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HISTORIA UNIVERSAL

DE LA EDAD MEDIA
(S.V-XV)
TEMA 9. LOS PUEBLOS GERMÁNICOS
9.1. LAS MIGRACIONES GERMANAS Y EL FIN DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE
El mundo romano se encuentra en un momento crítico/de cambio, desde el siglo III. Durante este
periodo tiene lugar un proceso de ruralización y ralentización del comercio, un creciente
autoritarismo de la figura imperial, y, a nivel religioso cultural, la aparición, legalización y
oficialización del cristianismo a principios del siglo IV.
Así pues, los fundamentos, instituciones, creencias… del mundo romano se van desmoronando y a
su vez van apareciendo y cobrando mayor importancia los pueblos germánicos.
Estos pueblos eran conocidos con el término de ‘bárbaros’, del latín barbarus (extranjero), y eran
pueblos nómadas o seminómadas que habían ido ocupando progresivamente el norte de Germania
y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.
“Bárbaro” hacía referencia a todo aquél que no sabía hablar ni griego ni latín, por eso incluía a los
germanos, eslavos, los pueblos de las estepas, los bereberes…
Sí que es cierto que algunos pueblos penetraron de manera violenta, pero la mayoría estaban
romanizados, es decir, ya llevaban en contacto con el Imperio Romano varios siglos e incluso se
habían puesto a su servicio mediante alianzas militares proporcionando tropas auxiliares.
Durante los siglos II, III y IV se produjo una penetración progresiva no problemática en la que tiene
lugar la romanización.
No obstante, a finales del siglo IV y principios del siglo V, tiene lugar una penetración masiva. En
apenas 100 años se adentran en territorio romano todos los grandes pueblos. Los hunos,
provenientes casi de China, provocaron un efecto dominó desde Ucrania empujando a los
Ostrogodos, quienes empujaron a los Visigodos, y estos a los Suevos, Vándalos y Alanos… En
definitiva, cada tribu que migraba por la presión de otra, tenía que buscar un nuevo territorio para
asentarse.
Estas invasiones bárbaras se produjeron aproximadamente entre el año 376 y el 406.
En el Imperio los pueblos bárbaros se clasificaron en dos grupos en función de su vinculación a
Roma:
- Dediticii: pueblos que se enfrentaron a Roma y que fueron derrotados, (rendidos o
sometidos).
- Foederati: pueblos que se pusieron al servicio de Roma (federados o asociados).

El aporte demográfico de las invasiones bárbaras es mínimo, de un 5%. La mayoría de la población


seguía siendo romana. No obstante, los bárbaros ascendieron directamente a la alta administración
= élite bárbara.
La población germana no tuvo interés por las grandes ciudades, salvo para saquearlas y sacar
beneficio. A los pueblos foedus se les otorgaba un lote de tierras en lugares donde hubieran vacíos
demográficos, así que su poblamiento quedaba reducido a aldeas rurales.

Origen de los pueblos:


- Tribus germánicas indoeuropeas (germanos): establecidas desde el río Rin hasta el Oder e
integradas por alemanes, anglos, borgoñones, daneses, godos (divididos en ostrogodos y
visigodos), hérulos, lombardos, pictos, sajones, suevos, trancos y vándalos.

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- Eslavos: ubicados en el valle inferior del Danubio, en Bohemia y a orillas del río Vístula, entre
los que se encontraban los bosníacos, croatas, eslavones, moravos, polacos, servios y
venetos.
- Tártaros o mongoles: procedentes de Mongolia, entre quienes sobresalían los hunos, pero
que también estaban integrados por diferentes pueblos como los avaros, búlgaros, fineses,
húngaros y lapones.
- Bereberes.

Todos ellos tenían unas características comunes como el nomadismo, el desconocimiento de la


escritura, el politeísmo y la práctica de un derecho de carácter costumbrista.
Los bárbaros practicaban diversas religiones, pero con el paso del tiempo fue triunfando el
arrianismo, una doctrina nacida en el siglo III que resultaba más fácil y clara que otras. Negaba la
trinidad y que Jesús tuviera la misma condición divina que Dios Padre.

De todos ellos, los godos fueron los primeros en instalarse en el Imperio en 378, al derrotar a las
tropas imperiales en Adrianópolis. En virtud del pacto de 382, los godos quedaron asentados en
Mesia en calidad de foederati.
Pero fue el empuje y ataque de los hunos lo que provocó el desplazamiento hacia las fronteras del
Imperio de otros pueblos germánicos: los ostrogodos penetraron en Italia; los vándalos, suevos y
alanos atravesaron Galia e Hispania; los pictos, sajones y escotos se adentraron en Britannia; los
visigodos saquearon Italia y se convirtieron en fuerza de policía frente a otros pueblos, hasta que en
418 alcanzaron como federados del Imperio el reconocimiento de primer ‘reino’ bárbaro.
El ejército romano de Occidente solo reaccionó ante la amenaza de los vándalos, que arrasaron el
norte de África, donde quedaron instalados como federados, y los hunos, encabezados por Atila, que
lograron deponer la autoridad y funciones de los últimos emperadores romanos.

9.1.1.El fin del Imperio Romano


Desde Diocleciano existía la idea de que la subdivisión del Imperio favorecería el gobierno y
administración del mismo. Pero es en el año 395 cuando Teodosio divide definitivamente el Imperio
de Occidente y el Imperio de Oriente.
A esto hay que añadir la ruptura del limes/frontera, mediante las migraciones masivas que seguían
penetrando, y los federados descontrolados, que empezaron a extenderse más allá del territorio que
se les había otorgado.
El Imperio estaba muy afectado territorialmente y administrativamente. La figura imperial estaba
totalmente desprestigiada. Será en el año 476 cuando los mercenarios bárbaros, que estaban
asentados en el norte de Italia, se rebelaron contra el Imperio romano, proclamando rey a su
caudillo, Odoacro, y emprendiendo la marcha sobre Rávena.
Una vez allí, depusieron al emperador Rómulo Augústulo y ejecutaron a los principales miembros de
su corte.
Toda la zona del Imperio Occidental se transformó en un mosaico de reinos independientes con una
clase dominante de origen germánico, una cultura polarizada por la Iglesia y estructuras
administrativas y económicas significativamente diferentes.
El prestigio del Imperio seguía existiendo en Oriente, con el emperador en Constantinopla.

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9.2. LA SOCIEDAD ROMANO-GERMÁNICA
La sociedad en este periodo va a sufrir unas intensas transformaciones, propias de toda época de
cambio.
En líneas generales el elemento romano es el que prevaleció en la sociedad. No obstante, el
elemento germánico fue muy importante porque caracterizaba a la élite. Así pues, durante este
periodo se produjo una fusión de ambos elementos. Se produjo una convivencia étnica que no
estuvo exenta de dificultades concentradas en cuatro frentes: las diferencias lingüísticas; la inicial
prohibición de los matrimonios mixtos; la disparidad cultural y de costumbres y, las diferencias
religiosas.
El proceso de ruralización se va a ver agudizado por las propias invasiones. Las ciudades dejaron de
ser seguras y perdieron sus funciones. Esto tuvo una consecuencia directa en la disminución del
comercio, pues las rutas terrestres y marítimas tampoco eran seguras.
Desde el punto de vista social, parece que se configura un nuevo modo de organización. Las élites
germanas se convierten en el grupo que ostentaba el poder político y económico, las élites
terratenientes. Por otro lado, el pueblo, que trabajaba la tierra, se dividía en
- Colonos: pequeños propietarios que ocupaban explotaciones otorgadas por un gran
propietario.
- Siervos: instalados en pequeñas tenencias de carácter familiar y trabajaban la reserva
señorial.
- Esclavos: sin libertad jurídica, realizaban labores domésticas y agrícolas.

La sociedad romano-germánica era muy inferior a la antigua romana. El arte, las ciencias, la
ingeniería, la arquitectura, la medicina y otros campos del saber se estancaron e incluso muchos de
los grandes avances y conocimientos quedaron en el olvido.

En cuanto al poder y la autoridad, el elemento de mayor trascendencia histórica, fue la implantación


de la monarquía como sistema de gobierno. Los francos transmitieron la condición de
hereditariedad, pero en los demás reinos las monarquías eran electivas.
Al desaparecer las instituciones públicas, la encomendación (fidelidad, vínculos personales) las
reemplazó como medio para garantizar el equilibrio y la paz social. Consistía en entregar la fidelidad
a una persona a cambio de una protección, ciertos favores… La encomendación conoció dos
modalidades: un pequeño propietario se encomendaba a un poderoso y le ofrecía sus tierras, o se
comprometía a realizar un servicio de armas. Cada terrateniente, señor o rey se rodeaba de un
grupo de fieles, los vasalli.

Los reyes germanos patrimonizan los reinos, es decir, los privatizan y por lo tanto reinan a su gusto.
El reino era de su propiedad, el aparato fiscal funcionaba para proporcionar dinero al rey y a ciertos
nobles, e incluso la esfera judicial era administrada por rey y nobles elegidos.

Los germanos traen sus propias leyes, basadas en la costumbre. Para que perduren frente al derecho
romano se dedicaran a codificarlas y dejarlas por escrito: la Ley Sálica (francos), el Código de Eurico…

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9.3. LOS REINOS GERMÁNICOS

LOS REINOS EFÍMEROS


1. Vándalos
Pueblo originario de las tierras bálticas, que, a principios del siglo V y tras sucesivas migraciones,
penetran en la España romana junto con otros pueblos bárbaros. En Hispania se establecen en
calidad de federados. En el 429, durante el reinado de Genserico, cruzan el estrecho de Gibraltar y
fundan en el norte de África (Tunicia) el primer reino germánico en tierras del Imperio romano. En el
439 se apoderaron de Cartago donde establecieron su capital. Expertos navegantes que dominaron
todo el tráfico comercial en el Mediterráneo Occidental hasta la llegada de los musulmanes.
A la muerte de Genserico, el reino vándalo entra en una crisis de subsistencia por las luchas entre
sus dignatarios. En el año 534 el reino vándalo es destruido por el general Belisario del Imperio de
Bizancio.

2. Suevos
Pueblo originario de tierras bálticas que penetraron en Hispania hacia el año 409 y terminaron por
asentarse en la provincia de Gallaecia (actuales Galicia, Asturias y León en España, y norte de
Portugal) tras una serie de enfrentamientos con los vándalos que finalmente se desplazaron hacia el
sur de la península para terminar pasando al norte de África.
Los suevos fueron el primer pueblo bárbaro convertido al cristianismo, aunque los visigodos les
obligaron a profesar el arrianismo.
Su afán expansionista los llevó a extenderse por la península y lanzar una ofensiva contra la
Tarraconense, despertando el recelo de Roma, que se unió a los visigodos como reino federado para
defender sus intereses en la Península. La derrota sueva dio inicio a la recesión de este pueblo que
terminó reducido territorialmente a Gallaecia. El monarca visigodo Leovigildo se anexionó el reino
suevo en el 585.

3. Ostrogodos
Fueron la tribu oriental de los godos, asentados en la baja Mesia (hoy Bulgaria). Hacia el 488,
empujados por la falta de alimentos, el caudillo Teodorico solicitó al emperador romano permiso
para penetrar en Italia. En el 493, el caudillo Teodorico el Grande, tras encarnizadas batallas, venció
a Odoacro (rey de los hérulos que había depuesto al último emperador romano) y los expulsó de la
península itálica. Fundó, así, el reino ostrogodo de Italia, con capital en Rávena. Instalados en el
norte, toleraron la mayoría católica de Italia y respetaron la tradición romana. Teodorico intentó,
como rey de los ostrogodos y corregente del emperador en Italia, buscar una armonía entre los
godos y los romanos, y actuó de forma autoritaria frente a sus detractores.
A la muerte de Teodorico, su hija se encargó de la regencia del heredero, pero fue traicionada y
asesinada. Justiniano aprovechó para erigirse como vengador de la muerte de la hija de Teodorico y
planificar así la invasión de Italia. Se inicia así, la ‘guerra gótica’ (536-554) entre bizantinos y godos,
hasta que en 554 quedó bajo dominio bizantino.

4. Lombardos
El reino lombardo se conformó el 568 cuando el pueblo lombardo invadió el norte de Italia tras
vencer al Imperio bizantino logró establecerse en el norte italiano. Desde entonces el reino no dejó
de aumentar influencia y situó la capital en Pavía.

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REINOS CON MAYOR TRAYECTORIA
5. Anglosajones en Inglaterra
El fin de la Britania romana se sitúa en el momento en que se retiran las legiones romanas allí
destinadas en el año 407. Esto se debió a la gran extensión del Imperio y la imposibilidad para
controlarlo todo. El abandono de ciertos territorios, como el de Britania, da lugar al llamado proceso
de desromanización, en el que el legado romano no desaparece por completo, pero sí que se pierde
en gran medida.
Britania siempre estuvo expuesta a los ataques de los
pueblos bárbaros. Los habitantes autóctonos de Britania,
débilmente romanizados, experimentaron una vigorosa
celtización.
La llegada de los pueblos germánicos anglos, sajones y jutos
arrinconaron a los bretones en el norte y oeste, y algunos de
ellos emigraron al continente.
Estos pueblos se repartieron el territorio de tal forma que los
anglos ocuparon la zona media y el este de la isla; los jutos,
se extendieron por Hampshire, la isla de Wrigth y Kent,
mientras los sajones permanecieron en la cuenta del
Támesis. Formaron una heptarquía, es decir, un país dividido
en siete reinos.
La evangelización de la isla fue llevada a cabo, por un lado,
por San Patricio desde Irlanda, y, por otro lado, por San
Agustín enviado desde Roma.

6. Francos
Los Francos se asientan en la Galia relativamente tarde, pues otros pueblos germánicos, los
burgundios y visigodos, ya habían habitado el territorio anteriormente.
Aunque la penetración franca es tardía, enseguida llega al poder un rey franco, Clodoveo, que va a
adquirir mucho prestigio y desarrollar un proyecto expansivo importante. Clodoveo es el fundador
de la dinastía Merovingia. Consiguió unificar al pueblo franco y conquistar a los burgundios, a su vez,
expulsó también a los visigodos y otros pueblos bárbaros. De esta manera, creó la primera gran
monarquía germánica de Europa.

7. Visigodos
Los visigodos o godos occidentales, son un pueblo germánico que, empujado por los ostrogodos y
hunos, llegaron a las fronteras del Imperio romano. Intentaron asentarse en Italia y la Galia pero no
lo consiguieron así que se asientan definitivamente en Hispania, concretamente en Toledo donde se
fundó un reino que habría de existir hasta la invasión musulmana del año 711.
Los visigodos fueron el pueblo germano más romanizado. Bajo el reinado de Leovigildo, el principal
objetivo fue unificar el reino. Para ello se impulsó una dinámica de integración social y territorial, se
combatió a francos y bizantinos, eliminó a los suevos, mantuvo a raya a los vascones, y unificó
ideológicamente a los visigodos en el arrianismo. A este monarca se le debe también la creación del
officium palatinum, un mínimo aparato político-administrativo.
Recaredo, su hijo, buscó la unidad ideológica en el catolicismo, logrado en el III Concilio de Toledo,
decisión que engrandeció la Iglesia católica del reino. Desde ese momento la jerarquía católica

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aumentó su influencia y autoridad, y terminó por convertirse en un elemento esencial del poder
real.
Recesvinto se centró en la unidad jurídica y promulgó el Liber Iudiciorum, código que reconocía el
principio de territorialidad de las leyes y refrendaba la importancia de los vínculos privados en las
relaciones sociales y políticas. Sin embargo, no logró con ello evitar el carácter electivo de rey. Esto
hizo que se crearan facciones en permanente lucha, lo que debilitaba la existencia de una autoridad
fuerte.
Esta fragmentación política de la aristocracia visigoda favoreció la entrada y el dominio de los
musulmanes en la Península.

Leovigildo unidad política

Recaredo unidad religiosa

Recesvinto unidad jurídica

9.4. LA IGLESIA: LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL


Un acontecimiento clave para comprender la época tardoantigua es el nacimiento, expansión y
consolidación del cristianismo como religión oficial del Imperio. Su doctrina constituyó la base de la
construcción de la sociedad medieval, no solo en la parte occidental del imperio, sino también en la
oriental.
Hacia el 312, con Constantino el Grande, el cristianismo se convirtió en una religión legal, y, ya en
época de Teodosio, a finales del siglo IV, se convirtió en la religión oficial, es decir, la única legal. Lo
que comenzó como una secta perseguida se convirtió en la Iglesia cristiana, una importante
institución en la vida sociocultural del Imperio.
Esto provocó muchos desacuerdos. Por un lado, porque ante la falta de comunicación y aclaración
de conceptos comenzaban a aparecer diferentes corrientes heréticas (gnosticismo, maniqueísmo o
donatismo), y, por otro lado, porque el Imperio se encontraba dividido en dos (Oriente y Occidente)
y el cristianismo se desarrolló de manera desigual en ambas partes.

En cuanto a la autoridad, existía una jerarquización dirigida por el papa, luego los obispos, los
diáconos… pero como parte de la privatización de la iglesia, comenzaron a aparecer Iglesias privadas
que pertenecían a determinados nobles.
En este momento, las élites políticas ostentaban también cargos eclesiásticos. Así pues, durante la
Edad Media, destaca el prestigio de los obispos como líderes políticos, religiosos, judiciales,
económicos… de las comunidades urbanas.
La primacía del obispo de Roma chocó con las aspiraciones del patriarca de Constantinopla a
ostentar la primacía por lo que tuvo lugar un cisma entre ambas iglesias, surgiendo dos
cristiandades: la católica en Occidente y la ortodoxa en Oriente.

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La conversión de las conciencias necesitaba de una consolidación doctrinal que se consiguió
mediante los debates teológicos (concilios y sínodos) y la simplificación del mensaje cristiano.
Los protagonistas de la evangelización de Europa fueron monjes y misioneros. El monacato tuvo un
papel fundamental en la conversión de la población. Los monjes, que inicialmente surgieron en
Oriente con un carácter más riguroso, se manifestaron en Occidente en dos líneas diferenciadas:
- Monacato irlandés: obra de San Patricio.
- Monacato romano o benedictino: obra de San Benito, cuya actividad compendiaba un doble
principio “ora et labora”, es decir, el rezo y el trabajo manual.

La cristianización de los reinos germánicos fue un empeño largo: suevos, burgundios, francos, godos,
lombardos y anglosajones por orden cronológico. Los monjes irlandeses aceptaron la autoridad de la
sede romana y su liturgia y organización.

La llegada del legado clásico hasta nuestros días ha sido posible gracias a la intervención de la Iglesia.
Entre los impulsores del corpus cultural cristiano destacaron:
- Boecio: tradujo del griego al latín algunas obras de Aristóteles.
- Casiodoro: integró las artes liberales en la cultura sagrada y legó un tratado de ortografía y
transcripción de textos.
- Gregorio Magno: destacó en pedagogía moral, insistiendo en que era necesario preparar la
mente para comprender mejor la palabra de Dios.
- San Isidoro de Sevilla: puso los cimientos de la historiografía hispánica y difundió su obra las
Etimologiae.
- Beda el Venerable: escribió libros de historia, ciencia y exégesis, simplificando los
contenidos de herencia clásica.

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TEMA 10. EL IMPERIO BIZANTINO Y EL ISLAM (SIGLOS
VI-XIII)
10.1. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA
Durante las dinastías de Constantino y Teodosio se pusieron las bases de lo que sería el Imperio de
Oriente o Imperio Bizantino.
Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminaba con la unidad política imperial, en
Oriente, el Imperio romano permaneció intacto y sobrevivió durante mil años más.
Con capital en Constantinopla, ciudad refundada por Constantino el Grande en la antigua colonia
griega de Bizancio, el Imperio oriental disfrutaba de una buena situación económica que hizo posible
mantener un ejército bien preparado y una administración eficaz, que le permitió someter y evitar
ataques exteriores.
La división del Imperio marcó un punto de inflexión en la historia, en la que ambos mundos, Oriental
y Occidental, inician un camino divergente.
Se pretendió conciliar a Oriente y Occidente a través de la fe cristiana, pero la idea de una iglesia
universal fue una ilusión que se desvaneció ante las polémicas teológicas, las rivalidades jerárquicas,
las acusaciones de herejía y las excomuniones, que acentuaron aún más la diferencia entre Oriente y
Occidente. A esto se sumó la persistencia de las invasiones germánicas, la expansión del islam y las
crisis políticas, que pudieron más que los intentos de acuerdos mediante los concilios ecuménicos y
que el intento de recuperar el prestigio perdido del Imperio romano.
Y todo ello, hasta que en el siglo VI, acceda al poder un emperador que soñó con unificar el antiguo
Imperio romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo: Justiniano.

10.1.1.La herencia romana en la parte oriental del Imperio


El bizantino fue un imperio griego, culto, político, urbano, mercantil y cristiano.
Los bizantinos consiguieron fusionar la cultura de griegos y romanos, los elementos religiosos de
cristianos y paganos y las costumbres occidentales y orientales; logrando, así, conservar los aportes
culturales de la antigüedad. Hablaban griego, pero se llamaban así mismos romanos, porque se
consideraban herederos del Imperio. Por eso a Constantinopla también se la conocía como la nueva
Roma.
Las bases políticas se asentaban en la solidez de las instituciones y en la fortaleza de la cosa pública,
a cuya cabeza se encontraba el emperador, que ejercía las competencias fiscales, judiciales y
militares.
La base económica residía en los pequeños propietarios campesinos y en la actividad artesanal.
Constantinopla, gracias a su privilegiada situación geográfica, se convirtió en un centro comercial
muy importante que funcionaba como intermediario entre Oriente y Occidente.
El Bizantino era un imperio cristiano. A la cabeza religiosa se situaba el patriarca de Constantinopla,
subordinado a la autoridad cesaropapista del emperador.
El cesaropapismo hace referencia a la intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas:
el César es el jefe del Estado y el jefe de la Iglesia.
En el mundo oriental existía una formación filosófica y teológica muy superior a la occidental, lo que
provoca diferentes modos de interpretar las escrituras. Las principales corrientes heréticas que
debatían sobre la naturaleza de Cristo fueron el Arrianismo, el Monofisismo y el Difisismo.

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La sociedad del Imperio Bizantino era eminentemente urbana, al contrario que en Occidente, donde
las ciudades van desapareciendo por la ausencia de instituciones. En Oriente se mantiene la
tradición urbana principalmente por el buen funcionamiento del comercio.
La cultura antigua permanecerá en mayor medida en el mundo oriental. Uno de los elementos clave
fue el derecho romano, que en Occidente desapareció durante 500 años, pero en Oriente pudo
pervivir.

10.2. EL EMPERADOR JUSTINIANO (527-565)


La época de Justiniano supone la recuperación del prestigio del Imperio romano y la reconquista de
los territorios de Occidente perdidos a mano de los bárbaros.
Justiniano dirigió el Imperio de forma autócrata (527-565) y su reinado corresponde con la época de
mayor esplendor del Imperio Bizantino. El programa de unidad, romanización e inmovilidad tenía
como base un emperador que decidía todos los ámbitos de la vida de sus súbditos.
Lo que Justiniano proponía era recuperar el Imperio Romano en cuanto a instituciones y territorios
se refiere = restitución imperial.
Desde el punto de vista político, consigue reactivar la administración centralizada que depende
directamente del emperador, figura reforzada y consolidada bajo su reinado.
Justiniano había heredado la parte oriental del Imperio, mientras que en la parte occidental estaba
viendo como los germanos fracasaban como gobernantes en territorios de población y tradición de
mayoría romana. El carácter electivo de las monarquías germánicas provocaba momentos de
inestabilidad que serían aprovechados por Justiniano: en la África Vándala, en la Italia ostrogoda, y el
sureste de la Hispania visigoda. Consiguió recuperar prácticamente todo el literal Mediterráneo. No
obstante, sus sucesores no pudieron continuar la expansión y se fueron perdiendo los territorios.

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Esta máxima extensión provisional menguó con la insurrección bereber, la ‘guerra gótica’ en Italia y
el empeño de los visigodos de expulsar a los bizantinos. Los gastos militares y la llegada de nuevas
amenazas (búlgaros, eslavos y ávaros) provocaron la retirada paulatina de estos territorios.
Justiniano también intervino en la religión. La unidad intelectual de base cristiana era la ideología
del programa justinianeo. Intentó acabar con los últimos rescoldos del paganismo, persiguiendo
todas las herejías. Sin mucho éxito, los monofisitas siguieron siendo fuertes en Siria y Egipto, y los
maniqueos ofrecieron su apoyo en numerosas ocasiones al Imperio persa. Estas persecuciones
terminaron por conducir a una ruptura de la unidad imperial, que se plasmó en un apoyo de estos
grupos al poder musulmán, como una forma de venganza contra la política ortodoxa de los
emperadores.
También fue muy importante su proyecto jurídico. Dedicó grandes esfuerzos a codificar el derecho
romano. La compilación legislativa era un instrumento de desarrollo del programa de absolutismo
imperial que transmitía la tradición romana y la armonizaba con la cristiana.

A su muerte, Justiniano dejó un derecho público, una capital rica y un emperador autócrata y
sacralizado. Sus sucesores hubieron de afrontar una serie de problemas exteriores e interiores:
- Amenazas interiores: Imperio fiscalmente agotado, territorio extenso difícil de mantener y
todos los problemas provenientes de las herejías.
- Amenazas exteriores: eslavos, ávaros y persas.

10.2. HERACLIO (610-641)


En el siglo VII el Imperio romano de Oriente evolucionó políticamente. Las nuevas formas de
administración y representación del poder que se instauran en el mandato de Heraclio y que se
habían iniciado ya durante el reinado anterior, conlleva una nueva época y un relanzamiento del
imperio desde la identidad helénica y la tradición romana.
Durante la época de Heraclio el Imperio debió atender tres frentes militares:
- Oriente: los persas penetraron en el Imperio hasta casi llegar a Constantinopla. La ofensiva
bizantina les hizo retroceder. Por otro lado, los musulmanes también empiezan a amenazar
Siria, Palestina, Egipto… En 673 el ‘fuego griego’ salvaba a Constantinopla del asedio
musulmán.
- Danubio: los eslavos y los búlgaros se instalaron en Macedonia.
- Occidente: se fueron perdiendo territorios como Hispania, África (musulmanes) e Italia (a
manos de los lombardos), limitando su presencia a pequeños enclaves costeros.

Esta situación de crisis pone de manifiesto la necesidad de la renovación del Imperio, que se aprecia
en dos sentidos:
- La militarización: el Imperio se reorganizó en themas, unidades de ejército asociadas a una
circunscripción territorial que le correspondía defender. Estaban integradas por stratiotas,
soldados campesinos que poseían en una explotación agraria en propiedad.
- La ruralización: un gran porcentaje de la población se trasladó al ámbito rural para asegurar
las fronteras. El sistema de themas favoreció el auge de la pequeña y mediana propiedad.

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10.3. LA ICONOCLASIA
Durante los siglos VIII y IX, el movimiento iconoclasta causó graves conflictos en todo el Oriente
bizantino.
A principios del siglo VIII la amenaza del Islam era enorme. Pensaron que se trataba de un castigo
divino por haber sido idólatras y haber adorado imágenes.
La cuestión religiosa tuvo una trascendencia política cuando bajo el reinado de León III, se pudo
rechazar los ataques de los árabes y de los búlgaros, y se impuso la iconoclastia. Esto dio origen a
grandes conflictos internos:
- Primer período iconoclasta (730-787) que llegó a su fin en el reinado de Irene donde
únicamente se aprobó la veneración de imágenes pero se prohibió la adoración.
- Segundo período iconoclasta (814-842) que finalizó cuando la regente Teodora volviera a
restaurar la ortodoxia religiosa de adoración de imágenes contando con el apoyo de los
monjes.

A partir de aquí se pone de manifiesto la diferencia entre la Cristiandad oriental y occidental. Esto
derivó en el Cisma de Focio (867) donde se produjo una ruptura formal entre las Iglesias de
Constantinopla y Roma.

10.3. LA DINASTÍA MACEDÓNICA (867-1057)


Con la llegada al poder de la dinastía macedónica el Imperio bizantino recuperó su posición como
principal potencia de la Europa Oriental. Desde mediados del siglo IX y hasta la mitad del siglo XI,
Bizancio vivió una época de expansión política y territorial sin precedentes desde la época de
Justiniano.
Basilio I (867-886) inauguró una etapa de consolidación política y social interna y apogeo cultural. Se
empeñó en recuperar el ideal de restauratio imperii mediante una política de restauración imperial
en todos los órdenes desde lo militar hasta lo legislativo, pasando por un programa de recuperación
iconográfica y de embellecimiento de la capital. También se trata de un momento de recuperación
helenística, poco a poco el griego se fue convirtiendo en la lengua más hablada.
Esta etapa macedónica estuvo caracterizada por los siguientes aspectos:
- El triunfo de la autocracia y la renovación del Estado.
- La reanimación de la actividad económica.
- La ampliación de la influencia bizantina hacia los mundos búlgaro y ruso.
Dentro del reforzamiento del poder imperial, destaca la segunda gran compilación de derecho
romano, traducida al griego.
El gran emperador de la dinastía macedónica fue Basilio II (976-1025). Consiguió frenar el avance del
Islam, acabó con los búlgaros y reforzó los lazos de relación con los rusos de Kiev. En el ámbito
territorial intentó reforzar las aldeas y el comercio. Se trató de un momento de esplendor a todos los
niveles.
No obstante, Basilio II fue el último gran emperador. Tras su muerte, en el año 1025, el Imperio
Bizantino inició una etapa marcada por graves turbulencias, desórdenes políticos y la anarquía en el
gobierno. Nos encontramos con una decadencia irrefrenable interior y exteriormente. En el interior,
la nobleza conseguirá mucho poder central (administradores) y territorial (terratenientes). En el
exterior, la expansión se frenó siendo definitivamente expulsados de Italia y nuevas oleadas
musulmanas en Anatolia.

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Durante ese periodo se produjo el Cisma de Oriente (1054), que supone la separación de las iglesias
de Roma y Constantinopla, debido a discrepancias en disciplina eclesiástica, práctica sacramental y
doctrina teológica.

10.4. LA DINASTÍA DE LOS COMNENOS (1057-1185)


Esta dinastía trató de mantener el Imperio Bizantino a flote con ciertas reformas que tristemente
acabaron fracasando.
Impulsaron el comercio y la agricultura pero desde el punto de vista político la situación era
catastrófica. Al margen de haber perdido territorios importantes, las luchas por el poder interno
debilitaron todavía más el Imperio.
Los Comneno, bajo el reinado de Alejo I y amenazados por los turcos que ya se encontraban dentro
del Imperio, pidieron ayuda a Occidente. Así es como tienen origen las Cruzadas, aceptadas por
Roma con un doble objetivo: no solo para ayudar al Imperio Bizantino, sino, sobre todo, para
recuperar los Santos Lugares al Islam.
El gobierno de Alejo I significó un renacer para el Estado bizantino, que con su política de alianzas,
pactos y lazos personales estabilizó el imperio, pero también se plantearon nuevos desafíos, sobre
todo, con el Occidente latino.
Dada la turbulencia política y la decadencia del Imperio, los guerreros latinos de la Cuarta Cruzada
(1204) que originalmente debían ir a Egipto, se presentaron en Constantinopla para intervenir en los
asuntos del trono imperial. Aprovecharon para sustituir a los emperadores bizantinos e instaurar un
“Imperio Latino” (1204-1261).
La Partitio Romaniae fue un tratado firmado después del saqueo de la capital bizantina,
Constantinopla, por la Cuarta Cruzada en 1204. Se estableció el Imperio latino y se dispuso la
partición del territorio bizantino entre los participantes de la cruzada, con la República de Venecia,
siendo la gran beneficiada.

10.4. NACIMIENTO DEL ISLAM, LOS OMEYAS Y EL IMPERIO DE LOS ABBASÍES. LA CIVILIZACIÓN
ISLÁMICA
El Islam fue capaz de dar respuesta a muchos de los conflictos internos que acuciaban al Imperio
Bizantino y Persa. Así pues, su nacimiento, expansión y triunfo se debe a que la población acogió a
los musulmanes como liberadores.

10.4.1. Orígenes y doctrina del islam


El islam nació entre la segunda y la tercera década del siglo VII en la península arábiga. Mahoma se
dedicaba al comercio y pertenecía a una de las grandes tribus de Arabia que tenían encomendada la
vigilancia del santuario de la Meca. Antes de la llegada del islam, Arabia era profundamente
animista, por lo que, entre otras cosas, adoraban piedras, siendo una de ellas la de la Meca. Es pues,
por su vinculación al comercio y a lo religioso, que Mahoma conocía las tradiciones cristianas y
judías.
Según la tradición musulmana, Mahoma fue elegido por Dios para proponer a los hombres la palabra
divina. Se transformó de predicador a profeta. Su mensaje se fue enriqueciendo desde el punto de
vista teológico con un sentido monoteísta más estricto: Alá como dios único y Mahoma como último
enviado divino. Su huida en el 622 a Medina (hégira) es el punto de arranque del calendario islámico.

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Allí se convierte en jefe religioso y político y enumera los rasgos del islam:
- Monoteísmo estricto
- Igualdad de sus creyentes en el seno de la umma (comunidad). Esta idea rompió por
completo con la concepción social del momento.
- Ritualismo de actos piadosos
Las fuentes doctrinales son el Corán, la recitación de la revelación divina a Mahoma, y la Sunna, la
tradición recogida en los dichos o hechos del profeta. Sus distintas interpretaciones dieron lugar a
diversas escuelas de pensamiento teológico y jurídico.
Abraham es el ‘padre de la fe’ común para las tres religiones: cristianismo, judaísmo e islam. El islam
prohíbe la representación de la divinidad.
Los pilares religiosos para ser un buen musulmán y alcanzar la salvación son:
1. La profesión de fe, Alá es el único dios y Mahoma su profeta.
2. La oración cinco veces al día orientado a La Meca.
3. El ayuno durante el mes de Ramadán.
4. La limosna como ayuda a los pobres.
5. La peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida.
Estas prácticas se acompañan de ciertas costumbres con fuerza de ley para los creyentes, como la
yihad (lucha interior del alma contra sí misma, similar al concepto cristiano de la pugna spiritualis, o
lucha contra el enemigo interno), la circuncisión, la abstinencia de carne de cerdo y de bebidas
alcohólicas, el uso del velo facial femenino, la práctica de actos de higiene corporal y la poligamia.
La yihad, mal llamada guerra santa, es en realidad el esfuerzo individual de cada fiel para llegar a ser
un buen musulmán. Desde el punto de vista teológico, para el buen musulmán la vida es una yihad
que solo termina con la muerte y que tendrá su premio o su castigo según se haya actuado o no de
acuerdo con la Revelación.

La difusión del islamismo entronca con sus religiones monoteístas deudoras, el judaísmo y el
cristianismo, aunque se aleja de ellas en los aspectos doctrinarios. La civilización del Islam se ha
caracterizado por:
- Su rápida difusión
- La conexión con áreas de difusión del olivo y los cultivos de regadío en entornos desérticos
- La imbricación entre lo social y lo religioso.
- Una configuración variada de tribus y minorías religiosas bajo la doctrina del Corán.

10.4.2. La expansión del islam


En el año 632, a la muerte de Mahoma, el último profeta, han de volver a organizarse a nivel político,
jurídico, económico, religioso… Por eso surge la figura del califa, que es el sucesor de Mahoma y
representante de Alá y que hereda el prestigio religioso y político.
Así pues, la expansión del islam será llevada a cabo por los califas ortodoxos, parientes de Mahoma:
Abu Bakú, Omar, Otman y Alí.
Durante esta etapa (632-661) continúan su expansión territorial saliendo de la Península Arábiga y
amenazando los Imperios Persa y Bizantino. De esta manera comienzan con la conquista de Siria,
Palestina y Egipto.

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En los territorios conquistados se establecieron guarniciones de guerreros árabes que se encargaban
de mantener el control de las ciudades, y, por otro lado, un sistema fiscal (impuestos) sencillo que
provocó conversiones a la nueva fe.

El califato ortodoxo llega a su fin con la aparición del siísmo: los éxitos militares oscurecieron las
tensiones existentes entre tribus árabes, entre árabes y maulas, y entre las posiciones de legitimidad
del poder califal. Alí (656-661) se enfrentó a los jarichíes, grupo secesionario que pregonaba la
interpretación igualitaria y literal del mensaje de Mahoma. Mu´awiya, gobernador de Siria, se hizo
con el trono al derrotar a Alí, aunque el legitimismo a favor de los hijos de este y la disidencia
religiosa fueron defendidas por el siísmo, que rechazaba la Sunna como fuente doctrinal.

Los conflictos internos conllevaron a los asesinatos de los califas Omar y Otman. Tras estos hechos se
dio paso al califato de Alí, yerno de Mahoma. Durante este reinado (656-661) se sucedieron ciertos
conflictos religiosos con repercusiones políticas. Alí debió enfrentarse con los jarichies, grupo
secesionista que pregonaba la interpretación igualitaria y literal del mensaje de Mahoma.
Alí fue asesinado en 661 por los jarichies en su propia ciudad de Kufa. Acto seguido, Muawiyya,
gobernador de Siria, se proclamó califa dando fin al califato ortodoxo e inaugurando el periodo del
Califato Omeya.

10.4.3. La monarquía árabe de los Omeyas (661-749)


Mu´awiya (661-680) reforzó su papel de dirigente político de un imperio. Centralizó la
administración, trasladó la capital a Damasco y fortaleció el carácter autocrático del califa. En este
estado secular la minoría árabe era una casta dominante de la mayoría de la población.
En este periodo, el islam ya domina un territoiro muy amplio y ha pasado de ser un fenomeno local y
árabe a empezar a abrirse al resto del mundo. Esto provoca que los califas se planteen crear un
Estado sólido. Para ello toman como ejemplo las instituciones y administradores de los imperios del
momento.
Así pues, se produce una consolidación administrativa, fiscal y una arabización. Algunos cambios
fundamentales fueron:
- El idioma árabe como lengua común de la administración.
- La acuñación de moneda propia.
- La organización de la administración provincial, con los emires a la cabeza, y la justicia, con
los cadíes.
- Atenciones con los guerreros árabes: reparto del botín, rentistas beneficiarios de tributos,
establecimiento de contingentes militares y distribución de tierras entre los vencedores.
Además, continúan la expansión territorial conquistando todo el norte de África, Hispania (711) y
Oriente (751).

Los Omeya consolidan el gobierno, establecen una dinastía, expanden el territorio… pero también
fueron surgiendo ciertos problemas internos:
- Tensión étnica: la preferencia árabe dejaba fuera a pueblos que habían ostentado el poder
como los africanos, los rum (romanos), los bereberes del norte de áfrica, los persas… Esto
provoca voces de descontento frente a los Omeya arabistas.
- Tensión religiosa: enfrentamientos con respecto a la forma de sucesión hereditaria. -
- Los Jarichíes optaban porque gobernara el musulman más virtuoso.

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- Los Suníes optaban porque gobernara aquella persona que respetara la sunna o
tradición y que fuera aceptada de manera mayoritaria por la sociedad .
- Los chiíes optaban porque gobernaran los sucesores de Mahoma.

10.4.4. El imperio islámico de los abbasíes


El descontento con los Omeya provoca el nacimiento de una nueva dinastía que les derroque: los
abbasíes. Esta dinastía gobernó desde el 749 al 1258.
Para alcanzar el poder, se presentaron como un instrumento de Alá para devolver la igualdad
universal de los creyentes. Recuperaron el valor de la jefatura religiosa del título de califa, como jefe
de la comunidad de fieles islámicos. En este momento la capital se trasladó a Bagdad hacia oriente,
por lo que se produce una orientalización del islam.
Su gran aportación fue una gran organización administrativa. El Imperio centralizado y burocratizado
se organizaba en diwanes (secretarías) con los visires como cabeza de la administración.
No obstante, la administración centralizada no cuadra con la organización territorial, donde se va a
producir un desmoronamiento y una progresiva independencia de los territorios. Los dos ámbitos en
los queso alcanza gran prestigio frente a la dinastía Abasí son:
- El califato fatimí en Egipto: descendientes de Fátima y por lo tanto chiíes.
- El califato omeya de Córdoba: refugiados en Al-Ándalus.

10.4.5. La civilización islámica


- Un imperio urbano: civilización eminentemente urbana. Las ciudades heredaron el peso de
las ciudades romanas, y se convirtieron en centros comerciales, de poder y artísticos (en
Mezquitas). El centro de la ciudad lo constituía la mezquita mayor, con talleres artesanales
alrededor. El otro foco era el palacio de la autoridad, en la periferia. Entre uno y otro punto
se hallaban los barrios, organizados según procedencias étnicas, sociales o profesionales. La
ciudad más importante del Imperio fue Bagdad.
- Un mundo rural agrícola: la riqueza provenía del mundo rural. El uso del agua tuvo mucha
importancia en los territorios del califato. Las técnicas del regadío, herederas de
Mesopotamia, fueron mejoradas con un notable incremento de la productividad agrícola y la
difusión de nuevos productos como el olivo, el arroz, el algodón, el azafrán, los cítricos, la
alcachofa, las frutas y las hortalizas. La ganadería estaba constituida por ovejas, cabras,
camellos y dromedarios.
- El empuje mercantil: grandes rutas comerciales y control comercial. El continuo intercambio
mercantil contribuyó a mantener la propia unidad intelectual y artística del islam.

10.5. EL ESPLENDOR ECONÓMICO Y CULTURAL DEL ISLAM


Los primeros siglos de dinastías Abbasí, Fatimí y Omeya, coinciden con el esplendor económico y
cultural del islam, lo que se conoce como el islam clásico.
Los rasgos de unidad –lengua árabe, civilización de ciudades y relaciones mercantiles– convivieron
con los de fragmentación religiosa y política. Los fundamentos del poder político habían sido:
- Visir: asumía la jefatura de la administración civil y militar.
- Ejército
- Fiscalidad: aumentar ingresos con impuestos a las actividades comerciales.

Desde el punto de vista económico destaca:

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- Iqta: como el feudalismo occidental. Cesión temporal a un propietario del derecho de
percibir los impuestos de los campesinos a cambio de entregar el diezmo.
- Se consolidó el comercio por el Mediterráneo y su papel de intermediarios de las ciudades
italianas y la zona de entrada a la India, donde se podían relacionar con mercaderes chinos.
Dentro del desarrollo cultural islámico de los s. X y XI sobresalen: la reflexión filosófico-religiosa, la
hegemonía intelectual del islam oriental, y el esplendor intelectual, que abarcó a todas las
disciplinas. Entre las mayores figuras cabe citar a Avicena, que escribió obras perdurables de filosofía
y de medicina.

10.6. ISLAM DE ORIENTE E ISLAM DE OCCIDENTE


El islam oriental
Tras la descomposición del califato Abbasí, hubo una renovación étnica por la llegada, hacia el siglo
XI, de pueblos ajenos al mundo musluman que se habían ido islamizando. Entre ellos destacan los
turcos (selyuquíes), kurdos (Ayubíes) y mongoles.
- Selyuquíes: los turcos inician una nueva expansión por la península de Anatolia que estaba
bajo control Bizantino. Realizaron mejoras en la administración, construcciones públicas y
creación de escuelas.
- Ayyubíes: pueblo al servicio de los turcos a los que se le encarga la conquista de Egipto,
donde instauran un sultanato encabezado por Saladino. Además, consiguen conquistar
Jerusalén.
- Mamelucos: esclavos blancos dedicados al ejército.
- Mongoles: siglo XII-XIII. Imperio desde Polonia a Corea.

El islam occidental
Pueblos bereberes que fueron ganando poder:
- Los almorávides (siglos XI-XII): movimiento religioso que combinaba rigor moral,
interpretación literal del Corán y la Sunna, adscripción a la escuela malikí de pensamiento
teológico y jurídico y voluntad de utilizar la guerra santa. Desde la zona de Mauritania y
Senegal se expanden al norte hacia Marruecos y Al-Ándalus cuando había desaparecido el
Califato de Córdoba. Su llegada frenó la reconquista.
- Los almohades (siglos XII-XIII): sustituyeron el rigorismo almorávide. Desarrollo cultural. La
derrota en Las Navas de Tolosa en 1212 y rebeliones regionales pusieron a prueba el
Imperio, que se desintegró en cuatro reinos: los Nazaríes de Granada, los Meriníes de Fez,
los Abdalwadíes de Tremecén y los Hafsíes de Ifriqiya.

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TEMA 11. EL IMPERIO CAROLINGIO. NACIMIENTO DE
EUROPA Y EVOLUCIÓN DEL OCCIDENTE EUROPEO
HASTA EL SIGLO XIII

11.1. EL IMPERIO CAROLINGIO Y SU EVOLUCIÓN


El origen de los carolingios se halla en la evolución de los denominados pueblos francos y en la
previa dinastía merovingia. En el año 507, la confederación de pueblos germánicos denominados
‘francos’, que se había apoderado de buena parte de la Galia romana, obtuvo una gran victoria sobre
los visigodos. Clodoveo llevó a cabo una exitosa campaña militar que se vio favorecida por el
complejo mapa político de la época, en que los restos del poder romano habían quedado repartidos
entre varios príncipes independientes, y por la cantidad de tierras despobladas que le
proporcionaron un amplio espacio para establecer a los colonos francos. Tras su victoria sobre
Alarico II, estableció su capital en París y se centró en consolidar el regnum francorum.
Su política de conquistas fue continuada por su hijo Clotario I; sin embargo, tras la muerte de éste en
el año 561, el reino quedó dividido en tres partes:
- Austrasia o ‘reino del este’
- Neustria o ‘reino del noroeste’
- Borgoña
No sería hasta el reinado de Clotario II (584-629) cuando se volvería a unificar el mismo. Este
gobernante llevó a cabo además una importante reforma de las instituciones políticas y de la
administración. Los funcionarios de la corte merovingia se diferenciaron entre el senescal, el
mariscal, el camarero y el mayordomo. Este último era un cargo de confianza, ya que era elegido por
el rey entre los principales nobles del país, y acabaría erigiéndose en el miembro más poderoso de la
corte.
11.1.1. El ascenso de los carolingios

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Carlos Martel, hijo del mayordomo de palacio de Austrasia y miembro de una familia noble con
posesiones entre los ríos Mosa, Mosela y Rin, fue el auténtico fundador de la dinastía. Su ascenso al
poder se produjo cuando tras la muerte de su padre, se le negó el derecho a heredar el cargo por
parte del rey de Neustria. Tras deponer al monarca, en el 719, y colocar en el trono a su propio
candidato, Carlos unía de hecho a los francos bajo el poder de un único mayordomo.
Sin embargo, el hecho que consolidaría la dinastía fue la victoria ante los árabes y bereberes que
habían cruzado los Pirineos en el año 732 en la batalla de Poitiers.
Carlos Martel construyó un poderoso reino franco que a nivel de política exterior hizo frente a
frisones, alamanes y sajones, al norte, y a los musulmanes, al sur. Sus triunfos militares se apoyaron
en la compra de voluntades de la aristocracia guerrera mediante la entrega de beneficios
territoriales y en ciertos avances técnicos.
Los éxitos militares y el efectivo poder ejercido por los mayordomos, se consolidarían
definitivamente durante el mandato de los hijos de Carlos Martel. Así, tras la abdicación de su
hermano mayor Carlomán, el segundo hijo de Carlos Martel, Pipino ‘el Breve’ decidió que quien
ejercía el poder efectivo debería ostentar igualmente el título de rey. De esta manera, con el
beneplácito del papa Esteban II –preocupado por el avance lombardo en Italia-, en el 751 Pipino
atacó y derrotó al rey de Neustria, último representante de la dinastía merovingia, siendo
proclamado poco después como rey de los francos y consagrándose así la nueva dinastía y la alianza
entre los francos y el papado.
En 768 el regnum francorum se repartió entre los hijos de Pipino, Carlomán y Carlos, llamado ‘el
Magno’, que tras la muerte de su hermano gobernó en solitario. La alianza entre Carlomagno y el
papado se fortaleció en los últimos años del siglo VIII, gracias al nuevo pontífice León III. En la
Navidad del año 800 el papa León III lo coronó emperador en Aquisgrán, capital del reino,
imponiendo así la hegemonía del rey de los francos sobre el emperador de Constantinopla y el
pontífice de Roma. Esta renovación del Imperio romano, que se ejercía sobre toda la cristiandad
latina, sería conocida posteriormente bajo la denominación de Sacro Imperio Romano Germánico.

11.1.2. El Imperio de Carlomagno


Carlomagno llevó a cabo un proyecto político muy ambicioso basado en dos cuestiones: la expansión
territorial y la organización de dicho territorio.
Para organizar la extensión de su reino, Carlomagno creó las ‘marcas’, es decir, fronteras o límites
que delimitaban las posesiones del Imperio. El sistema de marcas del Imperio se extendía desde la
desembocadura del río Elba –marca del Este- hasta los Pirineos –marca hispánica-, exceptuando las
regiones de Gascuña y Bretaña. Las relaciones con los diferentes pueblos asentados en los límites de
los dominios francos pueden sintetizarse en:
- Sajones: campaña para conquistar y evangelizar. Incorporación conflictiva.
- Bávaros: sometidos en territorios divididos en condados.
- Ávaros: labor de predicación en lugar de conversión forzosa.
- Musulmanes: campaña ibérica en Zaragoza y Barcelona.
- Marca Hispánica: frontera que servía de acogida de los hispanocristianos que huían del
islam.
- Lombardos: reanudación de la alianza franca con el papa.

11.1.3. El Estado y la administración

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La idea de la renovatio del Imperio intentó abarcar prácticamente todos los aspectos de la sociedad,
desde las costumbres del clero hasta la aleación de la moneda. El emperador fomentó además un
decidido renacimiento de la cultura clásica latina
Los poderes efectivos de Carlomagno derivaban de la capacidad de comandar el ejército (el ban
militar; de origen germano) y a la aplicación de la legislación (el munt judicial) compilada en los
códigos francos respectivamente. Sin embargo, en ciertos territorios del sur aún se mantenía parte
del derecho romano. El emperador asumió también el ejercicio de algunas competencias
eclesiásticas (protección del clero y elección de obispos), fiscales (control en las ferias y mercados) y
económicas (ordenación monetaria).
En la administración imperial (palatium) era el centro teórico, con sede en Aquisgrán, si bien los
condados eran las circunscripciones territoriales operativas encargadas a los condes. Los condes
tenían la obligación de cobrar los impuestos y de organizar el ejército en la zona encargada, pero
también de representar al rey ejerciendo las funciones del mismo: judiciales o legislativas. Los missi
dominici eran embajadores del emperador que controlaban la gestión del imperio.
Al desaparecer el imperio Romano, desaparecieron también las instituciones que garantizaran el
funcionamiento de la sociedad, de la economía, de la justicia, etc. Es por esto que, en esta época, se
empieza a forjar un sistema basado en la fidelidad personal. Los vínculos establecidos eran
personales y reales. El vasallo debía estar preparado para ejercer las tareas que el señor le
encomendara: el auxilium en el combate y el consilium, asesoramiento en justicia y política.

11.1.4. Evolución del Imperio carolingio


A la muerte de Carlomagno, Luis ‘el Piadoso’ (814-840) heredó el extenso imperio. Su reinado se
caracterizó por el respeto al papado y la presencia de numerosos clérigos. A su muerte en 840, los
tres hijos que le sobrevivieron se enfrentaron en un conflicto civil al que se puso fin en el 843 con el
reparto de las posesiones. Esta división, basada en razones políticas y lingüísticas, constituiría el
punto de partida de la desmembración del Imperio carolingio. Tras la firma del tratado de Verdún
(843), los territorios fueron asignados de la siguiente forma:
- Lotario, que mantuvo el título de emperador, recibió la zona central de Francia.
- Luis ‘el Germánico’ recibió las tierras del norte y la parte más oriental.
- Carlos ‘el Calvo’ obtuvo Neustria, Aquitania y la marca hispánica, es decir el reino de los
francos occidentales.
Este hecho se consolidaría tras la firma de un nuevo tratado en Mersen (870) entre Carlos y Luis por
el que se dividieron las zonas utilizando las fronteras naturales: el Rin y los Alpes. De ahí surgirían las
actuales Francia, Alemania e Italia.

- La Francia Occidental: el último descendiente carolingio fue depuesto por la nobleza con el
apoyo de la Iglesia, nombrando en su lugar a Hugo Capeto, que inició una nueva dinastía que
verdaderamente se encargó de forjar el reino de Francia.
- La Francia Oriental: Otón I, de la dinastía de los duques de Sajonia, consiguió hacer frente a
los eslavos y húngaros. La victoria, en nombre de la cristiandad, le llevó a ser coronado como
emperador por el papa, restaurando así el Imperio de Occidente.
- Italia.

11.2. INGLATERRA ANGLOSAJONA, LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LA PERIFERIA EUROPEA. LAS BASES


CULTURALES DE EUROPA

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11.2.1. La Inglaterra anglosajona
A comienzos del siglo VII, existía una hegemonía de los reinos de Northumbria, Mercia y Wessex.
Pero a mediados del siglo VIII, el reino de Mercia adquiere cierta dominancia con el apoyo del
arzobispado, llevando a cabo importantes conquistas en Gales o la mejora en la acuñación de
moneda. Sin embargo, la verdadera tendencia a unificar el país se produciría con el rey Egberto de
Wessex, que obligó a los señores de Mercia y Northumbria a que le prestaran juramento de
fidelidad. Este movimiento unificador se plasmó en la aparición de los shires, nueva división
administrativa y territorial que venía a sustituir a los antiguos distritos romanos.
El proceso de unificación política de la isla fue interrumpido por las incursiones vikingas -en su
mayoría de origen danés-, intensificadas a partir de mediados del siglo IX, cuando comenzaron una
violenta conquista de Inglaterra en la que el reino de Mercia fue su primera víctima. La resistencia
fue encabezada por el rey Alfredo ‘el Grande’ de Wessex, que logró derrotar al ejército vikingo y
establecer un sólido sistema de defensa territorial. Tras proclamarse rey de los anglosajones, Alfredo
llevó a cabo una política de cohesión social y cultural.

11.2.2. Los primeros núcleos cristianos de la península ibérica


A finales del siglo VII, el reino visigodo de Hispania se encontraba en una evidente situación de
debilidad. La situación desembocó en la caída del reino en manos musulmanas sin apenas
resistencia. La hispania romana se transformó así en al-Ándalus, zona fronteriza con los focos de
oposición que permanecían en el norte.
Sería el reino de Asturias quien recogería la herencia del reino de Toledo. Alfonso II (759-842)
recuperó esa herencia con ayuda de la jerarquía eclesiástica, tanto en la administración civil como en
la eclesiástica (con la creación de obispados y el estímulo a los monasterios). El núcleo cristiano del
valle del Duero se completaba además con el condado de Castilla. En los valles pirenaicos, surgieron
otros focos de resistencia que se configuraron como primitivos espacios políticos, con una
combinación de elementos indígenas y carolingios, como el reino de Pamplona o los condados
aragoneses.
A lo largo de los siglos siguientes,
ambos espacios sufrirían importantes
transformaciones; en el ámbito
musulmán a las etapas emiral y califal,
le siguió la disgregación del territorio
en los denominados reinos de taifas;
mientras que en la zona cristiana, el
reino de Asturias se transformó en el
reino de León, del que se separaron
los condados de Portugal y de Castilla;
el reino de Pamplona se transformó en
el reino de Navarra, que con Sancho III
‘el Mayor’ controlaba Castilla (incluso,
brevemente, León) y los condados
pirenaicos de Aragón, Sobrarbe y
Ribagorza.
11.2.3. La periferia europea
i. Los vikingos

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Normandos para los francos o varegos para los bizantinos. Las causas de sus expediciones desde
Escandinavia, parecen ser la superpoblación de los territorios nórdicos, las variaciones climáticas o la
interrupción de las rutas mercantiles. La expansión vikinga afectó negativamente a Irlanda, Gales,
Inglaterra y Escocia y contribuyeron a la destrucción del Imperio carolingio; aunque a ellos se debe el
establecimiento de importantes nexos de unión entre territorios hasta entonces sin relación y la
crearon una sólida red de intercambios de mercancías y objetos.
Estos guerreros y comerciantes pertenecían a tres pueblos diferentes:
- Daneses: sus objetivos fueron Inglaterra y la Europa carolingia. Llevaron a cabo la creación
del reino de Normandía.
- Noruegos: se centraron en Escocia y las costas de Irlanda, Islandia y Groenlandia. A ellos se
atribuyen igualmente las primeras expediciones por el océano Atlántico.
- Suecos: a través del Báltico penetraron en la región de los grandes lagos rusos y
descendiendo el río Volga alcanzaron el mar Caspio, el mar Negro y las costas del Imperio
bizantino. A mediados del siglo IX los denominados varegos habían extendido su dominio
hasta Kiev.
Las primeras expediciones datan de entre el 793 y el 850, pero fue a partir del año 850 cuando éstas
tuvieron un carácter mucho más planificado. Tras su conversión al cristianismo a lo largo del siglo X,
puede distinguirse otro breve periodo de expediciones desarrollado a comienzos del siglo XI: las
llevadas a cabo por los varegos hasta Bagdad y las tierras de la actual Polonia; siglo que marcaría el
definitivo declive de los pueblos vikingos.
Los suecos, tras ser derrotados en el 1043 por los bizantinos, fueron lentamente absorbidos por la
cultura ‘rusa’. Daneses y noruegos vencieron al rey de Wessex asentándose definitivamente en
Inglaterra (1014-1027).

ii. Los eslavos: la expansión de pueblos eslavos (polianos, checos o croatas) por Europa
central comenzó a mediados del siglo VI. Estos grupos terminaron asentándose en las
llanuras del Danubio, en lo que posteriormente sería Bulgaria.

iii. Los ávaros: pueblo procedente de las estepas del Turquestán que se apoderó de tierras y
asentamientos a lo largo del Danubio medio, extendiendo su poder hasta el Báltico y el mar
Negro. Su decadencia comenzó en el siglo VII presionados por la expansión eslava y el
dominio de los francos. Finalmente, entre los años 790 y 805, fueron derrotados y
dispersados por Carlomagno.

iv. La Gran Moravia: surgida como consecuencia del hundimiento del antiguo reino de los
ávaros a inicios del siglo IX, se erigió en la primera entidad eslava que se configuró como
Estado. Sería también la primera nación eslava en convertirse al cristianismo, provocando así
la posterior división entre:
- Territorios eslavos adeptos a la Iglesia y al culto latinos: Moravia, Bohemia,
Eslovaquia y Polonia.
- Territorios que aceptaron la liturgia y el alfabeto eslavos, adhiriéndose a la Iglesia
griega y a la cultura bizantina: Bulgaria, Serbia y Rusia.
La Gran Moravia se disolvió a mediados del siglo X.

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v. Los búlgaros: los búlgaros, constituidos por pueblos de origen huno y turco, atravesaron
el Danubio en el siglo VII y tras someter a los eslavos de la zona, fundaron su propio reino. La
guerra con el Imperio bizantino provocó su derrota definitiva.

vi. Los húngaros: los húngaros se instalaron en la llanura de Panonia aprovechando la


destrucción del reino ávaro. La Gran Moravia, cuyo corazón era Eslovaquia, fue su primera
víctima. Hábiles jinetes, realizaron constantes ataques contra el Imperio bizantino y la
cristiandad latina, asolando Germania, Italia y Francia. Otón I de Sajonia logró derrotar
definitivamente a los húngaros en 955, provocando su cristianización y la territorialización
de un reino, protector de nuevas oleadas de pueblos nómadas.

vii. Los sarracenos: dedicados a la piratería, actuaban al margen de los emiratos de al-
Ándalus o del norte de África. Establecidos en pequeños enclaves costeros, que usaban
como base de operaciones, asolaban las costas del litoral llegando a controlar pequeñas islas
mediterráneas y asentándose en Sicilia. Fueron eliminados por condes provenzales y
piamonteses, a finales del siglo X.

11.3. BASES ECONÓMICAS Y CULTURALES DE EUROPA


Entre los siglos IV y VIII, las relaciones de producción se articularon en torno a cuatro modelos de
explotación:
- Comunidad de valle
- Villae de explotación directa
- Pequeña explotación campesina
- Villa carolingia: la gran propiedad rural desarrollada entre el Rin y el Loira en la que la
explotación se dividía en dos partes:
- Reserva: explotada por el propietario y trabajada por esclavos y campesinos.
- Tenencias o mansos: donde vivían colonos o esclavos convertidos en siervos.
La villa carolingia posibilitó el aumento de los rendimientos agrícolas. El gran dominio pudo ser el
motor del renacimiento mercantil de Occidente, gracias al esfuerzo de las familias campesinas
asentadas en mansos.
Desde el punto de vista cultural e ideológico, la construcción de las bases culturales y morales de
Europa pueden vincularse al renacimiento cultural carolingio. Etapa definida por la recogida de la
tradición cultural clásica a través de obispos visigodos y monjes irlandeses e italianos entre los siglos
V y VIII.
Representantes destacados: el filósofo Boecio, el político y escritor Casiodoro, el obispo y teólogo
Isidoro de Sevilla, el papa Gregorio Magno, y el monje y erudito Beda ‘el Venerable’.
Destacan los scriptoria –salas dedicadas a la copia de manuscritos por escribas– de los monasterios y
escuelas catedralicias que se encargaron de recoger la tradición latina, bíblica y humanística.
La difusión cultural la realizaron clérigos con el apoyo del poder político.
A nivel ideológico, se intentó fijar un pensamiento teológico carolingio:
- El combate del adopcionismo (herejía).
- La defensa moderada de las imágenes en la querella bizantina.
- La predestinación.
- La cláusula filioque.

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La teoría política elaborada por la Iglesia se basaba en la tradición hierocrática, para la que el Papa
era considerado el jefe supremo de la Iglesia cristiana y máxima autoridad sobre cualquier poder
espiritual o temporal.
La organización eclesiástica se basaba en el combate a cualquier herejía y la ordenación secular con
la celebración de sínodos y la creación de una red parroquial.
La Iglesia carolingia se preocupó de la moral, la defensa de los intereses doctrinales y materiales de
la jerarquía, o prácticas precristianas como el culto a las reliquias.

11.4. DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD


El crecimiento demográfico fue evidente, debido en gran parte al aumento de la producción agrícola
y ganadera, y a la ausencia de pestes.
Para asegurar la producción de bienes de subsistencia hubo que ampliar los espacios en explotación.
Este proceso requirió la roturación de bosques. A efectos de producción, hubo un incremento de los
rendimientos agrícolas propiciado por una mejora en el sistema de rotación de cultivos y a la mejora
de las técnicas y el equipamiento.
11.4.1. La configuración de la sociedad
- Los señores: su base radica en la riqueza de sus bienes patrimoniales y en el ejercicio de una
autoridad sobre hombres y tierras.
- Aristocracia: heredaban posesiones familiares y ejercieron un poder delegado de
una autoridad pública.
- Nobleza: familias que formaban linajes y establecían líneas de sucesión.
- Caballería: estamento social en el que se compartían rituales y tratamientos
procesales, penales y fiscales. Los vínculos de relación entre la nobleza y la caballería
se basan en relaciones de parentesco, que después se fijarían en un contrato de
vasallaje.
- Los campesinos: los esclavos rurales se habían convertido en miembros de comunidades
aldeanas libres. La concentración en aldeas hizo que las familias nucleares participaran en la
toma de decisiones, como las relativas al aprovechamiento de bienes colectivos. Los
aristócratas se convirtieron en señores y sometieron al campesinado a su dependencia. La
creación de señoríos incluyó a los campesinos en un marco que reconocía los poderes
jurisdiccionales (dictar normas, juzgar, recaudar, poseer ejército) de los poderosos.
- Los habitantes de las ciudades: los siglos XII y XIII vieron la consolidación del popolo o masa
urbana. Esto tuvo lugar en los núcleos más poblados y diversificados en sus actividades.

11.6. EL ÁMBITO RURAL Y EL ÁMBITO URBANO


11.6.1. Ámbito rural
La familia era, sin duda, la base de la sociedad medieval. Eran familias eminentemente nucleares y
de tradición cristiana donde predominaba la subordinación femenina. La nobleza instauró el
mayorazgo que consistía en traspasar íntegramente la tenencia únicamente a uno de los hijos para
evitar su fragmentación.
La aldea era la entidad fundamental de poblamiento y sociabilidad plenomedieval. En la aldea
destacaba la parroquia como escenario de control de conciencias y espacio para reforzar la cohesión
de las comunidades de campesinos, y el consejo, que era el órgano de representación de la
comunidad.

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Destacaba la sobreimposición señorial sobre las familias de las aldeas, con el objetivo de fijar la
población y beneficiarse del excedente de su fuerza productiva. La presión de los señores sobre las
aldeas se transformó con la concesión de fueros, que condujo a una progresiva igualación de los
estatus jurídicos de los campesinos. El señorío tuvo dos elementos esenciales: el dominio de la tierra
y la autoridad sobre los hombres.
Los señores eran grandes propietarios que dictaban normas de convivencia y ejercían competencias
que habían correspondido al poder público (justicia, milicia y fiscalidad).

11.6.2. Ámbito urbano


La ciudad medieval reunía los siguientes rasgos:
- Poblamiento concentrado y compacto.
- División social del trabajo.
- Fueros.
- Núcleo antiguo, romano, en torno al que se crearon barrios continuos.
- Ciudad creada con plano ortogonal
Los fueros eran estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad con la finalidad de
regular la vida local estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios que liberaba a sus
residentes de las cargas señoriales.

Modelos
- Ciudades del norte: los wiks eran ciudades nacidas en torno a puertos, donde los
mercaderes ambulantes instalaron sus almacenes en Francia, Flandes y Alemania.
- Ciudades mediterráneas: caracterizadas por la tradición municipal romana y la pervivencia
de una aristocracia eclesiástica.
- Ciudades eslavas: los gorods, recintos fortificados a cuyo pie se instalaron artesanos. La
difusión del derecho municipal germánico contribuyó a fortalecer los núcleos urbanos.

Economía urbana
El trabajo se especializa y profesionaliza dando lugar a los gremios organizados, que eran
agrupaciones de gentes dedicadas a una misma especialidad artesanal. Se reglamentaron las horas y
formas de desarrollar cada actividad, la calidad del producto, las técnicas de elaboración y los
precios en el mercado.
En lo relativo al comercio, el primero que surgió fue el local, es decir, el que se efectuaba del campo
a la ciudad. Sin embargo, fue el comercio a larga distancia o internacional el que caracterizó el
renacimiento económico de la Edad Media.
En las ciudades medievales se organizaban ferias donde intervenían los mercaderes profesionales y
se establecían compromisos de compraventa. Paralelamente a la expansión de las actividades
comerciales, se desarrollaron las asociaciones de mercaderes -hansas o gildas- que tenían como
objetivo proteger a sus miembros social y jurídicamente. Esta red comercial conformó una
corporación, la liga hanseática, que llegó a incluir 200 ciudades y desarrolló una legislación mercantil
común. En las ciudades italianas aparecieron sociedades de comercio, las commenda, generalmente
dedicadas a viajes de larga distancia.
El transporte sobre todo terrestre era precario todavía por lo que el preferido era el fluvial a través
de los grandes ríos europeos. Sin embargo, el transporte más barato era el marítimo, donde se

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daban los barcos de cabotaje –siguiendo la línea de la costa- hasta la introducción de mejoras en las
técnicas de navegación.
En cuanto a los medios de pago, se produjo un desarrollo monetario a través del cual la acuñación y
la circulación de monedas aumentaron. Destacan las letras de cambio, que eran acuerdos entre
prestamistas y deudores en el que el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en un
lugar diferente al del préstamo y en otra moneda diferente a la prestada.
Los polos de comercio europeo más activos fueron el báltico, el flamenco-inglés, el italiano y el este
de Francia, prolongado hasta Cataluña. El renacimiento del comercio se concentró en Italia del Norte
y Flandes.
- Italia se benefició del comercio internacional a través del Mediterráneo, donde vendía a
Oriente productos propios y artículos traídos del norte de Europa y, a su vez, traía a Europa
productos de Oriente.
- Flandes pertenecía a la liga comercial Hanseática monopolizando las exportaciones del norte
de Europa.

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TEMA 12. EUROPA EN PLENA EDAD MEDIA: EL PODER
DE LA IGLESIA Y LA CONSTRUCCIÓN DE ESPACIOS
POLÍTICOS EN LOS SIGLOS XI AL XIII
12.1. PONTIFICADO E IGLESIA EN LOS SIGLOS XI-XIII: REFORMAS, INQUISICIÓN Y CRUZADAS
Uno de los rasgos definitorios de este periodo, fue el enfrentamiento entre las dos entidades
supranacionales más relevantes: el sacro Imperio romano germánico y el papado, hasta el punto de
que el conflicto entre el imperium y el sacerdotium puede decirse que marcaría la vida política,
cultural y religiosa de esta época. A partir de 1070 el conflicto fue conocido como ‘querella de las
investiduras’ en pugna por el dominium mundi.

12.1.1. La reforma gregoriana


Fue un momento en el que la Iglesia trató de hacer frente a sus grandes problemas:
- Simonía: la venta de cargos eclesiásticos que acarreaban consigo unas rentas elevadas y
poderes, lo cual equiparaba a los señores eclesiásticos con los señores feudales, es decir a
un obispo con un conde.
- Nicolaísmo: prohibición del matrimonio o las relaciones de clérigos con mujeres.
- Investidura: muchos cargos eclesiásticos eran designados por los monarcas pero ese poder
lo quería recuperar el papado.
Así pues, las reformas emprendidas por la Iglesia trataron de solucionar estos problemas planteando
la separación entre lo sagrado y lo profano. La reforma gregoriana fue un movimiento de
renovación interna y fortalecimiento jurídico y organizativo de la Iglesia católica. Suponía un deseo
de reforma de las costumbres del clero e independencia respecto a los laicos.
El nombre de la reforma viene del Papa Gregorio VII (1073-1085), a pesar de que fue llevada a cabo
por sus antecesores y predecesores. No obstante, fue él quien publicó el Dictatus Papae (1075), que
se trataba de un manifiesto en el que se aclaraban las intenciones del papado de colocar al Papa al
frente de la Iglesia y por encima de los poderes políticos.
Todo esto provocó un gran conflicto con los emperadores alemanes que, no obstante, se calmó en el
Concordato de Worms (1122), donde se acordó que las investiduras se realizarían de manera
conjunta diferenciando la esfera espiritual y terrenal.
En este momento, no sólo se trató de resolver el problema por la autoridad universal, sino que
también, con el objetivo de reformar también la figura del pontificado, los Papas del siglo XII y XIII
van a llevar a cabo una reforma administrativa de la propia Iglesia Católica. En este sentido, se
designarían prelados pontificios para que el Papa pudiera tener contacto directo con todos los
territorios católicos. Por otro lado, también se fortaleció e instauró una fiscalidad pontificia cuyo
objetivo era cobrar el diezmo de manera más regular. Y, en último lugar, también se consideró la
cuestión legislativa, pues el Papa, como máxima autoridad de la Iglesia, tenía un poder de
emanación de leyes, que hasta ese momento no se había registrado de manera sistemática. Sin
embargo, a partir del siglo XI, los Papas tendrán una actividad legislativa muy importante que se
recogería en los Decretos y que serían difundidos por toda Europa.

12.1.2. Pontificado de Inocencio III: la definición de la doctrina católica

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El inicio del siglo XIII podría decirse que es la época dorada del pontificado, y va a coincidir con el
pontificado de Inocencio III (1198-1216), cuando tuvo lugar el IV Concilio de Letrán (1215-1216), en
el que se trató de definir la doctrina de la religión y la Iglesia católicas.
- La definición de las relaciones entre la Iglesia y el mundo: la Iglesia era la encargada de guiar
a los hombres. Los monjes, clérigos y frailes mediaban entre lo sagrado y lo laico,
estableciendo las obligaciones a seguir.
- La fijación de la doctrina de los sacramentos como instrumentos de salvación.
- La difusión de formas de culto y de piedad estables: las peregrinaciones a Jerusalén, Roma o
Santiago, las festividades (años jubilares)...

12.1.3. Las sucesivas reformas monásticas


La renovación espiritual de la Iglesia se produjo gracias a las reformas en las órdenes monásticas y a
la imposición de formas de vida como las predicadas por diferentes corrientes de pensamiento:
- El ascetismo, instaurado por el monasterio francés de Cluny, se caracterizó por su liturgia, su
ascesis moderada y su trabajo intelectual.
- La Orden Cartuja constituyó la forma más severa del benedictismo, orden que profesaba una
gran austeridad y se centraba en una vida de contemplación y oración.
- Los Canónigos regulares de San Agustín.
- La reforma (de Cluny) cisterciense fue un movimiento ascético francés por el que se
promovía el fortalecimiento de la vida interior, la reducción del trabajo intelectual y el
aumento del manual.
El modelo monástico es característico de la Alta Edad Media que chocaba con la nueva espiritualidad
que se estaba forjando y, es por ello que, poco a poco, se va quedando atrás la gran época de los
monasterios (siglo XII).
La población empezó a tener apego por otro tipo de órdenes y carismas. Es aquí donde surgen las
órdenes mendicantes, que eran instituciones autorizadas por el papa para encuadrar los
movimientos de renovación e instrumentos de acción de la Iglesia a la hora de predicar en una
sociedad urbana ávida de formación intelectual. Estas nuevas órdenes se dedicaban a la predicación
y a la pobreza pero respondiendo a las necesidades de la Iglesia y de la sociedad del momento por lo
que ya no se encontraban alejadas en monasterios, sino en las propias ciudades. Las principales y
originarias órdenes mendicantes fueron los Dominicos (frailes predicadores) y los Franciscanos.

12.1.4. Herejías y movimientos heréticos: la Inquisición


Las expresiones opuestas al sentir de la Iglesia, se manifestaron en movimientos de disidencia como:
- El movimiento patarino hace referencia a una corriente de reforma que surgió en la diócesis
de Milán para combatir la supremacía del poder imperial sobre el espiritual del papa, así
como el reparto que se hacía de los beneficios y rentas eclesiásticos como si fueran un feudo
más.
- Los valdenses: surgidos de la fusión de varios movimientos religiosos preocupados por el
sentido de la riqueza en los cristianos, defendiendo una vida de pobreza y predicación.
- Los milenaristas: corriente de carácter apocalíptico, pues abogaban por una visión de la vida
como una prueba temporal que concluiría con la salvación de los comprometidos con la
pobreza.
- Los cátaros: defendían una reorganización jerárquica de la Iglesia y exigían que los miembros
de la Iglesia fueran ejemplos perfectos de virtud.

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La proliferación de estos movimientos, considerados heréticos por la Iglesia, y especialmente la
difusión de la herejía cátara, que empezaba a contar con ciertos apoyos políticos, impulsó a
Inocencio III a crear un órgano de control de la doctrina y sus predicadores: la Inquisición.
La Iglesia puso en marcha un mecanismo de pesquisa o inquisición sobre las conductas de los
sospechosos, a los que, si eran culpables, se les entregaba a la autoridad secular para ejecutar la
condena. Los dominicos recibieron la tarea inquisitorial en 1232.

12.1.5. Las cruzadas


Las ocho campañas militares conocidas como ‘cruzadas’, emprendidas entre los años 1096 y 1270, y
llevadas a cabo por monjes-guerreros, tuvieron como objetivo la conquista de los lugares santos, y
especialmente el sepulcro de Cristo, que estaba en Jerusalén, en manos de los musulmanes; sin
embargo, solo cuatro de ellas se centraron en la ocupación militar de los territorios palestinos,
siendo aprovechadas las restantes para otros objetivos político-militares de los reinos cristianos,
como los intentos de conquista de Egipto e incluso la toma de Constantinopla, en manos de los
cristianos griegos.
- La primera cruzada fue predicada por el papa Urbano II en 1095, consiguiendo movilizar
cuatro ejércitos que tomaron como estandarte la Cruz. Así, el ejército de Lorena, el del sur
de Francia, el de bretones y normandos y el de Sicilia, se citaron en 1096 en Constantinopla.
Tras tomar Nicea y Antioquía, consiguieron finalmente conquistar la ciudad de Jerusalén en
1099 y fundar los denominados Estados latinos de Oriente: el Reino de Jerusalén, el
Condado de Edesa, el Principado de Antioquía y el Condado de Trípoli. Si bien los cruzados
dominaban toda la franja costera de Siria e importantes puertos, las grandes ciudades del
interior como Damasco o Alepo continuaron en poder de los musulmanes. De esta manera,
se inició la construcción de una extensa red de castillos y fortalezas en las zonas fronterizas
que se caracterizaron por las mezclas de estilos. Estas construcciones fueron controladas por
órdenes religioso-militares como hospitalarios o templarios.
- La segunda cruzada fue provocada por la toma de Edesa por los turcos selyúcidas del
califato abasí de Bagdad en 1144. A diferencia de la primera cruzada, esta estuvo planificada
y dirigida por monarcas, dos de los más poderosos de Europa: Conrado III, rey de Alemania,
y Luis VII, rey de Francia. La expedición fue, sin embargo, un fracaso, a los desencuentros
entre ambos ejércitos se unieron las derrotas a manos de los turcos durante el paso por
Anatolia, y finalmente la derrota definitiva en 1147 tras intentar atacar Damasco desde
Jerusalén.
- La tercera expedición, que reunió a los reyes de Francia e Inglaterra y al emperador
germánico, volvió a tener de nuevo como objetivo la recuperación de Jerusalén, tomada por
Saladino en el año 1187, enclave que, sin embargo, no se recuperaría hasta la sexta cruzada.
El primitivo sentido religioso quedó matizado por otros objetivos comerciales y políticos.
- Así, la cuarta cruzada, encabezada por la flota veneciana, tenía como objetivo teórico
reconquistar la ciudad santa de Jerusalén. Sin embargo, un acontecimiento político vendría a
trastocar el plan inicial. Alejo, el hijo del depuesto emperador de Bizancio, se comprometió a
financiar la expedición a cambio de ser repuesto en el trono. Así, en 1203 los ejércitos
cruzados pusieron cerco a Constantinopla y poco después penetraron en la ciudad donde
Alejo fue coronado como nuevo emperador. Sin embargo, la falta de recursos económicos
para sufragar los costes, provocó el saqueo de la ciudad por parte de los cruzados. El conde
Balduino de Flandes fue nombrado emperador de Romania (Imperio latino de

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Constantinopla) que se mantuvo hasta el año 1261. Este acontecimiento supuso la partición
del Imperio bizantino, un mayor distanciamiento de la Iglesia bizantina de la romana y, sobre
todo, el debilitamiento definitivo del bastión estratégico que protegía Europa de la
expansión turca.
- La quinta cruzada fue promulgada en 1217 con el objetivo teórico de recuperar Jerusalén
pero conquistando para ello Egipto. Los cruzados fueron derrotados por el sultán al-Kamil en
1221. La derrota, unida a la escasez de suministros, provocó finalmente la firma de un nuevo
acuerdo de paz de ocho años.
- La sexta cruzada fue emprendida en 1228 por el emperador Federico II de Alemania, quien
había prometido realizar una cruzada para intentar recuperar Jerusalén tras ser nombrado
emperador. Éste consiguió recuperarla pero mediante las negociaciones, no obstante,
únicamente durante un breve periodo de tiempo. La marcha del emperador Federico en
1239, supuso el final de la breve recuperación de Jerusalén por parte de los cruzados. En
efecto, La Ciudad Santa, reconquistada por los musulmanes en 1244 no volvería a caer en
manos cristianas. No obstante, Federico sentó un importante precedente al encabezar una
cruzada sin el apoyo papal, y estableciendo, por tanto, que los reyes europeos podían iniciar
expediciones por iniciativa propia, tal y como haría Luis IX de Francia en las dos últimas
cruzadas.
- La séptima y octava cruzadas recuperaron el espíritu religioso de las primeras expediciones.
El piadoso rey francés Luis IX se impuso acabar con el sultanato mameluco de Egipto y
difundir la religión cristiana. Ambas acabaron fracasando y, a partir de la victoria mameluca
sobre los mongoles, Egipto se erigiría en el principal estado musulmán.

Los casi doscientos años de cruzadas provocaron una serie de cambios relevantes en Europa:
- Los señores feudales perdieron poder e influencia al endeudarse para armar a los cruzados y
al despoblarse numerosas zonas del norte de Europa por la creación de los ejércitos.
- Las cruzadas provocaron un intenso movimiento de personas en el Mediterráneo, que
recuperó así el papel relevante que había tenido en las comunicaciones.
- El comercio entre Oriente y Occidente protagonizó un gran impulso. Concretamente, los
puertos de Génova y Venecia incrementaron de forma extraordinaria sus negocios.

12.1.6. Vida socio-cultural y renovación del pensamiento


En el aspecto cultural, la Edad Media supuso un importante florecimiento de nuevas
manifestaciones artísticas y culturales. Los siglos medievales se caracterizaron igualmente por ser
tiempos de movimientos de personas e ideas, beneficiadas por el desarrollo del comercio, de las
ciudades y de la burguesía.
- La educación: las escuelas urbanas catedralicias que ya existían únicamente para clérigos,
van a ampliarse y consolidarse, dando lugar a las Universidades (s. XII). En ellas se
estudiaban las siete artes liberales o trivium y quadrivium.
- La literatura: a partir del siglo XI surgen también las primeras manifestaciones literarias en
lenguas vernáculas. Se comienza a observar un gusto por la lírica y la narrativa,
especialmente anónima y cantada, donde los temas del amor cortés, las andanzas de los
caballeros en las guerras o los cantares de gesta eran los preferidos. Estas composiciones
tenían en común un fin didáctico y moralizador.

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- El pensamiento: el renacimiento del siglo XII conlleva el intento de establecer una relación
entre la fe cristiana y la razón, más concretamente, a la adaptación de la filosofía griega a los
dogmas cristianos. Surge así la escolástica que se trata de la doctrina medieval por
excelencia que se apoyó en la razón, en particular la filosofía de Aristóteles, para interpretar
teóricamente el cristianismo, especialmente el misterio de la revelación. En este ámbito,
destaca Santo Tomás de Aquino, quien llevó la escolástica a su máximo apogeo. No
obstante, otros pensadores como Roger Bacon, Alberto Magno o Guillermo de Ockham
también fueron de destacada importancia.

12.2. LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESPACIOS POLÍTICOS


Durante este periodo, la mayoría de los Estados coinciden en la necesidad del reforzamiento del
poder monárquico. Anteriormente, éste se había sustentado con la nobleza, que en muchas
ocasiones, era la que verdaderamente ejercía las funciones.
Para entonces y a modo de justificación, las monarquías acudieron a las ideas del Derecho Romano
que se estaban recuperando en la Universidad de Bolonia, pues éste legitimaba el poder cuasi
absoluto de los monarcas. Siguiendo esta línea, se pusieron de manifiesto, en primer lugar, la
superioridad del rey sobre todos los demás seres de la sociedad, lo cual rompía la idea del “primus
inter pares”; y, en segundo lugar, la autonomía de la que gozaba el monarca para gobernar en su
territorio, lo cual generó cierto conflicto, por ejemplo, con el hecho de que el papa eligiera los
obispos.
Por otro lado, también se va a tratar de asegurar la consolidación dinástica. Para ello, se sacralizan
los linajes, de origen divino, para que la sucesión por sangre sea un elemento inviolable. Este es el
momento en el que se empiezan a afianzar grandes dinastías, como la Capeta en Francia.
Las familias reales aseguraron su posición a través de:
- Su fuerza militar.
- Los contratos de vasallaje.
- El criterio hereditario en la transmisión de la jefatura.
- La autoridad política (realeza cristocéntrica, iuscéntrica y politicéntrica)

Hasta el momento, las estructuras administrativas eran muy ligeras, pero a partir de este momento
van a crearse instituciones que permitan recuperar el control por parte de la monarquía y retirar las
prerrogativas a la nobleza.
- El fisco regio: órganos de gestión y recaudación de impuestos.
- Ejército directamente controlado por la monarquía.
- El monarca intenta recuperar el ejercicio de la alta justicia y el control sobre la baja justicia
pudiendo elegir a los jueces. Además, a partir de este momento, el monarca es la única
fuente de derecho, es decir, el único órgano legislativo.
- Instituciones de carácter representativo: las Cortes, para frenar el poder de la nobleza al
incluir al clero y al pueblo.

12.3. EL SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO


El ascenso al poder de Otón I, afirmó la dinastía sajona en Alemania sometiendo a los duques y
apoyándose en la Iglesia. La consolidación de la monarquía germana se llevaría a cabo por sus
herederos, que, tras rechazar los ataques de pueblos europeos, llevarían a cabo la creación de sedes
metropolitanas en Bohemia, Polonia y Hungría.

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Con el duque de Franconia, Conrado II el Sálico (1024-1039) la corona pasaría de manos sajonas a
manos de los francos. La Dinastía Salia también tuvo problemas con la alta nobleza, por lo que creó
un grupo de vasallos, los valvasores, procedentes de la media y baja nobleza, que era más partidaria
de la monarquía y que pasarían a ser feudatarios directos del emperador y que con el tiempo se
convertirían en una auténtica aristocracia de altos funcionarios.
El gran conflicto al que tuvo que hacer frente esta dinastía fue la ‘querella de las investiduras’.
Enrique IV (1056-1106) mantuvo fuertes enfrentamientos con el mundo eclesiástico. El Concordato
de Worms (1122) supuso el fin del conflicto, en época de Enrique V, y el fin de la dinastía sálica. Puso
de relieve las bases que definirían la sociedad política germana a lo largo del siglo XII, es decir, una
sociedad claramente aristocrática, conformada por un poderoso grupo de nobles y altos miembros
eclesiásticos, con control sobre amplios territorios y ciudades y con la facultad de elegir al
emperador.
A finales del siglo XII, nos encontramos con una nueva dinastía, la Dinastía Suabia. En 1152 el elegido
emperador Federico I Hohenstaufen, conocido como ‘Barbarroja’, se impuso como objetivo
restaurar la autoridad imperial (dominium mundi) y establecer la paz en los territorios germanos. Sin
embargo, tenía también un objetivo mayor: restaurar el Imperio romano, conquistando para ello
Italia. Sin embargo, los confederados de la Liga Lombarda (países del norte de Italia), aliada del papa
Alejandro III, se enfrentaron y derrotaron a los ejércitos imperiales. A nivel interno, Federico no
pudo calmar los disturbios internos de los duques alemanes y las sedes episcopales importantes. El
hijo y heredero de Barbarroja, Enrique VI (1190-1197) amplió los objetivos de su padre tras recibir
por dote de su mujer el territorio de Sicilia. De esta forma, el nieto de Federico I, conocido como
Federico II será heredero del imperio y del reino de Sicilia; convirtiéndose así en el monarca más
importante del sacro imperio.
El periodo comprendido entre la muerte de Federico II y el asesinato de su nieto Conradino en 1268
por el nuevo rey de Sicilia Carlos de Anjou, supuso el fin del proyecto de la dinastía Hohenstaufen y
de las relaciones entre el Imperio romano germánico e Italia. Este gran interregno finalizaría con la
entronización de Rodolfo I en 1273, conde del linaje de Habsburgo y fundador de la nueva dinastía
que dirigiría el Imperio.

12.4. ESLAVOS Y HÚNGAROS


En los territorios eslavos y centroeuropeos, la conversión al cristianismo fue acompañada por el
fortalecimiento de las jefaturas monárquicas frente a las aristocráticas, y de una estructura
feudovasallática por parte de la nobleza ejercida sobre el campesinado. De esta manera, la
consolidación del estado dinástico se iría asentando en las zonas fronterizas europeas a lo largo del
siglo XII.
En el mundo eslavo, la situación era compleja ya que la frontera oriental se caracterizaba por los
constantes enfrentamientos. El fortalecimiento de un estado dinástico entre los checos, se llevó a
cabo mediante la integración de Bohemia en el sacro imperio y su escisión política de Moravia. Así,
el duque de Bohemia participaba en la dieta imperial y en la elección del rey germano. En el caso de
Croacia, apenas disfrutó de una independencia efímera, ya que, tras liberarse de la soberanía del
Imperio bizantino, pasó a depender del papado y, finalmente a comienzos de siglo XII, sería
absorbida por la corona húngara. En territorio polaco los principados ducales llevaron a cabo una
división en diferentes territorios autónomos, ducados y reinos, pero no consiguieron evitar las
diferentes amenazas exteriores (rusos, mongoles, teutónicos…).

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La rápida cristianización del territorio húngaro, culminó con la coronación de Esteban como rey en el
año 1000. La consolidación del reino sería continuada por Ladislao que conquistaría Croacia. A lo
largo del siglo XII, los reyes húngaros serían capaces de mantener un difícil equilibrio entre el Sacro
Imperio, Bizancio y el papado. Pese a que anexionaron Croacia y Dalmacia, extendiéndose incluso
hasta Transilvania y Serbia, el reino no acabaría por consolidarse en un estado, debido al poder de la
nobleza territorial.

12.5. INGLATERRA Y EL IMPERIO ANGEVINO


La muerte de Canuto el Grande, el rey inglés de estirpe danesa, permitió acceder al trono a Eduardo
el Confesor en el año 1043. Bajo su mandato se consolidarían los dos principios que legitimaban la
monarquía: la rama sajona, apoyada por la Iglesia; y las dinastías normanda, danesa y noruega, que
habían ocupado el territorio británico desde las primeras invasiones. La muerte sin descendencia de
Eduardo el Confesor produjo un enfrentamiento entre dos aspirantes al trono, por el que acabaría
imponiéndose Guillermo de Normandía.
Tras la batalla de Hastings (1066), Guillermo derrocó a Harold, pasando a ser conocido como
Guillermo el Conquistador y convirtiéndose en el primer rey normando de Inglaterra. Guillermo llevó
consigo el sistema administrativo normando, que se basaba en un control absoluto sobre los bienes
y personas del territorio. Así pues, se elabora el domesday book, que se trataba de registro que
recogía la riqueza patrimonial del reino. Enrique I Beauclerc (1100-1135), sucesor de Guillermo, llevó
a cabo una política conciliadora promoviendo el desarrollo urbano.
Tras diversos enfrentamientos entre miembros de la dinastía normanda por el trono, este fue
ocupado por Enrique Plantagenet, duque de Anjou, de origen francés. Enrique II (1154-1189) tenía
dominio sobre Inglaterra y la mitad occidental de la actual Francia.
Tras casarse con Leonor de Aquitania, intentó además apropiarse del condado de Toulouse e incluso
anexionar Saboya. La reforma judicial acometida por el monarca se plasmó en las denominadas
Constituciones de Clarendon de 1164. Estas constituciones trataban de limitar el poder de los
tribunales eclesiásticos en favor de los civiles, por lo que provocaron el enfrentamiento con el
arzobispo de Canterbury, Tomás Becket quien fue finalmente asesinado por orden de Enrique.
La corte generó igualmente los primeros órganos especializados en justicia y finanzas, en este último
caso con la creación del Exchequer –equivalente a la Cámara de Cuentas de otros reinos.
Esta eficiente administración, sin embargo, entraría en crisis a causa de diferentes factores de
debilitamiento:
- Los enfrentamientos con el rey francés, Felipe II Augusto, quien consideraba a Enrique II
vasallo suyo por sus posesiones en territorio francés y por su título de duque de Anjou.
- Las ambiciones políticas de los hijos de Enrique II: Enrique tuvo cuatro hijos, Guillermo,
Godofredo, Ricardo y Juan, que se levantaron en armas contra él con el apoyo de Felipe
Augusto para ser señores de los territorios franceses sin deber vasallaje a su padre.
La muerte de Guillermo y Godofredo propició que, a la muerte de Enrique, ocupara el trono su hijo
Ricardo, conocido como ‘Corazón de León’ (1189-1199). Su reinado fue corto y poco efectivo, debido
a sus ausencias para participar en la Tercera Cruzada.
Tras su muerte, ocupó el trono su hermano Juan I Sin Tierra (1199-1216). Su reinado fue muy
convulso, ya que se mantuvo la rivalidad con su adversario, el rey francés Felipe II, quien le arrebató
la mayor parte de sus posesiones en el continente (de ahí su sobrenombre).
Los nobles ingleses obligaron a Juan a firmar la Carta Magna (1215), que ponía límites a la actuación
del monarca, en beneficio de una restauración de antiguas costumbres feudales favorables a la

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nobleza. Enrique III (1216-1272), hijo de Juan, intentó recuperar sus feudos continentales sin éxito y
con un gran desgaste económico. El resultado fue el contrario del esperado: los barones del reino,
obligaron al monarca a firmar las Provisiones de Oxford (1258), que restringían todavía más el poder
real.

12.6. EL REINO DE FRANCIA


Enrique I (1031-1060), tuvo que hacer frente a un reino fragmentado en numerosos territorios que
eran regentados por príncipes que, en ocasiones, gozaban prácticamente de las mismas
prerrogativas reales, como los duques de Aquitania y Borgoña o los condes de Anjou. Finalmente,
sus descendientes Luis VI el Gordo y Luis VII, consiguieron reforzar y consolidar la monarquía y
ampliar sus dominios. La formación territorial de la monarquía se fue completando en los flancos
norte y este del territorio: condes de Champagne y Blois y duques de Borgoña.
Luis VII se casó con Leonor de Aquitania, heredera del ducado de Aquitania, lo que le convertía en
señor de un gran territorio al sur del país. Sin embargo, Leonor reclamó la anulación del matrimonio
contrayendo matrimonio con Enrique Plantagenet, futuro rey inglés. De este modo, estos territorios
pasaron a manos de uno de los principales rivales, dando comienzo a un enfrentamiento que se
prolongaría durante décadas.
El reinado de su hijo, Felipe II Augusto (1180-1223) supuso el definitivo fortalecimiento de los
procesos de formación política y territorial, incrementando el dominio real y debilitando los grandes
principados. Para gestionar sus territorios, Felipe Augusto creó las bailías, circunscripciones bajo la
autoridad de un bailío, representante de la autoridad del rey o del príncipe, encargado de hacer
aplicar la justicia y controlar la administración en su nombre. La institución monárquica protagonizó
también un proceso de expansión militar centrado en dos áreas:
- Oeste: la política expansionista del monarca francés, acabaría chocando con la poderosa
casa de Anjou, en la que desde hacía años recaía el título de rey de Inglaterra. El conflicto
entre capetos y plantagenet se resolvió finalmente en la batalla de Bouvines (1214) que se
saldó con la victoria francesa, eliminando las posesiones Plantagenet del noroeste.
- Sur: la Batalla de Muret (1213) le consolidó como dueño del sur de Francia, contra los
cátaros.
Luis IX (1226-1270) hereda este proyecto monárquico y Francia se convierte en el poder
hegemónico de Europa Occidental.

12.7. LA RECONQUISTA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA


El debilitamiento del Califato de Córdoba (1031) y su posterior disgregación en los reinos de taifas,
dio lugar al avance de los reinos cristianos del norte. Los Reinos Taifas pidieron ayuda a los Imperios
norteafricanos bereberes (Almorávides, Almohades, Benimeríes), que consiguieron, en cierta
medida, frenar el avance de la Reconquista.
Sería a finales del siglo XI, cuando desde el trono de León, a los que sumó Castilla y Galicia, Alfonso
VI el Bravo, reconquistaría Toledo (1085). La consolidación de la frontera en el río Tajo, permitió
iniciar una auténtica política de repoblación.
En efecto, el enfrentamiento contra la dinastía bereber africana, se llevaría a cabo por los cinco
reinos que marcarían la posterior historia peninsular: Castilla, León, Portugal, Navarra y Aragón.
- El Reino de Castilla y León: Fernando III el Santo rey de Castilla entre 1217 y 1252, y de León
entre 1230 y 1252, unificó durante su reinado las coronas castellana y leonesa. Asimismo,
aprovechando la debilidad del reino almohade –que había sido derrotado en las Navas de

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Tolosa (1212) por el rey Alfonso VIII- daría un impulso definitivo a la reconquista
recuperando los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Badajoz, mientras que su hijo Alfonso X,
procedía a la conquista del Reino de Murcia. Alfonso X el Sabio (1252-1284), vigorizó la
figura del rey al impulsar la institucionalización de las funciones administrativas y judiciales,
además de la cultura y la recepción del derecho romano.
- Reino de Portugal: en 1139, el conde Alfonso I se proclama rey de Portugal y consigue la
independencia del reino de León en 1143. Sus sucesores llevarían a cabo su propio proceso
de reconquista.
- El reino de Navarra: tras unos primeros años de expansión y la posterior pérdida territorial a
manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra se estabilizó en dos territorios
diferenciados: la alta Navarra, al sur de los Pirineos y en la que se encontraba la capital y la
mayor parte de la población, y la baja Navarra, al norte de la cordillera pirenaica. Sin
posibilidad de expansión territorial, en el siglo XIII quedó vinculada al ámbito francés.
- La creación de la Corona de Aragón: el condado de Aragón se escindió del reino navarro y se
constituyó en territorio independiente. El monarca Sancho Ramírez de Aragón, incorporaría
además la corona de Pamplona a la de Aragón. Los avances del reino hacia el sur se
aceleraron a finales de siglo XI -ya que controlaba las tierras altas que lindaban con el Ebro
por el norte-, emprendiendo diversas incursiones, principalmente contra la taifa zaragozana.
Serían, sin embargo, Pedro I de Aragón, que conquistaría Huesca y Barbastro, y Alfonso I el
Batallador, que se apoderaría de las ciudades y comarcas de Tudela, Tarazona, Calatayud,
Daroca y Zaragoza, quienes modificarían el papel del Reino de Aragón en la reconquista
peninsular: de ser un pequeño principado pirenaico, pasó a ser a mediados del siglo XII una
pieza esencial de las alianzas políticas y territoriales de los reinos hispanos. La Corona de
Aragón es la formación política nacida de la unión en 1137 entre el reino de Aragón y el
condado de Barcelona, establecida mediante el matrimonio de Petronila, hija y heredera de
Ramiro II, rey de Aragón, y de Ramón Berenguer, conde de Barcelona. De esta manera, la
influencia y expansión territorial del reino, alcanzaría sus mayores cotas con Alfonso II (1164-
1196), primer monarca en heredar los títulos de conde de Barcelona y rey de Aragón, y con
Jaime I el Conquistador (1213-1276), bajo cuyo reinado se incorporó Mallorca a la corona de
Aragón y se reconquistaron los reinos de Valencia y Murcia.

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TEMA 13. LA POBLACIÓN. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN
EL ÁMBITO RURAL Y URBANO EN EL SIGLO XIV
Los siglos XIV y XV corresponden con la Baja Edad Media, es decir, a la parte final de este periodo
histórico. Son unos siglos con una identidad propia por todos los cambios que acontecen y culminan
en esta época. Supone la culminación y el abandono de ciertas prácticas, sobre todo políticas y
económicas, como es el caso del feudalismo. La motivación de todos estos cambios estuvo en la
crisis o periodo de decadencia que tuvo lugar en estos siglos, y que se manifestó en grandes
mortandades, en problemas de abastecimiento y en la reorganización de la población de manera
geográfica pero también estamental.

13.1. LA POBLACIÓN. LAS EPIDEMIAS Y LA RECUPERACIÓN POSTERIOR


Veníamos de una época de crecimiento demográfico que había comenzado en el año 1000, y se
había extendido durante los siglos XI, XII y XIII. No obstante, esta tendencia positiva, alcanza su pico
a finales del siglo XIII y principios del XIV. El culmen demográfico que se había llegado a alcanzar no
se volvería a repetir en lo que queda de la Edad Media.
Tras los años de crecimiento económico que había traído consigo la revolución agrícola y el
consiguiente aumento de población, Europa entró en una crisis económica y social. La población
europea sufrió un brusco descenso a mediados del s. XIV. Se calcula que Europa tenía hacia 1340
unos 86 millones de habitantes. La población era eminentemente rural y se encontraba distribuida
de manera desigual. A pesar de que las ciudades no eran todavía los lugares en los que se concentra
la mayoría de la población, éstas habían entrado en una dinámica de crecimiento que ya no van a
abandonar.
Precedente de la crisis: la crisis del siglo XIV es una crisis de crecimiento del propio modelo
medieval. El crecimiento demográfico había dado lugar a un aumento de la producción alimentaria,
que viene a su vez dado por una mejora del clima, la introducción de nuevas técnicas y la roturación
de tierras.
Durante los siglos de esplendor, se empezaron a trabajar tierras no tan fértiles y más lejanas. No
obstante, la consecución durante varios años de tiempos adversos provoca el abandono de esas
tierras que ya no son rentables por las malas cosechas. Así pues, la población que había seguido
creciendo y necesitaba de esas tierras para abastecerse, ya no las puede utilizar. Esto genera esa
crisis de crecimiento con consecuencias biológicas (de abastecimiento) y económicas (de
encarecimiento). Éstas se manifiestan en mayor medida en el mundo urbano.
Es en este ambiente de hambruna y endeudamiento, es en el que aparecen las epidemias en
concreto, la peste negra (1348), que al encontrar una Europa superpoblada y malnutrida, acentuó
todavía más su virulencia. La epidemia de la peste, incapaz de explicarse de otra forma, fue
concebida como un castigo divino. Los comerciantes no habían tenido buena fama durante la Edad
Media, y es por esto que, su enriquecimiento, considerado vicioso y a costa de los demás, tenía que
ser castigado. Hay que tener en cuenta además, que la peste alcanzó Europa por las rutas
comerciales establecidas por los mercaderes italianos, o sea que fueron estos comerciantes los que
la propagaron a todos los países europeos. Llegaron a los puertos europeos de Marsella, Messina,
Génova, entre 1347 y 1348. En 1349 todo el litoral mediterráneo estaba infectado. Tras la primera
epidemia, los países afectados se vieron sacudidos por una segunda en 1351.

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Otra de las interpretaciones que se hizo fue culpar de ella a los judíos. Se trataba de un grupo que
también se había beneficiado y enriquecido del crecimiento de los años anteriores, esto junto con
que no eran un grupo muy querido y, además, cerrado, provocó que se les culpara como los
encargados de transmitir la peste.
La incidencia elevada en todos los grupos sociales se debió a la velocidad de propagación y a la
incapacidad de combatir la enfermedad, transmitida por las pulgas de la rata al ser humano. La
enfermedad generó un ambiente de caos y miedo. En tan solo cuatro años la oleada inicial de peste
dejaba en Europa la muerte de millones de personas y un profundo cambio social, económico y
espiritual. Las consecuencias demográficas fueron desastrosas, se habla incluso de que un tercio de
la población europea fue víctima de la misma. Las poblaciones de Francia e Inglaterra fueron las más
castigadas.

Los efectos de la peste y la recuperación posterior:


Los cambios se produjeron en todos los aspectos, sobre todo, en la demografía, pero también en
política, economía, sociedad, cultura y pensamiento, con una sensibilidad especial hacia la muerte.
Las consecuencias se reflejaron en una gran movilidad social de carácter ascendente. Las muertes
afectaron a todos los estamentos de la sociedad y provocaron un movimiento de la riqueza y de las
propiedades, que se concentraron en menos manos.
Muchos de los supervivientes se vieron beneficiados con herencias y riquezas inesperadas. El gasto
se acrecentó y tuvo su efecto en el arte, la orfebrería y los objetos de lujo. Socialmente se
recompusieron las familias, aumentó la tasa de matrimonios y la natalidad.
Los efectos fiscales no tardaron en hacerse notar. La población se había diezmado y los estados
veían así desaparecer buena parte de su base recaudatoria. En el campo se produjeron
enfrentamientos entre los campesinos, que deseaban ocupar las fincas abandonadas y sus señores,
que no querían liberarlos de sus cargas. En las ciudades el proceso era paralelo y similar: la falta de
mano de obra contribuyó a mejorar los salarios y las condiciones laborales.
Aunque hubo rebrotes de peste, el s. XV se considera de recuperación, con una mejoría de las
condiciones físicas y las costumbres alimentarias de la población, apoyado por la reorganización de
la producción agrícola.

13.2. EL MUNDO RURAL Y SUS TRANSFORMACIONES SOCIALES. LAS REVUELTAS CAMPESINAS


El mundo rural se vio menos afectado por la peste, pero a la vez, por su desconexión y
características, se recuperó peor.
En el intento de reconstruir la sociedad europea tras las epidemias y las guerras se originó una fuerte
tensión social. Las medidas tomadas para superar la crisis fueron poco populares pues suponían
duros ajustes en la economía que implicaban aumento de tasas e impuestos. La conflictividad social
se extendió por ciudades y aldeas, afectando incluso a los ámbitos culturales y a las relaciones
personales.
La existencia de amplios espacios sin núcleos de habitación se produjo en todas las regiones. Los
burgueses empiezan a intervenir en el ámbito rural, pues lograron acceder a la propiedad de tierras,
que incluso en muchos casos habían sido abandonadas. Además, a grandes rasgos, se puede decir
que el campesinado se vio beneficiado por la crisis e incluso revalorizado. La nobleza quiso mantener
el cultivo de sus tierras por ser la única fuente de ingresos, esto provocó una disminución de las
exigencias y casi la desaparición de la servidumbre. De esta forma surgieron nuevas formas de
explotación, como los arrendatarios y los jornaleros.

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Entre los cambios que se produjeron, también encontramos el retroceso del cultivo del cereal, la
expansión de la ganadería extensiva en los campos abandonados ahora convertidos en pastizales, y
la diversificación general de las actividades rurales: producción de vid, industria textil, industria
minera…

La articulación del campesinado


La crisis demográfica va a favorecer a la demanda de la figura de los campesinos, lo que tendrá una
repercusión en la mejora de sus condiciones. Se produce, en cierto sentido, una liberación feudal, es
decir, una tendencia hacia la mejora de las condiciones de los campesinos. No obstante, en algunos
lugares concretos la nobleza actuó de manera violenta para atar a los campesinos a sus tierras.
Estratificación de clases campesinas:
- Explotadores rurales: son campesinos emprendedores, que concentraron parcelas
abandonadas o cedidas. Puesta en cultivo de producciones con fines comerciales. Esta
aristocracia campesina intervenía en: la comercialización de las cosechas, el préstamo de
animales de labor o maquinaria, el control de mano de obra asalariada y en los gobiernos
municipales.
- Medianos propietarios.
- Masa campesina libre: los labradores que contaban con pequeñas propiedades
desarrollaban una agricultura de subsistencia con contratos de arriendo o aparcería. A pesar
de poder vender excedentes o trabajar como temporeros o como artesanos estacionales, las
oscilaciones de precios y salarios, los crecientes impuestos, los pagos de diezmos y primicias,
las exigencias de negociantes urbanos y la de los campesinos mayores, hicieron perder su
independencia económica acuciados por las deudas.
- Siervos: el escalón más bajo existía en determinadas comarcas occidentales, una población
que no dispone de plena libertad, tanto en sus personas como en sus bienes.

Las comunidades rurales


La pérdida de exclusividad de los señoríos generó la extensión de comunidades vecinales, los
concejos, las parroquias y las cofradías como formas para agrupar a los campesinos en defensa de
sus intereses colectivos. La defensa de las tierras comunales impulsó el fortalecimiento de las
comunidades. Trataron que esas tierras no se convirtieran en dominio del señor. En Italia esos
dominios públicos se privatizaron y sufrió la injerencia del poder urbano; en Castilla, Aragón y parte
de Alemania las comunidades se hicieron fuertes.
Otro factor importante fue el cuidado y ampliación de las normas que regulaban las relaciones de las
comunidades con el poder. Muchas habían recibido cartas de franquicia que: suprimían condiciones
perjudiciales antiguas (malos usos); reconocían la igualdad jurídica de todos los miembros de la
comunidad y concedían la gestión de la justicia y administración de las obligaciones fiscales.
La estructura administrativa de las comunidades estaba organizada anteriormente con el alcalde y
los miembros del concejo designados por el señor. La aparición de asambleas generales tuvo lugar
en el s. XIII con el fin de ser el órgano de decisión y control.
Las funciones parroquiales fueron: la unidad religiosa y espiritual de los vecinos; la autoridad moral y
un poder efectivo sobrepuesto al de la administración señorial y la canalización de los deseos de
solidaridad social (ayudas en tareas agrícolas, asistencia en acontecimientos vitales, socorro en las
desgracias, etc.).

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Las revueltas campesinas
La peste negra trajo consigo una de esas ironías de la historia: la mejora de las condiciones de
trabajo y de salarios de los supervivientes. Pero por otro lado, aumentaron también los malos usos
señoriales, que, entre ellos, encontramos el refuerzo de la dependencia a la tierra de las familias
campesinas; las corveas, que obligaba a los campesinos a utilizar únicamente las infraestructuras del
señor; y el aumento de las rentas ante la bajada de producción.
Todo esto da lugar a diferentes revueltas:
- Flandes marítimo (1323-1328): la población estaba descontenta por el aumento de la
presión fiscal. Los campesinos acomodados instaron a los karls a no pagar impuestos y
diezmos. Las tropas francesas realizaron una dura represión.
- Jacquerie (1358): pese a su brevedad, fue la primera revuelta importante y la revuelta de
mayor impacto, muy violenta y desorganizada. Se trató de un movimiento complejo, que
aglutinó los intereses de sectores campesinos afectados por la creciente presión fiscal y los
de la burguesía parisina. En un ambiente de sentimiento antiseñorial, grupos de campesinos
se encaminaron hacia París saqueando y quemando castillos y asesinando nobles. El rey
navarro Carlos el Malo atacó a los campesinos y los supervivientes fueron ahorcados.
- Revuelta inglesa (1381): este levantamiento comparte con la gran jacquerie el espíritu de
revuelta contra la presión fiscal, sin embargo, este contó con un importante componente
ideológico, centrado en reivindicaciones de carácter igualitario. Las ideas del teólogo John
Wycliffe calaron hondo en la población. Se desarrolló en las zonas más pobladas y ricas del
país. El campesinado estaba descontento por la fiscalidad excesiva que se exigía. Numerosos
castillos y propiedades nobiliarias y eclesiásticas fueron destruidos, produciéndose la marcha
sobre Londres. Fue un movimiento que buscaba el fin de la servidumbre y que puso a prueba
las capacidades del joven rey Ricardo II.

13.3. EL MUNDO URBANO. LOS GREMIOS Y EL COMERCIO. LAS REVUELTAS URBANAS

El mundo urbano
El área mediterránea y noroccidental contaba con una red de ciudades plenamente desarrolladas:
norte de Italia, Flandes, Levante ibérico, capitales castellanas y puertos atlánticos.
Por otro lado, encontramos una red urbana todavía en desarrollo, localizada en la Europa central y
oriental.
El elemento distintivo primordial de las ciudades era la muralla, con el impulso de cerrar todos los
espacios urbanos para incluir los barrios que habían crecido extramuros. Las murallas tenían una
función jurídica y fiscal, al margen de la meramente defensiva. Por otro lado, los espacios abiertos,
también cobran gran relevancia: las plazas para el mercado, las fiestas…

Las fuerzas sociales de las ciudades


Durante los siglos XIV y XV, los mercaderes, junto a las corporaciones de gremios y oficios fueron
adquiriendo autoridad económica y política.
- Las élites urbanas: la minoría privilegiada que controla el poder político urbano se
caracteriza por su riqueza, prestigio social y fuerza.
- La oligarquía urbana: burgueses y patricios.

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- Los nobles se caracterizan por ser herederos de la nobleza feudal, cuya fortuna se
basaba en la posesión de tierras y bienes inmuebles, dedicados a actividades dignas
y lucrativas.
- Los burgueses son mercaderes, maestros artesanos, armadores, transportistas, que
acumulan progreso económico al compás del desarrollo urbano. Sin ostentar cargos
concejiles, ha de incluirse a las altas jerarquías eclesiásticas, como el obispo y los
miembros del cabildo, propietarios urbanos.

Los gremios
El aumento de la producción de artículos artesanales con el incremento del consumo de un grupo
social de mayor poder adquisitivo, condujo a cambios en el sistema de trabajo, buscando producir
más a menor coste, como ocurrió en la fabricación de tejidos, la orfebrería, la cerámica o la industria
naval. La industria artesanal se apoyaba en: la intensificación de la producción y la organización del
trabajo.
La multiplicación de centros productivos dio paso a la competencia y la búsqueda de diferencias
(precios, características, etc.). Para evitar conflictos, las autoridades locales reglamentaron los oficios
y las producciones, con el fortalecimiento del sistema corporativo.
- Maestro: estaba al frente del proceso de fabricación, una vez superado el periodo de
maestría.
- Oficial: desempeñaba técnicamente su labor en el taller mediante un contrato y un salario.
- Aprendiz: había de ir conociendo el oficio mientras era alojado en casa del maestro.

El comercio creció enormemente en la Baja Edad Media.


Se sustituye la hegemonía mediterránea por la atlántica y se varían los itinerarios y las mercancías.
En el comercio a larga distancia destaca:
- Inglaterra.
- Hansa germana. Asociación gestada en el s. XIII de ciudades comerciales del mar del Norte y
Báltico, cuyos fines y organización superaban lo estrictamente mercantil: poseían una
asamblea con representantes ciudadanos que resolvían los problemas internos y defendían
los intereses colectivos. Esta potente confederación dominaba el comercio de la Europa
central y septentrional.
- Mediterráneo: italianos y catalanes.

En el comercio local, se ve un aumento de productores y de consumidores, para el que se realizan


ferias y mercados semanales. La revolución del comercio bajomedieval radica en la ampliación de la
base social capaz de consumir y producir mercancías.

Novedades comerciales:
- Mejoras en el transporte:
- El transporte terrestre: algunas rutas abrieron puentes y carreteras costosas, como
los pasos transalpinos.
- El transporte fluvial: construcción de canales.
- El transporte marítimo: se introducen numerosas innovaciones, mapas, brújulas,
grandes naves…

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- Nuevos métodos de gestión y administración mercantil
- Compañías: asociados que invertían dinero en la empresa, sin intervenir en las
decisiones y recibiendo beneficios según el capital aportado.
- Uso de técnicas contables.
- Monedas: letras de cambio.

Las revueltas urbanas


Las disensiones urbanas se integran en movimientos populares expresados con violencia. Las luchas
sociales internas o externas tienen el objetivo de ampliar el contexto de poder, y algunas muestran
una estructura ideológica y reivindican unos derechos igualitarios, sociales y laborales.
- La revuelta de París de 1358: fuertes protestas contra la modificación monetaria.
- El levantamiento de los Ciompi en Florencia: impulsada por la artesanía, exigía la extensión
de los derechos políticos y sociales a todas las clases, incluyéndose la participación del
gobierno. La represión consolidó el endurecimiento del régimen oligárquico.
- La sublevación de Gante y las provincias del norte: el enfrentamiento entre Brujas y Gante
adquirió dimensiones sociales y políticas en defensa de las libertades municipales y
enfrentamiento con el patriciado que sostenía el poder Condal.

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TEMA 14. PONTIFICADO E IGLESIA Y EVOLUCIÓN
POLÍTICA DEL OCCIDENTE EUROPEO EN LOS SIGLOS
XIV-XV
14.1. CRISIS DEL PONTIFICADO. RELIGIOSIDAD Y CULTURA BAJOMEDIEVAL
La crisis del pontificado coincide con las tensiones internas dentro de la curia papal y el ímpetu de
los monarcas por ampliar el poder en sus reinos. A su vez, los intelectuales limitaron la acción
secular de la Iglesia, concediéndole únicamente capacidad para intervenir en asuntos religiosos:
- El traslado a Aviñón: en 1309 fue elegido papa un obispo francés, Clemente V, quien,
temeroso de los nobles italianos, trasladó la sede papal de Roma a Aviñón, donde
permanecería hasta 1377. La sede de Aviñón fortaleció el poder temporal del papado dentro
de la Iglesia, aunque la acción pastoral quedó empobrecida. Finalmente, en 1377, el papa
Gregorio XI regresó definitivamente a Roma.
- Urbano VI y el cisma de Occidente: a la muerte de Gregorio XI, las alteraciones surgidas en
el cónclave para nombrar a su sucesor provocaron el denominado cisma de Occidente. Tras
la muerte del pontífice, la curia exigió la elección de un papa italiano, Urbano VI. Sin
embargo, este fue rechazado por una parte de los cardenales, que nombraron a su vez a su
candidato como Clemente VII y establecieron su residencia en Aviñón. La doble elección
provocó que buena parte de los reinos europeos se decantase y oscilase entre las sedes de
Aviñón y Roma, cisma que socavaba además el carácter universal y único de la Iglesia. Detrás
del conflicto doctrinal y político, existía un claro interés económico, pues la curia papal
gestionaba un enorme patrimonio obtenido de los diezmos, bulas y otros procedimientos
eclesiásticos.
- Martín V y el concilio de Constanza: para acabar con esta disensión, el emperador
Segismundo de Luxemburgo propuso la celebración de un concilio Ecuménico –es decir
universal, con participación de todas las autoridades eclesiásticas- que se celebró en la
ciudad de Constanza (1414). En él se debatieron los pilares de la figura del pontífice, los
mecanismos de su elección o las pautas entre las decisiones conciliares y la autoridad papal,
pero también y básicamente el final de la división de la Iglesia, tratado ya en el concilio de
Pisa (1409). En 1417, se llegó a una solución de consenso en la figura de Martín V.
- El surgimiento del conciliarismo: el éxito del concilio de Constanza favoreció que se
impusieron definitivamente las tesis conciliaristas, que rechazaban el poder autocrático
papal. Los concilios podían ser convocados por los reyes, limitaban el poder del Papa y
favorecían la participación de clérigos y universitarios que aportaron ideas surgidas de las
nuevas corrientes intelectuales de pensamiento.

El poder real introdujo un elemento desestabilizador para el papado: la autoridad del concilio.
Finalmente, sería el papa Pío II quien en 1460 lograría que la convocatoria de concilio fuera
prerrogativa papal exclusiva.

14.1.1. La religiosidad bajomedieval

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La crisis iniciada en el siglo XIII y agravada en los siglos XIV y XV, junto con las críticas hacia la
jerarquía eclesiástica, provocaron un aumento de la religiosidad personal, de carácter íntimo,
aunque no desaparecieron las muestras tradicionales de religiosidad, con un carácter más colectivo y
popular.
- La religiosidad popular: siguieron siendo muy importantes las efusiones colectivas que
celebraban la pasión de Cristo, la exaltación del Corpus Christi o el culto a María, y que
preparaban a los fieles para una muerte asumida que conduciría a la vida eterna. Para
garantizar la salvación del Alma y una buena muerte, se llevaban a cabo diferentes
preceptos.
- La nueva espiritualidad era de base laica. La participación religiosa de los laicos en las
ciudades se debió a la actividad de las órdenes religiosas a lo largo del siglo XIII, que
abogaron por la defensa del principio cristiano de alcanzar la salvación eterna a través de
una manifestación popular de la fe, introducida en la vida cotidiana a través de la pintura y la
escultura, los sermones y los libros didácticos. Esta espiritualidad ‘útil’ sostenía la sencillez
de la vida y la entrega a los demás siguiendo las enseñanzas de Cristo. Esta espiritualidad dio
origen a movimientos orientados al servicio y atención de los necesitados:
- Las asociaciones y cofradías: además de oraciones en común y ceremonias
fúnebres, realizaban una beneficencia compartida y practicaban la labor social de
protección a los necesitados. Podían tener como elemento de unión un carácter
profesional (cofradía de San Bartolomé para los curtidores, cofradía de San José para
los carpinteros, cofradía de San Crispín y San Crispiniano para los zapateros, cofradía
de San Eloy para los plateros…) o una devoción común (cofradía de la Dolorosa,
cofradía de la Vera Cruz).
- Los beaterios: otros centros surgidos en los medios urbanos, básicamente con
presencia de mujeres, desplegaron, por el contrario, una espiritualidad más libre y
espontánea, con un claro predominio del sentimiento religioso, que se practicó en
monasterios o conventos femeninos y beaterios, destacando en este aspecto las
figuras de Margarita Porete o Matilde de Magdeburgo.
Todos estos cambios provocaron en ocasiones el surgimiento de movimientos contrarios a la Iglesia.
Las consideradas ‘herejías’ cultas ligaban el descontento religioso con la política, este es el caso del
inglés John Wyclif, que defendía la igualdad de todos los hombres ante Dios y la devoción y
honestidad como fuentes de autoridad. También estaban las del checo Juan Huss, que provocaron
revueltas y el levantamiento de los sectores más empobrecidos de la población.

14.1.2. Cultura intelectual


A lo largo del siglo XIV, tras evidenciarse que la dialéctica escolástica se había mostrado incapaz de
alcanzar la evidencia intelectual, comenzarían a imponerse las tesis de Guillermo de Ockham y las de
Roger Bacon. Si bien estas proposiciones fueron condenadas por la ortodoxia religiosa, que llevó a
cabo la eliminación de numerosas obras y la quema de sus autores, el nuevo pensamiento
intelectual representado acabaría triunfando: la separación entre ciencia y teología, concluía en la
imposibilidad de probar las verdades religiosas y liberaba la reflexión sobre el universo físico,
abriendo así el camino a la ciencia en sentido moderno, con el impulso del nuevo método de
especulación, el experimental, para abordar materias poco desarrolladas: física, geometría,
anatomía, astronomía, etc. Las nuevas tendencias de pensamiento, se dejaron sentir también en las

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universidades, que se habían expandido espacial y cuantitativamente como consecuencia de la
evolución de las estructuras sociales urbanas.
Así, a los nuevos sectores sociales, se unió un importante cambio por parte de los poderes civiles en
la orientación educativa: se rompió el monopolio eclesiástico y surgieron las escuelas laicas,
iniciándose así un proceso de secularización de la cultura. De esta manera, entre 1300 y 1500 se
crearon medio centenar de universidades, dieciséis de ellas en territorio alemán. Solo, sin embargo,
las grandes universidades mantuvieron un alto número de estudiantes; así, París, Bolonia y Oxford se
convirtieron en centros de opinión y formulación teórica.

14.1.3. Transformación de las ideas políticas y medios de gobierno


En los primeros años del siglo XV, fueron fraguando conceptos a nivel político que habían venido
desarrollándose y evolucionando con anterioridad: consolidación del aparato del estado, la
administración pública y los ejércitos profesionales. El papado y el Imperio, sin embargo, perdieron
fuerza como referentes: el papado no logró consolidarse como fuente de autoridad civil y tampoco
consolidó los lazos de vasallaje que había tejido con algunas dinastías europeas. La autoridad
imperial, cuestionada, dio paso a pequeños estados bajo su influencia que intervinieron en la política
internacional de forma autónoma.
- Poder temporal frente a poder espiritual: la separación del poder espiritual y terrenal se
convirtió en una realidad en el siglo XIV. Las teorías de Guillermo de Ockham influyeron en
gran medida, pues defendió la separación entre fe y razón e impulsó la superioridad del
Estado sobre la Iglesia, reconociendo la superioridad papal sólo en el terreno espiritual.
- La nueva concepción de la monarquía: el fortalecimiento de la monarquía estaba arraigado
en las tradiciones de linaje y herencia, en el servicio feudal, en los juramentos de vasallaje y
la unción sacramental. La monarquía era el centro de la acción de gobierno y depositaria de
la auctoritas y la potestas. El desarrollo del derecho romano, que justificaba la hegemonía
del rey en sus territorios, incluyó otras facultades que serían asumidas a partir de entonces
como la justicia, la fiscalidad y la defensa de la comunidad.
- El poder compartido. Las asambleas representativas: el peso cada vez mayor de lo público
se debió al desarrollo de la burguesía, que introdujo la idea del interés político general. Las
transformaciones sociales y económicas impulsaron las asambleas donde quedaba
representada la comunidad: nobles, eclesiásticos y gentes de las ciudades y villas.
- Definición de los espacios nacionales: se fue desarrollando una conciencia territorial.
- Los funcionarios y la administración del poder: la nueva organización estatal necesitó de
instituciones y mecanismos de centralización. La gestión de los gobiernos favoreció el papel
de las cortes, las cancillerías y el parlamento, asambleas donde estaban representados los
diferentes estamentos sociales. Además, se potenciaron cargos para racionalizar el aparato
del estado: auditores, oficiales de tesorería… Los profesionales de los órganos de la
administración configuraron una nueva categoría social de laicos de gran preparación
técnica. Todos los reinos contaron con un corpus jurídico procedente del derecho romano, la
ley tradicional y la experiencia práctica, para poder aplicar una justicia más rápida. De este
modo, se limitaron las prácticas de justicia regia, que solo era dispensada en contadas
ocasiones.
- Los símbolos del poder: la materialización del poder se hacía visible a través de ciertos
elementos, emblemas y ceremonias pomposas.

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14.2. LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS: FRANCIA E INGLATERRA
El conflicto armado que enfrentó a Francia e Inglaterra entre los siglos XIV y XV (1337-1453) es el
acontecimiento político-militar más relevante de la denominada Edad Media tardía. El origen de la
apodada ‘guerra de los Cien Años’, habría que situarlo, no obstante, en la propia evolución sufrida
por ambos estados entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV.
- Inglaterra: el hijo y sucesor de Enrique III, Eduardo I (1272-1307), llevó a cabo la
consolidación de las estructuras del Estado. Impulsó un nuevo censo de Inglaterra y parte de
Gales con el objetivo de extender la autoridad real, e incentivó la reforma de las funciones y
organización del Parlamento. Su política, claramente expansionista, se centró en las
fronteras de Gales y Escocia. Los conflictos armados contra Gales finalizaron en 1284 cuando
el principado de Gales quedó incorporado a Inglaterra. Las diversas guerras fronterizas con
Escocia sin embargo, no proporcionaron ninguna incorporación territorial para Inglaterra. El
triunfo del monarca escocés garantizó la independencia del reino.
- Francia: la Francia heredada por Felipe IV el Hermoso en 1285 constituía el reino más
poderoso del continente europeo, con instituciones plenamente consolidadas y una
eficiente red de funcionarios. También gozaba de gran influencia sobre el papado, como se
demostró con el traslado de éste a Aviñón en 1309.
El destino de ambos reinos se acabaría cruzando a principios del siglo XIV. En 1314 murió Felipe IV
de Francia, y en el espacio de catorce años, le sucederían sus tres hijos varones, Luis X, Felipe V y
Carlos IV, que fallecieron sin heredero varón y pusieron fin así a la dinastía Capeta. La cuestión
sucesoria se dividió así en dos bandos:
- Los partidarios de Eduardo III de Inglaterra, hijo de Isabel de Francia, hermana de los
anteriores.
- Los partidarios del conde Felipe de Valois, sobrino de Felipe IV.
Impuesto el segundo bando, Felipe se erigió en nuevo rey de Francia como Felipe VI (1328-1350)
instaurando una nueva dinastía, la de los Valois. Sin embargo, el monarca inglés, no tardaría en
reclamar sus derechos sucesorios, dando así inicio al conflicto conocido como guerra de los Cien
Años:
- PRIMERA ETAPA (1337-1360): esta primera etapa fue de éxitos ingleses. Eduardo III de
Inglaterra se alió con los adversarios de los Valois –el Sacro Imperio Romano Germánico, los
príncipes de Flandes y el papado-. Los ingleses derrotaron a la flota naval francesa y lograron
varias fortalezas en el norte y en el sur de Francia. Tras desembarcar en Normandía, Eduardo
III se enfrentó y derrotó a las tropas francesas tomando la plaza de Calais, lo que favoreció el
tráfico de tropas y mercancías. La contienda se reanudó tras la peste en la Batalla de Poitiers
(1356). El resultado fue una nueva derrota francesa. Juan II fue obligado a firmar el tratado
de Bretigny (1360) que confirmaba la preponderancia inglesa.
- SEGUNDA ETAPA (1360-1399): esta etapa podría considerarse de recuperación y ciertas
victorias para los franceses. La estrategia francesa trató de evitar las batallas campales y
centrarse en llevar a cabo devastadoras y rápidas incursiones contra las costas de Inglaterra
y en una política de hostigamiento de las columnas inglesas. Francia e Inglaterra se
enfrentaron indirectamente en la Península Ibérica, apoyando cada uno de ellos a uno de los
bandos de la Guerra Civil Castellana. En 1367, los ingleses prestaron apoyo a Pedro I de
Castilla en el enfrentamiento que éste mantenía con su hermanastro Enrique, ayudado por
los franceses. Finalmente, Enrique se impuso sobre su hermano, convirtiéndose en rey y en

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aliado de los franceses en la guerra. También en este periodo, Inglaterra sufría una crisis
sucesoria que finalizó con la entrada de una nueva dinastía a la corona: los Lancaster.
- TERCERA ETAPA (1399-1422): esta tercera etapa traerá una importante derrota francesa
pero el surgimiento de un nuevo protagonista en el conflicto: el duque de Borgoña.
En Francia tuvo lugar un enfrentamiento interno entre dos facciones: la de los armagnac y la
de los borgoñones. Los armagnac, defendían los intereses de la aristocracia, y los
borgoñones, defendían los intereses de los burgueses. Por otro lado, los ingleses, bajo el
reinado de Enrique V, obtuvieron una gran victoria en la Batalla de Azincourt (1415) que
permitió la ocupación inglesa de Normandía y París y nombrar heredero de la corona
francesa al rey inglés cuando falleciera Carlos VI, el actual rey. La Paz de Troyes (1420) fue
una salida del conflicto para los franceses, que no hubiesen podido mantener la defensa. La
muerte del monarca inglés, provocaría sin embargo la reactivación de la guerra y la
entronización del delfín francés, Carlos VII, con el apoyo de los armagnac.
CUARTA ETAPA (1422-1453): la resolución del conflicto parecía ser favorable a los ingleses.
Los ingleses dominaban importantes territorios y contaban con el apoyo de los duques de
Borgoña. Ambos ejércitos se propusieron la conquista de Orleans, que les permitiría acceder
al valle del Loire y, por tanto, conquistar el sur del país. En estos momentos aparece la figura
de Juana de Arco, guerrera que unió el fervor popular hacia la figura del heredero, Carlos VII.
Tras entrar en la sitiada Orleans, derrotó a los ejércitos ingleses en la batalla de Patay (1429)
e impulsó la iniciativa francesa, que no cesó de recuperar territorios incluso después de su
ajusticiamiento.
Las consecuencias del largo conflicto afectaron de manera diferente a ambos reinos:
- En Francia se procedió a una restauración del orden estatal, impulsando un fuerte
centralismo monárquico y se llevó a cabo una labor de recuperación y repoblación en las
zonas más propensas. El nuevo carácter de la política francesa se ejemplifica en la figura del
hijo de Carlos VII, Luis XI (1461-1483) que potenció la figura real, por encima de la nobleza, y
la expansión territorial. Los duques de Borgoña, junto con otros nobles del reino, trataron de
resistir al aumento del poder del monarca, creando una liga, pero que poco consiguió y, sin
embargo, produjo importantes pérdidas territoriales a los Duques de Borgoña. La casa de
Borgoña escaparía al poder francés gracias al matrimonio de la hija del duque con el
emperador Maximiliano I de Habsburgo. Por otro lado, la favorable situación para la
monarquía francesa planteó la posibilidad de expansión territorial hacia Italia.
- En Inglaterra la derrota tuvo efectos muy negativos por la pérdida de producción y de su
mercado de paños y trigo. Las exigencias fiscales habían arruinado las finanzas públicas y
privadas y agudizaron una crisis en el mundo rural por la movilización de jóvenes soldados. A
la grave situación económica se unió la inestabilidad política, ya que estalló un conflicto civil
llamado la guerra de las Dos Rosas, entre las dos principales casas nobiliarias: la casa de
Lancaster (rosa roja) y la de York (rosa blanca). Los orígenes del conflicto se remontaban a la
llegada de los Lancaster al poder con la figura de Enrique IV. El conflicto que finalizaría con la
unión de ambas casas al contraer matrimonio Enrique Tudor (descendiente del duque de
Lancaster) con la hija de Eduardo IV (de la casa de York). De este modo, el conflicto se
dirimió con la llegada al trono inglés de una nueva dinastía, los Tudor.

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14.3. LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN CASTILLA Y ARAGÓN
La expansión territorial de castellanos y aragoneses concluyó a finales del siglo XIII y dio paso a una
reorganización de las bases económicas y políticas en el interior de los reinos.

14.3.1. Castilla-León
Durante el siglo XIII, Castilla se consolida como la potencia hegemónica de la Península Ibérica. Los
motivos principales fueron su unión con el Reino de León (1230) y la reconquista del territorio a los
árabes. El rey de Castilla, Alfonso X (1252-1284), había heredado unos reinos poco vertebrados
donde el peso de la nobleza y de las órdenes militares se había ido engrandeciendo. El monarca se
encargó pues de potenciar la presencia del Estado y, en concreto, de la monarquía. La promulgación
del Fuero Real o El Código de las siete Partidas, pretendían reformar la estructura de la corona,
atacando directamente los privilegios de la nobleza y de las ciudades. En 1272 se produjo una
sublevación de nobles y se inició el conflicto sucesorio. Finalmente, en 1304, con la mediación de
Aragón y Portugal se reconocieron los derechos dinásticos de Fernando IV (1295-1312).
Alfonso XI (1312-1350) retomó el proyecto de su bisabuelo, Alfonso X. Así pues, llevó a cabo una
restauración del poder real y centró su gobierno en las fronteras granadinas y en el intento de
dominar el estrecho, amenazado por los benimeríes de Marruecos. En la Batalla del Estrecho, la
victoria cristiana fue absoluta, provocando el debilitamiento del Reino nazarí de Granada y la
apertura del Estrecho a la navegación mercantil.
A mediados del siglo XIV, la tradicional rivalidad entre Castilla y Aragón, acabaría provocando la
denominada guerra de los Dos Pedros, Pedro I el Cruel y Pedro IV el Ceremonioso respectivamente.
El enfrentamiento finalizó cuando el hermanastro de Pedro I, Enrique de Trastámara, recibió el
apoyo de la nobleza y del propio Reino de Francia, subiendo al trono como Enrique II (1369).

14.3.2. Aragón
Los siglos XIII y XIV en el reino de Aragón se caracterizan por un proceso de inestabilidad interior. La
incidencia de la guerra con Castilla y la peste negra fueron factores relevantes en este sentido,
agudizados además por las presiones de la nobleza, deseosa de participación política. La expansión
mediterránea, especialmente en Sicilia, constituyó un fuerte argumento para la afirmación del
autoritarismo regio. Pedro IV (1336-1387) llevó a cabo medidas para consolidar el poder real, creó
instituciones centrales en la organización política y se enfrentó al poder de la nobleza en Aragón y
Valencia. Reincorporó además el reino de Mallorca.
Entre 1410 y 1412 se abrió un periodo de interregno e incertidumbre ante el nuevo modelo político
y económico que regiría la reordenación territorial de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca. Tras el
denominado compromiso de Caspe (1412) se eligió como nuevo rey de Aragón a Fernando I, nieto
de Pedro IV de Aragón y de Enrique II de Castilla, que unía así ambas coronas bajo la dinastía
Trastámara.
El reinado de su sucesor, Alfonso V, iniciado en 1416, destaca por lo exitoso. Continuó con la
expansión mediterránea, conquistando Nápoles, y se encargó de promover la cultura, en concreto,
de difundir el humanismo en la P. Ibérica. También destaca por sus intentos de recuperación
económica. Sin embargo, hacia finales de su reinado, se acentúa la conflictividad social que llevaría a

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que la nobleza y burguesía catalanas asumieran gran protagonismo político que acabaría
provocando una guerra civil para forzar su separación de la Corona.
En la segunda mitad del siglo XV, la evolución de las coronas de Aragón y Castilla acabarían
convergiendo. La guerra aragonesa entre el rey y la generalidad catalana, y los enfrentamientos
sucesorios en Castilla, acabarían coincidiendo con la unión de sus respectivos soberanos. Durante el
reinado de Enrique IV (1454-1474) se inició el conflicto civil protagonizado por Isabel, hermanastra
del rey, y la hija de éste, Juana la Beltraneja. El conflicto se agudizó tras el enlace de Isabel I con el
heredero del trono aragonés, Fernando II. La paz se firmó finalmente en 1479 quedando la línea
sucesoria sellada en los herederos: el reinado conjunto de los Reyes Católicos supuso la unión
dinástica de ambas coronas, aunque no institucionalmente, y el comienzo de la recuperación real
por medio de una política de control y medios propagandísticos precisos (Inquisición y expulsión de
los judíos), así como el despliegue de un proyecto común, la conquista de Granada.

14.3.3. Portugal
La subida al trono de Dionisio I en 1279 supuso la consolidación de la organización estatal y la
fijación de la figura del rey como garante de la estabilidad del reino. Se erigió en el representante de
la cohesión nacional a través de diferentes medidas orientadas a mantener la independencia de
Portugal en relación al resto de los reinos hispanos.
El siglo XIV portugués, estuvo marcado por los conflictos sucesorios: tras la muerte del rey Fernando
I sin herederos varones, el esposo de su hija, Juan de Castilla se postuló como sucesor, algo que fue
rechazado por buena parte de la nobleza y las élites urbanas, que no deseaban a un Trastámara en el
trono. Esta facción apoyó, por el contrario, a Juan de Avis, maestre de la Orden de Avis y
hermanastro del difunto rey. Los enfrentamientos armados no tardaron en producirse y tras la
entrada de las tropas castellanas en Portugal, ambos ejércitos se enfrentaron en la villa de
Aljubarrota en 1385, suponiendo un completo triunfo para el bando luso-inglés. La instauración de la
casa de Avis marcaría los siglos siguientes en Portugal: a ellos se debió la toma de Ceuta en 1415, o
el redescubrimiento de Madeira en 1419, iniciando así la proyección futura hacia el Atlántico,
básicamente promovida por el infante Enrique el Navegante.

14.3.4. Navarra
A lo largo del siglo XIII, los monarcas navarros se centraron en la reconstrucción y reorganización
interior del reino, si bien participaron en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó
Sancho VII el Fuerte. La muerte de éste, sin descendencia, mantuvo al reino navarro en la órbita
militar francesa durante gran parte de la Baja Edad Media. Los dos principales problemas que
afectaron al territorio navarro fueron la crisis económica y el creciente poder de las fuerzas
nobiliarias, que acabaría estallando en un conflicto civil entre dos bandos: los beamonteses y los
agramonteses. El conflicto civil estallaría en 1441 y se prolongaría tras la muerte de ambos
aspirantes, contando los beamonteses con el apoyo de los castellanos, mientras que los
agramonteses tuvieron primero como aliados a los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y
posteriormente a los franceses. Los enfrentamientos no finalizarían hasta finales del siglo XV, cuando
el rey de Aragón Fernando el Católico, tras llevar a cabo constantes injerencias en apoyo de los
beamonteses, culminó la conquista militar del reino en 1512.

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14.4. LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA ITALIANA
La configuración política de la península itálica sigue un proceso definido por la consolidación de
diferentes entidades independientes, centradas en los siguientes ámbitos:
- Norte: era más poblado, con ciudades-Estado prósperas en lo comercial y mercantil.
- Sur: vivía de la agricultura y la ganadería controladas por una aristocracia feudal.
- Centro: se situaban los Estados Pontificios.
Entre las ciudades autogobernadas del norte, destacaban Génova, Florencia, Venecia y Milán, que
ejercían una gran influencia económica y política en su entorno.
- Milán: el destino de la ciudad se encontraba vinculado a la noble familia de los Visconti,
cuando el arzobispo Ottone Visconti se erigió en señor de la misma. El matrimonio de Gian
Galeazzo Visconti, duque de Milán y conde de Pavía, con Isabel de Valois, hija del rey de
Francia, lo convirtió en el hombre más poderoso del norte de Italia, provocando
inmediatamente el conflicto con Florencia, deseosa de limitar la influencia del señor de
Milán. En 1450 el condotiero -general de soldados mercenarios italianos- Francesco Sforza
fue investido duque de Milán, iniciando una nueva dinastía en la próspera ciudad, cuya corte
se convertiría en una de las más espléndidas de Italia.
- Florencia: el poder económico de los Médici, fundadores de uno de los mayores bancos de
la época, les permitió participar de manera activa en la vida política de la ciudad,
especialmente con el apoyo del papado, del que obtuvieron ventajas fiscales.
El resurgimiento del tráfico marítimo y de las manufacturas se vincularía sin embargo a tres
importantes repúblicas: Génova, Pisa y Venecia, competidoras y dominadoras de las redes marítimas
en el Mediterráneo.
- Génova: gobernada por dos cónsules y, decidida a controlar el tráfico hacia Oriente,
participó en la primera cruzada contra los enclaves musulmanes del Mediterráneo. Los
genoveses, interesados también en las rutas de Occidente, establecieron tratados
comerciales con los condes de Barcelona e intentaron asentarse en Almería, Málaga o Ceuta.
- Pisa: chocaría con los intereses genoveses en la península ibérica, donde incluso habían
apoyado la toma de Mallorca por el conde Ramón Berenguer.
- Venecia: situada en el extremo norte del Adriático, constituía el punto de llegada de las
rutas centroeuropeas y del Danubio. Su potencial naval, le permitió proteger su espacio
marítimo y transportar los productos de Oriente desde los puertos del mar Jónico y el Egeo.
Favorecida por su implicación en las cruzadas, tras la caída de Sicilia y la decadencia de
Bizancio, se erigiría como una república oligárquica y en primera potencia comercial y
marítima de Occidente dirigida por los dux.

14.5. EL SACRO-IMPERIO ALEMÁN


Tras la muerte de Enrique VII en 1313, en Alemania volvió a plantearse el dilema de mantener el
sistema electivo de los emperadores, o bien implantar una monarquía hereditaria tal y como venía
consolidándose en otros reinos europeos. El conflicto surgió, de nuevo, entre dos candidatos,
Federico de Habsburgo y el duque Luis IV de Baviera, quien se erigiría como nuevo emperador en
1314, tras derrotar a Federico en la batalla de Mühldorf. Los mecanismos de elección de los
emperadores estaban sin embargo cuestionados, haciéndose necesaria una profunda reforma de los
mismos y del propio concepto de Imperio, vaciado prácticamente de su contenido universalista
desde el progresivo peso e importancia de los estados europeos.

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El encargado de llevar a cabo estas reformas fue Carlos IV (1355-1378), miembro de la casa de
Luxemburgo y rey de Bohemia. Así, la cancillería imperial expidió un documento denominado Bula
de Oro (1356), que recogía la legislación del Imperio, especialmente en lo relativo a la elección del
‘Rey de romanos’, título que designaba al futuro emperador antes de la coronación papal; de esta
manera, el rey era elegido por siete príncipes electores, que obtenían el reconocimiento de la
indivisibilidad de sus dominios y la soberanía jurisdiccional y territorial sobre los mismos,
asegurándose la división del poder entre el emperador y el Imperio. Asimismo, se reforzó la
influencia laica a fin de evitar la injerencia papal en la elección, pudiendo éste únicamente consagrar
emperador al rey elegido previamente por los electores.
La nueva constitución imperial, supondría así el fin de la política universalista del Sacro Imperio,
centrándose a partir de entonces en el ámbito alemán y en las posesiones personales y territoriales
de las diferentes familias que accedieron al trono: los Luxemburgo, los Wittelsbach o los Habsburgo.
La crisis política fue aprovechada por:
- La liga comercial Hanseática se impuso a nivel marítimo frente a Escandinavia y los Países
Bajos.
- El avance turco que estaban expandiéndose por los Balcanes.
El nuevo emperador debía ser, por tanto, capaz de someter a las grandes familias nobiliarias y
defender la frontera del Danubio. Así, la nueva política imperial, basada en el crecimiento territorial
y patrimonial de las grandes casas, se plasmó en la casa de Habsburgo y en el nuevo emperador,
Federico III (1452-1493).
Posteriormente, su heredero, Maximiliano I de Austria contrajo matrimonio con María de Borgoña.
El nuevo gobernante acometió algunas reformas en las estructuras del Imperio, como la creación en
1495 de la Cámara de la Corte imperial, que tenía jurisdicción sobre todos los territorios imperiales.
El nacimiento de su nieto Carlos en 1500, acabaría por marcar las pautas que definirían la política
europea en la Edad Moderna, al sumar las herencias de su padre Felipe el Hermoso, con la de su
madre, Juana I de Castilla, que incluía los territorios descubiertos al otro lado del Atlántico.

14.6. LOS PAÍSES NÓRDICOS Y CENTROEUROPEOS


Los espacios periféricos europeos aprovecharon la debilidad de las grandes monarquías, para
impulsar el sentimiento nacional y la aparición de nuevos reinos y estados. Así, los territorios de
Polonia, Lituania, Hungría y Bohemia, acabarían consolidándose en los ámbitos creados por la
expansión alemana. La búsqueda de una identidad nacional en los mismos, se produjo por la
confluencia de intereses sociales y manifestaciones religiosas.
- Lituania y la Orden Teutónica: la expansión alemana llevada a cabo a lo largo de los siglos
XIII y XIV fue encabezada por la Orden Teutónica, que crearía un principado con territorios
de Pomerania y Prusia. El poder alcanzado por el principado acabaría generando conflictos
con los reinos limítrofes de Polonia y Lituania, este último consolidado bajo el mandato de
Gediminas (1316-1341). Así, en 1346 una coalición polaco-lituana se enfrentó y derrotó a la
Orden por el ducado de Estonia, tras lo cual la coalición alcanzaría la hegemonía política y
militar en las costas bálticas. Las concesiones imperiales y papales y las conquistas militares
del poderoso estado teutón, llevarían de nuevo a que entre 1409 y 1411 entrara en guerra
con el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. La paz de Torun, marcaría sin embargo
el inicio de la decadencia de la Orden, que vio reducidos sus territorios a Prusia oriental.

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- Polonia: la dinastía de los Piastas, fue la encargada de recuperar el reino de Polonia. Polonia
estaba fragmentada en numerosos ducados y siempre amenazada por los bohemios,
húngaros y teutones.
- Hungría: a comienzos del s. XIV, se produjo un cambio de dinastía en Hungría. La nueva
dinastía angevina (de origen Francés) se encargó de occidentalizar el territorio. La
consolidación de la dinastía, se llevaría a cabo por Luis el Grande (1342-1382). Su reinado se
caracterizó por amplias conquistas: tras arrebatar Dalmacia a los venecianos, se anexionó
Belgrado y el norte de Bulgaria y penetró en Bosnia y Valaquia.
- Suiza: a finales del siglo XIII, la conflictividad política en el Imperio, propició la fundación de
la Confederación Helvética en el sur de Alemania; integrada por varios cantones y valles
suizos, que ya con anterioridad habían luchado por preservar su independencia política,
confirmaron su unión en la liga perpetua suscrita en 1291. La confederación, reconocida por
los enemigos de los Habsburgo, encabezó numerosos enfrentamientos contra los alemanes
hasta el año 1499, en que, tras firmarse la paz de Basilea, el territorio suizo obtuvo la
independencia política quedando escindido del Imperio.
- El Principado de Kiev y Moscú: el rasgo fundamental de la cultura rusa era la clara influencia
bizantina de su cultura y de las formas de cristianismo ruso. Rusia era un principado eslavo
existente desde mediados del siglo IX. Bajo los reinados de Vladimir y de su hijo, a lo largo
del siglo XI, el principado alcanzó su época de mayor esplendor, extendiéndose hasta el Mar
Negro y el Volga, y las fronteras con Polonia o Lituania; convertido al cristianismo, su capital
era Kiev y su población era una amalgama de diferentes etnias y pueblos. El fin del
principado se produjo a comienzos del siglo XIII, cuando cayó bajo poder de los mongoles,
siendo sucedido por El Gran Principado de Moscú, Gran Ducado de Moscú o Moscovia.
Moscú, originariamente un pequeño enclave, se va transformando en núcleo aglutinador de
un nuevo reino. Prueba del poder alcanzado, fue el traslado en 1325 del metropolita, figura
de mayor rango de la Iglesia ortodoxa rusa, desde la antigua sede de Vladímir a Moscú.
- La Unión de Kalmar: Margarita I heredó el poder de Dinamarca y Noruega y, tras eliminar al
monarca sueco, unió a las tres monarquías en la Unión de Kalmar, en una asamblea que
contó con representantes de las tres cortes. El acuerdo surgía para defender los intereses de
la nobleza frente a la actividad de la Hansa que, si bien en un principio no se opuso a la
unión tripartita, no tardó en reclamar el monopolio comercial en Escandinavia. A la amenaza
hanseática, se unirían en el segundo tercio del siglo XV, las sublevaciones agrarias que se
extendieron por Suecia, Noruega y Finlandia, y que pondrían fin a la Unión.

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TEMA 15. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA Y EL ISLAM (SS.
XIV-XV)
15.1. LA CONQUISTA TURCA DE LOS REINOS BALCÁNICOS
La toma de Constantinopla por los cruzados en 1204 fue el acontecimiento que supuso el principio
del fin del Imperio bizantino, sometido a una partición de su territorio y acosado después por un
nuevo enemigo: los turcos otomanos. Así, el reparto llevado a cabo por los cruzados supuso la
creación de diferentes entes políticos independientes (el reino de Salónica, el principado de Acaya,
el ducado de Atenas…). Sólo tres estados griegos mantuvieron el antiguo espíritu bizantino:
- El Despotado de Epiro: fundado por Miguel I Comneno en la costa occidental griega.
Conquistado en el siglo XIV por los serbios, se mantendría bajo las dinastías italianas hasta
finales del siglo XV.
- El Imperio de Nicea: el más relevante de los estados griegos, controlaba Bitinia y las costas
de Asia Menor, y fue regido por la familia Láscaris.
- El Imperio de Trebisonda: fundado por Alejo Comneno, sus gobernantes mantuvieron
contactos con armenios y georgianos, hasta su conquista por los turcos a mediados del S. XV.
Finalmente, en 1258, Miguel VIII Paleólogo, último emperador del Imperio de Nicea, consiguió
recuperar Constantinopla (1261) y las posesiones latinas en Grecia. Tras llevar a cabo la restauración
imperial, se inició así la última dinastía bizantina, la dinastía de los Paleólogos.
Su política interior se centró en el intento de recuperar las instituciones griegas, obteniendo, sin
embargo, más éxito en el ámbito exterior: aunque fracasó en la reconquista de Grecia central, inició
una amplia actividad diplomática que conseguiría poner fin a la dinastía angevina en Sicilia, su
principal rival en Occidente. Además, reforzó la alianza con la república genovesa, en detrimento de
Venecia, e intentó impulsar la unión de las iglesias oriental y romana en el segundo concilio de Lyon
(1274).
Sus esfuerzos por consolidarse frente a los latinos, le hicieron descuidar la frontera oriental,
amenazada por el incipiente poder otomano. En efecto, en Anatolia habían proliferado distintos
estados turcos regidos por gobernante que rendía vasallaje al sultán turco selyúcida. La amenaza
quedó, sin embargo, temporalmente neutralizada por la aparición de un apoyo inesperado, los
invasores mongoles, que procedentes de las estepas, habían conquistado el sultanato de Rum y
convertido en vasallos a los estados de Asia Menor, incluidos Nicea y Trebisonda.
Desde finales del siglo XIII hasta mediados del siglo XIV los monarcas paleólogos trataron de
encauzar la reforma social y el control de la economía y las instituciones, sin embargo, los controles
tendentes a acabar con la corrupción en la justicia y con la usura fueron un auténtico fracaso,
afectando a la masa popular de las ciudades ya de por sí muy empobrecida. Esta situación provocó
revueltas sociales violentas dirigidas contra los sectores más poderosos. A nivel exterior, la situación
continuaba siendo muy precaria, ya que, a la presencia de los latinos en Grecia, se unía la
dependencia económica que Bizancio mantenía con Venecia y Génova, y la creciente presión turca.
La presión militar otomana en las fronteras a partir de 1355 hizo extremar la defensa con la
contratación de mercenarios (almogávares), que libraron Asia Menor pero arrasaron Tracia y
Macedonia y se asentaron en Beocia y Ática.
A estos frentes, habría que sumar los conflictos con búlgaros y serbios, que habían invadido
Macedonia.

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15.1.1. El reino de Serbia
Las diversas entidades eslavas surgidas en el entorno del actual Montenegro, se habían originado ya
en el siglo XII, erigiéndose en señoríos y principados bajo influencia bizantina. Serbia poseía una
actividad económica extraordinaria, basada en la explotación de las minas de plata, hecho que
favoreció el enriquecimiento del príncipe serbio Uros I (1243-1276), quien reunificó los clanes, puso
fin a la soberanía de Bizancio e inició la dinastía de los Nemánidas. Esteban Dusan (1331-1355),
penúltimo rey de Serbia, emprendió una expansión a costa de Bizancio. Se creó así un patriarcado
serbio independiente de Constantinopla y se promulgó un código de derecho por el que el país era
administrado por la nobleza siguiendo el modelo del Imperio Bizantino. A mediados del siglo XIV se
inicia la decadencia de la dinastía y se produce un nuevo fraccionamiento en principados.
Finalmente, los otomanos derrotaron a bizantinos, húngaros y bosnios en Kosovo (1389). En medio
de este conflictivo contexto, subió al trono de Bizancio Juan V Paleólogo, que a los problemas
fronterizos tuvo que unir una epidemia de peste, la conquista del Epiro por los serbios en 1348 y la
llegada de los turcos a territorio europeo en 1354. El Imperio heredado por Juan V se reducía así a la
capital, una asolada Tracia y algunas islas.
Finalmente, alarmado por el asentamiento de los turcos en las cercanías de Constantinopla en 1365,
el emperador solicitó ayuda a Occidente, ofreciendo incluso al papa la posibilidad de unir ambas
iglesias si este convocaba una nueva cruzada contra los turcos, sin embargo, su petición fue desoída
–al estar la curia dividida entre Aviñón y Roma-, produciéndose así una expansión imparable de los
otomanos. En efecto, las fronteras del Danubio sufrieron importantes transformaciones a mediados
del siglo XIV, siendo la más relevante la expansión de los turcos otomanos en los Balcanes, que, en
1389, en la ya mencionada batalla de Kosovo, se enfrentó y derrotó a una coalición danubiana
conformada por húngaros, búlgaros, eslovenos y eslovacos, que provocó la dominación de Serbia y
del Reino búlgaro.
Segismundo de Luxemburgo se pondría al frente de la alianza cristiana frente al avance turco. No
obstante, las continuas derrotas cristianas supusieron el dominio otomano en la región. El ascenso al
trono del sultán Murad II en 1421, volvería a reactivar la amenaza turca.
El emperador bizantino Manuel II (1391-1425) intentó llevar a cabo una recuperación territorial del
Imperio, manteniendo Morea y recuperando algunos enclaves en el mar Negro. Sin embargo, un
nuevo asedio a la capital en 1394, lo llevó a solicitar ayuda de los reinos europeos, ayuda que nunca
llegó por la fragmentación política que había en Europa por la Guerra de los Cien Años.
Tras la ayuda del Imperio Mongol, Manuel II firmó una paz efímera con los turcos que duró hasta su
abdicación en su hijo Juan VIII.
Los otomanos habían conseguido consolidarse en los Balcanes y en Oriente. Murad II (1421-1451)
consciente de la necesidad de buscar un enclave vital en el Mediterráneo, asedió y tomó la ciudad
de Salónica, perteneciente al Imperio bizantino. Juan VIII (1425-1448) también recabó en vano la
ayuda de Occidente ante los turcos, prometiendo al papa de Roma la unión de ambas Iglesias. Para
ello, forzó una declaración de la Iglesia ortodoxa, que proclamaba la unidad de los cristianos y
predicó una última cruzada, en la que participaron reyes húngaros, polacos y rumanos. El ejército
cruzado fue, sin embargo, derrotado como vimos, en la batalla de Varna (1444).
A la muerte de Juan VIII, subió al trono su hermano Constantino XI el último emperador de Bizancio
(1449-1453), que debió enfrentarse a la definitiva presión otomana y a la rebelión ortodoxa que se
negaba a la unidad con los latinos. Por su parte, a Murad le sucedió su hijo Mehmed II (1451) que
puso sus objetivos directamente en la capital: Constantinopla. Pese a la heroica defensa del

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emperador Constantino XI, la ciudad cayó en 1453, poniendo fin a la capital del Imperio bizantino y
pasando a ser capital del Imperio otomano bajo el nombre de Estambul.
La caída de Constantinopla, provocó la pérdida de buena parte del sudeste europeo para la
cristiandad. Serbia pasó a ser provincia turca en 1459. Tras dominar Bosnia, Herzegovina y
Montenegro, los turcos llegaron al mar Adriático. El Imperio bizantino se hallaba prácticamente
también en manos otomanas. Pese a los intentos del papa Pío II de organizar una cruzada para
recuperar Constantinopla, sus intentos fracasaron. El legado de Bizancio intentó ser recuperado no
solo por el nuevo sultán otomano, sino también por los emergentes centros de poder como Moscú,
que reclamaba el dominio de los territorios de religión ortodoxa.

15.1.2. El nacimiento de Moscú como la ‘tercera Roma’


El Principado de Moscú se consolidó a mediados del siglo XIII. La dinastía moscovita se fortaleció
frente al dominio mongol, coincidiendo además su apogeo con la fase final de la decadencia de
Bizancio.
Basilio I (1389-1425) asentó la hegemonía rusa en la región y anuló las aspiraciones del ducado de
Lituania. Su hijo y sucesor, Basilio II (1425-1462) se negó a admitir la sumisión a Roma y la
supremacía del Papa suscrita por el Patriarca de Constantinopla. Así, tras nombrar en 1448 al obispo
metropolitano de Rusia, puso las bases de la declaración de independencia de la Iglesia Ortodoxa
Rusa con respecto al patriarcado de Constantinopla, hecho que fortaleció aún más la reputación de
la Rusia ortodoxa entre los estados.
Iván III (1462-1505) convirtió el principado de Moscú en un estado unitario, dominando gran parte
de los territorios disgregados de Occidente desde Polonia hasta Lituania. El resto de repúblicas y
principados fueron igualmente absorbidos o anexionados entre 1463 y 1489. Bajo el título de ‘zar de
todas las Rusias’, Iván reclamó para sí la herencia del imperio oriental y Moscú comenzó a ser
llamada ‘la tercera Roma’. Basándose en la idea de la ciudad moscovita como heredera de Roma y
cuna de la verdadera fe, se asentó progresivamente una misma conciencia en el pueblo y en sus
zares, principios ratificados además por la Iglesia Ortodoxa.

15.2. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ÚLTIMO PERIODO BIZANTINO


15.2.1. Economía
- La gran propiedad y los grandes propietarios
En este periodo se asiste a la progresiva eliminación de los medianos propietarios para constituir
extensas explotaciones en manos de familias poderosas. El debilitamiento del poder central favorece
el control político de los linajes en las provincias, provocando la fragmentación administrativa y la
constitución de enclaves inmunes.
- La paroikia campesina
En el mundo campesino podría hablarse de una época de cierta estabilidad. A partir del siglo XII,
desaparecida ya la esclavitud, el campesinado se uniformó bajo la condición de parecos: campesinos
libres instalados en parcelas individuales, propiedad del estado o de los grandes propietarios, que
dio paso a un nuevo proceso de feudalización: se establecían unos lazos de dependencia y un
reconocimiento de derechos sobre la tierra.
- La actividad comercial
Los puertos griegos eran fundamentales para el comercio occidental, ya que permitían el acceso a
las mercancías provenientes de Oriente. De esta manera, tanto venecianos como genoveses
intervinieron en el comercio bizantino durante el período de dominio latino. Ambas repúblicas

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detentaron un dominio absoluto de las rutas mediterráneas que comunicaban el Adriático con la
costa africana, el Egeo y el Mediterráneo oriental, hasta desembocar en el mar Negro, itinerarios
que centraron la actividad comercial.

15.2.2. Religión y cultura


Entre los teólogos y filósofos destacaron Demetrio Cidonio o Besarión, que participó en el Concilio
de Florencia-Ferrara y fue posteriormente nombrado cardenal en Italia. Ambos representan la
generación de intelectuales que obraron la transferencia cultural a Occidente del legado de la Grecia
clásica.
La dinastía de los paleólogos supuso el auge de la arquitectura y el arte figurativo bizantinos. A
través de la influencia en Venecia y en Italia en general, el estilo bizantino –mosaicos e iconos-
tendrían gran pervivencia en la Europa Occidental.

15.3. EL ISLAM BAJO DOMINIO MONGOL


Entre los siglos XII y XIV aparecieron en el escenario asiático nuevos pueblos que acabarían entrando
en el ámbito musulmán: los mongoles o tártaros. Estas tribus, en permanente guerra entre ellas,
compartían una lengua común y practicaban cultos chamánicos basados en la adivinación.
A principios del siglo XIII, Temuyín, se erigió como un jefe unificador de los mongoles. Gracias a su
matrimonio y a varias victorias, amplió sus dominios consiguiendo gran prestigio social y militar.
Tras unificar a los pueblos mongoles, el Gengis Kan (señor universal) inició una auténtica política de
expansión militar y territorial. Así, en 1211 lanzó su campaña contra China, y entre 1219 y 1220
sometió al Imperio irano-persa y al reino de la Gran Bulgaria. A su muerte, el Imperio se extendía
desde Siberia hasta Cachemira y el Tíbet, y desde el Mar Caspio hasta el Mar de Japón. Sus sucesores
completaron el sometimiento de la China septentrional y de la Persia musulmana, irrumpiendo
incluso en los reinos de Polonia, Bohemia y Hungría, pero sin continuar más hacia Occidente. El
Imperio Mongol de los siglos XIII y XIV se extendió por casi todo el continente asiático. La expansión
militar mongola provocó que las principales rutas de acceso al Extremo Oriente desde Europa fueran
interrumpidas y los mecanismos de intercambio destruidos durante un largo tiempo.
La organización de los mongoles se basaba fundamentalmente en las tradiciones y en las
necesidades de las tribus, dedicadas al pastoreo y de carácter nómada. Gengis Kan dotó sin embargo
al Imperio de un carácter de organización político-militar móvil, sin descuidar la creación de una
estructura más jerarquizada.
Desde el punto de vista social, sólo una minoría de miembros relevantes de las tribus ejercía el
poder sobre ellas y elegían al Gran Kan, que detentaba el poder absoluto. El nombramiento de los
kanes se hacía en las asambleas, donde se debatía y se tomaban las decisiones importantes para la
comunidad. Los guerreros pertenecían a la clase de los hombres libres, mientras que en la base de la
pirámide social figuraban los semilibres y los esclavos.
La mezcla étnica que conformaba el Imperio mongol acabó por modificar la distribución cultural y
religiosa del mismo, propiciando la intrusión del islam a partir de la dispersión de los pueblos turcos
por Asia y de la fusión con las poblaciones autóctonas. Así, muy islamizados hacia 1300, finalmente
adoptaron el islam como religión propia. En 1384 el Imperio mongol se fraccionó en los kanatos de la
Horda de Oro (Rusia meridional), el de Asia central, el del área del Turkestán y el de Persia, todos
ellos de confesión musulmana Sunní.

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15.4. EL RÉGIMEN MAMELUCO EN EGIPTO
En el siglo X, Egipto, dependiente del califato sunní de Bagdad, cayó bajo dominio del califa fatimí Al
Muiz, que fundó la capital de El Cairo e instituyó un califato chií que se mantendría hasta el siglo XII.
Dada su importancia estratégica –entre el océano Índico y el Mediterráneo-, los núcleos urbanos
sufrieron un fuerte impulso económico, erigiéndose El Cairo en el mayor centro comercial musulmán
del momento.
Sin embargo, a mediados del siglo XII, el gobernador de Alepo y Mosul, que dependía del sultán
selyúcida de Bagdad, defendió la yihad contra el reino de Jerusalén y la unión de todos los
musulmanes, debiendo acabar para ello con el Califato chií de Egipto.
La ocasión vino propiciada por los grandes desórdenes que en esos momentos afectaban al país. Así,
el contingente enviado, dirigido por Yúsuf ibn Ayub, conocido como ‘Saladino’, depuso en 1171 al
califa egipcio devolviendo el país a la ortodoxia sunní. Bajo el gobierno del propio Saladino, se dio
comienzo a una nueva dinastía, los ayubíes –por su nombre familiar-. Saladino se erigió así en el
gobernante de un poderoso sultanato diferenciado en dos extensos territorios: Egipto y Siria. Dentro
de esta dinastía, destacó Al Kamil, sobrino de Saladino, quien en 1229 conseguiría firmar una tregua
con el emperador Federico II de Hohenstaufen por la que Jerusalén se declaró temporalmente
‘ciudad abierta’ pudiendo asistir así cristianos y musulmanes a la misma en peregrinación.
En 1244, como consecuencia de la conquista mongola, se produjeron grandes desplazamientos
migratorios en Siria y Palestina. La dinastía organizó la defensa del territorio con tropas mercenarias
de origen servil, los mamelucos. Éstos, de clara tradición tribal y organizados en federaciones
familiares regidas por sus ancianos, pasaron de conducir los ejércitos de los califas a convertirse en
auténticos esclavos-señores, erigiéndose así en emires y sultanes por la fuerza militar. De esta
manera, en 1250, derrocaron al último sultán ayubí y fundaron la dinastía de los bahríes, que se
mantendría en el poder hasta finales del siglo XIV, cuando fueron sustituidos por los buryíes, dinastía
dominante a su vez hasta la conquista otomana entre 1517 y 1518.
La dinastía bahrí consiguió rechazar y derrotar a los mongoles, y conectaron Egipto al comercio
asiático y europeo. Su estabilidad se basó en el mantenimiento de unas buenas relaciones
diplomáticas y comerciales, sobre todo con el reino de Nápoles y con la República de Venecia.
A pesar de estos éxitos, el sultanato de Egipto tuvo que hacer frente a una progresiva decadencia
económica que culminó en la segunda mitad del siglo XV. La iniciativa portuguesa y su escuela de
cartografía acabaron con el monopolio comercial que habían mantenido hasta el momento.
Los mamelucos impulsaron la islamización y arabización de Egipto, aunque cristianos y judíos no
recibieron presiones. El balance de los dos siglos de presencia mameluca en Egipto es positivo, al
preservar el legado cultural y religioso sin alteraciones notables para transmitirlo a los
conquistadores otomanos.

15.6. EL IMPERIO OTOMANO DEL ISLAM


A lo largo del siglo X, un pueblo procedente del Asia nororiental, tras varias migraciones, acabaría
asentándose en amplios territorios de Asia central que lindaban con las fronteras india y persa. Su
estructura política y social se basaba en una gran confederación de tribus, dirigidas por los Kanes
(señores). Durante el siglo XI, una de estas tribus de origen turco convertidos al islam, los selyúcidas,
acabarían presionando al califa abasí de Bagdad y derrotándolo en 1037.
Como máximos representantes del islam sunní, acabarían enfrentándose al califato chií de Egipto,
pero también a los funcionarios del califa, a otros príncipes o emires, y a los jefes tribales árabes o
jeques.

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A mediados del siglo XIV, se produjo la fragmentación casi simultánea, del Imperio bizantino, del
kanato tártaro de Persia y del kanato de la Horda de Oro, hecho que provocó el desplazamiento de
numerosos turco-mongoles que se asentaron en la península de Anatolia, concretamente sobre lo
que había sido el dominio selyúcida y gran parte del Imperio de Nicea, dando lugar a la creación de
sultanatos de cierta entidad.
Al mismo tiempo, en Anatolia, comenzaba a destacar la tribu turca de los otomanos. Estos, ya en la
tercera década del siglo XIII, se habían puesto al servicio del sultán selyúcida de Konya, quien les
asignó unas tierras no lejos de Constantinopla. Progresivamente, y aprovechando la debilidad del
sultanato, presionado por mongoles y mamelucos, despojaron al Imperio de los territorios anexos,
hasta que en 1361 se apoderaron de Adrianápolis estableciendo allí su capital. Desde el punto de
vista militar crearon el nuevo cuerpo o milicia de los jenízaros.
Así, en el siglo XIV el principado otomano aparece como una construcción islámica estable, con una
actividad reconquistadora muy eficiente, que pretendía reconstruir el antiguo dominio bizantino y
poder avanzar hacia el centro de Europa.
La hegemonía otomana se vio, sin embargo, temporalmente frenada ante la última ofensiva violenta
protagonizada por Tamerlán, jefe turcomano que derrotó a los otomanos. Su muerte, sin embargo,
permitió a los otomanos reorganizar su sultanato entre los Balcanes y Anatolia y conquistar
finalmente Constantinopla en 1453 a manos de Mehmed II.
Si los dos frentes básicos en Europa habían sido Hungría y especialmente Venecia y Génova por el
dominio marítimo, la caída de Constantinopla permitió a los otomanos finalmente dominar el
Mediterráneo oriental por completo.

15.6.1. Otros territorios musulmanes de finales de la Edad Media


- Principados del Magreb: creados tras la desaparición del Imperio almohade:
- Los Banu Marin (o benimeríes): pueblo bereber procedente de Argelia que emigró
en el siglo XI para establecerse cerca del área sahariana. Tras someter a las tribus
árabes de la región, se consolidaron en la zona, especialmente tras la derrota
almohade en la batalla de las Navas de Tolosa. Su apogeo se produciría a lo largo del
siglo XIII cuando tras tomar Fez (1248) y Marrakech (1269). Sus incursiones en la
península ibérica, acabarían provocando el choque con la dinastía nazarí, que se
aliaría incluso con Castilla frente a la tribu africana. La firma de la paz con el reino
castellano permitiría a los benimeríes iniciar una época de estabilidad.
- Los ziyaníes: a lo largo del siglo XIII se enfrentaron a otras dinastías rivales y a las
tribus nómadas, creando y consolidando un reino de gran estabilidad y continuidad
que se mantuvo hasta la conquista turca en el siglo XVI.
- Los hafsíes: desde el norte de África se erigieron como los auténticos sucesores de
los almohades. Así, tras ser reconocidos desde La Meca como ‘califato’, consiguieron
el sometimiento y reconocimientos del resto de dinastías asentadas en las zonas
fronterizas. Basaron su poderío en el desarrollo económico, al constituir las costas
del califato un centro fundamental del comercio en el Mediterráneo occidental, y a
través de la firma de tratados y acuerdos con potencias como Génova, Pisa o Sicilia.
- El Reino Nazarí de Granada: entre 1271 y 1273 en lo que quedaba de Al-Ándalus se había
asentado una nueva dinastía, la de los emires nazaríes, que debían su nombre a su fundador,
Mohamed ibn Nasr. La nueva dinastía eligió como capital Granada, y aunque su territorio era
relativamente reducido, sus gobernantes no se mostraron proclives a someterse al sultán

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benimerí de Marruecos. La capacidad diplomática de los nazaríes, se ejerció también en los
conflictos entre castellanos y aragoneses. La dinastía conoció entre los siglos XIV y XV una
larga serie de insurrecciones y golpes de estado. El rey nazarí ejerció un gobierno enérgico
en los planos fiscal y militar, patrocinando distintas manifestaciones culturales y artísticas
hasta la conquista de Granada a finales del siglo XV (1492) por los Reyes Católicos.
- El Sultanato de Delhi: la herencia de Tamerlán continuó con algunos misioneros que
llegaron al Turquestán, escenario de una profunda islamización. Así, entre los siglos XI y XIII
la dinastía gurí sometió a los territorios del Golfo de Bengala y estableció su capital en Delhi.
En la nueva capital se sucedieron varias dinastías cuya organización respondió al modelo
tribal adoptado por los selyúcidas en Anatolia y que en 1229 recibió la legitimación del
Califato abasí.

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RESPUESTAS TESTS
TEMA 9. LOS PUEBLOS GERMÁNICOS
1. El monacato romano:
- Adaptó el modelo rigorista egipcio
- Desempeñó tareas de enseñanza y hospitalidad
- Se caracterizaba por un severo ascetismo
- No contemplaba el opus `manuum´

2. Pueblos que se pusieron al servicio de Roma como asociados:


- `Dediticii´
- Aliados
- `Foederati´
- Invasores

3. El emperador los convirtió en una fuerza de policía:


- Vándalos
- Ostrogodos
- Visigodos
- Francos

4. Los protagonistas de la evangelización europea fueron:


- Los monjes y los peregrinos
- Los mártires y los misioneros
- Los obispos y los monjes
- Los misioneros y los monjes

5. De los creadores del corpus cultural cristiano, ¿quién escribió libros de historia, ciencia
y exégesis?
- San Isidoro de Sevilla
- Boecio
- Beda el Venerable
- Casiodoro

6. Indica cuál es la oración correcta:


- Recaredo buscó la unidad ideológica en el catolicismo.
- Clodoveo reinó en la España visigoda
- Leovigildo promulgó el `Liber Iudiciorum´
- A Recaredo se debe también la creación del `officium palatinum´

7. Evangelizó Irlanda y Britania:

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- San Isidoro
- San Patricio
- San Benito
- San Bonifacio

8. Entre los germanos predomina como forma de gobierno:


- La monarquía electiva
- La república
- La monarquía constitucional
- La monarquía hereditaria

9. La primacía del obispo de Roma fue recogida en la doctrina:


- Gelasio I
- Gregorio el Magno
- León I
- Todas las respuestas son correctas.

10. Relaciona las columnas:


- Vándalos-África
- Ostrogodos-Italia
- Suevos-Gallaecia
- Alamanes-Alsacia
- Burgundios-Borgoña
- Jutos- Britannia

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TEMA 10. EL IMPERIO BIZANTINO Y EL ISLAM (SIGLOS VI-XIII)
1. La ideología del programa justinianeo se basaba en:
- La autocracia de sus dirigentes religiosos.
- La unidad intelectual de base cristiana
- La descentralización política en poderes regionales
- La influencia cultural romana

2. ¿Qué eran las `themas´?


- Soldados campesinos que poseían en usufructo una explotación agraria
- Un código rural que reguló la responsabilidad discal de los campesinos
- Unidades de ejército acuarteladas en una circunscripción territorial
- Encomendación a los patronos celestiales.

3. La `Partitio Romaniae´ suponía:


- La multiplicaron los poderes en el centro del califato
- Un reparto territorial
- La fragmentación política del Imperio
- El fin de la querella de las imágenes

4. Durante la dinastía abbasí:


- Estalló la querella de las imágenes
- Se crearon varios emiratos independientes
- Se inicia la expansión del islam
- La administración territorial aumentó el número de `themas´.

5. La civilización del islam se caracterizó entre otras cosas por:


- La expansión de la vid
- El desarrollo de la ganadería equina
- La imbricación entre lo social y lo religioso
- La cultura del regadío.

6. ¿Qué califa trasladó la capital del imperio islámico a Damasco?


- Al-Mutawakkil
- Abd-al-Rahman I
- Mu´awiya
- Alí

7. Los `demosiarios´ eran:

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- Campesinos ‘públicos’ que pagaban impuestos al Estado
- Cristianos ortodoxos
- La aristocracia territorial
- Mercaderes extranjeros

8. ¿Cuándo tuvo lugar el Cisma de Oriente?


- 1080
- 1261
- 1171
- 1054

9. ¿Qué acontecimiento tuvo lugar en 1014?


- La alianza de Vladimir de Kiev con los bizantinos
- Basilio II aplastó a los búlgaros
- La batalla de Miriocefalon
- Venecia se instala en algunas ciudades bizantinas.

10. Relaciona las columnas:


- Basileus-monarca
- Cadí-justicia
- Emir-gobernador provincial
- Estratega=autoridad militar
- Califa=autoridad política y religiosa
- Visir=cabeza administrativa

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TEMA 11. EL IMPERIO CAROLINGIO. NACIMIENTO DE EUROPA Y
EVOLUCIÓN DEL OCCIDENTE EUROPEO HASTA EL SIGLO XIII
1. El `consilium´ consistía en:
- La ayuda militar ofrecida por el emperador al papa
- La intervención imperial en la designación de los obispos
- Una parcela de tierra explotada por campesinos libres
- El asesoramiento al señor en materia de justicia o política

2. Entre las bases del primer crecimiento europeo se encontraban:


- Todas las respuestas son correctas
- La concentración de núcleos de poblamientos pequeños y autosuficientes
- El éxito de la pequeña explotación campesina
- La generación de excedentes para el comercio.

3. La organización eclesiástica se basaba en:


- El fortalecimiento de la doctrina de los sacramentos
- La celebración de sínodos y la creación de la red parroquial
- La aceptación del nicolaísmo y la simonía
- El combate del adopcionismo.

4. La división de la propiedad de la tierra en reserva y mansos era característica de:


- La villa tardorromana
- La comunidad de valle
- La villa carolingia
- La pequeña explotación campesina

5. Los `bellatores´ se identificaban con:


- Los clérigos regulares
- Los aristócratas
- Los maestres de los gremios
- Los campesinos.

6. Proporcionaba una comunidad de feligreses en el entorno rural:


- Señorío
- Aldea
- Parroquia
- Familia

7. En las ferias…

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- Actuaban las sociedades de comercio
- Se intercambiaban bienes agrícolas por manufacturas
- Se establecían compromisos de compraventa
- Los miembros de las aristocracias eclesiástica y laica compraban sus productos

8. ¿Qué factores propiciaron el renacimiento comercial?


- El aumento demográfico y la obtención de excedentes agrarios
- La circulación de moneda de oro y la creación de mercados semanales
- El sedentarismo de los grandes mercaderes y la creación de `hansas´
- La difusión de la moneda y de fórmulas de pago crediticias

9. Señala cuál de estos rasgos no define la ciudad:


- La división social del trabajo
- La capacidad de ordenar el espacio rural del entorno
- El reconocimiento de un fuero especial a la población
- El desarrollo de las banalidades señoriales

10. Relaciona las columnas:


- Húngaros- Panonia
- Asturianos-Alfonso II
- Sarracenos- Sicilia
- Carolingios-Luis el piadoso
- Vikingos- Normandía
- Anglosajones- Shires

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TEMA 12. EUROPA EN PLENA EDAD MEDIA: EL PODER DE LA IGLESIA Y
LA CONSTRUCCIÓN DE ESPACIOS POLÍTICOS EN LOS SIGLOS XI AL XIII
1. La doctrina católica acordada en el Concilio IV de Letrán incluía entre sus objetivos:
- La centralización monástica
- La organización de la universidad
- La condena del nicolaísmo
- La fijación de los sacramentos como instrumentos de salvación

2. Señala cuál de estas órdenes religiosas primaba el trabajo manual sobre el intelectual:
- Órdenes militares
- Órdenes mendicantes
- Monjes cistercienses
- Monjes cluniacenses

3. El origen de la Inquisición está relacionado con:


- La herejía albigense
- La herejía cátara
- El movimiento valdense
- El movimiento milenarista.

4. ¿Quién fue el primer intelectual en aplicar la dialéctica a las cuestiones teológicas?


- Tomás de Aquino
- Ivo de Chartres
- Pedro Abelardo
- Alberto Magno

5. La universidad de París destacó especialmente en estudios de:


- Teología
- Astronomía
- Derecho civil
- Retórica

6. La Libertas Ecclesiae suponía…


- La competencia papal para dictar excomuniones
- La fijación de circunscripciones territoriales eclesiásticas
- La separación entre lo sagrado y lo profano
- La adopción de la pobreza absoluta

7. ¿Qué acontecimiento tuvo lugar en 1215?


- La elaboración de la Carta Magna inglesa
- Las Vísperas sicilianas

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- La batalla de Bouvines
- La batalla de Muret

8. ¿Cuándo tuvo lugar la toma de Toledo por el rey castellano Alfonso VI?
- 1135
- 1230
- 1085
- 1212

9. La recepción del Derecho romano permitió:


- La creación de regalías
- La hegemonía del pontificado
- El debilitamiento de los poderes monárquicos
- La consagración de la sociedad estamental

10. La conquista del reino de Valencia fue dirigida por el monarca aragonés:
- Ramiro I
- Jaime I
- Alfonso II
- Pedro II.

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TEMA 13. LA POBLACIÓN. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ÁMBITO
RURAL Y URBANO EN EL SIGLO XIV
1. La peste negra se propagó por Europa debido a:
- Un castigo divino
- El contagio provocado por comerciantes italianos
- Las continuas guerras de la época
- La inexistencia de murallas en las ciudades

2. Trabajaba la tierra a cambio de un salario:


- Aparcero
- Jornalero
- Carbonero
- Arrendador

3. Entre los factores de la recuperación demográfica del s. XV se encuentra:


- La escasa especialización de la producción agrícola
- El mantenimiento de la dieta alimenticia
- El descenso de la fecundidad
- El aumento de la nupcialidad.

4. El verlagsystem consistía en:


- La organización del trabajo artesano al campo
- Un tipo de arrendamiento
- Un sistema de explotación de las tierras baldías
- La diversificación de cultivos agrícolas.

5. ¿Cuál es el elemento primordial de la morfología urbana de esta época?


- Las murallas
- El castillo
- La catedral
- Las plazas de los mercados

6. Señala cuál de estas afirmaciones es verdadera:


- El precio del trigo experimentó un descenso lento y continuado
- La burguesía consideraba poco rentable la viticultura
- La demanda de cerveza aumentó en los mercados meridionales de Europa
- En Inglaterra la ganadería bovina atendía la industria textil

7. La jacquerie francesa tuvo lugar en:

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- 1381
- 1328
- 1358
- 1422

8. ¿Cuál es la moneda de Florencia?


- Genovino
- Florín
- Ducado
- Escudo

9. Señala cuál de estas afirmaciones es verdadera:


- El modelo de familia nuclear incluye 6 miembros por fuego
- A finales del s. XIII la superficie agrícola se había ampliado en toda Europa
- El índice de mortalidad descendió bruscamente
- La industria rural no está relacionada con la recuperación del bosque y de los pastos

10. Relaciona las columnas:


- Maestro - examen maestría
- Miserabili - periferia urbana
- Aprendiz - mano obra barata
- Oficial - salario fijo

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TEMA 14. PONTIFICADO E IGLESIA Y EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL
OCCIDENTE EUROPEO EN LOS SIGLOS XIV-XV
1. Lugar donde las almas necesitaban un tiempo de expiación:
- Limbo
- Infierno
- Purgatorio
- Beaterio

2. No fue un humanista del siglo XV:


- Salutati
- Petrarca
- Alberti
- Bocaccio

3. Las cofradías eran:


- Asociaciones gremiales de un oficio artesano
- Conventos femeninos surgidos al amparo de las reglas mendicantes
- Ediciones impresas de consejos sobre el arte del buen morir
- Asociaciones de solidaridad que protegían a los más necesitados

4. Sede papal entre 1309 y 1377:


- Poitiers
- Aviñón
- Bolonia
- Padua

5. ¿En qué año se redactó la obra De imitatione Christi?


- 1395
- 1427
- 1310
- 1488

6. ¿En qué etapa de la guerra de los Cien Años tuvo lugar la batalla de La Rochelle?
- Segunda
- Cuarta
- Tercera
- Primera

7. Señala quién fue un firme defensor de la separación entre razón y fe:

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- Aristóteles
- Guillermo de Ockham
- Bartolo de Sassoferrato
- Marsilio de Padua.

8. ¿Cuándo tuvo lugar la publicación de la Bula de Oro?


- 1348
- 1415
- 1356
- 1471

9. El dux era el símbolo de gobierno de:


- Principado de Moscú
- Reino de Polonia
- Venecia
- Reino de Portugal

10. Relaciona las columnas:


- Dinastía Valois - Francia
- Rey de Bohemia - Imperio alemán
- Dinastía Trastámara - Castilla
- Dinastía Tudor - Inglaterra

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TEMA 15. LA CIVILIZACIÓN BIZANTINA Y EL ISLAM (SS. XIV-XV)

1. La dinastía de los Paleólogos:


- Se extendió por todo el continente asiático
- Se mantuvo en el trono hasta el final del Imperio bizantino
- Organizó la defensa del territorio con tropas mercenarias de origen servil
- Se puso al servicio del sultán selyúcida de Konya

2. ¿Qué acontecimiento ocurrió en 1453?


- Muerte de Ibn Jaldún
- Serbia y Bulgaria son ocupadas por los turcos
- Mehmet II toma Constantinopla
- Iván III es proclamado zar de todas las Rusias

3. Los mamelucos fueron:


- Moneda de Mamelusia
- Mercaderes venecianos
- Campesinos libres instalados en parcelas individuales
- Tropas mercenarias de origen servil

4. El reino nazarí de Granada:


- Era tributario del reino de Castilla
- Se sometió voluntariamente al sultán benimerí de Marruecos
- Propició una política ‘unionista’ con Roma
- Su política se caracterizó por la estabilidad

5. Fue definida como ‘la tercera Roma’:


- Constantinopla
- Granada
- Moscú
- Alejandría

6. ¿Quién se autoproclamó ‘el zar de todas las Rusias’?


- Basilio I
- Manuel II
- Basilio II
- Iván III

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7. ¿Qué ciudades italianas tenían grandes intereses comerciales en el Imperio bizantino?
- Roma y Nápoles
- Génova y Venecia
- Milán y Florencia
- Padua y Turín.

8. En 1458:
- Contratación de almogávares por los bizantinos
- Nacimiento del Reino de Serbia
- Se celebró el Concilio de Florencia-Ferrara
- Fin del Reino nazarí de Granada.

9. Los parecos eran:


- Grandes propietarios agrícolas
- Extranjeros sin ningún reconocimiento jurídico
- Campesinos que se convertían en hombres libres
- Genoveses dedicados al comercio

10. Relaciona las columnas:


- Bizantinos - Manuel II
- Mamelucos - Ibn Jaldún
- Nazaríes - Mohamed ibn Nasr
- Otomanos - Mehmet II
- Mongoles - Tamerlán
- Rusos - Basilio II

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