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DE LA EDAD MEDIA
(S.V-XV)
TEMA 9. LOS PUEBLOS GERMÁNICOS
9.1. LAS MIGRACIONES GERMANAS Y EL FIN DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE
El mundo romano se encuentra en un momento crítico/de cambio, desde el siglo III. Durante este
periodo tiene lugar un proceso de ruralización y ralentización del comercio, un creciente
autoritarismo de la figura imperial, y, a nivel religioso cultural, la aparición, legalización y
oficialización del cristianismo a principios del siglo IV.
Así pues, los fundamentos, instituciones, creencias… del mundo romano se van desmoronando y a
su vez van apareciendo y cobrando mayor importancia los pueblos germánicos.
Estos pueblos eran conocidos con el término de ‘bárbaros’, del latín barbarus (extranjero), y eran
pueblos nómadas o seminómadas que habían ido ocupando progresivamente el norte de Germania
y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.
“Bárbaro” hacía referencia a todo aquél que no sabía hablar ni griego ni latín, por eso incluía a los
germanos, eslavos, los pueblos de las estepas, los bereberes…
Sí que es cierto que algunos pueblos penetraron de manera violenta, pero la mayoría estaban
romanizados, es decir, ya llevaban en contacto con el Imperio Romano varios siglos e incluso se
habían puesto a su servicio mediante alianzas militares proporcionando tropas auxiliares.
Durante los siglos II, III y IV se produjo una penetración progresiva no problemática en la que tiene
lugar la romanización.
No obstante, a finales del siglo IV y principios del siglo V, tiene lugar una penetración masiva. En
apenas 100 años se adentran en territorio romano todos los grandes pueblos. Los hunos,
provenientes casi de China, provocaron un efecto dominó desde Ucrania empujando a los
Ostrogodos, quienes empujaron a los Visigodos, y estos a los Suevos, Vándalos y Alanos… En
definitiva, cada tribu que migraba por la presión de otra, tenía que buscar un nuevo territorio para
asentarse.
Estas invasiones bárbaras se produjeron aproximadamente entre el año 376 y el 406.
En el Imperio los pueblos bárbaros se clasificaron en dos grupos en función de su vinculación a
Roma:
- Dediticii: pueblos que se enfrentaron a Roma y que fueron derrotados, (rendidos o
sometidos).
- Foederati: pueblos que se pusieron al servicio de Roma (federados o asociados).
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- Eslavos: ubicados en el valle inferior del Danubio, en Bohemia y a orillas del río Vístula, entre
los que se encontraban los bosníacos, croatas, eslavones, moravos, polacos, servios y
venetos.
- Tártaros o mongoles: procedentes de Mongolia, entre quienes sobresalían los hunos, pero
que también estaban integrados por diferentes pueblos como los avaros, búlgaros, fineses,
húngaros y lapones.
- Bereberes.
De todos ellos, los godos fueron los primeros en instalarse en el Imperio en 378, al derrotar a las
tropas imperiales en Adrianópolis. En virtud del pacto de 382, los godos quedaron asentados en
Mesia en calidad de foederati.
Pero fue el empuje y ataque de los hunos lo que provocó el desplazamiento hacia las fronteras del
Imperio de otros pueblos germánicos: los ostrogodos penetraron en Italia; los vándalos, suevos y
alanos atravesaron Galia e Hispania; los pictos, sajones y escotos se adentraron en Britannia; los
visigodos saquearon Italia y se convirtieron en fuerza de policía frente a otros pueblos, hasta que en
418 alcanzaron como federados del Imperio el reconocimiento de primer ‘reino’ bárbaro.
El ejército romano de Occidente solo reaccionó ante la amenaza de los vándalos, que arrasaron el
norte de África, donde quedaron instalados como federados, y los hunos, encabezados por Atila, que
lograron deponer la autoridad y funciones de los últimos emperadores romanos.
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9.2. LA SOCIEDAD ROMANO-GERMÁNICA
La sociedad en este periodo va a sufrir unas intensas transformaciones, propias de toda época de
cambio.
En líneas generales el elemento romano es el que prevaleció en la sociedad. No obstante, el
elemento germánico fue muy importante porque caracterizaba a la élite. Así pues, durante este
periodo se produjo una fusión de ambos elementos. Se produjo una convivencia étnica que no
estuvo exenta de dificultades concentradas en cuatro frentes: las diferencias lingüísticas; la inicial
prohibición de los matrimonios mixtos; la disparidad cultural y de costumbres y, las diferencias
religiosas.
El proceso de ruralización se va a ver agudizado por las propias invasiones. Las ciudades dejaron de
ser seguras y perdieron sus funciones. Esto tuvo una consecuencia directa en la disminución del
comercio, pues las rutas terrestres y marítimas tampoco eran seguras.
Desde el punto de vista social, parece que se configura un nuevo modo de organización. Las élites
germanas se convierten en el grupo que ostentaba el poder político y económico, las élites
terratenientes. Por otro lado, el pueblo, que trabajaba la tierra, se dividía en
- Colonos: pequeños propietarios que ocupaban explotaciones otorgadas por un gran
propietario.
- Siervos: instalados en pequeñas tenencias de carácter familiar y trabajaban la reserva
señorial.
- Esclavos: sin libertad jurídica, realizaban labores domésticas y agrícolas.
La sociedad romano-germánica era muy inferior a la antigua romana. El arte, las ciencias, la
ingeniería, la arquitectura, la medicina y otros campos del saber se estancaron e incluso muchos de
los grandes avances y conocimientos quedaron en el olvido.
Los reyes germanos patrimonizan los reinos, es decir, los privatizan y por lo tanto reinan a su gusto.
El reino era de su propiedad, el aparato fiscal funcionaba para proporcionar dinero al rey y a ciertos
nobles, e incluso la esfera judicial era administrada por rey y nobles elegidos.
Los germanos traen sus propias leyes, basadas en la costumbre. Para que perduren frente al derecho
romano se dedicaran a codificarlas y dejarlas por escrito: la Ley Sálica (francos), el Código de Eurico…
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9.3. LOS REINOS GERMÁNICOS
2. Suevos
Pueblo originario de tierras bálticas que penetraron en Hispania hacia el año 409 y terminaron por
asentarse en la provincia de Gallaecia (actuales Galicia, Asturias y León en España, y norte de
Portugal) tras una serie de enfrentamientos con los vándalos que finalmente se desplazaron hacia el
sur de la península para terminar pasando al norte de África.
Los suevos fueron el primer pueblo bárbaro convertido al cristianismo, aunque los visigodos les
obligaron a profesar el arrianismo.
Su afán expansionista los llevó a extenderse por la península y lanzar una ofensiva contra la
Tarraconense, despertando el recelo de Roma, que se unió a los visigodos como reino federado para
defender sus intereses en la Península. La derrota sueva dio inicio a la recesión de este pueblo que
terminó reducido territorialmente a Gallaecia. El monarca visigodo Leovigildo se anexionó el reino
suevo en el 585.
3. Ostrogodos
Fueron la tribu oriental de los godos, asentados en la baja Mesia (hoy Bulgaria). Hacia el 488,
empujados por la falta de alimentos, el caudillo Teodorico solicitó al emperador romano permiso
para penetrar en Italia. En el 493, el caudillo Teodorico el Grande, tras encarnizadas batallas, venció
a Odoacro (rey de los hérulos que había depuesto al último emperador romano) y los expulsó de la
península itálica. Fundó, así, el reino ostrogodo de Italia, con capital en Rávena. Instalados en el
norte, toleraron la mayoría católica de Italia y respetaron la tradición romana. Teodorico intentó,
como rey de los ostrogodos y corregente del emperador en Italia, buscar una armonía entre los
godos y los romanos, y actuó de forma autoritaria frente a sus detractores.
A la muerte de Teodorico, su hija se encargó de la regencia del heredero, pero fue traicionada y
asesinada. Justiniano aprovechó para erigirse como vengador de la muerte de la hija de Teodorico y
planificar así la invasión de Italia. Se inicia así, la ‘guerra gótica’ (536-554) entre bizantinos y godos,
hasta que en 554 quedó bajo dominio bizantino.
4. Lombardos
El reino lombardo se conformó el 568 cuando el pueblo lombardo invadió el norte de Italia tras
vencer al Imperio bizantino logró establecerse en el norte italiano. Desde entonces el reino no dejó
de aumentar influencia y situó la capital en Pavía.
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REINOS CON MAYOR TRAYECTORIA
5. Anglosajones en Inglaterra
El fin de la Britania romana se sitúa en el momento en que se retiran las legiones romanas allí
destinadas en el año 407. Esto se debió a la gran extensión del Imperio y la imposibilidad para
controlarlo todo. El abandono de ciertos territorios, como el de Britania, da lugar al llamado proceso
de desromanización, en el que el legado romano no desaparece por completo, pero sí que se pierde
en gran medida.
Britania siempre estuvo expuesta a los ataques de los
pueblos bárbaros. Los habitantes autóctonos de Britania,
débilmente romanizados, experimentaron una vigorosa
celtización.
La llegada de los pueblos germánicos anglos, sajones y jutos
arrinconaron a los bretones en el norte y oeste, y algunos de
ellos emigraron al continente.
Estos pueblos se repartieron el territorio de tal forma que los
anglos ocuparon la zona media y el este de la isla; los jutos,
se extendieron por Hampshire, la isla de Wrigth y Kent,
mientras los sajones permanecieron en la cuenta del
Támesis. Formaron una heptarquía, es decir, un país dividido
en siete reinos.
La evangelización de la isla fue llevada a cabo, por un lado,
por San Patricio desde Irlanda, y, por otro lado, por San
Agustín enviado desde Roma.
6. Francos
Los Francos se asientan en la Galia relativamente tarde, pues otros pueblos germánicos, los
burgundios y visigodos, ya habían habitado el territorio anteriormente.
Aunque la penetración franca es tardía, enseguida llega al poder un rey franco, Clodoveo, que va a
adquirir mucho prestigio y desarrollar un proyecto expansivo importante. Clodoveo es el fundador
de la dinastía Merovingia. Consiguió unificar al pueblo franco y conquistar a los burgundios, a su vez,
expulsó también a los visigodos y otros pueblos bárbaros. De esta manera, creó la primera gran
monarquía germánica de Europa.
7. Visigodos
Los visigodos o godos occidentales, son un pueblo germánico que, empujado por los ostrogodos y
hunos, llegaron a las fronteras del Imperio romano. Intentaron asentarse en Italia y la Galia pero no
lo consiguieron así que se asientan definitivamente en Hispania, concretamente en Toledo donde se
fundó un reino que habría de existir hasta la invasión musulmana del año 711.
Los visigodos fueron el pueblo germano más romanizado. Bajo el reinado de Leovigildo, el principal
objetivo fue unificar el reino. Para ello se impulsó una dinámica de integración social y territorial, se
combatió a francos y bizantinos, eliminó a los suevos, mantuvo a raya a los vascones, y unificó
ideológicamente a los visigodos en el arrianismo. A este monarca se le debe también la creación del
officium palatinum, un mínimo aparato político-administrativo.
Recaredo, su hijo, buscó la unidad ideológica en el catolicismo, logrado en el III Concilio de Toledo,
decisión que engrandeció la Iglesia católica del reino. Desde ese momento la jerarquía católica
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aumentó su influencia y autoridad, y terminó por convertirse en un elemento esencial del poder
real.
Recesvinto se centró en la unidad jurídica y promulgó el Liber Iudiciorum, código que reconocía el
principio de territorialidad de las leyes y refrendaba la importancia de los vínculos privados en las
relaciones sociales y políticas. Sin embargo, no logró con ello evitar el carácter electivo de rey. Esto
hizo que se crearan facciones en permanente lucha, lo que debilitaba la existencia de una autoridad
fuerte.
Esta fragmentación política de la aristocracia visigoda favoreció la entrada y el dominio de los
musulmanes en la Península.
En cuanto a la autoridad, existía una jerarquización dirigida por el papa, luego los obispos, los
diáconos… pero como parte de la privatización de la iglesia, comenzaron a aparecer Iglesias privadas
que pertenecían a determinados nobles.
En este momento, las élites políticas ostentaban también cargos eclesiásticos. Así pues, durante la
Edad Media, destaca el prestigio de los obispos como líderes políticos, religiosos, judiciales,
económicos… de las comunidades urbanas.
La primacía del obispo de Roma chocó con las aspiraciones del patriarca de Constantinopla a
ostentar la primacía por lo que tuvo lugar un cisma entre ambas iglesias, surgiendo dos
cristiandades: la católica en Occidente y la ortodoxa en Oriente.
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La conversión de las conciencias necesitaba de una consolidación doctrinal que se consiguió
mediante los debates teológicos (concilios y sínodos) y la simplificación del mensaje cristiano.
Los protagonistas de la evangelización de Europa fueron monjes y misioneros. El monacato tuvo un
papel fundamental en la conversión de la población. Los monjes, que inicialmente surgieron en
Oriente con un carácter más riguroso, se manifestaron en Occidente en dos líneas diferenciadas:
- Monacato irlandés: obra de San Patricio.
- Monacato romano o benedictino: obra de San Benito, cuya actividad compendiaba un doble
principio “ora et labora”, es decir, el rezo y el trabajo manual.
La cristianización de los reinos germánicos fue un empeño largo: suevos, burgundios, francos, godos,
lombardos y anglosajones por orden cronológico. Los monjes irlandeses aceptaron la autoridad de la
sede romana y su liturgia y organización.
La llegada del legado clásico hasta nuestros días ha sido posible gracias a la intervención de la Iglesia.
Entre los impulsores del corpus cultural cristiano destacaron:
- Boecio: tradujo del griego al latín algunas obras de Aristóteles.
- Casiodoro: integró las artes liberales en la cultura sagrada y legó un tratado de ortografía y
transcripción de textos.
- Gregorio Magno: destacó en pedagogía moral, insistiendo en que era necesario preparar la
mente para comprender mejor la palabra de Dios.
- San Isidoro de Sevilla: puso los cimientos de la historiografía hispánica y difundió su obra las
Etimologiae.
- Beda el Venerable: escribió libros de historia, ciencia y exégesis, simplificando los
contenidos de herencia clásica.
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TEMA 10. EL IMPERIO BIZANTINO Y EL ISLAM (SIGLOS
VI-XIII)
10.1. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA
Durante las dinastías de Constantino y Teodosio se pusieron las bases de lo que sería el Imperio de
Oriente o Imperio Bizantino.
Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminaba con la unidad política imperial, en
Oriente, el Imperio romano permaneció intacto y sobrevivió durante mil años más.
Con capital en Constantinopla, ciudad refundada por Constantino el Grande en la antigua colonia
griega de Bizancio, el Imperio oriental disfrutaba de una buena situación económica que hizo posible
mantener un ejército bien preparado y una administración eficaz, que le permitió someter y evitar
ataques exteriores.
La división del Imperio marcó un punto de inflexión en la historia, en la que ambos mundos, Oriental
y Occidental, inician un camino divergente.
Se pretendió conciliar a Oriente y Occidente a través de la fe cristiana, pero la idea de una iglesia
universal fue una ilusión que se desvaneció ante las polémicas teológicas, las rivalidades jerárquicas,
las acusaciones de herejía y las excomuniones, que acentuaron aún más la diferencia entre Oriente y
Occidente. A esto se sumó la persistencia de las invasiones germánicas, la expansión del islam y las
crisis políticas, que pudieron más que los intentos de acuerdos mediante los concilios ecuménicos y
que el intento de recuperar el prestigio perdido del Imperio romano.
Y todo ello, hasta que en el siglo VI, acceda al poder un emperador que soñó con unificar el antiguo
Imperio romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo: Justiniano.
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La sociedad del Imperio Bizantino era eminentemente urbana, al contrario que en Occidente, donde
las ciudades van desapareciendo por la ausencia de instituciones. En Oriente se mantiene la
tradición urbana principalmente por el buen funcionamiento del comercio.
La cultura antigua permanecerá en mayor medida en el mundo oriental. Uno de los elementos clave
fue el derecho romano, que en Occidente desapareció durante 500 años, pero en Oriente pudo
pervivir.
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Esta máxima extensión provisional menguó con la insurrección bereber, la ‘guerra gótica’ en Italia y
el empeño de los visigodos de expulsar a los bizantinos. Los gastos militares y la llegada de nuevas
amenazas (búlgaros, eslavos y ávaros) provocaron la retirada paulatina de estos territorios.
Justiniano también intervino en la religión. La unidad intelectual de base cristiana era la ideología
del programa justinianeo. Intentó acabar con los últimos rescoldos del paganismo, persiguiendo
todas las herejías. Sin mucho éxito, los monofisitas siguieron siendo fuertes en Siria y Egipto, y los
maniqueos ofrecieron su apoyo en numerosas ocasiones al Imperio persa. Estas persecuciones
terminaron por conducir a una ruptura de la unidad imperial, que se plasmó en un apoyo de estos
grupos al poder musulmán, como una forma de venganza contra la política ortodoxa de los
emperadores.
También fue muy importante su proyecto jurídico. Dedicó grandes esfuerzos a codificar el derecho
romano. La compilación legislativa era un instrumento de desarrollo del programa de absolutismo
imperial que transmitía la tradición romana y la armonizaba con la cristiana.
A su muerte, Justiniano dejó un derecho público, una capital rica y un emperador autócrata y
sacralizado. Sus sucesores hubieron de afrontar una serie de problemas exteriores e interiores:
- Amenazas interiores: Imperio fiscalmente agotado, territorio extenso difícil de mantener y
todos los problemas provenientes de las herejías.
- Amenazas exteriores: eslavos, ávaros y persas.
Esta situación de crisis pone de manifiesto la necesidad de la renovación del Imperio, que se aprecia
en dos sentidos:
- La militarización: el Imperio se reorganizó en themas, unidades de ejército asociadas a una
circunscripción territorial que le correspondía defender. Estaban integradas por stratiotas,
soldados campesinos que poseían en una explotación agraria en propiedad.
- La ruralización: un gran porcentaje de la población se trasladó al ámbito rural para asegurar
las fronteras. El sistema de themas favoreció el auge de la pequeña y mediana propiedad.
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10.3. LA ICONOCLASIA
Durante los siglos VIII y IX, el movimiento iconoclasta causó graves conflictos en todo el Oriente
bizantino.
A principios del siglo VIII la amenaza del Islam era enorme. Pensaron que se trataba de un castigo
divino por haber sido idólatras y haber adorado imágenes.
La cuestión religiosa tuvo una trascendencia política cuando bajo el reinado de León III, se pudo
rechazar los ataques de los árabes y de los búlgaros, y se impuso la iconoclastia. Esto dio origen a
grandes conflictos internos:
- Primer período iconoclasta (730-787) que llegó a su fin en el reinado de Irene donde
únicamente se aprobó la veneración de imágenes pero se prohibió la adoración.
- Segundo período iconoclasta (814-842) que finalizó cuando la regente Teodora volviera a
restaurar la ortodoxia religiosa de adoración de imágenes contando con el apoyo de los
monjes.
A partir de aquí se pone de manifiesto la diferencia entre la Cristiandad oriental y occidental. Esto
derivó en el Cisma de Focio (867) donde se produjo una ruptura formal entre las Iglesias de
Constantinopla y Roma.
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Durante ese periodo se produjo el Cisma de Oriente (1054), que supone la separación de las iglesias
de Roma y Constantinopla, debido a discrepancias en disciplina eclesiástica, práctica sacramental y
doctrina teológica.
10.4. NACIMIENTO DEL ISLAM, LOS OMEYAS Y EL IMPERIO DE LOS ABBASÍES. LA CIVILIZACIÓN
ISLÁMICA
El Islam fue capaz de dar respuesta a muchos de los conflictos internos que acuciaban al Imperio
Bizantino y Persa. Así pues, su nacimiento, expansión y triunfo se debe a que la población acogió a
los musulmanes como liberadores.
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Allí se convierte en jefe religioso y político y enumera los rasgos del islam:
- Monoteísmo estricto
- Igualdad de sus creyentes en el seno de la umma (comunidad). Esta idea rompió por
completo con la concepción social del momento.
- Ritualismo de actos piadosos
Las fuentes doctrinales son el Corán, la recitación de la revelación divina a Mahoma, y la Sunna, la
tradición recogida en los dichos o hechos del profeta. Sus distintas interpretaciones dieron lugar a
diversas escuelas de pensamiento teológico y jurídico.
Abraham es el ‘padre de la fe’ común para las tres religiones: cristianismo, judaísmo e islam. El islam
prohíbe la representación de la divinidad.
Los pilares religiosos para ser un buen musulmán y alcanzar la salvación son:
1. La profesión de fe, Alá es el único dios y Mahoma su profeta.
2. La oración cinco veces al día orientado a La Meca.
3. El ayuno durante el mes de Ramadán.
4. La limosna como ayuda a los pobres.
5. La peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida.
Estas prácticas se acompañan de ciertas costumbres con fuerza de ley para los creyentes, como la
yihad (lucha interior del alma contra sí misma, similar al concepto cristiano de la pugna spiritualis, o
lucha contra el enemigo interno), la circuncisión, la abstinencia de carne de cerdo y de bebidas
alcohólicas, el uso del velo facial femenino, la práctica de actos de higiene corporal y la poligamia.
La yihad, mal llamada guerra santa, es en realidad el esfuerzo individual de cada fiel para llegar a ser
un buen musulmán. Desde el punto de vista teológico, para el buen musulmán la vida es una yihad
que solo termina con la muerte y que tendrá su premio o su castigo según se haya actuado o no de
acuerdo con la Revelación.
La difusión del islamismo entronca con sus religiones monoteístas deudoras, el judaísmo y el
cristianismo, aunque se aleja de ellas en los aspectos doctrinarios. La civilización del Islam se ha
caracterizado por:
- Su rápida difusión
- La conexión con áreas de difusión del olivo y los cultivos de regadío en entornos desérticos
- La imbricación entre lo social y lo religioso.
- Una configuración variada de tribus y minorías religiosas bajo la doctrina del Corán.
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En los territorios conquistados se establecieron guarniciones de guerreros árabes que se encargaban
de mantener el control de las ciudades, y, por otro lado, un sistema fiscal (impuestos) sencillo que
provocó conversiones a la nueva fe.
El califato ortodoxo llega a su fin con la aparición del siísmo: los éxitos militares oscurecieron las
tensiones existentes entre tribus árabes, entre árabes y maulas, y entre las posiciones de legitimidad
del poder califal. Alí (656-661) se enfrentó a los jarichíes, grupo secesionario que pregonaba la
interpretación igualitaria y literal del mensaje de Mahoma. Mu´awiya, gobernador de Siria, se hizo
con el trono al derrotar a Alí, aunque el legitimismo a favor de los hijos de este y la disidencia
religiosa fueron defendidas por el siísmo, que rechazaba la Sunna como fuente doctrinal.
Los conflictos internos conllevaron a los asesinatos de los califas Omar y Otman. Tras estos hechos se
dio paso al califato de Alí, yerno de Mahoma. Durante este reinado (656-661) se sucedieron ciertos
conflictos religiosos con repercusiones políticas. Alí debió enfrentarse con los jarichies, grupo
secesionista que pregonaba la interpretación igualitaria y literal del mensaje de Mahoma.
Alí fue asesinado en 661 por los jarichies en su propia ciudad de Kufa. Acto seguido, Muawiyya,
gobernador de Siria, se proclamó califa dando fin al califato ortodoxo e inaugurando el periodo del
Califato Omeya.
Los Omeya consolidan el gobierno, establecen una dinastía, expanden el territorio… pero también
fueron surgiendo ciertos problemas internos:
- Tensión étnica: la preferencia árabe dejaba fuera a pueblos que habían ostentado el poder
como los africanos, los rum (romanos), los bereberes del norte de áfrica, los persas… Esto
provoca voces de descontento frente a los Omeya arabistas.
- Tensión religiosa: enfrentamientos con respecto a la forma de sucesión hereditaria. -
- Los Jarichíes optaban porque gobernara el musulman más virtuoso.
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- Los Suníes optaban porque gobernara aquella persona que respetara la sunna o
tradición y que fuera aceptada de manera mayoritaria por la sociedad .
- Los chiíes optaban porque gobernaran los sucesores de Mahoma.
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- Iqta: como el feudalismo occidental. Cesión temporal a un propietario del derecho de
percibir los impuestos de los campesinos a cambio de entregar el diezmo.
- Se consolidó el comercio por el Mediterráneo y su papel de intermediarios de las ciudades
italianas y la zona de entrada a la India, donde se podían relacionar con mercaderes chinos.
Dentro del desarrollo cultural islámico de los s. X y XI sobresalen: la reflexión filosófico-religiosa, la
hegemonía intelectual del islam oriental, y el esplendor intelectual, que abarcó a todas las
disciplinas. Entre las mayores figuras cabe citar a Avicena, que escribió obras perdurables de filosofía
y de medicina.
El islam occidental
Pueblos bereberes que fueron ganando poder:
- Los almorávides (siglos XI-XII): movimiento religioso que combinaba rigor moral,
interpretación literal del Corán y la Sunna, adscripción a la escuela malikí de pensamiento
teológico y jurídico y voluntad de utilizar la guerra santa. Desde la zona de Mauritania y
Senegal se expanden al norte hacia Marruecos y Al-Ándalus cuando había desaparecido el
Califato de Córdoba. Su llegada frenó la reconquista.
- Los almohades (siglos XII-XIII): sustituyeron el rigorismo almorávide. Desarrollo cultural. La
derrota en Las Navas de Tolosa en 1212 y rebeliones regionales pusieron a prueba el
Imperio, que se desintegró en cuatro reinos: los Nazaríes de Granada, los Meriníes de Fez,
los Abdalwadíes de Tremecén y los Hafsíes de Ifriqiya.
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TEMA 11. EL IMPERIO CAROLINGIO. NACIMIENTO DE
EUROPA Y EVOLUCIÓN DEL OCCIDENTE EUROPEO
HASTA EL SIGLO XIII
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Carlos Martel, hijo del mayordomo de palacio de Austrasia y miembro de una familia noble con
posesiones entre los ríos Mosa, Mosela y Rin, fue el auténtico fundador de la dinastía. Su ascenso al
poder se produjo cuando tras la muerte de su padre, se le negó el derecho a heredar el cargo por
parte del rey de Neustria. Tras deponer al monarca, en el 719, y colocar en el trono a su propio
candidato, Carlos unía de hecho a los francos bajo el poder de un único mayordomo.
Sin embargo, el hecho que consolidaría la dinastía fue la victoria ante los árabes y bereberes que
habían cruzado los Pirineos en el año 732 en la batalla de Poitiers.
Carlos Martel construyó un poderoso reino franco que a nivel de política exterior hizo frente a
frisones, alamanes y sajones, al norte, y a los musulmanes, al sur. Sus triunfos militares se apoyaron
en la compra de voluntades de la aristocracia guerrera mediante la entrega de beneficios
territoriales y en ciertos avances técnicos.
Los éxitos militares y el efectivo poder ejercido por los mayordomos, se consolidarían
definitivamente durante el mandato de los hijos de Carlos Martel. Así, tras la abdicación de su
hermano mayor Carlomán, el segundo hijo de Carlos Martel, Pipino ‘el Breve’ decidió que quien
ejercía el poder efectivo debería ostentar igualmente el título de rey. De esta manera, con el
beneplácito del papa Esteban II –preocupado por el avance lombardo en Italia-, en el 751 Pipino
atacó y derrotó al rey de Neustria, último representante de la dinastía merovingia, siendo
proclamado poco después como rey de los francos y consagrándose así la nueva dinastía y la alianza
entre los francos y el papado.
En 768 el regnum francorum se repartió entre los hijos de Pipino, Carlomán y Carlos, llamado ‘el
Magno’, que tras la muerte de su hermano gobernó en solitario. La alianza entre Carlomagno y el
papado se fortaleció en los últimos años del siglo VIII, gracias al nuevo pontífice León III. En la
Navidad del año 800 el papa León III lo coronó emperador en Aquisgrán, capital del reino,
imponiendo así la hegemonía del rey de los francos sobre el emperador de Constantinopla y el
pontífice de Roma. Esta renovación del Imperio romano, que se ejercía sobre toda la cristiandad
latina, sería conocida posteriormente bajo la denominación de Sacro Imperio Romano Germánico.
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La idea de la renovatio del Imperio intentó abarcar prácticamente todos los aspectos de la sociedad,
desde las costumbres del clero hasta la aleación de la moneda. El emperador fomentó además un
decidido renacimiento de la cultura clásica latina
Los poderes efectivos de Carlomagno derivaban de la capacidad de comandar el ejército (el ban
militar; de origen germano) y a la aplicación de la legislación (el munt judicial) compilada en los
códigos francos respectivamente. Sin embargo, en ciertos territorios del sur aún se mantenía parte
del derecho romano. El emperador asumió también el ejercicio de algunas competencias
eclesiásticas (protección del clero y elección de obispos), fiscales (control en las ferias y mercados) y
económicas (ordenación monetaria).
En la administración imperial (palatium) era el centro teórico, con sede en Aquisgrán, si bien los
condados eran las circunscripciones territoriales operativas encargadas a los condes. Los condes
tenían la obligación de cobrar los impuestos y de organizar el ejército en la zona encargada, pero
también de representar al rey ejerciendo las funciones del mismo: judiciales o legislativas. Los missi
dominici eran embajadores del emperador que controlaban la gestión del imperio.
Al desaparecer el imperio Romano, desaparecieron también las instituciones que garantizaran el
funcionamiento de la sociedad, de la economía, de la justicia, etc. Es por esto que, en esta época, se
empieza a forjar un sistema basado en la fidelidad personal. Los vínculos establecidos eran
personales y reales. El vasallo debía estar preparado para ejercer las tareas que el señor le
encomendara: el auxilium en el combate y el consilium, asesoramiento en justicia y política.
- La Francia Occidental: el último descendiente carolingio fue depuesto por la nobleza con el
apoyo de la Iglesia, nombrando en su lugar a Hugo Capeto, que inició una nueva dinastía que
verdaderamente se encargó de forjar el reino de Francia.
- La Francia Oriental: Otón I, de la dinastía de los duques de Sajonia, consiguió hacer frente a
los eslavos y húngaros. La victoria, en nombre de la cristiandad, le llevó a ser coronado como
emperador por el papa, restaurando así el Imperio de Occidente.
- Italia.
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11.2.1. La Inglaterra anglosajona
A comienzos del siglo VII, existía una hegemonía de los reinos de Northumbria, Mercia y Wessex.
Pero a mediados del siglo VIII, el reino de Mercia adquiere cierta dominancia con el apoyo del
arzobispado, llevando a cabo importantes conquistas en Gales o la mejora en la acuñación de
moneda. Sin embargo, la verdadera tendencia a unificar el país se produciría con el rey Egberto de
Wessex, que obligó a los señores de Mercia y Northumbria a que le prestaran juramento de
fidelidad. Este movimiento unificador se plasmó en la aparición de los shires, nueva división
administrativa y territorial que venía a sustituir a los antiguos distritos romanos.
El proceso de unificación política de la isla fue interrumpido por las incursiones vikingas -en su
mayoría de origen danés-, intensificadas a partir de mediados del siglo IX, cuando comenzaron una
violenta conquista de Inglaterra en la que el reino de Mercia fue su primera víctima. La resistencia
fue encabezada por el rey Alfredo ‘el Grande’ de Wessex, que logró derrotar al ejército vikingo y
establecer un sólido sistema de defensa territorial. Tras proclamarse rey de los anglosajones, Alfredo
llevó a cabo una política de cohesión social y cultural.
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Normandos para los francos o varegos para los bizantinos. Las causas de sus expediciones desde
Escandinavia, parecen ser la superpoblación de los territorios nórdicos, las variaciones climáticas o la
interrupción de las rutas mercantiles. La expansión vikinga afectó negativamente a Irlanda, Gales,
Inglaterra y Escocia y contribuyeron a la destrucción del Imperio carolingio; aunque a ellos se debe el
establecimiento de importantes nexos de unión entre territorios hasta entonces sin relación y la
crearon una sólida red de intercambios de mercancías y objetos.
Estos guerreros y comerciantes pertenecían a tres pueblos diferentes:
- Daneses: sus objetivos fueron Inglaterra y la Europa carolingia. Llevaron a cabo la creación
del reino de Normandía.
- Noruegos: se centraron en Escocia y las costas de Irlanda, Islandia y Groenlandia. A ellos se
atribuyen igualmente las primeras expediciones por el océano Atlántico.
- Suecos: a través del Báltico penetraron en la región de los grandes lagos rusos y
descendiendo el río Volga alcanzaron el mar Caspio, el mar Negro y las costas del Imperio
bizantino. A mediados del siglo IX los denominados varegos habían extendido su dominio
hasta Kiev.
Las primeras expediciones datan de entre el 793 y el 850, pero fue a partir del año 850 cuando éstas
tuvieron un carácter mucho más planificado. Tras su conversión al cristianismo a lo largo del siglo X,
puede distinguirse otro breve periodo de expediciones desarrollado a comienzos del siglo XI: las
llevadas a cabo por los varegos hasta Bagdad y las tierras de la actual Polonia; siglo que marcaría el
definitivo declive de los pueblos vikingos.
Los suecos, tras ser derrotados en el 1043 por los bizantinos, fueron lentamente absorbidos por la
cultura ‘rusa’. Daneses y noruegos vencieron al rey de Wessex asentándose definitivamente en
Inglaterra (1014-1027).
ii. Los eslavos: la expansión de pueblos eslavos (polianos, checos o croatas) por Europa
central comenzó a mediados del siglo VI. Estos grupos terminaron asentándose en las
llanuras del Danubio, en lo que posteriormente sería Bulgaria.
iii. Los ávaros: pueblo procedente de las estepas del Turquestán que se apoderó de tierras y
asentamientos a lo largo del Danubio medio, extendiendo su poder hasta el Báltico y el mar
Negro. Su decadencia comenzó en el siglo VII presionados por la expansión eslava y el
dominio de los francos. Finalmente, entre los años 790 y 805, fueron derrotados y
dispersados por Carlomagno.
iv. La Gran Moravia: surgida como consecuencia del hundimiento del antiguo reino de los
ávaros a inicios del siglo IX, se erigió en la primera entidad eslava que se configuró como
Estado. Sería también la primera nación eslava en convertirse al cristianismo, provocando así
la posterior división entre:
- Territorios eslavos adeptos a la Iglesia y al culto latinos: Moravia, Bohemia,
Eslovaquia y Polonia.
- Territorios que aceptaron la liturgia y el alfabeto eslavos, adhiriéndose a la Iglesia
griega y a la cultura bizantina: Bulgaria, Serbia y Rusia.
La Gran Moravia se disolvió a mediados del siglo X.
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v. Los búlgaros: los búlgaros, constituidos por pueblos de origen huno y turco, atravesaron
el Danubio en el siglo VII y tras someter a los eslavos de la zona, fundaron su propio reino. La
guerra con el Imperio bizantino provocó su derrota definitiva.
vii. Los sarracenos: dedicados a la piratería, actuaban al margen de los emiratos de al-
Ándalus o del norte de África. Establecidos en pequeños enclaves costeros, que usaban
como base de operaciones, asolaban las costas del litoral llegando a controlar pequeñas islas
mediterráneas y asentándose en Sicilia. Fueron eliminados por condes provenzales y
piamonteses, a finales del siglo X.
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La teoría política elaborada por la Iglesia se basaba en la tradición hierocrática, para la que el Papa
era considerado el jefe supremo de la Iglesia cristiana y máxima autoridad sobre cualquier poder
espiritual o temporal.
La organización eclesiástica se basaba en el combate a cualquier herejía y la ordenación secular con
la celebración de sínodos y la creación de una red parroquial.
La Iglesia carolingia se preocupó de la moral, la defensa de los intereses doctrinales y materiales de
la jerarquía, o prácticas precristianas como el culto a las reliquias.
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Destacaba la sobreimposición señorial sobre las familias de las aldeas, con el objetivo de fijar la
población y beneficiarse del excedente de su fuerza productiva. La presión de los señores sobre las
aldeas se transformó con la concesión de fueros, que condujo a una progresiva igualación de los
estatus jurídicos de los campesinos. El señorío tuvo dos elementos esenciales: el dominio de la tierra
y la autoridad sobre los hombres.
Los señores eran grandes propietarios que dictaban normas de convivencia y ejercían competencias
que habían correspondido al poder público (justicia, milicia y fiscalidad).
Modelos
- Ciudades del norte: los wiks eran ciudades nacidas en torno a puertos, donde los
mercaderes ambulantes instalaron sus almacenes en Francia, Flandes y Alemania.
- Ciudades mediterráneas: caracterizadas por la tradición municipal romana y la pervivencia
de una aristocracia eclesiástica.
- Ciudades eslavas: los gorods, recintos fortificados a cuyo pie se instalaron artesanos. La
difusión del derecho municipal germánico contribuyó a fortalecer los núcleos urbanos.
Economía urbana
El trabajo se especializa y profesionaliza dando lugar a los gremios organizados, que eran
agrupaciones de gentes dedicadas a una misma especialidad artesanal. Se reglamentaron las horas y
formas de desarrollar cada actividad, la calidad del producto, las técnicas de elaboración y los
precios en el mercado.
En lo relativo al comercio, el primero que surgió fue el local, es decir, el que se efectuaba del campo
a la ciudad. Sin embargo, fue el comercio a larga distancia o internacional el que caracterizó el
renacimiento económico de la Edad Media.
En las ciudades medievales se organizaban ferias donde intervenían los mercaderes profesionales y
se establecían compromisos de compraventa. Paralelamente a la expansión de las actividades
comerciales, se desarrollaron las asociaciones de mercaderes -hansas o gildas- que tenían como
objetivo proteger a sus miembros social y jurídicamente. Esta red comercial conformó una
corporación, la liga hanseática, que llegó a incluir 200 ciudades y desarrolló una legislación mercantil
común. En las ciudades italianas aparecieron sociedades de comercio, las commenda, generalmente
dedicadas a viajes de larga distancia.
El transporte sobre todo terrestre era precario todavía por lo que el preferido era el fluvial a través
de los grandes ríos europeos. Sin embargo, el transporte más barato era el marítimo, donde se
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daban los barcos de cabotaje –siguiendo la línea de la costa- hasta la introducción de mejoras en las
técnicas de navegación.
En cuanto a los medios de pago, se produjo un desarrollo monetario a través del cual la acuñación y
la circulación de monedas aumentaron. Destacan las letras de cambio, que eran acuerdos entre
prestamistas y deudores en el que el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en un
lugar diferente al del préstamo y en otra moneda diferente a la prestada.
Los polos de comercio europeo más activos fueron el báltico, el flamenco-inglés, el italiano y el este
de Francia, prolongado hasta Cataluña. El renacimiento del comercio se concentró en Italia del Norte
y Flandes.
- Italia se benefició del comercio internacional a través del Mediterráneo, donde vendía a
Oriente productos propios y artículos traídos del norte de Europa y, a su vez, traía a Europa
productos de Oriente.
- Flandes pertenecía a la liga comercial Hanseática monopolizando las exportaciones del norte
de Europa.
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TEMA 12. EUROPA EN PLENA EDAD MEDIA: EL PODER
DE LA IGLESIA Y LA CONSTRUCCIÓN DE ESPACIOS
POLÍTICOS EN LOS SIGLOS XI AL XIII
12.1. PONTIFICADO E IGLESIA EN LOS SIGLOS XI-XIII: REFORMAS, INQUISICIÓN Y CRUZADAS
Uno de los rasgos definitorios de este periodo, fue el enfrentamiento entre las dos entidades
supranacionales más relevantes: el sacro Imperio romano germánico y el papado, hasta el punto de
que el conflicto entre el imperium y el sacerdotium puede decirse que marcaría la vida política,
cultural y religiosa de esta época. A partir de 1070 el conflicto fue conocido como ‘querella de las
investiduras’ en pugna por el dominium mundi.
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El inicio del siglo XIII podría decirse que es la época dorada del pontificado, y va a coincidir con el
pontificado de Inocencio III (1198-1216), cuando tuvo lugar el IV Concilio de Letrán (1215-1216), en
el que se trató de definir la doctrina de la religión y la Iglesia católicas.
- La definición de las relaciones entre la Iglesia y el mundo: la Iglesia era la encargada de guiar
a los hombres. Los monjes, clérigos y frailes mediaban entre lo sagrado y lo laico,
estableciendo las obligaciones a seguir.
- La fijación de la doctrina de los sacramentos como instrumentos de salvación.
- La difusión de formas de culto y de piedad estables: las peregrinaciones a Jerusalén, Roma o
Santiago, las festividades (años jubilares)...
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La proliferación de estos movimientos, considerados heréticos por la Iglesia, y especialmente la
difusión de la herejía cátara, que empezaba a contar con ciertos apoyos políticos, impulsó a
Inocencio III a crear un órgano de control de la doctrina y sus predicadores: la Inquisición.
La Iglesia puso en marcha un mecanismo de pesquisa o inquisición sobre las conductas de los
sospechosos, a los que, si eran culpables, se les entregaba a la autoridad secular para ejecutar la
condena. Los dominicos recibieron la tarea inquisitorial en 1232.
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Constantinopla) que se mantuvo hasta el año 1261. Este acontecimiento supuso la partición
del Imperio bizantino, un mayor distanciamiento de la Iglesia bizantina de la romana y, sobre
todo, el debilitamiento definitivo del bastión estratégico que protegía Europa de la
expansión turca.
- La quinta cruzada fue promulgada en 1217 con el objetivo teórico de recuperar Jerusalén
pero conquistando para ello Egipto. Los cruzados fueron derrotados por el sultán al-Kamil en
1221. La derrota, unida a la escasez de suministros, provocó finalmente la firma de un nuevo
acuerdo de paz de ocho años.
- La sexta cruzada fue emprendida en 1228 por el emperador Federico II de Alemania, quien
había prometido realizar una cruzada para intentar recuperar Jerusalén tras ser nombrado
emperador. Éste consiguió recuperarla pero mediante las negociaciones, no obstante,
únicamente durante un breve periodo de tiempo. La marcha del emperador Federico en
1239, supuso el final de la breve recuperación de Jerusalén por parte de los cruzados. En
efecto, La Ciudad Santa, reconquistada por los musulmanes en 1244 no volvería a caer en
manos cristianas. No obstante, Federico sentó un importante precedente al encabezar una
cruzada sin el apoyo papal, y estableciendo, por tanto, que los reyes europeos podían iniciar
expediciones por iniciativa propia, tal y como haría Luis IX de Francia en las dos últimas
cruzadas.
- La séptima y octava cruzadas recuperaron el espíritu religioso de las primeras expediciones.
El piadoso rey francés Luis IX se impuso acabar con el sultanato mameluco de Egipto y
difundir la religión cristiana. Ambas acabaron fracasando y, a partir de la victoria mameluca
sobre los mongoles, Egipto se erigiría en el principal estado musulmán.
Los casi doscientos años de cruzadas provocaron una serie de cambios relevantes en Europa:
- Los señores feudales perdieron poder e influencia al endeudarse para armar a los cruzados y
al despoblarse numerosas zonas del norte de Europa por la creación de los ejércitos.
- Las cruzadas provocaron un intenso movimiento de personas en el Mediterráneo, que
recuperó así el papel relevante que había tenido en las comunicaciones.
- El comercio entre Oriente y Occidente protagonizó un gran impulso. Concretamente, los
puertos de Génova y Venecia incrementaron de forma extraordinaria sus negocios.
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- El pensamiento: el renacimiento del siglo XII conlleva el intento de establecer una relación
entre la fe cristiana y la razón, más concretamente, a la adaptación de la filosofía griega a los
dogmas cristianos. Surge así la escolástica que se trata de la doctrina medieval por
excelencia que se apoyó en la razón, en particular la filosofía de Aristóteles, para interpretar
teóricamente el cristianismo, especialmente el misterio de la revelación. En este ámbito,
destaca Santo Tomás de Aquino, quien llevó la escolástica a su máximo apogeo. No
obstante, otros pensadores como Roger Bacon, Alberto Magno o Guillermo de Ockham
también fueron de destacada importancia.
Hasta el momento, las estructuras administrativas eran muy ligeras, pero a partir de este momento
van a crearse instituciones que permitan recuperar el control por parte de la monarquía y retirar las
prerrogativas a la nobleza.
- El fisco regio: órganos de gestión y recaudación de impuestos.
- Ejército directamente controlado por la monarquía.
- El monarca intenta recuperar el ejercicio de la alta justicia y el control sobre la baja justicia
pudiendo elegir a los jueces. Además, a partir de este momento, el monarca es la única
fuente de derecho, es decir, el único órgano legislativo.
- Instituciones de carácter representativo: las Cortes, para frenar el poder de la nobleza al
incluir al clero y al pueblo.
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Con el duque de Franconia, Conrado II el Sálico (1024-1039) la corona pasaría de manos sajonas a
manos de los francos. La Dinastía Salia también tuvo problemas con la alta nobleza, por lo que creó
un grupo de vasallos, los valvasores, procedentes de la media y baja nobleza, que era más partidaria
de la monarquía y que pasarían a ser feudatarios directos del emperador y que con el tiempo se
convertirían en una auténtica aristocracia de altos funcionarios.
El gran conflicto al que tuvo que hacer frente esta dinastía fue la ‘querella de las investiduras’.
Enrique IV (1056-1106) mantuvo fuertes enfrentamientos con el mundo eclesiástico. El Concordato
de Worms (1122) supuso el fin del conflicto, en época de Enrique V, y el fin de la dinastía sálica. Puso
de relieve las bases que definirían la sociedad política germana a lo largo del siglo XII, es decir, una
sociedad claramente aristocrática, conformada por un poderoso grupo de nobles y altos miembros
eclesiásticos, con control sobre amplios territorios y ciudades y con la facultad de elegir al
emperador.
A finales del siglo XII, nos encontramos con una nueva dinastía, la Dinastía Suabia. En 1152 el elegido
emperador Federico I Hohenstaufen, conocido como ‘Barbarroja’, se impuso como objetivo
restaurar la autoridad imperial (dominium mundi) y establecer la paz en los territorios germanos. Sin
embargo, tenía también un objetivo mayor: restaurar el Imperio romano, conquistando para ello
Italia. Sin embargo, los confederados de la Liga Lombarda (países del norte de Italia), aliada del papa
Alejandro III, se enfrentaron y derrotaron a los ejércitos imperiales. A nivel interno, Federico no
pudo calmar los disturbios internos de los duques alemanes y las sedes episcopales importantes. El
hijo y heredero de Barbarroja, Enrique VI (1190-1197) amplió los objetivos de su padre tras recibir
por dote de su mujer el territorio de Sicilia. De esta forma, el nieto de Federico I, conocido como
Federico II será heredero del imperio y del reino de Sicilia; convirtiéndose así en el monarca más
importante del sacro imperio.
El periodo comprendido entre la muerte de Federico II y el asesinato de su nieto Conradino en 1268
por el nuevo rey de Sicilia Carlos de Anjou, supuso el fin del proyecto de la dinastía Hohenstaufen y
de las relaciones entre el Imperio romano germánico e Italia. Este gran interregno finalizaría con la
entronización de Rodolfo I en 1273, conde del linaje de Habsburgo y fundador de la nueva dinastía
que dirigiría el Imperio.
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La rápida cristianización del territorio húngaro, culminó con la coronación de Esteban como rey en el
año 1000. La consolidación del reino sería continuada por Ladislao que conquistaría Croacia. A lo
largo del siglo XII, los reyes húngaros serían capaces de mantener un difícil equilibrio entre el Sacro
Imperio, Bizancio y el papado. Pese a que anexionaron Croacia y Dalmacia, extendiéndose incluso
hasta Transilvania y Serbia, el reino no acabaría por consolidarse en un estado, debido al poder de la
nobleza territorial.
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nobleza. Enrique III (1216-1272), hijo de Juan, intentó recuperar sus feudos continentales sin éxito y
con un gran desgaste económico. El resultado fue el contrario del esperado: los barones del reino,
obligaron al monarca a firmar las Provisiones de Oxford (1258), que restringían todavía más el poder
real.
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Tolosa (1212) por el rey Alfonso VIII- daría un impulso definitivo a la reconquista
recuperando los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Badajoz, mientras que su hijo Alfonso X,
procedía a la conquista del Reino de Murcia. Alfonso X el Sabio (1252-1284), vigorizó la
figura del rey al impulsar la institucionalización de las funciones administrativas y judiciales,
además de la cultura y la recepción del derecho romano.
- Reino de Portugal: en 1139, el conde Alfonso I se proclama rey de Portugal y consigue la
independencia del reino de León en 1143. Sus sucesores llevarían a cabo su propio proceso
de reconquista.
- El reino de Navarra: tras unos primeros años de expansión y la posterior pérdida territorial a
manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra se estabilizó en dos territorios
diferenciados: la alta Navarra, al sur de los Pirineos y en la que se encontraba la capital y la
mayor parte de la población, y la baja Navarra, al norte de la cordillera pirenaica. Sin
posibilidad de expansión territorial, en el siglo XIII quedó vinculada al ámbito francés.
- La creación de la Corona de Aragón: el condado de Aragón se escindió del reino navarro y se
constituyó en territorio independiente. El monarca Sancho Ramírez de Aragón, incorporaría
además la corona de Pamplona a la de Aragón. Los avances del reino hacia el sur se
aceleraron a finales de siglo XI -ya que controlaba las tierras altas que lindaban con el Ebro
por el norte-, emprendiendo diversas incursiones, principalmente contra la taifa zaragozana.
Serían, sin embargo, Pedro I de Aragón, que conquistaría Huesca y Barbastro, y Alfonso I el
Batallador, que se apoderaría de las ciudades y comarcas de Tudela, Tarazona, Calatayud,
Daroca y Zaragoza, quienes modificarían el papel del Reino de Aragón en la reconquista
peninsular: de ser un pequeño principado pirenaico, pasó a ser a mediados del siglo XII una
pieza esencial de las alianzas políticas y territoriales de los reinos hispanos. La Corona de
Aragón es la formación política nacida de la unión en 1137 entre el reino de Aragón y el
condado de Barcelona, establecida mediante el matrimonio de Petronila, hija y heredera de
Ramiro II, rey de Aragón, y de Ramón Berenguer, conde de Barcelona. De esta manera, la
influencia y expansión territorial del reino, alcanzaría sus mayores cotas con Alfonso II (1164-
1196), primer monarca en heredar los títulos de conde de Barcelona y rey de Aragón, y con
Jaime I el Conquistador (1213-1276), bajo cuyo reinado se incorporó Mallorca a la corona de
Aragón y se reconquistaron los reinos de Valencia y Murcia.
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TEMA 13. LA POBLACIÓN. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN
EL ÁMBITO RURAL Y URBANO EN EL SIGLO XIV
Los siglos XIV y XV corresponden con la Baja Edad Media, es decir, a la parte final de este periodo
histórico. Son unos siglos con una identidad propia por todos los cambios que acontecen y culminan
en esta época. Supone la culminación y el abandono de ciertas prácticas, sobre todo políticas y
económicas, como es el caso del feudalismo. La motivación de todos estos cambios estuvo en la
crisis o periodo de decadencia que tuvo lugar en estos siglos, y que se manifestó en grandes
mortandades, en problemas de abastecimiento y en la reorganización de la población de manera
geográfica pero también estamental.
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Otra de las interpretaciones que se hizo fue culpar de ella a los judíos. Se trataba de un grupo que
también se había beneficiado y enriquecido del crecimiento de los años anteriores, esto junto con
que no eran un grupo muy querido y, además, cerrado, provocó que se les culpara como los
encargados de transmitir la peste.
La incidencia elevada en todos los grupos sociales se debió a la velocidad de propagación y a la
incapacidad de combatir la enfermedad, transmitida por las pulgas de la rata al ser humano. La
enfermedad generó un ambiente de caos y miedo. En tan solo cuatro años la oleada inicial de peste
dejaba en Europa la muerte de millones de personas y un profundo cambio social, económico y
espiritual. Las consecuencias demográficas fueron desastrosas, se habla incluso de que un tercio de
la población europea fue víctima de la misma. Las poblaciones de Francia e Inglaterra fueron las más
castigadas.
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Entre los cambios que se produjeron, también encontramos el retroceso del cultivo del cereal, la
expansión de la ganadería extensiva en los campos abandonados ahora convertidos en pastizales, y
la diversificación general de las actividades rurales: producción de vid, industria textil, industria
minera…
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Las revueltas campesinas
La peste negra trajo consigo una de esas ironías de la historia: la mejora de las condiciones de
trabajo y de salarios de los supervivientes. Pero por otro lado, aumentaron también los malos usos
señoriales, que, entre ellos, encontramos el refuerzo de la dependencia a la tierra de las familias
campesinas; las corveas, que obligaba a los campesinos a utilizar únicamente las infraestructuras del
señor; y el aumento de las rentas ante la bajada de producción.
Todo esto da lugar a diferentes revueltas:
- Flandes marítimo (1323-1328): la población estaba descontenta por el aumento de la
presión fiscal. Los campesinos acomodados instaron a los karls a no pagar impuestos y
diezmos. Las tropas francesas realizaron una dura represión.
- Jacquerie (1358): pese a su brevedad, fue la primera revuelta importante y la revuelta de
mayor impacto, muy violenta y desorganizada. Se trató de un movimiento complejo, que
aglutinó los intereses de sectores campesinos afectados por la creciente presión fiscal y los
de la burguesía parisina. En un ambiente de sentimiento antiseñorial, grupos de campesinos
se encaminaron hacia París saqueando y quemando castillos y asesinando nobles. El rey
navarro Carlos el Malo atacó a los campesinos y los supervivientes fueron ahorcados.
- Revuelta inglesa (1381): este levantamiento comparte con la gran jacquerie el espíritu de
revuelta contra la presión fiscal, sin embargo, este contó con un importante componente
ideológico, centrado en reivindicaciones de carácter igualitario. Las ideas del teólogo John
Wycliffe calaron hondo en la población. Se desarrolló en las zonas más pobladas y ricas del
país. El campesinado estaba descontento por la fiscalidad excesiva que se exigía. Numerosos
castillos y propiedades nobiliarias y eclesiásticas fueron destruidos, produciéndose la marcha
sobre Londres. Fue un movimiento que buscaba el fin de la servidumbre y que puso a prueba
las capacidades del joven rey Ricardo II.
El mundo urbano
El área mediterránea y noroccidental contaba con una red de ciudades plenamente desarrolladas:
norte de Italia, Flandes, Levante ibérico, capitales castellanas y puertos atlánticos.
Por otro lado, encontramos una red urbana todavía en desarrollo, localizada en la Europa central y
oriental.
El elemento distintivo primordial de las ciudades era la muralla, con el impulso de cerrar todos los
espacios urbanos para incluir los barrios que habían crecido extramuros. Las murallas tenían una
función jurídica y fiscal, al margen de la meramente defensiva. Por otro lado, los espacios abiertos,
también cobran gran relevancia: las plazas para el mercado, las fiestas…
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- Los nobles se caracterizan por ser herederos de la nobleza feudal, cuya fortuna se
basaba en la posesión de tierras y bienes inmuebles, dedicados a actividades dignas
y lucrativas.
- Los burgueses son mercaderes, maestros artesanos, armadores, transportistas, que
acumulan progreso económico al compás del desarrollo urbano. Sin ostentar cargos
concejiles, ha de incluirse a las altas jerarquías eclesiásticas, como el obispo y los
miembros del cabildo, propietarios urbanos.
Los gremios
El aumento de la producción de artículos artesanales con el incremento del consumo de un grupo
social de mayor poder adquisitivo, condujo a cambios en el sistema de trabajo, buscando producir
más a menor coste, como ocurrió en la fabricación de tejidos, la orfebrería, la cerámica o la industria
naval. La industria artesanal se apoyaba en: la intensificación de la producción y la organización del
trabajo.
La multiplicación de centros productivos dio paso a la competencia y la búsqueda de diferencias
(precios, características, etc.). Para evitar conflictos, las autoridades locales reglamentaron los oficios
y las producciones, con el fortalecimiento del sistema corporativo.
- Maestro: estaba al frente del proceso de fabricación, una vez superado el periodo de
maestría.
- Oficial: desempeñaba técnicamente su labor en el taller mediante un contrato y un salario.
- Aprendiz: había de ir conociendo el oficio mientras era alojado en casa del maestro.
Novedades comerciales:
- Mejoras en el transporte:
- El transporte terrestre: algunas rutas abrieron puentes y carreteras costosas, como
los pasos transalpinos.
- El transporte fluvial: construcción de canales.
- El transporte marítimo: se introducen numerosas innovaciones, mapas, brújulas,
grandes naves…
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- Nuevos métodos de gestión y administración mercantil
- Compañías: asociados que invertían dinero en la empresa, sin intervenir en las
decisiones y recibiendo beneficios según el capital aportado.
- Uso de técnicas contables.
- Monedas: letras de cambio.
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TEMA 14. PONTIFICADO E IGLESIA Y EVOLUCIÓN
POLÍTICA DEL OCCIDENTE EUROPEO EN LOS SIGLOS
XIV-XV
14.1. CRISIS DEL PONTIFICADO. RELIGIOSIDAD Y CULTURA BAJOMEDIEVAL
La crisis del pontificado coincide con las tensiones internas dentro de la curia papal y el ímpetu de
los monarcas por ampliar el poder en sus reinos. A su vez, los intelectuales limitaron la acción
secular de la Iglesia, concediéndole únicamente capacidad para intervenir en asuntos religiosos:
- El traslado a Aviñón: en 1309 fue elegido papa un obispo francés, Clemente V, quien,
temeroso de los nobles italianos, trasladó la sede papal de Roma a Aviñón, donde
permanecería hasta 1377. La sede de Aviñón fortaleció el poder temporal del papado dentro
de la Iglesia, aunque la acción pastoral quedó empobrecida. Finalmente, en 1377, el papa
Gregorio XI regresó definitivamente a Roma.
- Urbano VI y el cisma de Occidente: a la muerte de Gregorio XI, las alteraciones surgidas en
el cónclave para nombrar a su sucesor provocaron el denominado cisma de Occidente. Tras
la muerte del pontífice, la curia exigió la elección de un papa italiano, Urbano VI. Sin
embargo, este fue rechazado por una parte de los cardenales, que nombraron a su vez a su
candidato como Clemente VII y establecieron su residencia en Aviñón. La doble elección
provocó que buena parte de los reinos europeos se decantase y oscilase entre las sedes de
Aviñón y Roma, cisma que socavaba además el carácter universal y único de la Iglesia. Detrás
del conflicto doctrinal y político, existía un claro interés económico, pues la curia papal
gestionaba un enorme patrimonio obtenido de los diezmos, bulas y otros procedimientos
eclesiásticos.
- Martín V y el concilio de Constanza: para acabar con esta disensión, el emperador
Segismundo de Luxemburgo propuso la celebración de un concilio Ecuménico –es decir
universal, con participación de todas las autoridades eclesiásticas- que se celebró en la
ciudad de Constanza (1414). En él se debatieron los pilares de la figura del pontífice, los
mecanismos de su elección o las pautas entre las decisiones conciliares y la autoridad papal,
pero también y básicamente el final de la división de la Iglesia, tratado ya en el concilio de
Pisa (1409). En 1417, se llegó a una solución de consenso en la figura de Martín V.
- El surgimiento del conciliarismo: el éxito del concilio de Constanza favoreció que se
impusieron definitivamente las tesis conciliaristas, que rechazaban el poder autocrático
papal. Los concilios podían ser convocados por los reyes, limitaban el poder del Papa y
favorecían la participación de clérigos y universitarios que aportaron ideas surgidas de las
nuevas corrientes intelectuales de pensamiento.
El poder real introdujo un elemento desestabilizador para el papado: la autoridad del concilio.
Finalmente, sería el papa Pío II quien en 1460 lograría que la convocatoria de concilio fuera
prerrogativa papal exclusiva.
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La crisis iniciada en el siglo XIII y agravada en los siglos XIV y XV, junto con las críticas hacia la
jerarquía eclesiástica, provocaron un aumento de la religiosidad personal, de carácter íntimo,
aunque no desaparecieron las muestras tradicionales de religiosidad, con un carácter más colectivo y
popular.
- La religiosidad popular: siguieron siendo muy importantes las efusiones colectivas que
celebraban la pasión de Cristo, la exaltación del Corpus Christi o el culto a María, y que
preparaban a los fieles para una muerte asumida que conduciría a la vida eterna. Para
garantizar la salvación del Alma y una buena muerte, se llevaban a cabo diferentes
preceptos.
- La nueva espiritualidad era de base laica. La participación religiosa de los laicos en las
ciudades se debió a la actividad de las órdenes religiosas a lo largo del siglo XIII, que
abogaron por la defensa del principio cristiano de alcanzar la salvación eterna a través de
una manifestación popular de la fe, introducida en la vida cotidiana a través de la pintura y la
escultura, los sermones y los libros didácticos. Esta espiritualidad ‘útil’ sostenía la sencillez
de la vida y la entrega a los demás siguiendo las enseñanzas de Cristo. Esta espiritualidad dio
origen a movimientos orientados al servicio y atención de los necesitados:
- Las asociaciones y cofradías: además de oraciones en común y ceremonias
fúnebres, realizaban una beneficencia compartida y practicaban la labor social de
protección a los necesitados. Podían tener como elemento de unión un carácter
profesional (cofradía de San Bartolomé para los curtidores, cofradía de San José para
los carpinteros, cofradía de San Crispín y San Crispiniano para los zapateros, cofradía
de San Eloy para los plateros…) o una devoción común (cofradía de la Dolorosa,
cofradía de la Vera Cruz).
- Los beaterios: otros centros surgidos en los medios urbanos, básicamente con
presencia de mujeres, desplegaron, por el contrario, una espiritualidad más libre y
espontánea, con un claro predominio del sentimiento religioso, que se practicó en
monasterios o conventos femeninos y beaterios, destacando en este aspecto las
figuras de Margarita Porete o Matilde de Magdeburgo.
Todos estos cambios provocaron en ocasiones el surgimiento de movimientos contrarios a la Iglesia.
Las consideradas ‘herejías’ cultas ligaban el descontento religioso con la política, este es el caso del
inglés John Wyclif, que defendía la igualdad de todos los hombres ante Dios y la devoción y
honestidad como fuentes de autoridad. También estaban las del checo Juan Huss, que provocaron
revueltas y el levantamiento de los sectores más empobrecidos de la población.
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universidades, que se habían expandido espacial y cuantitativamente como consecuencia de la
evolución de las estructuras sociales urbanas.
Así, a los nuevos sectores sociales, se unió un importante cambio por parte de los poderes civiles en
la orientación educativa: se rompió el monopolio eclesiástico y surgieron las escuelas laicas,
iniciándose así un proceso de secularización de la cultura. De esta manera, entre 1300 y 1500 se
crearon medio centenar de universidades, dieciséis de ellas en territorio alemán. Solo, sin embargo,
las grandes universidades mantuvieron un alto número de estudiantes; así, París, Bolonia y Oxford se
convirtieron en centros de opinión y formulación teórica.
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14.2. LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS: FRANCIA E INGLATERRA
El conflicto armado que enfrentó a Francia e Inglaterra entre los siglos XIV y XV (1337-1453) es el
acontecimiento político-militar más relevante de la denominada Edad Media tardía. El origen de la
apodada ‘guerra de los Cien Años’, habría que situarlo, no obstante, en la propia evolución sufrida
por ambos estados entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV.
- Inglaterra: el hijo y sucesor de Enrique III, Eduardo I (1272-1307), llevó a cabo la
consolidación de las estructuras del Estado. Impulsó un nuevo censo de Inglaterra y parte de
Gales con el objetivo de extender la autoridad real, e incentivó la reforma de las funciones y
organización del Parlamento. Su política, claramente expansionista, se centró en las
fronteras de Gales y Escocia. Los conflictos armados contra Gales finalizaron en 1284 cuando
el principado de Gales quedó incorporado a Inglaterra. Las diversas guerras fronterizas con
Escocia sin embargo, no proporcionaron ninguna incorporación territorial para Inglaterra. El
triunfo del monarca escocés garantizó la independencia del reino.
- Francia: la Francia heredada por Felipe IV el Hermoso en 1285 constituía el reino más
poderoso del continente europeo, con instituciones plenamente consolidadas y una
eficiente red de funcionarios. También gozaba de gran influencia sobre el papado, como se
demostró con el traslado de éste a Aviñón en 1309.
El destino de ambos reinos se acabaría cruzando a principios del siglo XIV. En 1314 murió Felipe IV
de Francia, y en el espacio de catorce años, le sucederían sus tres hijos varones, Luis X, Felipe V y
Carlos IV, que fallecieron sin heredero varón y pusieron fin así a la dinastía Capeta. La cuestión
sucesoria se dividió así en dos bandos:
- Los partidarios de Eduardo III de Inglaterra, hijo de Isabel de Francia, hermana de los
anteriores.
- Los partidarios del conde Felipe de Valois, sobrino de Felipe IV.
Impuesto el segundo bando, Felipe se erigió en nuevo rey de Francia como Felipe VI (1328-1350)
instaurando una nueva dinastía, la de los Valois. Sin embargo, el monarca inglés, no tardaría en
reclamar sus derechos sucesorios, dando así inicio al conflicto conocido como guerra de los Cien
Años:
- PRIMERA ETAPA (1337-1360): esta primera etapa fue de éxitos ingleses. Eduardo III de
Inglaterra se alió con los adversarios de los Valois –el Sacro Imperio Romano Germánico, los
príncipes de Flandes y el papado-. Los ingleses derrotaron a la flota naval francesa y lograron
varias fortalezas en el norte y en el sur de Francia. Tras desembarcar en Normandía, Eduardo
III se enfrentó y derrotó a las tropas francesas tomando la plaza de Calais, lo que favoreció el
tráfico de tropas y mercancías. La contienda se reanudó tras la peste en la Batalla de Poitiers
(1356). El resultado fue una nueva derrota francesa. Juan II fue obligado a firmar el tratado
de Bretigny (1360) que confirmaba la preponderancia inglesa.
- SEGUNDA ETAPA (1360-1399): esta etapa podría considerarse de recuperación y ciertas
victorias para los franceses. La estrategia francesa trató de evitar las batallas campales y
centrarse en llevar a cabo devastadoras y rápidas incursiones contra las costas de Inglaterra
y en una política de hostigamiento de las columnas inglesas. Francia e Inglaterra se
enfrentaron indirectamente en la Península Ibérica, apoyando cada uno de ellos a uno de los
bandos de la Guerra Civil Castellana. En 1367, los ingleses prestaron apoyo a Pedro I de
Castilla en el enfrentamiento que éste mantenía con su hermanastro Enrique, ayudado por
los franceses. Finalmente, Enrique se impuso sobre su hermano, convirtiéndose en rey y en
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aliado de los franceses en la guerra. También en este periodo, Inglaterra sufría una crisis
sucesoria que finalizó con la entrada de una nueva dinastía a la corona: los Lancaster.
- TERCERA ETAPA (1399-1422): esta tercera etapa traerá una importante derrota francesa
pero el surgimiento de un nuevo protagonista en el conflicto: el duque de Borgoña.
En Francia tuvo lugar un enfrentamiento interno entre dos facciones: la de los armagnac y la
de los borgoñones. Los armagnac, defendían los intereses de la aristocracia, y los
borgoñones, defendían los intereses de los burgueses. Por otro lado, los ingleses, bajo el
reinado de Enrique V, obtuvieron una gran victoria en la Batalla de Azincourt (1415) que
permitió la ocupación inglesa de Normandía y París y nombrar heredero de la corona
francesa al rey inglés cuando falleciera Carlos VI, el actual rey. La Paz de Troyes (1420) fue
una salida del conflicto para los franceses, que no hubiesen podido mantener la defensa. La
muerte del monarca inglés, provocaría sin embargo la reactivación de la guerra y la
entronización del delfín francés, Carlos VII, con el apoyo de los armagnac.
CUARTA ETAPA (1422-1453): la resolución del conflicto parecía ser favorable a los ingleses.
Los ingleses dominaban importantes territorios y contaban con el apoyo de los duques de
Borgoña. Ambos ejércitos se propusieron la conquista de Orleans, que les permitiría acceder
al valle del Loire y, por tanto, conquistar el sur del país. En estos momentos aparece la figura
de Juana de Arco, guerrera que unió el fervor popular hacia la figura del heredero, Carlos VII.
Tras entrar en la sitiada Orleans, derrotó a los ejércitos ingleses en la batalla de Patay (1429)
e impulsó la iniciativa francesa, que no cesó de recuperar territorios incluso después de su
ajusticiamiento.
Las consecuencias del largo conflicto afectaron de manera diferente a ambos reinos:
- En Francia se procedió a una restauración del orden estatal, impulsando un fuerte
centralismo monárquico y se llevó a cabo una labor de recuperación y repoblación en las
zonas más propensas. El nuevo carácter de la política francesa se ejemplifica en la figura del
hijo de Carlos VII, Luis XI (1461-1483) que potenció la figura real, por encima de la nobleza, y
la expansión territorial. Los duques de Borgoña, junto con otros nobles del reino, trataron de
resistir al aumento del poder del monarca, creando una liga, pero que poco consiguió y, sin
embargo, produjo importantes pérdidas territoriales a los Duques de Borgoña. La casa de
Borgoña escaparía al poder francés gracias al matrimonio de la hija del duque con el
emperador Maximiliano I de Habsburgo. Por otro lado, la favorable situación para la
monarquía francesa planteó la posibilidad de expansión territorial hacia Italia.
- En Inglaterra la derrota tuvo efectos muy negativos por la pérdida de producción y de su
mercado de paños y trigo. Las exigencias fiscales habían arruinado las finanzas públicas y
privadas y agudizaron una crisis en el mundo rural por la movilización de jóvenes soldados. A
la grave situación económica se unió la inestabilidad política, ya que estalló un conflicto civil
llamado la guerra de las Dos Rosas, entre las dos principales casas nobiliarias: la casa de
Lancaster (rosa roja) y la de York (rosa blanca). Los orígenes del conflicto se remontaban a la
llegada de los Lancaster al poder con la figura de Enrique IV. El conflicto que finalizaría con la
unión de ambas casas al contraer matrimonio Enrique Tudor (descendiente del duque de
Lancaster) con la hija de Eduardo IV (de la casa de York). De este modo, el conflicto se
dirimió con la llegada al trono inglés de una nueva dinastía, los Tudor.
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14.3. LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN CASTILLA Y ARAGÓN
La expansión territorial de castellanos y aragoneses concluyó a finales del siglo XIII y dio paso a una
reorganización de las bases económicas y políticas en el interior de los reinos.
14.3.1. Castilla-León
Durante el siglo XIII, Castilla se consolida como la potencia hegemónica de la Península Ibérica. Los
motivos principales fueron su unión con el Reino de León (1230) y la reconquista del territorio a los
árabes. El rey de Castilla, Alfonso X (1252-1284), había heredado unos reinos poco vertebrados
donde el peso de la nobleza y de las órdenes militares se había ido engrandeciendo. El monarca se
encargó pues de potenciar la presencia del Estado y, en concreto, de la monarquía. La promulgación
del Fuero Real o El Código de las siete Partidas, pretendían reformar la estructura de la corona,
atacando directamente los privilegios de la nobleza y de las ciudades. En 1272 se produjo una
sublevación de nobles y se inició el conflicto sucesorio. Finalmente, en 1304, con la mediación de
Aragón y Portugal se reconocieron los derechos dinásticos de Fernando IV (1295-1312).
Alfonso XI (1312-1350) retomó el proyecto de su bisabuelo, Alfonso X. Así pues, llevó a cabo una
restauración del poder real y centró su gobierno en las fronteras granadinas y en el intento de
dominar el estrecho, amenazado por los benimeríes de Marruecos. En la Batalla del Estrecho, la
victoria cristiana fue absoluta, provocando el debilitamiento del Reino nazarí de Granada y la
apertura del Estrecho a la navegación mercantil.
A mediados del siglo XIV, la tradicional rivalidad entre Castilla y Aragón, acabaría provocando la
denominada guerra de los Dos Pedros, Pedro I el Cruel y Pedro IV el Ceremonioso respectivamente.
El enfrentamiento finalizó cuando el hermanastro de Pedro I, Enrique de Trastámara, recibió el
apoyo de la nobleza y del propio Reino de Francia, subiendo al trono como Enrique II (1369).
14.3.2. Aragón
Los siglos XIII y XIV en el reino de Aragón se caracterizan por un proceso de inestabilidad interior. La
incidencia de la guerra con Castilla y la peste negra fueron factores relevantes en este sentido,
agudizados además por las presiones de la nobleza, deseosa de participación política. La expansión
mediterránea, especialmente en Sicilia, constituyó un fuerte argumento para la afirmación del
autoritarismo regio. Pedro IV (1336-1387) llevó a cabo medidas para consolidar el poder real, creó
instituciones centrales en la organización política y se enfrentó al poder de la nobleza en Aragón y
Valencia. Reincorporó además el reino de Mallorca.
Entre 1410 y 1412 se abrió un periodo de interregno e incertidumbre ante el nuevo modelo político
y económico que regiría la reordenación territorial de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca. Tras el
denominado compromiso de Caspe (1412) se eligió como nuevo rey de Aragón a Fernando I, nieto
de Pedro IV de Aragón y de Enrique II de Castilla, que unía así ambas coronas bajo la dinastía
Trastámara.
El reinado de su sucesor, Alfonso V, iniciado en 1416, destaca por lo exitoso. Continuó con la
expansión mediterránea, conquistando Nápoles, y se encargó de promover la cultura, en concreto,
de difundir el humanismo en la P. Ibérica. También destaca por sus intentos de recuperación
económica. Sin embargo, hacia finales de su reinado, se acentúa la conflictividad social que llevaría a
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que la nobleza y burguesía catalanas asumieran gran protagonismo político que acabaría
provocando una guerra civil para forzar su separación de la Corona.
En la segunda mitad del siglo XV, la evolución de las coronas de Aragón y Castilla acabarían
convergiendo. La guerra aragonesa entre el rey y la generalidad catalana, y los enfrentamientos
sucesorios en Castilla, acabarían coincidiendo con la unión de sus respectivos soberanos. Durante el
reinado de Enrique IV (1454-1474) se inició el conflicto civil protagonizado por Isabel, hermanastra
del rey, y la hija de éste, Juana la Beltraneja. El conflicto se agudizó tras el enlace de Isabel I con el
heredero del trono aragonés, Fernando II. La paz se firmó finalmente en 1479 quedando la línea
sucesoria sellada en los herederos: el reinado conjunto de los Reyes Católicos supuso la unión
dinástica de ambas coronas, aunque no institucionalmente, y el comienzo de la recuperación real
por medio de una política de control y medios propagandísticos precisos (Inquisición y expulsión de
los judíos), así como el despliegue de un proyecto común, la conquista de Granada.
14.3.3. Portugal
La subida al trono de Dionisio I en 1279 supuso la consolidación de la organización estatal y la
fijación de la figura del rey como garante de la estabilidad del reino. Se erigió en el representante de
la cohesión nacional a través de diferentes medidas orientadas a mantener la independencia de
Portugal en relación al resto de los reinos hispanos.
El siglo XIV portugués, estuvo marcado por los conflictos sucesorios: tras la muerte del rey Fernando
I sin herederos varones, el esposo de su hija, Juan de Castilla se postuló como sucesor, algo que fue
rechazado por buena parte de la nobleza y las élites urbanas, que no deseaban a un Trastámara en el
trono. Esta facción apoyó, por el contrario, a Juan de Avis, maestre de la Orden de Avis y
hermanastro del difunto rey. Los enfrentamientos armados no tardaron en producirse y tras la
entrada de las tropas castellanas en Portugal, ambos ejércitos se enfrentaron en la villa de
Aljubarrota en 1385, suponiendo un completo triunfo para el bando luso-inglés. La instauración de la
casa de Avis marcaría los siglos siguientes en Portugal: a ellos se debió la toma de Ceuta en 1415, o
el redescubrimiento de Madeira en 1419, iniciando así la proyección futura hacia el Atlántico,
básicamente promovida por el infante Enrique el Navegante.
14.3.4. Navarra
A lo largo del siglo XIII, los monarcas navarros se centraron en la reconstrucción y reorganización
interior del reino, si bien participaron en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó
Sancho VII el Fuerte. La muerte de éste, sin descendencia, mantuvo al reino navarro en la órbita
militar francesa durante gran parte de la Baja Edad Media. Los dos principales problemas que
afectaron al territorio navarro fueron la crisis económica y el creciente poder de las fuerzas
nobiliarias, que acabaría estallando en un conflicto civil entre dos bandos: los beamonteses y los
agramonteses. El conflicto civil estallaría en 1441 y se prolongaría tras la muerte de ambos
aspirantes, contando los beamonteses con el apoyo de los castellanos, mientras que los
agramonteses tuvieron primero como aliados a los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y
posteriormente a los franceses. Los enfrentamientos no finalizarían hasta finales del siglo XV, cuando
el rey de Aragón Fernando el Católico, tras llevar a cabo constantes injerencias en apoyo de los
beamonteses, culminó la conquista militar del reino en 1512.
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14.4. LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA ITALIANA
La configuración política de la península itálica sigue un proceso definido por la consolidación de
diferentes entidades independientes, centradas en los siguientes ámbitos:
- Norte: era más poblado, con ciudades-Estado prósperas en lo comercial y mercantil.
- Sur: vivía de la agricultura y la ganadería controladas por una aristocracia feudal.
- Centro: se situaban los Estados Pontificios.
Entre las ciudades autogobernadas del norte, destacaban Génova, Florencia, Venecia y Milán, que
ejercían una gran influencia económica y política en su entorno.
- Milán: el destino de la ciudad se encontraba vinculado a la noble familia de los Visconti,
cuando el arzobispo Ottone Visconti se erigió en señor de la misma. El matrimonio de Gian
Galeazzo Visconti, duque de Milán y conde de Pavía, con Isabel de Valois, hija del rey de
Francia, lo convirtió en el hombre más poderoso del norte de Italia, provocando
inmediatamente el conflicto con Florencia, deseosa de limitar la influencia del señor de
Milán. En 1450 el condotiero -general de soldados mercenarios italianos- Francesco Sforza
fue investido duque de Milán, iniciando una nueva dinastía en la próspera ciudad, cuya corte
se convertiría en una de las más espléndidas de Italia.
- Florencia: el poder económico de los Médici, fundadores de uno de los mayores bancos de
la época, les permitió participar de manera activa en la vida política de la ciudad,
especialmente con el apoyo del papado, del que obtuvieron ventajas fiscales.
El resurgimiento del tráfico marítimo y de las manufacturas se vincularía sin embargo a tres
importantes repúblicas: Génova, Pisa y Venecia, competidoras y dominadoras de las redes marítimas
en el Mediterráneo.
- Génova: gobernada por dos cónsules y, decidida a controlar el tráfico hacia Oriente,
participó en la primera cruzada contra los enclaves musulmanes del Mediterráneo. Los
genoveses, interesados también en las rutas de Occidente, establecieron tratados
comerciales con los condes de Barcelona e intentaron asentarse en Almería, Málaga o Ceuta.
- Pisa: chocaría con los intereses genoveses en la península ibérica, donde incluso habían
apoyado la toma de Mallorca por el conde Ramón Berenguer.
- Venecia: situada en el extremo norte del Adriático, constituía el punto de llegada de las
rutas centroeuropeas y del Danubio. Su potencial naval, le permitió proteger su espacio
marítimo y transportar los productos de Oriente desde los puertos del mar Jónico y el Egeo.
Favorecida por su implicación en las cruzadas, tras la caída de Sicilia y la decadencia de
Bizancio, se erigiría como una república oligárquica y en primera potencia comercial y
marítima de Occidente dirigida por los dux.
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El encargado de llevar a cabo estas reformas fue Carlos IV (1355-1378), miembro de la casa de
Luxemburgo y rey de Bohemia. Así, la cancillería imperial expidió un documento denominado Bula
de Oro (1356), que recogía la legislación del Imperio, especialmente en lo relativo a la elección del
‘Rey de romanos’, título que designaba al futuro emperador antes de la coronación papal; de esta
manera, el rey era elegido por siete príncipes electores, que obtenían el reconocimiento de la
indivisibilidad de sus dominios y la soberanía jurisdiccional y territorial sobre los mismos,
asegurándose la división del poder entre el emperador y el Imperio. Asimismo, se reforzó la
influencia laica a fin de evitar la injerencia papal en la elección, pudiendo éste únicamente consagrar
emperador al rey elegido previamente por los electores.
La nueva constitución imperial, supondría así el fin de la política universalista del Sacro Imperio,
centrándose a partir de entonces en el ámbito alemán y en las posesiones personales y territoriales
de las diferentes familias que accedieron al trono: los Luxemburgo, los Wittelsbach o los Habsburgo.
La crisis política fue aprovechada por:
- La liga comercial Hanseática se impuso a nivel marítimo frente a Escandinavia y los Países
Bajos.
- El avance turco que estaban expandiéndose por los Balcanes.
El nuevo emperador debía ser, por tanto, capaz de someter a las grandes familias nobiliarias y
defender la frontera del Danubio. Así, la nueva política imperial, basada en el crecimiento territorial
y patrimonial de las grandes casas, se plasmó en la casa de Habsburgo y en el nuevo emperador,
Federico III (1452-1493).
Posteriormente, su heredero, Maximiliano I de Austria contrajo matrimonio con María de Borgoña.
El nuevo gobernante acometió algunas reformas en las estructuras del Imperio, como la creación en
1495 de la Cámara de la Corte imperial, que tenía jurisdicción sobre todos los territorios imperiales.
El nacimiento de su nieto Carlos en 1500, acabaría por marcar las pautas que definirían la política
europea en la Edad Moderna, al sumar las herencias de su padre Felipe el Hermoso, con la de su
madre, Juana I de Castilla, que incluía los territorios descubiertos al otro lado del Atlántico.
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- Polonia: la dinastía de los Piastas, fue la encargada de recuperar el reino de Polonia. Polonia
estaba fragmentada en numerosos ducados y siempre amenazada por los bohemios,
húngaros y teutones.
- Hungría: a comienzos del s. XIV, se produjo un cambio de dinastía en Hungría. La nueva
dinastía angevina (de origen Francés) se encargó de occidentalizar el territorio. La
consolidación de la dinastía, se llevaría a cabo por Luis el Grande (1342-1382). Su reinado se
caracterizó por amplias conquistas: tras arrebatar Dalmacia a los venecianos, se anexionó
Belgrado y el norte de Bulgaria y penetró en Bosnia y Valaquia.
- Suiza: a finales del siglo XIII, la conflictividad política en el Imperio, propició la fundación de
la Confederación Helvética en el sur de Alemania; integrada por varios cantones y valles
suizos, que ya con anterioridad habían luchado por preservar su independencia política,
confirmaron su unión en la liga perpetua suscrita en 1291. La confederación, reconocida por
los enemigos de los Habsburgo, encabezó numerosos enfrentamientos contra los alemanes
hasta el año 1499, en que, tras firmarse la paz de Basilea, el territorio suizo obtuvo la
independencia política quedando escindido del Imperio.
- El Principado de Kiev y Moscú: el rasgo fundamental de la cultura rusa era la clara influencia
bizantina de su cultura y de las formas de cristianismo ruso. Rusia era un principado eslavo
existente desde mediados del siglo IX. Bajo los reinados de Vladimir y de su hijo, a lo largo
del siglo XI, el principado alcanzó su época de mayor esplendor, extendiéndose hasta el Mar
Negro y el Volga, y las fronteras con Polonia o Lituania; convertido al cristianismo, su capital
era Kiev y su población era una amalgama de diferentes etnias y pueblos. El fin del
principado se produjo a comienzos del siglo XIII, cuando cayó bajo poder de los mongoles,
siendo sucedido por El Gran Principado de Moscú, Gran Ducado de Moscú o Moscovia.
Moscú, originariamente un pequeño enclave, se va transformando en núcleo aglutinador de
un nuevo reino. Prueba del poder alcanzado, fue el traslado en 1325 del metropolita, figura
de mayor rango de la Iglesia ortodoxa rusa, desde la antigua sede de Vladímir a Moscú.
- La Unión de Kalmar: Margarita I heredó el poder de Dinamarca y Noruega y, tras eliminar al
monarca sueco, unió a las tres monarquías en la Unión de Kalmar, en una asamblea que
contó con representantes de las tres cortes. El acuerdo surgía para defender los intereses de
la nobleza frente a la actividad de la Hansa que, si bien en un principio no se opuso a la
unión tripartita, no tardó en reclamar el monopolio comercial en Escandinavia. A la amenaza
hanseática, se unirían en el segundo tercio del siglo XV, las sublevaciones agrarias que se
extendieron por Suecia, Noruega y Finlandia, y que pondrían fin a la Unión.
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TEMA 15. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA Y EL ISLAM (SS.
XIV-XV)
15.1. LA CONQUISTA TURCA DE LOS REINOS BALCÁNICOS
La toma de Constantinopla por los cruzados en 1204 fue el acontecimiento que supuso el principio
del fin del Imperio bizantino, sometido a una partición de su territorio y acosado después por un
nuevo enemigo: los turcos otomanos. Así, el reparto llevado a cabo por los cruzados supuso la
creación de diferentes entes políticos independientes (el reino de Salónica, el principado de Acaya,
el ducado de Atenas…). Sólo tres estados griegos mantuvieron el antiguo espíritu bizantino:
- El Despotado de Epiro: fundado por Miguel I Comneno en la costa occidental griega.
Conquistado en el siglo XIV por los serbios, se mantendría bajo las dinastías italianas hasta
finales del siglo XV.
- El Imperio de Nicea: el más relevante de los estados griegos, controlaba Bitinia y las costas
de Asia Menor, y fue regido por la familia Láscaris.
- El Imperio de Trebisonda: fundado por Alejo Comneno, sus gobernantes mantuvieron
contactos con armenios y georgianos, hasta su conquista por los turcos a mediados del S. XV.
Finalmente, en 1258, Miguel VIII Paleólogo, último emperador del Imperio de Nicea, consiguió
recuperar Constantinopla (1261) y las posesiones latinas en Grecia. Tras llevar a cabo la restauración
imperial, se inició así la última dinastía bizantina, la dinastía de los Paleólogos.
Su política interior se centró en el intento de recuperar las instituciones griegas, obteniendo, sin
embargo, más éxito en el ámbito exterior: aunque fracasó en la reconquista de Grecia central, inició
una amplia actividad diplomática que conseguiría poner fin a la dinastía angevina en Sicilia, su
principal rival en Occidente. Además, reforzó la alianza con la república genovesa, en detrimento de
Venecia, e intentó impulsar la unión de las iglesias oriental y romana en el segundo concilio de Lyon
(1274).
Sus esfuerzos por consolidarse frente a los latinos, le hicieron descuidar la frontera oriental,
amenazada por el incipiente poder otomano. En efecto, en Anatolia habían proliferado distintos
estados turcos regidos por gobernante que rendía vasallaje al sultán turco selyúcida. La amenaza
quedó, sin embargo, temporalmente neutralizada por la aparición de un apoyo inesperado, los
invasores mongoles, que procedentes de las estepas, habían conquistado el sultanato de Rum y
convertido en vasallos a los estados de Asia Menor, incluidos Nicea y Trebisonda.
Desde finales del siglo XIII hasta mediados del siglo XIV los monarcas paleólogos trataron de
encauzar la reforma social y el control de la economía y las instituciones, sin embargo, los controles
tendentes a acabar con la corrupción en la justicia y con la usura fueron un auténtico fracaso,
afectando a la masa popular de las ciudades ya de por sí muy empobrecida. Esta situación provocó
revueltas sociales violentas dirigidas contra los sectores más poderosos. A nivel exterior, la situación
continuaba siendo muy precaria, ya que, a la presencia de los latinos en Grecia, se unía la
dependencia económica que Bizancio mantenía con Venecia y Génova, y la creciente presión turca.
La presión militar otomana en las fronteras a partir de 1355 hizo extremar la defensa con la
contratación de mercenarios (almogávares), que libraron Asia Menor pero arrasaron Tracia y
Macedonia y se asentaron en Beocia y Ática.
A estos frentes, habría que sumar los conflictos con búlgaros y serbios, que habían invadido
Macedonia.
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15.1.1. El reino de Serbia
Las diversas entidades eslavas surgidas en el entorno del actual Montenegro, se habían originado ya
en el siglo XII, erigiéndose en señoríos y principados bajo influencia bizantina. Serbia poseía una
actividad económica extraordinaria, basada en la explotación de las minas de plata, hecho que
favoreció el enriquecimiento del príncipe serbio Uros I (1243-1276), quien reunificó los clanes, puso
fin a la soberanía de Bizancio e inició la dinastía de los Nemánidas. Esteban Dusan (1331-1355),
penúltimo rey de Serbia, emprendió una expansión a costa de Bizancio. Se creó así un patriarcado
serbio independiente de Constantinopla y se promulgó un código de derecho por el que el país era
administrado por la nobleza siguiendo el modelo del Imperio Bizantino. A mediados del siglo XIV se
inicia la decadencia de la dinastía y se produce un nuevo fraccionamiento en principados.
Finalmente, los otomanos derrotaron a bizantinos, húngaros y bosnios en Kosovo (1389). En medio
de este conflictivo contexto, subió al trono de Bizancio Juan V Paleólogo, que a los problemas
fronterizos tuvo que unir una epidemia de peste, la conquista del Epiro por los serbios en 1348 y la
llegada de los turcos a territorio europeo en 1354. El Imperio heredado por Juan V se reducía así a la
capital, una asolada Tracia y algunas islas.
Finalmente, alarmado por el asentamiento de los turcos en las cercanías de Constantinopla en 1365,
el emperador solicitó ayuda a Occidente, ofreciendo incluso al papa la posibilidad de unir ambas
iglesias si este convocaba una nueva cruzada contra los turcos, sin embargo, su petición fue desoída
–al estar la curia dividida entre Aviñón y Roma-, produciéndose así una expansión imparable de los
otomanos. En efecto, las fronteras del Danubio sufrieron importantes transformaciones a mediados
del siglo XIV, siendo la más relevante la expansión de los turcos otomanos en los Balcanes, que, en
1389, en la ya mencionada batalla de Kosovo, se enfrentó y derrotó a una coalición danubiana
conformada por húngaros, búlgaros, eslovenos y eslovacos, que provocó la dominación de Serbia y
del Reino búlgaro.
Segismundo de Luxemburgo se pondría al frente de la alianza cristiana frente al avance turco. No
obstante, las continuas derrotas cristianas supusieron el dominio otomano en la región. El ascenso al
trono del sultán Murad II en 1421, volvería a reactivar la amenaza turca.
El emperador bizantino Manuel II (1391-1425) intentó llevar a cabo una recuperación territorial del
Imperio, manteniendo Morea y recuperando algunos enclaves en el mar Negro. Sin embargo, un
nuevo asedio a la capital en 1394, lo llevó a solicitar ayuda de los reinos europeos, ayuda que nunca
llegó por la fragmentación política que había en Europa por la Guerra de los Cien Años.
Tras la ayuda del Imperio Mongol, Manuel II firmó una paz efímera con los turcos que duró hasta su
abdicación en su hijo Juan VIII.
Los otomanos habían conseguido consolidarse en los Balcanes y en Oriente. Murad II (1421-1451)
consciente de la necesidad de buscar un enclave vital en el Mediterráneo, asedió y tomó la ciudad
de Salónica, perteneciente al Imperio bizantino. Juan VIII (1425-1448) también recabó en vano la
ayuda de Occidente ante los turcos, prometiendo al papa de Roma la unión de ambas Iglesias. Para
ello, forzó una declaración de la Iglesia ortodoxa, que proclamaba la unidad de los cristianos y
predicó una última cruzada, en la que participaron reyes húngaros, polacos y rumanos. El ejército
cruzado fue, sin embargo, derrotado como vimos, en la batalla de Varna (1444).
A la muerte de Juan VIII, subió al trono su hermano Constantino XI el último emperador de Bizancio
(1449-1453), que debió enfrentarse a la definitiva presión otomana y a la rebelión ortodoxa que se
negaba a la unidad con los latinos. Por su parte, a Murad le sucedió su hijo Mehmed II (1451) que
puso sus objetivos directamente en la capital: Constantinopla. Pese a la heroica defensa del
53
emperador Constantino XI, la ciudad cayó en 1453, poniendo fin a la capital del Imperio bizantino y
pasando a ser capital del Imperio otomano bajo el nombre de Estambul.
La caída de Constantinopla, provocó la pérdida de buena parte del sudeste europeo para la
cristiandad. Serbia pasó a ser provincia turca en 1459. Tras dominar Bosnia, Herzegovina y
Montenegro, los turcos llegaron al mar Adriático. El Imperio bizantino se hallaba prácticamente
también en manos otomanas. Pese a los intentos del papa Pío II de organizar una cruzada para
recuperar Constantinopla, sus intentos fracasaron. El legado de Bizancio intentó ser recuperado no
solo por el nuevo sultán otomano, sino también por los emergentes centros de poder como Moscú,
que reclamaba el dominio de los territorios de religión ortodoxa.
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detentaron un dominio absoluto de las rutas mediterráneas que comunicaban el Adriático con la
costa africana, el Egeo y el Mediterráneo oriental, hasta desembocar en el mar Negro, itinerarios
que centraron la actividad comercial.
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15.4. EL RÉGIMEN MAMELUCO EN EGIPTO
En el siglo X, Egipto, dependiente del califato sunní de Bagdad, cayó bajo dominio del califa fatimí Al
Muiz, que fundó la capital de El Cairo e instituyó un califato chií que se mantendría hasta el siglo XII.
Dada su importancia estratégica –entre el océano Índico y el Mediterráneo-, los núcleos urbanos
sufrieron un fuerte impulso económico, erigiéndose El Cairo en el mayor centro comercial musulmán
del momento.
Sin embargo, a mediados del siglo XII, el gobernador de Alepo y Mosul, que dependía del sultán
selyúcida de Bagdad, defendió la yihad contra el reino de Jerusalén y la unión de todos los
musulmanes, debiendo acabar para ello con el Califato chií de Egipto.
La ocasión vino propiciada por los grandes desórdenes que en esos momentos afectaban al país. Así,
el contingente enviado, dirigido por Yúsuf ibn Ayub, conocido como ‘Saladino’, depuso en 1171 al
califa egipcio devolviendo el país a la ortodoxia sunní. Bajo el gobierno del propio Saladino, se dio
comienzo a una nueva dinastía, los ayubíes –por su nombre familiar-. Saladino se erigió así en el
gobernante de un poderoso sultanato diferenciado en dos extensos territorios: Egipto y Siria. Dentro
de esta dinastía, destacó Al Kamil, sobrino de Saladino, quien en 1229 conseguiría firmar una tregua
con el emperador Federico II de Hohenstaufen por la que Jerusalén se declaró temporalmente
‘ciudad abierta’ pudiendo asistir así cristianos y musulmanes a la misma en peregrinación.
En 1244, como consecuencia de la conquista mongola, se produjeron grandes desplazamientos
migratorios en Siria y Palestina. La dinastía organizó la defensa del territorio con tropas mercenarias
de origen servil, los mamelucos. Éstos, de clara tradición tribal y organizados en federaciones
familiares regidas por sus ancianos, pasaron de conducir los ejércitos de los califas a convertirse en
auténticos esclavos-señores, erigiéndose así en emires y sultanes por la fuerza militar. De esta
manera, en 1250, derrocaron al último sultán ayubí y fundaron la dinastía de los bahríes, que se
mantendría en el poder hasta finales del siglo XIV, cuando fueron sustituidos por los buryíes, dinastía
dominante a su vez hasta la conquista otomana entre 1517 y 1518.
La dinastía bahrí consiguió rechazar y derrotar a los mongoles, y conectaron Egipto al comercio
asiático y europeo. Su estabilidad se basó en el mantenimiento de unas buenas relaciones
diplomáticas y comerciales, sobre todo con el reino de Nápoles y con la República de Venecia.
A pesar de estos éxitos, el sultanato de Egipto tuvo que hacer frente a una progresiva decadencia
económica que culminó en la segunda mitad del siglo XV. La iniciativa portuguesa y su escuela de
cartografía acabaron con el monopolio comercial que habían mantenido hasta el momento.
Los mamelucos impulsaron la islamización y arabización de Egipto, aunque cristianos y judíos no
recibieron presiones. El balance de los dos siglos de presencia mameluca en Egipto es positivo, al
preservar el legado cultural y religioso sin alteraciones notables para transmitirlo a los
conquistadores otomanos.
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A mediados del siglo XIV, se produjo la fragmentación casi simultánea, del Imperio bizantino, del
kanato tártaro de Persia y del kanato de la Horda de Oro, hecho que provocó el desplazamiento de
numerosos turco-mongoles que se asentaron en la península de Anatolia, concretamente sobre lo
que había sido el dominio selyúcida y gran parte del Imperio de Nicea, dando lugar a la creación de
sultanatos de cierta entidad.
Al mismo tiempo, en Anatolia, comenzaba a destacar la tribu turca de los otomanos. Estos, ya en la
tercera década del siglo XIII, se habían puesto al servicio del sultán selyúcida de Konya, quien les
asignó unas tierras no lejos de Constantinopla. Progresivamente, y aprovechando la debilidad del
sultanato, presionado por mongoles y mamelucos, despojaron al Imperio de los territorios anexos,
hasta que en 1361 se apoderaron de Adrianápolis estableciendo allí su capital. Desde el punto de
vista militar crearon el nuevo cuerpo o milicia de los jenízaros.
Así, en el siglo XIV el principado otomano aparece como una construcción islámica estable, con una
actividad reconquistadora muy eficiente, que pretendía reconstruir el antiguo dominio bizantino y
poder avanzar hacia el centro de Europa.
La hegemonía otomana se vio, sin embargo, temporalmente frenada ante la última ofensiva violenta
protagonizada por Tamerlán, jefe turcomano que derrotó a los otomanos. Su muerte, sin embargo,
permitió a los otomanos reorganizar su sultanato entre los Balcanes y Anatolia y conquistar
finalmente Constantinopla en 1453 a manos de Mehmed II.
Si los dos frentes básicos en Europa habían sido Hungría y especialmente Venecia y Génova por el
dominio marítimo, la caída de Constantinopla permitió a los otomanos finalmente dominar el
Mediterráneo oriental por completo.
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benimerí de Marruecos. La capacidad diplomática de los nazaríes, se ejerció también en los
conflictos entre castellanos y aragoneses. La dinastía conoció entre los siglos XIV y XV una
larga serie de insurrecciones y golpes de estado. El rey nazarí ejerció un gobierno enérgico
en los planos fiscal y militar, patrocinando distintas manifestaciones culturales y artísticas
hasta la conquista de Granada a finales del siglo XV (1492) por los Reyes Católicos.
- El Sultanato de Delhi: la herencia de Tamerlán continuó con algunos misioneros que
llegaron al Turquestán, escenario de una profunda islamización. Así, entre los siglos XI y XIII
la dinastía gurí sometió a los territorios del Golfo de Bengala y estableció su capital en Delhi.
En la nueva capital se sucedieron varias dinastías cuya organización respondió al modelo
tribal adoptado por los selyúcidas en Anatolia y que en 1229 recibió la legitimación del
Califato abasí.
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RESPUESTAS TESTS
TEMA 9. LOS PUEBLOS GERMÁNICOS
1. El monacato romano:
- Adaptó el modelo rigorista egipcio
- Desempeñó tareas de enseñanza y hospitalidad
- Se caracterizaba por un severo ascetismo
- No contemplaba el opus `manuum´
5. De los creadores del corpus cultural cristiano, ¿quién escribió libros de historia, ciencia
y exégesis?
- San Isidoro de Sevilla
- Boecio
- Beda el Venerable
- Casiodoro
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- San Isidoro
- San Patricio
- San Benito
- San Bonifacio
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TEMA 10. EL IMPERIO BIZANTINO Y EL ISLAM (SIGLOS VI-XIII)
1. La ideología del programa justinianeo se basaba en:
- La autocracia de sus dirigentes religiosos.
- La unidad intelectual de base cristiana
- La descentralización política en poderes regionales
- La influencia cultural romana
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- Campesinos ‘públicos’ que pagaban impuestos al Estado
- Cristianos ortodoxos
- La aristocracia territorial
- Mercaderes extranjeros
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TEMA 11. EL IMPERIO CAROLINGIO. NACIMIENTO DE EUROPA Y
EVOLUCIÓN DEL OCCIDENTE EUROPEO HASTA EL SIGLO XIII
1. El `consilium´ consistía en:
- La ayuda militar ofrecida por el emperador al papa
- La intervención imperial en la designación de los obispos
- Una parcela de tierra explotada por campesinos libres
- El asesoramiento al señor en materia de justicia o política
7. En las ferias…
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- Actuaban las sociedades de comercio
- Se intercambiaban bienes agrícolas por manufacturas
- Se establecían compromisos de compraventa
- Los miembros de las aristocracias eclesiástica y laica compraban sus productos
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TEMA 12. EUROPA EN PLENA EDAD MEDIA: EL PODER DE LA IGLESIA Y
LA CONSTRUCCIÓN DE ESPACIOS POLÍTICOS EN LOS SIGLOS XI AL XIII
1. La doctrina católica acordada en el Concilio IV de Letrán incluía entre sus objetivos:
- La centralización monástica
- La organización de la universidad
- La condena del nicolaísmo
- La fijación de los sacramentos como instrumentos de salvación
2. Señala cuál de estas órdenes religiosas primaba el trabajo manual sobre el intelectual:
- Órdenes militares
- Órdenes mendicantes
- Monjes cistercienses
- Monjes cluniacenses
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- La batalla de Bouvines
- La batalla de Muret
8. ¿Cuándo tuvo lugar la toma de Toledo por el rey castellano Alfonso VI?
- 1135
- 1230
- 1085
- 1212
10. La conquista del reino de Valencia fue dirigida por el monarca aragonés:
- Ramiro I
- Jaime I
- Alfonso II
- Pedro II.
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TEMA 13. LA POBLACIÓN. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ÁMBITO
RURAL Y URBANO EN EL SIGLO XIV
1. La peste negra se propagó por Europa debido a:
- Un castigo divino
- El contagio provocado por comerciantes italianos
- Las continuas guerras de la época
- La inexistencia de murallas en las ciudades
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- 1381
- 1328
- 1358
- 1422
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TEMA 14. PONTIFICADO E IGLESIA Y EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL
OCCIDENTE EUROPEO EN LOS SIGLOS XIV-XV
1. Lugar donde las almas necesitaban un tiempo de expiación:
- Limbo
- Infierno
- Purgatorio
- Beaterio
6. ¿En qué etapa de la guerra de los Cien Años tuvo lugar la batalla de La Rochelle?
- Segunda
- Cuarta
- Tercera
- Primera
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- Aristóteles
- Guillermo de Ockham
- Bartolo de Sassoferrato
- Marsilio de Padua.
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TEMA 15. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA Y EL ISLAM (SS. XIV-XV)
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7. ¿Qué ciudades italianas tenían grandes intereses comerciales en el Imperio bizantino?
- Roma y Nápoles
- Génova y Venecia
- Milán y Florencia
- Padua y Turín.
8. En 1458:
- Contratación de almogávares por los bizantinos
- Nacimiento del Reino de Serbia
- Se celebró el Concilio de Florencia-Ferrara
- Fin del Reino nazarí de Granada.
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