra de que no igualaban en rango al rey. Los inicios del reinado de Otón
I fueron difíciles pues su protegido, Wenceslao de Bohemia, fue asesinado y sustituido por su hermano, los
húngaros invadieron Germania y el nuevo duque de Baviera se negó a prestarle juramento de fidelidad y a
renunciar al nombramiento de los obispos de su ducado. Otón I, que consideraba los ducados como un
“honor” de libre designación real, depuso al duque y envió uno nuevo junto a un conde palatino que debía
administrar los bienes reales en el ducado. En estas circunstancias, los duques de Franconia y Lorena, el
arzobispo de Maguncia y el hermano del rey, Enrique, se unieron para oponerse a las injerencias de Otón
pero fueron vencidos en la batalla de Andernach (939). Derrotados y muertos los rebeldes, Otón I repartió
sus cargos entre los miembros de su familia, política que continuó en los años siguientes hasta que, en poco
tiempo, todos los ducados del reino estaban bajo su control. Otón I también maniobró para controlar la
designación de los obispos más importantes, a los que eligió entre sus colaboradores. Nacieron así los
obispos-condes, que gozaron de inmunidad en sus territorios.

Hecho con el control de Alemania, Otón I intervino en Italia. Los señores de Friul, Arlés, Borgoña y
Provenza luchaban por ceñir la corona de Italia. A la muerte de Lotario II de Italia (950), del linaje franco de
los Bosónidas, su viuda, Adelaida, fue encerrada en prisión por negarse a casarse con el hijo del nuevo rey,
Berengario II. La viuda solicitó ayuda a Otón I quien se trasladó a Italia, tomó Pavia, obligó a Berengario a
replegarse con su ejército y acabó casándose con Adelaida. En esta difícil situación, Berengario II rindió
vasallaje a Otón I por lo que pudo conservar, por el momento, la corona italiana.

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Regresó entonces Otón I a Alemania y, en el año 955, consiguió vencer a los húngaros en Lechfeld,
cesando definitivamente sus incursiones en Alemania e Italia y obligándoles a asentarse en Panonia.
Mientras tanto en Roma, el papado pasaba por sus horas más bajas, siendo controlado por la familia de
Tebfilactb, Conde de Túsculo, y su familia, que controlaron el nombramiento de doce papas, desde Sergio III
hasta Juan XII, elegido pontífice cuando tenía tan solo 16 años de edad.

Tras su victoria sobre los húngaros, la reputación de Otón aumentó considerablemente por lo que
comenzó a pensar en la restauración del Imperio. En 955 fue nombrado Papa el díscolo y ya mencionado
Juan XII, biznieto de Teofilacto, con sólo 16 años de edad. Ante la amenaza de Berengario II de extender sus
territorios a costa del Patrimonio de San Pedro, Juan XII solicitó la ayuda del rey Otón I a cambio de la
corona imperial. Otón I tomó de nuevo Pavía y se dirigió a Roma, donde en febrero de 962 fue coronado
emperador del Imperio de Occidente.

Otón I confirmó la Donación de Constantino a través de su Privilegium Ottonis, documento en el


que también condicionaba la consagración de los futuros Papas a una previa aprobación del emperador de
Occidente y a un juramento de fidelidad mutuos. Estas condiciones empujaron a Juan XII a buscar nuevos
aliados cuando Otón I abandonó Roma, lo que provocó el regreso del emperador, la huida de Juan XII y su
sustitución por León VIII (963). Cuando Otón I dejó Roma para volver a Alemania, Juan XII volvió al frente de
un ejército y recuperó su puesto, desplegando una política de venganzas contra sus oponentes. Regresó de
nuevo Otón I a Roma para deponer a Juan XII, éste ya había muerto y colocó en su lugar a Juan XIII, con
vínculos con la familia de Teofilacto y con la de los Crescencio.

Otón I tenía en su programa de defensa de la Iglesia, la evangelización de los eslavos, asegurar la


sucesión en su familia y obligar a Bizancio a reconocer su título imperial. Para evitar nuevos problemas,
privó al Papa y a los romanos de toda autonomía política y nombró un representante en Roma. Por otro
lado, obligó al Papa Juan XIII a coronar emperador a su hijo Otón II, asegurándose así una transición pacífica
tras su muerte. Con el objetivo de someter de manera efectiva a Italia, Otón I chocó con los intereses
bizantinos pero, tras varios enfrentamientos, alcanzó un acuerdo con Juan Tzimisés por el que Capua y
Benevento pasaron al Imperio y Apulia, Calabria, Salerno y Nápoles se mantenían en manos griegas. Para
sellar este pacto, Otón II contrajo matrimonio con la princesa bizantina Teófano en el año 972.

Otón I se ganó el sobrenombre de Grande por restaurar el Imperio de Occidente y, aunque no tenía
la extensión del de Carlomagno, sí disfrutó de prestigio y poder.

b) Oton III
Cuando Otón II accedió al trono en 973, tuvo que hacer frente a la sublevación del duque de
Baviera, que deseaba volver a la situación de independencia anterior a Otón I. En Roma, el Papa Benedictb
VI, cercano al emperador, murió asesinado en 974 y unos años después, en 982, los musulmanes
derrotaron a una flota imperial en el cabo Colonna. Por último, una revuelta general de los eslavos que
habitaban entre el Elba y el Oder provocó la pérdida del territorio obtenido en los decenios anteriores. En
estas circunstancias, cuando Otón II falleció en 983 y dejó el trono a su hijo de tres años, el futuro Otón III
(983 – 1002), la situación parecía abocada a una gran crisis que pudo evitarse gracias, entre otras cosas, a
las hábiles regencias de Teófanb y Adelaida, que abortaron la sublevación del primo de Otón Enrique de
Baviera, que pretendía la corona real.

En 996 comenzó el breve reinado efectivo de Otón III. En Roma, los Crescenci controlaban entonces
las elecciones pontificias por lo que pudieron imponer al Papa Bbnifacib VII, que encarceló al Papa legítimo,
Juan XIV, quien moriría de hambre en prisión. Bonifacio VII murió asesinado por sus rivales un año después
por lo que, para evitar el caos, Otón III decidió imponer a su primo, Bruno, como nuevo pontífice, con el

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nombre de Gregbrib V. A pesar de las protestas provocadas porque el nuevo Papa no era italiano, Gregorio
V pudo coronar emperador a Otón III en 996.

En su ideal de renovación imperial, Otón III trasladó la capital de su Imperio a Roma (999) y
estableció un solemne ceremonial inspirado en la corte bizantina. Su proyecto recibió el apoyo del Papa
Silvestre II, quien consideraba que ambos, Papa y emperador, traerían la paz al mundo y guiarían a los
pueblos por el camino de Dios. En este clima, Otón III intentó una conciliación con los nuevos poderes de
Polonia, Bohemia y Hungría, para integrarlos en el marco de la cristiandad latina. Liberó de su vínculo de
vasallaje a Bbleslab el Valiente de Polonia y envió la corona real al duque magiar Waik que, convertido al
cristianismo, tomó el nombre de Esteban. Hungría se convertía de esa manera en reino y se enfeudaba a
Roma.

Un año después, se impuso la realidad y una revuelta en Roma, dirigida por los Tusculanos, obligó a
Otón III y al Papa a abandonar la ciudad. Mientras intentaba retornar a Roma, Otón III murió a los 22 años
de edad (1002) y un año después lo hacia el Papa Silvestre II, cayendo el papado de nuevo en manos de los
Crescenci.

Durante el reinado de los tres miembros de esta dinastía y de los reyes de Francia, se produjo un
llamado "segundb renacimientb cultural", pues el primero se dio ya en época carolingia. Sus protagonistas
son eclesiásticos procedentes de los monasterios, que reyes, papas y emperadores toman a su servicio.
Muchos de ellos cultivan la hagiografía (Floroardo de Reims) la historia, las obras morales o el buen
gobierno (Rathier de Verona) y, cada vez más, las disciplinas del trívium y el quadrivium (Abdón de Fleury y
Gerberto de Aurillac, en primero en contactar con la ciencia árabe). También destacan Nötger Labeo o el
Aleman, traductor al alemán antiguo de numerosas obras de la antigüedad. Mención especial para Fulberto
de Chartres, fundador de una famosa escuela, pedagogo y futuro padre del renacimiento cultural del siglo
XII. En España destacó el abad Oliva (971-1046 ?) obispo de Vic, gran impulsor de la ciencia y de la Paz, y
Tregua de Dios en los condados catalanes.

3.- LA ANARQUIA DE FRANCIA. ROBERTIANOS Y CAROLINGIOS

El reino franco fue el que más convulsiones sufrió debido a las segundas invasiones. El poder real
fue incapaz de enfrentarse a las incursiones de los normandos y la dinastía carolingia sucumbió, tras la
muerte de Luis V (987), víctima del descrédito. Lo cierto es que la monarquía estaba ya muy debilitada
debido a su fragmentación en unos 160 condados cuyos titulares lograron hacer hereditarios sus cargos tras
el Tratado de Merssen de 870.

Los condes se habían apropiado de las rentas reales, impartían justicia y reclutaban sus propios
ejércitos. Poco a poco, los condados fueron juntándose y conformando ducados, de acuerdo con sus
realidades socioculturales, de modo que a principios del siglo X, Francia comprendía los siguientes
principados:
 Flandes: cuya dinastía condal arrancaba de Balduino I y que, aprovechando el caos causado por los
normandos, había ampliado su base territorial.
 Normandía: cuyos duques, establecidos allí como vasallos desde el acuerdo entre Rollón y Carlos III
de Francia (911)
 Bretaña: al margen de la monarquía carolingia
 Aquitania: ducado desde Guillermo el Piadoso (893 – 918)
 Condados de Tolosa, Sestimania y la Marca Hissánica: autónomos del poder real
 Gascuña: ducado desde 977

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 Borgoña: ducado desde 977


 Región de París (condados de Tours y de Anjou): donde se distinguió el conde Roberto el Fuerte
– fundador de la casa Robertina -, junto a sus hijos Odón y Roberto, que por su defensa de la región
contra los normandos alcanzaron la realeza y dieron origen a la dinastía de los Capetb.

Tras la repentina desaparición de Luis V, fue escogido como rey de Francia Hugb, nieto del Rey
Roberto, llamado Capeto por el uso de una capa abacial que usaba de sus días como abad laico de varias
abadias (987 – 996), nieto de Roberto el Fuerte. Hugo recibe un reino dividido en pequeños condados y en
el que el poder público lo ostentan los señores de cada condado. Los nuevos reyes Capeto ostentan un
poder y disponen de una riqueza similar a la de sus súbditos por lo que, durante los siglos XI y XII, tuvieron
que afirmar su poder frente a ellos.

4.- INGLATERRA: ANGLOSAJONES Y DANESES

A pesar de la firma de la paz de Wedmore (878), las relaciones entre daneses en el Norte y
anglosajones en el Sur no fueron pacíficas, aunque Alfredo el Grande demostró su capacidad de reorganizar
el reino de Wéssex y, gracias a ello, su nieto Átelstan (925 – 939) pudo imponerse en Anglia, Mercia y
Northumbria. Con sus sucesores, la dinastía alcanzó su mayor prestigio, aumentando sus relaciones con el
exterior y fundando numerosas abadías benedictinas. Inglaterra asiste a un fortalecimiento del poder real y
a un período de recuperación de territorios frente a los daneses, sin embargo, una nueva oleada de ataques
noruegos y daneses truncó este proceso y dejó a Inglaterra bajo el dominio danés (1014) de modo que el
rey danés Canutb el Grande (1018 – 1035) se proclamó soberano en ambos territorios.

5.- LA FORMACION DE LOS PRIMEROS ESTADOS DE LA EUROPA CENTRAL Y


ORIENTAL
5.1 Bohemia
Tras la desaparición de la Gran Moravia a manos de los húngaros en 906, el ducado de Bohemia se
independizó dirigido por la familia de los Premíslidas y entró en la órbita de Alemania. Bbleslab II (967 –
999) consiguió la creación de un obispado en Praga, que se encargó de organizar la vida religiosa en el
ducado. Tras años de enfrentamiento con Polonia, a la muerte de Boleslao II, Bohemia fue finalmente
ocupada por ésta.

5.2 Polonia
El príncipe Meszcb I (960 – 992), de la dinastía de los Piast, tuvo que rendir vasallaje a los Otones y
aceptar misioneros de Bohemia, sin embargo, como recelaba tanto de alemanes como de bohemios,
decidió poner su país bajo la protección de San Pedro. Su hijo, Bbleslab el Valiente (992 – 1025) consiguió
establecer la estructura de su propia Iglesia mediante un arzobispado en Giezno, del que dependerían las
futuras diócesis polacas. Fue un fiel aliado de Otón III pero, a su muerte, invadió las tierras entre el Elba y el
Oder, ocupando Moravia y Bohemia (1003). Tras años de enfrentamiento con Enrique II, Boleslao no fue
doblegado y pudo conservar estas tierras a cambio de su vasallaje al emperador (1013). Tras la muerte de
Enrique II (1024), Boleslao se proclamó rey de modo que Polonia se convirtió en el mayor estado de Europa.

5.3 Hungria
Tras su derrota en Lechfeld (955), los húngaros se hicieron sedentarios, se fundieron con los eslavos
y los germanos establecidos en sus dominios y comenzaron a practicar la agricultura. El príncipe Geza (972 –
997) de la dinastía Arpad, agrupó a las diversas tribus, dio forma a su principado y aceptó el bautismo. Le
sucedió Esteban (997 – 1038), verdadero fundadbr de Hungría, quien obtuvo de Otón III y Silvestre II la

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autorización para crear la archidiócesis de Gran. Fue coronado rey de Hungría en el año 1000 y, a su muerte,
el reinado se convirtió en el gran baluarte de la defensa de Europa frente a nuevas invasiones.

6.- LA EUROPA NORDICA


6.1 Dinamarca
Tanto noruegos como daneses experimentaron una consolidación de las altas clases sociales y del
régimen monárquico inspirados en los modelos occidentales, especialmente el inglés y el alemán.
Dinamarca alcanzó, no obstante, un mayor grado de cohesión en tiempos de Harald “Diente Azul” (940 –
986), quien cristianizó su reino para evitar se invadido por Otón I. Inicialmente los misioneros y los primeros
obispos procedían de Alemania, y posteriormente se libraron de esta tutela abriendo el campo a la Iglesia
anglosajona. Extendió su influencia por el sur de Suecia, Noruega y las costas de Pomerania y Prusia, labor
que continuó Canutb el Grande (1018 – 1035).

6.2 Noruega
La unificación de Noruega vino de manos de Harald I “Cabellera Hermbsa” (872 – 933) que se
impuso a otros jefes noruegos en 872, provocando su emigración a Islandia. Su biznieto, Olaf I (995 – 1000)
fue el primer rey cristiano de Noruega y a su muerte el país fue conquistado por Dinamarca.

6.3 Suecia
Suecia fue el último país que se cristianizó en Europa, cuando Olaf III (994 – 1022) recibió el
bautismo en 1008. Para facilitar sus intercambio comerciales con bizantinos y musulmanes, Olaf III acuñó su
propia moneda y consiguió salvaguardar su reino de las apetencias noruegas y danesas.

Los países nórdicos fueron inicialmente evangelizados por la diócesis de Hamburgo- Bremen, sin
embargo, para evitar la influencia germana sus monarcas invitaron a misioneros ingleses y consiguieron
crear un clero autóctono. La cristianización, conseguida entre los siglos XI y XII, fue lenta y quedó trufada de
costumbres paganas.

7.- LOS REINOS CRISTIANOS DE LA PENINSULA IBERICA

El avance protagonizado por los reinos cristianos en el siglo IX gracias a la debilidad del emirato
cordobés, derivó en una serie de estados, el principal de los cuales era León, que había ampliado su
frontera hasta el Duero. Este avance se vio interrumpido tras la creación del emirato de Córdoba (929) y,
sobre todo, por la actuación de Almanzor.

Galicia, administrada por un miembro de la familia real astur-leonesa y compuesta por celtas y
suevos, apenas sufrió los envites musulmanes mientras que Castilla, mucho más expuesta a los ataques, fue
labrando su propia personalidad frente a León, manifestada en su lengua y sus costumbres jurídicas y en la
composición de sus habitantes, mayoritariamente pequeños propietarios libres. El conde Fernán González
(945 – 970) logró la independencia y aseguró la sucesión en su familia.

En la Marca Hispánica, los condes catalanes fueron alejándose de la monarquía carolingia. El conde
de Barcelona, Wifredo el Velloso (878 – 898) se impuso a los demás condes y, gracias al apoyo del Papado,
consiguió crear una sede metropolitana propia, librándose de la dependencia de Narbona.

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Los ataques de Almanzor perjudicaron mucho a los reinos cristianos del norte, especialmente a
León por lo que, a la muerte del caudillo musulmán, los príncipes de Castilla, Barcelona y Urgel intervinieron
en la política cordobesa para controlar a las facciones que se disputaban el poder.

Sancho III el Mayor de Navarra (1000 – 1035) fue el monarca más beneficiado por esta situación
pues consiguió unir en sus manos a todas las tierras cristianas desde Galicia hasta Ribargorza en un frente
contra los musulmanes, sin embargo, su obra se desvaneció a su muerte tras repartir el reino entre sus
hijos. La dinastía navarra, no obstante, abrió las puertas a Europa al apoyar la reforma cluniacense y
promocionar el Camino de Santiago por el que penetraron aires culturales europeos en detrimento de los
aires arabizantes traídos por los mozárabes. Los sucesores de Sancho de Navarra dieron un nuevo impulso a
la Reconquista, convirtiendo a la Península en uno de los principales escenarios del enfrentamiento entre la
Cristiandad y el Islam.

FUENTES

 Abdón de Fleury. (940-1004). Gran impulsor de la reforma benedictina. Escribió un Apologeticus de


dedicado a los reyes Hugo y Roberto Capeto
 Ademarb de Chabanes. (989-1034). Monje francés autor de una interesante Cronica de los francos
hasta 1028
 Alfredb II el Grande. (849-899). Mandó recopilar la Crónica anglosajona que llega hasta el 1054.
 Flbdbardb de Reims. (893-966) Historia de la Iglesia de Reims hasta 948, y también Anales con
noticias desde 919 hasta 966 y Vidas de Santos.
 León de Vercelli. (¿-1026) Canciller de Otón II. Es el mayor representante de la idea imperial de
Otón III, plasmada en sus obras Versus de Gregorio V et Ottone III augusto.
 Luitprandb de Crembna. (920-972??). Historidor milanés al servicio de Berengario II y después de
Otón I. Es el autor más interesante de este periodo. Su obra más importante es Antapodosis en seis
libros con noticias desde 883 a 962. Liber de gestibus Othonis y Relatio de legatione
constantinopolitana son también obras interesantes.
 Rbdblfb Glaber- (985-1050). Monje francés fundamental para conocer la historia de Francia en
torno al año 1.000, en su libro Historiarum libri V que transcurre del 900 a 1044.
 Widukin de Cbrbeil. (925-973). Principal historiador del reinado de Otón I y sus luchas con la
nobleza alemana. Rerum Gestarum Saxonicarum libri III.

Peninsula Ibérica

 Sampirb. Obispo de Astorga (956-1041??) Crónica que va desde 866 a 982, continuación de las de
Alfonso III.
 Para Navarra, Aragón y Cataluña existen cronicones, anales, genealogías, necrologios, vidas de
santos, etc..
 De Al-Andalus existe más documentación, entre las que destacan:
o Abenalcbtía. (??-977) " el hijo de la goda ", descendiente del Rey Vitiza, que escribió una
Historia de la Conquista de España.

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o Ahmed ben Mbhamed El Arrazi. (885-955) conocido como el "moror Rasis". Escribió la
interesante Historia de los emires de España
o También importante el Ajbar Machmúa o colección de tradiciones, que se escribió a
principios del siglo XI y que continúa la obra de Abenalcotía.

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TEMA 11.- EUROPA OCCIDENTAL EN LOS


SIGLOS XI Y XII. IMPERIO, PAPADO Y
MONARQUIAS
1.- LOS EMPERADORES SALIOS Y EL PAPADO

El siglo XI empieza en Alemania con la elección de Enrique II de Baviera (1002 – 1024), emparentado
con los Otones El nuevo monarca colaboró estrechamente con obispos y abades, a los que concedió amplia
autonomía jurídica y de gestión a cambio de mantenerlos estrechamente controlados e intervenir en los
procesos de elección. Enrique II fue coronado emperador en 1014 por Benedicto VIII y, aunque publicó
varios cánones contra la simonía y a favor del celibato eclesiástico, cayeron en el olvido a su
muerte, tanto del emperador como del papa en 1024.

Con el nuevo emperador, Conrado II (1024 – 1039), se inauguró la dinastía de la casa Franconia o
Salia. Conrado II cambió totalmente la política de sus predecesores respecto a la Iglesia pues, con el
objetivo de preservar sus intereses económicos practicó la simonía. Por otro lado, frente a la alta nobleza y
a los poderosos obispos, el emperador tendió a favorecer a la nobleza inferior (vavasores o valvasores)
declarando hereditarios sus feudos, atrayéndose así su favor. La actitud de Conrado II hizo que muchos
obispos alzasen su voz para conservar sus prerrogativas feudales y en defensa de la independencia de la
Iglesia frente a sus injerencias, como en el caso del arzobispo de Milán, Ariberto, a cuyos vasallos apoyó el
emperador. En Roma, Benedicto VIII había sido sustituido por Juan XIX (1024 – 1032), un laico proclamado
Papa gracias al pago de una importante suma de dinero. Le sucedió Benedicto IX, que ejerció su pontificado
en tres tumultuosos períodos (1032 – 1048) Enrique III (1039 – 1056) siguió las huellas de su padre al
apoyar a la pequeña nobleza y manipular a su favor las elecciones papales. A pesar de su intervención en los
procesos electivos eclesiásticos, Enrique III se mostró favorable a las voces que clamaban por la reforma de
la Iglesia, especialmente las provenientes de los monasterios cluniacenses, hasta el punto de reunir un
sínodo en Sutri (1046) que depuso a 3 papas, terminó con la influencia de la nobleza romana en la elección
del pontífice e impuso a su candidato alemán, Clemente II (1046 – 1047).

1.1 La ideología de los reformadores


Las lacras de la simbnía (compra de cargos eclesiásticos) y el nicblaísmb (matrimonio o
amancebamiento de clérigos), que tanto afectaban a la Iglesia, indujo a los reformadores a luchar contra la
investidura laica, a la que atribuían el origen de todos los males. En toda Europa, desde el emperador a los
señores feudales, todos designaban a los diversos cargos eclesiásticos, incluyendo a abades y obispos. Por
su parte, el Papado estaba también controlado por las grandes familias romanas, especialmente por los
condes de Túsculo. Las experiencias y los resultados obtenidos allí donde la Iglesia actuó libremente en las
elecciones eclesiásticas, indicaron cuál debía ser el objetivo de la Reforma.

Desde los tiempos de Constantino, el emperador había sido el jefe de la Cristiandad, sin embargo,
fue en esta época cuando se le consideró designado directamente por Dios "por la gracia de Dios", siendo
su Vicario en la Tierra, mientras que en Bizancio era considerado como un Apóstol más (isasóstolos) que
debía atender al cuidado de sus súbditos, tanto en lo temporal como en lo espiritual. Además, se afirmaba
que la unción sagrada del emperador durante la coronación lo convertía en participante pleno del carácter
sacerdotal.

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Aunque aceptaban la interdependencia de los poderes espiritual y temporal, los partidarios de la


Reforma afirmaban que la libertad de la Iglesia sólo se podía garantizar si ésta se veía libre de la injerencia
de los laicos, por lo que era imprescindible que el poder espiritual se impusiese al poder temporal, doctrina
elaborada por ideólogos eclesiásticos como Humberto de Moyenmoutier (que escribió su obra Contra los
simoníacos) y por Hildebrando, futuro papa Gregorio VII (1073 – 1085). En este sentido, Gregorio VII
redactó los Dictatus sasae (1075), un conjunto de 27 disposiciones según las cuales la Iglesia romana era la
única fundada por Dios para salvar al género humano por lo que tenía una misión salvífica, universal e
inalienable. De este modo, el Papa invocaba para sí todo el poder espiritual y sólo a él le correspondía
determinar quién estaba en comunión con la Iglesia y quien no, promulgar normas que afectasen a la vida
espiritual, litúrgica y administrativa de la Iglesia y nombrar a los miembros de la jerarquía. Del mismo modo,
la Santa Sede tenía capacidad de juzgar a todos los fieles y, por tanto, el Papa podía deponer o absolver a
sus súbditos – incluyendo a príncipes - del deber de obediencia. Hay que recordar que en esta fecha, ya se
había producido el cisma con la Iglesia de Constantinopla.

Este pensamiento, que enuncia Gregorio VII y que se basa en los que él define como libertas
eclesiae fue sistematizado y desarrollado por otros teóricos, que se empeñaron en neutralizar los
argumentos favorables a la primacía del poder imperial al afirmar que la Iglesia es universal mientras que el
Imperio tenía un poder limitado. De este modo, el emperador recibe su autoridad del Papa por lo que ya no
es ni vicario de Dios ni sacerdote, sino un simple laico. Estos argumentos constituyeron la base ideológica de
la lucha de las investiduras y el posterior Dominium mundi.

1.2 La lucha de las investiduras


Enrique IV (1056 – 1106) accede al poder con seis años de edad, por lo que se encarga de la
regencia su madre junto con los obispos de Colonia y Bremen. Por esas fechas, en Roma, el papa Nicolás
II había promulgado la bula In nomine Domini (1059), según la cual, sólo los cardenales obispos podían
escoger al Papa, que debía ser un romano escogido en Roma, sin embargo, ni la emperatriz ni la nobleza
romana aceptaron estas condiciones. Temiendo quedar aislados, en el sínodo de Melfi celebrado en 1059,
el Papa y los reformadores decidieron, de acuerdo con la Donación de Constantino, conceder a los
normandos del sur de Italia las tierras que habían conquistado y las que conquistaran en adelante y
reconocer a Ricardo de Aversa el principado de Capua y a Roberto Guiscardo los ducados de Puglia y
Calabria. Por otro lado, el Papa apoyó también las reclamaciones de la pataria milanesa, un movimiento
popular que abogaba por la reforma de la Iglesia y que se oponía al arzobispo de la ciudad, nombrado por el
emperador y fiel defensor de la supremacía imperial. Tras la muerte de Nicolás II (1061), Hildebrando y los
reformadores escogieron como Papa, de acuerdo con los criterios de la bula de 1059, a Alejandro II
mientras que en Alemania se escogía al antipapa Honorio II. La situación degeneró hacia un cisma que pudo
detenerse por la muerte de ambos rivales.

En Roma, aún sin respetar las condiciones de la bula de 1059, el pueblo escogió al experimentado
Hildebrando como Papa, siendo proclamado como Gregorio VII (1073 – 1085). El nuevo Papa llegó al poder
con la firme voluntad de defender la supremacía de la Iglesia así como de terminar con las prácticas
simoníacas y nicolaístas. Enrique IV, que había tomado las riendas del poder en 1069 y consolidado su
posición frente a los príncipes territoriales, aceptó sin objeciones el nombramiento. En 1075, el Papa
excomulgó a cinco obispos simoníacos alemanes, consejeros del emperador, y publicó el Dictatus sasae, en
el que afirmaba su poder espiritual y político. Este documento supuso un terremoto político pues, desde
ese momento, sería el Papa quien nombraría y destituiría al emperador y no al revés, lo que atentaba contra
los fundamentos del Imperio, basados en el control del poder laico sobre el eclesiástico.

Enrique IV hizo caso omiso del Dictatus, nombró al arzobispo de Milán e incluso mandó detener al
Papa, que fue liberado por el pueblo romano. En enero de 1076, Gregorio VII exigió excusas al emperador

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quien, consciente de la impopularidad del Papa entre buena parte del clero alemán, reunió un sínodo en
Worms que depuso al Papa. Gregorio VII respondió excomulgando al emperador y liberando a sus súbditos
del juramento de fidelidad hacia él. Los príncipes alemanes, sublevados contra el emperador, le exigieron
que se reconciliase con el Papa de modo que, el 28 de enero de 1077, Enrique IV se humilló ante el Papa en
Canosa. Estas circunstancias fueron aprovechadas por los rivales del emperador – una parte de la nobleza,
el clero reformista y los monjes de las grandes órdenes - para recuperar fuerzas, nombrando a Rodolfo de
Suabia emperador. Sin embargo, en 1080, Enrique derrotó a Rodolfo y nombró Papa a Clemente III quien,
tras cuatro años de conflicto, lo coronó emperador en Roma. Por su parte, Gregorio VII se refugió en el
castillo de Santángelo, de donde fue rescatado por los normandos de Roberto Guiscardo tras una terrible
matanza. Desprestigiado ante la población por este motivo, se refugió en Salerno donde murió en 1085.

Tras la muerte de Gregorio VII, el nombramiento de obispos volvió manos del poder civil y la
reforma eclesiástica se detuvo hasta la elección de Urbanb II (1088 – 1099). El nuevo papa buscó la creación
de una facción favorable al Papado en el seno del Imperio, motivo por el cual en 1089 concertó el
matrimonio entre Welfb de Baviera y Matilde de Toscana, antigua enemiga de Enrique IV y la más poderosa
aliada del Papa en la península italiana. De este modo, Welfo se convirtió en un poderoso señor con
territorios en el sur de Alemania y en el norte de Italia. Urbano II apoyó también a uno de los hijos de
Enrique, Conrado, contra su padre, aunque la empresa no tuvo éxito.

1.3 La anarquía en Alemania y el Concordato de Worms.


La crisis de la tradicional alianza entre el Imperio y el Papado provocó el debilitamiento de la
autoridad imperial y el consiguiente recrudecimiento de la lucha entre el emperador y los señores feudales,
por lo que la dinastía perdió fuerza y se acentuó la feudalización de Alemania. El posterior triunfo del
principio electivo del Imperio provocó que sólo los más débiles accediesen al cargo, habiendo hipotecado
previamente su poder.

Muerto Conrado en 1101, Enrique IV asistió al levantamiento de su hijo Enrique, que acabó
derrotándolo y encarcelándolo en 1106. Enrique V (1106 – 1125) trató durante años de restablecer la
autoridad imperial aunque finalmente, consciente del deseo general de paz y de la fuerza adquirida por los
partidarios de la reforma, decidió firmar con Calixtb II el célebre Cbncbrdatb de Wbrms (1122), ratificado
en el Cbncilib de Letrán (1123), según el cual:
 El emperador podría estar presente en las elecciones episcopales que se celebraran en el reino
alemán y decantarse por un candidato en caso de elección dudosa.
 Antes de la consagración, el rey entregaría al elegido las regalías correspondientes –con el cetro
como símbolo de su poder temporal -, por las cuales el obispo contraía las acostumbradas
obligaciones de fidelidad feudal para con el soberano.
 Por otro lado se celebraría una investidura espiritual, simbolizada por la entrega del anillo y del
báculo por la autoridad eclesiástica, separando así la ceremonia civil de la religiosa.

Tras la muerte de Enrique V, la guerra civil volvió a Alemania enfrentando, por un lado, a los
partidarios el Papado encabezados por la familia de los Welfen, duques de Baviera, y por el otro a los que
apoyaban al emperador, dirigidos por la casa de los Hohenstaufen de Suabia, señores del castillo de
Waiblingen. Las posturas políticas pronto se trasladaron a Italia, en donde los primeros recibieron el
nombre de güelfbs y los segundos, el de gibelinbs.

La fuerza de los Welfen y del alto clero colocó en el trono imperial al piadoso Lbtarib II de
Suplimburgo pero, tras su muerte en 1137, los gibelinos impusieron a Cbnradb III de Hohenstaufen (1137 –
1152), quien sólo pudo asentarse en el trono imperial tras vencer en la guerra a Enrique el Sbberbib, duque
de Baviera y Sajonia y candidato de los güelfos.

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2.- LOS HOHENSTAUFEN Y EL "DOMINIUM MUNDI"

Conrado III fue sucedido por su sobrino Federico I Barbarroja (1152 – 1190), que reunió en su
persona a ambas corrientes al tener padre gibelino y madre güelfa. El programa de Federico, que le fue
comunicado por el papa el mismo día de su elección, pasaba por la recuperación del honor imperial (Honor
Imserii) y por el fortalecimiento de su poder de acuerdo con el Digesto del derecho justinianeo, que
estableció las bases de la teoría del dominium mundi. Los frentes de acción de Federico I serán tres.

2.1 Norte de Italia y Papado


Con el objetivo de imponer su poder, el emperador intentó sujetar a las ciudades del norte de Italia,
donde la burguesía pretendía gobernarse a sí misma, mediante la sustitución de las magistraturas
ciudadanas por delegados imperiales (podestá). Ante el conflicto que se avecinaba, Federico firmó con el
Papa Eugenio III el Tratado de Constanza (1153), según el cual el emperador se comprometía a:
 Acabar con la república romana al mando de Arnaldo de Brescia
 Devolver la ciudad al Papa
 No apoyar a los normandos ddel Sur de Italia en sus disputas con el Papa.

Arnaldo de Brescia era un reformador que abogaba por la vida en pobreza de los clérigos que
debían vivir de las limosnas. Federico I, en 1155, entra en Roma, manda a la hoguera a Arnaldo y es
coronado por el Papa Adriano IV en 1.155.

Para afirmar su poder sobre las ciudades italianas, el emperador reúne dos dietas en Roncaglia
(1154 y 1158), en las que impone a las ciudades italianas los derechos de regalía que habían usurpado tras
la muerte de Enrique V, imponiendo a su vez un representante real o podestá en cada una de las ciudades y
apoyándose para ello en un informe basado en el derecho justinianeo elaborado por cuatro doctores del
Estudio de Bolonia. Durante tres años impone los nombramientos de los podestá y el cobro de las regalías.
A la muerte del Papa, una parte de los cardenales elije a Alejandro III (1159-1181) mientras que otra,
apoyados por el emperador, elijen a Victor IV. El papa excomulga al emperador y levanta a las ciudades
lombardas contra él, venciendo y saqueando el emperador en Milán (1162). Se alían entonces Venecia, los
normandos y hasta el emperador bizantino Manuel I Comneno, creando la Liga Lombarda (1167) que
derrotan al emperador en Legnanb (1176) firmándose ese mismo año la paz entre el emperador y el Papa
en Venecia y cinco años mas tarde (1183) la paz con las ciudades en Constanza, donde se les reconocía a las
ciudades una cierta autonomía y la libertad de elegir a sus cónsules, ratificados por el emperador.

2.2 Relaciones con la Italia del Sur


A pesar de algunas tensiones entre el Papa y los reyes normandos, éstos se integraron en el frente
antiimperial organizado por Alejandrb III. Ello no impidió que Federico concertase el matrimonio entre su
hijo Enrique con Constanza, hija póstuma de Roger II y heredera al trono siciliano. Cuando el matrimonio
tuvo lugar en 1186, Alemania consiguió atenazar a los Estados Pontificios por el norte y el sur, al tiempo que
se abrían para Alemania nuevos espacios en el Mediterraneo.

2.3 Política alemana


Enrique el León, al frente de los güelfos, fue confirmado en Baviera y Sajonia, sin embargo, la
coronación del heredero de Federico I (1169), Enrique VI, como rey de los romanos y, por tanto, como
futuro emperador, provocó la rebeldía de Enrique el León quien, acusado de abandonar al emperador tras
los sucesos de Italia, fue juzgado y despojado de la mayoría de sus bienes en la dieta de Maguncia de 1180.
La caída de Enrique el León fue un triunfo para la política imperial, aunque el delicado equilibro con los
poderes feudales se mantuvo pues, durante el mismo período, otros duques fueron ampliando sus

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dominios y se forjaron dos futuras grandes potencias alemanas, Austria (1156) y un nuevo reino en
Bohemia: Brandeburgb

Tras la muerte de Federico I (1190) Enrique VI (1190 – 1997) unió a sus dominios imperiales la
corona de Sicilia (1194), acercándose al cumplimiento de los presupuestos ideológicos del dominium mundi.
El nuevo reino trasladó sus intereses desde Alemania e Italia al Mediterráneo, donde el emperador intentó
explotar sus posibilidades marítimas y comerciales con los Estados cristianos de Tierra Santa y con los
musulmanes del norte de África. Murió a los 32 años en Mesina, dejando como heredero a su hijo de tres
años, Federicb II, que el papa Inocencio III tomó bajo sus tutela.

3.- FRANCIA BAJO LOS CAPETO

La etapa que va desde el ascenso de Hugb Capetb, hasta el reinado de Felipe I (1060-1108), está
considerada como la de los esígonos carolingios, ya que no hay nada que distinga el poder real de la del
resto de grandes señores de Francia. Su territorio es sólo la franja que va desde el Loira hasta el Oise, unos
8.000 km2. Felipe I (1060 – 1108) comenzó a revertir esta situación aplicando estrictamente los principios
feudales, administrando eficazmente sus bienes, comprando tierras, recuperando para la Corona los
condados faltos de descendencia y confiscando los bienes de los rebeldes a la corona. A pesar de ello, las
ganancias territoriales de la Corona no fueron constantes pues algunas zonas se desgajaron al cederlas en
apanage los hijos menores a cambio de su renuncia a la Corona, aunque normalmente acababan
recuperándose tras la extinción de la línea masculina.

Por otro lado, los primeros Capeto incrementaron lentamente su prestigio gracias al apoyo de la
Iglesia y consiguieron aumentar sus bienes mediante el cobro de impuestos, décimas sobre los bienes de la
Iglesia, etc, haciendo de su apoyo a la Iglesia una de sus principales bases de influencia, a pesar de algunas
desavenencias.

Luis VI (1108 – 1137) siguió los pasos de su padre y aseguró la paz en sus dominios, eliminando el
bandolerismo de algunos señores feudales. La Corona empezó a crear un incipiente sentido nacional al
mediar entre el Papa y el emperador en el conflicto de las investiduras en el Cbncilib de Reims (1119), que
sentó las bases del Cbncbrdatb de Wbrms, al prohibirse en Francia el nombramiento de obispos y abades
por parte de los poderes laicos.

Luis VII (1137 – 1180), supo rodearse de buenos consejeros como el abad Súger de Saint Denis, y
fomentó la autonomía de las ciudades, donde apareció una incipiente burguesía, así como el desarrollo de
la agricultura, el comercio y la industria. A pesar de lo prometedor de su matrimonio con Leonor, heredera
del ducado de Aquitania, las diferencias con su mujer provocaron la anulación del matrimonio (1152), por lo
que Leonor recuperó su dote y se casó con el duque de Anjou, Enrique Plantagenet, futuro Enrique II de
Inglaterra y dirigente del Imperib angevinb, lo que provocó la enemistad entre los dos países, que se
prolongó hasta finales de la Edad Media.

Durante el reinado de Felipe II Augustb (1180 – 1223), los Capeto de este primer período alcanzan
el cénit de su poder en Francia y ampliando la extensión del reino tras su matrimonio con la heredera del
Condado de Henao. Afirmó la autoridad de la monarquía y reforzó sus vínculos con la burguesía, Felipe II
atizó las diferencias entre Enrique II y sus hijos (Ricardb Cbrazón de León y Juan Sin Tierra) para ganar
terreno en territorio angevino. Al morir Enrique II (1189), avivó también las diferencias entre los hermanos,
consiguiendo así el vasallaje de Bretaña y Normandía. El conflicto que enfrentaba ambas dinastías no se
resolvería hasta la batalla de Bouvines, en 1214, entre una coalición formada por los condes de Flandes y

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de Boulogne, Otón IV y Juan Sin Tierra y el ejército del Felipe II Augusto. La batalla acabó con la victoria de
Felipe y la limitación de la presencia angevina en territorio francés al ducado de Aquitania.

Internamente, Felipe creó una nueva estructura administrativa que le permitía ejercer su poder de
forma directa sobre el territorio. Creó así la figura de los bailes, funcionarios reales que administraban
justicia y recaudaban tributos y sólo dependían del rey, al que rendían cuentas. Dependiendo de los bailes,
los srebostes eran también funcionarios reales que ejercían la misma labor en una determinada
circunscripción o ciudad.

4.- LAS ISLAS BRITNICAS

Canutb el Grande fue proclamado rey de Inglaterra a la muerte del anglosajon Edmundo en 1017 ,
de Dinamarca (1018) y de Noruega (1028), logrando así la unión de los tres reinos. Canuto favoreció la
fusión entre anglosajones y daneses, incluso dando ejemplo, casándose con la mujer de Etelredo y
repartiendo bienes entre los daneses en Inglaterra. Buscó el apoyo de la Iglesia y codificó las leyes
eclesiásticas. Intentó contrapesar la influencia germánica de sus territorios – pues alemanes eran los
titulares de las sedes episcopales – favoreciendo la presencia de monjes ingleses en Noruega y Dinamarca, a
pesar de lo cual, mantuvo buenas relaciones con el Imperio. A su muerte (1035), el reino se desmoronó,
Noruega pasó a Magnus I e Inglaterra volvió a manos anglosajonas en la figura de Eduardb el Cbnfesbr , hijo
de Etelredo (1042 – 1066), que dedicó su reinado a intentar imponerse a los condes y murió sin
descendencia.

4.1 Los normandos en Inglaterra. La batalla de Hastings.


Eduardo y la asamblea de hombres sabios (Witenagemot) habían nombrado sucesor a Harbld,
Cbnde de Wessex pero frente a él se alzaron el rey de Noruega, Harbldb II, al que venció y dio muerte en la
batalla de Stamford Bridge, y su primo Guillermb, duque de Nbrmandía, al que Eduardo le había prometido
la sucesión. De este modo, junto a su ejército, Guillermo desembarcó en Inglaterra y derrotó a Harold en la
batalla de Hastings, el 14 de octubre de 1066, inaugurando la dinastía normanda en la isla.

Guillermb I el Cbnquistadbr (1066 – 1087) luchó contra los anglosajones durante todo su reinado
para afianzar su poder y establecer una estructura feudal levantada a partir de la distribución de tierras
entre sus huestes, establecidas como la nueva élite del país, a cambio del servicio feudal. La nueva
estructura convirtió a Inglaterra en un estado más cohesionado y eficientemente administrado, además de
en la primera monarquía propiamente feudal, con el rey en la cima del poder y, bajo él, la nobleza
prestándole acatamiento. Esta nueva situación provocó que un vasallo del rey de Francia se convirtiese en
soberano del país vecino, lo que sería una fuente de futuros conflictos. En el plano religioso, la jerarquía
nacional fue sustituida por otra normanda, más cercana a Roma y partidaria de las ideas reformistas a
través de Lanfranco, nuevo arzobispo de Canterbury.

La nueva monarquía se convirtió en el puente entre los países nórdicos y el continente, lo que
contribuyó a su progreso económico. Por otro lado, con la intención de cuantificar las rentas
correspondientes a la Corona, Guillermo mandó hacer un inventario de los bienes rurales del clero y de la
nobleza, resultando una obra llamada Domesday Book (Libro del día de cuentas) concluida en 1086. Fue el
primer inventario o censo de un reino durante la Edad Media.

De este modo, Inglaterra se integró plenamente en la Europa feudal a través de la lengua, las
costumbres y la mentalidad francesas y de las corrientes espirituales de cluniacenses y cistercienses, lo que
supuso una amenaza para Francia cuando los normandos fueron sustituidos por los Anjbu-Plantagenet.

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4.2 Los sucesores de Guillermo I el Conquistador


A la muerte del Conquistador (1087), Inglaterra fue heredada por Guillermb II el Rbjb (1087 – 1100)
y el ducado de Normandía por su hermano Roberto que, falto de dinero, hipotecó el ducado a Guillermo y
marchó a la Primera Cruzada. Cuando Guillermo murió asesinado en 1100, en ausencia de Roberto, el tercer
hijo del Conquistador, Enrique I Beauclerc (1100 – 1035), se hizo con el trono. Consciente de su irregular
obtención de la corona, Enrique I concedió a los barones ciertos privilegios a través de una Carta de
libertades. Cuando Roberto regresó de Tierra Santa, reclamó el territorio, pero fue derrotado y hecho
prisionero en Tinchebrai (1106). La muerte de Enrique I sin herederos, estalló un conflicto entre su hija
Matilde, casada con el cbnde de Anjbu, Gbdbfredb Plantagenet, y Esteban de Blbis, nieto del
Conquistador, hasta que la nobleza decidió coronar a Esteban (1135 – 1154) por considerarlo más débil. En
estas circunstancias, Matilde desembarcó en Inglaterra y derrotó a Esteban, mientras que Godofredo
Plantagenet ocupaba el ducado de Normandía. Los barones no aceptaron a Matilde así que, por el Tratadb
de Wallinfbrd (1153), Esteban continuó siendo rey y a su muerte la corona pasaría a Enrique, hijo de
Matilde.

4.3 Los Anjou-Plantagenet


Ya antes de ser coronado en 1154, Enrique II unía en su persona tres herencias: Inglaterra por parte
de su madre Matilde, el ducado de Normandía y el condado de Anjou por parte de su padre y el ducado de
Aquitania gracias a su esposa, Leonor, lo cual nos permite hablar de un Imperio angevino, ya que llegó a
reinar sobre Inglaterra, Napoles, Hungria y Polonia.

Tras dominar la escasa resistencia de algunos nobles, Enrique se hizo definitivamente con las
riendas del reino y puso en pleno vigor el escudage, impuesto feudal que sustituía al servicio militar.
Reformó también el sistema judicial, introduciendo el sistema de juicios con jurado, aboliendo la ordalía o
juicio de Dios, y promulgando un texto legal que fundía el derecho consuetudinario con las assises, leyes
elaboradas por expertos en Derecho romano.

La afirmación del poder real se hizo también contra la Iglesia y sus privilegios. En 1164, se
promulgaron las Cbnstitucibnes de Clarendbn por las que se suprimía la inmunidad eclesiástica en materia
civil y criminal, se limitaban drásticamente las apelaciones a Roma y se sometía a los eclesiásticos a
jurisdicción real. Tbmás Becket, canciller del rey y arzobispo de Canterbury, se enfrentó al monarca en
defensa de las libertades eclesiásticas y excomulgó a sus consejeros, hasta que finalmente se exilió a la
corte de Luis VII de Francia. Tras una aparente reconciliación, Tomás regresó a Inglaterra pero fue asesinado
en la catedral de Canterbury por algunos caballeros (1170), por lo que el rey tuvo que hacer penitencia
pública (1172) y reconocer parte de los privilegios a la Iglesia.

Los últimos años del reinado de Enrique II estuvieron presididos por el enfrentamiento con sus
hijos. En 1170, el monarca asoció al poder a su hijo Enrique el Joven, aunque ello no evitó que tanto él
como sus hermanos se enfrentasen con su padre, atizados por el rey Felipe II Augusto de Francia, de quien
teóricamente el rey Enrique era vasallo y con quien estaba enfrentado por la posesión del Berry, la
Auvernia, el condado de Tolosa y el Vexín, situado a las puertas de París.

Tras derrotar militarmente a su padre, Ricardb I Cbrazón de León (1189 – 1199) consiguió
imponerse a sus hermanos con la ayuda de su madre y, una vez coronado rey, marchó a la Tercera Cruzada
(1190). Conquistó Chipre a los bizantinos, lo que le enfrentó a Felipe II Augusto, que reclamaba la mitad de
la isla. De regreso a Inglaterra, fue detenido por el duque de Austria y liberado sólo después de un
cuantioso rescate. Tras cuatro años de ausencia y a pesar de que, durante su ausencia, su hermano Juan Sin
Tierra había conspirado para hacerse por el poder, acabó perdonándolo y nombrándolo su heredero,
aunque antes había designado a su sobrino Arturo.

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Animados por Felipe II Augusto, los pequeños señores feudales de Normandía y Aquitania se
revelaban continuamente contra Ricardo I, que encontró la muerte durante un asedio en Limosín. A pesar
de su escaso éxito como gobernante, Ricardo I entró a formar parte de la leyenda como prototipo del
caballero medieval.

5.- LAS MONARQUIAS EUROPEAS Y EL "DRANG NACH OSTEN"

La conversión de los príncipes de Polonia, Bohemia y Hungría amplió los límites de una cristiandad
fijados tradicionalmente en el Elba. El Imperio alemán se vio entonces rodeado de una serie de estados y
marcas que están en continua efervescencia, especialmente en las zonas de contacto entre el mundo
germánico, que intenta imponerse, y el mundo eslavo y magiar, en menor medida, que opone su
resistencia.

Pblbnia, que era el estado centroeuropeo de mayor extensión, se verá sometido a la presión
germana por el Oeste y el Norte y de los rusos de Kiev por el Este. La historia de este reino se vio
mediatizada por la presión de varios príncipes alemanes: Enrique el León, Duque de Baviera y Sajonia por el
Norte y Oeste, al igual que la de Albertb el Osb, fundador de la marca de Brandeburgo. Ambos son los
artífices de la llamada Drang Nach Osten o marcha hacia el Este, que supuso la colonización efectiva de las
tierras situadas entre el Elba y el Óder, ayudados por los monjes cistercienses, que deforestaron y pusieron
en cultivo numerosas tierras, en una ardua y lenta labor.

Bbhemia se convirtió en un reducto eslavo en medio de la pleamar germánica. Sus duques, elegidos
por la nobleza entre los Premíslidas, se situaron pronto en la órbita del Imperio. Logran la corona real con
Ladislab II (1158-1174) gracias al apoyo prestado a Conrado III en la 2ª Cruzada y a su amistad con Federico
I Barbarroja, los duques son elevados al rango de monarcas electivos y desde Ottbkar I (1198 – 1230) la
monarquía se hace hereditaria. Para estas fechas, la penetración de elementos germánicos había
potenciado una intensa vida mercantil y urbana que benefició enormemente a Bohemia.

Con Esteban I (997 – 1038), de la dinastía Arpad, Hungría se convirtió en un estado cristiano
occidental, sirviendo de puente entre el Reich alemán y Bizancio. Sus sucesores se enfrentaron a las
presiones germánicas, obra que culminó con Ladislab I (1077 – 1095), firmemente apoyado en el Papado.
Los problemas del Imperio permitieron a Hungría extender su influencia hacia el sur del Danubio y hacia los
Cárpatos, política que continuó Kalbmán I (1095 – 1114) al incorporar a su reino Croacia, Dalmacia y
Eslovenia. En el siglo XII, Hungría sufrió la intromisión del Imperio bizantino y un aumento del poder de la
nobleza, lo que provocó la anarquía en el reino.

6.- LOS NORMANDOS DE SICILIA


6.1 La conquista normanda
La presencia de los normandos en el sur de Italia, dirigidos por varios clanes familiares, se produjo
por la llamada de los príncipes lombardos que requerían ayuda contra los bizantinos, aunque a la larga les
permitió labrarse unos estados personales no sujetos a ningún poder superior.

Los primeros normandos fueron llamados por los señores de Capua y Benevento para luchar contra
los bizantinos de Apulia y Calabria y, de resultas de las diversas campañas y de su hábil política, en 1042,
Dragb de Altavilla consiguió un pequeño feudo en Venosa y su nombramiento como duque de Apulia y

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Calabria por Enrique III gracias a sus conquistas en territorio bizantino.

Por su parte, otro cabecilla normando llamado Ricardb Rengbt, conquisto Capua, Aversa y Gaeta,
creando el condado de Aversa. De este modo, a mediados del siglo XI, los condados de Aversa y Melfi
quedaron establecidos como núcleos del poder normando, sujetos al vasallaje del emperador Enrique III.
Temeroso del aumento del poder de los normandos, el papa León IX organizó una coalición contra ellos,
siendo derrotado y hecho prisionero en la batalla de Civitate (1053). Debido a la buena disposición de los
normandos, que nunca quisieron enfrentarse al Papado, a partir de entonces se convirtieron en un
magnífico aliado contra el Imperio bizantino y contra el Imperio Germánico. En 1059, el papa Nicblás II,
invocando la Donación de Constantino y a cambio de su vasallaje, nombró a Ricardb de Aversa, príncipe de
Capua, y a Rbbertb Guiscardb, duque de Apulia, Calabria y Sicilia, territorios a cuya conquista se dedicó en
los años siguientes junto a su hermano, Roger. Roberto Guiscardo atacó la costa de Benevento, bajo
soberanía pontificia, por lo que fue excomulgado. A pesar de ello, la necesidad de Gregorio VII de contar
con un aliado frente a Enrique IV lo empujó a llegar a un acuerdo con el normando, reconociendo sus
conquistas y nombrándolo duque de Benevento (1080).

Roberto Guiscardo emprendió la conquista de Sicilia en 1061, en manos de los musulmanes de


Túnez, que habían desplazado a los bizantinos, aunque la población seguía siendo mayoritariamente
cristiana, tarea que logró en 1091. La conquista de Nápbles enfrentó a Ricardo y Roberto, por lo que la
ciudad no cayó en manos normandas hasta el 1137, en época de Roger II. Los ataques de Roberto Guiscardo
en Epiro e Iliria provocaron una alianza entre los bizantinos y Venecia, aunque la derrota de los griegos en
Manzikert marcó su declive económico en favor de Italia y los países europeos. Roberto murió en 1085 en
Cefalonia, mientras asediaba la ciudad. En Sicilia se alzaba con el poder su hermano Roger I, que fue hecho
Conde de Sicilia, gracias a la ayuda que prestó a su hermano Roberto, mientras que su hijo menor Roger
Borsa, se hacía con la herencia peninsular. Palermb fue conquistada en 1072, estableciéndose allí la
principal guarnición normanda.

6.2 Roger II
Tras la muerte de Roberto Guiscardo en 1085, el liderazgo de los Hauteville pasó a Rbger y, a través
de él, a uno de los hijos de su tercer matrimonio, el futuro Rbger II (1105 – 1154), que reunió bajo su mano
a todos los dominios normandos de Italia, los convirtió en reino y los organizó de forma eficiente.

A la muerte de su primo Guillermo en 1127, impuso su poder y usurpó los derechos que tenía
Bohemundo II de Antioquía – hijo de Roberto Guiscardo - sobre los ducados de Apulia y Calabria, lo que
provocó que el papa Honorio II lo excomulgara. Tras la muerte de Honorio II, Roger II apoyó la candidatura
del antipapa Anacleto II, lo que le valió su coronación como rey de Sicilia en 1130. En 1137, Roger II
conquistó Nápoles, convirtiéndose en príncipe de Capua y en 1140 reorganizó el reino bajo las Leyes de
Ariano, centralizando el poder y limitando los privilegios de los señores feudales, a los que tuvo que
enfrentarse.

Le sucedió su hijo Guillermo I (1154 – 1166) que, enfrentado al papa Adriano IV, fue excomulgado y
tuvo que lidiar con una rebelión nobiliaria. De su matrimonio con Margarita de Navarra, tuvo varios hijos,
entre los que repartió Apulia y Calabria y dejó Sicilia para Guillermo II (1166 – 1189) quien, falto de
descendencia, nombró heredera a su tía Constanza, a la que casó con Enrique, hijo de Federico I Barbarroja.
Frente a ella se alzó Tancredo, conde de Lecce y nieto de Roger II, que fue reconocido como rey por el papa
Clemente III y coronado en Palermo. Tras la muerte de Tancredo en 1194, el reino de Sicilia acabó cayendo
en manos de Enrique VI Hohenstaufen, que poco después entró en Palermo, apresando a la familia de
Tancredo y terminando así con el reino normando de Sicilia.

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7.- LOS PRINCIPADOS RUSOS

Tanto el principado de Kiev como el resto de principados rusos se conformaron gracias al armazón
político que les otorgó el elementb varegb y a su entrada en la órbita ortodoxa a través de las influencias
bizantinas. En 980, el nieto de Igor de Kiev, Vladimirb I, se convirtió en príncipe de Novgorod y Kiev (980 –
1015). Tras unos años de extender y organizar su principado, decidido aliarse con Bizancio, se convirtió al
cristianismo y tomó en matrimonio a la hermana de Basilib II, la princesa Ana (988). El sistema sucesorio
del principado, que preveía su reparto entre los hijos del príncipe, supuso un constante problema para su
unidad, que sólo se mantuvo en contadas ocasiones, y facilitó la intervención de los estados asiáticos
vecinos, pechenegos y cumanos. Uno de los hijos de Vladimiro I, Yarbslav el Sabib (1016 – 1054), que había
heredado el principado de Novgorod, luchó contra sus hermanos por el principado de Kiev, saliendo
finalmente victorioso y uniendo de nuevo ambos territorios. Construyó una línea defensiva de fuertes
contra los invasores nómadas y venció a los pechenegos en 1034, sin embargo, ello no evitó luchas
intestinas que progresivamente condenaron al principado a perder influencia frente al principado de Suzdal.
En 1169, Andrés Bbgbliuski, príncipe de Suzdal, saqueó Kiev y, ya en el siglo XIII, cumanos (1203) y
mongoles (1240), asestaron el golpe de gracia al principado, aunque Kiev supo conservar su prestigio moral
y su vínculo con Bizancio.

Las invasiones de los cumanos hicieron que el sur de desplomara mientras que en el norte se
formaban las repúblicas de mercaderes de Novgorod y Pskóv, con relación comercial con los estados
bálticos, y en el noreste, los principados de Suzdal, Moscú, etc., entre los que Suzdal recogió la herencia de
Kiev y constituyó el cimiento del futuro estado ruso.

Al economía de estos principados fue esencialmente agrícola (cereales y pastos). El Gran Príncipe
era propietario de todas las tierras y, aún cuando los campesinos eran libres, su situación se fue degradando
progresivamente, volviéndose cada vez más dependientes (smerdy) de los grandes propietarios. Debido a
las deudas acumuladas, debían cumplir con ciertas obligaciones con sus acreedores hasta devolver,
disfrutando de una condición de semilibertad (zakupy), aunque en muchos casos, las malas cosechas y las
guerras acababan convirtiéndolos en siervos (kblbpy). Los grandes terratenientes disponían de abundantes
bienes gracias a sus propiedades y cargos, incrementándolos mediante el préstamo y la adquisición de
nuevas tierras. Los príncipes agravaron la situación de los campesinos y beneficiaron a los boyardos,
miembros de su séquito (Drushina), que le aconsejaban y le asistían en la administración del territorio. Sus
lazos con el príncipe no eran indisolubles y, aunque en principio constituían un grupo militar, poco a poco
aumentaron sus propiedades hasta formar enormes señoríos.

La vida urbana apareció en la zona hacia el siglo IX. Los primeros núcleos acogieron a jornaleros,
fugitivos y soldados aunque, prevaleciendo un carácter militar-defensivo, sin embargo, más tarde se
añadieron comerciantes y artesanos, organizándose una economía rural y una rudimentaria administración
dirigida por una asamblea (vetché), que colaboraba con los funcionarios del príncipe. En las ciudades
pronto se formaron barrios donde se concentraban los extranjeros (varegos, judíos, armenios, alemanes). La
mayor parte del volumen comercial pertenecía al príncipe, que recibía los tributos en especie. Los
excedentes se enviaban en una caravana a Constantinopla, aunque este comercio internacional cesó por la
presión de los cumanos y los problemas internos de Rusia.

8.- LA PENINSULA IBERICA

Como hemos visto anteriormente, la muerte de Almanzor, en el 1002, y la progresiva desintegración


del Califato de Córdoba, dieron a los estados hispano-cristianos una indudable pujanza.

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Los avances del monarca castellano-leonés Fernandb I (1035 – 1065) hacia la línea del Mondego y el
sometimiento de algunos reyezuelos islámicos, tuvieron su prosecución en la labor de su hijo Alfbnsb VI
(1065 – 1109). La tbma de Tbledb, en 1085, además de estar cargada de un profundo contenido político –
por ser la antigua capital visigoda y símbolo de la unidad de la Península -, supuso el desplome de la línea
de defensa islámica. Esta victoria generó un sentimiento de recuperación activa de toda la Península, de
modo que Alfonso VI fijó su objetivo en la línea del Tajo, Aragón lo estableció en el Ebro y el condado de
Barcelona en la llamada Cataluña Nueva. Por primera vez se pensó en la unión mediante matrimonio de
Castilla y Aragón y, aunque esta iniciativa fracasó, sí se produjo la unión del reino de Aragón con el condado
de Barcelona, dando así su primer paso la unión catalano-aragonesa.

La arrolladora contraofensiva de los fanáticos almorávides, que consolidó la unidad de los reinos en
torno a la idea de Cristiandad – en España y en Europa -, supuso algunas derrotas para el monarca
castellano-leonés en al-Zalaca (1086) o Uclés (1108), aunque la frontera no retrocedió. En la segunda mitad
del siglo XII, Castilla y León, cada una por su cuenta, prosiguieron la consolidación de posiciones en La
Mancha y en la actual Extremadura, respectivamente, pero los almohades, pusieron entonces en serio
peligro la frontera e incluso derrotaron al monarca castellano, Alfbnsb VIII de Castilla (1158 –1214), en
Alarcbs (1195). En 1212, el mismo Alfonso VIII se tomó la revancha y, al frente de una gran coalición de
reyes hispano-cristianos, derrotó a los almohades en las Navas de Tblbsa, abriendo así los pasos de Sierra
Morena para la conquista de Andalucía. Con Fernandb III, rey de Castilla (1217 – 1252) y de León (1230 –
1252). Ambos reinos volvieron a unirse en uno sólo.

Alfbnsb VI de Castilla (1065 – 1109) otorgó a su hija Teresa, casada con Enrique de Borgoña, el
condado de Portugal, dependiente del reino castellano-leonés. El heredero de Teresa, Alfbnsb Enríquez,
consolidó su posición pactando con su primo, Alfbnsb VII y, en 1139, tras vencer a los musulmanes en
Ourique, obtuvo el apoyo del papa Alejandro III para proclamar la independencia. Con un fuerte ánimo
reconquistador, pronto se tomó Lisboa (1147) y se rebasó el Tajo.

En la reconquista de territorios de los territorios de la Península Ibérica participaron nobles


europeos y, como en Tierra Santa, se crearon nuevas Órdenes Militares a las que los monarcas concedieron
extensos latifundios en la Meseta Sur cuya economía se sustentaba en la ganadería, a diferencia de las
comunidades concejiles y agrícolas de la Meseta Norte.

FUENTES

Sobre la Guerra de las Investiduras


 Anónimb Nbrmandb. De consagratione pontificum et regum. Es un líbelo de los s. XI y XII donde se
critica el primado de la sede romana y el papa.
 Benzón de Alba. (m.1094) Obispo de Alba. Ad Heiricum IV imperatorem libri VII
 Guidb de Ferrara
 Hugb de Flavigny. Abad que intervino activamente en Francia e Italia en la lucha de las investiduras.
Autor de un Chronicón que llega hasta el año 1102.

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Sobre Federico I y sus luchas en Italia


 Caffarb (1080-1166). Autos de unos anales y una historia, sobre acciones en las que participó la
armada genovesa
 Fonti ser la Storia d'Italia. Diversos tomos
 Gbdbfredb de Viterbb. Estuvo al servicio de Conrado II y Federico I. Gesta Frederici. Es Historia de
primera mano.
 Otón de Frisinga. (1114-1158??) Obispo y tio de Federico I. Gesta Frederici I Imperatore. El autor
mejor informado de este periodo.

Para la conquista de Inglaterra por los normandos


 Guillermb de Malmesbury. (1090-1143??) Gesta regum Anglorum y Gesta Pontificum Anglorum.
 Guillermb de Pbitiers. (1010-1087). Monje normando y capellán, coetáneo de los hechos que narra
en varias obras.
 Ordericb Vital. (1075-1142). Insustituible para este periodo, de origen anglonormando. Autor de la
Historia Eclessiastica
 Rbbertb Wace. (m. 1174). Clérigo al servicio de Enrique II Plantagenet. Narra la historia de los
duques normandos desde Guillermo el Conquistador hasta 1174

Para el reino de Sicilia


 Alejandrb de Telese. (m. 1136) Abad que documentó muy bien desde 1127 las gestas de Roger II
 Hugb Falcandb. (s. XII) testigo de la vida de la corte, que describió, sobre todo de los periodods de
Guillermo I y II
 Guillermb de Apulia. (s. XI-XII). Escritor al servicio de Roger Borsa, que escribió sobre las gestas de
Roberto Guiscardo, muy sesgado por antibizantino.
 Gbdbfredb Malatierra. (S. XI) Monje benedictino, al servicio del Obispo de Catania. Escribio Sobre
Roger II y Roberto Guiscardo , muy importante para este periodo

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TEMA 12.- SOCIEDAD Y PRODUCCION


EN LA EUROPA OCCIDENTAL (SIGLOS
VII-XII)
1.- LA SOCIEDAD FEUDAL

Ya en época feudal, desde los tiempos carolingios, se establecieron vínculos de dependencia entre
hombres libres que tuvieron sus precedentes entre los francos y visigodos. Los monarcas germánicos se
rodeaban de jóvenes guerreros que le juraban fidelidad y, a cambio, recibían cobijo en su palacio,
alimentación, el equipo necesario y formación en el ejercicio de las armas. A los miembros de este grupo se
los denominó antrustiones o leudes entre los francos y gardingbs entre los visigodos. El término latino los
define como fidelis regis. Más tarde, se lo conoció como vassi, término del que deriva vassus y vassallus,
término que acabó cobrando una extraordinaria fortuna.

Con el tiempo, a cambio de los servicios (in stisendium) de sus vassi, los reyes les entregaban un
beneficium en forma de armas en plena propiedad o, más generalmente, de tierras en tenencia, en las que
el dueño se reservaba la plena propiedad y cuya concesión podía ser revocada a su voluntad. El beneficiado
debía y reconocía a su señor un fidele obsequium y un sincerum servitium. Esta fue la forma que empleó
Carlos Martel para premiar a sus caballeros y, al no disponer de tierras propias suficientes, empleó las de la
Iglesia, conservando esta la nuda propiedad. El beneficium se caracteriza por su revocabilidad, lo que lo
asemeja al praecarium romano.

1.1 El vasallaje en época carolingia


Con el fin de consolidar su autoridad, de ejercer el control sobre los grandes propietarios y de
asegurarse el servicio militar, los monarcas carolingios fomentaron el vasallaje hacia su persona mediante
vínculos de fidelidad. De este modo, más allá del grupo de los fidelis regis, el monarca se aseguraba el
control sobre vastos territorios, ampliados con nuevas conquistas, y sobre numerosas personas, a las que
llegaba así su autoridad. Carlomagno también fomentó el vasallaje hacia su persona, de modo que pudo
disponer de un fiel ejército propio, al margen del que le proporcionaban los grandes señores. Por su parte,
la paga en tierras para aquéllos que se ponían al servicio del rey llevó a condes, obispos y abades a ver en el
servicio real un modo de ensanchar sus posesiones. Ante la utilidad del sistema, Carlomagno fomentó que
los principales vasallos animasen al subvasallaje respecto a otros hombres libres, tejiendo así una red de
lazos que abarcara a todos los hombres libres del reino. A pesar de todo, el sistema se debilitó cuando al
frente del reino se colocó un monarca poco carismático y, especialmente, a medida que se interponían
señores entre el él y los hombres libres, de modo que los señores de las zonas más alejadas fueron
relajando su dependencia y la de sus vasallos del poder central.

a) El beneficib
Los condes, abades, obispos u hombres libres que se convertían en vasallos del rey recibían un
beneficio consistente en tierras (casati) o en cargos (hbnbr) que proporcionaban unas rentas procedentes
de las tierras adscritas al cargo en cuestión. Los vasallos de los reyes carolingios recibieron tierras reales,
bienes fiscales, tierras de la Iglesia y tierras recién conquistadas donde era necesario instalar personas fieles
para afirmar la autoridad real.

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De su beneficio, el vasallo obtenía unas rentas que le permitían vivir y asistir a su señor en caso
necesario, de donde se deduce que, en un primer momento, hubo una subordinación del beneficio
respecto al vasallaje. De este modo, al cesar el vasallaje cesaba también el beneficio por lo que los señores
vigilaban para evitar que los vasallos que habían recibido tierras no las convirtiesen en propiedad privada
(alodios).

El sistema entró en crisis por dos motivos. Las luchas entre los hijos de Luis el Piadoso provocaron la
adscripción de los señores a uno u otro bando y, según las victorias y las derrotas, se producían continuas
confiscaciones y redistribuciones de tierras y cargos. Esta circunstancia fue aprovechada por los grandes
señores para vender cara su fidelidad y su apoyo militar, debilitando así al poder real.

Por otro lado, las invasiones normandas demostraron que sólo los señores laicos y los eclesiásticos
podían organizar una resistencia frente al enemigo y proteger a los campesinos, lo que aumentó su
dependencia hacia ellos. Castillos y monasterios eran lugares de refugio para los campesinos, que veían de
esta forma que sus señores eran los que podían protegerles.

La crisis del sistema también se debió a la equiparación entre el cargo público y el beneficio, de
modo que los condes consideraron su propio cargo público como un beneficio, cuando el beneficio era, en
realidad, el disfrute de los bienes adscritos al cargo, el producto de las penas impuestas por los tribunales y
cuantas retribuciones reportasen el ejercicio de la autoridad real. Esta situación comenzó a detectarse
desde los últimos años de Carlomagno.

b) Transmisión de beneficibs

Inicialmente, existía una clara distinción entre honor y beneficio. El honor implicaba el desempeño
de un cargo público (condado, obispado, abadía) y el disfrute de las correspondientes rentas y podía ser
revocado a voluntad del monarca. A pesar de ello, el señor que concedía un beneficio no podía retirarlo sin
un motivo justificado o sin indemnizar al vasallo por un valor equivalente a del beneficio. Lo cierto es que, a
partir del reinado de Carlos el Calvo, fue muy difícil desposeer a alguien de su cargo pues el rey no tenía
fuerza suficiente, situación reconocida de facto en la Asamblea de Cbulaines (843) donde el rey se
comprometió a no despojar a la Iglesia de sus propiedades y a los nobles de sus cargos, considerándolos
liberados de su juramento de fidelidad en caso de desposeerlos. El rey no lo era por la gracia de Dios, sino
por un pacto de fidelidad con sus vasallos.

Carlos El Calvo, nieto de Carlomagno había distribuido gran cantidad de tierras entre la nobleza,
dejando sin bienes a la monarquía y, por tanto, sin capacidad para atraer nuevos vasallos o de mantener a
los que ya tenía. Los condes asimilaron sus honores a los simples beneficios y los convirtieron en
inamovibles en vida y, aunque teóricamente el rey podía recuperar el condado tras la muerte de su titular,
esto prácticamente no ocurrió.

Carlos el Calvo, en vísperas de su viaje a Italia, con el fin de garantizarse la lealtad de los señores
durante su ausencia, reunió una asamblea en Quierzy-Sur-Oise que promulgó una capitular según la cual se
reconocía el derecho preferente de los hijos de los condes y otros vasallos para ocupar sus beneficios a la
muerte de sus padres. La medida no tenía más alcance que el tiempo que durase la expedición sobre Italia,
sin embargo, sentó las bases para que en un futuro adquiriese fuerza legal. A partir de entonces,
previamente a su elección, los reyes debían jurar mantener los derechos de sus fieles, lo que supuso un
cambio enorme al anteponer el beneficio al vasallaje.

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Además de la tierra, también la autoridad y el ejercicio de las funciones públicas pasaron de manos
del rey a las de los vasallos. La disgregación política producto de los mecanismos de la feudalidad provocó,
desde finales del siglo IX, una regionalización del poder en la que los poderes locales ejercen su autoridad
en nombre propio y en su propio beneficio. La presencia de normandos y sarracenos estimuló que los
señores defendiesen desde sus castillos a los campesinos de sus nuevas propiedades. En estas
circunstancias, el poder de ban, por el que inicialmente sólo el monarca podía convocar a los hombres libres
para la guerra y juzgarlos por sus delitos, fue usurpado por los condes, que los aplicaron sobre los hombres
de sus condados.

c) El feudb

Desde principios del siglo X, el feudo, palabra derivada del franco fehu o feod y que designaba
ganados o bienes, es equivalente al beneficio, según la definición que dan Las Partidas de Alfonso X. La
palabra feudo designa también la fusión entre beneficio y vasallaje, dando lugar a un tipo de contrato por el
que el señor cede un beneficio a su vasallo a cambio de su fidelidad y ayuda. De este modo, el contrato
tiene un elemento personal (vasallaje) y otro real (beneficio). Este tipo de compromiso se generalizó en el
siglo XII en Italia y Francia y en el XIII e Alemania, aunque en España fue muy raro, excepto en Cataluña, que
giraba en torno al reino franco.

d) El hbmenaje feudal

La ceremonia en la que se establecía el pacto vasallático constaba de tres partes:


 se iniciaba con la inmixtio manuum durante la cual el vasallo juntaba las manos entre las de su
señor para sellar el pacto.
 A continuación se producía el juramento de fidelidad del vasallo hacia su señor prestado sobre los
evangelios o sobre una reliquia para resaltar su carácter sagrado, poniendo a Dios por testigo,
siendo considerada la ruptura como un perjurio.
 Finalmente, el señor entregaba a su vasallo un objeto que simbolizaba el feudo, como una bastón,
una rama, un poco de tierra, un anillo o un báculo, en caso de un obispado u abadía.

1.2 Las obligaciones contractuales


En el año 1020 Fulbertb de Chrartres, escribió una carta al duque Guillermo V de Aquitania, en la
que le exponía cuales eran las obligaciones de un vasallo para su señor, resumiéndose en dos: el auxilium y
el consilium.

a) El auxilium

El auxilium o ayuda que el vasallo debía prestar a su señor era, en principio, de carácter militar,
tanto de tipo defensivo como ofensivo (ostes), en correrías de corta duración (cavalcatas) a título gratuito.
Inicialmente no tenían un límite de duración, aunque más tarde se fijó en cuarenta días y, en caso de
superarse este límite, el señor debía pagar un sueldo al vasallo. El vasallo debía actuar de escolta personal,
guardar el castillo de su señor, pagar parte del rescate de su señor si caía prisionero, ayudarle
económicamente si partía a la Cruzada, etc.

b) El consilium

El vasallo cumplía con su deber de consejo acudiendo a la corte y asesorando a su señor en asuntos
judiciales. Formaba también parte de la corte en las fiestas señaladas, aunque los gastos corrían a cargo del

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señor, que ofrecía alojamiento, comida y regalos a sus vasallos. El señor, además de entregarle el feudo a su
vasallo, estaba obligado a defenderlo contra sus enemigos, a garantizarle justicia y a serle valedor frente a
otros señores.

1.3 La primacía del feudo


Inicialmente, en el feudo-contrato establecido entre el señor y su vasallo era más importante el lazo
personal entre ambos que el beneficio, sin embargo, desde el siglo XI, los aspectos económicos comenzaron
a pesar más que los personales, especialmente cuando el vasallo consiguió hacer hereditario su feudo. Ello
tendió a aflojar los vínculos entre el vasallo y su señor, a lo que no ayudaba que la ceremonia de vasallaje se
repitiese cada vez que se producía una sucesión, lo que debilitaba los lazos de unión entre ambas partes.

Desde el siglo XI, previa devolución del feudo, el vasallo pudo romper los lazos con su señor y buscar
uno o varios nuevos señores, lo que constituyó una fuente de conflictos. También ocurrió que algunos
vasallos superaron en bienes a sus señores, rompiéndose el equilibrio entre las obligaciones de ambas
partes a favor del más fuerte. Aunque mayoritariamente existía una relación directa entre el feudo y la
tierra, en época posterior surgió un tipo de feudo llamado de bolsa o de renta basado en la percepción de
rentas dinerarias, procedentes de multas, peajes, impuestos, etc., incluso se dará el caso de contratación de
caballeros sin recursos con su sueldo a cargo del tesoro del señor.

A partir del siglo XII, una vez patrimonializados los feudos, las obligaciones feudales se convirtieron
en algo más teórico que real. La ayuda militar perdió importancia y los señores empezaron a pagar a sus
vasallos para contar con su ayuda. En Inglaterra, los Plantagenet implantaron el escutage, que permitía a
sus vasallos esquivar el servicio de las armas mediante el pago de una tasa. Este sistema permitió a los
monarcas ingleses disponer de dinero suficiente para contratar tropas más valiosas y leales. De esta
manera, el sistema feudal degenera, enfrentando a sus miembros a un continuo conflicto de intereses.

2.- GEOGRAFIA DEL FEUDALISMO

a) FRANCIA

Con vistas a contener la expansión musulmana, Carlos Martel necesitó crear una potente caballería,
por lo que repartió generosamente tierras en régimen de usufructo entre sus vasallos para que éstos
pudieran procurarse su manutención y equipo de guerra. De este modo, es posible afirmar que la dinastía
carolingia fue la que empezó a aplicar el sistema feudal en sus dominios territoriales.

Paradójicamente, también fue en Francia donde se inició el resurgimiento de la monarquía de


manos de la dinastía Capeto, monarquía feudal por excelencia, cuyos dominios estaban mayoritariamente
infeudados y donde primero se aplicó el principio de afirmación real. Para todo ello, los Capeto contaron
con el apoyo de la Iglesia debido a su capacidad de nombrar obispos y abades que, al no poder consolidar
sus propias dinastías familiares, ponían la fidelidad de sus vasallos en manos del rey. De este modo,
apoyados en sus propios vasallos, en la fidelidad de obispos y abades, en el vasallaje del resto de señores
franceses y en el prestigio que les otorgaba la unción con óleo santo durante la ceremonia de consagración
real, los Capeto fueron afirmando, muy lentamente, su preeminencia sobre todos ellos.

En general, es posible afirmar que en los territorios donde se instalaron los francos el feudalismo se
impuso con fuerza mientras que donde constituían una minoría, como en el sur de Francia, el feudalismo
tuvo menos fuerza y adquirió connotaciones diversas.

b) ESPAÑA

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Los condes de Septimania y de la Marca Hispánica, así como los obispos y los abades de la zona
gozaron de una consideración espacial por parte de los carolingios y, ya desde finales del siglo IX, eran
prácticamente independientes. De este modo, los condes de Barcelona-Urgel, Pallars-Ribagorza y Ampurias-
Rosellón se convirtieron en las cabezas de otras tantas dinastías alrededor de las cuales se articuló un
sistema feudal propio.

El reino de León no vivió una fragmentación del poder real ni estableció unas instituciones feudales
como en el resto de Europa pues la reconquista puso en manos del monarca tierras suficientes para repartir
entre sus vasallos. La lucha contra el Islam permitió al rey aglutinar y dirigir las fuerzas disponibles, por lo
que su autoridad moral nunca fue puesta en duda. De acuerdo con la tradición jurídica visigodo-romana, las
tierras yermas y de conquista eran de propiedad real pero, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares,
los condes y potestades puestos al frente no consiguieron hacer hereditarios sus cargos. Por su parte, el
reino pamplonés y el aragonés participaron, según el momento, de un sistema feudal tipo catalán o tipo
leonés. Tampoco se desarrolló en España un sistema de servidumbre como el europeo pues los vecinos
libres de las aldeas se reunían en un concejo (concilium) para regular las cuestiones que afectaban a su
comunidad. Todos los hombres libres del reino estaban obligados, a pie o a caballo, a asistir militarmente al
rey (fonsado o hueste), aunque si la expedición era rápida (cavalgada), sólo participaba la caballería. Si no
asistían se les obligaba al pago de una multa que posteriormente derivó en impuesto (fonsadera). Para las
acciones militares de gran envergadura se fomentó la caballería, otorgándose privilegios a los caballeros
villanos y equiparándolos con la nobleza de rango inferior (infanzones).

c) ITALIA

En Italia del Norte y Central, los feudos pasaron a ser hereditarios rápidamente, aunque la vecindad
con ciudades importantes, con una notable clase artesanal, dificultó la implantación del feudalismo. En la
Italia Meridional, ocupada por bizantinos y normandos, el feudalismo se impuso en el siglo XI, en el
momento de la ocupación normanda.

d) ALEMANIA

En Alemania, por un lado, la monarquía alemana se apoyó en numerosos obispados y abadías


creados por ella en su avance hacia el Este, mientras que, por el otro, antiguas unidades étnicas impusieron
su personalidad y fueron la base de monarquías independientes o poderosos ducados como Sajonia,
Baviera, Franconia, Lorena o Borgoña, que ocasionalmente reconocieron la autoridad del soberano. Para
contrarrestar estas fuerzas, el rey concedió numerosas tierras y vasallos a obispos, convirtiéndolos en
obispos-condes, aunque conservando un amplio margen de maniobra al no ser territorios heredables.
Complementariamente, en 1037, Conrado II reconoció el derecho hereditario a los pequeños vasallos
(valvasores) con el fin de socavar el poder de los grandes señores.

e) INGLATERRA

Desde el siglo IX, Inglaterra conoció un feudalismo embrionario en el que los monarcas anglo-
sajones, en torno a los cuales se agrupaba la nación, tenían su autoridad limitada tanto por la Iglesia como
por sus consejeros, que formaban el witan, hasta el punto de que el rey no podía tomar ninguna decisión
importante sin contar con su aprobación.. El witan o witangemot era una asamblea formada por miembros
de la familia real, obispos, los jefes de uno o varios condados o shires (ealdormen) y la aristocracia media
(thanes), vasalla del rey, que decidía sobre asuntos relacionados con impuestos, leyes, asuntos bélicos, etc.

En el siglo X, el territorio de la isla estaba dividido en condados (shires), al frente de los cuales se
situaba un jefe militar (que hará hereditario su cargo), un obispo y un sheriff encargado de recaudar rentas,
administrar justicia y aplicar la ley. En tiempos de la conquista normanda (1066), los thanes se hallaban
repartidos por todo el reino, disponían de tierras en propiedad, eran libres y dependían del rey, de otro
señor o de una iglesia. Por otro lado, aquellos que servían militarmente al rey pero que no poseían tierras
se conocían como caballeros (knights). Con la conquista normanda, se introdujo en Inglaterra el feudalismo
francés, lo que situó al monarca en lo más alto de la pirámide social. Todas las tierras le pertenecían y todos
los feudos dependían de él, de modo que los barones los recibían de sus manos.

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3.- LA TRIPARTICION FUNCIONAL Y OTROS MODELOS DE SOCIEDAD. LA


CABALLERÍA.

La sociedad feudal del siglo X se estructuraba en tres grupos: los bellatores, los oratores y los
laboratores. Los bellatores, responsables del oficio militar, estaban en lo más alto de la pirámide feudal y
defendían a los otros dos órdenes. Conformaban la aristocracia, de sangre o de oficio, poseedora de tierras
que les proporcionaban rentas gracias al trabajo de los campesinos (laboratores) que habitaban en ellas.
Mientras tanto los oratores, el clero, tenía encomendada la defensa espiritual de la sociedad. Esta
aristocracia se conoce como seniores, fideles o nobiles aunque, desde principios del siglo X, aparecen
también entre ciertas capas de la población, inferiores a la nobleza y por ello más móviles y permeables, los
llamados milites o caballarii, personajes vinculados directamente al príncipe. La nobleza de sangre, anterior
pues a la caballería, era escasa, tenía sus orígenes en el Bajo Imperio y estaba fundamentada en el honor al
antepasado. Hasta el siglo XII se transmitió por línea femenina y a ella pertenecían viejas familias
senatoriales, funcionarios reales, poseedores de feudos, grandes propietarios agrícolas, etc., sin embargo,
cuando los feudos se hicieron hereditarios, los señores adquirieron el poder de ban y la guerra constituyó
su principal actividad, la nobleza se transmitió por línea masculina.

Junto a esta nobleza más elevada (magnates, proceres, comites, etc.), apareció otra de menor
categoría que basaba su existencia en el servicio de armas y en su calidad de combatientes a caballo
(infanzones, milites, etc.). En España, a los miembros del primer grupo se les denominaba ricos-hombres y a
los del segundo, infanzones, caballeros o hidalgos. Aunque la riqueza y el origen diferenciaban a ambos
grupos, los dos compartían privilegios como la exención de impuestos, la inmunidad de sus personas y sus
bienes, la exclusiva dependencia jurídica del rey y de su curia, etc. A partir del siglo XII, el término caballería
englobó a ambas ramas de la nobleza, constituyéndose como un código de conducta común, cuyos
principios fundamentales eran la fidelidad, el cumplimiento de los deberes militares y el honor, valores a los
que posteriormente se añadió la defensa de los débiles y el “amor cortés” hacia las damas. La Iglesia trató
de reducir los efectos de la guerra con la creación de la Paz y Tregua de Dios e influyó en la formación del
espíritu caballeresco al dirigir el furor guerrero hacia la causa cristiana, surgiendo así el soldado de Cristo
(miles Christi). A pesar de ello, la guerra y la venganza (faida) fueron las actividades preferidas de la nobleza
altomedieval, que actuaba a caballo mientras las masas de campesinos sólo asistían impasibles a la
destrucción de sus cosechas.

Los caballeros se dedicaron también a los torneos, celebrados en ocasión de grandes fiestas como
remedo de la guerra, aunque fueron inútilmente prohibidos por la Iglesia en 1179. Nobles y caballeros se
regían por nomas propias e, instalados en sus castillos, se aprovechaban del trabajo de otros hombres lo
que levantó una barrera infranqueable entre ellos y el resto de la población que trascendió a la época
medieval.

4.- EL MUNDO RURAL


4.1 El gran dominio
El panorama rural de Europa hasta principios del s. XI difiere muy poco del que presentaba a finales
del bajo Imperio. Estaba basado en el gran dominio de varias miles de hectáreas denominado villa:

 Se componía de:
o AGER: Es la tierra cultivada
 Terra dominicata. En su centro se encuentra la corte (curtis), en la que se hallan la
residencia el señor (dominus), almacenes, molinos, etc. Esta cultivada por los
siervos del señor, y por todos aquellos campesinos que cultivaban mansos en la
tierra indominicata. El manso, de dimensiones variables entre 2 y 10 hectáreas, era
la teórica unidad de explotación familiar, que debía bastarle a un campesino para su
sostén y que podía ser cultivado con un arado y una o dos parejas de bueyes. El
manso servía también como unidad fiscal para calcular el pago de impuestos.

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 Terra indominicata. Tierras del ager dadas en arrendamiento a campesinos y que


se encontraba alejada de la corte. Estos campesinos a su vez trabajaban algunos
días a la semana en la tierra dominicata (corveas), colaborando en la vendimia, la
siembra, trillar, arar, etc...
o SALTUS: son las tierras sin cultivar. Los campesinos podían utilizarla para recoger leña,
recoger frutos silvestres o miel, etc.. pero la caza estaba reservada para el Señor.

A menudo el utillaje empleado es insuficiente, debido al escaso uso del hierro y de abonos, que
deriva en una baja productividad que, sumada a unas condiciones climatológicas adversas, provocaba una
constante amenaza de hambrunas y la subalimentación de la población.

Las villas, normalmente autosuficientes, empleaban sus excedentes para el intercambio de bienes
o los vendían en pequeños mercados, al tiempo que fabricaban cuanto era necesario para la vida cotidiana:
aperos de labranza, ropa, calzado, mobiliario, etc.

Cualquiera que viviese en el dominio estaba sujeto a la voluntad del señor. Los hijos sucedían a sus
padres en el cultivo de la tierra y asumían las obligaciones hacia el señor, ya se trate de siervos, colonos u
hombres libres. El señor era dueño de todo, construía iglesias, fijaba las rentas, las prestaciones laborales,
etc. La condición jurídica de las personas fue degradándose y allí donde el señor tenía inmunidad, lo que le
permitía detentar los privilegios regios, reclutaba gente, impartía justicia, cobraba impuestos, etc. La
inestabilidad tras la caída de los carolingios y la necesidad de protección, fortaleció a los señores y envileció
la situación jurídica, social y económica de los campesinos del dominio, cuya libertad individual acabó por
desaparecer.

Todo este funcionamiento se conoce gracias a los solísticos o registros de derechos y rentas,
como el que redactó el abad Irmión de Saint-Germain-des-Prés.

4.2 La explotación de la tierra


Tras las segundas invasiones y pasados los tiempos de crisis, desde mediados del siglo X y principios
del XI, se produjo una recuperación general de la vida agrícola reflejada en un aumento de la población que
obligó a explotar tierras baldías – durante el Drang nach Osten, en Europa central se talaron bosques y se
desecaron pantanos - o recién conquistadas, como en España, en el valle del Duero y en Cataluña.

El rendimiento de las tierras mejoró gracias a la sustitución del sistema bienal por el sistema de
rotación trienal de cultivos, según el cual la tierra se dividía en tres partes, sembrándose en una cereales de
invierno y en otra un cereal de primavera, mientras la tercera se dejaba en barbecho.

Aunque lenta y puntualmente, también progresó la técnica agrícola, con la sustitución del arado
romano - apto sólo para la tierra mediterránea -, por el arado de una o dos ruedas, con vertedera, que
permitía penetrar en el terreno más pesado. Se mejoró la guarnición de las bestias de tiro para aprovechar
mejor su enorme fuerza (uso de la collera) y se difundió el uso de molinos de agua y viento para mover
morteros y ruedas de molino, lo que permitió emplear la fuerza humana para otros cometidos.

Desde principios del siglo XI, el sistema carolingio de grandes dominios empezó a disolverse. La
reserva empezó a reducirse pues el señor, que hasta entonces la explotaba mediante el sistema de corveas,
la fragmentó para dividirla entre sus herederos, para cederla en donaciones piadosas, para crear feudos
menores o para arrendarlas a cambio de una renta.

A pesar de ello, el poder de los señores fue en aumento al apropiarse de los derechos (banalidades)
que ejercían los antiguos funcionarios carolingios en su jurisdicción. Esta situación supuso la instauración
creciente de numerosos abusos (malos usos), como la prioridad en la venta de la cosecha del señor frente a
la de los campesinos, el uso obligado del molino y el horno del señor, el pago de tasas injustificadas, etc. Se
llega a tal extremo de confusión que no se distingue lo que es obligación personal debida al señor, de lo que

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son obligaciones de carácter público debida al Estado, siendo la arbitrariedad la norma general,
dependiendo todo de la voluntad del señor.

4.3 El aumento de la población


Entre el siglo X y XIII, Europa asistió en esa época a una lenta recuperación demográfica debida al
aumento de las temperaturas y a la disminución de las lluvias, a una mejora en la alimentación humana y a
una mayor tranquilidad general debida, en parte también, a instituciones de Paz y Tregua de Dios. Ello
provocó un aumento de precio en las tierras, la caída de los salarios, la creación de nuevos núcleos urbanos,
la fragmentación de los mansos y la roturación de nuevas tierras.

A pesar de todo, no faltaron tampoco las guerras, períodos de hambruna, epidemias y el


mantenimiento de una escasa esperanza de vida, aunque en todas partes la natalidad fue superior a la
mortalidad. Se calcula que Europa pasó de los 25 millones de habitantes hacia el año 950, a los 45-50 a
principios del siglo XIII, siendo la población inglesa la mejor documentada gracias al sistema fiscal
normando, que pasó de 900.000 habitantes en 1086 a 2.000.000 a principios del siglo XIII.

5.- LA VIDA URBANA Y EL COMERCIO


5.1 La teoría clásica
En el mundo altomedieval, esencialmente rural, la tierra daba el poder y la riqueza y toda la
actividad humana giraba en torno a sus ciclos naturales. A pesar de ello, alternativamente a la villa, existía
otra realidad ciertamente modesta, que las fuentes denominaban civitas, burgus, castrum, oppidum, etc.,
en la que unos ciudadanos o burgueses se constituían como un elemento extraño en el seno de la sociedad
feudal debido a su modo de vida, a su mentalidad y a sus actividades.

A partir del siglo X, se produjo un incremento de la vida urbana, hecho que algunos autores
atribuyen a la pervivencia de las ciudades romanas y otros al desarrollo comercial. Actualmente, ambas
posturas están matizadas al tiempo que se relativiza la distinción entre los habitantes del campo y los de la
ciudad.

Henri Pirenne, que desarrolló su teoría en la primera mitad del siglo XX, afirmó que el control
musulmán del Mediterráneo y los ataques normandos detuvieron la actividad comercial en Europa y
provocaron la decadencia de las ciudades, ya que la base fundamental de la vida urbana era el comercio.
Hasta el siglo XI subsistieron dos tipos de ciudades, núcleos del posterior desarrollo urbano: la que se
remontaba a la época romana, en la que residía el obispo y donde se desarrollaban funciones
administrativas y los burgos o castros, de origen militar, creados para resistir a los invasores.

Pirenne atribuía el desarrollo urbano del siglo XI al nacimiento del gran comercio y de una nueva
clase social, los mercaderes, que instalaron sus almacenes y tiendas (pbrtus), junto a ciudades y burgos,
para almacenar y vender los productos que transportaban de una ciudad a otra. A medida que el comercio
aumentó, los mercaderes se establecieron de forma permanente y pronto entraron en conflicto tanto con
los nobles y grandes propietarios como con el obispo, al defender el reconocimiento de ciertos derechos
como el de propiedad, el de gozar de una justicia especial, el de libertad de comercio, etc. Con este objetivo
se formaron las guildas, asociaciones de mercaderes o comerciantes cuyo objetivo era defender sus
derechos y obtener ciertos privilegios y que fueron el origen de los movimientos comunales que surgieron
posteriormente.

5.2 La teoría actual


Actualmente se matiza la tesis de Pirenne de manera que: las invasiones normandas afectaron a la
parte marítima del reino franco y a algunas zonas del interior y que los mercaderes eran agentes locales de
los grandes señores que vendían los excedentes de las cosechas en otros centros. Por otro lado, las
ciudades medievales no vivieron al margen del campo y muchos de sus habitantes realizaron tareas
agrícolas. Finalmente, los reyes y señores crearon ciudades ad hoc por razones militares o de repoblación y
concedieron privilegios a sus habitantes sin que fuesen previamente reclamadas.

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Sin menospreciar la importancia del comercio en el desarrollo de las ciudades, cabe destacar
también otras causas ya que, junto a las urbes que pervivían desde el Bajo Imperio, surgieron otras junto a
monasterios y lugares de culto (Santiago de Compostela), junto a fortificaciones (Burgos o Zamora), en
zonas pantanosas (Venecia), por motivos estratégicos, políticos o de repoblación.

En la zona mediterránea, las ciudades romanas tuvieron una continuidad en época medieval,
aunque algunas decayeron y otras se convirtieran en importantes núcleos de población y riqueza. En el
norte de Europa, en Inglaterra y en los países eslavos, las ciudades surgieron en torno a antiguos puestos
militares (gorod) o en puertos comerciales de la época vikinga (wik o wich). En la zona de Flandes aparecería
un tercer tipo de ciudad, aquellas que tenían un pasado romano relativo y que estaban animadas por el
renacer comercial, tal y como describe Pirenne.

La ciudad medieval se caracterizó por sus murallas, ampliadas a medida que crecía la población, que
rodeaban un entramado de calles estrechas, casas e iglesias parroquiales que identifican los distintos
barrios. Las ciudades más numerosas eran las de pequeño tamaño, con unos pocos miles de habitantes que
trabajaban en el campo o como artesanos y en las que se celebraba un mercado semanal. Las ciudades de
tamaño medio eran capitales de distrito o de diócesis y en ellas habitaban un cierto número de mercaderes,
artesanos, el representante del rey y el obispo. Las grandes ciudades (París, Venecia, Milán, Barcelona,
Londres) tenían una proyección internacional debido a su amplio radio de acción comercial o industrial,
financiero y político. Su población oscilaba entre los 40 y los 100.000 habitantes. A pesar de ello, estas
ciudades nunca pudieron compararse a las bizantinas o las del mundo musulmán, donde la actividad
comercial y artesanal era muy grande.

A partir del siglo XIII se produjo el triunfo de la vida urbana gracias al movimiento comunal que llevó
a las ciudades a emanciparse de los poderes laicos y eclesiásticos y a crear sus propias instituciones.
Durante el proceso de lucha, se enfrentaron un reducido número de hombres ricos (potentes, meliores,
cives) conocido como sosolo grasso y una masa de ciudadanos conocida como sosolo minuto, pugna que
marcó la vida urbana en el Bajo Medievo.

5.3 El comercio
A) Lbs brígenes
A pesar del colapso de la vida económica tras la caída del Imperio romano, el comercio nunca
desapareció por completo pues, aún cuando la mayoría de la población no necesitaba ni podía acceder a
los productos manufacturados, una ínfima parte (condes, obispos y ricos propietarios) sí consumían
productos de lujo, que eran la base del comercio. Ello provocó que los mercaderes, judíos, griegos y sirios,
fuesen objetivo de las críticas de los eclesiásticos. A pesar de ello, a partir del siglo XI, el mercader se
convirtió en el motor de la economía europea, basada hasta entonces en la agricultura.

Desde la época carolingia, junto al mercader viajero aparecen en las ciudades el comerciante local,
encargado de vender los excedentes de su señor, pequeños transportistas y personajes que intercambian
productos que transportan de un lugar a otro, sorteando todo tipo de peligros. Todos ellos fueron el germen
de los futuros mercaderes.

B) Lbs pblbs cbmerciales


Dos grandes áreas acaparan la actividad comercial de Europa en estos siglos: el Mediterráneo y los
mares del Norte y Báltico.

En el Mediterráneo, los italianos nunca dejaron de comerciar con Bizancio. Importaban productos
de Oriente y los distribuían hacia Europa, dando origen a una clase mercantil que abrió establecimientos
comerciales en el Imperio Bizantino. Genoveses y pisanos, cuyas razzias en el norte de África les
proporcionaron pingües beneficios, consiguieron arrebatar Córcega y Cerdeña a los musulmanes,
circunstancias que beneficiaron enormemente su labor comercial. En Italia, la ausencia de tierras cultivables
y el aumento demográfico empujaron a muchos a dedicarse al comercio, lo que les situó en una situación
privilegiada como suministradores cuando se iniciaron las cruzadas. Las ciudades de Oriente – ocupadas o
no por los occidentales – vieron aparecer una serie de factorías cuyo modelo fue el fonduk (o fondaco)

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árabe, mitad colonia, mitad almacén, que gozaba de una serie de privilegios fiscales y del principio de la
extraterritorialidad (ius mercatorum). Durante siglos, los italianos monopolizaron el comercio con Oriente,
importando especias, sedas, algodón, etc. Y exportando cereales, madera, hierro, paños, etc.

En el área báltica y del Mar del Norte, los lugares de intercambio de la época vikinga (wiks), como
Haythabu en la península de Jutlandia y Visby, proyectaron su radio de acción desde el siglo XI hacia el
espacio ruso.

Las zonas del Mosa y el Rin fueron también activos centros de comercio, mientras que Flandes, con
su comercio de paños, fue el centro más activo del comercio norteño, estableciendo alianzas en Inglaterra y
España para asegurarse el suministro de lanas. Brujas se puso a la cabeza de las ciudades flamencas,
promoviendo la creación de asociaciones o hansas de diversas ciudades para organizar el comercio de la
lana. El elemento judío ocupó un importante lugar en el comercio continental, con bases en Maguncia,
Verdún o Praga.

5.4 La actividad comercial


A) Lbs transpbrtes terrestre
En esta época hubo muchos obstáculos y peligros – robos, peajes, pasos de montaña - que
dificultaron el tráfico comercial fluido y seguro pero la principal dificultad fue el estado de las vías de
comunicación. Las calzadas romanas estaban muy degradadas por la falta de mantenimiento y no llegaban a
todas partes, especialmente en un momento en que se creaban nuevos burgos y villas nuevas, que sólo
estaban unidos por una red de caminos poco condicionados. De este modo, las mercancías, sobre todo las
de mayor valor, se transportaban a caballo o en mulos.

Afortunadamente, Europa contaba con ríos caudalosos y navegables que podían transportar cargas
pesadas de modo que ciudades como Colonia (Rin), París (Sena), Londres (Támesis) o Milán (Po), entre
otras, desarrollaron un comercio más activo.

B) El transpbrte marítimb
El transporte marítimo se veía perjudicado por la poca capacidad de las naves y por las dificultades
de la navegación, limitando el comercio al cabotaje con muy pocos casos de altura.

En el norte, a principios del siglo XII, la nave vikinga (drakar) fue poco a poco sustituida por un
nuevo tipo de barco llamado coca (koggen), más resistente a las embestidas del mar y de mayor capacidad
(300 toneladas), que era perfecto para el transporte de vino, lana, cereales y cualquier materia pesada y de
gran volumen (a continuación, imagen izquierda). En el Mediterráneo, se mantuvo el uso de la galera de
dos mástiles, con vela latina y a remo, apta para mares más tranquilos y para transportar mercancías de
poco peso y gran valor hasta una capacidad de 200 – 300 toneladas .

A partir del siglo XIII se perfeccionó la construcción de naves y se difundió el astrolabio y el timón de
codaste, precedentes de los progresos técnicos del Renacimiento.

5.5 Mercados y ferias


La generación de excedentes debida al aumento de producción del siglo XI obligó a venderlos en los
mercados locales más próximos, celebrados semanalmente en las ciudades cabeza de distrito, de obispados
o en villas importantes, y cuyo objetivo no rebasaba el del abastecimiento puramente local. Paralelamente,
aparecieron centros donde los intercambios y la contratación de mercancías se hacían a gran escala,
surgiendo así las ferias, que se celebraban periódicamente y a las que acuden mercaderes venidos de
lugares lejanos. Las ferias se especializaron en el tipo de mercancías a contratar, destacando las de
Winchester o Stanford en Inglaterra, la de Brujas e Ypres en Flandes, la de Saint-Denis en Francia, las de
Milán y Verona en Italia o la de Valladolid en Castilla, aunque las de mayor envergadura fueron las de
Champaña, que tuvieron su momento de esplendor en los s. XII y XIII.

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A la situación estratégica del condado de Champagne, intermedia entre Flandes e Italia, se unió la
protección jurídica dada por lo señores a los mercaderes, por medio del conductus. A ellas acudían
mercaderes italianos, españoles, franceses, ingleses, etc. que compraban y vendían paños, lanas, cureo,
cereales, vinos, especias, etc. Estas ferias se celebraban durante todo el año en el condado, a través de seis
ferias: Provins (una en mayo y otra en Septiembre), Troyes (junio y octubre), Lagny (enero) y Bar (febrero)

El elevado volumen de las ventas y la necesidad de facilitar los pagos, hicieron que los mercaderes
italianos introdujesen las “letras de feria” u órdenes de pago, que facilitaban las transacciones comerciales y
evitaban el transporte de grandes sumas de dinero. La letra de feria era un documento escrito ante notario
por la que un deudor se comprometía a reembolsar a un acreedor una cantidad previamente estipulada en
un lugar y en un momento concreto.

La progresiva sedentarización del comerciante hizo desaparecer la figura del mercader viajero, que
fue sustituido por un delegado o representante de la compañía, asentado en la ciudad, que representaba
sus intereses. Este hecho, unido al desplazamiento de las vías de comercio con el enlace marítimo entre
Italia y el norte de Europa, desembocaron en la desaparición de las grandes ferias como las de Champaña.

5.6 Moneda y crédito


Desde la época de Carlomagno, venía imperando en Europa el sistema monetario implantado por
élbasado en la moneda de plata, excepto en las areas de contacto con el mundo musulmán, donde existían
también monedas de oro (España, Cataluña)

Para los pocos intercambios comerciales existentes, Carlomagno creyó suficiente el uso de monedas
de plata en ellas basó su reforma monetaria. En 794 impuso el patrón de plata, con un peso concreto, y en
805 reivindicó el monopolio real (regalía) en la acuñación de moneda, sin embargo, el debilitamiento del
poder real facilitó que numerosas cecas privadas acuñasen también moneda y que, ante la escasez de plata,
su valor se envileciese al alearlas con cobre. El desarrollo del comercio hizo necesaria una mayor circulación
monetaria y la recuperación del valor de la moneda, por lo que se emitieron nuevas monedas de plata.

La reforma de Carlomagno durará varios siglos, hasta que Venecia, por motivos comerciales, en
1202 emite el gros o matasán de plata. En 1.266 Luis IX de Francia creará el gros de Tours que se
convertirá en la moneda por excelencia de Europa, y en Inglaterra se creará la esterlina.

En Bizancio y en el mundo musulmán no dejó de circular la moneda de oro, por lo que en lugares en
contacto con ellos como Aragón (siglo XI) y Castilla (siglo XII) se emitieron monedas de este metal precioso.
En el resto de Europa, se tuvo que esperar hasta mediados del siglo XIII para hacerlo. La actividad comercial
se vio afectada por la noción negativa que tenía la Iglesia del mercader y de los prestamistas, cuyas
ganancias no procedían del trabajo manual, único santificado, sino del préstamo y la especulación. Judíos,
cahorsinos y lombardos, dedicados al préstamo con interés, fueron objeto de las invectivas eclesiásticas y
acusados de usureros. Los primeros banqueros italianos esquivaron las sanciones eclesiásticas mediante
trucos para burlarlas.

Con el objetivo de afrontar los largos viajes y las crecientes inversiones comerciales, en Italia
nacieron instituciones como la commanda y la societas maris. En ambos casos, un cbmandatarib entregaba
un dinero y objeto a un comerciante para que realizara un determinado negocio. Tras el viaje, los beneficios
se repartían entre ambos a partes iguales en la societas y tres cuartas partes para el comandatario en la
commanda. Las pérdidas sólo las asumía el comandatario. Con el tiempo, apareció la comsañía, que
permitía la entrada en el negocio de varias personas, que se repartían el beneficio y las pérdidas según su
aportación inicial. Cuando las compañías empezaron a admitir depósitos y a prestar dinero aparecerá la
banca, motor de la economía en épocas posteriores.

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TEMA 13.- EXPANSION Y CISMA:


LA IGLESIA EN LOS SIGLOS VIII-XII
1.- LA IGLESIA, NEXO DE UNION CON EL MUNDO ANTIGUO

Como hemos visto hasta ahora, el asentamiento de los pueblos bárbaros en el seno del Imperio
supuso una ruptura con el mundo antiguo, cuyo espíritu sólo se conservó en las mentes de los clérigos y de
algunas familias senatoriales que, a través de su vinculación con la Iglesia, lograron mantener la tenue llama
de la los últimos tiempos del mundo clásico.

Pero la Iglesia también se mostró interesada en romper los lazos con un mundo en el que el
paganismo era imperante y, por ello, veía en el mundo nuevo que nacía un campo de cultivo en el que
poder moldear las mentes y las formas de pensamiento. Y ello fue posible porque las únicas personas
cultivadas eran sus clérigos, y serán ellos los primeros en poner en entredicho las pasadas glorias romanas y
sus obras literarias impregnadas de paganismo.

La Biblia y la Historia Sagrada eran los únicos textos que los hombres de la Iglesia cultivan, por lo
que, cualquiera que quisiese acercarse al campo de las letras, tenía que hacerlo a través de estas lecturas,
mediatizadas a través del estamento clerical, que establecía aquello que era digno de lectura y lo que no.

A falta de una administración eficaz, los monarcas bárbaros se apoyaron en el estamento


eclesiástico, principalmente en los bbispbs, representantes espirituales y civiles de la sociedad así como
portavoces de la sociedad romana frente a los nuevos señores, y cuya sede estaba en las antiguas ciudades
romanas. En este sentido, las ciudades fueron convirtiéndose en centros del nuevo poder religioso, y sus
edificios más significativos serán su catedral, su baptisterio y las iglesias anejas.

El poder de los obispos fue en aumento a medida que los nuevos señores fueron afianzándose en
los territorios conquistados. Su papel fue creciendo día a día y su favor fue buscado por la nueva clase
gobernante, empezando por los reyes, que los veía como aliados frente a la pujante clase nobiliaria. La
unción sagrada que la Iglesia confiere a los reyes y el apoyo que éstos buscan en los Concilios, eran
manifestaciones claras del nuevo y creciente peso de la Iglesia, que no cesa de crecer.

El poder que ejerce la Iglesia se basa en su capacidad exclusiva de acceso a la cultura y al cultivo de
las letras, conocimientos que transmitía apoyada en los saberes clásicos. La enseñanza de estos saberes fue
sistematizada en el siglo VI por Casibdbrb, que estableció un plan de estudio en dos ciclos, empleado a lo
largo de toda la Edad Media en monasterios o escuelas catedralicias: el Trivium y el Quadrivium. El Trivium,
primer ciclo de estudios, comprendía la Gramática, la Retórica y la Dialéctica y preparaba al alumno a
elaborar y enunciar un discurso coherente y argumentado. El Quadrivium, segundo ciclo de la enseñanza,
incluía Aritmética, Geometría, Música y Astronomía, completando la base del conocimiento de cualquier
persona culta en la Edad Media.

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Los monarcas francos, especialmente Carlomagno, buscaron siempre el apoyo episcopal pues la
Iglesia, con su organización y su extensión, podía llevar el mensaje del rey hasta el más alejado de sus
súbditos. La acción de la Iglesia, ejercida a través de sus obispos y sacerdotes, actuaba de forma eficaz sobre
las conciencias de las personas y su desobediencia tenía trascendencia más en la otra vida. El sermón del
sacerdote rural calaba hondo en el campesino más rudo y lo convertía en un súbdito fiel y sumiso por
miedo al infierno. Por este motivo, Carlomagno, al contrario que su hijo Ludovico Pío, controló el
nombramiento de todos sus obispos y abades y a toda la jerarquía. A cambio de su apoyo, les concedió
privilegios y participaron del Imperio al mismo nivel que los condes, de modo que acudían a las Asambleas
Generales, iban a la guerra y constituían una parte esencial del misaticum en labores de inspección y
control.

Por estos motivos, la elección de los obispos por el clero y el pueblo de sus respectivas diócesis,
cayó en desuso y, en la mayoría de los casos, fueron nombrados por el rey pues la designación era
considerada una regalía. Esto ocurrió así tanto en Alemania como en el norte de Italia pues, en el resto de la
Península, era la nobleza quien controlaba las elecciones. En Francia, a medida que el poder real decaía, los
duques y los grandes señores controlaron las elecciones en sus territorios.

Cuando los obispos entraron en la estructura feudal, siendo nombrados por los monarcas, se
convirtieron en un vasallo más, debiendo ayudar a su señor cuando éste le solicitaba su auxilium (ayuda
militar) y su consilium (interviniendo en el Consejo real y en la asamblea militar). Las rentas del obispado se
consideraban un honor y podían ser retiradas y, por otro lado, cuando el obispo moría, el obispado no se
transmitía en herencia y volvía a manos del señorío (dominicatum) del príncipe hasta que nombraba un
nuevo obispo – entregándole un báculo y un anillo - pudiendo disfrutar mientras de sus rentas.

1.1 Parroquias, iglesias privadas y monasterios en los siglos altomedievales


La mayor parte de las iglesias rurales fueron levantadas por los señores para atender las
necesidades espirituales propias y de sus siervos. Las dotaban económicamente para sostener a los
sacerdotes adscritos y para atender a los gastos del culto, por lo que las consideraban de su propiedad,
percibían en su beneficio rentas y limosnas y las cedían en herencia o como premio por servicios prestados.
En muchas ocasiones, el nivel moral e intelectual de estos sacerdotes rurales dejaba mucho que desear. El
nivel intelectual que se exigía para la clase episcopal, brillaba por su ausencia en el ambiente rural. La
fundación de iglesias privadas representaba una manifestación de poder para la nobleza, que se reforzaba
ante otros nobles, y les permitía ejercer un sutil control sobre sus colonos y siervos, a través de los
sacerdotes nombrados por ellos

Algo parecido puede decirse sobre muchos monasterios. Debido a su elevado coste y a la cantidad
de tierras necesarias, muchos de ellos fueron levantados por monarcas y grandes señores. Sus abades se
convirtieron en señores feudales cuyo rango y nivel de influencia alcanzaba el de los obispos, como en el
caso de Cluny, por lo que su nombramiento fue también controlado por los señores laicos. Con el objetivo
de administrar también sus rentas, se nombraron abades laicos e incluso algunos reyes se reservaron el
abadengo en determinados casos. Los abades laicos no se ocupaban de la vida espiritual de los monjes,
tarea que se encomendaba a otra persona, lo cual era motivo de grandes escándalos. Tanto en Alemania
(Fulda, Reichenau, San Gall) como en Francia, los monarcas dispusieron a su antojo de los monasterios.

1.2 La práctica religiosa


La sociedad cristiana alto medieval vivía mayoritariamente inmersa en prácticas supersticiosas.
veneraba a Dios porque le temía y buscaba la intercesión de los santos para aplacar su ira. La imagen del
demonio y del infierno era recurrente en sermones, imágenes y documentos. Otros modos de aplacar la ira
divina eran las donaciones a las iglesias, el culto a los santos y sus reliquias y las peregrinaciones a los

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lugares donde se guardaban. Hasta tal punto fueron importantes las reliquias en ese universo religioso que
se organizaron expediciones para arrebatar a otros sus reliquias y se firmaron acuerdos para su cesión.

La posesión de reliquias empujaba a muchos a viajar para venerarlas, lo que aumentaba el prestigio
y la economía de los templos que las guardaban. Además de las peregrinaciones a Roma o a los Santos
Lugares, en Francia se veneraba especialmente a San Martín de Tous y a la Santa Fe de Conques, en Italia, a
San Miguel en el Monte Gargano y, en España, a Santiago de Compostela, cuyo culto fue de gran
trascendencia para los reyes castellanoleoneses pues enarbolando su estandarte libraron sus principales
batallas contra los infieles.

Otra muestra de esta peculiar religiosidad era el juicio de Dios (ordalía), basado en la creencia de
que Dios intercedería siempre por un inocente acusado injustamente para mostrar la verdad. Las pruebas
de ordalía más frecuentes, a las que podían someterse desde el rey hasta un mendigo, eran las del agua
caliente, el hierro candente, el agua fría o el duelo judicial. A pesar de todo, en los siglos IX y X, personajes
como San Agobardo, obispo de Lyon, o Atón, obispo de Vercelli, denunciaron este tipo de prácticas.

Una última y característica manera de vivir la fe de los religiosos de la Alta Edad Media fue a través
de la interpretación alegórica y exaltada de ciertos textos sagrados, en especial del Apocalipsis de San Juan.
Durante los s. IX y X, la literatura apocalíptica que se había iniciado en España con Beato de Liébana, gozó
de gran difusión en toda Europa.

1.3.- Simonía y nicolaísmo


Los miembros de la Iglesia difícilmente podían sustraerse del ambiente de violencia y degradación
moral que les rodeaba, aunque siempre hubo mentes lúcidas que denunciaron este estado de cosas.

En este período, de la misma manera que había laicos que estaban dispuestos a pagar por obtener
un beneficio, hubo clérigos dispuestos a pagar con el fin de obtener una dignidad eclesiástica que les
reportara poder y dinero de modo que, en algunas zonas, existió una intensa compraventa de cargos
eclesiásticos que produjo un gran escándalo entre algunos fieles. A esta práctica de compraventa de cargos
eclesiásticos se la denominó simonía - en recuerdo a Simón el Mago que, según el Evangelio, pretendió
comprar a San Pedro el derecho a hacer milagros -, fue algo habitual durante los siglos X y XI y pocos
escaparon a su práctica, desde el arzobispo que cobraba para nombrar obispos hasta los sacerdotes que lo
hacían por administrar sacramentos e incluso el Papa, siendo numerosos los testimonios de la compra de la
elección pontificia. También se extendió la práctica de nombrar obispos, cardenales y Papas menores de
edad pues, de este modo, obtenían suculentas rentas.

En este ambiente, también era habitual la ruptura del celibato por parte de eclesiásticos de
cualquier nivel y los más atrevidos incluso mostraban en público a sus concubinas. Esta práctica, llamada
nicolaísmo, fue denunciada contundentemente por el Papa Nicolás II en el Sínodo de Letrán de 1059, bajo
pena de excomunión. Consecuencia de esta costumbre fue la existencia de descendencia entre los clérigos,
que en ocasiones dejaban en herencia sus diócesis a uno o varios hijos, llegando a establecer verdaderas
dinastías clericales. Ni el Papado escapó a esta práctica. Estas prácticas fueron condenadas en todos los
concilios y sínodos de la Edad Media, en los que se establecieron diversas penas para quienes las
practicaban, aunque con escaso resultado. Estas prácticas fueron muy mal vistas por el pueblo, que ya
desde el s. XI empezó a cuestionarse la validez de los sacramentos administrados o por estos clérigos, al
tiempo que pedían la vuelta a la pobreza evangélica. El primer movimiento de este tipo fue la sataría, que
se produjo en Milan en la segunda mitad del s. XI, y que fue el precursor de otros movimientos de protesta
como fueron los valdenses y cátaros, del s. XIII, que por su mejor organización y corpus doctrinal, fueron
condenados como herejes.

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2.- LA RUPTURA CON LA IGLESIA BIZANTINA

Es preciso retroceder a la época misma de la fundación de Constantinopla, para poder entender el


cisma entre las iglesias de Roma y Constantinopla, ya que con ello, Constantino dio un paso que de hecho
suponía la ruptura en dos entre Oriente y Occidente, tanto en lo político como en lo religioso, por la
diferente forma de entender el cristianismo. El Imperio Bizantino, ya había comenzado un proceso de
orientalización, muy marcado a partir de Justiniano.
Varios fueron los factores que influyeron para alejar una Iglesia de otra:
 Las sutilezas dialécticas y metafísicas de los orientales
 El gusto innato por la discusión de éstos, que había promovido la el nacimiento de numerosas
herejías, que trascendieron no sólo a la Iglesia sino al pueblo llano.
 El culto extremo por las reliquias y las imágenes, que produjo la reacción de los iconoclastas

Los papas de Roma, alejados de la tutela de Bizancio, buscaron la hegemonía y su expansión en


Occidente, aunque acabarían siendo víctimas, primero de las familias romanas más poderosas y después de
la influencia de los emperadores francos y germánicos. El apoyo de León III a Carlomagno para restaurar el
Imperio de Occidente, fue considerado como una traición por los orientales.

A) Fbcib y el primer cisma

La primera parte del cisma se produjo en tiempos de Fbcib, patriarca de Constantinopla. Focio, un
hombre culto y de alto linaje, pero laico, fue promovido por el regente Bardas a patriarca de
Constantinopla, ante el enfrentamiento que Ignacib, en ese momento el patriarca, mantenía con éste. Al ser
laico, recibió las órdenes sagradas en tan solo cinco días, siendo nombrado Patriarca en la navidad de 858.
Nicblas I, Papa de Roma, no reconoció tal nombramiento, exigiendo la restitución de Ignacio, por lo que
Focio acusó al Papa por el tema del filioque ("El Espiritu Santo procede del Padre y del Hijo"), asegurando
que la dicha cláusula del Credo era una blasfemia. Focio convocó un Concilio en Constantinopla en 867, que
se atrevió a excomulgar y deponer al papa romano. En 877, el papa Juan VIII, intentó mediar buscando una
solución, pero acabó excomulgando a Focio, al igual que sus sucesores Martín I y Esteban V. Sólo la muerte
de Focio trajo una tregua entre las dos iglesias, que se irá debilitando por el reparto de influencia sobre la
adscripción de los búlgaros a una u otra iglesia, y la presencia bizantina y su culto en el sur de Italia.

B) Miguel Cerularib y el cisma definitivb

En tiempos del patriarca Miguel I Cerularib, elegido en 1042, se produjo el definitivo cisma. Si bien
defendía la equiparación de las sedes de Roma y Constantinopla, denunció las prácticas romanas sobre el
ayuno los sábados, el uso del pan ácimo en la misma, el celibato de los eclesiásticos latinos y, cómo no,
volvió sobre el tema del filioque, además de cerrar las iglesias latinas de Constantinopla. El Papa León IX
puso sobre la mesa el tema central de la divergencia: la primacía de la Sede de San Pedro.

A continuación despachó una embajada a Constantinopla compuesta por Humberto da Silva


Cándida, intransigente defensor de la primacía de Roma, el cardenal Federico de Lorena (futuro Esteban IX)
y Pedro, Arzobispo de Amalfi, que, al igual que los orientales, se obstinaron en sus argumentos, por lo que
el 19 de Abril de 1054, depositaron en el altar de Santa Sofia una Bula de excomunión del Patriarca de
Constantinopla. Al domingo siguiente Miguel Cerulario, tras quemar la bula papal, publicó un Edicto Sinodial
en el que reiteró sus anatemas sobre Roma y comunicó a todos los obispos y clero de Oriente lo sucedido. A
pesar de la mediación del Patriarca de Antioquía, el cisma se había consumado, perdurando sus efectos
hasta la actualidad.

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3.- LA REFORMA DE LA IGLESIA

De todo lo anteriormente expuesto es fácil deducir que, a finales del siglo X, la Iglesia estaba en uno
de los peores momentos de su historia por lo que, poco a poco, fueron alzándose voces que clamaban por
una reforma que debía afectar a todos los estamentos eclesiásticos.

3.1 La reforma monástica

A) Lbs cluniacenses
A pesar de la crisis general que afectaba a las costumbres y a la moral del clero, los monjes se
vieron, de algún modo, más libres de las injerencias laicas, a pesar de que la acción de los abades laicos y la
obligatoriedad de albergar a los señores durante sus desplazamientos perturbaban la paz de los
monasterios.

La reforma no podía partir del Papado, en sus horas más bajas, ni del emperador, que no quería
prescindir de su facultad de nombrar y controlar los obispos. El paso definitivo para la reforma de las
costumbres eclesiásticas y para la progresiva liberación de la tutela de las fuerzas laicas se produjo en varias
fases. La primera, que afectó a los monasterios, fue paradójicamente impulsada por laicos como Gerardb de
Rbsellón, fundador del monasterio de Vezelay y, sobre todo, Guillermb I el Piadbsb de Aquitania, fundadbr
de Cluny.

La carta fundacional de Cluny, del 11 de septiembre de 909, establecía que el monasterio y sus
dominios pertenecían y dependían, exclusivamente, de la Santa Sede, que estaba exento de toda injerencia
laica y que sus abades serían escogidos por los monjes. En 931, el Papa Juan XI aprobó estos privilegios y
años después, el abad Hugb de Cluny (1049 – 1109) pudo poner bajo su gobierno a todos los monasterios
fundados por él mismo o que quisieran acogerse a la norma reformista de Cluny.

El primer abad de Cluny, Bernón (910 – 926), no estableció una nueva regla monástica sino que
restauró en toda su pureza la Regla benedictina de San Benito de Aniano, que insistía en la pobreza, la
obediencia, la castidad y la penitencia. La liturgia pasó al primer plano, con especial relevancia en el caso de
la misa y el oficio divino. Los primeros abades de Cluny, Odón (926 – 942) y Mayblb (954 – 994) fueron dos
preeminencias de su época y su fama hizo que muchos señores deseasen el establecimiento de dichos
monjes en sus dominios, aunque siempre sin capacidad de intervención. Desde la época del abad Odilón
(994 – 1049), todos los monasterios bajo la norma de Cluny quedaron sujetos a la abadía madre en
cuestiones de observancia y disciplina, en la que el abad tenía plenos poderes. La organización cluniacense
llegó a su máxima expansión en la segunda mitad del siglo XI y sus abadías y prioratos se extendían por las
grandes vías de comunicación y por las principales llanuras agrícolas de toda Europa. En Cluny, se levantaba
la mayor iglesia de la cristiandad.

Varias son las razones del éxito de Cluny:


 Una cuidada elaboración de la liturgia
 Especialización en la celebración de ceremonias litúrgicas destinadas al rezo por el alma de
los donantes y benefactores del monasterio (todos, ricos o pobres, sabían que toda la
congregación rogaba por su salvación gracias a sus limosnas)
 La longevidad de y prestigio de sus primeros abades, que estuvieron presentes en todos los
acontecimientos políticos de la época.

Dos importantes papas habían salido de sus filas: Urbano II y Pascual II. Hacia mediados del siglo XII,
los desacuerdos de los abades de Cluny con el papado y ciertos problemas económicos, pese a los esfuerzos
de Pedro el Venerable (1122-1157), marcaron el declive de una Orden que llegó a tener miles de monjes y
enormes dominios agrícolas trabajados por siervos, colonos y hermanos conversos, que permitían a los
religiosos evitar el trabajo manual y dedicarse al oficio coral y a la confección de bellas copias manuscritas
en sus scriptoria.

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Los cluniacenses – conocidos por su hábito como monjes negros - contribuyeron a mitigar la
violencia de la sociedad feudal mediante su participación en las asambleas de Paz y Tregua de Dios, a
reformar el clero y sus costumbres morales y a difundir el Románico por toda Europa, aunque también
pusieron en duda la doctrina gregoriana de la absoluta superioridad del Papado. Este esfuerzo por estar
presentes en todos los ámbitos de la vida hizo que, lentamente, ignorasen las nuevas exigencias de mayor
retiro del mundo, de mayor pobreza y de mayores dosis de misticismo, virtudes que no existían ya en Cluny.
Al margen de Cluny, surgió otro centro de renovación del benedictismo en Lbrena, de manos del abad de
Gorze (933), Juan de Vandières, que dedicó especial atención al ascetismo y al trabajo manual. La reforma
de Gorze fue más austera que la de Cluny y no estableció relación alguna de dependencia entre
monasterios bajo la misma norma.

Aunque gozaron de la protección de Otón I y Otón II, los abades lorenenses se elegían libremente y
cada centro permanecía bajo el patrocinio de sus fundadores, ya fuesen obispos o señores laicos, lo que
permitió que su reforma tuviese más influencia sobre su entorno social y, en especial, sobre el clero secular.
A pesar de ello, pronto surgieron los problemas derivados de la sumisión del poder espiritual al poder
temporal. Cuando Esteban IX (1057 – 1058), un monje lorenense, llegó al Papado, se inició el camino contra
las investiduras y el poder de los laicos en la Iglesia

b) Otras órdenes mbnásticas

El devenir de Cluny hizo que sus detractores le criticasen por sus riquezas, tan alejadas de la vida
eremítica y su ideal de pobreza y entrega a Cristo. De este modo, a finales del siglo X surgieron diversos
movimientos anacoretas, encabezados en Calabria por Nilb de Rbssanb, abad fundador del monasterio de
rito bizantino de Grottaferrata, que predicó constantemente contra los excesos de su época. Otros
combinaron la vida eremítica con la cenobítica, creándose nuevas Órdenes como la de los Camaldulenses,
fundada por San Romualdo en 1012 o la de los Cartujbs, fundada por San Bruno en el corazón de los Alpes,
con la intención de recuperar las esencias del benedictismo y añadirles estrictas exigencias de aislamiento y
silencio.

Otros reformadores adoptaron la Regla de San Agustín, que permitía a sus miembros vivir en
comunidades canonicales dedicadas a la enseñanza y la predicación, como la cblegial de San Victbr en París
(1110) y la Orden de los Prembstratenses, fundada en 1120.

Las Órdenes Militares se fundaron en Tierra Santa como resultado de un espíritu reformista, de la
necesidad de proteger a los peregrinos y de acuerdo con el ideal caballeresco y espiritual de Cruzada. Así
surgieron los Hospitalarios de San Juan, los Caballeros del Templo o Templaribs, fundados por Hugo de
Payns en 1119, y los Caballeros Teutónicbs (1198).

c) Lbs cistercienses

A principios del siglo XII, Cluny llevaba dos décadas pasando sus peores momentos: tenía conflictos
con el papado, era objeto de ataques por parte del Obispo de Mácon, el abad había sido excomulgado y
muerto en una cárcel romana y, por último, había estallado un cisma monástico en 1125 que produjo
incluso enfrentamientos armados dentro del monasterio. La antorcha dejada por Cluny la recogieron, en el
siglo XII, los monjes del Císter. En el año 1098, un grupo de monjes cluniacenses, dirigidos por Rbbertb de
Mblesmes fundó en Citeaux (Borgoña) un monasterio en el que vivir en toda su pureza la Regla de San
Benito. Los estatutos de la nueva Orden no se concretaron hasta 1120, cuando su tercer abad, Esteban
Hárding, redactó la Carta caritatis, cuyos preceptos eran la pobreza, el silencio, el trabajo manual en los
campos, el aislamiento del mundo, la austeridad extrema y la sencillez de sus casas y templos. El gran
impulsor del Císter fue San Bernardb, que ingresó en la Obra en 1112, fundó el monasterio de Clairvaux
(Claraval) en el año 1115 y facilitó extensión por toda Europa. San Bernardo fue un hombre de gran cultura,
un profundo conocedor de las artes liberales que influyó enormemente en la Orden, actuó también como
consejero de papas y reyes y predicó la segunda cruzada. Cuando murió en 1153, los cistercienses
constituían la primera línea de apoyo del Papado, participaban en la elevación moral del episcopado y
luchaban contra los herejes en el Languedoc. En 1145 fue elegido Eugenib III, primer papa cisterciense, y a
partir de ahí la orden se extiende por toda la cristiandad, siendo su hegemonía indiscutible.

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La organización cisterciense difería radicalmente del monaquismo de Cluny, era mucho más
participativa y sus abadías tenían más autonomía, dependiendo de las 5 grandes abadías-madre. El abad
general, del que emanaban todas las directrices, residía en Citeaux y estaba asistido por un Capítulo
General. Por su parte, el monje cisterciense, caracterizado por su hábito blanco, era fiel al espíritu de
pobreza, cultivaba los campos, conocía bien las últimas técnicas agrícolas y gestionaba y administraba las
propiedades del monasterio.

3.2 La Iglesia y las instituciones de paz: "Paz y Tregua de Dmos"


El desorden existente en el sur de Francia, donde la autoridad real era muy débil y las familias
nobles luchaban despiadadamente entre sí, provocó la aparición de una corriente sobre el respeto debido al
Derecho, a los juramentos prestados y a la protección de los más débiles.

Los primeros acuerdos sobre la Paz de Dios (Pax Dei) –pues era el propio Dios quien la garantizaba–
se tomaron en el Concilio de Charroux (cerca de Poitiers), en junio de 989, para proteger, bajo pena de
excomunión, a campesinos y clérigos. Un año después, estos acuerdos se extendieron para la protección de
los mercaderes.

A partir de entonces, constantes sínodos y concilios confirmaron dichos acuerdos hasta que, en
1010, el rey Rbbertb proclamó en Orleans la extensión de la Paz de Dios a tbda Francia, aunque su
aplicación tuvo resultados limitados.

Complementariamente a este movimiento, surgió la Tregua de Dios (Tregua Dei) impulsada por el
bbispb Oliva de Vic, por la que se prohibían los combates en determinados días y épocas del año. La
primera asamblea de Paz y Tregua de Dios se celebró en 1027, durante el Sínodo de Elna (Rosellón),
encabezada por el entonces abad Oliva en respuesta a una ola de violencia desatada entre los poderes del
condado, que afectó también a campesinos y clérigos de la zona. Con el objetivo de garantizar la asistencia a
misa y el descanso dominical, se prohibió la guerra desde la tarde del sábado hasta las primeras horas del
lunes. Oliva siguió impulsando este movimiento pacifista en los siguientes años, extendiéndolo a Occitania.
En 1041, el abad Odilón de Cluny y los obispos de Provenza consiguieron extender la prohibición desde el
miércoles por la noche hasta el lunes por la mañana. También los obispos de Borgoña extendieron la
prohibición a fechas como el Adviento y la Semana Santa.

Cuando las asambleas de Paz y Tregua de Dios no contaron con el apoyo de la nobleza tuvieron un
efecto muy limitado, sin embargo, hubo casos como el del conde Ramón Berenguer I de Barcelona que,
durante la segunda mitad del siglo XI, no sólo ratificó las decisiones de Paz y Tregua sino que incluso
convocó concilios de paz como el de Barcelona de 1064 o el de Gerona del 1068. Las disposiciones de estos
concilios fueron incorporadas en los Usatges de Barcelona, nuevo código legal que sustituía al viejo Liber
Iudiciorum que se había convertido en obsoleto después de la feudalización. Papas como León IX o Nicolás II
fueron entusiastas defensores de la Paz y Tregua de Dios.

4.- LAS HEREJIAS

A raíz de la situación que vivía Europa, durante los siglos XI y XII se desarrollaron una serie de
herejías basadas, no en cuestiones teológicas, sino en principios de fuerte reivindicación social y que
afectaron a os estamentos más bajos de la sociedad, sin que faltaran nobles, clérigos y artesanos que se
sumaron a ellos. Su motivación fue también el anhelo de reforma que se pedía para el clero, al que se
solicitaba un retorno a los ideales de la primitiva vida evangélica, por lo que la regeneración y purificación
de la Iglesia eran prioritarios. La realidad fue que ni valdenses ni cátaros – o albigenses – desearon

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subvertir el orden social imperante sino vivir un cristianismo cercano al de la primitiva Iglesia apostólica.
Todos denunciaron la riqueza del episcopado y su incapacidad para ejercer sus funciones religiosas, la
ignorancia del clero y la riqueza, tanto de cluniacenses como de cistercienses.

Desde principios del s. XI, las crónicas informan de predicadores que defienden doctrinas contrarias
al dogma católico en Arras, Orleáns, Aquitania, Alemania o Lombardía. Sus adictos profesan un
espiritualismo exacerbado y practican la pobreza comunitaria. Cuentan con numerosos adeptos, pero no
suponen ningún peligro para la iglesia local.

a) Valdenses
Fueron fundados en 1170 por un rico mercader de Lyon, Pedrb Valdb, que repartió sus bienes entre
los pobres de la ciudad (Pobres de Lyon), predicó la pobreza y la penitencia y la traducción de los Evangelios
a la lengua vulgar para evitar la intermediación de los eclesiásticos en su lectura.

Valdo no dejó su estado laico y se enfrentó a la jerarquía eclesiástica, lo que provocó su excomunión
en 1184 en el Cbncilib de Verbna. Su posterior expulsión de Lyon provocó que su doctrina se extendiera por
toda Europa, especialmente por el Norte de Italia, donde se radicalizaron cada vez más y fueron
perseguidos por la jerarquía. Se consideran precursores de la reforma protestante y han llegado hasta
nuestros días.

b) Cátarbs b albigenses
Más trascendente, por sus implicaciones teológicas, fue la herejía de los cátarbs b suros, de espíritu
dualista. El catarismo pudo recibir influencias del maniqueísmo y del gnosticismo. Fue introducida por los
caballeros que, hacia 1150, retornaron a Europa de la segunda cruzada. Sea como fuere, se difundió por
Alemania, Italia, Cataluña y Francia, especialmente en el Languedoc y particularmente en la región de Albi,
de ahí su nombre de albigenses.

Denunciaban la organización eclesiástica y los sacramentos, de los que sólo admitían el


consolamentum, un acto litúrgico que se administraba en el momento de su muerte y sería un equivalente
a la extremaunción Su doctrina establecía la lucha eterna entre el Bien y el Mal, entre el espíritu y la
materia. Sólo los dirigentes o perfectos debían llevar una vida austera.

Los cátaros disfrutaron del apoyo de la nobleza del sur de Francia, especialmente del conde de
Tolosa, Raimundb IV, y lograron crear una estructura eclesiástica que incluía seis obispados, convirtiéndose
en un peligro para la jerarquía cristiana. Inicialmente, la Iglesia envió a predicar entre los cátaros a monjes
cistercienses pero tras el asesinato del delegado papal en 1208, se desató una feroz cruzada dirigida por
Simón de Mbntfbrt y apoyada por los nobles del norte de Francia, que acabó con la masacre de Beziers
(1209) y la derrota de los albigenses en Muret (1213), donde murió el rey Pedrb II de Aragón, que acudió en
ayuda de su vasallo el Conde de Tolosa. Con la cruzada contra los albigenses, se pervirtió el concepto de
cruzada que había justificado la licitud y justicia de la misma, es decir, la lucha contra el infiel para la
recuperación de la Tierra Santa. Inbcencib III levantó el estandarte de la cruz, no sólo contra los infieles,
sino ahora contra los herejes y a quien se oponga al Papado, equiparando la herejía al delito de lesa
majestad

El último reducto cátaro, el castillo de Montsegur, fue rendido en 1244, en un auténtico genocidio
que no distinguió entre herejes o no, ya que de eso ya se encargaba Dios en la otra vida. Los bienes del
conde de Tolosa pasaron a manos de Simón de Montfort y, más tarde, a la Corona francesa, por el Tratado
de Paris de 1229. De este modo terminó la guerra que, bajo pretextos religiosos, sació los apetitos
territoriales de los nobles del norte de Francia y permitió al rey dominar el sur del país.

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c) La inquisición
Con el objetivo de combatir la herejía albigense, durante el Cbncilib de Verbna de 1184 el Papa
Lucib III estableció los principios y objetivos de la Inquisición, institución que fue mejor definida y
estructurada en el IV Cbncilib de Letrán (1215), por orden de Inbcencib III. En el Concilio de Tolosa de 1229,
se encargó a los obispos la tarea de instruir los procesos y dictar sentencias, aunque para ejecutarlas el reo
era entregado a la autoridad civil, quedando la Iglesia al margen. La Inquisición episcopal fue poco eficiente
por lo que en el año 1231, Gregbrib IX creó la Inquisición propiamente dicha y encargó a las órdenes
mendicantes y, en especial, a los Dbminicbs, su desarrollo.

5.- VIDA INTELECTUAL Y ARTISTICA


5.1 Las escuelas monásticas
Desde la Alta edad Media, el escaso interés por la cultura, vigente en tiempos de Carlomagno, se
reduce todavía más, si cabe, ante la oleada de segundas invasiones. En estas circunstancias, la cultura se
refugió en algunos monasterios donde, a lo largo del siglo X, la única producción se dirige al comentario de
textos, composiciones de himnos o tratados de moral o dialéctica, escasamente originales.

Durante el siglo X, las escuelas monásticas instruían a los monjes de acuerdo con el Trivium, aunque
centrándose en la gramática – aprendizaje de la lectura y la escritura - y dejando de lado la retórica y la
dialéctica, que sólo empieza a recuperarse a partir del siglo IX. Del Quadrivium, abandonado hasta el siglo
VIII, sólo se había mantenido la enseñanza de la música para la correcta interpretación de los himnos
litúrgicos.

A partir de mediados del siglo X, tras la descomposición del Imperio carolingio y la llegada de
sucesivos invasores, el período de los Otones otorgó una cierta tranquilidad al escenario europeo que
facilitó la copia de manuscritos, el intercambio entre diferentes centros de producción y el desarrollo de una
cierta actividad cultural.

En las escuelas monásticas surgen los primeros ejemplos del pensamiento filosófico medieval,
destacando la escuela fundada por el monje Lanfrancb, en el monasterio de Bec (Normandía), escenario en
el que desarrolló su actividad San Anselmb (1033 – 1109) quien, a través de varios tratados sobre la
existencia y la esencia de Dios, dio lugar al pensamientb escblásticb. El monasterio de Montecassino se
constituyó en un centro de estudio de los clásicos y de contacto con obras de origen árabe, donde se
tradujeron obras de Hipócrates y Galeno-

En la España cristiana del siglo X se constituyó otro foco cultural astur-leonés cuyos centros
producían bellos ejemplos de obras miniadas como los Beatos. El scristorio de Ripbll, junto a otros
monasterios castellanos, jugó un importante papel en la transmisión de los saberes de la España
musulmana, traduciendo al latín obras de matemáticas, astronomía y geometría. Las copias de manuscritos
de Ripoll se difundieron por el sur de Francia e Italia a mediados del siglo XI, dando a conocer la nueva
matemática en Europa. Destacó en Ripoll Gerbertb de Aurillac, futuro Silvestre II, que estudió el
quadrivium con el obispo Oton de Vich.

En el s. XII destacan las escuelas monásticas parisinas de Santa Genoveva y San Victor, donde
enseñarían Guillermb de Champeaux y Abelardb. A partir de aquí fueron declinando las escuelas
monásticas, ya que surjen nuevas cuestiones filosóficas y teológicas que estaban muy lejos de los intereses
intelectuales de los monjes.

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5.2 Las escuelas catedralicias


Tuvieron mayor libertad y amplitud de miras que las monásticas, y al frente de cada una de ellas se
situaba un magister scholarum, representante del obispo. Fue el Obispo Nótger de Lieja quien marcaría el
patrón de estas escuelas, en el que el plan de estudios era más amplio .

Las más famosas fueron las de Tours, Chartres, Paris, Le Mans, York, Canterbury y Palencia,
destacando también Toledo y Palermo en la traducción de libros árabes. Siempre había en ellas un maestro
famoso que les hacia destacar sobre las demás, al que seguían todos los alumnos allá donde fueran.
Berengario de Tours y Fulberto de Chartres son ejemplos de ello.

El siglo XII fue la mejor época de las escuelas catedralicias. Tras el Concilio de Letrán (1179), cada
diócesis dispuso de una escuela y ante el éxito que cosecharon, tuvieron que abrir sus puertas a los
hombres de la ciudad, creándose escuelas internas para religiosos y externas para los laicos. Terminados los
estudios, los alumnos recibían la licentia docendi, que dio origen a los maestros seculares que abrían
escuelas a petición de los municipios.

5.3 Los "estudios generales"


En una segunda fase, junto a las escuelas catedralicias, aparecieron escuelas urbanas laicas
patrocinadas por ciudades especialmente prósperas. Desde finales del siglo XII y en el siglo XIII, algunas
escuelas donde se impartían estudios tanto a clérigos como a laicos y que habían alcanzado un alto nivel de
enseñanza, se ganaron el título de Estudios Generales y, más tarde, de Universidades. Los Estudios
Generales podían ser episcopales o urbanos, aunque en ambos casos provocaron una profunda
transformación tanto de los métodos de estudio como en las materias impartidas, ampliando
considerablemente los horizontes de la cultura medieval.

Una de las ciencias que primero se desarrolló, junto al estudio de Artes Liberales, fue la Medicina,
destacando escuelas como la de Salerno, en el siglo X, y tratadistas como Constantino Africano o Rogerius,
autor de la Practica Chirurgiae.

El estudio del Derecho fue muy importante para la organización de la sociedad y la afirmación del
poder real. El derecho Romano, a través de la codificación de Justiniano, se convierte en modelo de
reglamentación jurídica de sociedades más perfectas, al ser descubierto posiblemente traído de Bizancio a
Bolonia. A partir del siglo XI se van descubriendo paulatinamente las diversas partes del Corsus iuris civilis
de Justiniano, primero el Código, luego los Instituta y la primera parte del Digesto y, por último, las Novellae
y el resto del Digesto. Destacarán en ésta época el maestro Irnerib de Bblbnia (Sumas y glosas) y el jurista
Pedrb de Valence, en Francia (Exceptiones Petri legum romanorum).

En ciuanto al Derecho Canónico, Gracianb intentó armonizarlo con las disposiciones de Justiniano,
mediante el Decreto, aparecido hacia 1140, y tras él aparecieron decretalistas, que realizaban comentarios
en base a esta obra, siendo el más importante Huguccib.

Otra vertiente del resurgimiento cultural de Occidente, durante esta época, fue el auge del estudio
de la filosofía y la teología. Gracias al redescubrimiento de la Lógica de Aristóteles, el pensamiento del
momento adoptó el “método dialéctico” como forma de demostración frente al “argumento de autoridad”.
Después de varios siglos de cultura repetitiva de los modelos clásicos y cristianos, el hombre medieval volvía
a plantearse, por sí mismo los problemas, siguiendo el "método aristotélico".

En escuelas catedralicias francesas como la de Bec, donde predominaba el elemento eclesiástico, se


inició la aplicación del método dialéctico al conocimiento teológico, siguiendo los pasos de Berengario de

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Tours. Dentro de la especulación filosófica del siglo XII, la obra de san Anselmb, arzobispo de Canterbury y
antes abad de Bec, es de extraordinaria relevancia a causa de su argumento ontológico sobre la necesaria
existencia de Dios. En la escuela de Chartres, los estudiosos se inclinaron por el platonismo o por el
humanismo cristiano, representado por Juan de Salisbury, que también cultivó la filosofía política, con la
célebre Policraticus.

En el siglo XII, el gran reto de la armonización de la razón y la fe giró en torno a la validez de los
conceptos universales, que dividió las escuelas entre realistas y nominalistas. El maestro Pedrb Abelardb
(1079 – 1142), adoptó una vía media en esta cuestión. Impulsó el desarrollo de la dialéctica y su aplicación a
la teología. En su obra más famosa Sic et Non (Sí y no), hizo listas de los pasajes de las Escrituras y de los
Padres de la Iglesia que se contradecían de manera flagrante entre sí y puso énfasis en la necesidad de
utilizar la lógica o el razonamiento dialéctico para reconciliar de un modo sistemático las aparentes
diferencias. Por otro lado, personajes como el obispo de París, Pedrb Lbmbardb, desarrollaron métodos
como las Sentencias, conjunto de citas de autoridades bíblicas y patrísticas que pretendían probar ciertas
tesis.

En un intento magistral por reconciliar la fe y la razón, Santb Tbmás de Aquinb (1225-1274) redactó
su famosa Summa Theologica, compendio de conocimiento que intentaba reunir el aprendizaje recibido de
los siglos anteriores acerca de los más diversos temas. La obra maestra de Aquino fue organizada de
acuerdo con el método dialéctico de los escolásticos, según el cual, primero planteaba una cuestión, citaba
las fuentes y ofrecía opiniones contrarias a ese asunto, para finalmente resolverlas alcanzando sus propias
conclusiones. San Bernardo de Claraval fustigó a escolásticos como Pedro Abelardo y otros, lo que abrió el
camino de la vía mística para la especulación teológica, impulsada por Hugb de San Víctbr.

Esta época, que se puede denominar románica, en el ámbito cultural, es el vivo reflejo de la
tendencia expansiva que había acusado Europa en otros niveles, como el demográfico, el económico y el
político. Incluso se puede decir que es la interpretación de una realidad nueva a través de las formas
artísticas, de las construcciones filosóficas y teológicas y del pensamiento político, apareciendo nuevas
corrientes espirituales, nuevas instituciones religiosas, formulaciones jurídicas y nuevos centros de actividad
intelectual.

A pesar de las discrepancias y de las nuevas corrientes de espiritualidad, el mundo intelectual de los
siglos XI y XII tiene a la Cristiandad como denominador común. Existe, además, una unidad de idioma, el
latín culto, que facilita los intercambios culturales, una unidad geográfica, que permite la libre circulación de
maestros, alumnos manuscritos y una unidad de conocimientos, aunque los problemas se abordasen desde
distintos puntos de vista.

6.- EL ROMANICO

Esta nueva vitalidad de los s. XI y XII se manifiesta a través de sus manifestaciones artísticas. En la
poesía aparecen el juglar y los trovadores, mientras que en las artes plásticas el románico expresaba
claramente el mundo nuevo que aparece y se difunde por toda Europa. Es un arte eminentemente religioso,
que se extendió en el ámbito civil a partir del s. XIII, si bien, en el ámbito militar, ya apareció en el s. X.
En los siglos IX y X asistimos a un Primer Románico, caracterizado por templos de una sola nave, de
piedra tosca, fuertes pilares para sostener pesadas bóvedas, escasa iluminación y poca decoración
escultórica. Es el arte típico de las abadías cluniacenses, de la que Santa María de Ripoll es un buen
ejemplo. Desde finales del siglo XI y durante el XII se desarrolla un Segundo Románico, caracterizado por
emplear naves más anchas y elevadas, esculturas en las fachadas, contrafuertes más ligeros y abundantes

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puertas y ventanas que dan mayor iluminación interior. La planta típica es la de cruz latina, con varias
capillas o ábsides en la cabecera. Por su parte, las iglesias de peregrinación incluyen un deambulatorio o
girola para facilitar el movimiento de los fieles alrededor de las reliquias, como en Santiago de Compostela.

En términos generales, en los pórticos y los tímpanos de las iglesias se esculpen escenas del Juicio
Final y del apocalipsis. Los capiteles de columnas, ricamente decorados, incluyen motivos geométricos,
florales, figuras humanas y animales reales e imaginarios. La pintura románica, realizada al fresco, se
emplea para decorar el interior de los templos y los frontales del altar con figuras hieráticas y sin
perspectiva, con los pliegues del vestuario simétricos y de colores intensos. El empleo de vidrieras pintadas
también fue habitual a partir del siglo XI. Paralelamente con esta fase del románico, surgieron los primeros
ejemplos del gótico en la basílica de Saint Denis y en la catedral de Durham

FUENTES

 Abelardb. (1079-1142) Maestro de la escuela catedralicia de París y uno de los mayores


representantes de la cultura de su tiempo. Destaca su Historia calamitatum mearum.
 Adalberón de Laón. (947-1031??). Obispo que escribió Carmen ad Robertum regem, en el que narra
su célebre reparto de la sociedad medieval.
 Adsb de Mbntier-en-Der. (920-992??). Obispo y director de la escuela capitular de Tours con obras
importantes sobre los temores del hombre ante el fin del milenio.
 Aimón de Fleury. (970-1008) monje y cronista que escribió una obra fuente hagiográfica de muchas
otras, junto a una historia de la abadía de Fleury.
 Alain de Lille. (1128-1203. Maestro de las escuelas de Chartres y París, inspirado por Boecio y
Platón.
 Bernardb de Chartres. (?-1130). Profesor de Chartres e impulsor de los estudios de gramática y de
Platón.
 Bernardb de Claraval. (1090-1053)Abad cisterciense, gran figura intelectual del siglo XII, cuya
principal obra es el Epistolario, fiel reflejo de la sociedad y cultura de su tiempo.
 Burcardb de Wbrms. (965-1025) Muy célebre su Decretum, con numerosas disposiciones sobre
disciplina eclesiástica y vida sacramental y magnifico testimonio de las costumbres de la época.
 Guidb de Arezzb. (990-1035). Monje que resulta fundamental en el estudio de la música. Inventó el
pentagrama, las notas y los tonos.
 Humbertb de Silva Cándida. (m. 1061) gran defensor de la reforma eclesiástica, autos de
importantes libros como Libri III adversus simoniacus, que equipara la simonía y la herejía.
 Pedrb Damián. (1007-1072). Doctor de la Iglesia y mayor exponente intelectual del siglo XI con una
extensísima obra.

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TEMA 14.- EL IMPERIO BIZANTINO, DE


LOS COMNENOS A LOS ÁNGELOS
(1081-1024)
1.- LA DINASTIA COMNENA Y EL TRIUNFO DE LA ARISTOCRACIA
TERRATENIENTE.
1.1 Los Comnenos y las reformas del Estado

Tras la extinción de la dinastía Macedónica en el 1056, falla la sucesión imperial ordenada y


comienzan las luchas de poder entre los diferentes grupos nobiliarios, comenzando a reinar los Cbmenb en
primer lugar, a través de Isaac Cbmnenb (1057-1059), y posteriormente los Ducas algo mas tarde. Con el
acceso al poder de Alejb I Cbmnenb en 1081, comienza una nueva época en la historia de Bizancio, siendo
un gran reformador, por encima de sus antecesores, que simplificó y mejoró notablemente la
administración, aunque algunas de sus políticas resultaron negativas a largo plazo.

En el momento del golpe de estado de Alejo I, el Imperio Bizantino estaba asediado en diversos
frentes:
 Los normandos de Roberto Guiscardo en el flanco Occidental.
 Los emiratos turcos en Asia Menor
 Continuaba la presión constante de pueblos turcos como los pechenegos, uzos o cumanos.

Esto explica que sus primeros años fueran destinados a combatir todos los frentes, tanto militar
como diplomáticamente. Al mismo tiempo, la administración interior quedó prácticamente en su totalidad
en manos de la familia, de la emperatriz Ana Dalassena, de su hermano mayor Isaac, nombrado
sebastocrator convirtiéndose en el personaje más importante de la corte. Su cuñado Nicéfbrb Melissenb,
se convirtió en el tercer personaje de importancia, con el título de césar.

Los normandos perderán Dyrachium a la muerte de Roberto en 1085, aunque su presencia siguió
siendo preocupante para los griegos en el Épiro durante algún tiempo. En Anatolia, se dedicaron a
reconquistar los llanos del litoral, donde se encontraban las mejores tierras cultivables, dejando que los
turcos se enfrentaran entre ellos en el altiplano, pero había frecuentes asaltos turcos por la falta de
fronteras defendibles, ya que para 1.100 los soldados de los themas habían desaparecido, junto con sus
parcelas. También cayeron los tagmatas: el último occidental frente a los normandos y los orientales frente
a los turcos, Solo quedaron los mercenarios y los pronoios que fue creando Alejo y con ellos, tanto Alejo I
como su hijo Juan II, consiguieron reincorporar la zona costera de Asia Menor; reafirmar su autoridad en los
Balcanes; defenderse de pechenegos, serbios y húngaros, y frenar a los normandos.

La decadencia de los themas y sus tropas, hizo que el antiguo strategos fuera sustituido por un
duque, a la manera de Occidente, que seguía concentrando el poder civil y militar. Los jefes militares
vuelven a ser pagados con pronoiai militares, mientras que los soldados reciben su soldada, y se volvieron a
contratar mercenarios de procedencia diversa.

En la administración, se mantuvo el sistema de sekreta u oficinas para diferentes cuestiones. Siguen


los tres grandes "ministerios": cancillería, correo o dromos, y prefectura de Constantinopla y aparece

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documentado un nuevo cargo: el mesazón una especie de primer ministro. La primera medida de Juan II al
subir al trono en 1118 fue distribuir todos estos cargos entre su familia, según Choniates.

Manuel I (1143-1180) se centró en Occidente:


 Controló los Balcanes, el Adriático y el Mar Jónico (Roger II de Sicilia atacaba Corfú y Grecia)
 Se alió con Venecia para enfrentarse a Roger, pero la alianza apenas duró, al penetrar en la
península itálica con escaso éxito
 Consigue intervenir en la elección del rey Húngaro en 1161, y somete Croacia, Bosnia y la costa
Dálmata
 Venecia, Alemania, Sicilia, el Papa y las demás republicas marítimas se alían contra Bizancio
entre 1169 y 1177, al haber recuperado éste su presencia en el litoral europeo.

Tras la muerte de Manuel, la división entre los familiares pretendientes al trono terminó por poner
en el poder a Andrónicb I, recibido con júbilo en Constantinopla, pero su política, contraria a los
aristócratas, los ataques normandos, y la traición de varios miembros de la familia imperial, imposibilitaron
su continuidad. Mientras tanto, Chipre se separó del Imperio en 1084 y ya no volvió más, al ser conquistada
por Ricardo I de Inglaterra en 1091.

1.2.- La administración comnena


Se basaba en una cbncepción patrimbnial del pbder, fortaleciéndose el grupo aristocrático militar
relacionado por parentesco con la familia imperial por medio de matrimonios, a los que se denominó
augustos, teniendo toda una serie de títulos, cargos y regalías que les hacían depender totalmente del favor
imperial, teniendo un fuerte sentido de grupo vinculado a la dinastía. Posteriormente la élite se fue
consolidando y reclamaron el derecho de sucesión. Su patrimonio personal (oikos) estaba muy ligado al
estado, pero fue perdiendo su carácter público a través del abuso de donaciones a través de la figura de las
pronoia y la jaristiké. Con todo ello se desarrolló una auténtica conciencia de linaje imperial.

1.3 La economía bizantina en los siglos XI y XII


A pesar de los territorios perdidos tras la conquista selyuquí de Asia Menor, la población en el
Imperio creció, hecho que se reflejó en el aumento de la superficie cultivada y del precio de la tierra, que
sólo pudo ser adquirida por grandes terratenientes que, mediante inversiones en nuevas técnicas y abonos,
consiguieron aumentar la producción agraria. Este aumento de la producción permitió que ciudades como
Éfeso, Atenas, Tebas o Corinto se convirtiesen en importantes centros de comercio donde aumentó la
población, la demanda de productos y la instalación de comerciantes italianos.

La reforma económica de Alejo I fue la más importante desde tiempos de Diocleciano. Existían
cuatro tipos de monedas:
 De oro casi puro (nomisma hyperperon) para percibir los impuestos
 Una aleación plata-oro (deuterón)
 Una aleación de plata-cobre (aspra trakea)
 Una moneda de cobre (tétarkerón), con una más pequeña de la mitad de su valor.

Fue una reforma muy impopular, sobre todo por el intento de percibir los impuestos en oro, por lo
que hubo que rebajar los mismos si éstos se percibían en oro, además del paso del pago de impuestos en
especie a moneda, que supuso la revuelta social de los recién incorporados themas búlgaros, que estaban
menor desarrollados económicamente.

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El número de cecas aumentó: se emitía moneda no sólo en Constantinopla, sino en Tesalónica,


Filipópolis y Tebas. La circulación monetaria tenía diferentes patrones según que parte del Imperio, en
respuesta a las distintas formas que la economía adoptaba en cada zona, unas mas orientadas al comercio
marítimo, otras orientadas al interior. Alejo I terminó su gobierno con una balanza económica equilibrada,
que Juan II logró aún mejorar, suponiendo un triunfo de la reforma fiscal, emprendida primero a nivel de las
oficinas estatales por Ana Dalassena, y reflejada en los nuevos censos de tierras y la recaudación de
impuestos a las propiedades.

1.4 Los cambios sociales: la decadencia de la aristocracia anatolia y el


surgimiento de los arcontes en los Balcanes.

La aristocracia aumentó su poder gracias a la asignación de grandes fincas en los themas de


Anatolía, Capadocia y Paflagonia, que dedicó a la ganadería, así como a la guerra, en tiempos de Basilio II. Y
lo hizo hasta tal punto, que impuso a su propio candidato con la elección de Isaac I Comneno en 1057. Esto
cambió a partir de las conquistas selyuquíes, que supuso la decadencia de esta aristocracia anatolia, ya que
se vio obligada a pedir ayuda imperial para poder reforzar su frontera durante las primeras cruzadas.

El apoyo de la aristocracia terrateniente a la dinastía, aparte de fomentar la aparición de la casa


(oikos) o linaje de forma similar a Occidente, supuso el abandono de las funciones militares a cambio de
nuevas funciones civiles y administrativas en la corte, sustituyendo por rentas sus antiguas posesiones, que
habían quedado en manos de los turcos. Algunos aristócratas quedaron en las zonas sometidas por los
turcos, y se fueron islamizando, mientras que otros cambiaban sus posesiones orientales por otras en la
zona de los Balcanes. Algunos de estos grupos fueron compensados con reformas fiscales, otorgándoles la
facultad de recaudar impuestos, a quienes ya no se les podía pagar con tierras.

El desarrollo urbano, en especial la parte occidental del Imperio, supuso la donación de extensas
propiedades a los aristócratas (arcontes) y monasterios metropolitanos por parte de los Comnenos, en
lugares accesibles de sus residencias, para que pudieran abastecerse de todo lo necesario. Se tendió a
entregar tierras en la zona costera de los Balcanes, frente a Anatolia, lo que trasladó el eje del Imperio hacia
el Oeste, con una nueva aristocracia establecida en Adrianópolis, Tebas y Esparta, dueña de propiedades
tanto en las ciudades como en medios rurales, así como de industrias y talleres artesanos que explotaba o
arrendaba.

1.5 Pronoma y Jarmstmké


Se le dio nuevo impulso a estas instituciones con el fin de intensificar la producción. La sronoia
consistía en la entrega de tierras del estado a un beneficiario para su explotación a cambio de la prestación
de un servicio militar. Eran trabajadas por campesinos (sarecos o demosiarios). Inicialmente era en régimen
de usufructo, pero terminaron siendo hereditarias, (similar a los feudos europeos pero al contrario de la
iqtá islámica, que la propiedad siempre será del estado).

La jaristiké era la cesión del usufructo de un bien de propiedad eclesiástica a un laico a cambio de la
que la mantuviera, la restaurara y corriera con los gastos de manutención de los monjes. Se vitaba así el
crecimiento de la propiedad eclesiástica y se conseguía la fidelidad de la aristocracia laica.

Mantener este sistema de donaciones supuso una tremenda carga para el estado, que se vio
forzado a subir los impuestos en las ciudades, que cargó sobre las clases más desfavorecidas, Esto fue
denunciado por Juan Zbnaras y el patriarca de Antioquia, Juan Oxitas, quienes denunciaron una auténtica
partición del estado en manos de los beneficiarios de las concesiones, siempre miembros de la familia
imperial, que gestionaron en su integridad y por sus propios medios el cobro de los impuestos, lo que

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supuso una importante merma de los ingresos del tesoro. Como respuesta a estos abusos, se produjo una
concienciación social de lo que estaba ocurriendo, poniéndose en cuestión el papel de la aristocracia,
apareciendo por primera vez una clase media.

2.- LAS RELACIONES DE BIZANCIO CON OCCIDENTE


2.1 El comercio latino entre 1050 y 1200

Entre 1050 y 1075, el sur de Italia asistió al enfrentamiento entre Bizancio, los normandos y el
Papado. El cisma religioso de 1054 favoreció la alianza del Papado con los normandos mientras que Bizancio
se decantó por Venecia quien se hizo pagar un precio muy alto por su ayuda de modo que, en 1084, firmó
un tratado con Bizancio en el que obtenía extraordinarias ventajas para su comercio. Los venecianos
podrían comerciar con todo tipo de mercancías en la mayor parte del Imperio Bizantino, sin pagar tributo
alguno, lo que los colocaba en una situación de ventaja respecto a los propios comerciantes bizantinos.
Además, se les concedieron tiendas en Constantinopla y varios embarcaderos. Aquél acuerdo provocó una
brecha en el sistema comercial bizantino, sin embargo, como Venecia tenía unos medios todavía limitados,
los comerciantes bizantinos obtuvieron de los venecianos buenos precios y los grandes terratenientes
pudieron vender fácilmente sus cosechas. Se considera que los granes ejes comerciales, el Norte-Sur que
pasaba por Constantinopla, y el Este y Oeste, desde Asia Menor, pasando por Chipre, Creta y el Peloponeso,
beneficiaban a la capital y a Tesalónica y sus comerciantes llegaban hasta Alejandría, Barcelona y Francia.

A partir de entonces, Venecia consideró el Imperio Bizantino como su coto privado e incluso
capturó barcos de otras nacionalidades que navegaban por el Egeo. Ante el aumento del poder veneciano,
en 1111, Alejo I trató de evitar el monopolio otorgando a Pisa otro privilegio por el que le reducía los
impuestos de aduana. Juan II siguió esta política, sin embargo, cuando intentó revocar el acuerdo con
Venecia, la república marítima atacó las islas del Egeo y el emperador se vio forzado a ratificar los privilegios
en un nuevo pacto (1126), en el que también eximía del pago de impuestos a los comerciantes griegos que
vendieran a los venecianos. Este acuerdo provocó que los comerciantes bizantinos vendiesen
preferentemente a Venecia, provocando escasez en el Imperio y el declive del pequeño comercio.

Frente a teorías que defienden que en ese momento la clase mercantil comienza a decaer y sólo los
grandes propietarios, que comercializan directamente su mercancía, pudieron mantenerse, aún a costa de
aumentar sus tierras y extender la servidumbre entre los campesinos, otros sostienen que la actividad
comercial de los bizantinos fue capaz de aumentar capital y reinvertirlo en otras empresas más o menos
arriesgadas. El impacto de los italianos era pequeño realmente en el pago de impuestos (el emperador
cobraba de toda la comunidad latina 37.000 hyperpyra, frente a los 40.000 de un solo sebastocrator), pero
fueron auténticos catalizadores de la economía bizantina, ya que incluso comerciantes, artesanos y
cambiadores tenían poder económico para pagarse el titulo cortesano de sebastos a finales del s. XII.

El descontento por esta situación se hizo patente en 1130. En respuesta, el gobierno intentó
enfrentar a los comerciantes italianos, que empezaron a atacar los barrios de sus rivales, en ocasiones, con
la oportuna ayuda bizantina. Tanto Juan II como Manuel I desarrollaron una política deliberada para reducir
la influencia veneciana en el Imperio, a través de la firma de tratados comerciales con Génova (1169) y Pisa
(1171) y del intento de establecer vínculos de vasallaje con pisanos y genoveses, que los utilizan en sus
propios lugares de origen. Los venecianos habían sobrepasado los límites de su barrio en la ciudad y eran
incontrolables, a la vez que eran necesarios como aliados contra Sicilia. Manuel I les concedió la condición
burguesa, pero sólo a los residentes, no a los transeúntes. A partir de 1166 se les recaudaron elevados
impuestos que afectaron a estos residentes, pero no al patrimonio de las repúblicas italianas, por lo que los

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venecianos, en represalia, asaltaron el barrio Genovés en 1171, provocando la reacción de Manuel I, que
detuvo a todos los comerciantes venecianos y les confiscó todos los bienes en el Imperio, ocupando Genova
y Pisa el vacio que dejaban los venecianos en la economía bizantina. Así con todo, Manuel I, poco antes de
morir en 1180, se vio forzado a establecer un nuevo tratado con los venecianos en el que les indemnizaba
por estas pérdidas. La regencia de Maria de Antibquia, esposa de Manuel, latina, fue una edad de oro para
estos comerciantes, lo que provocó una revuelta de los bizantinos que se transformó en una matanza de
latinos en Constantinopla y la toma del poder por parte de Andrónicb en 1183, primo de Manuel I.

La influencia económica italiana ayuda a explicar la evolución urbana del Imperio en el siglo XII. Los
italianos fueron penetrando hacia el interior en busca de productos, lo que provocó la reactivación de viejos
mercados regionales o la aparición de nuevos. Se aprovisionaban de sedas en Tebas, de aceite en Esparta y
de vinos en Modó, además comerciaban también en zonas como Macedonia, Tracia o Bulgaria y
prácticamente convirtieron en colonias latinas algunas ciudades como Tesalónica o Dirraquio. Las ciudades
sufrieron una contracción, se rodearon de murallas y concentraron a su población en la antigua acrópolis.
En la llanura de la península del Peloponeso (Morea), se mantuvieron las ciudades, aunque combinadas con
fortalezas levantadas en los desfiladeros, donde se asentaron diversas dinastías locales. Las clases urbanas
se desintegraron y la intromisión de los latinos provocó que muchos pequeños comerciantes y artesanos,
desprovistos de su función, se asentasen en las fronteras mediante el sistema de pronoia.

2.2 Bizancio y las primeras cruzadas


El complicado escenario producto de los privilegios otorgados a los comerciantes italianos y,
especialmente, a Venecia, se enmarañó todavía más cuando en 1096 aparecieron los primeros cruzados en
territorio bizantino. El preludio fue la llegada de una enorme turba, dirigida por el ermitaño Pedrb de
Amiens, que en su camino a Tierra Santa había saqueado Hungría y Serbia. Al llegar a Constantinopla, Alejo
I le facilitó el traslado al otro lado del Bósforo, donde los cruzados fueron masacrados por los turcos. En
principio, la cruzada nobiliaria era conveniente para Bizancio, pero Alejo quiso asegurarse de que los
cruzados que se establecieran en Siria y Palestina lo hiciesen de manera dependiente del Imperio. La
mayoría de los líderes de la cruzada pretendían obviar al emperador y crear sus propios principados
territoriales en Tierra Santa, aunque algunos como Bbhemundb, prestaron vasallaje al emperador por las
tierras teóricamente ostentadas en su nombre.

La Segunda Cruzada (1147-48) resultó también bastante oportuna para Manuel I, pues su fracaso le
permitió tomar las riendas de la situación e invitó a genoveses y pisanos a compartir los monopolios que ya
disfrutaba Venecia. En 1171, la alianza entre Federico I (con quien había tratado de aliarse en contra de las
ciudades italianas y los normandos) y las ciudades de la Liga Lombarda, y la revuelta contra los venecianos
en Constantinopla, acabó con su política de iniciativas.

3.- UN BREVE PARENTESIS: LA DINASTIA DE LOS ANGELOS (1185-1204)

Tras la deposición violenta de Andrónico I, fue instaurado un miembro de otra rama de los
Comneno: Isaac II Ángelb (1185-1195), quien, al no poder confiar en sus parientes de sangre, necesitó del
apoyo del pueblo de Constantinopla y de parte de la burocracia, que ocasionó la vuelta al esquema anterior
de creciente poder de las élites urbanas en el Senado y el despegue de cofradías y movimientos de masas
frente al Prefecto de Constantinopla.. Los Ángelos intentaron de nuevo encontrar un equilibrio entre latinos,
volviendo a privilegiar de forma ostensible a Venecia, que llegó a obtener una crisóbula (bula de oro) que le
dio acceso a todo el Imperio y obtuvo privilegios judiciales que le libraban de la justicia Imperial, lo que
provocó la ira de los comerciantes bizantinos y los enfrentamientos entre venecianos, genoveses y pisanos
en el mar.

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Isaac II, nombrado por el pueblo, pronto tuvo que lidiar con su hermano Alejb, que le sucedió como
Alejb III, y la situación se había deteriorado tanto que las provincias carecían de una administración
competente, con una creciente corrupción entre los mandos intermedios y una elevada carga de impuestos
que se veían obligados a pagar los bizantinos. Los arcontes aprovecharon entonces para apropiarse de los
recursos imperiales.
El final de esta historia fue patético. Depuesto y cegado por su hermano Alejo III, Isaac II y su hijo
llamado también Alejo (posteriormente Alejo IV), solicitaron ayuda en Occidente, a cambio de dinero. Al
incitar el apoyo cruzado, consiguieron desencadenar el desastre de 1204, del que si bien saldría Alejo IV
coronado, se derivo la decadencia bizantina.

4.- LA IGLESIA Y LA CULTURA BAJO LOS COMNENOS

La pérdida de poder del emperador, redundo en un aumento del poder de la Iglesia, que adquirió
mayor responsabilidad en la sociedad, aunque paradójicamente la Iglesia perdía capacidad de acción
respecto al emperador y le estaba más sometida que nunca, si bien el Emperador se apoyó más que nunca
en los hombres de la Iglesia. Las celebraciones públicas de la liturgia eran cada vez más ostentosas y
muchos laicos comenzaron a preferir formas más reducidas de culto, como la capilla privada.

Alejo Comneno reafirmó el poder del emperador como guardián de la ortodoxia y regulador de la
administración eclesiástica:
 Defendió a los grandes monasterios del peligro del patronazgo laico mediante el uso de la jaristiké
 Se puso a la cabeza del movimiento de reforma monástico
 Se convirtió en ejemplo de las nuevas formas de piedad laica
 Lucho contra la herejía a la vez que garantizó la independencia institucional de la Iglesia a cambio
de su sumisión al poder imperial.

La sumisión era tan total, que la Iglesia se vio obligada a apoyar la usurpación de Andrónico I, lo que
contribuyó al ambiente enrarecido de la capital antes de la llegada de la cuarta cruzada. Sin emabrgo,
cuando más fuerte era la Iglesia institucionalmente, mayor era su necesidad del apoyo imperial para
imponer su autoridad en las sedes. Las exenciones fiscales y el aumento de sus dominios, le hacían
temibles. Su derecho canónico cada dirimía mas causas de derecho civil, por lo que los tribunales canónicos
cada vez acaparaban más casos., sobre todo en cuestiones matrimoniales, en las que Alejo I llegó a darles la
exclusividad.

Los monasterios eran los más próximos a los fieles y servían como panteón familiar y como templo
particular. La reforma monástica de Alejo I rebajó su influencia, pero mejoro la administración y la
explotación de los dominios de los monasterios.

La Iglesia, por su parte, denegaba la comunión a latinos en las iglesias ortodoxas, criticó y condenó
duramente las costumbres disolutas de la corte y se volvió más rigorista. La herejía dualista, duramente
condenada por Alejo, pasó a ser ocupación exclusiva de las autoridades eclesiásticas bajo sus sucesores.

Como defensor de la ortodoxia, Alejo I tomó parte activa en el juicio contra Juan Italbs, último
seguidor de Psellbs y ferviente admirador de Platón y de los neoplatónicos. Alejo, por el contrario, favoreció
el auge de los aristotélicos por todo el imperio. El principal interés cultural es el cultivo de la lengua griega,
como el historiador Nicetas Chbniates, aunque al mismo tiempo los poetas comienzan a escribir en lengua

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vulgar o demótica, como Miguel Glicas o Tebdbrb Prbdrbmb. Tambien la Iglesia acaba la transcripción a la
lengua culta de todo lo que quedaba de popular en la liturgia.

FUENTES

Para el periodo Comneno, las principales fuentes vienen de la propia familia. Así por ejemplo, Alejo I
tiene una fuente muy especial: la Alexiada de su hija Ana Cbmnenb, una de las obras cumbres de la
literatura histórica bizantina para mayor gloria de su padre, por lo que hay que tomarla con precaución. Su
propio marido Nicéfbrb Brienib, se encargó de ensalzar el ascenso político de la familia, desde la victoria de
Isaac Comneno en 1057 hasta el destronamiento de Nicéforo III por Alejo I, siguiendo el modelo de
Jenofonte.

Dentro de la corte, destaca el Esitome de Historias, de Juan Zbnaras, jefe de la guardia Imperial de
Alejo I, que se retiró a un monasterio y escribió una historia universal desde la creación del mundo, que
terminaría con la muerte del propio Alejo en 1118. Tiene abundante material coetáneo, junto con
interesantes juicios de valor, por lo que es de gran interés.

Otra fuente es Juan Cinnamb, secretario de Manuel I Comneno, que abarca el gobierno de Juan II y
Manuel I (1118-1176) en seis libros.

Sin duda el historiador más crítico y agudo de este periodo es el Anatolio Nicetas Chbniates (1155-
1215) que vivió en la época de los Ángelos, hasta alcanzar el puesto de gobernador del thema de Filipópolis.
Continuó cronológicamente la Alexiada, desde 1118 a 1207, y recopiló en su Tesoro de la ortodoxia,
material sobre los juicios por herejía de la época.

La fuente más importante para estudiar la Iglesia bajo los Comnenos son los comentarios de
Tebdbrb Balsamón a los cánones de la Iglesia. El Synodikon de la ortodoxia, basado en la declaración de
ortodoxia de 843, lo amplía para incluir las importantes herejías del periodo. También se conserva la
correspondencia de los obispos más destacados del momento y la vida monástica se conoce gracias a los
tysika, o reglas otorgadas a los monasterios por sus fundadores, en las que se incluían también datos
biográficos sobre el fundador.

Para el conocimiento de la vida urbana, son importantes los cuatro poemas atribuidos al "Pobre
Prodromos", en los que el autor adopta la identidad de miembros de distintos grupos sociales para describir
la vida de todos ellos.

Por último, en cuanto a las fuentes documentales, se conoce profundamente el funcionamiento de


la administración en general. Existen, por ejemplo, censos de tierras conservados para regiones de Tebas y
Calcis durante el s. XI, donde aparecen desde los grandes dominios de los arcontes y sus obreros, a los más

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pequeños, divididos a veces en participaciones. Existen también grandes colecciones en los monasterios y
testimonios notariales con numerosos datos sobre la administración rural y urbana, así como de la
estructura social de la época.

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TEMA 15.- EL ISLAM DIVIDIDO Y LAS


CRUZADAS (SIGLOS XI-XII)
1.- LOS ULTIMOS CALIFAS ABBASÍES Y EL NUEVO CONCEPTO DE ESTADO

El fracaso de los abasíes en unificar el Islam, abocaron a su fraccionamiento, dando como resultado
varios poderes provinciales que, aunque legitimados por el califa, lo despojaron en sus territorios de todo
poder político. Tras la proclamación de nuevos califas en Egipto y Al-Ándalus, y la muerte de de al-
Mutawakkil, los Abasíes perdieron el control sobre su administración y su fuerza militar, aunque
mantuvieron su prestigio como cabeza religiosa y judicial. Aunque tuvieron que plegarse bajo las dinastías
militares que se sucedieron en Oriente, conocieron una lenta recuperación de, que culminó bajo el reinado
de al-Nasir (1180-1225). El empuje militar mongol puso fin al califato abasí con la toma de Bagdad en 1258 y
la ejecución del último califa abasí de Irak, al-Mustasim (1242 – 1258).

Los gobernantes de las diferentes zonas del Imperio adoptaron distintos títulos como “Rey de reyes”
(shah-en-shah) en Irán o “Protector del Islam” (sultán), en el caso de los turcos selyuquíes, proclamando de
este modo su poder absoluto. Si bien el sultán era el gobernante efectivo, el califa era quien garantizaba su
posición en momentos de debilidad. Las relaciones entre los visires (primeros ministros) y los emires
(gobernadores) de las distintas regiones del Imperio fueron siempre complicadas, aunque el aparato
administrativo y el fisco siguieron funcionando, por lo que las nuevas dinastías reprodujeron el sistema en
cada uno de los nuevos reinos.

En todos los antiguos territorios del califato, una élite guerrera étnicamente distinta a sus súbditos,
impuso un sistema militar que repartía los cargos principales entre los miembros de las familias principales,
como en el caso de los Selyuquíes y los Ayyubíes. Normalmente eran nómadas cuyas fuerzas se combinaban
con guardias pretorianas de esclavos y mercenarios al servicio directo del sultán. Su dominio del ejército era
tal, que en algunos casos, como el de los mamelucos en Egipto, llegaron a adueñarse del poder. Estos
esclavos-soldado eran parte de la casa de su dueño y eran tratados de acuerdo con la condición social de
éste, por tanto, algunos de ellos llegaron a ostentar un enorme poder.

Desde el siglo X, una nueva forma de propiedad se impuso como forma de organización de territorio
y de comprar ciertas fidelidades, la iqta’. La iqta’ era la concesión de una propiedad a un jefe militar quien, a
cambio, pagaba un diezmo al califa. Los campesinos adscritos a la propiedad pagaban impuestos al jefe
militar y él se encargaba de mantener el sistema de irrigación y de protegerlos frente a bandoleros y abusos
fiscales. De este modo, se transferían a los titulares los derechos anteriores del Estado y, aunque
originalmente estas tierras seguían dependiendo de la administración central, lo cierto es que los grandes
propietarios consiguieron convertirlas progresivamente en hereditarias. El sistema de iqta’ ha sido
considerado por algunos autores como una feudalización del Islam, sin embargo, a diferencia del sistema
feudal europeo, los beneficiarios del iqta’ no se integraron en las instituciones del Estado islámico ni
prestaron consilium al califa, aunque sí servicio militar.

2.- LA PRIMERA EXPANSION TURCA EN ORIENTE


2.1 La expansión de los turcos selyuquíes

Durante los siglos X y XI, tres dinastías militares ostentaron el poder bajo la égida de los Abasíes: los
Buyíes, provenientes de la zona central de Iran, Iraq y Mesopotamia; los Samanes y los Gaznavíes, ambas
procedentes de las tierras más orientales del califato, Jurasán, Transoxania y Afganistán, y ambas utilizaron
el tipo de topas nómadas de las que ya hemos hablado. Estos últimos fueron los primeros soldados esclavos
que adquirieron el status de gobernantes.

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El intercambio favorecido por este tipo de ejército, añadido a los ulemas, los mercaderes y los
misioneros, produjeron la conversión en masa de tribus nómadas vecinas como los qarluz y oguz, clanes
perfectamente organizados con líderes propios capaces de coaligarse entre sí y mezclarse con los guerreros
asentados en las fronteras el califato. Los luchadores de yihad se dirigieron entonces a las fronteras
bizantinas e indias, y los nómadas fueron contratados como mercenarios por los locales, penetrando en el
propio territorio islámico e incluso sustituyendo a algunas dinastías militares, como los qarakaníes en
Transoxiana.

Por otro lado, los oguz fueron empleados por los gaznavíes de Transoxiana para detener el avance
qarluq. Dirigida por Selyuk, aprovechó el triunfo de los qarakaníes para derrotar a los gaznavíes y
proclamarse gobernantes del Jurasan, tomando el nombre del fundador. Sus jefes, los hermanos Beg
conquistaron Isfahán, Merv y Bagdad, tomando el control del califato en 1055, siendo nombrados por el
califa, sultanes y gobernadores efectivos del área entre Iraq y el Jurasán. Posteriormente ocuparon Armenia
y Capadocia, derrotando a los bizantinos en la batalla de Manzikert (1071), y siguieron con la conquista de
Siria, La Meca y la Península Arábiga, hasta que en 1092 muere el gran ministro Nizan al-Mulk asesinado
por un asesino nazarí, al que siguió poco después Malik Shah, dividiéndose los selyuquíes en varias ramas
con sede en Kirmán, Siria y Anatolia.

Malik Shah I fue el organizador del Estado selyuquí y, aunque siguió la ley islámica (sharia) y la
sunna, mantuvo la tradición turca según la cual el poder debe ser repartido entre los miembros de la familia
bajo la autoridad del primogénito. Esto causó la multiplicación de pequeños principados familiares, lo que
constituiría el germen de la destrucción del poder selyuquí. Los sultanes selyuquíes establecieron
igualmente los atabegs, jefes militares encargados de velar por la educación de los príncipes jóvenes. La
enorme influencia de los atabegs fue utilizada en beneficio de sus propias familias, formando verdaderas
dinastías en Mosul, Alepo y Damasco que, cuando el poder selyuquí declinó, se hicieron con el poder. Los
selyuquíes, gobernaron territorios habitados por turcos, iranios, árabes y kurdos, todo ellos suníes,
demostraron amplia tolerancia con los no musulmanes, aunque persiguieron implacablemente a la secta de
los asesinos nazaríes.

2.2 Los Selyuquíes de Anatolia: el sultanato de Rum (1071-1240)


Después de la batalla de Manzikert, la rama selyuquí establecida en Anatolia fundó el sultanatb de
Rum, que se mantuvo unido durante todo el siglo XII. A finales de ese siglo, los cristianos comenzaron a
denominarlo Turchia. Los turcos penetraron poco a poco en la península, no siendo mayoritarios, pero
presididos por una estrecha solidaridad.

A partir de 1.176 se dividió el territorio entre los doce hijos del sultán, pero el apogeo de Rum
comenzaría con su reunificación bajo Kay Jusraw I (1204-1210), coincidiendo con la división de Bizancio tras
la cuarta cruzada. La capital se instaló en Kbnia y desde allí intentaron conquistar las fortalezas de los
montes Taurus y del Kurdistán, que finalmente no pudieron integrar en su imperio, pero que les sirvió para
frenar a las tribus turcómanas empujadas por los mongoles hacia Occidente, y establecer contactos
mercantiles con los venecianos.

En el interior, la situación también se consolidó. El sultán, que afirma su autoridad sobre los
miembros de su familia, está asistido estrechamente por los jefes del ejército (beys), que dependen
directamente de él, y por los administradores (walis), representantes de un visir responsable de la
administración civil que, a su vez, depende del sultán. Debido al escaso número de funcionarios cualificados
entre los turcos, los sultanes recurrieron a iranios y a árabes, de donde se deduce la importancia de la
lengua árabe en la administración y del árabe y del persa en la cultura. A pesar de ello, la lengua turca se

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mantuvo como lengua de comunicación habitual. También fue importante la influencia bizantina,
manifestada en forma de adaptaciones locales de la legislación y en los contactos humanos, ya que los
griegos constituían probablemente la mayoría de la población. Por otro lado, la turquización e islamización
del país fue muy lenta, como resultado de la ocupación y la sedentarización de las poblaciones turcas,
aunque los matrimonios mixtos facilitaron el proceso. Se sabe también que en las ciudades, algunos
ciudadanos griegos y armenios se convirtieron al Islam para conservar ciertos privilegios y poder ocupar
cargos en la nueva administración.

La fiscalidad selyuquí era parecida a la de otros estados musulmanes, aunque la iqta’ estaba menos
extendida ya que el sultán administró directamente la mayoría de las tierras conquistadas y cuyos
impuestos recaudaba. La vida económica desarrolló sensiblemente la producción local gracias al control de
los selyuquíes de las salidas al Mar Negro (Sinope) y al Mediterráneo (Antalya) y al comercio que allí se
hacía con mercaderes procedentes de Venecia, Irak y del Imperio de Nicea. Asia Menor estaba entonces
atravesada por rutas caravaneras, sembradas de caravasares (kans), y todo el tráfico que las ocupaba
beneficiaba a los selyuquíes a través de aduanas, peajes e impuestos comerciales.

La vida intelectual de los selyuquíes es poco conocida, al margen de las obras místicas, escritas en
persa y árabe, del maestro sufí Mevlana Yalal al-Din Rumí (1207 – 1273), cuyo hijo fundó la cofradía de los
derviches giróvagos danzantes.

2.3 El Islam oriental dividido; Fatimíes y Selyuquíes


Al nacer el siglo XII, dos potencias dominan el mundo musulmán del Próximo y del Medio Oriente:
el califato fatimí chiita de Egipto y el sultanato selyuquí sunita, aparentemente sometido al califa abasí, que
controla Jurasán, Irán, Irak, Siria y se extiende hacia Asia Menor. Los Fatimíes, instalados en el Cairo,
controlaron durante el siglo XI el norte de África y Siria, aunque nunca consiguieron doblegar
completamente a las tribus beréberes del Magreb y a algunos emires sirios. Por su propia naturaleza, el
régimen era de esencia divina y su jefe, cabeza del chiísmo, tenía que descender del Profeta, sin embargo,
por ese mismo motivo, se oponía a la mayoría de sus súbditos, musulmanes suníes. Por otro lado, los califas
fatimíes recurrieron a mercenarios no musulmanes para constituir su guardia personal o incluso una parte
del ejército, lo que no contribuyó a su popularidad. A mediados del siglo XI, tribus bereberes hilalíes
abandonaron el Alto Egipto y atacaron los territorios del Magreb central, expulsándolos, y confinándolos en
Egipto y Síria, donde comenzó el enfrentamiento con los selyuquíes por las redes comerciales del
Mediterráneo.

Bajo el califa fatimí al-Mustansir (1036 – 1094) y su visir de origen armenio, Badr al- Yamali, la
reducción de los impuestos, la recuperación económica y las buenas cosechas fomentaron un aumento de
la actividad comercial. Las buenas relaciones de los Fatimíes con los comerciantes italianos y judíos,
favorecieron la presencia permanente de europeos en el tráfico mercantil de Oriente. Paralelamente, se
produjo una expansión comercial del califato famití hacia el Índico a través del Mar Rojo, vía que también
sirvió para la expansión del Islam hacia el Sind, Beluchistán y la India.

A nivel comercial, los selyuquíes intentaron fomentar el tráfico de mercaderes hasta las salidas en el
Mediterráneo y el Mar Negro, sin embargo, un terremoto destruyó el puerto de Siraf, principal escala entre
Basora y Bagdad. No ayudaron tampoco los ataques cruzados contra los puertos sirios y palestinos y la
situación empeoró cuando aparecieron piratas en el Golfo Pérsico, lo que desvió muchas actividades
mercantiles hacia el Mar Rojo y Egipto. Sólo en Asia Menor los selyuquíes consiguieron impulsar la
producción local y exportarla a través de los puertos del Mar Negro y del Mediterráneo. Estos puertos
estaban conectados con las ciudades del interior (Konya, Ankara, etc.) mediante rutas caravaneras en las

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que recaudaban aduanas y peajes que revertían en sus arcas. Las relaciones con venecianos, bizantinos,
griegos y armenios también ayudaron a mantener activo el comercio.

2.4 Los nizaríes


La difusión del chiismo gracias al califato fatimí fue cortada en las tierras centrales de Siria y Egipto
por la llegada de los ayyubíes, pero mantuvo sus posiciones en la parte oriental. El descontento lo canalizó
el persa Hasan-i-Sabbah, que conquistó la fortaleza de Alamut en 1090, al Sur del Caspio. A la muerte del
califa Al-Mustansir, Hasan-i-Sabbah, proclamó a su hermano fallecido Nizar como "imán verdadero que
había desaparcido entrando en fase de ocultamiento". Con la entrada de los cruzados en Oriente,
comenzaron a realizar labores de espionaje, activismo político y asesinato ritual que desestabilizaron el
régimen selyuquí, hasta que los mongoles arrasaron su fortaleza en 1.256.

3.- EL GOBIERNO DE LOS ATABEGS: ZANGÍES (1127-1171) Y AYYUBÍES EN


ORIENTE (1171-1250)

La disgregación del poder selyuquí, tras la muerte de Malik Shah I se debió, principalmente, al
reparto del Imperio entre la innumerable parentela del sultán. La institución de los atabegs en algunos de
estos territorios es asimismo un signo indiscutible de debilidad del poder de los emires. Al margen de ello,
hubo otros factores debilitadores del poder selyuquí:
 La repetida concesión del iqta’s
 los continuos asesinatos de autoridades por parte de los nazaríes
 los ataques de los batiníes chiíes
 las diversas revueltas urbanas contra el poder selyuquí en Siria.

Los ataques de los cruzados que, inicialmente fueron un factor debilitador de la dinastía, a la larga
sirvieron de catalizador para la unificación del Islam.

Imad al-Din Zangi (1127 – 1146), atabeg del hijo del sultán selyuquí en Mosul, fue el primero en
proponer la expulsión de los francos del norte de Siria por medio del yihad y el restablecimiento del
sunismo dentro de su territorio. En 1128, arrebató Alepo a los francos y eliminó a los batiníes de la ciudad y
en 1144 conquistó la ciudad cruzada de Edesa, consagrando así su poder.

Con el hijo de Zangi, Nur al-Din (1146 – 1174), la unidad del Islam se persiguió combatiendo a los
chiítas y forzando a los emires turcos, kurdos y árabes de Siria a reconocer su autoridad. Luchó contra los
francos y, junto al gobernador de Damasco, derrotó a los cruzados en las puertas de la ciudad en 1149. A
pesar de todo, esta alianza no impidió que sólo unos años después, en 1154, llevase a cabo la unidad de
Siria mediante la toma de Damasco y estableciese un sistema de gobierno muy similar al de los selyuquíes.
Los Zangíes emplearon tropas mercenarias de origen kurdo, cuyo ascenso imparable creó un nuevo poder
en la zona: Los Ayubbíes

Esta dinastía de origen kurdo comenzó su ascenso gracias a la concesión de iqta’s entre sus
miembros, permitiéndoles dominar ciudades como Homs o Damasco. En esos momentos, en mayo de 1164,
una de las ramas de la dinastía fatimí pidió el apoyo de Nur al-Din, para no caer en manos de los cristianos.
Envió una expedición a Egipto, al mando del jefe kurdo Shirkuh, y tras varios años de campaña, Shirkuh
consiguió incluso ostentar el cargo de visir, pero falleció y dejó como heredero a su sobrino, Salah al-Din
(Saladino).

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Saladino fue el fundador de la dinastía Ayyubí, al pasar de visir de El Cairo a sustituir a la dinastía
fatimí, conquistar Siria y ponese bajo la tutela religiosa del califa de Bagdad. Tras ser nombrado sultán en
1171, se enfrentó y venció a los cruzados en la batalla de Hattin conquistando Jerusalén. Su territorio se
dividió entre sus familiares, en base a las principales ciudades, creando nuevas unidades debilitadas que en
1260 ya habían desaparecido.

La administración de los ayyubíes empleó principalmente coptos, en detrimento de los armenios, y


mantuvo un sistema fiscal parecido al fatimí. Tanto los cristianos como los judíos pudieron mantener sus
prácticas religiosas en Siria y Egipto mediante el pago del correspondiente impuesto y, a pesar de los
conflictos, nunca se detuvieron las relaciones comerciales con italianos, franceses y catalanes. El Mar Rojo,
vetado a los latinos, permitió que los ayyubíes controlasen Yemen, apareciendo por primera vez los
mercaderes karimíes, mercaderes, negociantes, armadores y banqueros que monopolizaban el comercio en
este mar y controlaban el comercio de productos del océano Índico.

Desaparecido el califato fatimí, el Islam más ortodoxo, reunificado bajo la secta sunní, salió
reforzado de la crisis de las cruzadas. Bajo el reinado de Saladino y sus sucesores se fomentaron las
enseñanzas religiosas en las madrazas, especialmente en Siria, para asegurar el dominio de la ortodoxia.
Alepo y El Cairo sustituyeron a Bagdad como focos culturales. En Egipto, el reclutamiento masivo de
soldados esclavos por al-Malik al-Kamil (1218 –1238), para luchar contra los cruzados, llevó a la sustitución
de la dinastía por el régimen mameluco, con Baybars a la cabeza (1260-1277).

4.- LAS DINASTIAS BEREBERES DEL OCCIDENTE ISLAMICO: ALMORÁVIDES


Y ALMOHADES
4.1 Almorávides (1056-1147)
Los Almbrávides eran una facción de las tribus beréberes sinhaya, procedentes de la zona
comprendida por el sur del Dara y el río Níger, que controlaban el comercio caravanero de sal y esclavos de
Awdagust. Débilmente islamizados, en 1045, uno de sus jefes, Yahya ibn Ibrahim, realizó una peregrinación
a La Meca y, consciente de las carencias religiosas de su pueblo, regresó trayendo consigo un hombre
piadoso del Magreb occidental, Abd Allah ibn Yasín. Ibn Yasín divulgó sus enseñanzas entre los que más
tarde serían llamados almorávides (al-murabitun = habitantes de un ribat) pues, debido a los
enfrentamientos entre diversas familias, estos combatientes por la fe se recluyeron en un ribat para llevar
un vida estricta y austera según el rito malikí. Tras la muerte de ibn Ibrahim, le sucedió Yahya ibn Umar
(1042 – 1056), quien estableció una confederación con las principales tribus nómadas sinhayíes y, a partir
de 1050, las dirigió en una serie de conquistas en el Sáhara a fin de extender el Islam ortodoxo de rito malikí
por la zona.

Abu Bakr ibn Umar, que sucedió a los anteriores tras su fallecimiento, conquistó el Sus, el Atlas y las
llanuras atlánticas. y después perdió su liderazgo a favor de su lugarteniente, Yusuf ibn Tashufin, primer
gran caudillo almorávide, mientras Abu Bakr se lanzó a combatir contra Senegal y el Níger, conquistando
Ghana (1076). En 1070, Yusuf instaló su capital en Marrakesh, sedentarizando de este modo el dominio
almorávide. Ante esta expansión, la taifa sevillana llamó a Yusuf para hacer frente al rey Alfonso VI de
Castilla que, en 1085, había tomado Toledo. Yusuf ibn Tasfin venció a Alfonso VI en la batalla de al-Zallaqa /
Sagrajas (1086) y, más tarde, cansado de las disputas de los príncipes andaluces, se apoderó prácticamente
de todo el país, Córdoba, Sevilla, Almería, Badajoz y Lisboa, aunque fueron derrotados en Valencia. En 1098
Yusuf tomaba el título de Príncipe de los musulmanes

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La soberanía almorávide no fue bien recibida en al-Andalus, pues la población los consideraba unos
bárbaros. Los almorávides situaron al frente de las principales ciudades a gobernadores (cadíes) de la
familia Banu Tashufin, que progresivamente fue tomando como propia la cultura andalusí. A pesar de ello,
tanto en el Magreb como en al- Andalus aparecieron movimientos locales de resistencia.

La unión política de al-Andalus y el Magreb con sus rutas saharianas tuvo varias consecuencias.
Entre 1048 y 1087, los almorávides islamizaron las zonas habitadas por población negra entre el Senegal y el
Níger y desarrollaron una intensa actividad comercial desde el África negra a los mercados mediterráneos.
La sociedad cambió, apareciendo un sistema tripartito a la cabeza del cual estaban los dirigentes
almorávides, lbs mbrabitbs o combatientes del ribat, y lbs tributaribs, tanto musulmanes como dhimíes,
cargando sobre estos la mayor parte de los impuestos, para librar a los musulmanes de parte de la carga
fiscal no canónica.

Ali ibn Yusuf (1106 – 1143) implantó un sistema jurídico dirigido por ulemas malikíes que mantuvo
a la comunidad bajo un rígido control religioso. En 1125, Alfbnsb I el Batalladbr de Aragón realizó una
victoriosa expedición militar por al-Andalus que puso en evidencia la debilidad militar de los almorávides
por aquellas fechas, dirigidos por el hijo de Alí, que, más adelante estando ya en el trono, perdió Almeria,
conquistada por Alfbnsb VII de Castilla. Ante las ofensivas cristianas, los almorávides subieron los
impuestos para afrontar los gastos militares, lo que provocó revueltas urbanas. Paralelamente, en la década
de 1130, el empuje bélico de los almohades comenzó a imponerse en Marruecos y los últimos emires
almorávides, tras la muerte de Ali ibn Yusuf, apenas pudieron frenarlos. En 1144, tras una revuelta
generalizada, los almorávides perdieron el poder en al-Andalus y sólo tres años después, cayó Marrakesh.

4.2 Almohades (1121-1269)


El movimiento almohade tuvo su origen en la predicación del teólogo Ibn Tumart (1080-1130), que
elaboró una doctrina totalmente opuesta a la de los malikíes y, por tanto, a la que defendían los
almorávides, por lo que se enfrentó abiertamente a ellos. Hacia 1118, el número de sus seguidores había
crecido considerablemente por lo que se retiraron a Tinmal, en el Alto Atlas, para evitar ser perseguidos y
poder organizar de forma conveniente su comunidad religiosa y político-militar. En 1121, Ibn Tumart (1121
1130) fue proclamado líder de la comunidad, bajo el nombre de Muhammad al-Mahdi, se rodeó de un
consejo de representantes de las tribus beréberes asociadas a él y envió predicadores a difundir sus
doctrinas. Su asociación con el jefe militar, Abd al-Mumin, permitió unir a las tribus opuestas a los
almorávides e iniciar la yihad con un ataque a Marrakesh en 1130.

Tras la muerte de Ibn Tumart, lo sucedió Abd al-Mumin (1130 – 1163) que derrotó definitivamente a
los almorávides (1147), se proclamó califa, conquistó al-Andalus y extendió sus dominios hasta Libia. Abd al-
Mumin mantuvo el consejo de las tribus, aunque estableció un principio dinástico que permitió que, a su
muerte, su hijo heredara el trono. Abu Yaqub Yusuf (1163 – 1184) culminó la tarea de conquista de al-
Andalus iniciada por su padre y situó su capital en Sevilla, aunque durante todo su reinado tuvo que hacer
frente al intento de expansión de los reinos cristianos de la Península Ibérica. Desde su corte, fue un gran
promotor de la cultura y la ciencia, hasta el punto que nombró juez supremo (cadí) de Córdoba al
aristotélico Averrbes. Fue derrotado y muerto en la batalla de Santarém, por Fernando II de León, en 1184.
Su hijo y sucesor, Yusuf Yaqub al-Mansur (1184 – 1199), inició su reinado trasladándose a Túnez para
sofocar una rebelión de tribus beréberes, aunque una vez obtenida la victoria, se estableció en Sevilla.
Obtuvo un gran triunfo sobre Alfonso VIII de Castilla en la batalla de Alarcbs (1195), lo que le permitió
llegar a las puertas de Toledo. Yusuf Yaqub al-Mansur siguió la política iniciada por su padre de
fortalecimiento de la armada islámica, con sede en Algeciras y Alicante, de modo que pudo competir con los
italianos por el comercio mediterráneo y asistir a Saladino contra los cruzados.

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El último califa almohade con cierta relevancia fue Muhammad al-Nasir (1199 – 1213), quien tuvo
que afianzar de nuevo su poder en Túnez pero sufrió una estrepitosa derrota en Las Navas de Tblbsa (1212)
frente a los reyes cristianos ibéricos liderados por Alfonso VIII de Castilla, durísimo golpe del que los
almohades ya no se recuperaron. A partir de entonces, los califas almohades cayeron bajo el dominio de los
jefes de las tribus y se vieron obligados a firmar pactos con los reinos cristianos. El Imperio almohade se
cuarteó hasta desaparecer por completo: en al-Andalus por causa del avance cristiano se generó, como
resultado subsidiario, el emirato nazarí de Granada. En el Magreb, los Banu Marín se independizaron en
1216 y para 1248 gobernaban la mayor parte de Marruecos. En 1269 perdieron la capital de Marruecos,
desintegrándose en Al-Andalus, entre pactos con monarcas cristianos o el surgimiento de personajes
descendientes de antiguos linajes, como Muhammad ibd Hun de Murcia, que les sustrajo numerosos
territorios.

Dada la extensión del territorio almohade, la cancillería cobró gran importancia pues era el principal
vínculo entre el califa y los funcionarios de las provincias y el único medio para dirigir la guerra contra los
cristianos, gracias a la información que estos obtenían. La justicia se aplicó mediante la implantación de
cadíes en todas las regiones del Imperio, impartiéndose principalmente en las grandes ciudades, donde
también estaban las oficinas administrativas del califato. Los talaba eran los encargados de establecer la
doctrina del régimen y siempre acompañaban al califa, aunque otros asesoraban también a los
gobernadores de las provincias.

5.- RELIGION Y CULTURA


5.1 El apogeo del movimiento sufí
El movimiento sufí tuvo su origen en el siglo VIII, a partir de las enseñanzas de Hasán al-Basri y de la
esclava Rabi’a. En el siglo IX, destacó el maestro y predicador Huseín ibn Mansur al-Hallay (857 – 922) que
se enfrentó a la visión más ortodoxa del Islam y rechazó a cualquier intermediario entre Dios y los hombres.
Esta doctrina lo enfrentó al califa de Bagdad, que acabó condenado al sufismo a una fase de clandestinidad
que duró hasta su época dorada, entre los siglos XI y XIII.

Los sufíes estaban organizados en cofradías o hermandades (tariqas) y se reunían en fortalezas-


monasterio llamadas rábitas o zawiya dirigidos por un maestro. La doctrina sufí recoge el ideal de pobreza,
el arrepentimiento, la purificación a través de la oración y la relación con Dios sin intermediarios. El célebre
profesor de la madraza Nizamiyya, Abu Hamid Muhammad al-Ghazzali (Algazel) (1058 – 1111), creador de
una importante escuela teológica, estaba convencido de la ineficacia de la razón como herramienta de
conocimiento o de comunicación con Dios, por lo que defendió los postulados místicos y reivindicó el credo
sufí, permitiendo que el movimiento abandonase la clandestinidad. En al-Andalus, destacaron los maestros
sufíes Ibn Masarra (nacido en 883) y el mayor místico de su época, Mahyi al-din ibn ‘Arabí (1165 – 1240),
creador del concepto de la unicidad de Dios, que renovó la doctrina sufí

5.2 Las madrazas como instituciones del saber


Las madrazas surgieron por la evolución de las escuelas coránicas, junto a las que se alojaba a los
estudiantes en un edificio llamado jan, que se extendió por las tierras del califato abasí a partir del s. X. En
ellas ejercían su labor hombres piadosos que enseñaban a memorizar el Corán, hadices y leyes. Lo
poderosos de la época pugnaban por patrocinar estos complejos y atraerse los favores del sultán, creando a
la vez bibliotecas que se añadían a los mismos. Cuando en el interior de la mezquita se designó una
habitación destinada a la enseñanza, esta comenzó a llamarse madraza que evolucionó con el tiempo hasta
convertirse en una entidad principal del recinto. En el s. XI Nishapur contaba ya con cuatro madrazas, pero
la mas importante de esta primera etapa fue la madraza Nizamiyya en Bagdad, a cargo de los selyuquíes.

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A fines del XII, la madraza era ya la principal institución del saber dependiente del Estado, siendo las
diferentes dinastías los principales mecenas, señalándose hasta 30 en Bagdad. Se caracterizaban por el
alojamiento de los estudiantes dentro del recinto, la enseñanza dentro del patio y las salas de oración y la
biblioteca. El sistema de patronazgo hacía depender excesivamente a las madrazas de sus mecenas, estando
en sus manos la designación y destitución de los maestros.

Los ayyubíes fueron importantes difusores de las madrazas y a ellas se vincularon muchos de los
historiadores y sabios de la época, que eran enterrados en ellas. Saladinb fundó numerosas madrazas en
Jerusalén y, en la misma época, se introdujeron en La Meca. Cada una de ellas solía representar a una
escuela jurídica diferente.

6.- LAS CRUZADAS


6.1 Motivaciones y significado de las cruzadas
Las cruzadas constituyen un episodio fundamental de la Edad Media aunque, salvo la primera,
ninguna otra fue numerada por sus contemporáneos ya que, de hecho, la denominada 2ª cruzada, no fue
más que un conjunto de diferentes campañas en diferentes frentes que se engloban en el mismo periodo.
El período clásico de las cruzadas abarca el tiempo en el que se mantuvieron potencias cristianas en
Levante, es decir, desde la toma de Jerusalén (1099) hasta la caída de Acre (1291). A pesar de todo, cabe
mencionar que las cruzadas no se limitaron a Tierra Santa ni a este período, sino que se desarrollaron hasta
la Edad Moderna e incluyeron escenarios de Europa y el Mediterráneo.

La gente acudió a las cruzadas, principalmente, por motivos religiosos, aunque tampoco cabe
descartar razones mesiánicas, como la de Pedrb el Ermitañb (1096). Una minoría buscó el botín o nuevas
tierras que conquistar, aunque la empresa era cara y muy pocos acabaron estableciéndose en los nuevos
territorios de Ultramar. También los hubo que se limitaron a seguir a su señor de acuerdo con su juramento
de vasallaje y otros que se sumaron en busca de aventuras.

6.2 La Primera Cruzada: Urbano II y el Concilio de Clermont-Ferrand (1095)


La llamada del papa Urbanb II a la Primera Cruzada (1095 – 1099) debe entenderse en el marco del
enfrentamiento entre el Papado y el Imperio por el control de la cristiandad. Asegurada la parte europea del
Imperio Bizantino, en 1095, Alejb I Cbmnenb solicitó auxilio a Occidente para restablecer sus posiciones en
Asia Menor. En respuesta, ese mismo año, en el cbncilib de Clermbnt-Ferrand, el Papa reclamó ayuda para
los bizantinos en su lucha contra los musulmanes y exigió la liberación de los Santos Lugares. Urbano II
esperaba, de este modo, dirigir una empresa que, de tener éxito, reforzaría su prestigio e incluso aspiraba a
tender nuevos puentes con los bizantinos tras la ruptura religiosa de 1054. El escenario era, además,
adecuado pues el aumento de población y las leyes sucesorias de las grandes familias, que transmitían
propiedades y títulos sólo al primer hijo varón, proporcionaron una gran cantidad de hombres jóvenes
dispuestos a embarcarse en una campaña que podía proporcionarles tierras y el respeto social.

A la cruzada asistió todo tipo de gente, desde caballeros a peones, artesanos y labradores, miles de
personas que esperaban recibir la indulgencia plenaria prometida, organizadas en dos grupos distintos. La
cruzada popular, liderada por Pedro el Ermitaño, movilizó a una multitud de desheredados que atravesaron
Europa sembrando el pánico. Alarmado ante sus desmanes, Alejo I les facilitó el paso del Bósforo y, frente a
Nicea, fueron diezmados por los turcos selyuquíes. La cruzada oficial, presidida por el delegado papal,
estuvo formada por gentes de armas y dirigida por los representantes de algunas de las grandes familias
nobiliarias europeas, como Bbhemundb y Tancredb de Hauteville, el conde de Tolosa, Rbbertb de Flandes

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o Gbdbfredb de Bbuillbn, duque de la Baja Lorena. Aunque estaban imbuidos del espíritu religioso, también
les movían razones políticas y el deseo de obtener feudos donde establecerse, a expensas tanto de
musulmanes como de bizantinos. Consciente del peligro que suponían, Alejo I Comneno les obligó a
suscribir el compromiso de recibir, a título de feudo del basileus, aquellas provincias que recuperasen de
manos musulmanas, aunque finalmente sólo Godofredo de Bouillon le sería fiel.

La división en el mundo musulmán, tanto entre los Fatimíes como entre los Selyuquíes, facilitó que
los cruzados atravesasen Asia Menor. Conquistaron Antioquía y Edesa (1098) y, tras un dramático asalto,
Jerusalén (15 de julio de 1099), donde masacraron a la población judía y musulmana. Urbano II murió sin
conocer el resultado de esta cruzada.

A consecuencia del éxito de la Primera Cruzada, se formaron diversos Estadbs Latinbs de Oriente o
reinos francos de Ultramar: el condado de Edesa (desaparecido en 1144), ocupado por Balduino de
Boulogne; el principado de Antibquía, bajo el mando de Bohemundo de Tarento; el condado de Trípbli,
concedido al conde de Tolosa, y el reino de Jerusalén, simbólicamente ocupado por Godofredo de Bouillon.

6.3 Las cruzadas del siglo XII; la fundacion de los Estados Latinos a la caída de
Jerusalén.
Inicialmente, el establecimiento de los cruzados no causó la alarma entre los musulmanes, pero el
sangriento ataque a Jerusalén y los abusos sobre la población local de los colonos latinos instalados en el
litoral, los pusieron en alerta. La reacción provino del atabeg de Mosul, Imad al-Din Zangi, fundador de los
zangíes, que propuso la expulsión de los francos mediante una yihad y consiguió recuperar Alepo (1128) y
Edesa (1144).

La toma de Edesa alarmó a los cristianos, que reclamaron a Eugenib III una nueva cruzada. Esta
nueva campaña (Segunda Cruzada, 1146 – 1148) tuvo un predicador excepcional en la figura de San
Bernardb de Claraval, que convenció a Cbnradb III de Alemania y Luis VII de Francia para ponerse al frente
de los cruzados. En su ruta marítima hacia Tierra Santa, los latinos se detuvieron en las costas ibéricas y
ayudaron a la toma de Lisboa y Almería, que fue conquistada por Alfonso VIII al abrigo de la cruzada (1147)
gracias a la colaboración de las flotas genovesa y aragonesa. Sin embargo, al llegar a su destino, dividieron
sus fuerzas y Conrado III fue derrotado en Dorilea, y el resto de sus tropas, unidas a las del francés Luis VII
sólo obtuvieron una derrbta frente ante los muros de Damasco que fue atacada por consejo de Balduino III.

Durante los siguientes años, la Siria franca luchó por evitar que se produjera la unión de los poderes
islámicos en el Próximo Oriente pero la reunificación del poder islámico bajo el Ayyubí Salah al-Din
(Saladinb), señor de Damasco, Alepo y Mosul y defensor del Islam suní, dio un vuelco a la situación. La
victoria de Saladino en la batalla de Hattín (4 de julib de 1187) supuso la mayor derrota de los latinos en
Tierra Santa y permitió a los musulmanes conquistar Acre, Ascalón y Jerusalén (1187).

La retirada de los cristianos provocó que Gregbrib VIII llamase a una nueva cruzada en 1187, tras el
fallecimiento de Urbano III (Tercera Cruzada (1188 – 1192). Federicb Barbarrbja, el primero en salir, pereció
en Asia Menor. Ricardb Cbrazón de León y Felipe Augustb de Francia, en muy malas relaciones por
entonces, partieron algo más tarde y, en verano de 1191, lograron recuperar San Juan de Acre. El rey de
Francia se retiró, dejando al inglés el peso de todas las operaciones y, aunque obtuvo algunas victorias
sobre Saladino, llegó a un acuerdo con él para conservar la costa entre Acre y Jaffa y permitir las
peregrinaciones a Jerusalén, que se mantuvo en manos musulmanas. A la vuelta de la cruzada Ricardo I fue
capturado y casi perdió su reino.

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Una consecuencia secundaria de la Tercera Cruzada fue el nacimientb del reinb de Chipre. Mientras
se dirigía a Tierra Santa, Ricardo Corazón de León arrebató Chipre al déspota bizantino de la isla, Isaac
Comneno, y al terminar la cruzada, se la vendió al antiguo rey de Jerusalén, Guidb I de Lusignán (1192 –
1194), entronizando una dinastía que perduró hasta 1489. Guido I distribuyó tierras entre los caballeros
expulsados de Tierra Santa, calcando el modelo feudal del reino de Jerusalén y sojuzgando a la población
griega. Nicosia se convirtió en capital, con Nicosia y Limassol como puertos importantes y la isla siguió
comerciando con Siria y Armenia. Su hermano y sucesor, Aymericb I (1194 – 1205), fue coronado también
rey de Jerusalén, aunque no unió ambas coronas. La población minoritaria católico romana se agrupó en
algunas ciudades costeras, como Famagusta o Nicosia. Los católicos conservaron las riendas del poder,
mientras que la mayoría de población autóctona griega vivía en el campo. En estas circunstancias, aunque la
independiente Iglesia Ortodoxa Chipriota, con su propio arzobispo, permaneció en la isla, perdió bastante
poder frente a los católicos de la Iglesia Romana. Las Órdenes Militares gozaron de grandes concesiones en
la isla a la caída de Acre, fundándose las encomiendas hospitalarias de Colossí y la templaria de Gastria.

6.4 La organización de los estados latinos hasta el siglo XII


La organización de los Estados Latinos se realizó siguiendo los mismos parámetros de la Europa
feudal. Los distintos territorios latinos (Jerusalén, Trípoli, etc.) se dividieron en señbríbs cuyos tenentes eran
vasallos del rey o del conde correspondiente, el dominio del cual les servía de modelo. El rey de Jerusalén
contaba con un canciller, un chambelán a cargo de las finanzas, un senescal responsable del tesoro,
escribas, recolectores de impuestos y castellanos que defendías sus fortalezas. Por su parte, había también
vizcondes con jurisdicción sobre los hombres libres del reino y autoridades específicas para juzgar a los
colonos. Los señores se reunían en la influyente Alta Cbrte (Haute Cour), sin embargo, con el objetivo de
limitar su poder se promulgó una ley en virtud de la cual los vasallos dependientes de los barones debían
prestar hbmenaje ligib al rey (asiento sobre el vasallaje ligio), juramento que primaba por encima del
prestado a sus señores. Paralelamente, los habitantes musulmanes, judíos o cristianos sirios poseían una
administración separada, sometida a los cargos señoriales correspondientes.

Los estados cruzados permanecieron en litigio constante entre ellos durante toda su existencia,
problema agravado por la ausencia de una autoridad real efectiva que, desde la segunda mitad del siglo XII,
fue sustituida por regentes (bailes). Por otro lado, todos ellos acusaron la permanente falta de recursos
humanos en un entorno tan hostil, por lo que se recurrió a los servicios de mercenarios autóctonos
(turcósolos) vitales para la defensa de los reinos cruzados, y se crearon las primeras Órdenes Militares
como base del ejército regular. Las ciudades latinas y algunos lugares estratégicos se fortificaron y se
crearon líneas defensivas con enormes castillos. Para el mantenimiento del comercio fue fundamental la
colaboración de las flotas de las repúblicas italianas, que también trasladaban las rentas de las encomiendas
europeas de las Órdenes Militares.

Acre, capital del reino de Jerusalén desde 1191, es un ejemplo de la fragmentación del poder
cristiano en el área. Estaba dividida en barrios controlados por los principales poderes
 el económico: las repúblicas comerciales italianas (Génova, Pisa y Venecia)
 el militar: la órdenes militares con sus cuarteles generales (Temple, Hospital y Teutones)
 el religioso: el Patriarca latino de Jerusalén

6.5 Las Órdenes Militares


El origen de las Órdenes Militares está relacionado con el desarrollo y la cristianización de la
caballería europea y con el reconocimiento de la labor guerrera por parte de la Iglesia. A partir del siglo XI,
el perfecto soldado de Cristo dejó de ser sólo un monje recluido para convertirse también en un guerrero
que lucha por el bien de la salvación y por el conjunto de la Iglesia.

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La primera orden militar fue la de los Caballerbs del Templb de Jerusalén, fundada por Hugo de
Payens en 1118 y que consiguió la aprobación pontificia en 1129. Con la ayuda de San Bernardo, el número
de milicias de este tipo no tardó en crecer y afianzarse.

La misión primordial de la Órdenes Militares era la de combatir a los infieles, así como el
mantenimiento de los Santos Lugares en manos cristianas y la defensa de los peregrinos. Con el tiempo, se
fundaron otras de carácter territorial como las de origen hispano (Calatrava, Santiagb y Alcántara) o la
Orden Teutónica en Alemania, que lucharon contra los infieles en sus áreas de asentamiento.

Las Órdenes Militares constituyeron el único ejército permanente de la Edad Media, formado por
tropas disciplinadas y entrenadas. Este carácter fue decisivo en lugares como Tierra Santa y el Báltico,
donde los cristianos eran débiles y necesitaban refuerzos. A la labor guerrera añadieron la asistencial
mediante la atención a enfermos y heridos (con la creación de hospitales), la protección de peregrinos y la
liberación de cativos. Además de todo ello, los caballeros de la Órdenes Militares actuaron como agentes
articuladores del territorio al defender, organizar y repoblar ciertas zonas, como mediadores entre
caballeros, reyes y papas y como mensajeros entre Tierra Santa y Europa.

Las Órdenes Militares se estructuraron jerárquicamente. A su frente se situaba un Gran Maestre y


un prior frente a los religiosos. La encbmienda, dirigida por un cbmendadbr, era la unidad básica local
desde la que se administraban las propiedades circundantes. Varias encomiendas formaban un maestrazgb
y todas las encomiendas contribuían al funcionamiento de la orden. Las encomiendas de la Europa
continental entregaban un tercio de sus ingresos (respbnsib) a la casa central de la orden en Tierra Santa,
mientras que las que estaban en frentes bélicos sólo pagaban una décima parte. Las Órdenes contaban con
sus propias naves y, al mover capitales por toda Europa, también realizaron actividades bancarias, función
que acabaría provocando la caída y disolución del Temple en Francia e Inglaterra.

Todos los miembros de las órdenes hacían los votos monásticos (castidad, pbbreza y bbediencia) y
seguían la regla agustiniana (Temple y Santiago) o la cisterciense (Calatrava). A pesar de ello, los caballeros
de la Orden de Santiago (freires) consiguieron que se les permitiera el matrimbnib, conviviendo en
monasterios con sus familias. Algunas de las órdenes, como la del Hospital o las hispanas contaron también
con una rama femenina de religiosas. A las personas que apoyaron moral y económicamente a las Órdenes
Militares se los conoció como familiares.

FUENTES
Es importante dentro de la historiografía de esta época las memorias de Usama ibn Munqidh
(1095-1188), emir, político y guerrero sirio, que vivió la época de los cruzados. Destaca su Libro de las
Experiencias, dedicado al rey Artukida Kara Arslan, en el Damasco de Saladino.

Hay una amplia representación del género biográfico, con un fuerte contenido ejemplarizante y
unas formas establecidas y en el que son más importantes las acciones de los personajes que las causas de
sus decisiones o la caracterización del personaje. Ejemplo de ello es la propaganda coetánea que rodeó a la
figura de Saladino, del cual varios personajes de la corte escribieron semblanzas a través de fuentes
directas: Baha'al-Din ibn Shaddad (m. 1235), gran cadí del ejercito de Saladino; 'Imad al-Din de Isfahan
(.1200), su secretario a partir de 1175, utilizó su diario y abundante correspondencia y diplomas originales;

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Ibn al-Athir, testigo directo y más independiente, lo que le permite una visión más crítica; por último Ibn
Abi Taiy (d. 1235), cronista chiita de Alepo, con detalles sociales y antropológicos de esta época, pero
muestra su antiàtía por la dinastía ayyubí. Estas biografias revolucionan la historiografía en lengua árabe y
serán modelos de futuras obras.

Ibn al-Athir, escribió obras como El perfecto tratado de Historia y una crónica sobre los zangíes
denominada La historia resplandeciente de la dinastía atabeg, que comienza con la creación, tiene capítulos
sobre la historia persa y romana y luego se transforma en anales hasta 1233, un par de años antes de su
muerte. Es una de las primeras fuentes para la formación del sultanato selyuquí.

Tambien es fundamental el diccionario de personajes destacados de Ibn Jallikan (m. 1282),


vinculado a los ayyubíes, de la zona de Mosul..

Existe abundante documentación administrativa, despachos a diversos agentes del poder central,
tratados de paz, acuerdos, contratos, deudas, peticiones y recomendaciones. También registros contables y
censos del estado, aunque parcialmente en algunos casos.

La historiografía sobre las cruzadas desde el campo cristiano, también es abundante, a través de
diversos cronistas contemporáneos o que participaron en las propias cruzadas y que se alejaron del control
eclesiástico, como De la conquête de Constantinople, del caballero Gebffrby de Villehardbuin. La fuente
básica de la primera cruzadas es anónima y es Gesta Francorum de carácter sencillo. Tambien Historia
Hierosolymitana, de Fulquerib de Chartres, capellán de Balduino de Bolonia, y Historia Francorum de
Raimundb de Aguilers. Estas son las tres fuentes principales pero no las únicas.

Para el mundo bizantino, por supuesto la ya mencionada Aleixada de Ana Cbmnena, hija del
emperador, con una visión nada favorable de las tropas francas, escrita en 1148, cuando ya se habían
cometido todos los desmanes de éstas.

Las fuentes árabes no se preocupan apenas de las cruzadas, y sí de sus luchas internas, su relación
con Bizancio y la invasión mongola. Las dos principales fuentes árabes son el El Libro del yihad, de al-Sulami
(1105) quién fue el primero en levantar la voz contra la invasión franca, y la Continuación de la Crónica de
Damasco, de Ibn al-Qalanisi (m. 1160), que sirvieron a la vez de fuente a Ibn al-Athir

A mediados del s. XII, Mateb de Edessa, armenio cristiano, escribió su Crónica. El resto de las
diferenctes campañas se recogen en crónicas, a las que se añaden cartas, composiciones épicas,
trovadorescas, sermones o poesía, como la Historia de la Guerra Santa de Ambrbsib, sobre la campaña de
Ricardo de Inglaterra. Pero el gran historiador de las cruzadas será Guillermb de Tirb que escribió una
famosa crónica Historia jerosolimitana en la que se recoge todo lo acontecido en tierras santa desde 1086 a
1184 y que, por primera vez, citaba fuentes musulmanas. El resto del siglo XIII se escribirían varias
continuaciones de dicha crónicas desde los estados levantinos de ultramar.

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